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Omega Universe - Foro de Rol de Marvel y DC
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Mensajes : 82 Fecha de inscripción : 23/08/2019 Localización : Por donde me encuentre Empleo /Ocio : Ser libre Humor : Alguno tengo
Tema: Old Wild West (Jesse Custer) [24/03/2018] 9th Septiembre 2020, 11:50
Gray se levantó esa mañana con la cara en el suelo de la habitación, de hecho la única parte de su cuerpo que seguía en la cama del hotel era su pie derecho que parecía aferrarse al colchón como un gancho. No estaba acostumbrada a dormir en colchones y, todo sea dicho, se movía mucho mientras dormía lo que resultó en esa pose tan cómica que tenía al despertarse… era impresionante pensar que pudo dormir de esa forma, es más, que se pudo caer de la cama sin despertarse.
Esa mañana se acercó con Jesse a comprarse ropa nueva, a Gray le interesó una tienda de aspecto indio-americano, con una calavera de un vacuno en el centro del cartel y al entrar en ella fue casi como entrar en una película de vaqueros; había mas cuero ahí que en una fábrica de cuero. Sombreros, botas, pantalones vaqueros, había de todo y Gray estaba entusiasmada; hacía tanto que no se compraba ropa nueva. Claro que antes de comprar tuvieron que aclarar al dependiente lo que sucedió la noche anterior y de porqué Gray tenía la ropa como la tenía.
Después de un tiempo salieron de la tienda, Gray portaba una camisa a cuadros acompañada de una chaqueta con flecos de aspecto india, unos pantalones vaqueros azules y unas botas de cowboy marrones a juego con la chaqueta. Le dedico una sonrisa a Jesse y un guiño
-¿No amo, cowboy?
Y ese mismo día partieron hacia el pueblo en el que Gray nació
~~~~~~~~
No tardaron en llegar, no era ni el medio cuando vislumbraron el pequeño pueblo del que la anciana procedía. Bueno, era pequeño, pero los ojos de Gray se quedaron impresionados ya que, en su época joven, ese pueblo eran cuatro casas mal contadas. Ahora tenía incluso un starbucks y por la calle se veía más gente joven de la que se podría pensar en un pueblecito así, aunque a la anciana le gusto ver que aun seguían algunas tiendas tradicionales
-Mia, mia- le indico a Jesse, que conducía por el tranquilo pueblo sin mucho problema -eza er la tienda der viejo Ronald, que malaje tenia er jodio
No pudo evitar sentirse nostálgica, todo eso le traía muchos recuerdos. Si la tienda seguía igual que antes, con el mismo nombre y todo, significaba que la estaría llevando un descendiente del viejo Ronald… le tendría que echar una visita ahora después, a ver si aun seguía su cartel de “Se busca” clavado detrás del mostrador. Siguieron conduciendo hasta que Gray le dio un toque a Jesse en el hombro para que detuviera el coche, aparcandolo en frente de… la iglesia. Parecía una broma, por eso de ser Jesse pastor, pero no; Gray le señaló el edifico de al lado de la iglesia; el orfanato
-Ahi me criao io- le dijo con una sonrisa mientras observaba el viejo edificio que parecía totalmente abandonado -Weno, crio que ya naide vive aqui… ¿Po que no’ntramo a esha un vitasho?
La puerta estaba bloqueada por unos maderos, claro que no fueron suficientes contra la inmensa fuerza de la mujer que los destrozó casi como si estuvieran hechos de cartón. La entrada del edificio era un largo pasillo, con una ventana de cristal a la derecha que tenía “Recepción” con letras metálicas arriba de la puerta y, más adelante a la derecha, otra puerta que para Gray era totalmente nueva. El suelo estaba cubierto de polvo pero no tenía un aspecto tan decadente como otros edificios abandonados, parecía que el pueblo, o mejor dicho la iglesia, cuido ese edificio durante algunos años después de que se dejara de usar.
Gray se centró en la puerta que ella no conocía, entrando impulsivamente en la habitación sin siquiera leer las letras que tenía encima de la puerta, alguien menos impulsivo podría haber leido “Museo”... algo extraño que tener en un orfanato. Cuando entraron, no sólo Jesse sino que Gray también se quedó flipando con lo que vio; era un museo, un museo dedicado a la vida de la anciana. Al lado de la puerta había un cartel que explicaba la existencia de ese museo; de joven, cuando era conocida como “Red Fox”, ganó mucha fama por sus hazañas y la iglesia encontró una forma de hacer algo más de dinero montando este museo y al parecer les funcionó bastante bien por un tiempo antes de que la “fama” de la mujer se desvaneciera con el paso del tiempo.
La mujer estaba impresionada y todo lo que veía le llenaba el corazón de nostalgia; en una vitrina estaba la cuna de marca “Amerika”, una marca que ya ni existía, en la que sus padres la dejaron el dia que la abandonaron, que eso a Gray no le importaba y siempre había pensado que sus razones tendrían para abandonarla, también había en una vitrina sus juguetes de cuando era pequeña, incluidas unas pesas con las que solía hacer ejercicio. La pared estaba adornada con periódicos antiguos enmarcados en los que se podían leer algunas “hazañas” de la mujer, eran tantas y tan variadas que no se podrían centrar en una sola, aunque había algunas impresionantes como el titular que ponía “Red Fox salva a veinte personas del derrumbamiento de un banco ¿Criminal o Heroína?” en el que salia una foto de un antiguo edificio de madera, típico del antiguo oeste, derrumbado y personas saliendo de debajo de las ruinas que Gray, en su juventud, sujetaba.
Aunque también era impresionante la cantidad de fotos de famosos que tenía, como una foto que salia dándose la mano con el hombre de negro, Johnny Cash y otra, algo mas movida, en la que se le veía cantando en un escenario con el mismísimo rey del Rock, Elvis Presley. Jesse seguro que podría encontrar muchas más, pero lo que habían venido a buscar estaba en una placa metálica debajo de una foto antigua en la que se veían un montón de niños
-Mia, mia- le indico a Jesse, señalando la foto -ahi toi io
Señalo en la foto a una niña, de aspecto blanco y con pelo que, aunque no se veía bien en la foto al ser en blanco y negro, tenia el pelo pelirrojo. A diferencia de su yo de ahora, nadie diría en su juventud que Gray parecía nativa americana, de hecho parecía más europea que otra cosa. En la inscripción de la placa se podía leer “El 30 de Noviembre de 1898, una joven Red Fox de menos de una semana de vida fue encontrada en la puerta del orfanato”
-Ey, po eza er mi eda, tengo… ¿Canto año tengo?
Le pregunto a Jesse con una sonrisa en el rostro mientras se pasaba la mano por la cabeza rascandosela, estaba claro que las matemáticas no eran los suyo.
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Tema: Re: Old Wild West (Jesse Custer) [24/03/2018] 20th Septiembre 2020, 01:42
Jesse estaba feliz como un niño cuando entraron en la tienda, con una sonrisa de oreja a oreja.
