Let's Go Out Tonight (Elysia Stavridis) [15/02/2019]

Me levanté algo somnolienta aquella mañana. Mi cuerpo todavía se resentía de los esfuerzos físicos a los que le había sometido la noche anterior. Y es que ser ahora la superheroína Chroma tenía sus ventajas, pero también sus desventajas, entre ellas los moratones y el dolor en las articulaciones por no hacer suficiente ejeercicio físico. Pero aportar mi granito de arena a la justicia callejera empezaba a hacerme feliz. Por fin sentía que mis poderes tenían algún tipo de propósito en la vida, y que no fueran solo para provocar algún tipo de desastre como el ocurrido en el museo donde conocí por primera vez a mi maestro Aureole.

Empezaba a tener un poco más de control sobre mis poderes, y llevar aquel disfraz me daba cierta seguridad a la hora de enfrentarme a los matones y carteristas. No lo hacía nada mal para ser una principiante, pero aún me quedaba mucho por aprender de los grandes justicieros.

Me levanté, con el pelo totalmente revuelto y me hice un café para ver si conseguía despertarme. De mientras, revisé las redes sociales como hacía cada mañana, hasta que decidí abrir los mensajes de mi webcomic Omega Universe. Justo debajo de la barra de tareas, la campanita me estaba notificando que tenía nuevos seguidores. Cuando llegué la página principal y vi la cifra… casi escupo el café por toda la pantalla.

Pues… tenían razón con lo del stand de la Comic Con de Central City… aplicar allí como artista invitada había sido la mejor oportunidad que había tenido nunca. La popularidad del webcomic había alcanzado límites que nunca creí que alcanzarían, y ahora era lo más comentado por las páginas de cultura social y arte. No pude contenerme de la emoción y me puse a bailar desde el asiento, con muy poca dignidad.

— ¡Toma ya, señor Millers! ¡Espero que te estés retorciendo de envidia en tu puto asiento de editor y te arrepientas de haberme echado de la editorial! ¡Pedazo de capullo!— le grité a la pantalla, con entusiasmo y quise llamar a Elissa para contarle la buena noticia, pero recordé que se había ido pronto a trabajar, así que le escribí un mensaje.

Dejé el café a un lado y empecé a contestar con mucho entusiasmo a todos los mensajes de amor que me dedicaban mis fans. No había nada mejor en el mundo que verte recompensada por todo tu esfuerzo. El cariño y dedicación que había plasmado a lo largo de esas páginas habían dado sus frutos.

Cuando fui a revisar el email después de pasar casi una hora entera contestando mensajes, me di cuenta de que había varios correos de diferentes páginas de prensa que querían hacer un artículo sobre el webcomic y necesitaban permisos. Pero entre ellos hubo uno que me llamó la atención...

— A ver… Elian Iquelo, CEO de la empresa Dreamcatcher de publicidad y diseño web de Chicago… ¡Oh, joder! — casi me caí de la silla de la impresión, al ver que aquel pez gordo deseaba conocerme en persona…


Miré el reloj por tercera vez y ya daba la hora en punto. Me sentía un poco nerviosa por aquella cita, y no quería llegar tarde, así que me di toda la prisa posible para llegar a tiempo al High Line. La verdad es que el empresario escogió un lugar bastante especial para charlar, y le agradecía que se hubiera tomado la molestia de venir desde Chicago hasta Nueva York. Era un gesto que indicaba que realmente valoraba mi trabajo.

En cuanto se levantó de su asiento y vi cómo se dirigía hacia mí con aquella sonrisa de infarto, juraría que el mundo empezaba a moverse a cámara lenta. Me sentí como si acabara de zambullirme en una de esas películas de comedia romántica de las que piensas que tíos así de guapos y galantes no existen en la vida real. Pues Elian Iquelo parecía MUY real.

Su cabello castaño se mecía suavemente con el viento... Sus ojos azules eran enigmáticos y atrayentes... Y el cuerpo que se podía intuir bajo ese traje caro que le quedaba tan bien… parecía sacado de los cánones de belleza del renacimiento de Leonardo Da Vinci. Lo cierto era que casi me parecía una estatua griega andante, así que de pronto, me entraron muchísimas ganas de pintar aquella amplia y hermosa sonrisa blanca.

—Así es… — le respondí, con algo de timidez en la voz, y me coloqué un mechón detrás de la oreja. Empezaba a sentirme un poco intimidada por su belleza… 

Después se presentó, y efectivamente él era el CEO de la empresa Dreamcatcher. Elian era un nombre muy bonito, me gustaba. Había escuchado ese nombre antes, en mi tierra natal. Incluso diría que podría ser una variante de Elisabeth, el nombre del cual provenía también el nombre de Elissa y el mío.

