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Omega Universe - Foro de Rol de Marvel y DC
Los Universos de DC y Marvel se han unido en uno solo. ¿Qué ha sucedido? ¿Quién está detrás de todo? Y, lo que es más importante, ¿cómo reaccionarán héroes y villanos de los distintos mundos al encontrarse cara a cara...?
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Mensajes : 2176 Fecha de inscripción : 14/12/2014 Localización : Atlantis Empleo /Ocio : Sumo Mago Humor : Melancólico
Ficha de Personaje Alias: Arion Nombre real: Ahri'ahn Universo: DC Universe
Tema: Votación Highlights Noviembre 2020 22nd Noviembre 2020, 01:46
Abrimos las votaciones del mes de noviembre. Tenéis hasta fin de mes para hacer las votaciones a la cuenta de Omega:
Joker escribió:
El terror que podía causar el Joker a cualquiera que se cruzara con él procedía de su fama: los anuncios de busca y captura, los encabezados de los periódicos, las últimas horas de las noticias y la ristra de crímenes, que atesoraba uno tras otro como un scout coleccionaba las medallas de sus logros. Era un pavor compartido no solo por los ciudadanos de Gotham, o los de otras ciudades, sino también por la mayoría de delincuentes y villanos. Le temían por su volubilidad, su carácter imprevisible y lo desproporcionado de sus acciones.
Su miedo nada tenía que ver con el que padecían todos los que estaban lo bastante locos o necesitados como para convivir con él. Tenían oportunidad de verle en ocasiones cotidianas, y lo más aterrador podía llegar a ser comprender que alguien como Joker se levantaba, se duchaba, desayunaba y dormía como todo el mundo. Si en lugar de haber sucumbido a la locura total y dedicarse a causar el caos se levantara para ir a la oficina nadie habría podido diferenciarle de un hombre cualquiera, con su vida, su trabajo y sus obligaciones.
En cierta manera, esa sensación de extraña normalidad era parte de lo que mantenía en pie las fantasías de la arlequina a la que había contagiado de su locura.
Joker escribió:
-Que… ¿Qué estoy haciendo? ¿¡Qué es esto?! – gimió entonces temblando y mirándose las manos manchadas de maquillaje blanco y pintalabios rojo, observó a su alrededor con los ojos desorbitados, encontrando los inmensos ojos asustados de Harley. Él ya no veía a la arlquina, si no a…- ¿Do…doc-tora Quinzell?
El silencio que se instauró entre ambos pareció eterno, a pesar de que duró un solo instante, antes de que él apoyara su cabeza contra su hombro, mientras temblaba. Los ojos verdes inyectados en sangre del “Joker” continuaban lagrimeando sin parar y parecían a punto de salirse de sus órbitas. Sus manos se desprendieron de su rostro, cruzó sus brazos y los apretó contra su abdomen con tal fuerza que podría cortarse a sí mismo la respiración. La psiquiatra sabía que ese tipo de comportamiento solían hacerlo los pacientes que tenían problemas para controlar sus gestos o los que tenían carencia de propiocepción. Intentaban, a base de presionar partes de su cuerpo contra otras, ocupar un espacio pequeño en el que sentirse seguros. En el que poder tener el control.
-Este mundo… Este mundo no es mío. – gimió, con una expresión ausente. – Nada es como debería ser… Nada es como debería ser…
Entonces Harley recordaría, tan vívido como si hubiese sido ayer, todo lo que le había traído a los brazos de ese hombre. Un alma hecha pedazos tan pequeños que parecía imposible volver a formar de ellos el ser humano que había detrás de aquella sonrisa. Ni siquiera lo habían intentado. El mundo entero le daba la espalda, o le torturaba con sus alas de murciélago y todos sin excepción habrían sido capaces de dejar que se pudriera sin haber hecho nada por ayudarle en lo más mínimo. Ellos, que catalogaban al Joker como monstruo.
El hombre que reía para que nadie le viera llorar.
Sus manos temblorosas dejaron la seguridad de su propio cuerpo para aventurarse hacia el rostro de Harley. Mancharon su mejilla inmaculada con los restos del rojo de su pintalabios dibujando estelas difusas a medida que la acariciaba con una ternura que cualquiera habría declarado ante un jurado que era imposible en alguien como él. Con su mente retorcida y su corazón muerto.
-Después de tanto… eres la única que sigue aquí conmigo…- la miró con los ojos lleno de adoración, como un ciego miraría la última luz blanca de un mundo a punto de sumirse en las tinieblas. –La única que alguna vez me ha mirado como si fuera un ser humano… Ya… ¿Ya estoy perdido?...- le preguntó haciendo de su voz un susurro sólo para los dos. – Harleen Quinzel… ¿Aún hay esperanza para mí?...- le preguntó antes de atraerla contra él en un abrazo íntimo y profundo.
Ya no resonaba la carcajada con la que todo se había iniciado.
La boyscout tenía claro su objetivo: El paradero del tercer Robin. Mi lado paranoico no pudo evitar pensar que ese era el comienzo del grupo "Vamos a pararle los pies al malo de Jason y luego a tomar helado de arcoiris yujuu".
Jason Todd escribió:
Claramente el inepto de Tim se olvidó de mencionar a sus jodidos aliados que Batman había caído, y se suponía que el insensible era yo...
-Cuando dejes esas ideologías hippies de paz y amor, te darás cuenta de la única forma de mantener a raya a la escoria es volviéndote una, en las calles solo existe la ley del más fuerte; y ese tengo que ser yo. Siento que en tu rinconcito multicolor donde todos sois felices y cantáis paseando no sepáis como funciona de verdad el mundo.-seguí burlándome mientras colocaba las manos detrás de mi espalda, teniéndolas listas para materializar las All Blades al menor indicio de agresión por su parte.
-Oh tranquila, mi bonita cara se está despollando con esa actitud que tenéis Drake y el resto de vosotros creyéndoos los amos del cotarro. Una panda de segundones venidos a más que cuando la cosa se puso chunga agachó la cabeza y se escondió del peligro o algo peor, aunque eso de llamaros panda no se si es correcto. Por lo que tengo entendido vuestro grupito de besties tuvo días mejores ¿eh? Pero bueno, tengo mejores cosas que hacer que seguir hablando con una princesa perdida en la gran ciudad, si buscas a Drake busca en la mansión Wayne, aunque conociéndolo se habrá ido a estudiar alguna roca rara a tomar por culo en vez de comportarse como un hombre e intentar hacer algo para que el mundo no se vaya a la mierda-
Escuchó al joven con gesto confuso en su cara de roedor- Yo cree que ya explicó eso a tú alguna vez... Los technarch por su naturaleza no procesan emociones no agresivas. Son una especie guerrera, conquistadora, destructora... en cambio yo sí siente tristeza, alegría, afecto... ese es el poder mutante de yo y yo está orgulloso de él. Cuando yo contempla la infinita variedad de situaciones y relaciones que esa parte del espectro emocional desencadena, yo se siente afortunado de poder vivirlas, y triste por los míos que nunca lo entenderán...
Bart sacudió la cabeza para replantear su parte de la conversación- Sí lo dijiste, pero quiero decir... ¿por qué razón no pueden? es decir, ¿están como apagados biológicamente? Porque es algo que siempre se ha considerado que es una ventaja de supervivencia. Ya sabes, el ser social hace más que el solitario. La manada es más inteligente y fuerte que el lobo. Es cómo si fuera a la inversa de lo que aquí se conoce - Esbozó una sonrisa sincera- Y es un poder maravilloso. Poder sentir, compartir tus emociones y hacer que los demás sientan contigo. Quizá sí supiéramos por qué no sienten, podríamos ayudarles a desarrollar esa capacidad. Ya sabes, como cuando se aprende algo, tal vez ellos puedan aprender a sentir.
Warlock escuchó atentamente lo que decía el velocista. Qué bonita utopía... Apartó la vista apenado, y recuperó su forma humanoide, sin cambiar el gesto.
- Ese es el punto, Bart-amigo... La technarquía es tan poderosa, que ya no necesita sobrevivir... otros sobreviven a ella.
Su voz sonó genuinamente triste. Recordaba los desastres involuntarios causados por el virus transmodal en Terra, y la imagen de su padre partiendo un Sol con las manos para lanzárselo a pedazos aún le causaba pesadillas de vez en cuando. No imaginaba qué horrores podían estar causando los technarch adultos en aquél momento si es que aún existían, cuántos mundos habrían arrasado, cuántos universos habrían devorado ya...
Aquel momento se me hizo eterno. Nuestros labios, tan cerca y tan lejos al mismo tiempo… y es que ninguno de los dos se decidía a dar el paso final. Esperé, ya que yo había lanzado la primera moneda. Y esperaría, sí, esperaría hasta que ella se diera cuenta de que mis intenciones de besarla eran reales. Pero también tenía miedo. Tenía mucho miedo de estar metiendo la pata, de creer que quizás tenía una oportunidad con ella después de todo lo que había pasado entre nosotros. Y lo que más me aterrorizaba; darme de bruces con la realidad y ser rechazado por el amor de mi vida por enésima vez.
Barbara era sensata, lógica y siempre sabía mantener la cabeza fría incluso en situaciones como esta. Seguramente me diría lo mismo que me decía siempre. Que dejara de bromear, que ella me seguía viendo como un crío, como un amigo, como su hermano… cualquier otra cosa menos lo que yo deseaba de nosotros. Entonces yo me apartaría, le diría que tendría razón y que tan solo le estaba tomando el pelo, como siempre. Que comprendía que no quisiera a alguien tan inconstante y voluble como novio, y haría ver que no me importaba. Que lo había superado y que ya no pensaba en ella como lo hacía antes.
Pero no sería verdad. Le mentiría, seguramente para no preocuparla. No me gustaba preocuparla. Y así también dejaría de parecer tan patético por no ser nunca correspondido por ella. ¿Pero sería capaz de mentirme a mí mismo durante otros diez años más? ¿De tener que vivir una vida a su lado sin poder tocarla? ¿De seguir viendo cómo otros desconocidos entraban en su vida como si nada? ¿Hombres que apenas la conocerían como yo, que apenas la amarían como yo, pero que serían suficiente para ella? ¿Podría seguir viviendo con la certeza de que Barbara y yo jamás estaríamos juntos a pesar de estar hechos el uno para el otro?
— Babs, yo… — empecé, con los ojos ligeramente humedecidos tras darme cuenta de lo miserable que sería el resto de mi existencia si no pudiera estar a su lado. Y de pronto, sus labios rozaron los míos en una agradable caricia. Mis ojos se abrieron de par en par, sorprendidos ante la suave entrega de su cuerpo contra el mío, sus manos enterrándose en mis cabellos y sus ojos del color del zafiro, entrecerrados por la excitación....
No podía creer lo que estaba pasando, pero mi cuerpo se movió solo, reaccionando rápidamente, como si no quisiera perder más tiempo del que ya había perdido hasta ahora. Aproveché cada segundo de aquel beso, de sus caricias, como si fuera a dejar de existir en cualquier momento. Mis manos se aferraron a su cintura, apretando a Barbara contra mí con fuerza. La besé, con una intensidad que llevaba tiempo contenida, como una bestia enjaulada durante años y que acaba de ser liberada.
Trabajo de recopilación de Aidan Doyle en la Resistencia:
Aidan Doyle escribió:
Loki observó con curiosidad los gestos del hombre que hacía llamarse Papa Legba. Su mirada confiada y sus aires de superioridad le quemaban por dentro. Apenas había investigado lo suficiente sobre entidades del panteón Yoruba, y le molestaba saber que su contrincante jugaba con ventaja. Era lo malo de ser un dios mucho más popular en el folklore.
- Si lo que necesitas es protección, yo te la daré -comentó con tranquilidad. Era una petición mucho más fácil de lo que había esperado.
- Aidan necesitaba protección antes de haberle mandado a ese suicidio -apuntó el otro dios ante la sorpresa del aludido, cruzándose de brazos con ademán desenfadado.
Loki decidió no responder, pero alzó una ceja, curioso, cuando el cantante habló de meter a un mago que podría ayudarles con su plan, aguardando paciente a que realizara la llamada mientras Legba observaba.
Una voz agitada y entrecortada resonó al otro lado de la línea:
- Oh, joder, no sabes lo bien que me vienes colega…
- ¿Como? -fue todo cuanto pudo responder Aidan, confundido.
En ese momento una especie de vórtice se abrió en el aire sobre sus cabezas y un teléfono móvil cayó desde el cielo.
- Ostia puta...
Loki alzó la mirada hacia el portal. Algo iba mal... podía presentirlo. El mago había perdido el control sobre el conjuro y éste le estaba absorbiendo... A menos que él interviniera.
El asgardiano alzó una mano para recanalizar la energía del encantamiento, amortiguando la caída del otro mago para que el golpe no fuera tan fuerte como de otro modo habría sido, cerrando a continuación el portal con un chasquido de dedos para evitar que le siguieran las criaturas demoníacas que le perseguían.
- Reconozco que ha sido la mejor entrada hasta el momento... -sonrió burlón el mentiroso, provocando un bufido de risa en el dios Yoruba. La herida del cuello de Edward se cerró en un instante cuando Loki volvió a chasquear los dedos.
- Joder, tío... -dijo Aidan acuclillándose junto a él-. Sí que sabes hacer buenas entradas.
Sorprendentemente aún le quedaban ánimos para hacer bromas, aunque quizá sólo fuera el alivio que sentía por tener a otro humano con él en aquél lugar aterrador. Hasta hacía dos segundos se había sentido como un gorrión entre halcones, y aunque dudaba que cualquiera de los dos pudiera hacer nada si a alguno de los dioses les daba por hacer macramé con ellos, a nivel moral ayudaba un poco.
Loki miró a Aidan con la nariz arrugada. El cantante seguía con la camiseta empapada en sangre y la cara hecha un cromo. Al dios le gustaban las cosas ordenadas y pulcras, y no pudo resistirse a chasquear de nuevo los dedos. En un abrir y cerrar de ojos las ropas de Aidan se limpiaron y se secaron, y los pocos rasguños superficiales que se había llegado a hacer en el transcurso de la huida desaparecieron como si nunca hubiesen existido.
- Creo que ya podemos hablar en condiciones...
Aidan suspiró con alivio, poniéndose en pie.
- No sabía que podías hacer eso -musitó con respeto ante aquella exhibición de poder-. Gracias.
- No es más que un hechizo de lo más básico - contestó el embaucador, cruzándose de brazos.
- Me cago en todo, Aidan, me has sacado de las llamas para caer en las putas brasas…
El aludido le ofreció la mano al mago para ayudarle a levantarse.
- Bueno... qué puedo decir, no esperaba que te materializaras aquí, colega. Eso al menos no es culpa mía, aunque me alegra que hayas venido.
Loki observó la escena y sonrió divertido cuando Edward preguntó si se encontraban en la Comic-Con. No era la primera vez que alguien lo comentaba en su presencia. De hecho, su única amiga, Verity Willis, solía llamarle "cosplay-boy".
- Respondiendo a tu pregunta, Edward, en éstos momentos Metrópolis está siendo arrasada por demonios: Belial y sus hordas. Acabo de salir de allí vivo por los pelos. Legba me ha salvado.
- Genial... Creía que estaba siendo el protagonista de una película mala de serie B, me alegra ver que todo el mundo se va al garete...
Aidan hizo una breve pausa, inseguro de cómo continuar.
-Tenías razón... -dijo después-. Tenías razón en todo; Mi mujer... Múriel murió a los pocos días de que me advirtieras y no quisiera escucharte. Y mi hijo... Mi hijo también.
- Bueno, no quiero sonar como si fuera tu madre, pero ya te lo advertí -respondió el mago dándole otra calada al cigarro-. Vamos... -le puso una mano en el hombro y miró de reojo a los dos acompañantes, que no perdían detalle de la conversación: - ¿No querrás derrumbarte delante de estos dos amables señores? Venga, venga... -le dio un par de toquecitos en el hombro. ¿Sería suficiente para hacerle entender que delante de esos tipos era mejor no dar información personal?
Aidan casi estuvo a punto de echarse a reír. Oh, amigo, ya llegas tarde, pensó con ironía. Por desgracia haber presenciado lo que había presenciado le había afectado bastante los nervios, pero ya daba igual. Lo hecho hecho estaba. Ya hablaria más tarde con él.
