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Omega Universe - Foro de Rol de Marvel y DC
Los Universos de DC y Marvel se han unido en uno solo. ¿Qué ha sucedido? ¿Quién está detrás de todo? Y, lo que es más importante, ¿cómo reaccionarán héroes y villanos de los distintos mundos al encontrarse cara a cara...?
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Mensajes : 2176 Fecha de inscripción : 14/12/2014 Localización : Atlantis Empleo /Ocio : Sumo Mago Humor : Melancólico
Ficha de Personaje Alias: Arion Nombre real: Ahri'ahn Universo: DC Universe
Tema: Votación Highlights Febrero 2021 22nd Febrero 2021, 11:13
Abrimos ya las votaciones del mes de febrero. Como siempre tenéis hasta fin de mes para hacer las votaciones. Recordad las categorías:
- Highlight: Premio al usuario más mencionado en Mejores Jugadas. - Plotwist: Premio al mejor giro argumental o mención más emocionante. - Emotivo: Premio a la mención más dramática y emotiva. - Divertido: Premio a la mención que te ha arrancado una sonrisa.
Por tanto tendréis que enviar tres votos a la cuenta de Omega, el voto a la mención más emocionante, a la más divertida y a la más emotiva. El premio al Highligts se hará al final contabilizando al jugador que se haya llevado más menciones.
Empezamos:
Aidan Doyle escribió:
- Madre... -musitó para sí, mientras la familiar ola de la inspiración le envolvía en su cálido arrullo, susurrándole palabras y notas al oído-. Madre de la tierra.
El irlandés comenzó a avanzar por lo que otrora había sido un invernadero pero que ahora parecía un lugar extraído de un cuento. El musgo había invadido todo, cada pasarela y superficie recubierta de una capa brillante y hermosa de diferentes tonalidades de verde cuyo contraste provocaba una sensación llena de magia y asombro. Se detuvo frente a una planta que le era muy familiar y extendió los dedos para acariciar los suaves pétalos de una rosa de Irlanda que floreció ante su roce.
- Madre del nacimiento... -musitó, extasiado. Sin saberlo, Ivy acababa de inspirarle la canción que emplearía diez días más tarde para seducir a la diosa Kali...
La primera vez que había visto a Ivy cantando en el pub, la mujer le había causado fascinación por su voz y por su aspecto, pero los ojos que se volvieron a mirarla ahora estaban llenos de algo más... reverencia y embeleso.
Selina estaba aburrida. Y tensa. Si es que combinar ambas cosas era realmente posible. Pam las tenía en la oscuridad acerca de su plan, y Sel no era como Harley. No confiaba en la pelirroja, aún siendo amigas. La razón era sencilla: respetaba su inteligencia, y su poder. Sabía que era peligrosa. Sabía que sus intereses no siempre coincidían. Y sabía que, si quisiera, podía hacerle mucho, mucho daño.
Y, a veces, tenía sueños. Sueños en que Pamela usaba sus feromonas sobre ella. Sueños en que la controlaba. La obligaba a hacer cosas.
Aquello la aterrorizaba.
Catwoman solía decir que los gatos no eran mascotas. No puedes domar a una gata; ella hace lo que quiere. Y Selina quería seguir haciendo exactamente eso: lo que le diera la gana. No le gustaba ser un peón en una partida ajena; jugar a un juego del que desconocía las reglas.
Tenía que hablar con Pamela.
Echó un vistazo a Harley. Como era habitual, a la rubia no le había costado encontrar con qué entretenerse. Al parecer, alguien le había dicho a Harl que las plantas crecen más felices con música. Así que allí estaba ella, cargando con una enorme regadera y agasajando a las inmensas plantas carnívoras de Pam con una alegre canción infantil.
Selina tenía que salir de allí enseguida, o se convertiría en la tercera regadera del invernadero.
Un mundo blanco y dorado. Y las hojas de los árboles... de un verde intenso y traslúcido. Casi podías ver el cielo del otro lado. Cientos de miles de motas surcando los rayos del sol como la espuma de una cascada. Recuerdo los colores. El rojo de los edificios de Hell's Kitchen; el gris de las calles; el azul del cielo. Recuerdo las noches llenas de estrellas. Mis noches ya no tienen estrellas... y yo no tengo nada más que noches.
Pero siento la calidez del sol en mi piel, filtrándose por una ventana abierta. Casi puedo adivinar los rayos dorados, y las motas como espuma, y los colores. Nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde.
—¿Señor Murdock?
—¿Hmm?
—¿Cómo se declara el acusado, abogado defensor?
—Inocente, su señoría.
—Muy bien. La sesión se levanta hasta mañana martes a las nueve en punto.
* * *
En el cuarto de baño, afuera de la corte, Matt Murdock se lavaba la cara con agua fría. Este era el primer juicio en muchos meses, y era uno en el que no quería verse envuelto. En lo absoluto. Pero en diciembre del año pasado le llegó una carta de desalojo por atraso en el pago del alquiler. Necesitaba volver al ruedo... urgentemente. Y... Foggy ya no estaba. Karen tampoco. No había nadie más. Matt tenía que encontrar el modo de salir adelante, solo, como fuera posible.
¿La persona a la que estaba defendiendo? Una viuda negra con estrechos contactos entre los polacos. Y los polacos habían estado haciendo mucho ruido últimamente en Nueva York, en especial desde la guerra de bandas con los puertorriqueños que les abrió las puertas de Hell's Kitchen. Murdock no estaba realmente emocionado por representar a una criminal... pero no podía dejar pasar la oportunidad de sacarle valiosa información sobre los polacos, aunque echara a perder su buena relación con el NYPD.
Aparte, necesitaba el dinero. No lo más cristiano del mundo, pero nadie vivía de buenas intenciones.
—Lena Potocki, ¿eh, Murdock? Nunca pensé que te rebajarías a ese nivel.
—¿A tu nivel, Holt? —murmuró Matt, cortando un rollo de papel para secarse la cara. Sus ojos, como siempre, miraban sin ver bajo los lentes rojos. Pero estaba furioso, que no se equivocaran.
—Ja. Buena esa. Lo próximo que dirás es que la justicia es ciega.
—Si la justicia fuera ciega, este juicio ya habría terminado —respondió, sin alterar su semblante. Muy a su pesar.
—Tú lo dijiste, no yo... Oye, tras todo el fiasco de «Clinton», ¿sabes cómo están empezando a decirle ahora al barrio algunos imbéciles? Heck's Kitchen. Denme un jodido respiro. Como si necesitáramos más de esa mierda políticamente correcta.
—Tengo cosas que hacer, Holt. Y voy a necesitar que tu asistente me envíe las notas del caso para esta noche —dijo el pelirrojo, moviendo su bastón de lado a lado en su camino hacia la puerta.
—Ya. Nos vemos, Murdock.
Cabrón.
* * *
La ansiedad lo estaba empezando a afectar, por lo que decidió desviarse por un callejón que corría detrás del edificio del juzgado. Se sentía asfixiado. No podía respirar. Había sido un invierno jodidamente duro, y la cosa no hacía más que empeorar. Matt se aflojó el nudo de la corbata, respirando intensamente. Estaba oscuro, el mundo estaba sumido en la más absoluta oscuridad desde hacía meses. Desde que había perdido su radar. Desde que había perdido su realidad.
Y ahora estaba solo.
Llevaba más de medio año sin encontrarse con nadie.
Estaba en bancarrota.
Y sí, se había rebajado a defender criminales en la corte. Daba igual cómo mierda quisiera excusarse.
¿Y Dios? ¿Dónde estaba Dios? ¿Dónde...?
Un silbido rasgó el aire, pero Matt no fue lo suficientemente rápido como para hacer nada al respecto. Sintió por un instante cómo su hombro derecho se congelaba, antes de notar el intenso y ardiente dolor de una daga clavada en su piel y carne, atravesándolo de lado a lado.
Murdock cayó en una rodilla, intentando mantenerse en pie a pesar del dolor. La sangre empapaba ya su camisa y su chaleco a borbotones.
—¿Pero qué mierda...?
Sujetó la daga por la empuñadura, y en ese instante se dio cuenta de que no era una daga... era un sai.
—¿Elektra...?
Matt se agachó justo para evitar una patada destinada a romperle toda la cara de un golpe. El aire se movía rápido a su alrededor, erizándole el vello de la piel, silbando en sus oídos. Sentía la temperatura corporal de otra persona a menos de dos metros de distancia a sus dos en punto. Una mujer. Cabello largo, pero usaba un pañuelo en la cabeza. Una suerte de falda colgaba de su cintura. No podía ser. Y no lo era. Ese no era el aroma de Elektra Natchios, aunque se le pareciera en todo lo demás.
— Un placer, señor. Disculpe mis modales, justo es la hora del desayuno...— recogí entonces el café y la caja de cartón. Aún quedaba un dónut sobre ella— ¿Le apetece? Es de frambuesa.
Genial, Grayson. Fomentando el arquetipo del policía despreocupado come-donuts. Al menos podía presumir de quemar todo lo que me comía durante mis horas como vigilante nocturno.
De camino al coche patrulla me terminé también el café (ya no ardía tanto como para quemarme la lengua) y tiré la caja de donuts y el resto de cartones a la papelera de reciclaje. Me limpié las manos con una de las toallitas que había dejado en el coche y me coloqué el cinturón. Sin más dilación, nos conduje hacia la iglesia donde se había cometido el crimen, llevando como co-piloto a aquel curioso detective de rostro amable y calmado.
—-¿Cuando te uniste al cuerpo, hijo?-— dijo de pronto, rompiendo el silencio del trayecto.
— Hará algo más de un año… más o menos. Pero en esta unidad tan sólo llevo tres meses...— se me hizo algo raro que me llamara “hijo”, eso me lo solían decir los señores de mediana edad, no un hombre que parecía rondar los treinta. El señor C presentaba un aire bastante juvenil con aquel cabello tan oscuro y despeinado, y… ¿Aquello que tenía en la frente era un tatuaje? Qué tipo tan peculiar...
Si quieres sobrevivir, tienes que alejarte de él… Es un asesino, está loco, viola, mata, tortura… Hace que la pena de muerte no parezca tan mala idea… Y lo que es peor, nos corrompe a todos…
¿Cuándo había llegado ella? ¿Qué hacía allí?
Después de tanto… eres la única que sigue aquí conmigo…La única que alguna vez me ha mirado como si fuera un ser humano…
No. No eran cuatro. Eran seis en aquella habitación.
— Tal vez deberías pensar en buscar otra persona, una chica como tú volverá feliz a cualquier chico...— dijo Gaghiel sin tapujos.
Pero la atención de Harley estaba puesta en las otras dos figuras. ¿Es qué nadie más se había dado cuenta? Allí estaban, mezcladas con las otras tres.
Eres una mujer fuerte, valiente, única… Tienes un valor incalculable Harleen...
Pero nadie más parecía verlas. Sólo ella.
— Y zi quere niño, io te recomedo adopta- — Continuó Gray, haciendo una pequeña reflexión sobre su vida en el orfanato.
Una náusea. Harley empezó a sentirse algo mareada por culpa de la conversación. La abrumaba, y su respiración se agitó a medida que las diferentes voces se iban mezclando a su alrededor. No quería esto. No necesitaba esto ahora.
Vas a repetir conmigo… Joker me maltrata y quiero sobrevivir.
— No puedo hacer eso… él… me... me necesita. No puedo dejarle... — una sonrisa desencajada se grabó en el rostro de la arlequina. Pero sus ojos no rieron en acompañamiento, estaban tristes.
Quiero que todo sea como antes... Cuando nos divertíamos. Cuando lo único que me preocupaba era poder hacerte reír.
Lo mejor sería que él tuviera las mismas aspiraciones que tú pero se hubiera acomodado a lo fácil, a la rutina.— la voz aterciopelada de Aidan empañó dulcemente sus oídos, disolviendo el resto de voces. El cantante la seguía mirando a los ojos, buscando llegar a la consciencia que había al otro lado. El calor de su cuerpo contra el suyo en aquel medio abrazo la devolvió a la realidad. Quiso aferrarse a esa sensación...
Quiero hacerte reír... porque es el sonido más maravilloso que he oído jamás....
Basta. Basta...
No vas a estar sola nunca más, Harley… Es imposible no quererte.
Las lágrimas volvieron a brotar por el rostro de la rubia, estropeando el poco maquillaje que le quedaba después de la batalla en la cúpula del trueno.
— Él… me... — Harleen miró a Aidan con intensidad, el moreno podía distinguir el miedo en sus ojos. Necesitaba sacarlo de dentro. Quería decirlo en voz alta, pero no tenía el valor de hacerlo — Él… me.. Ma...ma… —la ansiedad trepó hasta su garganta y le asfixió las cuerdas vocales, impidiéndole así pedirle ayuda.
Él te matará.
Harleen Quinzel no estaba todavía preparada para aquella gran verdad.
Los ojos de la rubia perdieron la cordura en un parpadeo. Su cerebro la estaba protegido de enfrentarse a una traumática realidad.
Bart corrió hasta quedarse frente a su amigo Conner el cual lo miraba desde arriba en el cielo. Extendió los brazos y fue bajando del cielo con suma calma, mostrando su superioridad hacia aquel mortal tan querido para el dueño del cuerpo que poseía. Envidia se iba a pasar en grande machacando a ese insecto. Una vez sus pies tocaron tierra ambos cuerpos desaparecieron, comenzando a correr y luchando a una velocidad que solo podría ser captada por un ojo velocista. Iban corriendo por todo el terreno y su única prueba de que habían estado ahí era el sonido de sus golpes chocando que dejaban al pasar. El combate estaba muy igualado y eso Envidia le cabreaba, representaba que él tenía el cuerpo de un ser tan superior como el, no entendía porque un mocoso humano le podía hacer frente. En un arrebato le cogió de la cara, tapándole la nariz y la boca, para comenzar a volar ganando una gran altura. Cuando el campo de batalla se veía minúsculo decidió volver para bajar a súper velocidad soltándolo para estamparlo contra un trozo de muro que antiguamente había pertenecido a la torre de la libertad.
