Dejando marca(Dick, Caín)[24/02/2019, Blüdhaven]

La vida estaba llena de sorpresa que le daban ese toque especial; una relación nueva, un nuevo libro que aún no has leído, experiencias que te cambian por completo la vida. Sin embargo, para Caín, un hombre forzado a vivir en la tierra hasta el fin de los tiempos, que vivió durante más de 300.000 años,  la vida se estaba quedando sin sorpresa y ni siquiera la llamada que recibió en su despacho le impresionó, le puso mal cuerpo eso sí que hizo. Al parecer, un asesino estuvo andando por varias ciudades matando a los curas de las iglesias y dibujando su marca, la que llevaba en la frente que marcaba su maldición, con la sangre de sus víctimas

No era la primera vez que una persona intentaba llamar su atención asesinando a personas y, la verdad, no fue la peor; uno de sus hijos asesinó a todo un pueblo solo para que él le prestara atención… la vida de Caín parecía estar marcada obligatoriamente por la muerte y la desgracia. Le llamaron específicamente a él por un policía que reconoció la marca, de un caso en el que el detective privado ayudó al departamento en el que él estaba hace unos años, por lo que dedujo que esto significaba que el asesino intentaba buscar al detective de una manera u otra.

Le era imposible sentir otra cosa que no fuera tristeza cada vez que escuchaba un caso así, una persona que intentaba buscarle dando muerte a los demás. Cada muerte, cada asesinato, era todo culpa suya, por aquel fatídico día que cambio el destino de toda la humanidad, podían pasar milenios que esa carga siempre estaría sobre sus hombros. Cuando recibió la llamada tuvo la suerte de estar cerca de Gotham, por lo que no le costó mucho llegar a Blüdhaven. No le gustaba mucho las ciudades, le recordaban al paso del tiempo; esos enormes edificios que bloqueaban las estrellas del cielo, ese pavimento por el que pasaban los coches, todo aquello dejaría de existir algún dia, las personas que paseaban por la calle con tranquilidad, escuchando música y hablando con sus amigos, ni siquiera pensaban en algo así, que algún día todo cesaría de existir y no sería más que polvo, todo… menos el.

Al llegar a la comisaría, fue recibido por dos agentes que le acompañaron al despacho del jefe, un hombre con bigote marrón y pelo canoso con un corte militar, parecía llevar en la fuerza ya unos años. Le ofreció un asiento, el cual aceptó al ser las sillas de metal y cuero, no tendría problema de desintegrarlas si las tocaba sin querer, eso si no se acercó a la mesa del hombre que si era de madera, estaría bastante feo borrar la mesa de la existencia habiendo venido a ayudar.

El policía jefe le dio todos los detalles del caso, incluso le enseñó fotos de varios de los cuerpos. Al parecer el hombre los mataba a golpes con un arma que aún no habían podido identificar y mientras se desangraban, usaba sus manos para pintar la marca de Caín en la pared, por lo que tenían sus huellas, entonces solo tenían que buscarlas en el sistema y… no era tan fácil; tus huellas solo están en el sistema si has cometido crímenes anteriormente, lo que significaba que era la primera vez que aquel hombre o mujer llamaban la atención de las fuerzas de la ley.

Le dio la dirección de su último crimen, una pequeña iglesia de barrio a unas manzanas de la comisaría, dándole permiso para irse con uno de sus agentes a investigar ya que no pudo evitar la falta de armas que llevaba Caín, que sí, que los Detectives Privados no tenían la posibilidad de llevar armas reglamentarias, pero sí conseguían permiso podían llevarlas como cualquier otro agente de la ley, Caín prefería alejar sus manos de cualquier tipo de arma. Esperando en las sillas de afuera del despacho se encontraba el agente que le iba a acompañar en esa investigación, Grayson era su apellido. Le saludo cordialmente con un apretón de manos

-Es un placer conocerle, señor Grayson- sonrió cordialmente -Tenemos un caso interesante en nuestras manos, espero que sea de su agrado trabajar conmigo

Grayson, un nombre curioso que el al menos escucho pocas veces, pero que acabaría desapareciendo de su memoria, como lo hacían todos; menos nombres que recuerdes significa menos tiempo que pasarás añorando a personas que ya no estaban junto a ti. Él era cordial, lo era con todos ya que ¿Por que no? Si nada importa en la vida, porque todo desaparece… que menos que darle un buen viaje a los demás. Grayson era un agente joven y Caín no pudo evitar pensar con cuantos años se unió a la fuerza, la experiencia le decía que las personas jóvenes eran las que más espíritu tenían. Se subieron en el coche y pusieron rumbo hacia la iglesia, aprovechando el trayecto para entablar conversación

-¿Cuando te uniste al cuerpo, hijo?- le pregunto de manera educada, con un tono amable pero algo distante -Yo me quise unir en su dia pero… eso de las armas no es lo mio

No tardaron mucho en llegar a la iglesia, estaba totalmente vacía con la puerta marcada por señales de la policía, dos agentes guardaban la entrada. La iglesia tenían un estilo arquitectónico gótico, la luz de las farolas hacían que entre las sombras de los recovecos de la fachada aparecieran figuras deformes que daban la impresión de ser seres que se escondían en la iglesia buscando el refugio de la noche, los juegos de sombras daban incluso más profundidad al edificio. Al entrar, las únicas luces eran las velas de la iglesia y los faroles instalados por los CSIs, el cuerpo ya no estaba ahí pero sí que estaba la obra del asesino; la marca de Caín pintada con sangre sobre una de las paredes de la iglesia, bajo la enorme cruz de Cristo y sobre donde antes estuvo el cuerpo del pobre cura asesinado.

