Bless me Father, for I have sinned(Jesse Custer/Caín)[20/7/18]

Esa noche el ambiente estaba más gris de lo habitual, una lluvia furtiva de gran potencia sorprendió a todos los conductores de la estatal entre Oklahoma y Nuevo México, teniendo que buscar refugio, los más cautelosos que veían posible un accidente con este temporal debido a la neblina que el chubasco estaba produciendo, en los bares y hoteles de carretera. Y ahí se encontraba Caín, escuchando el repiqueteo del agua mientras observaba las gotas bajar por las ventanas de ese bar de carretera que parecía sacado de los años 50, su chaqueta blanca descansaba a su lado en el cómodo sofá de cuero dejando solo su camisa azul marino y sus pantalones grises. Era un sitio tranquilo, no mucha gente se paraba ahí y el bar/restaurante subsistía a duras penas, razón de que los precios fueran un poco más elevados que lo normal


A través de la ventana, ahora empapada de agua, no se veía mas que una niebla producida por la intensa lluvia que estaba cayendo, solo dejando ver las luces de aquellos coches cuyos conductores no veían peligroso conducir en ese temporal. El tenia alquilado un pequeño ford fiesta color blanco que estaba usando a fin de llegar de un estado a otro, gracias a las compañías que te dejan alquilar un coche para luego devolverlo en una sucursal de otro estado, si tenia que viajar solía ir en avión o en tren, mas rápido y eficiente, pero no sabia muy bien que le dio aquel mediodía pero en vez de ir a comprar unos billetes para el primer tren del día, le dio por irse a alquilar un coche, a lo mejor fue debido a que ese día se encontraba mas feliz de lo normal, algo que se mostraba evidente en la tenue sonrisa que se reflejaba en el cristal de la ventana

Hace unos días, en la ciudad en la que tiene su despacho de detective, vino una mujer que pedía sus servicios para encontrar a su hija sospechando que fue secuestrada por su ex-marido, un hombre violento y resentido con la vida. Estuvo trabajando con la policía y, por fin, dieron con la niña sana y salva, ahí mismo se podría haber acabado la historia, sin embargo la madre fue poco después, con su hija, a agradecer con todo el cariño del mundo al Detective C. que era así el nombre que usaba para no llamar la atención, por encontrar a su hija y ayudar a meter a su ex-marido en la cárcel, donde debería estar.

Eran estas pequeñas cosas por las que Caín se levantaba cada mañana, ver la sonrisa en el rostro de la gente cuando él les ayudaba resolviendo sus problemas; cuando encontraba el asesino de uno de sus seres queridos o, como era este caso, ayudaba a reencontrarse con uno. Hacían sentir en su viejo corazón una sensación cálida y agradable a la que se sujetaba con fuerza ya que bien sabía que no duraría para siempre, el ya no veía las caras de la gente solo manchas emborronadas que una vez fue una persona; esa misma niña que había salvado dentro de poco, desde su punto de vista inmortal en el que el tiempo parecía pasar tan rápido que era difícil determinar si había pasado un mes o un año, no sería más que otra de las miles de tumbas que llevaba tras sus espaldas, otra persona que venía y se iba dejando un tenue recuerdo en su mente.

Él odiaba eso, no poder tener relaciones con las personas, no tener alguien con el que compartir la vida sabiendo que dejaría este mundo y él seguiría aquí, eternamente atrapado en una vida que, la mayoría de las veces, desearía dejar de tener. Pero hoy no, estos días, gracias a la interacción que tuvo con la madre y su hija, estaba más feliz de lo normal, claro que no era difícil estar más feliz de lo que solía estar si su vida consistía en una neblina gris llena de saludos y despedidas de personas cuyo nombre ya ni recordaba, él seguía adelante, tenía que hacerlo, aunque le rompiese el corazón hacerlo.

