La fantabulosa interpretación de Sassy Caramel (Huh) [24/08/2018]

Como siempre solía pasarle, se aproximó al local casi corriendo, con las gafas de sol y la capucha de la sudadera que llevaba bajo la chaqueta de cuero cubriéndole la cabeza. Saludó por encima a los que estaban en el local, que no eran muchos. Él siempre llegaba antes para cambiarse y que nadie le viera antes de llevar el maquillaje. Aunque la mayoría le permitían sus excentricidades, la mayoría de los que curraban en los locales tenían un extraño código de silencio, quizá porque muchos compartían historias del pasado que se asimilaban mucho. Los más afortunados sólo habían recibido insultos improperios, los menos, se habían ganado unas cuantas palizas o habían empezado siendo chaperos en manos de algún cabrón, pero no era noche para pensar en eso. Era noche de disfrutar.
De dejarse ser.

Sacó todos sus bártulos de la bolsa, porque el número era nuevo y era la primera vez que necesitaba el vestuario. Como era la novedad, lo estaban anunciando a bombo y platillo. Hasta habían hecho flyers para la ocasión. Sentía un poco de presión, pero también sabía que Sassy Caramel jamás había hecho nada que no pudiera resolver con una buena floritura o un drop down. Cogió de su mesa de vestuario la caja de maquillaje que había ido formando con los años, y la abrió. Comenzó a retirarse el pelo hacia atrás con las pinzas. Con un poco de cinta adhesiva e hilos se rasgó un poco los ojos, y aplicó la película de pegamento sobre sus cejas. Cuando se secó, empezó aplicando los polvos, y después la base. En el momento en que terminó el sombreado, una enorme sonrisa se mostraba en el espejo. Su ceño, siempre fruncido, había desaparecido, y esa extraña presión que sentía como una constante en el pecho se le aflojó de tal modo que creyó que perdería fuerza en las manos.

- ¡You got it, Girl!- se dijo a sí mismo, cuando la personalidad de su alter ego comenzaba a aflorar poco a poco, mientras comenzaba a trabajar en los ojos. Unos ojos profundos y seductores, que tenían que brillar con la sibilina elegancia de la asesina a la que estaba tratando de emular.

Cuando terminó el maquillaje, rematado con un pintalabios de un rojo tan intenso como el que su traje llevaría, se metió tras el biombo y comenzó a realizarse el Taking, justo en el momento en que dos de sus compañeras acababan de llegar.

- ¡Ey, gurl!

- ¡Sassy, so classy! ¿Vienes para darlo todo?

Él les devolvió el saludo con efusividad, y les lanzó unos cuantos besos desde la parte trasera del biombo. Cuando salió no quedaba rastro del paquete, e incluso su manera de andar cambió, volviéndose femenina y sinuosa. Meneaba la cadera con la flexibilidad con que una serpiente deslizaba sus anillos por la arena. Llevaba su faldilla roja, su top que había rellenado con dos prostéticos de pechos hechos de silicona, diversas cintas enrolladas a sus brazos y sus piernas y sus botas altas.

- ¡Voy a tardar por lo menos otra hora en abrochar estas botas!- exclamó, haciendo que sus compañeras de vestidor se rieran.

Cuando se colocó la peluca y sobre ella el pañuelo, de Juan Hernández sólo quedaban los ojos que contemplaban en el espejo la persona que le hacía sentir la comodidad consigo mismo, la seguridad, la felicidad y la libertad que nada más le hacía experimentar

- ¡Necesito una copa!- se sonrió, mientras se dirigía hacia la parte trasera de la tarima y observaba a través del pequeño telón de fondo el ambiente en el bar.

Fuera, una Drag queen divina vestida con un mono de lentejuelas espectacular repartía a los primeros en llevar un par de vales por dos chupitos. La morena de pelo largo y silueta espectacular entró en su campo de visión, y la relaciones públicas alargó la mano enmarcada por unas uñas larguísimas llenas de pedrería.

