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Los Universos de DC y Marvel se han unido en uno solo. ¿Qué ha sucedido? ¿Quién está detrás de todo? Y, lo que es más importante, ¿cómo reaccionarán héroes y villanos de los distintos mundos al encontrarse cara a cara...?
 
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153MattMurdock
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MensajeTema: The Hell's Kitchen (Elektra) [13/03/2019]   The Hell's Kitchen (Elektra) [13/03/2019] Icon_minitime24th Enero 2021, 20:22

Recuerdo... la luz.

Un mundo blanco y dorado. Y las hojas de los árboles... de un verde intenso y traslúcido. Casi podías ver el cielo del otro lado. Cientos de miles de motas surcando los rayos del sol como la espuma de una cascada. Recuerdo los colores. El rojo de los edificios de Hell's Kitchen; el gris de las calles; el azul del cielo. Recuerdo las noches llenas de estrellas. Mis noches ya no tienen estrellas... y yo no tengo nada más que noches.

Pero siento la calidez del sol en mi piel, filtrándose por una ventana abierta. Casi puedo adivinar los rayos dorados, y las motas como espuma, y los colores. Nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde.


—¿Señor Murdock?

¿Hmm?

—¿Cómo se declara el acusado, abogado defensor?

Inocente, su señoría.

—Muy bien. La sesión se levanta hasta mañana jueves a las nueve en punto.

* * *

En el cuarto de baño, afuera de la corte, Matt Murdock se lavaba la cara con agua fría. Este era el primer juicio en muchos meses, y era uno en el que no quería verse envuelto. En lo absoluto. Pero en diciembre del año pasado le llegó una carta de desalojo por atraso en el pago del alquiler. Necesitaba volver al ruedo... urgentemente. Y... Foggy ya no estaba. Karen tampoco. No había nadie más. Matt tenía que encontrar el modo de salir adelante, solo, como fuera posible.

¿La persona a la que estaba defendiendo? Una viuda negra con estrechos contactos entre los polacos. Y los polacos habían estado haciendo mucho ruido últimamente en Nueva York, en especial desde la guerra de bandas con los puertorriqueños que les abrió las puertas de Hell's Kitchen. Murdock no estaba realmente emocionado por representar a una criminal... pero no podía dejar pasar la oportunidad de sacarle valiosa información sobre los polacos, aunque echara a perder su buena relación con el NYPD.

Aparte, necesitaba el dinero. No lo más cristiano del mundo, pero nadie vivía de buenas intenciones.

—Lena Potocki, ¿eh, Murdock? Nunca pensé que te rebajarías a ese nivel.

¿A tu nivel, Holt? —murmuró Matt, cortando un rollo de papel para secarse la cara. Sus ojos, como siempre, miraban sin ver bajo los lentes rojos. Pero estaba furioso, que no se equivocaran.

—Ja. Buena esa. Lo próximo que dirás es que la justicia es ciega.

Si la justicia fuera ciega, este juicio ya habría terminado —respondió, sin alterar su semblante. Muy a su pesar.

—Tú lo dijiste, no yo... Oye, tras todo el fiasco de «Clinton», ¿sabes cómo están empezando a decirle ahora al barrio algunos imbéciles? Heck's Kitchen. Denme un jodido respiro. Como si necesitáramos más de esa mierda políticamente correcta.

Tengo cosas que hacer, Holt. Y voy a necesitar que tu asistente me envíe las notas del caso para esta noche —dijo el pelirrojo, moviendo su bastón de lado a lado en su camino hacia la puerta.

—Ya. Nos vemos, Murdock.

Cabrón.

* * *

La ansiedad lo estaba empezando a afectar, por lo que decidió desviarse por un callejón que corría detrás del edificio del juzgado. Se sentía asfixiado. No podía respirar. Había sido un invierno jodidamente duro, y la cosa no hacía más que empeorar. Matt se aflojó el nudo de la corbata, respirando intensamente. Estaba oscuro, el mundo estaba sumido en la más absoluta oscuridad desde hacía meses. Desde que había perdido su radar. Desde que había perdido su realidad.

Y ahora estaba solo.

Llevaba más de medio año sin encontrarse con nadie.

Estaba en bancarrota.

Y , se había rebajado a defender criminales en la corte. Daba igual cómo mierda quisiera excusarse.

¿Y Dios? ¿Dónde estaba Dios? ¿Dónde...?

Un silbido rasgó el aire, pero Matt no fue lo suficientemente rápido como para hacer nada al respecto. Sintió por un instante cómo su hombro derecho se congelaba, antes de notar el intenso y ardiente dolor de una daga clavada en su piel y carne, atravesándolo de lado a lado.

Murdock cayó en una rodilla, intentando mantenerse en pie a pesar del dolor. La sangre empapaba ya su camisa y su chaleco a borbotones.

¿Pero qué mierda...?

Sujetó la daga por la empuñadura, y en ese instante se dio cuenta de que no era una daga... era un sai.

¿Elektra...?

Matt se agachó justo para evitar una patada destinada a romperle toda la cara de un golpe. El aire se movía rápido a su alrededor, erizándole el vello de la piel, silbando en sus oídos. Sentía la temperatura corporal de otra persona a menos de dos metros de distancia a sus dos en punto. Una mujer. Cabello largo, pero usaba un pañuelo en la cabeza. Una suerte de falda colgaba de su cintura. No podía ser. Y no lo era. Ese no era el aroma de Elektra Natchios, aunque se le pareciera en todo lo demás.

Elegiste un muy mal día para buscarme...


Última edición por Matt Murdock el 25th Enero 2021, 17:20, editado 1 vez
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MensajeTema: Re: The Hell's Kitchen (Elektra) [13/03/2019]   The Hell's Kitchen (Elektra) [13/03/2019] Icon_minitime25th Enero 2021, 11:47

The Hell's Kitchen (Elektra) [13/03/2019] Sin-t-tulo2

Los incendios en Nueva York eran algo muy poco frecuente. Por eso, cuando toda una manzana entera de bloques salía ardiendo, se trataba de algo que inevitablemente llamaba la atención. Y cuando uno de los apartamentos fruto del ardiente beso de las llamas era el antiguo piso de la asesina conocida como Elektra, más aún.

A lo largo de su tumultuosa vida, Elektra había tratado de enmendar su camino varias veces. La primera había sido trabajando como bailarina en un teatro de Broadway, donde había compartido piso con su protegida, Nina McCabe. No fue hasta que La Mano descubrió dónde vivía y asesinó a la desgraciada muchacha que comprendió que nunca podría llevar una vida "normal". Desde entonces no había vuelto a tener un piso propio, ni ninguna relación estable; pasaba sus noches en caras habitaciones de hotel o en la base secreta de los Thunderbolts, considerablemente más difícil de rastrear.

El fuego de aquella noche se presentaba para recordarle los errores del pasado a más niveles de los que en ese momento podía imaginar, y, mientras saltaba por encima de los tejados y los coches de bomberos se decía a sí misma que era imposible que aquello hubiera sido una simple coincidencia. Atravesó los cristales de la ventana con los pies, tratando de no recordar lo que había sucedido la última vez que había estado allí. Cómo Kuroyama había sujetado a Nina con la cadena mientras... mientras la obligaba a mirar...

Incluso a pesar del fuego que devoraba el apartamento pudo distinguir sin el menor problema la marca en el suelo donde el asesino había inmovilizado su muñeca con su kusarigama. Si hubiera sido más valiente... si hubiera sido capaz de amputarse la mano para escapar de la afilada cuchilla, quizá habría podido salvarla...

Las palabras de aquél monstruo aún resonaban en sus oídos...

¿De verdad pensabas que podrías simplemente marcharte de La Mano? ¿Pensabas que tu deuda había sido cancelada? ¿Cuál es el precio de ser traída de vuelta de entre los muertos?

El precio... el precio había tenido que pagarlo Nina. Una vida por una vida...

Ojalá hubiera sido todo una coincidencia. Pero la katana clavada en el suelo en medio de un círculo de llamas no hacía más que confirmar sus peores sospechas.

¿Kuroyama? ¿Kuroyama había vuelto?

Con la sangre palpitando en sus oídos con tanta fuerza que apenas era capaz de escuchar el furioso rugir de las llamas, se cubrió la nariz con el antebrazo para resguardarse lo máximo posible del humo y cubrió rápidamente la distancia que la separaba de la espada.

Sí... no había duda... Aquella era la espada de Kuroyama. La misma espada que había arrancado el corazón de Nina mientras la pobre desgraciada aún estaba viva... Y, clavada al suelo bajo su filo había otra cosa... Algo que heló la sangre en las venas de la asesina. Una fotografía... una simple fotografía con los bordes carbonizados por el fuego.

Una fotografía de Matt y ella, sentados en las escaleras de la biblioteca de la universidad de Columbia, hacía toda una vida, cuando aún eran jóvenes, estaban enamorados y se creían invencibles... que no había ningún obstáculo que no fueran a ser capaces de superar... que ni siquiera el tiempo podría extinguir un amor que parecía más fuerte que las mareas del océano...

La foto se la había hecho Foggy Nelson, y el libro abierto en el regazo de Matt había pretendido ser una broma... en un mundo en el las bromas aún eran algo permitido.

No podía creer que se hubiera dejado aquella fotografía allí, pero los días que siguieron al asesinato de Nina habían sido terribles. Había tenido que lidiar con los abuelos de la muchacha, que la habían culpado de su muerte con razón. Debería haber sabido entonces, como sabía ahora, que La Mano nunca dejaría de perseguirla. Que siempre estaría en peligro. Mantener a su lado a una chiquilla inocente había sido una terrible irresponsabilidad, como lo había sido pretender llevar una vida normal junto a Mack. Tampoco debería haberle dicho que sí cuando le había pedido salir, pero después de todo el infierno que había sido su vida, sentaba tan bien pretender, por un sólo instante, ser una simple bailarina de Broadway, sin mayores problemas ni preocupaciones que conseguir no errar sus pasos durante la actuación... Se había dejado llevar por aquél maravilloso sueño que no había tardado en convertirse en una horrible pesadilla. Cuando se había marchado había recogido todas sus cosas, pero la sangre de Nina aún estaba visible en el suelo y había querido pasar el menor tiempo posible allí, así que había sido todo muy precipitado. Aquella fotografía debería haberse caído de entre sus libros, o haberse quedado olvidada en el interior de algún cajón.

Y ahora, Kuroyama la había visto. Y Matt podía estar en peligro.

El ciclo siempre se repetía. Se pasaba la vida huyendo, pero La Mano siempre se las ingeniaba para llegar hasta ella a través de las personas que le importaban. Primero había sido Mack, después Nina, después Drake, después Locke... y ahora iban a por Matt.

Una sensación helada se extendió por todos sus músculos.

Matt...

¿Sería capaz de volver a encontrarse con él? No quería... Siempre que se encontraban, invariablemente ella terminaba con el corazón destrozado.

Mal que le pesara, nunca había sido capaz de dejar de amarle, mientras que él... Él despreciaba con todo su ser aquello en lo que ella se había convertido. Y daba igual lo mucho que se esforzara... lo mucho que lo intentara... nunca sería suficientemente buena para él.

Llevaba evitándole desde la última vez que se habían visto, antes de la Colisión. Se habían encontrado por casualidad en el cementerio, en la tumba que llevaba su nombre y que llevaba vacía desde que La Mano había robado su cuerpo para resucitarla. Ella le había dicho que no tenía ningún sentido que hubiera ido hasta allí para llevarle flores, ya que no estaba realmente muerta, y Matt había contestado que, para él, llevaba muerta mucho tiempo.

El mensaje había sido tan claro que habría sido una estúpida de no entender que no deseaba saber nada de ella, así que había procurado mantenerse lo más apartada posible de su vida.

Realmente no hacía falta que fuera a buscarle... ¿verdad? Daredevil era más que capaz de encargarse de Kuroyama. Era imposible que lograra pillarle por sorpresa con su sentido radar... Matt no era como Mack, o como Locke... Podía defenderse por sí solo... No la necesitaba a ella...

No, no la necesitaba.

Pero entonces... ¿por qué recorría los cielos nocturnos en dirección a Hell's Kitchen?

* * * *

Aguardó toda la noche vigilando su apartamento desde el edificio de enfrente, pero nada ocurrió. Por la mañana, muy temprano, le vio salir en dirección a los juzgados y le siguió saltando por los tejados, fuera del alcance de su radar. Aquello era una estupidez... ¿Qué iba a decirle si la detectaba? Lo más sensato sería marcharse. Él tenía todos los motivos del mundo para odiarla... Sin embargo, algo dentro de ella la hizo quedarse hasta que le vio salir del edificio y desviarse por un callejón. ¿Acaso iba a cambiarse al traje de Daredevil? ¿Había percibido a Kuroyama?

Se acercó un poco más, siempre desde una distancia prudencial, y entonces la vio... una figura femenina saltando a la escalera de incendios del edificio del callejón. La distancia y la oscuridad le impidieron distinguirla bien, pero se movía de una manera muy parecida a ella... Sintiendo que algo no iba bien saltó hasta el suelo y, amparándose en las sombras, cruzó agachada la distancia que la separaba del callejón y se apartó justo a tiempo para esquivar un sai que atravesó volando el lugar exacto en donde se había encontrado su cabeza un segundo atrás. Acto seguido, la silueta femenina se abalanzó hacia ella empuñando una katana obligando a la griega a echarse hacia atrás con toda la rapidez que sus reflejos le permitieron, y aún así, no pudo evitar que la afilada hoja cortara su pañuelo, dibujando un fino rastro de sangre en su frente. ¿Qué coj...? ¿Cómo podía ser tan rápida y hábil como ella? Ni siquiera había podido aún mirarle la cara. ¿Y Matt? ¿Dónde estaba?

- ¿Quién eres? -gritó a la sombra que se ocultaba en el callejón-. ¡Da la cara, impostora!

- Con gusto, Elektra...

La mujer dio un paso al frente, revelando una figura embutida en un uniforme exactamente igual al suyo, sólo que en color negro. Largos cabellos rubios escapaban bajo el pañuelo de su frente, y sus ojos eran azules como el cielo... Elektra retrocedió, espantada como si hubiera visto un fantasma, y una sonrisa cruel se dibujó en el rostro de la mujer rubia.

- ¿Qué pasa? ¿Acaso no te alegras de verme?

- Pero... ¡estás muerta! ¡Vi cómo Kuroyama te arrancaba el corazón!

- La Mano lo puso de vuelta en su sitio... junto con algo más. Permitiste que me arrebataran la vida... y ahora yo voy a arrebatarte algo a ti -dijo mientras se volvía de nuevo a las sombras del callejón, claramente buscando algo... o a alguien.

_________________
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MensajeTema: Re: The Hell's Kitchen (Elektra) [13/03/2019]   The Hell's Kitchen (Elektra) [13/03/2019] Icon_minitime27th Enero 2021, 21:34

Durante una fracción de segundo, Matt Murdock consideró cuidadosamente todas sus posibilidades. Iba a enfrentarse con una wannabe Elektra Natchios en un callejón poco iluminado —todos los callejones estaban poco iluminados, ya fuera de día o de noche, pero en aquel en particular Matt podía sentir la ausencia de los rayos de sol sobre su piel—, donde no transitaba nunca nadie. Ahora bien, el edificio del juzgado estaba literalmente al lado, y tenía ventanas... por no mencionar la puerta que la gente del servicio usaba para entrar y salir. ¿Cuánto faltaba para la próxima pausa para fumarse un cigarrillo? No sólo habría inocentes en riesgos, sino que su identidad de abogado ciego se iría completamente al caño.

No obstante, cuando esa fracción de segundo hubo terminado, el tablero de juego volvió a cambiar. Una nueva pieza se había sumado a la partida. Y esta vez... joder, esta vez estaba seguro. Su voz, sus movimientos, la fricción de su ropa... su aroma. Olía a hoja perenne, sangre, y al aire antes de una tormenta. Olía a los vientos del Egeo sobre piel aceitunada... y sus recuerdos le traían también viejos sabores que nublaban sus sentidos. Nunca podía recordar cuándo había sido la última vez que se encontraron. Siempre los separaba una eternidad.

Elektra. A lo largo de su vida, Matt tenía la fortuna de haber amado... pero nunca había tenido suerte en el amor. Y peor había sido para todas las desafortunadas que lo habían amado a él. Karen, Heather, Glorianna, Nyla, Natasha, Felicia. Pero Elektra... si alguien, en todo el mundo, entendía lo que significaba estar con Matt, era ella. Elektra pagó el precio, haciendo el mayor de los sacrificios. Y aún así, había vuelto. Muchas veces. Pero del mismo modo en que no podía olvidarla, tampoco podía olvidar la razón por la que jamás podrían estar juntos. Ninguno podría tener lo que quería. Porque lo que Elektra quería... en algún recoveco profundo de su alma... era matar gente. Y Matt sólo quería salvarlos. A todos.

Poco a poco retrocedió hacia las sombras, sujetando con firmeza el sai que seguía clavado en su hombro. Tenía todo el brazo derecho inutilizado. Pero aún así, a pesar del dolor, Matt hacía un esfuerzo enorme para mantener controlada su respiración. No era la primera vez que lo herían, ni tampoco era la más dolorosa. De un tirón se sacó el sai, soltando un chorro de sangre que manchó las paredes. Por lo que había podido escuchar, Elektra conocía a la impostora. Una vieja amiga, seguramente, muerta... y resucitada por la Mano. Otra vez la Mano. Siempre era la Mano. Estaba cansado de la Mano. Pero no querían nada con él, aparentemente. Sólo se trataba de una venganza personal.

Lo que tal vez la impostora no sabía era que esconderse en las sombras no iba a serle de ninguna ventaja contra Murdock. El pelirrojo era ciego. No podía verla, pero sí oírla, olerla, sentirla. La penumbra era el refugio predilecto del hombre sin miedo.

Y, por eso, Matt fue capaz de escurrirse hasta donde aguardaba una expectante Elektra. Tras quién sabe cuántos meses o años, volvían a encontrarse frente a frente. Tenían mucho que decirse, pero nada de tiempo. Primero debían ocuparse de una asesina que peleaba en nombre de la organización ninja más peligrosa del mundo.

Elektra —dijo Murdock, de manera seca... sin permitir que ninguna emoción aflorara en su voz. No podían permitirse distracciones, y para su mala suerte, los dos eran demasiado propensos a distraerse cuando estaban juntos. Matt olió la sangre en la frente de Elektra, y de un tirón le quitó el pañuelo rojo que solía usar sobre su largo cabello negro. Rápidamente se lo puso él, como una máscara, cubriendo su cabeza hasta la nariz. Al menos así podría mantener a salvo su identidad de ojos curiosos—. ¿Quieres ponerme al corriente de con quién nos enfrentamos?

Porque ahora eran un equipo. Aunque fuera sólo durante los siguientes cinco minutos.

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MensajeTema: Re: The Hell's Kitchen (Elektra) [13/03/2019]   The Hell's Kitchen (Elektra) [13/03/2019] Icon_minitime2nd Febrero 2021, 01:12

...y ahora yo voy a arrebatarte algo a ti...

Matt...

No tenía la más mínima duda de que Daredevil sabía cuidarse sólo, pero el objetivo de Nina no era el diablo de Hell's Kitchen, sino Matt Murdock, así que necesitaba distraerla para darle a él el tiempo que necesitaba para proteger su identidad civil. Vio como la asesina retrocedía hacia la parte en sombras del callejón, pero no pudo encontrar a nadie, y la perplejidad asomó a un rostro que habría sido agraciado de no estar deformado por la ira.

Elektra aprovechó aquél momento para atacarla, pero Nina reaccionó al momento descargando la katana sobre ella, ataque que la griega inutilizó al cruzar los sais ante sí formando una cruz que capturó la hoja entre las guardas, desarmándola a continuación con un movimiento experto. La asesina saltó entonces por encima de su cabeza buscando recuperar los sais que había perdido y se encontraban tirados en el suelo del callejón.

La griega iba a ir tras ella, pero algo la hizo detenerse en seco, un estremecimiento que erizó cada vello de su piel. Él estaba ahí, junto a ella, pudo presentirlo incluso antes de escuchar su voz. Y algo más... Elektra no tenía los aguzados sentidos del vigilante ciego, pero llevaba demasiado tiempo en el negocio del asesinato como para no ser capaz de reconocer el característico olor metálico de la sangre. Estaba herido... De alguna manera había conseguido herirle, pero... ¿cómo?

No había tiempo para aquellas preguntas ahora. Sin perder un segundo, el vigilante le arrancó de un tirón el pañuelo que usaba para mantener el largo cabello apartado de sus ojos, usándolo para proteger su rostro de miradas indiscretas. No pidió permiso. Tampoco necesitaba hacerlo.

Porque aquél pañuelo se lo había regalado él.

No exactamente aquél, claro... A lo largo de los años había tenido que cambiar de uniforme en numerosas ocasiones cada vez que resultaba dañado, y el pañuelo original hacía tiempo que se había perdido. Pero el primer pañuelo rojo que había llevado jamás, se lo había regalado él.

El mismo día que habían asesinado a su padre.

Aquella había sido también la primera vez que el por entonces estudiante había tenido que cubrir sus facciones para tratar de rescatarles a ella y a su padre de los terroristas que les habían secuestrado para usarles como rehenes. Verle así, con aquél pañuelo rojo cubriendo la mitad superior de su rostro le trajo recuerdos terribles de aquél aciago día.

Recuerdos de Matt, usando su bastón con una destreza que parecía fuera de éste mundo para noquear a los terroristas.

Una frase, reverberando como un eco en las esquinas de su memoria... ¡Dales duro, flacucha!

Y el sonido de las balas.

Un tiro. Dos. Tres.

El cuerpo del ser amado agitándose convulso ante cada impacto antes de desmoronarse en el suelo, laxo.

Y sus propios gritos mientras trataba de liberarse de su abrazo.

Sus gritos...

Él había llevado aquél mismo pañuelo. Y después, durante el entierro de su padre, lo había llevado ella por primera vez.

Ese mismo día le había abandonado, pero había llevado consigo aquél pañuelo. Y lo había seguido llevando desde entonces... cada vez.

Por él. Siempre por él.

Su tono de voz, apremiante, seco, la devolvió a la realidad recordándole la urgencia de la situación en la que se encontraban.

De inmediato su atención se focalizó en el borrón de color oscuro que se dirigía hacia ellos a toda velocidad, archivando la pregunta del vigilante en algún lugar de su mente en segundo plano, pues había distinguido el brillo metalizado de los sais que la mujer había conseguido recuperar y con los que se disponía a atravesarla.

Elektra empujó a Matt hacia atrás, de vuelta a la oscuridad, mientras con el sai izquierdo interceptaba el arma que había ido dirigida hacia su garganta. Si no se equivocaba, Nina aún no había visto al justiciero, y sabía que él sacaría mejor partido de la situación si actuaba desde la sombras. Además, aún llevaba puesto el traje, y si la asesina le veía no le costaría mucho atar cabos. Era preferible evitarlo.