Unas tiras blancas marcaban el lugar en el que una vez estuvo el cuerpo del cura, algunas manchas de sangre salpicaron el suelo en dirección a la pared, mostrando la brutalidad del ataque; algunos bancos tenían marcas de haber hecho fuerza sobre ellos pudiendo ver así que la víctima intentó defenderse

-Por las marcas en los bancos, la victima vio venir a su atacante lo que significa que no entro a la fuerza; la victima le dejo entrar y tenia constancia de que estaba ahí con el- fue entonces cuando se fijó en que, en uno de los bancos, había una astilla blanca, una astilla que parecía de hueso, pero no podía estar seguro si no lo veía de cerca y con buena iluminación -Acerqueme esa astilla blanca, señor Grayson, creo que puede ser una pista importante en el caso

—¿Un detective privado?— pregunté, sorprendido. Llevándome el donut de frambuesa a la boca.

— En efecto, el Detective C es quién está llevando el resto de investigaciones relacionadas con ese misterioso asesino de de la marca de Caín.—Bastante más misterioso me parecía el nombre de mi futuro investigador. En serio ¿Qué clase de persona se hacía llamar Detective C? — Qué por cierto… ¿No deberías ir ya a verle? — preguntó la agente Rohrbach, mirando por segunda vez su reloj de muñeca.— Como se te ocurra hacer esperar a ese hombre, el jefe va a matarte…

— ¿Ya ef tan tarfde? — dije entre balbuceos por culpa de tener la boca ocupada con comida. Amontoné a toda prisa los papeles dentro del archivador sin demasiado cuidado y me lo coloqué debajo del brazo. Con una mano cogí la caja de donuts y con la otra el café todavía caliente de la máquina. Salí zumbando del despacho de mi superiora a tiempo de oír el suspiro resignado de Amy, justo antes de cerrar la puerta con una patada suave.

Eran las nueve de la mañana, y todavía no me había dado tiempo de leerme ninguno de los archivos del caso. El agente Walters era quien debía encargarse de todo este papeleo, pero llamó hace tan solo media hora diciendo que no podía venir a trabajar por culpa de una terrible fiebre. Y claro, ¿a quién le ha tocado pringar? Pues al novato, está claro. Todo muy profesional.  

Me quedé sentado fuera del despacho del jefe, con la caja de donuts en el asiento de mi izquierda y el café ardiente en el de mi derecha, mientras me revisaba lo más rápido posible todo lo que tenía que saber antes de presentarme formalmente a ese misterioso “Detective C”. Por suerte, se me daba bien leer rápido, no tan rápido como mi amigo Wally, pero sí lo suficientemente rápido como para acordarme bien de lo leído si alguien preguntaba.

Tan pronto como terminé de analizar el dossier, un hombre de tez oscura y gabardina blanca salió por la puerta y me ofreció la mano con una sonrisa amable. No me había dado tiempo a terminar de comer, así que me pilló con la mitad del penúltimo donut en la boca. Me limpié la mano del glassé frotándola con mi pantalón y ahora ya sí pude darle un apretón de manos con propiedad.

— Un placer, señor. Disculpe mis modales, justo es la hora del desayuno...— recogí entonces el café y la caja de cartón. Aún quedaba un dónut sobre ella— ¿Le apetece? Es de frambuesa.

Genial, Grayson. Fomentando el arquetipo del policía despreocupado come-donuts. Al menos podía presumir de quemar todo lo que me comía durante mis horas como vigilante nocturno. 

De camino al coche patrulla me terminé también el café (ya no ardía tanto como para quemarme la lengua) y tiré la caja de donuts y el resto de cartones a la papelera de reciclaje. Me limpié las manos con una de las toallitas que había dejado en el coche y me coloqué el cinturón. Sin más dilación, nos conduje hacia la iglesia donde se había cometido el crimen, llevando como co-piloto a aquel curioso detective de rostro amable y calmado.

—-¿Cuando te uniste al cuerpo, hijo?-— dijo de pronto, rompiendo el silencio del trayecto.

— Hará algo más de un año… más o menos. Pero en esta unidad tan sólo llevo tres meses...—  se me hizo algo raro que me llamara “hijo”, eso me lo solían decir los señores de mediana edad, no un hombre que parecía rondar los treinta. El señor C presentaba un aire bastante juvenil con aquel cabello tan oscuro y despeinado, y… ¿Aquello que tenía en la frente era un tatuaje? Qué tipo tan peculiar...

