[Maxi-Evento]Castillo de Naipes: Incursión en la milla verde (Joker) (22 de Febrero de 2019)

[OOC: Recomiendo poner los dos últimos sonidos uno sobre otro, abriendo uno en una pestaña y dando play a la música. Después que se haga la magia HAHAHAHA.]

La milla de la diversión hacía mucho tiempo que había dejado de ser un lugar entrañable para el público general. Sólo una mente enferma como la de Joker habría sido capaz de verle el atractivo a aquel parque de diversiones hecho polvo. Las atracciones se alzaban envueltas en un halo mortuorio como inmensos esqueletos en un cementerio de elefantes. En otro tiempo habían sido una maquinaria bien engrasada llena de luces y música como reclamo, una maravilla que parecía impulsada por las carcajadas de los niños y mayores que montaban sobre ellas sintiendo la velocidad en sus caras llenas una emoción desmedida, sin importar si se trataba de grandes o pequeños. Todo era muy diferente ahora. Era tan penoso como irónico, como contemplar en la cama de un hospital a uno de esos viejos decrépitos fumadores con marcapasos y que carga una bombona de oxígeno tratando de agarrarse con todas sus fuerzas a su vida miserable. En realidad era esa idea hilarante la que convertía el emplazamiento en el lugar ideal para su guarida. No era sólo la vejez del lugar, era el ambiente cargado y turbio tan decadente que habría sido capaz de poner los pelos de punta al mismísimo caballero oscuro.

Un hombre podía estar muy preparado, pero hasta el más duro lloraba en el teatro cuando un gran artista interpretaba la tragedia de manera adecuada.

Con ayuda del ariete destrozaron la puerta exterior sin problema. Al fin y al cabo la verja no es que fuera un ejemplo de sistema de seguridad. Los hombres entraron en perfecta formación enfrentando el inmenso paseo exterior. A derecha e izquierda podían contemplar el aspecto ruinoso del complejo. Casetas de feria se alzaban con los juegos a medio montar, dardos atravesaban círculos de colores de las que colgaban globos tan viejos que podrían hacerse polvo si los tocaban, botellas medio reventadas con anillas puestas alrededor del cuello, y cartas clavadas en dianas llenas de agujeros de reutilizarlas. El mapa de la milla estaba lleno de pintadas y dibujos de sonrisas sobre un descolorido esquema que apenas era legible ya. Los hombres avanzaron sin perderse de vista entre ellos, procurando hacer las señales en silencio por lo que pudiera estar esperándoles en el interior. El objetivo de ese tipo de señales era mantener al mínimo posible atención sobre su posición, a pesar del ruido que habían hecho con el ariete no parecían haber alertado a nadie. Era un lugar de tamaño considerable para cubrir con un equipo pequeño, de modo que era posible que hubieran pasado desapercibidos por el momento, si los posibles objetivos se encontraban en el interior.

Mantenían las armas preparadas, avanzando a través del parque y usando cobertura mientras les era posible... todo estaba tan tranquilo que parecía inverosímil. Avanzaron aún mas hacia el fondo, donde una fuente destrozada se alzaba dejando escapar un mísero chorro que había cubierto de un musgo verdoso amarronado espeso todo un lateral. Chorreaba bajando por el camino principal, encapsulando el agua entre las baldosas.

Una silueta se movió de manera repentina entre las sombras... y apareció de la nada riendo a carcajadas.

La orden de disparar fue inmediata. Los hombres tirotearon la figura que permanecía de pie mientras el plomo abría agujeros que no sangraban. Cuando les ordenaron detenerse, la parte superior de la silueta de cartón a tamaño real pendía de un sólo agarre, que después de un par de movimientos oscilantes cayó al suelo con un ruido liviano. Se dieron cuenta de que habían estado conteniendo el aliento. Lo sabían porque ahora estaban jadeando. La adrenalina les recorría el torrente sanguíneo y les calentaba el cuerpo, haciendo que cualquier detalle insignificante les pareciese esencial. Al unísono, el equipo alcanzó conciencia de algo que había pasado desapercibido para ellos mientras trataban de relajarse...

Aquello no era una mera incursión corriente. Se estaban enfrentando al Joker.