La asesina descargó el otro sai, y Elektra lo bloqueó de la misma manera que había hecho con el primero, pero a causa de lo precario de su posición no pudo evitar que el impulso del ataque la empujara contra la pared, con Nina ingeniándoselas para inmovilizarle la muñeca derecha con la guarda del sai al enterrar profundamente el arma contra la persiana de aluminio cubierta de graffitis de algún negocio que llevaba años abandonado. Acto seguido le arrancó el sai de la mano izquierda con un violento tirón, dejándola inmovilizada e indefensa antes de volver a apoyar la punta del arma contra su garganta.

Siempre le pasaba lo mismo... Igual que cuando Bullseye la había atrapado con la guardia baja después de dejar escapar a Foggy. Siempre era el mismo error, una y otra vez, cada vez que volvía a encontrarse con Matt. De alguna manera conseguía afectar a sus defensas, se volvía débil, torpe... Tenía que ganar tiempo, hacerla hablar para que aquél encuentro no terminara igual que aquella vez.

- No me creo que seas Nina -le soltó, buscando provocarla-. La Nina que yo conocí no tenía la más mínima noción de artes marciales. Aunque hubiera estado entrenando todo éste tiempo con La Mano, habría sido imposible que pudiera derrotarme tan fácilmente.

Y no lo habría hecho... si se hubiera centrado en la batalla en lugar de preocuparse por Matt. Si proteger su identidad secreta no hubiera sido su principal interés, pero sabía lo importante que era para él...

Por fortuna, sus palabras consiguieron su objetivo, distorsionando las facciones de su atacante en una mueca de rabia.

- Kuroyama me entrenó, pero el conocimiento y la habilidad me fueron otorgados junto con las esencias de vida de los acólitos que se entregaron a la muerte para que yo pudiera vivir de nuevo. Presencié toda la ceremonia, ¿sabes? -apretó los dientes, llena de odio hacia ella-. Estaba en un lugar oscuro, silencioso y frío y que, sin embargo, resultó un oasis de descanso y paz después del horror que tuve que soportar por tu culpa -la punta del sai presionó un poco más la garganta de la ninja, haciendo brotar una minúscula gota de sangre-. Entonces vi la luz; un faro de calidez que alumbraba el camino hacia el fin de la soledad y el miedo. Corri hacia ella, sintiendo una felicidad indescriptible que me llenaba conforme el brillo alejaba la oscuridad... Hasta que, de repente, fui empujada hacia atrás, de vuelta hacia un mundo de dolor. Recuerdo el olor a tierra recién removida, a ungüentos desconocidos y hedor a quemado. Y sonidos... terribles y estridentes sonidos que después comprendí que era yo misma gritando... -la mirada de la chica que una vez fuera Nina McCabe estaba completamente enloquecida... Si lo que contaba era cierto, hacía mucho que había dejado de ser la inocente chica que Elektra había acogido bajo su ala. Y la culpa no sería más que suya... como tantas otras cosas...-. Pero ahora soy más de lo que era antes; ahora tengo poder y un propósito. Y todo lo que necesito hacer para reclamar el lugar que me corresponde en la Mano es... matarte...

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MensajeTema: Re: The Hell's Kitchen (Elektra) [13/03/2019]   The Hell's Kitchen (Elektra) [13/03/2019] Icon_minitime2nd Febrero 2021, 21:35

La historia tenía la manía de repetirse. Casi como si en lugar de escribirla en prosa, el destino la escribiera en versos... y los versos, como era natural, solían rimar. A veces, estrofas enteras se sucedían alternadamente, igual que el estribillo en una canción. Un momento tan breve como un pestañeo podía volverse eterno cuando te dabas cuenta de que lo que estaba ocurriendo ya había ocurrido antes. Esa brevedad podía no sólo detenerse, sino también ir hacia atrás... como un déjà vu.

No era la primera vez que Matt Murdock usaba un pañuelo rojo para esconder parte de su rostro. En realidad, antes había sido una bufanda roja. Un regalo de cumpleaños. Para Elektra. Un cumpleaños que jamás tendrían la oportunidad de celebrar, ni en ese momento... ni nunca más. Una parte de ellos murió ese día. ¿Conoces esa sensación que te embarga cada vez que llegas a la página final de un libro? «Fin». Con tanta sencillez, con tanta honestidad, el relato termina, y es definitivo. Simplemente, no hay más páginas que seguir leyendo.

Así había sido para Elektra y Matthew. Ese día llegaron al final de su relato, un final más bien... amargo. Triste. Desafortunado. No fue culpa de nadie, como se suele decir en ocasiones así. Pero Matt no estaba de acuerdo. ¿La muerte del padre de Elektra? Eso fue culpa suya.

Mira, cuando te lanzas de cabeza a una toma de rehenes y te pones a patear culos como un héroe de capa y espada, con la esperanza de vencer a los malos y ganarte un beso de la hermosa doncella, pero siendo nada más que un muchacho idiota con más coraje que cerebro, lo más seguro es que cometas un error. De esos que le cuestan la vida a la gente. Matt había lanzado su bastón con la intención de hacerlo rebotar en el suelo y de esa forma pegarle en la mandíbula al terrorista que vigilaba la puerta. Un truco simple, lo había hecho miles de veces. Por lo general, nunca veían venir el bastón cuando rebotaba en el suelo, no cuando tu mirada estaba puesta al frente.

Pero Matt calculó mal el tiro y el terrorista cayó hacia atrás, contra la ventana. Eso alertó a los policías que asediaban afuera el edificio. Están matando rehenes, pensaron ellos. Y entonces Hugo Kostas Natchios se levantó. De pie junto a la ventana. Y un francotirador lo mató de un disparo. Tres tiros por la espalda.

Todo porque un hombre cayó por la ventana. Todo porque Matt calculó mal el tiro y lo hizo caer.

¿Lo sabría Elektra? ¿Se habría dado cuenta en ese momento? ¿Se habría dado cuenta después? ¿Habría roto con Matt por eso? Ella nunca se lo dijo. Nunca lo hablaron, pero Matt sentía que no hacía falta. Él sabía que había sido su culpa. Él cargaba con esa muerte en su conciencia. Por su culpa, el padre de la única mujer a la que le había entregado completamente su corazón había muerto. Por su culpa, la vida de Elektra se había derrumbado en una vorágine de sangre y autodestrucción. Por su culpa, Elektra había recorrido el camino del asesinato. Por su culpa, Elektra había perdido la inocencia.

Y la única manera de lidiar con esa culpa había sido enfadándose con ella, echándole la bronca una y otra vez por su vida criminal. Se había obligado a odiarla sólo para poder seguir viviendo consigo mismo. Seguir viviendo con sus errores. El odio no es más que amor retorcido y deformado, dicen. Pero amor, al fin y al cabo. Porque, al final del día, Matt no iba a dejar de luchar por la redención de la mujer que una vez amó... y que una vez lo amó a él.

Otra vez volvían a estar enredados en una historia de violencia, luchando juntos contra la muerte. Él volvía a usar el pañuelo rojo, como en el pasado, porque hoy no había Daredevil. Sólo Matt Murdock y Elektra Natchios.

El pelirrojo reprimió un gemido de dolor cuando la morena lo empujó hacia atrás, haciendo presión justo en su hombro herido. ¿Auch? Pero, bueno, realmente no tenían tiempo para lamentos. Matt volvía a estar en las sombras, y entendía cuál era la intención de Elektra al tratar de esconderlo en la oscuridad. Quizá nadie en el edificio lo había visto antes de que se pusiera el pañuelo a modo de máscara, pero la asesina definitivamente sabría que él era Murdock, tuviera un pañuelo o no tuviera un pañuelo. Muy probablemente, si lo veía luchar se daría cuenta de que él era Daredevil. Estaría comprometiendo su identidad secreta.

Y si fuera así... ¿qué? ¿Debía simplemente quedarse al margen y dejar que corriera sangre porque su secreto era más importante? Esa idea no le cabía en la cabeza. Matt necesitaba intervenir. Estaba en su naturaleza. Esconderse era de cobardes, y él no era un cobarde. Su padre tampoco había sido un cobarde. Sin importar el costo. No iba a dejar a Elektra peleando sola, por temor a lo que le pudiera pasar... o lo que ella pudiera hacer.

Perdón por interrumpirte el discurso, pero es que ya lo escuché antes, y estás empezando a sonar como un disco rayado —intervino Matt de repente. Colgándose de una escalera de incendios como si fuera un trapecista, balanceó sus piernas y se lanzó hacia adelante, dándole una patada a la rubia en toda la cara, separándola así de Elektra—. No es por echarte tierra, pero debes ser la recluta número mil que pasa por el mismo rito de iniciación. —Matt se interpuso entre las dos mujeres, levantando sus puños cual boxeador. Movía sus pies y sus caderas a un ritmo lento y discreto, preparado para defenderse y atacar—. No eres tan especial. Sin ofender. —Sus labios se torcieron en una sonrisa de lado—. Al diablo con la Mano. Si quieres matarla, primero tendrás que pasar por encima mío.

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MensajeTema: Re: The Hell's Kitchen (Elektra) [13/03/2019]   The Hell's Kitchen (Elektra) [13/03/2019] Icon_minitime8th Febrero 2021, 10:39

Hubo dos cosas que Elektra comprendió en aquél momento con la claridad prístina del día; La primera fue que la mujer que se enfrentaba a ellos ya no era la inocente muchacha que había perdido a su padre de manera trágica en un sucio callejón neoyorkino. Nina McCabe había muerto en el instante en el que Kuroyama le había arrancado el corazón aún palpitante del pecho. Lo que tenía delante no era sino un cadáver reanimado sin alma, moral ni consciencia.

Lo segundo que comprendió, con la misma claridad, era que aquella cosa tenía que morir. Tenía que morir porque, posiblemente, había reconocido a Matt y por tanto su identidad secreta había quedado comprometida. Todo el mundo sabía de los lazos que la conectaban con Daredevil; si le veía luchar sería cuestión de tiempo que atara los cabos, y entonces podía compartir esa información con La Mano, con Kingpin, Bullseye, o cualquiera de los innumerables enemigos del justiciero ciego. Si sólo hubiera sido su integridad la que corriera peligro, habría podido arriesgarse. Después de todo, llevaba toda la vida huyendo de La Mano; matar a Nina no impediría que siguieran enviando gente a por ella. Pero arriesgar a Matt era una de las pocas cosas por las que nunca pasaría. Había visto morir a demasiada gente por culpa de sus malas decisiones. Matt no sería una de ellas.

Sabía que él no lo comprendería. Nunca lo hacía. Sabía que no la perdonaría. Tampoco lo esperaba. ¿Y qué? Así eran las cosas entre los dos. Ella hacía las cosas que era necesario hacer y salvaguardaba la pureza de él. Él la odiaba un poquito más, a ella se le partía el corazón otro poquito y cada uno seguía su camino hasta que el maldito destino decidía cuándo debían volver a encontrarse y repetir el ciclo otra vez. Porque daba igual lo que ocurriera, todos sus encuentros estaban siempre teñidos por la tragedia y la sangre. Y Elektra estaba dispuesta a asumirlo.

Mientras él distraía a su enemiga, liberó su mano apresada de un fuerte tirón, y, con una hábil maniobra, giró el sai en el aire para volver a empuñarlo por el mango y lo arrojó contra su víctima con mortal precisión. El sai pasó silbando junto a Matt a apenas un centímetro de su oreja para ir a atravesar el cuello de la mujer rubia. Nina dejó emitir un sonido húmedo y ahogado y trastabilleó llevándose las manos a la garganta con una expresión de absoluto terror en la mirada. Aquella mirada se clavó en la de Elektra, llena de violentas emociones que consiguieron impactar en la griega mientras echaba mano a la katana de Kuroyama que llevaba sujeta a la espalda. En esas emociones mezcladas creyó ver sorpresa mezclada con incredulidad, como si hasta aquél momento no hubiera podido creer que Elektra sería realmente capaz de matarla. En aquella mirada, durante una fracción de segundo la asesina creyó reconocer a su antigua pupila, y eso la hizo vacilar, aún con el arma en la mano el tiempo suficiente para que la otra mujer saliera corriendo del callejón, hacia la calle transitada, a plena luz del día. La gente comenzó a gritar al verla, y, a lo lejos, se escucharon sirenas de policía.

Elektra maldijo entre dientes. Perseguirla para matarla iba a ser mucho más complicado ahora, pero nada que fuera a suponerle un verdadero reto a alguien como ella. Rápidamente recogió sus sais del suelo y se volvió hacia Matt, revistiendo su tono de la misma frialdad que él empleaba siempre a la hora de dirigirse hacia ella.

- Como has podido comprobar, esa mujer no tiene alma. No es más que un cadáver reanimado, nada que deba molestarte. Tengo un poco de prisa, así que, si no te importa, prefiero saltarme la parte en la que me dices que no tengo que hacerlo, y la parte donde te digo que sí, y al final termino haciéndolo de todos modos y tú te marchas odiándome. Te agradezco tu ayuda, pero ya puedes volver a lo que fuera que estabas haciendo y continuar tu vida... normal...

Su mirada se desvió un instante hacia la herida que tenía en el hombro. El justiciero no había tenido tiempo para parar la hemorragia adecuadamente y no había parado de sangrar, especialmente después de los movimientos de combate que había hecho para librarla de Nina. Tenía la chaqueta y la camisa completamente empapados de sangre. No iba a poder salir ahí fuera sin llamar una atención no deseada y muy difícil de justificar para un abogado ciego. Pero él podía apañárselas, ¿verdad? Podía ir por los tejados. Malherido y sangrando como estaba. Podría sujetarse bien, ¿verdad? ¿O se caería?

Volvió a mirar hacia la mujer que se estaba escapando por la calle, cada vez más lejos de su alcance, y escuchó las sirenas de policía cada vez más cercanas. Volvió a mirar a Matt. Él estaba así por su culpa... Le habían herido por su culpa. Y Nina... Lo más probable era que muriera, ¿verdad? Le había atravesado el maldito cuello. Quizá podría buscar el cadáver luego. Pero no quería ayudarle, cada minuto de más que pasara con él iba a ser una tortura. Siempre lo era. Joder... Mierda, maldita sea... Volvió a envainar la katana en la funda de su espalda.

- Si te apoyas en mí, puedo ayudarte a subir -le ofreció-. Te llevaré a tu casa.

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MensajeTema: Re: The Hell's Kitchen (Elektra) [13/03/2019]   The Hell's Kitchen (Elektra) [13/03/2019] Icon_minitime11th Febrero 2021, 20:29

Matt Murdock sentía que volvía a ser él mismo, tan sólo por una fracción de segundo, todo el dolor de los últimos meses parecía desvanecerse y dejar paso a... un sai. Un sai que, cortando el aire, silbó junto a su oreja y se perdió en la oscuridad. Todo el mundo habría podido escuchar ese silbido. Pero para Matt fue como la explosión de un cañón. Un rugido ensordecedor que lo dejó inmóvil como una estatua. Sabía bien lo que eso significaba. Y durante una eternidad, esperó el impacto. Seco, rápido, inmisericorde. La sangre salpicando. La hoja atravesando la carne. Matt no abrió sus ojos como platos, sorprendido, alucinado. Primero, porque la oscuridad siempre era oscuridad. Segundo, porque aunque se desesperara por creer lo contrario, por desear lo contrario, Elektra ya nunca lo sorprendía. Elektra había aprovechado la distracción que Matt le regaló para matar a la otra mujer. Sin dudar ni un segundo.

El pelirrojo no sabía si había pasado un minuto o un año. La sensación asfixiante tras presenciar un asesinato lo sacudió como una bolsa de boxeo. Sus sentidos se dispararon, incontrolables. Escuchaba su corazón palpitar como una maza tirando abajo un muro de hormigón. El aire frío de marzo quemaba su piel. El callejón olía a vómito y orina y mierda, y todos los hediondos e inmundos olores del planeta concentrados en aquel pasaje, como una arteria obstruida. Las paredes de los edificios parecían colapsarse sobre el callejón. Atrapándolo. Oprimiéndolo. Sofocándolo. Tragaba saliva, pero sólo sentía arena bajando por su garganta. Y su corazón seguía palpitando como un toro embravecido, golpeado, apuñalado, humillado. Y estaba solo, en la oscuridad. Todo era oscuridad.

«Mataste a alguien, Matt».

... ¿Qué?, pensó Murdock. ¿Papá?

No. No podía ser su padre. Su padre estaba muerto. Y no había nadie allí, nadie salvo Elektra y él. Pero esas palabras siguieron resonando en su cabeza. Asfixiándolo. Él no había matado a nadie. Ella lo hizo. O tal vez no... todavía podía oír un latido. Breve, difuso, pero estaba ahí. Nina seguía viva... apenas. Y por eso salía corriendo ahora, hacia la calle, donde venía el ruido de miles de autos surcando veloces el asfalto mientras hacían resonar sus bocinas como si fuera un desfile. Un centenar de bebés lloraban en la distancia. No. No eran bebés. Sirenas.

Todavía en silencio, Matt volvía a controlar los desbordados latidos de su corazón. Nuevamente era consciente del dolor que le provocaba la herida, la sangre que manaba de la misma como un río, empapando cada vez más sus ropas. Era un olor intenso, el de la sangre. Cualquiera podía notarlo, no necesitaban los sentidos agudizados de Daredevil. Y sin embargo, él sólo podía respirar el aroma de ella, que lo envolvía con el pañuelo alrededor de la cabeza. Incluso en un momento así... No, no podía pensar en eso. No ahora. No era el momento. Nunca podía ser el momento. No otra vez. No después de esto. Su vida ya estaba suficientemente jodida sin necesidad de abrirle de nuevo las puertas a Elektra.

¿Nada que deba molestarme? —susurró finalmente, con la voz ronca. Intentaba controlar su respiración. No exaltarse. Murdock se quitó el pañuelo rojo y se desordenó el pelo con la otra mano—. Tú sabes bien que una vez fuiste un cadáver también. Y eso no me detuvo cuando intenté traerte a la vida. Incluso cuando la Casta te quería muerta, yo hice todo lo posible para traerte de vuelta. Y acá estás. Reanimada. ¿Vas a decirme que tú tampoco tienes un alma, Elektra? ¿Vas a decirme que tú tampoco mereces vivir? Ya. Anda. Termina tu trabajo.

Ah, joder. Ya habían pasado por esto muchas otras veces. Ahora él sonaba como un disco rayado. Daba igual lo que dijera, ella siempre seguiría su propio camino. Matt, que se ganaba la vida convenciendo a la gente con nada más que sus palabras, jamás había podido convencer a Elektra. Y ahora ninguno de los dos tenía tiempo para eso. La morena debía seguir adelante con su sangrienta misión, y el pelirrojo esperar a morir desangrado en un callejón. Quizá lo mejor sería aguardar a que llegara la policía y decirles la verdad: alguien lo había atacado, pero luego una justiciera enmascarada le salvó la vida. Fin de la historia. Muchas gente habría visto a Nina salir corriendo del callejón, y por norma general, la palabra de un abogado ciego solía ser evidencia suficiente. Lo dejarían en paz y lo llevarían a un hospital. Y él se callaría la muerte de Nina, donde sea que estuviera ahora.

Pero quizá la asesina sobrevivía. Quizá la herida no era demasiado profunda. Joder, él había sobrevivido a cosas peores. Pero Elektra la iría a buscar para terminar el trabajo. A menos que lo ayudara a él a llegar a su casa, como le había ofrecido. No sólo eso, Matt podría intentar averiguar en qué lío se había metido ahora su primer amor. No era fácil llegar a Elektra. Lo había intentado muchas veces, encontrarla era imposible. Y allí estaba ahora. Allí. Con él. Y daba igual lo demás.

Gracias —dijo, apoyándose en ella como le pidió. Estaba cometiendo un error, y lo sabía. Esto no iba a salir bien. Los dos se estaban equivocando.

Pero eran Daredevil y Elektra. Estaban destinados a cometer siempre el mismo error.

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MensajeTema: Re: The Hell's Kitchen (Elektra) [13/03/2019]   The Hell's Kitchen (Elektra) [13/03/2019] Icon_minitime25th Febrero 2021, 01:09

Había tantas cosas que habría querido decirle en ese momento... Tantas cosas en las que se equivocaba.

Sí. Tenía un alma. Pero estaba incompleta. La Bestia había dejado un vacío en ella que tan sólo podía llenarse con sangre, y la única razón por la que no había podido arrebatársela por completo había sido, precisamente, por él... Porque había interrumpido el ritual limpiando las energías oscuras con su propio chi. Nina no había tenido esa suerte.

Y no. Tampoco merecía vivir. Porque era un monstruo y había demasiada sangre manchando sus manos. Porque disfrutaba matando y sabía que él nunca podría perdonar las cosas que había hecho en su vida.

Quizá tendría que habérselo dicho. Haberle confesado que había intentado varias veces acabar con su existencia. Pero, como tantas otras ocasiones, fue aquél desprecio helado lo que la hizo enmudecer. Prácticamente podía sentir cómo cada vez que hablaban su corazón se quebraba un poquito más, como si se tratara de una escultura de hielo, o de cristal.

Al final hizo lo que hacía siempre; no dijo nada y permitió que una máscara pétrea revistiera sus facciones para no dejar traslucir sus verdaderas emociones.

Era curioso... A Daredevil jamás se le escapaba nada. Podía leer a la gente como si fueran libros abiertos, pero nunca había sido capaz de leerla a ella. El perfecto autocontrol que tenía sobre las reacciones de su cuerpo a nivel tanto interno como externo impedía que pudiera percibir cualquier mínimo indicio de lo que estaba sintiendo, y como no podía ver, tampoco podía percibir las señales que habrían sido más evidentes para cualquier otro; cómo su cuerpo se tensaba de manera casi imperceptible... Cómo cualquier rastro de emoción desaparecía de su rostro... Para él no sería más que una figura en la oscuridad. Así, Elektra era una de las pocas personas ante las que el vigilante escarlata se encontraba realmente... ciego.

Y, considerando que cada vez que se encontraban no hacían otra cosa más que hacerse daño... quizá era preferible así.

El resto del camino hasta el apartamento de Matt transcurrió en un incómodo silencio mientras Elektra le ayudaba a realizar el peligroso trayecto sobre los tejados sin ser vistos. Una vez en la casa, treparon por la escalera de incendios hasta llegar a una de las ventanas. Estaba cerrada, así que dejó a Matt apoyado en la baranda a su lado, sacó una pequeña daga de entre sus ropajes y se dedicó a raspar la pintura entre el paño y el marco en todo el contorno de la ventana marcando los bordes. Después, hizo un leve corte en los cuatro lados, introduciendo la hoja por debajo a modo de espátula para retorcerla y aflojar la ventana, de manera que, cuando finalmente la empujó hacia arriba, se desplazó suavemente.