-Yo me quise unir en su día pero… eso de las armas no es lo mío

— ¿Y eso? ¿Tenía muy mala puntería? — sonreí divertido, tratando de hacer una broma para romper el hielo. Tenía que ser muy torpe para que no te aceptaran en la comisaría. Lo más probable es que no hubiera pasado las pruebas físicas. Por lo que podía intuir a primera vista, debajo de aquella ropa ancha parecía tener un cuerpo bastante frágil. Y su rostro… bueno, tenía unos rasgos tan finos y hermosos que podría hacerse pasar por un modelo de revista y a nadie le parecería extraño.

Cuando llegamos a la tétrica iglesia, no perdí de vista a mi compañero ni un solo segundo. Parecía saber lo que hacía, y yo le seguí el rollo. Yo tan sólo era su acompañante, pero el alma de detective que llevaba dentro gracias a Batman, no me dejaba perderme ni un solo detalle de sus acciones. Tenía que contenerme un poco si no quería llamar demasiado la atención. 

-Por las marcas en los bancos, la víctima vio venir a su atacante lo que significa que no entro a la fuerza; la víctima le dejó entrar y tenía constancia de que estaba ahí con el-

— Entonces podría ser de algún amigo, conocido o familiar… o cualquiera de los fieles que frecuentan normalmente la iglesia, o incluso otro sacerdote. — había tantas posibilidades, que como no encontramos algo más entre aquellas cuatro paredes podríamos tardar semanas en dar con el asesino. Fue entonces cuando una pieza de color blanco llamó la atención del Detective. Asentí a mi compañero y arranqué la astilla de la madera para después ofrecérsela.

Observando a mi compañero más de cerca, mis ojos vagaron de nuevo por su frente, distinguiendo ligeramente entre su contrastada piel morena el color azul del símbolo. Aquel tatuaje...tenía exactamente la misma forma que la marca de sangre del sacerdote impregnada en la pared. La marca de Caín que había dibujada justo debajo de los pies de Cristo...

Rechazo, poniendo la palma hacia la caja y negando con la cabeza, al ofrecimiento del donut del joven policía. En todas las comisarías de este país en las que estuvo, siempre encontró una caja de donuts en algún sitio, al parecer ese dulce era el favorito de muchos policías, algunos influenciados por las series y dibujos que veían de pequeños que mostraban a policías comiendo donuts y al convertirse ellos en agentes de la ley… bueno, seguían el ejemplo de su infancia. Por su parte, Caín jamás probó esos dulces… de hecho no probó ninguno en toda su vida debido a la procedencia del azúcar ¿Sal? Toda la que le apetezca ¿Azúcar?... ya no tanto. Tenía que comer como si fuera un diabético, siempre preocupándose de no solo no comer nada vegetal sino nada con azúcar; diabético por designio divino.

De camino a la iglesia, la simpática broma del agente Grayson le hizo soltar una carcajada, cubriéndose la boca con la mano mientras reía

-Oh yo… no, no me gustan las armas, solo eso- carraspeo un poco, intentando controlar su risa y miró a la ventana, las luces de los locales pasaban dejando nada más que líneas en el retrovisor -las armas… te dan una sensación de poder que nadie debería de tener… mucho menos yo

Cuando un criminal apuntaba a alguien con su pistola o le presionaba su navaja en el cuello de alguien, ganaba una sensación de poder en su cerebro que supera a las más fuertes drogas conocidas por la humanidad, no solo los criminales; muchos agentes de la ley también sienten esa sensación de poder cuando apuntaban a los malos con sus armas, justificando ese sentimiento como una sensación del deber, de haber hecho lo correcto… Caín sabía más que eso, ya que fue el primer ser humano que la sintió.

Una vez llegaron a la escena del crimen, Caín compartió sus observaciones con el agente, esperando a ver qué le parecían. Ninguno de los dos era un CSI, por lo que no podrían sacar las huellas de ninguna parte, al menos no sin equipamiento, ni revelar el peso del hombre con el trazo de sus pisadas ni nada de eso que se veía en las series policiacas, lo que sí podían hacer era descubrir las pistas y seguirla. Asintió con la cabeza ante la deducción de Grayson

-En efecto, alguien del que la víctima se fiaría

Cuando siguió buscando pistas y encontró la astilla, temió lo peor y cuando Grayson se la entregó y la observó más de cerca… confirmó todo lo que se le pasaba por la cabeza; la astilla era de un hueso. Trago saliva y tosió, con cuidado de ponerse el puño sobre la boca ya que así no mancharía las pruebas con su saliva, quedándose mudo unos segundos mientras observaba la astilla blanca con el áspero tacto típico de los huesos

-Esta astilla, no es de madera, es de un hueso y que se haya roto de esta forma… la arma del crimen fue un hueso

Le entregó la astilla a Grayson para que la observara más de cerca y la pusiera en buen recaudo. Mientras tanto el moreno se giró hacia la marca de Caín pintada con la sangre de la víctima, cruzándose de brazos con una expresión fría, pero serial, en el rostro

-No creo que encontremos el asesino aquí- se giró hacia el joven agente -¿Hay mas iglesias cerca, no? Tenemos que ir a la que esté más cercana de esta, puede que sea el próximo objetivo, pero si llegamos antes… puede que consigamos evitarlo

Y con eso en mente, se volvieron a montar en el coche y pusieron rumbo a la iglesia. Caín empezó a buscar información sobre la iglesia hacia la que iban a toda prisa, al parecer el “Padre” vivía allí con su mujer y su hija, le resultaba curioso porque de donde él venía, los curas hacían voto de castidad ¿Aquí? Podían tener incluso hijos, bien por ellos; nunca entendió eso del voto de castidad entre el clero, le resultaba una cosa muy estúpida.