— Gracias por venir desde tan lejos. Es un placer conocerte. — le comenté, tratando de romper un poco el hielo. Estaba muy nerviosa, y si le miraba demasiado, podía caer en el error de quedarme embobada y no me convenía. Necesitaba atender seriamente a la conversación.

— Me parece una buena propuesta la de las vistas. — dije, acercándome al hombre hasta una distancia prudencial, siguiéndole hasta la cafetería. Pedí un Chai Latte bien calentito, y esperé a que mi compañero hiciera también su pedido antes de continuar con la charla.

—Créeme, Elysia, el placer es mío— susurró el hombre con la voz grave y aterciopelada. En aquel momento sentí un leve respingo y un cosquilleo agradable bajó por toda mi columna vertebral en un escalofrío. Elian, además de ser guapo, parecía un hombre encantador. Y estaba segura de que ese atractivo natural y esa labia suya le había llevado a convertirse en el CEO de Dreamcatcher.

Suerte que fue un caballero y me dejó entrar primero en la cafetería, porque me estaba muriendo de la vergüenza y no sabía con qué cara mirarle sin parecer una boba. Carraspeé ligeramente al entrar y traté de centrarme en el suave aroma a café que impregnó de pronto mis pulmones. Observé atentamente como el camarero preparaba los cafés, evitando así prestarle demasiada atención a mi acompañante. Al parecer, no fui la única en notar la belleza antinatural que exudaba aquel hombre. Nada más entrar en la cafetería, casi todas las mujeres se habían girado para mirarle y alguna que otra le había dedicado una descarada mirada de arriba a bajo. Estábamos llamando tanto la atención, que me entró tal vergüenza que no sabía donde meterme.

Cuando terminaron de preparar nuestras bebidas, atrapé el Chai Latte con mis manos, sintiendo un leve y agradable calorcito en la yema de los dedos. El suave olor de la canela me tranquilizó, hasta que sentí la penetrante mirada de aquel hombre.

Elian me estaba mirando con una hermosa sonrisa mientras se llevaba el New Orleans a la boca para después darle un pequeño sorbo. El blanco, amarillo, naranja y marrón de su café se mezclaban de forma caótica pero hipnotizante. Me fijé en la curvatura de sus anchos labios, en la forma recta de su nariz y sus altos pómulos. El hombre me atravesó con su mirada, como si me hubiera atrapado en una pegajosa telaraña y no me dejara apartar los ojos de los suyos. Me quedé mirándole más de lo necesario, y me pregunté cuántos matices de azul necesitaría para poder pintar aquel color tan intenso de sus ojos.

Luché con todas mis fuerzas para no dejar escapar ese gritito interior que llevaba rato revoloteando por mi estómago. Por poco le pido allí mismo que me dejara pintarle. Pero tenía que recordarme a mí misma, que aunque Elian pareciera un chico de revista, tenía que pensar que estaba allí por trabajo. ¡Así que nada de distracciones!

Tragué saliva y le devolví una sonrisa tímida, para después llevarme la mano al rostro y apartarme uno de los mechones rebeldes del flequillo. Empezaba a tener mucho calor, así que fue una buena idea llevarnos las bebidas a la terraza. Agradecí en silencio que el frío de Febrero mordiera mis mejillas y me devolviera a la realidad.

—¿De veras?— sonreí ante la anécdota del café y me senté frente a él, dándole un sorbo al Chai calentito. — A mi me gusta mucho el té, pero mi café favorito siempre va a ser el italiano. Cuando visité Venecia me tomaba dos al día de lo bueno que estaba. — sonreí divertida, al recordar a mi madre Chloe deleitándose con el sabor del café italiano. Italia era uno de nuestros destinos favoritos cuando vivíamos en Grecia.