- Hemos tardado un poco más, pero te he ahorrado tener que pagar una ventana nueva -dijo con sorna ayudándole a entrar en la vivienda.

Una vez dentro le dejó en uno de los asientos y procedió a terminar de romper la camisa para dejar expuesta la zona de la herida y sus alrededores, utilizando la propia prenda desgarrada para aplicar presión sobre el corte.

- El botiquín lo tienes en el baño, ¿verdad? Vale, ¿puedes seguir presionando contra la herida?

Después de dejarle sosteniendo la camisa con el brazo sano contra el corte, se dirigió hacia el cuarto de baño sin ninguna vacilación. La primera vez que se habían reencontrado en Nueva York, cuando ella trabajaba para Kingpin, había estado en su casa, y aunque no había vuelto a entrar desde entonces aún recordaba la disposición de las habitaciones.

Una vez en el baño, se lavó las manos, llenó un pequeño balde con agua y cogió el botiquín y un paño limpio. Al volver, puso su mano sobre la de él para retirar la camisa empapada de sangre y procedió a limpiar cuidadosamente la herida con el agua fresca del balde. No le avisó de que aquello iba a doler porque tenía bastante claro que el demonio de Hell's Kitchen lo sabía de sobra.

Cuando hubo conseguido que dejara de sangrar, pegó el extremo de un apósito en uno de los bordes del corte, cerró el espacio que había entre la piel con la mano y terminó de cubrir la herida. A continuación le puso una gasa limpia encima y procedió a vendarle. Mientras pasaba las tiras blancas por su pecho se fijó bien en el movimiento que hacía al respirar, tomándole el pulso para comprobar su estado general. El pulso era débil, había perdido mucha sangre durante el combate y el trayecto por los tejados. Fue toda una suerte que Matt no pudiera ver la preocupación que se dibujó en su semblante, porque de lo contrario le habría sido difícil continuar fingiendo que no le importaba.

- Has perdido mucha sangre -le informó, innecesariamente, a sabiendas de que él ya lo habría deducido-. Voy a... hum... tener que quedarme contigo unas horas para asegurarme de que... no entras en shock.

Rozó con cuidado la piel expuesta para cerciorarse de que no estaba fría o pegajosa y volvió a comprobarle el pulso. El riesgo de perder el conocimiento era demasiado alto en aquellos momentos.

- ¿Cómo te encuentras? ¿Sientes náuseas? Oye... sé que no querrás ir a un hospital, y que posiblemente tampoco te haga gracia la idea de tenerme aquí más tiempo del necesario, pero de verdad estás grave y no es conveniente dejarte solo, ni siquiera siendo tú. Sé que eres cabezota, pero ahora mismo no podrías enfrentarte a mí aunque quisieras, así que... ¿conoces a algún médico o enfermero de confianza al que quieras que llame para que se quede contigo en mi lugar?

Guardó silencio unos segundos, indecisa acerca de si debía formular o no la otra pregunta que la llevaba incomodando desde hacía rato.

- Matt... ¿cómo pudo Nina pillarte por sorpresa? Sé de sobra que eres capaz de atrapar un sai en pleno vuelo. ¿No te avisó el radar?

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MensajeTema: Re: The Hell's Kitchen (Elektra) [13/03/2019]   The Hell's Kitchen (Elektra) [13/03/2019] Icon_minitime16th Mayo 2021, 02:54



Matt notó la presión de las manos de Elektra mientras trataba su herida. Aquellas manos fuertes y diestras, que tantas veces se habían convertido en un instrumento de muerte para otros y que ahora se empleaban en una tarea completamente distinta. Elektra se desempeñaba en su labor con total gracia y delicadeza, parecía casi imposible creer en aquel momento que en aquella persona tan cuidadosa y atenta se ocultasen tales ansias de violencia y muerte. Trató en vano de buscar algún indicio, su pulso, su respiración… cualquier cosa que le ayudase a comprender mejor el estado anímico de su improvisada enfermera. Pero, como siempre, no había nada. No, no como siempre. Hubo un tiempo en que Matt creía conocer las emociones de Elektra Natchios. Una época mejor, antes de las máscaras, las conspiraciones y la violencia. Antes de que Dios o el destino les separaran y los pusieran en lados contrarios de un tablero macabro. “Esa mujer es veneno”. Eso es lo que le había dicho Stick y en el futuro descubriría que tenía razón. Elektra Natchios era veneno, pero era otras muchas cosas. También era pura pasión y energía, era peligro y libertad. Matt creyó que la entendía, que se entendían, de hecho, que era la única persona del mundo que de verdad podría comprenderle. “Haré lo que es correcto por una vez, voy a dejarte. Me enfrentaré al Infierno sola”. Eso fue lo que Elektra le dijo cuando eran un par de críos estúpidos y enamorados. No hubo forma de hacerla cambiar de opinión, de hacerla explicarse. No fue hasta muchos años después hasta que descubrió el por qué de todo aquello. Cuántas veces le habría gustado volver atrás, detenerla, decirle que si el infierno venía lo enfrentarían juntos… Pero, ahora, el infierno ya había llegado y su fuego había dejado entre ellos un insalvable abismo.

Flashback:

- Has perdido mucha sangre -le informó ella innecesariamente, a sabiendas de que él ya lo habría deducido-. Voy a... hum... tener que quedarme contigo unas horas para asegurarme de que... no entras en shock.

Matt se limitó a asentir. De nuevo le faltó valor para decirle que se quedase, pero no tan sólo unas horas. El dolor, la desconfianza o, tal vez el orgullo le impidió decírselo. Sabía que estaría ansiosa por ir a buscar a su presa herida, por terminar el trabajo empezado, pero mientras estuviese preocupándose por él al menos no estaría ahí fuera. ¿Lo sabía? Sus manos volvieron a rozarse cuando ella le tomó el pulso. Se le antojó un gesto innecesario, él era completamente consciente de cualquier mínima variación de sus constantes vitales, pero no se opuso.

- ¿Cómo te encuentras? ¿Sientes náuseas? Oye... sé que no querrás ir a un hospital, y que posiblemente tampoco te haga gracia la idea de tenerme aquí más tiempo del necesario, pero de verdad estás grave y no es conveniente dejarte solo, ni siquiera siendo tú. Sé que eres cabezota, pero ahora mismo no podrías enfrentarte a mí aunque quisieras, así que... ¿conoces a algún médico o enfermero de confianza al que quieras que llame para que se quede contigo en mi lugar?

Sí, conocía a unas cuantas personas que podrían venir, cuidar de él y mantener la boca cerrada. Pero no quería a esas personas, no quería a nadie más allí. Le parecía paradójico que aquella persona de la que tan poco se fiaba fuese una de las únicas que sabía que no le iba a dejar tirado.

- Matt... ¿cómo pudo Nina pillarte por sorpresa? Sé de sobra que eres capaz de atrapar un sai en pleno vuelo. ¿No te avisó el radar?

La pregunta del millón de dólares ¿Cómo explicarle que no, que su radar no le había avisado, que hacía tiempo que no podía fiarse de ese sentido? No era la primera vez que aquello ocurría, pero a diferencia de las demás ocasiones ahora desconocía la causa. Apenas podría describir la angustia que sintió al despertar y, por segunda vez en su vida, verse sumido en la más absoluta de las tinieblas. No sabía mucho sobre su sentido del radar y le gustaba más bien poco que el resto de los mortales supiesen de su existencia. Hoy en día cualquier capullo con conexión a internet podía sentarse frente a un ordenador o teclear en su teléfono móvil y, en menos de diez segundos, cientos de personas sabrían que Daredevil tenía un “radar en la cabeza”. Suculenta información para todo aquel que quisiera hacerle daño. Jamás le había gustado convertirse en una figura pública, como los Cuatro Fantásticos y Los Vengadores. El anonimato, aunque últimamente le hubiese costado mantenerlo, era una de sus armas más poderosas. Cuanto más sabe el enemigo sobre ti más puede utilizar en tu contra. Y si algo le sobraba a Matt eran enemigos.

No, Matt no podía decirle a Elektra que no contaba con su sentido del radar. Ella ya había sido sus ojos en una situación similar y estaba seguro de que si lo supiese insistiría en volver a serlo. No podía decirle que sabía tan poco de su sentido del radar como la mayoría de la gente. Sabía, a grandes rasgos, cómo funcionaba, Reed Richards se lo había explicado una vez. Se había quedado con lo fundamental, por supuesto. No hay mucha gente que tenga la capacidad de comprender por completo una explicación de Reed Richards, ni tampoco la paciencia. Matt se consideraba un hombre con aplomo, pero para ello hacía falta tener el cerebro de Einstein y la paciencia de Job. En resumen, y simplificando mucho las cosas, su cerebro funcionaba como un pequeño emisor de microondas. Alguna zona de su cerebro se había activado más de lo normal por la influencia de los productos radiactivos que le habían cegado y era capaz de emitir esos impulsos. Por ello, lo primero que se le ocurrió es que alguna emisión de frecuencia similar pudiese estar interfiriendo con su señal. Se pasó noches enteras escrutando, viendo si era capaz de detectar alguna señal anómala. Sin éxito, por suspuesto. No, no contaba con su sentido del radar, no sabía si alguna vez volvería a disponer de él y tampoco sabía por qué lo había perdido. Así que la respuesta a la pregunta de Elektra era evidente.

- Su… supongo que me pilló por sorpresa- dijo tratando de incorporarse- Estaba distraído.

Apartó la mirada del lugar donde intuía que estaba el rostro de Elektra tratando, tal vez, de ocultar la vergüenza que le suponía mentirle en algo tan crucial. Tras unos segundos de silencio volvió a dirigirse a ella.

- He pasado por cosas peores- dijo mientras rozaba levemente el tacto rugoso de las vendas- Pero… si así te vas a quedar más tranquila, puedes quedarte.

Esperaba que aceptara, que dijera que sí.

Aunque no lo admitiría… él sí se quedaría más tranquilo.


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MensajeTema: Re: The Hell's Kitchen (Elektra) [13/03/2019]   The Hell's Kitchen (Elektra) [13/03/2019] Icon_minitime19th Mayo 2021, 01:13

"Distraído". Elektra le miró con curiosidad, ladeando ligeramente la cabeza, escéptica. Sólo le había visto así de "distraído" una vez, y había sido cuando aquella bomba de La Mano le había privado de su sentido radar. Daredevil no se distraía, porque en un hombre como él, aquello implicaría la muerte. Cruzó los brazos al pecho, sintiéndose levemente irritada. Una parte de ella quería sentirse ofendida y molesta porque él no estaba siendo sincero. Podía notarlo en el modo en el que apartaba la mirada, en la leve vacilación de sus palabras. Ésas eran las señales visibles. Y las que no se veían, las notaba con el corazón: Él no confiaba en ella. Pero... ¿cómo podía culparle? Desde el día en que se había marchado de su lado no había hecho más que hacerle daño, una y otra vez.

- ¿Sabes, Matt? Para alguien que es tan bueno detectando mentiras en los demás... es curioso que se te de tan mal mentir a ti. Pero hey, está bien. No confías en mí. Lo comprendo -dijo, tratando de sonar lo más neutra posible.

"Que no note que a ti también te duele".

Con calculado aire indiferente se dirigió hacia la ventana y se quedó allí, apoyada en el marco, observando la calle.

"Si así te vas a quedar más tranquila". Las palabras pesaban en el aire.

- No, Matt, no me sentiría más tranquila. Hay una asesina de La Mano suelta haciéndose pasar por mí, matando en mi nombre, y si Nina está en Nueva York significa que también lo está Kuroyama. Así que no, no me siento más tranquila quedándome aquí sin hacer nada.

Su mano se engarfió en el marco de la ventana. "Para mí moriste hace mucho tiempo", le había dicho la última vez que se habían visto. Contuvo rabiosa las lágrimas. Lágrimas de frustración y de ira. Lágrimas que él no vería jamás.

¿Por qué cada vez que se encontraban tenía que ser en situaciones como aquella? Situaciones que siempre aparecían acompañadas de dolor y muerte.

"Si así te vas a quedar más tranquila".

Le habían herido. Por su culpa. Y si La Mano le había designado como objetivo, era probable que volvieran a por él.

Se apartó de la ventana.

- Me quedaré -resolvió-. Sólo porque existe la posibilidad de que puedan volver a atacarte. Y no queremos que te pillen "distraído" de nuevo, ¿verdad? -inquirió, en un tono que resultó más frío de lo que habría deseado-. Vuelve a sentarte, no te conviene estar de pie. Yo mantendré la guardia.

Mientras él se sentaba, decidió hacer un reconocimiento rápido de la casa para asegurarse de que no hubiera ningún asesino oculto al acecho. Al entrar no lo había hecho porque estaba acostumbrada a confiar en su sentido radar, pero ahora ya no estaba tan segura de que aún siguiera funcionando, así que más valía asegurarse.

La casa estaba repleta de recuerdos de las mujeres que habían pasado por su vida. En el sofá del salón había cojines cuyos colores encajaban perfectamente con la decoración del lugar, detalle que habría sido imposible para un ciego. Se preguntó cuál de las mujeres que habían residido en aquél apartamento los habría escogido. ¿Karen?

Sobre un pequeño pedestal estaba la estatua con el nombre de Heather grabado que había arrojado contra el espejo la primera vez que había entrado allí. Matt había hecho reemplazar el espejo. La estatua seguía en el mismo lugar. Representaba un ángel intentando alcanzar el cuerpo de una mujer para que no cayera en el abismo. ¿Se trataba de una alegoría sobre su relación? Qué paradójico. Matt Murdock, el ángel que se vestía de demonio. En cambio, ella era un demonio tratando de hacerse pasar por ángel. Podía engañarlos a todos, pero no a Matt. Él podía ver la clase de monstruo que era en realidad.

En la mesita de noche, en el dormitorio, había un retrato enmarcado de Karen. A Elektra aquello le pareció estúpido. ¿Por qué colocar una foto de ti misma junto a la cama de un hombre ciego? ¿Acaso era una manera de marcar tu territorio? Se recordó a sí misma que no debía ser cruel. Karen estaba muerta, Bullseye la había matado. Sabía que Matt la había amado, y que debía haber sufrido mucho por ella, pero siempre le resultaba difícil opacar la amargura que amenazaba con ahogarla cada vez que pensaba en lo que podría haber sido.

Sí... El lugar estaba repleto de recuerdos de las diferentes mujeres que habían pasado por la vida de Matt... Excepto ella. En toda la casa no encontró el más mínimo rastro de ella. Nada. Como si nunca hubiera existido. No le extrañaba, sabiendo lo mucho que se avergonzaba de ella. "Para mí moriste hace mucho tiempo". Eso es lo que era para él. Un fantasma del pasado.

Sus dedos acariciaron inconscientemente la fotografía que les había hecho Foggy en las escaleras de la biblioteca, en la Universidad. ¿Por qué iba a haberle pedido una copia, si no podía verla? Sí... habría sido absurdo. Pero no pudo evitar experimentar de nuevo el familiar aguijonazo de la pérdida.

- La casa es segura -le dijo al regresar-. Estamos solos.

Buscó un lugar en el sofá, entre los preciosos cojines decorativos que alguien que no había sido ella había comprado, y, durante un tiempo, ninguno de los dos habló. Iba a ser una noche muy larga.

- El padre de Nina murió por mi culpa -dijo de repente, sorprendiéndose incluso a sí misma-. Bullseye -incluso a pesar del tiempo transcurrido, pronunciar su nombre le seguía provocando náuseas-. Vino a por mí. El padre de Nina resultó herido durante la pelea. Intenté por todos los medios alejarle de ellos, de veras que lo intenté -¿por qué le contaba ésto ahora? No lo sabía. Pero tras el encuentro con Nina sentía la necesidad de sacarlo de su pecho, y lo cierto era... que no podía contárselo a nadie más-. Yo... yo le maté. Le arrojé a Bullseye una estaca pero él la esquivó. Escuché sus gritos...

Sus gritos... Tan parecidos a los suyos propios...

"¡Papá! ¡Papá! No te mueras... no puedes morir... ¡Oh, Dios, no puedes morir!". Una sensación helada la embargó, haciéndola estremecer.

- Me sentí responsable, pensé... pensé que tenía la obligación de ocuparme de ella. Su padre y ella acababan de llegar desde Iowa... Su madre había muerto hacía poco... Las facturas del hospital les habían dejado en la quiebra... No tenía ningún sitio donde quedarse... La encontré tratando de prostituirse en la calle -se acarició inconscientemente los brazos, tratando de paliar la sensación de frío-. La acogí en mi casa. La tomé bajo mi protección. Ahora sé que no debería haberlo hecho. Matt... ¿Por qué destrozo todo cuanto toco? Como lo que hubo entre nosotros... -apartó la mirada, incómoda-. Nunca te pedí perdón, ¿sabes? Por marcharme como lo hice aquél día -los dos sabían muy bien a qué día se refería-. No merecías que te tratara como lo hice.

"Eras lo único bueno que tenía en mi vida. Lo único bueno que ya nunca podré tener".

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MensajeTema: Re: The Hell's Kitchen (Elektra) [13/03/2019]   The Hell's Kitchen (Elektra) [13/03/2019] Icon_minitime20th Mayo 2021, 03:12



Elektra lo sabía, su sardónica respuesta lo había dejado meridianamente claro. Un fugaz escalofrío recorrió la espalda de Matt Murdock; ¿Así es como se sentía el resto de la gente cuando él detectaba sus mentiras? No sabía qué le incomodaba más, pensar que Elektra era casi (solo casi) tan buena como él leyendo a las personas o la posibilidad de que le conociese tan bien que fuese incapaz de ocultarle nada ¿Qué decía aquello acerca de su relación? ¿Cómo podían dos personas conocerse tan bien y, a la vez, saber tan poco la una de la otra? El hecho de que la propia Elektra hubiese hecho mención de la supuesta incapacidad para mentir de un hombre conocido por ser una máquina de la verdad viviente le incomodaba sobremanera.

- Para alguien que es tan bueno detectando mentiras en los demás... es curioso que se te de tan mal mentir a ti”

“A diferencia tuya, claro. Tú eres la experta en mentiras”.

Esas fueron las palabras que pasaron por la cabeza de Matt, pero decidió morderse la lengua para no echar más leña al fuego. Todo el tiempo que se mantuviesen en el apartamento sería tiempo ganado a la feroz caza de Elektra. En ese caso, la inactividad era una vida salvada pero: ¿De verdad le importaba la vida de una persona que había intentado matarle hacía un momento? Bueno, se suponía que todas las vidas importaban, hasta la de esa tal Nina. Si con ello era capaz, no sólo de salvar su vida, sino de evitar que Elektra sumara una nueva muesca sangrienta a su sai, merecería la pena.

La herida estaba resultando ser más grave de lo que parecía, por lo que, a riesgo de parecer que estaba dándole una alegría a Elektra, siguió su consejo y decidió no incorporarse. Cuando ella se alejó para registrar el apartamento Matt se esforzó por adoptar una postura de meditación y tratar de acelerar, ni que fuera un poco, su proceso de recuperación. Si iba a tener que trabajar sin su radar necesitaba estar en la mejor forma posible.

“¿Con qué luchamos?”

- Con nuestros cuerpos- susurró Matt a modo de mantra mientras Elektra se alejaba.

“¿Qué domina nuestros cuer…? ¿Dónde estará ahora? Apenas puedo oírla… ¿Es eso la cocina?”

- Nuestra Mente.

“¿Qué doblega nuestra men…? Oh Dios… ¿Está registrando la casa? ¿Habrá visto la estatuilla de Heather? Ya la tiró una…"

- Nuestra Voluntad.

“¿Ante quién imponemos nuestra…? ¿Qué ha sido ese ruido? Mierda…  no escucho nada… ¿Por qué tiene que ser tan… tan Elektramente sigilosa? No… esa palabra no existe, por Dios Matt, eres abogado las palabras son lo tuyo ¡Céntrate! ¿Habrá visto la foto de Karen? Heather, Karen, hasta la misma Elektra ¿Por qué todas las mujeres que he amado de verdad acaban muriendo? Pero ella… ella está aquí… Por alguna especie de milagro macabro está aquí ¿Por qué me sorprende que tenga esos impulsos? Joder Matt… te enseñaron que sólo había un tío que volvía de entre los muertos… toda tu fe se basa en ello…

- Ante nuestros enemigos.

“¿Qué buscan destruir nuestro ene…? Hace tiempo que no oigo nada… ¿Y si la han atacado? Los ninjas de la Mano pueden ocultar su latido y ella… No, ella es diestra está alerta… No tendría que haberme sentado no…”

- La casa es segura -le dijo al regresar-. Estamos solos.

- Nuestros cuerpos…- terminó en voz baja, de forma entrecortada, para corregirse una milésima de segundo después- … Nuestro cuerpo- finalizó Matt su mantra con el tono más solemne que pudo reunir.

Elektra se había sentado a poca distancia de él. Notaba perfectamente el calor de su cuerpo, manando de su interior, exactamente treintaisiete coma un grados. Ni demasiado frío ni, por supuesto, febril. Matt recordó en ese momento comprobar su propia temperatura corporal. Parecía que él tampoco tenía fiebre, y eso era una buena señal. Tal vez el mantra, aunque interrumpido, había servido de algo. A continuación se hizo el silencio, un largo silencio incómodo, aunque con Elektra hacía tiempo que no existían de otra clase.

- El padre de Nina murió por mi culpa –espetó ella, de repente, rompiendo el silencio-. Bullseye –la mera mención de aquel nombre llenaba de ira y pesar el corazón de Matt. Una plaga que, al parecer, hostigaba a ambos -Vino a por mí. El padre de Nina resultó herido durante la pelea. Intenté por todos los medios alejarle de ellos, de veras que lo intenté - ¿Era aquello un repentino arrebato de sinceridad o un nuevo intento de manipulación?- Yo... yo le maté. Le arrojé a Bullseye una estaca pero él la esquivó. Escuché sus gritos...

Matt quería creerla… trataba de confiar en Elektra con todas sus fuerzas. Una parte de él le impelía a decirle que todo se solucionaría, que todo estaba olvidado, que la ayudaría con cualquier problema que tuviese. Otra que, por el momento, era más fuerte, le obligaba a mantenerse cauto, distante vigilante. Tal vez era ese impulso de chico apocado y serio de Hell´s Kitchen, el hecho de criarse en un lugar en el que la única certeza es que no puedes fiarte de nadie, en el que nadie quiere ser “el tonto”, “el ingenuo”, ese pobre diablo del que se aprovecha todo el mundo. Un chico apocado y serio sí, pero con una ira que bullía por dentro como el hierro líquido en la forja, sin la suerte de una mano amable que sea el agua que la temple. “Los chicos Murdock lleváis el diablo dentro”. Eso le había dicho Maggie… su madre, al fin lo había reconocido ¿Acaso ella no le había abandonado también? ¿No le había dejado a él y a su padre solos ante todo, ante los cientos de demonios que poblaban aquel infierno que había aprendido a llamar hogar? Y, con todo ¿No había aprendido también a perdonarla a ella? Sí, tenía el diablo dentro, un monstruo rojo, hambriento e iracundo que le animaba a gritarla, a reprocharle todo el daño, a causarle el mismo dolor que ella le había causado con su abandono y su indiferencia y… sin embargo… Sin embargo pudo más el deseo de tener una madre, de sentirse arropado, de poder contar con alguien que le dijera, en los momentos más oscuros, que todo iría bien.

