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Omega Universe - Foro de Rol de Marvel y DC
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Después de pasarme la mañana encerrada en el museo, tratando de afrontar el peligro que había supuesto la arpía gigante que se había colado en su interior quién sabe para qué. Sentía una inmensa frustración. Sólo había ido allí a coger comida, y tenía que encontrarme con ese marronazo. De verdad que empezaba a pensar que tenía un imán en el culo para atraer a lo peorcito de entre todas las especies. Seguro que si me cruzaba con un ángel de Dios, sería el único que se comportara como un capullo. Pero no todo había sido un desastre total. Me había encontrado allí con Jake. Llevaba muchísimo tiempo sin verle o hablar con él, pero siempre que pensaba sobre el chico de ojos verdes algo me decía que estaba bien. Era como una punzada de angustia que me recordaba que él era quien tenía mi alma, y me hacía preguntarme constantemente si la estaría cuidando bien. Esa preocupación sólo podía significar que ese atolondrado continuaba vivo. Al menos así era como me lo había tomado yo. Habíamos tardado mucho más tiempo del que pensábamos en salir del museo. Cuando Hellboy y los suyos habían tratado de salir se habían encontrado con una nube de paparazzis fuera que estaban al acecho, tratando de entender antes que nadie qué había pasado, cómo y porqué.
No podíamos marcharnos como si tal cosa con la situación así, menos yo, que trataba de evitar aparecer en los medios lo máximo posible. No quería convertirme en una de esas figuras inquietantes y recurrentes de los programas de actividad paranormal, en el que juraban y perjuraban verdades como que había espectros viviendo entre nosotros, que las casas estaban encantadas o que había criaturas de pesadilla durmiendo a nuestro lado.
Ya tenía bastante con lo que había visto, y no necesitaba recrearme en absoluto con todas esas mierdas.
Cuando conseguimos escaparnos ya era media tarde. El chico había querido que charláramos, pero con todo el jaleo había sido imposible. Así que cuando dispersaron a todos, nos escabullimos hasta el parque y de allí, se me ocurrió un sitio estupendo al que podíamos ir. No solía compartir eso con nadie, pero consideré que, teniendo en cuenta que ese chico protegía mi alma, parecía absurdo ocultarle mi "lugar secreto".
- Voy a llevarte a un sitio. Pero me tienes que prometer que no vas a decírselo a nadie, y me vas a tener que ayudar porque vamos a colarnos. - le informe. - Tienes que prometerlo con el meñique. - le insistí, levantando el mío. Hasta que no lo hiciera no pensaba moverme de allí, por mucho que rezongara.
Fuimos dando un paseo. Me detuve en una tienda a comprar un par de cosas, y luego, seguimos dirigiéndonos hacia una zona industrial. Allí, llegamos a los almacenes. Tenía una cochera almacén. Había pertenecido a mi padre. Había conseguido mantenerla a base de mucho sacrificio. También tenía algún que otro recuerdo difuso del Ghost Rider amenazando a alguien por esa zona. Aunque ignoraba de quién se trataba. Quizá del guarda.
- Tienes que sobrevolarlo todo, pasar por encima de la valla. Yo te digo cuando parar. - le sugerí, y alcé las manos para que me aupara. Sabía que el chico tenía fuerzas de sobra para hacer lo que le pedía. No quería tener problemas con el de seguridad otra vez. Sólo quería entrar, pasar una tarde tranquila en la medida de lo posible, y poder dormir bajo techo por una noche, sin pensar en quién me estaría roncando en la oreja o si tendría que despertarme temprano para pelearme por el pan del desayuno. De verdad. Necesitaba un descanso. Miré hacia arriba, buscando al chico. Me preocupaba. Se había puesto muy serio en el museo, y eso no era nada, nada propio de él.
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Última edición por Kim HwaJae el 1st Marzo 2019, 00:54, editado 1 vez
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Tema: Re: El cajón de-sastre. [Jake NPC] 20th Enero 2019, 00:12
Desde que había visto a Kim en el museo, se había olvidado completamente de lo que estaba haciendo y de sus responsabilidades como alumno de la escuela secundaria obligatoria. Se olvidó de que tenía que volver al autobús, que probablemente sus profesores le estarían buscando preocupados. Se olvidó de que Elysia y Elissa le esperaban en casa para cenar. Se olvidó completamente de los deberes de matemáticas que tenía que hacer para mañana. Pero nada de eso conseguía ser más importante que el hecho de haberse reencontrado con su amiga, aquella que conocía el mayor de sus secretos. La única persona que era capaz de ver su propia naturaleza.
Dejó que el autobús se marchara sin él, y se escapó junto con la pequeña evitando las miradas curiosas de los paparazzis. Por suerte, la prensa estaba bastante ocupada lidiando con Hellboy y su vaga explicación sobre la aparición repentina de la arpía. Estaba claro que esa criatura malvada se había sentido atraída por la gema del infinito que estaba escondida en el museo. Le alivió saber que a partir de ahora, la piedra se guardaría en un lugar más seguro que una vitrina de cristal al lado de reptiles disecados.
Siguió en silencio a la Ghost Rider y utilizó por si acaso el viento del Este para hacer sus cuerpos invisibles, mientras abandonaban el concurrido lugar. Así evitarían que alguien pudiera seguirles en el caso de que se dieran cuenta de su presencia. Cuando llegaron al parque, el viento dejó de soplar, y Jake aprovechó para descansar un poco.
- Voy a llevarte a un sitio. Pero me tienes que prometer que no vas a decírselo a nadie, y me vas a tener que ayudar porque vamos a colarnos. - le informó. - Tienes que prometerlo con el meñique.
Aquello le arrancó una pequeña sonrisa de sus finos labios. Se las daba de adulta y de madura, pero en el fondo de su corazón, Kim seguía teniendo sus cosas de cría.
— Esta bien. Lo prometo. — se sacó la mano del bolsillo y cogió el meñique de la coreana con su propio meñique. Después movió la muñeca arriba y a bajo tres veces, sellando así su promesa.— Aunque en mis tiempos estas cosas se sellaban con escupitajos en la palma de la mano… — comentó, alzando las cejas, divertido ante la idea. Normalmente a las chicas les repugnaban esas cosas, y se preguntó si Kim pensaba en lo mismo. Y eso que ella era lo menos femenino que se había encontrado hasta la fecha en una niña de su edad.
Asintió a sus peticiones y siguió a la muchacha por toda la zona industrial. Chasqueó la lengua molesto, cuando le pidió que la aupara, y al final se decidió por cogerla en brazos sin hacer mucho esfuerzo, para ir más cómodo. Odiaba el contacto físico con el resto de humanos, puesto que su cuerpo reaccionaba a efectos químicos sin su consentimientos y de forma que él no podía controlar. Por ejemplo, la aceleración de su ritmo cardíaco cuando una chica se acercaba demasiado a él, o le transmitía su calor mediante el roce de su piel.
Activó sus poderes del viento, tanto para poder volar como para hacerles invisibles a los dos por si había algún guardia vigilando por los almacenes. Sería tan sólo unos minutos haciendo funcionar a Este y a Poniente, así que no le preocupaba demasiado. Luego ya tendría tiempo de descansar.
—¿Así que éste es tu lugar secreto? Está bastante chulo.— comentó el chavalín una vez los dos chicos aterrizaron en suelo firme. —¿Qué has comprado en la tienda? — preguntó, echándole un vistazo rápido al interior de las bolsas de plástico.
