La marca del murciélago (Jason) [27/5/2019]

Todo estaba siendo muy raro aquella semana. A veces, me despertaba en mitad de la noche por culpa de las pesadillas. La más frecuente era una relacionada con la batalla en El Rojo. Y lo peor de todo, es que la sensación era muy real. DEMASIADO real. Sentía como me hundía en aquel mar viscoso y carmesí y me ahogaba bajo sus profundidades, rodeada de esqueletos y cadáveres. Sus manos rotas y magulladas me sujetaban con fuerza y me arrastraban a los más hondo mientras me culpaban por su desdichado destino.

No había vuelto a ver a Roy desde entonces. Ni siquiera me cogía el teléfono. Y Jason… parecía haber querido imitar a su mejor amigo en todo. Los dos habían estado muy raros en el cumpleaños de la pequeña Lian… Joder, malditos hombres. ¿No se suponía que tras la guerra con los demonios las cosas iban a volver a ser como antes? ¿Qué mosca les había picado?

Aquella madrugada no fue muy distinta a todas las demás. Di varias vueltas con mi cuerpo enredado bajo las sábanas, pero no había manera de conciliar el sueño. A la décimo octava decidí levantarme con sigilo, evitando despertar a Elissa y al resto de compañeros de mi piso. Lycos fue el único que levantó la cabeza cuando me senté en el sofá y me dedicó una mirada cariñosa para después volver a agachar su hocico y sumirse en su plácido sueño perruno. Desee por un momento convertirme yo también en un perro. Al menos podría ser libre de las preocupaciones y responsabilidades adultas.

Dejé escapar un largo suspiro y encendí la tele con el volumen al mínimo mientras me llevaba a la boca un par de bocaditos que había rescatado del fondo de la nevera. Tenía el cerebro medio apagado, por lo que no presté demasiada atención a lo que estaban emitiendo… hasta que de pronto…

—Noticias de última hora, en directo desde Gotham. La ciudad entra en pánico debido a la aparición de un nuevo encapuchado que está aterrorizando a civiles y a criminales…

El resto de información se perdió por mi cabeza cuando la pantalla reveló imágenes de una figura que me resultaba extremadamente familiar. El nuevo vigilante de Gotham… llevaba puesta la armadura que yo misma cree.

— ... ¿Jay…? — el resto de la frase murió en mi boca. No sé lo que está pasando. No entiendo nada, pero necesito llamarle con urgencia. No puede ser él. No me lo creo.

— Con la desaparición del vigilante conocido como Batman, las calles de Gotham se han vuelto más peligrosas que nunca, por lo que se ruega que permanezcan en sus casas cuando termine el toque de queda...

Mis manos temblorosas buscaron el teléfono móvil de mi izquierda. Con cierto temblor en mis dedos, marqué el número del chico con el que creía tener una conexión especial.

— Vamos… maldito idiota...cógelo… — me mordí el labio, deseando con todas mis fuerzas que Jason estuviera bien y todo fuera un enorme y absurdo malentendido…

FDI: Dejo en tus manos lo que vería Elysia por las noticias, para que lo expliques mejor en tu siguiente post!

Las cosas se habían salido de madre después de la reunión, hasta yo lo sabía. Todas esas pamplinas de unidad, de que éramos una familia y un largo etcétera de mierda sacada por un maldito vídeo de Bruce no iban a persuadirme de hacer lo que tenía que hacer.

Acabábamos de salir de una invasión demoníaca y poco antes tuvimos el evento más extraño que vi en mi vida (y eso que lamentablemente vi bastantes) cuando todas las dimensiones se habían fusionado en esta amalgama de mierda que teníamos por mundo. ¿Y eso en que se traducía? En caos. La figura del murciélago aún pudo mantener un poco a los maleantes a raya, daba igual en que mundo fuese Batman siempre imponía. Pero ver en directo por todos los medios posibles como el cruzado capeado caía a manos de los demonios fue la gota que colmó el vaso para toda la escoria de Gotham, el último empujoncito que necesitaban para verse con vía libre a hacer lo que les diese la gana.

Y yo eso no lo podía permitir, ya no solo por mí mismo y mi propia cruzada por la justicia; tampoco quería que todos los esfuerzos de Bruce (el cual sigo sin poder decir con certeza si era el "mío" o solo una versión alternativa de este) se esfumaban en el aire porque el resto de niñatos que crío tenían miedo a mancharse las manos.


Odiaba usar la armadura de Elysia para esto, sentía que estaba mancillando algo tan hermoso y diseñado para proteger, pero no tenía otro atuendo que me sirviese para la batalla aparte de mi habitual así que tuve que joderme.

Los primeros días fueron tranquilos, solo daba palizas a cualquiera que se pasara de listo, asegurándome de que sobreviviesen para pasar el rumor: Batman estaba de vueltas y ya no se andaba con coñas. Rápidamente se esparció como la pólvora, pero los muy imbéciles seguían en sus 13. Así que no tuve más opción, el antiguo Batman les había dejado de acojonar después de vivir literalmente un propio infierno entre sus calles, pero no estaban preparados para el infierno que Jason Todd era capaz de darles.

Saqué mi personalidad más creativa a la hora de castigar a los malhechores, teniendo que admitir que esta vez me había superado: Distintos pandilleros colgaban de los tejados del distrito central de Gotham mientras sangraban por su pecho gracias al nuevo símbolo del murciélago que me había asegurado de grabar muy lentamente en sus pectorales, una bonita cicatriz para recordarles de por vida lo que era buscarle las cosquillas al nuevo vigilante de Gotham.

No me escondí de los numerosos focos y helicópteros que filmaban la escena, asegurándome de que todo el mundo viese que el Batman que todos temían había vuelto. Un espectáculo grotesco que servía tanto de castigo como de advertencia.


