Paseo de Museo (Jake y Charlotte) [20/03/2019]

20 de Marzo de 2019
Museo Americano de Historia Natural
Nueva York.

¡Todo esto era genial! Estaba sentada en el bus, con mis compañeros de la escuela para ir al museo de Historia natural. Habiamos pedido el permiso hacia varias semanas y pagado por todos los servicios a la profesora, pero la espera se habia hecho eterna. Nos iban a dar una visita guiada, y esos paseos son los mejores cuando estas con tus compañeros de clases. Llevaba mi mochila con un cuaderno para apuntar, mi almuerzo y dinero para comprar cosas que me gustaran en el museo. Mi papá no se encontraba en el pais, tenia que estar en Dubai para atender una reunion de negocios, asi que quien me habia proporcionado todo era mi niñera Nancy.

Desde la mañana, donde me habia despertado muy temprano para estar totalmente preparada, sabia que tenia que estar muy bien vestida. Me puse unos pantalones cortos, mis zapatos de deporte y una blusa de botones roja, la cual estaba decorada con una pañoleta amarilla que nos habian pedido a los chicos de mi grado para que no nos perdieramos. No me gustaban especialmente las pañoletas, pero bueno, tampoco queria contradecir a mis profesores. Supongo que si era asi, no habia mucho que reclamar.

Nancy se levanto un poco despues de mi para prepararme mi almuerzo: Sandwich de mantequilla de mani y otro de Nutella (no hay nada mas asombroso que eso para el almuerzo). Tambien tenia una botella con agua, un paquete de galletas y una bolsa de caramelos que habiamos comprado ayer. Decia que me iba a dar hambre tarde o temprano, asi que era mejor que no gastara en comida y yo llevase la mia.

Cuando todo estaba preparado, Nancy me llevo a la escuela, donde nos esperaban los camiones amarillos que nos iban a llevar. No solo iriamos los de mi grado, si no los chicos mas grandes tambien asistirian, aunque segun me habia enterado, ellos harian actividades distintas a las de nosotros. La verdad es que no me gustaba juntarme con los mas grandes, siempre eran los mas agresivos y los que menos amistosos eran, por lo que me limitaba a los de mi grado, y no todos, simplemente los de mi grupo... Y de esos, no eran todos, solo unos cuantos amigos.

Me despedi de Nancy y me subi al autobus en cuanto me dieron un gafete con mi nombre, mi grado escolar y mi escuela. Me encontre con una amiga, con la cual me sente en la parte de enmedio del autobus.

-Oye, Charlotte. Yo voy en la ventana -Oh, la verdad es que yo queria sentarme junto a la ventana, pero no sabia como decirselo, asi que asenti muy rapidamente.
-Si... No hay problema. -Me sente en el asiento junto al pasillo del autobus y espere a que arrancara. La verdad es que estaba ansiosa por llegar al museo.

Empezaron a salir los autobuses, y el mio, que era uno de los que estaba enmedio, arranco siguiendo a los demas. Me imagino que pareciamos como los elefantes de los documentales que iban todos uno tras otro por la cola... Aunque bueno, los autobuses no tenian cola. Me puse a imaginar como seria un autobus amarillo con cola, y llegue a la conclusion que serian elefantes sin amigos como Dumbo. Pobrecitos autobuses.

Despues de pensar eso durante un rato, me puse unicamente a mirar por la ventana. No era mucho de charlar... O bueno, quizas si, pero ahora estaba algo ansiosa por llegar al museo. Quizas de regreso pudiese charlar mas con mi amiga.

Tener que ir a la escuela había resultado ser la peor idea que podía haber tenido Elissa Stavridis en su vida Ni siquiera a su maestro se le ocurrió semejante tontería en sus años de aprendiz. Pero una vez eres un niño de verdad tienes que empezar a hacer cosas que hacen los niños humanos normales.

Por suerte para Jake, aquel día no tendría las aburridas clases de Historia del señor Hawkings. Cada vez que el profesor empezaba a leer directamente del libro, a Jake se le caían lentamente los párpados y se quedaba dormido en cuestión de segundos. Era inevitable. Por suerte para él, hoy no haría la siesta en clase.

La tutora de su clase había conseguido incluirlos a la visita que iban a hacer los niños de segundo grado al museo de historia natural para hacer una Master class, aprovechando que el museo celebraba los 400 años de ilustración científica. A Jake le pareció un viaje aburrido al principio, pero se entusiasmó por el museo tras descubrir que también había una exposición de arañas en vivo.

- ¡Y hay unas maquetas enormes de esqueletos de dinosaurios! ¡Y ballenas gigantes colgadas en el techo!

- Suena interesante- comentó el castaño a su compañero de clase mientras subían en el autobús.

- ¡Tío!, ¿tus padres no te han llevado nunca al museo? - preguntó el otro chico sorprendido - Casi todos hemos ido alguna vez...

- Pues, la verdad es que no... 

Pero a Jake ni siquiera le preocupó. ¿Qué interesante sería ver una maqueta de un esqueleto de T-Rex cuando él había visto a los dinosaurios en vivo y en directo?

Una vez el autobús estuvo lleno, el conductor se puso en marcha. Los alumnos de segundo y décimo grado llenaban más de un autobús, así que el segundo de tres vehículos llevaba casi la mitad de los alumnos de cada curso, y al menos una decena de asientos libres hacia el final. Jake dejó que su compañero se quedara con la parte de la ventanilla y el castaño se quedó en silencio mientras miraba la fila derecha de asientos. Estaban todos ocupados por niños de entre siete y ocho años, y Jake no pudo quedarse callado al darse cuenta de quien tenía a su lado.

Era una niña delgadita, con una gran mata de pelo dorado y desordenado de lo tan rizado que lo tenía. Sus ojos expresaban impaciencia e ilusión, pero el muchacho se percató de algo mucho más interesante...

- Ey, chica, ¿crees en las hadas? - 

Jake no sería Jake si empezara una conversación de una forma normal.

Miraba por la ventana, observando el paisaje de la ciudad y me puse a pensar en lo genial que seria tener un propio vehiculo, como el avion de los Vengadores o la moto del capitan America... Bueno, la moto no. No me gustaban las motos, me daban miedo, pues era como estar en una bicicleta, pero mucho mas rapido. ¡Y cuando vas muy rapido en la motocicleta chocas! Una vez me habia chocado contra el borde de una acera en Inglaterra y cai junto a un charco. Aparte de que me lastime, me moje un poco el abrigo y me dio mucho frio, pues el charco estaba helado. Definitivamente, era peligroso tener vehiculos muy rapidos en lugares donde podias chocar... Por eso seguramente el avion de los Avengers fuese algo mas seguro, como el avion que me trajo de Londres a Nueva York. ¿O quizas me harian uno diseñado para mi tamaño y con sus medidas de seguridad?

Estaba abstraida en mis pensamientos, tratando de ignorar las ideas de los que estaban en el camion, hasta que algo me distrajo y me trajo de nuevo al camion donde me encontraba. Voltee a ver al niño castaño que me hablo... y al notar que era un mayor, me puse nerviosa. ¿Me querra quitar mi almuerzo? ¿Querra hacer algo contra mi? Me concentre en prestar atencion a sus pensamientos, a la par que respondia.

-Eh... Si, creo en las hadas. ¿Las de Harry Potter, no? ¿O en otras? Me gustan las de Harry Potter, esas son adornos... Bueno... EH... -Me puse mas nerviosa. Algunas veces se habian burlado de mi por mi gusto por el gran niño mago, pero ellos no podrian saber que yo era una proxima maga de Howgarts- Digo... esto...

Me quede callada y mirando al frente. Me daban miedo los alumnos de grados mayores, y mas cuando estos se la pasaban burlandose de todos los gustos de los demas. Pero no tenia que demostrarle aun nada al mundo... ¿O si? No me gusta para nada tener estas dudas. Simplemente, me gustaria que no me molestaran hasta que me llegara mi lechuza para ir a la escuela de magia.

-Me... llamo Charlotte. -Alguna vez habia oido que la gente no ataca lo que conoce, y si sabia mi nombre, quizas evitaria que me molestara- ¿Y tu? Digo... ¿Cual es tu nombre?

La caravana de camiones siguio avanzando por la ciudad, mientras otros niños charlaban, reian, gritaban o comian de sus almuerzos durante el trayecto. Habia un gran caos en la parte de atras del camion, por eso nunca me sentaba atras... Ahi se sientan los niños que les gusta molestar a los demas...

Jake esbozó una sonrisa traviesa al ver que la niña se estaba poniendo nerviosa, y en ningún momento la trató de disimular.

- No, yo me refería a las hadas de Peter Pan. ¿Has leído Peter Pan? Es un gran libro. Cada vez que dices que no crees en ellas se muere una, así que ves con cuidado de no decirlo en voz alta... además, no son ni malas ni buenas. Como son tan pequeñitas sólo pueden tener un sentimiento a la vez en su interior; rabia, ira, amor, amistad... oye, ¿qué es eso de Harry Potter?

Jake se quedó intrigado con esas nuevas hadas de las que le hablaba la niña del asiento de al lado. No había escuchado ese nuevo nombre que le había dado a las hadas. ¿Qué serían las hadas Harry Potter? Charlotte pudo detectar algunos pensamientos de confusión del muchacho, parecía que no tenía ni idea de lo que le estaba hablando la niña, así que en aquel momento no captó ningún pensamiento interesante del chico de cabellos castaños.

- ¿Y ahora porqué mira al frente? ¿Tendrá vergüenza de que le hable?