- Es como vivir en un western -dijo mientras admiraba las diferentes prendas en sus perchas.
No era nada que él se fuera a poner, claro. Siempre había sido muy sencillo vistiendo, incluso antes de convertirse en predicador. Su forma favorita de vestir era con unos simples vaqueros y una camiseta blanca o negra lisa. Y ahora de todos modos no podía ponerse nada que difiriera demasiado de su atuendo de profesión, pero no quería decir que no pudiera disfrutar viendo aquellas ropas que parecían sacadas de una película de John Wayne. Adoraba estar de vuelta en Texas, aunque no fuese técnicamente su Texas. Cuando se quedaran a solas seguramente tendría que tener unas palabras con el Duque acerca de eso...
Cuando vio salir a su amiga del probador le devolvió el guiño y le sonrió:
- Estás espectacular.
Una vez en la carretera, Jesse le dio al play a su cd recopilatorio de lo mejor de Elvis Presley, bajó la ventanilla de la pickup, apoyó el codo en ella y empezó a cantar alegremente:
You can shake an apple off an apple tree Shake-a, shake- sugar But you'll never shake me Uh-uh-uh No-sir-ee, uh, uh I'm gonna stick like glue Stick because I'm Stuck on you
Gonna run my fingers thru your long black hair Squeeze you tighter than a grizzly bear Uh-uh-uh Yes-sir-ee, uh, uh I'm gonna stick like glue Stick, because I'm Stuck on you
Hide in the kitchen, hide in the hall Ain't gonna do you no good at all 'Cause once I catch ya and the kissin' starts A team o' wild horses couldn't tear us apart
Try to take a tiger from his daddy's side That's how love is gonna keep us tied Uh-uh-uh, uh-uh-uh Yes-sir-ee, uh, uh I'm gonna stick like glue Stick, because I'm Stuck on you
De vez en cuando incluso hacía movimientos con los hombros para acompañar el ritmo de la melodía. Aquél hombre era increíble, parecía que su optimismo no se acababa nunca. Nadie que le mirara en aquél instante habría podido adivinar que acababa de perder a todos sus seres queridos a causa de un incidente cósmico hacía menos de una semana, o que le habían dado una paliza justo el día anterior y que había estado atado en una fábrica junto con un montón de rehenes a punto de saltar por los aires. Salvo por los evidentes cortes y moratones en la cara, claro, pero ni eso parecía afectar a su buen humor, que resultaba tremendamente contagioso.
Eso no quería decir que no sufriera, por supuesto. Jesse era humano, y sufría como todos los demás, pero, ¿qué sentido tenía atormentarte por algo que no ibas a poder cambiar? Sabía que era imposible deshacer el efecto Omega. Jamás volvería a ver a Tulip, o a su madre, y nada de lo que hiciera iba a poder cambiar eso. Mirar hacia atrás le dejaría eternamente varado en el borde de un pozo del que no podría salir, así que era mejor dar la vuelta y continuar el camino. Era su forma de ser, una forma de ser que le habían inculcado a golpes en Angelville. Llorar no le había traído de vuelta a su padre muerto. Rebelarse contra Jody no le había devuelto a su perro, y, en cambio, había provocado la muerte de su madre y una semanita en el ataúd. Rebelarse contra T.C. por el asesinato de Billy-Bob no le había devuelto la vida a su mejor amigo, pero había conseguido que le rompieran el brazo de una manera tan violenta que el hueso había atravesado la piel. Y una quincena en el ataúd de regalo.
No... La vida le había enseñado a Jesse que llorar y lamentarse no servía de nada. La vida era una hija de puta que se reía continuamente en tu cara y lo único que podías hacer era devolverle la sonrisa y continuar avanzando.
Cuando finalmente llegaron al pueblo de Gray, aminoró la marcha para que la anciana pudiera ir viendo bien los comercios y edificios. Se trataba de un pueblo pequeño, de esos en donde nunca hay prisa y casi no hay tráfico, así que no tuvieron problemas. El predicador observaba todo lo que la mujer le iba indicando con una sincera sonrisa y un cigarrillo apagado colgando entre los labios. Le encantaba escuchar a los demás hablar sobre las cosas que eran importantes para ellos; sus tristezas, sus alegrías... Suponía que venía con el lote de ser Predicador. Se le daba bien escuchar.
Enarcó una ceja cuando le dijo que aparcara frente a la iglesia, dirigiéndole a Gray un interrogante silencioso con la mirada, pero todo quedó aclarado cuando le señaló el orfanato.
- Oh -dijo con tristeza. Como niño que había perdido a sus dos padres a muy temprana edad, Jesse sabía de sobras lo que era ser un huérfano.
El lugar parecía cerrado, pero eso no sería problema alguno para Gray. Mientras la anciana lidiaba con los viejos maderos, él aprovechó para encenderse el cigarrillo. No había querido fumar mientras estaba con Gray dentro del coche por consideración hacia ella, pero no podía pasar mucho tiempo sin su dosis diaria de nicotina.
Cuando la mujer se internó en el edificio siguió sus pasos, observando a su alrededor con curiosidad. Él sí que se fijó en el cartelito que colgaba encima de la última puerta que cruzó, lo cual le resultó curioso en un lugar como aquél, especialmente uno que llevaba abandonado tanto tiempo. Cuando cruzaron la puerta estuvo a punto de caérsele el cigarrillo recién encendido de los labios.
- Joder, Gray... Eres toda una celebridad -comentó señalando una fotografía de la anciana cuando era joven, dejando escapar un leve silbido de asombro.
Lentamente fueron avanzando, tomándose su tiempo para observarlo todo. Jesse se paraba a leer los cartelitos explicativos de los objetos que se exponían, así como las noticias enmarcadas.
- Guau -musitó, mirándola con admiración antes de avanzar a la siguiente vitrina. Una vez allí, los ojos se le agrandaron como platos-. ¿Johnny Cash? Espera, espera... ¿¿Elvis Presley?? -la miró con cara de shock absoluto-. ¿Has cantado junto al Rey del rock? Oh, Dios mío, eres mi ídolo ahora mismo, estoy a un tris de reemplazar el crucifijo en mis sermones por una foto tuya -bromeó con una carcajada-. Oh, oh, oh, Bill Hicks, no me lo puedo creer -comentó, señalando una fotografía donde se veía a Gray junto al conocido humorista en el escenario-. No estaba de acuerdo con todo lo que decía pero, por Dios que este tipo se había levantado para decir la verdad tal como la veía: sin compromisos, sin cuartel. Supongo que te pega haber sido amiga suya. ¿Cómo era en persona?
Se quedó mirando sorprendido a la chiquilla de pelo rojo que había sido Gray en su juventud y que tan poco parecido guardaba con la anciana en la que se había convertido.
- Pues... -hizo un rápido cálculo mental-. Joder... 121. Eres casi cuatro veces más mayor que yo y ya quisiera tener la vitalidad que tienes tú... Eres toda una maravilla de la naturaleza, Gray. ¿Nunca llegaste a saber quiénes eran tus padres?