- ¿Tienes ganas de marcha, reina? ¡Ven a pasar un buen rato con nosotras, venga, te invito a un par de chupitos!- le sugirió a Elektra, envidiando en silencio la feminidad que la ninja desprendía con el simple hecho de respirar.

Poco a poco empezaba a haber ambientillo en el local. Algunos habían ocupado asientos en los sillones y las mesas, otros empezaban a arremolinarse en torno a la barra para pedir el trago que les achispara la noche y por la escalera continuaban bajando sin parar los clientes que la relaciones públicas invitaba a entrar. Hombres, mujeres, no binarios y otro sin fin de personas que iban llenando el garito poco a poco. En parte le emocionaba tener tanto público. Significaba que si hacía una actuación decente podría sacar un buen porcentaje de dinero en propinas. Cuando actuabas delante de menos personas, si la cagabas importaba menos, pero por otra parte era más difícil conseguir el subidón y las emociones de un público mas numeroso. Comenzó a hacer ejercicios de respiración mientras movía el rostro, buscando la comodidad y la solidez de su maquillaje. Hubiera detestado que el pañuelo se desprendiera, así que lo aseguró con horquillas a la peluca que había alisado para la ocasión. Pronto la presentarían, y saldría con un par de miembros del equipo que habían cedido en hacer de los villanos en su actuación.

Primero saldría Pray Divine a presentar el espectáculo. Luego dos de sus compañeras a calentar al público. Cada una haría un Lipsinc en solitario y uno conjunto, seguido de un pequeño monólogo entre ellas haciendo algunos roast al público. Cuando el ambiente estuviera más encendido, saldría Sassy Caramel. Empezaría por su número cómico, para continuar con una canción y al final un baile que había preparado durante semanas para este momento. Esperaba no fastidiarla. La voz de Pray Divine llegó a sus oídos. Se había puesto un precioso body plateado e iba impecable, como siempre.

La mujer salió al escenario y este se abrió haciendo que la luz de un foco recién encendido la iluminara, creando un foco de claridad entre los múltiples colores de su local.

- ¡Muy buenas noches y bienvenidos! Mi nombre es Pray Divine y voy a ser su anfitriona esta noche!- una salva de aplausos se levantó entre los asiduos, y algunos recien llegados se unieron a la ovación. - Oh, gracias. Gracias. - fingió que se secaba las lágrimas con excesivo dramatismo, lo cual arrancó una suave risa en los presentes. - Espero que no se note que algunos han recibido una paga por esto. - aquello arrancó la primera carcajada. - Bueno, bueno, bueno. ¿A quien tenemos aquí esta noche? - preguntó haciendo una visera sobre sus ojos enmarcados en un bosque de pestañas. - Venga, voy a fingir que veo algo, maricón. Porque con esta luz es imposible. - más risas. - Baja un poco la luz, que me voy a quedar ciega. - la luz bajó su potencia, haciendo que la sala también se iluminara con las pequeñas luces que se encendían cuando era hora de cerrar. A pesar de que el colorido no se había apagado, ahora se podía ver la sala en su totalidad. - Ahora si. Veo que aquí hay alguno que decidió no irse en toda la semana. ¡Si le ha salido barba hasta a la novia! - comentó a un par de asiduos que la saludaron con sendos besos cuando la Drag Queen se bajó del pequeño entarimado para saludar.- ¿Algún novato esta noche? ¿Algún cura que se ha perdido de camino a las vísperas? Pues que sepa que de aquí no va a salir hasta maitines. - se aproximó a la barra, donde ya empezaban a arremolinarse algunas personas. - Esta buena gente se esconde aquí en la barra como si no fuera a acercarme yo a saludar. Me ven con estos taconazos y piensan "Ni loca va a hacerse todo el camino hasta aquí" ¡Pues se han equivocado! - dijo acercándose a una pareja. Una de las chicas tenía un ataque de risa y parecía presa fácil. Les hizo un par de gracietas y todo el local se contagió de las carcajadas de las dos, hasta Pray Divine se lo estaba pasando en grande. Entonces alcanzó a Elektra. - ¡Ay, que me meo las diez medias que llevo puestas! Bueno reina. ¿y tu como te llamas? ¿Qué se te ha perdido por aquí? - le preguntó alargándole un micrófono con una forma tan peculiar como reconocible.