Una camarera de sonrisa complaciente apareció con una bandeja metálica y con una ávida rapidez le puso un plato con un gran filete en la mesa y un gran vaso de agua con una jarra de cristal negro por si quería rellenarse el vaso

-Aquí tiene apañao

Al entrar ahí no dudo ni un segundo en acercarse a la barra a pedir el filete más grande que tuvieran, solo, sin salsa y sin nada de verdura; muchas veces las salsas contienen productos vegetales lo que hacía que fuera imposible para el llevárselas a la boca sin que se convirtieran en un polvo insípido, era una de las pocos placeres de la vida que a el le fueron arrebatados hace ya mas de seis mil años. Devolvió una sonrisa amable a la camarera que volvió a la barra a fin de atender a algún posible cliente aunque claro... de momento, solo había uno.

Cogió el tenedor y el cuchillo que acompañaban al plato y corto un trozo del bistec, viendo como algo de sangre manchaba el plato de color blanco con algunas lineas rojas adornando su exterior, de un rojo suave que casi se mezclaba con el de la carne. Se llevó lentamente el trozo a la boca y pasó su tiempo saboreandolo, en su vida todo pasaba muy deprisa, las personas, las emociones, las situaciones… a veces le gustaba pararse, sobre todo con la comida, a fin de degustarla un poco más antes de que no fuera ni un vago recuerdo en su mente.

Se giró a mirar la ventana, ya casi no se veía nada más haya que las gotas que seguían cayendo por el cristal limpiándolo de todo polvo que podría haber ensuciado el vidrio, la sonrisa seguía adornando su rostro, a pesar de saber que lo que le esperaba era una larga vida y solitaria vida… en ese momento, en ese bar de carretera vacío, aparte de la sonriente camarera de mediana edad y un cocinero de aspecto tosco al cual solo se le veía por una ventanilla tras el mostrador, a Caín no le importaba estar vivo.

Mientras saboreaba el filete se le vino a la cabeza que tenía que darle la enhorabuena al chef ya que había conseguido hacer un filete bastante sabroso a pesar de ser un restaurante de carretera el cual podría haberse limitado a poner un filete insípido, cartón mas o menos, a fin de ahorrarse costes. Que Caín le diera la enhorabuena a alguien por su comida era algo “especial”; durante su vida probó los mayores manjares que alguien pudo imaginar en los más grandes banquetes de la historia y otros más pequeños; comió faisán con el Cesar, jabalí en una aldea gala incluso probó el delfín en la edad media, además es el único ser viviente hoy en día que podía afirmar haber probado la carne de muchos animales extintos, como el Mamut.

Lo que sí que llevaba sin probar cientos y miles de años era la verdura, el sueño de todo niño de cinco años pero la pesadilla de alguien que en su juventud fue un agricultor amante de todo lo vegetal. Si intentaba llevarse a la boca algo que llevase la mas mínima verdura, ya sea por ejemplo una cerveza, al entrar en contacto con sus labios la comida, o bebida, se desintegraría en un polvo insípido y muchas cosas, más de las que uno piensa, llevaban algo vegetal no solo la comida.

Hecho la mirada al local, estaba vacío, un sitio tranquilo pero, con la que estaba cayendo se esperaba que esto empezase a llenarse de gente. A Caín no le importaba la lluvia; traía vida a las plantas y purificaba el ambiente, pero sobre todo en el lugar en el que él nació la lluvia nunca fue muy abundante teniendo que aprovechar los ríos para sus cultivos ya que tampoco tenían regadíos como los de hoy en día. Aunque una cosa que le recordaba la lluvia era… la nieve, aún recuerda la primera vez que la vio y lo hermosa y pura que le pareció, haya cuando Europa estaba cubierta de un manto helado.

A pesar de la lluvia, aún no había entrado nadie y el moreno empezaba a pensar que iba a pasar esa agradable comida en compañía solo de el chef y la camarera. Por suerte un hombre de cabello negro y con un parche en el ojo entro en el local, tenia acento americano a diferencia de Caín que… bueno, el no tenia acento ninguno de hecho, era lo que solía suceder si vivías junto a tantas culturas diferentes; acababas pillando un acento neutro. Su primera interacción con aquel desconocido fue cuando le pregunto si le molestaría que fumase en el local