La luz les cegó cuando las atracciones comenzaron a brillar y moverse. Sus goznes chirriaban de un modo horripilante, la música que despedían estaba distorsionada y contenía unos ecos horribles que mezclados con los crujidos hacían un estruendo ensordecedor. Ninguno de ellos había creído que esas máquinas fueran capaces de funcionar. Mucho menos de hacerlo con luces y música, aunque muchas bombillas estaban reventadas, los sonidos a veces se atascaban o silenciaban para hacer el mismo tipo de sonido que una vieja cinta de cassete cuando se enganchaba. Varias pintadas que le habían pasado desapercibidas dejaban claro los moradores de aquel siniestro antro. Sonrisas, rombos y nombres por todas partes.

Ya era tarde para plantearse una retirada. Tampoco habrían sido capaces de afrontar las represalias. Era Lex Luthor quien les enviaba. El fracaso no era una opción. Con una orden gestual, se les ordenó seguir avanzando. Sólo entonces uno de los hombres se percató de que algo le daba pequeños tirones en la bota. Una pequeña chincheta en la que había atado un hilo de pescar que llegaba hasta... la silueta de cartón.

Él era quien la había levantado. La sacó con un suave tirón lo mas rápido que pudo, y continuó, tratando de ocultar lo vergonzoso de la situación.

Siempre se podía confiar en los clásicos para iniciar un buen espectáculo.

Los agentes avanzaban lentamente, el siniestro sonido de aquella música enlatada que se atascaba cada cierto tiempo, generando unos pequeños segundos de silencio que aumentaba la tensión en sus cuerpos, las luces danzaban alrededor de sus ojos y les destellaban, todo el ambiente estaba empapado de estímulos que confundían sus sentidos, Brown se dio cuenta de que sus hombres estaban cayendo en la trampa, los árboles no les dejaba ver el bosque: - ¡SEÑORES! – Dio un fuerte pisotón en el suelo que, paradójicamente, coincidió con uno de los silencios en la música, los hombres miraron a su líder, estaban asustados, habían tomado consciencia, se enfrentaban al Joker, el mismísimo diablo vestido de payaso: - Nos hemos enfrentado antes a psicópatas así, este hombre no es diferente a ellos, es sólo un maldito psicópata y ustedes son la unidad más brillante que he tenido el honor de entrenar. – Señaló una caseta que estaba a oscuras, entre todas las luces de colores y sonidos habría sido fácil pasar por alto aquel detalle, pero en sus largos años de experiencia, Brown sabía que esa clase de distracciones se usaban para llamar la atención y hacer que la gente perdiera el foco sobre lo que había a simple vista, un lugar a oscuras y abandonado entre tantas luces era fácil de pasar por alto:

- Sánchez, Philips, aseguren la entrada. – Sus hombres se movieron rápidamente, en sus miradas había ahora un brillo de orgullo, el discurso breve pero conciso de su capitán había dado los frutos, estaban insuflados de valor de nuevo…Y lo iban a necesitar para lo que les esperaba allí dentro…Los dos hombres abrieron la puerta rápidamente, en la entrada había un cartel en el que escrito a mano y con mala letra rezaba: ¡Cuidado!. Acompañando a este cartel había un dibujo de Batman con unos rayos a su alrededor. Después de comprobar que era seguro llamaron a sus compañeros, entraron en formación y la oscuridad del interior de la caseta les envolvió.

Las luces de las linternas que llevaban incorporadas a sus armas luchaban por abrirse camino entre la oscuridad y el polvo que flotaba en el lugar, pequeñas motas danzaban alrededor de los haces que proyectaban, las paredes estaban llenas de grafitis de colores con palabras malsonantes y risas, el suelo, de madera, crujía a cada paso que daban, la estructura de aquel lugar parecía estar a un soplido de derrumbarse entera, la puerta de la caseta se cerró repentinamente detrás de ellos cómo por arte de magia: - ¡Mierda! – Nichols, que iba en la retaguardia se lanzó hacia la puerta, la pesada estructura metálica se cerró delante de sus morros y cuando intentó abrirla poniendo la mano en el pomo el hombre chilló y se apartó rápidamente: - ¡HIJA DE PUTA! – Alumbró el pomo de la puerta mientras murmuraba entre dientes, tenía un cable conectado que se adentraba en la pared hasta llegar a una enorme batería que había colgada del techo: - Me ha dado corriente, si no llevase los guantes y el equipo…- El hombre suspiró, cansado, no llevaban más de cinco minutos allí, pero era común, todos querían largarse cuanto antes…Ahora estaban encerrados en aquel lugar, solo podían avanzar y ver hasta dónde les llevaría aquello.

