De padre a hijo (Jason Todd - 10 de mayo de 2019)

Las llamas rugían con fuerza sobre el puente que conectaba Gotham y Metrópolis, sentada en el borde del tejado de un alto edificio una figura vestida con cuero, metal y cadenas observaba la sinuosa figura del murciélago que se dibujaba perfilada por el fuego, un espectáculo precioso: - He…Ya ha comenzado. – La figura sonreía siniestra mientras veía extinguirse las llamas poco a poco a través de su visor de metal oscuro, un objeto que no solo le permitía ver lo evidente, también lo que poco a poco se había estado gestando bajo la vieja piel de cemento y asfalto que era esa ciudad, podía sentir el miedo y la locura extenderse poco a poco, creciendo en su interior…Pero a la ciudad aún le faltaba un poco, aún existía un rayo de luz que le impedía ser arrojada al abismo de la locura, pero, por suerte, él estaba ahí para cortar ese último hilo y abocar a todos sus habitantes a la irremediable oscuridad que les estaba aguardando.

Se puso en pie, riendo en una mueca silenciosa que se perdió en el aire, llevaba ya unas semanas observando y acechando en las sombras, estudiando aquel nuevo mundo al que había ido a parar, y ahora, con las cosas que había aprendido, su tablero estaba dispuesto para empezar el juego.


Se había quitado su traje ¿Cuánto hacía desde la última vez que se había mirado sin el? Ya no se acordaba…De los atractivos rasgos de Bruce Wayne ya no quedaba nada en su rostro, sus ojos, inyectados en sangre, presentaban unas pupilas dilatadas, su tez era pálida y su cabello estaba sucio y despeinado, incluso, en algunos trozos le faltaban partes de su melena…Y su sonrisa…Esa sonrisa imborrable…El rostro de aquel hombre poco tenía que ver con el que alguna vez fue, y, sin embargo, seguía siendo Bruce, y eso era inconfundible.

Llevaba puesta una ropa sencilla, un pantalón negro y una camiseta del mismo color, que contrastaban enormemente con su blanca piel y además dejaban entrever que había perdido masa muscular…Iba descalzo y las uñas de sus pies y manos estaban amarillentas y algo largas, si cualquiera le viera, pensaría que se trataba de un Bruce Wayne al borde de la muerte…Y allí, con ese aspecto, sin su traje, aguardaba pacientemente la llegada de su hijo, el chico al que había sacado de las calles y al que había dado un propósito…En cierto modo, su intención ahora era la misma, solo que con fines más retorcidos…

La puerta del viejo almacén en el que se resguardaba (una serrería abandonada en el puerto de Gotham que le había servido de refugio) se abrió poco a poco mientras chirriaba, era un portón metálico de casi tres metros de altura que se deslizaba…Se ocultó en las sombras, aunque no con mucho esmero, lo suficiente para que parte de su cuerpo quedase oculto en las sombras:

-Sabía que vendrías…- La voz de Bruce salió a través de su boca, a pesar del tiempo que hacía de su conversión aún sabía cómo jugar con ella, cuando utilizarla…

Le había dejado a Jason Todd una pista sobre dónde encontrarle, había estudiado sus rutas y sabía que pasaba por el lugar dónde se conocieron cada viernes por la noche, allí le había dejado un regalo, un criminal apresado, un violador, al tipo lo había apresado con unos neumáticos que había oprimido alrededor de su cuerpo y lo había dejado colgado sobre una escalera de incendios, a los pies había un fichero policial en el que se detallaban las múltiples violaciones que había perpetrado a jóvenes de entre 15 y 17 años, todas siguiendo el mismo patrón, pelirrojas y caucásicas y en su frente había enganchado una nota: ‘’Este es el lugar en el que nos conocimos en otra vida. Él te dirá dónde nos encontraremos en esta nueva. Firmado BW.’’ ¿Lo gracioso? El Batman que ríe le había dicho al criminal que no dijera nada, así que Jason iba a tener que forzarlo hasta sus límites para hacerle hablar:

-Cierra Jason, por favor.– Su voz era firme, pero, al mismo tiempo, quería sonar quebradiza y débil, temblaba…En parte por la enorme lucha que estaba llevando a cabo para refrenar la risa que quería salir de su garganta: - Necesitamos hablar de cosas importantes. -

Llevaba días sin dormir, obsesionado con intentar enmendar toda la mierda que estaba sucediendo en mi ciudad después del jodido infierno. Gotham ya daba pena antes de que malditos demonios apareciesen de la nada y se cargasen mitad de los héroes del mundo, pero es que ahora la colosal ciudad parecía más un campo de guerra que otra cosa.

Sin la figura del murciélago vigilándolos, los criminales paseaban a sus anchas, acabando con la poca resistencia policial que se encontraban. Prácticamente solo se tenían que preocupar de no encontrarse con una pandilla rival, ya casi no había civiles insensatos que intentasen imponerse a su régimen violento o policías con los suficientes cojones como para salir de su comisaría; era el paraíso...Hasta que aparecí yo.

Estaba harto de ver como toda mi supuesta familia seguía jugando a que todo seguía igual, las mierdas del legado, el vínculo fraternal...Y una polla. Lo que les pasaba a todos esos estirados era que llevaban toda la vida siguiendo a papi Bruce sin preguntarse dos veces que coño pintaban sin él, y ahora que se había ido parecía que ni sabían atarse los cordones solos. Absortos en todos esos debates de moralidad habían dejado que el caos llamase a nuestras puertas sin mover ni n dedo, pero eso no iba a pasar nunca más. Ya no había nadie que me frenase, era hora de hacer las cosas a mi manera.

Tardé tiempo, pero tal como le había dicho a esa amazona tan engreída, el mensaje en sangre era el más convincente. Fue empezar a marcar los territorios con mi símbolo, y tomar la justicia por mi mano para ver como el índice de criminalidad bajaba. No quiero echarme flores porque sí, sabía que aún quedaba por hacer, pero no puedo evitar pensar que cada vez que acabo con uno de esos bastardos existía una escoria menos en el mundo que pudiese hacer daño a alguien.

En poco tiempo me volví bastante infame, la GCPD como la tanda de inútiles que era, prefirió centrarse en mi cabeza que en intentar acabar con el resto. Pero esos idiotas con placas me daban igual, si quería acabar con el crimen en Gotham tenía que ir directo a por su médula espinal: El jodido Joker.

Después de muchas investigaciones y un par de interrogatorios poco ortodoxos, logré descifrar la arquitectura de su caótica red criminal, acabando poco a poco con todos sus integrantes. Justo estaba regresando de acabar con uno de esos cabecillas cuando me di cuenta del día que era; tocaba una parada antes de intentar dormir una hora antes de volver al trabajo.

Todos los viernes desde su muerte y mi posterior mudanza a Gotham visitaba este maldito callejón víctima de la nostalgia o vete tú a saber que mierda, puede que fuese un sociópata con el ego disparado, pero era mi jodido padre y le echaba de menos. Pero grata fue mi sorpresa cuando vi a un tipo colgado por neumáticos justo en el punto donde solía tomarme un trago en honor a Bruce.

-Mira a quien han dejado caer por aquí, ¿algún amigo tuyo te ha dejado colgado eh?-me burlé del imbécil antes de notar una nota en su frente. Extrañado la cogí para leerla lentamente, al instante le metí un fuerte puñetazo al gilipollas debido a la ira que sentía viendo como alguien intentaba fingir que era Bruce. No sabía quien cojones había descubierto mi pasado, pero tenía claro una cosa: Bruce Wayne estaba muerto y quien estuviese jugando con su identidad lo iba a pagar.

Desvié la mirada del pobre bastardo para ver los archivos que estaban a sus pies. Tras leerlos, lancé otro fuerte golpe al hombre, esta vez en las costillas.