- Oy, Nina. Que nombre mas bonito. Me recuerda al de mi amiga Nina Bonina Brown. Allá donde estés, que se te parta un tacón con una reja del metro y tengas que volver a la pata coja a tu casa, tia puta. - La sala entera se rió mientras el falo volvía a una distancia lo bastante corta de la boca de "Nina" como para haber sonrojado a un streaper profesional. La chica parecía un poco apocada y Pray sabía que si no obtenía alguna respuesta más suelta en unos pocos segundos podía perder a su audiencia. Ella formaba parte de su público y no quería avergonzarla tanto como para que pensara que haber entrado allí era un error. Todo lo contrario. Su objetivo como maestra de ceremonias era facilitar la entrada de sus chicas de manera que supieran de quién podían tirar y de quién no, y hasta qué punto hacerlo para que todos pasaran una reunión nocturna un poco gamberra y agradable. Ella era, por decirlo de algún modo, el lubricante que mantenía todo húmedo y funcionando. - ¡Anda, qué bonito! Viene a ver a Sassy y a las demás que nos zurzan. - espetó con una fingida indignación que era obvio que era falsa. - Uy, no se si esa zorrona sabrá ni escribir su nombre, pero seguro que podemos arreglárnoslas. Te puede firmar hasta las tetas si quieres. - le aclaró con un aspaviento que meneó su inmensa peluca blanca llena de reflejos de purpurina. - Que por cierto, ¿Quién te las ha hecho? Por que son estupendas. - se metió el micro debajo de la axila y ni corta ni perezosa le colocó las manos sobre el pecho como quien palpa la fruta. Al menos así se lo pareció a la sala. La realidad es que la Drag Queen apenas apoyó las palmas durante un instante mientras meneaba los dedos de uñas larguísimas de manera exagerada, para que todos vieran el fugaz gesto. - ¡Uy maricón! Si parecen de verdad y todo. ¡Me caigo muerta! - exclamó provocando otra carcajada, mientras se ponía una mano en el pecho con dramatismo y avanzaba seguida por el foco hacia su siguiente "víctima".

En el interior el Back Stage, Sassy Caramel estiraba. No tenía idea de que la mujer que estaba a punto de homenajear estaba allí esa noche. Sin su vestido de asesina, y sin sus característicos sais, pero con la potencia femenina que le caracterizaba hiciera lo que hiciera. Los minutos se resbalaron en su reloj mientras avanzaban las actuaciones. Sus dos compañeras la dejaron sola mientras salían al escenario, dándole la oportunidad de ensayar por última vez el número que había preparado.

Al mirarse al espejo no quedaba ni un ápice de la persona que se pasaba la vida amargada por la situación tan difícil en la que vivía. No quedaba rastro del asesino. Sólo Sassy. Una sonrisa que era pura dinamita se le dibujó en la cara mientras se apretaba el pañuelo que tenía ceñido a la cabeza por última vez.


La luz volvió a descender cuando las dos artistas efectuaron el lipsinc conjunto, haciendo que la gente de la sala aplaudiera llevada ya por la emoción y un poco por las primeras copas que habían empezado a caer. Nadie estaba todavía borracho, pero todos marcaban el alcohol justo para empezar a desinhibirse pudiendo disfrutar del espectáculo de manera sincera. Los aplausos comenzaron a apagarse, dejando que Pray Divine volviera al escenario felicitando a sus compañeras, y dando paso por fin, al espectáculo de la noche. La actuación en primicia de Sassy Caramel como Elektra Nachtios.