Delante suyo habían unas escaleras, encima de estas, con un cartel roñoso de madera que colaba de un hilo, quedando torcido, había una indicación en la que, con la misma letra que el anterior cartel ponía: ¡Cuidado con las escaleras! No pierdas el pie y tropieces.

Se asomaron por las escaleras, se veían viejas y antiguas y la madera parecía podrida en algunos puntos, tras debatir unos minutos determinaron que cinco de ellos descenderían y Nichols se quedaría arriba en la retaguardia cubriendo su bajada: - Sánchez, tú irás delante, asegura las escaleras. –

Empezaron el descenso con cuidado, asegurando su pie a cada escalón, el sudor frío recorría sus cuerpos y la tensión hacía que los riñones les dolieran con intensidad, después de todo lo que estaban pasando esperaban que les dieran un buen tiempo de descanso…Sánchez maldijo cuando uno de los escalones se partió al pisarlo, por suerte retiró el pie rápidamente y suspiró aliviado: - ¡Tengan cuidado! Ese hijueputa peldaño se partió. – El hombre continuó el descenso, su corazón bombeaba fuerte ante el alivio de haber salvado una trampa mortal, mientras bajaba usaba su linterna para ver cada peldaño, sin embargo, ninguna luz podría haberle prevenido cuando uno de los peldaños intermedios de la escalera cayó entero, cómo un bloque, al pisarlo, Sánchez perdió el equilibrio y su pie se quedó atrapado en el hueco que quedó entre el escalón anterior y posterior:

-Sánchez ¡Salga de ahí! – Pero ya era tarde, las luces de la estancia se encendieron, unas luces blancas y deslumbrantes que les cegaron por un instante, un sonido terrible les inundó los oídos y los aterró, pero más lo hicieron al escuchar los terribles chillidos de Sánchez: - ¡DIOS MÍO! ¡P**A! – El sonido del hombre cayendo por las escaleras, su cuerpo golpeando los peldaños de madera, con la espalda, con la cabeza, con el torso…El ‘PLAF’ final al golpear el suelo de cara, todo acompañado de los gritos del hombre, que maldecía en español, su lengua materna, una risa sonó a través de unos altavoces, similar a las que sonaban en las series de televisión, el resto de la unidad bajó rápidamente, aún algo cegados por el repentino fogonazo de luz.

Al llegar abajo Brown pudo ver a uno de sus mejores hombres, el padre de dos niños y un soldado ideal, tirado en el suelo, chillando sobre un charco de sangre que venía del terrible corte irregular que tenía a la altura de la rodilla, aquel hombre había perdido su pierna derecha y ahora era un muñón de sangre y carne, las lágrimas le caían por el rostro mezclándose con la sangre que le caía por la nariz mientras se presionaba la herida de la pierna, tenía trozos de metal oxidado clavados en la herida: - ¡Dios! Dios mío…-

Brown se acercó a examinar las heridas y luego miró el punto en el que el hombre había caído, en el lugar del peldaño que había caído se encontraba ahora una cuchilla vieja y oxidada que estaba llena de sangre y restos de piel: - Joder…- Miró la herida del hombre, no tenía buena pinta, necesitaban llevarle a un hospital: - ¡Nichols! Baje, necesito que saque a Sánchez de aquí. –Necesitaba mantener la calma, tenían que mantenerse enteros…Cuando su compañero puso el primer pie en la escalera esta tembló entera y se derrumbó, provocando que se levantara una nube de polvo que les hice toser, la risa volvió a sonar en los altavoces, como si estuvieran en una terrible Sit-com de mal gusto: - Mierda…- Miró a sus hombres y luego a Sánchez: - Nichols, busque una forma de bajar. – Ahora casi 5 metros de altura separaban a Nichols del resto de sus compañeros, Brown se puso en pie: - Philips, atienda a su compañero mientras Nichols desciende, los otros dos, conmigo…- Se posicionaron rápidamente y se prepararon, delante de ellos empezaba un pasadizo lleno de espejos, similar a las atracciones de la feria en la que, con mucha probabilidad, ellos habían entrado más de una vez siendo pequeños: - Atentos…Ojos avizor. – Brown avanzó en cabeza con sus dos hombres restantes a la retaguardia, Sánchez seguía gritando entre sollozos, el corazón le palpitaba, consciente de que posiblemente no saldrían con vida de aquella retorcida atracción que el Joker había preparado.