- Bonito nombre, Charlotte. ¿De dónde es? - hizo una pausa y entonces se presentó - Yo soy Jake, encantado de conocerte. ¿Quieres una piruleta?

El muchacho se sacó dos piruletas con forma de círculo de fresa del fondo de su chaqueta verde y le ofreció una a la niña.

- Lo de las piruletas siempre funciona, a ver si así deja de tener vergüenza...


FDI: le doy permiso a Charlotte de que pueda leer los pensamientos de Jake en este post si quiere ;p

¿Peter Pan? Ese cuento estaba un poco pasado de moda, muy viejo... De hecho, estaba el cuento en una recopilacion de cuentos tan viejos que el libro tenia las hojas amarillas y se estaba desmoronando. Con mucho cuidado mi mamá me lo habia leido hacia un año creo, y me habia gustado, pero nunca entendi porque Peter Pan se los llevaba volando a la Isla... A mi me hubiese gustado quedarme a vivir con mis papás todavia unos años mas hasta que llegara mi lechuza... Supongo que asi eran los libros de antes, con niños que escaban de casa cada vez mas jovenes.

-Harry Potter es el mago mas genial del mundo... El fue el niño que sobrevivio... -Solte, mientras trataba de esconder la mirada lejos de su juicio. Me daba mucho miedo que a cada palabra que dijera acerca de mi gran inspiracion me fuese a pegar o se burlase de mi. Pero sus pensamientos no parecian demostrar algun tipo de agresividad, si no una especie de confusion. ¿Como es que no sabia que era Harry Potter? Lo mire durante un segundo, con tanta confusion como el estaba pensando y despues, volvi mi vista al frente.

Me ofrecio una piruleta, pero sus pensamientos eran para ver si eso me quitaba la verguenza... No estaba avergonzada del todo, si no mas bien, tenia miedo de lo que podia hacerme. Los niños mayores siempre me asustaban, jugando sus juegos rudos y haciendo bromas hirientes de los demas. Por eso me juntaba mas con los niños de mi grado... aunque tampoco tenia muchos amigos de mi edad.

-Eh... Esta bien... -Acepte la piruleta y me la lleve a la boca. De ninguna manera me sentia mas comoda, sin embargo, el dulce estaba rico y supongo que podia ser buena persona si me ofrecia dulces que el tambien comia. Me habian dicho que no aceptara dulces de desconocidos, pero creo que el va en mi escuela, por lo tanto no era un desconocido total. -Esta rica... Muchas gracias.

Saque mi lonchera y de ahi tome mi almuerzo.

-¿Quieres la mitad de un sandwich? -Le ofreci, lo mas amistosamente posible que pude. Mi sandwich era de espinaca con jamon, y estaba rico porque me lo habia preparado Nancy

Jake se quedó algo confuso cuando Charlotte le hablaba del chico mago llamado Harry Potter. El muchacho no había leído nada de eso, de hecho siempre le había costado mucho leer un libro. Por suerte su maestro le pudo enseñar a leer cuando todavía era su aprendiz, pero después de eso no había vuelto a dedicarle mucho tiempo a la lectura. Y menos a los libros para niños.
 
- ¿El niño que sobrevivió? ¿Y a qué sobrevivió? – preguntó el muchacho de la capucha verde, prestándole a Charlotte su total atención.
 
Jake esbozó una sonrisa de oreja a oreja cuando la niña de la bufanda roja le cogió la piruleta y se la llevó a la boca. Eso siempre le había funcionado a la hora de tratar con niños, así que… ¿Por qué no iba a funcionar con aquella niña tan tímida? Estaba consiguiendo que se abriera un poco más a él.
 
 - ¿De qué es tu sándwich? Probaré sólo un trozo…– Jake lo miró como si nunca hubiera visto unas espinacas y acercó su rostro al bocadillo para darle un pequeño mordisco en una de las puntas. – Está rico, gracias – volvió a sonreír, pero esta vez con la boca llena de las migas del pan.
 
- Cuéntame más de ese Harry Potter, ¿qué es lo que hace?- Jake pudo notar la ilusión de Charlotte en sus ojos cuando hablaba del joven mago. ¿Sentiría algún tipo de admiración por él?

Me causaba mucha curiosidad que alguien no hubiese leido a Harry Potter, o minimo, haber visto las peliculas en la television. ¡Todo mundo sabia quien era el joven mago, era cultura popular pura. Me acomode mas en el asiento, mientras pensaba como explicarle a Jake como era todo esto de la magia del mejor mago de todos.

-Pues sobrevivio al que no debe ser nombrado, Lord Voldemort, que es el malo mas malo de todo el universo. El rompio todas las leyes de la magia y ha causado muchos problemas al mundo, pero bueno, al final Harry Potter gano y pudo salvar al mundo de esa desgracia. Deberias de ver las peliculas, ¡son las mejores! -Le di una mordida al sandwich y espere hasta que pase el bocado para continuar- Harry Potter es de una escuela de magos llamada Hogwarts, a la que espero que me llegue una carta, porque yo tambien soy una maga muy buena - La gente no me creia cuando les decia que yo podia hacer magia, asi que no me preocupaba para nada que el no me creyera.

Mire por la ventana y vi que ya estabamos muy cerca del museo. Le hice un gesto a Jake para que se preparara, y guarde mis cosas en mi mochila. La maestra que iba con nosotros en el autobus se levanto y empezo a dar instrucciones para que al momento de descender mantuvieramos el orden y nadie se perdiera. Estaba algo nerviosa pues habia mucha gente, y tanta gente me inquietaba bastante.

-Vamos. -Empezamos a bajar del camion ordenadamente mientras esperabamos formados a que nos metieran al museo, todos hablando en voz alta, haciendo bromas, mientras yo me quedaba en silencio junto a Jake. Espero que el no se ponga tan nervioso como yo, o todo se saldria de control.

Lord Voldemort, el que no debe ser nombrado, eso si que era un nombre con gancho pensó Jake. Si era el hombre más malvado del universo, ese tal Harry Potter tenía que ser muy poderoso. El muchacho había conocido a místicos y villanos de todo tipo, pero apostaba a que ese Voldemort sería más interesante que todos los malvados juntos, al menos su nombre molaba más.

-¿También es una película? – preguntó curioso. Había tardado una década en entender a la caja llena de imágenes que se inventó el siglo pasado. Jake se había acostumbrado a usarla y sobretodo veía los dibujos animados o las películas que ponían las hermanas Stavridis en su tiempo libre. Al lo que no llegaba a pillarle el tranquillo todavía era al Ordenador y a eso que llamaban Internet. Eso si que ya se le escapaba de sus conocimientos. Bueno, y la tecnología en general, ¿Tablets? ¿Waifais? ¿Móvails? ¿Para qué necesitabas esos cacharros cuando podías susurrarle al viento?

Entonces Charlotte dijo algo muy interesante y atrajo aún más la atención de Jake. La muchacha afirmaba ser una maga y que pronto le llegaría una carta para ir a la escuela mágica que salía en sus libros, Que tierno era ser un niño de corazón bondadoso, que soñaba con cosas dulces y llenas de imaginación. A Jake le encantaba jugar con almas tan inocentes, y pensó que sería muy interesante seguir conociendo a la rubita.  

Charlotte había afirmado ser una maga, pero Jake no sabía hasta que punto aquellas palabras significaban algo. ¿Era una de esas mentiras que se dicen cuando hablas de lo que más deseas? O… ¿Realmente tendría algún poder del que ni ella misma conocía? Jake lo había notado desde el momento en que subieron al autobús. La niña desprendía una especie de aura que la distinguía del resto de estudiantes. Lo supiera ella o no, Charlotte era una niña especial y él iba a averiguar el porqué.

- Así que eres maga… - sonrió el muchacho.- ¿y qué es lo que sabes hacer?

Pero los profesores interrumpieron la conversación de ambos y Jake tuvo que sentarse bien antes de que la tutora le metiera bronca. Charlotte pudo escuchar como el compañero de asiento del castaño la criticaba:

- ¿Qué hacías hablando con esa niña tan rara? – susurró por lo bajo-  Los más pequeños sólo saben decir tonterías…

Pero Jake no le respondió, y cuando los profesores empezaron a bajar uno a uno a los estudiantes, el muchacho se acercó de nuevo a Charlotte y se metió las manos en los bolsillos de la sudadera verde, esperando a que todos hubieran bajado del vehículo.

- Oye Charlotte… ¿sabes lo que son las Arpías? – le susurró el muchacho al oído con una sonrisilla traviesa. De fondo, la tutora empezaba a echarles la bronca de forma histérica a unos alumnos de décimo grado que no paraban de molestar a los más pequeños. - Pues eso es la profesora.

FDI: He aquí un guiño al primer libro Percy Jackson xD no he podido evitarlo.

Me incomodaba un poco el desconocimiento que tenia este chico sobre todo el universo, pero era comprensible, quizas era de Texas o de algun otro lado de esos que son puro campo y la gente tiene caballos y estan buscando oro en el desierto y tienen que esconderse de los bandidos. A lo mejor Jake era un vaquero y por eso no conocia todas las cosas de la gran ciudad... No lo sabia, la verdad es que nunca habia ido a Texas en mi vida y los unicos caballos que conozco son unos que he montado cuando estaba en Inglaterra... Pero aqui en Nueva York ya no hay espacios para corceles. Eso si que era terrible.

Bajamos del camión, y me coloque mi gorrito de nuevo para cubrirme del frio. En realidad no hacia frio, pero el fresco no me gustaba y preferia estar tapada que sentirme mal despues. Ahora todos tenian que acomodarse mientras los maestros hablaban para que los guias nos llevaran dentro del museo, pero siempre eso era un caos porque tenias que esperar en la acera de la calle mientras los maestros te gritaban para que te ordenases. ¡Yo ya queria entrar al museo!

