(OMEGA-Colisión) Caos y escarcha (Penguin, Killer Frost) 9/3/18

Todo iba como la seda para el Pingüino. Era uno de esos días en los que todo era perfecto; Había recibido solicitudes de toda clase de gente importante para celebrar eventos en su local durante todo el mes, sus hombres habían conseguido disipar a las molestas bandas de narcotraficantes que amenazaban con desvirtuar el negocio en su zona, y se disponía a celebrar todo ello brindando con un exquisito licor de jazmín de edición limitada que había llegado esa misma mañana en una remesa que los falcone habían tratado en vano de interceptar.

Era demasiado perfecto. Sospechosamente perfecto...

La avenida principal era, a través de la ventanilla del coche, un borrón de tonos grisáceos salpicada por las anaranjadas llamas provenientes de los incendios que el terremoto, las lluvias de cascotes, y otros fenómenos que no sabría describir sin parecer un chiflado, habían provocado por toda la ciudad. Aquél grotesco espectáculo se sucedió tan deprisa que apenas tuvo tiempo de reaccionar. El cielo se volvió rojizo, cosas raras empezaron a suceder por todas partes, incluyendo su despacho, dónde la botella de la que se servía repentinamente empezó a moverse hacia todas direcciones, lo cual le hizo defenderse instintivamente con su paragüas hasta destruirla. Fue en ese instante cuando uno de sus hombres entró gritando que la ciudad se venía abajo por un terremoto, ¡Maldita sea! Un gran tamblor sacudió el edificio, mientras improvisó un plan de escape para el personal y se dirigió al coche. Josh no tardó ni un minuto en arrancar y ponerse en marcha a toda velocidad, mientras esquivaban a peatones asustados, vehículos en retirada como ellos, y montañas de runa de los edificios desmoronados.

- ¡¡Señor, ya no falta demasiado!! ¡Girando un par de calles alcanzaremos la autopista de acceso a las afueras!

- ¡Recemos porque esas calles sigan existiendo, Josh, o de poco nos va a servir seguir indicaciones!

Cuando dijo aquéllo, Oswald no pensó jamás que pudiera ser tan "literal". Imaginó que las calles podrían estar bloqueadas por derrumbes, por un gran atasco, o un accidente de tráfico multitudinario, pero lo que no podía esperar era que, cuando comenzaron a transitar por la vía, de la nada un edificio entero brotase del suelo, elevando por los aires a todos los que pasaban por encima de su área. Pese a los esfuerzos de su eficientey experimentado chófer, el viraje que inició no fue suficiente paraevitar que una de las esquinas del nuevo edificio los hiciera volcar, quedando a merced de los cascotes y los vehículos que fueron estrellándose contra ellos hasta dejarlos enterrados.

Tras unos minutos de inconsciencia, Oswald despertó, e instintivamente extendió los brazos en busca de una salida entre la oscuridad. Empujó una roca tras la cuál se oía el caos de la ciudad en crisis, y consiguió abrir un hueco por donde se filtraba luz suficiente como para ver el horrible estado del coche. Buscó a su chófer con desespero, y vio que aún respiraba, pero estaba atrapado entre los hierros del vehículo, y no encontraba su paragüas para poder tratar de abrirle paso. Dio un furioso puñetazo a una viga y se alejó unos metros. Todo el mundo corría por salvar el pellejo, el paisaje seguía cambiando d eformas inexplicables. Su oprgullo empequeñeció por una vez y se sintió impotente ante los hechos.

- ¿Es así como va a acabar todo?...

Salió entonces de su ensimismamiento, y procuró buscar algo que pudiera usar de palanca. sabía que nadie iba a echarle una mano, y pese a su fama, si existía una persona en el mundo a la que no estuviera dispuesto a dejar atrás, era a Josh. Chófer, confidente, amigo... Demasiado que perder, y si en la huída acababa aplastado, había demasiado poco que ganar abandonándole. Finalmente dio con algo útil, pero pese a todos sus esfuerzos, no hubo resultados, y acabó gritando como un loco por pura rabia e impotencia.

- ¡¡¿DÓNDE ESTÁS AHORA, MALDITO MURCIÉLAGO?!!

Necesitaba un milagro, lo que fuese, aunque proviniese de esa maldita rata alada.

Conduciendo hacia su libertad. Eran los pensamientos de Louise mientras dejaba atrás la funesta ciudad de Gotham junto a su mortífera prisión de Arkham, que ahora se encontraba medio en ruinas. La radio sonaba para animar ese solitario viaje, en esas horas de la mañana no había nadie por el puente que unía ese internado de locos con la oscura ciudad. Pero como todos sabemos, la tranquilidad no dura para siempre. De repente la tierra comenzó a moverse, creando grietas en el suelo a causa del terremoto. La asesina de hielo tuvo que hacer gala de sus reflejos para no caer en los baches que se iban formando. Pero poco le sirvió todo aquello, de golpe, todo empezó a levitar, por unos segundos no sentía el peso de la gravedad. El puente se estaba cayendo en pedazos cuyos quedaron en suspensión igual que ella. De la misma forma que llego se fue, cayendo al mar, pero por sorpresa de la mujer no fue así.

Al no notar la humedad característica del mar abrió los ojos y observo una ciudad devastada por el mismo terremoto que había sufrido, se quito el cinturón y salió del maltratado coche. Alzo la vista para encontrarse la sorpresa de un portal cerrándose ¿había salido por ahí? Al parecer alguna fuerza cósmica no quería que Killer Frost muriera ese día. Como el coche no le servía siguió a pie, mirando a su alrededor por si reconocía esa ciudad. Un grito de auxilio bastante peculiar le hizo detenerse ¿murciélago? ¿Estaba en Gotham? Con pasos tranquilos pero decididos se acercó a esa extraño fan de Batman, encontrándose con la sorpresa de su amigo Penguin.

Vaya vaya… Alguien necesita ayuda y que forma de pedirla ¿te sirve la mía?

Se aparto del coche y con la fuerza del hielo que creaba a raíz de un reventón de agua pudo levantar lo suficiente el coche para que ese conocido de Penguin saliera. Después de que ese hombre se pusiera a salvo soltó el coche y se palmeo las manos como muestra de un trabajo bien hecho.

Esta persona debe significar mucho para ti para no haber salido por patas como todos estos y pedir ayuda a ese mal nacido. Espero que me sepas recompensar adecuadamente.

Sonrió con malicia, colocando las manos en sus caderas. Así daba gusto hacer tratos.