Le pidió la astilla a Grayson, cogiéndola con su pulgar y su índice, observándola bajo la luz de las farolas de la calle… le traía unos recuerdos no muy agradables

-¿Conoce la historia de Caín y Abel?- le pregunto, guardando la astilla en su puño y apretándola con fuerza -el primer asesinato de la historia, el que condeno a la humanidad; Caín, envidioso de su hermano, mato a Abel con el hueso de la mandíbula de uno de sus animales- suspiro, era una historia que muchos conocían y que a el no le gustaba recordar -la historia acaba con Dios marcando a Caín por sus pecados, obligándole a vagar por la tierra toda la eternidad… creo que el asesino esta imitando ese asesinato- se giro hacia el frente, tenia el ceño fruncido y la palma abierta, dejando ver la astilla blanca que yacía sobre ella -pero… ¿Por qué?

Esa era la pregunta que le carcomía la mente y el alma ¿Por que alguien volvería a repetir aquel horrible acto? Si querías matar a alguien ¿Por qué no hacerlo sin más? No tenía sentido si lo tenía y no lo estaba viendo, pero bueno lo que importaba ahora era proteger al sacerdote de la iglesia, la cual ya podían ver a lo lejos, y a su familia.

Aparcaron cerca de la puerta de la iglesia, que era más moderna que la anterior y bastante grande, dejando bien claro que a parte de un lugar de culto religioso también era el hogar de una familia. Grayson llamó al portón de la Iglesia y nadie respondió, repitió lo mismo con la puerta de la parte más hogareña del hogar y tampoco recibió respuesta alguna. Se fijaron en que tanto la iglesia como la casa estaban un poco demacradas, la fachada se caía a cachos, se olía el meado de perros y no tan perros en la fachada; el sacerdote era un guarro, eso estaba claro

-Espere aquí hijo, veré si hay una entrada por la parte de atras

Iban a allanar una propiedad privada, más si así evitaban que el sacerdote y su familia acaben brutalmente asesinados todo habría merecido la pena. Dio una vuelta alrededor de la iglesia y encontró, por la parte de la casa, una puerta de madera con una puerta metálica de barras sobre ella, aunque no era la puerta de madera lo que le interesaba sino la puerta de barrotes metálicos; se habría sin necesidad de hacer fuerza. Con su mano izquierda sujetó el pomo de la puerta de madera, para que no hiciera ruido al caer y colocó la derecha en la puerta, desintegrándola por completo. Una vez terminado el proceso, limpio el polvo formado con sus pies y escondió el pomo en unos matorrales del jardín trasero de la iglesia, dirigiéndose hacia su compañero temporal

-He encontrado una puerta sin llave, podemos entrar por aquí

Y los dos agentes de la ley entraron al hogar de la familia, dejando a Grayson ir primero con su linterna reglamentaria para alumbrar. La casa estaba hecha un desastre, parecía que no vivía nadie ahí desde hace meses, a tal punto de que nada más pasar unos minutos ahí pensaron que el asesino no vendría a matar a nadie, por que ahí no vivía nadie. Por suerte, los ojos de Caín deslumbraron algo y pidió a Grayson que se lo iluminara, se acercó a la mesa en la que se encontraba el objeto de su interés; un periódico.

Hace unos años, un yonki se coló en la casa del sacerdote y se cargó a su mujer y a su hija, en el periódico habla de cómo el hombre intentó seguir con sus deberes como un buen hombre religioso haría, pero que unos meses después del accidente abandonó la iglesia y desapareció, en el articulo solo aparecía una foto de la iglesia por lo que no sabían cómo era aquel hombre

-Puede que… puede que sea el hombre que estamos buscando, que el asesinato de su familia le… haya empujado a imitar el asesinato de abel pero… ¿Por qué? ¿Por qué no matarlos sin más?-
seguía sin entenderlo, se pasó la mano por el cabello y suspiro -... ¿Qué cree usted que deberíamos de hacer ahora? ¿Le esperamos aquí confiando en que volverá? ¿Buscamos en otra iglesia?

Un detective… al que no le gustaban las armas. Esperaba que al menos supiera algo de defensa personal, ya que yo estaba allí para ayudar en la investigación de un asesinato, no para hacer de guardaespaldas de nadie. Aunque claro, visto lo visto estos últimos días, parecía que el vigilante Nightwing se pasaba las noches evitando que gente de dudosa moralidad como Natsuki Aoki muriera en manos de la mafia de Blockbuster, después de recibir aquellas cartas de amenaza. Más que un vigilante… parecía su perro. Pero no la quería muerta, tan solo necesitaba reunir pruebas suficientes para enviarla a la cárcel del ‘Haven de una vez por todas.

