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Los Universos de DC y Marvel se han unido en uno solo. ¿Qué ha sucedido? ¿Quién está detrás de todo? Y, lo que es más importante, ¿cómo reaccionarán héroes y villanos de los distintos mundos al encontrarse cara a cara...?
 
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 La resistencia (Papá Legba, Loki, Edward Johns) [19-04-2020]

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Aidan Doyle
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MensajeTema: La resistencia (Papá Legba, Loki, Edward Johns) [19-04-2020]   La resistencia (Papá Legba, Loki, Edward Johns) [19-04-2020] Icon_minitime3rd Septiembre 2020, 18:38

Viene de aquí



La mano que sujetó la suya pertenecía al hombre contra el que le había advertido Gob. Su primer impulso fue echarse levemente hacia atrás todo lo que la extensión de su brazo le permitía, mientras una sensación de frío extremo le recorría.

Pero, entonces, recordó quién aguardaba al otro lado.

Frente a él estaba aquél hombre inmenso de aspecto imponente y amedrentador.

Tras él estaba Belial, con la sangre del niño que había devorado minutos antes todavía corriéndole por las comisuras, y detrás, su horda de demonios.

Joder... Legba podría haber sido el puto Drácula que igualmente habría saltado a sus brazos en aquél mismo instante, así que le miró con ojos asustados y asintió.

El hombre le cubrió con una delicadeza bastante sorprendente considerando su tamaño y su aspecto mientras le llevaba hacia un lugar donde pudieran estar momentáneamente a resguardo. El desconocido era tan grande que su cuerpo le servía de pantalla para no ver lo que ocurría a su alrededor, cosa que Aidan agradeció en su fuero interno, pero los gritos... Nada podía librarle de los gritos. Penetraban en sus oídos y le atravesaban hasta llegar al cerebro. Con un gesto de dolor, se los cubrió como pudo hasta que llegaron a la torreta.

Legba le puso frente a él y le miró a los ojos, unos ojos rojos como la sangre que evidenciaban que aquél hombre no era un humano normal y corriente. Aidan no entendía por qué, pero desde que había obtenido sus poderes parecía haberse convertido en una especie de faro para entidades con capacidades muy por encima de los sueños de cualquier mortal, y él se sentía como si no fuera más que una marioneta que se disputaban seres superiores, llevándolo de aquí para allá, incapaz de controlar las riendas de su propio destino. Era muy frustrante, pero a la vez terrorífico. Parecía que el hombre se disponía a hablar, pero el corazón le latía tan fuerte que retumbaba en sus oídos y durante un absurdo momento el cantante temió que no sería capaz de escucharle... Hasta que Legba le apartó de repente con brusquedad, casi a punto de hacerle perder el equilibrio, justo antes de que el cuerpo parcialmente devorado de una mujer se estrellara en el punto que él había ocupado segundos antes.

Una intensa oleada de náusea le asaltó ante la visión de las costillas abiertas y destrozadas de la mujer. Se cubrió la boca con las manos para no gritar, tropezó y cayó al suelo, llenándose los pantalones con la sangre que lo llenaba. Dios... Si no acabara de vaciar el contenido de su estómago hacía dos minutos habría vomitado de nuevo. Lleno de repulsa se volvió a levantar, intentando inútilmente limpiarse la sangre de los pantalones. Para cuando volvió a mirar a Legba éste acababa de terminar de tejer una especie de amuleto confeccionado con una piedra roja, y se lo pasaba por el cuello. Cuando la piedra se iluminó le quedó claro que no se trataba de un simple adorno.

El hombre de ébano debió de notar su agitación, porque le sujetó firmemente por los hombros, obligándole a focalizarse en su voz y su mirada.

- Escúchame, no tenemos mucho tiempo. Puedo sacarte de aquí, llevarte a un lugar seguro. Puedo hacerlo en un abrir y cerrar de ojos pero necesito que decidas YA. Hoy por ti, mañana por mí… Aidan Doyle… ¿Te saco de aquí?

Hoy por ti, mañana por mí… Aidan estaba harto de contratos y pactos, pero... ¿qué otra alternativa le quedaba? De haber tenido la experiencia y el entrenamiento necesarios habría podido tratar de salir de allí por sus propios medios, pero en sus circunstancias actuales no conseguiría avanzar ni diez metros antes de que aquellas bestias le despedazaran. Lo único que le preocupaba era no saber el precio... Ya había sacrificado su alma; ¿a qué tendría que renunciar ahora? Sin embargo, como bien había hecho notar el hombre gigantesco, no tenían mucho más tiempo.

Además... ahora que había conseguido recoger del suelo los pedazos rotos de sí mismo para recomponerse un poco se daba cuenta de que conocía a aquel ser de algo más aparte de la visión de Gob... Le había visto antes, concretamente el día anterior, en el pub de Morgan. Era uno de los que había intercedido por él cuando el Rey Calabaza había ofertado su destino al mejor postor. Ésto fue lo que le hizo terminar de decidirse y estrechar la enorme mano enguantada.

Cerró los ojos sin saber si había saltado de la sartén sólo para caer en las brasas...

La resistencia (Papá Legba, Loki, Edward Johns) [19-04-2020] Catacumbas-2

y lo que descubrió al abrirlos no hizo mucho para mejorar su estado de ánimo. La sala en la que se encontraban ahora era amplia y espaciosa, iluminada por la luz tenue de las antorchas que recorrían las paredes cada pocos metros y las pequeñas velas del candelabro que pendía del techo. De hecho, podría haber sido acogedor... si uno omitía el hecho de que las paredes estaban tapizadas de calaveras y huesos humanos y el candelabro lo conformaban cráneos de criaturas que a priori Aidan no logró identificar. Sin embargo, por alguna razón, no se sintió amenazado, y, de hecho, la visión de aquél lugar le resultó fascinante...

En el centro de la estancia había una chimenea, justo en la mitad de un largo banco que discurría paralelo a la pared. Tanto el banco como la chimenea estaban decorados con pequeños motivos tallados en la piedra, y parecían muy antiguos, pero Aidan no pudo reconocer exactamente a qué cultura correspondían. Por las ventanas ojivales se podía distinguir el cielo azul, pero estaban demasiado altas como para descubrir dónde se encontraban exactamente.

En ese momento, dos criaturas de apariencia humanoide pero con alas en lugar de brazos y máscaras de hueso ocultando sus rostros se abatieron en picado sobre él surgiendo de no se sabía dónde. Aidan se encogió por instinto, pero una única orden del señor del castillo, pronunciada con voz imponente en idioma desconocido bastó para hacerles parar en pleno vuelo.

Ok... joder... Vale... Ostia puta... Se pasó una mano por el pelo sudoroso. Una invasión demoníaca, bestias infernales, un castillo aparentemente hecho de huesos, un gigante con una calavera pintada en el rostro, guardias alados con máscaras extrañas... Necesitaba tranquilizarse, vaciar la mente de todas las cosas aterradoras que le habían pasado los dos últimos días y encontrar una solución para todo aquél desastre.

Cerró los ojos, tomó una honda bocanada de aire y la dejó salir por entre los labios. De locos... Todo aquello era de locos... Pero era real... Estaba pasando y era real. No podía dejarse llevar por el pánico...

Sus dedos se encontraron con el tacto frío de la gema esmeralda que le había dado Loki el día anterior, y que, por alguna razón, había llevado consigo al concierto en el bolsillo izquierdo de sus pantalones. En cualquier otra circunstancia, saber que llevaba consigo un objeto que podía invocar al dios del Engaño habría resultado desasosegante, pero el mundo estaba tan metido de lleno en la mierda que el brillo verdoso que le devolvió la mirada al sacarla pareció casi... ¿esperanzador?

Recordó las palabras que le había dedicado el mentiroso: No tienes nada de lo que temer, no voy a dejar que te pase nada malo… Además, odio a los demonios igual o más que tu. Incluso podríamos hacer un trato… Tú me ayudas a invocar a Kali y yo te ayudo con cualquier otra cosa que necesites… así ganamos los dos. ¿Qué me dices? Piénsatelo. No tienes por qué decidirlo ahora mismo. Pero cuanto más tiempo pase, más vidas mortales perecerán a manos de los demonios… Es tu decisión si quieres salvar este planeta de su destrucción…

La cuestión era... ¿realmente quería hacerlo? Él no era ningún héroe, sino el hijo de puta cobarde que provocaba las desgracias contra las que los héroes combatían.

Pensó en Lian... que quizá se hubiera quedado huérfana por su culpa. En Dinah, que había perdido al amor de su vida por la misma razón. En todas las personas que habían muerto a lo largo del mundo por culpa de la invasión demoníaca y en todas las que estaban siendo masacradas en aquél mismo instante en Metrópolis. Todas y cada una de aquellas muertes pesaba sobre su conciencia. Podía engañarse a sí mismo todo cuanto quisiera, pero en el fondo lo sabía... Los demonios podían haber sido el brazo ejecutor, pero él era el que había dejado abierta la puerta de la jaula. Todo aquello era por su culpa...

¿Le importaba? Quería creer que no, pero ya no podía seguir fingiendo que lo único que le interesaba era vivir su vida sin importarle nada más. Aquella mierda le había salpicado demasiado. El concierto. El puto concierto. El cabronazo de Belial le había utilizado para atraer a esas personas. Le había obligado a cantar en su honor mientras llevaba a cabo una masacre.