El polvo que había levantado el impacto los envolvió impidiendo que no se viera nada, Envidia ya empezaba a saborear la victoria demasiado pronto. El polvo de fue asentando revelando a un Bart ensangrentado que se tambaleaba, eran de los que morían de pie. Indignado de que no se muriera le estampo contra el suelo para luego partirle ambas rotulas. El crujir de los huesos era música para sus oídos y los gritos de agonía del velocista un magnifico coro que le daba más épica a la música. En todo momento Bart lucho para liberarse pero su cuerpo no pudo más y colapso cayendo en un coma provocado por el mismo cuerpo para protegerle de tanto dolor. Envidia se arrodillo para colocando a Bart entre sus brazos como si estuviera imitando la estatua de la piedad, mirándolo fijamente para darse cuenta que aunque estuviera más muerto que vivo, aún seguía aferrándose al mundo de los vivos. Alzo la vista para encontrarse con el ser llamado Warlock, sonriéndole con maldad, sentó el moribundo cuerpo entre sus piernas para ocultarse detrás de él. Cogió una de las muñeca y una la alzo para moverla simulando que Bart estaba saludando a Warlock mientras que con la otra mano sujetaba la cabeza para que no se cayera para atrás, dicha mano se manchaba cada vez mas de sangre. Envidia no podía dejar de sonreír detrás de castaño, le era muy divertido jugar a las marionetas con un medio cadáver.
Harley lloró y lloró bajo el abrazo tierno y delicado de su pareja. Los dedos enguantados del Joker se cerraron sobre sus rizos rubios...
Entonces recordé los tirones de cabello.
...Sus escuálidos y alargados brazos la rodearon con calidez...
Entonces recordé cómo me hice los moretones del vientre.
...Y finalmente, sus llanos de auxilio hicieron eco en la mente destrozada de su acompañante.
— Harleen... no, no. Por favor...
Su paciente se separó levemente de ella para después mirarla con el rostro compungido. Harley no consiguió apartar la mirada de aquellos ojos cuerdos. La dejaron atrapada en una fina y peligrosa telaraña, como el ingenuo insecto a la espera de ser devorado lentamente por su hábil depredador.
— No llores. Por mi no.
Las lágrimas no cesaron. Entonces cerró los ojos...
...Y recordé la risa. De cómo el Joker se reía mientras me empujaba al vacío, hasta que mis huesos se quebraban sobre el asfalto. Fue por mi culpa. Él me dijo que no había entendido el chiste.
Sus suaves labios bebieron de las lágrimas de la arlequina, pero no pudieron retirar el dolor. Harleen amaba a ese hombre, pero también le odiaba. Y si alguien pudiera asegurarle de que él no la volvería a maltratar jamás, se entregaría allí mismo a sus más profundos y ocultos deseos.
De pronto, una muestra de que el monstruo no había desaparecido.
Harley contuvo la respiración ante la repentina expresión de ira que desapareció del rostro del Joker tan pronto como había aparecido. El cuerpo de la mujer tembló bajo la atenta mirada de aquel hombre que la ceñía cada vez más contra él. El miedo en su rostro tampoco desapareció. La simple idea de ver de nuevo la sonrisa inquietante de su amante la desestabilizó.
— No quiero que sufras por mi, Harleen. No soporto la idea de hacerte llorar.
Tuvo que reprimir la necesidad de lamerse los labios. No sólo porque era un gesto que solía utilizar sólo como reclamo, si no también porque tal y como lo habría hecho habría delatado algo que en nada tenía que ver con la sensualidad y el erotismo. Aunque en cierto modo lindaban de manera muy estrecha. Hambre...
Cuando el hombre la rodeó, despejando su cuello, uniendo su cálida espalda a la suya, atreviéndose a asomarse a la piel escondida bajo las capas de tul sangrante cubierto de estrellas, casi podía saborear la vida que poco a poco le arrebataría de entre los labios en el mismo instante en que entraran en contacto. Fantaseaba, pero no como al pobre incauto le hubiera gustado. No. Mientras él soñaba con su piel, sus pechos desnudos sobre su torso y sus labios llenos de un aliento que sonaba con la dulce melodía que se podría escuchar tan sólo en el jardín de las delicias, ella imaginaba la delicadeza de un beso que se volvía el último, al tiempo que la vida se escapaba poco a poco de su cuerpo mortal. Imaginaba el reguero ardiente de su energía deslizándose a través de su propio cuerpo, haciéndola sentir revitalizada, deseada y joven. Esa perspectiva, junto con la presión a su espalda, le hizo erizar la piel. Elevó el cuello hacia atrás apoyada en él mientras permitía que su aliento se vertiera en sus oídos, cargado por las poéticas palabras de un hombre muerto. Desprendía ese calor digno de los varones jóvenes, en el cenit de su plenitud, que se creían invencibles, triunfadores, y cuyos deseos eran implacables. Eso quería para sus labios.
Rodeo la farola con sus manos y empezó a tirar de ella, rápidamente se escuchó un crack y el polvo de las baldosas que se rompían al sacar Gray, a la fuerza, la farola del suelo dejando los cables sueltos que chisporrotean cuando fueron separados. La anciana sujetaba el poste como si fuera un madero grande, con las dos manos ayudándose de su pecho para sujetarlo bien, mas cuando tuvo buen agarre lo paso a sujetar con ambas manos como si fuera una especie de bate enorme, temblaba por el poco equilibrio que otorgaba sujetar algo tan largo, a pesar de que la anciana tenía la fuerza necesaria como para que la farola no fuera más que un juguete para ella.
A pesar de que la farola solo pesará como máximo 200 Kg, era alargada y difícil de maniobrar, además de que la anciana ya no era tan rápida como en sus viejos tiempos, por lo que la criatura esquivo muy fácilmente el intento de ataque de la anciana, aunque sí que dejó una buena marca en el lugar del golpe
-Me cagen to- se quejó la anciana, casi se dejo la espalda en el intento de darle con la farola -Ya no toi como ate- se colocó una mano en la espalda mientras volvía a levantar la farola que se quedó sin cristales y sin bombilla tras el golpe -Qui alguen me lo zujete, le vey a reverta la puta cabeza a farolasoh
[...] De pronto, nuevas irrupciones en escena le sacaron de sus absurdos celos. Poison Ivy... Estaba buena, es cierto, pero querer más a las coles que a las personas te metía de lleno en el pabellón de los chiflados a su humilde parecer, además, Frost no necesitaba que ella la defendiera. De hecho el jefe estaba demostrando tenerlas bien gordas metiéndose con una tipa que podía convertir el bar entero en un glaciar si se cabreaba, lo cuál le hacía aún más gracia viniendo de un tipo sin poderes y bastante atrofiado. Era todo un personaje.[...]
Sin embargo, se detuvo, quedándose en silencio mientras miraba a la prótesis; se le vino una idea a la cabeza. Se apartó de los demás unos cuantos metros y dirigió su mirada a Solaris
-Estos últimos días he perdido mucho y entre ellas... estaba mi identidad- de momento solamente ella y Solaris sabían a lo que se estaba refiriendo -mis emociones tomaron control de mi, me hicieron comportarme irracionalmente, ahora mi secreto esta en las noticias de todo el mundo y… bueno, debería haberme transformado antes, a lo mejor así les… podría haberles salvado- Solaris ya se podía hacer una idea de lo que estaba a punto de hacer -No volveré a correr ese riesgo
Hubo otra luz, pero esta no tan cegadora como la de las cartas, que iluminó a las personas allí presentes y, cuando volvieron a mirar, la jovencita tullida había desaparecido delante de sus ojos y en su lugar se encontraba un dragón de plumas blancas que reflejaban la luz del sol dándole un tono celestial a su pelaje aplumado
De pronto, el desconocido, pongámosle Mr. X, abrió un portal que llevaba a un páramo hacia lo desconocido. La psiquiatra miró al resto de sus compañeros y decidió traspasar junto a ellos la vertiginosa entrada a Armenia, deseando no arrepentirse después.
—Espero que al menos nos pagues el taxi de vuelta a casa...— comentó, no demasiado convencida.
- Haríais bien en no confundir la precaución con cobardía, ni la temeridad con la valentía. - no iba a tolerar que la gente tomara decisiones en base a un discurso, por muy motivacional que fuera, y por mucho que proviniera de la persona que en principio parecía mas "débil". Roxanne era un ejemplo superlativo de la definición "No es lo que parece". - No es una cuestión de moral, ni siquiera del deber. No soy una persona versada en un enfrentamiento de estas proporciones. Si voy a hacer esto, quiero hacerlo sabiendo que existe una posibilidad por mínima que sea. Es una cuestión de si queremos arriesgar la vida en estas circunstancias, y de que si vamos a hacerlo, más nos vale tener una idea de cómo vamos a conseguir lo que nos proponemos de la manera más eficiente. Así que antes de ir a ningún sitio haríamos bien en conocer de qué somos capaces cada uno. [...]
Lo siguiente que vieron les heló la sangre en las venas y la energía en los circuitos. Su cuerpo se ladeó permitiendo que sus miradas se asomaran a la desagradable estructura que componía a la aberración embutida en su traje violeta. En su parte derecha entre el hombro y el cuello tenía un agujero sangrante del que sobresalía un trozo de columna vertebral de aspecto húmedo, con un cráneo que no parecía del todo humano por el tamaño y la cantidad de dientes que tenía, dando como resultado un retorcido ser de dos cabezas.
Los iris verdosos volvieron a los ojos del Joker, y por primera vez en la vida, a Dick Grayson le pareció ver algo humano en una mirada que siempre había estado empapada de locura. Algo que le atenazó las entrañas.
Aquello no era miedo. Ni siquiera pánico.
Era auténtico terror.
- ¡NIGHTWING AYUDAME! ¡AYUDA...- su petición de auxilio se cortó con una serie de horripilantes gritos a medida que su cuerpo parecía ganar fuerza colocándose de pleno cara a cara con quienes le habían pedido audiencia. Su brazo izquierdo se agarró de los restos de hueso que sobresalían de su cuerpo con desesperación, como si tratara de arrancarlos sin éxito. No parecía poder controlar nada más de su persona. La calavera enfocó a los dos héroes que aún quedaban fuera de su influencia. El tejido comenzó a trepar por sus huesos, llenándola de venas, nervios, arterias, músculo y piel. Tardó poco más que un parpadeo. Aun así esa imagen, esos sonidos húmedos y esos crujidos se les quedarían tan clavados en el subconsciente como los gritos de absoluto sufrimiento que profería el payaso. Ni la peor de las palizas de Batman le habían hecho gritar así. Joker perdió la fuerza a medida que su segunda cabeza comenzaba a tomar forma. Sus ojos volvieron a ponerse en blanco, su cuello se cedió hacia delante y la baba mezclada con la sangre comenzó a gotear desde su boca cubierta de maquillaje rojo.
Se había abierto las comisuras de los labios, a causa de sus propios gritos.
La calavera profería a su vez sus propios sonidos. Un renqueo horrible se abrió paso entre sus enormes dientes. Una mata de pelo encrespado y verdoso se abría dejando ver un rostro blanco con pintalabios rojo que, de nuevo, hacía reminiscencias al Principe Payaso del Crimen. Pero su estructura facial en nada tenía que ver con él. Su rostro coronaba en clavos y su barbilla estaba llena de púas como diminutos anzuelos. Sus inmensos ojos de dos colores dirigían a Warlock y Dick una mirada penetrante, tal vez porque no tenía párpados de ningún tipo. Parecía un rostro humano que alguien hubiera arrancado y colocado sobre uno tan ignominioso que no habría sido posible mirarlo sin perder la cordura por completo.
Y ese sonido que hacía...¿Pretendía ser una risa?
- LoOOo... sss-sSSienTO... El JOker... al QUe llAMmas... esTA apag-GAdo... o fuerA DE coBERtur-raaaaaah... - aquella cosa volvió a reír, mientras alzaba ambos brazos, como si les diera la bienvenida. El sonido de su voz rota hizo que se les pusiera la piel de gallina y tuvieran que luchar por no salir corriendo de allí en ese mismo instante.
Hacía mucho tiempo que conocía a Bruce Wayne. Había conocido a dos versiones de él. Sabía cómo era, lo práctica y racional que era su mente. Lo había admirado y reprendido por ello a partes iguales. Pero una parte de mí seguía esperando un mensaje emotivo, una despedida real. ¿Acaso no era lo que, en el fondo, queríamos todos los que estábamos en aquella habitación? Estaba segura de que incluso Jason y Damian esperaban una palabra amable.
¿Cuántos de nosotros hicimos todo lo posible por obtener un halago de sus labios? ¿A cuántos nos hirieron por su causa?
Lo conocía perfectamente pero, aún así, no quería aquel mensaje desapasionado. No quería a Batman. Quería al Bruce que me permitió luchar junto a él, el que vino a verme al hospital después del disparo.
No quería oírlo hablar de su propia muerte como si todo entrara en sus cálculos.
—Si escucháis esto, es que el protocolo Knightfall ha empezado y actualmente estoy muerto. Como bien todos sabréis, siendo Batman tuve que preparar un plan B para cada situación posible, incluída mi propia muerte.
Claro. Así era él. No dejaba nada al azar.
— La figura de Batman lleva protegiendo Gotham y el mundo durante demasiados años, y si estáis escuchando este vídeo implica que llegado el punto ha sido insuficiente. Batman ha de morir conmigo, es vuestro turno de crear vuestro legado.
Vuestro legado. ¿A quién se refería? ¿A los cuatro muchachos que habían llevado el traje de Robin? ¿A las que habíamos luchado bajo el nombre de Batgirl? Me sentía extrañamente distante de aquel rol, como si de repente no formara parte de la familia.
Y, mientras todos escuchaban el mensaje, yo aparté la mirada del aparato. Necesitaba ver sus rostros.
Y vi la mandíbula tensa de Dick. La rabia en los ojos de Jason. La seriedad que cubría las facciones de Tim como un segundo antifaz. La postura solemne de Damian, como si fuera un soldado escuchando el himno nacional.
Se quedó atónito cuando vio, delante suyo, a unos cuatro metros aproximadamente, mirándole fijamente con una sonrisa mientras acariciaba uno de los tres perros demoníacos que había junto a ella, a la que posiblemente era la única mujer que había logrado hacerle sentir que valía la pena seguir vivo en los últimos años: - ¿Martha? – No…Ella no…Estaba preparado para cualquier cosa, había abandonado a toda esa gente a su suerte, había disparado con fuego sagrado a un demonio que podría haberle matado en un segundo sin pestañear, estaba dispuesto a sacrificarse y morir aquella noche, pero no estaba preparado para enfrentarse a la mujer a la que amaba.