Por su parte, el ceño de Legba se frunció ligeramente al escuchar la conversación entre los dos. ¿Le habían advertido al respecto de qué...? ¿Existían profecías sobre la invasión demoniaca?
Edward se volvió hacia él.
- Supongo que éste sitio es tuyo... Valga la evidencia.
El aludido miró hacia abajo para mirar los ojos del mago.
- Así es. Y me gusta que mis invitados se presenten cuando están en mis dominios.
Nadie que hubiese escuchado esas palabras lo interpretaría como una sugerencia, sin embargo Edward decidió deliberadamente ignorarla. Miró las calaveras que decoraban el lugar y luego a Legba, levantando el cigarro para mostrarlo.
- ¿Por qué no me dices donde puedo apagar ésto y nos ponemos al Tajo? Si lo que creo es cierto, no tenemos mucho tiempo para hacer lo que sea que queráis hacer.
Espantado, Aidan le hizo un sutil gesto con la mirada para indicarle que no debía cabrear al dios, cosa que ya debería haber supuesto por si mismo al ver el lugar en el que se encontraban, pero parecía que había pocas cosas que impresionaban al mago. Sabía que Loki no les haría daño mientras les necesitara, pero todavía no tenía nada claro acerca de Legba. El africano le tenía muy confundido. Le había salvado, era cierto, pero no podía evitar sentirse intimidado en su presencia, y sin saber por dónde podía llegar a salir. Tan pronto se mostraba protector y paternalista como agresivo y amenazador.
Con alivio observó que el dios permanecía de brazos cruzados sin hacer ni decir nada, sus iris rojos deslizándose remarcadamente hacia una bandeja de plata que reposaba junto a una caja de puros artesanales en la mesa baja más cercana a ellos. Legba no soportaba a los tipos con actitud de estar en su casa fuesen donde fuesen. Estaba tan acostumbrado a los humanos que se creían superiores y luego se perdían en la palma de su propia mano que casi le resultaba tierno.
Se materializó una humareda espesa y danzante en espirales tras los dos nuevos invasores hasta que se disipó para dar paso a dos sillones más, del mismo tamaño que el que había ubicado a disposición de Aidan. El dios tomó asiento en el más grande, como antes.
- Érais vosotros los que teníais un plan -cruzó sus piernas, apoyando el codo sobre el muslo cruzado y clavó la mirada en el vocalista-. ¿Qué sabéis y cómo paramos a los cristianos?
Al sentir la mirada del dios, Aidan miró a Loki a su vez. Después de todo el plan era suyo, y el se sentía como un peón en un juego de ajedrez manejado por dioses, inseguro acerca de lo que debía revelar y lo que no. Prefería dejar los aspectos importantes en la mano de aquellos en posesión del auténtico poder.
Loki miró a sus interlocutores con cierto recelo. Del único que se fiaba en aquella extraña reunión era de Aidan. Qué ironía, teniendo en cuenta que él llevaba el sobrenombre del Príncipe de las Mentiras, y era lógico suponer que nadie de esa sala confiaría en él dijera lo que dijera. Podía jugar como siempre hacía, contar mentiras que llevaban a que los demás hicieran lo que él quisiera. También podía contar la verdad, aunque sería menos probable que le creyeran. Ya sabes, mata a un perro y te llamarán mataperros. Por suerte, llevaba un as en la manga en el caso de que tuviera que demostrar que no les estaba engañando.
- Bien, supongo que ya estamos todos... -empezó el embaucador, sentándose en una de las butacas que había invocado el anfitrión- Voy a intentar ser lo más breve posible, para que los menos versados en magia me entiendan... -dijo, dedicándole una breve mirada a Aidan.- El Doctor Strange, mejor conocido como el Hechicero Supremo me contactó el otro día en un intento desesperado de buscar aliados. La magia de este mundo está en desequilibrio desde la muerte y desaparición de dos de sus tres pilares. Dr Fate está muerto, y el hechicero atlante Arión está atrapado en el infierno hindú. Os preguntaréis por qué os estoy contando esto... veréis... - de pronto, Loki hizo aparecer un mapa-mundi en el centro de la sala con un chasquido de dedos. Cada rey demonio estaba marcado en rojo con una redonda- Los demonios están conectados entre sí, no pueden ser derrotados a menos que se les ataque a la vez. Aquí es donde entraría Arión, él funciona como una especie de catalizador. Podría absorber una cantidad ingente de magia y distribuirla al resto de seres mortales del planeta, dándoles así la fuerza suficiente para enfrentarse a los demonios sin morir en el intento... Pero para lograr eso, tenemos que sacarle del infierno hindú sin que Kali se de cuenta... y de ahí que me hubiese interesado por tu capacidad de invocar entidades, querido Aidan... -esbozó una ligera sonrisa y continuó- La idea es que Aidan invoque a Kali en su concierto y la entretenga, hasta que Strange y yo logremos sacar a Arión del infierno... -de pronto, el mapa desapareció, y como si fuera una exposición de la universidad, miró a todos los oyentes- ¿Alguna pregunta?
Legba escuchaba con atención las palabras del dios nórdico mientras sus ojos recorrían su cuerpo como si fuese una obra de arte en manos de un restaurador. Le analizaba sin perder atención al detalle. Lo cierto es que la magia arcana nunca le interesó lo suficiente como para practicarla, pero cualquiera que llevase en el mundo un tiempo prudencial conocería esos nombres y sabría de quién estaría hablando. A esas alturas ya no importaba el cómo ni el dónde, la realidad era que sus tres pilares habían caído y el mundo debía adaptarse.
Acorde al plan de Loki, él no cumplía ningún papel. Parecía un plan sencillo aunque obviamente no iba a ser coser y cantar. A Legba le sirveron la oportunidad de acercarse aún más a Aidan, la medalla de haber contribuido y la ocasión de salvar al mundo... desde casa. No sólo obtenía la confianza del cantante como beneficio propio, podía analizar un primer contacto con Loki y estudiar más a ese mago de pacotilla que aunque fuese gilipollas seguramente cumpliese alguna función útil para él.
Por su parte, Edward no decía nada, asimilando las palabras, así que, ante el silencio reinante, Aidan decidió retomar la explicación.
- La cuestión está en que no basta solo con invocarla... Hay que entretenerla el tiempo suficiente para que puedan sacar a ese tipo de allí... y ahí es donde yo necesito tu ayuda, Edward. Compondré la canción, Loki, y atraeré a la diosa a la tierra, pero después necesito a alguien que me ayude a tenerla entretenida unos minutos. Y hasta ahora, colega, eres el mejor que conozco para eso.
Edward, sentado en una de las butacas junto a Aidan, rompió a reír ante la propuesta.
- Tengo una alternativa mejor, colega: ¿Por qué no nos untas en nata y nos pones una cereza en la cabeza? -Se reclinó en la butaca-. Es un suicidio; ¿Cómo se supone que voy a entretenerla? ¿Le recito un puto poema de amor?
- Tengo algunos hechizos que funcionan como escudos mágicos y os pueden proteger de ataques mortales. Pero solo puedo garantizar vuestra seguridad durante veinte minutos. Cuando pasen, el hechizo desaparecerá -respondió el dios con aire pensativo- También puedo crear copias exactas, que actúen y se muevan igual que los originales... con eso podríais esconderos cerca del escenario sin que vuestras vidas peligren...
- Me vale -Aidan se volvió para mirar a Edward-. Tío, yo le dije lo mismo que tú la primera vez que me lo propuso, y menos de 24 horas después me... Me obligaron a cantar para atraer a la gente de metropolis a una carnicería... Esa ciudad ha sido destruida porque no le dije que sí anoche. A éstas alturas ya me da igual lo que me pase. Ya no puedo seguir siendo cómplice de esto.
- Creo que nadie podría haber previsto lo de Metrópolis...- intervino el asgardiano.
- Como sea, tenemos que pararlo. Si no quieres venir lo entiendo y me ocuparé sólo, pero de verdad que agradecería la ayuda.
Total... Tampoco es como si le quedara ya nada que perder.
Edward miró a su alrededor; pues claro que tenían que parar esa mierda, y era posible que aliarse con Loki fuera la única forma.
- Creo que tengo una idea, bueno, el principio de una. Si todo va bien puedo darte tiempo más que de sobras para encontrar a Arión, sin embargo... -el exorcista se colocó un dedo en la barbilla, como si estuviera midiendo muy bien las palabras que estaba a punto de decir: - ... Después de esto vas a deberme un favor, tanto tú... - Separó el dedo de la barbilla y señaló a Aidan: - Cómo tú. - Luego señaló al Dios nórdico: - Vamos a hacer un esfuerzo para que Kali no te coja por los huevos y te use como 'punchball'. Es posible que incluso alguno de nosotros no salga vivo para que tú y Strange podáis salir de allí de una pieza.
Loki alzó una ceja en dirección a Edward.
- No sabía que te interesara tener a los demonios campando a sus anchas... ¿o necesitas que te recuerde que hasta hace dos minutos te estaban persiguiendo para devorarte? Espero que no doliera demasiado esa caída... -sonrió, divertido.
- Bueno, ésa es mi vida: siempre hay algún capullo dispuesto a morderme el culo, podría haberme deshecho de ellos de alguna forma u otra. - Edward levantó los hombros con indiferencia, ésta era la actuación de su vida:- Si lo que te mueve es altruismo y querer salvar el mundo, venir a cortarme el césped o ayudarme con la compra un día que te lo pida no debería suponer un esfuerzo ¿No? Teniendo en cuenta que vamos a jugarnos el cuello.
- ¿Jugarnos el cuello? Unos más que otros... -respondió el asgardiano regalándole al mago una de sus pícaras sonrisas.
Los iris rojos del africano bailaban sobre los interlocutores. Parecía sorprendente la calma con la que hablaban mientras el mundo se iba al infierno. No se interrumpieron, no se reprocharon cualquiera de las cosas que podían haberse reprochado... Las intenciones eran claras. Al menos las de los mortales.
Oh Edward... Ese favor apuntado en sangre con la punta del dedo. Ese apunte verbal sobre el número de favores.
- En realidad yo puedo ser vuestro salvoconducto. Vosotros la entretenéis y en cuanto salgáis de allí os traigo de vuelta - Miró a Loki - A todos. Puedo teleportaros como he hecho con Aidan, instantáneamente. - Sobre la mesa se materializaron tres contratos, uno para cada uno, donde simplemente se indicaba "Accedo al transporte del castillo óseo en cuanto se me permita dar un consentimiento in situ de dicho viaje utilizando cualquier tipo de lenguaje posible" - Incluye lenguaje no verbal, de signos, todos los idiomas... No deberíais tener problema para que, en cualquier circunstancia, pudieseis expresar que os queréis largar.
Con esto se evitaba los problemas de que Loki se escapase obteniendo algo que él desconociese, o se fuese a otro sitio y le dejase tirado con la responsabilidad de la vida de estos dos mortales. Si íban juntos, volvían juntos. Y a un lugar seguro. Si en el instante Loki se negaba, se sabría que les habría traicionado al rechazarlo.
- Las ventajas que tiene venir aquí frente a cualquier otro tipo de portal es que este lugar está oculto a muchos niveles. De hecho la leyenda dice que sólo lo encuentra aquel que no lo busca. No existe en un plano físico como tal... Y eso os facilitaría mucho las cosas.
El mago miró entonces a Legba:
- ¿Crees que puedes echarnos un cable? Para lo que tengo pensado necesito algunos ingredientes poco... - Giró los ojos mientras pensaba la palabra adecuada: - ... 'Ortodoxos'. -finalizó dibujando unas comillas con los dedos.
- Claro. Escribe una lista al otro lado del contrato y te digo qué puedo darte y qué no.
Por la parte de atrás del pergamino de Edward, habrían aparecido unas letras casi imperceptibles a más de un palmo de distancia, de un color muy similar al de la base, en el que sólo el mago podría leer "Pero si vas a cobrar los favores... O bien tú me debes un favor a mí a cambio, o me cedes el favor de Loki. Escribe qué opción quieres y firma".
- La firma que necesito sobre vuestros contratos simplemente es para poder traeros aquí en el instante en el que os pregunte si os queréis marchar o lo expreséis vosotros. No liga ningún otro favor, ni ninguna otra responsabilidad - Apoyó su inmensa espalda contra el sillón y cuando la grave voz se silenció, esperó con paciencia a que respondieran.
Aidan leyó el papel con escepticismo; había tenido bastante de contratos para toda una vida, sin embargo, no parecía haber nada raro, ninguna cláusula en letra pequeña.
- Está bien -dijo antes de firmar y entregárselo.
Edward examinó el papel aún con más cuidado, no quería pillarse las manos con algo que luego le fuera a representar una mala pasada. Entonces se dio cuenta del detalle de la letra pequeña.
- Menudo cabrón... - Murmuró entre dientes, lo suficientemente bajo para que nadie pudiera escucharlo. Suspiró y escribió la lista de objetos que necesitaba: "un muñeco Voodoo con la forma de Kali, dientes humanos y una gallina", luego miró detenidamente las casillas y finalmente marcó la opción de deberle un favor, quería guardarse el as de Loki bajo la manga. Deslizó el documento hacia Legba, mirándole a los ojos fijamente.
Loki no parecía mucho más contento. Vaya... así que Legba era otro adicto a los contratos. Eso no le gustó ni un pelo... sabía muy bien lo que algo así implicaba (lo había hecho cientos de veces), y nunca firmaba nada de un desconocido, y todavía menos si se trataba de un demonio, como Mephisto. Todavía no le había perdonado la última. Loki alzó el contrato entre sus manos y lo repasó varias veces, tratando de averiguar cual era la trampa, la letra pequeña... pero no encontró nada. Parecía tan sencillo como lo que se describía, y sospechaba que, incluso si utilizase algún conjuro revelador, no mostraría nada nuevo.
Mientras Loki estudiaba su contrato, Legba deslizó el de Edward sobre la mesa hacia sí y lo recogió entre los dedos índice y corazón de ambas manos. Frunció levemente el ceño cuando vio los ingredientes.
- ¿Quieres hacerle voodoo a Kali? Sabes que necesitas algo de su genética, ¿verdad? Los ingredientes que me pides son lucumís. Habla conmigo chico, ¿qué quieres hacer? - El joven estaba hablando de santería con esos ingredientes, pero o bien era una táctica de distracción... O eso era una chapuza.
- Bueno, la verdad, no he hecho Voodoo en mi vida... Estoy seguro de que ella tampoco si lleva encerrada en el infierno toda su vida. - Edward buscó en sus pantalones y sacó un cigarro, se lo llevó a los labios y lo encendió: - No se trata de hacer Voodoo a Kali amigo... - Dio una calada con suavidad y continuó: - Se trata de que ella crea que se lo estamos haciendo. - Sonrió seguro de que su plan, si todo iba bien, tendría a Kali bailando la Macarena cuando se lo pidieran.
Definitivamente el mago no tenía ni pajolera idea de lo que estaba haciendo. El Dios se pinzó la nariz rebuscando entre su paciencia algún resquicio útil.
- Vamos a hacer lo siguiente: Yo te preparo material y un muñeco útil. Si consiguieseis enlazar alguna parte genética de Kali. Un pelo, una uña, un diente... Si tiene keratina mejor. Y coserla al muñeco, coserla, no pegarla, os funcionaria. También va a servirte como amuleto protector. - Señaló a Aidan- Tú sigue llevando ésto - Se tocó el pecho a sí mismo, refiriéndose al amuleto que le había hecho al principio de su encuentro. Después se volvió hacia Loki, expectante-. ¿Y bien? ¿Tienes alguna pregunta?
El Asgardiano asintió.
- Entiendo que éste "salvoconducto" pueda ser útil para éstos dos mortales. En su caso, les llevarías hasta aquí en el momento en que sus vidas peligraran... ¿cierto? ¿Pero qué me aporta a mi? Es decir, yo voy a estar en el infierno hindú con Strange, no voy a saber lo que está pasando fuera de sus dominios...
- Deberíamos juntarnos después de una misión como esta. Para ayudarnos... O para celebrar- Si los Marines estadounidenses cometieron locuras con el fin de la guerra, qué no celebrarían éstos si supiesen que han salvado al mundo de algo peor que los nazis.