Y puede que fuese lo que necesitase. Al fin y al cabo, todos los días de un ciego son oscuros.

- Me sentí responsable, pensé... pensé que tenía la obligación de ocuparme de ella. Su padre y ella acababan de llegar desde Iowa... Su madre había muerto hacía poco... Las facturas del hospital les habían dejado en la quiebra... No tenía ningún sitio donde quedarse... La encontré tratando de prostituirse en la calle -se acarició inconscientemente los brazos, tratando de paliar la sensación de frío-. La acogí en mi casa. La tomé bajo mi protección. Ahora sé que no debería haberlo hecho. Matt... ¿Por qué destrozo todo cuanto toco? Como lo que hubo entre nosotros... -apartó la mirada, incómoda-. Nunca te pedí perdón, ¿sabes? Por marcharme como lo hice aquél día -los dos sabían muy bien a qué día se refería-. No merecías que te tratara como lo hice.

Eso era otra cosa que tenían en común, Matt también pensaba que destrozaba todo cuanto tocaba. Heather, ahorcada por su propia mano, buscando su ayuda con desconsuelo. Karen, atravesada con el propio arma de Matt, un instrumento que debería usarse únicamente para traer castigo a los monstruos y paz a los inocentes. Empleado con saña por el mismo hombre, su propio diablo particular… Bullseye. Otra cosa que tenían en común era a él, a ese incansable dispensador de muerte. Lester tenía sus propias razones para perseguir a Elektra, desde luego. La ironía de la muerte de Elektra en sus manos era que, incluso cuando Bullseye no tenía la intención directa de hacerle daño, aún así lo conseguía. Una espina en el costado de ambos. Todo era un círculo, un Uróboros interminable que no dejaba de mordisquear su propia cola: Elektra, Bullseye, Kingpin… Wilson Fisk, el intocable señor del crimen, el hombre que todo lo tiene y todo lo puede… Si Matt era el diablo, Fisk de seguro se creía el Dios de aquel pequeño microcosmos de violencia que habían construido. Pero Matt lo había demostrado, el intocable no lo era tanto y Dios… Wilson Fisk no era Dios, al menos no al que le rezaba por las noches, aquél a quien se había encomendado su madre.

Sí, los chicos Murdock llevaban el diablo dentro, pero eso no era algo necesariamente malo. El diablo tenía que elegir sus momentos, el instante preciso para ser liberado y castigar con toda su ira a los condenados y los falsos dioses. El sino del diablo era caer, descender, verse continuamente alejados del paraíso.

Pero, ese era otro secreto de los chicos Murdock: Da igual cuan fuerte les pegues, da igual que los hagas caer, porque siempre se levantan.

Matt desoyó completamente el consejo de Elektra en esta ocasión. La herida le tiró un poco, pero fue capaz de incorporarse. Ya había caído muchas veces y se había levantado. Tal vez, sólo tal vez, eso también era posible para Elektra.

- Es curioso- esbozó una leve sonrisa, esa mueca involuntaria que se dibujaba en su rostro como instintiva defensa contra las ironías de la vida- Tienes tendencia a culparte por las razones equivocadas. Con todo lo que has hecho, sigues fustigándote por lo que en realidad no es culpa tuya- trató de no pensar en sus últimas palabras, en la mención a cómo había terminado su historia. Eso habría estado bien, una disculpa, si su historia realmente hubiese terminado ahí. Pero, por lo visto, su historia seguía- Sabe Dios que eres culpable de muchas muertes pero… si lo que me dices es cierto- aún no podía estar seguro, pero lo intentaba- … no eres culpable de la muerte de ese hombre. Tampoco eres culpable de acoger a esa chica, al menos no más culpable de lo que lo fue Stick cuando nos acogió a nosotros.

Matt se acercó a uno de los sillones cercanos para buscar una manta. Seleccionó la más limpia, la que menos había sufrido el frío sudor de su cuerpo cansado. Con un poco de dificultad se dirigió hacia donde estaba Elektra y se la tendió con la mano. Había oído el leve roce de sus manos contra su cuerpo. Había luchado contra el impulso de abrazarla, arroparla… La manta sería suficiente por el momento.

- Si le enseñaste a esa chica todo lo que sabes, si es como tú, entonces tienes una oportunidad de oro para demostrarme que no eres el monstruo que te has empeñado en hacerme creer que eres. Sé que soy un idiota por pensar esto pero… puede que dentro de la persona que se sienta frente a mí aún viva la mujer que…- la mujer que amó-… la mujer que me debe esa disculpa de la que hablas. Si es así, cuando esté mejor iremos a buscarla y, con suerte, dentro de Nina también vivirá aquella chica asustada que quisiste proteger.

Matt mantuvo su postura erguida a duras penas y, disimulando el cansancio, volvió a sentarse junto a Elektra y apartó instintivamente la mirada.

- Un contrato verbal es vinculante en este Estado- dijo sonriendo. Parecía que aún quedaba algo de abogado en él- Y, como la confianza es un asunto de dos… Sí, he perdido mi sentido del radar y No, no sé por qué lo he perdido. En cualquier caso, el  hijo de puta más duro que he conocido también estaba ciego y nunca necesitó radar. Si aceptas mis términos podremos intentar solucionar ambos problemas. Nos enfrentaremos a Kuroyama, a La Mano, a Bullseye o a quien haga falta y esta vez… Esta vez, para variar, lo haremos juntos.

Y, pensando que un salto de fe merecía la pena, Matt Murdock le tendió la mano.

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MensajeTema: Re: The Hell's Kitchen (Elektra) [13/03/2019]   The Hell's Kitchen (Elektra) [13/03/2019] Icon_minitime27th Mayo 2021, 01:28

- Tienes tendencia a culparte por las razones equivocadas.

"No tienes ni idea de las cosas por las que me culpo", pensó para sí. "Porque nunca he hablado de eso contigo".

Las escasas ocasiones en las que se encontraban estaban marcadas siempre por la ambiguedad y la frustración. Ella nunca le revelaba lo que de verdad sentía porque no quería cargarle con la obligación de ayudarla sabiendo que no era buena para él. Cuando estaba pasando por la agonía de aquél intento de desintoxicación podría haberse puesto en contacto con él, pero no lo hizo porque no quería que fuera testigo de hasta dónde llegaba su patetismo. Las veces en las que había deseado acabar con su vida podría haberse puesto en contacto con él, pero no lo hizo porque sabía que la acabaría disuadiendo.

No... Matt no tenía ni idea de las cosas por las que se culpaba.

Pero de algo tenía razón. Si de algo no se arrepentía era de haber librado al mundo de un buen puñado de asesinos, sádicos, terroristas y dictadores, aunque sí lamentaba todas las víctimas colaterales que habían caído por el camino, las atrocidades que había cometido en nombre de La Mano, o cuando trabajaba para Kingpin.

Pero no pensaba discutir con él por eso. Sabía bien la opinión que tenía de ella, de lo que hacía. Era el motivo eterno de que siempre se acabaran distanciando. Había aprendido hacía mucho que no serviría de nada tratar de hacerle entender que el mundo estaba mejor sin esos criminales. Que el mundo habría sido un lugar mejor si hubiera matado a Bullseye en el hospital porque Karen seguiría viva y él sería feliz para variar. ¿Qué había conseguido dejándole vivir? Pero sabía que no conseguiría hacerle cambiar de opinión. Porque él era así... Era idealista. Era puro. Era la luz, y le amaba por ello.

Ella era la que hacía las cosas que él no podía hacer sin destruir su pureza. Si eso la hacía ser la oscuridad, lo aceptaba de buen grado. No se culpaba de eso.

Se culpaba de haber destrozado su vida, no una, sino dos veces. La primera, cuando le había abandonado tras el entierro de su padre. La segunda... cuando Bullseye la había matado.

El gesto de darle la manta la sorprendió. Él debía saber que ella podía controlar las sensaciones y reacciones de su cuerpo. Era muy difícil que pudiera llegar a experimentar frío real. Lo que había sentido no había tenido nada que ver con la temperatura en la casa, sino con algo mucho más profundo. Un frío que ninguna manta podría aliviar. Y, sin embargo, lo hizo.

Aquél hogareño pedazo de algodón era suave y confortable. Olía a él. Una inmediata sensación de calidez que nacía de su corazón se extendió por todo su cuerpo. El mundo parecía brillar más cuando él estaba a su lado. Le miró con adoración, sabiendo que no podría jamás adivinar la expresión de su rostro. Que nunca podría saber lo mucho que ansiaba abrazarle, protegerle...

- No, Matt... Yo no deseaba introducir a Nina en éste mundo de violencia al que nos forzó Stick. No la entrené. Sólo quería... sólo quería que fuese una chica normal. Que viviera los sueños y desilusiones de una chica normal.

También ella había intentado en aquella época ser una persona corriente, con un trabajo ordinario. No había funcionado, por supuesto.

- Ella... no era como yo.

Nina era inocente, y había sido su intención asegurar que continuara así.

- Ahora pienso que hice mal. Si la hubiera entrenado... si la hubiera preparado... Quizás habría tenido alguna posibilidad de sobrevivir.

Se dijo que si alguna vez volvía a toparse con una huérfana indefensa, no se limitaría a acogerla bajo su protección. La entrenaría para asegurarse de que la crueldad del mundo no se la llevaba consigo como había hecho con Nina y con ella.

- Sé que soy un idiota por pensar esto pero… puede que dentro de la persona que se sienta frente a mí aún viva la mujer que… la mujer que me debe esa disculpa de la que hablas. Si es así, cuando esté mejor iremos a buscarla y, con suerte, dentro de Nina también vivirá aquella chica asustada que quisiste proteger.

De nuevo aquella poderosa sensación de atracción hacia él, recorriéndola como un volcán. El justiciero ciego había desviado por instinto la mirada, así que ella extendió su mano enguantada hacia su mejilla y le acarició dulcemente, siguiendo la línea de su mandíbula hasta llegar al mentón para obligarle con suavidad a volver nuevamente el rostro hacia ella.

- No eres un idiota -susurró, sin poder evitar que su mirada se desviara hacia sus labios-. Pero eres un ingenuo si piensas que Nina aún sigue ahí...

De inmediato notó que se tensaba. Ya estaba ahí, de nuevo, el motivo por el que nunca conseguirían entenderse. Matt era demasiado obstinado, demasiado cabezota, y ella... ella estaba demasiado cansada para seguir luchando una batalla que había dado por perdida hacía mucho.

- Matt... -apartó la mano, sabiendo que él no desearía su contacto-. Nina está muerta. Kuroyama le arrancó el corazón, y la Mano realizó una ceremonia de resurrección completa. Tú sabes lo que eso significa. Estuviste ahí cuando...

Agachó la mirada, y sus manos se crisparon en el borde del sofá. "Cuando lo hicieron conmigo". Las palabras no pronunciadas quedaron flotando entre los dos.

- Impediste que llevaran el ritual a término, y fue Stick el que finalmente me trajo de vuelta. Nina no ha tenido esa suerte, Matt.

Nunca había llegado a hablar con él de lo que implicaba la ceremonia de resurrección, pues se trataba de un tema que los dos procuraban evitar. Pero él había estado allí cuando ocurrió, había sido testigo del ritual, y había purgado con su la corrupción que los acólitos habían vertido sobre ella al sacrificarse para insuflar aquél remedo de vida en su cuerpo. Tenía que saberlo. No podía ser tan ingenuo.

Elektra esperaba que, después de decirle eso, se levantara volviendo a crear distancia entre los dos. En lugar de eso, tuvo el raro privilegio de ser nuevamente sorprendida por el acto de fe y confianza que vino a continuación. Así que era cierto; Matt había perdido su radar, pero no sabía cómo había ocurrido.

- En cualquier caso, el  hijo de puta más duro que he conocido también estaba ciego y nunca necesitó radar.

- Sabes tan bien como yo que a ese hombre le mantiene vivo el veneno que le corre por las venas. No es un buen ejemplo, Matt -respondió, forzándose a sonreír-. Debería ir a buscarle. Quizás tenga alguna idea de lo que puede haber sucedido o se le ocurra qué hacer para solucionarlo...

- Si aceptas mis términos podremos intentar solucionar ambos problemas. Nos enfrentaremos a Kuroyama, a La Mano, a Bullseye o a quien haga falta y esta vez… Esta vez, para variar, lo haremos juntos.

Elektra le observó, maravillada.

- Pareces... diferente desde la última vez que nos vimos hace un año -dijo, extendiendo de nuevo los dedos para apartarle un mechón de cabello de la frente-. Dispuesto a creer... y confiar...

Y ése es un gran error, Matt... Se mordió inconscientemente el labio pensando en el dolor que le iba a provocar una vez más, pero, aún así, deslizó su mano en la que él había tendido hacia ella como oferta de paz.

No podía evitarlo... La Mano iba a por él, así que no podía dejarle enfrentarse sólo a ellos sin su sentido radar, pero sabía que, dijera lo que dijera, no le haría cambiar de opinión. Sólo había una manera de que estuviera dispuesto a aceptar su ayuda, y era engañándole. No podía permitir que alguien que conocía su secreto y que podía hacerles tanto daño a los dos continuara viviendo, y si Matt a éstas alturas no la conocía lo suficiente como para saberlo significaba que era demasiado bueno para su propio bien y necesitaba un recordatorio de cómo funcionaba la vida. Siempre sería mejor que lo aprendiera de ella.

Además... Se sentía tan bien sentir su mano en la suya... Tenerle tan cerca...

Había estado con otros hombres, por supuesto, pero en toda su vida nunca había conseguido volver a experimentar la sensación de absoluta plenitud y amor que la embargaba cuando estaba con él. No había nada ni remotamente parecido. Era la mejor persona que conocía y estaba a punto de hacerle daño de nuevo.

Aléjate de él, se dijo, pero en lugar de eso, la mano que había viajado hasta su frente recorrió el resto del camino acompañando su cabello hasta el cuello. Apártate. No lo hagas, insistió lo que aún quedaba de racional dentro de ella mientras, sin pretenderlo, se acercaba cada vez más a sus labios.

Y, entonces, sintió que la piel se le erizaba en la nuca, activando en ella un instinto primigenio que la obligó a ponerse completamente en alerta, apartándose de él y alargando la mano hacia la empuñadura de la espada que sobresalía de la funda de su espalda.

No estaban solos.

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MensajeTema: Re: The Hell's Kitchen (Elektra) [13/03/2019]   The Hell's Kitchen (Elektra) [13/03/2019] Icon_minitime28th Mayo 2021, 01:40




Siempre ocurría algo. Siempre que Elektra y Matt estaban a punto de llegar a algún acuerdo venía algún entrometido a interponerse entre ellos. Bullseye, Fisk, los ninjas de La Mano… hasta el maldito Zancudo. Estaba harto; harto de que cualquier estúpido con ganas de labrarse una reputación se lanzara como un perro contra ellos. Estaba cansado de ser una presa… una presa más fácil de lo habitual, dada la pérdida de su radar.

Tranquilízate Matt. Stick te enseñó a ver con otras cosas a parte de tu radar

Los ninjas de La Mano eran capaces de ocultar su latido para pasar desapercibidos, eso lo haría todo más difícil. Matt escuchó como la hoja de la katana silbaba lentamente en la espalda de Elektra. Una vez la kunoichi hubo desenfundado se colocó junto a ella, espalda con espalda. Evitó toda distracción, apartó de su mente y sus sentidos todo estímulo innecesario. Sólo debían existir ellos y los enemigos. Conocía perfectamente su apartamento. Incluso si no podía escuchar sus latidos podía percibir el levísimo roce de sus ropas contra el suelo. Aquella era su casa e iba a defenderla. Se acercaban lentamente, sin permitirse variar su estrategia pese a que ya era más que evidente que habían notado su presencia. Matt se concentró en el siseo de las hojas, en los casi imperceptibles quejidos del cuero y el acero. Eran ocho, de eso no había duda.

- ¿Sólo ocho?- dijo Matt tratando de demostrar una confianza que no tenía- Creía que ya nos ibais conociendo- Murdock giró levemente la cabeza hasta colocar sus labios junto al oído de Elektra- Tú ocúpate de los de la derecha- encaró a los tres ninjas que, entra las sombras, reptaban a la espera de asestar su mortal aguijonazo- Estos son míos.

El más adelantado de los ninjas se lanzó como una serpiente contra Mattt, dando un rápido golpe vertical con su Katana. A duras penas esquivó el golpe y aprovechó la inercia de la esquiva para lanzarse contra otro de los atacantes. Aún no había tenido tiempo de armarse con los dos sais que tintineaban como unas campanitas navideñas en su cinturón. Con la habitual pericia de los agentes de la Mano, el shinobi bloqueó la primera lluvia de puñetazos que lanzó contra él, pero al menos con ellos consiguió mantenerlo desarmado e inoperativo. El primero de los atacantes no tardó en aprovechar la supuesta ventaja que le ofrecía la espalda de su rival, pero Matt ya esperaba ese movimiento. El hijo del batallador giró sobre sí mismo para sostener sobre sus palmas el excelente acero de su atacante. Las manos de Murdock asieron con toda la fuerza de que pudo disponer los cantos de la espada, reteniendo a su enemigo que no ahorraba esfuerzos por liberar su arma de la presa. Le extrañó que el tercer ninja aún no hubiese hecho ningún movimiento para socorrer a sus compañeros, pero tenía problemas más urgentes que atender. El segundo atacante ya había tenido respiro suficiente para desenfundar sus sais y era cuestión de segundos que se lanzase contra él. La herida del hombro le ardía como mil demonios, aunque con la excitación del combate no era capaz de saber si estaba sangrando.

Ignora el dolor. Preocúpate por seguir vivo

Con un rápido movimiento con la palma de la mano Murdock partió a la mitad la katana de su contrincante y, de nuevo, giró sobre sí mismo para encarar al nuevo rival. El esfuerzo del golpe le había hecho perder el vendaje, pero no era el momento de alarmarse por las heridas antiguas. La perspectiva de recibir nuevas ya era distracción suficiente por el momento. El ninja movía sus brazos como un auténtico desquiciado, asestando estocada tras estocada con sus mortíferas armas. Por suerte o por desgracia, Murdock conocía a Elektra desde hacía lo bastante  para saber perfectamente como enfrentarse a alguien con un sai. Los rápidos movimientos de Murdock conseguían apartar una y otra vez los embates del ninja que, frustrado, veía como cada uno de sus golpes era respondido por un irrespetuoso impacto de canto. No era ni la mitad de bueno que Elektra. Ni siquiera un cuarto.

¿Elektra?

Murdock constató en ese instante que había estado tan concentrando enfrentando a sus tres atacantes que no había tenido tiempo para preocuparse por su compañera ¿Estaría bien? El silbido de tres mortíferas agujas junto a su oído izquierdo le devolvieron instantáneamente a la realidad.

Céntrate Murdock, sabe cuidarse solita. Eres tú el que está bien jodido

La segunda andanada de agujas se precipitó veloz contra Matt. Apenas tuvo tiempo de rodar sobre sí mismo mientras los proyectiles se clavaban contra la pared con la fuerza de una bala. Para cuando llegó la tercera andanada Murdock había tenido el tiempo justo de arrancar uno de los asientos del sofá e interponerlos entre su cuerpo y la muerte. Las agujas atravesaron el relleno deteniéndose a menos de un palmo de la cara del abogado. Aprovechó que se encontraba de rodillas para impulsarse contra el primero de los atacantes quien, viéndose privado de su espada, había desenfundado un afilado wakizashi. El pié del abogado impactó contra el pecho del shinobi antes de que pudiese lanzar una primera estocada con su hoja corta. La inercia le hizo chocar contra su compañero, quien ya había preparado una nueva remesa de agujas con el nombre de “Matt Murdock”. Eso le daría el tiempo suficiente para encargarse de una vez por todas del ninja de los sais. Para desgracia del jurista, parecía que su contrincante había tenido la misma idea. Con el tiempo justo para girarse y evitar los impactos, Matt recibió un pequeño corte a la altura del ombligo antes de poder desarmar al agente de la Mano con dos rápidos golpes huecos. Los enemigos aturdidos se levantaron antes de lo esperado y el hombre del wakizashi ya había iniciado la carga. Murdock se giró para enfrentarlo, pero su rival aprovechó la distracción y le agarró por la espalda con una formidable presa.

Eso ha sido un error

Murdock se impulsó con toda la fuerza que sus piernas fueron capaces de reunir y se lanzo de bruces contra la pared trasera. Pudo escuchar como al ninja se le rompían varias costillas debido a la presión del cuerpo de Murdock y el impacto contra la pared. Había aflojado su llave, pero sabía que tenía que rematar rápidamente el trabajo si quería que dejase de darle problemas. Tres rápidos ganchos en el hígado y el estómago le impidieron retomar el aliento. Finalmente, la famosa diestra de los Murdock terminó finiquitando el trabajo. Sin embargo, los problemas estaban lejos de acabar. El más ladino de sus oponentes había desistido de atacar con sus proyectiles y ahora, lentamente, arrastraba por el suelo la pesada cadena de una Kusarigama. El sonido de la cadena contra el suelo le distraía, y un arma de tanto alcance podía darle grandes problemas. Murdock se agachó para recoger uno de los sais de su inconsciente rival y, sin mucho esfuerzo, lo empleó para detener el wakizashi del primero y más molesto de los ninjas. Necesitaba librarse rápidamente de él para enfrentar al shinobi de la Kusarigama. Una vez detenido el arma, Matt se dejó los nudillos contra la mandíbula del primer atacante. El último ninja seguía arrastrando paciente su cadena por el suelo, inmune al desaliento aún con la visión de sus dos compañeros caídos. Matt se centró en el pesado raspado de la cadena en el suelo y, encarando a su nuevo enemigo, alzó los brazos.

- Cuando quieras.

Los amplios arcos de la cadena impedían que Matt pudiese acercarse para encarar a su oponente. La hoja de la Kusarigama se clavaba a enorme velocidad contra las paredes, se hincaba con estruendo en el suelo de parquet. Matt lo tenía crudo pero, al fin y al cabo, eso no era diferente de boxear contra un hombre de mayor envergadura que la suya. Un hombre con un brazo, cabía decir, extremadamente largo. Solo tenía que esperar el hueco.

- Anata no kami, akuma to wakai shite kudasai (Haz las paces con tu Dios, diablo.)