Cantarás para mí, le había pedido Loki. Él había dicho que no, y había terminado cantando para alguien mucho peor... Y Gob no le había dejado opción. Precisamente eso era lo que había tratado de impedir. Estaba cansado de ser un esclavo. Muy harto, joder.

Ahora que el peligro inminente había pasado, la súbita bajada de adrenalina le asaltó de golpe, haciéndole recordar todas las sensaciones que había experimentado subido en ese escenario. La impotencia, la frustración, la angustia, el miedo... Dejó escapar un suspiro entrecortado que no llegó a ser un sollozo... Se apretó el puente de la nariz para reprimir unas lágrimas que no debían salir. ¿Esto era lo que le esperaba el resto de su vida? Cuando había firmado el contrato con Gob se suponía que los demonios no podrían hacer uso de él hasta que llegara al infierno... Pero, con la destrucción de los portales y la instauración del infierno en la Tierra se había visto obligado a servir de cómplice en sus atrocidades. Al final Edward había tenido razón...

Pensar en el exorcista le hizo buscar la tarjeta que le había dado, y que había llevado desde entonces en su cartera. Allí, debajo de las palabras que rezaban ‘’Edward Johns – Demonologo y exorcista’’ se había materializado un número de teléfono que no había estado inicialmente. "Cuando me necesites, sabré encontrarte...", le había dicho antes de irse. Mmmmm.... Jugueteó con la tarjeta entre sus dedos, pensativo, mientras miraba la esfera de cristal verde que le había entregado Loki. Según le había dicho el asgardiano, la única persona que podía devolver a los demonios a su plano estaba actualmente encerrada en el infierno... Y, según sus palabras, él podía ayudar a liberarlo.

Joder... Volvió a inhalar y exhalar, tratando de reunir el valor para lo que estaba a punto de hacer... Sólo entonces se volvió hacia Legba.

- Creo que sé cómo podemos resolver todo ésto... Tenemos que traer aquí a Loki. Y, posiblemente, a un conocido mío.

Basta de esconderse. Basta de agachar la cabeza y dejar que la mierda siga salpicando a su alrededor. Basta de permitir mansamente que le siguieran utilizando. Había llegado la hora de hacer algo.

Había llegado la hora de contraatacar.

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MensajeTema: Re: La resistencia (Papá Legba, Loki, Edward Johns) [19-04-2020]   La resistencia (Papá Legba, Loki, Edward Johns) [19-04-2020] Icon_minitime24th Septiembre 2020, 23:33

OOC: Diálogo previamente pactado con la usuaria que lleva el personaje de Aidan.

La moralidad gris del guardián se podía cuestionar en muchos aspectos, incluso manifestar que él mismo se engañaba para convencerse de ese lado blanco y moralmente aceptable del que decía disponer. Sin embargo ni él era tan desconocido a sí mismo como para negar que esa mirada de pavor seguida de un apretón de manos con sabor a última opción desesperada resultaba deliciosa. De todos modos, sus grandes dotes interpretativas le cubrirían las espaldas. No negaría ese placer, pero disfrutaba la habilidad de poder ocultarlo.

Aunque no era ingenuo, en su consciencia rebotaba una y otra vez la fragilidad de la mente humana y el estado actual que el hombre que tenía ante él, por fin, estaba demostrando. Él no se mostró alterado, pero se adelantó a la orden por defecto que tenían sus guardias cuando un extraño accedía al castillo sin pasar por el puente, el ataque automático. -¡RÁRÁ!- gritó con una voz potente que hizo vibrar las entrañas de cada hueso de la sala. En el preciso instante en el que salió la orden, la guardia se detuvo en seco, replegó sus lanzas y volvió a la posición que le correspondía, en el marco de cada acceso a esa sala.

-Tranquilo… pronto pasará todo- la gran mano del dios reposaba en la espalda de Aidan, acariciando con suavidad y constancia, de arriba a abajo su columna vertebral. Uno de los nudos apareció para servir una jarra inmensa de agua para el humano y un bol con cacao azucarado en tableta artesanal. Dejó también sobre la mesa baja unos paños húmedos en agua humeante y unas mudas de lino negro -Siéntate… tienes que recomponerte, has pasado por muchas cosas- ni el polígrafo ni los mayores expertos en casting podrían decir que la preocupación que emanaba el Dios era falsa. También le dirigió al sillón más grande y cómodo de la sala, destinado obviamente en su origen para él, y el sol entraba por los ventanales acariciando con calidez los tatuajes del irlandés.

Los Iris rojos observaron con sumo detalle los objetos que bailaban entre los dedos del vocalista, y luego miro su tótem aún colgando de su cuello. Por lo visto no había sido el único que se había vinculado con él también de manera emocional…

-Tenemos que traer aquí a Loki. Y, posiblemente, a un conocido mío - El gesto del dios se hubiese torcido de no estar haciendo un esfuerzo en sostener su estoicidad. El cabrón de Loki, el dios de las mentiras inmiscuido en sus asuntos otra vez, dentro de sus dominios, tan cerca… No le daba en absoluto buena espina y no estaba dispuesto a concederlo salvo si existiese una buena explicación… -¿Qué pinta Loki en todo esto? Y ese conocido tuyo ¿Cómo puede ayudarte?- decidió dejarle espacio y sentarse en el sillón que descansaba frente a él, que parecía quedarle algo pequeño. Escuchaba con suma atención sin despegar sus brillantes ojos color sangre, frotandose la palma de las manos entre sus piernas abiertas. La curiosidad, el deber de protección y su propio interés se debatían por el accesit a un podio de prioridades que no estaba definido en absoluto.

- Se que parece una locura... Aunque bueno, a ti puede que no - rectificó. Todavía no se acostumbraba a tratar con entidades equiparables a dioses como quien habla con el vecino-, pero Loki vino a buscarme justamente ayer con un plan para acabar esta mierda. En aquel momento me negué porque me pareció demasiado arriesgado, ya que implicaba invocar a otra diosa, una con no muy buen carácter si las leyendas son ciertas, pero después de lo de hoy... Joder, ya no estoy dispuesto a seguir tragando mierda. Por eso quiero llamar a mi colega también. Es mago y podría ayudarme a no morir en el intento.-

Genial… el dios de las mentiras y un mago en mi castillo en pleno estallido demoniaco de los cristianos. Estoy deseándolo. Debía ir por partes… este chaval estaba harto de responder caprichos y preguntas de otros entrometidos y más valía ser suave con él, así que primero sería mejor quitarse lo fácil de encima.. - Tu... colega. ¿Cómo se llama y qué potencial dirías que tiene? ¿Sabes qué tipo de magia utiliza?- esperó paciente con un gesto suave, buscando dar todos los matices posibles a su voz que hiciese que dentro de la inmensidad de frecuencias graves sonase aterciopelada.

- Se llama Edward Johns. No se muy bien cuál es su potencial porque no tengo ni zorra de magia. Se que es exorcista y que hace unas ilusiones jodidamente auténticas. Y que tiene buena labia- Bien… carisma a nivel mundano y un exorcista que seguramente estuviese harto de quitarse demonios menores cristianos y no supiese mirar mas allá de la visera de su sombrero. No parecía ser un problema. El dios tradujo toda respuesta por varios asentimientos con la cabeza. - Comprendo, por supuesto no hay problema en que venga tu colega Edward. Creo además que si sois amigos podrá ayudarte a reconfortarte un poco y lo necesitarás después de la intensidad de hoy... Pero Loki... ¿Sabes quién es?-

Se echó a reír sarcásticamente - ¿Que si se quién es? Amigo, uno de los temas favoritos de Deamhan es la mitología nórdica. De niño me empapaba con todos esos mitos. Y creeme, si pudiera evitarlo lo haría, y de hecho intentaba evitarlo, pero ¿has visto la situación en la que nos encontramos? A grandes males, grandes remedios. O males no tan malos, esperemos. No estamos en condiciones de ser exquisitos con nuestros aliados… Joder, ni siquiera se quién eres tú. Y no es por nada, pero... ¿Le has echado un ojo a esta sala? Por lo que sé podrías ser el jodido Hannibal Lecter. No nos queda más remedio que confiar los unos en los otros…-

Esa soberbia frunció el ceño del dios y provocó que su torso inmenso se inclinase hacia delante, provocando sombra sobre el rostro del irlandés hasta que terminó de hablar. -Bien… entonces asumiré que tu mollera está lo suficientemente saturada como para pensar que fiarse del poseedor del sobrenombre “dios de las mentiras”- dijo plasmando las palabras en el aire con la palma de la diestra enguantada-es una pésima, pésima idea. No sé si os habéis dedicado tú y tu grupo a ver películitas y cómics de vikingos con cuernos en los cascos que rezaban a su dios del trueno y vivían felices despellejando y violando a las putitas cristianas. Pero la realidad de sus dioses es muy diferente…- los ojos brillaban con intensidad encontrándose con la claridad de los de Aidan. -La diferencia está en que lo que tú tienes es más poderoso que Lecter, pero puede no serlo más que un dios antiguo que domina lo intangible. ¿Has planteado cómo vas a defenderte de él? -

Aidan retrocedió cuando el gigante nubio se inclinó hacia el, intimidado.- Oye... -alzo las manos defensivamente, y cuando volvió a hablar todo su cuerpo temblaba-. Claro que lo sé, joder, no soy completamente gilipollas. Lo bastante para hacer tratos con demonios, pero no del todo -lagrimas de ira, frustración y rabia pugnaron por volver a asomar a sus ojos-.Claro que lo sé, pero ya estoy completamente jodido. Soy un esclavo, ¿entiendes? Y esos hijos de puta me han estado obligando a hacer cosas... Toda esta puta invasión es culpa mía para empezar. No puedo estar más jodido de lo que ya estoy. Loki no podría hacerme nada peor que el infierno en el que ya vivo. Llevo siendo un cobarde mucho tiempo, y ya no puedo seguir así. He visto como Belial devoraba un niño ante mis ojos. Como destruía toda una ciudad masacrando a todos sus habitantes. No puedo... No puedo más. Tengo que parar esto al coste que sea. Ya he perdido mi alma. No hay mucho más que pueda perder, ¿no te parece? -su tono era de ironía, pero la expresión de sus ojos era de dolor.