Tragaron saliva. Los ecos de los gritos de su compañero aún les reverberaban en la cabeza cuando avanzaron hacia el extraño pasillo de espejos. Aún peor que eso eran las risas. Se les retorcían en el interior de la cóclea como una alimaña buscando un refugio del que no pensaba salir nunca más. Pensar que sólo la suerte había intercedido para que ellos se fueran a casa sobre sus dos piernas, y que también era lo que mandaría a Sánchez a casa con sólo una, si es que conseguía que le sonriera la fortuna,  resultaba tan arbitrario que de pronto todos ellos se percataron en un exquisito instante dramático de lo poco que importaba todo el entrenamiento que habían recibido durante años, todas las misiones que habían llevado a cabo con éxito, o lo mucho que habían pensado en su equipo o su armamento. Habían salido airosos de situaciones mucho más peligrosas que esa, con más gente en su contra, con adversarios con un equipamiento mucho mejor que el suyo.

A pesar de eso, nada les había preparado para una simple hoja cortante oculta en un escalón.

¿Cómo podía la realidad de un instante tener tanta fuerza como para cambiarlo todo? ¿Es que la vida podía hacerte eso? ¿En cualquier lugar? ¿En cualquier momento?

Los tres hombres que avanzaban hacia la estructura de cristal notaron de pronto un peso extra en sus mentes, como un martillo clavando a cada paso que daban el clavo con la punta mas larga y fina del mundo en lo más profundo de su subconsciente, atravesándoles el intelecto que necesitaban para mantenerse centrados. Eran profesionales. Continuarían hasta el final de la misión. Cumplirían su objetivo.

Pero esa pequeña idea se acomodaría en el interior de sus cerebros. Encontraría un recoveco entre sus miedos mas profundos y se divertiría reptando por los rincones donde la razón no pudiera alcanzarla. Una noche se transformaría en pesadillas o en ataques de pánico. Un día algo inofensivo como un frenazo al otro lado de la calle les haría darse cuenta de su propia fragilidad. De lo poco que significaban sus muertes en una escala global, donde cientos, miles, morían cada día sin que hubiera cambios sustanciales. El recordatorio puntual se convertiría en una alarma constante, un susurro que no podía acallarse con nada... Salvo con el sonido de las risas.

"Ese podrías haber sido tú" y sería tan verdad entonces como lo era antes, cuando el mundo era mucho mas grande, la vida más tranquila, vivirla más sencillo y ellos ignoraban todo eso que ahora llevarían con ellos hasta el día en que murieran.  

Nunca jamás volverían a escuchar una carcajada sin sentir revolverse en su interior un miedo atroz.

Avanzaron mientras la estructura comenzaba a reflejar a través de los cristales sus propias siluetas. Espejos. Pero ninguno de ellos estaba deformado. Todos les remitían una imagen perfecta de ellos mismos. De sus sombras negras a través de las luminosas superficies donde miles de clones trataban de continuar avanzando. Sobrepasaron la mitad, al tiempo de oír un ligero "clik" con el que las luces y las carcajadas enlatadas se apagaron, dejando sólo un foco de luz ultravioleta. En el suelo de moqueta había un mensaje escrito con pintura fosforescente verdosa.

Mensaje:

Las luces volvieron a encenderse, pero en esta ocasión no eran las del pasillo que habían utilizado para guiarse. Eran las que había en el interior de los espejos. En algunos de ellos podían verse pequeños habitáculos al otro lado. Pudieron comprobar que en el interior de dos de ellos había dos cuerpos tirados, y en el cristal había marcas de arañazos, manos sangrientas y algunas uñas clavadas desde el lado interior. Era muy posible que estuvieran muertos. Podrían haber pasado de ahí, de no ser porque uno de los miembros del equipo dijo algo que todos habrían deseado no escuchar.

- Oh, no...

En el interior de uno de los puestos había una mujer tirada de cualquier manera. Miraba hacia arriba con los ojos abiertos más de lo que parecía posible y mostraba en su rostro una inmensa sonrisa. Nada de eso habría podido impresionar a esos diligentes profesionales, que habían sido entrenados para enfrentarse a los peores escenarios posibles.