Al llegar a la siguiente vitrina, ahora sí, el cigarrillo se le cayó de la boca y se volvió hacia ella absolutamente atónito.
- ¿Estuviste como extra en el rodaje de "La diligencia"? ¿¿Conociste a John Wayne??
Definitivamente su amigo iba a tener que aclararle muchas cosas cuando se quedaran a solas.
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Tema: Re: Old Wild West (Jesse Custer) [24/03/2018] 23rd Septiembre 2020, 00:11
La anciana se encogió de hombros ante el comentario de Jesse ya que, aunque recordaba que hace unos años le perseguía la ley casi constantemente, no pensaba que hubiese sido tan… ¿Famosa? No, esa no era la palabra que estaba buscando… conocida, esa estaba mejor; no sabia que se hubieran publicado tantas periódicos y hubiese tantas fotos suyas, claro que al tener la memoria que tenia, se acordaba de todas y cada una de ellas, de las historias de cada una de las fotos y cada uno de los titulares.
Tenia buen recuerdo de muchos de los artistas con los que se habia encontrado, incluso si muchas veces no sabia con quien estaba tratando, no era el caso del Hombre de Negro y el Rey del Rock, ella busco a esos dos respectivamente para conocerlos. Soltó una carcajada ante la broma de Jesse
-Weno, weno tapoco esageremo- se quedó mirando a su foto con Elvis, sonriendo con una mirada nostalgica en el rostro -eze chava zi que zabia moverse por er esenario, anque er- señalo con el dedo su foto con Johnny Cash -No ze poque, me pidio una foto junto… weno, ahora zi que ze po que
El Hombre de Negro, a pesar de no haber cometido ni un crimen a parte del consumen de drogas, llegaba a los corazones de los “delincuentes” y el mismo toco en varias prisiones de diferentes estados, no detras de una verja protectora como muchos otros sino delante de todos los reclusos y ellos seguian sus canciones con vitores y risas; estaba claro que un artista como el, querria conocer a la “famosa” Red Fox. Arqueo una ceja cuando su colega se centro en su foto con el humorista
-A ve, io conosia a su padre, Melvin, un tio de puta mare y a zu hijo lo conosi cuando ea pequeño - volvió a sonreír nostálgicamente al mirar la foto -Er me reconociso entre er publico y m’invito a zubi ,en er fondo era un wen shavar… etuve en zu enterro- su voz sono algo triste al recordar esta parte -y en er de zu padre
Volvió a encoger los hombros en un gesto de indiferencia cuando Jesse reveló la edad de la mujer, llevaba años sin llevar la cuenta y la verdad es que no le importaba lo más mínimo los años que tenía… eso sí, le impresionó un poco lo mucho que había vivido. Nego con la cabeza cuando le pregunto sobre sus padres
-Pregute una ve y la profezora me ijo “Red”.... azi que zupongo que era zu foma de deshi que ni puta idea, aunque.... Poemo i a ve zi de verda zabian argo o no
Se fue hacia la puerta con intención de subir al despacho del director, que tenia todos los informes de todos los niños que vivieron en ese orfanato, cuando la voz de Jesse le interrumpio con una pregunta, Gray se giró y vio su foto que causó ese estupor en su amigo
-Oh, ¿John Wayne? Zi, etuve en una de zu peli, era un tio de putizima mare, copartimo uno weno vao de Whiskey aquel dia- se puso las manos en las caderas, sonriendo -Musha gente deshia cosa mala de er, pero pa mi era un wen hombre… y zu peli eran la leshe, la mejore, yo etuve de etra poque pahaba po ahi y creo que er direto me reconoshio, tuve zuerte vamo- le dedico una sonrisa a Jesse -me hubera gutao prezentatelo, te hubiera caio ben
Le dedico un guiño a Jesse y un saludo con un gesto de la barbilla a su foto con El Duque y le hizo otro a su colega para que le siguiera fuera del pequeño museo de Gray hacia el piso de arriba, al despacho donde podrian encontrar informacion de sus padres.
Las escaleras de madera estaban algo destartaladas, aun así soportaron el peso del hombre y la mujer sin romperse. Estaba claro que lo que mejor estaba conservado era la primera planta; en la parte de arriba algunos maderos estaban rotos, faltaban cachos de las paredes y los techos estaban llenos de agujeros. En las salas en las que faltaban puertas se veían camas metálicas sin colchones y algunas aulas llenas de mesas carcomidas y sillas repartidas por el suelo, aunque no se veia ningun graffiti de algún adolescente estupido y eso ya era un plus.
Gracias a que Gray se acordaba bien de su tiempo en ese lugar, encontraron con facilidad el despacho del director, cuya puerta parecía aguantar mejor que el resto del segundo piso… o al menos hasta que la anciana le puso la mano encima y la puerta cedió sin ni siquiera empujar un poco, dándose un fuerte golpe contra el suelo que levantó un poco de polvo. El despacho tenía una gran mesa y, detrás de él, varios archiveros metalicos ordenados de la A a la Z
-Ahi tene que jave argo
La anciana se dirigió hacia la “A” y pegando un fuerte tirón despegó su respectivo cajón y empezo a rebuscar entre los archivos. Bingo, encontro su ficha, un sobre con el nombre “Amerika” estampando con un sello de color negro
-Eze e er nombre que me puzieron cuando me ecotrao aqui
Ella ni sabía que se lo pusieron por la marca de la cuna en la que se la encontraron. Abrio su archivo y una foto se deslizo hacia el suelo, Gray no le presto mucha atencion y dejo que Jesse la cogiera por ella, aunque a lo mejor deberia haberle hecho algo mas de caso; la foto, en blanco y negro, era la de un hombre vestido con traje de epoca, con una frondosa barba de un color que se deducia era pelirrojo, en la cama de un hospital junto a una mujer nativoamericana de aspecto recio que sujetaba un bebe recien nacido.
La anciana se centró más en su ficha; allí venían no sólo sus datos sino todas las veces que la había liado en el orfanato de pequeña, las cosas que rompió y las veces que se escapó para darse una vuelta por el pueblo. Pero fue una pequeña nota entre todos esos papeles lo que llamó su atención, y en ella el director había escrito con su propia letra;
Unas lágrimas mancharon la nota, que cayo al suelo con delicadeza cuando la anciana se llevó la mano hacia los ojos secándose las lágrimas de ambos ojos con el índice y el pulgar, con una risa en el rostro soltó algunas risillas, no solo porque ahora entendía a qué se refería cuando el dijo eso de “Red” o porque eso de llorar así le resultaba raro, no, era por otra cosa
-De… de joven- soltó una leve risilla, mientras se volvía a secar las lágrimas -cá ve que me ecapaba, zempre acababa tumba ebajo de eze roble… m’acuerdo que me zentia mu ben debajo de zu zombra- suspiro, las lagrimas ya habian cesado de salir de sus ojos y miro hacia la ventana del despacho, de lejos se podía ver el roble rojo al que se estaba refiriendo -jama peze que taba mi madre enterra ahi abajo
Todo esto era muy nuevo para ella y la anciana, que vivio aventuras y penurias, que había conocido a hombres grandes y pequeños, a criminales, famosos, presidentes... esa gran mujer que vivio durante mas de 100 años... acaba de enterarse de quien eran sus padres y, esas emociones, eran totalmente nuevas para ella, no sabia ni que pensar en aquel extraño momento que estaba compartiendo con su colega Jesse... si no fuera por el, puede que jamas se hubiese enterado de nada de esto, eso se lo tenia que agradecer.