La palabra esclavo provocó que la calavera de Legba se diferenciase aún más de su tez oscura. Apretó las manos haciendo crujir el cuero de los guantes sintiendo cómo le escocían las cicatrices de las manos y la espalda. -Ah, sí… lo entiendo… ¿Cuántos latigazos te han dado tus dueños? ¿Cómo es que conservas tu nombre, Aidan Doyle? ¿Cuántas violaciones has tenido que presenciar de tus hermanas, madre, abuela o hija? ¿Te estás curando las cicatrices correctamente? Perdón, mal formulado… ¿Tienes recursos para poder curarlas? ¿A qué familia sirves? ¿Cuánto tiempo llevas sin comer ni beber?- por un instante pareció que su rostro eran dos brillantes estrellas rojas en lo más profundo de un cráneo humano. El dios respiró hondo, aunque no le hizo falta. Sabía que se encontraba en pleno colapso y volvió a relajarse y con él, su imagen -Siempre se puede estar peor… Siempre queda algo que perder… No subestimes lo jodido que puedes estar, Aidan. Y no se te ocurra sobreestimarte. Esto no ha sido cosa tuya. Has colaborado a tu manera, sí. Pero están pasando cosas horribles alrededor de todo el mundo y lo tuyo ha sido una pincelada en el perfecto mural que nos está regalando Lucifer..- apoyó su inmensa espalda contra el sillón, que parecía haberse hecho más grande. -Crees que un dios no puede hacerte más daño del que ya se te ha hecho… Pero quienes te han hecho esto son los que perdieron la guerra contra uno de ellos. ¿De qué crees que serían capaces si se pusiesen las pilas?- Fingió tomar aire, respirar, ofrecerle una pausa para la reflexión. Los demonios estaban sometidos, dominados por el poder divino. Si al de arriba perdiese la cabeza como la perdió en la época de los filisteos...volveríamos a estar bien jodidos. Todos nosotros.

-Mira Aidan… Quiero que entiendas que quiero ayudarte. Loki es inteligente, astuto… pero no violento. Y eso es precisamente lo que le hace tan peligroso.- Buscó en su mirada. - Le traeremos, pero no puedes confiar en él. Lo más sano para ti es cuestionar todo cuanto te diga, ese cabrón podría hacerse pasar por tu abuela si así lo quisiera y envenenarte con sus galletas.- le tendió la mano de nuevo, esta vez con un gesto más calido y familiar. Un gesto cariñoso con el que envolvería la mano del irlandés. -Tómate tu tiempo, lávate, cámbiate de ropa, come algo… Y cuando creas conveniente, contactamos con Loki y tu amigo Edward-

Una vez estuvo listo, el orbe refulgía en iridiscentes tonos verdes y dorados sobre la mano del vocalista, destelleando en cada rincón de hueso.

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MensajeTema: Re: La resistencia (Papá Legba, Loki, Edward Johns) [19-04-2020]   La resistencia (Papá Legba, Loki, Edward Johns) [19-04-2020] Icon_minitime26th Septiembre 2020, 01:23

Aidan palideció de manera ostensible ante el exabrupto del Dios. Por miedo, sí... el miedo y el respeto que la presencia de Legba inevitablemente imponía, pero también algo más: una profunda y honda desesperación que surgía en sus entrañas y trepaba por el interior de su cuerpo clavándole las garras en la garganta.

La visión del cuerpo decapitado de su esposa en el coche mientras su hijo de dos años ardía en el asiento trasero, el miedo hacia sus amos, la vergüenza por sus errores, la culpa y el arrepentimiento por las implicaciones de sus acciones arrasándole con la devastación de una ola. Él, cantando en un escenario, provocando la apertura de los portales que separaban la Tierra del infierno, ocasionando una invasión demoníaca que había acabado con millones de vidas en todo el mundo. Gob, obligándole a cantar para Belial mientras él arrasaba con toda una ciudad... Pero según Legba, todo aquello no era sufrimiento. Según Legba, todo aquello no importaba.

Sentía unas ganas terribles de gritar, y quizá lo hubiera hecho si la opresión que sentía en la garganta no se lo hubiera impedido. Maldita sea, sentía que se ahogaba... Se llevó las manos al cuello mientras lágrimas silenciosas resbalaban por sus mejillas, sintiendo una vez más el terrible peso de la impotencia sobre él.

Miró al Dios con unos ojos en donde se mezclaban ira, vergüenza, dolor y miedo a partes iguales, sentimientos que le habían estado controlando desde la muerte de su familia hasta convertirle en el muerto en vida del que había tomado su segundo nombre.

- Un esclavo es alguien que carece de libertad y derechos propios por estar sometido a la voluntad y el dominio de otro que es su dueño y puede disponer de él a su gusto, obligarle a hacer lo que quiera en contra de sus deseos, regalarlo o venderlo como si fuese una mercancía -musitó con rabia-. Me obligaron a cantar para provocar la invasión cuando la sangre de mi mujer y mi hijo aún estaba caliente en mis manos. Mi dueño me obligó a servir a Belial. Me dijo que debía "mantenerle contento". Me hizo cantar loas en su honor, el honor de un monstruo, atrayendo con mi voz a cientos de inocentes a los que después masacró. He sido utilizado y humillado, y a buen seguro habría muerto en Metrópolis si no me hubieras sacado de allí porque al parecer no le importo tanto a ese cabrón como para mantenerme a salvo -apretó los labios hasta formar una fina línea. Las lágrimas seguían brotando de sus ojos, pero en ellos ahora primaba la rabia y el desafío. Ya estaba harto, cansado de recibir continuos palos, de ir dando tumbos de aquí para allá, de ser despreciado y humillado por todos-. Lamento mucho no haber sufrido tanto como tú. Quizá cuando termine en el infierno lo compensen.

A lo mejor Legba le mataba por eso, pero le daba igual. Acababa de ser testigo de una masacre en primera persona, algo que no podría olvidar jamás. Una masacre no provocada por la acción de pistolas y bombas, sino de colmillos y garras. Había visto a los demonios de Belial devorando viva a la gente, descuartizándolos y regando con su sangre el suelo del parque desde el aire. Sólo aquello habría bastado para volver loco a cualquiera. Estaba cansado y alterado y ya no pensaba callarse más.

- Por tus palabras parece que fuiste torturado una vez... Quizá no fuiste siempre un Dios. Quizá hubo un tiempo en el que fuiste un simple humano. Pues bien, enhorabuena: seguramente fuiste un humano más valiente que yo.

Súbitamente el dios se dio cuenta. No sólo estaba hablando con un humano, sino con un humano varón y blanco. Cualquier cosa que le ocurriese en la vida sería digna de escribir un libro de autoayuda y superación del que obtener dinero para poder seguir yéndose de putas, pagarse sus drogas o hacer cualquiera de las cosas que le liberasen de su "miserable vida". Mientras tanto, el resto del mundo giraba con auténticas ruinas personales de las cuales él nunca llegaría a ser partícipe. Sí, el chaval llevaba buena carga encima pero nunca era buen momento para la autocompasión. Desde luego lo que era inútil era intentar hacerle comprender todo el mal que aún le podían hacer, y más cerca de esas compañías. Si quería pensar que era el hombre más desgraciado y dañado sobre la faz del planeta, que así fuese.

- Bien Aidan Doyle. Si tan convencido estás de lo visceral de tu dolor... Querrás hacer lo que sea para dejar de estar así.

Aidan le miró con incredulidad, sin entender por qué había vuelto a pasar a una actitud más amable. Negó con la cabeza.

- No es dolor, amigo... ¿Por qué iba a ser dolor? Físicamente no me han hecho nada. Es rabia. Impotencia. Odio. Lo que quiero es vengarme y volver a recuperar las riendas de mi vida, nada más.

El dios se levantó sin dejar de mirarle.

- Te daré un consejo; A mí me da igual que vayas de listo, que infles el pecho delante de mí o que intentes averiguar de dónde vengo... - dijo metiéndose las manos en los bolsillos- Pero estoy convencido de que ni a tu "amo" y mucho menos a Loki le haría gracia que te pusieses como el numerito que acabas de hacer aquí. Como te he dicho antes, yo estoy aquí para ayudarte, pero ellos no creo que toleren algo así. Ten cuidado, chico...

- Bueno, pues lo siento mucho... Supongo que tendré que acostumbrarme más a las carnicerías humanas... Bañarme en vísceras con regularidad... Así seguro que evito perder los estribos la próxima vez que me encuentre en medio de un jodido baño de sangre.

No podía evitarlo, era superior a él. El Thánatos, la pulsión de muerte que le guiaba sin él ser consciente de ello. Siempre hacía y decía las cosas más inoportunas en los peores momentos, lo cual le había ganado más de una paliza de bar. El mono tampoco ayudaba. Llevaba todo el puto día sin beber ni una gota de alcohol.