-Oh, cuánto daño me haces- la energía azul rodeo el cuello del hombre, levantando con cuidado en el aire sin llegar a cortarle la respiración del todo -Y si lo que quieres es hacer daño…
Se relamió los labios, o mejor dicho los diente, sabiendo que lo que le estaba a punto de contarle le llenaría de pesadumbre
-¿Recuerdas el asesinato de tus padres? Que triste... pero ¿A que no sabes por qué están muertos? o, mejor dicho, por quien...- se acercó hasta estar a un menos de un diez centímetros de la cara del hombre, mirando directamente a sus ojos esperando el torrente de emociones que estaban por venir -Deberías saberlo- se acercó a su oído y le susurro -llevas trabajando para él todo este tiempo
Tristeza vio los ojos de Edward llenarse de sentimientos negativos, pero sobre todo… de pesadumbre
Un grito desesperado, el ruego inocente de un niño. Aidan abrió los ojos.
Que nunca se te venga el techo encima, y que los amigos reunidos debajo de él nunca se vayan.
- Dime pequeño ¿Cómo te llamas? -le preguntó mientras le ponía una mano en el hombro. La misma mano que había levantado en vilo a un bebé para devorarlo vivo.
- J-Joseph…
- ¿Y esa es tu mamá Joseph?
El terror, un terror como no había experimentado jamás, cerró sus garras sobre él desde dentro. No era capaz de pensar. No era capaz de reaccionar. Lo único de lo que era capaz era de seguir repitiendo estúpidamente la oración en su mente.
Que siempre tengas palabras cálidas en un frío anochecer, una luna llena en una noche oscura, y que el camino siempre se abra a tu puerta...
Pero ni siquiera eso podía acallar los gritos de la mujer. Nada podría. Aidan supo, con abrumadora certeza, que nada podría acallarlos nunca.
No obstante, cuando esa fracción de segundo hubo terminado, el tablero de juego volvió a cambiar. Una nueva pieza se había sumado a la partida. Y esta vez... joder, esta vez estaba seguro. Su voz, sus movimientos, la fricción de su ropa... su aroma. Olía a hoja perenne, sangre, y al aire antes de una tormenta. Olía a los vientos del Egeo sobre piel aceitunada... y sus recuerdos le traían también viejos sabores que nublaban sus sentidos. Nunca podía recordar cuándo había sido la última vez que se encontraron. Siempre los separaba una eternidad.
Elektra. A lo largo de su vida, Matt tenía la fortuna de haber amado... pero nunca había tenido suerte en el amor. Y peor había sido para todas las desafortunadas que lo habían amado a él. Karen, Heather, Glorianna, Nyla, Natasha, Felicia. Pero Elektra... si alguien, en todo el mundo, entendía lo que significaba estar con Matt, era ella. Elektra pagó el precio, haciendo el mayor de los sacrificios. Y aún así, había vuelto. Muchas veces. Pero del mismo modo en que no podía olvidarla, tampoco podía olvidar la razón por la que jamás podrían estar juntos. Ninguno podría tener lo que quería. Porque lo que Elektra quería... en algún recoveco profundo de su alma... era matar gente. Y Matt sólo quería salvarlos. A todos.
El niño gritaba colérico en una lengua extraña que no conocían, había comenzado esa mañana y Josh, desesperado, buscó el teléfono de un experto para que les pudiera ayudar…Y allí estaba el tipo en cuestión, vestido con un pantalón negro estrecho, unos zapatos del mismo color y una camisa blanca que llevaba arremangada, en el suelo a su lado tenía un maletín, sus herramientas de trabajo había dicho: - Aguante un poco más señor Miller…- El hombre le dirigió una sonrisa frívola, casi protocolaria ¿Así pretendía hacerle sentir bien? Llevaba veinte minutos luchando por sujetar la cuerda que inmovilizaba a su hijo, el cuál levitaba en el techo mientras murmuraba con una voz gutural y sobrenatural cosas sin sentido alguno: - Aet nos, tenebrum aeterna…- Los susurros de su hijo se le clavaban en el oído con fuerza ¿Por qué a ellos?
La visión de túnel nos impedía ver más allá del asfalto de la carretera que se abría ante nosotros. No éramos capaces de recordar la última vez que habíamos parado. Las noches no eran más que un cambio en el telón de fondo, como si por mucha distancia que recorriéramos jamás llegáramos a ningún sitio.
Las noches... antes habían significado algo.
Ni siquiera recordábamos haber cruzado de nuevo el mar. Solo sabíamos que tras lo sucedido en la meca habíamos vuelto a los Estados Unidos. Había algo hecho pedazos en el interior de nuestra mente que nos atormentaba sin parar. Una neblina negruzca y con olor a pútrido lo cubría todo. No nos dejaba comprender sucesos enteros. Era como mirarse a un espejo reventado y tratar de recomponer el rostro que nos devolvía la mirada al otro lado sin más ayuda que la de nuestras propias cataratas. Los fragmentos a veces volvían a nosotros, nos arañaban la mente como si alguien hubiera llenado nuestra cabeza llena de cristales rotos y la sacudiera con virulencia, tratando de hacernos el mayor daño posible.
¿Qué era ese olor?... como de piel quemándose...
Al principio pensábamos que se trataba de una orgía, con todos esos cuerpos entrelazados unos con otros, los jadeos, los gritos. No éramos capaces de ver dónde acababa uno y empezaba otro. Podíamos oler los fluidos y el sudor. Tardamos demasiado en darnos cuenta de que no se podía diferenciar porque no había nada que diferenciar. Aún tardamos más en entender lo que eso significaba. Aquella masa correspondía a una multitud desnuda, pero sus cuerpos estaban fundidos unos a otros. Sus pieles se derretían uniéndolos a las personas a su alrededor. Cada vez que se movían se desgarraban dejando expuestas heridas sangrantes que salpicaban a los demás de sangre fresca. Alguien se sentaba sobre ese túmulo de personas torturadas. Reía. Sus ojos amarillos como el carbón encendido...
Nos señalaba y entonces...
Un destello. Un torbellino de fuego venía hacia nosotros a gran velocidad. ¿Eso es lo que era? El pitido del camión nos sacó de nuestros pensamientos, haciéndonos realizar una finta desesperada por no chocar de frente contra esa mole de diez toneladas. El golpe habría sido brutal. Nosotros podríamos sobrevivir pero tal vez el conductor no. Esquivamos en el último momento metiéndonos en el carril contiguo. Aceleramos, volviendo de nuevo a la realidad. La carretera. Las líneas. Los quitamiedos.
Quiso decir que sí, que empezaba mañana mismo si le parecía bien. Pero no quería sonar como una psiquiatra desesperada. No iba con ella eso de arrastrarse a la primera de cambio, por muy mal que le fueran las cosas en aquel momento. Debía mantener la dignidad, hacerse algo de rogar para despertar el interés del señor Luthor si quería ganarse sus favores. No debía olvidar que ahora era… el fucking presidente de los Estados Unidos.
— Tengo que pensármelo.
Recogió la tarjeta del político y se la guardó en el bolsillo de la blusa. Después le dedicó una mirada divertida al tal “Daniels”. El cuerpo del fortachón se había tensado rápidamente en cuando la mujer clavó sus ojos en él, e instintivamente, el hombre escondió tras su espalda la mano que llevaba la marca de los dientes de la arlequina.
Casi se quedó con la boca abierta cuando Luthor habló de la suite en el Hotel Belle Monico, uno de los más prestigiosos de la ciudad. Tuvo que contener su emoción de alguna manera, así que a cambio se mordió el labio para evitar lanzar un gritito.
—¡Y zapatos! —añadió de pronto a la lista de cosas a pagar con la Lex-tarjeta.— Me debes… unos… zapatos...— dijo mirando en dirección a sus pies descalzos. El suelo de aquel almacén estaba helado, y la arlequina iba turnándose un pie con el otro para poder pisar el suelo. Después de todo, había perdido sus bonitos tacones rojos por culpa de los guardaespaldas de Luthor, que la habían arrastrado hasta aquel lugar de mala muerte a la fuerza. — No pensará usted que vaya a un hotel de lujo con estas pintas…
Las serpientes eran unos animales temibles, sin embargo son depredadores hechos para emboscar a sus presas, su visión es reducida y solo son capaces de percibir movimientos pero no distinguir figuras con claridad, tampoco tienen un sistema auditivo en sí mismo, aunque pueden percibir las vibraciones en el suelo, la antorcha al caer contra el mismo podía servir de reclamo para las mismas, eso sumado al enorme calor que desprendía la llama causaría un efecto reclamo para alejarlas de mí el tiempo suficiente como para ser capaz de alcanzar la cima de la escalinata si me daba prisa.
Cerré los ojos, dejando que el aire entrase en mis pulmones poco a poco, respiré pausadamente y sin prisa, notaba mis músculos relajarse, todo mi cuerpo entró en un estado de paz y calma, Bruce y yo habíamos pasado por cientos de situaciones de ese tipo y habíamos salido airosos, inspiré y exhalé lentamente por la nariz, un paso en falso y significaría la muerte, cualquiera de esas serpientes podía matar a un hombre adulto sola, juntas acabarían conmigo en segundos.
Mariposas azules. Cédric deslizando la mano sobre el torso de Dragoslav. Un empujón. ¿Sasha? Un rayo de luz. Cédric retrocediendo hacia la ventana. El techo derrumbándose sobre ella. Lyz alzando las manos. Una cúpula de cristal. La mujer a la que no conocía, alzando un arma. Tres disparos.
Bang. Bang. Bang.
Elissa se encogió bajo el peso del sonido. Su pecho, hueco de aire entre aliento y aliento, retumbó en respuesta. El eco: tres latidos temblorosos, erráticos. Pánico. No le dio tiempo a saber qué temía, pero sí a temerlo. De una forma inconsciente, irracional.
El aliento gélido del Hades sobre su nuca.
Pero él no se desplomó.
Los pulmones de Elissa se llenaron. El alivio se extendió como una mancha de aceite. De una forma demasiado rápida, demasiado injusta para la mujer a la que el bosnio acababa de inmovilizar contra el suelo.
- Dejad que se vaya -suplicó la voz de Dragoslav-. Yo os he hecho ésto. Cogedme a mí pero dejad que él se vaya. Por favor. Lo único que queríamos era estar juntos... Él lo dijo... Dijo que nunca lo permitiríais... No tendríais que haber estado aquí... No me obliguéis a haceros daño.
Los ojos del bosnio pasaron por encima de ella, sin apenas detenerse. Para Elissa fue como si la atravesaran. Como si fuera invisible. Como si no estuviera allí. Nada parecido a aquella mirada enfebrecida que la había buscado entre los presos de Arkham. No estaba allí: ni la chispa del reconocimiento, ni el alivio de volverla a ver.
Y ahora defendía al mismo hombre que había provocado la fuga. Que la había dejado indefensa, tumbada en el suelo, casi muerta.
La griega notó como la semilla de la irrealidad germinaba, envolviendo su cuerpo con un tallo retorcido y poblado de espinas. No reconocía al hombre que tenía delante. No sabía quién era. No conocía aquel cuerpo sin marcas. No comprendía las palabras que brotaban de sus labios. Sus ojos azules le resultaban extraños.
¿”Estar juntos”? ¿De qué estaba hablando? Era imposible que se hubiera forjado aquel vínculo entre ellos en tan poco tiempo. Era imposible que Cédric sintiera por Drago algo sincero, algo… normal. Algo que no hubiera sido alcanzado por la podredumbre que arraigaba en su alma.
Todo estaba mal… No podía concebirlo. Algo tenía que ser mentira.
El rostro y el cuerpo de Dragoslav, aunque extraños para ella… eran los de verdad. No estaba usando ninguna ilusión para cubrirse. Elissa sabía que no podía hacerlo mientras convocaba un haz de luz. Aquél tenía que ser el resultado del Extremis. ¿Y sus palabras? Las palabras, por mucho que ella deseara otra cosa, eran sinceras. Entreveía al hombre al que había conocido, al que había tratado, en aquella súplica: “no me obliguéis a haceros daño”.
Y allí terminaba todo parecido.
Había visto lo que Cédric Valjean podía hacer con las mentes. El francés había presumido de ello en Arkham, se lo había mostrado a ella. Controlaba a los guardias… Controlaba a los presos…
Controlaba a Dragoslav de algún modo.
“No me obliguéis a haceros daño”. Las palabras evocaron en Elissa la imagen de un sueño: las manos del mutante cerrándose sobre su garganta.
¿Quién era Dragoslav ahora? ¿Cuánto de Cédric había en él? El bosnio seguía presionando el cuerpo de la mujer que lo había disparado contra el suelo. La amenaza que cerraba la frase. “No me obliguéis a haceros daño. Si me obligáis… lo haré”.
Curiosa elección de palabras. ¿Acaso eran ellas las que lo estaban obligando a algo...?
Elissa miró a Cédric, a punto de escurrírseles entre los dedos. Miró a Dragoslav, dispuesto a enfrentarse a todas ellas para protegerlo. Creyó, por un instante, ver los hilos invisibles que movían al bosnio, que lo ataban al francés.
No podía dejarlos ir.
Lissa rozó la mano de Lyz. No es él, susurró. Una advertencia y una petición. Iba a hacer algo, y necesitaba que Elysia lo supiera.
Los ojos de Elissa deshicieron y rehicieron el recorrido entre ambos. Dragoslav y Cédric. Cédric y Dragoslav. Tenía... dos opciones.
No. En realidad, sólo había una. Cédric… Era inestable. Podía salir mal de muchas maneras. Casi había salido mal la primera vez. Y, precisamente porque había estado allí, sabía que no era un lugar al que quisiera volver.
No quería volver nunca.
- Dragoslav Katich - llamó Elissa, elevando la voz, amable pero apremiante. No era un grito. Un grito hubiera podido significar que el bosnio atravesara a la mujer que había bajo él.
