Kind of a farewell (Jesse Custer) [13/03/2019]

OOR: Post escrito en conjunto con la usuaria de Jesse Custer.

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Hacía dos días… Solamente dos días desde la ruptura con Planaria. Habíamos luchado en Villa-fábula y me había sentido derrotada a pesar de haber ganado la guerra. Me sentía vacía, con un agujero negro en el centro del pecho. Tenía dos suertes de mi lado, no ser derrotista y estar acostumbrada a estar sola. Eso hizo que el cambio no fuese tan vertiginoso para mí… También le ofrecí quedarse en la mansión, ya que yo había tomado la determinación de irme a Europa para salvar a Elsa y encontrarme a mí. Pero aun así me veía… muy perdida. La sensación de haber perdido algo que creías una garantía de por vida era… jodidamente doloroso. Y qué demonios, era mi primera relación seria quitando rollos y ligues de dos meses de duración.

12/03/2019 - 3:07 a.m.

Recuerdo que Planaria se fue con un portazo. Era de madrugada. Después no se escuchaba nada, por primera vez en un año en ese piso. Me quedé de pie, sujetándome los codos, escuchando el silencio y mirando a la puerta cerrada mientras mi mente me torturaba con imágenes a modo biográfico de nuestra relación, ahora muerta. Desde el primer instante, hasta ese último. Mis sentimientos se difuminaban entre sí sin saber bien a quién dejar al mando de mis emociones. Estaba indignada con su reacción, cabreada por cómo me había tratado, triste por haber perdido lo que sentía por él, frustrada y decepcionada… El corazón y el cerebro tiraban tan fuerte para cada lado que lo único de lo que era consciente era del vacío de mi garganta. En cualquier caso no tenía energía y sólo podía llorar, ni siquiera conscientemente. Las lágrimas simplemente se me caían. En ese mismo sitio, como si mi inmovilidad hiciese que ese momento no acabase nunca, me abracé las rodillas apoyada en mis pies, hundí la cabeza en mis brazos y lloré sin parar hasta que llegó el sol.  

Cuando conseguí levantarme del pasillo, agarré mi teléfono y marqué entre mis contactos rápidos, el número de Jesse que ya me sabía casi de memoria, notando el pinchazo de culpabilidad por acudir a él sobre las seis de la madrugada. Me sorprendió que no tardase en contestar. -Jesse…- sorbí por la nariz aunque fue inútil por el nivel de congestión y me mordí el labio tensando la garganta, tratando de no romper a llorar de nuevo. -Ya está…- dije ahogando el dolor detrás del auricular. No necesitaría nada más para saber lo que había sucedido.

El vivo y alegre tono de llamada que le había asignado a Sasha resonó de repente en la oscura habitación, sobresaltando al predicador. Lo cogió incluso antes de que el cerebro le terminara de arrancar, siguiendo el mismo impulso que te hace apagar el despertador cuando estás recién despierto.- ¿Diga? -sabía que era Sasha (era el tono de Sasha) pero su cerebro aún estaba a medio despertar y no había llegado a sumar dos más dos.

Cuando la escuchó se percató de que la voz sonaba rara... Como estrangulada.

Se incorporó en la cama, apoyando la espalda contra el cabecero mientras se  frotaba los ojos para terminar de despertarse. El tacto frío de la madera contra su espalda desnuda ayudó un poco. De reojo echó un vistazo al reloj de la mesilla de noche. Las seis de la madrugada. Aún no había salido el sol.
- ¿Planaria? -preguntó simplemente. Después de la conversación que habían tenido hacía unos días solo podía ser eso. Suspiró, sintiendo en cada fibra de su ser el dolor que estaría padeciendo ella-. Cuéntame -dijo simplemente- Cuéntamelo todo.-

Intenté vocalizar un sencillo sí. Pero no pude. Me mordí el labio y solo pude asentir por la nariz para que escuchase una respuesta por mi parte aunque fuese un quejido. - Siento molestarte... sé que no son horas- Aguantaba como podía, pero me temblaba la voz y se oía la tensión de mi garganta, dejándome la voz más rasgada de lo habitual.

- No se lo ha tomado muy bien... Está... Muy despechado. Se quedará en la mansión... Se ha ido... - busqué la hora en mi móvil apartándolo de mi oreja un instante- hace unas tres horas. Ha sido muy raro, Jesse... No sabía cómo explicarme y... Él no paraba de repetir que no lo entendía y que no podía soportarlo y... - Eche un vistazo a mi piso y suspiré- No es que se note mucho su ausencia en mi piso, sabes pero las cosas que yo sabía que estaban ahí... - las lágrimas volvieron, sorbí por la nariz y con la voz más aguda por el llanto me disculpé- Perdona…-

- No te preocupes por la hora, Sasha... Siempre me levanto temprano para aprovechar la carretera sin tener el sol en la cara. Dentro de poco habría sonado el despertador. Ya sabes, costumbres del sur…-

La escuchó hablar en silencio hasta que el llanto ahogó sus palabras.

- Sasha, es... Normal. A todos nos sienta mal una ruptura, pero acabará entendiéndolo... En cuanto se haya tranquilizado se dará cuenta de que lo vuestro se había terminado hace mucho, que se estaba engañando a sí mismo. Lo de sus cosas... Escucha, también es normal. Al principio todo te va a recordar a él, pero no dejes que el dolor te impida ver la razón por la que decidiste dejarlo con él en primer lugar. Cada vez que sientas que le echas de menos piensa en todas las veces que fuiste desgraciada a su lado. Ahora hay huecos en tu habitación, Sasha, pero esos huecos pronto se rellenarán con otras cosas y te darás cuenta de que no le necesitas... Que nunca le has necesitado. Se que es difícil ahora mismo... Pero puedes contar conmigo para lo que necesites-

¿Por qué a Jesse le resultaba tan fácil encontrar las palabras? ¿Tanto le facilitaba la vida su experiencia de confesión? - Maldito predicador... - Dije con cariño- Sé que no le necesito... No me duele... Haberle perdido. A él. Me duele ver que algo en lo que yo puse toda mi confianza de futuro... Se ha muerto sin motivo aparente. Nunca había estado tanto tiempo con una persona y... Sentir que ese futuro en el que invertí tanto se va sin más es... Desolador... ¿Como voy a confiar en otro futuro si sé que es tan frágil...? ¿Por qué la gente quiere volver a enamorarse..? - Sin darme cuenta estaba distraída recolocando mi habitación a como estaba antes de que Planaria llegase a mi vida.