- Lo que diga mi amo a éstas alturas me la sopla porque planeo enviarlo de vuelta al jodido infierno a donde pertenece. Y Loki me necesita. Al menos por el momento.

Su mirada recorrió la estancia buscando algo de alcohol, pero lo único que encontró fue la jarra de agua y la puta taza de cacao que no había llegado a tocar. Mierda de vida...

Legba siguió su mirada y le hizo un gesto de invitación.

- Ahora bebe, ponte cómodo y les llamaremos cuando estés listo.

El dios le dio la espalda contemplando el fuego en la chimenea, escuchando su crepitar de brazos cruzados y tejiendo en su cabeza la telaraña que formaría el guión para el papel que debía seguir interpretando.

Ponerse cómodo... Estaba demasiado nervioso, y más con la presencia de Legba en el lugar. Le vendría bien un trago de alcohol para relajarse... Cualquiera. Joder... Daría cualquier cosa ahora mismo por un trago. Más te vale llevar una petaca encima, Edward...

Como no podía beber, hizo lo segundo que mejor servía para tranquilizarle, llevando la mano al interior de la chaqueta de cuero para buscar el paquete de cigarrillos. Cuando lo sacó, estaba completamente empapado en la desagradable sustancia viscosa y rojiza que cubría toda su ropa. Debía de haberse manchado cuando se había caído sobre el charco de sangre que regaba el suelo de la zona del concierto. Frustrado, asqueado y furioso se quitó la chaqueta y la arrojó al suelo junto con el paquete, quedándose en mangas de camisa. Notaba los pantalones húmedos y pegajosos, pero no pensaba desnudarse mientras Legba siguiera allí. No por pudor ni porque le importara lo más mínimo, sino porque podía llegar a ser bastante incómodo mostrar ese nivel de confianza con alguien con quien acababas de tener un momento tenso.

El nubio se giró, vio el paquete de cigarrillos inservible en el suelo, avanzó hacia él y le ofreció un puro salido de Dios sabía dónde. Aidan lo aceptó, no sin cierta vacilación. En la etiqueta podía leerse una marca: "Puros Bongani". Se lo quedó mirando un momento, como si no supiera qué hacer con él. No se veían muchos lujos así en el lugar del que procedía, ni tampoco en los ambientes en los que se movía ahora.

- Nunca he probado uno de éstos -admitió al fin mientras se lo encendía. El puro olía a tierra fresca y lluvia, sin ninguna clase de perfume o aromatizante artificial. El sabor también era increíblemente agradable y experimentó casi de inmediato una sensación de bienestar que ayudó a tranquilizar sus nervios.

- A todo esto, ¿quién es? - preguntó el Dios refiriéndose a quien hacía llamar su dueño.

Aidan le miró a los ojos mientras dejaba escapar una calada, sentándose en los bancos de piedra de la pared, haciendo todo lo posible por no pensar en la sangre. Internamente agradeció que no hubiera espejos allí porque era más que probable que se hubiera tocado la cara o el pelo en algún momento con las manos manchadas y no quería pensar en eso.

- No puedo decirlo. Es una de las cláusulas del contrato. Las pocas veces que lo he intentado ha sido como si me partieran por la mitad. Pasó lo mismo cuando traté de escribirlo. Tuve la impresión de que si lo seguía intentando podía llegar a morir, así que dejé de hacerlo. De todas formas estoy prácticamente convencido de que usó un nombre falso.

Aunque la respuesta fue decepcionante, Legba podía comprenderlo... A fin de cuentas él usaba más de diez nombres diferentes según con quién hiciese los tratos, y otros tantos que improvisaba sobre la marcha... Por lo visto su amo también era un tipo listo.

Cuando se hubo tranquilizado un poco de todo el shock que había supuesto lo de Metrópolis, Aidan miró fijamente el pequeño orbe verde.

- Loki, Loki, Loki -repitió-. Acepto el trato. Pero tendrá que ser con mis condiciones.

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MensajeTema: Re: La resistencia (Papá Legba, Loki, Edward Johns) [19-04-2020]   La resistencia (Papá Legba, Loki, Edward Johns) [19-04-2020] Icon_minitime22nd Octubre 2020, 13:33

Loki, Loki, Loki -repitió-. Acepto el trato. Pero tendrá que ser con mis condiciones.

Aidan acarició la gema de color verde esmeralda que había guardado en el bolsillo izquierdo de sus pantalones hasta aquel preciso instante. Aquella gema resplandeciente le había acompañado durante las largas horas que sucedieron después de su encuentro con Loki en el bar de Morgan. Y sin tener conocimiento de ello, una mirada curiosa había estado observado en silencio todos los acontecimientos que habían sucedido hasta el momento…

La ciudad de Metrópolis, devorada por las llamas del infierno. El concierto en honor a Belial, la masacre de miles de vidas inocentes a manos de los demonios, en un horrible festín de carne humana que poco tenía que ver con los deliciosos banquetes del Valhalla.

Loki apartó la mirada, cansado de la repetitiva violencia. Lo mismo le había sucedido a su pueblo asgardiano días atrás. Masacrado y mutilado por las huestes de demonios de Karnilla. Abandonado a su suerte por el único soberano en el que confiaban, el dios que había negado la ayuda a sus hijos y a su pueblo, refugiado como un cobarde en las impenetrables puertas de la ciudad dorada de Asgard. Odín, antes padre de todos y ahora padre de nadie.

Cuando volvió la vista al estanque de adivinación, vio como las ruinas de la metrópolis habían sido sustituidas por un enorme palacio de huesos y calaveras. Aquello lo desconcertó, puesto que el embaucador tenía pensado aparecer en el último momento en el caso de que su contacto estuviera en peligro de muerte. Y es que no podía dejar morir a Aidan en aquellas terribles condiciones, le necesitaba. Bueno, Strange le necesitaba, y probablemente Arión también, a menos que tuviera pensado quedarse en el infierno hindú para siempre...

El hombre que había sacado a Aidan de la zona de combate presentaba un aire muy misterioso. Jamás lo había visto antes, pero dadas las circunstancias, no era descabellado pensar que era alguien con poder... probablemente un enemigo. Pero por algún extraño motivo que el embaucador todavía desconocía, le había salvado la vida al cantante...

El extraño hombre de tez oscura mostraba confianza en sí mismo y una disposición a ayudar muy sospechosa. Aidan, en cambio, se sentía cansado, muy arrepentido por lo sucedido en Metrópolis y la culpa dominaba su voz. Aquel estado mental era perfecto para ser manipulado, y con ello terminaría de convencerle para que le ayudara con sus planes. Él único que podía interponerse entre ellos dos era el hombre del discurso sobre la esclavitud… y es que el africano no dejaba de demostrar con sus palabras la poca confianza que tenía en Loki. Pero no podía culparle. El mismo Loki también solía desconfiar de sí mismo. ¿Y quien no lo hubiera hecho en su sano juicio? Tenía una reputación que mantener…

Pero esta vez… sólo por esta vez, les debía convencer con la verdad. Algo que no se le daba nada bien al príncipe de las mentiras. No era nada nuevo ni revelador. Nada ni nadie se fiaba del mentiroso, el que iba a traer el Ragnarok. Incluso cuando era un niño, tenía que acabar mintiendo para que la gente hiciera lo que él planeaba, aunque todo fuera por una buena causa. Pero esta vez, tenía algo en su poder que podía utilizar a su favor...

El hijo de Laufey terminó de vendarse las heridas de la batalla de Asgard y las escondió en sus elegantes ropajes, junto con la todavía reciente traición de su pupila. Se ató a Gram al cinto, y realizó un último hechizo antes de partir. No pensaba entrar en los dominios de alguien desconocido sin un as en la manga…

Tan pronto como terminó sus preparativos, se teletransportó al lugar de reunión, justo frente al rostro cansado de Aidan...

Veo que has hecho caso de mi advertencia… — respondió, con una suave sonrisa en los labios. Pero rápidamente la mueca se partió para mostrar un rostro enfadado, como si realmente a Loki le importaran las vidas perdidas de los mortales — Aunque Metrópolis ha tenido que pagar las consecuencias…

De pronto, sus viperinos ojos se clavaron en la rígida figura del dueño de aquel castillo, y susurró:

Bonito palacio, por cierto. Muy acogedor con esos huesos y esas calaveras en las paredes. ¿Son humanos? — señaló, volviendo a su característica sonrisa traviesa, y después le comentó con cierto tono de ironía... — Creo que todavía no me he presentado. Soy Loki, dios de las travesuras. Aunque eso ya lo sabías, ¿no? —le lanzó una mirada desafiante a su contrincante para luego ofrecerle la mano.— ¿A quién tengo el placer de conocer?

Tras las rápidas presentaciones, volvió a girarse en dirección al cantante de heavy metal, y se mostró nuevamente amigable, aunque manteniendo el semblante serio. Y es que la conversación lo requería. No todos los días se reúne la gente para hablar de la salvación del mundo.

Entonces… ¿Vas a ayudarme? ¿Cuáles son tus condiciones? — y el embaucador se cruzó de brazos, esperando la respuesta de su interlocutor con mucho interés.