- Cuando saquemos a Arión, no habrá tiempo de celebraciones... tendremos que ir a por los peces gordos... - comentó, no entendía porqué tanta insistencia en retenerles a todos en su castillo de huesos una vez se hubiera terminado la misión-. ¿Qué pasaría si Aidan o Edward quedaran inmovilizados? ¿Cómo sabrías si desean usar el teletransporte a tu castillo? Además... no voy a ir solo a por Arión. Conmigo estarán Strange y otra persona más... -dijo, deslizando el pergamino de nuevo de la mesa, esperando a que Legba le aclarara sus dudas antes de continuar. - ¿Vas a traerles a ellos también?
Legba dejó al dios exponer todas sus dudas y apoyando los codos sobre los muslos, respondió.
- Si quedan inmovilizados me basta con un gemido, una señal con los ojos, cualquier mínimo gesto afirmativo valdría. Y si uno queda inmovilizado, el otro puede comprometer su consentimiento por él. Se conocen, confío en su vínculo aunque no sea muy antiguo. Aunque sólo les uniese el miedo que nos puedan tener. - Legba dedicó una mirada de comprensión a los humanos y por ese breve instante sus ojos parecieron más marrones que rojos- Son quienes más necesitan preservarse.
Esperaba que esas palabras le hubiesen acercado un poco más a los mortales y alejado a Loki - Confío en que el mago supremo se las arreglará para hacer un sencillo hechizo de transporte y protección, ¿si no qué sentido tiene? Es el portavoz de la magia, por todos los Loah. Ah, ¿y quién es la otra persona que os acompañará?- Sobraba decir que era importante saber quién iba a estar relacionado con esa misión, y aunque les hubiese pasado un poco desapercibido... les había ocultado esa información desde el principio.
Loki escribió a regañadientes su nombre en el pergamino, sabiendo que con certeza, ese contrato solo funcionaría en el caso de que le diera su consentimiento a Legba para sacarle del apuro. No tenía ninguna intención de hacer uso de aquel contrato, no pensaba dejar a Extraño y a su pupila solos con Arión. Habían demasiadas cosas en juego.
Una vez firmado, se deslizó sólo hacia Legba junto con los otros dos. Se enrollaron los tres y con un brillo amarillento tenue se deshicieron en humo ante la mirada atenta de Loki.
- Permíteme una última pregunta, Legba: ¿Qué sacas tu de todo esto? No es nada personal, soy desconfiado por naturaleza...
- ¿Qué saco de esto? Lo que sacamos todos. Un mundo libre de plaga cristiana que no parezca el infierno en la tierra... ¿No resulta obvio? ¿Acaso tú obtienes algo diferente? - El Dios rió para sí buscando los ojos verdes del asgardiano. Estaba claro... - Ah y no nos has dicho quién iba a acompañarte junto con Strange y Arión... -Estiró la mano para recoger un vaso de whisky con hielo que podía llevar ahí desde el inicio de la reunión. O no.
Loki alzó una ceja ante la provocación de Legba. Estaba siendo muy insistente y eso le irritaba.
- Me molesta que los demonios campen a sus anchas tanto por Midgard como por el resto de planetas. No es que Asgard lo esté celebrando precisamente... -después dejó una pausa.- Digamos que nuestra acompañante tiene sus motivos para ayudar a Arión... - dijo sin más. Exponer más a su querida aprendiz iba a complicarle la velada. - Aclarado esto... ¿nos ponemos manos a la obra? -dijo finalmente, cruzándose de brazos.
Me miró a los ojos, desafiante, y yo contuve el aliento cuando me di cuenta de lo cerca que estaban nuestros rostros. Mis labios se encontraban a tan sólo unos centímetros de los suyos, y el hormigueo dulce de la excitación empezó a bajar desde mi cabeza hasta asentarse en mi vientre.
Había estado esperando aquella oportunidad toda mi vida. Sólo tenía que inclinarme un poco más y... sería mía. La besaría, con la misma intensidad en la que lo había hecho en mis sueños. La estrecharía entre mis brazos con fuerza, hasta que sintiera que nada podría separar nuestros cuerpos. Enterraría mis manos en sus cabellos rojos como el fuego y acariciaría su cuello con mi nariz, bajando lentamente hasta besar su clavícula. La alzaría en mis brazos y la llevaría al dormitorio. Llevaría todo el cuidado del mundo. No tenía ninguna prisa, podría dedicarle todo el tiempo que ella necesitara. Haría que se sintiera bien. Le demostraría que la amo y la deseo con cada fibra de mi ser. Le enseñaría que no todas las cosas importantes se las había arrebatado la silla de ruedas...
- Tú -masculló, sintiendo la lengua como si estuviera abotargada. Haciendo un esfuerzo titánico consiguió incorporarse sobre sus antebrazos y girar patéticamente sobre su eje hasta poder encarar al culpable de todas sus tragedias recientes, que se encontraba sentado en la otomana que había a los pies de su cama, mirándole divertido con las piernas cruzadas-. Joder... Qué cojones...
Miró a su alrededor, sintiéndose más desconcertado que nunca. Aquella no era su habitación. Su habitación había tenido una cama de matrimonio, mientras que aquella tenía dos camas individuales. Se había caído por eso. En la cama de al lado dormía Douglas Rattman, el hombre que hasta hacía menos de un día había sido su prisionero pero que había experimentado una subida drástica de nivel a "mejor amigo" en las últimas horas.
- Pediste que te cambiaran la habitación anoche, ¿no te acuerdas? -Gob apoyó la barbilla sobre el mentón, con el codo apoyado a su vez sobre la rodilla superior-. Para que tu amigo pudiera quedarse contigo.
- Hmpf.
Una súbita arcada le hizo llevarse las manos a la boca para no vomitar allí mismo. Haciendo gala de unos reflejos increíbles que parecían inexistentes hacía unos minutos, se levantó a toda prisa para correr al baño a vomitar todo el alcohol que su cuerpo no estaba siendo capaz de asimilar.
Gob se levantó de la otomana y avanzó hasta apoyarse en el marco de la puerta, observándole con los brazos cruzados al pecho.
- Sí, bueno... Patético empieza a ser algo así como mi segundo nombre -respondió Aidan mientras se enjuagaba la boca-. ¿Qué estás haciendo aquí? ¿Y si Douglas se despierta?
- Oh, tranquilo, no se despertará. Parece que te has conseguido un sidekick -dijo con sorna.
Finalmente había acabado la clase de asignatura de herrado equino, hoy habían empezado un nuevo tema; determinar la aplicación de herrados ortopédicos y/o terapéuticos en equinos. En su granja tenían un profesional y ella sobretodo se centraba en la doma y equitación, por lo que los otros temas no iba tan suelta. Así que antes de que se olvidara lo más importante se sentó en una de las mesas vacías de la cafetería de la universidad y se puso a pasar sus apuntes a limpio. Por suerte la siguiente hora la tenía libre por lo tanto pudo pasar los apuntes con tranquilidad. Cuando iba por el final de los apuntes un apuesto pelirrojo se sentó delante de ella y le saludo en silencio, esperando que Ingrid acabara de pasar lo que le quedaba a limpio. Una vez terminado el trabajo entrelazo los dedos para estirarlos para relajarse y sonreír a su buen amigo que había traído un vaso de café a cada uno.
¡Dustin amigo! ¿Qué tal el día?
Dijo alegra dándole un trago al café, necesitaba un poco de energía para seguir con el día, sobretodo que se estaba acercando los exámenes finales. El pelirrojo alzo el vaso en modo de brindis y le dio un trago.
Bien como siempre ¿y el tuyo? Te veo muy trabajadora.
Se rieron y se pusieron a hablar de temas sin importancia para soltar la tensión que les producían sus clases. Dustin e Ingrid no coincidían en ninguna clase, es más, estudiaban cosas completamente diferentes pero las pausas eran lo único que tenían en común por lo cual lentamente se hicieron amigos. De golpe el pelirrojo se puso algo nervioso y miro sonrojado a la rubia.
Veras… hay una chica que me gusta, vive en el templo de Asgard. Tú me comentaste que ibas cuando podías así que a lo mejor la conoces de vista y esto… ¿tu podías conseguir que se fije en mí? Es que eres la única que conozco que vas al templo…
¿Quieres que haga de celestina?
Ingrid le miro entre confundida y asombrada. Nunca espero que alguien fuera a pedirle ayuda con temas amoroso cuando ella tenía cero experiencias. Tuvo una especie de novio en el pueblo pero hace tantos años y duro tan poco que no sabía si contarlo como relación, más bien dos críos que querían saber que era tener pareja. El chico se lo suplico y no le quedo mas remedio que aceptar.
No prometo nada pero intentare todo lo que pueda… aunque me extraña que un chico tan guapo como tu necesite mi ayuda.
Y era verdad, que tremendo chico era Dustin y no solo físicamente sino era un chico estupendo y trasmitía muy buen rollo por donde pasaba, la chica del templo es muy afortunada. Ingrid ya tenia curiosidad de saber como era la elegida. Acordaron encontrarse en la puerta principal después de clases para ir al templo.
Les despidió con una gran sonrisa y Conner le devolvió una suave sonrisa, yéndose al mostrador a pagar la visita para luego entrar en la tienda contigua para comprar lo necesario. Por suerte la mayoría ya la había comprado, solo le faltaba una buena correa y bozal, que la dependienta fue muy amable de aconsejarle el mejor para su amigo, enseñando como se colocaba y quitaba. Una vez que lo tenían todo pago saliendo de la consulta, ahora que Lobo llevaba bozal y Conner lo sujetaba por una corta correa la gente no se apartaba de su camino pasando por su lado. Rehicieron el camino de ida para llegar de nuevo al parque, como le había prometido iban a jugar pero antes se adentraron lo suficientemente para no ver nadie para quitarle el bozal y la correa. Se quedaron cerca del rio dejando la mochila y su chaqueta a los pies de uno de los numerosos árboles que había. Comenzaron a jugar el típico juego de lanzar un trozo de rama y que Lobo se lo devolviera, cuando se aburrieron saco una pequeña correa de cuerda gorda para que Lobo mordiera un extremo y tirara para que Conner con el otro extremo tirara para el sentido contrario, jugando al tira y afloja. El moreno comenzó a girar sobre su eje y lentamente iba elevando a Lobo hasta que prácticamente estaba volando, ambos eran muy brutos. Conner miro con malicia al rio y luego a su amigo, el cual rápidamente vio sus intenciones y se soltó, derrapando un poco en el suelo. Conner se puso a reír ante la pillada.
Me has pillado amigo, pero no iba hacerlo, hace un poco de frio aun pero habría sido divertido ¿verdad?
Lobo negó con la cabeza arrancando otra carcajada de Conner el cual se agacho con los brazos extendidos, Lobo movió la cola con entusiasmo y se lanzó a sus brazos para jugar aunque de lejos parecía que estaban forcejando. Con tanto juego tardo en darse cuenta que una pareja se acercaba a ellos así que con prisas le puso el bozal y la correa. Conner se arreglo la ropa por tanto rodar por el suelo para luego colocarse la chaqueta haciendo ver que no había pasado nada, con una de las tiras de la mochila en su hombro se quedó mirando a la pareja, abriendo los ojos al ver que se trataba de Drago, hacía tiempo que no veía ese hombre. Haciendo gala de buena educación se acercó a ellos, cogiendo la correa de Lobo.
- Es solitario, en efecto... -musitó acariciándose levemente uno de sus desnudos brazos como si de repente pudiera percibir el frío del espacio-. No nos está permitido involucrarnos en los asuntos de los mortales, y mi hermano Chaon y yo no podemos tocarnos, pues, si lo hiciéramos, si Orden y Caos llegaran a establecer contacto, el universo entero enloquecería. Mi hermano está loco... Busca infectar el universo con su locura para arrebatar la regla del equilibrio de las manos de Tynan. Si le tuviera cerca no dudaría en provocarme para obligarme a atacarle, y yo no puedo controlar mi ira cuando estoy con él. Por eso debemos estar separados. Y Tynan... Tynan es tan neutral y frío como la cadena de Deedra. Su presencia no me supone ningún consuelo.
La diosa suspiró, sentándose en el borde de su roca, que, al contacto con su piel, se iba transformando en diamantes, y miró con tristeza al infinito.
Tema: Entre diosas anda el juego
Sonya Stoian escribió:
La pelirrosa estaba últimamente muy confusa, estresada y alternada. Su mundo se había sacudido de golpe al encontrarse inmersa en una posesión demoníaca. No sólo había descubierto que tenía magia corriendo por su ser sino que un nuevo amor la llenaba de emoción y tristeza. Cuando conoció a Drago fue amor a primera vista. Aquel hombre contaba con una serie de atributos que hacían latir más fuerte a su corazón. Por primera vez en años sentía el cauce de un río que creía totalmente seco. El fuego de ese sentimiento la engulló como las llamas de una hoguera hacen cuenta del leño.
Su despertar al mundo había estado repleto de descubrimiento y de recibidas pasiones. Otra convulsión más, fue encontrar al objeto de sus afectos en la fiesta de investidura del presidente Luthor. Ese encuentro fue desaforado al enterarse de que una mujer desconocida tenía a ese hombre que ella ansiaba y adoraba. No le deseaba mal a esa mujer, pero como era normal no le caía nada en gracia. Su corazón anhelante del cariño de Drago dejaba ser y estar en el lugar de la pareja del mutante. Era una mujer enamorada. Sus sueños y anhelos Iván en ese tortuoso camino.
- Bueno... aquí tenemos... -fue mirando el contenido de los tuppers-. Una cosa que se llama... ¿burratta? pero que aparentemente no es más que un ensalada pija... algo que parece... ¿carne cruda? -torció el gesto con expresión de disgusto-. ¡Ah! Ésto está mejor. ¡Pasta! -abrió el recipiente y sonrió ante el intenso olor de la boloñesa-. Y son gnocchi. Hacía milenios que no comía gnocchi. Qué suerte, ¿eh, doctor? -por la manera en que arrastraba las palabras era bastante evidente que estaba muy borracho, aunque de por sí la peste a alcohol ya debería ser indicativo suficiente-. Esto otro es... una pasta negra que huele a marisco... Mmmm... marisco... -su expresión se tornó melancólica por un instante-. Reconozco pulpo, cangrejo y no sé qué más... Seguro que está riquísimo. A ver... Ésto otro es un pescado cocinado en plan fashion. Debería verlo, doctor. Tiene aceitunas, tomate seco, salsa de yogur y algo que parece pesto -se echó a reír como si acabara de escuchar un gran chiste-. ¿Y éste otro? ¡Oh, éste tiene buena pinta! Es carne, de cerdo, creo, y está cubierto por una especie de mermelada roja que huele dulce. ¿Compota de cereza? No tengo ni idea, pero me muero de probarlo. Además, eso de ahí parecen lascas de queso. ¿Y ésto? ¡No se lo va a imaginar, he traído postre también! Mire, se llaman Zeppole de Ricotta, siempre quise probar ésta mierda. Se supone que son como galletas italianas redondas que se sirven calientes con una salsa de caramelo de bourbon quemada. ¡Salsa de caramelo de bourbon quemada! ¿Cómo de flipante es eso?
-Señorito Jason, me alegra ver que finalmente pudo asistir a la cita-dijo formal mientras alzaba la mano en busca de un saludo. Por un segundo observé la mano alzada, debatiendo si seguirle el rollo o no, pero finalmente la aparté suavemente mientras le daba un abrazo. La sensación era rara, no incómoda, pero era la primera vez en muchos años que me daba un abrazo con el anciano.
-No tienes que fingir más Alfred, sácate ese palo del culo y llora como una persona normal- le susurré intentando consolarle un poco mientras profundizaba en el abrazo. Al principio mi respuesta le sobresaltó, pero tras un segundo notaba debajo de mis manos como la tensión en su cuerpo desaparecía, encorbándose mientras profundizaba un poco más el abrazo y un par de lágrimas me caían en el hombro.
Tras un minuto más o menos nos separamos, momento en el que el mayordomo aprovechó para ajustarme el desastre de nudo que había hecho para la corbata.