-Tranquilo hijo, a mi no me molesta el tabaco

El olor no le era molesto, había olido cosas peores y como nada podía provocarle daño no tenía que preocuparse de los problemas que acarreaba inhalar el humo del tabaco. Aun así, cuando el hombre encendió el cigarrillo, un cosquilleo le vino a la nariz la cual tuvo que rascar suavemente… extraño. No le dio mucha más importancia y siguió con su plato mientras escuchaba al hombre exclamar lo buena que estaba la comida, estaba claro que este pequeño restaurante de carretera era mucho mejor de lo que cabía esperar. Con su plato ya vacío, se lo llevó a la barra y se lo entregó a la camarera, no sin antes pedirle que le pusiera otro más. Apoyado en la barra con el codo, se giro hacia aquel hombre con una leve sonrisa en el rostro

-¿Que, de viaje?- le pregunto amablemente -A mi me encanta viajar, la libertad la… bueno, viajar tiene muchas ventajas

Como el no encariñarse de alguien para luego verle morir de viejo, claro que eso no iba a decírselo; las experiencias con gente que conocía quien era nunca fueron muy buenas. Ni siquiera preguntaba los nombres en situaciones sociales ya que así evitaba tener que decir el suyo; la historia marcó su nombre como algo malo, algo maldito que no debía ser nombrado y, de momento, no conoció a nadie con su mismo nombre. La camarera el puso el nuevo filete con una sonrisa y un “que aproveche”, Caín le contesto con otra sonrisa más y con el plato en una mano se dirige hacia el hombre

-Oiga ¿Le apetece que comamos juntos en mi mesa? El local está algo vacío y… la compañía no hace mal a nadie ¿No?

Al menos no si solo era un encuentro casual, Caín no quería…. No, esa no era la palabra, no podía tener amigos, ni familia ni nada por el estilo; su última pareja la tuvo hace cientos de años y su última pareja con hijos… hace milenios. Ahí también entraban las amistades, él prefería parecer un solitario aunque seguía siendo una persona con la que conversar, un hombre agradable; mejor un corazón roto que no tener corazón. De todas formas, convenció al hombre para que se sentara con él en la mesa a comer

-Permítame ayudarle

Dijo el muy cortés, tomando en su mano el vaso de whiskey del hombre para llevárselo a la mesa. Lo que ocurrió a continuación hizo desear a Caín que no hubiera sido tan cortés; una baldosa tenía un ligero desnivel y le hizo tambalearse un poco haciendo que su dedo, por la forma con la que sujetaba el vaso, chocará con el líquido en su interior que, en cuestión de segundos, se transformó en ese polvo insípido gris. Al llegar a la mesa, el hombre tuerto pudo observar lo que acaba de ocurrir con su bebida, el moreno miró hacia la barra asegurándose que la camarera no vio nada y hecho el polvillo en el cenicero, mirando a su acompañante con unos ojos llenos de culpabilidad y arrepentimiento

-Yo… perdone, ha sido sin querer… le pagaré otro vaso- llamó a la camarera con un chasquido de dedos, ocultando sus ojos ante una sonrisa -¿Le puede traer otra bebida de lo mismo a mi amigo? Yo invito

Se giró de nuevo hacia el hombre, pero bajo la mirada hacia su filete y comenzó a comer, su agradable actitud anterior sustituida por el silencio… por el temor de que le hubiera reconocido; con lo que acababa de hacer y la marca que adornaba su frente… Caín parecía no poder escapar de ella, incluso en los momentos más simples de la vida era recordado de que era, quien era y… lo que trajo sus acciones pasadas a la humanidad. Al menos esperaba que aquel hombre no fuera como muchos otros con los que se había encontrado… solo cabía esperar.

El inmortal temía ser reconocido, da igual en qué época estuviese que nunca sabría cómo iban a reaccionar las personas al conocer su origen e incluso aunque intentase ocultarse, su maldición se lo hacía difícil al no poder esconder su marca bajo su pelo o un velo o algo parecido, no, siempre era visible incluso en la más oscura de las noches. Al menos tenía la posibilidad de, con la gente que no sabía nada de Caín o no reconocían la marca, fingir que era un tatuaje que se hizo el mismo, mucho mejor que un grabado a la fuerza por un dios… ¿Vengativo? No, él le llamaría más “decepcionado”.

