TUNNEL RATS (19/4/20) (Killer Frost, Emperor Penguin)

Era un día tranquilo. Uno de esos pocos días que las cosas se calmaban un poco y los secuaces del Pingüino podían permitirse trabajar desde el pisazo que Frost había heredado del antiguo cabecilla del almacén, Seb.

Frost se había adaptado bien, y en cuanto reunieron un nuevo equipo y supo cómo iban las cosas por allí, comenzó a manejar a sus trabajadores con mano dura, y en todo caso, siempre que alguno no la tomase en serio por sus pintas, Emperador les recordaba con su amabilidad de matón que un payaso vestido de murciélago les hacía mearse en los pantalones cada vez que sentían que andaba cerca.

Lo cierto es que, más allá de la evidente atracción física que se despertaban mutuamente, Emperador y Frost habían formado un buen equipo. Ambos eran despiadados y ambiciosos, pero también suficientemente inteligentes como para saber que pese a sus habilidades, debían respetar al Pingüino. Ese hombrecillo terrible podía salir por dónde menos lo esperase uno, y no iba a ser agradable si le fallaste...

Había un gran concierto en la ciudad ese día, y mucho revuelo al respecto. Emperador se hallaba revisando el papeleo de unos cuantos envíos y daba el visto bueno a los que estaban bien. Le dejó las cuentas y la pasta a Frost, pues sabía que le encantaba manejar el dinero. Apostaría cualquier cosa a que eso la excitaba en cierta manera, y siempre era bueno tenerla contenta si no quería acabar con el culo helado.

Alzó la vista del papeleo y apagó su cigarro en el cenicero cercano. Una sonrisa pícara se dibujó en su rostro de facciones duras.

- Te brilla más la mirada cuando se la dedicas a esos billetes que a mí, creo que vamos a tener que ir a terapia de pareja, princesa.

Oh, sí... Le encantaba el trabajo de oficina.

Estaba realmente radiante contando dinero, últimamente tenían buenos golpes. Nunca había visto tanto dinero cuando trabajaba como ladrona, si lo hubiera sabido, que la mafia daba tanta pasta no hubiera perdido tantos años siendo ladrona. Como no podía faltar ahí estaban los piropos de Emperador. Nunca le gustaron los piropos, eran asquerosos y vulgares, pero ese rubio siempre lograba arrancarle una sonrisa a su frio rostro. Con el fajo de billetes que acababa de echar la goma para que no se desparramaran se tapó la boca para que no viera la sonrisa. Dejo ese fajo en la maleta y comenzó a contare más billetes de la mesa.


¿Y gastar mi querido dinero en un hippie? Prefiero solucionar los problemas… de otra forma


Hablo sin descontarse, como una buena profesional. Sin poder evitarlo, una juguetona sonrisa se le dibujo en su rostro. Una vez hecho el montón cogió la goma para sujetarlo, pero a diferencia de los demás, que los dejaba planos, este lo enrosco.


Por cierto, esta es tu propina, ven a buscarla, pequeño


Beso el fajo de billetes y lo fue acariciando por su piel, desde la barbilla, bajando por el cuello hasta llegar al hermoso escote, dejándolo ahí. Fue un descenso suave y delicado, con unos pocos matices de sensualidad. Después de este pequeño juego siguió contando dinero como si nada, ante todo; profesionalidad.

Alzó una ceja y dejó los papeles en la mesa, acercándose con paso decidido. Sin su abrigo, se permitía lucir algo más informal yendo remangado. Otros considerarían eso un crimen contra esa camisa tan cara, pero demonios, hacía un calor de narices ese día, y eso que estaba acompañado por una mujer que era como un aire acondicionado andante. Pero uno de esos con opción calefactora... Miró de modo pícaro el fajo de billetes y se inclinó pero en vez de recogerlo, robó un beso rápido a su peligrosa jefa y se alejó hacia la ventana.

- Nunca ofrezcas a un ladrón dos botines jugosos desprotegidos, cielo... Siempre escogerá el más valioso. Y dejará el otro para más tarde- Su tono era deliberadamente provocativo, pese a que en el fondo siempre sentía algo de terror cuando desafiaba a la supervillana, pero la adrenalina de ese riesgo, y el hecho de poder saltarse un poco los estrictos modales impuestos por Pingüino le podían- Oye, ¿crees que emitirán ese concierto por la radio? ¿Qué tipo de música es? No sé si serán tan buenos como para que la ciudad parezca tan vacía... Voy a ver.