Jake se me acerco cuando todos ya habian bajado de los camiones. Me pregunto si sabia que era una arpia, diciendo que eso era una profesora... Seguro que no era algo bueno, porque habia leido que las arpias eran seres peligrosos y violentos que se enfrentaban a los demas para robarselos y meterlos en sus nidos. ¡No pensaba que la maestra fuese la mejor de todas, pero tampoco queria que fuese una mujer malvada!

-Oh... No seas asi... -Mencione alzando muy poco la voz para que no me escuchara la maestra, algo sonrojada. -Seguro que no es la mas malvada de todas las arpias...

Nos pusieron en filas y todos entramos lentamente al museo, mientras seguiamos a uno de los jovenes guias del lugar. Creo que me tocaria ir con los chicos mayores como Jake, ya que su grupo iba tambien con el mismo guia que yo. Eso estaba bien, el chico de abrigo verde me estaba cayendo genial.

-¿Qué que se hacer? -Sonrei un poco ruborizada, acordandome de su pregunta en el camion- Bueno, se hacer muchas cosas... Pero me da pena. Hay mucha gente, y si me descubriesen, revelarian mi identidad de superheroina. -En realidad nadie conocia a Royal Witch, y Natalia, la unica superheroina que si la conocia, no creo que pensara revelar su identidad ante nadie- ¡Después te puedo enseñar!

Al entrar, a nosotros nos llevaron por la derecha, camino a la exposicion de mamiferos que tenian. ¡A lo mejor y hasta veria un gran leon con sus garras! Me gustaban mucho los leones, aunque me daba miedo que me comiese uno. Supongo que los que estan en el museo no estan vivos, porque si no seria como ir al zoologico pero mas aburrido.

Jake sonrió divertido al ver que la niña se sonrojaba y hablaba con voz muy bajita para que no la oyera la profesora y fuera a regañarla.

- ¡Era una broma!- rió, y se echó las manos a la nuca con aire despreocupado-. ¡Pero menuda mala leche tiene!

La niña empezaba a confiar en el chico poco a poco. Retomando su conversación anterior, Charlotte le  confirmó que tenía una identidad como heroína, y que cuando hubiese menos gente le enseñaría sus poderes. Jake sonrió aún más divertido, sentía la magia latente en la rubita y por sus palabras era posible que ella también lo supiera, aunque de una forma más inocente.

- Vale, ¡trato hecho! – Dijo el castaño dándole una suave palmadita en la espalda a la chica - ¡Si tu me enseñas tus truquitos yo te enseño los míos!

A Jake le encantaba fanfarronear, así que mantuvo esa sonrisa traviesa al entrar en el museo. La tutora estaba más calmada, e indicó al grupo que la siguieran dentro del recinto. Dividieron a los alumnos en varios grupos con guía propio. En la entrada había un esqueleto gigante de un dinosaurio, y el Hall se dividía en varios pasillos que llevaban a diferentes exposiciones  Pasaron por la exposición de mamíferos disecados dónde el guía se detuvo para dar una interesante explicación sobre la vida y la alimentación de esas criaturas. Muchos de los niños de décimo se aburrían, esperando a que la charla terminara y fueran a ver las arañas en vivo.

Jake escuchaba de fondo al guía del museo mientras observaba divertido a los animales disecados. La mayoría los había visto en vivo y en directo, y su maestro le había explicado años atrás lo mismo que estaba explicando ahora el profesor, solo que con lecciones prácticas más divertidas.

En esa misma sala también había una sección de reptiles disecados, y el centro lo coronaba un cocodrilo con las fauces bien abiertas. Jake acarició divertido los dientes del reptil y colocó su cabeza en medio de su boca, haciendo ver que la criatura iba a comerle la cabeza. La situación le pareció graciosa, así que llamó la atención de Charlotte para que le viera hacer el tonto.

Media hora más tarde, la tutora y el guía los llevaron a otra sala menos concurrida, dónde habían expuestos minerales y piedras preciosas de todo el mundo. Las niñas parecían encantadas al ver aquellas joyas brillantes y coloridas, y Charlotte se sintió igualmente atraída por una piedra pequeña y amarilla que descansaba en un rincón olvidado tras una vitrina…

Jake se acercó también a verla y entornando los ojos se dio cuenta de que algo no iba bien. Las luces del museo parpadearon como un trueno y de pronto se apagaron, dejando la sala completamente a oscuras a excepción de las luces de emergencia. Los niños gritaron, unos asustados y otros para continuar con la broma. La voz de la tutora se escuchó de fondo pidiendo calma a sus alumnos, pero otra voz femenina interrumpió el discurso con un leve rugido.

-¿Qué ha sido eso? – gritaron algunos.

En frente de Charlotte y de Jake había una criatura encorvada, demacrada y huesuda. Su cabeza deformada presentaba una boca más grande de lo habitual y unos dientes largos y afilados. Sus brazos terminaban en unas grandes alas negras con las puntas ensangrentadas, y sus largas patas parecían más bien garras. Con uno de sus pies reventó el cristal de la vitrina dónde se encontraba la gema amarilla y la cogió.

En aquel momento, Jake rodeo a Charlotte con sus brazos y la apartó de la dirección de los cristales rotos. Algunos de ellos se habían clavado en el brazo del muchacho, pero el chico no pareció quejarse por ello. Los gritos del resto de alumnos inundaron la sala, y otros empezaron a correr mientras la profesora se había quedado de pie en blanco sin saber que hacer.

- Huye… - dijo Jake con unos ojos verdes que relucían en la oscuridad, y como acatando una orden, la profesora abandonó la sala dejando a solas a los dos niños con la Arpía…

El bicho en cuestión:

FDI: La Arpía tiene fuerza, agilidad y velocidad asombrosas, pero será vulnerable a la magia de Charlotte. Puedes controlar las acciones de la criatura mientras no abandone el museo.

Jake ofrecio enseñarme sus trucos, pero no sabia que el tambien pudiese ser un mago. ¿O acaso el seria un superheroe con una identidad secreta como yo? ¡Genial! Los niños con poderes deberiamos de tener nuestra propia organizacion, tal como los Vengadores, pero en miniatura... Los vengadores de apoyo o algo asi, claro que no queria enfrentarme a tantos villanos y a tantas amenazas como Iron Man o como Hulk, pero me encantaria poder ayudar a los demas y ser reconocida como una heroina por todos los grandes personajes.

Entramos al museo juntos mientras la maestra parecia menos alterada, sin embargo, no queria que me regañase ni me castigara regresandome a casa o algo peor, lo que me hizo bajar un poco la mirada... Hasta que entramos y pudimos ver el esqueleto enorme del dinosaurio. ¡Increible! Abri los ojos como platos sorprendida, y empece a mirar todas las cosas que habia en el museo. Vaya que era un lugar asombroso, y conforme nos asignaban a grupos, el guia nos llevaba por salas donde habia enormes animales disecados.

Me daba un poco de miedo ver a esos ejemplares con poses amenazantes frente a mi, pero tambien sentia una enorme fascinacion por lo que representaban. ¡Ojala pudiese viajar por el mundo y conocer a esos animales frente a frente! Siempre quise abrazar a un leon, pero no en un zoologico, si no en la pradera de Africa. Si un dia iba... ¡Ya veran!

Cuando entramos a la parte de los reptiles, me puse a ver con interes las serpientes. Vaya que esos animales eran peligrosos, pero tambien tenian una piel hermosa y parecian por si mismos amenazantes. Yo creo que por ello Slytherin habia tomado la serpiente como emblema, entre otras cosas, vamos. De pronto, Jake llamo de nuevo mi atencion, esta vez para que viese como metia la cabeza dentro de las fauces de un cocodrilo.

-¡No! ¡Sacala de ahi! -Le grite espantada. Todos se giraron para vernos y Jake tuvo que retirar la cabeza. Casi nos regañaban, pero rapidamente nos mezclamos entre los demas niños y nada paso. -Fiuh... casi desapareces... -¡Como podia ser tan travieso este niño! Me daba miedo la cantidad de daño que podia hacerse y que este lo hiciera sin ningun tipo de panico. ¿Por que era tan valiente? Empiezo a sospechar que de verdad si es un superheroe o algo asi como un forajido.


Tras un rato, fuimos a la sala de minerales, donde habia todo tipo de piedras y joyas preciosas en exhibicion para que la gente conociese sus origenes geologicos. Sin embargo, a mi me llamo la atencion una piedra que brillaba un poco en una vitrina. Jake se acerco, pero al poco, las luces empezaron a fallar y nos vimos a oscuras. Mis compañeros gritaron, y ese grito fue el que me espanto, por lo que yo tambien grite del susto. ¡No es que no me gustase la oscuridad, pero estar a oscuras con mucha gente y con desconocidos no me parecia una opcion segura!

En la oscuridad, pudimos ver la sombra de una criatura horrible. Me puse un poco palida y me quede quieta, incapaz de reaccionar, cuando Jake me jalo y me tiro para cubrirme de unos cristales. -Gra... gra... gracias... -susurre, espantada... Todos empezaron a huir de la sala, menos yo y el muchacho... ¡Ahora tenia que ser valiente! Me levante con cuidado, y trate de enfocar mi concentracion hacia la bestia que nos queria atacar. No podia ver mucho por culpa de la oscuridad, pero, al menos me servia que la gema brillase tanto de manera natural.