-No sé quien cojones ha hecho esto, pero será mejor que hables. Estoy de mala hostia y viendo tu historial, no me voy a arrepentir mucho de lo que te haga en caso de que sigas con la boca cerrada-amenacé mientras agarraba y presionaba su cara con mi mano.

El tío estaba sudando como si estuviésemos en una sauna, se le notaba el miedo en los ojos llorosos y su boca no paraba de moverse intentando articular alguna palabra para callarse al instante... todo indicaba que alguien le había forzado a mantenerse callado.

-Así que le tienes más miedo a ese fulano que a mí eh, mala elección compadre-dije a su oído mientras materializaba una all blade y comenzaba a clavársela poco a poco entre una costilla. Por suerte para el tío, Bruce nos había instruido en anatomía, sabiendo perfectamente la dirección y la profundidad exactas para no matar al criminal.

El tío gemía como un cerdo pero seguía sin decir ni una palabra, quizás tendría que optar por un enfoque más básico. Así que decidí comenzar a darle puñetazos mientras este se balanceaba como un saco de boxeo, con cada golpe fui preguntando constantemente quien hasta un punto donde de su cara apenas se podía reconocer algo aparte de la sangre.

A duras penas fue capaz de susurrar la dirección, puesto que le había destrozado la mandíbula, pero pude reconocerla: se correspondía con algún almacén del puerto.

-Gracias amigo-le dije mientras le liberaba de sus ataduras y dejaba que cayese bruscamente contra el suelo.

-Por ser tan bueno conmigo te has ganado un premio: te voy a ayudar a que guardes tan bien los secretos como hasta ahora-dije fingiendo inocencia para agarrar bruscamente su cara con ambas manos obligándole a sacar la lengua. Tras eso cogí mi cuchilla y de un fino movimiento se la corté, provocando que un gran chorro de sangre comenzase a emanar de esta.

-Presiona bien sobre la herida si es que puedes moverte algo, si no mala suerte. Espero no tener que volver a verte-le dije con desdén mientras le lanzaba el trozo de lengua que había amputado a su desesperado cuerpo que intentaba por todos los medios no ahogarse en su propia sangre.

Sin perder tiempo, me volví a meter en la moto y me dirigí al punto, finalmente encontrando un almacén de madera que antiguamente servía de serrería. Abrí la gran puerta de este, ya con pistola en mano y me adentré en él.

Estaba escasamente iluminado, pero podía discernir una figura en una esquina, por lo que apunté hacia el desconocido mientras poco a poco me iba acercando a él.

-Será mejor que me digas quien cojones eres y que me des un motivo para no matarte, eso de jugar con los muertos es de muy mala educación-le amenacé mientras a medida que me acercaba veía horrorizado como reconocía los rasgos del desconocido.

Ya estando a escasos pasos de él, casi dejo caer la pistola al ver el horrible aspecto del hombre que era idéntico a Bruce. Pero después de tantos embrollos con la magia, sabía que había debía haber gato encerrado, por lo que me recompuse e intentando ocultar mi sorpresa puse mi arma apoyada en su repulsiva frente mientras dejaba caer mi pulgar en el gatillo.

-Este debe ser el disfraz más cutre de Bruce Wayne que he visto en años, enhorabuena-

¡Ahí estaba! La rabia, la rebeldía, el espíritu…La punta del arma de Jason acariciaba con su frío tacto metálico, los duros labios de la muerte con olor a pólvora y aceite, el Batman que ríe miró directamente a los ojos de la máscara, podía traspasar el metal que la conformaba, podía ver a través de ellos, sentía el odio, sentía el miedo, sentía la tristeza…Podía saborear aquel remolino de emociones que el chico desprendía y le resultaba delicioso:

-Jason…- La voz de Bruce Wayne hablaba a través de sus labios, cómo una fina daga que se deslizaba desde su lengua hasta los oídos del chico, levantó las manos lentamente, mostrando que estaba desarmado: - Se lo que piensas, pero si me dejas, creo que podré explicártelo… -

Le miró fijamente, respiraba jadeando con fuerza, no porque le costase el acto, si no porque luchaba contra la carcajada que a cada segundo luchaba por salir de su garganta ¿Qué habría sido más divertido que su hijo adoptivo le hubiera vaciado un cargador entero en la cabeza sin siquiera preguntar? He…Habría sido hilarante.