Nada, salvo esas minúsculas manitas que golpeaban el cristal desde el otro lado.

- ¡Señor! ¡Señor, hay una niña aquí!- exclamó el hombre, mas angustiado de lo que le hubiera gustado, viendo como la niña golpeaba sin parar una y otra vez. Sus ojos estaban llenos de lágrimas, pero no podían escucharla gritar. El cristal debía ser mucho mas resistente de lo que aparentaba a simple vista. Tal vez antibalas, si ninguno de los que estaban atrapados habían podido salir. El soldado contempló el habitáculo. La luz que estaba en el techo comenzó a hacerse más y más intensa. La niña comenzó a sudar mientras al fondo de la sala una pintura reactiva al calor dejaba ver al soldado un nuevo mensaje.


[*Entrar a matar]

-¡Señor! – Smith miraba con ansiedad como la niña golpeaba cada vez con más fuerza el cristal, atrapada en el interior de esa cárcel y expuesta vete a saber a que sufrimientos, su bigote rubio surcado con alguna cana sudaba al ver a aquella pobre chiquilla y recordar a su hija, Maddie, de apenas cinco años, sus ojos rodaban ansiosos: - No podemos fiarnos de lo que vemos, ya hemos perdido a uno de los nuestros, concéntrese Smith. – Brown estaba tenso, no miraba hacia el cristal, no quería ver a esa niña sufrir, su misión no era rescatar civiles, una baja de una niña sin nombre no significaba nada si podía salvar al resto de los suyos: - Avanzamos. –

Y aunque un soldado tiene como primera prioridad cumplir sus misiones Brown olvidaba que sus hombres, antes que soldados, eran persones y, la bondad brotaba en el corazón de cada uno de ellos: - Voy a sacarte de allí pequeña...- Smith apoyó las manos sobre la superficie del espejo y empujó, tal vez tenia algún mecanismo para poder abrirlo...Un sonoro crujido de lo que parecían ser unas bisagras hicieron que el rostro del hombre se iluminara mientras el cristal se abatía hacia dentro permitiéndole entrar: - Ya estoy aquí pequ...- El hombre enmudeció cuando el espejo giró completamente y lo dejó atrapado en el otro lado, y ahora, en el lugar en el que la niña había estado se encontraba Smith: - No...- Otro truco del Joker...

Los gritos de Smith alertaron a sus compañeros, que no se habían dado cuenta de que se hubiera rezagado: - ¡Smith! – Brown corrió como nunca, su compañero, al otro lado del espejo ardía, parte del equipo se había fundido y se le estaba pegando a la piel mientras que esta se tornaba de un tono rojizo y empezaban a salirle ampolles: - ¡Joder! – Brown apuntó al espejo y disparó pero las balas se quedaron atrapadas en el cristal debido a la fuerza y el grosor de este: - ¡Mierda! – Una patada: - ¡Joder! – Otra más mientras Smith caía al suelo, sus gritos eran insoportables, sentía su dolor, como si a él también le estuvieran cociendo por dentro y el cristal no cedía lo más mínimo: - No, no, no....- Smith cayó al suelo de rodillas sujetándose la garganta por unos segundos y, finalmente su cara impactó contra el cristal, tenía la lengua fuera y los ojos muy abiertos, la carne empezó a fundirse y, de alguna forma, el olor a carne chamuscada empezó a llegarles al otro lado:

- Maldita sea...- Brown se había sometido a todo tipo de entrenamientos, había tratado con toda clase de terroristas y psicópatas, todos, por muy locos que estuvieran, tenían un motivo, algo que les llevaba a hacer lo que hacían y que, en cierto modo, también les ponía un límite moral a sus acciones, sin embargo, este tipo…Brown miró a su compañero, los ojos eran ya un líquido blanquecino irreconocible: - Hay que continuar…- El hombre se puso en pie y miró ya al único compañero intacto que quedaba, veía el miedo en su mirada: - Vamos hijo…Acabemos con esto de una…- El espejo se abrió y dejó caer el cadáver de Smith delante de ellos, achicharrado, con la piel fundida sobre el esqueleto y deformado.