Dos enormes figuras se abrieron paso a través del escenario y aparecieron bajo el mismo foco que la presentadora. Llevaban sendos slips negros que dejaban nada a la imaginación y sus cabezas estaban cubiertas por capuchas que recordaban a las ninjas. Pray Divine hizo un grito que dejó en ridículo al de la mujer de la primera película de King Kong. Los "ninjas" agarraron a la mujer y en ese momento un foco iluminó el fondo de la sala.

- ¡Soltad ahora mismo a la suma sacerdotisa, sucios ninjas del clan "minga"!- exigió una voz femenina.

Estaba mas allá de donde "Nina" podía verla, pero pronto apareció en su ángulo de visión. Una hermosa silueta envuelta en una ropa similar a la que ella conocía bien serpenteó con un movimiento de caderas que en nada tenía que envidiar al suyo en dirección a la pista central, que había sido despejada y en la que habían tendido un par de colchonetas a cada lado, dejando un pasillo libre. Lucía una impresionante melena negra que caía como una cascada sobre su espalda de piel canela, y sus ademanes eran tan femeninos que cualquiera habría dudado de que aquello se tratara de un hombre. Su rostro afilado sólo delataba un exceso de maquillaje en las pestañas que eran densas como dos alas de cuervo extendidas. Los hombres negaron con la cabeza sin decir palabra.

- ¡Entonces enfrentaos a la muerte! - exclamó, mientras ellos fingían atar a Pray, dejándola impedida. Los dos se acercaron hacia Elektra... y la iluminación bajó en el resto de la sala para centrar la atención en los tres contendientes. Con la precisión de una especialista, los golpes comenzaron a volar en una impresionante batalla sincronizada acompañada por una música épica. Aquello había llevado horas de preparación para algo menos de un minuto que, sin embargo, dejaría a todos los presentes sin aliento. Mientras un ninja caía en la colchoneta, el otro se levantaba preparado para recibir el siguiente movimiento que le haría caer de nuevo. En unos pocos segundos, todo había acabado y el local enloqueció con una salva de vítores y silbidos. Sujetó con firmeza a los dos hombres por de las orejas, obligándoles a arrodillarse a sus pies uno a cada lado, mientras la luz de la sala volvía a un punto intermedio que le permitía ver a los presentes y poner cara a sus aplausos. El corazón le palpitaba en los oídos y tuvo que esmerarse por mantener la solemne y felina expresión de Elektra, en lugar de la inmensa sonrisa que deseaba dejar poder salir con todas sus fuerzas. - ¡Pedid clemencia, malditos Mingas!- los dos hombres colocaron sus manos en posición de rezar, como si suplicasen por sus vidas de una manera cómica y exagerada. - Tengo una idea mejor. Que sean todos ellos quienes decidan vuestra suerte. ¿Qué decis? ¿Les perdonamos la vida, o queréis verme utilizar los Sais? - preguntó dirigiéndose al público con desparpajo y poderío.

La noche era suya.

Estaba centrada en su número. Notaba la sangre bombeando con fuerza en sus oídos. Escuchaba parte de sus propios jadeos a medida que la coreografía se volvía cada vez más y más violenta, aderezada por la música de acción, y los sonidos de fondo plagados de crujidos y gritos. Hacían que mereciera la pena el tiempo que había pasado con el técnico de audio puliendo cada detalle de la mezcla. Los efectos de luz los envolvían y parecían encajar de un modo tan preciso que nadie habría sido capaz de apostar que esa era la primera vez que efectuaba el número en directo. Cada minuto de ensayos estaba dando su fruto en esa fugaz coreografía que estaba dejando al público sobrecogido a tal punto que cada vello de su cuerpo se erizaría cada vez que pensara en ella. Eso era lo que perseguía. Lo que le hacía la vida un poco más tolerable.

Durante esos breves pero magníficos instantes, ella era la reina de sus vidas. La protagonista. La estrella. Ellos eran meros secundarios y espectadores que de manera voluntaria renunciaban a sus propios focos, solo para poder verla brillar.

A Sassy Caramel, y sólo a ella.