Intentaba concentrarme, pero no podia. ¡Se movia muy rapido y estaba muy asustada! La bestia pasaba volando intentando golpear a Jake o a mi, pero en realidad, la gema entorpecia un poco sus ataques. ¡Parate, parate! Me preocupe mucho, asustada y levante mis dos manos para enfocar mi mente hacia la de la bestia. Mis manos marcaron una linea invisible, y de pronto, estaba ahi.

Era un gran corredor, arido, con el piso rojizo y naranja con piedras pequeñas. Un largo pasillo con una puerta arqueada al final, y el infinito desierto similar al Gran Cañon era mi unica compañia. No estaba presente en el museo, si no en la mente de la Arpia, una mente cuyo aire me daba asco y que quizas, podria hacerme perderme. Atras de mi estaba una puerta abierta al museo, donde podia regresar y tratar de hacer otra cosa... Inhale y exhale, y empece a correr a la puerta opuesta. Mis pies marcaban una mancha en el suelo, pero no me sentia cansada, pues no estaba corriendo en el mundo real si no en el mundo mental...

Al llegar a la puerta de la arpia, la abri, y me encontre en un espacio blanco. Al entrar, no veia con mis ojos, si no con unos ojos grandes y feos desde la altura. Estaba dentro de la cabeza de la arpia, sosteniendo con mis garras la gema. Me daba asco mi nuevo cuerpo, pero tan solo tenia que hacer algo para que los heroes nos ayudaran, ganar tiempo... ¡Ya se!

Mire hacia toda la sala y ahi estaba Jake, y mi cuerpo inmovil, en una especie de "trance" con las manos levantadas y los ojos... ¿en blanco? Vaya, nunca me habia visto... Me asuste y de pronto empece a perder el control de la arpia, lo que hacia que me moviese de forma erratica. ¡No, no! ¡Concentracion! Mantuve el control de la bestia y mire hacia las paredes, asi que vole en picada y cuando estuve apunto de estrellarme contra la pared, solte la mente de la criatura. El monstruo se impacto contra el muro, cayendo de la pared hacia el suelo algo aturdida y soltando la gema que cayo en un lugar que no pude ver...

Me toque la frente y vi a Jake... ¿Era posible? ¡Habia hecho algo heroico!

-¡Escondete! -Le grite y me acoste al lado de uno de los soportes de los mostradores de la sala.

FDI: Como hemos tenido un malentendido con la fecha de este post, lo vamos a seguir como está pero daremos por supuesto que ha empezado de otra manera. Jake y Charlotte se conocen en la estación de autobuses y coinciden en el mismo (juntan a alumnos de secundaria y alumnos de la escuela de talentos para ahorrar espacio). Charlotte es un año más mayor por lo que controla mejor sus poderes.
 
 
 -¿Estás bien? – preguntó el chico preocupado, y ayudó a Charlotte a levantarse. Pero la pequeña era más fuerte de lo que Jake creía. Sus ojos azules se concentraban en la gema dorada que brillaba a los pies de la Arpía. Gracias a su mágica luz, la criatura se recortaba en la oscuridad, y la hacía visible a sus ojos. Charlotte aprovechó esa ventaja para localizar a la criatura y proyectarse con su magia.
 
Jake observó con gran interés a la rubita y se dio cuenta de que estaba tratando de canalizar su magia en dirección a la Arpía. Pero la criatura se movía muy rápido y dificultaba su puntería. Jake decidió actuar para ganarle algo de tiempo.
 
-¡Eh! ¡Arpía cara de barro! ¿A que no me alcanzas? – los pies de Jake despegaron del suelo con un brillo mágico, y el castaño empezó a volar a toda velocidad por la habitación. La Arpía, que tenía la intención de embestir a Charlotte se detuvo por el camino y observó mosqueada al muchacho. Empezó a seguir la estela dorada que dejaba Jake al volar y trató de alcanzarle aleteando sus alas negras con furia. El muchacho de la capucha verde parecía pasárselo bien, volaba y reía mientras iba esquivando los ataques del monstruo.
 
-¡Ahí lo tienes, rubita! – y Jake voló de tal manera que la curva que realizó la Arpía no varió de forma vertical. Charlotte tenía la oportunidad perfecta para realizar su magia sin preocuparse por la puntería. Tras unos segundos, la Arpía se detuvo, miró en varias direcciones confusa, y después se giró para observar a Charlotte. La niña tenía las manos todavía alzadas y los ojos brillantes y blancos como el sol. Jake, sorprendido, sonrió de oreja a oreja. ¡Sabía que había algo en ella diferente a los demás! Pero entonces la criatura empezó a tambalearse en el aire, descontrolada. Charlotte recuperó el control de la Arpía en unos segundos y la condujo de lleno hasta estamparla contra la pared.  La Arpía quedó aturdida durante varios segundos, y la gema dorada que sostenía con sus afiladas garras salió precipitada rodando por el suelo. Jake aprovechó ese momento para bajar al suelo y recogerse con Charlotte tras una de las vitrinas.
 
-¡Eso que has hecho ha sido una pasada!- la felicito, dándole un par de palmaditas en la espalda y dedicándole una sonrisa radiante.- Yo no puedo acabar con ella, mi magia no tiene tanto efecto con criaturas malignas o demoníacas… ¡Se me ocurre una cosa! ¿Recuerdas esa jaula enorme con el León disecado dentro? Podríamos llevar a la Arpía hasta esa sala y encerrarla allí. Yo saldré a distraerla y tú volverá a usar tu magia, ¿qué te parece?- Acto seguido el muchacho volvió a alzarse en el aire y miró con suficiencia a la Arpía, que ya se había recuperado del duro golpe.- ¡Ey! ¡Tiafeaconcuerpodepollo! ¿Damos una vuelta?
 
Pero justo antes de que Charlotte saliera de su escondite, su mano acarició algo frío del suelo. La gema dorada se había escondido debajo de la vitrina, y su brillo atraía la mirada azul de Charlotte. La niña pudo sentir como la piedra la llamaba por su nombre, y la cautivaba, haciéndole sentir un irresistible deseo de atraparla y guardarla en su bolsillo…

En cuanto la arpia se estrello contra la pared, solto la piedra brillante y Jake me llevo a esconderme detras de una de las vitrinas. Asenti con una sonrisa de duda, juntando mis manos tras la espalda con temor a una reproche por no hacerlo del todo bien... -Gracias, Jake... - Entonces escuche el plan que tenia para detener a este monstruo. ¿Donde estarian los X-Men? ¿Alguien mas nos vendria a dar apoyo contra este gran villano o tendriamos que controlar la situacion nosotros mismos? Note que me temblaban las manos y las piernas de la sorpresa por haber hecho algo tan valiente, pero no podia detenerme ahora o acabaria siendo bocado de arpia.

-Si, yo me encargo de eso... Lo voy a intentar... lo voy a intentar. -Movia mi cabeza de arriba para abajo diciendo "si", pero en mi mente solo podia pensar "No, no puede ser..." Realmente tenia mucho miedo de que esto no saliese bien, pero tenia que pensar que Royal Witch no se podia rendir en estos momentos... O quizas si. ¡Todo era tan dificil!

Jake salio corriendo a detener a la arpia, pero yo pude sentir algo en mi mano cuando me levante. Al tomarlo, pude ver que era la misma gema que la bestia habia estado agarrando con sus garras hacia unos momentos. Al verla podia sentir cierto gusto, como cuando ves a un perro muy bonito y quieres abrazarlo. En esta me reflejaba el rostro y mis ojos eran uno de los grandes objetos que resaltaban, como si mirase el espejo de mi casa...

¿Acaso escuche mi nombre? Mire a ambos lados y hacia arriba, pero no habia nadie llamandome mas que Jake volando para contener a la arpia. Por ello, tras hacer un gesto lo mas serio posible, tome la piedra como si la hubiese robado y me la guarde en el bolsillo de la mochila que despues cerre para que nadie la viera. Era demasiado bonita y parecia tan especial que queria llevarmela a casa o enseñarsela a alguno de mis maestros para que me llevara con un joyero y la hiciera un collar, o simplemente la guardase en mi caja de cosas especiales. Me levante y despues vi hacia la arpia que volaba tras de Jake

-Es mia... solo...

Estire mis manos y concentre mi energia hacia ella, tratando de volver a vencer su bloqueo mental para que la pudiese controlar, ahora mas confiada, como si la gema me hubiese dado un premio por haberlo hecho todo tan bien hasta ahora. No podia sentir el vinculo conectarse del todo, hasta que por fin, senti como un tiron me colocaba dentro de la arpia, pues ahora miraba con sus ojos. Me quede quieta mirando a Jake en el aire y decidi girar el cuerpo que controlaba hacia la sala donde estaba el leon enjaulado. Mi paso era lento, pues no queria que Jake no tuviese el tiempo suficiente como para abrir la jaula y encerrar a la bestia dentro.

Cuando la arpia llego a la sala, Jake ya habia podido abrir la puerta de la jaula del leon disecado, asi que, corriendo, meti el cuerpo de la bestia alada dentro de esta y espere a que Jake cerrara para volver a mi cuerpo original. Ahi estaba de vuelta, en una habitacion con la luz apagada y las vitrinas rotas por los ataques de las arpias... ¿Qué mas podia pasar esta tarde? ¿Qué un gigante intentase comerme?