Jesse apoyo la cabeza en el cabecero de la cama, con la mirada perdida en el techo.

- Sasha... Voy a contarte algo que nunca te había contado antes. Cuando tenía... No se, dieciséis o diecisiete años me enamoré profunda y perdidamente de una mujer. Se llamaba Tulip. A lo largo de los años tuvimos que afrontar muchos problemas. Cuando estaba a punto de casarme con ella me obligaron a dejarla... Mi familia. Viví siendo muy miserable los años que siguieron hasta que el destino nos volvió a juntar... Después, cuando todo parecía ir bien, el que yo pensaba que era mi mejor amigo me hizo una mala jugada... Ella me creyó muerto y él aprovechó la situación para enrollarse con ella. Estuve separado de ella seis meses, y... Me las ingenié para rehacer mi vida una vez más. Me convertí en el sheriff de un pueblecito, me reencontré con mi madre... Las cosas no iban mal. Después nos volvimos a reunir una vez más, y, poco después hice algo... Algo que ella no pudo perdonarme. Corto conmigo. En ese momento el fenómeno omega me arrastró hasta este universo. Hasta entonces... Hasta entonces siempre que el destino nos separaba había quedado la esperanza... La esperanza de que algún día ella podría perdonarme... La esperanza de que podríamos volver a estar juntos. Pero cuando llegue a este universo ya estaba claro, sin ningún género de duda, que ya nunca jamás la volvería a ver. Fue muy duro... Los primeros meses. Porque, ya ves, en toda mi vida solo había estado con ella. Al principio nunca me atreví a visualizar un futuro con ella por como era mi vida... Y después... No se, supongo que como siempre estábamos en peligro, siempre en la carretera... Y realmente pensaba que iba a morir, así que nunca llegué a plantearme un futuro a largo plazo con ella, pero... Tampoco me imaginé nunca con nadie más... Entiendes? Y... En este último año, yo.... Bueno.... Aprendes a seguir adelante. No te voy a decir que será fácil.... Probablemente nunca le olvides, pero... La carretera es muy larga. Encontrarás otras personas por el camino que te ayudarán a superarlo, con las que podrás, quizás, construir otro futuro. Y quizás... Solo quizás... Llegue un día en el que ya no vuelvas a mirar atrás... Porque el sol que alumbra tu vida es tan brillante y tan cálido que no... -se interrumpió, dándose cuenta de que estaba revelando demasiado...- que ya no verás nada más...-

Escuché con atención y completo silencio. Él... Él siempre demostraba tener una entereza superior. Agarré el paquete de pañuelos y me fui limpiando la cara hasta estar bien. Dejé de llorar. - Jesse... Lo siento mucho... - Casi le reproché no habérmelo contado antes, pero no me pareció muy útil y sabiendo lo que le costaba abrirse, guardaba cada ápice de la intimidad del predicador como oro en paño- Siento mucho lo de Tulip... Siempre pareces tan entero que... -Tomé aire, buscando las palabras- ¿Y tú cómo estás ahora? ¿Has vuelto a enamorarte aquí, en este mundo? ¿Hay alguien que te ayude a sentir ese calor que vuelve? - Sabía que estaba soltero y no le iba mal pero nunca habíamos hablado así, y sabía que podía incomodarle así que pregunté en la distancia y con voz suave mientras terminaba de colocar el último cajón del armario.

Hubo una pausa al otro lado del auricular que se demoró quizá un poquito más de lo que habría debido mientras Jesse se preguntaba cómo responder a eso. - Siempre parezco entero porque... Porque es así como me criaron.- Era difícil explicar toda la rutina de John Wayne en una conversación telefónica.- Mi infancia no fue fácil... Nunca te había contado nada porque... Bueno, tenía miedo de espantarte o algo…- Esperaba que con eso consiguiera distraerla de la otra pregunta - Durante mucho tiempo viví encerrando mis sentimientos en un caparazón, como si viviera en una especie de western malo. Fue Tulip la que me enseñó a abrirme. Pero no lo hago con todos. Quiero hacerlo contigo-

- Gracias Jesse - una parte de mi me gritaba que debía seguir adelante, que tenía que recuperar mi identidad y reforzar quien soy. Así que seguí por toda la casa, reubicando mi espacio seguro. - Gracias por contármelo, aunque sea tarde, por confiar en mí por... Querer ser valiente conmigo. - tomé aire. Volví a guardar todas las toallas y demás útiles que viviendo sola no usaba. Cuando acabé volví a tumbarme a la cama. - Te quiero mucho, ¿Sabes?... De verdad... Y no vas a espantarme por nada malo que tengas - Respiré hondo, colocándome en el centro del colchón- Creo que finalmente... Iré a Europa. Elsa no está bien y yo necesito... Despejarme. No sé cuánto tiempo pero unos meses mínimo... Suena a locura lo sé pero lo llevo pensando unos días..-

“Te quiero mucho". Eran las palabras que habría esperado oír, pero en ese contexto significaban una cosa completamente diferente. ¿Y qué esperaba? Llevaba un año entero siendo su amigo, su confidente. Era imposible que ella ya le viera de otra manera. Y antes muerto que ser el típico baboso que se enganchaba a una mujer demandando algo que ella no quería ni deseaba dar. Además, acababa de cortar con Planaria... Tenía que darle su espacio y ser su apoyo ahora más que nunca

La siguiente frase fue otra puñalada más. Se iba... A Europa. Durante unos meses. Fue como si le arrancaran un pedazo de corazón. Si... Es cierto que él estaba siempre de aquí para allá por carretera... Pero ella siempre había estado ahí, cuando había querido visitarla. Había sido la única constante en su vida en aquel año. Y ahora... Ahora no estaría. Le sorprendió lo mucho que le dolió. Simplemente porque... No se lo esperaba y no había tenido tiempo para asimilarlo. Había perdido a Tulip, a su madre, a Cassidy y a todos los que alguna vez le habían importado, y ahora ella… - Ok... - Tragó saliva, haciendo un esfuerzo para que le saliera la voz-. Me parece... Creo que es lo mejor que puedes hacer ahora mismo, Sasha - dijo, haciendo todo un esfuerzo de voluntad para no decir lo que deseaba realmente y pensar solo en lo que era mejor para ella. ¿Acaso no era lo que le había aconsejado todas las veces? Vivir la vida, hacer todas las cosas que no había podido hacer mientras estaba con Planaria - Es... Es lo mejor, si... Creo que es lo mejor. Te va a sentar muy bien el cambio de aires, si.... Hum... ¿Cuando... ¿Cuándo te vas?-