Poco a poco llevó la mano al cañón del arma: - Tranquilo…- Murmuró mientras lo apartaba lentamente hasta que la punta miró al suelo, se dejó caer de espaldas contra la pared mientras jadeaba: - He. – Su cuerpo se fue deslizando lentamente hasta sentarse sobre el piso: - Perdona…Estoy muy cansado. – Le sonrió, aunque el conjunto de sus facciones hacía de aquel gesto algo grotesco más allá de ser algo tranquilizador:

-Si te vas a quedar más tranquilo, conserva el arma en la mano, está bien si eres tú quien acaba conmigo, será mejor que lo que me corroe por dentro. He…- Volvió a emitir una pequeña risa que intentó convertirse en una carcajada a la que ahogó golpeándose con el puño en el pecho, cómo si se tratara de una tos: - No te sorprenderé si te digo que vengo de otra Tierra ¿Verdad? Llegué hace unas semanas y he podido ver que este lugar es mejor que el que dejé atrás…Pero va encaminado en la misma dirección…-

Bruce se abrazó las rodillas y escondió la cabeza entre las piernas unos instantes: - M-mi mundo…- Su voz sonaba ahogada entre los dos muslos, unas piernas extremadamente delgadas en comparación a cuando fue Batman, retiró la cara y miró a Capucha Roja: - Mi mundo es un mundo en el que el Joker gana. Un mundo en el que mis errores y mi miedo nos llevan a todos a la ruina…Fue más lejos de lo que jamás habría imaginado, envenenó a toda la ciudad con su gas de la risa, no hubo avisos, no hubo chistes…Estaba desesperado, me había dado por muerto y no tenía un motivo para vivir. - Apartó la mirada hacia el suelo: - …Un día estallaron varios explosivos sin previo aviso, cubrió la ciudad de su gas durante días, la mayoría de gente murió al exponerse, la familia fuimos a por él, con todas nuestras fuerzas…- No se atrevía a mirarle a los ojos, hacía tiempo que no actuaba, sin embargo, aquella interpretación de Bruce Wayne era digna de un Oscar:

- Acabó con todos, no tuvo piedad, nos estaba esperando…Y a mi me dejó para el final. – Apretó el puño con rabia, podía sentir la furia de Bruce Wayne, su ira, su fuerza: - ‘’Para ti tengo algo especial amigo mío’’. – Murmuró imitando la voz del Joker: - Me inyectó una mezcla del gas y su sangre, Jason…- Se puso en pie poco a poco, con torpeza: - Me estoy convirtiendo en él, ese monstruo me transformó…Y cuando estaba dispuesto a acabar con mi propia vida, aparecí aquí…- Cogió al chico por los hombros, su fétido aliento bien podría haberse confundido con el de un moribundo:

- Y todo está volviendo a pasar…El Joker se volvió inestable después de que Bane me rompiera la espalda, estuve meses inactivo y nadie se atrevía a tomar el manto, por eso debo mantenerme vivo aquí…Debes ser tú Jason, ahora lo veo…- Se separó del chico, se pegó de nuevo a la pared, cómo si le costase esfuerzo hablar siquiera, jadeaba con fuerza: - Sólo tú tendrás el valor para hacer lo que hay que hacer antes de que sea tarde. –

Bruce caminó poco a poco, apoyando su peso contra la pared hasta que se acercó a una ventana del almacén: - ¿Recuerdas él día en que estabas enfermo y nos quedamos juntos en casa? Tal vez no, esta Tierra es confusa para mí…- Miró por la ventana, los hombros le caían en un gesto melancólico y pesado: - Aquel día tu querías salir a patrullar, pero tenías gripe, así que nos quedamos juntos a ver la televisión en la mansión…He…Eran buenos tiempos. – Se apartó de la ventana y le miró desde la distancia:

- Podríamos decir que ahora soy yo el que está con gripe…He. – Miró al suelo, cómo si no supiera bien cómo decirlo, a pesar de tener el discurso perfectamente estudiado: - Tú eres el único que puede enfrentarse al Joker y salvar la ciudad Jason, si algo me ha dado esta maldición es claridad para entender que mi método no era correcto, para él no hay redención posible porque sencillamente no la desea…- Se acercó más al que antes de asesinarlo había sido su hijo: - Los demás no lo entenderán, tratarán de impedírtelo, pero debes ser tú, tú debes ser el siguiente en llevar el manto porque sólo tú puedes salvarlos a todos. – Se apoyó con la espalda en la pared y sonrió, mostrando sus dientes amarillentos.

Ver a ese cadáver fingiendo ser mi Bruce me repugnaba, pero no todos los días encontraba a una figura paterna recientemente fallecida, por lo que iba a seguirle el rollo por el momento. Dejé que lentamente fuese desviando la mira de mi arma hacia el suelo, momento en que me fijé en sus esqueléticos brazos, ¿Cuánto tiempo debió haber estado sin comer? Todo en su aspecto indicaba que venía de un mundo completamente hostil, ya sea su esquelético cuerpo o su blanquecino aspecto. Pero lo peor de todo fue ver esa enfermiza sonrisa, con solo una mera hilera de dientes podridos mi mente saltó directamente a la noche de mi muerte; yo ya había visto esa maldita sonrisa antes...en el psicótico rostro del payaso que me había matado. No sabía como cojones ese Bruce me recordaba tanto al Joker, pero no ayudaba nada a que confiase en él, más bien cada segundo que miraba su retorcido físico tenía más ganas de bañarle en balas.

-Tranquilo, no tenía pensado soltar a mi amiguita. Y sí, después de tantas mierdas dimensionales ya deduje que no venías del mismo mundo de mierda que el mío, y viendo como van las cosas por aquí casi que mejor-mi tono seguía siendo hostil, una actitud que remarcaba al nunca dejar de tener el dedo en el gatillo de la pistola, listo para actuar ante el menor indicio de un ataque por su parte.

Todo comenzó a tener sentido al escuchar la historia de su mundo natal, el cual estaba peor que el actual, y eso que acabábamos de vivir una invasión demoníaca. Como no todo se había desembocado por ese maldito payaso y la ineptitud de Bruce, el cual seguía demasiado enfocado en lamerse el culo que no fue capaz de actuar a tiempo...con el coste de toda la familia.

La inyección de sangre contaminada explicaba su lamentable aspecto, a lo largo de mi vida clandestina había visto cientos de yonkis, pero pocas veces vi cambios tan drásticos en tan poco tiempo, mi teoría de que en vez de sangre el Joker tenía químicos fluyendo por las venas parecía ser correcta, era la única explicación posible para su locura y sus sorprendentes dotes físicas. Me estremecí cuando "Bruce" imitó la voz del villano, sonaba demasiado natural como para ser fingido, en aquel maltrecho hombre hacía ya demasiado que la línea entre el murciélago y el payaso había desaparecido.

Al instante que noté sus delgadas manos en mis hombros lo empujé contra la pared mientras volvía a alzar el arma apuntándole directamente a al frente:

-Me da igual de qué mundo de mierda hayas venido, vuelve a tocarme sin mi permiso y te meto una bala entre ceja y ceja-amenacé mientras ponía un poco de distancia entre los dos.

Tras eso comenzó intentando apelar a mis sentimientos contando una anécdota de mi época de Robin. Parecía que daba igual de que mundo proviniese, todos los Bruce Wayne eran unos jodidos sociópatas manipuladores. Justo ese recuerdo lo consideraba mi mejor memoria, llegando a sacrificarlo en busca de poder durante mi etapa con los Outlaws, y no iba a permitir que un desconocido de aspecto enfermizo jugase con este intentando confundirme. Iba a interrumpirle pero Bruce siguió su discurso, esta vez declarando que yo era el único con pelotas para hacer lo necesario y acabar de una vez con el Joker.