Elissa sabía que las sílabas del propio nombre son como cuerdas que se tensan. Aunque uno no quiera hacerlo, debe volverse. Debe mirar.
La griega necesitaba que aquellos ojos azules la miraran sin traspasarla.
La mitad de sus motivos eran egoístas. La otra mitad… bueno. Tenía una llave. Y necesitaba una puerta.
Última edición por Ahri'ahn el 22nd Febrero 2021, 12:07, editado 1 vez
Ahri'ahn DC Universe
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Ficha de Personaje Alias: Arion Nombre real: Ahri'ahn Universo: DC Universe
Tema: Re: Votación Highlights Febrero 2021 22nd Febrero 2021, 11:14
Harley Quinn escribió:
Harley lloró y lloró bajo el abrazo tierno y delicado de su pareja. Los dedos enguantados del Joker se cerraron sobre sus rizos rubios...
Entonces recordé los tirones de cabello.
...Sus escuálidos y alargados brazos la rodearon con calidez...
Entonces recordé cómo me hice los moretones del vientre.
...Y finalmente, sus llanos de auxilio hicieron eco en la mente destrozada de su acompañante.
— Harleen... no, no. Por favor...
Su paciente se separó levemente de ella para después mirarla con el rostro compungido. Harley no consiguió apartar la mirada de aquellos ojos cuerdos. La dejaron atrapada en una fina y peligrosa telaraña, como el ingenuo insecto a la espera de ser devorado lentamente por su hábil depredador.
— No llores. Por mi no.
Las lágrimas no cesaron. Entonces cerró los ojos...
...Y recordé la risa. De cómo el Joker se reía mientras me empujaba al vacío, hasta que mis huesos se quebraban sobre el asfalto. Fue por mi culpa. Él me dijo que no había entendido el chiste.
Sus suaves labios bebieron de las lágrimas de la arlequina, pero no pudieron retirar el dolor. Harleen amaba a ese hombre, pero también le odiaba. Y si alguien pudiera asegurarle de que él no la volvería a maltratar jamás, se entregaría allí mismo a sus más profundos y ocultos deseos.
De pronto, una muestra de que el monstruo no había desaparecido.
Jesse se quedó bloqueado por un segundo, con la cuchara a medio camino de su boca, mirando al tipo raro que parecía ser hasta más joven que él, a juzgar por la suavidad de sus rasgos, y que sin embargo se había referido a él como si fuese su padre, o algo por el estilo.
-- Hmmmm... -sopesó si hacerle algún comentario, pero no había nada que pudiera decirle que no sonara mal, y de todas formas no le conocía de nada y lo más probable era que se tratara de algún loco inofensivo, así que decidió centrarse en su comida sin darle mayor importancia.
Mientras Jesse cogía su plato, los cubiertos y el servilletero, el otro hombre se ofreció a ayudarle llevándole el vaso, mas en un momento dado tropezó y, al entrar en contacto el líquido con su piel, éste se tornó automáticamente en ceniza. El predicador se quedó mirando al desconocido completamente atónito, sin hacer o decir nada, tratando de discernir si aquello había sido o no una alucinación. Sin embargo, pronto quedó claro que no lo había sido cuando el hombre moreno vertió el extraño polvo en el cenicero y le pidió disculpas con aire apesadumbrado.
Jesse no contestó cuando se ofreció a pagarle una nueva consumición. En su lugar, se limitó a observar, todavía alucinado, como el desconocido se volvía a sentar y continuaba comiendo como si tal cosa. Y, al agachar la mirada para cortar el filete, la extraña marca de su frente, que inicialmente no había visto, se reveló parcialmente.
- Venga, hombre, no me jodas... -musitó, dejando escapar el aire por la sorpresa. Al cabo de un par de segundos, depositó sus cosas sobre la mesa y se sentó ante el extraño, observándolo con atención-. "Maldito eres de la tierra, que ha abierto su boca para recibir de tu mano la sangre de tu hermano" -dijo en voz baja, citando el famoso castigo de Dios que se mencionaba en el Génesis.
Jesse había pasado la mayor parte de su infancia y juventud estudiando la Biblia, y sabía que lo que aquella cita quería decir era que dondequiera que viviera, la maldición lo seguiría y la tierra sería siempre árida para él. Jesse había interpretado siempre aquél párrafo como que el castigo de Dios estaba destinado a arrebatarle los dones de su habilidad más preciada: la agricultura. Nunca habría imaginado que el alcance de la maldición se extendería hasta abarcar cualquier cosa de origen vegetal que tocase, pero no le extrañaba nada, viniendo del cabronazo sádico de Dios. Porque tenía que ser eso, ¿no? Había reconocido la marca. La había estudiado en el seminario. Y era lo único que encajaba.
¿Cuáles eran las probabilidades de que un cura enemistado con Dios se encontrara con el mismísimo Caín en un bar de carretera perdido en algún lugar de la estatal entre Oklahoma y Nuevo México? Era demasiado bueno para ser verdad.
- Entonces... -dijo al fin, para romper la tensión que se había generado de repente entre los dos-. Si no me equivoco y realmente eres quien creo que eres... Parece que tenemos un enemigo común. Soy Jesse Custer, por cierto. Un placer -finalizó, ofreciéndole su mano con una sonrisa conciliadora y amable.
El observatorio de la Torre Willis estaba cerrado al público a aquellas horas, sin embargo la súcubo encontró abierto el acceso, sin ninguna clase de vigilancia, ya que todos los guardias de seguridad estaban dispuestos abajo, donde se desarrollaba la fiesta. Inicialmente no distinguió al griego por ninguna parte, así que avanzó hacia la pared acristalada, observando los compartimentos con suelo de cristal que se asomaban al exterior, diseñados con el objetivo de crear la ilusión de estar flotando en el aire sobre Chicago...
¿Qué le estaba pasando? Sentía el deseo crecer dentro de él como un incendio descontrolado. Normalmente jamás se sentía así. Para él el sexo era sólo una herramienta que utilizaba para obtener su alimento, pero no solía experimentar verdadera excitación, no de aquella manera. Excitación por el reto, por la caza... Eso seguro. ¿Pero deseo físico hasta el nivel de resultarle insoportable? No recordaba que nunca le hubiera ocurrido. Por lo general eran sus víctimas las que se sentían así, no él.
- Te deseo... Aquí y ahora... Sobre el cristal... Etéreo... Como el sueño de Bécquer... -y añadió, bajando aún más el tono en su oído-: ¿Te atreves?
Ya no le importaba nada, ni la fiesta que se desarrollaba cien pisos más abajo, ni el hecho de absorber su deliciosa vida en su interior dejando tras de sí un cadáver famoso. No sería la primera modelo que, incapaz de soportar la presión, terminaba suicidándose en la cúspide de su carrera...
[justify]Empezó su trabajo con el cuidado detallismo que un artista dedicaría a su obra, capa por capa. Primero, una serie de trazos de color blanco comenzaron a dibujarse en el aire, envolviendo al muchacho como nubes con la textura de la acuarela, haciendo desaparecer todo cuanto le rodeaba hasta dejarle con la impresión de encontrarse en un lienzo en blanco. Pinceladas de color marrón oscuro se dibujaron a su lado, alargándose y extendiéndose de manera sinuosa como árboles ancianos, salpicando aquí y allí en tonos rosados para reflejar la elegancia y gracilidad de los almendros en primavera. Cuando estuvieron terminados, una corriente de aire que no pudo percibir en su piel, se llevó volando las hermosas hojas, que danzaron armoniosamente por encima de un río que se fue dibujando sobre la marcha ante los asombrados ojos del mutante, que, de repente, se encontró parado en lo alto de un promontorio del que caía un salto de agua. La ilusión era tan real que habría esperado verse abrumado por el ensordecedor rugido de la cascada, y sin embargo ésta caía en silencio, ofreciendo tan sólo la dicha de su hermosura junto con la bendición de la paz.
La ilusión era visible para todos, ya que no se trataba de ningún juego mental. Eclipse podía doblar físicamente la luz, trabajarla y moldearla como si se tratara de un artesano, afectando a la manera en la que se reflejaba en los objetos para engañar los sentidos, pero para el adolescente sería como si todos hubieran desaparecido de la escena, ya que había hecho que la luz los rodeara sin reflejarse en ellos, volviéndolos, por tanto, invisibles, pero su poder, por prodigioso que pudiera parecer, sólo podía afectar la vista. Si cualquiera de ellos hacía el menor sonido, el muchacho los oiría y podría estropear la ilusión, así que dibujó con luz pura un mensaje en el aire, justo ante los ojos del otro superhéroe: "Sácalos de aquí".
Nuestra mirada hueca se dirigió al padre, y después de inmediato al exorcista. Nuestras cuencas vacías se llenaron de una bruma extraña en la que brillaba con incandescencia una punta de aguja amenazante.Cerramos la boca, haciendo que una nube de vapor rojizo saliera proyectada por la abertura nasal de nuestra calavera. Comenzamos a avanzar por la habitación dejando marcas negras por donde pisábamos, mientras recortábamos la distancia con quien era nuestro principal sujeto de interés... y que en nada tenía que ver con el joven que seguía intentando pelearse con las cadenas.
- Tú...- Señalamos al individuo, mientras nuestras cuencas se encendían con un resplandor aterrador. Había motivos más que de sobra para haberle hecho arder el alma unas cien veces. No era la manzana más podrida que habíamos encontrado en el cesto, pero no nos la hubiéramos acercado a la boca aunque fuera lo último que nos separara de morir de hambre. Con suerte el terror le paralizaría lo bastante para poder acercarnos y permitirnos ver aún mas de cerca los pecados que asomaban en el fondo de sus ojos.- Culpable.
Esa sencilla palabra había hecho desear la muerte a más de uno. Sonaron con el mismo peso que el deslizar de una losa sobre un mausoleo. Con la misma resonancia de unas campanas de réquiem, salvo porque aquel estamento implicaba un destino mucho peor. Fueron tan sólo un par de segundos, pero durante ese silencio Edward Jhones vivió un millar de vidas de espera que parecían desgranar cada uno sus miedos y convertirlos en la mayor tortura a la que se había enfrentado...
- ¿Qué tal un aplazamiento? - aquella oferta salida de la renqueante garganta del espectro sonó como la promesa del paraíso.
Pronto, el camino de río desembocaba en una caverna natural abierta por arriba. El agua se filtraba desde la parte superior descendiendo en forma de cascada, lo cual atrajo inmediatamente su atención, haciendo que su bota golpeara inadvertidamente un obstáculo en el camino. Lo que fuese que había golpeado se deslizó ruidosamente por el suelo, rebotando contra las piedras de la caverna. El sonido resonó con estrépito a lo largo de las paredes de la cueva hasta que los ecos comenzaron a desvanecerse. El objeto terminó por detenerse en una zona iluminada por la luz de la luna, y Tim pudo comprobar que se trataba de un cráneo humano
¿Cómo podía la realidad de un instante tener tanta fuerza como para cambiarlo todo? ¿Es que la vida podía hacerte eso? ¿En cualquier lugar? ¿En cualquier momento?
Es difícil describir el placer de una forma que todos puedan entender. Es como una sensación que se extiende por el cuerpo, calienta la piel, enciende los sentidos, agudiza cada momento de la experiencia y a la vez también lo enturbia todo. Los sonidos, el resto de olores, incluso a veces las distracciones que deberían romper ese momento mágico. Notaba su sabor acariciando cada centímetro de mi boca, de mis labios, de mi lengua. Danzaba sobre ella dibujando fantasías, su calidez lo llenaba todo. Lo saboreé un instante, antes de separarme de él y contemplarle como si fuera la única cosa que podría hacerme feliz en la tierra.
Empezó su trabajo con el cuidado detallismo que un artista dedicaría a su obra, capa por capa. Primero, una serie de trazos de color blanco comenzaron a dibujarse en el aire, envolviendo al muchacho como nubes con la textura de la acuarela, haciendo desaparecer todo cuanto le rodeaba hasta dejarle con la impresión de encontrarse en un lienzo en blanco. Pinceladas de color marrón oscuro se dibujaron a su lado, alargándose y extendiéndose de manera sinuosa como árboles ancianos, salpicando aquí y allí en tonos rosados para reflejar la elegancia y gracilidad de los almendros en primavera. Cuando estuvieron terminados, una corriente de aire que no pudo percibir en su piel, se llevó volando las hermosas hojas, que danzaron armoniosamente por encima de un río que se fue dibujando sobre la marcha ante los asombrados ojos del mutante, que, de repente, se encontró parado en lo alto de un promontorio del que caía un salto de agua. La ilusión era tan real que habría esperado verse abrumado por el ensordecedor rugido de la cascada, y sin embargo ésta caía en silencio, ofreciendo tan sólo la dicha de su hermosura junto con la bendición de la paz.
La ilusión era visible para todos, ya que no se trataba de ningún juego mental. Eclipse podía doblar físicamente la luz, trabajarla y moldearla como si se tratara de un artesano, afectando a la manera en la que se reflejaba en los objetos para engañar los sentidos, pero para el adolescente sería como si todos hubieran desaparecido de la escena, ya que había hecho que la luz los rodeara sin reflejarse en ellos, volviéndolos, por tanto, invisibles, pero su poder, por prodigioso que pudiera parecer, sólo podía afectar la vista. Si cualquiera de ellos hacía el menor sonido, el muchacho los oiría y podría estropear la ilusión, así que dibujó con luz pura un mensaje en el aire, justo ante los ojos del otro superhéroe: "Sácalos de aquí".
Cualquier mortal, hombre o mujer, de cualquier etnia, origen, clase, orientación sexual, edad o estado mental sabría que meterse en la guarida del Joker, y más por voluntad propia, era una pésima idea. Al menos, como se acaba de enfatizar, para los mortales. Eliminando el factor físico Joker se convertía en un diamante en bruto cuyo curioso brillo alteraba el corazón de los más inquietos. No era un peligro potencial si no podía herirte, pero sí era la pieza estrella de los Museos, la Ópera Prima de un autor ya fallecido cuya magnífica esencia no volvería a repetirse nunca más. Y la esencia del Joker era su rizo. Legba siempre había visto al villano como una espiral de la que no podrías escapar por más que quisieras, salvo que a él le apeteciera. Era uno de los humanos más interesantes que había conocido nunca, un verdadero artista. Era capaz de conceptualizar hasta las más absurdas de las situaciones y rizarla sobre un mismo eje hasta retorcerla tanto que convirtiese auna niña atropellada en un símbolo cómico de la ironía. Además el tipo era sencillo. No necesitaba actos ostentosos ni de mucho material. Un corte en buen sitio, hacer coincidir a dos personas en el peor momento posible, calentar las mechas cortas y… Bum. Joker venía a ser, bajo los ojos de Legba, la proporción áurea de la muerte en manos del filósofo adecuado.