Oswald vio llegar entre el caos a una cara conocida; Killer frost. No habían trabajado juntos, pero su nombre no pasaba inadvertido entre las personalidades del crimen en Gotham. Tras ver cómo usaba sus poderes para ayudar al bueno de Josh, miró pensativo al cielo.

"Un ángel de hielo para un pingüino en apuros... sea quien sea el que manda ahí arriba, tiene estilo"

Una repentina explosión le devolvió a la realidad, y observó alrededor. Un accidente había dejado algunos vehículos abandonados con el motor aún en marcha mientras sus propietarios huían descontrolados. Estúpidos... no había peor momento que este para dejarse llevar por el pánico. Se echó a Josh al hombro y entonces se volvió hacia su inesperada salvadora.

- Te compensaré, pero para ello tendremos que salvar antes el pellejo, ¡Vamos!

La extraña pareja abordó un vehículo en perfecto estado del que tan sólo hubo que retirar un par de maletas. Oswald dejó a Josh en la parte trasera y se sentó ante el volante, e hizo señas a Frost para que subiese.

- Ocúpate de él. Yo intentaré que lleguemos a las afueras. ¡Si se acerca algún peligro, dímelo o trata de aplacarlo!

Arrancaron y salieron a toda prisa. Mapas o gps eran totalmente inútiles en ese mundo cambiante, así que tendrían que improvisar hasta perder de vista los edificios... si es que no les llovían más encima.

Las palabras de su nuevo socio tenían razón: si quería recompensa tendrían que salir vivos de esta. Sin rechistar se subió y se sentó detrás el herido comprobando que estaba en perfecto estado, al menos respiraba sin dificultad.

Tu amigo está bien, solo se encuentra inconsciente, mejor, no tendrá que ver todo este desastre. Se pondrá bien si reposa un poco ¿tienes una mansión a las afueras o vamos aprovecharnos de la confusión para ocupar alguna?

Miro seria al pingüino intentando descubrir que planeaba pero no tenia tiempo que perder y abrió la ventana del techo para asomarse y poder ver todo el panorama. Desde su posición podía apartar los obstáculos de la carretera para que Oswald pudiera conducir sin muchos problemas. La creación del hielo era prácticamente instantánea gracias al agua que brotaba de las cañerías rotas, que facilitaba el trabajo a Frost para que no tuviera que cansarse. Al cabo de prácticamente una hora empezaban a vislumbrase las afueras, al fin saldrían de esa condenada ciudad.

Dando bandazos para evitar obstáculos y carreteras cambiantes, Oswald se permitía mirar hacia atrás de vez en cuando, sientiéndose algo culpable por su brusca conducción. No sólo su visibilidad era ligeramente limitada por su estatura, si no que el manejo también se convertía en un pequeño infierno personal. Le avergonzaba reconocerlo, pero por eso siempre tuvo chófer... Sin embargo, no era momento para complejor ahora. Afortunadamente, parecía que en las afueras, con espacios abiertos, los cambios eran menos severos y la destrucción más llevadera. Fue entonces cuando su inesperada aliada preguntó por el plan a seguir, y alzando la voz para que pudiera oírle con el estrépito del cataclismo, la respondió.

- Si este maldito apocalipsis no ha acabado con ella, tengo una propiedad en una pequeña sierra a unos kilómetros. Es un lugar de retiro, debería resistir todo esto, es como un fortín natural. En caso de que no la encontremos, simplemente continuaré conduciendo hasta que localicemos algún sitio que parezca estable, ¡maldita sea! ¡¿Por qué diablos todo está cambiando así?! Y a todo esto, ¿Qué ha traído a la dama de hielo a nuestro amado nido de víboras, Gotham? No eres de por aquí.

El recorrido hacia las afueras cada vez se fue relajando, al parecer cuando mas se alejaban de la capital mas calma encontraban. Frost no sabia si eso se debía a que ya se estaban calmando las cosas o había sido Gotham el centro del desastre, necesitaba saber si había sido un caso aislado o se había repetido en mas lugares. Al vislumbrar la mansión el amigo de pen comenzó a recuperar el conocimientos, parecía como hubiera intuido la calma. Cuando el nuevo dueño del coche aparco inmediatamente se bajo, no se iba a esperar a saber si el chofer estaba bien o no. Se quedo a observar la fachada y los hermosos jardines que estaban un poco dañados por la sacudida, solo esperaba que la casa no fuera a derrumbarse.

Vamos, abrir la puerta, tenemos que buscar información de lo que ha pasado aquí. Solo espero que no haya caído también internet…

Se echo a un lado de la puerta esperando que la abrieran, el chofer que aun estaba algo confundido, miro a su señor a la espera que le indicara que podía dejar entrar a esa extraña señora por no mencionar que estaba ocurriendo. Mientras esperaba que decidieran abrir Louise se percato de una cosa bien extraña: Unos juguetes. Nunca pensó que Penguin fuera la clase de hombre que le gustaban los críos ¿acaso tenia mujer e hijos?

Los tres se adentraron en la mansión en la que aparentemente no había habido grandes cambios. Orgulloso, Oswald contempló su viejo retiro de verano.

- Aaahh... Sí señor, una construcción como ya no quedan. nada como encargar buenos materiales y un arquitecto que sepa lo que le conviene si no quiere que le vuelen la cabeza con la aparición de grietas indeseables, jejeje - Entonces un sonido agudo le perforó el oído, y miró al suelo tras sentir algo bajo su pie. Al levantarlo, descubrío un pequeño muñeco de goma con chillador de ese animalito de dibujos animados que había visto haciendo zapping alguna vez. Lo recogió con curiosidad, y observó a su alrededor, ¿Se habrían colado okupas en su ausencia? No, era improbable... ¿Y qué tal si alguien había entrado durante la colisión, como ellos?

Cuando empezó a sentirse furioso, su rostro se desvió al cuadro sobre la chimenea del salón, y palideció. Allí estaban los dueños de esos juguetes, y sus padres, de hecho. Él era uno de ellos...

- Ehm... ¿Frost? Creo que deberías ver esto, "querida".

Esa última palabra sonó distinta a su tono formal empleado habitualmente hacia las mujeres, y no era para menos. Junto a él, en el cuadro, una sonriente y casi irreconocible Killer Frost sujetaba un bebé en sus brazos.

¿Qué locura era esa?

Frost observaba atentamente toda la casa, admitiendo que era una buena construcción. Gruño cuando el pingüino le llamo con ese apodo ¿Quién se creía? Llego al gran salón parándose a su lado con los brazos en forma de jara indicando lo disgustada que estaba, pero el cuadro que había encima de la chimenea le cambio de ánimo radicalmente. Ahora estaba sorprendida completamente para luego mirar a su “marido” con algo de repulsión.