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Tema: Re: Old Wild West (Jesse Custer) [24/03/2018] 5th Octubre 2020, 00:38
- Sí... puto cáncer -musitó Jesse observando con tristeza la foto de Hicks. El humorista había muerto cuando él tenía ocho años, más joven de lo que el predicador era ahora. Así era la vida...
Estuvo a punto de reírse cuando la anciana le dijo que le habría gustado presentarle a John Wayne, pero por fortuna logró reprimir el impulso. ¿Qué iba a decirle? ¿Que hablaba diariamente con él cada vez que se quedaba solo desde la primera vez que la abuela le había encerrado en el ataúd? Jesse no tenía la más remota idea de por qué le pasaba eso, o ni siquiera de qué narices era en realidad el hombre que le acompañaba en el largo camino que era su vida, pues era muy consciente de que John Wayne estaba muerto, y también de que sólo aparecía cuando estaba a solas, nunca cuando había más gente alrededor. Cuando era niño le había parecido muy normal, incluso cuando se sentaba a su lado a hablarle en el puto fondo del pantano. Nunca se paró a pensar que era imposible que ningún ser humano hiciera eso. Después, sencillamente se había acostumbrado a su presencia y había dejado de preguntarse cosas.
Pero Jesse no era estúpido, y una parte de él temía que, quizás, estuviera un poco loco. Que, quizás, las torturas a las que le habían sometido la abuela y sus matones cuando era un niño le habían dejado un tanto trastocado. Pero prefería no darle demasiadas vueltas a ese pensamiento, porque, en primer lugar, supondría un cortapuntos de la ostia, y, en segundo lugar, implicaría darle demasiado crédito a las estúpidas teorías de los loqueros, y no estaba por la labor de ninguna de las dos. Era mejor seguir adelante y no pensar demasiado.
- Sí... sin duda creo que me habría caído bien -fue todo cuanto respondió antes de seguirla fuera del museo.
Llegaron a la parte de arriba, donde se encontraban las aulas y los dormitorios. Era curioso... Seguramente para cualquiera que hubiera vivido una infancia normal la visión de aquellas habitaciones habría podido resultar escalofriante, pero para él... Diablos, cuando era niño habría matado por poder vivir en un sitio como aquél. Cualquier lugar habría sido mejor que el puto Angelville. Con Jody, T.C., la abuela, el ataúd y el pantano. Se estremeció.
Ojalá te pudras en el infierno, abuela. Tú y todos tus monstruos.
El estrépito de la puerta al golpear contra el suelo le sacó de su ensimismamiento. Gray había irrumpido en lo que parecía ser un despacho. Vio cómo señalaba los archiveros y empezaba a rebuscar entre ellos hasta encontrar lo que buscaba. No tardó mucho, por lo que no fue necesario que Jesse la ayudara. Cuando extrajo el documento del cajón, se acercó a ella para observarlo mejor.
Amerika. Qué originales... Una pequeña cartulina se deslizó de entre los papeles cuando la mujer abrió la carpeta. Ella no pareció percatarse, así que él se inclinó para recogerla. En la foto se veía a un hombre con ropajes del siglo XIX sentado junto a una cama de hospital en donde se veía a una mujer india que sostenía un bebé entre sus brazos.
- Gray... -empezó a decir al comprender lo que era aquello, pero se detuvo al ver las lágrimas que caían por las mejillas de la anciana-. Oh, no, no... Mi preciosa y valiente chicarrona -le dijo, ayudándola a secar las lágrimas con dulzura para, después, abrazarla durante unos instantes.
La escuchó hablar de un roble, y entonces ella se separó para mirar por la ventana del despacho, momento que él aprovechó para coger la carta y leerla.
- Oh, Gray... -se acercó de nuevo hacia ella, ofreciéndole la foto-. Creo... creo que éstos eran tus padres -esperó a que ella la tomara y terminara de asimilar la nueva información antes de ponerle una reconfortante mano en el hombro-. Hey... te propongo algo: ¿qué te parece si vamos a la tienda del pueblo, compramos todo el alcohol que te apetezca, nos sentamos debajo de ese viejo roble y bebemos y brindamos toda la noche en su honor? Así, al menos, podrás despedirte...
Si había una cosa que Jesse entendía bien era lo que suponía tener que criarse sin padres.
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Tema: Re: Old Wild West (Jesse Custer) [24/03/2018] 25th Octubre 2020, 20:04
No estaba preparada para todo… todo eso que estaba sintiendo, jamás había pensado en sus padres; llevaba toda la vida pensando que si la dejaron ahí era porque tenían una razón, lo que no se esperaba era que la razón fuera la muerte de su madre. Era extraño, jamás conoció a esas personas, nunca tuvo la mas mínima charla con ellos, no sabía ni siquiera como era su voz y sin embargo, leer aquella nota le llevaba el alma de un pesar que había sentido pocas veces a lo largo de su larga vida.
El abrazo de su colega le vino bastante bien, le dedico una sonrisa cuando se despegaron, en situaciones así siempre venía bien una voz amiga que te ayuda a aclararte la cabeza, o simplemente alguien que esté ahí cuando lo único que necesitas es un mísero abrazo
-Grashias, hijo, eto e… e argo fuete pa mi
Entre las hojas de roble se filtraba la luz del mediodía, el sol se alzaba sobre el pequeño pueblecito en el cual Gray se crió y las pequeñas florecillas que crecen entre las raíces del árbol parecían estar buscando los rayos de sol con sus pétalos de colores. Se giró cuando Jesse le llamó y le entregó la foto, la anciana se la quedó mirando unos segundos apareciendo en su rostro una tenue sonrisa de agrado
-Zi que era guapa mi máma
Bromeo con una carcajada y suspiro, frotando los ojos con el pulgar. Con cuidado de no romperla, dobló la foto y se la metió en el pantalón… aunque sabía que no iba a ser capaz de guardarla. Volvió a sonreír a Jesse cuando le hizo esa propuesta tan buena de beberse unas buenas botellas del alcohol que vendían en la tienda y quedarse bajo el árbol, como ella solía hacer de joven
-Me guta er plan
Le dio un toquecito amistoso con el puño a Jesse en el hombro y volvieron a bajar por las, algo decrépitas, escaleras del orfanato y salieron por la puerta que hace ya unos minutos Gray habia reventado a finde poder entrar en el recinto. La tienda no estaba lejos, el pueblo era muy pequeño, así que dejaron el coche donde estaban y se dirigieron a la tienda que estaba igual que hace casi 100 años, con el mismo cartel y todo, pero es que al entrar en ella todo seguía igual, lo unico diferente era que ahora habia mas productos en las estanterías de madera; los cuadros seguían igual, las paredes tenían ese mismo color blanco que Gray recordaba con tanto cariño.