- Buenas noches, Doc. No quisiera robarte mucho tiempo, sé que estas ocupado. Lo sé porque tu trabajo empieza cuando acaba el mío y últimamente he estado muy ocupado... HAHAHAHAHA - trató de contener esa carcajada, haciendo que en su lugar sonara una risilla aún mas siniestra. Sus ojos eran incapaces de dejar de mirar la pistola que mecía de un lado al otro como si un agujero de aquella cosa no pudiera arrebatar una la vida en cualquier momento. La mecía de aquí a allá dando vueltas sobre el dedo índice de un modo casual, como quien, en medio de una conversación intrascendente, da vueltas al cable del teléfono por mantener las manos ocupadas. - Verás, he hecho una apuesta con mi colega Rocco, justo aquí. - le dio unas suaves palmaditas en el pecho al hombre que le mantenía sujeto. - Y tu puedes arrojar un poco de luz sobre el asunto. Sé que ha llegado una entrega especial hoy. ¿La han recibido sus destinatarios?
- N-no...por-por favor...n-no...- las pocas palabras comprensibles eran una aburrida súplica, similar al ruido blanco o al zumbido de una mosca cojonera en la oreja. El payaso apoyó el arma en la sien del hombre y este notó como se le aflojaban las piernas y con ellas el contenido de su vejiga.
- ¿La ha visto él? ¿O ha sido ella?- Bárbara. La dulce, sencilla y entrometida Bárbara. Tenía un parecido innegable con la señora Kean. Era clavadita a su madre cuando lloraba.
- Lo-s... Los dos... La han visto los dos...- no estaba permitido hablar de eso, pero ya nada importaba. Lo único que podía ver era esa sonrisa volverse más y más amplia mientras ganaba conciencia del peso del arma contra su cabeza.
- ¡Estupendo!- dio una palmada emocionada, y volvió a colocar el arma en su lugar. - ¿y que han hecho?
La confusión se abrió paso en el deformado rostro del forense. Las lágrimas lo enturbiaban todo mientras caían sin freno de sus ojos. Su boca tembló al gimotear. No tenía valor para decir nada, porque no había entendido la pregunta. Joker se dio cuenta de eso, tomó aire como si se armara de paciencia y suspiró procurando sonreír de un modo más tranquilizador. Eso solo lo hizo aún mas retorcido.
- ¿qué han hecho? ¿Han llorado? ¿han reído?
- E-ella... ella gritó y -y- y después... lloró...- Rocco devolvió una mirada a su jefe y éste se encogió de hombros, como si hubiese algún tipo de subtexto interno que el forense no pudiera averiguar sin que le explicaran la situación. El rostro de Joker se endureció de repente. su sonrisa roja se desvió hacia los lados hasta límites que no parecían alcanzables por una boca humana. Tal vez eso no preocupara al payaso en absoluto. Tal vez no lo era.
- ¿Y ÉL?- su voz se agravó como si su garganta hubiera estado cubierta de Brea.
Se hizo un silencio en el que el forense sólo se oía gemir y temblar. Apretó los dientes, que no paraban de castañetear. Joker ladeó la cabeza, mientras un suave sonido metálico indicaba que el seguro se estaba deslizando a la posición de desbloqueo. Entonces encontró las fuerzas para gritar.
- ¡EL GRITO! ¡GRITO! y... y luego...- se vio reflejado en esos ojos vehementes llenos de expectación que se mantenían tan fijos en él que casi parecían de taxidermia. No había vida en ellos. Sólo locura. - se rió...- aquellas palabras le produjeron un dolor desgarrador, eclipsado sólo por la sorpresa que se dibujó en el rostro de los otros tres hombres. - Luego...se rió...
Las frases de los dos jóvenes se intercalaron como párrafos de dos historias fragmentadas, pero unidas bajo la misma cubierta de cuero. Jake vio en Kim algo que no había visto hasta ahora, el verdadero resultado de la conexión humana: la amistad.
- No es fácil olvidar a quien te ha salvado la vida.
La niña pudo distinguir el gesto de alivio en los ojos del chico que tenía en frente. La mano de Jake, algo dubitativa, buscó aferrarse a algo que no fuera su propia sudadera. Sus dedos, largos y juguetones, estiraron de la manga de la Kim hasta arrastrar una de sus manos fuera de los bolsillos.
La apretó con fuerza, sintiendo como sus falanges congeladas robaban despiadadamente el calor de la suave manita de su compañera. Aquella sensación… tan cálida y placentera, removió su estómago y despertó un hormigueo que bajó constante desde su pecho hasta relajarse en el vientre. Ese tipo de sensaciones incontrolables... normalmente le desagradaban y prefería evitarlas a toda costa. Pero estaba tratando de hacer un esfuerzo… por él… y por ella...
— Quiero entenderte, Kim. Quiero entender lo que se siente al ser humano…
Aquella fue la primera vez en mucho tiempo que lloraba. Jacob Birdwhistle notó como una lágrima caía revoloteando por su mejilla, hasta precipitarse silenciosamente al suelo. Era una lágrima de enorme felicidad, tras darse cuenta de que Kim no podía olvidarle. Ella… estaba allí por él, dispuesta a escuchar lo que tenía que decir. No iba a abandonarle a su suerte como hicieron todos los demás.
Aferró con más fuerza la mano de la coreana y la miró a los ojos con decisión.
— Usa tu visión conmigo otra vez, y te lo contaré todo…
El muchacho cerró los ojos, esperando a que Tortita estuviera preparada para lo que estaba a punto de ver. De mientras, aprovechó para limpiar con la manga el rastro de la lágrima que se había escapado a su control y se había paseado sin permiso por su rostro. Otra sensación extraña, otro sentimiento incomprensible...
Cuando Kim miró a través de su cáscara de carne y hueso... vio a Jake, tal y como era. La silueta de un espíritu que gemía desesperadamente y se retorcía de dolor en un estallido de mil voces. Sus ojos eran dos orbes de un color verde aún brillante, y sus cabellos parecían ser azotados por el viento en todas sus direcciones. Su figura etérea, casi intangible, se sacudía sin control en un parpadeo distorsionado, como si tratara de liberarse de unas cadenas invisibles que le mantenían preso. Fue entonces cuando la Ghost Rider se fijó en el brazalete dorado que siempre llevaba consigo. Era el único recuerdo que conservaba de su maestro Patroklos Sarantos, el artefacto mágico que le permitía saltar por el espacio-tiempo y recoger las almas de los niños sin infancia. Esa era la pieza clave que le mantenía encadenado a su cuerpo humano.
Aquel ser triste estaba anclado en un estado medio... entre la libertad y la adaptación.
— Soy un espíritu del viento. — dijo el muchacho con una voz distorsionada, como si cientos de voces diferentes hablaran al unísono—Un pedazo arrancado de la la misma fuerza de la naturaleza. Una incontrolable entidad con la que experimentaron y dotaron de conciencia propia...
Gracias a su visión, pudo ver también como empezaron a danzar a su alrededor las almas de los niños que el Grim Reaper había recogido aquel día. Brillaron y revolotearon divertidas entre los dos amigos, como luciérnagas en la noche. Entre todas esas hermosas hadas de luz, Kim pudo distinguir a la fiel amiga que siempre acompañaba a Jake allá donde fuera. Su propia alma brillaba más que ninguna otra.
Louise Lincoln, Felicia Hardy & Emperor Penguin escribió:
Felicia se quedó un buen rato observando al fornido acompañante de Penguin. Viendo como se unía al brindis entre el pingüino y la señorita Frost, no pudo evitar escuchar sus comentarios y estuvo atenta para no dejarle marchar tan fácilmente. Quizá este podría ser un buen momento para ampliar su abanico de oportunidades con futuras alianzas... Cuando se disponía a marchar justo detrás de su jefe, Felicia le agarró del brazo, palpando así su fuerte musculatura. — ¿A qué viene tanta prisa, caballeros...? Felicia tiró ligeramente de su presa para acercarlo hacia ella. Logrando ampliar la distancia entre el pequeño hombre y el fornido rubio. — Creo que no nos han presentado como es debido... ¿Por qué no te unes a nosotros en la mesa y así nos vamos conociendo? —el tono sugerente de su invitación hacía que fuese difícil de rechazar para cualquier tío con un mínimo de megalomania, como solía encontrar. ¿Sería este fornido rubio distinto al resto? ¿Conseguiría de este modo llamar la atención del apuesto cantante y lograr ponerle celoso? ¿O se desataría una guerra en la mesa con su incorporación a la misma? Fuera lo que fuese, la Gata tenía ganas de jugar un poco más…
Hacía un rato que las tensiones habían quedado atrás, e incluso Oswald parecía estar disfrutando la estancia. Lo cierto es que, como cualquier bar un poco pasable, si ignorabas a los borrachos e indeseables, era un rincón acogedor. Al menos eso era lo que Ignatius pensaba. Cuando eres parte de la escoria de la sociedad, los lugares que todos evitan se vuelven selectos refugios. Y qué demonios, llevaba años sin poder fumar en un bar, eso ya lo convertía en todo un paraíso.
El pequeño gran hombre propuso entonces abandonar la barra para ocupar una mesa rodeada de butacas parecida a las que había en su club. Frost llevó la delantera, seguida del jefe, pero cuando Emperor se propuso seguirles, sintió un tirón en el brazo. Juró que si volvía a ser ese borracho insolente de antes le tatuaría los nudillos en la cara a puñetazos sin dilación alguna, pero para la suerte de ambos, se trataba de una despampanante hermosura salida de la nada. Sus facciones perfectas y el exótico pelo albino dejaron sin habla al matón, y al parecer, tal y como anunciaba su pronunciado escote, no eran esas sus únicas vistas agradables...
Observó con descaro a su captora y dió una calada profunda al cigarrillo. Al terminar, soltó el humo de forma lenta, aún analizándola, y le dedicó una sonrisa sugerente.
- ¿Se refiere a la mesa donde están juntos el tío majo de la barba, la coliflor chiflada y el resto del circo? Jeh... No creo que entre en los planes del jefazo, ni en los míos, aunque me lo pida una cara tan bonita - Dio una nueva calada y apagó el cigarro en un cenicero cercano- Pero siendo honestos, sí me apetecería conocerla, señorita. Tal vez no aquí, sino de un modo más intenso y en privado... pero por algo se empieza. ¿Por qué no viene usted con nosotros? Por cierto, soy Emperor Penguin, puede llamarme Emperor a secas, y si me acaba cayendo bien, tal vez Ignatius.
Hizo un guiño a la peliblanca y sutilmente se libró de su agarre para acompañar a sus jefes. Estaba deseando recibir las miradas asesinas de Frost.
Cuando el rubio se volteo hacia la mesa de sus compañeros Frost lo estaba mirando de forma fija, como una pantera que espera pacientemente antes de balancearse hacia su presa para destruirla bajo sus colmillos y garras. Sin previo aviso la mujer de hielo hizo que una corriente de aire ártico recorriera desde lo más bajo de la cintura hasta la nuca de Emperador para que sintiera el frio aliento de la muerte, indicándole, a cierto modo, quien era la que mandaba. Sonrió con picardía al verle sentarse con ellos finalmente.
Abrió los ojos y miró a su alrededor; nada, no veía nada, no sentía nada y… tampoco podía moverse ¿Acaso había muerto y estaba de vuelta en su limbo personal? No, así no era como se sentía cada vez que resucitaba, esto era una sensación diferente y una voz que retumbó en sus oídos se lo dejo claro
-Te han abandonado...
Esa voz grave, profunda y potente… era la de su padre. Miró a su alrededor para ver si podía verle, sin mucho éxito, solo escuchaba su voz como si proviniese de un lugar cercano e invisible para el
-Sabes que acabaría así, esos frenéticos años, todas las personas que has destrozado, a llegado el momento de pagar; estas solo
No tuvo tiempo de pensar en esas palabras ya que unas cadenas aparecieron desde el oscuro cielo y se ataron a su cuello, forzándolo a levantarse. Una niebla de color azul empezó a llenar todo a su alrededor a la altura de sus pies y escucho unos pasos que se acercaban hacia el, cerro los ojos, intentando despertarse de lo que sin duda era un mal sueño, pero al abrirlos seguía ahí y… tenia delante a un conocido, al joven al que no pudo salvar hace años, aunque ahora era todo un hombre, su pelo negro le caía por los hombros y llevaba un traje de pianista de color negro
-E… esto es un sueño, tiene que serlo
La aparición negó con la cabeza
-A veces los sueños se vuelven realidad… se que es difícil de entender, pero si tomas mi mano, yo te guiaré
Se quedó unos segundos en babia, pensando en que responder al espectro que le ofrece la mano, sacudió la cabeza a fin de aclararse las ideas
-No… ¿Qué eres? No puede ser real, tienes que ser una imaginación mía, una creación de mi mente agotada
La aparición volvió a negar con la cabeza, esta vez con una sonrisa
-Somos creaciones de tu mente, somos tan reales como quieras que seamos; somos parte de ti.
¿Somos? La duda aprecio en sus ojos, mas no necesito respuesta para darse cuenta de a qué se refería cuando tras él, aparecieron dos figuras más, dos figuras que conocía bien; una mujer increíblemente alta, de pelo castaño y un hombre de gran musculatura y un rostro bien definido. La mujer se le acercó, se quitó la bandana que le cubría la boca y le miró directamente a los ojos, hablándole con una voz que parecía un grito de pasión mientras le apretaba las mejillas
-Siente el fuego, siente el calor que arde en tu alma, el corazón de un hombre roto… fuera de control
La aparición femenina le soltó, dejando que su rostro, derrotado, colgara de su cuello, esas apariciones… parecen estar representando como se sentía, su subconsciente, cada uno una parte de él. Levantó la mirada y observó a la aparición de cabellos rubios, que jugaba con su cuchillo lanzándolo y recogiéndolo por la punta, al mirada de la aparición parecía estar llena de rabia, de odio… de asco
-No me puedo creer que te hayas rendido- se acercó a él y le agarró con fuerza de los pelos, obligando a mirarle directamente a los ojos -este no eres tu, jamás desaprovechamos la oportunidad de hacer pagar a todos los que te han jodido… siempre tuviste el control- le soltó el pelo y se alejó con los brazos cruzados tras la espalda -tu corazón es frío como el hielo, acéptalo.