Aquello había sido un error por parte del ninja. Ahora conocía perfectamente su posición gracias a la voz. El siguiente golpe de la cadena encontró un objetivo inesperado; la mano de Matt Murdock. El diablo de la Cocina del Infierno sujetó con fuerza la cadena, impidiendo que su enemigo la retirase.

- Jigoku ni iki nasai (Vete al infierno).

Murdock tiró de la cadena con todas las fuerzas que fue capaz de reunir, haciendo perder el equilibrio al ninja que, sorprendido, vio como se precipitaba por la inercia contra el antebrazo extendido de Murdock. La deshonra de su derrota, sin embargo, sería breve. Mientras cavilaba cuál sería el siguiente golpe que asestaría tras incorporarse, el transcurrir de sus pensamientos quedó interrumpido por el  pié de Murdock contra su barbilla.

Había sobrevivido por el momento, pero era demasiado pronto para confiarse. Matt había calculado ocho atacantes y, por el momento, sólo seis se habían lanzado contra ellos. No había tiempo suficiente para buscar su equipo de Daredevil así que, rápidamente, se dirigió hacia una de las sillas del salón y, con un brusco movimiento, arrancó dos de las patas de la misma dejando en el suelo una pequeña polvareda de astillas. Con los dos improvisados bastones, Murdock se dirigió al centro de la estancia.

- Sólo lo diré una vez- susurró lleno de rabia contenida- Largaos de mi casa.
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MensajeTema: Re: The Hell's Kitchen (Elektra) [13/03/2019]   The Hell's Kitchen (Elektra) [13/03/2019] Icon_minitime28th Mayo 2021, 14:25

En una cosa podía estar de acuerdo con Matt. Enviar a ocho ninjas contra ellos dos era una absoluta pérdida de tiempo. A menos que Nina hubiera sido capaz de contarles que el sai había logrado acertar en su objetivo y hubieran deducido que el diablo estaba debilitado. Sea como fuere... aquello terminaba aquella noche.

Elektra adoptó lentamente una posición de combate, con las rodillas flexionadas y la katana preparada, lista para atacar. Tres de los ninjas fueron a por Matt, y otros tres se dirigieron hacia ella, estudiándola, rodeándola... Debían de saber que iban a morir. Uno de ellos enarbolaba un manriki-gusari, otro unos nunchakus, y el tercero portaba una curiosa espada aserrada que parecía hecha de hielo. Posiblemente fuera el líder del grupo.

Los tres atacaron a la vez. Elektra saltó ágilmente hacia atrás para esquivar los ataques, pero no logró impedir que el de la espada de hielo consiguiera dibujar un arañazo en la piel descubierta de su brazo derecho. Haciendo caso omiso al dolor helado que agarrotó de inmediato su extremidad, se apoyó con la otra mano en la cabeza del ninja de los nunchakus al caer, asestando una patada giratoria que apartó a los otros dos. El dolor del brazo la hizo reaccionar un segundo demasiado tarde, haciendo que el ninja que tenía a su espalda pudiera pasarle el nunchaku por la garganta, tratando de estrangularla.

- ¿No te has cansado ya de morir, Muerte Mancillada? -le susurró al oído sus palabras infectas.

"Muerte Mancillada" era como ahora la conocían. Cuando trabajaba para la Mano la llamaban "Muerte Perfecta", porque era la mejor de todos ellos y nunca fallaba un encargo.

"Ni siquiera las estrellas están a salvo en el cielo..."

Una sonrisa cruel se dibujó en su semblante al tiempo que un brillo salvaje iluminaba su mirada.

- Oh... No soy yo la que va a morir ésta noche -aseguró, clavando la katana hacia atrás y enterrándola profundamente en las entrañas del ninja justo en el momento en el que la espada de hielo se lanzaba a decapitarla. Elektra se dejó caer de espaldas, empalando aún más al ninja y permitiendo que la hoja sesgara inofensivamente el aire por encima de ella, dejando un reguero de escarcha en el aire. Sin perder un sólo segundo, abandonó la empuñadura de la espada y se zambulló hacia arriba, lanzando un nukite certero a la zona blanda de la garganta. Al ser una zona particularmente vulnerable, habría bastado un golpe liviano para dejar al líder boqueando en el suelo, pero Elektra iba con todo el impulso que había cogido al propulsarse desde abajo, por lo que le faltó poco para hundirle la nuez en el cuello. La asesina no necesitó más para coger su propia espada y decapitarle con ella. Se sentía eufórica, pletórica. Nunca se sentía más viva que cuando mataba.

- Hay oscuridad en tu alma -exclamó el ninja que aún quedaba, enroscando la cadena del manriki-gusari en torno a la muñeca con la que sostenía la espada, pensando que la herida mística que le habían causado en el otro brazo le impediría utilizarlo-. La sombra de la Bestia te protege. De lo contrario, el corte de esa espada te habría congelado el corazón.

- Mi corazón lleva congelado mucho tiempo, necio -replicó con desprecio, y, sobreponiéndose al entumecimiento que congelaba su diestra, extrajo el sai de la funda de su muslo y, tirando de la cadena hacia sí, se arrojó hacia adelante, empalando al último ninja con su hoja predilecta.

¿Último? ¿Dónde estaban los otros...? Un sonido siseante atrajo de inmediato su atención hacia Matt, y le bastó apenas medio segundo para distinguir al ninja que, agazapado entre las sombras, acababa de arrojar cuatro shuriken contra el pelirrojo y estaba a punto de lanzar otros cuatro. El pánico le subió por la garganta. Era imposible que sin su sentido radar pudiera...

- ¡No! -Elektra arrojó la cadena sin pensar, tratando de interceptar la primera tanda con la pesa al tiempo que giraba sobre sí misma para colocarse en la trayectoria de la segunda, tratando de bloquear los pequeños proyectiles con la espada.

En total, pudo desviar cinco. Uno se le alojó en el hombro y otros dos pasaron por encima de ella, volando certeramente en dirección a su objetivo.

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MensajeTema: Re: The Hell's Kitchen (Elektra) [13/03/2019]   The Hell's Kitchen (Elektra) [13/03/2019] Icon_minitime28th Mayo 2021, 14:25

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MensajeTema: Re: The Hell's Kitchen (Elektra) [13/03/2019]   The Hell's Kitchen (Elektra) [13/03/2019] Icon_minitime31st Mayo 2021, 01:49




El Hombre sin Miedo”… menuda patraña. Matt Murdock había tenido miedo en muchas ocasiones a lo largo de su vida. Lo había sentido cuando el beso ácido de los desechos le carcomió los ojos. También cuando se despertó en un mundo lleno de sombras; cuando escuchó el gotero precipitarse como un trueno; cuando el olor férrico de la sangre de su padre se quedó impregnado en su nariz. Era otro aroma similar el que activó el miedo de Matt Murdock en esta ocasión, el de la sangre de Elektra, precipitándose contra el suelo por obra de uno de los shurikens que iban dirigidos contra él. Lo recordaba demasiado bien, aún tenía grabado en su cabeza el momento en que la sujetó en sus manos, con la herida provocada por su propio sai abierta en su pecho. Elektra no fallaba nunca. De hecho, él tampoco solía fallar nunca. Sin embargo, aquella noche, las cosas eran bastante distintas de lo habitual. El cortante latigazo de la cadena se clavó en sus oídos, interceptando varios de los proyectiles que se precipitaban hacia él con gran velocidad. En circunstancias normales podría haberlos esquivado o detenido fácilmente con sus bastones. Pero aquella noche Matt Murdock estaba más ciego de lo que jamás lo había estado en su vida y Elektra estaba sufriendo las consecuencias de su inutilidad.

Con un poco de dificultad Matt detuvo los dos shurikens que restaban con la pata de mesa que, a modo de arma improvisada, sostenía en su mano derecha. Las cuchillas se clavaron con fuerza en la madera vieja y, aunque no llegaron a provocarle daños, convirtieron el arma en un chisme inservible. Privado de uno de sus bastones estaba aún más indefenso que antes y, además, uno de los ninjas de la mano aún no había decidido hacer su aparición. La respiración y las constantes de Elektra parecían normales, así que lo más probable es que no hubiera sufrido daños de gravedad. Debía concentrarse y emplear el resto de sus sentidos operativos en el entorno. Fue entonces cuando escuchó el siseo asesino de un afilado ninjatō tras la posición de Elektra. El último ninja había decidido revelarse al fin y, aprovechando el descuido de la kunoichi, lanzaba su furtiva estocada para sentenciar el combate. Un ataque tan burdo jamás habría supuesto un desafío para alguien de la habilidad de Elektra, pero en aquel instante se encontraba más pendiente del bienestar de Matt que del suyo propio. No, no podía dejar que la matasen por su culpa, por su torpeza, por su falta de aplomo y disciplina. Afortunadamente, el segundo de los bastones aún mantenía su integridad. Con su radar operativo, aquél habría sido un tiro de una sencillez insultante. Sin él, no solo tenía que calcular perfectamente el lanzamiento, sino que además tenía que contar con la muy inferior calidad del arma que empuñaba. La consistencia y solidez de aquél trozo de madera era muy distinta de la de sus bastones de esgrima, fabricados y acondicionados “ex profeso” para ese tipo de tareas. El ángulo era demasiado complicado para asegurar un tiro directo. Estaba en mala posición para efectuarlo y, además, había demasiados obstáculos. Tendría que arriesgarlo todo a un certero tiro con rebote. Sólo de esa forma podía asegurar un impacto certero y suficiente para alejar el peligro de Elektra.

Señor... si alguna vez te he necesitado es ahora. Guía mi mano o no sé qué sería capaz de hacer

La pata de la silla salió volando de la mano de Matt Murdock en dirección a una de las paredes cercanas, rebotando en ésta y golpeando con total precisión la sien del atacante de Elektra. El sonido de su cuerpo desplomándose inconsciente contra el suelo y el repentino descenso de sus constantes tranquilizaron la conciencia del justiciero.  Sin embargo, su atacante inicial no tenía intención de cejar en su empeño. Con reflejos felinos se lanzó contra Murdock, quien tuvo serios problemas para esquivar sus golpes. El vibrante sonido emitido por cada zarpazo asesino le hizo deducir que su contrincante llevaba ahora un juego de tekagi-shuko en cada mano. Las garras artificiales le ofrecían un mayor alcance que el que tenía Matt, privado ahora de sus bastones. Afortunadamente, pudo ingeniárselas para evitar  los golpes manteniendo fija su guardia y desviándolos con certeros golpes en las muñecas y los antebrazos. Con todo, hablando en uno de eso términos pugilísticos que el abogado de Hell´s Kitchen tan bien conocía, su rival le tenía contra las cuerdas.

La intervención de Elektra no se hizo esperar y, rápida como el mismo pensamiento, se lanzó con una grácil pirueta contra el último de los agresores. Haciendo uso de su impresionante flexibilidad no tardó en realizar una compleja presa contra el ninja, encaramándose con destreza sobre sus hombros y apretando con fuerza su cuello con las piernas. Murdock supo que, si quería sentenciar el combate, aquél era el momento de asestar el golpe de gracia.

Matt notó como su ritmo cardiaco aumentaba rápidamente, cada una de las veloces pulsaciones en las venas de la sien. Sin embargo, no estaba nervioso, ni alarmado… Estaba furioso.

El primer puñetazo fue un contundente gancho en las costillas. Una izquierda demoledora que se abrió paso cortando el aire como un rompehielos. Murdock pensó en la asesina, atacándole mientras salía de los juzgados, poniendo en peligro su vida y su identidad.

- ¡Mi trabajo!

El segundo impacto fue un derechazo a la altura del estómago. Pensó en los ninjas mancillado la tranquilidad de su hogar, lanzándose contra ellos como una manada de hienas carroñeras.

- ¡¡Mi casa!!

El tercer ataque fue un nuevo izquierdazo, esta vez a la altura del hígado. A Murdock le habría sorprendido el hecho de que aquel hombre pudiese seguir sosteniéndose tras semejante castigo con el peso adicional y la presión de Elektra sobre él. Sin embargo, no era eso lo que pensaba. Ahora sólo podía fijar la mente en la sangre de Elektra cayendo sobre el parquet… en el recuerdo de un hombre sosteniendo a la mujer que amaba sobre el frío cemento.

Flashback:

“Mi amor”

- ¡¡MI CIUDAD!!

Murdock hizo lo imposible por contener su rabia, por no lanzarse contra aquel hombre y hacerle pagar todos los pecados que hubiese cometido en su vida y todos aquellos que no. Respiró con fuerza, apretó los doloridos nudillos hasta clavarse las uñas en las palmas. Alzando la mano hizo un último ademán, pero detuvo el golpe a tiempo y… con su cara a menos de un palmo de la del agente de la Mano se limitó a lanzar un breve grito de rabia contenida.

- ¡¡Aaaaaaarghhh!!

Puede que la hermana Maggie tuviese razón: “Los chicos Murdock llevaban el diablo dentro

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MensajeTema: Re: The Hell's Kitchen (Elektra) [13/03/2019]   The Hell's Kitchen (Elektra) [13/03/2019] Icon_minitime10th Junio 2021, 01:34

Por instinto se llevó la mano al hombro herido mientras asestaba una patada giratoria a una lámpara para hacerla caer en el camino del ninja y poder girarse a comprobar que Matt estaba bien. En medio del estrépito de la batalla no había podido escuchar el impacto seco que habían hecho las cuchillas al clavarse contra la madera reseca de la pata que el vigilante ciego sostenía en la mano, y las pulsaciones de su corazón se relajaron ostensiblemente al verificar que había podido pararlas, sólo para volver a acelerarse en señal de alarma cuando le vio arrojar el segundo bastón improvisado ligeramente desviado en su dirección, haciéndolo rebotar en la pared que tenía justo al lado para impactar contra... Se escuchó un sonido amortiguado, como el que produciría un objeto sólido al golpear contra algo duro envuelto en telas, seguido a continuación por el inconfundible ruido que hacía un cuerpo al desplomarse contra el suelo. ¿Tampoco se había dado cuenta de aquello? ¿Qué diablos le pasaba? Por desgracia no tenía tiempo para pararse a pensarlo, porque el ninja de los shurikens había sorteado su pequeño obstáculo y ahora se lanzaba directamente a por un Matt desarmado, atacándole con sus "manos de tigre". El abogado se estaba defendiendo bien, pero estaba claro que no le vendría mal un poco de ayuda, así que corrió hacia el último atacante y saltó, apoyándose en sus gemelos momentáneamente para darse el impulso necesario para rodearle el cuello con las piernas en una llave de tijera al tiempo que extraía un cable flexible de alambre de acero de entre sus ropajes y le envolvía la garganta en una mortífera presa, apretando desde arriba. Había esperado que Matt se retirase para dejarle terminar con el invasor, pero en su lugar, se sorprendió viéndole dirigirle un brutal gancho a las costillas con un grito airado:

- ¡Mi trabajo! -el segundo puñetazo se asentó justo a la altura del estómago mientras volvía a gritar por segunda vez-: ¡¡Mi casa!!

Un nuevo golpe, ésta vez en el hígado, al tiempo que la enumeración de los crímenes y delitos cometidos se continuaba a la espera de una sentencia final:

- ¡¡MI CIUDAD!!

¿Cuánto tiempo hacía que no le veía así de furioso? No podía recordarlo. Podría haber terminado con el sufrimiento del ninja con un tirón brusco al alambre que le agarrotaba la garganta, pero, sin saber por qué, se quedó inmóvil, permitiendo que el hombre al que amaba continuara descargando toda su ira y su frustración sobre aquél involuntario saco de boxeo.

Había algo que Elektra no admitiría jamás...

Amaba a Matt por su integridad, por su cualidad humana, por su compasión y su bondad. Era cierto. Pero había una parte dentro de ella, una parte oscura y retorcida, que desearía que él se volviera más frío... Que diera el último paso que le separaba de lo que ella era, para que la barrera definitiva se desmoronase del todo... Si él por fin la comprendía... Entonces... entonces quizá... podrían estar juntos...

Era un pensamiento del que se avergonzaba, tan egoísta como la mayoría de los deseos, y, al final, siempre primaba la razón. En el último momento recordaba que eran aquellos ideales los que le habían hecho enamorarse de él en primer lugar, y comprendía que nunca podría sacrificar aquella pureza por su beneficio propio. Nunca permitiría que Matt cayera en el mismo oscuro pozo en el que ella se veía condenada a arrastrarse, incluso aunque eso significara que tendría que continuar observándole brillar en el cielo sin poder llegar nunca a alcanzarle... Por eso, en el momento en el que el puño del vigilante vaciló a la hora de asestar el golpe mortal, ella se dejó caer hacia atrás con las manos por delante para apoyarlas en el suelo, llevándose consigo al ninja con el impulso y haciéndolo volar por encima de ella, arrojándolo con toda la fuerza de sus piernas contra la esquina de la pared. Se escuchó el estremecedor chasquido del hueso al romperse y el cuello se deslizó, laxo, hasta caer contra el suelo y disolverse en humo, al igual que el resto de sus compañeros.

- Matt... -más preocupada por él que por el shuriken que aún seguía enterrado en su hombro, se dirigió hacia su antiguo amante y se arrodilló junto a él, tomándole de la barbilla con suavidad para obligarle a mirar en su dirección con sus ojos ciegos.

Le dolía... le dolía mucho lo que iba a tener que hacer, pero no había otra salida... Lo que acababa de suceder había servido para disipar cualquier mínima duda que le pudiera haber quedado.

Por el bien de Matt, por su salud mental y su seguridad, ahora que estaba sin el radar... Aquello tenía que acabar.

- Matt -repitió, usando su voz para llamarle de vuelta del oscuro mundo en el que se había refugiado, acariciándole con ternura la frente para apartarle el cabello cubierto de sudor de los ojos-. Sé que estás herido, harto y cansado... Pero necesito que hagas una última cosa por mí... Tienes que subir a la azotea y tratar de escuchar... Si han llegado hasta aquí significa que Nina logró regresar junto a Kuroyama... Así que lo más probable es que la hayan rematado y ahora estén realizando la ceremonia de resurrección. Si puedes localizar dónde se encuentran podremos terminar con todo ésto... Y yo podré volver a marcharme de tu vida -concluyó, volviendo a revestir su voz y sus signos vitales de una tranquilidad fría que estaba lejos de sentir...

porque en realidad estaba llorando por dentro.

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MensajeTema: Re: The Hell's Kitchen (Elektra) [13/03/2019]   The Hell's Kitchen (Elektra) [13/03/2019] Icon_minitime12th Junio 2021, 23:14


Matt –Murdock atendió tras el segundo llamado. Elektra había dicho su nombre un poco antes, pero él había sido incapaz de escucharla. Tampoco era capaz de notar cómo alzó suavemente su barbilla, o la tierna caricia que le apartó el cabello de la frente. Su corazón aún bombeaba sangre como el motor de un fórmula uno. Se sentía perdido en la caótica maraña de sus pensamientos y constantess. Hizo un esfuerzo por relajarse y atenderla. Trató de respirar lenta y profundamente, de regular su cuerpo para recuperar la calma, tal y como Stick le había enseñado. No había demasiado tiempo para arrebatos de ese tipo… Había trabajo que hacer -. Sé que estás herido, harto y cansado... Pero necesito que hagas una última cosa por mí... Tienes que subir a la azotea y tratar de escuchar... Si han llegado hasta aquí significa que Nina logró regresar junto a Kuroyama... Así que lo más probable es que la hayan rematado y ahora estén realizando la ceremonia de resurrección. Si puedes localizar dónde se encuentran podremos terminar con todo ésto... Y yo podré volver a marcharme de tu vida – Elektra concluyó, volviendo a revestir su voz y sus signos vitales de una tranquilidad fría que estaba lejos de sentir...

¿Y qué pasa si no quiero que te marches de mi vida?

Pero, como era costumbre cuando estaban juntos, las palabras se perdieron en algún punto del trayecto entre su cerebro y su garganta. Matt se mantuvo unos segundos en silencio, tratando de hacerse consciente de todo lo que le rodeaba, de tomar de nuevo el control de la situación. La herida del estómago era tan sólo un corte superficial y, dadas las circunstancias, decidió no prestar atención a la del hombro. Parecía que no le había imposibilitado pelear, y para él con eso era suficiente por el momento. Matt apoyo su mano en el hombro sano de Elektra para levantarse, recordando en ese momento que ella también había sido herida durante el combate. Herida por defenderle a él, por arrancarlo de las manos de la muerte una vez más. Elektra era una de las artistas marciales más diestras que había conocido, y había tenido la fortuna y desgracia de topar con un buen número de luchadores hábiles. De hecho, era bastante posible que fuese la mejor que jamás había encontrado. Y, sin embargo, la habían herido por hacerle de niñera ¿Eso era lo que ocurría entre ellos? ¿Se hacían más débiles? ¿Tendría razón Stick y el sentimiento era un lastre para un guerrero? Murdock trató de apartar ese pensamiento de su cabeza como quien espanta una mosca demasiado molesta. Habían sido sus sentimiento, precisamente, los que le habían llevado a elegir aquella vida. Buenos sentimientos como la compasión, la solidaridad y el deseo de hacer justicia. Pero, y esto le costaba más reconocerlo, también malos. La rabia, la tristeza, el odio… Siempre se dijo que si era capaz de enfocarlos en una causa justa, si se evitaba cruzar ciertas líneas, seguiría siendo una buena persona. Sí, eso se decía. Pero, en noches como aquella, no podía evitar pensar que, tal vez, no era tan distinto de Elektra.

Matt buscó con la mano el botiquín que Elektra había traído para tratar la lesión del abogado. Tras unos pocos segundos de examen, no pudo más que constatar que no quedaba ninguna venda en el maletín. No le extrañaba. Raro era el día en que Matt Murdock no tuviese que hacerse algún chapucero remiendo para paliar los efectos de su agitada vida nocturna. Matt sonrió amargamente, pensando que el hecho de que aún siguiese vivo a esas alturas no podía más que ser alguna cruel broma de Dios. Con todo, tomó un bote de alcohol y se dirigió hacia donde estaba Elektra.

Con toda la delicadeza de la que fue capaz, extrajo el shuriken de su cuerpo y, vertiendo el contenido del bote en un paño, lo aplicó con cuidado en la zona afectada. Una vez terminó dicho proceso, se acercó con parsimonia a un pesado baúl situado junto al umbral de su habitación. Tras abrirlo y buscar un rato con el tacto, encontró el suave roce que estaba buscando. Con cierta ceremonia sacó una negra prenda del mueble. Se trataba de uno de los muchos pañuelos con los que Matt, a modo de máscara, se había cubierto el rostro durante sus primeras y chapuceras patrullas en Hell´s Kitchen. El desmañado conjunto que había usado cuando empezaron a conocerlo como “El Diablo de la Cocina del Infierno”. Se lo llevó a la nariz con disimulo, cerciorándose de que no había sufrido ningún deterioro. Con sorna se preguntó cómo nadie había sospechado de un hombre ciego al ver que, por aquella época, tenía los ojos completamente cubiertos.

