El sótano y la anciana - Minievento: ¡Tú también flotarás! [Shawn Wild - Dahlonega - 15 de abril de 2010]

¡Venga a Dahlonega! Un paraíso rural de ensueño ¡Olvídese de la ciudad y su ritmo de vida! Aquí solo escuchará la calma y la paz ¡Venga a Dahlonega!

Era el anuncio que Shawn y su madre habían escuchado en la radio el día en el que ella, agobiada por la enorme cantidad de trabajo que tenían últimamente, había decidido que necesitaban un descanso ¿Era acaso una llamada del destino? Ella no lo había dudado, si aquel anuncio de radio había sonado en aquel momento, es porque tenían que ir a desconectar al pueblo…No tardaron ni un día entero en preparar todo e irse para desconectar una semana de todo el ruido mundanal.

Ahora, en la recepción de un hotel que había en el centro del pueblo, esperaban a que el recepcionista apareciera. Aquella estancia estaba decorada con un pésimo gusto, unas cortinas moradas, a juego con la moqueta que, además del morado tenía tonos grises que denotaban lo antigua que era, apenas dejaban entrar la luz de la mañana, lo que daba a la estancia un tono muy oscuro, además hacía un rato que se sentía un olor extraño.

El escritorio del recepcionista estaba ubicado al fondo, ocultando parcialmente una puerta que daba al interior. En las paredes cubiertas con paneles de madera colgaban unas fotografías en blanco y negro que Shawn observaba con atención, en ellas había gente un poco siniestra, hombres y mujeres con miradas perdidas, delgados, casi demacrados, se fijó especialmente en una mujer que tenía el pelo largo y oscuro, entonces reparó en un detalle curioso ¿Le estaban mirando todas las personas de las fotografías? No podía ser…Se acercó a una de ellas para fijarse bien:

-Somos los que trabajamos en la vieja mina…. – Susurró una voz decrépita a sus espaldas, el chico se giró de repente, un anciano muy delgado le miraba con una sonrisa de oreja a oreja, le faltaban varios dientes y tenía el labio leporino, sus ojos azules estaban muy salidos, como si fueran a salirse de las cuencas, su cabeza estaba limpia de pelo, pero tenía un lunar muy grande cerca de la frente: - Ustedes deben ser los que pidieron una habitación…- El hombre caminó torpemente, daba la sensación de ser un tipo muy frágil...Se dirigió a una de las ventanas y observó por la rendija de las cortinas un segundo, con aire abatido, antes de abrirlas y dejar que entrase la luz: - Disculpen…Estaba limpiando su cuarto, algo me decía que no tardarían en llegar. – Les dedicó otra sonrisa, aunque, en aquel momento, el conjunto del hombre resultó ser grotesco, era como ver a un muerto saludando.

El anciano se movió hacia el interior del escritorio y continuó: - Van a tener suerte, van a tener todo el hotel para ustedes, últimamente no vienen muchos clientes…Mi mujer y yo vivimos en el sótano. – Rebuscó en un cajón y sacó un manojo de llaves y un libro: - Ella tiene problemas de epilepsia, por eso vivimos en un sitio dónde no de la luz…Ah…Mi pequeña Gretel…- Suspiró con un aire melancólico mientras le acercaba el libro a la madre de Shawn: - El registro, por favor, necesito que anoten aquí sus nombres, sus documentos de identidad y un número de teléfono…- Se apoyó en el mostrador mientras ella completaba el registro y miró fijamente a Shawn con una sonrisa: - Deberían ir a ver la mina, hubo un accidente y varios trabajadores quedaron atrapados allí, pero ahora tienen un tramo abierto al público para quien quiera visitarla…Estoy seguro de que…- Clavó aquellos ojos en el niño mientras sonreía grotescamente: -…Lo pasarán bien. – Entonces su mirada volvió al libro de registro: - ¡Perfecto! –