¿Me querías enseñar que fantaseas conmigo? Nunca pensé que fueras de esos hombres…

Le miro de reojo para luego pasar su mirada a todas las demás fotografías de la sala, haciéndole recordar cual fue la última vez que sonrió con tanta felicidad. Tenía que admitir que esos montajes estaban bien logrados. De golpe, sin que nadie se lo esperara todas esas fotografías y juguetes empezaron a desaparecer, como si nunca hubieran existido. Ese hecho paranormal le cogió por sorpresa poniéndose en guardia ¿sería algún enemigo?

- ¿Te convences ahora de que no es cosa mía? Eres hermosa milady, pero acabamos de conocernos, démonos tiempo, ¿Quieres?- Una sonrisa afilada y socarrona desafió la paciencia de Frost, pero antes de que pudiera regodearse en su reacción, Oswald palideció; Los cuadros y fotografías habían cambiado otra vez, mostraban escenas muy diferentes, y también los protagonistas habían cambiado; Una niña rolliza y pelirroja sonreía a su preciosa madre vestida de cowboy que le enseñaba a montar un pony. Apartándose de Frost, el pingüino se acercó presuroso con su torpe caminar hacia la chimenea, para ver mejor ese retrato. Era ella... la Sheriff. Y la pequeña...

Normalmente sentía indiferencia o repulsa hacia los niños, ya que casi siempre sus inocentes ojos brillaban con el mismo desprecio de sus mayores al mirarle, pero por alguna razón, sentía que con esa muchachita era distinto. Era algo estúpido, ya que sólo era una fotografía, y esa niña siquiera era real, pero... ¿Era ese bienestar, esa sensación de conexión al mirarla, instinto paternal? Entonces observó a la vaquera. Radiante, alegre, como siempre... Entonces algo se encogió en su ser, y se volvió repentinamente, corriendo hacia uno de los ventanales, contemplando el horror lejano.

Su respiración se aceleró tanto como hacía unos momentos, cuando Josh estaba atrapado en medio del caos, ¿Estaría bien la sheriff? ¿Y si había habido un terremoto o algo cayó sobre el rancho con toda esa locura? Oswald golpeó el cristal con tanta rabia que casi lo agrietó.

- Maldita sea sheriff, ¡¡Maldita sea!! Ojalá estés bien...

Lanzó una mirada desaprobadora a Frost, aunque en el fondo deseaba poder lanzársela a sí mismo. Estaba cansado, furioso, confuso, y su cabeza más llena de pájaros de lo habitual. Oh no... sus aves. Sus preciadas aves. Si tan sólo pudiera saber qué estaba pasando con todo lo que amaba... Pasó una mano por su frente, realmente exhausto.

- No sé qué más podemos hacer...

Ante esa estúpida frase congelo un puño dispuesta a congelarle ahí mismo, estaba rosando el limite de la paciencia de Frost y ella no gozaba de mucha. Al ver la reacción de asombro del mas bajo alzo la mirada para volver al cuadro que ahora estaba cambiando al igual que su estado de animo. Ya no estaba enfadada por esa estúpida broma, sino sorprendida y preocupada de las cosas tan extrañas que estaban sucediendo ahí. Cuando pensó que ya lo había visto todo el Pingüino grito al aire, nunca le había visto perder la sangre fría que tanto lo caracterizaba, oh bueno, si que lo vio perder los estribos, cuando lo encontro en medio de ese desastre ¿Sera diferente al Penguin que conocía?. El sheriff era alguien importante ¿un hombre? frio ¿la vaquera que acaba de aparecer con una niña? Caliente. Se froto la barbilla pensando algo que pudieran hacer ahora mismo, esta tensión le estaba molestando.

Espero que este cuadro sí que sea de verdad y no vuelva a cambiar, porque si no hay alguien que nos la está jugando. Propongo que avancemos por la mansión en busca de provisiones y saber el verdadero estado de la vivienda. Para finalizar nos iremos a dormir. Han pasado muchas cosas en poco tiempo y necesitamos descansar y coger fuerza. Espero que tu cocina este llena de comida Pingüino… y tengas cuartos de invitado.

Durante la explicación se llevó las manos a la cintura. Se sentía algo extraña tratando un plan con otra persona, ella era más de ir en solitario, pero necesitaban trazar un plan para no estresarse mas, esperando que el dueño de la casa estuviera de acuerdo.

Escuchó las palabras de su improvisada aliada, con el estruendo de la destrucción d efondo. parecía increíble que propusiera echarse un sueñecito con el mundo haciéndose pedazos tras los muros del salón, pero al fin y al cabo... era una dama de hielo.

La casa cambió nuevamente. Esta vez, retornó a como él la recordaba, sin cuadros familiares, juguetes ni cosas que no conocía... Tal vez todo se estaba estabilizando. Si así era, ¿por qué no hacer caso a Frost?

- Tienes razón, he de reconocer que todo esto me tiene algo histérico y desorientado... Parece que la casa ha vuelto a la normalidad, y de ser así, la despensa debería tener comida al menos para la servidumbre. Además, debería buscar algún medicamento para Josh. Luego hablaremos de qué hacer a partir de este punto.

Iniciando un paso lento, pero seguro hacia las cocinas, Oswald se detuvo antes de abandonar la estancia, y observó a la mujer.

- Por cierto, Gracias... -Sabía que le había prometido compensación por ayudarle, pero aún así, sintió la necesidad de expresarle su agradecimiento. No sólo les había salvado, si no que ahora, tenía compañía en ese solitario lugar, y aunque le costase admitirlo, era algo que necesitaba en aquél instante- ¿Tiene la señorita alguna preferencia? ¿Alguna alergia?

De nuevo la casa volvió a cambiar, pero ahora tenía un aspecto más lúgubre y menos familiar, ahora sí que tenía la esencia de su compañero. Que la despensa estuviera llena eran buenas noticias por los tiempos que corrían, ahora le preocupaba si habría agua corriente.

Me parece correcto, tenemos que plantearnos hacer a partir de ahora.

Esas palabras de agradecimiento le dejo helada, nunca se esperó escucharlas de él. Tardo un poco recuperarse del asombro, mostrando una fina sonrisa.

No buen hombre, no tengo ninguna alergia a la comida pero me gustaría saber dónde está el baño en esta mansión, quiero darme un buen baño.

Estas últimas 24 horas habían sido tan frenéticas que no había tenido ni un momento de descanso hasta ahora y quería celebrarlo con un buen baño de burbujas.