Se acercaron al mostrador, que como no tenía una máquina registradora antigua de esas con botones metálicos, en el cual atendió un joven de pelo corto, con gafas redondas y un botijo con perilla muy vintage. Cuando vio a la pareja entrar se le pusieron los ojos como platos y antes de que pudieran decir nada, el joven, de paneas unos veinte años, le saludo energicamente
-¡Buenos dias! Perdone pero… ¿Es usted “Amerika”? Bueno, Red Fox
Gray miró a Jesse unos segundos, algo confundida, volviendo a dirigirse al chico asintiendo con la cabeza
-¡Oh! Mi padre me ha contado muchas historias sobre usted, bueno, son historias de mi tatarabuelo
El joven les señalo una foto antigua, que por cierto estaba al lado del cartel de “Se Busca” de Gray joven, en la que salia un hombre con un gran bigote y un delantal, algo similar a como iba el joven que les estaba tendiendo, Gray reconoció a aquel hombre como “Ronald”, aunque en la foto estaba mas joven de como era cuando una joven Gray merodeaba por la tienda
-Gra… gracias a usted- el joven se tranco al hablar, como si estuviera hablando con alguien famoso -y la gente que trajo con sus...hazañas, la tienda pudo resistir los cambios del tiempo y pudimos seguir haciendo las cosas como las llevamos haciendo desde más de cien años
El joven le dedicó una sonrisa y le extendió la mano, en señal de saludo y de agradecimiento, Gray le correspondió con una sonrisa
-Weno, io creo que a zio ma coza vuestra, que zempre tenia lo mejo aqui, po ezo zempre me ecabuia pa pilla argo de la estanteria
El joven asintió con una sonrisa y una carcajada, su padre le contó la historia de cómo de joven, Red Fox se metía en la tienda a escondidas, entre mil comillas ya que Ronald siempre la pillaba, y arremetía contra las estanterías que guardaban chuches y caramelos caseros.
-Weno, habiamo venio a pilla argo de alcohol… zegui ashiendo eza cevesa que taba tan wena
El dependiente asintió y se metió por una puerta de detrás del mostrador y salió con un pack de seis cervezas, de gran tamaño, con una marca casera que tenía puesto el nombre de la tienda de Ronald
-Invita la casa- les dijo con una gran sonrisa en el rostro -Después de todo lo que ha hecho por nosotros, por este pueblo… es lo menos que podemos hacer
Gray no lo sabía, pero sus aventuras y “hazañas” que la volvieron famosa sin ella saberlo puso en el mapa a su pueblo, tuvo que suponer que alguien del pueblo la reconoció en uno de esos periódicos que ella jamás leyó y le dijo a todo el mundo donde había nacido, ya que si no no tenía ni idea de cómo la gente se enteró de todo esto. La anciana se encogió de hombros, cogió la cerveza no sin darle un fuerte agradecimiento al joven y se marchó con el pack de cervezas, junto a Jesse, hacia el roble bajo el que estaba enterrada su madre.
Se sentaron en el césped, apoyando la cabeza en la firme corteza del árbol, sacaron dos botellines de cerveza del pack, abriéndolas la anciana con facilidad usando solo sus dedos y le tendió una a Jesse con una sonrisa
-Eto lo ashia er viejo Ronald, zi una zemana no me metia en zu tienda pa pilla argo durshe me ivitaba a una servesilla… tenia un genio de la otia, peo era wena gente
Dejó caer las chapas en los huecos vacíos en el pack y se quedó mirando al cielo, las nubes se movían con tranquilidad y el sol segui sobre sus cabezas dándoles un agradable calorcito en el cuerpo, la anciana pasó la mano por el césped a su alrededor, con una leve sonrisa en el rostro
-Weno, mama… espero que ete bien aia onde ete, ojala te hubiera conoshio, zeguo que me habriá caio bien
Le hizo un guiño a Jesse, ya que eso mismo dijo él cuando ella le dijo que le hubiera gustado presentarle a John Wayne. Levantó su botellin, haciéndole una seña a Jesse para que hiciera lo mismo
-¡Bridemos!- exclamó, con una gran sonrisa en el rostro -Po la familia, que e lo ma ipotante der mundo, incluso cando cree que no la tene
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Jesse Custer Vértigo Universe
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Ficha de Personaje Alias: Predicador Nombre real: Jesse Custer Universo: DC Universe
Tema: Re: Old Wild West (Jesse Custer) [24/03/2018] 5th Diciembre 2020, 01:32
Jesse asistió sonriente al intercambio entre la anciana y el tendero, apoyado contra una estantería en segundo plano. No necesitaba intervenir. Aquél momento era para Gray. Todo aquél día lo era, y Dios sabía lo mucho que la anciana lo merecía.
Cuando llegaron al roble, se sentaron en la hierba apoyando las espaldas contra la firme corteza que tantos atardeceres había contemplado. Jesse aceptó el botellín que ella le ofrecía y bebió un largo trago mientras la escuchaba contar sus anécdotas de infancia. El brindis que ella propuso le dejó pensativo durante varios minutos. "Por la familia, que es lo más importante del mundo, incluso cuando crees que no la tienes", había dicho la anciana.
El predicador recostó la cabeza contra el tronco del árbol y dobló la pierna izquierda para apoyar en la rodilla el brazo que sostenía el botellín, mientras su mirada se perdía en las nubes que plácidamente recorrían el cielo aquella apacible tarde.
- Tienes mucha razón, Gray... Mucha razón. No hay nada más importante -musitó, y volvió a callar.
Jesse aparentaba ser un tipo extrovertido y sociable, pero había una cosa que era invariable en él. Nunca, jamás, hablaba sobre su infancia en Angelville. Nunca en detalle, al menos. Y podía parecer una estupidez, pero en los (literalmente) dos días que hacía que conocía a Gray, había experimentado una suerte de conexión extraña para con ella. No la conocía de nada, y, sin embargo, la compenetración que había habido entre ellos el día anterior había sido absoluta, y la sensación de desgarro cuando la creyó moribunda había sido tan intensa como si la conociera desde hacía años. No era capaz de explicar cómo, o por qué, pero de algún modo todo con ella resultaba... natural. Fluido. Como había sido con Cassidy. Pero, a diferencia del viejo vampiro, aquella mujer parecía ser exactamente lo que aparentaba. No había en ella doblez alguna, ni medias verdades. Era honesta y franca, virtudes que Jesse, harto de aquél mundo de mierda, apreciaba enormemente. Lo que nunca pudo perdonarle a Cassidy, además del hecho de que hubiera sido capaz de pegarle a una mujer y de abusar de varias, fue el hecho de haberle mentido. De haberle hecho creer lo que no era. Jesse tenía el presentimiento de que eso era algo de lo que nunca tendría que preocuparse con Gray.