Cerró el libro y lo volvió a guardar en el cajón, entonces cogió una llave que iba acompañada de un cartel de madera en el que ponía ‘107’ y salió del mostrador: - Denme un segundo, antes de ir a la habitación, me gustaría bajar, es la hora de la medicación de mi Gretel… -

Y el hombre se perdió por unas escaleras hacia abajo que llevaban hasta una puerta, la dejó entreabierta al deslizarse en su interior, de dentro venía una luz anaranjada y un extraño olor: - Vamos cariño…Es la hora de tu pastilla. – La voz del hombre se escuchaba baja, poco imperativa…De pronto un chillido muy agudo proveniente del sótano les puso en alerta: - ¡Nooooo! ¡Nooooo! – Una voz de mujer protestaba con enérgicos chillidos: - Es por tu bien cielo…Vamos…- Murmuró el anciano…Los chillidos siguieron casi un minuto, hasta que finalmente se silenciaron y todo el lugar quedó en una calma extraña, la puerta del sótano volvió a entreabrirse, el hombre salió de ella y luego cerró: - Bien, ya podemos ir a la habitación. –

Después del espectáculo de la recepción, Shawn y su madre habrían esperado lo peor de la habitación, sin embargo, se aliviaron al descubrir que se trataba de una habitación enorme, limpia y con todas las comodidades posibles, tal vez aquel lugar no fuera tan horrible después de todo. Estaban de tan buen humor que decidieron ir a visitar la mina de la que el anciano les había hablado.

La entrada a la misma era un agujero de 2 metros de diámetro, excavado en la tierra y que se adentraba en la montaña, estaba iluminado con unos faroles que colgaban del techo y a la entrada había unos cascos para colocarse, se adentraron en silencio mientras observaban el lugar, la mina debía ser muy antigua, las estructuras de la misma estaban hechas con madera, pero esta se veía algo inestable…De golpe se encontraron una bifurcación, un destello a la derecha llamó la atención del chico, que se deslizó rápidamente hacia allí, como una llamada irrefrenable, caminó y caminó durante un rato hasta que de pronto se dio cuenta de un detalle, su madre ya no iba con él…Miró hacia atrás y solo había oscuridad, de los faroles que había en el techo y que iluminaban parcialmente el pasillo, ya no había ni rastro…Otro destello al fondo le llamó la atención, decidió seguir, tal vez ella hubiera avanzado sin darse cuenta, claro, seguro que era eso, su madre no iba a abandonarle…

El camino cada vez se iba haciendo más y más estrecho, Shawn tenía suerte de ser un niño pequeño, así que no tenía muchos problemas, sin embargo, no paraba de preguntarse cómo había podido moverse por allí su madre…Si es que lo había hecho…De golpe se encontró con una pared, había llegado al fondo del pasillo ¿Acaso era eso posible? ¿Y esa luz que lanzaba destellos?

Escuchó un ruido a sus espaldas y se giró esperanzado de que su madre aparecería, le daría un coscorrón por desaparecer y saldrían de aquel lugar…Una cara sin rostro le devolvió la mirada, era una criatura de tamaño considerable, iba desnuda y tenía un aspecto desnutrido, estaba flexionada y en una postura extraña, tenía la cabeza torcida y el cuerpo ligeramente inclinado hacía el mismo lado…Estiró los brazos hacia Shawn, extendiendo sus largos y desagradables dedos blancos mientras en su cara se formaba una comisura, una especie de boca que formaba una sonrisa.

El chico de golpe volvió en sí, estaba estirado en la cama del hotel, ya era por la tarde, alguien le había puesto un trapo húmedo en la cabeza, su madre le miraba preocupada: - Cariño…Fuimos a la mina y al poco de entrar te desmayaste ¿Te impresionó la historia de ese señor? ¿Cómo estás? – Él se puso un poco rojo, al menos habían sido todo imaginaciones suyas…Charlaron un poco hasta que llegó la noche, el anciano les subió la cena en un carrito y se fueron a dormir, no sabía muy bien por qué, pero se encontraba bastante cansado…

Le despertó un portazo proveniente del sótano, aún era de noche, todo estaba en completa oscuridad, un sollozo de mujer proveniente del pasillo le puso en alerta…Su madre no parecía estar en la habitación.