Matt se acercó a Elektra y, de nuevo con cortesía y pulcritud, ató el pañuelo negro en el lugar de la herida, fabricando con ello un imprevisto vendaje.

- Puedes quedártelo- dijo él esbozando una media sonrisa- Al fin y al cabo… ya te debía uno.

Flashback:

Una vez hubo completado su tarea, Matt buscó su equipo de Daredevil entre la sombra perpetua en que se había convertido su apartamento. Con la solemnidad de un militar que viste su uniforme de gala fue ajustando una a una cada parte de su equipo: Pantalones, guantes, botas, máscara. Finalmente, guardó con un rápido gesto sus bastones en el protector, a la altura de la pierna y, con un gesto de cabeza, indicó a Elektra que le siguiera.



El ascenso a la azotea por la escalerilla de incendios fue, en cierto modo, liberador. El aire de la ciudad llenó los pulmones de Matt y el beso de la noche le reconfortó cuando acarició levemente sus mejillas. Solía subir allí antes de sus patrullas para comprobar el ambiente, para escuchar quién necesitaba con más urgencia la ayuda del Diablo Guardián. Aquella noche, sin embargo, la percepción de Murdock era muy distinta. Con su radar, el incesante cúmulo de sonidos y olores de la ciudad se organizaba con el flamígero baile de los edificios. “Una ciudad en llamas”. Sin duda, hoy Nueva York seguiría ardiendo, como siempre, pero Matt Murdock era incapaz de percibirlo. Apoyó su bota en el murete de la azotea y ladeó la cabeza ligeramente hacia la izquierda. Aquello siempre era lo más difícil de todo, discriminar, apartar los sonidos importante de los irrelevantes. Pese a que se trataba de un gesto inútil para un ciego, Murdock cerró los ojos tras la máscara.

Primero trazó un radio más cercano, buscando en los alrededores del edificio. Una mujer discutía con alguien que parecía su marido acerca de una cena familiar. El olor del puesto de perritos calientes de Robb Ahzid se filtraba a pocos metros de la discusión ¿Hasta qué hora trabajaba ese pobre hombre? Una discusión de borrachos se coló por el oído derecho de Matt, probablemente proveniente del Josie´s. Debatían acerca de algún suceso sin importancia, pero por el tono de los contertulios, parecía imposible que aquella situación no derivase en pelea. Un chico joven arañaba el asfalto con las ruedas de su monopatín mientras escuchaba hip hop con unos cascos inalámbricos. Matt percibió entonces un olor extraño, una especie aroma a polen y tierra mojada… parecía estar por toda la calle, quizás por toda Nueva York. Murdock conocía al dedillo su ciudad, todos sus olores y emanaciones, el sonido estático de cada maldita farola… Era la primera vez que olfateaba aquello. De súbito see sintió un poco mareado, la cabeza le dio vueltas por un microsegundo. Aquel olor húmedo y dulzón se clavó en su nariz hasta ascender prácticamente a su cerebro. Hizo lo posible por recomponerse, tratando de seguir la ruta mental que se había trazado en su particular patrulla sensorial. Un perro ladraba en la azotea de un edificio contiguo, los “Giants” anotaban en un televisor del segundo piso, unmuchachodiscutíaconsupadreunaparejacenabaenelquintopisounancianodabaconsubastónenelsuelo…

- ¡¡Mierda!!- espetó frustrado el justiciero mientras pateaba el murete con su bota carmesí.

Se había perdido. Con su radar aquello era mucho más fácil, pues tenía aunque fuese una esquemática representación visual de los lugares que transitaba. Sin él, era demasiado sencillo ahogarse en aquel mar sensorial, en ese termitero urbano donde convivían miles de vidas que era Nueva York. Dio un errático paseo por la azotea, maldiciendo en voz baja mientras trataba de recuperar el control. Aquello sería inútil, era imposible tal precisión sin el radar, volvería a perderse una y otra vez y quedarían a merced de la voluntad de esos asesinos. Necesitaba algo a lo que agarrarse, un punto de referencia, una brújula que le mostrase el camino a casa. Y entonces…

Matt se acercó lentamente a Elektra. Aunque, con frecuencia, quienes no conocían su secreto trataban de socorrerlo como a un ciego más, nunca había necesitado la ayuda de nadie. Los gestos habituales de un hombre ciego, como buscar el brazo o la mano de otro a fin de transitar un terreno difícil, se le antojaban inútiles más allá de la necesidad de mantener las apariencias. Aquello era distinto, necesitaba un punto de referencia, un estímulo familiar y conocido, un punto de salida. Matt tomó con suavidad el brazo de Elektra. Escuchó su respiración, tomó su pulso, memorizó su olor; el aroma de la sal y el viento del Egeo. Hoy Elektra sería la Ariadna de su Teseo, el hilo de oro que lo orientaría por su laberinto urbano.

Parecía que funcionaba… Siempre guiado por la nueva referencia, casi podía verse caminando por las calles. Sentía el calor de las emanaciones de las alcantarillas, el claxon de cada automóvil, la voz de cada transeúnte…

- Tachiagare-jū no jijo. Watashitachi wa fujun'na shi to sono akuma no owari to narimasu (Álzate de nuevo, sierva de la Bestia. Seremos el fin de la muerte impura y su diablo)

Daredevil no deba crédito a lo que estaba escuchando. No por las palabras del hombre que, deducía, sería Kuroyama. Había escuchado discursitos grandilocuentes de fanáticos cientos de veces, y poco le impresionaban ya. Fue el entorno lo que le hizo erizar la piel. El sonido de las cadenas, del cuero contrayéndose, el suave ulular de la lona, el olor rancio a sudor y sangre.

Matt no pudo evitar apretar con fuerza el brazo de Elektra, instintivamente, lleno de nuevo de una rabia apenas contenible.

- Elektra, sea lo que sea lo que tienen esos tipos contra nosotros… es bastante personal- Matt tragó saliva para tratar de aclararse la garganta- Están en el gimnasio de mi padre.

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MensajeTema: Re: The Hell's Kitchen (Elektra) [13/03/2019]   The Hell's Kitchen (Elektra) [13/03/2019] Icon_minitime27th Junio 2021, 01:50

No dijo nada cuando se levantó a coger el botiquín. La herida no era profunda pero sangraba profusamente. Soportó, también en silencio, la extracción del arma intrusa. Había sufrido heridas infinitamente peores, como la que le había atravesado la caja torácica para perforar su corazón. Aún así, el gesto fue tierno. Hacía mucho tiempo que él no tocaba su piel con tanta suavidad, y no pudo evitar preguntarse por qué los únicos instantes que podía robar entre sus brazos tenían que ser a costa de ella derramando su sangre. Le observó hacer con una expresión triste, recordando viejos momentos compartidos al calor del fuego, sabiendo que él no podría ver cómo le miraba ni distinguir lo que se reflejaba en sus ojos. Entonces tomó el pañuelo negro, trayéndole otro tipo de recuerdos. Los mismos que la habían asaltado en el callejón cuando le había arrebatado el suyo para proteger su identidad.

- Puedes quedártelo. Al fin y al cabo… ya te debía uno.

Sabía que se refería al pañuelo que le había quitado en el callejón, porque el pañuelo original, el que iba a regalarle aquél fatídico día, se lo había entregado al final, justo a tiempo para el entierro de su padre, pero, aún así, sintió que los ojos le ardían ante el recuerdo.

Era curioso... No había sido capaz de llorar cuando murió papá, ni siquiera durante el entierro, ni cuando descubrió que La Mano la había obligado a matar a su sensei, o mientras Tekagi la utilizaba y la llamaba "kunoichi" en el sentido más despectivo del término. Tampoco había derramado lágrimas al morir... No le habría dado esa satisfacción a su asesino. Pero, siempre que se encontraba con Matt, parecían querer brotar por sí solas sin que apenas pudiera controlarlas, como un reflejo de la tristeza que anegaba su corazón. Ésta vez se obligó a reprimirlas, haciendo un esfuerzo de voluntad para permanecer calmada y serena mientras él se ponía el traje, y, cuando hubo terminado, le siguió a la azotea.


Siempre se había preguntado cómo sería "ver" como lo hacía él, y, allí arriba, rodeados por el continuo estruendo del tráfico y los mil y un sonidos de la ciudad que nunca duerme, se lo preguntó una vez más. Debía de ser abrumador. Sólo que ahora no disponía más que de sus oídos para tratar de encontrar un orden en medio del caos. No podía ser fácil... y pudo comprobar, por su expresión y sus gestos de frustración que no se equivocaba.

- ¡¡Mierda!! -gritó, golpeando el antepecho del muro mientras la ciudad, ajena a todo, continuaba con su danza eterna; El sonido del viento golpeando sus ropas y arrastrando consigo las hojas y la basura por el suelo, el golpeteo de una ventana mal cerrada, el parpadeo de las luces estropeadas, el constante tic-tac del reloj de la fachada de la estación de autobuses cercana, la gente en su incesante devenir, la alarma de un coche que resonaba a lo lejos, los pájaros nocturnos, los gritos y discusiones de la gente...

Tener que subir allí, cada noche, a tratar de discernir los sonidos normales de los que no lo eran... Si no le conociera bien, pensaría que era un milagro que pudiera afrontar aquella locura diariamente y permanecer cuerdo, pero ella sabía que no era sino una más de las muchas manifestaciones de la increíble fuerza de voluntad del hombre al que tanto admiraba... y amaba.

Observó con impotencia cómo daba erráticos paseos por la azotea, deseando poder ayudarle de algún modo, aunque sólo fuera tomar su mano entre las suyas para transmitirle su apoyo, ya que no podía detener el flujo, pero no se atrevió a moverse. Ya se había acercado a él demasiado aquella noche. Demasiado para el bien de ambos. Tenía que distanciarse antes de...

El corazón se detuvo en su pecho cuando vio cómo se acercaba a ella. Se mantuvo quieta, sin atreverse a moverse, cuando tomó su brazo. Intuyó lo que estaba haciendo, lo que trataba de conseguir, e, inicialmente, los latidos se le aceleraron, pero logró controlarlos casi de inmediato, cerrando los ojos, acompasando la respiración, proporcionándole un ritmo estable, seguro, al que poder aferrarse, como el tranquilizante y cíclico rumor de las olas en el mar.

No, no podía detener el flujo para él, pero, gracias al riguroso entrenamiento que le había enseñado a controlar al milímetro las funciones de su cuerpo, podía proporcionarle un asidero sólido, una cadena con eslabones firmes que pudiera utilizar para regularlo.

Inspirar, espirar. Un autobús pasando por la calle. Un perro tironeando ansioso de la cadena de su dueño. Inspirar, espirar. El empleado de una empresa de reparto descargaba la carretilla llevando de vuelta al almacén los productos que no habían podido ser entregados. Inspirar, espirar. Su respiración se amoldó perfectamente a la de él, su cuerpo prolongándose a través del suyo como una extensión de su propio ser. Inspirar, espirar. Dos corazones latiendo al unísono. Inspirar, espirar. La gente entraba apresurada a la estación de autobuses para no perder el último transporte a casa. Inspirar, espirar. La luz del semáforo pasando de verde a rojo. Los tacones de una mujer resonando ruidosamente sobre el asfalto. Inspirar, espirar. Un chico hablando por el móvil con sus colegas. Un artista callejero pintando en la acera. Inspirar, espirar. Un violinista tocando en la entrada del metro. Un niño que corre tratando de alcanzar su balón. Inspirar, espirar. Una bolsa de la compra que cae al suelo derramando su contenido. El chico del móvil tropezando y cayendo. Inspirar, espirar. El viento llevándose consigo una rosa roja, vestigio del afecto de dos jóvenes amantes. Alguien maldiciendo porque se le ha derramado encima la bebida...

Y, por encima de todo, Daredevil navegando sobre todos aquellos sonidos, como un surfista dominando las olas con el apoyo de su tabla: Elektra.

Su férrea concentración se perturbó levemente, creando una disonancia en su respiración cuando notó cómo él le apretaba el brazo. Abrió los ojos para darse cuenta de que, en algún momento, no sabía cuándo... había entrelazado los dedos de su mano libre con los de él.

- Elektra, sea lo que sea lo que tienen esos tipos contra nosotros… es bastante personal -le dijo, afectado- Están en el gimnasio de mi padre.

Ella le miró sin pestañear, atónita. ¿Cómo podían saber...? Aquél gimnasio llevaba cerrado años. Era un milagro que no se hubiera derruido ya para construir en su lugar un moderno edificio de oficinas o un banco. Desde luego, no le había hablado nunca de aquél lugar a Nina, y no era algo que saliera fácilmente si hacías una búsqueda rápida de Matt Murdock. Y lo que era peor... Inicialmente había pensado que aquello era una venganza personal de Nina hacia ella por haberla dejado morir... Pero ahora ya no estaba tan segura. Ahora parecía una venganza personal hacia Matt, y aquello le enervó la sangre. Liberando el vínculo, tanto emocional como físico, que la había mantenido unida a él, se encaramó al murete y se volvió.

- ¿Vamos?

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MensajeTema: Re: The Hell's Kitchen (Elektra) [13/03/2019]   The Hell's Kitchen (Elektra) [13/03/2019] Icon_minitime11th Julio 2021, 20:08


- ¿Vamos?

La pregunta había sido una simple formalidad. Matt podía notar en Elektra la misma ira y determinación que invadía su ser. Sus cuerpos se precipitaron casi al unísono contra el vacío, como dos atletas cayendo sincronizados tras el último salto de trampolín. No necesitaba el radar para aquello. Esa era su ciudad, su patio de juegos, su gimnasio particular. Conocía la ubicación de cada edificio, canalón o asta de bandera. Ni siquiera debía trazar una ruta mental, su cuerpo se movía por mero instinto, cada sacudida de su sistema nervioso estallaba al instante contra sus músculos. Matt y Elektra avanzaban por las azoteas sorteando cada obstáculo, cruzándose y adelantándose por cada improvisado asidero sin estorbarse, notando él en sus manos enguantadas la presión del cemento y el metal, balanceándose, dejándose mecer por la inercia y la gravedad.

Un extraño momento de anticipación y nerviosismo precedió a la entrada en el gimnasio Fogwell. Hacía bastante que Matt no entraba allí, aunque hubo un tiempo en que sus visitas eran casi diarias. Ya se trataba de un lugar en decadencia cuando Jack el Batallador entrenaba en ese lugar marcado por la historia de unos pocos éxitos que hacían a los jóvenes de Hell´s Kitchen imaginar un futuro algo más brillante. No podía llevar cuenta de las tardes que había pasado allí, tanto antes como después de perder la vista, haciendo los deberes, jugando entre los sacos o, simplemente, esperando que su padre terminase sus entrenamientos. Una pequeña familia de hombres duros, cada uno con su historia, con Matt como la pequeña mascota del gimnasio, correteando y haciendo el trasto por ahí.

Había pasado mucho tiempo, pero poco había cambiado. El leve tintineo de las cadenas, el olor rancio del cuero y el sudor... Un santuario al pasado, una parte de la historia viva de la Cocina del Infierno. Un templo mancillado por la presencia de la Mano. No le hizo falta entrar para percibir, también, el olor a incienso, aceites y demás parafernalia mística que la secta empleaba en sus rituales de resurrección. Matt había tenido la oportunidad de estar en uno hacía tiempo, parecía que una vida, el momento en que, sin saberlo él, Elektra había vuelto a la vida… Había vuelto, sí, aunque no podía decirse que la hubiese recuperado.

Flashback:


Ese recuerdo echó aún más combustible al fuego que ardía en su interior. Ellos sabían de sobra que venían, no había ningún motivo para ser sigiloso. Con una patada derribó la puerta de esa segunda casa y las viejas bisagras cayeron al suelo como los casquillos de una bala.

Allí, tras uno de los vetustos cuadriláteros, aguardaban ya la mujer que le había atacado junto a un hombre de considerable estatura que Matt no conocía. Su corazón latía como el de un buey y su respiración era regular y pesada.

- Yōkoso. Idaina Kuroyama ga anata no shi no basho ni anata o kangei shima… (Bienvenidos. El gran Kuroyama os da la bienvenida a lugar de vuestra mue…)

- Me interesan bastante poco tus devaneos místicos- Matt giró la cabeza hacia donde estaba Elektra- Ocúpate de tu amiga...

Aquel era un lugar de esfuerzo y sacrificio, un lugar de hombres recios, donde venían a buscar fortuna quienes no tenían nada que perder, al que sólo entraban quienes eran capaces de encajar los golpes más duros, de otros y de la vida. Y nadie de la calaña de esos tipos era digno de poner un solo pié allí.

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- Yo voy a enseñarle a este pedazo de mierda cómo tratamos a los de su clase en el Fogwell´s.

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MensajeTema: Re: The Hell's Kitchen (Elektra) [13/03/2019]   The Hell's Kitchen (Elektra) [13/03/2019] Icon_minitime25th Julio 2021, 02:04

Si había algo que Elektra adoraba, era volar sobre los tejados de Nueva York. Ya desde que era una jovencita abrumada por las obligaciones que correspondían a la hija de un embajador y el peso de las expectativas que su padre había volcado sobre ella, escaparse por las noches para hacer parkour por los rascacielos neoyorkinos había sido siempre la forma más pura de liberación. No había nada como sentir el viento cortante sobre el rostro, la sensación de ingravidez, la adrenalina, el peligro, y el transitar de las incontables almas que pululaban abajo ignorantes de su presencia en los cielos para sentirse... libre.

Pero a pesar de lo mucho que le gustaba, cuando lo hacía sola había siempre una sensación de ausencia, de algo incompleto. Sólo cuando se lanzaba al vacío con Matt la experiencia resultaba completa. Y, entonces era, sencillamente, perfecto...

The Hell's Kitchen (Elektra) [13/03/2019] Elektra-y-matt

Juntos, surcaban los cielos en total sincronía, como si se tratase de los estudiados pasos de una danza. Se conocían tan bien que se complementaban a la perfección, sin estorbarse en ningún momento, adivinando de antemano los movimientos del otro, fluyendo juntos como las aguas de un mar carmesí, componiendo una sinfonía perfecta.

Cuando estaba con él, en el cielo, se sentía completa, en paz.

Matt siempre había sido y sería, su otra mitad. Y, aún así, siempre se las ingeniaba para apartarlo de su lado, condenándose, una y otra vez, a una eterna búsqueda de consuelo en los brazos de desconocidos sin nombre que jamás podrían llenar el vacío de su alma como lo hacía él.

Así, a pesar de lo dramático de la situación, y de los peligros que se disponían a afrontar, se permitió disfrutar una última vez de aquél vuelo junto al hombre al que amaba, cerrando los ojos y dejándose llevar por las innumerables sensaciones, a sabiendas de que podrían pasar años hasta que se volvieran a encontrar de nuevo, y que, cuando por fin ocurriera, bien podrían estar, una vez más, en bandos opuestos...

Finalmente, descendieron frente al decrépito edificio, noble vestigio de otro tiempo. Era bastante sorprendente que no lo hubiesen demolido para hacer un centro comercial. Compartió una mirada inquisitiva con Matt para preguntar, sin palabras, si debían encontrar una manera de colarse sin ser detectados. Él notó su movimiento y adivinó la intención, aún sin verla, haciendo un gesto de negación con la cabeza. Elektra asintió. Por lo general no le gustaba recurrir a la aproximación directa, pero confiaba en él. Tenía que admitir que la asustaba lo que con toda certeza les estaría aguardando dentro... No por cobardía, sino porque sabía que tendría que enfrentarse, cara a cara, con uno de sus mayores fracasos hasta la fecha.

No se equivocaba. Volver a mirar a Kuroyama a los ojos fue como volver a revivir, agónico segundo a agónico segundo, los largos minutos que había tardado en arrancarle el corazón a Nina. Miraba la hoja de su katana y sólo veía sangre... sangre y fuego.

Sólo que Nina ya no estaba muerta, sino que se erguía con una malévola sonrisa tras su dueño.

Le habría gustado hacerle a Kuroyama lo mismo que él le había hecho a Nina; clavarlo con sus sais contra el suelo mientras usaba la katana para cortar y astillar hueso, carne y músculo hasta llegar al corazón y arrancárselo en una explosión de sangre mientras se deleitaba en sus gritos, pero Matt había reclamado la presa, dejándole a Nina a ella... Y sabía que era preferible así. Nina era su error, y debía solucionarlo ella. Lo mínimo que se merecía la que una vez fue una chiquilla buena y dulce era que le devolviera la paz que tan violentamente le había sido arrebatada.

Kuroyama saltó del ring para cargar hacia Matt, haciendo girar en sus manos la cadena de su kusarigama. Detrás de Nina había cinco ninjas más, todos armados con katanas. Elektra desenvainó la suya propia de la funda que llevaba a la espalda.

- Ésta vez, cuando te traigamos de vuelta, reemplazaremos tu mano por la garra del demonio de Oni-Shima -empezó Nina-. De ésta manera La Mano tendrá control completo sobre ti, Elektra.

La rubia cogió impulso y saltó sobre las cuerdas del cuadrilátero, impulsándose hacia arriba con la espada por encima de la cabeza, con la intención de partirla por la mitad. Elektra bloqueó el golpe descendente con su propia espada, propinándole un puñetazo con la mano libre. Nina rodó sobre sí misma hacia el cuadrilátero, y, agarrándose a las cuerdas, trató de propinarle una patada doble al estómago, pero Elektra la evitó con un salto mortal hacia atrás.

- Tienes que morir y renacer -siguió diciendo la ninja resucitada-. Entonces volverás a ser una de nosotros y habrás cumplido con tu destino.

- Te equivocas en todo, Nina -replicó Elektra con calma un segundo antes de abalanzarse hacia ella. Nina intentó zambullirse con la espada por delante para ensartarla, pero la griega simplemente saltó por encima de ella, realizando un corte directo con la katana antes de aterrizar, ágilmente, a su espalda-. Y tu primer error ha sido pensar que podrías derrotarme.

De la espada extendida a su derecha, goteó sangre. Tras ella, la cabeza de Nina se desprendió limpiamente de su cuello, aterrizando en el suelo con un sonido sordo un segundo antes que el resto de su cuerpo. Elektra ni siquiera pestañeó. Ya había llorado por ella todo lo que se podía llorar, y ésta vez, al cortarle la cabeza, se había asegurado de no tener que hacerlo más.

La reacción de los restantes ninjas no se hizo esperar, pero Elektra estaba preparada cuando se lanzaron a por ella. El primer corte de su espada segó una pierna a la altura de la ingle, sabiendo que el asesino se desangraría en cuestión de segundos. El segundo tajo escindió a otro ninja en dos mitades, haciendo que el torso cayera al otro lado de las cuerdas. Con una patada voladora golpeó violentamente la cabeza del tercero, haciendo que se doblara hacia atrás con un ominoso chasquido de las vértebras del cuello, y, girando sobre sí misma nada más aterrizar, arrojó la katana contra el cuarto atacante, atravesándole directamente el corazón. El quinto ninja corrió hacia ella mientras desenvainaba los sais; desplazándose hábilmente hacia un lado, trabó la empuñadura de la espada con la hoja izquierda al tiempo que le atravesaba el cuello lateralmente con la derecha.