Observó a su acompañante atónito por un instante, y luego empezó a reír de forma frenética. ¡Un baño! El mundo acabándose ahí fuera tras un día de perros en el que casi mueren varias veces y aún le sobraba serenidad a esa mujer para querer darse un rato de relax con burbujas aromatizadas. Sí, casi podía vislumbrarlo; Si el juicio final llegaba a nuestro mundo, ella sería la clase de persona que haría esperar a Dios en su veredicto por que no estaba bien peinada, o alguna cosa así. Cuando acabó de reírse, se enderezó y carraspeó para aclararse las ideas.

- Sí, claro... Ehem. El baño está yendo por ese pasillo, es estilo romano, no te esperes el típico cuarto cerrado y pequeño. Cuando veas una sala con columnas, no pases de largo, entra y ve al fondo. La bañera tiene función jacuzzi, y debería haber sales de baño cerca de la misma. Por cierto, madame... -La observó con algo de desaprobación. No por ella, ya que era una mujer exuberante y de belleza exótica con aquél pelo blanco y su tez clara, dándole un aspecto casi feérico, si no por el estado en que se encontraba su vestimenta; Ambos estaban cubiertos de la mugre de los derrumbes e incendios que se habían producido en el cataclismo- Veré si puedo conseguirte ropa apropiada.

____________________________________________________

Maldita sea... ¿Es que no iban a terminar jamás las desgracias en ese maldito día? Mientras bajaba la escalera, un sudor frío recorrió su frente mientras cargaba cuidadosamente las prendas bajo el brazo. Por primera vez en su vida, maldecía su caballerosidad, maldecía haber devuelto las prendas que se dejaban por descuido las múltiples visitas femeninas que solía recibir en aquél lugar, pues aunque atrevidas, al menos no habrían resultado tan arriesgadas como lo único que había podido encontrar para Frost en la casa.

Dejó el uniforme de sirvienta sobre el sofá y lo observó, tratando de convencerse de que no estaba tan mal, que no tenía por qué molestarla...

Su zarpa chocó contra su rostro resignado. "Va a matarme"

La mujer coloco sus frías manos en su cintura alzando una ceja ante la estúpida carcajada del pingüino. Aunque su rostro mostrara una cierta rabia por la escena por dentro le hervía toda la sangra. El tema de higiene no era para reírse, a no ser que seas un guarro y te importe tres pimientos oler fatal. Por suerte se calmó pronto y escucho atenta mente sus indicaciones algo más calmada interiormente. Agradeció en silencio el detalle de la ropa que se le había pasado por alto. Con un movimiento de cabeza se despidió de él siguiendo las indicaciones encontrando el baño enseguida, sonriendo complacida del gusto del hombre. Se quedó observando el baño con cautela, mirando cada palmo por si había alguna cámara. Por suerte de Frost, Penguin no era ese tipo de hombres y pudo empezar a desnudarse mientras se llenaba la bañera de agua para luego echarle los sales de baños. Una vez todo listo se metió lentamente, soltando un gemido de placer, tanto ajetreo le había dejado bien molida. Con los ojos cerrados comenzó a visualizar su día de hoy: la misión suicida de la prisión de Arkham que por poco deja la vida en ella, la escapada por aquel tipo de portal de la nada, el rescate de penguin y finalmente la casa cambiante. Definitivamente el mundo al fin se había ido a la mierda y no sabía el porqué del motivo. Sonrió satisfecha de haber sobrevivido a todo aquello: lo que no te mata te hace más fuerte.

Con ese pensamiento en mente dejo la mente en blanco para relajarse. Una vez había relajado la mente empezó con el cuerpo; comenzó a darse finos masajes por todo el cuerpo para aliviar tensiones, notaba su cuerpo engarrotado y eso no era bueno para una dama. A continuación se enjabono el cuerpo con el primer gel que tenía más cerca, empezando a sentir un olor a almendras tremendamente delicioso dejándole la piel suave. Louise miraba el pote de almendras mientras se enjabonaba su hermoso cabello con un champú igual de delicioso que el gel, pensando que ese pack no encajaba mucho con un hombre como el pingüino.

Seguro que es de una de sus amigas… me ha ido bien que sea tan social.

Sonrió para ella sabiendo que cualquier hombre con pasta solía gastarse dinero en amigas con muchos derechos. No supo cuánto tiempo llevo ahí encerrada pero finalmente ya no olía a mugre, secando su piel ahora perfumada e hidratada con cuidado para finalmente enrollarse en una gran toalla para no ir desnuda por la casa. Con un peine y el secador se peinó con su típico peinado quedando lista aunque aún le faltaba la ropa. Con paso tranquilo y seguro volvió al gran salón mirando a todos lados buscando un montón de ropa pero solo encontró un traje de sirvienta en el sofá. Sin poder evitarlo comenzó a congelar toda la estancia para no reventarle la cabeza al dueño de la casa.

¿Quieres acabar con mi paciencia Penguin? Porque lo estas consiguiendo. Dime una buena razón porque no tienes más trajes menos fetiches… ¿o acaso tus sirvientes trabajan con esto?

Cogió el traje con algo de recelo observándole detalladamente, ahora que se fijaba el traje era sencillo pero bonito, el clásico traje de sirvienta. Ahora que lo pensaba podría haberle sacado otro traje mas degradante para satisfacer las fantasías sexuales de cualquier imbécil. Algo mas calmada gracias al relajante baño que se había dado cuenta que era mejor ese traje que ir con una toalla como única prenda.

Cuando oyó los gritos y empezó a ver la escarcha asomar por debajo de la puerta del salón, confirmó sus temores;; Se había enfadado. Cuando dejó de oír sus protestas, decidió responder civilizadamente a todas las preguntas que le había lanzado en medio del vendaval.

- Sí a todo lo que has dicho. Ése es el uniforme de mi servidumbre, que es el más elegante que encontré en catálogo, y nuevamente sí, no he encontrado nada mejor... como puedes imaginar, mis invitadas no suelen pasar aquí mucho tiempo... -Pensó en entrar, pero no estaba seguro de si habría terminado de cambiarse, si es que finalmente había aceptado la prenda, por lo que se dedicó a seguir hablando tras la puerta- He puesto algo de pescado en el horno, milagrosamente, aún funciona. Y sacaré algo de cognac. Todo estará listo en un rato, y despertaré a Josh para unirse al convite, pero antes quiero proponerte algo, Frost; No podemos quedarnos aquí eternamente, y dios sabe cuánto durará la locura ahí fuera, pero si por un casual mañana hubiese "despejado", mi intención es volver a la ciudad, y tras eso, recorrer el estado en busca de mis distintos negocios, para saber si mis chicos y las bases están bien. Lo que quiero saber es ¿qué vas a hacer tú? No sé cómo acabaste en Gotham, ni si tienes un hogar al que regresar, pero aún te debo un favor, y no me importaría acercarte a cualquiera que sea tu destino. -al no obtener respuesta, Oswald gruñó- ¡Agh! vale, y podría comprarte un bonito vestido también, por lo del traje de sirvienta. Si es que queda alguna Boutique en pie...