—Las armas no hacen daño por sí solas. El problema es de quienes deciden apretar el gatillo. — le comenté con una sonrisa. Supongo que debía de estar al tanto de la brutalidad policial que habían ejercido la mayoría policías de Blüdhaven, que estaban casi todos corruptos. A mí tampoco me gustaba demasiado usar las armas de fuego, nunca había sido el estilo de Bruce. Ni de mi estilo. Pero ahora era un agente de policía, y tenía que cumplir con el reglamento.

-Esta astilla, no es de madera, es de un hueso y que se haya roto de esta forma… la arma del crimen fue un hueso

Asentí, yo también me había dado cuenta. El tacto, la rugosidad, el color… todo indicaba que pertenecía a un arma de hueso, probablemente una con forma de daga por la forma en la que se había desprendido la astilla. Ese tipo de instrumentos prehistóricos tenían poco uso en la actualidad. Los había visto usar en sectas, como la de hermano Sangre, como mero atrezzo para las misas y oraciones. Pero también las usaban en rituales paganos, a la hora de realizar hechizos y conjuros antiguos. Y todo eso de la marca de Caín… me olía bastante a secta.

—¿Cómo sabes que va a volver a matar hoy?— pregunté, con la sensación de que el Detective C sabía mucho más del caso de lo que quería contar. Guardé las pruebas en una bolsa de plástico dentro de mi chaleco y volvimos al coche patrulla.

-¿Conoce la historia de Caín y Abel?-

— Es la historia más contada por la humanidad… superando incluso a Blancanieves y los Siete Enanitos — bromeé, mientras escuchaba al moreno contar el antiguo relato del hermano envidioso que asesina al hermano repelente  bondadoso. —Aunque si me lo pregunta, no soy demasiado creyente, la verdad. ¿Qué pretende conseguir nuestro asesino matando a sacerdotes a la manera de Caín? ¿Quiere dar una lección bíblica?

No tardamos más de diez minutos en llegar a la siguiente iglesia… si es que aquel edificio realmente seguía en activo. Por el olor, y su aspecto destartalado, no se necesitaba ser demasiado avispado para notar que aquel lugar había sido abandonado hacía un tiempo.

— Puede llamarme Dick.— le dije al misterioso detective, antes de verle desparecer por la parte trasera del edificio. Me hacía sentir incómodo que siguiera llamándome “hijo”. En serio ¿Qué le pasaba a ese tipo? ¿Tan joven y novato me veía?— ¿Cómo debería dirigirme a usted, señor?

Me crucé de brazos, esperando como un pasmarote enfrente de la puerta principal de la iglesia, mientras me fijaba en la disposición de la manzana y las calles contiguas. Conté el número de postes de luz, hasta dar finalmente con lo que quería encontrar. Una de las cámaras de vigilancia de la calle cogía parcialmente la edificación. Cuando el investigador volvió, me encontró sonriendo.

Seguí a mi compañero hasta la parte trasera del edificio, donde una puerta de barrotes metálicos nos impedía el paso. No hubo que forzarla, pues se abrió sin presionar demasiado. Aquel antro estaba hecho un asco, olía a meado y a polvo de madera. Las luces no funcionaban, así que tuve que usar la linterna si queríamos encontrar alguna prueba.

El hombre de la impoluta gabardina fue el primero en toparse con el periódico y leyó la noticia en voz alta. La trágica historia de aquel sacerdote podría encajar perfectamente en el perfil del asesino que estábamos buscando. Pero si realmente había sido un yonki quien había masacrado a su familia… ¿Por qué  iba a por el resto de sacerdotes? Lo lógico sería que buscara vengarse del tipo que mató a su mujer y a su hija. ¿Qué tenía que ver todo esto con la marca de Caín? 

Demasiadas preguntas, y todavía ninguna respuesta en claro.

—  No creo que vuelva… pero si lo hace... —se me iluminaron los ojos al recordar la cámara de vigilancia anclada en el poste.—tengo una idea.

De vuelta de camino al coche, activé el comunicador de la Batfamilia que llevaba incrustado en el reloj de muñeca e hice ver que se trataba de un cachivache más de la policía de Blüdhaven.

—¿Barb? Aquí el agente Grayson. Necesito que me hagas un favor...— le expliqué a Oráculo, de la forma más profesional posible para no levantar sospechas. Escuché como la pelirroja esbozaba una sonrisa al otro lado, y después me siguió el rollo.— Hay una cámara de vigilancia en la 22 con la 45. Necesito que analices las cintas y me avises si ves a alguien entrando o saliendo de la iglesia en ruinas. Gracias, te debo una.

Apagué el comunicador y después me di la vuelta para observar a mi compañero.

— Si el sacerdote vuelve a su casa lo sabremos.— expliqué, indicándole con la mano que volviera a acomodarse en el lado del copiloto.— De momento no tenemos más pistas, pero podemos intentar hablar con los vecinos. Quizás alguno le conocía y le ha visto durante estos días. O también podemos ir a la siguiente iglesia más cercana como usted dice. La víctima le conocía, y si va a cometer otro crimen, quizás utilice el mismo modus operandi, por lo que ni siquiera habrá salido de su barrio...

