El plato del día - Minievento [Tú también flotarás] - Ryan O'Connors (12 de julio de 2008 - Dahlonega)

El restaurante ‘Kenny’s Farm’ nunca había tenido tantos clientes al mismo tiempo, en la barra, dos granjeros de la zona almorzaban unos huevos con beicon acompañados de cerveza, en una mesa alejada había una pareja de ancianos que removían unas verduras al vapor que había en sus platos, sin acabar de tener el valor para metérselas en la boca, y a dos mesas de distancia de ellos, una familia miraba animadamente la carta mientras charlaban, acompañados por la radio, donde sonaba una canción antigua:


- ¿Y bien? ¿Qué es lo que quieren? – El dueño del local, un hombre de aspecto bastante desagradable se había acercado a ellos sin que se dieran cuenta, tenía una gran barriga que la camiseta roñosa con manchas de grasa que llevaba no acababa de tapar, dejando la parte de abajo al aire, llevaba también un chándal gris viejo con pelusa, y, sobre este, un delantal que bien podría haber sido usado antes de ponérselo para fregar el suelo, el hombre tenía 4 pelos en la cabeza que le caían por la calva, estaban grasientos y sucios: - Mi mujer Molly es la cocinera, yo les recomiendo el plato del día, es estofado de ternera con maíz. – El tipo se hurgó en la oreja sin ningún decoro mientras esperaba la respuesta, luego se dirigió al pequeño Ryan, que estaba sentado enfrente de sus padres:

-¡Hola peque! – Le pasó la mano que acababa de utilizar para hurgar en la oreja por el pelo al pequeño, en su rostro se dibujó una grotesca sonrisa: - Para ti tengo algo muy especial…Ya verás, te va a encantar guapo. – Le sacó la mano del pelo y sus ojos se quedaron clavados en el niño unos momentos, en aquella mirada había algo que Ryan, a su temprana edad tendría muy difícil de descifrar, pero que habría quedado evidente en cualquier adulto…Aunque parecía que nadie más se dio cuenta de aquello.

Los padres hicieron el pedido y el tipo desapareció hacia la cocina, no sin antes tirarse un eructo a medio camino, los dos hombres de la barra le rieron la gracia mientras desaparecía por la puerta.

El lugar, ciertamente, no sólo denotaba una evidente falta de limpieza, también parecía muy antiguo, la radio en la que sonaba la música era de madera y muy grande, estaba en un rincón, puesta contra una de las paredes que podría intuirse que en algún punto fueron rojas, aunque ahora, con el paso del tiempo, la pintura estaba desgastada, rota y sucia en muchos puntos…El suelo era de azulejos negros y blancos, como si toda el área se tratase de un tablero de ajedrez gigante, del techo de madera colgaban unas lámparas en las que la tendencia era que tuvieran telarañas, en total había 8 mesas, todas colocadas al lado de la ventana con unos asientos típicos de bar de carretera a los cuales les faltaba la mitad del relleno, la barra era toda metálica y en ella había 7 taburetes, más allá de esta, se encontraba la puerta de la cocina.

El motivo que había llevado a escoger ese lugar a sus padres para comer Ryan lo ignoraba totalmente, ya desde fuera, el roñoso cartel de neón medio fundido era un aviso de lo que iban a encontrarse en el interior…El chico se movió agitado, necesitaba ir al baño, avisó a sus padres y se levantó para dirigirse al lugar.

El aspecto del lavabo no era mucho mejor, todos los elementos que contenía daban grima y repelús, e iban acompañados de una película de grasa y suciedad, el joven intentó no tocar nada mientras hacia sus necesidades…Cuando hubo acabado, se dirigió a la pica para lavarse las manos, mientras lo hacía, escuchó como la puerta del baño se abría, dirigió la mirada hacia allí, pero no había nadie ¿Habrían sido imaginaciones suyas? Fue a mirarse al espejo para acabar su tarea y cerrar el grifo y entonces pudo ver cómo en su reflejo había una criatura que le devolvía la mirada.

Era un ser sin rostro a excepción de una especie de comisura oscura a la altura de la boca y con el torso al aire, sus largos brazos sujetaban los bordes del espejo desde el otro lado, parecía mirar fijamente al chico, pero era difícil de decir sin unos ojos.