-Pasarán los años y sus modales seguirán brillando por su ausencia Jason-me sermoneó en un tono divertido mientras hacía un gesto para que lo siguiese. Recorrimos los largos pasillos de la mansión durante un par de minutos hasta acabar en el colosal salón. Mi vista se dirigió hacia el enorme recuadro de Bruce y sus padres, quizás hubiese sido un capullo, pero esperaba que ahora estuviese feliz a su lado; ninguna otra persona se lo merecía más que él.
Había un gran concierto en la ciudad ese día, y mucho revuelo al respecto. Emperador se hallaba revisando el papeleo de unos cuantos envíos y daba el visto bueno a los que estaban bien. Le dejó las cuentas y la pasta a Frost, pues sabía que le encantaba manejar el dinero. Apostaría cualquier cosa a que eso la excitaba en cierta manera, y siempre era bueno tenerla contenta si no quería acabar con el culo helado.
Alzó la vista del papeleo y apagó su cigarro en el cenicero cercano. Una sonrisa pícara se dibujó en su rostro de facciones duras.
- Te brilla más la mirada cuando se la dedicas a esos billetes que a mí, creo que vamos a tener que ir a terapia de pareja, princesa.
- Aunque estén funcionando las atracciones no tiene pinta de que estén en un estado óptimo. Parece como si llevasen sin mantenimiento un tiempo. Hay sombras extrañas, la gente no llega a subir a las atracciones. No sé a dónde van pero a pesar de las colas, la gente no sube, las tracciones funcionan vacías. También hay algunas personas que parecen salidas de la temporada de American Horror Story: Freak Show.-
Andrew parecía un poco desorientado. El castaño no sabía los poderes o las habilidades del moreno. Pero estaban en el mismo equipo y supuestamente tenían un objetivo en común. Además, era la pareja de su amiga y debía mostrarse tolerante y abierto. El velocista le dirigió una sonrisa. Eso era algo que podría hacer. Se le daba bien ser optimista y positivo. Tener esperanza cuando el resto la había abandonado. Pero cuánto más tiempo pasaba más pensaba que Andrew era muy civil. Estaba demasiado nervioso. No parecía preparado para la situación. No entendía qué estaba haciendo allí, en esa misión tan complicada y peligrosa, si no tenía preparación para ese tipo de circunstancias cruciales.
Sin más dilación, los jóvenes justicieros avanzaron entre la multitud pletórica y enardecida. Las caras de la gente con sonrisas irreales y tan alegres que parecían drogados daban una sensación de estremecimiento. Era un ambiente que estaba manipulado y enrarecido. Juntos los cuatro se adentraron en el parque de atracciones que llevaba por nombre la Milla de la diversión. Un nombre bonito si le preguntasen al velocista. Pero todas las luces tienen sus sombras y todo lo que brilla no es oro.
Tras pasar el extraño portón se escuchó un mensaje por la megafonía. Prometía risas y diversión Bart se preguntó qué divertido para quién y qué clase de risas. La risa, ese sonido que sale cuando alguien siente que algo es gracioso. Un sonido asimilado a la alegría. Pero también había otra clase de risas; nerviosas, de miedo, forzadas, cohibidas y con pesar. Esas risas de un segundo tipo eran de las que estaba impregnado el lugar.
Mensajes : 2176 Fecha de inscripción : 14/12/2014 Localización : Atlantis Empleo /Ocio : Sumo Mago Humor : Melancólico
Ficha de Personaje Alias: Arion Nombre real: Ahri'ahn Universo: DC Universe
Tema: Re: Votación Highlights Noviembre 2020 22nd Noviembre 2020, 01:47
Martha.R. escribió:
Las luces estaban apagadas esa noche salvo en una habitación, la de mayor tamaño en la que se encontraban una matrona rechoncha, un hombre con un traje de pana marrón de aspecto amenazador y… una mujer dando a luz. Los Kotska siempre fueron muy recatados cuando se trataba de dar información sobre su vida, todo debido a que desde tiempos inmemoriales habían sido la mayor basura que ha pisado la faz de la tierra; se aprovechaban de las desgracias de los demás para sacar beneficio y si no habia desgracia, la provocaban. Aquel mismo hombre que estaba de pie, con los brazos cruzados y un puro debajo del bigote, había hecho tratos y jugarretas en la segunda guerra mundial, tanto a los nazis como a los rusos y los aliados, no le importaba de qué bando eran si podía sacar beneficio.
Por eso estaba ahí, en una mansión construida por su padre viendo como su mujer daba a luz a su tercer hijo, los otros dos se encontraban en el salón de abajo, el mayor que tenía veinte años nació cuando la madre era muy joven y ahora cuidaba de su hermana pequeña, de tan solo tres años. Cuando el primero nació, la madre le llamó como su abuelo que fue un héroe de guerra en su ciudad natal llegando a tener una gran tumba en el cementerio local, aquel joven pasaría a llamarse Marek Kotska, la niña de la que estaba cuidando le pusieron Amálie, como su madre. A diferencia del padre, la madre venía de una familia más normal podría decirse; su abuelo fue un héroe de guerra, su madre fue una florista y, por lo que ella sabía de sus antepasados, no fueron nada especial.
Martha.R. escribió:
El día siguió con normalidad; sentado en la mesita del salón el pequeño copiaba los bocetos de un libro de biología animal de la biblioteca mientras, a su lado, su hermana tejía un tapete decorado con flores. Tanto la madre como el padre estaban sentados en sus respectivos sillones escuchando las noticias en la radio, de los pocos aparatos electrónicos de toda la casa, relajados ante una taza de café. El padre esperaba la llegada de su hijo mayor, con lo que esperaba que fueran buenas noticias, por eso no le dijo a su mujer que fuera a abrir la puerta cuando escuchó los tres toques en la puerta, quería subir directamente con su hijo a discutir su trabajo. Si se hubiera asomado por la ventana, si se hubiera detenido al menos un segundo en darse cuenta de que su hijo jamás llamaría a la puerta teniendo una llave de la casa y… si hubiera mirado por la mirilla puede que no se hubiera encontrado con el revólver que le apuntaba directamente a la cara. El sonido fue fuerte, al pequeño se le rasgó el papel y Amálie casi se clavó la aguja.
Martha.R. escribió:
La primera vez que volvió a la vida después de la muerte fue… una experiencia que jamás podría olvidar. Todo estaba negro y, de repente, se despertó flotando en un mar oscuro como la noche, no había sol, no había estrellas ni siquiera luna, el cielo estaba igual de sombrío que el mar sobre el que flotaba, miro a sus lados; nada, no había nada ahí, solo el y aquel agua fría como el hielo. Pensaba que se estaba volviendo loco, que era un sueño o una alucinación hasta que unas manos esqueléticas le sujetaron por la cintura lo hundieron en el agua y empezaron a arrastrarlo bajo el agua, el intento luchar por salir de su agarre sin mucho éxito, cada vez veía más y más oscuridad hasta que… no vio nada. Se hizo la luz, la luz del incendio que le rodeaba, el fuego que le estaba quemando la carne y le carbonizaba los huesos, el dolor era indescriptible, ni siquiera pudo gritar su dolor ya que la lengua se le había quemado, su visión volvió a deteriorarse al estar empezando a derretirse sus ojos en las córneas, era lo más doloroso que sintió en toda su corta vida y le estaba volviendo loco; se levantó del suelo, las cuerdas que antes le sujetaban se quemaron, dejando que sus ahora esqueléticas y carbonizadas piernas echasen a correr, escapando por la puerta que se vino abajo en el incendio. Se dejó caer en la nieve, su piel negra y chamuscada fundió gran parte de ella y se hundió, dejando que el frío le rodeará y le calmara…
Martha.R. escribió:
Fue aquella noche, la del diecinueve de septiembre del setenta y nueve, en la que Amálie no pudo soportarlo más; todo empezó cuando estaba en la cama leyendo un libro con la luz de su mesita de noche, esperando a que los dos hermanos volvieran de una de sus fiestas después del trabajo. Eran casi las una de la mañana cuando escuchó el coche de su hermano y las luces iluminaron su cuarto, sin embargo, la única persona que se bajó de él fue Marek. Preocupada, se vistio rapidamente y confronto a su hermano mayor
-¿Donde esta?
Preguntó refiriéndose al pequeño, Marek explicándole que había preferido quedarse en el bar aquella noche en vez de venirse a casa. La joven de no más de diecinueve años frunció el ceño y tendió la mano hacia su hermano, pidiéndole las llaves del coche a lo que Marek respondió con una sonrisa pícara antes de entregarleselas. Sin perder ni un segundo más, la joven se subió al coche y condujo hasta llegar al bar en el que sus hermanos pasaban las noches, al entrar el camarero le hizo una seña con la cabeza al reconocer su coche y le dirigió a la habitación en la que estaba su hermano, cuando entró lo que vio le llenó de tristeza, hacia su hermano y hacia ella misma; en un sofá de colores pardos, rodeado de botellines, de manchas sin identificar y de rastros de diversas drogas, estaba su hermano junto a varias prostitutas que intentaban mirar hacia otro lado, como intentando huir de él, mientras el joven, de tan solo dieciséis años, farfullaba asquerosidades por la boca. Le agarró del brazo y le arrastró del brazo, mientras su hermano le gritaba y le exigía que le dejase donde estaba, tuvo que pedirle ayuda al camarero para poder meterle en el coche.
A duras penas lo volvió a sacar del vehículo uno vez volvieron a su hogar, su hermano ya ni siquiera luchaba simplemente se dejaba arrastrar por su hermana que usó todas sus fuerzas para llevarlo a la segunda planta de su casa, quitarle parte de la ropa y meterlo en la ducha con el agua fría para despejarle. Mientras su hermano se duchaba, Amálie se sentó en una esquina del baño, a su brazo derecho le empezaron a entrar temblores que tuvo que calmar sujetándolo con el otro brazo, las lágrimas corrían con libertad por sus mejillas, sus agotados y cansados ojos luchaban por detenerlas mientras se balanceaba, acurrucada en el suelo del baño; ya no podia mas… tenia que hacer algo. A la mañana siguiente, el hermano menor se despertó en su cama como si nada de la noche anterior hubiera sucedido en realidad, sin embargo le vino a la cabeza la imagen de su hermana luchando para sacarle del bar y fue a su cuarto a pedirle disculpas pero… no tuvo que abrir la puerta; pegado con un esparadrapo a la puerta se encontró una nota de su hermana, en el sobre había escrito “Adios” y cuando abrió su puerta descubrió a que se estaba refiriendo sin ni siquiera leer la carta en su interior; su hermana se había marchado.
Martha.R. escribió:
Se apoyó en la otra parte de la barandilla, la que estaba fuera del porche, junto a su cuñado. Esa palabra aún le resultaba extraña en sus oídos era casi como si pensara que jamás vería a su hermana casarse o, por regla de tres, tener siquiera un novio. Sin embargo ahí estaba, casada, con su propio marido, su propia casa y su propio trabajo, aunque seguía siendo ama de casa por lo que le había contado ahora estaba feliz, él detectó que era por algo que no le quería contar aunque puede que hoy fuera el dia que le contase el secreto de su felicidad. Mientras el miraba las nubes pasar ese despejado día de verano, el marido anunció su llegada
-Oh, aquí llegan mis dos personas favoritas
¿Dos? El hermano arqueo una ceja y se giró hacia su hermana, a lo mejor la razón de su felicidad es que había adoptado un perro o algo… pero no. Cogida de la mano de su hermana había una niña pequeña, de unos dos años de edad, con zapatitos rosas, un peto azul con una flor en el centro y una camiseta rosa. No podía creer lo que estaban viendo sus ojos; tenía una sobrina. Amalie se arrodillo junto a ella y le dio una caricia suave por el cabello castaño de la pequeña
-Venga, ve a saludar a tu tío
Con la energía propia de una niña de dos años, la pequeña bajo los escalones del porche y se pegó a su tío, agarrándose de él por el pantalón y miró hacia arriba, directamente a los ojos del hombre que la miraba con un rostro mezcla de la confusión y la ternura
-Ti.. ¡Tito!
Exclamó la pequeña con una sonrisa acompañada de una carcajada. Fue en ese preciso instante en el que, aquel hombre que tuvo a tantas personas bajo sus pies, que tantas vidas había arrebatado y destrozado, se rompió por completo. Lágrimas de felicidad empezaron a llenar su rostro, su hermana esbozando una sonrisa enternecedora ante la escena, viendo como su hermano pequeño se ponía en cuclillas delante de su hija y le acariciaba la cabeza
-Si, pequeña- le dijo a la niñita, secándose las lágrimas con la mano -Yo soy tu tito
Martha.R. escribió:
-Hemos tenido problemas con un tío, un cabronazo bien gordo que nos a estado jodiendo la vida, pero ya sabes que tu hermano tiene sus recursos y le hemos podido dar caza ¿Quieres verlo?
Arqueo una ceja, que él supiera que su hermano no solía tomar prisioneros sino que era como él, al menos como él era antes; más de matar a sus enemigos directamente sin más. Jamas pudo prevenir lo que se encontraría aquel día, esa imagen que le torturaría durante años y que le trajo ala mente las imágenes de su madre, torturada y destrozada en el suelo, sangrando mientras era violada por el hombre que asesino a su padre; en un almacén cerrado, atado con unas cadenas, se encontraba un joven de apenas 23 años lleno de sangre y heridas provocadas por la tortura que parecía haber estado sufriendo todos los días, donde ante estuvieron sus ojos ahora no había mas que unos recipientes de carne quemada y sangre seca. Incluso después de haber visto todo lo que vio a lo largo de su vida, esa fue la imagen que mas le afecto de todas
-¿Qué cojones has hecho?- se giró hacia su hermano, encarándose con él, su ceño fruncido a más no poder -¿No podias matarle sin más? ¿Tenias que torturarle?
Su hermano negó con la cabeza, por lo que le contó aquel joven llevaba meses jodiendole y estaba harto de el, es por esa razón que decidió no matarle sin mas, decidió torturarle, satisfacer sus ansias de matar y toda la agresión que llevaba dentro con su cuerpo. Estaba horrorizado, ahora se daba cuenta del monstruo que era su hermano mayor, todos esos años hizo tantas cosas horribles y jamás sintió arrepentimiento alguno y ahora, con tan solo ver esa imagen… el arrepentimiento llenó su mente. Frunció aún más el ceño y se giro de la l horrible escena, preparándose para marcharse cuando una cosa que dijo Marek le hizo detenerse en seco
-Veo que la vida en familia te está reblandeciendo
Se detuvo al instante y se giró lentamente a su hermano, que sonreía diabólicamente ante la cara incrédula de su hermano pequeño. Este último apretó con fuerza los puños y, con pasos decisivos, se acercó a su Marek y le agarró de la solapa de su camisa, su rostro mostraba la furia que sentía en aquel momento y la preocupación por el bienestar de la familia de Amálie; no podía permitir que un monstruo como era su hermano conociera ni a Martha ni a Rosa
-Ni se te ocurra acercarte de ellos o te juro por dios que desearás no haber nacido
El rostro impasible de su hermano no mostró en ningún momento que las amenazas de su hermano le afectaran, lo que enfureció al primero aun mas. Miro detrás de Marek y volvió a ver aquel hombre, encerrado en ese habitáculo muriendo poco a poco a causa de sus heridas… no podía dejarle ahí, tenia que hacer una cosa que jamas hizo antes en su vida; salvar una vida
-Aparta- le dijo con fiereza a Marek -Voy a sacar a ese pobre hombre de aquí
Como no, su hermano se negó a dejar al tío que le estuvo jodiendo durante meses libre sin más, por lo que tuvo que pasar a la ofensiva. A sus espaldas, sacó su pulsera de teletransporte y escribió unas coordenadas aleatorias, llevando su mano con un gesto rápido hacia Marek con el fin de teletransportarse lejos de ahí para que pudiera sacar a aquel joven de ahí, sin embargo su hermano vio a través de él y pudo anticipar su ataque, parando su brazo con su mano y empezando a pegarle repetidos puñetazos en la cara. Lo malo de que alguien supiera que no podías morir es que no tenia por que controlarse; puñetazo tras puñetazo le rompió la mandíbula, la nariz, le destrozó la cara dejandosela hecha casi una masa sanguinolenta, acabando todo con un navajazo de su gran navaja en todo el estómago de su hermano, que se tambaleó y cayó de rodillas en el suelo
-Creía que podríamos volver a ser como antes, un equipo… pero ya veo que no- se acercó a su hermano, tirando el cuchillo que le clavó a su lado y se agacho a su lado -Cuando te vuelvas a despertar, recuerda esto- le sujetó con fuerza de los pelos y le susurro al oído -Nadie se enfrenta a los Kotska
Martha.R. escribió:
Horrorizado y casi sin creerse lo que veían sus ojos, se intentó acercar a la escena pero fue detenido por un policía nacional que le dijo que esta era la escena de un crimen. Le preguntó qué había sucedido; al parecer fue un incendio provocado, aunque no sabían aún por quién y toda la familia pereció en el incendio, sus cuerpos fueron cargados en unas bolsas negras para ser identificados más tarde, todos menos… Martha, su sobrina. Al comentarle que era familia de la niña, ese mismo policía lo llevó en el coche al hospital al que habían llevado a la adolescente… ese viaje se le hizo eterno, como si cada segundo que pasara mirando los edificios pasar por la ventanilla se le fueran años de vida. Llegó a la habitación donde estaba Martha, sentada en una camilla con gran parte de la cara; al parecer increíblemente se libró de heridas mayores y solo sufrió pérdidas en sus labios y su nariz, ahora tenía que recuperarse y cuando su tío la miró a sus ojos… vio como ahora estaban vacíos, como si hubiera perdido toda esa energía, toda esa alegría que tenía antes… todo eso se marchó cuando su familia se quemó en aquel incendio y ahora sus ojos estaban muertos. Cogió una silla y, con cuidado, la cogió de la mano, dejando que las lágrimas fluyeran por sus mejillas mientras intentaba consolar a su pobre sobrina, sobreviviente, como una vez lo fue él, de la muerte de sus padres… aunque ella perdió algo más; ella también perdió a su hermana.