Las apariciones parecían estar consiguiendo su objetivo; romperle, hacerle darse cuenta de que, a pesar de que ahora se arrepentía de todo lo que hizo, seguía siendo, en su interior, el mismo monstruo que llevaba siendo todos estos años. Agacho la mirada, cerrando sus ojos y se intentó concentrar en el latido de su corazón, de pequeño su madre le enseñó ese método para poder dormir las noches en las que estaba muy nervioso, escucho como los pasos de las apariciones se hacían cada vez más distantes hasta desaparecer por completo
-Detén tus llantos… malo, bueno, no importa; nunca has estado solo- la voz femenina se acercó cada vez más, hasta escucharla encima de su cabeza y aunque no podía verla, no le hacía falta para saber a quién se parecía esa aparición -siempre estaré aquí cuando me necesitas, mi voz es más fuerte que la de ellos- se agacho y con una voz cariñosa, tranquilizadora y cálida le susurro al oído -No estás solo
La aparición le abrazó, sintiendo el calor de sus brazos en su cuello, un calor que hizo desvanecer las cadenas que le sujetaban, arrodillados en el suelo mientras escuchaba los latidos del corazón de la figura que le consolaba; había encontrado la paz, ya no era un simple Kotska; era un ser humano, como lo fue su hermana.
La camarera les rellenó los vasos de vodka y el irlandés se dispuso a beber de nuevo, pero casi se atragantó de la risa cuando el chico descargó toda su brutal sinceridad sobre la mesa, aunque no por los motivos que uno podría imaginar, no. El mejor amigo de Aidan era gay y una de sus mejores amigas era bisexual, así que para Aidan los chistes referentes a homosexuales no eran cosa de risa, pero no hacía ni dos semanas que había afirmado en la televisión pública que sus fans lo único que querían era follarle, una afirmación fruto del alcoholismo y la amargura que le había costado una buena reprimenda por parte de su equipo, y, sin embargo, por más que le gustaría equivocarse y que sus fans le amasen por la calidad de su música, lo cierto era que aquella clase de afirmaciones no hacían más que reafirmarle en una certeza que le hacía reír por no llorar. Por culpa de su puñetero poder nunca podría saber si la admiración de un fan era sincera o simple fruto del encantamiento demoníaco.
- Ivy... querida. Jamás podría considerar pertenencia mía a ninguna dama, y menos a ésta, quien por cierto, es perfectamente capaz de defenderse por sí misma, sin que metas tu sobreprotectora y territorial actitud de por medio de forma innecesaria, ya que, por si no lo notaste, este asunto era entre mi socia y yo. Y sobre el caballero... bueno, por llamarle de algún modo... -Esbozó una aserrada sonrisa al imitar la actitud del desconocido- lamento profundamente no estar a la altura de sus elevadas expectativas, pero sí lo estoy de ciertas partes de su anatomía que seguro no querrá perder por sus toscas y vulgares maneras, así que le conmino a acompañar a Ivy en dejar de meter sus narices en los asuntos ajenos. Ya hay suficiente con la mía, cosa que habrá notado con tan agudo sentido del juicio...
Suponía que era por la magia de aquél lugar, pero los cadavéricos músicos conocían siempre todas las canciones que les indicaba, como demostró el impactante arranque de la batería y la guitarra. Aidan sacó el micrófono de la base y, mientras el grupo tocaba el principio de la canción, se dirigió a la audiencia.
- Quiero dedicar ésta canción a un par de personas que he conocido aquí ésta noche -dijo, mirando a Frost y a Emperador-. Esperando que consigan superar los obstáculos que les impiden encontrar el camino.
She's got a smile that is made out of ice No one's here to save the tears she cries As she dances in the moonlight Behind those windows
Al ir a cantar la segunda estrofa, su mirada se centró directamente en Ignatius, como si le estuviera hablando a él, aunque a causa de lo concurrido de la sala nadie más que el apuesto rubio notaría cómo la mirada estaba fija en él.
Every little move she makes Seems like magic in your eyes and You are lost between two worlds Shadows from near or far
And when you close your eyes You're trying to be near Without all your fears But there's no way to her No way to her!
Cantó, cerrando los ojos, y, al volverlos a abrir para el estribillo ya cantaba para toda la audiencia:
Princess of ice Will I ever find the way to your heart Will I survive all the dreams for my Princess of ice
Al llegar al solo de guitarra, Aidan analizó las reacciones de la audiencia. Ya el influjo de su poder había comenzado a extenderse por entre todos los asistentes, infiltrándose en su interior como si se tratara de humo invisible y mágico absorbido por sus poros, causando que, de inmediato, todas las miradas estuvieran centradas en él, absortas y fascinadas.
And even though the years pass by Something in my mind still calls your name And still I'm blinded by the charms you spread Behind those windows
Every now and then I'm reachin' out But you don't answer all my calls How can I get to you When I melt the ice
All I'm aiming for is Trying to break free Will I ever see But there's no way to you No way to you!
Princess of ice Will I ever find the way to your heart Will I survive all the dreams for my Princess of ice
La atención de todas las criaturas de la sala ya estaba totalmente focalizada en él desde antes del segundo solo de guitarra; cualquier preocupación que tuvieran en aquél momento, cualquier motivo de discusión, cualquier sentimiento mezquino o pensamiento peligroso volatilizado ante la magia de su actuación. Aquello ayudaría a disipar cualquier mal ambiente que hubiera podido quedar, siendo sustituido por la sensación vigorizante y vivificadora del metal, animando automáticamente a la audiencia. Además, por lo general las personas se sentían inclinadas a hacer caso a las sugerencias que Aidan proponía mediante su música, por lo que esperaba que, dado que les había dejado claro a Frost y Emperador que la canción iba dirigida específicamente a ellos, les ayudara a resolver cualquier aspecto no resuelto de su relación y avanzar. Esperaba de corazón que de ésta manera se solventaran todos los problemas y la noche terminara en buenos términos para todos...
And when you close your eyes You're trying to be near Without all your fears But there's no way to her No way to her!
Princess of ice Will I ever find the way to your heart Will I survive all the dreams for my Princess of ice Princess of ice Will I ever find the way to your heart Will I survive all the dreams for my Princess of ice...
Sólo estaba por ver si habría conseguido su propósito...
Conner bajó a toda velocidad con la cabeza del velocista en sus manos, estampando al dulce muchacho en apenas segundos contra el suelo, y una vez allí le destrozó las piernas. Los gritos de agonía de Bart vibraron en cada recoveco de la compleja e inestable anatomía de Warlock, estremeciéndole. Quiso ir a ayudarlo, pero entonces los dichosos tentáculos regresaron para replegarse sobre él. Mientras huía de nuevo de su rival, procuró no apartar la vista de la escena, y vio a Conner recoger con aparente mimo al velocista ¿Acaso había reaccionado Conner ante el sufrimiento de su amigo?
Los buenos ganaban... ¡sí, tenía que ser eso!
Y entonces, el semikryptoniano comenzó a jugar con Bart como si éste fuese un muñeco de ventriloquía, moviendo su cuerpo de forma peligrosa para sus lesiones y nada respetuosa para su persona. Dedicó al alien la macabra actuación, saludándole y dándole un horrible mensaje:
- ¡Amigo mío! Me siento más muerto que nunca jajaja ¿crees que me favorece el rojo sangre en mi cara? Si no tienes puedo darte un poco de la mía jajajaja
El tiempo se detuvo para Warlock.
No había otro sonido que esa vocecilla cómica... No había más movimiento que ese saludo burlón. Para el alien no había nada ahora salvo él... y su víctima.
Sintió la ira desmedida crecer desde lo profundo de su pecho, extendiéndose al resto de sus terminaciones. Sus ojos brillaron henchidos de un deseo aniquilador al que nunca había permitido aflorar, ni siquiera en las situaciones más extremas, pero al que ahora daba la bienvenida sin remordimiento. Su melena se erizó, y todos sus circuitos destellaron sedientos de sangre. Escapó de su captor de sombras, convirtiéndose en una forma líquida que se escurrió del agarre del mismo, cayendo al vacío. Una vez lejos de éste, retomó su forma, y voló hacia Conner convertido en un engendro espantoso y gigantesco, como una ola gigante de tentáculos y garras dispuestos a apresarle, tan vibrante y oscuro que costaba definir su aspecto. También por el suelo cientos de raíces negras y doradas se abrían paso velozmente hacia los dos muchachos, como serpientes furiosas. El rostro de Warlock apareció en medio de la masa, seguido por varias réplicas más a lo largo de su nueva forma, todas con la boca anormalmente abierta, emitiendo un chirriante grito de guerra que nadie podía comprender.
Había sucedido.
El afable ser que tanto se esforzó en ser, había desaparecido. La Tierra contemplaba ahora al ser de pesadilla por el que otros mundos desaparecían a diario.
Conner lanzó al maltrecho Bart y se crujió los nudillos. Saltó y voló para evitar las raíces del technarch y lanzó su rayo ígneo tratando de atravesarlo, pero el condenado monstruo parecía haber amplificado sus habilidades, y deformaba su cuerpo de mil maneras esquivando sus ataques. Incluso al tratar de golpearle una vez lo tuvo cerca, le fue imposible, ya que sus puños lo atravesaban como si fuese líquido. Fue en uno de estos golpes dónde Envidia se supo perdido, pues el resto de esa masa extraña lo envolvió apresando sus extremidades. Una larga y enorme raíz se apartó de la masa y de ella surgió la esbelta forma del alienígena, con su rostro desfigurado por la ira y el dolor. Sus rasgos cómicos ahora eran aterradores, sus ojos se veían enormes y brillantes, y su boca ya no dibujaba una sonrisa, sino que mostraba las fauces de un cazador, largas y afiladas, al igual que sus garras.
Conner disparó su rayo algunas veces más, y movió los brazos para escapar de su prisión, pero era inútil; Aunque lograse moverse, no se deshacía de ese mal bicho, y sus disparos eran esquivados con la misma facilidad de hacía un rato. El ser se acercó a él y únicamente le miró.
Los segundos parecieron horas, antes de que Superboy sintiera una sensación de quemazón en las partes apresadas. Cuando se movió, se dio cuenta de lo que ocurría; En los recuerdos de su huésped aparecía esa textura metalizada, recorriendo los cuerpos de desdichados seres que acababan consumidos por ese monstruo alienígena. Apretando los dientes, se decidió a seguir luchando, forcejeando con la masa; no iba a dejarse derrotar por algo tan lamentable como un sarpullido tecnológico.
Warlock simplemente observaba en silencio, mientras trataba de consumir al que fue su gran amigo, hasta que finalmente, unas palabras escaparon de algún rincón perdido de su mente, sonando sin expresión alguna.
La rodeó como un depredador estudiando a su presa. Su exterior no era muy comunicativo, pero su interior...
Sobrecogimiento ¿Tal vez miedo? Blood era un intruso en su mundo, pero no era muy distinto a ella... ¿Qué tenía a este pobre ser tan agustiado?¿Por qué había venido a su encuentro si le causaba esa sensación? A no ser...
Sebastian alzó su brazo y acarició el lánguido rostro de la muchacha, sólo para unos segundos después agarrar su cuello firmemente.
- ¿Puedes ver en mí, como yo en tí? Viniste a conocerme... Y has encontrado un océano de horrores en mi alma. Eso te disgusta... Y aún no has visto nada.
— Vale, dime qué sientes al ver a ese chico...— le pregunté, refiriéndome al chaval que estaba haciendo footing y que acababa de cruzarse con nosotros.
— Está preocupado. Parece que algo le inquieta. — respondió Nikandros, tratando de empatizar con él.
— Vale, ¿y ese anciano que está leyendo el periódico? El que está sentado en el banco.— le señalé, con la mirada.
— Siente mucha paz y tranquilidad. Se siente bien...— sonrió automáticamente N, al recibir tales emociones positivas. El rostro del chico de papel era como un reflejo de lo que sentían los demás.
— ¿Y qué más sientes ahora?— le pregunté, cada vez más curiosa. Estaba fascinada con su capacidad para interpretar las emociones y los cambios químicos de los demás seres vivos.
Jake y Kim no eran tan diferentes como él había creído. Compartían un dolor y una soledad que nadie más podía comprender.
Poco a poco, las palabras de la chica hicieron mella en la consciencia del muchacho, arañando la superficie de su intrínseca indiferencia hasta alcanzar la poca humanidad que habitaba en su interior. Era como si Tortita fuera capaz de ver a través de él sin usar sus poderes, exponiendo en voz alta todas las inquietudes e inseguridades que en ocasiones plagaban su cabeza.
“Nadie llegará a entenderme a mí”
¿Cuántas veces había pensado lo mismo? ¿Cuántas veces se había tragado sus palabras para evitar dar explicaciones? ¿Cuántas veces había observado a los humanos en un incómodo silencio, sabiendo que jamás le comprenderían aunque les contara la verdad?
— Esa sensación… de que cuando hablas con alguien parece que no te está escuchando… de que tus palabras se las lleva el viento. — entonces se dio cuenta de algo. — Qué ironía ¿no? — Su propia naturaleza era la que le jugaba esas malas pasadas, y no podía evitarlo. — Te sientes anclado en el tiempo, sin un futuro al que ir, ni un pasado al que volver... viendo como el universo sigue avanzando a tu alrededor sin detenerse…
"La sensación constante de estar solo en el mundo..."
Las frases de los dos jóvenes se intercalaron como párrafos de dos historias fragmentadas, pero unidas bajo la misma cubierta de cuero. Jake vio en Kim algo que no había visto hasta ahora, el verdadero resultado de la conexión humana: la amistad.