Mi madre me obligaba a ir con ella a unas estúpidas vacaciones en un lugar perdido de la mano de Dios, según ella porque necesitábamos fortalecer nuestros vínculos mientras que pudiésemos, o mejor dicho: Sus jefes le habían obligado a tomarse unos días libres antes de que acabase colapsando del cansancio.

Desde que tenía consciencia mi madre siempre fue así de trabajadora, teniéndome que apañar por mi cuenta mucho antes que el resto, por lo que me consideraba un chaval un poco más espabilado que los del resto de mi edad. Pero mentiría si decía que no echaba de menos a mi mamá, por lo que estos días con ella aunque fuese en un lugar extraño y que olía mal me apetecían.

Todo eso se me olvidó cuando casi lloro del susto de ver a nuestro espeluznante anfitrión, me recordaba mucho a esos dibujos animados de Agallas el perrito valiente que veía en la tele de noche cuando mamá se quedaba hasta la madrugada en el trabajo, quedándome callado detrás de la figura de mi madre intentando esconderme de esa mirada tan extraña que me estaba echando, situación que no mejoró al mencionar esa mina encantada. ¿Mamá en serio quería ir ahí? ¿Y si había fantasmas? Al instante me regañé a mi mismo por pensar tal tontería, siendo criado por una científica, se me enseñó desde pequeñito que todo eso eran solo paparruchas que se inventaba la gente al ver algo que no eran capaces de entender a la primera.

La falsa valentía que parecía haber ganado desapareció en el momento que esos chillidos tan agudos comenzaron a salir del sótano donde se suponía que nuestro casero cuidaba a su esposa, suponía que la pobre debería de estar muy muy pachucha como para gritar tanto, quería acercarme para ver si estaba bien, pero mamá me agarró fuerte de la mano y me llevó rumbo a la habitación.

Finalmente mamá me obligó a ir a esa dichosa mina, diciendo que no íbamos a quedarnos todos esos días encerrados en la habitación, por lo que tuve que ir si o si. Al final la visita era interesante, y teniendo a mamá al lado no tenía tanto miedo, pero de repente vi algo brillando en la oscuridad y salté corriendo hacia él pensando que podría ser un tesoro. Pero daba igual cuanto avanzase, nunca llegué a alcanzarlo. Cuando me quise dar cuenta ya no podía ver a mamá, comenzando a llorar por la ansiedad de todo tan oscuro, pero cuando me giré para buscarla vi cara a cara a una especie de cara que estaba sonriéndome de una manera que heló toda mi sangre. Esa extraña figura alzó las manos para tocarme, y yo estaba tan congelado del miedo que no pude hacer nada para evitarlo aparte de cerrar los ojos y gritar a todo pulmón.

Me desperté con ese mismo grito, alertando a mi madre que estaba a mi lado de la cama. Le llevó casi una hora tranquilizarme para que pudiese volver a dormir, pero después de un rato volví a despertarme por un extraño ruido de fuera que casi hace que me esconda debajo de las sábanas. Pero no era capaz de ver a mamá por ningún lado, ¿y si esa cosa aterradora de blanco iba a por ella? Tenía que buscarla.

Tiritando del miedo, me acerqué con pasos lentos hacia la puerta para medio abrirla y asomar la cabeza al pasillo buscando la fuente del ruido...

Mi madre me obligaba a ir con ella a unas estúpidas vacaciones en un lugar perdido de la mano de Dios, según ella porque necesitábamos fortalecer nuestros vínculos mientras que pudiésemos, o mejor dicho: Sus jefes le habían obligado a tomarse unos días libres antes de que acabase colapsando del cansancio.