— Bueno… inevitablemente, gran parte de la idea fue gracias a la colisión de los mundos… — el empresario se adelantó a mi explicación, y tuve que improvisar algo más si quería impresionarle. — Mi hermana es psicóloga, su trabajo es ayudar a la gente, y trata a muchas personas que han perdido a sus seres queridos este último año. En situaciones así, siempre me acuerdo de lo terapéutico que fue para mí leer cómics durante la adolescencia.  Así que pensé que, de alguna manera, Omega Universe también podría ayudar a otros a aliviar un poco la carga de estos años tan difíciles…— Hice una breve pausa para darle otro sorbo al té y aproveché para pensar en lo que iba a decir después—  Tengo amigos que amanecieron con poderes al día siguiente de la colisión y no saben cómo utilizarlos, o personas que llevan toda su vida escondiéndolos para poder encajar en la sociedad… — Ese había sido mi caso. En mi universo no conocía a nadie que fuera como yo, y llegar a Omega fue algo que cambió mi vida por completo. Pero a pesar de todo fue para bien. No perdí a nadie y apenas era feliz en mi universo. Aquí gané una hermana, un maestro y nuevos amigos. Así que podría decirse que fue un win-win— Creo que es fácil que la gente que lea mi Webcomic se sienta identificada con alguno de los personajes, y quiero creer que eso les ayuda también a procesar su dolor y vivir mejor su día a día. A conectar con los demás y ver que no están solos frente a las dificultades de este nuevo mundo. Me gusta hacer pensar a mis lectores, así que siempre trato de meter algún tipo de mensaje ético, o moral cuando pienso en el guión de cada capítulo o cómo se va a desarrollar el arco de uno de los protagonistas. Creo que lo que más me gusta de mi cómic es que los personajes se ven muy reales y humanos. Gente con la que podrías encontrarte perfectamente paseando por la calle o tomando un café...

Vaya, además de ser encantador, atractivo y el CEO de una gran empresa... Elian Iquelo también era un entendido en café.

— Podría decirse que siempre me he sentido más americana que griega. Mi madre y yo nos mudamos a Los Ángeles cuando yo era una adolescente, así que no siento tanto apego por mi tierra natal. — no como Elissa, pensé para mis adentros. Ella sí que era una griega de pies a cabeza. Incluso cuando se enfadaba, muchas veces se le escapaban tacos en nuestra lengua materna. Era muy curioso, como nos parecíamos tanto y a la vez éramos tan diferentes.

Me detuve a mitad del sorbo de mi Chai Latte cuando el hombre se inclinó en mi dirección, obligándome a mirarle aún más detenidamente. Maldita sea, y yo que estaba muy a gusto con el color verde cremoso de mi té como para tener que volver a distraerme con aquellos ojos azules tan enigmáticos.

— Teniendo en cuenta que el origen del café es Africano y que fueron los turcos los que lo llevaron a Grecia… no veo qué tiene de malo la globalización. — comenté con una sonrisa, esperando no ofenderle con mi opinión. Gracias a la época en la que vivimos, donde todos los lugares del mundo están conectados, podíamos disfrutar de cierto tipo de lujos, como los de probar la gastronomía de otras culturas sin tener que viajar al país en cuestión. — Aunque sí que es verdad que ha hecho mucho daño a la forma tradicional de hacer el café en Grecia. Pero no creo que sea una tradición que vaya a perderse tan fácilmente, tengo familiares y amigos que suelen prepararlo todavía en sus casas.

Cuando Elian se retiró de nuevo a su asiento, sentí el leve roce de su dedo meñique contra mi pulgar. Mi primer instinto fue cerrar la mano de golpe, en un puño. Después no le di demasiada importancia y retiré la mano de la mesa, resguardándola en mi regazo, mientras que con la otra seguía tomando el té.

—Es muy fuerte para mi — dije dándole otro sorbo al té. Pero no quise declinar su oferta, era demasiado amable y temía ofenderle si no le dejaba prepararme un Ellinikós un día — pero me encantaría probar el que hace usted.— me corregí a tiempo.— El aroma que desprende me recuerda mucho a cuando mi abuela vivía con nosotras. Se preparaba uno cada mañana, y cuando me despertaba, todo el comedor olía a café recién hecho.— sonreí con dulzura, recordando la figura entrañable de mi abuela materna. Era una persona de buen corazón y con mucho carácter. Siempre andaba peleándose con mamá por cualquier cosa, y para su desgracia, la abuela siempre acababa teniendo la razón en todo...

Volví a notar la mirada furtiva de aquel hombre. Me ponía muy nerviosa que alguien me mirara tan fijamente durante tanto rato seguido. Yo era una persona tímida por naturaleza, y su presencia, tan carismática, me arrollaba hasta tal punto de que me sentía incapaz de sostener esa mirada por mucho rato. Mis ojos volvían al té, para centrarse en colores más suaves y tranquilos. Otras veces desviaba la mirada hacia los laterales, disfrutando de las vistas de aquella terraza, pero sin perder el hilo de nuestra conversación.