Pasó todo el día con ellas hasta que llegó la noche y, con mucho esfuerzo debido al shock emocional en el que se encontraba, su sobrina se pudo dormir en aquella camilla del hospital. Se levantó con sumo cuidado para no hacer ningún ruido y, con los brazos cruzados a su espalda se dirigió a la gran ventana de la habitación, mirando las luces de los edificios de la pequeña ciudad de Jaén. Quien no le conociera podría decir que parecía tranquilo, pero no era así en absoluto; sacó su pulsera de teletransporte, que tenía ahora algunas marcas de su pelea con Marek y se teletransporto a su laboratorio, en el que tenía todos esos proyectos sin terminar. En un espiral de ira, cogió una llave inglés y empezó a destrozar todos los proyectos, tirándolos al suelo, pisotenadolos, dejándolos arder hasta que el detector de incendios se activó, lloviendo sobre el agua que apagó los pequeños incendios de las máquinas que acababa de destrozar. Sus manos le sangraba, se cortó mientras llevaba a cabo el destrozo y su sangre goteaba junto al agua que corría por sus brazos, mezclados con los charcos del suelo; había intentando cambiar, intento hacer algo bueno por el mundo, arrepentido de todos los crímenes que cometió durante su vida y, aun si, el mundo se lo arrebató todo, dejandole a él y a su sobrina sin nada… si el mundo quería a un Kotska, tendría a un Kotska
Esa maldita y diabólica guerra había quebrado la poca confianza que le quedaba de sus seres más allegados. La habían utilizado y abandonado, y en aquel momento se sentía tremendamente sola y vacía. Acallada por la violencia de su alrededor, incapaz de pedir ayuda. Y es que nadie podía ayudar a Harleen Quinzel de los fantasmas de su propia cabeza. Seguía atrapada cual pájaro dentro de su jaula, y para escapar dependía de su propia fuerza. Una fuerza que el Joker había procurado minar hasta casi hacerla desaparecer.
Harley Quinn escribió:
—¿Y por qué no en vez de eso nos vamos todos a vivir a ese nuevo infierno? Si no pueden entrar los demonios, seguro que se está mejor que quedarnos por aquí a ver el mundo arder...— sugirió la psiquiatra, como si realmente fuera la mejor de las ideas.
Los labios de Kali eran al mismo tiempo fuego abrasador y bálsamo. Aidan podía sentir, literalmente, cómo todo su cuerpo ardía, para, tan sólo un segundo después, experimentar la agradable y placentera sensación de un baño en el agua fresca de un manantial. Acto seguido volvía a sentir cómo su cuerpo se consumía para, una vez más, notar el alivio del bálsamo cubriendo y aliviando sus heridas. Era una sensación indescriptible; Quería gritar, pero a la vez era incapaz de separarse de ella. Dolor y placer, vida y muerte, todo en un sólo beso. El pánico se apoderó de él. Sabía lo que tenía que hacer, pero sus sentidos estaban tan saturados que no podía pensar...
La palabra esclavo provocó que la calavera de Legba se diferenciase aún más de su tez oscura. Apretó las manos haciendo crujir el cuero de los guantes sintiendo cómo le escocían las cicatrices de las manos y la espalda. -Ah, sí… lo entiendo… ¿Cuántos latigazos te han dado tus dueños? ¿Cómo es que conservas tu nombre, Aidan Doyle? ¿Cuántas violaciones has tenido que presenciar de tus hermanas, madre, abuela o hija? ¿Te estás curando las cicatrices correctamente? Perdón, mal formulado… ¿Tienes recursos para poder curarlas? ¿A qué familia sirves? ¿Cuánto tiempo llevas sin comer ni beber?- por un instante pareció que su rostro eran dos brillantes estrellas rojas en lo más profundo de un cráneo humano. El dios respiró hondo, aunque no le hizo falta.
Presa del miedo y la desesperación, Ryan terminó por hacer recargarse detrás del mostrador y abrazar sus piernas fuertemente, susurrando que quería volver con papás y volver a casa, a la vez que rezaba porque ninguno de los que hicieran esos ruidos lo encontrasen. Pero sobre todo deseaba con todo su ser poder encontrar una salida de aquel sitio, y de ese modo poder salir a pedir ayuda para que pudiesen llevarlo de vuelta con su familia.
- ¿P- por qué... se encoge con el... frío? -preguntó, a sí mismo o al universo quien sabe. Daba brinquitos al meditar en ello, intentando acelerar el proceso.
Sentada en el interior de la habitación que me habían asignado contemplé por milésima vez los documentos sobre mi cama. Había releído el historial del maníaco tantas veces que habría sido capaz de recitarlo sin tener que pararme a pensar que párrafo venía después. Estaba casi convencida de que me esperaba una noche larga de insomnio, algo que podía colaborar en convertir esa posibilidad en una profecía autocumplida. A pesar de que mi puerta tenía pestillo, también tenía un ventanal que me haría imposible conciliar el sueño. Eso y la preocupación eran la combinación que necesitaba para convertir otra noche más en una espera interminable por la luz del día. Mantenía mi mente ocupada en repasar todas las posibles variables, en qué se podría hacer y cómo podíamos localizar a Drago ya que estaba claro que cerebro, nuestra mejor baza, había dejado de ser una opción. En el instante en que toda esa planificación se evaporaba en un ruido blanco debido al cansancio y la constante tensión mi cabeza se llenaba de una extraña neblina sanguinolenta. Me apuñalaba la mente una marcha incesante de imaginerías cruentas, a cada cual más brutal que la anterior. El rostro de Cedric Valjean deformado por su inhumanidad mientras sometía a mi amigo a constantes vejaciones y torturas, escuchando sus gritos con una mueca de satisfacción vil. Me acordaba de las fotografías de las manos de aquella mujer, e imaginaba la boca del francés cerrándose sobre los delicados dedos de pianista de mi amigo, arrancándole la carne mientras él agonizaba y veía como su instrumento principal se convertía en huesos y sangre.
Abrí los ojos al darme cuenta de que estaba temblando, como si estuviese a punto de salir de mi propio cuerpo. Las lágrimas me empapaban las mejillas y sentía un frío tan fuerte que me helaba hasta los huesos, a pesar de que la temperatura en la sala estaba bien. Sentí una extraña náusea. Aquí sentada no podía ser Sieglinde, la directora de la MKL. Ni siquiera podía ser Solaris.
En la intimidad, sólo era una mujer que no sabía qué mas hacer para encontrar a su amigo... ni si aún estaba a tiempo de salvar su vida.
Solaris escribió:
- No...No puede ser...- mi voz era un ruego. Conocía cada centímetro de piel, cada arruga, cada vena, cada tatuaje. Lo había memorizado, lo había replicado. Era todo lo que veían en carne y hueso, pero estaba allí. Tan lejos de mi que cada centímetro era como una cuchillada. Me miraba con su calavera roja envuelta en llamas. Apunté con la pistola hacia la titánica figura que me devolvía la mirada. Una de tantas viviendo en el fondo de mi cabeza. Un instante de silencio desorientado.
Cargó contra mi a toda velocidad al tiempo que la luz sobre la silla se apagó.
Grité, al tiempo que se escuchaban las detonaciones de los disparos, dos seguidos, y luego uno mas, iluminando la escena durante un instante. Me resbalé hacia atrás chocando contra la pared mientras encogía los brazos a la espera del impacto. La linterna cayó de mis manos y se reventó contra el suelo con un ruido metálico. El vacío fue tal vez lo peor de todo. El golpe nunca llegó. Abrí los ojos, aterrorizada, para encontrar la silla bajo el foco de luz meciéndose de un lado a otro. Su potente haz de luz dibujando segmentos ocultos de la sala vacía. Ni rastro del monstruo, ni de Drago. Las lágrimas me caían por el rostro, mientras trataba de respirar. Me ardían los pulmones y la garganta a causa del grito que había dado. El corazón desbocado latiéndome en el interior de los oídos con tal violencia que pensé que se detendría en cualquier momento. La mano que rodeaba la pistola apretaba de tal forma que me dolía, pero mi cuerpo amenazaba con perder la fuerza que le mantenía en pie contra la pared con la que había topado. Mis hombros se destensaron, mientras parpadeaba sin parar. Aunque yo lo ignoraba mi cuerpo comenzó a ser una silueta informe de colores y formas extrañas.
Elian me estaba mirando con una hermosa sonrisa mientras se llevaba el New Orleans a la boca para después darle un pequeño sorbo. El blanco, amarillo, naranja y marrón de su café se mezclaban de forma caótica pero hipnotizante. Me fijé en la curvatura de sus anchos labios, en la forma recta de su nariz y sus altos pómulos. El hombre me atravesó con su mirada, como si me hubiera atrapado en una pegajosa telaraña y no me dejara apartar los ojos de los suyos. Me quedé mirándole más de lo necesario, y me pregunté cuántos matices de azul necesitaría para poder pintar aquel color tan intenso de sus ojos.
Parecía que la calma había invadido al terrible ejército que aguardaba pacientemente, con todos los días que sus enemigos llevaban allí dentro no quedaba mucho para que ellos mismos dieran el paso de acabar con sus miserables vidas…La oscuridad de la noche se vio interrumpida de golpe por una potente explosión de luz que vino de sus espaldas e impactó directamente con uno de los tanques, haciéndolo explotar en pedazos.
Al enorme ejército no le dio tiempo a reaccionar, algo a toda velocidad salió disparado hacia Garn, y lo agarró, volando a una velocidad vertiginosa y haciendo impactar al mago contra una de las paredes del complejo del Pentágono con fuerza, una humareda de polvo se había levantado en la zona, la armadura de Lex brillaba con fuerza, llevaba su poderoso traje, creado con lo mejor de la tecnología humana, kryptoniana y de Apokolips:
-No sé quien eres o a que has venido. - Luthor apuntó con la palma de su mano izquierda, cubierta por su armadura, al brujo: - Pero te has metido con la persona equivocada. – Su armadura, de color verde y morado brilló unos instantes y disparó un potente rayo de energía de color azul y rápidamente, sin esperar a saber si su rival se defendía o no, se lanzó propulsado hacia él para propinarle un puñetazo.
El abrazo que recibió de Bart le dio nuevas fuerzas para seguir y no desmoronarse antes de tiempo. Las palabras que le dijo le hicieron pensar pero no encontraba la respuesta por el mismo.
No se cómo rehacer el daño, no puedo resucitar a las personas y los europeos no quieren ni verme en pintura… pero rendirme no está dentro de mis planes pero no sé por dónde empezar.
Se retiró para que sus miradas se encontraran, escuchando bien atento todas esas palabras de apoyo. Con lo último no pudo aguantar más y le abrazo acurrucando su cabeza en el cuello de Bart para derramar esas amargas lágrimas que tanto tiempo había estado conteniendo. No supo su estuvo un minuto, media hora, una hora o un día entero, pero estuvo llorando en silencio todo el tiempo que necesito para limpiarse. Una vez saneado se apartó de el para limpiarse con sus dedos las ultimas gotas saladas. Respiro de forma profunda notándose más ligero que ante.
Tienes razón, no soy ni Kara ni Clark y tengo que aprender de mis errores pero ojala que no tuvieran que haber muerto inocentes para aprender… que el camino de un héroe no es fácil y menos si tienes que heredar un gran legado.
- Algo valioso nos fue arrebatado … pero hay cosas que no pueden recuperarse y ...- delineó con los dedos el borde de su vaso que contenía refresco. A él le habían quitado sus emociones y su vida. A Déborah le habían quitado su hogar, su familia y su civilización. En los ojos de su novia se veía esa mezcla de rabia con tristeza. Ese dolor que deja cuando pierdes violentamente a alguien que amas.
- Sólo buscamos la manera de que se ajusticie a quien no los arrebató.- Si hubiera usado otro tono hubiera resultado una historia conmovedora y tal vez algo justo recuperar lo perdido y vengarse de quien te quitó algo querido. Pero Thaddeus lo dijo de forma cínica y son un poco de oscuridad en cada sonido que salía de sus labios.
La mirada dulce y cálida del velocista adquirió un tinte de preocupación ante lo relatado por su amigo. Conner le estaba relatando que se equivocó en un cálculo. Debido a ese error, murieron personas. Era algo difícil de superar. Era duro y era muy difícil. Porque no había sido por imprudencia. Había sido por una mala lectura de la situación. ¿Qué palabras se le dedican a alguien cuando lo intenta hasta más no poder y falla estrepitosamente? Y no sólo es el fracasar de uno mismo, es que ese fracaso conlleva unas consecuencias en las vidas sesgadas.
Kon se había llevado las manos al rostro para lo ocultarlo. El moreno se encontraba sumido en una crisis y a Bart se le partía su tierno corazoncito.-No puedo imaginar lo difícil que debe ser cargar con ese peso.- Bart dejó todo lo que estaba haciendo y puso una de sus manos sobre la del superchico. Sus miradas se cruzaron y el clon pudo notar la mirada bondadosa y llena de afecto de su amigo.
- Estoy aquí para todo lo que necesites, siempre. No se puede hacer nada para cambiar el pasado. Palabra de velocista. Sí te entrometes todo se lía. Mi abuelo y Wally te pueden dar los detalles. Lo único que podemos hacer es mirar al futuro. Si sientes que le debes algo a esas personas, entonces sé mejor. Resarce del daño que hiciste. Eso es mejor que quedarse parado por algo que no puedes cambiar. -
El actual Kid Flash abrazó al fortachón y le palmeó la espalda con el fin de brindarle su apoyo y consuelo. Poco a poco parecía que el ambiente se iba relajando y pasaron a hablar sobre el abandono de Raven por irse a vivir novio Andy.
- Siempre voy a estar a tu lado, nunca te voy a dejar ir Kon.- dijo de forma dulce y cariñosa.
Después de expresar cálidamente sus sentimientos amistosos, Conner emitió unas palabras desgarradoras. Tras esas reveladoras y tristes palabras el ambiente volvió a enrrarecerse. Todo era otra vez triste. Como si la tormenta nunca acabase.
- Es difícil llevar un gran legado- Suspiró. Él lo sabía bien. Su familia estaba llena de grandes héroes. Justicieros valientes y sacrificados. Su padre entregó su vida por liberar al mundo. ¿Cómo puedes hacerte un huequito con tan altas expectativas y miras?