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MensajeTema: Re: La resistencia (Papá Legba, Loki, Edward Johns) [19-04-2020]   La resistencia (Papá Legba, Loki, Edward Johns) [19-04-2020] Icon_minitime24th Octubre 2020, 01:47

Para cuando realizó la invocación, Aidan ya había conseguido tranquilizarse, pero cuando Loki lanzó su certera flecha la mano que sostenía el puro volvió a temblar ligeramente. Aprovechó que la atención del Dios de las Mentiras se había centrado en su imponente anfitrión para recuperarse del golpe, escuchando después con interés la presentación que el dios africano hacía de sí mismo. Su identidad todavía era una incógnita para él, pero el shock de lo que acababa de vivir había mantenido ocupado su cerebro con las visiones de destrucción y muerte, impidiéndole plantearse las incógnitas que, en cualquier otro lugar, habrían tenido prioridad, especialmente después de que Gob le hubiera advertido sobre él.

La mirada del dios Yoruba no escondía ningún sentimiento. El desagrado de la situación se reflejaba a la perfección entre las facciones de esa calavera blanca. Una mezcla de distancia, coraje, asco y furia que se contenían bajo un entrecejo fruncido.

- Casi todos - Dedicó una sonrisa relamida mientras veía al dios nórdico fuera de lugar. El dios tendió la mano enguantada para estrechar la mano con él, una vez de pie - Papa Legba, un gusto conocerte Laufeyson - La ironía de las palabras contra su gesto resultaba deliciosa y no era difícil descifrar que se relamía de ese manifiesto de metaconocimiento sobre la vida del asgardiano.

A pesar de ser aficionado a las leyendas y la mitología, Aidan no sabía prácticamente nada del folclore haitiano, así que el nombre no le sonó a mucho, aunque podía imaginarse la clase de ser con la que estaba tratando, si el palacio de huesos y los siervos con cabeza de animal eran indicativo de algo. Huesos humanos... Ése era otro aspecto que su cerebro había estado tratando de ignorar. Sencillamente no podía asimilarlo ahora mismo.

Cuando Loki volvió a centrarse en él, Aidan había tenido tiempo para volver a recomponerse.

- Estaba asustado -dijo, con serena sinceridad, más de la que había mostrado en semanas-. Acababa de pasar por una especie de subasta en la que lo que se subastaba era mi culo ante un puñado de monstruos, con un tipo que echaba fuego por los ojos que quería arrancarme la garganta, y lo siguiente que escucho es que me piden invocar a una diosa... -miró a ambos dioses-. Es curioso... Eso ayer parecía una locura, y menos de 24 horas después ya parece de lo más normal... Puede que la gente de Metrópolis haya muerto por mi culpa, y es algo que no pienso olvidar... Pero podemos impedir que continúen matando. ¿Mis condiciones?

"Que me dejéis solo diez minutos para que pueda quitarme toda ésta sangre de encima", pensó. Pero, en su lugar, sacó su teléfono móvil del bolsillo y se lo enseñó.

- Necesito que me asegures de alguna manera que estaré protegido, y quiero tener apoyo. Conozco a un mago que podría ayudar y quiero poder incluirle en el plan.

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MensajeTema: Re: La resistencia (Papá Legba, Loki, Edward Johns) [19-04-2020]   La resistencia (Papá Legba, Loki, Edward Johns) [19-04-2020] Icon_minitime24th Octubre 2020, 10:29

El puto infierno se había desatado delante de sus narices y ni siquiera se había dado cuenta, no, más bien no había querido darse cuenta, llevaba años colaborando con Samigina así que algo de lo que ahora estaba destrozando el mundo había podido olerse, pero, para variar se hizo el loco, él no era un héroe, solo un capullo que quería sobrevivir…Ahora, escondido debajo de un escritorio repasaba en su cabeza todos los hechizos que conociera para escapar de aquella situación…

Se había atrincherado en la primera planta de una escuela abandonada, en el despacho de lo que suponía que era el director, el polvo de la estancia dificultaba respirar con normalidad y un perfume a rancio inundaba todo el espacio:

-Jjjjjooohnssssss….- Una siniestra voz murmuraba al otro lado de la estancia, desde el pasillo...Vástagos de Samael, uno de los principales enemigos de Samigina, ahora, libres de las ataduras del infierno caminaban por la tierra, listos para vengarse de Edward, se escuchó un desagradable ruido, aquella criatura estaba arañando el marco de la puerta, ansioso, con hambre…El ruido se apagó y desapareció finalmente por el pasillo y Johns suspiró aliviado.

Observó el amuleto que llevaba colgado del cuello, una antigua reliquia sumeria que protegía a su usuario de ser detectado por demonios y criaturas infernales, era una suerte que lo llevase encima en el momento en que esas cosas aparecieron: - Bien…Veamos que puedo hacer…- Abrió poco a poco su maletín, evitando hacer ruido, a pesar de que llevase el amuleto, aquellas criaturas podían escucharle…

Observó el contenido que había en el interior, llevaba una gran cruz de plata, una especie de puño americano con unas cruces y runas inscritas que parecía estar forjado en plata, dos nabos y su grimorio de hechizos, para ser honestos, estaba en clara desventaja, una cosa era enfrentarse a un cuerpo poseído, aquello era una lucha de voluntades, otra cosa era intentar plantar cara a un monstruo que podía arrancarte la cabeza antes de que pudieras soltar un suspiro:

-Mierda…- Murmuró mientras sacaba el libro de hechizos, lo ojeó inútilmente, no tenía los elementos para llevar a cabo magia tan poderosa, e, igualmente, no sabía cuántos enemigos le perseguían…Dejó el libro en el maletín y entonces un ruido sobre él le puso en alerta, era un bufido, un gruñido…Tenía algo encima…Levantó la mirada y vio el morro de una criatura que olfateaba el aire, era similar a un perro, no tenía ojos y tenía unos robustos cuernos en la cabeza, una melena plateada le surcaba el lomo, la bestia dejaba caer saliva inquieta…

Spoiler:

El morro estaba ya muy cerca del exorcista, solo unos centímetros le separaban de la dentadura de la bestia…Estiró el brazo lentamente hacia el maletín para coger el puño americano y colocarlo en su mano derecha, muy lentamente…Notaba el hedor proveniente de la boca de aquella cosa, el aire que sus fosas nasales exhalaron, caliente como el fuego, le golpeaba en la cara, ya estaba muy cerca suyo…Frunció el ceño con decisión y le lanzó un fuerte golpe con su puño derecho en el hocico, el artefacto sagrado hizo su función, la carne de la bestia se destrozó como mantequilla y las fosas nasales empezaron a sangrar.

Mientras la bestia gimoteaba y emitía una especie de aullido, Edward cerró el maletín, lo sujetó con fuerza y rodó rápido por el suelo, sintió un dolor punzante cuando la garra de la bestia consiguió rasgar el cuello superficialmente, al sonido de la piel rasgándose lo acompañó un sonido metálico, algo que impactaba contra el suelo, el colgante que le protegía cayó y unos alaridos empezaron a resonar por todo el edificio en respuesta:

-Joder…Puta mierda… - Edward corrió por la puerta y se adentró en el pasillo, sabía que algo le perseguía, pero no se atrevía a mirar hacia atrás, la sangre le empapaba el cuello y parte de la camisa blanca que llevaba puesta, maldijo en sus adentros por llevar aquel pantalón negro de traje y sus zapatos en lugar de un chándal y unas deportivas:

-Oh…Si, por Dios, ábrete. – Delante suyo encontró una gran puerta metálica de emergencia, la abrió cuando ya notaba que le estaban dando alcance y la cerró en los morros de lo que fuera que había detrás suyo, sujetó la puerta con su cuerpo sabiendo que no duraría mucho, sujetando la herida con una de sus manos, con la mirada buscaba incansable una salida, su mente exprimía cada ápice de conocimiento para tratar de huir de aquella situación, pero todos los caminos le llevaban al mismo destino, sus sesos desparramados por el suelo y un grupo de demonios dándose un festín con sus entrañas…De pronto, la esperanza se manifestó en forma de vibración en su pecho, no podía creerlo, empezó a reír en un ataque de histeria cuando un fuerte golpe en la puerta le devolvió a la realidad, no aguantaría mucho:

-Espero que sea el puto Superman… - Sacó el teléfono mientras los golpes que las bestias propinaban a la puerta se intensificaban, no reconocía el número, pero si lo hizo con la voz que le saludó al otro lado: - Oh, joder, no sabes lo bien que me vienes colega… - Respondió con una sonrisa irrefrenable y los ojos ilusionados, alguien allí arriba le quería vivo, eso estaba claro. Dejó caer el teléfono móvil al suelo mientras murmuraba palabras en una lengua ya muerta hacía eones:

-ᛒᛁᚨᚺᛖ- Un portal de color rojo  sangre se abrió en el suelo y succionó el teléfono, Edward se apartó de la puerta y esta saltó en pedazos, tras ella había un grupo de 10 demonios y 5 perros demoníacos, soltando espumarajos de baba por la boca y excitados, sabiéndose ganadores: - Caballeros…Me habría gustado ponerme al día con ustedes, pero tengo asuntos pendientes…- Se despidió de los demonios que le miraban fijamente con un gesto de la mano, no habían reparado en el portal que había en el suelo, de un par de metros de diámetro: - Hasta el próximo apocalipsis hijos de perra. – Y se dejó caer de espaldas haciendo un gesto con el dedo corazón de la mano derecha a sus perseguidores y con una sonrisa en la boca.

Fue succionado con violencia por una irresistible fuerza que le guiaba hacia el otro lado, sintió como si su piel fuera arrancada a tiras, trozo a trozo, luego un dolor prácticamente insoportable cuando empezó a sentir como los músculos de su cuerpo se le desprendían de los huesos…Había recurrido a magia poderosa para ejecutar aquel desplazamiento, sin ningún tipo de preparación y sin utilizar medios para canalizar el hechizo el resultado podía resultar nefasto, pero confiaba en su suerte y la divina providencia.