Al menos así lo había planeado, antes de que una sucia cerda le quitara la atención de su público. Cuando la vio aparecer, sintió como su estómago se retorcía de pura rabia, y le costó toda su profesionalidad mantener una expresión decidida y felina, tal como la había mostrado la propia Elektra.

“PuercaHijueputalechingasatumadrealaverga...”

Una ristra de improperios le iba resonando en la cabeza, a medida que el foco la alumbraba y trataba de identificar cual de las otras rameras hijas de mala madre se había atrevido a pisarle el número. No comprendía porqué Pray Divine había tolerado algo así, aunque sabía que había unas cuantas “hermanas” con un sentido del humor retorcido, eso le parecía pasarse de la raya. ¿Qué perra sin talento necesita chingar un buen número sólo por su ego?

¿Bonnie Ebony? ¿Lara Suchard? Tal vez la pendeja de Banara Pale, pinche envidiosa. Sólo cuando comenzó a acercarse ejerciendo un espectáculo de danza que sólo podría hacer una auténtica profesional se dio cuenta de que la rabia se desvanecía con la misma pasión con que había aparecido, retorciendo sus entrañas en una dirección opuesta para convertirse en nervios. Cuando la tuvo tan cerca que casi podía oler el almizcle de su perfume lleno de carácter fue cuando por fin su cerebro fue capaz de procesar lo que veían sus ojos. Nunca hubiera pensado que llegara a pasar en la realidad. En todos los meses que llevaba con su doble vida, jamás le había ocurrido antes. A esas alturas, Juan Hernández estaba casi convencido de que ante su renegado subconsciente lo imposible se transformaba en un hecho tan real que podría alargar la mano y sujetarlo con firmeza. Una de sus heroínas personales,  a las que estaba haciendo tributo, estaba ahí delante de él. Tan cierto como que él había pasado días estudiándola para llegar a convertirse en una imitadora digna.

¿Qué posibilidades había de que pasara algo así? ¿Cómo había podido llegar a pensar que se trataba de alguien tratando de hacerle sombra, cuando acababa de irrumpir en el escenario el material 100% original?

Sassy Caramel acudió al rescate, como lo hacía siempre que su otro yo se veía dividido por las emociones, perseguido por las dudas, o arrinconado como un animal.

Ella tenía capacidad de sobra para hacerse cargo de lo que estaba sucediendo, y aún estaba por suceder, en ese improvisado escenario del Sugar Shot.

En el mundo del espectáculo es bien conocido que solo hay una regla indiscutible.

"El show debe continuar"

- ¡Nadie podrá reemplazarme jamás! Soy Elektra, la mejor asesina de todos los tiempos. Si crees que una triste aprendiz puede superarme, lo pagarás con la vida. - amenazo Sassy de vuelta, elevando un mentón y clavando en aquel rostro que había estudiado frente al tocador de maquillaje durante horas una mirada implacable que nada tenía que envidiar a la de su ídolo.

Juan Hernández estaba muy lejos de allí en ese momento, tratando de aguantar las ganas de gritar su fanatismo a los cuatro vientos.

- ¡OIGH! ¡CHICAS, CHICAS, NO OS PELEÉIS POR MI! - aderezó Pray, haciéndose la dramática, mientras se interponía entre las dos como un árbitro lo haría antes de un combate de boxeo. Aprovechó el ajuste de focos para inclinarse hacia la Drag, susurrando lejos del micrófono. - ¿Estás bien con esto? ¿Quieres que la eche? - se apresuró a preguntar con la elegancia que la caracterizaba. Siempre preocupada por “sus chicas”.

- No, no. Se pone interesante. - Susurró Sassy de vuelta cubriendo el micrófono portátil con disimulo antes de que las luces las iluminaran con su intenso brillo blanquecino.