Las luces del lugar parpadearon y de nuevo una risa enlatada resonó por todo el lugar , su eco se perdía en la inmensidad de aquel lugar abandonado como una macabra banda sonora que se reía de su fracaso: - ¡Señor! – El crujido de uno de los espejos les anticipó lo siguiente, el pasillo de espejos se abrió para dar paso a la siguiente habitación, Brown no era creyente, la muerte y la miseria que había visto a lo largo de su vida le había quitado toda esperanza de creer en un Dios misericordioso, sin embargo, en sus adentros, rezaba a ese ser misericordioso en el que no creía porque aquella pesadilla terminara.

Con el chasquido de aquel cristal preparado con los hidráulicos al otro lado, el hombre entró en la urna que aún mantenía el cadáver de la mujer deformada en el suelo. Aquel cadáver no olía a podrido. Desprendía un aséptico hedor químico. No podría decir cuánto tiempo hacía que había fallecido. En su mente precalentada para el pánico, se abrió paso la inquietante lucidez de una idea que desconcertó al soldado que estaba a punto de comprender el gran error que acababa de cometer. De la niña no había ni rastro.

El calor se hizo sofocante con rapidez.

Tal vez su cerebro asumió antes que él la inmediatez de la muerte y prendado de aquellos últimos instantes de iluminación, con su conciencia funcionando a pleno rendimiento, la frase reverberó en su mente flotando sobre sus ojos cegados por la fulgurante luz que desprendían los focos que habían empezado a brasear su cuerpo.

Entonces sucumbió a un dolor mas allá de lo imaginable.

"Going in for the kill"*

Sus ojos se habrían llenado de lágrimas si el ambiente no se hubiera encargado de vaporizar todo fluido de su cuerpo.

Había interpretado mal aquella frase...

Cuando su cuerpo abrasado cedió sobre el cristal, el hidráulico volvió a accionarse, permitiéndole caer a plomo al exterior. Sus restos se desplomaron con un sonido crujiente y varias partículas de carbonilla llenaron el ambiente con una pestilencia capaz de vaciar cualquier estómago.

Un número perfecto, efectuado con brillantez.

Una demostración de técnica exquisita, utilizando uno de los trucos mas viejos del mundo. Refracción de espejos. Con la inclinación e intensidad en la luz suficiente podía hacer que presos de otras celdas se reflejaran en lugares diferentes, colocadas en específico para crear las ilusiones. ¿Quién necesitaba tecnología, cuando la vieja escuela conseguía resultados con lo más esencial?

Lo único lamentable, a consideración del Joker, sería no haber podido presenciarlo en persona.

El resto de los cristales rotaron sobre la estructura, permitiendo el paso a los dos soldados restantes. Sumidos en una espiral descendente de violencia sin sentido, cada paso que avanzaban se había convertido poco menos que en la titánica tarea de Sísifo, con la salvedad de que cuanto más se aproximaban con la piedra a la cima de la montaña, más aterrorizados se encontraban por la perspectiva de dejarla rodar hacia abajo.

Quién sabe que podría haber al otro lado de la montaña.

El angosto pasillo de espejos dejó paso a una inmensa sala, sobre la que se alzaba un pedestal iluminado que sostenía una urna de cristal, en cuyo interior había una bola de papeles arrugados. Como si de una obra de arte moderno se tratara, con esas extrañas premisas "new age" de que "todo puede ser arte en el contexto adecuado", aquello que no parecía mas que basura estaba colocado bajo una luz focal cálida, en pleno centro de la estancia, que por lo demás, parecía vacía. El haz de luz era intenso, y hacía difícil acostumbrar los ojos a la luz para ver mas allá. Después de lo que habían experimentado, aquello olía a trampa de lejos.

Hicieron una aproximación mucho más cautelosa. Los dos estaban convencidos de que en el momento en que levantaran la vitrina algo sucedería. Mantuvieron las distancias, analizaron el objeto, y tras comprobar que en su exterior no parecía haber nada mecánico, ningún tipo de cableado ni cualquier otra cosa que pudiera delatar la presencia de otra de esas trampas mortales, comenzaron su aproximación. Iluminaron con las linternas la distancia que les separaba. No había nada en su entorno que les preocupara. El suelo parecía despejado, y el resto de la sala también. Todo les había llevado hasta ese punto, y puede que lo que estuvieran buscando estuviese ahí mismo, al alcance de la mano. La idea de cumplir el objetivo y salir de allí espoleaba sus subconscientes, les aceleraba y trataba de hacer que se precipitaran. En ese punto, resistir la urgencia era la más principal de sus preocupaciones. Ese retorcido lunático se las había arreglado para ponerles lo bastante nerviosos como para convertirles en su propio enemigo. Jamás habían necesitado el autocontrol tanto como en ese momento.  