- Es raro sabes, pero pensaba en lo que me dijiste la última vez que nos vimos y tienes toda la razón. Tengo que viajar, atreverme a vivir más, romper mis moldes... Y creo que esto es... Justo lo que necesito - Era raro ver que al predicador le faltasen las palabras, y frunció el ceño, abrazándose a una de las almohadas. - ¿Es... Estás bien Jesse? - Tal vez fuese el sueño, la brusquedad de la noticia o le pasase algo más - Si crees que es mala idea... Puedes decírmelo.-

Después, la pregunta clave. - Pues he visto un vuelo muy bien de precio para el viernes... Además es a Francia, pasaría unos días con Drago antes de irme a Berlín.- Unos nervios raros se me subieron al estómago. Como esperando una respuesta.

Era el momento clave. Ella estaba esperando que le diera su consejo y tenía que hacer de tripas corazón y decirle lo que necesitaba oír. Lo que sabía que era mejor para ella. Tomando aire se forzó a sonreír.

- Estoy perfectamente Sasha -mintió, recuperando su actitud jovial habitual-. Me parece una idea fantástica.¿ Drago es ese amigo al que apreciabas tanto, no? Tu antiguo profesor. Creo que es lo mejor que podrías hacer, lo que te hace falta ahora mismo. Y Francia posiblemente sea el mejor lugar para desconectar. Yo nunca he estado pero dicen que es muy luminosa... Vas a tener que mandarme fotos, preciosa-

Volvió a tomar aire. Era el viernes. El viernes. Eso era... Prácticamente ya.

- Vaya... ¿Tan pronto? ¿Por qué tanta prisa? Bueno... Si es una buena oferta, claro, normal... Pero voy a exigir verte antes, que lo sepas. Tenemos que hacer una fiesta de despedida por todo lo alto, ¿Qué te parece?-

Sintió un abrazo de alivio cuando le escuchó como siempre - Si, mi otro mejor amigo... Es un hombre increíble... Por lo visto la gente de fe conecta bien conmigo - reí por la nariz.

Jesse me animaba, y fue el último impulso que necesitaba. - Decidido. Mañana me pondré a prepararlo todo para irme y compraré el billete. - Miré la hora, llevaba hablando con él más de media hora ya... - O bueno... Luego..mejor dicho -

Tomé aire y sentí como si estuviese sobre un trampolín. -No sé... No tengo mucho cuerpo para juerga Jesse... Podemos vernos y tomarnos un café o estar más tranquilos pero no creo ser el alma de la fiesta ahora mismo... - Me acomodé en la cama, súbitamente la comodidad resultaba arrolladora. Bostecé y apoyé el teléfono entre mi cara y la almohada y me abracé más fuerte a la que tenía entre mis brazos.

Hombre de fe.... Tenía gracia, porque posiblemente ese Drago tuviera más fe que él, a pesar del alzacuellos.

Mañana.... Mañana se iba a poner a comprar el billete. Necesitaba verla.

- No seas tonta, Sasha, acuérdate del carnaval. Mira, de momento voy a tirar para allá, salimos, tomamos un café o lo que quieras y después ya vemos lo que hacemos. ¿Te apetecería probar el karaoke nuevo que han abierto en la esquina de tu calle? La última vez que estuve lo vi y... ¿Sasha? ¿Estás ahí?-

Y me quedé dormida, con mi mejor amigo al teléfono escuchando una respiración lenta y pacífica. Ya estaba acostumbrada a no dormir, pero creo que del puro agotamiento de llorar, caí rendida sobre las siete de la mañana.

12/03/2019 - 14:23

Lo primero que vi fue su lado vacío de la cama, recibiendo la luz de la ventana. El hueco de los armarios vacíos y su ausencia llenando la habitación. Me apreté los párpados, hinchados de tanto llorar. Y me quedé en la cama, contemplando el techo. Respiré hondo y recordé dejar a Jesse con la conversación a medias. Le envié una nota de voz. “Hey Jesse… Acabo de despertarme.. Disculpa… me quedé dormida y… Estaba agotada, yo… Joder. Lo siento”  

Lancé el móvil lejos en la cama y le empecé a dar vueltas a la conversación con Jesse, a los grandes cambios que tenía por delante. Al viaje, a Elsa, a la organización de la cafetería, a lo que dejaba ahí hasta que volviese, meses después, de Europa… En todo lo que había vivido. Y por un instante vio a Planaria en la actitud derrotista que ella estaba teniendo. De todo lo que había vivido… ¿Era una ruptura romántica lo que le iba a dejar en cama?  
Me puse de pie de un salto -Y una mierda- Agarré el móvil y volví a abrir el chat de Jesse. “¿Sabes qué te digo? Que sí. Me voy pero con una despedida digna de la SuperBowl. Que le jodan, tengo problemas más importantes. Nos juntamos mañana por la noche, trae a quien quieras, a Gray, al camionero que te encuentres en la próxima gasolinera, al panadero… Vamos a cogernos la última gran borrachera hasta que vuelva, ¿Me oyes Jesse Custer? Despeja tu agenda para mañana por la noche y déjate el día siguiente de resurrección. A las 21:00 en el Rockbar NYC , junto al parque del río Hudson” -Y hubiese lanzado el teléfono de nuevo de no ser porque vi que escribía un mensaje: “O puedes abrirme la puerta”.

El corazón se me puso a mil. ¿Qué?
Me miré en el espejo, con la camiseta de los Celtics gigantesca que usaba como pijama, las ojeras y el pelo de cualquier manera. Me intenté adecentar el pelo ligeramente, aunque lo dejé con la raya al lado peinada por mi mano mientras iba por el pasillo y abrí la puerta de mi casa. Me quedé petrificada, como quien ve un fantasma.