- Cuando miras a un gran héroe vemos sus triunfos, no sus fracasos. Estoy seguro que Súper también tuvo sus movidas. También se sintió incapaz y tuvo errores. Ellos fueron como nosotros. Ellos también tuvieron que aprender de sus errores. - Los ojos ambarinos de Bart se fijaron muy íntimamente en los azules de Kon.- Tú eres Kon. No eres ni Clark ni Kara ni nadie más. Tú eres tú propia persona. Sé que es difícil compararse con quién ya dio el Do de pecho. Sé tú propia medida Conner.-
La puerta del viejo almacén en el que se resguardaba (una serrería abandonada en el puerto de Gotham que le había servido de refugio) se abrió poco a poco mientras chirriaba, era un portón metálico de casi tres metros de altura que se deslizaba…Se ocultó en las sombras, aunque no con mucho esmero, lo suficiente para que parte de su cuerpo quedase oculto en las sombras:
-Sabía que vendrías…- La voz de Bruce salió a través de su boca, a pesar del tiempo que hacía de su conversión aún sabía cómo jugar con ella, cuando utilizarla…
Le había dejado a Jason Todd una pista sobre dónde encontrarle, había estudiado sus rutas y sabía que pasaba por el lugar dónde se conocieron cada viernes por la noche, allí le había dejado un regalo, un criminal apresado, un violador, al tipo lo había apresado con unos neumáticos que había oprimido alrededor de su cuerpo y lo había dejado colgado sobre una escalera de incendios, a los pies había un fichero policial en el que se detallaban las múltiples violaciones que había perpetrado a jóvenes de entre 15 y 17 años, todas siguiendo el mismo patrón, pelirrojas y caucásicas y en su frente había enganchado una nota: ‘’Este es el lugar en el que nos conocimos en otra vida. Él te dirá dónde nos encontraremos en esta nueva. Firmado BW.’’ ¿Lo gracioso? El Batman que ríe le había dicho al criminal que no dijera nada, así que Jason iba a tener que forzarlo hasta sus límites para hacerle hablar
El bello rostro de la diosa cósmica adquirió una expresión triste cuando Cassie enunció que estar en ese espacio alejada de todo y de todos era solitario. Las palabras de la deidad nubia hicieron que la rubia tuviera una sensación de tristeza y angustia. Era difícil ver las injusticias, los pesares e infortunios de quien amas y no poder hacer nada. Pero era aún más desquiciante y doloroso saber que tienes el poder para remediar tanto sufrimiento, dolor y angustia y no poder hacer nada. La rubia cerró los ojos y suspiró. No se podía ni imaginar la fuerza de voluntad que hacía falta para mantenerse quieta y no intervenir cuando tu corazón te pide actuar y proteger a los que sufren de injusticias y maldades que no se merecen. Cuando ves que el justo es ajusticiado, héroe es asesinado y los pueblos son sometidos. Cuando vez que la libertad y la razón son apresadas, prohibidas y sentenciadas a desaparecer. Sin poder intervenir y no te queda de otra que que contener tu rabia y apretar los dientes.
Tema: Entre diosas anda el juego
Martha R. escribió:
-Aquí tienes mi tarjeta- de su bolsillo sacó una maltrecha cartera de cuero y empezó a rebuscar por ella, sacando de ella una pequeña tarjeta de plástico blanco que le paso a Aidan, donde se podía ver únicamente un número, ni un nombre ni nada, solo un número de teléfono -Oh, si me vas a llamar que no sea mañana a las… 21:45, estoy planeando un suicidio a esa hora
Por como lo dijo se podría entender que planeaba “suicidar a alguien”, osea cargarse a alguien y fingir un suicidio, lo que no sabían es que el suicidio iba a ser el suyo; que no pudiera morir no evitaba que intentase quitarse la vida, de hecho en sus momentos mas bajos siempre intentaba acabar con su vida… de momento no tuvo mucho éxito y siempre volvía al mundo de los vivos, pero esperaba que algún día esa luz no vuelva a encenderse, que el telón se quede bajado para siempre.
En fin. Empezó a llegar mucha gente a la mesa, dentro de poco habría más gente en esa mesa que en el resto del local, si no fuera porque ahí estaba Aidan ya se habría marchado hace mucho. De hecho, se interesó mucho mas por el hombre cuando dijo aquello de que el, como Thaddeus, habían perdido algo muy valioso en la vida
-Vaya, vamos a poder abrir un club- dijo entre tragos de Vodka -aunque tened cuidado con vengarse, que te vengas de uno y luego un amigo o un familiar suyo se quiere vengar de ti, luego te tienes que vengar de ese otro y asi asta que te has cargado a toda una familia- se quedó mirando su reflejo en el vaso de Vodka, su mirada se perdió entre las ondas del vaso -los gritos… aun escucho los gritos, no hicieron nada malo yo solo… solo hacía mi trabajo
Se quedó callado unos segundos, sus ojos parecían estar a punto de soltar una lágrima ante la extraña sensación de arrepentimiento que estaba sintiendo en aquel momento; al parecer a un hombre malvado le bastaba con perderlo todo para… empezar a darse cuenta de los errores de su vida.
(...)
Se levantó, quitándose la chaqueta y la corbata que llevaba puesta colocándolas con cuidado de que no se cayeran en la silla, dejando solo la camisa blanca en la parte de arriba. Dirigiéndose al escenario, se metió por el backstage encontrándose, apoyada en una de las paredes, una guitarra acústica. A quién pertenecía no le importaba, no pudo evitar acercarse a ella y pasar la mano por sus cuerdas dejando deleitar sus oídos con su fina vibración; se acordó de cuando visitaba a su hermana y su cuñado estaba enseñando a tocar la guitarra a la pequeña Martha, ella acabo aprendió y él, aunque no prestaba mucha atención a las lecciones, también acabo pillando algo. Aquella canción se la dedicaría a él, a el hombre que a pesar de saber todo sobre su familia, siguió con su hermana y la quiso hasta el final.
Suspiro, se echó el pelo hacia atrás, algo que hacía cuando estaba nervioso, atravesando el telón del escenario y encontrándose con un taburete y un micrófono, parecía que alguien estaba esperando a que subiera al escenario. Volvió a suspirar, a paso de tortuga llegó al taburete y se sentó, encendiéndose en ese mismo instante un único foco que le enfoco, centrando la atención de los visitantes de aquel local en el escenario y en el. Esto no era nada bueno, mientras venía hacia aquí le parecía una buena idea pero ahora… ni siquiera cantaba bien, al menos no como Aidan o la mujer de diferentes voces y solo se sabía una canción con la guitarra. Cerró los ojos, se concentró en la letra de la canción que quería expulsar de su boca y… comenzó a rasgar la guitarra
I walk through the valley of the shadow of death And I fear no evil because I'm blind to it all And my mind and my gun they comfort me Because I know I'll kill my enemies when they come
Al abrir los ojos mientras cantaba, pudo distinguir una figura conocida; un hombre con ropa militar,a apoyado en la barra del bar con los dos codos miraba directamente al escenario con una gran sonrisa y un puro en la boca, sabía que él no estaba ahí, no podía estarlo no era más que una visión. Siguió cantando, dejando que la visión se convirtiera en un polvo que desapareció en el viento….a pesar de que jamás estuvo ahí
Surely goodness and mercy will follow me all the days of my life And I will dwell on this earth forevermore Said, I walk beside the still waters and they restore my soul But I can't walk on the path of the right because I'm wrong
En otra mesa distinguió una escena que no pegaba en absoluto con toda la escena del local; en una mesa una familia mantenía una agradable charla, el marido parecía estar contando un chiste y su mujer se reía tapándose la boca con la mano mientras que a sus dos hijas una parecía reírse a carcajadas y la otra fingía que no le hacía gracia el chiste, pero sonreía mirando para otro lado. Definitivamente el alcohol estaba haciendo mella en su mente, eso y su tristeza interior; todas esas personas estaban muertas, ya no eran más que polvo en el pasado… y en eso se convirtieron cuando prosiguió con la canción
Well, I came upon a man at the top of a hill Called himself the savior of the human race Said he come to save the world from destruction and pain But I said, "How can you save the world from itself?"
Por unos segundos, juro ver el reflejo de una calva entre el público, de un hombre orgulloso que afirmaba querer lo mejor para su país. De nuevo, era una proyección creada por su perturbada mente y no se encontraba en ese local con él, al igual que todas aquellas visiones que vio mientras cantaba… no eran reales. La canción siguió con un silbido, hasta llegar a la última estrofa, su tono subió de nivel casi como si estuviera gritando la canción más que cantando, dejándose llevar por la rabia y por la tristeza, sus emociones fluyeron por sus dedos y su garganta
'Cause I walk through the valley of the shadow of death And I fear no evil because I'm blind Oh, and I walk beside the still waters and they restore my soul But I know when I die my soul is damned
Al cantar esa última línea de la estrofa final, dirigió su mirada hacia la mesa en la cual aún seguían Aidan y compañía. Al mismo tiempo que terminaba esa última parte de la canción, el foco que le daba luz se descolgó no lo suficiente como para caer del todo, pero si lo suficiente como para hacer que la sombra de Borja se proyectara a sus espaldas dandole un aspecto grandioso a la sombra, como la de un ser enorme y maligno que miraba a todos por encima del hombro. Fallo algunas notas, desafino un poco y la verdad es que no era el mejor cantante de todos, pero no lo hizo tan mal.
[justify]La ciudad era la misma y a la vez no lo era. Tenía que tener cuidado mientras me columpiaba de una terraza a otra, evitando el impulso de caer en las rutinas ya aprendidas. No podía permitirme el lujo de perderme en mis pensamientos y dejar de prestar atención a mi entorno, pues esta Gotham no era exactamente igual a como yo la recordaba. En algunos casos los cambios eran grandes y evidentes, como edificios que estaban en el lugar equivocado, o casas que no deberían estar allí, pero en otros, se trataba de cambios tan sutiles como el asta de una bandera que no estaba donde debería, una farola situada varios metros más arriba o abajo, escaleras de incendios defectuosas y oxidadas que no podrían aguantar mi peso... Si me confiaba demasiado y me dejaba guiar por las rutinas que ya tenía interiorizadas podía cometer un fallo y desplomarme al vacío. Tenía que tener toda mi atención puesta en lo que estaba haciendo, y eso era bueno, porque me impedía pensar en Selina, en Dick, Damian, Tim, Jason, Alfred...
Nunca lo reconocería en voz alta, pero creo que, muy en el fondo, agradecía tener otra cosa en la que ocupar mi mente que no fuera el reencuentro con mis seres queridos. El azote del viento frío contra mi capa y mi máscara resultaba reconfortante, llevándose consigo los miedos a los que no me atrevía a dar forma.
Dick... Mi hijo. Mi verdadero hijo. ¿Y si en ésta dimensión no es como lo recordaba? ¿Y si su relación con el anterior Batman estaba tan deteriorada que no quería volver a verme? ¿Y si no me aceptaba como su Batman?
Selina... Mi compañera. Mi amante. La que habría sido mi esposa si el efecto Omega no nos hubiera separado. Había transcurrido un año desde aquél momento. ¿Y si había rehecho su vida? ¿O por alguna razón no me recordaba? Había visto por Diana y por Billy que la Colisión había afectado a cada uno de una manera diferente...
Alfred... Aquél que con los años había llegado a querer tanto como a mi propio padre. ¿Sería el mismo Alfred que había sido en mi universo antes de que Superman ordenara su muerte? ¿O sería... diferente?
Y Damian.... Posiblemente era el que más miedo me daba. Mi fracaso con él en mi universo fue tan absoluto... Todo cuanto le ocurrió... Lo que le ocurrió a Dick... Todo fue mi culpa. Y no puedo evitar pensar... Si no estaré condenado a repetir los mismos errores otra vez... ¿Podré llegar a ser para él el padre que no pude ser con el mío? ¿Y si vuelve a pasar? ¿Y si vuelve a...? Dios... No puedo ni pensarlo...
Cuando perdí a mis padres pensé que no podría volver a experimentar un dolor tan intenso, una sensación de pérdida tan agónica, un vacío tan aterrador, pero me equivocaba. Cuando Dick murió fue como revivirlo todo otra vez, amplificado mil veces porque la herida ya estaba abierta y fue como recorrerla de nuevo con un cuchillo al rojo.
No tuve miedo de luchar contra Superman a pesar de saber que posiblemente me mataría.
No tuve miedo de emprender un viaje hacia lo desconocido a otro universo para reencontrarme con mi amor perdido.
No tuve miedo cuando me encontré a mí mismo en el epicentro de una ciudad atestada de demonios.
No tuve miedo cuando tuve que enfrentarme contra un buda de piedra gigante, y ahora mismo no sentía el menor temor ante la idea de enfrentarme con Ivy.
Pero volver a reencontrarme con mis seres queridos.... Por alguna razón la idea me resultaba más aterradora, así que hice lo que mejor sé hacer, aterrizando en silencio en la azotea del GPCD, a la espalda de un comisario Gordon que observaba el infinito con aspecto atribulado.
Mensajes : 2176 Fecha de inscripción : 14/12/2014 Localización : Atlantis Empleo /Ocio : Sumo Mago Humor : Melancólico
Ficha de Personaje Alias: Arion Nombre real: Ahri'ahn Universo: DC Universe
Tema: Re: Votación Highlights Noviembre 2020 22nd Noviembre 2020, 01:48
Bruce Wayne escribió:
Asentí.
- Lo sé. He visto las noticias.
- Ha estado robando un montón de productos químicos, no sabemos con qué fin. La última vez que se la vio fue en la Escuela de artes y oficios Cosby&Wayne, enviamos varios coches patrulla para...
Su voz se fue perdiendo en la distancia a medida que me alejaba en la noche. Sé que, por lo general, mi costumbre de desaparecer y dejarle a mitad de palabra solía irritarle, pero no me cabe duda de que ésta vez, cuando se vuelva y vea que ya no estoy, lo hará con una sonrisa.
Fue entonces cuando entró ese otro alienígena, contándole que había saboteado la nave y que estaba a punto de estallar. La pregunta que le hizo podría haber sido respondida con un largo discurso, o incluso una conversación con ese ser alienígena o una muestra de superioridad, decirle en palabras grandilocuentes que él no era como esos héroes, que él era más grande que todo aquello, que él tenía alguien a quien proteger o algo asi… no, tres disparos fueron la respuesta a la pregunta; dos al pecho del alíen y un tercero directamente a la cabeza y aun así se acercó al cadáver y vació el cargador del arma en su cuerpo; no sabía si esos seres tenían los órganos en las mismas partes que los humanos y tenía que asegurarse. Una vez terminada la ejecución, lanzó el arma vacía al suelo y se giró hacia los controles, a lo mejor podría intentar “des-sabotear” la nave, pero le hacia mas gracia que reventara.
Se asomo con la intención de ver que altura estaba la nave, lo suficientemente alta como para no reventar la casa blanca, menos mal; no quería ser recordado como el hombre que destruyó la casa blanca, al menos no con algo que él no había creado. Bueno, si no iba a hacer nada para evitar la explosión, a lo mejor podría avisar a Luthor… pero tampoco hizo eso; sacó su reloj de teletransporte y se lo quito, colocándolo en el suelo y seleccionando en el unas coordenadas haciendo que el reloj se teletransportarse a un lugar seguro sin el. Él se quedaría ahí, moriría junto a la nave para mandar a Luthor un mensaje, para mandar a todos un mensaje; no te metas con aquel que no teme a la muerte. Sacó su teléfono y con una tranquilidad extraña en alguien que estaba a punto de explotar en mil pedazos, marcó un número de teléfono
-¿¡Donde esta mi sobrina favorita!?- exclamó en tomo de broma, recibiendo un suspiro desde el otro extremo de la línea -¿El plan de esta noche sigue en pie, no? Cena y peli ¿Cuál era la que íbamos a ver?- su sobrina le respondió a su pregunta desde su línea -¿”Videodrome”? Suena bien
Se giró hacia los controles, mirando el cielo que se agrandaba delante de sus ojos
-Bueno, esta noche nos vemos entonces, traeré algo de comer, algo bueno, que comer siempre de congelados no es muy sano que digamos
Se carcajeo y volvió a escuchar un suspiro en la otra línea, aunque este tenía un tono más alegre que el anterior. Colgó el teléfono y se lo guardó en el bolsillo, tendría que comprarse uno nuevo una vez se había regenerado. Miró a su alrededor y se tumbó en el suelo, esperando a que el big bang le volviera a llevar a su limbo personal… al menos con la explosion sentiria algo de calor antes del frío absoluto de la muerte. La explosion no tardó mucho en suceder, destrozando la nave por completo y evaporando a Borja en mil pedazos, ahora a él le tocaba pasar por una experiencia mucho peor que la muerte; la no muerte.