Mientras su cuerpo viajaba a través de un infinito túnel rojizo, inexistente en el tiempo y el espacio, en su mente empezaron a dibujarse imágenes de todo lo que sucedía en el mundo; Veía la esperanza morir, veía muertos en las calles a ritmo de una siniestra música, veía como los héroes se corrompían…La oscuridad había tomado la Tierra, o la tomaría ¿Estaba viendo el presente? ¿Tal vez el pasado? ¿O puede que el futuro? Eso nadie lo sabía.

Notó como su cuerpo se recomponía y de repente se vio lanzado al mundo real de nuevo, intuyó el destello de una chimenea antes de darse cuenta de que caía a toda velocidad desde el techo de dónde fuera que se encontraba hacia el suelo, donde ya había caído su maletín antes que él: - ¡Oh joder! – Gritó instantes antes de caer de bruces contra el duro suelo de piedra, por suerte puso las manos en la cara y todo el impacto que recibió fue un fuerte golpe en el torso y los muslos, se quedó unos instantes en el suelo, estirado, respiró, necesitaba unos segundos de calma

Comprobó que todo estaba bien, no le faltaba ningún miembro ni había nada extraño, la herida del cuello parecía haberse cerrado, le parecía sorprendente que estuviera intacto ¿Habría interferido alguien en su hechizo para que no acabase hecho trizas? Se sentó en el suelo y observó la sala en la que estaban, las paredes estaban decoradas de cráneos, estupendo…

Inspeccionó a su alrededor y vio que no estaba solo en la habitación, cerca de él estaba Aidan, el capullo tenía una cara de pasmarote, como un vegano al que habían llevado a la fiesta de la matanza por primera vez, al lado de su amigo había un tipo vestido con un traje extraño, cómo sacado del puto Hamlet, y por último había un hombre curioso, enorme, tenía una calavera pintada en la cara y los ojos rojos, a Edward cada fibra de su ser le decía que se alejase de él, pero ahora mismo su cabeza era un torbellino y no sabía ubicarse ni a si mismo, lo único que tenía claro era que las presencias que había en aquella habitación con Doyle y él podían acabar con ellos en un suspiro, el exorcista no pudo hacer más que empezar a reír ante aquella estampa:

-Me cago en todo Aidan, me has sacado de las llamas para caer en las putas brasas…- Buscó en el bolsillo de su pantalón, necesitaba chupar nicotina…Sacó el paquete de tabaco y se llevó un cigarro a los labios, lo encendió con el mechero que había dentro del paquete y luego lo guardó todo de nuevo en el pantalón, miró a los que le acompañaban en la sala mientras inhalaba el humo, los observó atentamente y luego, exhaló el humo con suavidad: - ¿Dónde estamos? ¿En la Comic - Con? – Preguntó mirando las pintas de los dos acompañantes del cantante con curiosidad.

Se puso en pie con calma y cogió su maletín, retirando el polvo del mismo mientras daba otra calada del cigarro: - ¿Y bien? Si has conseguido mi número es que estabas realmente jodido colega ¿Qué ha pasado? -
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MensajeTema: Re: La resistencia (Papá Legba, Loki, Edward Johns) [19-04-2020]   La resistencia (Papá Legba, Loki, Edward Johns) [19-04-2020] Icon_minitime30th Octubre 2020, 01:26

Loki observó con curiosidad los gestos del hombre que hacía llamarse Papa Legba. Su mirada confiada y sus aires de superioridad le quemaban por dentro. Apenas había investigado lo suficiente sobre entidades del panteón Yoruba, y le molestaba saber que su contrincante jugaba con ventaja. Era lo malo de ser un dios mucho más popular en el folklore.

- Si lo que necesitas es protección, yo te la daré -comentó con tranquilidad. Era una petición mucho más fácil de lo que había esperado.

- Aidan necesitaba protección antes de haberle mandado a ese suicidio -apuntó el otro dios ante la sorpresa del aludido, cruzándose de brazos con ademán desenfadado.

Loki decidió no responder, pero alzó una ceja, curioso, cuando el cantante habló de meter a un mago que podría ayudarles con su plan, aguardando paciente a que realizara la llamada mientras Legba observaba.

Una voz agitada y entrecortada resonó al otro lado de la línea:

- Oh, joder, no sabes lo bien que me vienes colega…

- ¿Como? -fue todo cuanto pudo responder Aidan, confundido.

En ese momento una especie de vórtice se abrió en el aire sobre sus cabezas y un teléfono móvil cayó desde el cielo.

- Ostia puta...

Loki alzó la mirada hacia el portal. Algo iba mal... podía presentirlo. El mago había perdido el control sobre el conjuro y éste le estaba absorbiendo... A menos que él interviniera.

El asgardiano alzó una mano para recanalizar la energía del encantamiento, amortiguando la caída del otro mago para que el golpe no fuera tan fuerte como de otro modo habría sido, cerrando a continuación el portal con un chasquido de dedos para evitar que le siguieran las criaturas demoníacas que le perseguían.

- Reconozco que ha sido la mejor entrada hasta el momento... -sonrió burlón el mentiroso, provocando un bufido de risa en el dios Yoruba. La herida del cuello de Edward se cerró en un instante cuando Loki volvió a chasquear los dedos.

- Joder, tío... -dijo Aidan acuclillándose junto a él-. Sí que sabes hacer buenas entradas.

Sorprendentemente aún le quedaban ánimos para hacer bromas, aunque quizá sólo fuera el alivio que sentía por tener a otro humano con él en aquél lugar aterrador. Hasta hacía dos segundos se había sentido como un gorrión entre halcones, y aunque dudaba que cualquiera de los dos pudiera hacer nada si a alguno de los dioses les daba por hacer macramé con ellos, a nivel moral ayudaba un poco.

Loki miró a Aidan con la nariz arrugada. El cantante seguía con la camiseta empapada en sangre y la cara hecha un cromo. Al dios le gustaban las cosas ordenadas y pulcras, y no pudo resistirse a chasquear de nuevo los dedos. En un abrir y cerrar de ojos las ropas de Aidan se limpiaron y se secaron, y los pocos rasguños superficiales que se había llegado a hacer en el transcurso de la huida desaparecieron como si nunca hubiesen existido.

- Creo que ya podemos hablar en condiciones...

Aidan suspiró con alivio, poniéndose en pie.

- No sabía que podías hacer eso -musitó con respeto ante aquella exhibición de poder-. Gracias.

- No es más que un hechizo de lo más básico - contestó el embaucador, cruzándose de brazos.

- Me cago en todo, Aidan, me has sacado de las llamas para caer en las putas brasas…

El aludido le ofreció la mano al mago para ayudarle a levantarse.

- Bueno... qué puedo decir, no esperaba que te materializaras aquí, colega. Eso al menos no es culpa mía, aunque me alegra que hayas venido.

Loki observó la escena y sonrió divertido cuando Edward preguntó si se encontraban en la Comic-Con. No era la primera vez que alguien lo comentaba en su presencia. De hecho, su única amiga, Verity Willis, solía llamarle "cosplay-boy".

- Respondiendo a tu pregunta, Edward, en éstos momentos Metrópolis está siendo arrasada por demonios: Belial y sus hordas. Acabo de salir de allí vivo por los pelos. Legba me ha salvado.

- Genial... Creía que estaba siendo el protagonista de una película mala de serie B, me alegra ver que todo el mundo se va al garete...

Aidan hizo una breve pausa, inseguro de cómo continuar.

-Tenías razón... -dijo después-. Tenías razón en todo; Mi mujer... Múriel murió a los pocos días de que me advirtieras y no quisiera escucharte. Y mi hijo... Mi hijo también.

- Bueno, no quiero sonar como si fuera tu madre, pero ya te lo advertí -respondió el mago dándole otra calada al cigarro-. Vamos... -le puso una mano en el hombro y miró de reojo a los dos acompañantes, que no perdían detalle de la conversación: - ¿No querrás derrumbarte delante de estos dos amables señores? Venga, venga... -le dio un par de toquecitos en el hombro. ¿Sería suficiente para hacerle entender que delante de esos tipos era mejor no dar información personal?

Aidan casi estuvo a punto de echarse a reír. Oh, amigo, ya llegas tarde, pensó con ironía. Por desgracia haber presenciado lo que había presenciado le había afectado bastante los nervios, pero ya daba igual. Lo hecho hecho estaba. Ya hablaria más tarde con él.

Por su parte, el ceño de Legba se frunció ligeramente al escuchar la conversación entre los dos. ¿Le habían advertido al respecto de qué...? ¿Existían profecías sobre la invasión demoniaca?

Edward se volvió hacia él.

- Supongo que éste sitio es tuyo... Valga la evidencia.

El aludido miró hacia abajo para mirar los ojos del mago.

- Así es. Y me gusta que mis invitados se presenten cuando están en mis dominios.

Nadie que hubiese escuchado esas palabras lo interpretaría como una sugerencia, sin embargo Edward decidió deliberadamente ignorarla. Miró las calaveras que decoraban el lugar y luego a Legba, levantando el cigarro para mostrarlo.

- ¿Por qué no me dices donde puedo apagar ésto y nos ponemos al Tajo? Si lo que creo es cierto, no tenemos mucho tiempo para hacer lo que sea que queráis hacer.