Spoiler:

Ryan cayó hacia atrás del susto mientras chillaba, sus manos y su espalda se llenaron de la suciedad que había en el suelo…Se quedó un minuto mirando al espejo desde el suelo, con miedo de que algo saliera de allí, pero no había nada ¿Habrían sido imaginaciones suyas?

La puerta del baño se abrió de nuevo, aunque esta vez si cruzó alguien, el desagradable camarero había acudido al grito de auxilio: - ¡Eh! Chico ¿Estás bien? – Le ayudó a ponerse en pie: - Mira cómo te has puesto…Estas sucio y asqueroso ¿Eres un niño travieso eh? – Sonrió en un tono siniestro y miró a su alrededor: - ¿Te has asustado? ¿Qué ha pasado? - Ryan no pudo hacer más que señalar el espejo…El tipo se acercó y luego miró al joven: - A veces la imaginación nos pasa malas jugadas chaval…- Volvió a mirar a su alrededor en un gesto nervioso: - ¿Seguro que no has montado todo esto para llamar la atención...- Miró de arriba a abajo a Ryan con una sonrisa, en el ambiente había un silencio muy desagradable, aquel tipo era grotesco y empezaba a asustarle:

- Oye ¿Quieres que te enseñe un juego de mayores? Así es como yo aprendí a no tener miedo… - Se acercó al niño con decisión, en su rostro seguía esa estúpida sonrisa: - Ven, quítate esa ropa sucia y te enseñaré como se hace…- El hombre extendió la mano hacia el chico, que, instintivamente corrió hacia la puerta del baño para salir de allí. Quería salir corriendo de ese lugar, quería ver a sus padres, decirles que ese sitio le daba miedo y que no quería volver.

Se quedó sin palabras cuando cruzó el umbral de la puerta, el local estaba totalmente a oscuras y vacío, las ventanas y la puerta de salida estaban tapiadas con madera, al igual que la puerta del baño, que acaba de cruzar…La oscuridad era casi absoluta y en el ambiente se respiraba un aire extraño, cómo cuando uno entra en una habitación que lleva muchos días cerrada, la vieja radio seguía en su posición, pero la música animada que hacía un rato había estado sonando, se escuchaba ahora con un extraño efecto, cómo si al aparato no acabase de funcionar del todo bien, del exterior llegaba un ruido de lluvia, cómo si fuera se estuviera desatando una fuerte tormenta.


A Ryan le puso en alerta una luz parpadeante que venía de la puerta donde aparentemente estaba la cocina, de la misma zona, además, venía un desagradable ruido, cómo de una sierra manual cortando un tronco de madera ¿Quién iba a dedicarse a cortar madera en una cocina? En la puerta tapiada del baño sonaron de repente unos fuertes golpes, cómo si algo al otro lado quisiera atravesarla y llegar hasta él ¿Aquel monstruo que había visto en el lavabo?

Ryan comenzó a entrar en pánico al escuchar aquellos ruidos y verse atrapado en aquel bar de carretera sumido en la completa oscura, y el sonido de tormenta sólo comenzaba a acrecentar aún más aquel temor que invadía por completo su ser. No sabía que pasaba en aquel lugar, y la sola idea encontrarse con aquel hombre que claramente detonaba intenciones retorcidas le aterraba bastante, así que cómo pudo trató de hallar escondite dentro de aquel lugar para evitar ser encontrado por lo que sea que estuviese habitando los rincones del lugar.

Él aún temblando de miedo logró escabullirse por el lugar cautelosamente, pues el instinto de supervivencia le impulsaba a ser cauteloso y evitar a toda costa encontrarse con aquellos horrores reales o sobrenaturales que rondaban en el bar. Y para él, la zona del cajero era la opción más segura para no verse expuesto ante el peligro latente.

Ryan prácticamente llegó a la zona de la caja con dificultad, pues el miedo llegó a paralizarlo a mitad del trayecto y por poco no lo logra. Jamás se había sentido tan aterrado en su vida, y se le vinieron las ganas de llorar en aquel momento, llegando a creer que sus padres habían sido capaces de abandonarlo en un sitio así y que el viaje para visitar a los parientes fue la excusa perfecta para deshacerse de él. Y mientras pensaba en ello, su corazón comenzó a latir con mucha más fuerza, pues en su mente volvió la imagen de aquel extraño ser que se había manifestado en el espejo hace unos instantes.