Jake sobrevoló por encima de las vitrinas de piedras preciosas, esquivando con agilidad las columnas romanas que aguantaban la fachada del edificio. El chico no parecía haber perdido su sonrisa a pesar de que una salvaje y peligrosa arpía le estaba pisando los talones, y es que a Jake le encantaba el peligro y la sensación de adrenalina en sus venas. Se sentía libre volando con rapidez por toda la estancia y notando el viento despeinarle el cabello. Adoraba esa sensación de notar que debajo de su piel había un corazón que palpitaba fuertemente contra su pecho. Los latidos le indicaban que se sentía nervioso, y que su sangre bombeaba con más fuerza para que llegara el oxígeno a todas sus células. Pero sobretodo le indicaba que estaba vivo, que podía sentir. Y eso es lo que le hacía más feliz de tener un corazón.

La Arpía arañó de repente el pantalón del chico con sus garras, y Jake aprovechó que su enemigo estaba muy cerca para hacer un giro brusco y esquivar una de las columnas que tenía delante. Como consecuencia, la malvada criatura se estampó contra la dura piedra, y se tambaleó mareada hasta aterrizar bruscamente en el suelo. Se recuperó en menos de un minuto, pero era el tiempo que Jake necesitaba para llevar a cabo su plan.

-¡Charlotte! ¡Vamos! – dijo el moreno al ver que la niña no aparecía por ninguna parte, entonces empezó a ponerse nervioso. La rubita se había quedado agazapada en el mismo rincón dónde estaba escondida, y lo que no sabía el chico era que Charlotte se había entretenido con la misteriosa gema amarilla que había venido a buscar la Arpía.  

- Charlotte… creo que sería un buen momento… DE QUE HICIERAS ESO AHORA – dijo el muchacho volviendo a esquivar las zarpas de la Arpía, a medida que se iba acercando a la jaula del león de plástico.- A menos de que quieras verme convertido en desayuno de Arpía, cosa de la que estoy totalmente en contra…

La niña escuchó sus plegarías, y usando sus poderes se adentró en la mente de la Arpía y pidió prestado su cuerpo. Jake reaccionó al momento y abrió la jaula, apartando al león falso de una patada. La Arpía entró de golpe en la jaula, y Jake cerró la verja al instante, rodeándola con varias cadenas que habían dejado a modo de decoración. Charlotte abandonó el cuerpo del monstruo, y una vez despertó, la mujer-pájaro se dio cuenta de la trampa y empezó a debatirse dentro de la jaula sin posibilidad de destruir los barrotes de acero.

-¡Buen trabajo! –Se dijo a sí mismo.- Si es que soy el mejor.

El chico vigiló la jaula hasta que Charlotte llegó a su encuentro desde la sala de los minerales, y una vez estuvieron los dos solos, Jake se percató de que la niña parecía muy tranquila en su presencia. De hecho, ni siquiera se había sorprendido al verle volando. ¿Cómo era posible que no la hubiera impresionado? ¡Y menos con lo guapo que era!

- Ahora que tenemos al bicharraco enjaulado… ¿Qué podemos hacer? No lo vamos a dejar dentro del museo, ¿no?… ¿Y si llamamos a los guardias de seguridad para que disequen a la Arpía? ¡Sería una bonita pieza de coleccionista! – bromeó Jake para liberar la tensión acumulada.

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FDI: Como Charlotte se ha ido del foro, añado este trozo nuevo para que puedan entrar al tema Kim y Hellboy, que están buscando a la Arpía.

Pero Charlotte no respondió. La niña empezó a correr asustada y de su bolsillo cayó lo que parecía una pelota de color amarillo. Jake se agachó para analizarla y después vio como la muchacha ya había girado la primera esquina, en dirección a la entrada del museo. Jake se encogió de hombros y voló a toda velocidad intentando alcanzar a la rubita, pero el chico se dio de bruces con algo grande y rojo.

- ¡Wow! Tío… ¡Vigila por donde vas!

Os sorprendería saber que en museo de historia natural es uno de los sitios donde mejor se come, sobretodo teniendo en cuenta que es un lugar en el que no hay modo de pasar con comida. Se que os puede resultar bastante complicado de entender, pero si como yo, tienes que rebuscar de la basura, eso se vuelve un buffet libre. En la puerta, hay dos grandes papeleras donde un guardia te obliga a echarlo todo. Incluso lo que va envuelto en papel, en flim o en albal. Quizá solo se salvan las cajas de almuerzo, y siempre que te dejan pasar con ellas, pobre de ti si se te ocurre sacar aunque sea una sola galletita de animales. Así que hice lo propio, me colé en la primera excursión de niños que vi, me eché a un lado como si quisiera atarme los cordones, y luego, mientras los niños la montaban y los guardias les pedían un poco de orden, yo me lié la manta a la cabeza, le hice un roto a la bolsa por debajo y me lié a coger cosas. Había bolsas de patatas, había refrescos cerrados, había chocolatinas, twinkies, e incluso pesqué un bocadillo. Eso era como ir al super, ¡De hecho, casi nada parecía empezado!

Cerré la mochila rápidamente y la cargué a mi espalda, y justo cuando uno de los guardias me increpaba, me mezclé con el grupo, entre la masa de pases, mochilas, y de todo. Llevaba la capucha puesta, y también las gafas de aviador para impedir que me reconocieran mucho. Pero no seguí el mismo recorrido guiado que los niños con los que entré. Me fui directa a la exposición de arañas, poniéndome siempre cerca de algún adulto y esas cosas, para que los vigilantes de la sala no vinieran a darme el coñazo. Vaya, que pasada. Me flipan los insectos peludos. Me preguntaba hasta qué punto no sería mas aterrador que se diera la vuelta la silla del malvado y encontrarlo acariciando una de esas enormes arañas gigantes peludas, en lugar de un gato. Sería muchísimo mas impactante creo yo.

Estaba muy metida en observar a una que era de color azul, cuando las luces desaparecieron y se encendieron las de emergencia. Miré a mi alrededor confusa, buscando la emergencia. ¿Qué era, fuego? ¿Quizá algún niño estúpido había tirado de la palanca de seguridad o algo así? Suelen hacer esas gilipolleces para sentirse transgresores y esas cosas. Tienen que incordiar. Es superior a sus fuerzas.

El caso es que creí que se trataba de algo mas serio cuando me di cuenta de los gritos, y de que trataban de desalojar las salas. Conocía ese museo como la palma de la mano. No en balde llevaba siendo mi restaurante preferido durante más de diez años. Corrí hacia un lateral de la sala y me aposté bajo uno de los bancos preparados para que se sentaran, hasta que vi que salí la última persona de la sala. No muy lejos de allí, se oyeron ruidos de golpes y cristales rotos. El sistema de altavoces daba indicaciones a todo el mundo sobre cómo desalojar el museo, y como dirigirse a las puertas de emergencia. Corrí pegada a la pared buscando el origen de los ruidos. Eso sonaba a algo mas que una gamberrada. Sonaba como a disturbios.

Llegué a la sala a tiempo para ver como una arpía chocaba contra una columna, y dos figuras se apostaban tras un expositor. ¿qué eran? ¿Buscadores de tesoros? ¿Cazadores de monstruos? Daba
igual. No podían quedarse allí, a la vista y a pleno día. Lo cual me recordaba... Que no podía haber nada al respecto. Corrí a resguardarme a la sala contigua, donde había un león disecado, metiéndome tras una recreación de un tigre tumbado, agazapándome tras el cuerpo lleno de serrín del felino disecado. Rebusqué corriendo en mi riñonera, mientras sacaba de mi mochila un trozo de chocolate. El chocolate es bueno. Ayuda a pensar.

- Vamos, vamos, ¡vamos!- gruñí por lo bajo, mientras encendía el comunicador que había recibido del B.P.R.D. Os juro que creí que lo había tirado. Pero supongo que al final nunca lo hice, de todas las veces que lo pensé. En cuanto oí el crujido al otro lado, no esperé a que me preguntaran. - ¡Mandad alguien al museo de historia natural echando ostias! ¡Hay una arpia, UNA ARPIA!- exclamé alzando la voz sin darme cuenta, para después taparme la boca de nuevo y tumbarme aun mas pegada al suelo, comiéndome otro trozo de chocolate y masticando más y mas deprisa. Jo. Que hambre.

En un principio, lo que Jacob pretendía era ir a buscar ayuda. A ser posible ayuda sobrenatural. Dudaba que la policía local fuera capaz de hacerse cargo de una criatura tan violenta como había demostrado ser la Arpía. Pero no esperaba que el agente secreto acudiera tan rápido.

—Anda, si eres Hellboy— parpadeó dos veces el castaño, apartándose del camino de la mole con gabardina. Después se masajeó la frente dolorida. El pecho de Hellboy estaba más duro que una piedra.

Recordaba al gigante rojo. Era amigo de Constantine, que a su vez era amigo de Elissa y de ahí la conexión. Estaba igual de borde que como el día en el que se conocieron, y el demonio le dedicó una mueca entre asco y sorpresa antes de preguntar nada.

—¿Eres tu el causante de este barullo, enano?— dijo casi escupiendo las palabras.

—¿Eh? ¡Qué va! Por una vez yo no he sido— se excusó el pequeño, y cruzó los brazos mientras fruncía el ceño. Jake seguía aún flotando en el aire, así que sus ojos estaban a la misma altura que los del demonio—. Yo venía con mi grupo del colegio ¿Sabes? ¡Y esa cosa apareció de la nada y nos atacó! La he dejado encerrada en una jaula con un león disecado.— dijo señalando en dirección a la sala.

—Voy a echar un vistazo. Tu quédate aquí.

—Estarás de broma, ¿no?— sonrió travieso. Nadie podía ponerle cadenas a un espíritu del viento. Y menos al curioso y despreocupado Jake.