Desde que tenía consciencia mi madre siempre fue así de trabajadora, teniéndome que apañar por mi cuenta mucho antes que el resto, por lo que me consideraba un chaval un poco más espabilado que los del resto de mi edad. Pero mentiría si decía que no echaba de menos a mi mamá, por lo que estos días con ella aunque fuese en un lugar extraño y que olía mal me apetecían.

Todo eso se me olvidó cuando casi lloro del susto de ver a nuestro espeluznante anfitrión, me recordaba mucho a esos dibujos animados de Agallas el perrito valiente que veía en la tele de noche cuando mamá se quedaba hasta la madrugada en el trabajo, quedándome callado detrás de la figura de mi madre intentando esconderme de esa mirada tan extraña que me estaba echando, situación que no mejoró al mencionar esa mina encantada. ¿Mamá en serio quería ir ahí? ¿Y si había fantasmas? Al instante me regañé a mi mismo por pensar tal tontería, siendo criado por una científica, se me enseñó desde pequeñito que todo eso eran solo paparruchas que se inventaba la gente al ver algo que no eran capaces de entender a la primera.

La falsa valentía que parecía haber ganado desapareció en el momento que esos chillidos tan agudos comenzaron a salir del sótano donde se suponía que nuestro casero cuidaba a su esposa, suponía que la pobre debería de estar muy muy pachucha como para gritar tanto, quería acercarme para ver si estaba bien, pero mamá me agarró fuerte de la mano y me llevó rumbo a la habitación.

Finalmente mamá me obligó a ir a esa dichosa mina, diciendo que no íbamos a quedarnos todos esos días encerrados en la habitación, por lo que tuve que ir si o si. Al final la visita era interesante, y teniendo a mamá al lado no tenía tanto miedo, pero de repente vi algo brillando en la oscuridad y salté corriendo hacia él pensando que podría ser un tesoro. Pero daba igual cuanto avanzase, nunca llegué a alcanzarlo. Cuando me quise dar cuenta ya no podía ver a mamá, comenzando a llorar por la ansiedad de todo tan oscuro, pero cuando me giré para buscarla vi cara a cara a una especie de cara que estaba sonriéndome de una manera que heló toda mi sangre. Esa extraña figura alzó las manos para tocarme, y yo estaba tan congelado del miedo que no pude hacer nada para evitarlo aparte de cerrar los ojos y gritar a todo pulmón.

Me desperté con ese mismo grito, alertando a mi madre que estaba a mi lado de la cama. Le llevó casi una hora tranquilizarme para que pudiese volver a dormir, pero después de un rato volví a despertarme por un extraño ruido de fuera que casi hace que me esconda debajo de las sábanas. Pero no era capaz de ver a mamá por ningún lado, ¿y si esa cosa aterradora de blanco iba a por ella? Tenía que buscarla.

Tiritando del miedo, me acerqué con pasos lentos hacia la puerta para medio abrirla y asomar la cabeza al pasillo buscando la fuente del ruido...

La puerta se abrió dejando al descubierto el pasillo, a pesar del aspecto inicial de la recepción luego el resto del hotel había resultado ser bastante agradable pero ahora, con la oscuridad cubriéndolo y el miedo en el cuerpo aquel lugar le parecía uno de los más terribles del mundo al chico, una lámpara parpadeaba al fondo alumbrando una silueta que estaba de pie, dándole la espalda, llevaba un largo camisón morado que le cubría desde los hombros hasta los pies y un gorro que le tapaba la cabeza, era difícil decir de quien se trataba pero si se podía intuir que era una persona extremadamente delgada, las manos eran huesudas y grandes…Al salir al pasillo Shawn pudo darse cuenta de que esa figura parecía cantar en voz baja una espeluznante canción de cuna.


En el hotel estaban solos y según el dueño su mujer nunca salía del sótano ¿Entonces? ¿Quién era esa persona? La luz parpadeo y la mujer desapareció…La puerta de la habitación por la que Shawn había salido al pasillo se cerró sola de un portazo, el chico intentó abrirla sin éxito, estaba encerrado fuera…La canción volvió a sonar y vio cómo la mujer bajaba las escaleras hacia la recepción ¿Tal vez ella sabía dónde estaba su madre? Decidió seguirla, era una mejor opción que quedarse en ese lugar a oscuras y solo.