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Tema: Re: El cajón de-sastre. [Jake NPC] 1st Marzo 2019, 03:20
Cuando estaba terminando de juramentar, me dijo lo del escupitajo. Yo empujé la mandíbula hacia adelante, sacando los dientes y arrugando un poco la nariz, dejando los párpados a medio cerrar, en una expresión de hastío que secundé con un suspiro que habría sido capaz de apagar un puto incendio. lo que se dice hartura en su estado mas puro. ¿Que una arpía hubiera estado a punto de comernos y regurgitarnos no era lo bastante miserable ya? ¿Había que añadir mas porquerías a la lista? No me entendáis mal, ni que a mi se me fuera a caer el mundo por unas cuantas babas. En realidad había hecho verdaderas barbaridades. Hasta había llegado a comer de la basura, con que si lo que pretendía era darme asco, la llevaba clara. Pero es que eso del escupitajo sonaba TAAAAAN INFANTIL.
- ¿Porque no nos cortamos y nos pegamos el sida, ya de paso?- elegancia y finura en estado puro. Quizá tendría que admitir que con él estaba lo bastante cómoda para no tener ningún tipo de tapujo, pero la validez del argumento habría sido relativa, porque no es que en general vigilara demasiado lo que decía con nadie. Puede que nadie llegara a notarlo nunca. A saber. - ¿Es que quieres quitarme la capa protectora de roña que me ha costado días conseguir con tus babas detergentes? - le hice una mueca sacando la lengua y me hice la digna, pero luego no pude evitar reír entre dientes.
Pasar no fue para nada difícil. En general tampoco es que mucha gente fuese por ahí mirando al cielo. Con las caras metidas en periódicos, en los móviles o en el culo si. Pero al cielo sólo miraba gente que o buscaba algo, o que esperaba algo. Acababa de acordarme de los pirados de times square. Una vez les había visto con unas batamantas y unos sombreros de papel albal proclamando que en cualquier momento indeterminado de aquí a cinco mil años les recogerían desde alpha centauri. No supe si sentir pena, o echar la moneda que había pescado de la fuente otra vez y pedir que fuera verdad, que vinieran y se los llevaran, porque estaba claro que ese no era su sitio.
Al llegar abrí la puerta sólo un poco, lo justo para que yo pudiera pasar sin problema, y él tuviera que hacerlo agachándose. Luego volví a cerrar con cuidado de no hacer mucho ruido. Esas puertas metálicas montaban un jaleo de la hostia. Al entrar había, antes que nada, una sensación de desorden muy evidente. Pero eso era porque la mayoría de personas no comprendían mi sistema organizativo. Yo tenía claro donde estaba todo. Había dos colchones pequeños y uno grande apilados contra una pared. había también una especie de mesa en el fondo, y unas cajas metálicas donde había herramientas, botes con monedas apiladas, cadenas finas llenas de ruedas de patines gastados, etc. Encima de la mesa había cajas llenas de cosas, y en el suelo, mantas enormes echas una bola donde uno se podía sentar. También había varios trastos que no había tirado, solo apilado contra la otra pared, y una caja de nevera tumbada llena de patinetes, trozos de monopatin, skates, y de todo lo que se pudiera imaginar. Algunos cascos parecía que los habían usado para la segunda guerra mundial, en lugar de para patinar.
- Pues claro que es chulo. Lo he decorado yo. - dije en un alarde de suficiencia con una media sonrisa dejando ver el diente roto. El chico miró dentro de las bolsas de plástico en cuanto las dejé. - Es la cena. He comprado fideos instantáneos. Como no tenía ni idea de qué te gustaba he cogido cerdo.- había comprado alguna cosa más, como galletas, gominolas, bolas de chicle y un pack de tablas de chocolate. Nada muy escandaloso, pero si un capricho. Lo necesitaba. Quería haberme comprado un repuesto para los patines, pero después de lo de la arpía, necesitaba algo que me subiera el ánimo. - ¿Ves esa cosa que parece una jarra que tiene un cable pelado? Llénala con la manguera hasta donde pone 1L. y enchúfala allí, en esos dos agujeros y dale a la palanca. Si salta la luz no te asustes, que puede pasar. - advertí mientras abría los dos botes de fideos, dispuesta a prepararlos.
No me había dado cuenta del hambre que tenía. Y eso que me comí un sandwich en el museo hace un rato. Pero como me había atragantado y pasé mal rato con eso de no poder respirar, casi que no contaba... ¿no?
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Tema: Re: El cajón de-sastre. [Jake NPC] 16th Agosto 2019, 23:42
La sonrisa de Jake se ensanchó a medida que la de Kim se iba arrugando cada vez más por el asco que sentía de tan solo pensar en la guarrada de tener las manos llenas de sus babas. El castaño tenía que reconocer, que aunque pasaran cien años, le encantaba seguir tomándole el pelo a las chicas. Y la cara que había puesto Kim merecía una buena medalla.
— ¿Qué?— alzó una de sus cejas cuando la muchacha habló del Sida. No entendió para nada a qué se refería, pero a cambio sí que se acordó de otra cosa.— No sé qué es eso, pero he visto a chicos de mi edad pinchándose los dedos y firmando con su sangre documentos importantes. Algunos incluso sellaban su amistad eterna con su sangre. ¿Eso es lo que quieres hacer? —la miró, esta vez con una sonrisa pícara.— Quizás lo que quieres es que no me separe de ti…
Tras el intercambio de bromas, el muchacho de la hoddie verde siguió a la pequeña y se tuvo que agachar al pasar por la puerta de su lugar secreto. Era un rincón pequeño, acogedor y desordenado. Era evidente que estaba hecho a su medida y le encantaba.
—Veo que le has dedicado tiempo...— sonrió, y se acercó a uno de los montones de trastos para curiosear lo que había por allí, cogiendo y toqueteando lo que veía. Era increíble la de cosas que había acumulado en todo este tiempo. Aunque la mayoría parecían ser trozos de chatarra inservibles. Después de estar un rato jugando con sus cachivaches, y analizar cada rincón del desastroso refugió, llegó al montón de los cascos para patinar, y cogió el primero que vio para después colocárselo en la cabeza.
Era curioso lo diferente que era de Kim a pesar de haber vivido en la calle como ella. Jake era incapaz de apegarse a nada, de sentir afecto por nada y por nadie, ni siquiera por los objetos. Por mucho que le gustara algún juguete, era incapaz de llevarlo consigo. No tenía esa necesidad de acumular, de tener algo propio, típico de otros vagabundos o sin techo. Además de que en el fondo sabía que la mayoría de cosas que pasaban por sus manos habían sido de otras personas y probablemente las había robado. Al final, siempre acababa devolviéndolo todo a sus respectivos dueños. Excepto la comida, claro.
—A sus órdenes, capitana.— contestó haciéndole un saludo militar. Jacob se veía bastante ridículo con el casco mientras buscaba la cosa esa plateada que parecía una jarra. La llenó de agua con la manguera y la enchufó a la regleta. La electricidad era una de esas cosas que aún a día de hoy le seguían fascinando. Envidiaba a los humanos, tenían esa curiosidad infinita por el mundo que les permitía crear cosas mágicas y nuevas.
—Y bueno… ¿Qué más me cuentas? ¿Ha pasado algo interesante desde la última vez que nos vimos?— preguntó con curiosidad. Estaba seguro de que la Kim que tenía frente a él era algo distinta a la que había conocido aquel día en el parque hará casi un año.