Ambos avanzaron hasta la siguiente sala, donde efectivamente, se encontraba atrapada la Arpía. Lo que no se dieron cuenta hasta el momento, fue de que alguien más estaba dentro de la sala de las exposiciones. En este caso, una muchacha de rasgos asiáticos y aspecto desaliñado que Jake conocía muy bien.

—¡Tortita!— exclamó. Y el “chico que vuela” fue directo a la vitrina donde se escondía su amiga, justo detrás de la recreación de un tigre tumbado y disecado.—¡Cuánto tiempo! ¿Cómo tú por aquí?

Estaba tan contento de verla, que la cogió de las manitas y la levantó del suelo mientras Jake giraba sobre sí mismo un par de veces.

FDI: Como el user de Hellboy está inactivo, lo podemos llevar de npc entre las dos. Te lo dejo sobretodo a ti, que conoces mucho mejor que yo al personaje.

Estaba demasiado alterada para pensar en las posibles represalias de lo que acababa de hacer. Pero no sabía a quien mas llamar, y tampoco quería acabar entre las fauces de esa cosa. Las arpías no sólo son peligrosas, también tienen mucha mala uva. Depende de la raza que sean pueden comerte de un bocado, o liarse a jugar contigo, levantándose y tirándote contra el suelo para que se partan tus huesos y te exploten los órganos, para que seas mas fácil de digerir. Sólo pensar en ello me dio un escalofrío. A mi no me hacía falta nada de eso hoy. Me hacía falta chocolate. Así que mordí otro trozo en un desesperado intento de distraerme de los chillidos infectos que provenían de la jaula en la que había impactado el monstruo.

En realidad fue cuestión de pocos minutos. Puede que incluso ya estuvieran allí para algo, porque aparecieron de lo más rápido. Sólo cuando oí la voz atronadora de Hellboy me dió por levantarme del suelo. Traté de localizarlo con la mirada, aún de rodillas y medio parapetada detrás del felino disecado. Cuando le vi sentí cierto alivio, y entonces me dio miedo la idea de encontrarme con Abe. No había vuelto a verle desde... mi cumpleaños. Recordar aquella noche me hizo sentirme a la vez incómoda y calentita por dentro. Pero no sabía muy bien cómo actuar después de eso, sobretodo porque ese día llevaba el horror de sudadera que Azul me había regalado. ¿Tenía que actuar como si no hubiera pasado nada, o eso era de desagradecida total? ¿Y si le daba las gracias y le generaba una situación incómoda? Seguro que Hellboy acabaría por preguntarle y no quería que le dijera nada de lo que habíamos pasado. Pero de momento no había rastro de su compañero por ningún sitio. Me acabé el chocolate de un bocado, me limpie las manos palmeándolas un par de veces, y luego me sequé en los pantalones, yendo a su encuentro.

- ¡Ya era hora! - dije de todos modos. - ¿No tenéis un radar, un GPS o algo que os avise de estas...- me quedé sin habla al encontrar a Jake allí. No había vuelto a verle desde hacía... ni me acordaba. Pero recordaba su nombre, su cara, y cada rasgo de él. Sería imposible olvidar lo que vivimos en ese tiempo, y más importante...

Olvidar que él tenía mi alma.

- ¡Eh! ¿Cómo que qué hago aquí! ¿¡QUE HACES TU AQUI?! - espeté, mientras hellboy nos dirigía una mirada levemente sorprendida. - ¿No sabes que aquí hay una arpía? ¡Podía haberte matado! - le reñí. ¿Es que ese chico no tenía en cuenta lo importante que era su supervivencia? ¡Mi alma dependía de él!

- Anda, Fijate. La pequeñaja tiene novio. - dejó caer el demonio, en un comentario socarrón que tenía como único objetivo sacarme de quicio.

- ¡No es mi novio, es un inconsciente! - refunfuñé cruzándome de brazos. ¿Cómo se le ocurría, si no era mas que un chavalín? ¡Podría ser su madre! - Y tu, déjate de gracias que no te salen y ponte a currar. ¿Qué piensas hacer con esa arpía?

El demonio dejó los ojos en amarillo, y se encendió un puro, mientras entraba en la sala.

- Eso no te importa. Tu quédate aquí con tu novio.

- GRrrm. - gruñí mientras hacía la pose de ahogarle con mis propias manos, mientras me daba la espalda y se metía en la sala donde estaba enjaulada la arpía. Me giré para mirar a Jake, que tenía esa expresión despreocupada en la cara. ¿Es que a ese chico no le importaba nada ni lo más mínimo? - ¿Cómo es que estás aquí? Hace mucho que no te veo. - comenté después de tomar aire y suspirar, tratando de calmarme. En cierto modo, a pesar de que era irritante y estaba un poco majareta, su presencia tenía un efecto tranquilizador en mi. Sobretodo desde que me había descubierto que mi alma no pertenecía a Mephisto.

Jake estaba tan contento de volver a ver a Tortita que ignoró por un segundo la pequeña bronca que ésta le dedicaba. No la soltó de las manos y giró sobre sí mismo varias veces más, hasta que finalmente dejó a la pequeñaja en el suelo. Esperaba que no se hubiera mareado con las vueltas de peonza, pero jugar con ella era la mejor manera que tenía Jake de expresar la alegría que sentía al verla.

— No te preocupes por eso, soy difícil de matar.— el muchacho sonrió abiertamente, dejando entrever la fila perlada de dientes. Se llevó las manos a la nuca y volvió a excusarse— Yo he venido con el cole, ¿Y tú?

Jake sabía perfectamente que Tortita era una niña perdida como él. Había crecido y vivido sola en la calle, sin padres ni adultos que la supervisaran y se preocuparan de verdad por ella. Quizás por eso mismo dudaba de que la asiática hubiera visitado el museo por motivos culturales. ¿Pero quién sabe? Había pasado tanto tiempo sin verla que a lo mejor había sido adoptada por una familia feliz y ahora iba al colegio también.  

El día en que Jake y Kim se conocieron, fue la primera vez que el muchacho se sintió conmovido por la fragilidad humana. No había vuelto a sentir nada parecido desde que se convirtió en el guardián de las almas de los infantes. Había perdido su identidad, y se había olvidado por completo de sus deseos, de sus anhelos, de la alegría y la inocencia que siempre le habían acompañado... y de lo desgraciado que se sentía por no ser un niño de verdad. Desde entonces, aquel deseo no hizo más que traerle desgracias…

Por primera vez en 119 años, Jacob veía en Tortita a una posible amiga, una compañera con la que compartir su carga y su dolor. Llevar una vida solitaria era parte de su trabajo como Grim Reaper, nadie era consciente de la verdadera naturaleza de Jake ni de los muchos secretos que se escondían en su pasado… pero Tortita si le había visto. Ella podía ver a través de él, y por ese motivo, el castaño fue incapaz de borrarle la memoria. El chico volador llevaba siempre consigo el alma de la niña, deseosa de volver junto a su dueña. Pero hasta el momento, ninguno de los dos había encontrado la manera de hacer ese deseo realidad…

—¿Soy un novio inconsciente?— bromeó el muchacho, al ver cómo la pequeña se enfurruñaba con el gigante rojo. La cara que había puesto le resultaba muy graciosa y no le hubiera importado chincharla un poco más.— Es verdad, Tortita, hace tiempo que no hacemos nada divertido... ¿Por qué no jugamos un día a papás y a mamás?— volvió a reír, esta vez sabiendo perfectamente que su proposición podía seguir molestando a la chica.

— Hace mucho no nos vemos… —comentó algo más serio, tratando de recordar los pocos días en los que habían coincidido— He estado bien, ya... no vivo en la calle. He encontrado a las hijas de mi maestro, y estoy viviendo con ellas. —explicó muy por encima, tampoco tenía intención de profundizar más en su historia ni ponerse a  enumerar a los miles de niños que había visto morir delante de sus ojos antes de llevarlos al limbo— ¿Y tú cómo estás?

La pregunta de Jacob fue totalmente sincera. Pocas veces le preocupaba algo o alguien, pero a pesar de que se conocían muy poco, Tortita le importaba de verdad.

—Oh, antes de que se me olvide...— dijo el muchacho, sacándose una piedra dorada y brillante del bolsillo del pantalón. Estiró el brazo, y la colocó delante del rostro de su amiga para que la viera con detalle—La niña que iba a mi colegio se llevó esto de una de las vitrinas. Creo que es lo que estaba buscando la arpía… Puedo sentir una gran cantidad de magia y poder concentrados aquí dentro… pero con este cuerpo soy incapaz de utilizarla. Quizás tu amigo el Rojo tiene alguna idea de lo que es esto...

- Wo, wo, wo, woooo. - me estaba dando mas vueltas que a una maleta abandonada en el aeropuerto. Pero al terminar, no pude evitar aterrizar con una suave sonrisa en el rostro. Ese pirado loco sacaba lo peor de mi. Ahí estaba, riendo como una criaja tonta. Cuando me respondió alcé ambas cejas y le miré en silencio, anonadada. - Yo no. El cole es para pringados. - bufé mirándole con los brazos cruzados aún enfurruñada. - Yo he venido a comer. Pero no se puede tener la fiesta en paz. Tengo un imán en el culo para los problemas. - añadí.

- Ja, JA. Eres graciosísimo. Hilarante oye. - espeté mientras el chico parecía reírse de sus propias tonterías. Era de lo más irritante. - ¡Pero que dices, chalado! - exclamé, alejándome de él, no fuera que se le ocurriera hacer alguna estupidez. - ¡Como mucho podríamos jugar a mama y niño insoportable! - le saqué la lengua. Pedazo de bobo.