Muy pocas veces tenia la oportunidad de hablar de mi trabajo, o de encontrarme a alguien tan interesado en mis creaciones. Tenía que tomarme en serio aquella entrevista, y no dejarme intimidar tan fácilmente por su presencia.

—Eres muy amable, Elian. Me hace muy feliz mi trabajo y me alegra ver que otra gente pueda apreciar lo que yo hago. —le dediqué una sonrisa con genuina felicidad— Al principio, todo esto del webcomic no era más que un hobbie, un pasatiempo mientras iba haciendo otro tipos de encargos y trabajos. Pero en algún punto se convirtió en un proyecto muy importante para mí, y también para mis lectores.

Se notaba que a Elian le apasionaba el arte. Podría decirse que era un amante del mismo, tal y como hablaba de los colores del amanecer, o por cómo describía lo impactante que le había resultado mi trabajo. Me sentí tan halagada por sus palabras que casi no me cabía el gozo en el pecho.

— Uau, nunca me habían dicho algo así… — me coloqué el flequillo en la oreja, un gesto que muchas veces era causa de mi nerviosismo y timidez crónica. No supe cómo responder a todas esas bonitas palabras, su amabilidad me abrumaba.

— Tienes un montón que ofrecer a la sociedad, Elysia. Puedo verlo. Tienes mucho potencial, y me gustaría ayudarte a alcanzarlo.

— ¿Usted cree? Bueno, esta bien, no lo voy a contradecir. —sonreí divertida— Después de todo estamos aquí por usted. ¿Qué es lo que tiene en mente?

— Sí, me encanta la mitología. También me viene de familia— le devolví la sonrisa divertida, pensando en lo interesante que era hablar con otro paisano. Además de Elissa, no había tenido el placer de encontrar a otra persona amante de la cultura griega y eso hacía que me sintiera algo más familiar con él— Después de todo, los mitos son solo leyendas que se inventaron los hombres para entretenerse. No hay mucha diferencia a lo que hacemos los dibujantes de cómic.

Dos chicas jóvenes pasaron caminando por detrás nuestro, y no pude evitar fijarme en cómo suspiraban mirando a Elian de refilón. Estaba claro que, aquel hombre levantaba pasiones a su paso… ¿Tendría novia? Con esa cara, estaba segura de que sí.

— Los Oniros eran los que llevaban los sueños a las personas ¿No? Aunque hay quienes los consideraban hijos de Nix, la madre noche. Pero no recuerdo qué es lo que hacía Iquelo exactamente...— le pregunté, completamente interesada en una breve lección de mitología. Estaba tan entusiasmada por la charla, que me incliné en dirección a mi interlocutor mientras apoyaba los codos encima de la mesa y me aguantaba la cabeza con las manos. — Del que sí me acuerdo era de Morfeo, es un clásico de la literatura. También lo he visto representado en muchas películas y cómics.

Dejamos de hablar por un momento de la cultura que compartíamos, y Elian me hizo una propuesta formal, que casi hace que derrame todo el Chai Latte en el asiento.

- Quiero ser tu editor

Mamá siempre decía que no debía desaprovechar oportunidades así. Que estos golpes de suerte ocurren muy pocas veces en la vida, y la verdad, ya había tenido bastante mala suerte con el trabajo en estos últimos dos años. Con aquellas condiciones laborales que me ofrecía, ya no tendría que ser autónoma y eso era un gran alivio. Significaba tener un ingreso fijo y no vivir estresada por si no llegaba a pagar las facturas del mes. También me alegraba notar una gran diferencia entre Iquelo y mis anteriores ex-jefes de editoriales. Elian me daba buenas vibraciones, había sido muy considerado y parecía ser todo un caballero. No como el machista y abusador de Millers. Lo único que me preocupaba de tener al joven griego como editor, era si a la larga sabría acostumbrarme a su belleza escultural o me seguiría quedando embobada mirándole más de la cuenta. Esperaba que eso no lo notara jamás. Pero es que mi corazón no podría soportar ver semejante perfección cada día.

— Woaah… esto es… increíble...— ojeé las páginas del contrato de papel y después subí la mirada con una ilusión infantil, hasta encontrarme con los magníficos ojos azules de mi interlocutor. —Yo...