Y es que a veces también se preguntaba si su castigo fue tan severo porque dios estaba cansado de sus padres, que fueron expulsados del paraíso tras comer el fruto prohibido y que, cuando por una vez trajeron algo de luz a la tierra en Abel… él le arrebató esa luz de esperanza con una mandíbula huesuda. Que también puede ser que Dios sea un poquitin vengativo, eso no lo ponía en duda… seguía sin entender cómo es que un ser así podía tener un hijo como el que tuvo…

Sonrió con una sonrisa tan fina que parecía el doblez de un papel al ver como hablaba el hombre del parche en el ojo sobre los coches, la verdad es que eran un método de transporte fascinante. Además para él eran un invento muy reciente, en 1888 fue cuando se empezaron a vender los primeros vehículos que fueron creados para limpiar las calles de las heces de los caballos, que en algunas ciudades, sobre todo las más pequeñas, empezaban a llegar hasta las rodillas. Eso era otra cosa que la gente de hoy en día se perdía si se lo explicaba, lo de que el coche se inventó como alternativa menos contaminante que los caballos.

Cuando le señalo el alzacuellos, al cual no vio hasta ahora y le habló sobre su profesión, a Caín casi le da un vuelco en el estómago; un hombre de fe seguramente le reconocería al verle la marca. Por suerte de momento el hombre no daba indicios de haberse dado cuenta de quién era, así que la conversacion siguio siendo mundana, preguntando el hombre sobre su viaje

-Si, bueno, mi trabajo me hace viajar mucho… además he viajado toda mi vida, he recorrido Europa, Asia… le recomiendo que algun dia se pase por ahi, son lugares preciosos

Poniendo su vida en perspectiva, comparando el tiempo que pasó en los otros continentes comparado con el continente Norteamericano, si tuviese de verdad, digamos, 35 años, se habría pasado 34 y medio en los otros continentes y lo restante en el que ahora mismo se encontraba. Claro que en realidad llevaba más tiempo en este continente de lo que parecía, pero para él era un lugar muy nuevo.

Cuando sucedió el incidente, Cain rezo para que el hombre no atara cabos, que no se diera cuenta de porque hizo lo que hizo, que pensara que era alguien con poderes pero no el… cuando escucho como recitaba un pasaje de la biblia, que él conocía demasiado bien, el mundo se le vino encima. Como siempre, no sabía cómo iba a reaccionar al conocer su verdadera identidad y es que cada persona parecía reaccionar de una forma distinta  al reconocerle; algunos se llenaban de ira porque perdieron a alguien en un asesinato y le culpaban a el de lo sucedido… no conocía la vida de ese hombre, así que aprieto los puños con suaveza y espero su reacción.

Sin embargo su reacción fue… ¿Amistosa? Al principio se pregunto por que tenia esa actitud hacia el, mas al escuchar lo del enemigo en común asumio que al pobre predicador también le hizo, en su “inmensa sabiduría” una jugarreta ese dios que él tan bien conocía

-No se que le ha podido hacer pero… lo siento- empatizo con él, dandole la mano cuando se la ofreció -Caín, aunque supongo que eso ya lo sabía ¿No?

Aunque una cosa que dijo el hombre le escamo “enemigo común”... no, eso no sonaba bien; él no tenía enemigos, o no quería tenerlos y mucho menos un ser que si queria podia borrar el universo entero y volver a crearlo de nuevo, si es que sus poderes eran tales como se hablaban en la biblia y, por lo que él había visto, no tenía razones para pensar otra cosa

-¿Enemigo? No, yo no le llamaría a él “mi enemigo”- le confesó -¿Sabes lo que hice, no? Condene a la humanidad… estaba en su derecho de castigarme- suspiro -Aunque es cierto que a veces creo que… se pasó un poquito ¿No cree?

Se rió un poco, a veces la risa curaba más que cualquier medicina. Se cortó otro cacho del filete y se lo metió en la boca, saboreándolo a pesar de estar un poquito harto de la carne y el pescado, que eran los únicos alimentos que podía consumir… echaba de menos el pan, la sopa… lo que daría por volver a probar esos alimentos. Dejó el tenedor apoyado en el plato y miro a Jesse, el hombre era joven pero tenía pinta de haber vivido por mucho

-La verdad es que… mi relación con el esta un poco emponzoñada más que por mi castigo, por las cosas que he visto- suspiró, apoyando su cabeza en su puño y el codo en la mesa -toda mi vida he visto como dejaba morir a gente buena, gente que no se merecía lo que le paso y dejaba vivir y florecer a la gente más vil… ¿Por que me castigo a mi por un asesinato pero deja que la humanidad se vea sumergida en tanta miseria? No hago más que preguntárselo cada dia de mi vida y he vivido mucho… se que yo soy el culpable de que exista esa gente en el mundo, que os condene a un mundo lleno de muerte y dolor, pero ¿Acaso no tiene Dios el poder de parar tanto sufrimiento?