Aquella fue la primera vez en mucho tiempo que lloraba. Jacob Birdwhistle notó como una lágrima caía revoloteando por su mejilla, hasta precipitarse silenciosamente al suelo. Era una lágrima de enorme felicidad, tras darse cuenta de que Kim no podía olvidarle. Ella… estaba allí por él, dispuesta a escuchar lo que tenía que decir. No iba a abandonarle a su suerte como hicieron todos los demás.
.......
Cuando Kim miró a través de su cáscara de carne y hueso... vio a Jake, tal y como era. La silueta de un espíritu que gemía desesperadamente y se retorcía de dolor en un estallido de mil voces. Sus ojos eran dos orbes de un color verde aún brillante, y sus cabellos parecían ser azotados por el viento en todas sus direcciones. Su figura etérea, casi intangible, se sacudía sin control en un parpadeo distorsionado, como si tratara de liberarse de unas cadenas invisibles que le mantenían preso. Fue entonces cuando la Ghost Rider se fijó en el brazalete dorado que siempre llevaba consigo. Era el único recuerdo que conservaba de su maestro Patroklos Sarantos, el artefacto mágico que le permitía saltar por el espacio-tiempo y recoger las almas de los niños sin infancia. Esa era la pieza clave que le mantenía encadenado a su cuerpo humano.
Aquel ser triste estaba anclado en un estado medio... entre la libertad y la adaptación.
— Soy un espíritu del viento. — dijo el muchacho con una voz distorsionada, como si cientos de voces diferentes hablaran al unísono—Un pedazo arrancado de la la misma fuerza de la naturaleza. Una incontrolable entidad con la que experimentaron y dotaron de conciencia propia...
Gracias a su visión, pudo ver también como empezaron a danzar a su alrededor las almas de los niños que el Grim Reaper había recogido aquel día. Brillaron y revolotearon divertidas entre los dos amigos, como luciérnagas en la noche. Entre todas esas hermosas hadas de luz, Kim pudo distinguir a la fiel amiga que siempre acompañaba a Jake allá donde fuera. Su propia alma brillaba más que ninguna otra.
Dijo esperando por ver el rostro de la joven que esperaba fuera más agradable a la vista que el de wade que si bien vio peores no era agradable parecía hecho por picazo en una noche de drogas y borrachera tras eso aun intoxicado se le dio por hacer un cuadro con pintura vencida bueno tal vez exagerara o no eso venía a criterio de quien lo veía aunque seguro todos coincidían en que no es agradable.
-Tonshe no pueo tocale, no?- preguntó mientras dio una carrera hacia una de las farolas que alumbraban la calle -po mu ben, no le tocar
Rodeo la farola con sus manos y empezó a tirar de ella, rápidamente se escuchó un crack y el polvo de las baldosas que se rompían al sacar Gray, a la fuerza, la farola del suelo dejando los cables sueltos que chisporrotean cuando fueron separados. La anciana sujetaba el poste como si fuera un madero grande, con las dos manos ayudándose de su pecho para sujetarlo bien, mas cuando tuvo buen agarre lo paso a sujetar con ambas manos como si fuera una especie de bate enorme, temblaba por el poco equilibrio que otorgaba sujetar algo tan largo, a pesar de que la anciana tenía la fuerza necesaria como para que la farola no fuera más que un juguete para ella.
Mensajes : 2176 Fecha de inscripción : 14/12/2014 Localización : Atlantis Empleo /Ocio : Sumo Mago Humor : Melancólico
Ficha de Personaje Alias: Arion Nombre real: Ahri'ahn Universo: DC Universe
Tema: Re: Votación Highlights Febrero 2021 22nd Febrero 2021, 14:22
Consultada la usuaria de Sasha Triger por ésta mención:
Sasha Triger escribió:
Soy una pesada, lo siento, pero es que el tema A moment of weakness me tiene loca. Me emociona, me estremece... Es que no sé de dónde saca esta gente el talento pero lo está echando todo en las letras que hay ahí dentro. Qué maravilla, qué preciosidad qué burrada...
Mil gracias a las usuarias de este tema porque de verdad que por cosas así merece la pena estar horas escribiendo.
Cuando ambas traspasamos el portal, el círculo mágico desapareció al cabo de unos segundos, revelándonos una imagen desoladora de la mansión. Me esperaba una guerra, una batalla ardiente entre demonios y los X-Men, una igual de salvaje como la que había vivido en la Iglesia de Sangre... pero fue todo lo contrario. El vacío y el silencio reinaban en aquel lugar. Habíamos llegado tarde.
Lo más probable era que el ataque hubiese terminado. Aún así, sentí la necesidad de comprobarlo, de que no hubieran dejado a nadie atrás. Me di la vuelta para ver a mi hermana, que andaba todavía varada en el jardín. No necesité palabras para deducir aquella expresión en su rostro. Yo también tenía miedo. Pero sé que podríamos sobreponernos al miedo. Cuando estuvimos las dos junto al porche, mi mano buscó la suya, aferrándose a ella con fuerza. Podíamos hacerlo… juntas.
Una vez dentro de la oscura e inquietante mansión, noté a Lissa vacilar. No sabíamos por donde empezar a buscar, y nos detuvimos cuando empezó a sonar una canción… las suaves y tranquilas teclas de un piano…
Se me heló la sangre al instante y miré a mi hermana con incredulidad. ¿Quién podía estar tocando una melodía en una gigantesca mansión recién asaltada por los demonios? ¿Cuándo se había vuelto esto una película de terror?
Con el corazón en un puño, seguí a psicóloga hasta el aula de música. Las notas martilleaban mi cabeza al ritmo de las pulsaciones nerviosas de mi corazón. La melodía había cambiado, y pude identificar una versión siniestra y distorsionada del Claro de Luna. Elissa terminó de afirmar lo que más temíamos. Dragoslav estaba allí...
Agarré el pomo con fuerza, y dejé que la puerta se deslizara solo con un empujón, al tiempo que nos revelaba el interior del aula de música. Sin ser consciente de ello, me había colocado por delante de Elissa a modo de protección.
El rápido movimiento de Drago llamó poderosamente mi atención. Mis ojos se centraron únicamente en sus brazos, que descendían con el cuchillo en mano con un único objetivo. En el suelo yacía el cuerpo de lo que parecía Charles Xavier. No tardé ni medio segundo en reaccionar.
—¡NO!— grité, levantando las dos manos en dirección al atacante, y la magia hizo su efecto de forma automática, justo antes de que alguien me empujara y nos apartara de la puerta. El afilado cuchillo se convirtió en un hermoso racimo de mariposas azules, que escaparon de entre los dedos del moreno, revoloteando brillantes por su decadente y oscura figura...
Eclipse escribió:
Si le preguntaras a cualquier psicólogo te sabría decir que uno de los rasgos que identifican claramente a un psicópata es la arrogancia, y Cédric no era la excepción.
El mutante se jactaba siempre de anticiparlo todo y controlarlo todo, y, sin embargo, a pesar de su indiscutible astucia, Cédric Valjean había cometido un fallo.
Un error que, a pesar de su simpleza, resultó ser garrafal.
El mutante se había dedicado, con paciencia y tesón, a eliminar cualquier rastro de la memoria de Elissa de la mente de Drago, y, si la psicóloga hubiera acudido sola a la mansión, el bosnio no habría dudado en matarla, subyugado como estaba bajo el influjo de Cédric.
Sin embargo, a pesar de todos sus esfuerzos, el francés no había caído en eliminar de la memoria de Drago el recuerdo de Elysia, la hermana gemela y exacta réplica de la castaña.
Por tanto, cuando el agudo y penetrante grito rasgó el aire y Drago miró en su dirección, no vio a Elissa y a su hermana... Vio a dos Elysias.
Había conocido a Elysia Stavridis hacía tres meses, justamente allí, en la mansión, durante una visita que la hechicera había hecho al Profesor para confirmar que no era mutante, en una reunión en la que también había estado Gabriel. Aquella había sido la primera vez, de hecho, que Cédric le había visto a él, y gracias a aquello había podido seguirle el rastro después de encontrarle en las memorias de Cassandra, Martha y Elissa.
La hechicera del pelo azul y él no habían empezado con buen pie, por motivos que por aquél entonces no comprendió, pero, más adelante, habían tenido ocasión de arreglar las cosas y ahora se llevaban razonablemente bien.
No, Drago no sabía quién era Elissa Stavridis, pero sabía quién era Elysia. Y, en aquellos momentos, veía a dos de ellas.
Su primera reacción al escuchar el grito fue encender el láser en su mano, dispuesto a atacar a cualquier mutante que hubiera sido tan estúpido como para regresar a pesar de todos sus esfuerzos por ahuyentarlos. Habría atacado también a Elysia, de la misma manera que había atacado a sus dos mejores amigas para satisfacer los retorcidos deseos de su amante, pero ver a las dos Stavridis ante sí le desconcertó lo suficiente como para hacerle vacilar. Fueron apenas dos segundos, pero aquello fue todo cuanto Elysia necesitó para volatilizar el cuchillo de cocina y convertirlo en...
- Vaya, vaya... parece que tenemos invitadas inesperadas -dijo Cédric, con una socarrona sonrisa en el rostro antes de focalizar su atención en la mujer de la larga trenza-. Qué insospechado placer volvernos a ver, doctora Stavridis. Nuestro último encuentro quedó... incompleto... No esperaba encontrarte aquí, pero supongo que nuestra pequeña... tragedia griega no podría quedar completa sin vuestra aparición en el momento más dramáticamente apropiado. Es una pena... Me habría gustado matarte personalmente, pero creo que voy a disfrutar ésto incluso más -avanzó hasta quedar detrás de Drago y le abrazó desde atrás, deslizando su mano izquierda por el interior de su camisa semiabierta-. Drago... amor mío... -susurró en su oído-. Deshazte de ellas.
Pero Drago apenas fue consciente de su cercanía, o de su contacto. Su mirada estaba focalizada en las hermosísimas mariposas de luz azulada que revoloteaban por entre sus dedos alzándose hacia el techo.
A diferencia del que había cometido con Elysia, aquél era un error que Cédric nunca habría podido preveer.
Mariposas. Mariposas azules.
Se había esforzado tanto en borrar el recuerdo de Elissa...
Pero aquellas mariposas... las había visto antes.
En sus sueños.
El letal láser aún ardía en su mano izquierda, la que no había sostenido el cuchillo.
Son enemigas. Mátalas. Ahora.
Ésta vez la orden no fue pronunciada con palabras, sino como un acicate con la punta al rojo vivo que penetró profundamente en su conciencia, eliminando las mariposas como el corte del bisturí experto que desecha las zonas infectadas por un tumor. La mirada del bosnio se alzó de nuevo, pero fue una mirada muerta, vacía de expresión, la que se encontró con la de las Stavridis. Alzó el brazo, dispuesto a cumplir la orden de su amante, pero, en ese preciso instante, el cuerpo de Sasha se abalanzó sobre él, arrojándole contra el suelo y provocando que el rayo se desviara hacia arriba, cortando una sección importante del techo que se desplomó sobre las hermanas.
La mirada de Drago se cruzó con la de Sasha, y el alivio fue visible en su rostro al comprobar que seguía viva. Estaba tan acostumbrado a usar ilusiones para enmascarar sus expresiones que nunca había tenido la necesidad de contenerlas físicamente. Cédric le había convencido de que, para que ellos pudieran estar juntos, Xavier tenía que morir, pues, de lo contrario, nunca dejaría de perseguirles, y era el único mutante del que no se podían ocultar, pero nunca había pretendido hacerles daño ni a ella ni a Solaris. Se suponía que tendrían que haber estado en Europa... no allí. Toda la idea de la pesadilla que había construido para ellas en el edificio anexo había sido asustarlas lo suficiente para que se marcharan con los demás. Sabía que el fuego no dañaría a Sasha, y si hubiera querido ver muerta a Sieglinde no se habría limitado a aturdirla con su último ataque.
- Sasha... perdóname -dijo, justo antes de que una explosión de luz brotara de su cuerpo y enviara a la mutante volando por los aires.
Por su parte, Cédric había retrocedido hasta la ventana al ver que sus enemigas les sobrepasaban en número. El mutante era arrogante, pero también era inteligente y sabía que, en aquél momento, las apuestas empezaban a estar demasiado altas, especialmente después de ver la vacilación de Drago. No quería arriesgarse a perderlo todo por presionar demasiado. El polvo del desprendimiento y el humo de las crecientes llamas le impedía distinguir si las hermanas habían sobrevivido al derrumbe, pero podía notar sus consciencias, sabía que aún estaban vivas. Aturdidas, quizá, pero vivas. Y, además de Sasha, había una cuarta persona a punto de entrar en la sala. Tenían que marcharse ahora, aprovechando el desconcierto.
- Drago, vámonos de aquí -el ventanal daba al tejado frontal de la mansión, y desde ahí podrían descolgarse utilizando los diversos accidentes y salientes de la fachada semiderruida.
El mutante salió por la ventana y Drago se volvió, sus manos resplandecientes por el láser, dispuesto a atacar a cualquiera que intentara detenerle.
Solaris escribió:
Por mucho que quisiera seguir a Sasha, mi cuerpo no lo permitía. Aún continuaba cargando con la privación de oxígeno y la sensación de mareo derivada de la inhalación de humo. Así que aunque corrí con todas mis fuerzas, comenzó a sacarme ventaja al entrar en la mansión, donde me vi en la necesidad de detenerme unos segundos apoyándome contra la pared para jadear sintiendo el aire fresco arder al introducirse en mi tórax mientras todavía sentía el hormigueo que me impulsaba a toser. Mi cabeza se despejó un poco y me permitió iniciar de nuevo la persecución, siguiendo a mi compañera, que me sacaba unos metros de ventaja.
Noté de nuevo el familiar peso del arma en la mano pero en ese momento era tan ajena para mí como si cargara con un pisapapeles. La observé un momento y sacudí la cabeza intentando por todos los medios buscar el modo de centrarme. Era primordial. Así que forcé a mi cerebro a reactivarse con un ejercicio que también servía a la hora de evadir a telépatas, lo cual me sirvió bastante a simplificar las circunstancias. Sujeté el arma con plena consciencia, haciéndome de nuevo familiar con su tacto y su textura. No puedes usar un arma si tu cabeza no está lo bastante despejada para comprender la situación que tienes delante. No puedes arriesgarte porque un error, y lo que haces es privar a alguien de la vida.