“El problema es de quienes deciden apretar el gatillo”

Un escalofrió recorrió el cuerpo del detective al escuchar aquella frase del joven policía, un desagradable cosquilleo que le subió por la columna, le erizó los pelos y le penetró en el psique como una daga ardiente; no fue su arma la que mató a su hermano, no fue algo que podría haber evitado si en su mano no hubiese existido ningún objeto… lo mató él y tenía que cargar con su muerte durante el resto de la eternidad.

Mas no dejó que aquella perturbación mental se le notara, manteniendo un rostro firme, frio pero relajado. Cuando llegaron a la escena del crimen y empezaron a investigar, sonrió al ver que su compañero de trabajo tenía buena vista, al asentir con el que aquella astilla era de un hueso, no de madera

-Tiene usted un buen ojo, Grayson… le deben de haber entrenado bien

Si tan solo supiera lo bien que estaba entrenado aquel joven… El joven policía le preguntó cómo es que sabía que iba a atacar de nuevo, a lo que respondió con un triste suspiro, no sin antes esperar a la otra pregunta que le hizo, de por qué asesinaba a los pobres sacerdotes de aquella manera, que referenciaba la forma en la que Ca… en la que él mató a su hermano, pues ambas preguntas tenian la misma respuesta

-Porque está intentando llamar la atención de Caín

Y comenzaron la marcha hacia la siguiente iglesia. Se le hacía raro hablar sobre sí mismo en la tercera persona, pero era deseable, al menos para el, evitar que aquel joven descubriera la verdad, a demas no sabia como reaccionaria un agente de la ley, cuyo deber es arrestar a los criminales, al encontrarse con no solo el criminal más famoso de la historia, sino el primer asesino de todos que dio pie a tantos criminales y asesinos tras su primer acto de violencia. Por esto, se quedó unos segundos  quieto, pensativo, cuando Dick le preguntó cómo debía llamarle

-Detective C. esta bien, no me… gusta dar muchos datos personales

Y sonrió, intentando quitarle hierro al asunto y que el joven se olvidara de preguntar por su nombre.  La investigación les llevó a lo que parecía ser la casa del asesino en cuestión, un ex-párroco que parecía haberse vuelto loco tras la muerte de su familia y ahora tenían que decidir que hacer a continuación, a lo que Dick tuvo la acertada idea de ir a la proxima iglesia

-Buena idea y sobre lo anterior- le comento sonriendo -Veo que tiene usted unos camaradas muy útiles- le dijo, refiriéndose al tal o a la tal Barb, ya que no sabía si era un hombre o una mujer, sin embargo eso era lo menos importante, lo importante es que les fue de gran ayuda, dándoles ojos donde ellos no tenían -Vayamos a la próxima iglesia ¿No?

Los dos hombre subieron en el vehículo y comenzaron su viaje a la siguiente iglesia, el inmortal tomándose el trayecto en silencio, mirando por la ventanilla con un aire pensativo; todas esas muertes… ¿Eran por su culpa? Si él no hubiera llevado a cabo ese acto tan horrible tantos cientos de miles de años atrás  ¿Estarían todos aquellos párrocos vivos? No tenía respuesta a aquellas preguntas que no fueran afirmativas. Como la otra iglesia no estaba tan lejos, llegaron bastante rápido, parecía que esta era la zona de las parroquias de la ciudad.

Esta, a diferencia de las demás, era mucho más moderna; la fachada estaba muy estilizada con líneas muy rectas y unos enormes ventanales sin frescos que dejaban ver parte del interior, desde el cual algunas luces se vislumbra, lo que significaba que el párroco aún seguía adentro… quizás aún podían salvar la vida de aquel hombre. Al entrar vieron que el aspecto moderno continuaba en su interior, entrando en un edificio con formas muy rectas, con pequeñas lámparas colgantes  y unas placas luminosas en el centro de la sala, encima justo de donde el párroco se debía colocar cuando daba los sermones.

Y hablando del rey de roma, allí se encontraba, saludándoles con la mano al verles entrar

-Pasen hijos míos ¿Qué les lleva a hacer una visita tan tarde a mi parroquia? ¿Están perdidos y necesitan la ayuda del señor?

El hombre se acercó a ellos, un hombre de mediana edad, con un bigote marron , al igual que su pelo, con canas, que tuvo mejores días, una piel un tanto arrugada y unas enormes gafas que le daban un aspecto de clásico santurrón al hombre. Sus ropajes estaban arrugados y parecía arrastrar un poco la pierna cuando se acercó a sus dos visitantes

-No, padre, estamos… investigando un caso  ¿Ha oído usted algo? ¿Un sonido que le haga sospechar de que haya intentado entrar alguien a su parroquia?