Se acercó a una minicadena ubicada sobre el mueble bar y buscó alguna emisora hablando sobre el evento, cuando escuchó un grito en la calle. Con fastidio, se dirigió de nuevo a la ventana. De seguro era otra vez la vieja Ronna con su demencia senil. Todavía no entendía prqué nadie encerraba a esa chiflada en un asilo, ¡era una labor humanitaria! Mejor allí sin dar por saco a los vecinos que en plena calle entre ratas, ¿no? En fin... cuando fue a asomarse, una figura oscura pasó velozmente a ras de la ventana haciendo que Ignatius retrocediese de golpe, cayendo al suelo. Más gritos de otras personas se unieron al primero, asustados por algo que parecía recorrer las calles.

- No me jodas, qué mierda ha sido eso...

Frost sonreía con superioridad al ver conseguido el efecto deseado pero se llevó una grata sorpresa cuando se burló de sus planes y se fue a por otro premio que ella desconocía que estuviera ahí.

No conocía este lado tan suicida tuyo, es una pena que hoy este de buen humor para cumplir con tus deseos.

Dijo seria para volver a ponerse a contar el dinero. Una pícara sonrisa no tardo en lucirse en sus fríos labios. Ese hombre le provocaba tanto que se tenía que aguantar las ganas de atarlo en la cama y mostrarle quien era la que mandaba. Tenía que mostrarse serena para que el hombre no se inspirara y la provocara, que el dinero no se iba a contar solo.

¿Acaso tengo cara de que me interese las estupideces que hagan en esta ciudad? Recuerda que estamos por trabajo y no por placer, que al parecer te cuesta ver la diferencia.

Le hablo sin apartar la vista del dinero que estaba contando y haciendo montones bien concentrada. Su concentración se ve interrumpida por el ruido de la caía del rubio, lo que le provocó a la peliazul una sonrisa divertida y se giró hacia el para burlarse de su torpeza, aunque eso nunca sucedió. Cuando se levantó de la silla para ir a burlarse del hombre vio como una extraña criatura entraba por la ventana lo que le llevo a actuar con rapidez a la mujer. Una lluvia de carámbanos impacto contra la bestia dejándola jadeando de dolor, su muerte era inmediato pero la mujer de hielo no le iba a dar ninguna dulce muerte.

¿Se puede saber que diantres es eso?

Cuando la bestia dejo de moverse para empezar a respirar con dificultar por el carámbano que tenía en el cuello junto a la sangre que brotaba, Frost se acercó con rapidez a levantar a su compañero y ver juntos esa monstruosidad. Comenzó a entender por qué de golpe la gente estaba más escandalosa.

Será mejor irnos de aquí antes de que vengan más.

Dijo al ver por la misma ventana, por donde había entrado el primer perro infernal, mas bestias volando a sus anchas.

Ignatius había visto toda clase de mierda mientras vivió en Gotham; Una mujer planta buenorra aunque eco-tarada, monstruos hechos de fango a los que las balas sólo les daban aburrimiento, y hasta un hombre cocodrilo, ¡Un puto hombre cocodrilo, joder! pero había algo en ese bicho que agonizaba frente a ellos que hacía saltar todas las alarmas de su instinto de supervivencia, y la banda sonora de los gritos y rugidos en el exterior no hacía sino confirmar sus temores no específicos.

Lo único que sabía era que tenían que salir de ahí pitando.

- ¡No puedo estar más de acuerdo, jefa!

Se acercó a la mesa donde estaba la maleta llena de pasta con la que andaban trabajando y tiró dentro los fajos que había esparcidos sobre la mesa de forma acelerada, cerrándola y llevándosela. Apagó su cigarrillo, y se puso a buscar como loco en los cajones de un archivador. Finalmente sacó un papel pelgado y se reunió con la dama de hielo frete a a puerta de salida.

- No podemos arriesgarnos a salir ahí fuera, pero tenemos otra vía de escape, encanto. Este edificio es de los más viejos de la ciudad, y era frecuentado por muchos clanes mafiosos en tiempos pasados. Para para nuestra fortuna, el jefe es un bohemio fan de estas cosas, así que contamos con una red de túneles subterráneos que usaban esos tipos para huir de las redadas. Éste es el plano, más nos vale no perderlo.

Salieron al rellano, sólo para ser arrollados por vecinos que huían de sus casas por los pasillos en dirección a las escaleras, ya que los ascensores estaban colapsados con un par de grupos de personas gritando en vano desde su interior para ser liberados, ignorados por todos.

- Estas situaciones sacan lo mejor de las personas, desde luego... Lo que está claro es que no podemos bajar por vías convencionales. Mira cómo se pisotean todos esos idiotas... Joder - Emperor se asomó por el hueco de la escalera, y tuvo una idea- ¡Frost! ¿¿Puedes hacer un tobogán  de hielo en espiral por aquí??

La falta de tiempo propiciaba ideas muy locas, y ciertamente nadie allí andaría pensando en parques de atracciones en ese momento, pero Ignatius se había criado en Gotham... Más te valía ser creativo en sus oscuras calles si querías sobrevivir.