- ¡DOS SEDUCTORAS Y MORTALES MUJERES ESTÁN FRENTE A NOSOTROS!- exclamó, para indicar con señas a los miembros del equipo que se retiraran, llegándose las colchonetas, despejando así la pista. - Batallaréis la una contra la otra en una encarnizada pelea de baile a muerte. Tenéis derecho a elegir un tema cada una, y una canción para presentar dicho tema, y yo, Pray Divine, Suma sacerdotisa rescatada eligiré el tercero en caso de que haya empate. - la premisa pareció encantar al público, que aplaudió desenfrenado. - Que la original decida el primer tema.

Sassy hizo su elección con rapidez. Por lo que había podido ver, Elektra era más que capaz de defenderse en baile clásico. La superaría con mucho si escogía algo así. Su cerebro se puso a maquinar. Tal vez conseguiría ponérselo difícil si escogía una canción que ella tuviese medida, y cuyas pausas pudieran hacer que la improvisación de su rival quedase mucho menos limpia que la propia. No sería tanto una cuestión de técnica como de control de tempo, y desde luego, de deslumbrar a su público con su expresión corporal. Esa sería su apuesta.

- Elijo “Show me what you got”, y para la canción, “Body Lenguaje”- sugirió, antes de que la pista se encendiera y apagara mientras la música comenzaba a sonar.

Su coreografía había sido ensayada muchas veces. Había largas pausas, fluidos movimientos, y sobretodo, poses que permitían al público apreciar las formas femeninas que construía mediante la ropa, los rellenos y las posiciones exageradas que le permitían transmitir esa sinuosa sensualidad.

Salió a la pista dispuesta a darlo todo, como siempre lo hacía, con la esperanza de que esa primera coreografía le hiciera a su contraparte tomarse en serio el trabajo que había puesto en su lograda caricaturización. Al fin y al cabo, para Sassy Caramel, haber elegido a Elektra no era si no una forma divertida de mostrar su adulación.

La muy perra sabía bien lo que hacía. Se había dado perfecta cuenta de que estaba echando toda la carne en el asador, y a la hora de hacer su elección, no se hizo de menos ni un poco. Aquello le despertó el espíritu competitivo de diva que la Drag Queen llevaba dentro. En menos de un par de minutos, mientras se aseguraban de que ambas barras de Pole Dance estaban operativas y en buenas condiciones, el Dj seleccionó la canción que su contrincante quería poner. Era el tipo de música que no le iba a alguien con un temperamento tan explosivo como el suyo, porque era una canción que si bien tenía algunos picos altos, estaban muy espaciados y todo lo demás era un ritmo muy lento, cargado de sentimientos fuertes. Sin embargo, iba a la perfección con alguien que, como su rival había demostrado, pudiera calcular sus movimientos fluyendo sobre la música de esa manera sinuosa y artística.

No podía decir con seguridad si Elektra se trataba de una artista especializada en la materia, pero si no lo era, era evidente que el entrenamiento formaba parte de la vida de la mortal asesina, porque la elasticidad que demostraba, junto con una forma física esculpida sólo dejaban imaginar que debía de tratarse de algún tipo de atleta. La superioridad quedó clara en el momento en que los contoneos y los giros pasaron no sólo por despegarse del suelo, si no por rotar sobre la misma barra boca abajo, algo que para la Drag Queen habría sido imposible sin preparación.

Si bien salvó la canción con el mejor de sus esfuerzos, no pudo evitar hacerse unas cuantas quemaduras con la barra, que pasarían a formar parte de las otras muchas cicatrices de guerra que tenía repartidas por su cuerpo bajo el maquillaje. En su fuero interno, Sassy sintió tambalearse su orgullo, y aquello sí que iba a dejar marca. Tenía que reconocer que el espectáculo estaba empezando a convertirse en algo en segundo plano. Ahora su prioridad no era otra que machacar a su sombra en esa competición directa.

La idea de que la ovación que recibiera pudiera ser mayor que la suya bastaba para encenderla.
Hubo un ensordecedor aplauso cuando la música se apagó, y los focos volvieron a convertir a Pray Divine en el centro de atención, cuando el blanco se sobrepuso a los neones, que comenzaron a atenuarse. Las llamo con ambas manos para que se pusieran a su lado. Las dos jadeaban aún por el esfuerzo.