Presa del miedo y la desesperación, Ryan terminó por hacer recargarse detrás del mostrador y abrazar sus piernas fuertemente, susurrando que quería volver con papás y volver a casa, a la vez que rezaba porque ninguno de los que hicieran esos ruidos lo encontrasen. Pero sobre todo deseaba con todo su ser poder encontrar una salida de aquel sitio, y de ese modo poder salir a pedir ayuda para que pudiesen llevarlo de vuelta con su familia.

La música se apagó repentinamente, al igual que el extraño sonido que parecía provenir de la cocina…El único ruido que inundaba ahora el lugar era el repiquetear de la lluvia contra los cristales del local, Ryan estaba solo en aquel sitio oscuro y frío, abandonado y sin nadie que pudiera ayudarle…Se oyó el crujir de las bisagras de la puerta al abrirse, un hilo de luz proveniente de la habitación iluminó muy brevemente una pequeña parte del local, una parte que estaba delante del chico, dejando ver que, delante suyo, en el suelo, estaba el anciano que antes había estado unas mesas delante suyo, el hombre tenía la mirada perdida y estaba muy rígido, tenía un corte profundo en el cuello del que aún seguía saliendo sangre a borbotones, unos pasos rompieron el silencio de la estancia…

Sonaban fuertes y decididos, moviéndose por el local, la figura silbaba una melodía y a aquella musicalidad le acompañaba el sonido de algo metálico que se arrastraba, el silbido quedó de golpe interrumpido, se hizo el silencio de nuevo, pero en el fondo el chico sabía que aquella persona seguía por allí…Un fuerte impacto encima suyo casi le hizo gritar, la hoja de un hacha atravesó el mostrador de madera, casi llegando a impactar sobre el chico…Los pasos y los silbidos volvieron, se acercaban a él…Cada vez estaban más cerca ¿Habría algún sitio en el que poder esconderse? Ya era tarde, una mano que llevaba un guante de goma manchado de sangre se introdujo debajo del mostrador y le agarró de la pierna, en silencio, pero con poderío, cómo una fuerza de la naturaleza imparable, la figura arrastró al chico por el pasillo en silencio, Ryan no podía llegar a ver a la persona que lo llevaba al interior de la cocina, pero si podía deducir, por su figura, que se trataba de un hombre.


Una vez dentro de la cocina, la visión resultó tan desagradable que el chico no pudo hacer si no que taparse los ojos con las manos, el suelo, sucio y mugriento tenía varios rastros de sangre sin ningún trazado fijo, las paredes estaban llenas de grasa y en ellas había varias salpicaduras de diferentes sustancias, el olor, nauseabundo y desagradable recordaba al de un congelador cuando se va la luz y nadie lo ha vaciado en 3 días…Olía a muerte y vísceras…En el centro de la cocina había una mesa, de la que su misterioso secuestrador arrojó lo que parecían ser trozos de carne, entonces, sin esfuerzo alguno tiró al chico sobre la superficie: - Di hola. -

Eran las únicas palabras que su captor había dicho desde su encuentro, Ryan se apartó los ojos de la cara y por una milésima de segundos, en su rostro se dibujó una sonrisa de alegría al descubrir la cara de su madre mirándole, pero esa alegría paso al horro cuando vio que la expresión en el rostro de la mujer estaba desencajada, los ojos estaban muy abiertos, igual que la boca, la figura la sujetaba del pelo y la cabeza de su madre colgaba suspendida por el mismo, sin nada que la uniera a su cuerpo, el cuello había sido seccionado del torso y aún dejaba caer algunas gotas de sangre…El hombre empezó a reír y entonces Ryan se pudo fijar en su rostro, en aquella cara familiar que tenía algunos de sus rasgos, aquel tipo era su padre que, ahora, con una mirada muy diferente a la suya agitaba la cabeza de la madre de Ryan por el aire, haciéndola girar usando el pelo como si fuera una cuerda.