Terminó por alejarse en dirección a la cocina, y vigiló que la comida no se quemase. Muchos podrían creer que la vida acomodada de Oswald le impedía saber hacer algo tan básico como cocinar, pero no era un hombre al que le gustase depender de nada; Una cosa era la comodidad, incluso la pereza, y la otra ser un débil y torpe saco de carne a merced de la propia incompetencia. Eso no iba a pasarle a él. Mientras se encontraba en sus quehaceres culinarios, Josh emitió un leve gemido y el mafioso acudió allí tan raudo como sus cortas piernas le permitieron.

- ¡Joshua! ¿Estás bien?

- S-señor... lleva usted...¿Delantal?

- ¡Graawgh! ¡Eres un inoportuno incluso cuando despiertas de un casi coma, palurdo!

- Lo siento señor- El chófer no pudo contener una leve risa, que le pasó factura a su dolorido cuerpo, como mostró con un gesto de molestia justo después.

- El karma... No perdona ni siquiera a los empleados mas leales. Por cierto, procura comportarte, no estamos solos...

- ¿Ha entrado alguien a la residencia, señor?

- No, nos han salvado la vida, y es una dama con muy malas pulgas, así que deja esa sonrisa insolente que se te está poniendo, o lo vas a lamentar.

Ambos hombres esperaron a su gélida invitada sentados a la mesa, tan perfectamente puesta como las circunstancias lo permitieron. Josh preguntó a su jefe por lo acaecido mientras él estuvo inconsciente, asombrado por los poderes de la villana, y deseoso de conocerla.

Al no tener más opciones se empezó a vestirse con la única prenda que tenía en las manos, dejando por ahí la húmeda toalla que segundos antes la vestía. Escuchaba atentamente sin decir nada mientras se ponía la falda, sonrió maliciosamente al conseguir que le regalara un traje. Al acabar de ponerse todo el conjunto se sentó en la primera silla que encontró, pensando cual sería su siguiente paso. La propuesta del pingüino era muy tentadora ya que no tenía ningún objetivo. Podría volver a robar bancos pero viendo el panorama tendría que esperarse a que las cosas volvieran a la normalidad.

Una vez decidida a colaborar con Penguin hasta que encontrara algo mejor bajo las escaleras con suma calma, tenía que admitir que llevar este tipo de trajes no le desagradaba tanto como pensaba y era que aquel hombre tenía buen gusto. Al hacer acto de presencia delante del par de hombres los miro seriamente, como se atrevieran a burlarse de ella los trasformaría en estatuas de hielo. Al ver la comida ya servida no les hizo esperar mucho más y se unió a ellos sentándose en la silla, empezando a comer en silencio.

Está muy bueno.

Dijo después de darle un sorbo a la copa de coñac, tenía que admitir que la comida era de su agrado y eso la confortaba.

Cuando Frost se personó en el salón, Josh no pudo disimular y quedó con la boca entreabierta por un instante, antes de sonreír y dedicar una mirada pícara a su jefe.

-Hubba, hubba... Es usted todo un seductor, señor.

-¡Ya te dije que nada de tonterías! - Susurró el mafioso a su chófer, severo -Aunque nos haya salvado, corremos más peligro estando encerrados con ella, que ahí fuera expuestos a la lluvia de trozos de universo.

Cuando se acercó lo suficiente como para oírles, Oswald se apartó de su empleado y saludó gentilmente a su invitada, ofreciéndole asiento con un gesto de la mano. Por su parte, el conductor seguía mostrándose afable pese a sus heridas, y observaba a la mujer y a su jefe, ambos con expresión agria. A menudo a Josh le gustaba bromear con Oswald sobre su vida amorosa. Tal vez era la única persona en el mundo que se podía permitir el lujo de hacerlo, pero en el fondo, deseaba que algún día sucediera de verdad. Sabía que su jefe había cometido muchas atrocidades, pero en el fondo, era un buen tipo. Sólo necesitaba una razón para andar por el carril correcto, pero eso no era asunto suyo.

Sin embargo, mientras cenaban, el silencio era insufrible. Era como si el caos le diese tregua al mundo por unas horas antes de volver al ataque. Así que el chófer decidió conocer mejor a su invitada.

- Oiga, señorita, mi jefe me ha contado que nos ha estado ayudando y poniéndonos a salvo de toda esa basura de ahí fuera. Muchísimas gracias. Por cierto, ¿Cómo se llama? digo en realidad, no su nombre de superheroína o lo que sea.

Oswald lanzó una mirada de advertencia a su chófer, pero no encontró razones para ir más allá de eso, y luego observó la reacción de su invitada. Un poco de charla tampoco vendría mal para relajar los ánimos.

- Disculpa a Josh, es bastante directo. Por muy anciano que sea, su origen en las calles de Detroit deja una huella difícil de superar.

- ¡Y que lo diga, y bien orgulloso estoy de ello! Pues como decía mi padre, "Aunque tu casa apeste, es tu casa, y ninguna otra será tal cosa". Usted no guarda sus recuerdos de niñez en las grandes mansiones que posee ahora, ¿cierto?

- Punto a tu favor, chico de la calle...

La conversación se detuvo ahí, ya que recordaron que estaban esperando respuesta de la mujer que tenían justo delante. Oswald apartó la mirada a un lado con cierta preocupación; Era la primera vez que conversaba abiertamente con su chófer frente a alguien ajeno.

Frost estaba concentrada en comer y recuperar fuerzas empezando a notar como el cansancio hacia huella en ella, pero levanto un muro de hielo que impedía que el enemigo la viera débil, todo bien metafórico. Ante la pregunto de revelar su verdadero nombre alzo una ceja y se lo quedo mirando fijamente intentando entender sus verdaderas razones. No era prudente ir revelando su verdadero nombre ¿pero que importaba eso? No era ninguna súper heroína que necesita ocultar su identidad para proteger a sus seres queridos ya que carecía de ellos, pero en vez de hacerle sentir sola y triste le brindaba la fuerza de la libertar y hacer lo que le diera en gana sin dar explicaciones.