- ¡Acabáis de presenciar de lo que estas dos Diosas son capaces! ¡Arrodilláos, abrid la boca, sacad esas lenguas Y DEJADME OÍR VUESTROS GRITOS! - Silbidos, gritos y chillidos cargados de halagos resonaron en el interior. La presentadora agarró las muñecas de las dos mujeres, con cuidado de no causarles una herida mortal con aquellas uñas que habrían podido atravesar el metal de una lata de conserva. - Y bien. ¿A quién vais a suplicar que os de más?- preguntó, haciendo retumbar al público. Levantó la mano de Elektra, y un sin fin de gemidos llenaron la habitación de un modo obsceno y divertido. - ¿A quién vais a rogar? ¡SIII, DADMELO TODO!!- exclamó con un exagerado grito de climax que habría puesto nerviosa a una actriz porno profesional. Bajó la mano de su contrincante y elevó la de Sassy. Los sonidos placenteros llenaron de nuevo la sala. La host soltó ambas manos y comenzó a andar hacia el centro, contemplativa. - Mmmmm. No lo sé, no lo sé. - murmuró muy afectada, como si aquella decisión pudiese determinar el supuesto futuro de todos los presentes. - No me parece que haya una clara ganadora, así que... ¿Qué me decís? ¡Dadme un OH SI para el desempate!

-¡OOOoooooOOHhhhH SiIIIIssisisiiisi! - se escuchó el desordenado eco de una sala enloquecida y entregada a la diversión.

- ¡NO OS OIGO! ¡DADME UN OOOOOOOH SIIIIIIIII!

- ¡OOOOOOOOOOOOOOOHHH SIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIII!- el estruendo de un torrente al unísono cuasi perfecto hizo que se le erizara la piel.

Estaban disfrutando. Estaban gozando la experiencia de sus vidas. Sus ojos se llenaron de una chispa que sólo un flamante corazón de artista podría llegar a prender.

- ¡Vamos allá, señoras! ¿Están listas para su desafío final?- preguntó dirigiéndose de nuevo hacia el público, donde todos recibieron la interacción como algo apetecible, ya de lleno vibrando a ritmo del show. - ¡Una canción!- preguntó a uno de los asistentes. - ¡Un tema!- pasó al siguiente. - YYYYYyyyy...¡Un objeto! - aquello era un giro inesperado, pero divertido.
Les forzaba la necesidad de improvisar con aquello que tuvieran que incluir en su coreo. Era su última oportunidad e iría a por todas.

La competición terminó de un modo abrupto justo cuando el público estaba más candente. Pray Divine dejó que la mujer se retirara con una suave reverencia de la cabeza, que alzó de nuevo con una sonrisa de beneplácito. Había interrumpido un número y se había ganado el derecho a exhibirse, tanto a ella como a sus capacidades, y ahora, como buena espontánea, volvía a un segundo plano para dejar que la Diva estrella del espectáculo recuperara el centro de atención que le pertenecía por pleno derecho. Cuando la mano enguantada de la griega se dirigió hacia Sassy Caramel, se vió tentada de hacer algo que demostrara porqué se había ganado el mote de "Sassy", sin embargo, algo en los ojos de su contrincante le hizo repensar el asunto. El ofrecimiento no parecía tener ningun tipo de "shade" tan común entre las de su gremio. Elektra no pertenecía al mismo. Reaccionó rápido y decidió aceptarlo, no sin antes dar un suave movimiento para retirar la melena de su peluca tras sus hombros con un movimiento sinuoso que permitiera a todo el público ver su expresión triunfal, llena de una sonrisa que era el perfecto ejemplo de buena ganadora en alguno de esos concursos de popularidad tipo "Miss américa".

Cuando la mujer abandonó el escenario, algunas personas decayeron su ánimo, decepcionadas de haber tenido que perderse lo que prometía ser un impresionante duelo final, pero Pray Divine alzó una mano captando la atención de todos los espectadores y recondujo la situación con rapidez.