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Tema: Re: El cajón de-sastre. [Jake NPC] 5th Febrero 2020, 01:55
- ¡Pero que no! ¡QUE ASCO! - dije arrugando la nariz, con una expresión repugnante en la cara. El chico me caía bien, de verdad que sí. Pero tenía unas ocurrencias de bombero jubilado que no había quien las entendiera. - ¿Pero con qué gente te vas que habéis estado haciendo esas porquerías?!- saqué la lengua y fingí que un escalofrío me recorría el cuerpo. Decidí no hacer apreciación sobre la frase de provocación porque en parte... llevaba algo de razón.
Mi primer encuentro había sido hacía casi una eternidad, y después de aquello mi vida había estado llena de problemas, situaciones difíciles y un sinfín de decisiones que tomar. Decisiones importantes que sin duda habían empezado ya a cambiarlo todo mucho más de lo que me pudiera llegar a imaginar. Pero había algo que no podía pasar por alto de ninguna manera, y era lo que había aprendido aquel día en que había conocido. Mi alma estaba en sus manos. No en las de Mephisto. Aún no comprendía cómo ni porqué, pero a pesar de que era un chalado, estaba mucho más tranquila desde que sabía que era él quien velaba por mí y no el demonio. No podía evitar verlo como una especie de ángel guardián... Eso me hacía sentir incómoda, y también un poco enfadada porque era un pensamiento muy cursi, y a mi no me va nada lo cursi.
- Bueno. Si. Unas cuantas. - dije mientras echaba el contenido de los sobres en el interior de los cubos de papel. - Me he peleado mucho. Bastante. - me encogí de hombros. Me daba un poco de vergüenza porque si nos poníamos exquisitos técnicamente... no había sido yo. Bueno si. Pero no del todo. ARGH. Qué difícil era toda esa mierda. - he estado hablando un poco. Un poco con eso. No, no. Con él. Con el otro. ¿sabes? - no se giró a mirar a Jake. Era mas fácil tenerlo de espaldas que tener que contarle el tremendo viaje que había emprendido. No sabía de dónde había sacado el valor, y aún le daba un miedo atroz, pero ya había decidido intentarlo y cuando algo se le metía en la cabeza ya fuera por voluntad o terquedad era muy difícil sacarlo. - Y hemos estado ayudando a alguna gente. ¿Te enteraste de lo que pasó en la estúpida navidad? ¿Lo de aquel monstruo infernal que salió en medio de metrópolis? Pues allí, por ejemplo. - parecía mentira cómo tenía tan poco que decir de una vida que habría dado para escribir una decena de libros gordos, pero ahora que lo hablaba en voz alta todo sonaba un poco absurdo. - Ya está el agua. - comenté cuando la palanca bajó y la jarra desprendía un sonido como de cafetera. Me levanté y la recogí, echándola en los fideos y tapándolos para preparárlos. Había tardado menos de un minuto, pero se me había hecho larguísimo.
Y ahora quedaban tres hasta que se hicieran los Noodles... eso iba a ser una eternidad.
- ¿Y tu? ¿Qué has estado haciendo, además de mariposear por ahí?- pregunté, tranquila de saber que por un rato no tendría que pensar en la paliza del año que había pasado.
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Tema: Re: El cajón de-sastre. [Jake NPC] 11th Diciembre 2020, 01:48
— ¡Pero que no! ¡QUE ASCO! — exclamó la pequeña, arrugando la cara en una expresión de disgusto que a Jake le resultó encantadora — ¿Pero con qué gente te vas que habéis estado haciendo esas porquerías?!
— Pues con los chavales del Kensington Gardens.— contestó, esbozando una sonrisa traviesa.— Era algo muy típico que se hacía durante la guerra.— se encogió de hombros, como si hubiese dicho la cosa más normal del mundo, y siguió curioseando el aparatejo raro que calentaba el agua gracias al poder de la electricidad.
— Qué novedad...— se burló Jake, cuando la coreana le explicó que se había metido en unas cuantas peleas. Era gracioso tratar de imaginar a aquel retaco de niña pegándose con gente que le sacaba dos cabezas. Aunque si había sacado a pasear al Ghost Rider… bueno, les faltaba campo para correr a aquellos que quisieran enfrentarse a ella.
— Sí… el mundo está cada vez más loco, y no paran de darme más trabajo...— dejó escapar un largo suspiro de resignación, aunque prefería eso a los deberes de matemáticas. Estudiar números era lo más aburrido que había hecho hasta la fecha.
— Entonces… ¿Ya te llevas mejor con tu…”amigo"?— le preguntó, con algo más de cautela. Sabía perfectamente a quien se estaba refiriendo, y sentía una terrible curiosidad sobre su relación con el Ghost Rider. Todavía no entendía muy bien cómo funcionaba, y le costaba imaginarse cómo se sentiría la chica teniendo una criatura de ese calibre dentro de un cuerpecito tan diminuto. Ni siquiera sabía que podía hablar y pensar por sí mismo. Al menos, se alegraba de que ella estuviera más tranquila aceptando esa parte de su yo interior.
El pitido de la jarra le sacó de sus pensamientos, y ayudó a su amiga a terminar de preparar los fideos instantáneos. De pronto, el ambiente se había enrarecido. Tortita había pasado de hablar por los codos antes de entrar a su preciada Cochera, a quedarse sin palabras. ¿Era su culpa? ¿Estaban tocando temas demasiado serios?
Finalmente, Kim le hizo “esa” pregunta.
—¿Y tú? ¿Qué has estado haciendo, además de mariposear por ahí?
— Nada tan interesante como pegarse con un monstruo infernal en metrópolis...—el muchacho alzó una ceja, dedicándole una mirada traviesa. — Mi maestro ya lleva un año desaparecido... pero al menos encontré a sus hijas viviendo en Nueva York. Ellas no saben todavía lo que soy, pero me ofrecieron una casa y me… —el chico retuvo la palabra, haciendo una mueca desagradable— Bueno, me obligaron a ir al colegio...— No era algo que le molestara del todo, tenía compañeros de clase muy majos, y a veces hacían cosas divertidas, pero… — Pero… no sé. Tengo la sensación de que no encajo. Me siento… raro. —intentó explicar, aunque estaba claro que exponer en palabras los sentimientos y las emociones no eran lo suyo.— Las hermanas… son muy majas conmigo y me tratan muy bien. Pero yo… yo no siento que ese sea mi lugar, ¿sabes? Es como si… como si no pudiera tener un sitio al que llamar hogar...
Hacía tiempo que Jake tenía la sensación de que algo malo estaba a punto de ocurrir. Él estaba directamente conectado a lo arcano. Su esencia como inmortal se lo decía, se lo transmitía mediante las vibraciones mágicas de su propia naturaleza, como si fuera un rugido inquieto proveniente de sus entrañas. Pronto… muy pronto… algo iba a estallar... algo grande...
— ¿Sabes? Ha pasado tanto tiempo desde que nos vimos… que creí…— su mirada se quedó clavada en la tapa de los fideos por un instante.— Creí que te habrías olvidado de mi. — dijo, finalmente.— En realidad es lo normal, lo hacen todos tarde o temprano. Y no debería importarme. Pero supongo que como soy el dueño de tu alma… es más difícil que te olvides de mí ¿no crees?— sonrió divertido, aunque la alegría no parecía haber alcanzado sus ojos, siempre brillantes y llenos de vida.
— En parte me alegro. No tengo a nadie con quién hablar de estas cosas. La mayor parte del tiempo me dedico a fingir que soy un niño de verdad, cuando sólo soy un pedazo de...— se detuvo, al ver que quizás estaba hablando demasiado.