Louise Lincoln ¿y el suyo caballero? Penguien el tuyo también me interesa ya que si vamos ha ser un equipo será mejor llevarnos bien.

Dibujo una fina sonrisa y siguió comiendo a la espera de la contestación. Sabía que el mafioso se llamaba Oswald pero prefería que se lo revelara el mismo, sentía un presentimiento que ese Penguin que tenía delante era algo diferente al como lo recordaba.

Si os apetece podemos hablar de cómo llegamos a tener estos trabajos. Vosotros primero caballeros.

Se le empezaba a notar más relajada al ir olvidando que el vestido que llevaba era de una sirvienta, y porque no negarlo, el calor de una buena comida siempre calma a las fieras. Solo falta buena música para completar la velada.

El chófer, animado por poder formar parte de un "evento" social junto a su jefe, respondió con más energía de la que cabría esperar de un hombre que hacía unos instantes estaba desmayado y que, de hecho, seguía herido.

- Yo soy Joshua Richard Harris Bonaventura, y sobre el trabajo... Fui taxista en Gotham durante más años de los que quiero recordar, pero una noche unos tipos me echaron del taxi y huyeron con el botín de un robo, y bueno, ya sabe... Soy negro, y aunque acabé con la pierna rota por la paliza que me dieron esos tíos, la "justicia" determinó que yo era parte de la banda, y que mi cojera fue causada por el tiroteo al huir. Los ladrones no se lo pensaron mucho al acusarme y confesar que me dejaron atrás al caer herido, dijeron que todo fue idea mía, ¿De locos verdad? Te levantas una mañana siendo un pobre taxista negro a punto de jubilarte, y por la tarde unos tipos te convierten en el cabecilla de su atraco para rebajar años de condena, ¡Y ni siquiera vi un dólar! Pero bueno, en la cárcel oí algunas historias de trabajadores del Pingüino. Antes pensaba que era un tipo peligroso y miserable, igual que el resto de la gente de la ciudad, pero la verdad es que las cosas que contaban no eran todas horrendas. Cuando has vivido tanto como yo, has visto de todo, y en un taxi aún más, y el caso es que acabó pareciéndome un buen tipo, pensé "Esa es la clase de jefe que me gustaría tener, sí señor" así que, cuando salí de allí, me presenté en el club y pregunté si necesitaban a alguien. Los seguratas se rieron, iban a echarme de allí, y entonces apareció el gran hombre preguntando por el motivo de las risas. Cuando lo supo, me hizo pasar a su despacho, ¡maldita sea, me dio una oportunidad! y la suerte me bendijo con el volante de su elegante cochazo hasta el día de hoy.

Oswald se tapó el rostro con la garra. A veces la naturalidad de Josh le abrumaba. Era su turno.

- Quizá ya lo sabes por los medios milady, pero mi nombre es Oswald Chesterfield Cobblepot, y prácticamente se podría decir que nací para el crimen. Mi familia eran ladrones de guante blanco, y yo seguí el mismo camino, pero al final, y tras unas cuantas e infructuosas batallas con la rata alada, elegí el camino más inteligente; El crimen organizado. Menos llamativo, menos espectacular, pero más beneficioso, y por qué no decirlo, intelectualmente estimulante. Te obliga a pensar, a estar atento y preparado...

- ¡Y llevar traje es casi el uniforme oficial! eso le encanta, ¿eh jefe?- Josh agachó la mirada al recibir un vistazo frío por parte de Penguin. Quizá estaba traspasando límites que aún no debía...

Admiro la vitalidad de ese hombre que apenas unas horas estaba más muerto que vivo. Escucho atentamente la injusticia de aquel hombre ¿Dónde estaban los superhéroes para ayudar al inocente? Por eso los consideraba estúpidos e inútiles, solo estaban para ayudar al pez gordo y hacerse fotos con él. Ahora era el turno de mirar con sorpresa al anfitrión de la casa, nunca pensó que tuviera tan buen corazón, no pudo evitar que se le escapara una fina sonrisa. Nunca pensó que la carrera del crimen pudiera ser hereditario, normalmente los padres evitan que sus hijos entren en aquel mundillo, no les meten de cabeza. El pensamiento del Pingüino fue acertado, ella también tuvo que emigrar a otra ciudad para realizar sus atracos con más calma porque Flash se estaba volviendo un verdadero pesado, además que seguía las pistas de un hombre de fuego.

Son unas historias verdaderamente interesantes, se nota que sois hombres de mundo.

Lentamente comenzó a notarse más cansada, sus ojos se le cerraban solos y entendió que su cuerpo no podría aguantar más. No sabía cuanta horas estaba despierta y todo el ajetreo que llevaba encima, ahora que se había relajado hablando con ellos le venía todo el cansancio. Se iría a dormir pero no le hacia ninguna gracia hacerlo con esta prenda ya que no creía que tuviera un pijama de su talla. Al menos no tendría que ir a comprar con ellos llevando estas pintas, si, lo mejor sería quedarse en la mansión descansando y recuperando fuerzas.

Yo voy a irme ya a la cama a descansar. Si queréis podéis salir a ver como esta todo después de este desastre y conseguirme ropa más cómoda y adecuada que esta. Una vez todos hayamos recuperado fuerzas hablaremos de nuestros próximos movimientos.

Dijo la mujer de hielo que iba en body para cometer sus fechorías.

Le incomodó sobremanera los aires de grandeza que tomó de repente Frost dándoles órdenes, sin embargo... seguía siendo la más poderosa de la sala, y su mejor baza para sobrevivir. Tragándose el orgullo, alzó una de sus garras para detenerla antes de que se marchara.

- Segundo piso, tercera puerta del pasillo principal. Hay un dormitorio doble. Nosotros iremos a las salas de invitados. Debería haber algún camisón en el armario de tu habitación, querida. Sobre lo demás... Será mejor que nos reunamos por la mañana en el salón, y saldremos juntos de aquí. Habrá que rezar por que esta catástrofe no repunte durante la noche y se nos lleve a todos. Josh...- El chófer hizo un gesto conforme atendía a su jefe, sin decir nada- Nos dirigiremos a la guarida de Seb, en Metrópolis. Quiero saber si él y sus muchachos están bien. Ese lugar es un enclave básico de nuestra red de tráfico de armas.

- Muy bien señor.

- Creo que allí podrás buscar todo lo que necesites. Eres libre de acompañarnos en el resto de comprobaciones o seguir tu camino. En todo caso, siempre estaremos en deuda contigo... Ahora, vayámonos a dormir.