- Dos mujeres se acusaron de impostoras, y se enfrentaron en batalla. Dos diosas se alzaron, pero sólo una puede salir victoriosa. ¡Demos un cálido aplauso a la verdadera Elektra! - dió el foco a la ganadora, que caminó seductora por la improvisada pista sobre la que se habían enfrentado, recogiendo halagos y alabanzas de un público de nuevo enfebrecido. Siempre había envidiado su elegancia y presencia. La capacidad que tenía para atraer a la gente con un sólo movimiento. Aquello era algo que nadie podía aprender. Ese tipo de carisma es innato. Se tiene, o no se tiene, y ella lo tenía todo. - ¡Dinos, Elektra! ¿Qué haras ahora? ¿Quienes serán los miembros de tu nuevo panteón? ¡Espero que la ambrosía se sirva encima de unos buenos macizorros!

El público rompió en carcajadas.

Y el espectáculo continuó, llenándole por completo de una sensación de satisfacción que ninguna otra cosa le hacía sentir en la gris y miserable vida cotidiana que llevaba. En aquel mundo de fantasía, su vacío, su hastío y su dolor desaparecían bajo el maquillaje, y podía cubrir su corazón podrido con lentejuelas de colores, haciendo que por un instante, se convirtiese en algo de valor.

Incluso aunque todo aquello no fuese más que un espejismo, para la persona que vivía bajo el sobrenombre de "Sassy Caramel" esos momentos eran mas reales que ninguna otra cosa.


Ninguno de los dos hombres que habían ido a vigilar el negocio esa noche habría contado con encontrar ese diamante en bruto en un espectáculo como ese. En esos locales, donde la prostitución encubierta se daba entre copa y copa, alguna de sus "chicas armadas" como ellos las llamaban tenían que estar dispuestas a agradar a sus clientes mas curiosos y de gustos complicados. La mayoría de ellos eran hombres, para sorpresa de muchos que pensaban que aquel tipo de placeres se reservaba a desviados y a enfermos.

Pero la experiencia les había enseñado que hay muchos hombres con dinero dispuestos a pagar por una "mujer" que conociera de primera mano el equipamiento.

Así que cuando el espectáculo se centró de nuevo en uno de los protagonistas, se centraron en la persona que había abandonado la competición. Empezarían por ahí. Parecía más facil de abordar ahora que su parte del show había terminado. Cuando la vieron salir, ya cambiada, habrían jurado que era una mujer. Si lo fuera, también podrían encontrar sitio para ella.

Sólo con lo que había demostrado en la barra de Pole Dance, estaban seguros de poder encontrarle sitio rotando en los locales. Con esa imitación de Elektra tan espectacular, podría llegar a hacer mas de quincemil al mes, sin ningún esfuerzo. Siempre que estuviera dispuesta a pagar el margen de beneficios para sus protectores, claro.

La griega se dirigió a la salida del local, y con una muda mirada cómplice, ambos hombres se levantaron, se unieron en las escaleras y comenzaron el ascenso a una distancia prudencial de ella, sin permitir que se escapara de su vista. A pocos metros del local, apretaron ligeramente el paso hasta ponerse a su altura.

- Disculpa. ¿Tu eres la que actuaba con la otra chica? ¿Sois las que han hecho la imitación de Elektra?- preguntaron. Aunque eran dos hombres fornidos, su aspecto era de lo más corriente. No tenían nada reseñable. Elektra podría comprender enseguida el motivo. No hay mejor modo de pasar desapercibido que mantener el perfil bajo y fundirse en la multitud, resultando anodino. - El show ha sido espectacular. A mi amigo y a mi nos ha encantado. - sonrió, con amabilidad. - De casualidad, ¿No trabajarás en shows privados? Porque nosotros tenemos a unos cuantos clientes que pagarían un buen dinero por una actuación como la que has hecho hoy. ¿Podría interesarte?