Pero Kim... ella le había visto. Le había visto tal y como era en realidad. Y no había salido corriendo al descubrir que era un Grim Reaper, y que se llevaba las almas de los niños muertos. No, porqué ella también era un monstruo, era el Ghost Rider. Quizás… quizás con ella podría hablar de lo que nunca había hablado con nadie...
Y sólo quizás… ella no saldría corriendo...
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Tema: Re: El cajón de-sastre. [Jake NPC] 7th Enero 2021, 01:43
Jake... era un notas.
Era el tipo mas raro que había conocido en mi vida, pero era cierto que de alguna manera nuestro lazo había sido casi instantáneo, dadas las circunstancias. Los dos compartíamos más de lo que nadie pudiera pensar. Éramos más de lo que aparentábamos, habíamos vivido más mierdas que un porcentaje muy elevado de personas y teníamos que afrontar que nos vieran como a niños cuando habíamos dejado la infancia muy atrás. Salvo que tal vez, en su caso, eso era lo mejor. De no habernos encontrado en ese escenario de horror que era el ser humano en su máxima degradación, jamás habría conocido una verdad que había hecho de mi vida una carga mucho más llevadera que la que había sido durante veinte años de dolor, desesperación y un intento de suicidio frustrado que aún me atormentaba en mis pesadillas. Jake, tal vez sin saberlo y sólo por existir, me había salvado la vida, o mas bien, me había dado una. Nuestro encuentro había sido fortuito, pero había visto su verdad, y con ella, también la mía.
-Vamos... mejorando. Hemos aprendido cosas y creo que lo quiera o no, lo que he estado haciendo está claro que no funcionaba. Ahora es un poco distinto, pero mejor. Nos estamos acostumbrando. - divagué un poco, pero era difícil no hacerlo.
No sabría cómo explicarlo de otro modo, de todas maneras.
- Yo no lo llamaría interesante. Un asco sí. - me encogí de hombros y escuché al chico, que parecía un poco más serio que de costumbre. Sus noticias me sorprendieron bastante. De lo que conocía de Jake, la sensación era que se trataba de un muchacho itinerante. Que hubiera sido capaz de encontrar a personas que le acogieran, le dieran un techo y se preocuparan por él lo bastante como para mandarle al colegio, casi me daba la misma alegría que celos. Casi. Intenté que no se me notara la envidia en la cara el tiempo que durara la explicación de lo maravillosa que era su vida. Algo que no duró tanto. Cuando siguió hablando, sentí que una mano invisible me agarraba lo mas hondo del estómago, como si quisiera hacerme difícil el hecho mismo de tragar.
La empatía es una cabrona de mierda.
Entendía perfectamente los sentimientos que el chico me describía, y eso sólo lo hacía más doloroso de escuchar. Esa horrible sensación de desarraigo. De no pertenecer a ningún lugar, no importarle a nadie, no dejar huella ni recuerdo en los que te rodeaban. Ni siquiera en gente a la que llegabas a querer.
La sensación constante de estar solo en el mundo...
- No. Es imposible olvidar algo así. - le aseguré con tanta convicción que podría haber hecho creer al más incrédulo todas y cada una de mis palabras, por mucho que las dijera una niña de ocho años.
Por primera vez percibí en la voz del muchacho un pequeño matiz que rompía esa constante cubierta de diversión, infantilismo e inocencia. Levanté mi mirada hacia él, sabiendo que aquella sonrisa escondía una tristeza que era difícil de compartir, pero que había sentido en cada músculo de mi propia boca. Cada vez que había creído que podía conectar con alguien, que podría hablar con franqueza, que alguien podría entender, mas allá de la lástima, lo que vivía y enfrentaba cada día.
- Qué. - le animé, mientras centraba mis ojos rasgados con total atención en el rostro del muchacho. Hasta me aproximé más a él, mientras permanecía de rodillas, intentando alentarle a que hablara... como me habría gustado que alguien me alentara a mi. - Un pedazo de qué. - mi rostro se relajó un poco, y aunque no lo sabía, mi pequeña y redonda cara le devolvía una pequeña sonrisa cómplice y confiada. Cogí aire, dándome cuenta de que lo que estaba haciendo podía ser un tremendo error, pero que él era la única persona con la que podía cometerlo. - No creo que debas preocuparte de que yo te olvide. No va a pasar. Sé que lo que haces es... difícil. Tampoco puedo decir que yo lo entienda. No sé si es algo que pueda llegar a comprender nadie. Siempre he pensado que tampoco nadie llegará a entenderme a mí. - guardé silencio un momento y respiré hondo. Una parte de mí sintió la necesidad de un contacto físico, fuese cual fuese, pero me limité a colocar mis manos en el interior del bolsillo de mi sudadera y agarrarlas entre sí con nerviosismo, sintiendo el tacto de mis propios dedos. - pero sí entiendo lo que es ver como todo alrededor avanza... menos tú. Cómo es ver que todo el mundo tiene algo que les ayuda a continuar y como su mundo continúa girando sin ti. Lo mucho que fastidia pensar que no afectas a nadie lo bastante para que ni siquiera recuerden tu cara. - apreté las manos de manera inconsciente, dejando mis nudillos blancos como el hueso. - Mi vida era así, hasta que te conocí. - el color me subió a la cara, haciendo que se volviera totalmente roja, sin posibilidad de disimularlo. - Tiene gracia pensar que conmigo hiciste trampas. Lo que yo hacía... no podía llamarse vivir. Después te encontré y me diste la mejor noticia del mundo. Me hiciste entender que era libre. Que no había condenado todo lo que era, ni mi futuro. Que no soy de nadie y que aún tenía una oportunidad de cambiar las cosas. La tranquilidad de tener a alguien que cuidaba de mi me ha ayudado a hacer cosas que jamás habría hecho. - aunque me daba toda la vergüenza del mundo hablar de aquello, sentía que se lo debía. La realidad era que no eme habría atrevido a intentar todo aquello si no me hubiera enterado de que mi alma no pertenecía a Mephisto, si no a un guardián que la custodiaba. Por mucho que fuera un niño chalado. - No es fácil olvidar a quien te ha salvado la vida.
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Tema: Re: El cajón de-sastre. [Jake NPC] 2nd Febrero 2021, 03:08
- Un pedazo de qué.
Jake palideció al instante. Había hablado demasiado.
Notó el acercamiento de la niña y su primer impulso fue echarse hacia atrás. Separó los brazos del tronco, en posición de alerta, como si fuera a saltar en cualquier momento de su improvisado asiento en el suelo. Pero aunque por un momento pensara en salir huyendo de allí volando, no lo hizo. Simplemente se quedó tieso como una estatua, esperando a reaccionar ante cualquier otro movimiento brusco de su interlocutora. Como una presa después de escuchar los movimiento de su depredador. Un instinto primario de supervivencia que sólo se activaba cuando alguien trataba de tocarle. Y aunque cada vez permitía con más frecuencia que invadieran su espacio personal, era cómo si aquella conversación le estuviera lastimando. Y en vez de enfrentarse a ella, deseaba salir corriendo.
Pero el rostro de la coreana le devolvió una sonrisa confiada, y respetó la distancia que los separaba. Poco parecía importarle lo que estaba a punto de contarle si le insistía en responder a una frase formulada a medias. Ella ya conocía su mayor secreto, y en su día aceptó su lado como portador de la muerte sin hacer demasiadas preguntas. Jake y Kim no eran tan diferentes como él había creído. Compartían un dolor y una soledad que nadie más podía comprender.