La cabeza salió entonces disparada, estampandose contra la pared, el hombre miró a su hijo aun riendo y murmuró mientras se agachaba: - ¿Quieres reunirte con mamá Ryan? – Se incorporó de nuevo con una motosierra de disco en las manos, que accionó mientras acercaba al chico, el estridente sonido de la cuchilla girando a toda revolución, acompañada de la risa de aquel maníaco inundaron la cocina…Detrás de Ryan había una puerta metálica abierta que llevaba a la cámara frigorífica del local y delante suyo, su padre se acercaba a él rápidamente, con los ojos llenos de furia y la motosierra en marcha, dispuesto a cortarle en dos.

Las cosas se habían vuelto sumamente terribles para el pequeño Ryan tras haber sido capturado por aquel extraño hombre que había estado haciendo uso de la motosierra en aquel lugar. Y ahora el pequeño había quedado totalmente aterrado al observar aquella carnicería, y que ese ser o lo que fuese, tenía el rostro de su padre y ahora trataba de rebanarlo como a una oveja en el matadero al igual que había hecho con su madre.

La adrenalina del momento, y por el miedo a morir, llevaron a Ryan a reaccionar para luego echarse a correr a gran velocidad para evitar que aquel ser lo alcanzara. Su vista la tenía fija en la cámara frigorífica, pues era la única zona que parecía ser un sitio seguro para él en aquel momento, y él tan sólo corrió tan rápido como podía, pero aquellos minutos recorriendo le parecía interminable.

Para cuando escuchó el fuerte ruido de la motosierra siendo activada, Ryan echó tal carrera que para cuando se dio cuenta ya había logrado llegar a la puerta. Y como pudo entró a la cámara frigorífica y procedió a cerrarla como podía, pues la puerta era un tanto pesada para él, con la esperanza de conseguir su cometido y de ese modo lograr burlar y retrasar a su acechador. Y mientras lo hacía, se decía empezaba a repetir a sí mismo que ese no era su papá, una y otra vez, porque siempre habían sido muy unidos. Y siguió repitiendose aquellas palabras como si fueran un mantra, mientras empujaba la puerta para sellar la cámara; a la vez que su mente era invadida por el instinto de supervivencia que trataba de suprimir el terror que le invadía.

Con último esfuerzo, empujó la puerta y logró hacer que esta se comenzara a cerrar. Sólo esperaba que la gravedad fuera su aliada y esta se cerrara con el impulso que le había dado a la puerta.

La puerta se cerró lentamente provocando un fuerte ruido cuando la misma quedó sellada herméticamente, ahora Ryan se encontraba en una habitación enorme, completamente blanca, delante de él había unas lamas de plástico transparentes que hacían difícil entrever lo que le esperaba al otro lado, el frío empezó a sobrecogerle, la cámara frigorífica estaba en marcha ¿Cuánto tiempo iba a aguantar allí? Unos golpes empezaron a aporrear la puerta, solo había un camino posible…

El chico avanzaba por el sitio, apartando los plásticos que le impedían ver que había más allá, a los lados, colgadas de un gancho y formando un pasillo recto hacia delante habían canales de res colgadas, aún burbujeando sangre…El chico avanzaba mientras observaba a su alrededor, alerta…Los golpes en la puerta empezaron a intensificarse, parecía que algo quisiera echarla abajo…El joven Ryan caminó con cautela, fijándose bien en los recovecos para no ser sorprendido por nada, el frío empezaba a ser insoportable…Caminó hasta el fondo de la cámara y en la pared encontró una pequeña hacha apoyada en una repisa, un sistema de seguridad que todas las cámaras frigoríficas solían tener.

¿Qué iba a hacer ahora? Si se quedaba allí dentro se iba a morir de frío, y si salía, su padre acabaría con él ¿Iba a morir allí de manera irremediable? Un ruido a sus espaldas le devolvió a la realidad, se giró lentamente para ver con horror cómo una de las reses se agitaba y palpitaba, cada vez más fuerte y con más virulencia…De golpe una mano blanca atravesó la canal, al instante otra mano, ambas se apoyaron en la superficie externa del animal muerto y empezaron a presionar para impulsarse, primero salió la cabeza, aquella cara blanca sin rostro alguno, acompañada por el cuerpo, toda aquella criatura cayó al suelo para incorporarse a cuatro patas.