Volvió a suspirar, sabía que Dios intentaba no inmiscuirse ya que prefería dejar que los humanos se solucionaran la vida ellos solos, pero aunque tuviese esa justificación a Caín no tenía por qué gustarle y de hecho repudiaba que, si veíamos a Adam y Eva como los primeros hijos de Dios, su abuelo fuera tan pasota en ciertos temas y tan estricto en otros

-Ojalá hubieras conocido a su hijo, fue el hombre más maravilloso que conocí en toda mi larga vida, jamas conoci a alguien igual, era difícil de pensar como un ser así tuvo un hijo como él, lleno de bondad, amor, respeto, empatía...- miro por la ventana viendo las gotas que se deslizaban por ella, lleno de nostalgia -aun recuerdo verle en la cruz, yo… llegue demasiado tarde

En su rostro volvió a aparecer una mueca, la sonrisa de un hombre que parecía haberse olvidado la felicidad que transmitía ese gesto. Cuando le pregunto a qué se dedicaba se paró unos segundos y recordó todas las profesiones que tuvo a lo largo de su vida… podría escribir cientos de libros profesionales diferentes, pero como Jesse solo le preguntó por su profesión más reciente, no tuvo que pensar mucho más para buscar la respuesta a su pregunta

-Soy… detective privado y a veces me encargan casos de sitios lejanos, por eso ando siempre ando moviéndome

Negó con la cabeza cuando le pregunto si estuvo en Monument Valley, negándolo con la cabeza ya que, a pesar de haber oído algo sobre eso, no había viajado nunca a aquel lugar… a lo mejor se tendría que relajar un poco, olvidarse de todas sus obligaciones y, por primera vez en cientos de miles de años, pensar solo en sí mismo… aunque la vez que hizo eso, condeno a la humanidad, a lo mejor no era buena idea que pensara en sí mismo.

La sonrisa de su rostro desapareció, volviendo a su rostro serio y frío cuando Jesse asumió, con una pregunta para confirmarlo, que era Americano por como hablaba, aunque su acento era prácticamente al haber estado viviendo junto a tantas culturas diferentes, no podía tener acento sumerio, francés, alemán, español, egipcio, etc… cualquiera que le escuchara hablar pensaría que era de dónde está ahora mismo por su acento y siempre tenía que explicarse, bueno, no siempre, a veces... era mejor dejar las cosas pasar

-No, no soy americano es solo que....- intento mostrar una sonrisa tranquilizadora, que le diera un aspecto confiable ante Jesse -se me dan muy bien los idiomas

Aunque claro, cuando su identidad fue revelada, no tuvo que seguir mintiendo… aunque por ahora no mintió mucho, solo omitió verdades. Cuando Jesse le explicó lo que Dios le hizo, Caín miró unos segundos al techo del local con cara de desagrado, reprochado al de arriba que hiciera algo así a Jesse… frunció el rostro cuando el hombre se apiadó de él, de su maldición, frunció el ceño por la rabia que le daba que lo que le dijo fuera cierto, que aunque a Jesse le hubiera quitado toda su vida, la maldición de la vida eterna fuera infinitamente peor. Soltó un suspiro cuando le pidió que no le hablara de usted

-Disculpe… disculpa, pero es que yo a vosotros, los “mortales”- odiaba esa palabra, no solo por que le recordaba a su maldición sino también porque parecía que se creía mejor que los demás al decirla y lo odiaba, el no era mejor que nadie -os respeto más incluso que al de ahí arriba… podéis disfrutar de la vida, algo que para mi es… cada vez más difícil

Cada día le costaba más disfrutar de la vida, de las conversaciones que en un parpadeo no serán más que recuerdos olvidadizos en su largo castigo… al menos siempre tenía la esperanza de volver a encontrarse con Arión, el atlante con el que ya se había encontrado en muchas otras ocasiones, siempre podía confiar que él estuviera ahí era… reconfortante, a pesar de que a veces deseaba que él dejara este mundo antes que Caín, que tuviera la fortuna de poder morir… para ellos, la muerte sería un regalo.