Se fueron retirando a sus respectivas habitaciones. El ánimo de Josh había recaído un poco, algo que parecía general para los tres. Oswald tenía demasiadas preocupaciones en la cabeza. Sus negocios, sus propiedades, e incluso ciertas personas llenaban su mente en ese momento.

Necesitaba de veras reposar.

Unos segundos después de decir sus palabras se dio cuenta el tono autoritario que había utilizado, de manera inconsciente o queriendo, poco le importo a la mutante ya que eran ciertas. Su gélida mirada se clavó en el empresario cuando noto como le había retenido, pero cuando escucho las indicaciones se volvió como una fresca brisa de verano.

Gracias Pingüino. Mañana os acompañare, no me gustaría que ningún loco mutante hiciera daño a mis nuevos compañeros.

Les sonrió de forma tenue, tenía que admitir que sin la ayuda que le habría brindado pingüino no sabría qué hacer en esta situación. Por eso interiormente sentía la deuda que ayudarles, aunque nunca lo diría en voz alta para no caer en ningún chantaje. Tenía que admitir que admitir que esa red de armas le había llamado mucho la atención pero lo primordial era coger fuerzas.

Ir con cuidado y no os arriesguéis en vano, si veis peligro acudir a mí.

Dicho eso se fue al segundo piso entrando en la habitación que le había ofrecido el anfitrión. Fue directa al armario sonriendo levemente al ver que si había un camisón, acto seguido fue desnudándose dejando el uniforme encima de la silla que estaba enfrente de un pequeño tocador. Mientras se cambiaba pensaba en aquel par que estaban tan preocupados, ella no era nadie para intentar animarlo o directamente decirles que no pensaran demasiado, seguro que tenían alguna persona en sus pensamientos y por eso Frost siempre había trabajado sola, sin compañeros que fueran una carga. Pero ahora que estaba como en una especie de equipo lo veía confortable, comenzaba a pensar que trabajar en equipo no era tan mala idea como pensaba. Una vez con le vestido de noche puesto no tardo ni dos segundos en meterse a la cama a descansar. Mientras caía en los brazos de Morfeo pensaba en la casualidad del asalto a Arkham con el inicio de lo más parecido al fin del mundo.

Al llegar al lugar que antaño fue un glorioso almacén secreto conocido entre las bajas esferas de Metrópolis como "La guarida de Seb", el panorama no podía ser más desalentador; Si bien la estructura estaba milagrosamente intacta, parecía haber habido una guerra civil en su interior. Cajar de armas y municiones desvalijadas se esparcían por el suelo, junto a los cuerpos acribillados a balazos de varios de los hombres de Sebastian Luccino, "Seb" para sus allegados más cercanos. De hecho, el propio Seb reposaba con la cabeza hacha trizas sobre un montón de dinero ensangrentado frente a la caja fuerte de su despacho al fondo del local. Oswald se acercó al cuerpo y le dio un toque desdeñoso con la punta de un paraguas que sacó de la mansión.

- Seb, perro traidor... Supongo que no ibas a traerme mi dinero mientras Gotham se caía a pedazos, ¿verdad? ¡Ja!- Pese a su tono sarcástico, Oswald se volvió con preocupación hacia Killer Frost, negando con la cabeza- Puede que el karma haya hecho pagar su deslealtad al bueno de Luccino, pero... Lo que me inquieta es que ese karma tenía una recortada. Una nuca no explota de esa manera de cualquier otra forma...

Mientras repasaba mentalmente a los componentes de aquélla parte de su red de bandas, alzó la vista a unas cajas que estaban en mejor estado que las demás, y sonrió. Les dio unos toques con el paraguas y volvió a dirigirse a Frost.

- Estás de suerte, querida. Puede que no quede una sola boutique en pie, pero en estas cajas hay trajes experimentales copiados a Industrias Wayne. Los chinos trabajan de maravilla replicando esos milagros tecnológicos. Estos idiotas lo confundieron con un cargamento de trajes de lujo, es algo que les pasaba a menudo, por que el código de la etiqueta es similar. Por eso nadie ha desvalijado esto... Si quieres algunos, son tuyos. Flexibles, ligeros, antibalas...

Un ruido al fondo, proveniente de la entrada les alertó, ¿habían noqueado a Josh? De otro modo les habría avisado de la llegada de intrusos. Ambos se pusieron en guardia, cuando un hombre rubio, fornido y bastante alto se presentó ante ellos, ataviado con un peculiar abrigo largo. Oswald reconoció enseguida al recién llegado, y le dedicó una sonrisa aserrada mientras hacía un gesto a Frost para que se calmase. El hombre dio un rápido vistazo a la mujer sin ocultar lo satisfactorio de dicha revisión, y por fin, se dirigió a su superior. Por supuesto que Josh le había dejado pasar...



- Señor Cobblepot, supuse que vendría por aquí. Anoche hubo una fiestecita de las buenas, no como las de su saloncito elegante...

- Pingüino emperador... Mi más eficiente empleado. Supongo que no ha sido el apocalipsis el que se ha llevado los cargamentos importantes y ha acabado con Seb, ¿verdad?

- No, señor. Cuando todo empezó a volverse una locura, los hombres entraron en pánico y empezaron a llevarse todo lo que era de valor. Les insté a detenerse, pero no escucharon. Seb huyó como una rata a por el dinero de la caja, así que decidí ir a por él y que sirviera de advertencia a los demás, pero cuando salí, muchos ya se habían marchado. Los que quedaban me atacaron para salvarse, pero... fallaron

- Siempre fallan contra ti, por eso estás entre mis filas. En fin... parece que esa locura apocalíptica ha terminado, o se ha estabilizado de algún modo, y... vamos a necesitar personal nuevo por aquí.- Oswald se dio cuenta entonces de la mirada más que interesada de su esbirro hacia Frost y reparó en que no los había presentado- Oh... ¿dónde quedan mis modales? Querida, éste es Ignatius Ogilvy, mi pingüino emperador. Mi más fiero guerrero. Ignatius, ella es Killer Frost. No es de por aquí.

- Sin duda la recordaría si lo fuese...- El tono meloso y descarado de Ogilvy arrancó una mueca de disgusto de Oswald, que sacó la cuchilla oculta de la punta de su paraguas y señaló a la barbilla del hombre.

- Nos ha salvado a Josh y a mí. No olvides eso, ni que sigues bajo las normas de un caballero... compórtate acorde a ello.

Una vez apartó el arma, contempló el desastre y reflexionó. Luego, tuvo una brillante idea. Si ella estaba de acuerdo, mataría dos pájaros de un tiro, pese a que odiase aquélla expresión. Se dio la vuelta y observó detenidamente a ambos, antes de hacer la propuesta más arriesgada que se le había ocurrido jamás, pero eran tiempos desesperados, y el riesgo siempre traía ciertas probabilidades de éxito consigo.