La mujer salió al escenario y este se abrió haciendo que la luz de un foco recién encendido la iluminara, creando un foco de claridad entre los múltiples colores de su local.
- ¡Muy buenas noches y bienvenidos! Mi nombre es Pray Divine y voy a ser su anfitriona esta noche!- una salva de aplausos se levantó entre los asiduos, y algunos recien llegados se unieron a la ovación. - Oh, gracias. Gracias. - fingió que se secaba las lágrimas con excesivo dramatismo, lo cual arrancó una suave risa en los presentes. - Espero que no se note que algunos han recibido una paga por esto. - aquello arrancó la primera carcajada. - Bueno, bueno, bueno. ¿A quien tenemos aquí esta noche? - preguntó haciendo una visera sobre sus ojos enmarcados en un bosque de pestañas. - Venga, voy a fingir que veo algo, maricón. Porque con esta luz es imposible. - más risas. - Baja un poco la luz, que me voy a quedar ciega. - la luz bajó su potencia, haciendo que la sala también se iluminara con las pequeñas luces que se encendían cuando era hora de cerrar. A pesar de que el colorido no se había apagado, ahora se podía ver la sala en su totalidad. - Ahora si. Veo que aquí hay alguno que decidió no irse en toda la semana. ¡Si le ha salido barba hasta a la novia! - comentó a un par de asiduos que la saludaron con sendos besos cuando la Drag Queen se bajó del pequeño entarimado para saludar.- ¿Algún novato esta noche? ¿Algún cura que se ha perdido de camino a las vísperas? Pues que sepa que de aquí no va a salir hasta maitines. - se aproximó a la barra, donde ya empezaban a arremolinarse algunas personas. - Esta buena gente se esconde aquí en la barra como si no fuera a acercarme yo a saludar. Me ven con estos taconazos y piensan "Ni loca va a hacerse todo el camino hasta aquí" ¡Pues se han equivocado! - dijo acercándose a una pareja. Una de las chicas tenía un ataque de risa y parecía presa fácil. Les hizo un par de gracietas y todo el local se contagió de las carcajadas de las dos, hasta Pray Divine se lo estaba pasando en grande. Entonces alcanzó a Elektra. - ¡Ay, que me meo las diez medias que llevo puestas! Bueno reina. ¿y tu como te llamas? ¿Qué se te ha perdido por aquí? - le preguntó alargándole un micrófono con una forma tan peculiar como reconocible.
- Tekila. - el camarero le miró como si no entendiera. Él puso un billete de 100 sobre la barra, y el barman le sacó una botella nueva de tequila, un plato con rodajas de limón y un salero con tres vasos de chupito. Los colocó boca arriba dejando después la botella sin cerrar, y junto a ella el cambio. Se guardó la vuelta en el bolsillo y cogió la botella llenando los vasos sin importar que algo de tekila cayera entre ellos. Levantó la vista para encontrarse por primera vez con la silueta del tipo que andaba más cerca suyo en la esquina. Tenía pinta de duro, con los tatuajes y la barba desarreglada.
"Ay papi, estos follan bien duro" pensó justo cuando su cerebro le indicó un cierto parecido. De normal no tenía interés ninguno en hablar con nadie, pero el guey estaba bien bueno y él aburrido.
- ¡Ey! - dio un silbido corto e intenso sin activar su poder. Podía controlarlo con tanta facilidad como comer. - Chst. ¿Te han dicho alguna vez que te pareces un poco a ese tio de... como es que se llama... ¿Deaman? ¿Diabol?- no se acordaba del nombre del grupo.
-Tengo que acabar con esto. – Emprendió una carrera a toda prisa hacia su enemigo mientras parte de su ejército luchaba por defenderse de los relámpagos que su propio amo estaba lanzando sin control y a la misma vez intentaban abatirle, pero era tarde, él ya estaba centrado en su objetivo, arrebatarle la vida a aquel mago miserable que había tratado de acabar con él…Se propulsó y se lanzó al frente, aterrizando a un par de metros de su enemigo coincidiendo con el rayo que impactó en los restos del edificio y provocó el derrumbamiento, unos cascotes golpearon la cabeza de Garn desorientándolo por unos segundos, lo suficiente para que un poderoso temblor hiciera desestabilizarse el terreno sobre el que estaban…Luthor miró de reojo cómo el general Ross se lanzaba con una poderosa furia contra el grueso del ejército enemigo:
- Se acabó…- Apuntó con la palma de su mano al brujo, en su rostro brillaba una sonrisa de satisfacción, la armadura empezó a brillar, ni siquiera le dedicaría unas últimas palabras, ningún discurso, nada…Haría su trabajo y luego haría una autopsia al cadáver para tratar de aprovechar sus conocimientos…Unos fuertes pasos pusieron en alerta a Luthor, que se giró justo a tiempo para evitar que la criatura le devorase entero…
Rodó por el suelo esquivando sus fauces y se hizo a un lado, mientras se levantaba rápidamente apuntó a la criatura con la palma de su mano y disparó a su espalda, el rayo lanzado pareció no tener un efecto especialmente grande, más allá de enfadar a aquel monstruo…Pudo ver por el rabillo del ojo cómo su presa desaparecía a través de un portal:
-¡Maldito seas! – Notaba la vena de su sien palpitando, el mago había escapado gracias a la intervención, el monstruo se giró amenazadoramente, pero Luthor ya no estaba jugando…Se lanzó con fuerza propulsado hacia la caja torácica de su rival: - ¿Crees que te tengo miedo? ¿Crees que Lex Luthor le teme a alguien? ¡Yo soy el hombre del mañana! – Escuchó el crujir de los huesos de la criatura cuando impactó con los dos puños sobre ella, la fuerza de sus propulsores hizo caer a aquel ser demoniaco de espaldas en el suelo, haciendo temblar la superficie, se incorporó de pie sobre la caja torácica, que estaba dañada y alzó un puño al aire:
-¡YO DERROTÉ AL HOMBRE DE ACERO! – Su puño cayó con fuerza desmesurada sobre el hueso, que volvió a quebrarse, levantó de nuevo el puño: - ¡YO SOY EL LÍDER DE LA NACIÓN MÁS PODEROSA DEL MUNDO! – Se sentía terriblemente frustrado, podría haber liquidado a su enemigo y ahora tenía que conformarse con aquel deforme demonio, su puño impactó de nuevo en el mismo punto, la criatura tembló y chilló de dolor, el hueso se quebró aún más…Ya quedaba poco…Levantó el puño de nuevo: - ¡YO! ¡LEX LUTHOR! ¡Y TÚ NO ERES NADA! – Su puño atravesó el hueso y penetró en el interior de la criatura con fuerza, el monstruo emitió un terrible chillido que resonó por el campo de batalla, cómo un terrible cuerno de batalla que anunciaba su irremediable muerte.
— Ahá...¿A qué hora dices que la echan?—preguntó dirigiéndose directamente a la extraña figura que los había reunido allí. Después hizo una breve pausa para observar la reacción de los allí presentes; en el grupo de invitados habían quiénes habían empezado a formar algunas preguntas y otros que parecían tragarse todo aquello tan poco como ella misma— La película que te estás montando digo...¿Qué cuándo la echan?
Parecía que todo había acabado, al menos la muerte por arañas parecía un poco mejor que el resto de posibilidades que podía ofertar el infierno, no es que fuese bonita pero algo era algo. Estaba a punto de decirle alguna última gilipollez a Roy cuando un destello rojo apartó la muchedumbre que se encontraba en frente de mí, seguido de una flecha sónica que explotó acabando con otro tanto de esas jodidas alimañas.
-Veo que vosotros también habéis acabado en esta mierda de sitio, ¿eh?-dijo Wally fucking West en mi cara mientras que en un abrir y cerrar de ojos creaba una vía de escape de ese infierno de patas peludas.
-Joder West, te besaría aquí mismo si no fuese una ofensa a tu señora-dije jadeando mientras llegaba sano y salvo a la cueva gracias a que Roy y yo nos apoyábamos el uno al otro al caminar.
Pero a la cabeza de Roxanne no se le estaban ocurriendo preguntas o excusas que darle a la figura encapuchada para librarse de todo aquello y volver junto a su abuelo; la imagen del rostro de Jeremiah en el suelo, la sangre de su padre en sus manos, el cuerpo de su madre tintando el verde césped con el horrible color de la muerte, todo eso porque ella no se interpuso, por no actuar cuando deberia y podria haberlo hecho, por no interponerse ante aquel “hombre” que venía a por ella, los demonios se llevaron todo lo que ella tenía cuando sus emociones le paralizaron… ahora eran sus emociones las que le movían. Dio un paso adelante, su muleta haciendo chirriar el suelo de madera
-Si ayudándote consigo ayudar a alguien mas, lo haré- miró a Jason con una expresión seria en el rostro -Incluso si no recibo recompensa por ello, incluso si- se giro hacia la hermosa mujer de cabello plateado -pierdo la vida en el intento- de nuevo dirigió la mirada hacia el encapuchado, apretando con fuerza los puños -Si gracias a mi sacrificio, una, simplemente una, persona vive un día mas… habrá merecido la pena
No se iba a quedar quieta mientras la amenaza de que apareciera un nuevo infierno en la tierra se volvía realidad, no iba a pararse a hacer preguntas ni a poner en duda su situación; se pondría en primera línea, preparada para todo lo que se le pudiera venir encima. Mientras ella estuviera ahí, jamás volvería a ver a nadie más pasar lo que ella pasa, jamás permitirá que nadie sienta el dolor que ella sintió, y que aún siente en su corazón, al no hacer lo que debería haber hecho. Incluso si su nombre será olvidado en el barro en el que caiga su cuerpo sin vida, a pesar de tener todas las que perder… no volvería a quedarse quieta, nunca más.
El lento oscilar de la bombilla semejaba el inexorable discurrir de las manecillas de un reloj marcando el paso del tiempo.
El gigante había desaparecido, y también Drago... El silencio era tan profundo que cuando Sieglinde escuchó los tenues sonidos inicialmente pensó que lo estaba imaginando... Después, a medida que los ruidos se hacían más claros se preguntó cuánto tiempo llevarían sonando... Cuánto tiempo su cerebro abrumado los habría estado filtrando. Todavía aturdida y en shock miró hacia la dirección de donde procedían. Al fondo del pasillo había una puerta entreabierta por la que asomaba la única luz visible más allá de donde se encontraba. Atraída por una fuerza irresistible, Sieglinde se aproximó a la puerta... A medida que se acercaba los sonidos cobraban mayor intensidad. Parecían... ¿gemidos? ¿De dolor? ¿De placer? No habría sabido decirlo.
Una parte de ella le decía que se marchara, que se diera la vuelta... Pero al mirar por encima de su hombro vio que la luz de la cámara de interrogación se había apagado... llevándose consigo la habitación entera, como si nunca hubiera estado allí. Lo único que le quedaba era la luz que se filtraba por aquella puerta entreabierta como una invitación.
Cuando llegó junto a ella, se detuvo. Ahora estaba claro, los gemidos eran de placer... Con el cuerpo todavía tenso por lo que acababa de experimentar, la alemana empujó la puerta con la mano diestra, sosteniendo la pistola con la izquierda...
Sieglinde se encontró de pronto en el escenario de una obra de teatro completamente vacío salvo por la sencilla cama de sábanas blancas que se encontraba en el centro, iluminada por los potentes focos. Sobre ella, una preciosa mujer se encontraba de rodillas frente a Sieglinde mientras un hombre la penetraba desde atrás, sus blancas manos apretando con fuerza sus pechos desnudos marcando un claro contraste con su oscura piel ante un numeroso público que observaba con atención desde el patio de butacas. La mujer jadeaba, buscando la mirada de Sieglinde y sonriendo de manera lasciva mientras exhibía su placer ante ella sin ningún pudor... La mutante la reconoció entonces como otra de sus formas, la que había usado para conseguir los secretos de las altas esferas... En aquél momento, el hombre que la penetraba desde atrás inclinó la cabeza para besarla en el cuello, apareciendo en el rango de visión de la alemana... Habría reconocido aquella faz pálida rodeada de cabello despeinado en cualquier parte... Aquellos ojos penetrantes que tantas veces habían sabido ahondar en su interior ahora la miraban con burla mientras sus manos recorrían con lujuria el cuerpo que pertenecía a su hermana. Su álter ego se dio la vuelta, obligando a su amante a yacer sobre su espalda para montarlo al tiempo que se inclinaba sobre su cuello, supuestamente para besarlo, pero cuando volvió a alzar la cabeza, toda su boca estaba cubierta de sangre, sangre que empapaba las sábanas blancas mientras los ojos oscuros de su hermano la contemplaban sin ver desde un rostro ahora ya carente de vida...
Al otro lado del escenario, el público se reía y aplaudía como si fuese la escena más divertida que hubieran presenciado en su vida.
Se escuchó un sonido de pasos apresurados detrás de la alemana, alguien se aproximaba corriendo... Cuando se volvió pudo ver que era Sasha, y el reconocimiento de una cara amiga estuvo a punto de hacerle saltar las lágrimas. La mirada de Sasha se iluminó también con alivio al verla. Fue a abrir la boca para decir algo, pero en ese instante se escuchó una detonación y algo explotó en la cabeza de la mutante, haciendo saltar la sangre. La mirada de Sasha se volvió tan vacía como la de su hermano justo antes de desplomarse, muerta, en el escenario, revelando el cuerpo de su asesina, que dio un paso al frente para revelarse ante la luz de los focos, mostrando un frío rostro de inexpresivos ojos verdes...
A su espalda, el público aplaudía enfervorecido. Entonces lo escuchó:
Tic... Tac... Tic... Tac...
Sieglinde se giró en la dirección del nuevo sonido para encontrar la cuarta de sus identidades, el terrorista Joseph Gillham. El hombre llevaba un chaleco de explosivos debajo de la gabardina y un detonador en la mano. En cuanto sus ojos se encontraron con los de la alemana sonrió... y activó el detonador.
Una explosión de fuego arrojó a Sieglinde por los aires.
SASHA
Durante un instante, Sasha pensó que había encontrado la salida, pero, al igual que el viajero perdido en el desierto se percata de que lo que él creía un oasis no era más que un espejismo, pronto constató que aquella no era la luz cálida y natural del día, sino la luminiscencia artificial y fría de una cámara frigorífica que no recordaba que estuviera allí.
Al entrar, la mutante no pudo sentir frío, pero posiblemente se debía a su propio control sobre las temperaturas... ¿verdad? La cámara estaba repleta de estanterías con misteriosas bolsas que revelaron contener, tras un análisis más detallado, multitud de órganos humanos envasados en perfecto estado de conservación.
Al fondo de la cámara había otra puerta que daba a un nuevo pasillo adornado con cuadros que representaban inquietantes y perturbadoras escenas con niños de expresiones angelicales como protagonistas.
Y, entonces... el horror...
Empezó con una risa sin fin, carcajadas salvajes recorriendo un lugar que debería estar dormido y que le heló la sangre en las venas, procedente de la habitación del final del pasillo.
Nada, ni sus más terribles imaginaciones, habrían podido preparar a Sasha para lo que encontró allí.
Amarrada a una de las camas se encontraba Elsa, completamente indefensa y con la cara deformada con la característica sonrisa del Joker, contrastando espantosamente con las lágrimas de dolor y terror que fluían de sus ojos. Junto a ella, vestido con un traje de payaso de colores vivarachos y pantalones anchos se encontraba el Joker, como si se hubiera escapado de un circo de los años 20. En la mano tenía una de las cartas de su enfermizo juego, y la había usado para abrir en canal a Elsa. Sus órganos descansaban en la mesita de noche, listos para ser envasados y trasladados a la cámara frigorífica...