Espantado, Aidan le hizo un sutil gesto con la mirada para indicarle que no debía cabrear al dios, cosa que ya debería haber supuesto por si mismo al ver el lugar en el que se encontraban, pero parecía que había pocas cosas que impresionaban al mago. Sabía que Loki no les haría daño mientras les necesitara, pero todavía no tenía nada claro acerca de Legba. El africano le tenía muy confundido. Le había salvado, era cierto, pero no podía evitar sentirse intimidado en su presencia, y sin saber por dónde podía llegar a salir. Tan pronto se mostraba protector y paternalista como agresivo y amenazador.

Con alivio observó que el dios permanecía de brazos cruzados sin hacer ni decir nada, sus iris rojos deslizándose remarcadamente hacia una bandeja de plata que reposaba junto a una caja de puros artesanales en la mesa baja más cercana a ellos. Legba no soportaba a los tipos con actitud de estar en su casa fuesen donde fuesen. Estaba tan acostumbrado a los humanos que se creían superiores y luego se perdían en la palma de su propia mano que casi le resultaba tierno.

Se materializó una humareda espesa y danzante en espirales tras los dos nuevos invasores hasta que se disipó para dar paso a dos sillones más, del mismo tamaño que el que había ubicado a disposición de Aidan. El dios tomó asiento en el más grande, como antes.

- Érais vosotros los que teníais un plan -cruzó sus piernas, apoyando el codo sobre el muslo cruzado y clavó la mirada en el vocalista-. ¿Qué sabéis y cómo paramos a los cristianos?

Al sentir la mirada del dios, Aidan miró a Loki a su vez. Después de todo el plan era suyo, y el se sentía como un peón en un juego de ajedrez manejado por dioses, inseguro acerca de lo que debía revelar y lo que no. Prefería dejar los aspectos importantes en la mano de aquellos en posesión del auténtico poder.

Loki miró a sus interlocutores con cierto recelo. Del único que se fiaba en aquella extraña reunión era de Aidan. Qué ironía, teniendo en cuenta que él llevaba el sobrenombre del Príncipe de las Mentiras, y era lógico suponer que nadie de esa sala confiaría en él dijera lo que dijera. Podía jugar como siempre hacía, contar mentiras que llevaban a que los demás hicieran lo que él quisiera. También podía contar la verdad, aunque sería menos probable que le creyeran. Ya sabes, mata a un perro y te llamarán mataperros. Por suerte, llevaba un as en la manga en el caso de que tuviera que demostrar que no les estaba engañando.

- Bien, supongo que  ya estamos todos... -empezó el embaucador, sentándose en una de las butacas que había invocado el anfitrión- Voy a intentar ser lo más breve posible, para que los menos versados en magia me entiendan... -dijo, dedicándole una breve mirada a Aidan.- El Doctor Strange, mejor conocido como el Hechicero Supremo me contactó el otro día en un intento desesperado de buscar aliados. La magia de este mundo está en desequilibrio desde la muerte y desaparición de dos de sus tres pilares. Dr Fate está muerto, y el hechicero atlante Arión está atrapado en el infierno hindú. Os preguntaréis por qué os estoy contando esto... veréis... - de pronto, Loki hizo aparecer un mapa-mundi en el centro de la sala con un chasquido de dedos. Cada rey demonio estaba marcado en rojo con una redonda- Los demonios están conectados entre sí, no pueden ser derrotados a menos que se les ataque a la vez. Aquí es donde entraría Arión, él funciona como una especie de catalizador. Podría absorber una cantidad ingente de magia y distribuirla al resto de seres mortales del planeta, dándoles así la fuerza suficiente para enfrentarse a los demonios sin morir en el intento... Pero para lograr eso, tenemos que sacarle del infierno hindú sin que Kali se de cuenta... y de ahí que me hubiese interesado por tu capacidad de invocar entidades, querido Aidan... -esbozó una ligera sonrisa y continuó- La idea es que Aidan invoque a Kali en su concierto y la entretenga, hasta que Strange y yo logremos sacar a Arión del infierno... -de pronto, el mapa desapareció, y como si fuera una exposición de la universidad, miró a todos los oyentes- ¿Alguna pregunta?

Legba escuchaba con atención las palabras del dios nórdico mientras sus ojos recorrían su cuerpo como si fuese una obra de arte en manos de un restaurador. Le analizaba sin perder atención al detalle. Lo cierto es que la magia arcana nunca le interesó lo suficiente como para practicarla, pero cualquiera que llevase en el mundo un tiempo prudencial conocería esos nombres y sabría de quién estaría hablando. A esas alturas ya no importaba el cómo ni el dónde, la realidad era que sus tres pilares habían caído y el mundo debía adaptarse.

Acorde al plan de Loki, él no cumplía ningún papel. Parecía un plan sencillo aunque obviamente no iba a ser coser y cantar. A Legba le sirveron la oportunidad de acercarse aún más a Aidan, la medalla de haber contribuido y la ocasión de salvar al mundo... desde casa. No sólo obtenía la confianza del cantante como beneficio propio, podía analizar un primer contacto con Loki y estudiar más a ese mago de pacotilla que aunque fuese gilipollas seguramente cumpliese alguna función útil para él.

Por su parte, Edward no decía nada, asimilando las palabras, así que, ante el silencio reinante, Aidan decidió retomar la explicación.

- La cuestión está en que no basta solo con invocarla... Hay que entretenerla el tiempo suficiente para que puedan sacar a ese tipo de allí... y ahí es donde yo necesito tu ayuda, Edward. Compondré la canción, Loki, y atraeré a la diosa a la tierra, pero después necesito a alguien que me ayude a tenerla entretenida unos minutos. Y hasta ahora, colega, eres el mejor que conozco para eso.

Edward, sentado en una de las butacas junto a Aidan, rompió a reír ante la propuesta.

- Tengo una alternativa mejor, colega: ¿Por qué no nos untas en nata y nos pones una cereza en la cabeza? -Se reclinó en la butaca-. Es un suicidio; ¿Cómo se supone que voy a entretenerla? ¿Le recito un puto poema de amor?

- Tengo algunos hechizos que funcionan como escudos mágicos y os pueden proteger de ataques mortales. Pero solo puedo garantizar vuestra seguridad durante veinte minutos. Cuando pasen, el hechizo desaparecerá -respondió el dios con aire pensativo- También puedo crear copias exactas, que actúen y se muevan igual que los originales... con eso podríais esconderos cerca del escenario sin que vuestras vidas peligren...

- Me vale -Aidan se volvió para mirar a Edward-. Tío, yo le dije lo mismo que tú la primera vez que me lo propuso, y menos de 24 horas después me... Me obligaron a cantar para atraer a la gente de metropolis a una carnicería... Esa ciudad ha sido destruida porque no le dije que sí anoche. A éstas alturas ya me da igual lo que me pase. Ya no puedo seguir siendo cómplice de esto.

- Creo que nadie podría haber previsto lo de Metrópolis...- intervino el asgardiano.

- Como sea, tenemos que pararlo. Si no quieres venir lo entiendo y me ocuparé sólo, pero de verdad que agradecería la ayuda.

Total... Tampoco es como si le quedara ya nada que perder.

Edward miró a su alrededor; pues claro que tenían que parar esa mierda, y era posible que aliarse con Loki fuera la única forma.

- Creo que tengo una idea, bueno, el principio de una. Si todo va bien puedo darte tiempo más que de sobras para encontrar a Arión, sin embargo... -el exorcista se colocó un dedo en la barbilla, como si estuviera midiendo muy bien las palabras que estaba a punto de decir: - ... Después de esto vas a deberme un favor, tanto tú... - Separó el dedo de la barbilla y señaló a Aidan: - Cómo tú. - Luego señaló al Dios nórdico: - Vamos a hacer un esfuerzo para que Kali no te coja por los huevos y te use como 'punchball'. Es posible que incluso alguno de nosotros no salga vivo para que tú y Strange podáis salir de allí de una pieza.

Loki alzó una ceja en dirección a Edward.

- No sabía que te interesara tener a los demonios campando a sus anchas... ¿o necesitas que te recuerde que hasta hace dos minutos te estaban persiguiendo para devorarte? Espero que no doliera demasiado esa caída... -sonrió, divertido.

- Bueno, ésa es mi vida: siempre hay algún capullo dispuesto a morderme el culo, podría haberme deshecho de ellos de alguna forma u otra. - Edward levantó los hombros con indiferencia, ésta era la actuación de su vida:- Si lo que te mueve es altruismo y querer salvar el mundo, venir a cortarme el césped o ayudarme con la compra un día que te lo pida no debería suponer un esfuerzo ¿No? Teniendo en cuenta que vamos a jugarnos el cuello.

- ¿Jugarnos el cuello? Unos más que otros... -respondió el asgardiano regalándole al mago una de sus pícaras sonrisas.

Los iris rojos del africano bailaban sobre los interlocutores. Parecía sorprendente la calma con la que hablaban mientras el mundo se iba al infierno. No se interrumpieron, no se reprocharon cualquiera de las cosas que podían haberse reprochado... Las intenciones eran claras. Al menos las de los mortales.

Oh Edward... Ese favor apuntado en sangre con la punta del dedo. Ese apunte verbal sobre el número de favores.