Justo lo que por todos los medios siempre había tratado de evitar.
No era reacia a matar siempre y cuando no quedara ninguna otra opción disponible. El problema es que para decidir algo así siempre hay que incurrir en la agudeza mental, el ingenio, el entrenamiento y las opciones. Tendría que encontrar la manera de ceñirme a ese método. Desconecté por completo de mis sentimientos con un esfuerzo titánico, como a menudo solía hacerlo durante las misiones, a pesar de que sabía que una pequeña parte de mi misma moría un poco en el proceso.
Justo cuando vi a Sasha llegar a la sala de música la escuché gritar y abalanzarse al interior. Sasha. Eso me hizo reaccionar, entorné mis ojos enrrojecidos y contuve las ganas de toser mientras me precipitaba hacia la puerta, sujetando el arma en la posición correcta dispuesta a utilizarla sin el menor asomo de duda. Justo cuando entraba en la habitación analicé la escena con toda la rapidez posible. Dos mujeres, Sasha sobre Drago, el profesor X inconsciente en el suelo y...
Mis ojos se centraron en el hombre que se dirigía a la ventana, tratando de escapar de la escena. El segundo más largo de toda mi vida. Justo en ese momento la habitación comenzó a aclararse, y de manera instintiva cubrí mis ojos, cerrándolos y protegiéndolos ladeando el rostro. Sasha salió por los aires con una explosión de luz, al tiempo que el techo sobre las dos jóvenes amenzaba con hacerse pedazos. No llegué a gritar para avisarlas. Una de ellas elevó las manos con elegante rapidez y una extraña cúpula translúcida se ciñó sobre las gemelas haciendo que los pedazos chocaran contra ella, evitando el daño.
Yo no fui capaz de ver aquello como la maravilla que era, si no como lo que necesitaba que fuera. Un punto de cobertura. Me apresuré a un lateral de la cúpula, asomándome, dispuesta a tomar las decisiones necesarias.
Drago se estaba levantando del suelo, sin duda tratando de cubrir la retirada. Mi respiración se aceleró arañándome cada centímetro de los pulmones, como si pudiera sentir cada una de mis células rogándome toser. No podía. No ahora. Apunté al torso de Drago.
"No mortal. Incapacitante"
La mira del arma descendió a través de su cuerpo con rapidez. El pulso firme. Una micra de segundo de vacilación...
La imagen de Drago atado a aquella silla mientras lo torturaba uno de mis alter egos. Mi hermano fornicando con la prostituta a la que había recurrido para sacar información a las altas esferas. La asesina a la que había personificado tantas veces asesinando a Sasha frente a mis ojos.
Apreté la mandíbula, entorné los ojos y accioné el gatillo.
En el momento en que terminaba de ocupar el espacio frente a la ventana, tal vez alcanzaría a verme a la primera detonación. Tres tiros en una trayectoria descendente con un objetivo tan concreto como todo lo que me esmeraba en hacer. Siempre con un propósito. Siempre con un método. El primer disparo atravesó su gemelo de un modo limpio, orificio de entrada y salida acompañado del mordiente dolor que siempre sobrevenía el balazo. El segundo impactó en el suelo esquivando por los pelos el tobillo hundiéndose en un agujero negruzco y humeante. El tercero alcanzó a Drago en el pie entre los dos metatarsos del meñique y el pulgar en el mismo instante en que su cuerpo perdía la fuerza, comenzando a caer.
Una repugnante sensación de triunfo y de furiosa satisfacción me sacudió el cuerpo, llenándolo de adrenalina y odio por mí misma. Me desprecié mas en ese instante de lo que creía haber experimentado nunca, porque en lo mas humano de mí, algo quería dañar al hombre que era mi amigo. Hacerle de algún modo tanto daño como el que yo había sufrido teniendo que enfrentar a todos mis demonios. Al ver mi confianza truncada. Al sentir mi intimidad expuesta por una persona que quería. A la humillación de una equivocación propia al haber creído que podía relacionarme con otra persona sin ninguna de mis fachadas, siendo... sólo yo. Todos esos pensamientos que me convertían en un ser humano detestable, si es que tenía derecho a seguir considerándome como tal. Los sentimientos de un monstruo de los que nadie jamás sabría nada, y que arrastraría conmigo hasta la tumba.
"Objetivo abatido."
Drago caía, desplomándose hacia el suelo con toda la fuerza de la gravedad. En el mismo instante en que su cuerpo tocaba tierra desapareció, como si jamás hubiera estado allí.
Mi respiración se detuvo, y me permitió escuchar los latidos de mi propio corazón desbocado en los oídos. No era posible.
"¿Otra ilusión? No. ¡Otra vez no!"
Gruñí para mí mientras adelantaba la cúpula en dirección a la ventana con pasos decididos y el arma en una posición preventiva aún humeando a través del cañón. Mi rostro mostraba una fiera determinación, dientes apretados y el ceño fruncido. Mi ilusión se había recuperado casi por completo, pero aún titilaba en algunas zonas reflejando destellos de colores. Mis botas se toparon entonces con algo que no esperaba, una especie de accidente de terreno que no había sido capaz de ver. Caí al suelo con un sonido pesado aterrizando sobre los antebrazos. Golpeé el suelo con las dos manos y traté de volver a levantarme. No tenía tiempo para esos errores.
Mi verdadero objetivo estaba al otro lado de esa ventana.
Eclipse escribió:
El tirador no le dio ningún margen. No bien hubo terminado de girarse se escucharon las detonaciones en la habitación, seguidas de un intenso y penetrante dolor en la pierna.
Bang. Estúpido.
El impacto fue tan inesperado y repentino que le hizo perder el equilibrio
Bang. Entre el humo provocado por el disparo distinguió unos ojos. Unos ojos que habrían engañado a todos menos a él. Porque Drago era la única persona en aquella habitación que podía ver que, bajo aquella máscara de aparente frialdad y precisión alemana se ocultaba una de las emociones más profundas, humanas y desgarradoras: el dolor por la traición de un ser querido. La desgarradora certeza de saber que habían cogido la confianza otorgada y la habían hecho estallar en mil pedazos. La clase de emoción que solía conducir a otra con la que estaba muy familiarizado: el afán de venganza. Estúpido.
Bang. Aquél disparo fue aún más doloroso que el primero, y Drago no pudo evitar que se reflejara en su expresión, pero no gritó. A lo largo de su vida, el mutante había soportado dolores y torturas inimaginables, tanto físicas como emocionales, lo cual era precisamente la razón de que Cédric se hubiese fijado en él. No era la primera vez que le disparaban, el dolor no le era ajeno y podía soportarlo. No tenía más remedio.
Debería haber sabido que si Sasha había llegado hasta allí, Sieglinde no estaría lejos, pero en la precipitación de la batalla había dado por supuesto que todavía estaría aturdida por su último ataque, el humo y el fuego. Estúpido.
El primer disparo había sido bastante limpio, Drago no creía que hubiera llegado a tocar el hueso, pero el segundo... el segundo le había destrozado el pie, lo sabía sin necesidad de mirar la herida, de la misma manera que sabía que no podría caminar ni correr. Estaba atrapado, y, ante esa situación, el soldado que había en él se activó, pasando a actuar por puro instinto de supervivencia.
En cuanto notó que empezaba a caer, el láser de sus manos se apagó y la luz de la estancia se plegó a su voluntad, rodeándole sin reflejarse en él para protegerle de quienes habían pasado a convertirse en sus enemigas. Cuando cayó al suelo se arrastró para bloquear con su cuerpo la salida de la ventana y así evitar que pudieran perseguir a Cédric. Tal como había anticipado, la alemana se dirigió rápidamente hacia el lugar por donde había escapado el francés, tropezando con él y cayendo al suelo. Sieglinde trató de volver a levantarse, pero el bosnio se incorporó sobre la rodilla de la pierna herida y asestó una patada en las corvas de la mujer con el pie sano, haciéndola caer de nuevo para subirse encima de sus piernas, pisándola con las rodillas e inmovilizándola con su peso al tiempo que le retorcía el brazo izquierdo, aplastándoselo a la espalda, donde apoyó a su vez el antebrazo derecho para mantenerla contra el suelo, haciendo que una aguja láser se extendiera a modo de katar hasta casi rozar su cuello, provocando que la capa de invisibilidad se extinguiera y revelando a un drago con el rostro perlado de sudor y los dientes apretados, tratando de ignorar el sufrimiento de las heridas.
- Ni un paso más -jadeó, con su atención puesta principalmente sobre Sasha, a la que consideraba la más peligrosa de todas las que estaban allí, pero totalmente atento a cualquier movimiento. No iba a volver a cometer el mismo error que con Solaris-. No os mováis. No quiero hacerle daño a Sieglinde, pero lo haré si intentáis detener a Cédric -advirtió con expresión mortalmente seria. No podía mirar hacia atrás, pero confiaba en que su compañero ya estaría descendiendo por el muro semiderruido.
Un nuevo ramalazo de dolor surcó su semblante y tuvo que hacer serios esfuerzos para no cerrar los ojos, gritar u observar el estado en el que había quedado el pie. Lo primero que aprendías como soldado era a no mirar las heridas, pues el shock de ver la carne destrozada, o quizás partes del cuerpo que faltaban, podía distraerte del objetivo y hacerte bajar la guardia. Tenía que ignorar el dolor como fuera, no pensar en las heridas a pesar de saber que existía la posibilidad de haber perdido algún dedo. No debía mirar... De ésta manera también sería más fácil ignorar la cantidad de sangre que estaba perdiendo. Como era lógico no había podido hacerse un torniquete, y el hecho de estar haciendo presión sobre las piernas de Sieglinde para mantenerla en el suelo no estaba ayudando. Trataba de no pensar en ello, pero era difícil de ignorar la manera en que los pantalones de la alemana se estaban humedeciendo con su sangre. Inspiró hondo y miró a las mujeres con la expresión de un animal acorralado.
- Dejad que se vaya -suplicó-. Yo os he hecho ésto. Cogedme a mí pero dejad que él se vaya. Por favor. Lo único que queríamos era estar juntos... Él lo dijo... Dijo que nunca lo permitiríais... No tendríais que haber estado aquí... No me obliguéis a haceros daño.
Mensajes : 2393 Fecha de inscripción : 12/11/2013 Localización : Blüdhaven Empleo /Ocio : Heredero de Industrias Wayne Humor : ¿Alguna pelirroja por ahí?
Ficha de Personaje Alias: Nightwing Nombre real: Richard John Grayson Universo: DC Universe
Tema: Re: Votación Highlights Febrero 2021 1st Marzo 2021, 23:30
¡Bienvenidos a la última edición de los Premios Omega de 2021!
Sentimos mucho tener que daros estas terribles noticias, pero como ya sabréis, este mes hemos recibido muy poquitos votos en comparación a las primeras ediciones. Sabemos que estáis todos muy ocupados estos meses, pero ya que la idea de los premios vino a raíz de una petición de la comunidad, la administración ha considerado cancelar el evento debido a la poca participación de los usuarios. Aún así, esperamos que sigáis enviándonos vuestras peticiones para mejorar Omega y divertirnos mucho más. ¡Recordad que siempre estamos abiertos a sugerencias!
¡Y ahora, sin más dilación, vamos a presentaros a nuestro elenco ganador!
***APLAUSOS***
¡El premio al mejor giro argumental! Aka: Premio "OMG!" es para...
MIRA QUE CALLAO SE LO TENIA:
PERO SERA POSIBLE:
NO NOS HAGAS ESTO:
¡JAKE se lleva el primer premio al post más emocionante. Su intervención en "El cajón de-sastre" nos ha dejado alucinados ¿Quién hubiera dicho lo que escondía tras esa fachada de niño travieso?
¡El premio "Why so serious?" o premio al post más divertido es para...
ELLA TOH SERIA:
SIEMPRE NOS HACE REIR:
NUNCA SE ES VIEJO PARA CONTAR CHISTES:
¡La user de GRAY FOX ha demostrado por partida doble que sabe arrancarnos una carcajada en El espíritu de carnaval ¡Muchas felicidades! No todo el mundo puede ir por ahí dando farolazos en la cara
El DRAMA no puede faltar en Omega. Porque, ¿Qué es la vida sin drama? El autor del post más emotivo del mes y, por tanto, ganador del Premio "Cry Me a River", es para alguien que normalmente nos hace reír, pero que en esta ocasión nos trae algo muy diferente...
WHY SO SERIOUS?:
NO ME HAGAS SHORAR:
YA TE VALE, ¿EH?:
¡HARLEY QUINN nos ha demostrado lo terrible que puede llegar a ser una relación tóxica y abusiva enYa no me miras a los ojos cuando hacemos el humor. ¿Qué pasará ahora? ¿Se quedará con Ivy o con el Joker? ¡No nos podéis dejar así!
Y, por último, os traemos a la usuaria más mencionada en Repetición de las Mejores Jugadas. Es la ganadora indiscutible del Highlights de este mes.
SI ES QUE SIEMPRE TIENES QUE SALIR:
HAGAS LO QUE HAGAS:
NO SE TE PUEDE ECHAR DE NINGÚN PODIO:
¡Una de nuestras users más veteranas! ¡La conocéis por Aidan Doyle, por Raven, por Eclipse, por Jesse Custer, por Elektra, por Batman y por Elian Iquelo! ¡Felicidades, guapísima! Un premio más que merecido.
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¡No os vayáis todavía! ¡Tenemos otro premio que entregar! Con 28 post a sus espaldas, la medalla de Dedos Ardientes va para...
POR FIN:
YA ERA HORA DE QUE ECHARAS A ECLIPSE:
TE LO MERECES:
¡Otra de nuestras veteranas! La usuaria de Kim HwaJae se lleva un merecidísimo premio a casa! Después de llevar meses luchando por el podio, al fin lo ha conseguido ¡Felicidades!
¡GRACIAS A TODOS POR PARTICIPAR Y MANTENER ESTE FORO VIVO! ¡NOS VEMOS EN OMEGA!