Omega le había arrancado de su mundo, de sus raíces, de su madre, de Tulip, y de todo cuanto alguna vez había conocido. No le quedaba nada... estaba solo. Y, entonces, había aparecido Gray. Y, a pesar de haberle conocido el día anterior, la anciana había confiado lo suficiente en él como para confiarle aquél pedacito de su vida. Le había hecho el inmenso honor de compartir con él aquellos momentos tan íntimos y sagrados, y Jesse, que sabía mejor que nadie el valor de aquella clase de momentos, era plenamente consciente de la maravillosa confianza que la mujer había depositado en él. De alguna manera sentía que estaba... en deuda con ella. Gray le había abierto las puertas de su pasado, y él debía corresponderle haciendo lo que no había hecho nunca más que con Tulip.
Además, curiosamente, la idea le resultó reconfortante. Como si el hecho de haber cambiado de universo hacia uno en donde nada de todo aquello había existido hiciera que aquél peso que durante tantos años había cargado sobre sus hombros se volviera... más liviano. Como si el hecho de saber que allí nadie había oído ni oiría hablar jamás de los L'Angelle ayudara a que los viejos fantamas del pasado se disolvieran en la fresca brisa primaveral.
- La familia es lo más importante del mundo... -repitió, aún mirando hacia las nubes con una expresión de nostalgia que la anciana no le habría visto antes-. Tú has compartido tu historia conmigo, y ahora, me gustaría compartir la mía contigo. Pero es una historia muy, muy jodida, y larga de cojones, así que si te aburres en algún momento, sólo tienes que decírmelo. Nunca le cuento nada de ésto a nadie, porque... bueno... creo que pensarían que soy un puto chiflado... o algo... Sé que es una historia difícil de creer. Y tampoco soportaría que la gente me mirara de manera diferente después de escucharla, con compasión y esas mierdas. Tienes que prometerme que no lo harás, ¿ok? -pidió mientras se sacaba un cigarrillo del paquete que guardaba en el bolsillo y lo encendía con el viejo mechero de su padre.
La tapa metálica del zippo se cerró con un chasquido y Jesse dejó salir el humo de la primera bocanada hacia el cielo mientras ponía en orden sus pensamientos... así como la historia que quería contar.
- Ya que estábamos hablando de padres... supongo que lo acertado sería empezar por cómo se conocieron los míos.
>>Mi padre era marine. Acababa de volver de la guerra y se encontró a mi madre en la estación de autobuses. Se había escapado de casa con un grupo de hippies, y cuando vio a aquél soldado lo primero que hizo fue escupirle en la cara acusándole de ser un asesino. Él no respondió, ni dijo nada. Simplemente se marchó, pero la expresión de profunda tristeza que ella vio en sus ojos le llenó el corazón de remordimientos, así que fue tras él para disculparse. Lo que siguió fue... supongo que podrías llamarlo un momento de profunda conexión espiritual o alguna mierda así, no lo sé... Lo único que sé es que terminaron besándose esa misma tarde en un banco del parque, y esa noche compartieron habitación en un hotel cercano a la estación de autobús y una botella de Bourbon. Un año y medio después, nací yo.
Volvió a dar una calada al cigarro y a dejar escapar el humo antes de continuar con su historia:
- Dos años después, vivíamos en Laredo. Mi padre tenía un bar, éramos felices. Hasta que ellos nos encontraron. Los hijos de puta de los que mi madre estaba huyendo cuando conoció a mi padre. Los matones de su madre, Marie L'Angelle, Jody y T.C. Mi padre luchó bien, pero entre los dos lograron reducirle y nos condujeron de vuelta a Angelville, el puto pozo del infierno del que mi madre se había escapado en cuanto tuvo la oportunidad. Los L'Angelle eran una familia puritana francesa que se estableció en los Estados Unidos allá por los tiempos de Napoleón. Redujeron a cadáveres a los indios locales y se dedicaron a esparcir la palabra de Dios. Todos los hombres de la familia eran criados para ser predicadores y las mujeres no valían más que para parir y criar a la siguiente generación. Nos retuvieron allí, en contra de la voluntad de mis padres, para obligarme a seguir los pasos que todos los hombres de la familia habían seguido antes de mí. Cuando yo tenía cinco años, intentamos fugarnos. Nos pillaron antes de haber recorrido dos millas y Jody le pegó a mi padre un tiro en la cabeza ante nuestros ojos.
Hizo una breve pausa mientras se ocupaba de romper la pequeña montaña de ceniza que se había acumulado en el cigarrillo con unos leves golpecitos del dedo. Su rostro estaba calmado, sereno. El día que mataron a su padre había sido la última vez que había llorado, y a partir de aquél momento había tomado la resolución de afrontar los reveses de la vida tal y como venían, ponerse en pie y continuar caminando porque era la única manera de seguir viviendo. De otra manera no habría podido soportar la infancia que había tenido. Nadie habría podido.
- A mi madre y a mí nos arrastraron de vuelta a Angelville. Ya sólo me quedaba mi perro, Duke, y Billy-Bob, un chico que vivía con su familia en el pantano. No era particularmente inteligente, ni su familia tampoco, pero era mi amigo. Cuando tenía siete años, la abuela me habló por primera vez de Dios. Recuerdo que, en aquél momento, la idea de un señor que estaba siempre contigo, sabía lo que estabas pensando y siempre veía lo que estabas haciendo me asustó, pero unas cuantas bofetadas de la abuela me convencieron de que Dios era el mejor amigo que uno podía tener -su mirada pensativa descendió a la hierba, sus recuerdos perdidos en aquellos lejanos días, el cigarrillo olvidado colgando inerte de entre sus dedos-. Cada día me aprendía una página de la Biblia mientras mi madre se ocupaba del resto de mi educación: lengua, matemáticas, un poquito de historia... Era una mujer inteligente, mi madre. Pero sólo era eso lo que quedaba, su cerebro. Su corazón dejó de latir en el mismo instante en que mataron a mi padre. Y aunque no me cabe duda de que me amaba... podía notar cada vez que me fijaba en su expresión ausente que cada día deseaba morir para reunirse con mi padre. Nunca la juzgué por eso -dijo, y por primera vez desde que había empezado su relato, miró a la anciana de frente-. Ni pensé mal de ella por hacerlo. El último día que la vi, yo tenía once años. Había estado demasiado ocupado viendo los dibujitos por la tele como para jugar con Duke. Me había olvidado por completo de él... -volvió a recostar la cabeza sobre el tronco y alzó la mirada hacia las nubes mientras volvía a llevarse el cigarrillo a los labios para una nueva calada-. Hasta que lo escuché chillar. Un chillido... agónico y horrible que siempre estará rechinando en mi cabeza.
El cigarrillo había llegado a su fin. Jesse aplastó la colilla contra la hierba para apagarla y depositó los restos dentro del botellín de cerveza vacío, para tirarlo todo cuando recogieran la basura al marcharse. El sol estaba empezando a descender y su perfil se recortaba hermosamente contra el cielo mientras su mirada se perdía en algo que sólo él podía ver.