Dirigió su rostro hacia el niño y una franja oscura se dibujó en el mismo, una especie de sonrisa de la que empezó a emanar un líquido negro, la criatura salivaba, emocionada por la presa que estaba apunto de devorar: - Ryan…Tengo hambre…- La criatura murmuró mientras balanceaba su cuerpo de un lado para otro, con suavidad…De pronto se lanzó disparada a por el chico que chocó de espaldas con la pared de la cámara frigorífica ¿Iba a morir? Él no quería morir…Aquella cosa se acercaba rápidamente hacia él, moviéndose a cuatro patas con gran velocidad, Ryan se dio la vuelta con los ojos cerrados, empezó a golpear la pared de la cámara frigorífica desesperado, entonces, un sonido metálico le hizo abrir los ojos, el hacha estaba en el suelo…Su instinto hizo el resto.

Lo último que el chico pudo captar antes de desplomarse en el suelo fue a la criatura emitiendo un chillido mientras se agitaba en el suelo, el hacha, clavada en su espalda y la sangre negra que había manchado las canales…Lo siguiente fue oscuridad y cansancio, pudo entrever cómo la puerta de la cámara frigorífica se abría mientras sus padres le llamaban.

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Ryan paseaba por las calles de la ciudad, poco a poco el mundo volvía a la normalidad después de los terribles sucesos que casi acaban con todo, así eran los humanos, se reponían de lo malo rápidamente, a veces, incluso, disociaban la realidad y la alteraban hasta tal punto que parecía que nada estaba sucediendo…Ahora, los runners volvían a centrarse en sus marcas personales, los negocios se preocupaban de atraer a sus clientes…El mundo volvía a girar.

El chico pasó por delante de un quiosco en el que vendían los periódicos de aquella mañana: - ¡Gran catástrofe en el Dahlonega! ¡Pasen y lean! – El dueño del comercio gritaba mientras agitaba un Daily Bugle en la mano izquierda, la portada del mismo llamó la atención de O’Connors, en ella había una fotografía de una criatura con el rostro blanco y los brazos largos, en la portada rezaba: ¡El cobarde de Ryan O’Connors! ¿Volverá a Dahlonega para pelear cómo un hombre?

-¿Vas a seguir escondiéndote? ¿O vendrás a plantar cara? – El quiosquero parecía referirse a Ryan, al que miraba fijamente con una sonrisa siniestra en el rostro, un tipo se chocó con el adolescente, que estaba centrado en lo que le decían, y profirió un insulto mientras seguía su camino, el chico volvió a enfocar su mirada en el quiosquero: - Que si vas a comprar un periódico chaval, vamos, no tengo todo el día. – Al mirar el periódico, la portada del mismo era muy diferente, hablaba del incremento de la economía estadounidense en 1,3 puntos ¿Qué estaba pasando?

Ryan volvió de aquel extraño en el que se había visto inmerso, y procedió a sacar algo de dinero para pagar el periódico al quiosquero para no importunarlo más y se retiró del lugar. Pero mientras caminaba parecía extrañado por lo que acababa de ver y oír, pero no estaba seguro si había visto cosas en aquel instante por el cansancio acumulado a causa del trabajo y por los repentinos desvelos que había tenido hace semanas, cuando su otra naturaleza surgía y el hecho de tener que encerrarse en una zona cercana para evitar herir a la gente al llegar ese momento.

Mientras caminaba al departamento se dio cuenta de que el dueño del quiosco había gritado el nombre de un lugar llamado Dahlonega, y que por alguna extraña razón le sonaba familiar, casi como si hubiese sabido de este lugar en algún momento del pasado. Y sólo por ello, comenzó a hojear el periódico para averiguar si la noticia que había gritado el vendedor se encontraba allí, mas que nada por lo que había sucedido con la portada, y prácticamente tentando a la suerte para ver si aquel se fenómeno volvía a repetirse. Más que nada lo hacía porque le extrañaba que de buenas a primeras, aquel ejemplar tuviera su nombre en él minutos atrás, y aún más le consternaba el hecho de que este mencionase que fuera un cobarde ante algo que se había suscitado en aquel lugar, pero Ryan no recordaba haber puesto un pie en él.

Mientras pensaba en ello, Ryan procedió a seguir ojeando el periódico y hallar las noticia del desastre en aquel sitio.