Ahí estaba, apoyado en el marco. Sólo los dioses saben de dónde había venido y cuánto tiempo llevaba allí. Sólo recuerdo lanzarme en un abrazo a por él, rodeando sus hombros y hundiendo mi nariz en su cuello, notando su aroma que en ese instante me supo a gloria. -Qué haces aquí...puto loco…-

Jesse en ese instante se había convertido en mi salvavidas y le sentí tan necesario… Dediqué el resto del día a recuperarme a mí misma. Comencé con una ducha caliente, música potente todo el día retumbando en las paredes de mi piso, un poco de maquillaje, un desayuno potente y estuve todo el día trabajando para preparar mi nueva vida. Gestionar el negocio para los próximos seis meses, hablar con todos los proveedores, dejar todo el papeleo preparado, dejar copias de la llave de mi piso a la gente que consideraba prudencial, Jesse entre ellos y comprarme una maleta grande, preparar el piso, avisar a todo el mundo…  Mentiría si dijese que no me sentí culpable por tener a Jesse aburrido conmigo, pero me hacía tan bien que no me atrevía a ofrecerle que se fuera.

De hecho estaba tan cómoda con él, que le ofrecí dormir conmigo, como hacía con la gente de más confianza de mi vida. Mi cama era inmensa y me haría bien ver a alguien al otro lado si me desvelaba. Esa noche dormí siete horas, que era motivo de celebración en relación a la rutina de sueño que llevaba últimamente. Esperaba no haber molestado a Jesse, porque últimamente me despertaba cada dos por tres, tenía pesadillas o hablaba en sueños. Y lo único que recordaba de la noche era haberle cogido la mano en un momento de insomnio puntual. Pero había dormido infinitamente mejor. Lo que aún no sabía es que no fue sólo por la satisfacción de haber sido productiva. Ese sureño tenía un efecto analgésico sobre mí...

Empecé a prepararme con tiempo, me encerré en el baño para arreglarme. Abrí el paquete de Amazon donde venía el vestido que me acababa de planchar, le quité las arrugas planchando con las manos y me lo probé. Como un puto guante. Maquillaje sencillo con labios granates como siempre, mis botas negras favoritas  y la chupa de siempre. Metí la tarjeta y el móvil en un bolsillo. Las llaves de casa en el otro. Un poco de perfume y salí buscando al predicador. -¿Qué tal estoy?- pregunté con una sonrisa en los labios.

Cogimos el taxi y aparecimos allí cinco minutos antes. Esperamos en la puerta mientras miraba el móvil para ver cómo se supone que las tres personas que iban a venir, al menos por mi parte, no iban a venir. A Elsa se lo perdonaba, le había dado un ataque de pánico solo con intentar salir de su casa, no podía culparla después de todo lo que estaba pasando… Pero las otras excusas fueron una porquería. -No me jodas…- Él me miró y giré el teléfono para que viera los mensajes. Respiré hondo y resignada guardé el móvil en la chupa, cerrando con cremallera y le miré. -Por lo visto estamos solos… ¿Qué quieres hacer?- esperé con impaciencia mordiéndome los carrillos por dentro. Empezaba a volverme el bajón y no quería que se fuese...

Por supuesto, lo primero que hizo en cuanto la voz se apagó al otro lado fue levantase, ducharse, arreglarse y coger la vieja pickup para ir a su encuentro.

Sasha era, junto con Gray, la persona más importante de su vida desde que había llegado a Omega. No podía dejarla sola cuando se encontraba así de mal, especialmente sabiendo que iba a irse de viaje a Europa dentro de tres días y no tenía la menor idea de cuándo la volvería a ver.

Desde el lugar donde se encontraba, en Virginia, hasta Nueva York, había aproximadamente seis horas de camino en coche, así que justo estaba subiendo las escaleras de su piso cuando sonó el pitido del móvil que le avisaba del nuevo mensaje entrante. Escuchó la nota de voz con una sonrisa sin detenerse, y, al llegar frente a la puerta, volvió a mirar la pantalla.

Sasha
En línea

Sasha
Escribiendo...

Sasha
Escribiendo...

Sasha
Escribiendo...

Empezaba a morderse el labio inferior de la impaciencia cuando por fin le llegó el mensaje, y no pudo evitar echarse a reír cuando lo leyó. Rápidamente empezó a teclear en respuesta, y, al poco, ella le abrió la puerta, con el pelo desordenado y vestida sólo con una camiseta amplia que claramente hacía las veces de pijama.

Al predicador se le resecó la garganta. Era lo más sexy que había visto desde hacía muchísimo tiempo. Sin embargo, cuando ella le abrazó, la sensación que le embargó no fue de atracción sexual, sino de profundo e intenso afecto. Correspondió a su abrazo con la intensidad de quién se aferra a algo sagrado y precioso que sabe que va a perder, tratando de alargar el momento el máximo tiempo posible para poder recordarla cuando ya no estuviera. El calor y el tacto de su cuerpo, el olor de su pelo...

Sin embargo, eventualmente, tuvieron que separarse. El predicador estuvo algo alicaído la mayor parte del tiempo mientras la veía dejar atados todos los cabos sueltos y preparar las maletas. El corazón prácticamente se le hizo pedazos cuando sintió el tacto frío del trozo de metal que ella depositó en sus manos. Sin embargo, era evidente que tener aquella nueva perspectiva en su vida la estaba ayudando a superar lo de Planaria. Se la veía, si no contenta, como mínimo animada y llena de energía, y Jesse prefería verla así antes como la había escuchado por la mañana. De hecho, estaba tan focalizada en resolver sus asuntos que no se dio cuenta de cómo estaba él, y si algo había notado, probablemente lo achacara al aburrimiento.

Le pidió que se quedara a dormir con él aquella noche, y, por supuesto, aceptó. No habría podido marcharse si ella le necesitaba. Jesse no usaba pijamas, así que simplemente se quitó la ropa mientras ella se cambiaba en el baño, quedándose sólo con unos boxers blancos. El traje de predicador era demasiado incómodo para plantearse siquiera dormir con él, y si lo hacía después al día siguiente tendría que pedirle a Sasha la plancha para quitar las arrugas. Le parecía un poco absurdo considerando la confianza que había entre los dos y que Sasha no era precisamente una mujer que se escandalizara por ver a un hombre en calzoncillos, así que no se lo planteó.

Ella se metió en la cama y él se acostó a su lado, observándola con preocupación mientras dormía. En varias ocasiones se despertó con pesadillas, y, en un momento determinado, la escuchó llorar en sueños. Jesse simplemente le acarició el brazo mientras le apartaba el pelo de la cara de manera cariñosa y le susurraba al oído:

- Shhhh... Es normal que duela, Sasha...