Pero hacía calor... Hacía demasiado calor... Y ese humo... ¿de dónde salía ese humo? La mutante empezó a toser descontroladamente y la visión que se dibujaba ante sus ojos se volvió borrosa e inestable, rielando como una mala transmisión con interferencias en la televisión hasta desaparecer por completo. Aún se encontraba en uno de los dormitorios, pero no había rastro del Joker, ni de Elsa, ni de la sangre, y, al salir al pasillo, no vería rastro alguno de la cámara frigorífica, sólo fuego... Fuego y llamas por todas partes amenazando con devorar y hundir la estructura entera.
DRAGO
No había sido capaz de matarlas. Tampoco había necesidad. Xavier era el único responsable. El único que debía pagar. Un odio frío se encendió en él al pensar en el hombre que había pasado a ser para él como una figura paterna. El hombre que le había rescatado de su viaje de venganza y le había dado un hogar y una familia... sólo para abandonarle de la peor manera posible cuando más le necesitaba.
A principios de marzo había recuperado los terribles recuerdos que había reprimido durante años, recuerdos de las atroces vejaciones que había experimentado en la guerra cuando era niño, y apenas unos minutos después había sido abandonado por la mujer a la que amaba. Se había tomado un mes para aliviar su dolor y lamer sus heridas, pero, al intentar volver, Xavier le había rechazado. Porque había cometido una equivocación. Sólo una.
Se había topado con una mujer que parecía estar poseída por un djinn maligno y la había llevado a la mansión para ver si Xavier la podía ayudar, pero el ser había resultado ser más peligroso de lo que ninguno de los dos había podido prever. Un ala de la mansión había salido ardiendo, y podían dar gracias al cielo porque nadie hubiera salido herido. Las palabras que Xavier le había dedicado entonces aún le pesaban en el alma:
- No deberías volver. Lo sabes, ¿no? -le había espetado, repleto de ira y rencor- Después de irte así, pasar todo un mes fuera sin dar explicaciones... Después de meter un enemigo dentro de la Mansión… ¿Qué habría pasado si le hubiera hecho daño a alguien? Te has vuelto débil, Drago. Y por eso, has perdido tu lugar en el equipo. Tanto esfuerzo por mantener tu imagen, por ocultar tus problemas al resto… Para nada. Tu función era ser el líder, la persona de la que todos podían depender. Pero has fallado. Les has fallado, a ellos, y me has fallado a mí después de haberte dado una oportunidad de ser mejor.
Era cierto. Él se suponía que debía ser el líder, la persona a la que todos miraban en busca de seguridad y reafirmación, pero había huído como un cobarde abandonando todas sus responsabilidades para con la Patrulla y la mansión sin dar ninguna explicación. Le había fallado a Xavier, que tanta confianza había puesto en él.
Pero no había sido elección propia. Los recuerdos que había tenido que afrontar de golpe habían sido muy duros... y no había tenido a nadie para ayudarle a sobrellevarlos. Había estado solo, completamente solo... Y Xavier no había mostrado la más mínima empatía. Era telépata, podría haber visto la profundidad de su dolor, ofrecerle consuelo... Pero no lo había hecho porque al final, las situaciones de peligro sacan a relucir quienes somos en realidad, y la tensión de la situación después del ataque del demonio había puesto de relieve quién era en realidad Charles Xavier. Un maldito egoísta manipulador al que sus alumnos no le importaban lo más mínimo. Sólo los utilizaba, como malditas armas y herramientas para conseguir sus fines. A la hora de la verdad no era mejor que Magneto. Si a Xavier le hubiera importado algo su sufrimiento, le habría ayudado a vengarse de Marek años atrás, cuando averiguó lo que le había hecho. ¿Qué clase de persona dejaba libre a un monstruo así? ¿Cuántas personas inocentes habría matado, cuántas vidas habrían sido arruinadas porque Xavier quiso ir de buen samaritano de manera hipócrita? Y él, como un imbécil, se había creído su sarta de mentiras y justificaciones, porque no había nada en el mundo que anhelara más que volver a sentirse parte de algo... Con un fin y una meta.
Pero al final, el único que de verdad se había preocupado por él, el único que le había ayudado a vengarse, había sido Cédric. Y ahora, después de todo lo que había hecho, después de la manera en la que le había expulsado, ¿ahora le buscaba para traerle de vuelta? ¿Con qué derecho? ¿Cómo se atrevía a tratar de interferir en la felicidad que había encontrado con el francés?
Sieglinde y Sasha no tenían la culpa... Simplemente habían estado en el lugar equivocado en el peor momento posible. El fuego no las mataría. Como mínimo, Sasha era invulnerable a él, y confiaba lo suficiente en sus capacidades como para estar razonablemente convencido de que podría sacar a la alemana del incendio. Lo único que esperaba era haberlas asustado lo suficiente como para hacerlas huir... Que corrieran y corrieran sin mirar atrás. Además, aunque el fuego no las matara, el humo las dejaría incapacitadas un tiempo. Y eso era todo cuanto necesitaba para vengarse del hombre que le había traicionado.
Sabía que las ilusiones se desvanecerían en cuanto se alejara lo suficiente del edificio de dormitorios, que ardía, como una pieza más de la sinfonía de destrucción que había orquestado aquella noche. La mansión estaba prácticamente en ruinas, consumida por las llamas, salvo una parte... Una parte que no había tocado: El ala donde se encontraba el aula de música...
Fue hacia allí como atraído por una música que sólo sonaba en su cabeza... La misma melodía que había convencido a Xavier de su bondad. Si ahora hubiera podido mirar en su interior como había hecho entonces, la canción habría sonado incompleta y distorsionada... sin orquesta y con los instrumentos desafinados.
Salvo por el calor asfixiante, el aula de música estaba tal y como la había dejado. Sabía que no había tiempo; Pronto vendría la policía, y los X-Men no tardarían mucho en darse cuenta de que los demonios que sobrevolaban el cielo no eran reales. Como mínimo estaba seguro de que no tardarían en notar la ausencia de Xavier, Ororo, Bobby y los demás a los que había tenido que inutilizar. Tenía que marcharse... Pero a pesar de saber lo mucho que le habían defraudado... que nunca había llegado a significar realmente nada para ellos, era duro marcharse. El recuerdo de todos los momentos felices que había vivido en aquella sala perduraba.
Estaba sentado en esa mesa, corrigiendo exámenes, cuando aquél ángel de rojos cabellos había aparecido en su mágica crisálida en el jardín que ahora estaba devorado por el fuego. Allí mismo cuando Cassandra había ido a buscarle. Sus dedos rozaron los pupitres desde los que tantos alumnos le habían hecho preguntas... Alice, Dianne, Irene, Sasha... Sasha... a la que había dejado encerrada en un edificio en llamas.
Apartó el pensamiento de su mente. Sasha era inmune al fuego, no le pasaría nada... Aunque siempre existía el riesgo de que muriera por intoxicación de humo, pero... No debería haber estado allí. No era su problema. Sieglinde tampoco debería haber estado allí. No deseaba que murieran pero tampoco quería que interfirieran con lo que necesitaba hacer.
Su errático deambular le llevó hasta el piano... y un recuerdo insistente pugnó por abrirse camino en su mente. Frunció el ceño cuando la misma imagen que llevaba semanas repitiéndose en su cabeza volvió a dibujarse ante él. Una mujer con una larga trenza castaña tocando el piano, de espaldas a él. Aquél mismo piano. Y la melodía... Aquella melodía que durante tanto tiempo había sonado muda... Ahora podía escucharla.
Ajeno a los inquietantes sonidos y a los estremecedores crujidos que hacía la estructura del edificio mientras las llamas se abrían camino hacia aquél lugar, se sentó. Sus estilizados dedos acariciaron las teclas, y una oscura y distorsionada melodía comenzó a tomar forma. Fuera había empezado a llover, y las gotas comenzaron a salpicar tímidamente los cristales, pero él ya no era capaz de escucharlo... Sus dedos sobrevolaban las teclas al mismo ritmo que los de la mujer de sus sueños, pero las notas que arrancaba no eran sino una sombra de la maravillosa creación de Beethoven, de la misma manera que él ya no era sino la parte más oscura y monstruosa de Dragoslav Katich. Aquella parte terrible y vengativa que había nacido el día en que habían masacrado a su pueblo y había vivido acechando en su interior como una bestia que Xavier había conseguido aplacar. Pero Xavier le había abandonado... al igual que Cassandra y todos los que una vez habían formado parte de su vida... Excepto Cédric...
CÉDRIC
La oscura melodía acompañaba a Cédric mientras caminaba por los pasillos aún a salvo de las llamas arrastrando tras de sí el cuerpo inconsciente del Profesor. Podía oírla con cada fibra de su ser, cada nota provocando una honda quemadura que sólo podría asemejarse a recibir una salpicadura de ácido.
De todas las composiciones de música clásica existentes, había tenido que escoger esa... Precisamente esa...
Un odio irracional comenzó a surgir en su interior. Hacia Elissa, que no había tenido la decencia de desaparecer, y hacia Drago, que, a pesar de todos sus esfuerzos, no había llegado a olvidarla. ¿Cuántos borrados de memoria hacen falta para hacerte desaparecer, mujer? pensó para sí, furioso.
Lo sabía... Lo había sabido desde el principio. La música era una parte muy importante de Drago, profundamente enraizada en su naturaleza, como el comer o el respirar. Durante el tiempo que lo había tenido consigo había tenido la precaución de hacer desaparecer cualquier posible instrumento, porque sabía que la música era una de las pocas cosas que podían romper el hechizo que ejercía sobre él. No había pensado en aquello... El maldito piano de la mansión... ¿Cómo podía alejarle por completo de la música? Quizá la única manera sería cortarle una mano... Así ya nunca podría volver a tocar, y aún seguiría siendo capaz de luchar y usar sus poderes...
Sí... Arrancaría una de las cuerdas del piano y la ceñiría en torno a aquella preciosa muñeca... Y empezaría a serrar... muy despacio, lentamente, haciendo que la cuerda cada vez mordiese más profundamente la carne... Sería un proceso deliciosamente largo... y él podría saborear cada una de sus lágrimas como si fuesen el más delicioso de los néctares... Notaba como el simple pensamiento hacía crecer una urgencia oscura y primaria dentro de él, descendiendo hasta la boca del estómago... Sus ojos se oscurecieron cuando empujó aquella puerta entreabierta y le encontró allí, sentado al piano.
Tan hermoso... El pelo le caía por encima del hombro derecho, ocultando parcialmente su concentrada expresión. Parecía... en paz. Mucho más de lo que lo había estado en las últimas semanas, y aquella realización despertó una punzada de celos y envidia en él. Envidia por la manera en la que sus dedos esbeltos acariciaban las pálidas teclas muertas. Envidia por la pasión con la que se entregaba a él, una pasión que no había conseguido replicar en su cama. Poco a poco, una sonrisa cruel se dibujó en su rostro.
- ¿Por qué esa canción? -preguntó de pronto.
Tan concentrado estaba en la canción, que Drago no le había oído llegar. Ante su pregunta, alzó la mirada de las teclas y le observó, confundido.
- ¿Cómo?
- De todas las melodías existentes... ¿por qué esa?
El mutante pareció aún más confundido. Su mirada se desvió hacia el cuerpo inconsciente de Xavier, que yacía abandonado en el suelo.
- No lo sé, yo... me he dado cuenta de que llevaba algún tiempo soñando con ésta canción... Pero hasta ahora no había podido recordarla... o... reconocerla...
Cedric avanzó hasta el piano, extendió una mano para extraer una de las cuerdas de alambre de la clavija en el bastidor y tensó el cordel ante la mirada interrogante de Drago.
Drago le miró, confundido, pero el condicionamiento de Cédric volvía muy difícil resistirse a una orden directa, así que empezó de nuevo a tocar mientras el francés se posicionaba a su espalda, pasando el cable de acero lentamente alrededor de su garganta.
La lluvia fuera arreciaba, y las gotas cada vez golpeaban con más fuerza los cristales, ayudando a contener las llamas. A medida que las manos de Drago se movían por el teclado, el cable se tensaba cada vez más en torno a su cuello. El mutante vaciló, pero Cédric se inclinó para susurrar en su oído:
- No dejes de tocar...
Drago asintió, pero la presión cada vez era más fuerte, dejándole sin aire.
- Cédric... -jadeó, tratando de sujetar con una mano el cable.
- Shhhhhh... -sin dejar de apretar, el rubio se inclinó aún más para capturar la boca anhelante de oxígeno en un largo e intenso beso que jugueteaba en el límite entre la vida y la muerte, bebiendo de su angustia.
Los dedos de Drago se crisparon sujetando la chaqueta del rubio, pero no trató de luchar ni de resistirse, y, finalmente, Cédric aflojó la presa, permitiéndole respirar de nuevo. Drago había superado la prueba. Su confianza en él no se había visto resentida por aquél pequeño concierto, y Elissa aún permanecía enterrada en el olvido, lo cual significaba que aún era suyo. Sólo faltaba una última prueba... Le ofreció a Drago un cuchillo por el mango. El mismo cuchillo que le había entregado todas y cada una de las veces que le había ordenado matar. Todas las veces anteriores, el bosnio lo había rechazado. Sí, mataba para él, pero siempre lo hacía con su maldito láser que cauterizaba las heridas en el momento, y, salvo en el caso de Marek, que se regeneraba, todas habían sido muertes limpias y rápidas. Casi asépticas, a pesar del placer que el mutante experimentaba al hacerlo a causa de Cédric. El francés sabía que, en el momento en el que consiguiera que se manchara las manos de sangre, cuando rompiera la última barrera moral que aún le quedaba, sería completamente suyo.
La mirada de Drago pasó del cuchillo a Cédric y de éste a la figura inconsciente del Profesor.
- ¿Es realmente necesario...? -inquirió. Al rubio no le hacía falta leerle la mente para imaginar la batalla que estaba teniendo lugar en su interior.
Con la mano libre, tomó la diestra del antiguo líder de los X-Men y le puso la empuñadura del cuchillo en la palma sin dejar de mirarle a los ojos.
- Sabes que no parará hasta separarnos... Tienes que hacerlo, Drago... Tienes que cortar las cadenas que aún te atan a éste lugar y entonces podremos estar juntos para siempre...
Mirándole como si estuviera hipnotizado, el mutante asintió y, por vez primera, sus dedos se cerraron en torno a la herramienta que le ofrecían. Volviéndose hacia donde yacía Xavier, avanzó hacia él y se detuvo ante su cuerpo indefenso, sosteniendo en la mano el cuchillo de carnicero.
Mensajes : 2393 Fecha de inscripción : 12/11/2013 Localización : Blüdhaven Empleo /Ocio : Heredero de Industrias Wayne Humor : ¿Alguna pelirroja por ahí?
Ficha de Personaje Alias: Nightwing Nombre real: Richard John Grayson Universo: DC Universe
Tema: Re: Votación Highlights Noviembre 2020 2nd Diciembre 2020, 14:20
Señoras y señores, damas y caballeros... tenemos el orgullo de presentar a los ganadores de esta tercera edición de...
¡¡Premios del Mes!!
*¡VIVAN LOS NOVIOS!(?)*
Así pues, sin más demora...
El personaje más votado en las intervenciones del post de repetición de las mejores jugadas y que va a llevarse la medalla de Highlights es...
Prrrrrrrruuuuuuuuuuuuuuuuummmmmmmmmmmmm *sonido de tambores*
También me gustaría hacer una mención especial para la usuaria de Martha R. por su post autoconclusivo de "Kotska" que ha estado bastante reñido en las votaciones junto con el de Eclipse. ¡Un aplauso para ella!
***
Y... el usuario que cuenta con 29 post a sus espaldas este mes, y se va a llevar a casa la medalla de Dedos ardientes es...
Spoiler:
Sin duda alguna:
Es la reina de las teclas:
¡La usuaria de Aidan Doyle!
¡Enhorabuena Eclipse! ¡Esta vez te llevas dos premios para casa! ;P ¡Y esperamos que os hayáis divertido!
El próximo mes vendremos con más premios, así que estad atentos y animaros a mencionar a vuestros compañeros de rol y a votar en los premios del mes. ¡Bat-saludos!