Poco a poco, las palabras de la chica hicieron mella en la consciencia del muchacho, arañando la superficie de su intrínseca indiferencia hasta alcanzar la poca humanidad que habitaba en su interior. Era como si Tortita fuera capaz de ver a través de él sin usar sus poderes, exponiendo en voz alta todas las inquietudes e inseguridades que en ocasiones plagaban su cabeza.
“Nadie llegará a entenderme a mí”
¿Cuántas veces había pensado lo mismo? ¿Cuántas veces se había tragado sus palabras para evitar dar explicaciones? ¿Cuántas veces había observado a los humanos en un incómodo silencio, sabiendo que jamás le comprenderían aunque les contara la verdad?
— Esa sensación… de que cuando hablas con alguien parece que no te está escuchando… de que tus palabras se las lleva el viento. — entonces se dio cuenta de algo. — Qué ironía ¿no? — Su propia naturaleza era la que le jugaba esas malas pasadas, y no podía evitarlo. — Te sientes anclado en el tiempo, sin un futuro al que ir, ni un pasado al que volver... viendo como el universo sigue avanzando a tu alrededor sin detenerse…
"La sensación constante de estar solo en el mundo..."
Las frases de los dos jóvenes se intercalaron como párrafos de dos historias fragmentadas, pero unidas bajo la misma cubierta de cuero. Jake vio en Kim algo que no había visto hasta ahora, el verdadero resultado de la conexión humana: la amistad.
- No es fácil olvidar a quien te ha salvado la vida.
La niña pudo distinguir el gesto de alivio en los ojos del chico que tenía en frente. La mano de Jake, algo dubitativa, buscó aferrarse a algo que no fuera su propia sudadera. Sus dedos, largos y juguetones, estiraron de la manga de la Kim hasta arrastrar una de sus manos fuera de los bolsillos.
La apretó con fuerza, sintiendo como sus falanges congeladas robaban despiadadamente el calor de la suave manita de su compañera. Aquella sensación… tan cálida y placentera, removió su estómago y despertó un hormigueo que bajó constante desde su pecho hasta relajarse en el vientre. Ese tipo de sensaciones incontrolables... normalmente le desagradaban y prefería evitarlas a toda costa. Pero estaba tratando de hacer un esfuerzo… por él… y por ella...
— Quiero entenderte, Kim. Quiero entender lo que se siente al ser humano…
Aquella fue la primera vez en mucho tiempo que lloraba. Jacob Birdwhistle notó como una lágrima caía revoloteando por su mejilla, hasta precipitarse silenciosamente al suelo. Era una lágrima de enorme felicidad, tras darse cuenta de que Kim no podía olvidarle. Ella… estaba allí por él, dispuesta a escuchar lo que tenía que decir. No iba a abandonarle a su suerte como hicieron todos los demás.
Aferró con más fuerza la mano de la coreana y la miró a los ojos con decisión.
— Usa tu visión conmigo otra vez, y te lo contaré todo…
El muchacho cerró los ojos, esperando a que Tortita estuviera preparada para lo que estaba a punto de ver. De mientras, aprovechó para limpiar con la manga el rastro de la lágrima que se había escapado a su control y se había paseado sin permiso por su rostro. Otra sensación extraña, otro sentimiento incomprensible...
Cuando Kim miró a través de su cáscara de carne y hueso... vio a Jake, tal y como era. La silueta de un espíritu que gemía desesperadamente y se retorcía de dolor en un estallido de mil voces. Sus ojos eran dos orbes de un color verde aún brillante, y sus cabellos parecían ser azotados por el viento en todas sus direcciones. Su figura etérea, casi intangible, se sacudía sin control en un parpadeo distorsionado, como si tratara de liberarse de unas cadenas invisibles que le mantenían preso. Fue entonces cuando la Ghost Rider se fijó en el brazalete dorado que siempre llevaba consigo. Era el único recuerdo que conservaba de su maestro Patroklos Sarantos, el artefacto mágico que le permitía saltar por el espacio-tiempo y recoger las almas de los niños sin infancia. Esa era la pieza clave que le mantenía encadenado a su cuerpo humano.
Aquel ser triste estaba anclado en un estado medio... entre la libertad y la adaptación.
— Soy un espíritu del viento. — dijo el muchacho con una voz distorsionada, como si cientos de voces diferentes hablaran al unísono—Un pedazo arrancado de la la misma fuerza de la naturaleza. Una incontrolable entidad con la que experimentaron y dotaron de conciencia propia...
Gracias a su visión, pudo ver también como empezaron a danzar a su alrededor las almas de los niños que el Grim Reaper había recogido aquel día. Brillaron y revolotearon divertidas entre los dos amigos, como luciérnagas en la noche. Entre todas esas hermosas hadas de luz, Kim pudo distinguir a la fiel amiga que siempre acompañaba a Jake allá donde fuera. Su propia alma brillaba más que ninguna otra.
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Tema: Re: El cajón de-sastre. [Jake NPC] 14th Febrero 2021, 02:33
El contacto me pilló desprevenida. Hacía mucho que no nos veíamos, pero el tiempo que lo habíamos hecho y que había sido muy significativo para mí había algunas cosas que sabía de él. Le gustaba la libertad, los juegos, las bromas y también pasar tiempo rodeado de niños. Así es como le había conocido. A pesar de eso, había algo que recordaba de él y que era importante. No le gustaba que lo tocaran. Siempre parecía revolotear más fuerte o más alto cuando pensaba que algo así podía pasar. Nunca me había percatado, hasta el instante en que su mano abandonó su regazo y se dirigió al hueco de mi sudadera, enlazando sus dedos frescos y alargados entre los míos, que eran pequeños y sudorosos a causa de los nervios. No había mucha gente con la que pudiera hablar como hablaba con él. De hecho, no había nadie más. Por eso teníamos que tener esa conversación. Tal vez... nos hacía falta a los dos.
Dejé que sacara la mano de mi sudadera y traté de no apretar mucho, en parte por miedo, en parte por vergüenza. Sus palabras me resonaron en la cabeza y me empaparon los ojos, aunque hice todo lo que pude por impedir que las lágrimas se me acumularan lo bastante como para llorar mientras yo continuaba hablando también. No iba a permitirme eso. No. Pero sus palabras se me enraizaron en el pecho haciendo que me pinchara el respirar. La semilla ya estaba ahí, claro. Pero escuchar mis pensamientos salir de su boca fue a la vez desconcertante, terrible y un consuelo que no pensé que se me permitiría tener jamás.
No estaba sola.
No podía estarlo mientras él existiera, porque cada una de sus palabras eran también las mías.
Cuando me hizo su petición, me sentí aún más desconcertada. Sabía que era algo difícil para mí. Me había conocido en un momento de total rechazo, y sin embargo, tal vez había sido algo que había marcado mis decisiones en el futuro. No habría sido capaz de darme cuenta de que mi alma no pertenecía al desgraciado de Mephisto si no hubiera visto a Jake a través de sus ojos. La primera vez había estado demasiado cegada por el descubrimiento como para haber indagado en lo distorsionado de su imagen. No había podido verlo con claridad, ni admirar lo que estaba a punto de compartir conmigo en ese momento. Sin embargo, había preguntado. Quise creer que no me lo habría pedido si le quedara un modo alternativo de enseñarme lo que pretendía. Asentí con la cabeza mientras le soltaba con suavidad la mano y colocaba las dos sobre mi regazo. Tuve que cerrar los ojos mientras respiraba despacio, intentando controlar mis nervios y esa sensación de extraña fragilidad que nos rodeaba a los dos.