Bajó las escaleras siguiendo a una distancia prudencial a aquella mujer, su voz sonaba suave y melosa, aunque en algunos momentos se tornaba raspada y cansada, la canción que susurraba le ponía los pelos de punta, aunque no sabía muy bien por qué…Llegaron a la recepción que estaba ligeramente iluminada por la luz que se filtraba por la rendija de una cortina, por ella entraba la luz de la luna, la mujer tocó la campanilla tres veces y aguardó en silencio con paciencia, pero nadie acudía, nadie respondía a su llamado…Volvió a tocar el timbre tres veces, nada, no había respuesta…De repente cogió el timbre y acompañada con un chillido colérico lo destrozó contra el mostrador para después lanzarlo en la dirección en la que estaba Shawn que tuvo que hacer un rápido gesto para esquivarlo.

La mujer empezó a llorar, emitiendo fuertes sollozos y, con los hombros caídos y pesadumbre se dirigió hacia el sótano. Su llanto se perdió en la oscuridad mientras descendía, la puerta se había quedado entre abierta y Shawn decidió acercarse, el dueño del hotel era un tipo siniestro, pero puede que el supiera dónde estaba su madre:

-Gretel mi amor ¿Dónde estabas? – El anciano parecía haberse despertado, los sollozos fueron la única respuesta, al poco, quedaron acallados y el hombre respondió: - Ya sabes que no puedes salir cuando hay clientes…Puedes hacerte daño… - Un ruido, cómo si estuvieran moviendo un mueble y la mujer contestó, hablando con una voz baja: - Lo he visto…He visto a nuestro pequeño…Pero no me responde…- Un ruido del anciano, que finalmente le contestó: - No cariño…Es el hijo de la clienta, no es nuestro pequeñ…- La mujer rechistó y le hizo callar: - No…Es él…Tienes que traerlo mi amor…Quiero verle…Tráelo…-

El hombre suspiró y de golpe un ruido en las escaleras puso en alerta a Shawn, pero ya era tarde, para cuando había empezado a alejarse esta se abrió de golpe y una figura lo agarró cuando estaba dándole la espalda a la puerta, por mucho que luchó se vio arrastrado por las escaleras del sótano, su cara fregaba la moqueta llena de polvo de los peldaños que descendían, el anciano tarareaba la canción que su esposa había estado cantando hacía unos instantes…Un olor nauseabundo inundó las fosas nasales del chico mientras se adentraban más y más en la profundidad de la estancia y una luz de una pequeña lámpara le daba visibilidad, una vez llegaron al final el anciano le arrojó a los pies de un sillón con el que topó.

El chico se puso en pie poco a poco, frotándose la nuca, dónde había impactado con la butaca: - Mi Gretel quería conocerte niño…- Al fin pudo ver al anciano, miró sorprendido cómo el tipo iba vestido igual que la mujer que había visto en el pasillo, le sonreía con los brazos cruzados, el olor nauseabundo y asqueroso era enorme, insoportable…Shawn se llevó los dedos a la nariz para hacer pinza y se giró lentamente hacia la butaca, temblando asustado…Lo que encontró le hizo dar un salto y caer al suelo de culo.