- Cuando salí, Duke estaba... Lo habían... El hijo de puta de Jody le había... clavado la cabeza con un clavo contra una estaca. Con un puto martillo. No quiero pensar cuántos golpes hicieron falta para...
Un leve estremecimiento sacudió su cuerpo. Fíjate... no pensaba que le costaría tanto contar aquella parte. Quizá precisamente por la crueldad del acto en sí... o por lo que ocurrió justo después.
- Perdona, es... difícil. No pensé que lo sería tanto, a éstas alturas. Hummmm.... -juntó las dos rodillas al pecho y las enlazó entre sus manos antes de continuar-. A partir de ahora se vuelve más jodido.
Siempre era difícil admitir la propia culpa. Especialmente cuando era algo de lo que llevabas culpándote toda la vida.
- Me abalancé sobre Jody, insultándole. Estaba fuera de mí. Tras morir mi padre me había volcado mucho en ese perro, y junto con Billy-Bob... era lo único que tenía. La abuela me escuchó y decidió... decidió que tenía que castigarme por usar aquella clase de lenguaje. Dijo que tenían que meterme en el ataúd. Y entonces es cuando todo se fue realmente a la mierda -suspiró con pesar-. Mi madre se puso como loca. No la había visto así desde la muerte de mi padre. Me cubrió con su cuerpo, como una leona protegiendo a su cachorro. Yo no tenía ni idea de lo que estaba pasando... Estaba aterrorizado. Mi madre dijo que para meterme en el ataúd tendrían que pasar por encima de su cadáver. Así que... ya puedes imaginar lo que vino después... Para aquella familia de degenerados las mujeres sólo servían para procrear. Lo importante eran los varones, y mi madre, al tenerme a mí, ya había cumplido su propósito, así que la abuela ya no la necesitaba para nada. Y así, tal cual, le ordenó a Jody que la matara... a su propia hija... Jody se llevó a mi madre hacia el pantano mientras mi abuela me decía que todo aquello era por mi culpa... y a mí me llevaron al ataúd. Un puto mecanismo de tortura que consistía en un ataúd de madera que dejaban caer con pesas al fondo del pantano... conmigo dentro. Iba bien sellado, de manera que el agua no entraba, y tenía unos tubos por los que dejaban entrar oxígeno, y, si era afortunado, algo de agua potable. El ataúd estaba oscuro como el infierno, apenas me podía mover, no podía distinguir el paso del tiempo, me moría de hambre y, entre el hedor de mis vómitos, mi propia mierda y mis meados, y los ruidos que hacían las cosas que pasaban rozando desde fuera, mi semana en el ataúd fue algo así como un asco. Si he de serte sincero, no sé cómo lo soporté.
Bueno, en verdad sí lo sabía. Había sido gracias a John Wayne. El vaquero se le había aparecido por primera vez en el transcurso de esa semana y había permanecido a su lado, ofreciéndole consuelo, alguien con quien hablar e impidiéndole que se volviera loco. Aunque una parte de él temía que en realidad sí que había enloquecido en aquellos días y que era precisamente por eso que podía ver al cowboy acompañándole desde entonces.
- "Los chicos malos van al ataúd", fue lo que me dijo mi abuela cuando finalmente me sacaron. Así que a partir de entonces me porté como un niño bueno. Fue entonces cuando empecé a creer realmente en Dios. Mi padre se había ido, y mi madre también. La abuela no me quería y Jody y T.C. eran unos jodidos monstruos. Pero, cada día, la Biblia me decía que Dios me amaba. Así que, bueno... pensé... Al menos alguien lo hacía.
Se volvió a incorporar, apoyándose en la rodilla izquierda y mirando a Gray.
- El resto de la historia... bueno... T.C. asesinó a Billy-Bob cuando estaba a punto de cumplir los 16 porque el chico le vio en el granero follándose una gallina. En ese momento intenté rebelarme de nuevo, pero... en fin... -volvió a suspirar, metiéndose una brizna de trigo que encontró por allí entre los labios-. Conseguí asestarle mis buenos derechazos a Jody, no creas... Pero al final no era más que un crío, y él terminó desencajándome la mandíbula, rompiéndome el codo y sacándome el hueso fuera. En aquella ocasión me metieron en el ataúd quince días completos. Cuando me sacaron me escapé y me dediqué a hacer algunos trabajos aquí y allí para subsistir. Arreglaba coches... cuidaba caballos... Y entonces me di cuenta de que mi conocimiento de mecánica me daba para hacer un puente... Poder arrancar sin las llaves... Una cosa llevó a la otra... ya sabes cómo es -volvió a mirar a Gray de reojo con una sonrisa desenfadada-. Un pequeño robo de vez en cuando a algún hijo de puta podrido de pasta que no lo va a lamentar... Al final terminé robando coches de lujo. Me volví bastante bueno en eso. Fueron tiempos bastante locos... Pero muy buenos.
Habían sido especialmente buenos porque aquella era la época que había pasado con Tulip. Habían sido años de amor apasionado y el mejor sexo que podía recordar. Pero todo lo bueno siempre tiene un final, y aquella historia no había sido la excepción.
- Cuando tenía 22, los cabrones de Jody y T.C. me encontraron de nuevo y me volvieron a llevar a rastras hasta Angelville. Ésta vez me encerraron un mes completo en el ataúd, hasta que aprendí a amar a Jesús y me volví dócil como un corderito -dijo con sarcasmo amargo-. No mucho tiempo después era el alegre, pizpireto y eternamente borracho pastor de Annville, un pueblo repleto de hipócritas de mierda que decían amar al señor mientras se dedicaban a violar a la vecina o a robarle al vecino. Y, bueno, finalmente Génesis me encontró, y bla, bla, bla. Al final me vengué de la abuela y de sus monstruos, espero que estén sufriendo en el infierno. Pero no te preocupes... La historia tiene una parte bonita al final -la sonrisa había vuelto a su rostro cuando extendió la mano para coger un nuevo botellín de cerveza y alargárselo a Gray para que se lo abriera-. Antes de que sucediera el fenómeno Omega, por una serie de avatares que no me voy a poner a contar ahora porque podrían llenar 40 números de una serie de cómics regular o más... Aterricé en un pequeño pueblo de Texas llamado Salvación. Y allí... allí me reencontré con mi madre. Resulta que había estado viva todo éste tiempo. Cuando el cabrón de Jody se la llevó al pantano para pegarle un tiro, ella le había pegado una patada en las pelotas y el tiro le había pasado rozando la sien. Cayó al agua y Jody la había dado por muerta. Y, en verdad, por poco no lo fue, porque un caimán le arrancó un brazo y se la habría comido entera de no acertar a pasar por allí tres cazadores, uno de los cuales había sido médico militar. Los cazadores mataron al cocodrilo e impidieron que mi madre se desangrara, pero de resultas del shock y el tiro en la sien estaba amnésica. Pasó los siguientes diez años sin hablar siquiera, y después tardó varios años más en recuperarse lo suficiente como para volver a ser autosuficiente. Comer por sí sola... lavarse... Pero su memoria seguía ausente. Por eso nunca volvió a por mí. Poco a poco, con el paso de los años, comenzó a recordar más y más... excepto quién era y de dónde venía. El trauma sufrido le impedía recordarlo. Para cuando finalmente lo recordó todo, yo ya hacía mucho que me había ido de allí. Hasta que nos reencontramos de nuevo, en el bar en el que trabajaba en aquél pueblo, y pude pasar con ella seis meses maravillosos antes de que el efecto Omega nos separase de nuevo. Pero, según lo que sé, no afectó a mi universo. Sólo me atrapó a mí, atrayéndome hasta ésta dimensión. Tengo mis teorías sobre por qué ocurrió, la mayoría de las cuales se refieren a un Dios muy cabreado queriendo quitarse de encima el problema de Génesis. La cuestión es que, a pesar de todo, estoy feliz porque sé que mi madre sigue viva y bien allá en Salvación. Y que es feliz en su pequeño bar.