Respiré una vez más, dejando salir el aliento lleno de vapor...
No necesitamos abrir los ojos de nuevo. Aunque no fuimos conscientes de eso, por primera vez su aparición no supuso una deflagración, si no un suave titilar a medida que la llama encendía nuestra silueta haciendo translúcida la carne hasta que desapareció por completo. Como si el fuego extinguiese una imagen que no era más que un espejismo, dejando el esqueleto por fin libre envuelto en un halo que distaba mucho de ser del violento color rojizo habitual. Todo titilaba en un extraño tono azul que era tan nuevo para nosotros como lo era para Jake. Nuestras cuencas se fijaron en su silueta dejándonos ver por primera vez por completo la claridad de su ser sin distorsión. El viento se había calmado hasta volverse una brisa, al tiempo que contemplábamos la realidad de su esencia.
Un alma en pena que sufría lo indecible...
Atrapado en una naturaleza de la que le habían desgarrado, aún prendido a ella con los resquicios que había dejado tras de sí el cruel garrazo mortal que, a pesar de los esfuerzos, no había podido arrancarlo de allí por completo.
Ni muerto, ni vivo... pues a lo que le habían dado no se podía llamar vida...
Era brisa, silbido y viento. Era aire liviano, corriente imparable.
En la muñeca que no era suya habían prendido la joya maldita que no era otra cosa que el símbolo de su martirio. Una penitencia que cumplía como enviado de la muerte.
De todas las crueldades que habíamos presenciado, tal vez era le peor.
- Estas encadenado... condenado aquí...- nuestra voz gutural hizo que aquello sonara con aún mas pesadumbre que la que contenían las palabras. - No puedes ser tu... no te deja ser nada, ni nadie. - nuestras cuencas se clavaron en el artefacto dorado. - tu labor es triste y hermosa, pero cada segundo...- El fuego se replegó sobre nuestra figura consumiéndose sumiendo de nuevo todo en la cálida luz natural de la bombilla que había en el interior del trastero.- te duele...- Tendí la mano de nuevo hacia él y la estreché con cuidado tratando de estar presente para él, para mí. Para los dos. Comprendiendo por primera vez porqué el contacto le era tan ajeno.
Nadie ha sido capaz nunca de tocar al viento.
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Tema: Re: El cajón de-sastre. [Jake NPC] 1st Marzo 2021, 15:15
Jake experimentó por segunda vez la visión verdadera del Ghost Rider, y admiró desde su posición el suave movimiento de la llama azulada balanceándose con armonía, envolviendo con gracilidad la calavera de la niña de 7 años. Era como estar mirando a una hermosa bailarina danzar sobre su cabeza, hipnotizándolo con la calma de su fuego interior.
- Estás encadenado... condenado aquí...- respondió sorprendida, utilizando la voz grave del Ghost Rider - No puedes ser tú... no te deja ser nada, ni nadie. Tu labor es triste y hermosa, pero cada segundo... te duele...
La calavera volvió a ser niña, y el viento, que ahora era un muchacho, contuvo el aliento cuando sintió de nuevo el calor de sus manos entrelazadas.
— Es más fácil de entender cuando alguien lo ve, que cuando lo intento explicar. Ya sabes, no se me da bien expresarme… y aún a día de hoy desconozco el significado de muchas palabras y expresiones. Me cuesta… hablar con los adultos, no les entiendo. Es más fácil cuando estoy con los niños… — el muchacho había vuelto a ser de carne y hueso, y sus ojos, ahora más pequeños, todavía conservaban una pequeña traza de aquel brillo verdoso de su viento interior.
— No siempre es así. Hoy me siento más agitado de lo normal, pero otras veces… este cuerpo deja de ser tan pesado y es más cómodo de llevar. Aún así… soy incapaz de acostumbrarme. — chasqueó la lengua, mientras sus ojos se perdían en algún punto incierto del trastero. — Ya no sé ni lo que quiero. Pensaba que esto sería más fácil pero ya llevo mucho tiempo así, y siento que no he avanzado nada. Sigo estancado…
Entonces, los ojos de Jake buscaron los de Kim con apremio. Ella le entendía. Ella era la única que le podría dar consuelo.
— No te cuento esto para que sientas pena por mí. Yo mismo me lo he buscado… —explicó, aferrándose de nuevo a la mano de la coreana.— Pero necesitaba sacarlo de dentro. Decírselo a alguien que pudiera entenderlo, que supiera lo que se siente cuando estás atrapado en un cuerpo que no es el tuyo, sin poder ser quién eres de verdad…— tragó saliva, y de pronto, llevó su mano libre al pecho, aferrándose la sudadera con fuerza, como si algo le doliera allí dentro— Todo este tiempo… aunque estuviera rodeado de niños, corriendo, jugando y saltando todo el día… no me había dado cuenta de lo solo que me sentía... hasta que te conocí —volvió a mirarla, esta vez con los ojos empapados en lágrimas— Al principio tuve mucho miedo. El maestro me advirtió de que no podía hablar de nuestro secreto con nadie, y tú me habías descubierto... No sabía lo que podría pasar. El maestro se iba a enfadar conmigo si se enteraba, y pensé en borrarte la memoria. Pero algo en mi interior se removió y no pude hacerlo. Simplemente te dejé marchar. Pensé que bastaría con no volver a verte, y que este sentimiento desaparecería en unos días. Pero no fue así...
Las lágrimas brotaron de nuevo por sus ojos, correteando de forma incontrolable por las mejillas del muchacho. Molesto, intentó arrancárselas usando la manga de su sudadera. ¿Porqué su cuerpo estaba llorando sin su permiso? ¿Qué era ese sentimiento que le oprimía el pecho y le ahogaba las palabras?
— Si no he vuelto a verte en todo este tiempo… es porque tenía miedo. Tenía miedo de que algo malo te ocurriera por mi culpa. Ya sabes, por todo eso de que soy el dueño de tu alma… no creo que a “quién tu sabes” le haga demasiada gracia… — explicó, mostrando abiertamente su temor hacia los demonios, una historia que todavía tenía que contar—Pero también… también tenía miedo de descubrir que después de todo este tiempo, tu...
Jake, que siempre se mostraba divertido, juguetón, altivo y confiado... ahora era un manojo de nervios. Se sentía perdido, confuso por todos aquellos sentimientos tan complejos que estaba experimentando a la vez. Era la primera vez que le contaba sus miedos a alguien, y ya no podía mantener por más tiempo su máscara de indiferencia. Al menos no con ella...
— Kim… no quiero que me olvides nunca. No quiero que nadie más se olvide de mí…— el muchacho agarró las dos manos de la niña y la atrajo hacia él, abrazándola por primera vez en mucho tiempo.— Y si sigo sin poder crecer… tendré que dejar el colegio, y borrarle la memoria a la familia que me ha acogido en su casa, y a los pocos amigos que he hecho en clase...
El chico sollozó mientras estrechaba a su amiga. El cuerpo de Jacob Birdwhistle temblaba como si tuviera mucho... mucho frío.
— Kim...yo... quiero ser un niño de verdad.
Última edición por Jake el 3rd Mayo 2023, 23:39, editado 1 vez
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Tema: Re: El cajón de-sastre. [Jake NPC] 16th Julio 2021, 03:58
Los niños...