Abel… ese nombre, ese hermoso nombre, le mando un escalofrío por todo el cuerpo, a pesar de haber encontrado el perdón… jamás olvidaría lo que hizo, su hermano…

-Por favor, ese nombre- dijo refiriéndose a Abel, con una voz temblorosa -No... No lo nombres, por favor

No había día en el que no pensara en su hermano, en lo que le hizo… pero escuchar su nombre de otra persona, eso era algo que no podía soportar, si el hombre sabía que era que dios te castigará, sabría entender que Caín no quisiera sufrir escuchar el nombre del hermano que asesinó a sangre fría. Suspiro, tranquilizando su estado mental, para poder volver a la conversación que tenía con el hombre. Al parecer, él tenía la teoría de que no era su culpa que la humanidad hubiese acabado matándose los unos a los otros… el tenia otra teoría

-Pero… ¿Y si el es así por mi culpa?- planteó la pregunta echándose hacia atrás en su asiento, dejando que sus cabellos azulados reposaran en el suave asiento de aquel restaurante de carretera -Mis padres ya le… decepcionaron… ¿Y si yo fui la gota que colmó el vaso? Puede que… si no hubiera hecho lo que hice, el mundo fuese mejor, que no se hubiera convertido en el capullo que es- soltó una suave carcajada ante la idea de llamar capullo al ser todo poderoso que les trajo a la tierra y que si queria, podía hacer desaparecer el universo con un chasquido de dedos -… o no, nunca lo sabremos

Intento sonreír, una sonrisa gastada por el tiempo, intentando quitarle hierro al asunto. Carcajeo un poco cuando Jesse le hablo sobre que estudió a él y a… su hermano, en la biblia. Suspiro, manteniendo la sonrisa cuando le preguntó sobre su maldición

-Nada que nazca de la tierra, frutas, verduras y todo lo que derive de productos de la tierra… no sabes lo que me cuesta salir a comer por ahí- bromeó, aunque sí que era verdad que a veces le resultaba muy difícil encontrar comida que no se desintegre en su boca -aunque claro… esa no es la peor parte de la maldición

Suspiro, mirando por la ventana las gotas caer, la vida de las gotas en la ventana era efímera; o desaparecían cuando salía el sol o se juntaban con otras, convirtiéndose en algo más

-Hace no mucho conocí a otro “inmortal”, un mutante… me habló sobre cómo se sentía él, de cómo pedía cada día de su vida poder morir y estar junto a su familia en el más allá… Aún no sé mucho sobre los mutantes pero, que haya otra persona que sufra lo mismo que yo… ya basta con una ¿No?

O dos, mejor dicho, pero prefería no hablar de Arión, él… era un placer que se reservaba para él solito.

Jesse no sabía lo correcta que era su afirmación sobre lo mucho que vio del mundo, no podía ni imaginarse la de veces que deseaba quedarse ciego o al menos cerrar los ojos para no seguir viendo el mundo a su alrededor, que el horror de las guerras, la muerte y la destrucción pasarán desapercibidos de sus ojos; ojos que no ven, corazón que no siente. Sin embargo, cada cierto tiempo encontraba a alguien, una persona especial que le hacía apreciar la vida, que le engatusaba con sus encantos, que le hacía sonreír con el más puro gesto de bondad, la primera vez que esto le sucedió fue milenios atrás, cuando conoció a la famosa y hermosa faraona y al atlante que acabaría convirtiéndose en un buen compañero, un buen amigo… un buen amante.