El sacerdote negó con la cabeza

-A parte de ustedes y el señor, que siempre está entre estos ladrillos, no hay nadie más aquí

Caín se quedó unos segundo pensativo, mirando a su alrededor para, a continuación, negar con la cabeza y mirar al hombre con una sonrisa

-Entonces nos marchamos, pero estaremos vigilando por si vemos algo

Y, a regañadientes, agarró a su compañero y se marcharon de allí, con Caín que parecía tener una extraña prisa por marcharse. Una vez fuera, se aseguro de que estaban solos y el párroco no les había seguido y se acercó a su compañero, explicandole  el porque de su repentina marcha, si tenian hay un hombre al que debian proteger del asesino

-Ese es nuestro hombre- le afirmo muy seriamente -Tiene las ropas arrugadas, no son de su talla y su aspecto está demasiado descuidado como para ser un hombre que tiene que dar la cara al público todos los días, a parte- se señaló su propia pierna como ejemplo -¿Vio como arrastraba la pierna? Parece que tuvo un accidente que le dejó medio invalido.... Ese era nuestro hombre, no hay duda de ello

Afirmo de nuevo, girandose con decisión hacia la Iglesia

-Tengo un plan; usted métase por aquella puerta de allí- dijo, señalando a la puerta de cristal situada a la izquierda de la iglesia, le sorprendera por la espalda  -Yo entrare por la principal y usare la excusa de que hemos escuchado un sonido raro para que no sospeche nada, si mi teoría es correcta, solo llevara un arma blanca, por lo que si mantengo las distancias estaré a salvo

Le puso la mano en el hombro a Dick, intentando transmirtirle seguridad

-Buena suerte hijo… perdone, buena suerte, Dick

Y tras aquel “emotivo” mensaje de ánimo, los dos hombres se separaron, Dick entrando por la puerta trasera y Caín por la puerta grande de nuevo, esperando encontrarse con el hombre en el mismo lugar que antes, sin embargo… ¿No había nadie? Las luces, que momentos atrás estaban encendidas, ahora estaban apagadas y no se veía ni rastro del hombre… no hasta que se iluminó una pequeña linterna de las antiguas, con el fueguecito dentro y escucho el “click” de una pistola

-Por fin te encuentro, Caín

Se presentó el hombre, apuntándole con un arma que provocó que Caín, instintivamente, alzara los brazos, aun sabiendo que ese arma no podía matarle… pero si herir al hombre que la portaba


-Cre… creo que me confunde, yo no

El ex-párroco le interrumpió con un grito y con una blasfemia

-¡Y una mierda! Reconocería esa marca en tu frente en cualquier parte, eres tu, el monstruo que llevo tanto tiempo buscando- la tristeza invadió su cuerpo al ser llamado esa palabra, sintiendo que todos los pesares de su vida pasada volvían a sus hombros al ver los heridos ojos de aquel hombre que perdió a su familia y se volvió loco por ello -Por tu culpa yo… perdi a mi familia, por lo que tu hiciste

-Hijo mío… eso es algo que yo ya llevo sobre mis hombros, que me pesa cada día de mi vida, pero no puedo hacer nada para evitarlo, lo intento cada día de mi vida pero… la gente sigue muriendo, si pudiera hacer algo para cambiarlo todo lo haría, pero así no es como funciona el mundo…. Por favor, hijo, entrégate

De reojo vio a Dick acercarse con cuidado por la espalda del hombre

-Baje el arma… la historia a sido oscura, pero aún puede tener un buen final

Intento sonreír, tranquilizar al hombre para que bajara el arma y que cuando llegara su compañero, pudiera reducirle sin ningún problema… más la mente perturbada del hombre tenía otras ideas

-No podré matarte… pero puedo hacerte pagar por tus crímenes

Y levantando el arma, sin que Caín pudiera siquiera gritar algo, el hombre vació el cargador entero en el pecho del inmortal, dandole en el pecho, en las costillas, en la barriga… al menos ahí impactaron sus balas, pero la fuerza del impacto, o al menos parte de ella, la sintió el mismo atacante, mientras que en la piel de Caín no se veían daño alguno. El daño que sintió el inmortal le provocó que se desmayara y el daño físico, como si le hubieran dado una paliza, que recibio el atacante, le provocó otro desmayo.

El inmortal despertó poco después, rascándose la cabeza, sintiendo aun el dolor de las balas impactar en su cuerpo, como si hubieran atravesado su cuerpo… sin embargo ahi estaba, como si no hubiera pasado nada

¿Que… qué ha pasado?- pregunto a Dick al verle -¿Está usted bien, Dick? ¿Que ha pasado con el sospechoso

Pregunto al recobrar la consciencia, pues aquello era más importante que su actual estado.

Me entrenó el mejor detective del mundo, quise decirle. Pero el agente Grayson nada tenía que ver con el justiciero de Gotham, y aquella información debería seguir escondida bajo las sombras. A pesar de ser el discípulo de Batman, aún había cosas que me sorprendían en mi día a día. Y lo que estaba a punto de pasar, era una de ellas.

—¿Caín? ¿Quiere decir que está haciendo todo esto porqué cree que un personaje bíblico respira y camina entre nosotros? — estuve a punto de echarme a reír, pero viendo la seriedad de la situación simplemente carraspeé un poco para aclarar mi voz y continué hablando. — Lo más probable es que el pobre sacerdote se haya vuelto loco debido al trauma que sufrió con la muerte de su familia.