- En realidad yo puedo ser vuestro salvoconducto. Vosotros la entretenéis y en cuanto salgáis de allí os traigo de vuelta - Miró a Loki - A todos. Puedo teleportaros como he hecho con Aidan, instantáneamente. - Sobre la mesa se materializaron tres contratos, uno para cada uno, donde simplemente se indicaba "Accedo al transporte del castillo óseo en cuanto se me permita dar un consentimiento in situ de dicho viaje utilizando cualquier tipo de lenguaje posible" - Incluye lenguaje no verbal, de signos, todos los idiomas... No deberíais tener problema para que, en cualquier circunstancia, pudieseis expresar que os queréis largar.

Con esto se evitaba los problemas de que Loki se escapase obteniendo algo que él desconociese, o se fuese a otro sitio y le dejase tirado con la responsabilidad de la vida de estos dos mortales. Si íban juntos, volvían juntos. Y a un lugar seguro. Si en el instante Loki se negaba, se sabría que les habría traicionado al rechazarlo.

- Las ventajas que tiene venir aquí frente a cualquier otro tipo de portal es que este lugar está oculto a muchos niveles. De hecho la leyenda dice que sólo lo encuentra aquel que no lo busca. No existe en un plano físico como tal... Y eso os facilitaría mucho las cosas.

El mago miró entonces a Legba:

- ¿Crees que puedes echarnos un cable? Para lo que tengo pensado necesito algunos ingredientes poco... - Giró los ojos mientras pensaba la palabra adecuada: - ... 'Ortodoxos'. -finalizó dibujando unas comillas con los dedos.

- Claro. Escribe una lista al otro lado del contrato y te digo qué puedo darte y qué no.

Por la parte de atrás del pergamino de Edward, habrían aparecido unas letras casi imperceptibles a más de un palmo de distancia, de un color muy similar al de la base, en  el que sólo el mago podría leer "Pero si vas a cobrar los favores... O bien tú me debes un favor a mí a cambio, o me cedes el favor de Loki. Escribe qué opción quieres y firma".

- La firma que necesito sobre vuestros contratos simplemente es para poder traeros aquí en el instante en el que os pregunte si os queréis marchar o lo expreséis vosotros. No liga ningún otro favor, ni ninguna otra responsabilidad - Apoyó su inmensa espalda contra el sillón y cuando la grave voz se silenció, esperó con paciencia a que respondieran.

Aidan leyó el papel con escepticismo; había tenido bastante de contratos para toda una vida, sin embargo, no parecía haber nada raro, ninguna cláusula en letra pequeña.

- Está bien -dijo antes de firmar y entregárselo.

Edward examinó el papel aún con más cuidado, no quería pillarse las manos con algo que luego le fuera a representar una mala pasada. Entonces se dio cuenta del detalle de la letra pequeña.

- Menudo cabrón... - Murmuró entre dientes, lo suficientemente bajo para que nadie pudiera escucharlo. Suspiró y escribió la lista de objetos que necesitaba: "un muñeco Voodoo con la forma de Kali, dientes humanos y una gallina", luego miró detenidamente las casillas y finalmente marcó la opción de deberle un favor, quería guardarse el as de Loki bajo la manga. Deslizó el documento hacia Legba, mirándole a los ojos fijamente.

Loki no parecía mucho más contento. Vaya... así que Legba era otro adicto a los contratos. Eso no le gustó ni un pelo... sabía muy bien lo que algo así implicaba (lo había hecho cientos de veces), y nunca firmaba nada de un desconocido, y todavía menos si se trataba de un demonio, como Mephisto. Todavía no le había perdonado la última.  Loki alzó el contrato entre sus manos y lo repasó varias veces, tratando de averiguar cual era la trampa, la letra pequeña... pero no encontró nada. Parecía tan sencillo como lo que se describía, y sospechaba que, incluso si utilizase algún conjuro revelador, no mostraría nada nuevo.

Mientras Loki estudiaba su contrato, Legba deslizó el de Edward sobre la mesa hacia sí y lo recogió entre los dedos índice y corazón de ambas manos. Frunció levemente el ceño cuando vio los ingredientes.

- ¿Quieres hacerle voodoo a Kali? Sabes que necesitas algo de su genética, ¿verdad? Los ingredientes que me pides son lucumís. Habla conmigo chico, ¿qué quieres hacer? - El joven estaba hablando de santería con esos ingredientes, pero o bien era una táctica de distracción... O eso era una chapuza.

- Bueno, la verdad, no he hecho Voodoo en mi vida... Estoy seguro de que ella tampoco si lleva encerrada en el infierno toda su vida. - Edward buscó en sus pantalones y sacó un cigarro, se lo llevó a los labios y lo encendió: - No se trata de hacer Voodoo a Kali amigo... - Dio una calada con suavidad y continuó: - Se trata de que ella crea que se lo estamos haciendo. - Sonrió seguro de que su plan, si todo iba bien, tendría a Kali bailando la Macarena cuando se lo pidieran.

Definitivamente el mago no tenía ni pajolera idea de lo que estaba haciendo. El Dios se pinzó la nariz rebuscando entre su paciencia algún resquicio útil.

- Vamos a hacer lo siguiente: Yo te preparo material y un muñeco útil. Si consiguieseis enlazar alguna parte genética de Kali. Un pelo, una uña, un diente... Si tiene keratina mejor. Y coserla al muñeco, coserla, no pegarla, os funcionaria. También va a servirte como amuleto protector. - Señaló a Aidan- Tú sigue llevando ésto - Se tocó el pecho a sí mismo, refiriéndose al amuleto que le había hecho al principio de su encuentro. Después se volvió hacia Loki, expectante-. ¿Y bien? ¿Tienes alguna pregunta?

El Asgardiano asintió.

- Entiendo que éste "salvoconducto" pueda ser útil para éstos dos mortales. En su caso, les llevarías hasta aquí en el momento en que sus vidas peligraran... ¿cierto? ¿Pero qué me aporta a mi? Es decir, yo voy a estar en el infierno hindú con Strange, no voy a saber lo que está pasando fuera de sus dominios...

- Deberíamos juntarnos después de una misión como esta. Para ayudarnos... O para celebrar- Si los Marines estadounidenses cometieron locuras con el fin de la guerra, qué no celebrarían éstos si supiesen que han salvado al mundo de algo peor que los nazis.

- Cuando saquemos a Arión, no habrá tiempo de celebraciones... tendremos que ir a por los peces gordos... - comentó, no entendía porqué tanta insistencia en retenerles a todos en su castillo de huesos una vez se hubiera terminado la misión-. ¿Qué pasaría si Aidan o Edward quedaran inmovilizados? ¿Cómo sabrías si desean usar el teletransporte a tu castillo? Además... no voy a ir solo a por Arión. Conmigo estarán Strange y otra persona más... -dijo, deslizando el pergamino de nuevo de la mesa, esperando a que Legba le aclarara sus dudas antes de continuar. - ¿Vas a traerles a ellos también?

Legba dejó al dios exponer todas sus dudas y apoyando los codos sobre los muslos, respondió.

- Si quedan inmovilizados me basta con un gemido, una señal con los ojos, cualquier mínimo gesto afirmativo valdría. Y si uno queda inmovilizado, el otro puede comprometer su consentimiento por él. Se conocen, confío en su vínculo aunque no sea muy antiguo. Aunque sólo les uniese el miedo que nos puedan tener. - Legba dedicó una mirada de comprensión a los humanos y por ese breve instante sus ojos parecieron más marrones que rojos- Son quienes más necesitan preservarse.

Esperaba que esas palabras le hubiesen acercado un poco más a los mortales y alejado a Loki  - Confío en que el mago supremo se las arreglará para hacer un sencillo hechizo de transporte y protección, ¿si no qué sentido tiene? Es el portavoz de la magia, por todos los Loah. Ah, ¿y quién es la otra persona que os acompañará?- Sobraba decir que era importante saber quién iba a estar relacionado con esa misión, y aunque les hubiese pasado un poco desapercibido... les había ocultado esa información desde el principio.

Loki escribió a regañadientes su nombre en el pergamino, sabiendo que con certeza, ese contrato solo funcionaría en el caso de que le diera su consentimiento a Legba para sacarle del apuro. No tenía ninguna intención de hacer uso de aquel contrato, no pensaba dejar a Extraño y a su pupila solos con Arión. Habían demasiadas cosas en juego.

Una vez firmado, se deslizó sólo hacia Legba junto con los otros dos. Se enrollaron los tres y con un brillo amarillento tenue se deshicieron en humo ante la mirada atenta de Loki.

- Permíteme una última pregunta, Legba: ¿Qué sacas tu de todo esto? No es nada personal, soy desconfiado por naturaleza...

- ¿Qué saco de esto? Lo que sacamos todos. Un mundo libre de plaga cristiana que no parezca el infierno en la tierra... ¿No resulta obvio? ¿Acaso tú obtienes algo diferente? - El Dios rió para sí buscando los ojos verdes del asgardiano. Estaba claro... - Ah y no nos has dicho quién iba a acompañarte junto con Strange y Arión... -Estiró la mano para recoger un vaso de whisky con hielo que podía llevar ahí desde el inicio de la reunión. O no.

Loki alzó una ceja ante la provocación de Legba. Estaba siendo muy insistente y eso le irritaba.

- Me molesta que los demonios campen a sus anchas tanto por Midgard como por el resto de planetas. No es que Asgard lo esté celebrando precisamente... -después dejó una pausa.- Digamos que nuestra acompañante tiene sus motivos para ayudar a Arión... - dijo sin más. Exponer más a su querida aprendiz iba a complicarle la velada. - Aclarado esto... ¿nos ponemos manos a la obra? -dijo finalmente, cruzándose de brazos.

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