Spoiler:

Sentado en la butaca había un esqueleto en una posición rígida, llevaba puesta una peluca grisácea e iba vestido con ropa de mujer: - Niño…No te asustes…- La voz de mujer le respondió desde su espalda, en el lugar exacto en el que había estado el hombre: - No seas maleducado…Seguro que a tu mamá no le gustaría. – Al girarse Shawn pudo ver cómo el anciano, con una postura corporal diferente a la de antes le miraba con una siniestra mirada y una sonrisa en los labios, se movía de forma más femenina: - La tenemos aquí ¿Sabes? Mi querido Herb la ha atrapado…- Se movió por la habitación hasta un armario que había en medio del cuarto y abrió las puertas, mostrando cómo la madre de Shawn estaba allí dentro, con el cuerpo lleno de cinta aislante y dejando solo al descubierto una parte de su rostro, la mujer estaba inconsciente y tenía una herida en la cabeza:

-Gretel por favor…- Ahora hablaba el anciano, pero enseguida fue acallado por la mujer: - El niño debe morir. – En el suelo había un cuchillo, el cuerpo del anciano se movió lentamente y lo cogió, acercándose poco a poco al chico, la puerta del sótano estaba abierta, podía intentar escapar y salir fuera dejando allí a su madre o podía intentar enfrentar al anciano de alguna forma…

Al salir al pasillo pude ver una delgada figura que me daba la espalda, ¿No se suponía que éramos los únicos clientes del hotel? ¿Cómo demonios podía haber otra persona en el lugar aparte de mamá y el dueño? ¿Era un nuevo cliente que se había registrado mientras que estaba inconsciente? Miles de preguntas se arremolinaban en mi mente, pero algo en su aspecto hizo que quisiese retroceder y esconderme en mi cama a esperar a que mamá volviese. Pero de repente un fuerte portazo eliminó cualquier posibilidad de regresar a mi habitación, por lo que tuve que hacer de tripas corazón y seguir a aquella misteriosa figura hasta la recepción.

Ya ahí, iba a armarme de valor e interrumpir su cántico para preguntarle por la ubicación de mamá, pero vi con horror como iba golpeando cada vez más fuerte el timbre de la entrada hasta que pareció cansarse y...¡lo lanzó contra mí! Por suerte fui capaz de esquivarlo por los pelos, pero después de eso lo que menos quería era acercarme a esa señora.

Por suerte la mujer se escapó llorando al sótano donde se suponía que el dueño y la esposa descansaban, por lo que supuse que podría ser ella, aunque tal como había hablado el anciano la mujer apenas era capaz de moverse.

Sabía que lo más sensato sería alejarse del sótano, pero algo mi curiosidad por descubrir la verdadera identidad de la mujer pudo a mi sensatez, aproximándome a la puerta medioabierta empecé a escuchar la conversación de la pareja; parecía que mis suposiciones sobre su identidad habían sido verdad al fin y al cabo, llenándome de orgullo. Mi madre desde pequeño me había instruido para razonar todo lo posible y basar todas mis suposiciones en hechos, y lo había logrado con creces. Pero mi alegría se convirtió rápidamente en terror al escuchar como la conversación entre los dos se volvía cada vez más inquietante, llegando a hablar de su hijo y de su parecido conmigo...era el momento de largarme por patas de allí.

Como si me hubiese leído la mente, el anciano me cogió rápidamente y me lanzó contra un sofá del fondo de la sala, teniendo una agilidad y fuerza muy superiores a lo que su endeble cuerpo mostraba. Por suerte la butaca amortiguó el golpe, pero el olor me era insufrible. Pero lo peor no fue el extraño aspecto del hombre que finalmente se había desvelado como la persona del pasillo, si no el esqueleto de una mujer vestida como una anciana.

Todas las piezas conectaron en mi cabeza como si fuese un rompecabezas: aquel cuerpo decrépito era la supuesta esposa, y todas las voces que escuchaba y ese comportamiento errático eran originadas por el anciano que tenía algún complejo de personalidad que le hacía creer que su esposa seguía viva...dentro de él.

Este descubrimiento sumado a ese olor nauseabundo provocó que vomitase delante del cadáver de la mujer. Las lágrimas no me paraban de correr mientras soltaba la bilis, todo fruto del miedo y la tensión que sentía. Pero el momento donde más me congelé y no pude hacer nada más que mirar horrorizado fue cuando el demente mostró que tenía de rehén a mamá, la cual estaba sangrando por la cabeza.