Rebusqué dentro de la mochila, para disimular que estaba haciendo otra cosa que no me dejaba seguir prestando atención a sus burlas y tonterías. Encontré que estaba llena de cosas que no recordaba. ¿Que eran todas esas bolsas y latas? ¡Ah, la comida! Es cierto. Había ido allí a comer. De hecho, ahora que estaba todo el mundo fuera, y que el B.P.R.D tardaría un buen rato en abrir para el público tenía la opción de comer dentro del museo de historia natural. Era algo que no iba a poder hacer nunca mas en la vida, y tampoco era nada muy serio como romper las normas porque en estado de emergencia sólo se aplican las normas de emergencia. Así que busqué un banco cercano, me subí, y abrí la mochila vertiendo el contenido sobre él. Agarré el bocadillo y lo abrí. Jamón con queso, lechuga y tomate. ¡GE-NIAL! Le dí un bocado inmenso al sandwich. Oh, además tenía mayonesa. Era como estar en el cielo. Casi me dieron ganas de echarme a llorar.

- Si. Supongo que has estado ocupado.- Mi tono también se volvió serio. Seguramente me lo pegó él al hablar de esa manera. Le miré a los ojos mientras me hablaba. - ¡Wow! ¿en serio? - pregunté, emocionada. La verdad es que me alegraba por él. Los dos sabíamos la mierda que era vivir en la calle, y de la caridad. Era un asco, pero en cierto modo, también te enseñaba a valorar mucho más un techo cuando por fin te llegaba. - ¡Que buena noticia! Espero que te traten bien, o se las verán conmigo. - no voy a mentir. Me alegraba bastante saber que estaba bien, pero de un modo egoísta también me aliviaba saber que mi alma estaba un poco mas protegida, en lugar de a la intemperie. - Pues... bien. La verdad. Estoy... cambiando. - le confesé, volviendo a mi bocadillo, dando otro bocado, esta vez mas pequeño y menos ansioso. - Y creo que es para mejor. Aunque bueno. No se. - tampoco yo di más explicaciones al respecto.

El chico sacó una piedra dorada de su bolsillo, que tendió hacia mi para enseñármela. Solté una mano del bocadillo, la sequé en mi sudadera y alargué la mano para cogerla. Cuando lo hice, yo no noté nada. Era raro, porque normalmente la magia me daba bastante Cringe. Pero no me dió ninguna sensación, mas allá de que estaba fresquita, a pesar de que el chico la había tenido en la mano.

- ¿Esfásh feguro de que eshto esh magico? - comenté con un bocado a medio comer mientras masticaba. - Yo... ¡TJO, TJO! - dije empezando a toser de manera descontrolada. La piedra despidió un suave destello amarillo, que no pude percibir bien. Me estaba atragantando, y estaba muy ocupada ahogándome. Cerré los ojos e hice varios aspavientos, tratando de sacar el trozo atascado de comida en mi garganta. En ese momento no era capaz de percibir que tras ese sutil brillo, mi cuerpo había empezado a crecer. Ante la asombrada mirada de Jake, mis piernas se estilizaron, mis manos se separaron de mi torso al alargarse mis brazos, el pelo se desplegó tras mi espalda, y gané casi medio metro de altura. -¡TJO, TJO, TJO. Ay... Dios....¡ATRRRRJO! - continué tosiendo, al tiempo que me lloraban los ojos. Noté como Jake me quitaba de las manos el bocata y la piedra, y me daba un par de golpes en la espalda. En el mismo instante en que solté la gema, volví a menguar hasta mi tamaño normal. En cuanto pude escupí el trozo de bocata, recuperando la respiración, con la cara totalmente roja como un tomate, las mejillas llenas de lágrimas y una sensación de vértigo rarísimo. - Joder... rrrjem... que mal rato. Me he mareado y todo. - farfullé, tratando de coger mi mochila con una mano temblorosa, buscando una botella de agua o uno de los refrescos para calmar la ser.

Jake coincidía en que el colegio era para pringados. Desde que había sido inscrito en el instituto por las hermanas Stavridis, su vida se había vuelto aún más caótica. Eso de hacer deberes y estudiar no era para nada lo suyo. No entendía muy bien porqué tenía que gastar su valioso tiempo en aprender cosas que no iba a utilizar nunca, cuando podría estar jugando y pasándolo bien con los amigos. Más bien, aquella nueva etapa era un engorro que dificultaba muchas veces su trabajo como Grim Reaper. ¿Pero quién iba a explicarle a sus nuevas compañeras de piso que se dedicaba a recoger almas de niños muertos? Por suerte, el reloj de su maestro que tenía incrustado en el brazalete facilitaba mucho su trabajo, y gracias a él, nadie se daba cuenta de la verdadera naturaleza de Jacob y por qué desaparecía siempre.

—¿Qué es hilarante?— preguntó con toda la inocencia del mundo en la voz y los ojos bien abiertos. Jake había vivido durante muchos años en la tierra, pero aún así, todavía existían palabras que no entendía. Y es que tampoco se preocupaba mucho en conocerlas y entenderlas. Nadie vería nunca al muchacho con un diccionario en la mano por propia voluntad.

—¿Tú mi mamá?— soltó de pronto una gran carcajada que casi llenó el museo con su jovial risa— ¡Pero si eres un retaco de niña!  —Se burló—Cuando crezcas un poco, quizás…—y se colocó delante de la asiática hasta levantar la mano por encima de la cabeza de Kim para medir su altura. ¿Cuánto le la sacaba? ¿Una cabeza y media? ¿Dos?

La Ghostrider ignoró sus burlas y se puso a comer un sándwich encima del banco más cercano. Él se mantuvo de pie frente a ella, y de pronto la conversación se puso seria de repente. Era lo que pasaba cuando se encontraban dos almas que a pesar de su apariencia joven y despreocupada, habían tenido una vida triste y llena de desgracias. A pesar de ello, Jake se sentía muy a gusto hablando con su compañera. Ella era capaz de entender todos sus problemas.

—¿Estás cambiando? ¿Qué quieres decir?— preguntó el chico con la curiosidad de un gato.

Kim acarició la gema del infinito cuando de pronto se atragantó y se puso a toser como una loca. Jake se apartó al ver que la piedra empezaba a reaccionar con un extraño brillo de color dorado, y de repente… la muchacha que tenía frente a él empezó a crecer. Las piernas de la chica se alargaron, su tronco se estiró, su cabellos crecieron y se volvieron más sedosos, y los rasgos de su cara se dulcificaron, siendo así más finos. A pesar del nuevo aspecto, la asiática no dejó de toser hasta ponerse roja como un tomate, y las lágrimas empezaron a brotar por sus rasgados ojos castaños.

Jake estaba asustado. La persona que tenía delante ya no era Kim. Era una versión adulta. Y sabía perfectamente lo que pasaba cuando los humanos crecían y se convertían en adultos. Se volvían tristes y serios. Tendrían responsabilidades y una vida llena de dificultades, con trabajos que no les harían felices y por los que se jugaban su salud y su valioso tiempo. Se corromperían. Se olvidarían poco a poco sus preciosos sueños y se entregarían a una vida mediocre e infeliz. Jacob odiaba a los adultos por muchos motivos, y no quería eso para Kim.

Con una bofetada le quitó la piedra de las manos y luego el bocadillo. Dejó que esa cosa rodara por el suelo hasta detenerse en los pies de Hellboy, que había vuelto de su expedición por el museo. Jake se sentó en el banco y empezó a darle golpes a Kim en la espalda para que dejara de toser. Volvió a la normalidad de golpe, aunque su rostro siguió rojo y lleno de lágrimas.  

—No vuelvas a hacer algo así… — dijo, con un pequeño temblor en la voz. Estaba asustado. Realmente muy asustado. No quería perder a nadie más. No quería ver como Kim se transformaba en algo que odiaba. Sería muy triste.

—No cambies nunca, me gustas tal y como eres...

La sensación de ahogo fué agobiante, pero cuando se pasó, aún tuve que soportar esas extrañas convulsiones en la garganta, como si tu cuerpo te pidiera continuar tosiendo para asegurarse de que había sacado el atasco por completo. Bebí agua, me aclaré la garganta tratando de hacerle entender que ese mal rato horrible se había terminado, pero a pesar de todos mis esfuerzos, el siguió apretando hasta que casi me forzó a toser con el agua otra vez. Decidí dejar el líquido a un lado por un momento, coger aire ahora que podía, y con todas mis fuerzas, tosí despejando el conducto con todas mis fuerzas. Parecía mentira que una expectoración con un sonido tan feo saliera de mi, y no de un fumador de dos paquetes diarios de tabaco negro que rondaba de milagro los cincuenta.

En ese momento, el chico de ojos verdes y mirada casi siempre divertida, o relajada, tenía un aspecto preocupado como jamás le había visto. Me quedé mirándole con los ojos y la boca abiertos de la sorpresa. No tenía idea de que un simple atragantamiento pudiese haberle bloqueado de ese modo, sobretodo porque por fuerza había tenido que presenciar cosas peores. Mucho peores. Era testigo de todo lo que yo había sufrido, nadie parecía acordarse de él por mucho que yo supiera que le habían visto, como sucedió con todos los que ese día estaban en el parque de Skate donde le había conocido, y se dedicaba a ir por ahí con almas de niños guardadas en los bolsillos. Nunca me había parado a reflexionar en todo lo que eso podía significar, quizá por que me resultaba demasiado lamentable y mis propios problemas ya eran difíciles de tragar, como para sumar más a la lista. Pero si me sorprendió. De una forma extraña me sentí halagada de que en algún lugar hubiera alguien a quien le importara lo bastante que me muriera asfixiada por un trozo de bocadillo. Aunque fuera un petardo de niño pesado, maleducado y que sólo parecía querer chincharme con cada cosa que hacía. Una suave sonrisa idiota se me dibujó en la cara sin que yo me diera ni cuenta.
- Pero tengo que cambiar, porque…- intenté explicarle.