Ella se volvió hacia él y entreabrió levemente los ojos para mirarle, musitando medio dormida:

- ¿Cómo consigues ver hasta lo más pequeño que trato de ocultar?

Jesse sonrió, mirándola con dulzura.

- Práctica -dijo simplemente, depositando un beso en su frente-. Vuelve a dormir.

La cabeza de la mujer volvió a desplomarse en la almohada, y él la tapó con la manta en un gesto repleto de afecto.

Las sábanas eran suaves, y, gracias a la cercanía de su cuerpo, la cama estaba agradablemente cálida. Su presencia a su lado resultaba fuerte y reconfortante, cerca de ella pero sin llegar a tocarla en ningún momento hasta que volvió a agitarse, inquieta, y su mano buscó la de él casi por instinto. Jesse deslizó su mano en la suya, fuerte y cálida a la vez, sosteniéndola.

- No pasa nada, Sasha... Estoy contigo -le susurró tranquilizadoramente, y la sostuvo hasta que su respiración se volvió acompasada de nuevo y su cuerpo se relajó. La sensación de seguridad la cubrió con la misma efectividad que la manta hasta que, por fin, se sumió en un profundo sueño.

Al día siguiente, Sasha empezó a prepararse para salir con bastante tiempo de antelación. Como Jesse no tenía otra cosa que ponerse que la ropa de predicador, simplemente se sentó en el sofá del salón a ver la tele con un cigarrillo apagado entre los labios mientras ella se arreglaba. Estaban echando "Grupo Salvaje". La banda acababa de llegar a México, donde se estaba desarrollando la guerra entre el ejército federal y los hombres de Pancho Villa cuando Sasha salió del baño.

- ¿Qué tal estoy?

Al escuchar la pregunta se volvió a mirarla, y, literalmente, el cigarrillo se le cayó al suelo.

En aquél momento, lo único que podía pensar era en lo mucho que le habría gustado arrancárselo.

- Ehm...

¿De repente hacía mucho calor en aquella habitación? Sin darse cuenta se desabrochó el botón superior de la camisa para aliviar la sensación de opresión que le estaba asfixiando.

- Estás... estás preciosa -dijo, tratando de aparentar normalidad con una sonrisa.

Que no se dé cuenta, por Dios...

No le había dicho que llevaba enamorado de ella desde hacía meses, y lo último que necesitaba era que pensara que estaba intentando sacar tajada de la situación en la que se encontraba para aprovecharse de ella.

Además... llevaba siendo su confidente y amigo desde hacía un año. Era imposible que ella le viera como nada más. Lo único que haría sería estropearlo todo.

Sin más, cogieron un taxi y se dirigieron al Rockbar NYC, quedándose en la puerta para esperar a los que se suponía que tenían que venir. Sasha cogió su teléfono para consultar las notificaciones y él hizo lo propio, sólo para comprobar que a Gray le había surgido un imprevisto y no iba a poder venir.

- No me jodas…

Se volvió en su dirección y ella le mostró la pantalla del móvil. Se habría echado a reír si la situación no se hubiera vuelto de repente tan jodidamente incómoda. Un extraño silencio se abatió entre los dos, y no le gustó ni un pelo. Nunca antes había habido silencios incómodos entre los dos.

Por su parte, sabía bien por qué era: Porque llevaba más de medio año tratando de rechazar lo que sentía por ella aplastándolo bajo el peso de una relación que ya no existía. En teoría ahora no debería haber ningún impedimento para que le confesara lo que realmente sentía, pero sabía que no podía hacerlo, porque estaría traicionando la confianza que ella había depositado en él. Le había llamado buscando apoyo y consuelo; lo último que necesitaba ahora, cuando acababa de salir de una relación de mierda, era tener a otro imbécil tratando de conquistarla. Podía ser fácilmente malinterpretable, además, y Jesse no quería joder la relación que tenía con ella. No podía decírselo... Al menos, no ahora, con la ruptura tan reciente. Necesitaba darle espacio, que se marchara a recorrer Europa, que disfrutara, que viviera la vida, que curara sus heridas. Y, tal vez, cuando volviera, podrían tener esa conversación. Tal vez...  

- Por lo visto estamos solos… ¿Qué quieres hacer?

Jesse suspiró y miró al interior del bar. Tenía buena pinta, la música era buena y hasta tenían un karaoke.

- Pues... ¿qué te parece si entramos, nos tomamos unas copas y pedimos algo de comer? Después podríamos cantar algo en el karaoke...

Everyday I wake and everything is broken
Llevo rota mucho tiempo
Turning off my phone just to get out of bed
y he necesitado estar sola…
Get home every evening and history's repeating
Vivo en un bucle de dolor...
Turning off my phone 'cause it's hurting my chest
y no puedo compartirlo con nadie...
And heaven knows I'm not helpless
Sabes que no estoy indefensa...
But what can I do?
¿Pero qué puedo hacer…?
I can't see the use in me crying
No veo en qué me ayuda llorar
If I'm not even tryna make the change I wanna see
si ni siquiera voy a intentarlo…
I can't sit and hope
No puedo quedarme sentada...
I can't just sit and pray that
No puedo seguir acudiendo a ti, Jesse…
I can find a love when all I see is pain
Puedo encontrar tu amor aún cuando sólo veo dolor...
I'm falling to my knees
pero me estoy rindiendo…
And though I do believe
y aun así creo…
I can't just preach, baby, preach
que no puedo seguir predicando
I can't just preach, baby, preach
los consejos que me das, Jesse…
All I hear is voices, everybody's talking
Todo el mundo habla, y hace mucho ruido...
Nothing real is happening
Nada me parece real…
'Cause nothing is new now in all this tragic
Porque nada parece nuevo dentro de mi vida
And I just feel sedated
Me siento sedada…
Why do I feel numb?
y entumecida…
Is that all I can do?
¿Eso es todo lo que puedo hacer por ti…?
And heaven knows I'm not helpless
Sé que sabes que no..
But I'm only human
pero soy humana
I can't see the use in me crying
Sé que esto no me ayuda…
If I'm not even tryna make the change I wanna see
Sé que tengo que cambiar...
I can't sit and hope
No puedo esperar
I can't just sit and pray that
que estés siempre ahí…
I can find a love when all I see is pain
Aunque disfrute tu cariño…
I'm falling to my knees
me estoy viniendo abajo…
And though I do believe (though I do believe)
Y aunque confío en ti…
I can't just preach, baby, preach
no puedo simplemente predicar contigo.
I can't just preach, baby, preach
No puedo seguir confesándote...
And heaven knows I'm not helpless
Sabes que no soy débil
But what can I do?
pero tengo que irme…
I can't see the use of me crying
Quedarme aquí llorando…
If I'm not even tryna make the change I wanna see
no me ayudará a mejorar
I can't sit and hope
No puedo pretender… que sigas ahí
I can't just sit and pray that
Rezar porque no te canses...
I can find a love when all I see is pain
Y aunque sé que me quieres…
I try to do the things that save it, I believe (I do believe)
tengo que hacer todo lo posible por salvarme…
I can't just preach, baby, preach
Porque aunque creo en mí…
I can't just preach, baby, preach
No puedo únicamente predicar mi dolor…
I can't just preach, baby, preach
Y ser débil para el tuyo...