[*Entrar a matar, pero en un sentido literal, podría entenderse como *Entrar a por la muerte.]

No tenía mucho sentido, aunque nada de lo que había pasado desde que llegaron a aquella maldita ciudad lo tenía, pero esa bola de papel debía ser lo que habían venido a buscar, toda aquella mierda por un sucio pedazo de papel, el miedo, la ira y la frustración de haber visto a sus amigos y compañeros caer de formas cada vez más horrendas le hizo actuar irresponsablemente, su cordura pendía ya de un hilo a punto de romperse y apuntando con su arma apretó el gatillo una y otra vez hasta vaciar el cargador, un par mas de clics después de aquello le devolvieron a la realidad.

- ¿Señor? ¿se encuentra bien?

- Si... solo estaba asegurándome de que ninguna trampa se activara al retirar el cristal, no quiero más sorpresas, había perdido un momento los nervios pero ya estaba de nuevo bajo control, había servido en Irak hace años y mas tarde en Afganistán, pero esto era mucho peor, nada te preparaba para enfrentarte a algo así, ese Joker se metía en tu cabeza, se metía ahí dentro y luego la hacía estallar, controla la puerta mientras yo cojo el papel, no arriesgaría a mas de sus hombres, antes moriría él.

Examinó lo que quedaba del cristal y del pedestal, ningún cable, nada parecido a una placa de presión debajo del papel, nada que pudiera indicar que había una trampa, lentamente estiró la mano y con un cuidado extremo levantó unos milímetros la bola arrugada, nada, le daban ganas de volar todo el puto lugar, extendió el papel y pudo ver una larga lista de nombres y los naipes asociados, por aquello había muerto abrasado uno de sus hombres y otro había perdido una pierna y se desangraría si no conseguían salir de allí.

Tomándolos por sorpresa una pared de cristal cayó dividiendo en dos la habitación, cada uno estaba a un lado de ella, a cada lado de pared bajó también un cable con un pequeño pulsador y un cartelito “si quieres salvar a uno pulsa el botón”, instantes después un liquido verde comenzó a fluir de unas rendijas en la pared a ambos lados del cristal, todo lo que tocaba ese liquido viscoso pronto empezaba a humear y disolverse, estaba claro, si ninguno pulsaba el botón ambos morirían pero si uno de los dos lo pulsaba salvaría a su compañero, su subordinado le miraba aterrado sin atreverse a pulsar, no permitiría que nadie más muriera, apoyó su mano contra el cristal.

- Un placer haberos comandado estos años, dijo tomando el botón, quizás el resto pudieran salir de allí vivos pero era justo que el acabara allí, pulsó, adiós.

Pero el resultado de aquello no fue el que esperaba, las rendijas de su lado dejaron de verter el liquido y las del otro comenzaron a verterlo a mucha más velocidad, pronto llego a las botas de su compañero y comenzaron a consumirlas, el nivel siguió subiendo sin aplacarse ante los gritos de ninguno de los dos, el mas joven de los Swats cayó al quedar disueltos sus pies entre gritos agónicos al disolverse sus pies en el potente ácido solo para que este entrara en contacto con más partes de su cuerpo, hasta que no quedó nada de él, absolutamente nada, sonaron disparos desde el camino por el que habían llegado pero él ya no los escuchaba, lloraba acurrucado como un bebé mientras las risas sonaban por los altavoces, los hombres del Joker estaban acabando con los dos miembros de su equipo que quedaban, los que se habían quedado rezagados, pero eso ya daba igual, su cordura estaba desecha, ahora lo pillaba, salvar a uno, salvar a uno, si, tenía mucha gracia, salvar a uno “mismo” y el resto tenían que morir, era pura lógica.

El ácido se retiró de la sala y el cristal ascendió, se levantó de allí riéndose a carcajadas, tenia que salir de allí, tenia que contarles a todos lo buena que había sido la broma, desquiciado se alejó caminando por donde había venido, se cruzó con los secuaces y sonrió, sabía que no le harían nada, una carcajada surgió de lo mas profundo de su interior, ya no eran una amenaza, salvar a uno, una broma fantástica.