Aidan despertó cuando, al dar una vuelta sobre sí mismo, se cayó de la cama para impactar de lleno contra la moqueta del suelo. Un leve quejido brotó de sus labios mientras se quedaba allí por espacio de varios minutos, incapaz de volver a ponerse en pie.
Le dolía todo el cuerpo. Literalmente. Todo. El. Cuerpo.
Y no precisamente por el golpetazo que se acababa de dar contra el suelo, aunque desde luego aquello no había ayudado ni un poquito. Un nuevo gemido brotó de sus labios mientras trataba de reunir las fuerzas necesarias para incorporarse. La cabeza le dolía tanto que no entendía cómo no le había explotado todavía, y la sensación general que tenía en el cuerpo era como si le hubieran dado la paliza de su vida. Y eso que últimamente se había metido en las suficientes como para saber de lo que hablaba.
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¿Necesitas que te eche una mano? -dijo una voz.
Aidan abrió los ojos. Conocía aquella voz.
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Tú -masculló, sintiendo la lengua como si estuviera abotargada. Haciendo un esfuerzo titánico consiguió incorporarse sobre sus antebrazos y girar patéticamente sobre su eje hasta poder encarar al culpable de todas sus tragedias recientes, que se encontraba sentado en la otomana que había a los pies de su cama, mirándole divertido con las piernas cruzadas-
. Joder... Qué cojones... Miró a su alrededor, sintiéndose más desconcertado que nunca. Aquella no era su habitación. Su habitación había tenido una cama de matrimonio, mientras que aquella tenía dos camas individuales. Se había caído por eso. En la cama de al lado dormía Douglas Rattman, el hombre que hasta hacía menos de un día había sido su prisionero pero que había experimentado una subida drástica de nivel a "mejor amigo" en las últimas horas.
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Pediste que te cambiaran la habitación anoche, ¿no te acuerdas? -Gob apoyó la barbilla sobre el mentón, con el codo apoyado a su vez sobre la rodilla superior-
. Para que tu amigo pudiera quedarse contigo.-
Hmpf.Una súbita arcada le hizo llevarse las manos a la boca para no vomitar allí mismo. Haciendo gala de unos reflejos increíbles que parecían inexistentes hacía unos minutos, se levantó a toda prisa para correr al baño a vomitar todo el alcohol que su cuerpo no estaba siendo capaz de asimilar.
Gob se levantó de la otomana y avanzó hasta apoyarse en el marco de la puerta, observándole con los brazos cruzados al pecho.
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Menudo espectáculo patético diste anoche -comentó.
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Sí, bueno... Patético empieza a ser algo así como mi segundo nombre -respondió Aidan mientras se enjuagaba la boca-
. ¿Qué estás haciendo aquí? ¿Y si Douglas se despierta?-
Oh, tranquilo, no se despertará. Parece que te has conseguido un sidekick -dijo con sorna.
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Eres un hijo de puta. ¿Qué quieres? Gob se irguió desde donde estaba antes de empezar a hablar.
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Recibimos un duro golpe hace unos días... La principal base de operaciones de Estados Unidos fue destruida por un grupo de justicieros. La hija de Trigón pretende lanzar un ataque a gran escala contra la ciudad ésta noche a modo de venganza y necesita todos los efectivos que pueda conseguir.Aidan sintió que las piernas le flaqueaban. Tuvo que sostenerse sobre la superficie de granito de la bañera para no caer. ¿Otro Metrópolis?
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No... No puedo, Gob, por favor... No me obligues a hacerlo -suplicó.
Gob avanzó hacia él, mirándole fijamente a los ojos.
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¿Cómo escapaste de Metrópolis? Te busqué pero no te encontré.Ya está, pensó Aidan.
Estoy muerto.-
Belial... me dejó vivir -mintió, tragando saliva-
. Al parecer le gustó el concierto -añadió con rencor-
. Desde luego no fue gracias a ti. ¿Tú sabías lo que iba a pasar?-
Lo sospechaba... Aunque el Gran Señor no compartió sus planes directamente conmigo -ladeó ligeramente la cabeza, mirándole con curiosidad, como intentando leer en sus ojos lo que sus palabras callaban. Aidan se sintió desfallecer-
. Escucha... La Hija de Trigón busca venganza contra los héroes que destruyeron su refugio. Ayúdala a matarlos y quizá no destruya toda la ciudad. ¿Entiendes? Lo único que tienes que hacer... es ayudarla a aplacar su ira. Mantenerla contenta... Ya has demostrado que eres bueno en eso.La última frase fue como un latigazo para Aidan. Era lo mismo que le había ordenado hacer con Belial, "mantenerlo contento". Para conseguirlo había cantado para él, y, al hacerlo, se había convertido en el cómplice involuntario de la destrucción de una ciudad. ¿Mantener contenta a Raven haría que Nueva York corriera el mismo destino? ¿O podía evitarlo?
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Vamos, Aidan... No es como si no hubieras matado antes... Un nuevo latigazo. El cantante recordaba pocas cosas de la noche anterior, pero el asesinato de los tres mafiosos era de las que recordaba más vívidamente. Los había matado porque sí, sin mediar provocación alguna, haciendo oídos sordos a sus ruegos, y lo había disfrutado... Pero aquellos habían sido criminales. ¿Sería capaz de hacerle lo mismo a héroes? ¿Para salvar la ciudad?
Sólo entonces se dio cuenta de una cosa... Según el reloj del baño eran las dos de la tarde... Pero no entraba luz alguna por las ventanas, como si fuera de noche.
Aturdido, regresó a la habitación y caminó directamente hacia el amplio ventanal para observar el cúmulo de nubes negras que estaban empezando a cubrir el cielo de Nueva York, ahogando el sol de la misma manera que había ocurrido justo antes de la destrucción de Happy Harbor... Y a las oscuras nubes, tal como había sucedido entonces, les sucedieron los relámpagos.
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Joder... -Aidan se volvió para buscar a Gob, pero había desaparecido. Rápidamente buscó su chaqueta, que estaba tirada por allí, buscó el teléfono móvil y envió un mensaje a Edward:
"Te necesito en Nueva York ASAP. Va a montarse una buena ésta noche. Es urgente". Aguardó con ansiedad hasta que el icono le indicó que el exorcista estaba en línea. No mucho después, el moreno empezó a escribir su respuesta.