El pesar que eso suponía no podía ser fácil para él. Los únicos niños que permanecían a su lado eran aquellos de los que era guardián. Por mucho que su labor fuese triste, lo era aún más su existencia. Quienes le acompañaban, no podían ayudarle a alejar su sensación de soledad. Los que sí podían, terminaban inevitablemente por dejarle atrás. Sentí una punzada aún mayor en el pecho cuando pude oír los pensamientos que llevaba arrastrando veinte años dichos en voz alta. Yo los había pensado muchas veces, pero jamás los había pronunciado. No me atrevía. No con esa franqueza. No con ese sufrimiento desgarrador.
Le comprendía tan bien que me dolía. Claro. No podía ser de otra manera. Aquello me hizo sentir tan estúpida que mi rostro se llenó de un color rojo encendido. No sabía siquiera si aquello era rabia. Por no haberme dado cuenta. Por haberle dejado ir y no haber tratado de buscarle. Había dejado en sus manos la pesada carga de mi alma, y con una felicidad mayor que la que nadie me hubiera dado nunca, le dejé marchar sabiendo que mi vida era un poco menos miserable... sin percatarme de que haciéndolo, estaba convirtiendo la suya en un infierno. Su mano comenzó a temblar. Fue sutil, pero pude percatarme mientras levantaba la mirada de que una hilera de lágrimas se desprendían de ese rostro que parecía incapaz de conocer la tristeza. Aquello era tan antinatural que, por un instante, me llenó de angustia. Como ver llover hacia arriba. Algo que habría perturbado a cualquiera que se hubiese cruzado jamás con el misterioso joven de pelo castaño y semblante siempre sonriente, que dedicaba todos y cada uno de sus esfuerzos en arrancar a los chiquillos de los que se rodeaba la mayor de las carcajadas a su alcance.
Cómo alguien que era capaz de mostrar tanto optimismo y alegría podía estar tan roto...
Tan roto como yo...
Yo era una cínica. Una hipócrita. Una buena actriz. Tal vez eso era lo que más dolía. Saber cómo mi comportamiento aniñado había sido esa coraza que necesitaba porque, de otro modo, me habría sido imposible sobrevivir. ¿Eso era lo que él hacía? ¿Con cada juego, cada trabalenguas, cada jugarreta y cada sonrisa?
Cada una de sus palabras me calaba la piel y zumbaba en mi pecho con la furia de un enjambre. Había meneado demasiado la colmena, que era tan mía como suya, y ahora ninguno de los dos sabía cómo apaciguar ese virulento nido de sentimientos encrespados. Me pinchaban el torso con miles de agujas mientras intentaba aguantar los gemidos que amenazaban con escaparse de mis pulmones. Mis ojos se enturbiaron, llenándose de lágrimas. Esa frustración que veía en él mientras se las secaba, como si fueran algo ajeno. Como si no se las mereciera. Como si otro las hubiera sacado a traición de sus ojos y él no hubiese podido evitarlo.
Al sentir como apretaba mi otra mano, tuve un extraño impulso. Una especie de Magnetismo inexplicable. Me levanté como un resorte sobre mis dos pies, avancé la poca distancia que nos separaba, y envolví su cuello con una fuerza desesperada, mientras sus brazos se ceñían sobre mí, haciéndome rememorar los dulces momentos pasados en los que un gesto tan sencillo había bastado para librarme de todos mis miedos. Lo apreté contra mí como si creyera que podía meterme bajo su piel para tratar de sentir por él todo lo que le estaba asfixiando, anulando, y convirtiéndole en el mismo ser desdichado que yo había sido durante dos décadas. Porque él No huía, como yo lo hacía, pero también borraba sus huellas. Dejando todo atrás. Yo había lidiado con ello viviendo en diferentes partes del país donde nadie pudiera relacionarme nunca con “qué ha sido de esa niña que...” a la que la gente de cierta zona no volvía a ver nunca más. Teniendo que dejar a todo el mundo que llegaba a importarnos algo. Como a Sasha, a Drago, o al dulce hombre al que me había declarado, y que con una caricia, se despidió de mí un día sin saber que no volvería a verme más. Aún pasaba de vez en cuando por su hogar, y contemplaba a la mujer que se había casado con él. Miraba crecer su familia, llena de envidia y pena, sabiendo que todo eso nunca podría formar parte de mi vida.
Las lágrimas se despeñaron de mis ojos apretados mientras dejaba escapar el gemido que había intentado contener. Mi respiración se llenó con hipos y jadeos entrecortados. Un triste consuelo bueno para nada. Apenas conseguía articular palabra. Sólo podía llorar. Por él. Por mí. Por lo que las circunstancias nos habían hecho a los dos. Dos criaturas egoístas y sin escrúpulos nos habían arrancado de nuestro rumbo, nos habían devorado, mascado, drenado hasta el tuétano... y ahora ninguno de nosotros era más que un espejismo.
Nos atrapaban jaulas invisibles, y cadenas tan largas que no conocían límite.
Tardé un largo rato en ser capaz de hacerme dueña de mi respiración. Negué con la cabeza, restregando mis lágrimas en su mejilla sin quererlo, donde se entremezclaron en una húmeda capa de aflicción y sal.
- Jake... no podemos seguir viviendo con miedo...- le susurré al oído, manteniendo mis ojos aún cerrados. Esas palabras eran tan amargas como ceniza sobre los labios. - Estoy cansada y me duele más cada día que pasa. No quiero seguir sufriendo. - volvía a apretarle contra mí de manera inconsciente. Ninguno de los dos habíamos pedido eso. Ninguno de los dos lo merecíamos. - Tu y yo vamos a cambiar. Tenemos que hacerlo juntos. - había conseguido decir eso con muchísima más convicción de la que me creía capaz, después de haber llorado de ese modo. Mis puños se apretaron sobre su espalda, llenos de una determinación que me era tan ajena como la tristeza lo era al rostro de Jake. - Ni tu maestro quería que te recordaran, ni el mío quería dejarme tener a nadie. Eso se acabó. - Comencé a separarme, con un brillo renovado en la mirada. Algo que nunca había sido capaz de mostrar para mí misma. Mis ojos enrojecidos y húmedos estaban llenos de voluntad. - Nuestra verdades ya no tienen dueño. A partir de ahora, sólo guardaremos los secretos que queramos. - deslicé las manos a través de su espalda, y la apoyé en sus hombros. Elevé una de ellas y limpié con mucho cuidado los restos de su llanto. El mío arreció por sí mismo al darme cuenta del peligro que suponía para ambos lo que le estaba proponiendo. - No te olvidaré Jake. - Como aquella vez, mi mano se alzó ofreciéndole el meñique. Un gesto ínfimo, inocuo, y sin embargo, cargado de un significado que había cambiado mi vida en un instante. Porque nos lo había prometido. Y yo, correspondería esa promesa.
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Tema: Re: El cajón de-sastre. [Jake NPC] 3rd Mayo 2023, 23:38
Verla llorar por él de aquella manera tan genuina, tan inocente, tan natural… le dejó sin palabras. Incluso le sorprendió. Nadie antes había llorado así por él, ni siquiera cuando regresó junto a su maestro tras los duros cuatro años de la guerra mundial.
Jake, de alguna forma, la envidiaba. Esa renacuaja era capaz de expresar sus sentimientos con franqueza, y se desahogaba con una pasión con la que él jamás habría soñado.
¿Esas eran las lágrimas de una niña pequeña? ¿O de la adulta que vivía dentro de aquel diminuto cuerpecito? ¿Lloraba por él? ¿O por los dos? ¿O quizás era una mezcla de todo?