Cuando mencionó el nombre de su hermano, aquel pobre joven al que él traicionó y asesinó a sangre fría, sintió la dura estaca de la culpabilidad y el arrepentimiento clavarse en lo más profundo de su alma. Al menos la disculpa de Jesse le alivió un poco el dolor, suspirando con un suave gesto de los labios mientras en su cara aparecía un rostro marcado por la resignación de saber que no seria la ultima vez que alguien le menciona a su hermano

-No te preocupes, no podrías haberlo sabido

Su inmortalidad era “excusa” para muchas cosas, para el hecho de no tener ganas de una relación seria con nadie, para no centrarse mucho en temas políticos, para poder viajar sin preocuparse del dinero y a pesar de todo eso, no era excusa para olvidar el crimen que cometió cientos de miles de años atrás, jamás lo olvidaría, incluso cuando todo se convierta en polvo y el se quede vagando por una tierra inhóspita y deshabitada, seguiría recordándolo, incluso si ya hubo obtenido el perdón, era un peso que jamás debería quitarse de encima

A  pesar de que la conversación se torció un poco, volvió a recobrar el ritmo cuando Jesse siguió hablando sobre lo capullo que era Dios en realidad, provocando una carcajada del moreno y una sonrisa pícara bajo su nariz

-Si fuera verdad que Dios está en todas partes, ya te habría mandado al más profundo infierno

Bromeo, sabiendo que el de arriba no se dignaba a escuchar las voces de los hombres que bajo sus narices le insultaban y le difamaban, por suerte de ellos ya que si quisiera, los enviará de vuelta a la edad de piedra en un cerrar y abrir de ojos. Suspiro cuando Jesse le habló sobre la comida, la verdad es que era un tema algo complicado

-Si te sirve de consuelo, hace tanto que no pruebo nada vegetal que ya se me ha olvidado cómo saben- levantó su vaso de agua y le dio un trago, un gesto que no tenía ni porque hacer, pues aunque no bebiera agua ni comiera, seguiría viviendo, así era la maldición que dios impuso sobre el -ya ni siquiera las veo como comida

Eso era verdad, cuando te pasas tanto tiempo sin poder comer un tipo exclusivo de alimento, se podia olvidar su sabor o incluso que eran un alimento en primer lugar, más esto no le pasaba con la ropa y más de una vez desintegró sin querer algo de ropa que llevaba algodon, pues le era más fácil identificar un alimento de origen vegetal que unos ropajes del mismo origen.

“¿Vampiro?” pensó para sus adentros cuando Jesse le confesó la identidad de su amigo, intentando recordar si el conocio a algun vampiro en el pasado, pero ahora no podía recordar con exactitud si eso era así o no, además puede que aunque hubiese conocido a alguno, no se hubiese dado cuenta de que era una de esas criaturas inmortales sedientas de sangre y si se hubiera encontrado con una ¿Habría tenido el valor de acabar con su sufrimiento con una estaca en el corazón del ser?  No sabria que decir y prefería no saberlo

-Lo siento por tu amigo, yo se lo duro que es verte obligado a vivir tanto tiempo

Claro que la conversación sobre su amigo no tardó en convertirse en una revelación, la del poder que el hombre escondía en su interior y del que incluso Dios era temeroso. Por eso, aquel hombre que era más de lo que de fuera se percibe, le ofreció ayudarle a poner fin a su sufrimiento con él, ayudándole a acabar su condena. Cerró los ojos, colocandose las manos en gesto de oración y apoyando su barbilla en ellas, mas no rezaba, en absoluto; disfrutaba del sonido de la lluvia cayendo, del sonido de las zapatillas de la cocinera, el murmullo del cocinero que en su descanso se habría un botellín de cerveza… recordó la sonrisa de la niña, agradecida de lo que hizo por ella

-Sabes.... Con esta maldición puedo ayudar a mucha gente, puedo ayudar a los enfermos sin miedo a contagiarme, curar a los heridos en una guerra sin temor a ser atravesado por las balas… puede que algún día busque tu ayuda para acabar con mi vida, pero mientras pueda seguir ayudando a los demás- miro a la ventana, apoyando su mejilla en su palma, con una sonrisa -ser inmortal se hace algo más ameno

La conversación continuó un rato más, hasta que la lluvia cesó y los dos hombres pudieron continuar su camino. Se despidieron en la puerta del restaurante, Caín intentando guardar el nombre de Jesse en su memoria, pues esperaba encontrarse con aquel hombre algun otro día… y esperaba que siguiera vivo para entonces.