En cuestión de minutos, todo había terminado.

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MensajeTema: Re: The Hell's Kitchen (Elektra) [13/03/2019]   The Hell's Kitchen (Elektra) [13/03/2019] Icon_minitime1st Agosto 2021, 01:54





Era un hombre grande, de eso no cabía duda. El tacto del viciado aire que generaba girando su Kusarigama golpeaba el rostro de Matt gracias a sus sentidos aumentados. El sonido de la cadena se mezclaba con el leve vaivén de las de los sacos de entrenamiento. Kuroyama, sin duda, trataba de mantener la pelea a una distancia prudente. Matt se preguntó si el Shinobi se sentiría más inseguro de sus habilidades de lo que le gustaba cacarear. No le importaba. No le dejaría tomar la iniciativa ni le permitiría fijar el ritmo de la pelea. Habían usurpado su casa dos veces en aquella noche. Ese era el gimnasio de su padre y mientras estuvieran en él pelearían bajo las reglas del Fogwell´s.

La cadena se convulsionaba como un látigo con cada sacudida de aquel coloso. Se hundía con fuerza en las columnas y paredes para, con una facilidad pasmosa, desclavarse de nuevo al reanudar su serpentina danza mortal. Matt no se dignó a cambiar su postura un ápice. No desenfundó los bastones, no hizo ninguna exhibición acrobática para sortear los ataques. El numerito de Kuroyama no era más que… eso, un numerito. Matt estaba seguro de que una mole de semejantes características estaría acostumbrada a imponer su ley a través de la intimidación. Su imponente aspecto sin duda haría a muchos fanáticos de la Mano, sólo leales a la fuerza y su descerebrado ideal, tomarlo por un gran guerrero. Pero Matt había aprendido el verdadero camino de luchador. Desconocía si su rival estaba al tanto de la pérdida de su radar. Sí pudo suponer que pretendía enturbiar sus sentidos a través de los espasmos de la cadena. Craso error, pues no sólo se encontraba en un lugar que conocía como la palma de su mano, sino que esa misma noche ya habían intentado someterle con tal estrategia.

Un grave error.

Matt se adelantó rápidamente tras uno de las violentas sacudidas de Kuroyama. Afortunadamente, la cadena debía manipularse con dos manos, por lo que su rival no tuvo posibilidad de defensa contra el potente uppercut del vigilante. Cuando sus nudillos impactaron contra la barbilla del shinobi, Matt sintió que golpeaba una pared de cemento. Su dolor era irrelevante, sólo importaba el que pudiera infringir a su oponente. Aún tuvo tiempo de dar una rápida serie de puñetazos contra las costillas y el hígado de Kuroyama. La respuesta del otro no se hizo esperar. Los puñetazos no parecían estar haciendo el efecto deseado. Había infravalorado la resistencia al dolor de aquel hombre e iba a pagar caro su error. Con un raudo movimiento, aquella mole de músculos rodeó el cuello de Matt con la cadena de la kusarigama. El diablo guardián hizo todos los esfuerzos posibles por desasirse de la presa, pero el empuje de su oponente era demasiado poderoso para que pudiera resolver la situación a base de fuerza bruta.

Fingiendo debilidad, dejó caer los brazos y se hincó de rodillas en el suelo. Pudo escuchar como el latido de Kuroyama bajaba de frecuencia a medida que aflojaba su agarre, considerando sin duda que había terminado con la vida de Daredevil. En ese instante, Matt aprovechó su posición para impulsarse con las piernas y golpear de nuevo la barbilla de Kuroyama con su cabeza. El inesperado golpe hizo perder el equilibrio momentáneamente al ninja, lo que dio tiempo a Matt para arrebatarle la cadena y lanzarla lejos de allí.

Aunque se había tratado de un golpe contundente, Kuroyama no tardó en recuperar la compostura y, al tiempo que Matt apartaba la cadena, desenfundó raudo su Katana.

- No- dijo Matt recuperando el aliento- Basta ya de truquitos.

Los tajos y estocadas de Kuroyama eran rápidos, pero Matt los había enfrentado mucho más veloces. Seguía siendo un hombre grande y, aunque su alcance era temible, los ataques eran amplios y previsibles. Los golpes recibidos habían hecho más mella en Kuroyama de lo que parecía y Matt ya era capaz de notar un leve resuello tras cada embestida. Con varias esquivas gráciles fue alejándose de Kuroyama, haciéndolo avanzar, bailando al ritmo que el diablo buscaba. Incluso privado de radar podría señalar cada objeto de aquel gimnasio por orden alfabético. Frustrado por lo inútil de sus ataques, Kuroyama lanzó una violenta estocada contra el demonio de la Cocina del Infierno. El acero de la katana se clavó limpio, hincándose palmo a palmo hasta casi la empuñadura. La punta de la misma sobresalía a medida que se abría paso por el tierno interior. Si el objeto en que se estaba clavando hubiese sido el cuerpo de Matt Murdock, el combate habría quedado sentenciado. Para desgracia de Kuroyama, había ensartado su arma contra uno de los sacos de entrenamiento.

- ¿Es que quieres practicar con el saco?- dijo el diablo con ironía- Es cierto que te hace un poco de falta.

Con un rápido giro, el mango de la Katana abandonó las manos de Kuroyama. Su primer instinto fue apartar el saco y abrirse paso hasta Murdock, pero el vigilante de Hell´s Kitchen ya había previsto ese movimiento. Empujó aquel peso muerto con todas sus fuerzas, golpeando a Kuroyama en el pecho y haciéndolo tambalearse hasta casi caer de espaldas. Matt no desaprovechó la oportunidad y se sirvió de la ventaja para lanzarse contra el oponente. Era un hombre grande y fuerte. Kuroyama necesitaba gastar mucha más energía para mover ese enorme corpachón; se cansaría rápido. Desprovisto de sus armas, o al menos sin tiempo para hacer uso de ellas, el ninja era muchísimo menos peligroso, lo que no implicaba que fuese del todo inofensivo. Por cada fallido golpe de su rival, Matt aprovechaba para aplicar el castigo. Abdomen, pecho, costado… La gente pensaba que, en el boxeo, lo más importante es acertar los golpes en la cara. Pero, contra un rival así, la estrategia más inteligente era destrozarle el cuerpo. Cada impacto hacía mella en el cansado  Kuroyama. Era irrelevante qué tipo de ventaja le hubieran dado las execrables artes de la Mano. Para lo único que le servirían es para prolongar el combate un poco más.

- ¡Sube esa guardia!- espetaba Matt mientras, tras una sencilla esquiva, clavaba su jab de derechas en el rostro del contrario- ¿Es que estás clavado al suelo?- preguntó mientras hacía que un hook de izquierda impactara contra la boca del estómago del aturdido Kuroyama- ¡Vamos! ¡El saco devuelve mejor los golpes que tú!

Un rabioso Kuroyama lanzó un potente gancho contra Murdock. Daredevil no hizo nada por esquivarlo o bloquearlo. La fuerza del impacto le hizo sentir que iba a arrancarle la cabeza de cuajo, pero pudo mantener el equilibrio sin caer. Podía notar el salado sabor de su propia sangre inundándole la boca.

- Gōman'na yarō… (Bastardo arrogante…)- espetó Kuroyama mientras recuperaba el aliento.

Murdock volvió a su posición y, dirigiendo el rostro hacia donde calculaba que estaría el de Kuroyama, sonrió mostrando una enorme hilera de dientes ensangrentados.

- Ittai nani o waratte iru no? (¿De qué demonios te ríes?)

Matt tomó aire y lanzó contra el rostro de Kuroyama un buen escupitajo de sangre. Ahora le sería incluso más fácil seguir los movimientos de Kuroyama. Puede que hubiese perdido su radar, pero el resto de sus sentidos seguían funcionando perfectamente. Mejor que nunca, de hecho. Y Matt Murdock conocía bien el olor de su propia sangre. El asombro se sumó a fatiga del Shinobi, momento que Matt aprovechó para seguir con su lluvia de puñetazos.

- Te crees muy fuerte- seguía hostigándole- Solo porque estás acostumbrado a ser el tipo más grande- Matt seguía percutiendo sin descanso aquella máscara empapada en su propia sangre- Porque has peleado con quien no sabía devolverte los golpes- la lluvia de impactos seguía sin descanso. Matt no podía dejarse vencer por la fatiga, no podía dejar ningún tipo de hueco para que Kuroyama se recuperase- Pero, te lo aseguro… me han pegado mucho más fuerte- Kuroyama se había convertido casi en un pelele que recibía sin respuesta los puñetazos de Murdock. Aunque aún se esforzaba por devolver alguno, para Matt no era más difícil esquivarlos que un ejercicio de cuerda- Estás acostumbrado a exhibirte delante de tus amos como una maldita estrella del rock. Pero esto no es un escenario... esto es el Fogwell´s… esto es la calle.

Kuroyama avanzó contra Murdock a trompicones, alzando sus enormes brazos en dirección al diablo guardián. Matt le dejó hacer. Era el momento de poner fin a aquella triste imitación de una pelea.

- Bienvenido a la Cocina del Infierno, hijo de perra.

Matt lanzó el último gancho como si quisiera salir disparado hacia el techo. La mandíbula de Kuroyama se resquebrajó como un jarrón de porcelana china. Su cuerpo cayó al suelo como un árbol recién talado. Matt comenzó a respirar hondo, trantando de relajarse, de volver a poner sus sentidos en sintonía con el ambiente. Apenas se había preocupado de la pelea que Elektra estaba teniendo a unos pocos metros. Tampoco es que le preocupase, era imposible que aquella tal Nina supusiese un problema para Elektra Natchios.

- Te equivocas en todo, Nina - la escuchó decir. Sus constantes eran tan regulares y su respiración tan calmada como de costumbre. Matt escuchó el avance de Nina en desesperada carga final contra Elektra, pero antes si quiera de que Murdock pudiese advertirla, su compañera de batalla ya había ejecutado una grácil silueta rebasando la posición de la atacante pero… el final de aquella maniobra terminó siendo bastante distinto al que podía haber imaginado.
-. Y tu primer error ha sido pensar que podrías derrotarme.

Escuchó el gélido silbido de la hoja.

Escuchó la cabeza de Nina golpear el suelo.

Llevada por la inercia de la caída, ésta rodó hasta detenerse a escasos metros de Matt. El pútrido olor a azufre llenó las fosas nasales del diablo de Hell´s Kitchen, el familiar hedor de los esclavos de la mano. Matt se quedó paralizado, completamente aturdido, incapaz de reaccionar, de ejecutar algún movimiento. Elektra ya había entablado combate con un nuevo grupo de enemigos, pero para Matt era como si aquello estuviese ocurriendo a más de cien kilómetros.

“Por Dios, Elektra… ¿Qué has hecho?”

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MensajeTema: Re: The Hell's Kitchen (Elektra) [13/03/2019]   The Hell's Kitchen (Elektra) [13/03/2019] Icon_minitime9th Agosto 2021, 00:32

- Bravo, querida -una voz tranquila y pausada resonó en la quietud súbita del gimnasio-. Acabas de segar la mala hierba que habría terminado por ahogar el tronco de la planta. Ha sido una buena elección.

Los dos antiguos amantes se volvieron hacia la dirección de donde había procedido el sonido. En la puerta había un hombre enfundado en una armadura tradicional de samurai de color rojo con una pintoresca máscara de demonio que le cubría toda la parte superior del rostro y la cabeza. Tras él, había un grupo bastante numeroso de ninjas de la Mano que se fueron distribuyendo lentamente en torno a Elektra y Matt, formando un círculo amplio en posición de guardia, pero sin iniciar ningún movimiento agresivo. La ausencia de sentido radar unido al shock por lo que la griega acababa de hacer habían impedido al justiciero percatarse antes de su presencia, pero ahora pudo notar perfectamente como la mujer retrocedía espada en ristre hasta situarse a su lado.

- En cambio tú, Daredevil, veo que aún te aferras a los estúpidos ideales de la juventud. Esa noción infantiloide y ridícula de "justicia" -continuó el samurai, en el mismo tono reposado carente de inflexiones, refiriéndose al hecho de que no había sido capaz de acabar con Kuroyama.

Al escucharle, a Matt le embargó una sensación extraña... familiar. Pero no fue capaz de identificarla.

El samurai hizo un gesto y varios de sus hombres se dirigieron al caído Kuroyama para reanimarle, forzándole a ponerse de rodillas ante su señor. Mientras tanto, los ninjas que rodeaban a Elektra y Matt empuñaron sus armas, dando a entender que atacarían si trataban de intervenir.

El hombre del kimono rojo se aproximó con parsimonia al gigante abatido.

- Di órdenes específicas de no atacar a Daredevil. ¿Por qué has desobedecido? -preguntó en japonés.

El hombre hizo todo cuanto pudo para poder responder a través de la sangre que impregnaba su boca y la mandíbula rota, pero, sorprendentemente, lo consiguió, a costa de un gran esfuerzo.

- Queríamos... traer a "Muerte Mancillada" de vuelta... a nuestra Orden... y sus caminos...

- No -le corrigió el samurai con perfecta calma, acuclillándose ante él para mirarle a los ojos desde su posición arrodillada-. Queríais hacerle daño a través de él. Cuando me puse al frente de la Orden os dije... que os la traería de vuelta. Pero ésta... no era la manera. Todo ésto ha sido un lamentable despliegue indigno y carente de honor. Ella no tiene culpa de no ser capaz de apreciar la verdad de nuestros caminos. Su padre, el embajador, la crió en una burbuja protegida y aislada del resto del mundo, confundiendo sus pensamientos con mitología y nociones de cuentos de hadas sobre el bien y el mal, y Daredevil la ha intoxicado con sus ideales imposibles.

Junto a Matt, Elektra se quedó mirando al enigmático líder de La Mano con el entrecejo fruncido.

- ¿De qué me conoces? -quiso saber, pero el hombre la ignoró y continuó dirigiéndose a Kuroyama.

- Os dije... que nadie más que yo podía traerla de vuelta... y tú y tu lamentable marioneta me habéis desobedecido de manera intencionada. Eso es algo que no se debe permitir, de lo contrario, el orden se tornaría en caos y nos volveríamos bestias sin control.

El samurai se puso en pie, desenvainando la katana que llevaba al cinto. Al entender lo que estaba a punto de ocurrir, Kuroyama apretó los puños, tratando en vano de deshacerse de los ninjas que le sujetaban.

- ¿Vas a dejarlos vivir?

- El mundo es un jardín salvaje -comentó, ausente, pasando con delicadeza la yema enguantada del dedo sobre el filo de la hoja-. Hay belleza en la dualidad. El bien y el mal se entrelazan como serpientes, aunque entiendo que es un concepto demasiado complicado para que un animal como tú lo entienda. Llegará el momento en el que nuestros caminos se crucen de nuevo, pero éste no será el día.

La katana se alzó en el aire.

- ¡No! -gritó Matt, saltando por encima de los ninjas sin que Elektra pudiera impedírselo. Los guerreros de La Mano estrecharon rápidamente el cerco en torno a él, pero el samurai los detuvo con un gesto.

- No, dejadlo... No intervengáis -dijo, señalando al justiciero con la espada a modo de invitación-. Yo me encargaré de él. De diablo a diablo...

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MensajeTema: Re: The Hell's Kitchen (Elektra) [13/03/2019]   The Hell's Kitchen (Elektra) [13/03/2019] Icon_minitime18th Agosto 2021, 02:37




Había sido un estúpido. El shock emocional por la última acción de Elektra había terminado por romper su equilibrio interior. En aquel instante, Matt Murdock era todo lo que Stick siempre le había dicho que no fuera. Mientras se lanzaba al combate contra aquel nuevo oponente casi podía escuchar sus hirientes pullas en la cabeza.

“Brillante movimiento Mattie”

Sin tiempo para reflexionar, para detenerse a pensar la razón de esa extraña sensación de familiaridad para con ese hombre, para estudiarlo y pensar la forma de ganar. Ni siquiera de ganar, de sobrevivir. Con sus fuerzas mermadas por todos los combates de la noche y sin su radar. No sólo debía enfrentar a un enemigo al que no conocía (¿Era así?). Debía, además compensar su nueva e irritante debilidad.

El primer golpe le recorrió la espalda como una descarga eléctrica. Como no podía ser de otra forma, el burdo y evidente ataque de Matt fue fácilmente esquivado. Como quien entrena a un niño, el hombre se apartó y castigó el error de Murdock con un potente golpe con el dorso de su katana. Si hubiese querido, Matt ya estaría muerto.

- Cuántas decepciones en una sola noche- habló de nuevo el líder- No sólo soy deliberadamente desobedecido- siguió mirando a Kuroyama- sino que tengo que ver en este lamentable estado al gran Daredevil. Tus habilidades no se corresponden con el peso de tu leyenda.

Matt se levantó con dificultad. La espalda le ardía, uno de los poco conocidos efectos secundarios de su tacto mejorado, todo le dolía infinitamente más. Apretó los dientes y consiguió al fin ponerse en pié, sintiendo el sabor de su propia sangre.

- Estás lleno de orgullo, diablo- continuó el hombre de la máscara mientras, con la espada separada del cuerpo, comenzaba a andar en círculos lentamente- Pero ese orgullo no está a la altura de tu destreza. Vamos- le increpó- el siguiente golpe es tuyo.

Matt tomó un tiempo para serenarse. Trató de escuchar el leve roce del calzado contra el suelo, el tenue silbido de la espada. Extrajo sus bastones de las fundas, aquello ya no era una chulesca exhibición para enseñar respeto a un patán, aquel hombre sabía lo que hacía. Con un rápido movimiento, juntó ambos extremos de los bastones para convertirlos en un único “bō” que inmediatamente elevó a la altura de su rostro, en paralelo con el resto de su cuerpo.

- ¿No?- siguió burlesco el adversario- Como desees. Seré yo quien tome la iniciativa.

Era rápido, muy rápido. Apenas pudo percibir el momento en que sus pies se elevaron del suelo para iniciar la carrera. El primer bloqueo fue más fruto del reflejo que de la anticipación. El metal de la katana retumbó contra el del bastón haciendo que Matt apretara aún más los dientes.

- La canción del acero- dijo entonces el hombre de la máscara- Una música hermosa ¿No crees? Aunque me deshonras con este instrumento infantil.

La Katana volvió a elevarse y Matt apenas tuvo tiempo para hacer un bloqueo horizontal con su bastón. La espada bajó con la fuerza de un martillo neumático, separando el bastón en su junta con precisión y parándose a escasos milímetros del rostro del justiciero. De nuevo, el diablo estaría ya muerto si su oponente lo hubiese querido. Aquel control, lejos de calmarle, lo alarmó aún más por la muestra que daba sobre su destreza.

De nuevo, con una rapidez inaudita, el enmascarado dio vuelta a su katana y, con el extremo de la empuñadura, asestó un contundente golpe en el estómago de Murdock. El justiciero se puso en guardia rápidamente, adoptando una pose defensiva con ambos bastones. Las estocadas de su rival no se hicieron esperar y Daredevil se apresuró a bloquearlas con varios movimientos mil veces ensayados. Se percató que si estaba manteniendo mínimamente el ritmo era por los reflejos residuales de su adiestramiento, y no por un auténtico plan. No llevaba la iniciativa del combate y no parecía que fuese a hacerlo.

- Kali- masculló el enemigo sin cesar en su acoso- Predecible… Cualquiera de mis Genin podría ocuparse de ti sin sudar- previendo una primera iniciativa de Matt, el guerrero se apartó y volvió darle un fuerte golpe con el canto de la espada, esta vez en el hombro herido. Matt no pudo contener un grito de dolor y, pese a sus esfuerzos, soltó uno de los bastones y cayó al suelo hasta hincarse de rodillas. El hombre se acercó y tocó su barbilla con la punta de la espada- Debería darte muerte ahora mismo, pero no eres digno de que tu sangre bañe mi espada. Sería una deshonra.

- Tú…- dijo Matt entre jadeos-… ¿Tú quién eres para hablar de honor? Al frente de un grupo de fanáticos…-tuvo que contener un nuevo grito y tragar saliva, aunque fue más sangre lo que tragó-… que venden su alma a un culto impío… sólo porque son demasiado cobardes para aceptar la muerte del guerrero.

El hombre quedó un instante en silencio. Algo debía reconocer a aquel hombre. Pocos tenían tanto coraje en la derrota y ante la perspectiva de una muerte inminente.

- ¿Y tú? ¿Quién eres para reivindicar como tuyo el camino del guerrero? Te crees el azote del mal, pero eres incapaz de hacer lo que es necesario para erradicarlo. Nos llamas fanáticos, pero con tu actitud y acciones demuestras seguir pegado a una superstición absurda mientras, con arrogancia, desprecias a quienes se rinden a fuerzas incomprensibles pero palpables. No has renunciado a tus sentimientos, a tu identidad. Tu lucha no es justicia, sino mero egoísmo, Daredevil ¿Un “hombre sin miedo”? No me hagas reír… Sólo quien no tiene nada que perder puede jactarse de haber vencido al miedo- comenzó su caminata, arrastrando con delicadeza el filo de la katana por el suelo, casi como si lo guiase en la trayectoria con un camino de miguitas de pan. Finalmente, se puso tras la vencida y arrodillada figura de Kuroyama. Matt se percató de que él y su antiguo oponente se encontraban en la misma postura- Te lo demostraré.

La hoja fue veloz, limpia. La cabeza de Kuroyama rodó por el suelo en una desagradable imitación de la de Nina. Matt emitió un quejido sordo, apretó los dientes, notó como la sangre goteaba de forma delicada por su barbilla.

- Más te vale…- gruñó- ... matarme ahora mismo porque… si no… Te juro que te encontraré… y entonces te arrepentirás de no haberlo hecho…

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MensajeTema: Re: The Hell's Kitchen (Elektra) [13/03/2019]   The Hell's Kitchen (Elektra) [13/03/2019] Icon_minitime20th Agosto 2021, 02:01

Elektra no tenía ni idea de quién era aquél hombre que tan bien parecía conocerla. Nunca antes le había visto en sus más que numerosos encuentros con La Mano, aunque había algo en él... que le resultaba familiar. En la manera en la que se había dirigido a ella, con aquél apelativo que sonaba más personal de lo que debería; en su forma de hablar, de moverse...

No, no sabía quién era, pero tenía razón en una cosa: Matt Murdock era un idealista ingenuo y un cabezota, pero era su idealista ingenuo y cabezota.

Le necesitaba. Más que a nada en el mundo.

Aunque no recibiera nada más que desprecio de él... aunque supiera que nunca podrían estar juntos... necesitaba saber que se encontraba bien, que seguía vivo. Como un faro de esperanza alumbrando la oscuridad de la noche en Hell's Kitchen.