Sea lo que fuere, sus lágrimas eran tan contagiosas que Jake ni siquiera podía detener las suyas propias, aunque en comparación, fueran diminutas y silenciosas. La chica le estaba estrechando con tanta fuerza, que ya no podía echarse atrás. Esta vez estaba decidido, ya no huiría más de las personas a las que quería. Se permitiría querer, encariñarse de alguien… y aguantaría todo lo posible esas extrañas cosquillas que surgían ante el contacto físico, y que bailaban sobre una línea muy fina entre el dolor y el placer.
Cuando los primeros nervios desaparecieron con el tiempo, Jake se atrevió a estrechar a Kim con más fuerza mientras ella seguía gimoteando sin control, derramando sus genuinas lágrimas contra el rostro del muchacho. El hijo de los vientos cerró los ojos en aquel instante, dejándose arrastrar por el torrente de sentimientos de ella mientras sentía cómo una extraña calidez empezaba a expandirse por todo su pecho. El cosquilleo y las desagradables punzadas habían empezado a desaparecer y por primera vez en mucho tiempo, Jacob empezaba a sentir algo… y era lo más parecido a experimentar un sentimiento verdaderamente humano.
— Kim…— susurró con la voz entrecortada. Que ella le susurrara al oído de aquella manera tan dulce le había hecho estremecer.— No puedo hacer eso… no tengo el poder para cambiar las cosas… y además, hice una promesa. Sin mi… estas almas seguirán perdidas, o lo que es peor… vivirían en un infierno…
Sin apartarse ni un ápice, Jake se dejó limpiar las lágrimas del rostro mientras entrecerraba los ojos, y apretujaba con más fuerza la sudadera de ella contra su pecho. Otra vez sintió ese cosquilleo molesto y a la vez embriagador que provocaba su cercanía.
— Mi maestro me prohibió revelar mi naturaleza por dos motivos. El primero es porqué no todo el mundo entendería mi existencia sobrenatural. Yo provengo de un mundo donde la magia era un bien escaso, y bueno, aunque ahora es algo bastante más común, sigue existiendo gente que rechaza a los que son como nosotros...
El muchacho dejó escapar un leve suspiro y su mirada se perdió en algún punto indeterminado de la habitación.
— Y lo segundo, y más importante… es la inusual habilidad de mi brazalete. Un artefacto que es capaz de manipular el espacio y el tiempo a su antojo, un poder que ya no existe en este nuevo mundo y que podría ser un jugoso caramelo para aquellos que, a diferencia de mí, sí saben hacer magia.— explicó con una seriedad poco natural en él— Patroklos depositó en mí un amplio conocimiento de su magia, así que soy como… una biblioteca de hechizos andante. Es por eso que no puedo llamar mucho la atención, a menos de que quiera que este conocimiento caiga en malas manos…
Confesó por fin, y después de haber escondido ese secreto por largo tiempo, se sintió algo más ligero. La verdadera razón por la que no debía ser recordado. Una magia que sobrepasaba los límites del universo conocido, creada justamente por el hombre que había provocado la colisión de los mundos en primer lugar.
Pero también era verdad lo que decía Kim. Ya no tenía porqué seguir guardando más secretos. A estas alturas, se sentía capaz de contarle cualquier cosa a su amiga. Ella era la única que podía verle con total claridad. Sin máscaras, sin secretos, sin más mentiras.
— Yo tampoco te olvidaré… — y sus labios se curvaron en una sonrisa que distaba de ser la de siempre. Ya no tenía ese matiz de travesura o picardía. Esta vez era una sonrisa de verdad, de genuina felicidad.— Jamás de los jamases…
Y como en todas las buenas promesas, juntaron sus dedos meñiques para sellarla, como si con ese sencillo e infantil gesto formularan un hechizo que sería por siempre inquebrantable.
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Tema: Re: El cajón de-sastre. [Jake NPC] 14th Junio 2023, 21:06
Aquello me resultaba ajeno, casi incómodo. Casi todo el contacto físico que había tenido en los últimos años había sido situacional. Fugaz. Siempre insuficiente para alguien que lleva solo tantísimo tiempo. Uno hecha de menos las cosas más pequeñas. Una palmada en el hombro. Una mano capaz de secar las lágrimas. Un abrazo de los de verdad.
A veces... incluso... una caricia en la cabeza.
Las odiaba a muerte. Tal vez porque se habían convertido en el contacto más constante y que más me hacía consciente de mi propia soledad. El eterno recordatorio de un cariño al que me veía obligada a renunciar, con todo el dolor de mi corazón, a pesar de pretender que ya no me importaba.
Por eso, ese abrazo fué distinto a todos los demás.
Ese abrazo me revolvió de pies a cabeza, como lo hizo por primera vez la certeza de que ese cabeza hueca atolondrado era quien estaba protegiendo mi alma. Envuelta en ese cálido contacto ligero, sentí una nostalgia que se derramó sobre mi rostro junto a mis lágrimas. Sonreí, sin poder evitarlo, durante unos breves momentos, porque comprendí que Jake tenía un poder sobre mí que trascendía el simple hecho de ser mi amigo, y mi protector. Ahí, entre sus brazos, me sentía como en casa. Como si acabara de descubrir el último lugar en el mundo al que podía considerar mi hogar.
- No puedo pedirte que renuncies a lo que eres, o lo que haces... - lo dije como si fuera una certeza pero al hacerlo me sobrevino una dentellada de culpabilidad. Tal vez aquel no era una simple observación. Tal vez fuera el deseo egoísta de saber que, si renunciaba, no tenía idea de en manos de quién acabaría mi alma. - pero tenemos que encontrar otra manera. Otra manera de hacerlo Jake. - apreté su sudadera en mis pequeños puños, sin darme cuenta. Como si con eso, consiguiera que el contacto fuese aún más real. - No creo que yo tampoco pueda seguir resistiéndome al Ghost rider. Ahora... ya no quiero hacerlo. - sentí que se me secaba la garganta. - Me ha costado mucho tiempo darme cuenta de que también está sufriendo. - Sentí una calidez interior. Puede que fuera toda la situación. O que de alguna forma estuviera ahí dentro, escuchando.
- Si alguna vez pasa algo, sea bueno o malo, tenemos que ayudarnos. ¿Vale? - le pregunté. notando aquella falanje enrredada en la mía. - Forma parte de la promesa. Si alguien te hace daño, me llamas. Si un día quieres comer pizza y nadie quiere ir contigo, me llamas. Y yo...- ¿Sería capaz de cumplir? ¿De aceptar ese compromiso? - Yo lo haré también. - Él sonrió. - Jamás de los jamases. - coreé, después de él.
Cuando nuestros dedos se liberaron, supe que todo era real. Yo no rompería mi promesa y sabía que Jake tampoco. Ni siquiera había sido capaz de romper la que le había hecho a su maestro, incluso aunque eso le hubiera condenado a una vida de ostracismo, lejanía y miseria. Una vida paralela a la mía. Las dos llenas de secretos y soledad, a raíz de dos promesas.
La que hicimos entre nosotros, para nosotros, era diferente a todas ellas. No servían para separarnos, forzarnos o alejarnos. No nos esclavizaban, ni nos forzaban a someternos.
Y yo sentí una sensación de felicidad como no recordaba haber sentido nunca. Mi rostro se llenó con una sonrisa que pronto se convirtió en una carcajada contagiosa. Al menos esa noche, nuestro mundo no era oscuro, ajeno y frío. Con esos meñiques entrelazados, nuestro mundo cambiaría para siempre.
Sería un poco menos solitario. Un poco más amable.
La carga de nuestros secretos era más ligera ahora que teníamos otro par de manos para soportarlos.