De camino a la siguiente iglesia, el señor detective se quedó algo pensativo. Su vista se perdía en el paisaje nocturno, y la verdad… es que parecía bastante apenado por algo. Parpados caídos, hombros encogidos, algún que otro suspiro… eran signos de que algo inquietaba la mente de mi compañero de aventuras. Pero es que en general, todo lo que envolvía al Detective C era bastante misterioso. Empezando por su nombre, un nombre que ni siquiera conocía. ¿A qué se debía tanto secretismo? ¿Es que era un cantante famoso o algo?

Si no quisiera llamar la atención sobre su nombre, podría haberme dado simplemente un nombre falso, así yo hubiese dejado de hacer preguntas y de darle más vueltas al tema. Peor no, prefirió mantener una única sigla para seguir perpetuando aquel misterio… que tipo más extraño.

Una vez llegamos a la iglesia, nos atendió un sacerdote de rostro amable que nos dio la bienvenida a la casa del señor. Dejé hablar al detective mientras me fijaba en la expresión corporal de aquel hombre. La espalda tensa y erguida, el sudor cayendo lentamente por su rostro cuando la temperatura de la iglesia era bastante fresca. Es más, parecía caminar lentamente arrastrando la pierna izquierda como si hubiese sufrido una reciente lesión. Una de sus manos se deslizó por debajo de la toga y la noté tensarse debajo de ella. Estaba preparado para atacarnos… pero cuando me dispuse a sacar la pistola y detener al hombre, mi compañero se excusó y me arrastró fuera de la estancia. El sacerdote pareció relajarse cuando nos fuimos y separó su mano de lo que sea que estuviera agarrando con fuerza debajo de sus ropajes de santo.

— Es evidente que es sospechoso...— asentí tras dejar que mi compañero expresara su opinión al respecto.— Pero nada nos asegura que esté solo o desarmado. Tampoco debería usted exponerse al peligro tan a la ligera y sin un arma con la que poder defenderse...— comenté con ligera preocupación en la voz. Aunque quise confiar en la estrategia del detective, no me parecía demasiado fiable, por lo que le ofrecí mi pistola como medida de seguridad. Pero el joven me la rechazó muy educadamente y se dispuso a volver a la entrada de la casa del señor con las manos vacías.

Chasqueé la lengua, y sin perder más el tiempo, me deslicé con sumo sigilo al interior de la nave central desde una de las puertas traseras. Crucé la sacristía en silencio, cuando mis zapatos chocaron contra el cuerpo inerte de otro sacerdote… probablemente el verdadero regente de aquella iglesia.

— Mierda...joder...— tragué saliva al ver al anciano sin vida con la marca de Caín dibujada en su frente con su propia sangre. Me quedé tan horrorizado que sentí la urgencia de avisar a mi compañero. Tan solo me había entretenido unos segundos, así que cuando llegué al altar, el asesino apuntaba al detective con una pistola. Mi primer impulso fue intentar lanzarle un Wing-ding para evitar la trayectoria del tiro… pero ahora no era Nightwing, sino el agente Dick Grayson… y lo único que podía hacer era asaltarle desde la espalda y tratar de dejarle inconsciente…

Pero el sacerdote apretó el gatillo antes de tiempo, y las balas impactaron de pleno en el pecho del moreno, sacudiendo su cuerpo en una tormenta de plomo hasta dejarlo completamente abatido en el suelo. El horror llegó a mis ojos cuando vi que el sacerdote también caía inconsciente en el suelo.

Sin saber lo que acababa de suceder, corrí en dirección al detective para abrirle la gabardina y comprobar las heridas, cuando me di cuenta de que las balas habían traspasado su camisa pero no había ni rastro de la sangre. Lejos de estar aliviado, abrí su camisa con fuerza, por lo que saltaron unos cuantos botones, y le palpé la zona de la piel donde deberían haberle impactado las balas. Pero nada, ni una herida. Ni un solo rasguño… era como si aquel hombre fuera…

Caín. El sacerdote le había llamado Caín.


Cuando el detective abrió los ojos, se encontraba estirado en el primero de los bancos de madera frente al altar. Mis compañeros de la B.C.P.D. ya se habían llevado al sospechoso para interrogarlo, y un par de policías seguían inspeccionando la escena del crimen en busca de más pruebas. Por la puerta de la sacristía, salieron dos sanitarios transportando en una camilla el cadáver del verdadero dueño de la iglesia. Su cuerpo estaba cubierto con una fina tela de color verde, por lo que mi compañero no tuvo que ver aquella espantosa imagen.

— Todo está bien...— le tranquilicé, colocándole la mano en el hombro para reconfortarlo.— Pero a usted… a usted le habían disparado...— dije casi en un susurro, para evitar llamar la atención del resto del personal que andaba de arriba para abajo por la iglesia. —¿Está seguro de que se encuentra bien? Pensé que le había perdido...

Cancelado por ausencia del usuario de Caín.