Workout para principiantes (Elektra) (30-6-2019)

...

Elektra entró en el gimnasio llevando ropa adecuada para entrenar; mallas ajustadas, un top negro, guantes reforzados para golpear el saco de boxeo y el abundante y ensortijado cabello recogido en una coleta alta. Solía recurrir a las artes marciales cuando combatía, pero el boxeo era una forma de entrenamiento tan útil como cualquier otra, y siempre que lo practicaba se acordaba de las tardes pasadas junto a Matt en el gimnasio de su padre cuando eran jóvenes, ingenuos e inexpertos.

Y hablando de jóvenes ingenuos e inexpertos... Observó de reojo a Shawn mientras empezaba su rutina de entrenamiento con el saco. El pobre chico estaba solo y sin un lugar a donde ir, además de horriblemente traumatizado tras la invasión demoníaca, pero eso no lo volvía débil. El hecho de que estuviera tratando de compensar sus carencias lo demostraba, y Elektra podía empatizar con todo aquello. Diablos... podía hacer algo para remediarlo, incluso, tal como le había prometido el día de la presentación. Después de todo, ella había comandado tropas y había entrenado a otros muchas veces.

Ya había demasiada gente débil en el mundo, personas en las que depredadadores sin escrúpulos como Bullseye podían cebarse. Elektra había perdido a demasiados, algunos incluso estando a su cargo, simplemente porque eran vulnerables y ella no hizo nada para remediarlo. Quizá, si hubiera invertido algo de tiempo en entrenar a Nina, Kuroyama no habría podido...

Sacudió la cabeza, desechando el pensamiento. Ya no se podía hacer nada por los que no estaban, pero sí podía poner remedio a lo que sí podía arreglarse.

- shawn -llamó cuando finalmente se detuvo-. Entiendo lo que estás intentando hacer: fortalecerte. Porque crees que no eres lo suficientemente fuerte sin el simbionte. Pero, ¿sabes qué? Ya puedes levantar todas las pesas del mundo y entrenar músculos que ni siquiera sabías que tenías en el cuerpo, que siempre habrá alguien más fuerte que tú. Y ésto lo sé porque una vez yo también fui una niña débil.

Recordaba la fascinación que había experimentado entonces, viendo a Orestez pelear. Su espada parecía destellar al captar los reflejos del sol... hasta que hubo demasiada sangre para reflejar nada.

Era terrible a la par que hermoso; Brutal y fluido a la vez. Salvaje... y divino.

Con los nueve años que tenía entonces ya sabía que debería haber apartado la mirada en lugar de estudiar cada movimiento. Orestez era fuerte, extraordinario... y, más que nada en el mundo, deseaba aquello para sí misma. Dejar de ser débil. Dejar de estar permanentemente asustada. Al final sólo había intercambiado unos demonios por otros, pero aquello no tenía por qué ocurrirle a Shawn.

- Si quieres ser realmente fuerte vas a necesitar algo más que hacer pesas.

Avanzó hacia él, alargándole un par de guantes reforzados como los que ella tenía, para que no se hiciera daño en los nudillos.

- Vamos, intenta golpearme -le dijo.

Un poco de boxeo para empezar no vendría mal.

Elektra sentía lástima por Shawn, de verdad que la sentía, pero que se lo demostrase era lo último que el chaval necesitaba. Ya llevaba demasiado tiempo sofocándose en autocompasión, y abundar en ello no haría más que reforzar el autodesprecio que sentía. La guerrera lo sabía porque había estado ahí también. Ya le había expresado simpatía la otra noche después de la presentación y el estado de ánimo del muchacho no había variado en lo más mínimo. Puede que incluso hubiera empeorado, a juzgar por la manera en la que estaba malinterpretando sus palabras. Era hora de darle un poquito de "tough love".

- Calla -le cortó en cuanto empezó con la autocompasión, parando en seco el golpe mal dirigido del muchacho-. No tengo ni el tiempo ni las ganas para ésto, y tú tampoco.

Practicando una torsión rápida del brazo le hizo girar sobre sí mismo y caer de espaldas al suelo.

- Perdí a mis dos padres, Shawn. A mi madre la tirotearon cuando yo aún estaba en su vientre. Me sacaron de su cadáver. La Mano mató a la única pupila que tuve. Una chiquilla. Le arrancaron el corazón ante mis ojos. También mataron a un hombre que significaba mucho para mí, y a otro que había puesto todas sus esperanzas en mí. Lamento mucho lo que te ha pasado, y lo sabes porque no tengo por costumbre mentir. Siempre digo las cosas tal cual las siento, así que puedes tener la seguridad de que no estoy fingiendo. Si lo que estuvieras buscando fuera una figura materna para abrazarte y consolarte, lo haría. Si lo que necesitaras fuera una terapeuta, firmaría por interminables horas de terapia. Pero no es lo que estás buscando. No es lo que necesitas.

La asesina fue hacia él y le tendió la mano para ayudarle a incorporarse.

- Escúchame, Shawn; ya te lo dije el otro día y te lo repito ahora: lo que ocurrió no fue culpa tuya. Yo he matado gente. Mucha. He sostenido la hoja y la he clavado en sus cuerpos mirándoles a la cara mientras la vida escapaba de su mirada. La Mano me engañó para que matara a mi propio sensei. Y era yo, Shawn. Mi puño. Mis sais. No un alien. No un demonio. Yo. Entonces es cuando sabes que de verdad es tu culpa -apretó con fuerza los ojos como si le hubiera sobrevenido una oleada de pesar, pero sólo duró un instante. Cuando los volvió a abrir, su mirada era resuelta y calmada-. Ahora sientes tristeza y furia. Lo sé bien. La tristeza pasará pronto. En cuanto a la furia... lo mejor que se puede hacer es tratar de darle salida de una manera que resulte provechosa para todos. Para eso estamos aquí. Eso es lo que necesitas.

Volvió a retroceder hasta su posición inicial, adoptando de nuevo una postura defensiva.

- Vamos, atácame otra vez.

El chico lanzó un nuevo golpe que Elektra esquivó sin esfuerzo, lanzándole un puñetazo a la cara con los guantes de boxeo. No fue lo suficientemente fuerte como para hacerle caer, pero sí lo justo para que lo notara.

- Necesitas pivotar y desviar los ataques -le instruyó la asesina-. No necesitas un alien para ser fuerte. ¿Crees que la lucha es desigual? Sé más inteligente; deja que el impulso de tu oponente haga el trabajo.

Como si quisiera demostrar el punto, se lanzó a por él con la intención de asestarle un nuevo golpe.