Pretendía aparentar una entereza que estaba lejos de sentir porque quería animarla y hacerle olvidar sus preocupaciones y pesares aunque fuera sólo por una noche.

"Vamos, hombre, no es para tanto" -se dijo mientras la apretaba contra su pecho sintiendo cómo el tiempo se detenía a su alrededor y su corazón prácticamente dejaba de latir al percibir el característico aroma de su perfume, la calidez de su cuerpo, el tacto de su pelo...-. "Sólo somos dos amigos. Dos amigos comportándose de manera amigable y haciendo cosas de amigos, nada más...".

Pero entonces... ¿por qué ninguno de los dos parecía dispuesto a soltar al otro? ¿Y por qué cuando le sostuvo la mandíbula con los dedos no fue capaz de apartar la mirada de ella incluso cuando fue hacia la barra a pedir las bebidas? ¿Y por qué sentía que le ardía la mejilla en el punto en donde ella le había besado?

Sabía lo que le diría John Wayne en aquella situación:

"¡Vamos, compañero, espabila! Puedes cenar perfectamente con la moza a solas sin la presencia de tus amigos. ¿Qué eres, un niño pequeño? Recuerda lo que yo siempre digo: El coraje es estar muerto de miedo, pero..."

- Pero ensillar de todos modos -completó en voz baja para sí, a sabiendas de que con la muchedumbre y la música Sasha no podría oírle.

"Exacto. Sabes que tienes que estar ahí por la chavala, así que haz lo que tengas que hacer y hazlo bien, incluso si tienes miedo".

Armándose de valor, el moreno se alisó la chaqueta de predicador y fue a reunirse con Sasha junto a la barra.

-Dos copas del whisky más viejo que tengas, bien cargadas de hielo y dos chupitos de Fireball -estaba pidiendo ella en ese instante. Sacó la tarjeta para pagar antes de que pudiera procesar lo que estaba ocurriendo, pero tampoco se lo habría impedido. Jesse creía por completo en la igualdad entre mujeres y hombres y le parecía estúpido que tuviera que pagar siempre el hombre, especialmente cuando su sueldo no era muy boyante, como era su caso. Tampoco es que a ella le sobrara el dinero, pero bueno... se lo compensaría pagando la cena-. Primero los chupitos. ¿Lo has probado alguna vez?

- Pues... sé que te va a resultar difícil de creer, pero... la verdad es que soy un animal de costumbres y normalmente siempre bebo Jack Daniel's, pero por supuesto, si es whiskey seguro que es bueno -dijo, guiñándole por un instante su único ojo antes de probar el chupito, que estaba delicioso, por cierto.

- Por una fiesta de dos tan buena como cualquier otra -dijo ella al brindar.

- ¡Pues claro que si, no necesitamos a nadie! -mintió antes de beber el contenido del vaso de un trago.

La tensión entre los dos se volvió más pesada en el aire, y para cuando llegó la comida ya se estaba arrepintiendo de su decisión de quedarse. La conversación había vuelto a estancarse y ni siquiera era capaz de mirarla durante mucho rato a los ojos.

"Joder, Jesse, ¿qué cojones te pasa? ¡Ella va a terminar dándose cuenta!"

Casi podía imaginar la bronca que le estaría echando John Wayne si estuviera allí en ese instante. Vale, tenía que hacer algo para volver a remontar la situación, lo que fuera... ¡Ah! Ya estaba. La idea apareció en su mente como un bote salvavidas en un naufragio al reparar en la diana y los dardos que estaba contra una de las paredes.

- ¡Hey! ¿Te hace una partida? -le preguntó, a lo que ella se apuntó de inmediato.

Por supuesto, considerando que sólo tenía un ojo, el resultado era bastante predecible:

- ¡Woo hoo! -exclamó la mutante cuando el último dardo golpeó la diana en el centro, cimentando su victoria-. Eso es lo que yo llamo una derrota total y aplastante.

- Te mueres por restregármelo en la cara, ¿eh? -sonrió amistosamente él, bebiendo un sorbo de su whiskey.

- Bueno, no sería una buena victoria si no lo hiciera, ¿no crees? -bromeó, divertida.

- Me pido la revancha con otra ronda.

- ¿Otra ronda? -se rió ella, de buen humor-. ¿Qué eres, masoquista?

- Hey, siempre estoy dispuesto a experimentar en el sexo, pero en lo que respecta a éste juego, creo que te has ganado unos buenos azotes, señorita. Así que prepárate porque estoy a punto de realizar una exhibición como nunca antes se haya visto...

Allí estaba, de nuevo el buen rollo repleto de confianza que había existido siempre entre los dos. Parecía que aquél momento de desconexión y amistosa rivalidad era justo lo que necesitaban para volver a ser ellos mismos. Jesse alineó el tiro y lanzó, haciendo que el dardo se hundiera en el tablero con un ruido sordo satisfactorio. No estaba muy cerca del blanco pero al menos había ido bien encaminado.

- Bueno, bueno, bueno… Eh, tío, ¿Me pasas eso? -dijo ella de repente, interceptando la tablet con el catálogo de canciones, y fue examinando por encima el listado mientras él terminaba su turno, pasándole el aparato a continuación-. ¿Qué, ves algo que te convenza?

Jesse pasó de largo los nombres que no conocía (que eran bastantes) y se centró en la sección de rock clásico, aunque antes de que pudiera mirarla bien, Sasha prácticamente se la arrebató de las manos para hacer su selección.