- Louise, querida... Dije que te compensaría por toda tu ayuda, mi ángel de escarcha, y las cosas van a ponerse realmente interesantes por aquí, con la ciudad sumida en un estado de desesperación y si mis contactos siguen activos, por aquí habrá mercado suficiente para reconstruir dos ciudades si nos place, pero... necesito personas de confianza y deprisa. No puedo dejar todo en manos de Emperador, y es obvio que le has caído en gracia... -El rubio sonrió a la mujer y de nuevo prestó atención a las palabras de Penguin- ¿Qué te parece si te dejo al cargo de este lugar? Te pondré un poco al corriente de todo, y las notas de Seb te servirán de apoyo también, además Ogilvy ha estado aquí desde hace un par de años y puede asesorarte, y por supuesto, tendrás poder absoluto para seleccionar tu propio personal y recibirás el mismo porcentaje de beneficios que Seb en vida. Si no recuerdo mal, ese mentecato tenía un buen ático en esta misma ciudad, puedes quedarte allí si lo deseas. Creo que es un buen trato, yo necesito recuperar este enclave antes de que los buitres del resto de clanes venga a por él, y tú no tenías un plan mejor, ¿me equivoco?

Oswald esperó con ansia la respuesta de su hasta ahora compañera de viaje. Tenerla como aliada sería un comienzo fantástico en el nuevo mundo que quedaba tras el caos.

Ya había pasado un día de todo aquello, recuperando finalmente todas sus fuerzas. El atente Josh ya le había lavado su traje, liberándose al fin del traje de sirvienta. Una vez arreglada y aseada bajo a la cocina a desayunar con sus dos socios, que le explicaban lo que harían el día de hoy. Cuando llegaron no se esperó semejantes vistas, se notaba que había habido una batalla, tales pistas la mantuvieron alerta yendo un poco por delante de Penguin para contratacar a cualquiera que se cruzara en su camino. Al ver el cadáver de Seb negó con la cabeza.

Pobre dinero, manchado de sangre no vale nada.

Dijo fríamente sin importarle los montones de cadáveres que había visto hasta llegar ahí, apartando el cadáver del dinero para que no manchara mas. Como estaban las cosas no podían malgastar ni un dólar, visto como estaba la instalación a lo mejor necesitaban alguna que otra inversión para tenerlo al 100% operativo. Lo que Penguien dijo sobre las cajas le saco una sonrisa, eso era admirable que escondiera algo tan valioso en objetos tan mundanos, esta se la apuntaría. Cuando se agacho para abrir alguna de las cajas y decidir que prenda extrenaria primero escucho un ruido proveniente del chofer. Con rapidez comenzó a crear hielo alrededor de aquel rubio pero ante el aviso de Oswald deshizo el hielo, seguramente fuera uno de sus hombres, el único que habría sobrevivido a todo eso. Se apartó para dejarles hablar pero vio claramente como aquel hombre le miraba, mosqueándola ¿De qué iba? Por suerte su jefe supo ponerlo en si sito, relajándola, aunque cuando miraba aquel hombre mas le interesaba. No sabía si era porque mostraba ser un hombre fiel a su palabra de servir al pingüino o su capacidad de aniquilar al enemigo le había llamado su atención, o simplemente era su físico pero Louise no quería caer en algo tan carnal, por el momento.

Encantada de conocerte Ignatius, soy Louise.

Se le quedo mirando de arriba abajo cruzada de brazos mientras pensaba algo sobre ellos dos ya que no dejaba de mirarlos, pero que enseguida comenzó hablar. Al principio no le hizo mucha gracia pero luego comenzó a pensar y considerar la situación. Puso los ojos en blanco ante esa sonrisa que claramente tenían ciertas intenciones, por el momento la ignoro centrándose en lo importante. Empezó a pasearse por la sala con paso muy calmoso, como si tuviera todo el tiempo del mundo. Se paró frente al cadáver de Seb mirándolo de reojo para luego mirar a ese par y sonreír al más bajito.

En absoluto te equivocas Penguin y por ello acepto el trato, ya tengo ganas de saber dónde nos lleva esta alianza. Por cierto Ogilvy, ¿tú sabes donde vivía este? A lo mejor en su casa encontramos información que nos pueda ayudar

Se agacho frente al cadáver y sin ningún pudor alguno comenzó a examinarlo hasta que saco unas llaves de algún bolsillo de la americana, seguramente esas llaves serian de su casa y de algún coche.

- ¡Perfecto querida, bienvenida al club!- Oswald besó el dorso de la mano de la gélida mujer, ya que un apretón de manos era gesto más propio entre caballeros. Luego se dirigió a Emperador con gesto serio y le señaló con el paraguas- Recuerda Ignatius, no quiero tonterías. De todos modos, esta mujer te destrozaría si no te comportases como debes.

- Uff... No es por ser grosero señor, pero esa frase es... alentadora tratándose de una dama tan escultural.-Ogilvy se volvió hacia frost con gesto inocente- ¿Qué le voy a hacer? Siempre me han gustado las chicas malas

- Como quieras, yo voy a volver a Gotham. Si me entero de que has acabado hecho cubitos de hielo y servido con el Whisky del bar más cercano por tus calentones, simplemente me encogeré de hombros y la vida seguirá- Se encaminó hacia la salida para reunirse con Josh y se despidió sin volverse hacia sus dos socios-Pronto volveréis a saber de mí. Que os vaya bien, parejita

La oronda figura del mafioso desapareció por el portal del almacén. Tras unos momentos, el sonido de un motor delató que él y su chófer se habían marchado. Tras ver a Frost rebuscar en el cuerpo de Seb, Emperador se aproximó con curiosidad, respondiendo a sus dudas.

- Claro que lo sé. El muy lerdo me tenía por su guardaespaldas personal y por poco no me llevaba al baño también con él, pero le consentía para estar al tanto de todo. Ya sabes... por si tramaba algo contra el gordito. Oye... eso de los cubitos... ¿Eres una de esas tipas con poderes? Me encantaría verlo. Por cierto, esa llave es del coche. Si sigue entero, estaba en el patio, bajo el cobertizo, ¿Vamos jefa?

El hombre no tenía una idea real de qué era capaz de hacer esa mujer, pero alguien que se ganaba el respeto del Pingüino hasta el punto de hacer advertencias al respecto sin duda era digno de andarse con pies de plomo, aunque fuese una preciosidad. El futuro era realmente incierto...