- ¡EH!- su grito interrumpió la conversación.

Mientras yo me recuperaba y Jake se había dedicado a mirarme con una cara de susto que, suponía, se debía al mal rato de ver como un bocado de sándwich había estado a punto de acabar con mi mísera existencia de un modo penoso, Rojo salió de nuevo a la antesala en la que nos había dejado, interrumpiendo el momento, aunque no había llegado a presenciarlo. En ese aspecto no se podía discutir que el Timing había sido perfecto. Observó la piedra que brillaba en el suelo, y la recogió con mucho cuidado usando su mano de piedra, sujetándola entre los dos dedos.

- ¿Qué es esto? - preguntó sin miramientos, mirando en nuestra dirección. No era difícil suponer que si se trataba de algo raro debía de ser cosa de alguno de los dos.

- Es de Jake. Dice que es mágica o algo. Pero yo la he cogido y no he sentido nada. - claro que sólo el Ghost Rider sabía analizar ese tipo de cosas. A mí solo me entraban escalofríos cada vez que veía a alguien o algo hacer cosas que se escaparan de lo común. Cualquier cosa más allá de sacarme una moneda de la oreja. - Llévatela al B.P.T… B.L… bueno, como se llame. - era incapaz de aprenderme las estúpidas siglas.

- Abe podría echarle un vistazo. Si de verdad es mágica es mejor que esté guardada bajo llave. - sugirió, mientras se metía un puro en la boca y después lo encendía dejando salir los hilos de humo. - y si encontráis más cosas como esta, es mejor que nos las entreguéis. Los niños no deberían jugar con estas cosas. - su voz era grave, pero yo sabía que tenía un cierto retintín. Le miré con el ceño fruncido, lo cual pareció hacerle aún más gracia. - Es mejor que salgáis de aquí con nosotros. Si no seguro que os harán preguntas. - dijo antes de girarse, y de que yo le hiciera una mueca burlona mientras nos daba la espalda.

Me quedé en silencio un rato, guardando todo en la riñonera, cargándola a mi cintura, pero luego me detuve un momento.

- Oye. - dije llamando la atención del chico de ojos verdes, que había estado tan abatido. - pareces muy preocupado por lo que pueda pasar y… sólo quería decirte que porque algunas cosas cambien, no significa que vaya a ser una persona diferente, o no vaya a querer jugar y pasar el rato contigo. - le aseguré, pensando que eso era lo que podía estar rondándole la cabeza. Era exáctamente lo que me rondaba a mi. Pero no quería que opiniones externas me hiciesen dudar de algo que ya me había costado un enorme esfuerzo tratar de asumir. Iba a intentar con todas mis fuerzas aceptar al espectro de la venganza. Aunque eso significara un futuro incierto y la inseguridad constante de no saber si esa decisión era la correcta. Hice como que me arreglaba el largo del cierre, para centrarme en la correa y así no tener que mirarle a la cara. - Dicen que la vida no siempre es fácil. Pero para mi hace ya mucho que nunca lo es. Cuando me llevo la más mínima alegría, puedes estar seguro de que ÉL va a estar allí para chafármela. Cada vez que alguien se porta bien conmigo, o me invita a algo, o me da siquiera un poco de conversación, acaba con represalias. Si esto es lo que me espera el resto de mi vida, al menos…- intenté aguantarme las ganas de llorar, aunque la vista hacía ya rato que se me había emborronado por las lágrimas. - me gustaría empezar a entender porque tengo que cargar con esto sola. - decirlo en voz alta es más liberador de lo que esperaba. Me da fuerzas para mirar a Jake otra vez a los ojos. Me limpio los míos con la manga, mojándola un poco. Pero no he dejado que se me cayeran las lágrimas. - He pasado veinte años negándo que el Ghost Rider estaba aquí, haciendo como si no existiera, y no ha servido de nada. Quizá si le doy una oportunidad… Si viera el mundo a través de sus ojos, y entendiera quién es. A lo mejor así…- sollocé. Mierda puta. - Así al menos siempre tendría a alguien. - Miré hacia el suelo. Luego me giré un poco y comencé a andar hacia la salida por la que un momento antes Rojo nos había dejado a solas.

Yo hacía tiempo que había dejado de ser una niña, pero no tenía acceso a nada que convirtiera mi vida en la de una persona adulta. No había crecido. No había aprendido a llevar a cabo las tareas más sencillas, como cocinar, o limpiar mi ropa. Ni siquiera podía mantenerme. Dependía de la cordialidad de desconocidos, y fundaciones. Beneficiándome durante veinte años de cosas que gente necesitaba mientras la vida se les consumía. No quería pensar en eso. En nada de eso. Porque se me formaba una nube negra en los ojos, y una garra se cerraba alrededor de mi estómago. Me quitaba la fuerza del cuerpo. Sentía como si fuese a morirme.

Algo tenía que cambiar.

No era idiota, ni una ilusa. No esperaba meriendas de té, y conversaciones al atardecer. Sólo quería saber que si me habían maldecido con esa vida en la que nunca llegaría a ser nada, quizá al menos alguno de los dos podría llegar a ser lo que era. A hacer algo que supusiera una diferencia entre estar y no estar.

Cuando Kim estuvo a punto de confesar la parte de su pasado que Jake desconocía por completo, fueron interrumpidos por el gigantesco demonio de rojo. El muchacho arrugó la nariz cuando la asiática puso en duda la veracidad mágica de la gema del infinito, y se cruzó de brazos hasta que finalmente, el hombre de un solo cuerno tomó la decisión de llevársela consigo al B.P.R.D.

—Claro que es mágica. De hecho, diría que es más poderosa de lo que parece… así que mejor llévatela antes de que provoque otro desastre…— dijo con un tono más cínico de lo normal, mirando de reojo a su compañera, sabiendo que no se había enterado de la misa la mitad. Y luego el crío era él, pensó. 

Jacob quiso protestar, ya que no necesitaba la ayuda de un adulto para salir del museo sin ser visto. Podría usar el viento del Este para desaparecer a ojos de los humanos y hacerse invisible. O podría incluso hacer que se esfumaran las memorias de los guardias del museo usando a Poniente, y así evitaría que hicieran preguntas. Pero antes de que pudiera pensar en nada más, Kim le interrumpió: 

Oye. —Jake se giró a mirarla, con un suave destello en sus ojos verdes— Pareces muy preocupado por lo que pueda pasar y… sólo quería decirte que porque algunas cosas cambien, no significa que vaya a ser una persona diferente, o no vaya a querer jugar y pasar el rato contigo. 

Sí, eso es lo que decían todos, pensó Jake, hasta que llega el momento en el que se cansan de jugar, y hacen otras cosas. Cosas de adultos; aburridas, monótonas y estúpidas. El muchacho sabía de primera mano cómo acababan esas promesas de amistad. Cuando los niños se convertían en adultos tenían que olvidar. Debía encargarse de borrar todos sus recuerdos de cuando estaban juntos. Ya no podían ser más sus amigos puesto que tenían que seguir con sus vidas humanas y alcanzar la madurez. El tiempo seguía pasando sin interrupciones para todos ellos menos para él. Mientras tuviera aquel reloj de muñeca aferrado al brazo derecho, su tiempo seguiría detenido para siempre. 

Jake era un niño que no podía crecer, y debía procurar que la gente le viera o le conociera lo menos posible. Porque sabía que tarde o temprano ya no podría seguir los pasos de sus compañeros sin que se descubriera su secreto. Y no podía contárselo a nadie, era parte de su maldición. Ni siquiera a las hijas de su maestro, con las que vivía ahora. En algún momento, Jake se vería obligado a usar sus poderes para hacer que le olvidaran. Elysia, Lissa, Erin, Billy, Carrie, John… todos ellos acabarían por olvidarle, o descubrirán que no es humano. No había terceras opciones. Y es que era raro que un niño no creciera, y Jake quería ser un niño de verdad. O al menos… ser lo más parecido posible.

Pero Kim lo sabía, conocía su secreto. La chica le había visto con sus ojos vacíos de Ghostrider. No podría esconderse de ella ni aunque quisiera, y quizás era mejor así. Podría dejar de fingir que todo va bien por una vez en la vida. Con ella, podría ser él mismo y desahogarse, quitarse de encima toda esa tristeza que llevaba siempre consigo. Por una vez, Jake no se sentiría tan solo.

—Kim...— el muchacho la detuvo antes de que siguiera caminando hacia la salida. Todavía le costaba entender las emociones humanas, pero comprendió porqué la morena estaba sufriendo tan intensamente. La carga que llevaba sobre sus hombros era más grande que su frágil cuerpecito. No eran tan diferentes después de todo, su tiempo también parecía haberse detenido con la presencia del Ghost Rider. 

— No estás sola. — confesó, mirándola a los ojos con el intenso verdor de sus iris. Entonces, se le ocurrió una idea— Oye, ¿Por qué no vamos a un sitio más tranquilo y me cuentas lo que te pasa? Seguro que te encontrarás mejor después de desahogarte un poco… ¿Qué me dices? — expresó esta vez con una sincera sonrisa perlada.

Kim asintió, y rápidamente propuso un lugar donde no habría interrupciones y podrían hablar con tranquilidad hasta hartarse... Su cochera.


Continúa en... El cajón de-sastre