- Vale… tengo una. Te toca.

Volvió a pasar la mirada por la sección escogida, con calma, hasta que encontró una que le hizo detenerse en seco. Una que resumía a la perfección la situación que les había conducido hasta allí aquella noche y que expresaba todo cuanto quería decirle y nunca sería capaz de hacer por sí mismo. Sin vacilar, hizo su selección antes de devolver la tablet.

- ¿Qué? Oh, no, Karaoke, karaoke -respondió a la pregunta de la mujer, aún algo abstraído-. En casa de la abuela nunca se molestaron en enseñarme algo tan poco práctico como tocar un instrumento, y después la verdad es que no tuve nunca tiempo, aunque me habría gustado aprender a tocar la guitarra.

La familia de Jesse había vivido completamente recluida en la granja de la abuela, sin que se les permitiera salir ni ir a ningún lado que no fueran los pantanos de alrededor, sin contacto alguno con la civilización. La educación de Jesse había corrido a cuenta de su madre, que había perdido la ilusión de vivir tras el asesinato de su marido; a la abuela lo único que le interesaba era convertirle en un hombre de Dios, y Jody y T.C... Bueno, dudaba que supieran lo que era la música. Cuando se había escapado de Angelville había estado demasiado ocupado robando coches para sobrevivir como para pensar en aquellas trivialidades y después había estado demasiado ocupado bebiendo para soportar su vida en Annville, y después de eso, escapando de todos los que le perseguían y tratando de encontrar a Dios.

Un par de actuaciones después, apareció la canción escogida por Sasha, y Jesse no pudo evitar mirarla. ¿Acaso encerraba también un mensaje oculto de la misma manera que había hecho él? Ella le devolvió una mirada cargada de significado, una mirada que quería decir muchas cosas, aunque sus labios únicamente verbalizaron una simple frase: "Deséame suerte".

Él se acercó hasta ella, apretándole suavemente el antebrazo para transmitirle ánimos al tiempo que rozaba suavemente su mejilla en un beso tan fugaz como el aleteo de una mariposa.

- Mucha suerte -le deseó, mirándola fijamente a los ojos en una mirada que, a su vez, quería transmitir mucho más de lo que encerraban aquellas sencillas palabras.

Ella subió al escenario, cogió la guitarra y empezó a cantar con aquella forma de colocar la voz tan característica de la música negra, expresando una amalgama de emociones tan reales y profundas que hasta el público pudo percibir que estaba haciendo algo más que cantar; estaba desnudando su alma, cantando desde el corazón con un tono de voz desgarrado y roto que se clavó en lo más profundo del ser del predicador, que entendió en ese preciso instante lo que ella estaba haciendo: se estaba despidiendo de él, diciéndole adiós de una manera que, como en un pálpito incomprensible, le resultó casi... definitiva, y una tristeza insondable se apoderó de él, porque entendió, con una completa claridad, que lo que sentía por Sasha iba mucho más allá de una simple atracción. Comprendió que se había enamorado de ella total y profundamente, al mismo nivel al que había amado a Tulip tiempo atrás. Al nivel que te hacía querer estar junto a una persona por el resto de tu vida. Y la principal razón por la que lo supo fue porque prácticamente pudo sentir cómo se le rompía el corazón, de la misma manera agónicamente dolorosa en la que se le había roto en el pasado cuando había perdido a su padre, a su madre, y a Tulip dos veces. El mismo maldito dolor que había pasado a ser una constante en su vida. Y porque hacía meses que ya no pensaba en Tulip.

La amaba. Ahora lo comprendía, cuando ya era demasiado tarde. Cuando por fin había sido capaz de superar a su antigua amante. Y no podía hacer otra cosa más que dejarla marchar porque era lo que ella necesitaba para curar su propio corazón, aunque fuera a costa del suyo. Porque era lo único que podía hacer, y ahora le tocaba a él el turno de demostrarlo.

La pantalla se iluminó con la canción I'll Stand By You de "The Pretenders" y Jesse subió al escenario. Tras coger el micrófono de su soporte, miró a la audiencia mientras Sasha regresaba a su asiento.

- Los que me conozcáis sabréis que habría sido imposible que yo cantara una canción de moda. De hecho, mi amiga Sasha, que acaba de cantar, suele meterse conmigo y llamarme viejo en relación a mis preferencias -lo dijo en tono de broma y se escucharon risas entre el público-. Pero se trata de una canción que transmite un mensaje muy especial para una persona muy importante en mi vida que creo que necesita escucharlo, y... bueno, espero que les guste de todos modos.

Dio la señal para que pusieran la canción y empezó a cantar, buscando la mirada de Sasha:










Por favor, Sasha, mírame. Mira a través de mi para que puedas entender lo que siento por ti. Lo que significas para mí.





El club se había quedado en silencio. El pulso le retumbaba en los oídos y se dio cuenta de que sus propias mejillas estaban húmedas, aunque no había llegado a darse cuenta del momento en que habían empezado a caer las lágrimas. Se había entregado demasiado a la canción y quizás había revelado más de lo que habría querido. Si Sasha se daba cuenta podría pensar que había estado tratando de aprovecharse de ella, de su vulnerabilidad tras la ruptura, o peor aún, hacerle replantearse su decisión de marcharse. Mal, muy mal. Había sido muy torpe, pero Jesse nunca había sido bueno a la hora de mentir o negar sus pasiones. Inhaló aire para recomponerse y rogó para que aquella momentánea brecha en su compostura hubiera pasado desapercibida.

- Gracias por permitirme cantar -dijo antes de devolver el micrófono a su sitio y bajar del escenario-. Se ha hecho bastante tarde y creo que he bebido demasiado -musitó avergonzado cuando llegó junto a Sasha, tratando de evitar su mirada, temeroso de encontrar en ella rechazo o decepción-. Creo que debería volver ya al hotel.

No dijo nada más. Todo lo que tenían que decirse ya había sido dicho, y, a la vez, permanecía impronunciado.  

Los abrazos de Jesse… era como si fuesen capaz de borrar todo lo malo del mundo y de la cabeza de la mutante en un instante. Aún recordaba la primera vez que se vieron, en esa gasolinera apartada cuando usó la palabra de Dios con ella, y desde entonces… esa sensación de calma, de tener el corazón liviano.. nunca la había abandonado si estaba él cerca. Y ahora se iría a Europa… Lo había dicho con tono de broma pero… de verdad, ¿Qué iba a hacer sin él? Ese abrazo se repetiría en múltiples noches en torno a una almohada en Europa.