Mi mundo se cerró en torno a ella, ya todo me daba igual, mi madre fue la única figura constante en mi vida, el pilar angular en el cual se basó mi existencia; y aquel viejo loco le había hecho daño. Todo mi temor y dudas se transformó en ira, levantándome bruscamente y embistiéndolo con todas mis fuerzas impulsado por la adrenalina que evitaba que me parase a pensar fríamente la idiotez que era lanzarme a las manos de un tío con un cuchillo. Pero ahora ya era tarde para echarse atrás.

Shawn golpeó con fuerza el frágil cuerpo del anciano que cayó al suelo con violencia, golpeando su nuca contra el mismo, el cuchillo le cayó de las manos y rodó por el suelo hasta llegar al cuerpo atrapado en cinta aislante de su madre, mientras se recuperaba del subidón de adrenalina y del esfuerzo el chico empezaba a comprender lo que sucedía, el hombre convulsionaba en el suelo mientras de su nuca, en una herida de un tamaño bastante grande, no dejaba de salir sangre: - G-G….- Apenas podía hablar, sólo emitía un extraño gruñido mientras intentaba moverse hasta que, después de una eterna lucha agónica su cuerpo se destensó y cerró los ojos, el anciano estaba muerto.

Shawn corrió hacia su madre para intentar despertarla, pero parecía no moverse, cogió el cuchillo y empezó a rasgar la cinta aislante para sacarla de allí cuando un ruido repentino le puso en alerta, los muelles del sillón dónde estaba colocado el esqueleto crujieron, sonaron cómo si alguien se hubiera levantado, pero esa era imposible ¿No?

Cuando Shawn se giró para mirar a su espalda descubrió con horror que el esqueleto de la mujer ya no estaba sentado en la butaca, miró nervioso a ambos lados, cómo si el esqueleto de la anciana fuera a estar de pie de repente a su lado, pero, efectivamente, cómo la lógica dicta, el cadáver no estaba allí ¿Tal vez se lo hubiera imaginado todo? Volvió a su tarea de liberar a su madre algo más aliviado, sin embargo, esa calma duró bien poco cuando encontró que ahora, dentro del envolvente ya no estaba su madre, si no el esqueleto de la anciana de cuya boca salió una araña grande y blanca.

El chico se cayó de espaldas del susto y entonces lo vio, puede que llevase allí todo el rato, quizá acababa de llegar, pero aquella extraña criatura que había avistado en las minas le miraba desde el techo de la habitación, sujeta con sus cuatro extremidades y con la boca abierta, salivando: - Tengo hambre Shawn…- Una voz gutural pareció salir desde la profunda cavidad oscura que había en su cara, la criatura dejó caer su cuerpo al suelo con un sonoro ruido de impacto y empezó a arrastrarse hacia el chico…Lo sujetó por los pies y se puso a su altura, la boca estaba muy abierta: - Queremos comer…- ¿Este era su final? Su instinto de supervivencia le llevó a hacer lo único que podía, cerró los ojos y agarró con fuerza el cuchillo que llevaba en la mano estirándola, pudo sentir un líquido espeso y oscuro caerle por la cara, pudo escuchar los chillidos de aquel monstruo…Después la oscuridad le envolvió.

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Algo estaba haciendo que le costase dormir a Shawn aquel día, una sensación de que se olvidaba algo importante, cómo cuando vas a acostarte y no sabes si has apagado la llave del gas...Daba vueltas sin parar en la cama hasta que finalmente cogió su teléfono, consciente de que no iba a poder dormir en un rato decidió consultar si tenía algún mensaje.

Encendió el aparato y en el menú principal apareció un icono de una aplicación que no recordaba haber instalado jamás ¿Qué cojones? La curiosidad le podía y la abrió. De repente su pantalla se puso oscura y un sonido, un pitido extraño empezó a sonar a través del teléfono, después una voz gutural le habló: - Shawn…Sucia rata…- Los recuerdos invadieron de golpe la mente del chico, aquella voz…La recordaba: - Te estamos esperando Shawn…-