-Enhorabuena Bruce, solo te hizo falta perder a todos tus seres queridos e intoxicarte con el veneno de tu archienemigo para abrir los malditos ojos-pensé irónicamente. El tío no me decía nada nuevo, llevaba semanas sabiendo que tarde o temprano la bomba de relojería que era la Batfamilia iba a explotar en mi contra, pero si pensaba que era tan tonto como para seguirle cual perrito faldero estaba muy equivocado.

Si ya no me fiaba del Bruce de este universo, menos de esta copia enferma, pero sabía que si quería vencer a toda la Batfamilia necesitaría toda la ayuda posible, la cual hasta el momento había sido...nula. No podía tumbar a uno de los mejores equipos de la lucha contra el crimen con tan solo pistolitas y mala leche, quizás este asqueroso me podía ser útil de momento.

-Digamos que te creo y no te mato en este mismo instante, ¿Cómo demonios me puedes ayudar? No te lo tomes a mal, pero tu aspecto da asco, no creo que ni puedas caminar durante más de 10 minutos sin echar la bilis-bajé mi pistola y la guardé en el bolsillo. Sería mejor que el hombre me diese una buena respuesta o podía decir adiós a este mundo. Aunque siendo sincero, su destino iba a ser el mismo me ayudase o no, solo que alargaría un poco su patética existencia siempre y cuando me fuese útil.

Esa rabia, ese odio…Estaba tan cerca…Solo un pequeño empujón, una mano amiga deslizada por la espalda que lo empujase por el borde y el chico se vería arrojado para siempre a un pozo de locura infinita, un mal día…Si…Jason Todd solo necesitaba un mal día y se convertiría en todo lo que el había soñado, en su Robin, en su agente del caos ¿No era desternillante? Todos se iban a matar por un legado maldito que en el fondo no importaba, el murciélago no importaba, Gotham no importaba, todos eran piezas en su partida personal, sólo que aún no lo sabían:

-Se lo que piensas Jason. – Dejó que el nombre del chico retumbase en el almacén, cómo un potente taladro con la intención de perforar sus oídos: - Me equivoqué, en muchas cosas. – Miró hacia un lado y suspiró: - Pero al menos, moriré tranquilo sabiendo que este mundo queda en buenas manos, que no hay más víctimas de mi incompetencia…- Metió la mano en el bolsillo trasero de su pantalón mientras levantaba la otra, haciendo un gesto para que se tranquilizara: - No te preocupes…- Sacó un papel arrugado, en él había escrita una dirección, estiró el brazo ofreciéndoselo a Capucha Roja, la mano le temblaba:

-En esta dirección encontrarás una base oculta, el Bruce de tu mundo no era tan diferente a mí, ambos teníamos alijos escondidos por todo Gotham, planes de contención y puntos estratégicos repartidos por toda la ciudad, lugares secretos que solo él conocía, esto es lo que puedo ofrecerte…- Recogió el brazo cuando el chico hubo cogido el papel: -…Armas, equipamiento, refugios secretos que nadie más conoce. Esto es sólo una muestra de todo lo que puedo darte Jason, pero necesito que me hagas una promesa…- Le miró fijamente, podía sentir su confusión, su ira, su miedo…Era delicioso: - …Necesito que seas lo que yo jamás pude, sé feliz, no dejes que Batman consuma tu vida...No dejes que el mundo te diga cómo debes ser.-

Se levantó torpemente, apoyándose en la pared mientras miraba fijamente a la máscara del antiguo Robin: - Batman necesita evolucionar, y tú eres el único que le permitirá hacerlo. – Miró el papel que Jason sostenía: - La clave de acceso es el día en que nos conocimos. –