La cena fue… algo atropellada. A veces hablaban a la vez, a veces había silencio… -Oye… ¿estás bien?- ¿Yo? Por supuesto, sólo repasaba la carta para decidirme- y escondió con sutileza su rostro detrás del enorme cartón.¿Qué demonios estaba pasando? Jesse casi siempre probaba las mismas cosas, lo que comía en un sitio lo comía en otro y luego quizá le tocaba decidir que uno de los dos ahora era una basura en comparación. Estaba… como… incómodo…

¡DARDOS!

La mutante se levantó de un salto. Cualquier cosa que no fuese seguir con esa dureza en el ambiente y esa sensación extraña. Y lo cierto es que lo disfrutó. Era competitiva y no podía evitar implicarse mucho en lo que hacía, aunque fuese un juego. Poco a poco entre disparos de dardos y copas la noche se fue relajando. Decidimos una canción y él remató con el comentario de la guitarra -Nunca es tarde, puedo enseñarte si quieres… tengo una en casa aunque es acústica- se encogió de hombros y luego pensó en lo estúpido de su comentario. Cómo… Cuándo.. Se marchaba…

La idea de la despedida, del aeropuero, de los últimos instantes viendo a Jesse y pudiendo tocarle y abrazarle se le atragantaron en el pecho como una lanza directa al corazón. ¿Por qué le costaba tanto asumir que no podría estar cerca de él? Era un amigo… vale, su mejor amigo, pero... Aun así..
Tal vez el hecho de que fuese a ver a Drago y de que Elsa la acompañase le suavizasen esos golpes pero él…  Él se quedaría trasnochando entre gasolineras de los Estados Unidos y ella estaría a 4000 millas…

Apretó los ojos para que no salieran las lágrimas y le sonrió -Deséame suerte…- pero el beso le pilló desprevenida y se le aceleró el corazón. Fue tan suave y tan breve que apretó el rostro contra él inconscientemente. Ahora que sabía que había una fecha máxima… quería tocarle todo el rato. Estar cerca de él… sentirle… Se fijó en el tono de su voz. En su mirada… Definitivamente Jesse estaba rarísimo aquella noche… ¿Acaso estaba rara ella también?

Confusa por sus pensamientos, quizá… pero juraría estar comportándose como siempre.

Al menos.. hasta que subió a cantar.
Según terminaron los acordes, la gente aplaudió y ella lo agradeció en el micrófono. Dejó la guitarra en su sitio y caminó hacia su amigo, apoyando una mano en su pecho y deslizándola por sus hombros mientras pasaba a su lado para cantar. Había sido un gesto sutil, casi pasajero… pero en los labios de Sasha parecían retenerse palabras que deseaban salir.

El corazón empezó a latirle con mucha fuerza… ¿Estaba distante o había sido impresión suya…?
Le miró. Durante toda la actuación. Le miró subirse, le miró clavar su intenso iris hacia ella, le miró cantar…  Tanto el chiste como la presentación le hicieron sonreír. Apoyó su espalda en la barra y respiró hondo mientras se concentraba en él. Solamente en su voz, en escucharle y en memorizar esa imagen. Jesse, subiendo tranquilo a cantar, iluminado por luces blancas de fondo y una potente luz azul en el lateral, mientras fruncía el ceño, perdido en la letra…

Jesse cantaba bien, pero nunca lo reconocería. Tenía un tono semi-rasgado, country que resultaba muy llamativo. (Más llamativa incluso que la idea de un cura en un karaoke). Pero lo importante para ella no era eso. No era el tono, la voz, la luz… Lo importante para ella fue escuchar que sus cuerdas vocales habían abierto su corazón. Cantaba con sentimiento, buscando su mirada constante, transmitiendo esa intensidad. Como queriendo decir que daba igual dónde fuese, seguiría allí… como esa constante… Que no podía huir de él ni aunque se lo propusiese. Entonces fue cuando vió una perla bajar por sus pestañas.

Y no pudo aguantar más. Le empezó a subir un nudo en la garganta que inundó sus párpados hasta que las lágrimas rodaron a la línea de su mandíbula. No podía parar. Ella sin cantar le hacía los coros en playback desde abajo buscando conectar con él todo lo posible. -Eres un idiota…- sorbió por la nariz y esperó a que se bajase del escenario. Esa noche estaba siendo mucho más dura de lo que esperaba. Quería pasarlo sola, terminando la maleta, autocompadeciendose en su sofá o quizá hablando con Elsa...pero  él no lo había permitido.

Joder Jesse… ¿Por qué? ¿Por qué siempre tú…?¿Por qué tienes que venir a iluminar mi mundo?

El público aplaudió cuando Jesse terminó, pero para ella todo era ruido sordo de fondo, un ambiente desenfocado que poco importaba. Sólo le veía a él. A ese hombre magnífico que siempre había estado allí, ese amigo incondicional, entregado, gracioso, inteligente… Siempre había sido él.

Y entonces la mutante se vio a si misma con unos nervios en el estómago que no recordaba desde hacía un año casi, cuando Planaria llegó a vivir a Nueva York.Desvió la mirada un instante, confundida por esa sensación. Se preguntó si le dolía más la ruptura con Plana o la despedida de Jesse… Y la respuesta le pilló desprevenida.

La sorpresa y la confusión se reflejaron en su rostro. Buscaba la mirada del predicador, pero el muy idiota no la levantaba del suelo. La mestiza agarró el brazo de su amigo y de un tirón lo empujó contra ella, rodeando su cuello y pegando frente con frente. -Voy a echarte muchísimo de menos….- las lágrimas seguían descansando en sus mejillas.

Quiso decir más, mucho más… Pero su voz se ahogó en un sollozo mientras la punta de su nariz rozaba con la de Jesse. La inundación de su rostro llegó hasta el cuello y no podía más que morderse el labio para evitar que le temblase. Todo en él le parecía apasionante… y tenía que dejarlo atrás. Sus historias, las borracheras juntos, sus ocurrencias, sus expresiones, el brillo de los adornos metálicos del cuello… incluso el aliento a whisky que podía percibir estando tan cerca…

Todo eso le gritaba… -¿Y si me quedase?-