Por supuesto que saltaría el cerco de ninjas armados para tratar de impedir la muerte de un asesino a sangre fría. Después de todo, se trataba del mismo hombre que había tenido a Bullseye a tiro de pistola con un cargador vacío.

Una parte de ella se exasperaba cada vez que cometía alguna estupidez como aquella, pero otra... otra le amaba precisamente por ello.

Aún así, trató de impedir que lo hiciera, por supuesto. La vida de Kuroyama no valía ni una milésima de la suya. Pero todo sucedió demasiado rápido; la espada se alzó, y antes de que pudiera extender el brazo hacia él, su estúpido cabezota ya había saltado y el cerco de ninjas se cerró más en torno a ella, con las armas extendidas.

Estaba dispuesta a intervenir, pero el extraño samurai indicó que iba a ser un duelo de honor entre dos. Elektra entendía aquellos viejos códigos y los respetaba, aunque no se guiara necesariamente por ellos, y sabía que Matt también. Él no querría que ella interviniese, así que se obligó a mantenerse a la espera, siguiendo con ansia el combate.

Matthew era, de lejos, uno de los mejores luchadores que había conocido. Había muy pocos que pudieran estar a su nivel, y, sin embargo, por alguna razón, su contrincante parecía anticiparse a cada uno de los movimientos que hacía, esquivándole con una facilidad que resultaba prácticamente insultante, sobretodo porque no hacía verdaderos esfuerzos por atacarle de vuelta, limitándose a golpearle de manera inofensiva y humillante con el dorso de la katana, como un maestro que reprende a un alumno rebelde por haber cometido alguna falta de respeto. Su actitud general reflejaba la condescendencia de quien sabía que, de haber querido, podría haber terminado aquél combate con la misma rapidez que se había iniciado. Le recordaba, en cierto modo, a las largas e interminables sesiones de entrenamiento con Stick, pero no podía ser él, ¿verdad? Aquél hombre parecía más joven.

Cada nuevo golpe le dolía a ella casi tanto como a él. Elektra sabía cuán importante era su orgullo para Matt, y podía imaginarse el efecto que aquella paliza estaría teniendo sobre su estado de ánimo. El perfecto colofón para una noche que había sido una auténtica mierda por su culpa. Por haberse entrometido en su vida una vez más. Todo aquello no habría pasado si Nina no hubiera encontrado aquella fotografía. Si ella no hubiera ido a buscarle... Incluso a pesar de su entrenamiento, no pudo evitar que un amago de angustia asomara a su rostro cuando la espada fue a golpear en el hombro herido, aquél que ella misma había curado minutos antes. ¿Cómo había podido saberlo aquél hombre? ¿Cómo había podido saber dónde tenía que golpear?

Matt, el hombre orgulloso, cayó al suelo de rodillas, y su enemigo acercó la punta de la espada a su barbilla. Elektra inició el gesto de avanzar, pero los ninjas que la rodeaban estrecharon aún más el cerco, apuntándola con sus katanas.

- Tú… ¿Tú quién eres para hablar de honor? Al frente de un grupo de fanáticos… que venden su alma a un culto impío… sólo porque son demasiado cobardes para aceptar la muerte del guerrero.

Un sinfín de emociones surcaron el mar de sus ojos al verle allí, arrodillado e impotente pero al mismo tiempo desafiante. "El hombre sin miedo", le llamaban, y, en aquél momento, no podía parecer más acertado. En aquél momento le amó más que nunca. Por fortuna, el hombre de la katana no cedió ante sus provocaciones, y, en lugar de ejecutarle a él, fue la cabeza de Kuroyama la que rodó por el suelo. Pero entonces, su estúpido, estúpido amante, tuvo que decir una estupidez...

- Más te vale… matarme ahora mismo porque… si no… Te juro que te encontraré… y entonces te arrepentirás de no haberlo hecho…

Fue cuanto Elektra necesitaba para entrar en acción. Rápida como una serpiente, lanzó un Yoko Geri directo al esternón del ninja que tenía delante, justo por debajo del brazo de la katana, obligándole a soltarla. El que estaba al lado intentó atacarla, pero ella se deslizó bajo la espada, sujetándole la muñeca y retorciéndosela al tiempo que le asestaba un golpe brutal en el reverso del codo, partiéndoselo. Una vez tuvo el camino abierto, se lanzó a cubrir a Daredevil con su cuerpo, poniéndose entre él y el samurai con los sais extendidos en posición de combate. No dijo nada, pero no necesitaba hacerlo; todo estaba escrito en la expresión de su rostro.

Uno de los ninjas que habían quedado atrás arrojó contra ella un kama por la espalda, pero el samurai se adelantó, desviando el arma con la katana, y, recogiéndola del suelo, la arrojó de vuelta contra el infractor, clavándosela directamente en la frente y reduciéndolo a humo al instante.

- Creía que mis órdenes habían sido claras -dijo, con voz de hielo-. He dicho que nadie va a tocarles ésta noche. Han sido atacados de manera deshonrosa contradiciendo mis órdenes específicas, y, por tanto, por hoy se han ganado conservar la vida -su mirada enmascarada se centró en los dos antiguos amantes. Elektra no había abandonado su posición defensiva frente a Daredevil, y el hombre hizo un asentimiento de respeto en su dirección antes de hacer una seña a los demás para que le siguieran.

Tan silenciosos como la noche misma abandonaron el gimnasio, hasta que el único rastro de que habían estado allí fueron las túnicas desinfladas y el apestoso olor que quedaba cuando se desintegraban. Elektra se arrodilló frente a Matt. No le preguntó cómo estaba; no le hacía falta.

Así que, simplemente, le abrazó.

Le abrazó sabiendo que él la apartaría de sí, sin aspirar a nada más que a retener un poquito de calor antes de que el interminable frío la engullera de nuevo.

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MensajeTema: Re: The Hell's Kitchen (Elektra) [13/03/2019]   The Hell's Kitchen (Elektra) [13/03/2019] Icon_minitime20th Agosto 2021, 14:42




Demasiado cansado para atacar, para levantarse, incluso para hablar. La herida del hombro se había abierto. La sangre se extendía por el torso y el brazo. Se filtraba por las pequeñas aperturas del traje hasta caer delicadamente al suelo. Matt la olía, aunque el lugar no sólo estaba manchado por la suya. El hedor de la Mano invadía todo el lugar. Apenas podía distinguir los aromas antiguos, el cuero de los sacos, el metal de las pesas. Sangre, sólo sangre y azufre. Las pequeñas gotitas tocaban un compás burlón mientras, con los brazos rendidos, recibía sin resistencia el abrazo de Elektra.

Una

El cansancio espiritual era superior al físico. Podía enfrentar cualquier tipo de desafío, la fatiga era un estado de la mente, Stick se lo enseñó. La voluntad lo era todo, incluso sin su radar, eso sólo era una ayuda. Un privilegio, así lo habría calificado el anciano. Pero su voluntad estaba quebrada. Los brazos de Elektra Natchios le rodeaban, como quien se agarra al último salvavidas en un naufragio. Pero él era incapaz de sentir nada. No se opuso. Tampoco lo correspondió.

Dos

Una parte de él aún quería agarrarse a ella, decirle que todo pasaría, que podría salvarla, que podría salvarlos. Pero era una parte muy pequeña. La cabeza empezaba a pesarle.

Tres

¿Había ocurrido otra vez? ¿Era ese el precio que tenía que pagar por aferrarse a la sombra de un amor muerto? Muerto, como Nina, como Kuroyama. Un mal que Elektra había provocado y otro que su mano consintió ¿Quién era esa mujer que se aferraba a él? Creía haberla reconocido al inicio de la noche. Qué triste. Un ciego dejándose engañar por una ilusión.

Cuatro

¿Tenía razón el hombre de la máscara? Seguía siendo un niño abandonado, aferrado a sus sentimientos. Nunca sería un guerrero y, por tanto, estaba condenado a perder toda la vida. Perder, noche tras noche, hasta que una bala afortunada, un cuchillo silencioso o un golpe mal dado rubricasen el patético final de su historia. Casi se alegró de haber perdido el radar. Así se lo ponía más fácil.

Cinco

Elektra seguía aferrada a él. Caprichosamente se preguntó si era por una auténtica necesidad de confort emocional o si, simplemente, trataba de evitar que se fuese. No quería, o no querría si esa fuese la mujer que una vez conoció. “Te quiero”, le dijo una vez mientras dormía ¿Dormía? Si no, habría tenido que luchar mucho por aguantarse la risa.

Seis

Matt reunió ánimos para levantarse. Elektra no hizo ningún esfuerzo por reternerle, como si ya se lo esperase. Él le dio la espalda y comenzó su lenta marcha hacia la salida. Necesitaba irse de allí, aquel lugar estaba volviéndolo loco. Notó que poco a poco empezaba a marearse, pero luchó por conservar el poco orgullo que le quedaba. El pequeño rastro de sangre iba dejando prueba de su trayectoria, como un surco en la nieve. Mientras avanzaba, sin darse cuenta, golpeó con el pié uno de los sais de Nina. Puede que fuese lo único que quedase de ella en aquel lugar. Matt esbozó una sonrisa amarga. Con algo de dificultad se agachó y lo cogió. Lo sostuvo en la mano, calibró su peso y equilibrio. Uno como aquellos le había arrebatado a Elektra la última vez. Ahora sabía que para siempre.

- Sé lo que vas a decirme- dijo sin volver la mirada hacia ella- Que la Mano la había corrompido, que era imposible hacer nada por ella. Que en tu caso fue distinto…- Matt apagó su sonrisa irónica- ¿Lo fue? No, no lo creo…

Matt se quedó unos segundos en silencio, inmóvil, derrotado, con el sai en la mano. La sangre del brazo bajaba lentamente hasta manchar el arma.

- Vivo a quince minutos del Hechicero Supremo, tengo en mi agenda a tres de los científicos más brillantes de la historia. Hay muchas cosas que no comprendo de este mundo. No sé por qué puedo estar hablando contigo ahora mismo, ni por qué puedo… podía ver siendo ciego. Pero pido ayuda, Elektra. Podríamos haber hecho algo, haber pedido ayuda… Pero ese no es tu estilo ¿Verdad? Habría sido difícil, pero tú siempre escoges el camino fácil. Huir de los problemas en vez de enfrentarlos. No pides ayuda aunque la necesites, tal vez porque no la quieres.

Apretó aún más el sai, aquel instrumento de muerte que le arrebató a la mujer que amó. Cada fibra de su cuerpo se resistió contra lo que estaba a punto de decir, pero la rabia y la decepción ganaron la partida.

- ¿Sabes la única diferencia entre Bullseye y tú? Él no se engaña sobre lo que es. Ni a él mismo ni a los demás. Stick tenía razón: eres veneno. Uno que no estoy dispuesto a seguir tragando.

Matt lanzó el sai al suelo, clavándolo cerca de dónde se encontraba Elektra.

- Te ofrezco lo mismo que a ese monstruo enmascarado. Recoge tu sai y acaba con esto o, te lo prometo, la próxima vez que nos encontremos te daré el trato que doy a todos los asesinos. Si ese día llega, asegúrate de no fallar. A diferencia de ti, yo sí cumplo mis promesas.

Matt reanudó la marcha con lentitud, como si arrastrase un millón de cadenas a sus espaldas. Finalmente llegó al umbral de la puerta y la abrió con dificultad. Antes de abandonar el lugar, se giró una última vez, pero sin dirigir el rostro Elektra.

- Ahora lárgate de la casa de mi padre.

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MensajeTema: Re: The Hell's Kitchen (Elektra) [13/03/2019]   The Hell's Kitchen (Elektra) [13/03/2019] Icon_minitime23rd Agosto 2021, 02:43


El abrazo duró más de lo que había imaginado. Él no la correspondió, por supuesto. Tampoco había confiado en que lo hiciera. Pero durante cinco o seis segundos pudo disfrutar de su calor... de su olor... Era más de lo que podía haber esperado. Más de lo que merecía.

Después se levantó, apartándose de ella, como siempre hacía, y Elektra se quedó allí, arrodillada, con las manos ahora laxas sobre sus rodillas y la mirada fija en el suelo sucio del gimnasio, lleno de polvo y manchas de sangre. Sabía lo que venía ahora, siempre era igual entre los dos. Se encontraban después de algún tiempo, y los viejos rescoldos de la pasión que nunca llegaron a apagarse del todo parecían volver a encenderse, tímidamente, durante algunos preciosos y maravillosos momentos... Pero al final, ella siempre hacía algo que le apartaba horrorizado de su lado. Era la eterna historia, condenada a repetirse una y otra vez, como el castigo de Tántalo, sentenciado a estar eternamente sumergido en un lago con el agua por debajo de la barbilla y jugosas frutas sobre su cabeza que se retiraban cada vez que intentaba alcanzarlas. En aquellos momentos sólo esperaba a que cayera la roca que, como en el mito, colgaba sobre ella.

Y la roca cayó.

Durante todo su discurso, no alzó la mirada del suelo ni una sóla vez. Tampoco se atrevió a replicarle. ¿Para qué? Cualquier cosa que pudiera haber dicho murió en sus labios en cuanto pronunció la fatídica frase: "¿Lo fue? No, no lo creo…"

Aquello la destruyó más que cualquier otra cosa que pudiera haberle dicho en el pasado. Porque aquella frase significaba que había dejado de creer en ella. Daredevil, el hombre que se negaba a matar, que creía tanto en la posibilidad de redención que había sido capaz de sacar a su Némesis de las vías del tren cuando estaba inconsciente e indefenso, salvándole la vida en la esperanza de que pudiera enmendarla, aquél hombre... había perdido la fe en ella.

Kuroyama, Kirigi, Nina... Todos los monstruos sin alma resucitados por La Mano como sirvientes de la Bestia, el dios Demonio... Ya no creía que ella pudiera ser diferente. Creía que ella era... igual. Igual que aquellas bestias. Igual que el animal que le había arrancado a Nina el corazón estando aún viva.  

¿Creía que ella no había sufrido entonces, al ver cómo asesinaban cruelmente a una chiquilla inocente a la que había acogido bajo su protección como si fuera una hermana? ¿Que no había sufrido ahora al tener que volver a pasar por el trauma de verla morir? Pero había tenido que hacerlo, era... la única forma de liberarla de aquella condena. La única manera de protegerle a él.

Un sollozo rompió en su alma, pero se obligó a contenerlo, a mantener la mirada agachada. Lo cual, en realidad, era absurdo, porque un hombre ciego no podría ver sus lágrimas...

Las que recorrieron en silencio sus mejillas mientras él continuaba su discurso, sin que nada en su cuerpo delatara su condición. Se obligó a mantener la respiración pausada, el latido estable. Se obligó a callar, mientras él se ocupaba de destrozar de manera metódica e inclementemente lo que aún quedaba de su corazón. Cada palabra era una verdad que se le clavaba en el alma con la mortífera cualidad de una daga, desgarrándola y esparciendo esquirlas de hielo que avanzaban más y más hacia el centro de su ser.

"Siempre escoges el camino fácil. Huir de los problemas en vez de enfrentarlos".

Como había huído de él aquella noche, tras el entierro de su padre. Como llevaba haciendo toda su vida.

Apretó fuertemente los labios, manteniéndose inmóvil mientras las lágrimas recorrían su mentón y se desplomaban salpicando sus manos. No sabía si él lo notaría, pero le daba igual, porque si la despreciaba hasta aquél punto, ya nada importaba.

"No pides ayuda aunque la necesites, tal vez porque no la quieres".

Se mordió el labio inferior, haciendo verdaderos esfuerzos por mantenerse en silencio. No, ella nunca pedía ayuda. ¿Por qué iba a hacerlo? Estaba maldita, y todas las veces que lo había intentado, los pobres desgraciados que habían cometido el error de tratar de ayudarla habían muerto por su culpa. Mac. Locke. Carson. Drake. Ni siquiera el doctor Extraño había sido capaz de librarla de aquella sed de sangre. Y lo había intentado... Dioses... Lo había intentado tantas veces... Y siempre había sido en vano, y lo único que había conseguido había sido extender su maldición a los que la rodeaban. Siempre había querido dejarle a él al margen... Matt no... Matt no se merecía aquello. No se merecía que le salpicaran sus problemas, problemas que ella sola se había buscado al entregarse a la oscuridad. Si de todas formas nunca iba a conseguir cambiar... ¿qué sentido tenía contarle nada? Tenía que separarle de su horrible destino. Era preferible que no supiera nada, que continuara odiándola para que pudiera rehacer su vida con alguien que pudiera darle todo lo que ella nunca le podría dar. Alguien que pudiera hacerle feliz... Alguien que nunca sería ella.

Y, entonces... Entonces fue como si aferrara la daga que tenía enterrada en el pecho y la retorciera con su propia mano con una sóla mención...

De todos los monstruos que había conocido, Bullseye era el peor de todos. La Mano actuaba por contrato bajo los designios de una entidad demoníaca. Lester hacía lo que hacía por el simple hecho de que disfrutaba haciéndolo. Era un psicópata. Un sádico. Era el hombre que la había asesinado, y acababa de compararla con él...

"No soy como tú, Elektra. No creo en el asesinato. Ni siquiera en uno disfrazado de justicia. De verdad no creo que merezcas vivir", había dicho Locke. "Eres una asesina. Es todo lo que eres. Creo que todo lo que serás. Has tenido la suerte de tener dos vidas, y lo único que haces es matar. Estás enganchada a eso; a la violencia y a matar. No das nada. No sirves para nada. Sólo tomas. Creo que acabarás suicidándote. O por tu propia mano u obligando a alguien. Porque cuando te mires a ti misma, Elektra, tendrás que enfrentarte a la verdad: que eres un monstruo... y que no mereces vivir".

El sonido metálico del sai resonó en el silencio del gimnasio con la misma cualidad funesta que su ultimátum.

Nunca hasta ahora Daredevil la había considerado al mismo nivel que los enemigos con los que se enfrentaba a diario, ni siquiera cuando trabajaba para Kingpin. En aquella época había intentado hablar... llegar hasta ella. Pero con aquella sentencia dejaba claro que ya no habría más oportunidades. La conminaba a intentar matarle... ¿Es que no sabía que preferiría dejarse matar mil veces antes que hacerle daño? ¿Cómo podía pensar siquiera que...?

Porque eres un monstruo, se respondió a sí misma. Y ésa era la única verdad.

Locke debería haber dejado que se suicidara cuando tuvo la oportunidad. Aunque ahora quizá podría enmendar aquél error.

Recogió el sai del suelo. Daredevil ya se había marchado del gimnasio. Se quedó observando la hoja manchada de sangre con el mismo secreto anhelo con el que había contemplado la hoja de aquél cuchillo en aquél entonces. El mismo anhelo que la había impulsado a buscar la mordedura de aquella serpiente venenosa en el desierto.

"Eres veneno", había dicho Matt. Y tenía razón, porque estaba contaminada, corrupta. Habría sido apropiado morir así, ¿verdad?

No tenía veneno ahora, pero tenía aquél sai. Y a Matt no le importaba lo que hiciera. No le importaba si vivía o moría. Había perdido la fe en ella.

"Recoge tu sai y acaba con esto", había dicho ahora. "Para mí moriste hace mucho tiempo", le dijo entonces.

Lentamente, se llevó la punta del sai a la garganta, aferrando la empuñadura con ambas manos mientras las lágrimas no dejaban de fluir de sus ojos cerrados.

Oh, Matt... Me tuviste entre tus brazos... Me sostuviste cuando murió mi padre... y cuando morí... Y cuando luchaba por volver a la vida también estabas ahí... Me curaste... Sanaste mi espíritu...

Siempre, siempre... has estado ahí...

Te quiero...


El zumbido del comunicador de S.H.I.E.L.D. la sobresaltó cuando se disponía a terminar lo que tantas veces había iniciado en el pasado. Aquél era el dispositivo que Furia usaba cuando quería comunicarse con ella.

Bajando el sai, parpadeó un par de veces para limpiarse las lágrimas y activó el comunicador.  

- Furia -dijo en tono neutro-. No había vuelto a saber de ti desde que me contrataste para que robara aquél medallón mágico asgardiano, y estaba muy feliz así. ¿A qué debo este dudoso honor?

- Ja, ja, Elektra. No eres precisamente la más adecuada para hablar de honores dudosos. ¿Te acuerdas de Gabriel Leblanc? -replicó él, directo al grano como siempre.

Tardó varios segundos en acordarse del joven agente al que le habían encargado acompañar para aquella misión en Japón hacía cuatro años.

- ¿El novato? ¿Qué pasa con él?

- Alguien le atacó anoche cuando descansaba en su piso. Han volado la terraza de su apartamento y según la policía se trata de una simple guerra de bandas, pero habían echado abajo la puerta de su piso, había señales de lucha evidente y varios testigos aseguran haber visto a un chico rubio enfrentándose con un montón de pandilleros antes de que se produjera la explosión.

- ¿Está muerto?

- No se sabe, ha desaparecido. La policía ha sacado un montón de cadáveres calcinados de entre los escombros, pero su cuerpo no ha sido encontrado. Necesito que averigues lo que le ha ocurrido, Elektra.

- ¿Y por qué yo? ¿No se trata de un asunto interno de S.H.I.E.L.D.?

- Necesito que todo ésto se resuelva lo más rápidamente posible. Yo voy a tener a mis propios hombres buscando, pero cuanto antes lo encontremos, mejor. No puedo darte más detalles. Lo único que necesitas saber es que es importante, y que la vida de un buen agente está en peligro. A menos, claro está, que tengas algo más urgente entre manos...

Elektra lanzó una última mirada al sai que ahora descansaba sobre su regazo antes de devolverlo a su funda y ponerse de pie.

- No. No tengo nada más urgente que hacer ahora mismo, Furia. Te ayudaré a encontrar al chico.

- Bien. Te pasaré toda la información de la que disponemos por el procedimiento habitual. Ponte a ello de inmediato.

El hombre ya había cortado la comunicación antes de que pudiera responderle. Elektra contempló el viejo gimnasio una vez más antes de arrojar su gancho hacia una de las enormes ventanas de la parte superior, que hacía ya mucho que habían perdido los cristales, y, tensando la cuerda, encaramarse ágilmente hacia el exterior. Fuera, había empezado a llover, y la mujer permitió que la lluvia cayera sobre su rostro, de algún modo limpiando el peso de la tristeza, la culpa y el dolor de las palabras de Matt. Ya pensaría sobre todo eso en otro momento, porque, por ahora, un hombre bueno la necesitaba... Y si le salvaba la vida, podría, quizás, compensar un poquito del mal al que había contribuido aquella noche.

Después de todo, el propio Stavros se lo había dicho cuando entró en la universidad: "La redención no es gratis; debe ser retribuida con amabilidad"."¿Hacia quién?", había preguntado ella. "Hacia el universo", había respondido él.

Y quizás, sólo quizás, algún día Matt podría perdonarla.





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