La oferta era muy buena. Demasiado buena, diría. Tanto que hacía que me planteara seriamente si todo aquello me lo merecía de verdad. No era la primera vez que dudaba de mi propio talento, pero... ¿acaso no nos pasaba eso a todos los artistas? Incluso a los más grandes, a los que llegaron tan lejos como Da Vinci, Van Gogh, Picasso… Es triste, pero la verdad es que muchos de los artistas más famosos de la historia tuvieron poco reconocimiento en vida, y no fueron valorados hasta después de su muerte. Sus vidas habían sido trágicas y estuvieron llenas de dificultades… la verdad, es que yo no quería pasar por ese mismo aro. Me conformaba con seguir dibujando garabatos en un cómic… y si este hombre se había sentido atraído por mi talento, no pensaba contradecirle. El dinero es el dinero, y al final lo que importa es no morirse de hambre. Sólo esperaba no decepcionarle...

— Sí, quiero.— dije, como si Elian Iquelo acabara de proponerme matrimonio.— Un mes es perfecto… y muchas gracias por la confianza. Trabajaré muy duro, se lo prometo. —estreché contra mi pecho el pliego del contrato al sentir que una enorme alegría empezaba a crecer dentro de mi. Después, con algo de rubor en las mejillas, volví a colocar el papel encima de la mesa.

— Sin duda, la mitología está plagada de arquetipos que ha repetido la humanidad en todas sus historias desde la antigüedad. —asentí, totalmente embaucada por su palabrería. No me cansaba nunca de aprender algo más, y parecía que Elian sabía mucho de mitología y de leyendas. —Aunque nunca vería como superhéroe a Zeus, por ejemplo. Era bastante mala persona, y para los niños no sería buen modelo a seguir… — bromeé, sin apartar la mirada del apuesto CEO.

Me pareció bastante curioso que nombrara a héroes traídos por la Colisión de los mundos, como la amazona o el velocista. Ver a un tipo serio y trajeado como él hablando de cosas relacionadas con los cómics de superhéroes me resultaba bastante entretenido. Era divertido pensar que, en el fondo, Elian Iquelo debía de ser un poco friki. Después de todo, se dedicaba de lleno al mundillo de la comunicación, y absorber todo tipo de lecturas formaba parte de su trabajo.

— Uauuu… pues no tenía ni idea. — parpadeé varias veces tras la breve explicación del hermano de Morfeo, y asentí al finalizar. — Pues con la cara que tienes yo no necesitaría cambiar de forma…

Reí. Quise hacer una broma, pero me di cuenta tarde de lo embarazoso que sonaba haber dicho aquello en voz alta. Oh, joder. ¿Por qué nunca pienso antes de hablar?

— Quiero decir, que… — mis hombros se tensaron ligeramente, mientras mi cerebro buscaba a toda prisa una excusa que alejara cualquier tipo de malentendido de mi frase anterior. — Que no te pareces en nada al Iquelo de la mitología.

POR DIOS CAMBIA DE TEMA.

—¿Mis anhelos y fantasías?

Esto empeoraba por momentos. Cuando desee cambiar de tema no me refería a esto. ¿Por qué me ha parecido que lo preguntaba con voz sensual? ¡Qué calor hace en febrero! ¿EH?

— Pues… es… una buena pregunta.— desvié la mirada hacia cualquier otro punto de la terraza, mientras me colocaba de nuevo un mechón detrás de la oreja. Solo esperaba que el rojo tomate no contrastara demasiado con la bufanda celeste que llevaba ordenada al cuello.— Yo...— tragué saliva, sus ojos me penetraban con tanta intensidad que deseé desmayarme para no tener que contestar a esa pregunta.— Me gusta… ayudar a las personas.

Porqué nadie pudo salvarme. Porqué sé lo que se siente cuando te abandonan. Porqué sé lo difícil que es vivir en el continuo rechazo. Porqué nadie me enseñó cómo lidiar con el vacío y la soledad. Porqué tuve que salir de aquella oscura cueva por mi propio pie. Porqué quizás en el fondo yo también quería ser salvada…

El brillo de mis ojos desapareció cuando me concentré en el blanco impoluto de mi taza de té. Un color tan dulce y puro como la nieve que jamás había sido mancillada. Igual que mi vida. Una vida que no había dejado marca ni huella alguna en la de nadie.

—Oh, claro— desperté de mi ensoñación a tiempo para ver cómo Elian se levantaba de su asiento y recogía su elegante abrigo. — Sí, Igualmente. Ha sido un placer…

Y lo que suponía que tenía que ser un cordial apretón de manos, su tacto me hizo cosquillas en el estómago y aceleró de pronto mi pulso cardíaco. ¿Qué me estaba sucediendo?

Retiré la mano con educación y automáticamente la guardé en el interior de los bolsillos del abrigo. Tras las despedidas, me quedé un rato más observando el paisaje de la noche Neoyorkina, deseando que el frío congelara también mi corazón acelerado.

Continúa aquí