El silencio que se impuso, después de tanto rato hablando, se antojaba extraño. Sin embargo, Jesse parecía relajado, feliz, como si se hubiera quitado un peso enorme de encima.
- ¿Conoces el cuadro de Christina's World, de Wyeth? -dijo Jesse de repente, sacando su teléfono móvil para buscar la pintura en Internet y enseñársela a la anciana-. La mujer de la pintura era una prima de Wyeth y estaba enferma con polio. Estaba tan débil que aquella era la máxima distancia a la que podía llegar, el final del campo, siempre a la vista de la casa. La casa representa el centro de su mundo, un mundo del que no puede escapar. Era el cuadro favorito de mi madre. Solía pasarse horas mirándolo en aquél viejo libro de la biblioteca. De pequeño nunca entendí por qué. Después me di cuenta de que se sentía identificada con la mujer del cuadro.
>>Bueno, te he soltado un tostonazo tremendo -el predicador se rio, como para restar gravedad a la historia que había contado y volver a aligerar el ambiente. De nuevo parecía el mismo joven alegre y despreocupado que Gray había conocido en la pastelería de West, aunque ahora estaba claro que aquél hombre ocultaba mucho más de lo que podía apreciarse a simple vista-. Cuando me ganaste la partida de póquer te prometí que te contaría una parte de mi historia, pero aquél sheriff capullo nos interrumpió. Y bueno, ahora que tú me has revelado la tuya me parecía justo corresponder. Así que ya lo sabes todo de mí. -el moreno entrechocó suavemente el botellín de su cerveza con el de Gray a modo de brindis-. Por las madres -dijo-. Y por los sacrificios que realizan para proteger a sus hijos.
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Gray Fox DC Universe
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Tema: Re: Old Wild West (Jesse Custer) [24/03/2018] 25th Diciembre 2020, 16:05
La primavera se empezaba a notar por esos lares y tanto Jesse como Gray lo notaban en sus rostros; el sol y la suave brisa acariciaba sus rostros moviendoles con delicadeza el cabello. Las gotas de agua bajaban por sus botellas, reflejando en ellas los rayos de sol que les proporcionaban ese agradable calorcito. Estas sensaciones le traían unos recuerdos muy agradables a la anciana de su juventud en el pueblo, de todas las veces que le pillaron escapando del orfanato para pillarse unas cervezas y algunas chuches para los más jóvenes del orfanato.
También le era agradable pensar que su madre paseo bajo ese mismo sol, acompañada de su madre, antes de que volviera a la tierra de donde todos salimos. Bebía rápido, ya se terminó su primer botellín el cual guardó en la caja sacando otro al mismo tiempo, para la anciana esto era la vida, lo mejor del mundo; compartir unas cervezas bajo el sol con buena compañía.
Miró al hombre, era muy joven, al menos comparado con ella, pero tenía pinta de haber vivido mucho más tiempo… era su ojo, el único que no estaba oculto por un parche, su ojo ocultaba una historia, no por otra cosa se llamaban a los ojos la ventana al alma. Gray se abrió con Jesse aquel día, se mostró indefensa como no estuvo con casi ninguna otra persona en el mundo; pocos podrían decir que vieron a la “famosa” Gray Fox llorar, solo Jesse tenía ese honor. Cuando el hombre le confesó que estaba a punto de abrirse con ella como hizo ella, se apoyó mejor en el roble, dejó la botella aún medio llena en el césped y simplemente, escuchó con atención la historia de su colega en un solemne silencio.
Y su silencio continuó incluso después de que Jesse terminará la historia; le acababa de contar tanto, se abrió tanto ante ella que la anciana estaba sin palabras. Le miro a él unos segundos, directamente a su ojo, luego bajó la mirada, agarró su botellín y le dio un trago, quedándose con la botella sujeta en sus manos mientras miraba las gotas de agua bajar por el cristal, suspiro
-No… no ze que deshi, es todo tan… grazia por habemelo contao, no debe habe shio fasi para ti- volvió a dejar la botella en el cesped, alzó la cabeza hacia el cielo y cerró los ojos, dejando que la brisa le abriera el alma -No pueo deshi na que te… devuerva a tú padreh, ni que te haga zeti mejo pero… to po lo que a pasao… lo ha sobrevivioh, el hombre que ere ahoa, e grachia a que te efretate a todo ezo y zeguite hacia delante
Se giró un poco más hacia él y le puso una mano en el hombro, manteniendo una firme mirada con el
-Pue escupir en la tierra y deshi a to eso capullo que no puderon cotigo “Que o jodan, aun zigo aqui”- le soltó el hombro, volviendo a sujetar su botellín -zeguo que ete dode ete, tu mae ta ogullosa de ti, der hombre en que ta convetio
No hace falta decir más, ni más palabras ni más gestos ni nada. Eran dos amigos que se acababan de abrir el corazón el uno al otro, mostrándose ambos en su estado más indefenso… y se habían aceptado. Puede que la anciana no hiciera sentir mejor a su colega con sus palabras; tras todo lo que le contó, era difícil que unas simples palabras pudieran hacer sentir mejor a un hombre tan dañado como Jesse, pero si le podía proclamar que, en este nuevo universo, tenía una amiga con la que siempre podrá contar
-Ojala te’vera conoció ate… le habria dao una somanta palo a tu agüela y a to eso hijo de puta
Si la anciana hubiese estado en el universo original de Jesse y se hubieran encontrado su historia habría sido muy diferente, sin embargo, al hombre le tocó vivir su vida, le tocó perder a todas las personas que perdio, ver como mataban a su perro, a su amigo… pero también pudo reencontrarse al final con su madre, a pesar de volver a perderla con el “efecto Omega”. Levantó su botella y chocó contra el del hombre a modo de brindis, mostrando una sonrisa apacible en el rostro; Gray juró para sus adentro que no dejaría a su amigo pasar por nada parecido a lo que le contó aquel día… no mientras ella estuviera sobre la tierra.
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Tema: Re: Old Wild West (Jesse Custer) [24/03/2018]