Las horas pasaron, decidiendo descansar en uno de mis pisos francos y suspirando de alivio al quitarme la armadura, la cual cada día pesaba más. Estaba a punto de tomarme una siesta, mis primeras horas de sueño en más de una semana, cuando el sonido de uno de mis teléfonos de seguridad sonó, quedándome paralizado al ver el nombre del contacto.

-Debe estar flipando al ver las monstruosidades que estoy haciendo con su creación...-la culpa me carcomía por dentro, no siendo capaz de enfrentar a una de las pocas personas que seguía teniendo confianza en mi, y como no a pesar de ello acabé fallándole. Por lo que simplemente rechacé la llamada y me dejé caer en el sofá, esperando que Morfeo me ayudase a quitar ese sentimiento de mierda que amenazaba por consumirme por dentro

Tuuuuuut tuuuuuut tuuuuuut

Tres tonos y el teléfono se colgó por sí solo. No. Si fuera así habría durado más de tres tonos. Jason me había colgado deliberadamente.

— Pero serás capullo… — se me hincharon las pelotas y volví a llamar. Esta vez el teléfono sonó por un rato más largo, pero tras varios tonos se volvió a colgar. El muy imbécil estaba decidido a ignorarme.

Roy también se había largado. Abandonó todo cuanto tenía y lo que le había hecho feliz alguna vez… incluyendo a la pequeña Lian. Entendía sus traumas… pero ni siquiera había sido capaz de mirar atrás, de apoyarse en la gente que le quería. se había esfumado sin más y necesitaba hablar con Jason de lo ocurrido, pero el muy cabezota también me lo estaba poniendo difícil…

Sentí la rabia y la impotencia crecer en mi interior, y arrojé el móvil al otro lado del sofá con violencia. Lycos se despertó otra vez y ladeó la cabeza sin comprender mi enfado. Yo dejé escapar un largo y frustrante suspiro, hasta que me acurruqué en el sofá y dejé pasar las horas mientras observaba el techo blanco e imperfecto del salón con la mirada perdida. Finalmente, me quedé dormida.

No volví a tener pesadillas aquella noche, pero me desperté al día siguiente con el corazón acelerado. Apenas había dormido, y mi cabeza no dejaba de darle vueltas a lo que había visto en el telediario aquella noche. Intenté trabajar con normalidad, pero me distraía fácilmente con cualquier cosa. Era incapaz de borrar de mis pensamientos a Jason Todd. Estaba preocupada, pero también tenía muy claro que estaba pasando de mi cara. Quizás lo que debería hacer es dejar las cosas como estaban y no comerme tanto la cabeza.

No me necesitaba. Él ya era mayorcito y sabía lo que hacía. Sus actos violentos y grotescos tendrían consecuencias y tarde o temprano tendría que asimilarlas.

Pero a pesar de que trataba de autoconvencerme de que no era buena idea seguir insistiendo tras varios rechazos desde la última vez que nos vimos… yo…


Él estuvo ahí, cuando más lo necesitaba. Fue el único en entender mis demonios interiores. Había sido capaz de mirar a través de mí sin juzgarme… y yo quería devolverle el favor. Le consideraba mi amigo, y si estaba en problemas quería ayudarle. ¿Y si era tan cabezota que ni siquiera se daba cuenta de que necesitaba ayuda? Eso sería algo muy típico de él. Joder, maldita sea… ¿Y si no hacía nada y las cosas se ponían mucho peor? Si tenía que pararlo, ahora era el momento perfecto para hacerlo, antes de que acabara en otro torbellino de autodestrucción.

— Joder… Está bien.— dije finalmente, levantándome de mi asiento tras la larga jornada de trabajo. Ya no podía esperar más, tenía que verle aquella misma noche.

Tracé un portal en el suelo de mi habitación que me llevó directo a la oscura ciudad de Gotham. Al traspasarlo, mis ropas cambiaron con la ayuda de la magia y se transformaron en una gabardina larga con capucha de un oscuro color azul turquesa. Ya no era digna del traje de Chroma… no lo había vuelto a llevar desde lo del Rojo, por lo que tenía que reinventarme. Buscar un traje nuevo que fuera más adecuado a cómo soy ahora… en lo que me he convertido.

Había atardecido apenas unas horas cuando se escucharon las primeras sirenas de policía. Podría haber sido cualquiera de los chalados de la ciudad del murciélago; el Joker, el Espantapájaros, el Pingüino… pero tuve un presentimiento. Seguí mi instinto, y mis pasos me llevaron a uno de los barrios más oscuros y turbios de la ciudad, una avenida muy cercana al callejón del crimen, donde acababa de cometerse la primera atrocidad de la noche.

De una de las farolas, colgaba el cuerpo mutilado de algún criminal, que se retorcía de dolor y desesperación mientras de su pecho brotaba la sangre de la cruda marca del murciélago grabada en la piel. Me quedé sin aliento al ser testigo de aquella grotesca imagen, y el horror era claramente visible en mi rostro. Verlo por la televisión no era lo mismo que verlo con mis propios ojos.

Tragué saliva, los latidos de mi corazón eran tan rápidos que martilleaban mis oídos con fuerza. Pero a pesar del miedo, necesitaba enfrentarme a aquella situación. 

— Sé que estás ahí… — intenté que el miedo no se reflejara en mi voz, ayudándome a mantenerme firme gracias a la rabia y la impotencia que sentía en aquellos momentos.— ¿Ahora te ha dado por jugar a los murciélagos?

El sonido de mi radio pinchada me despertó después de un par de horas que se sintieron como años, habiendo ignorado la necesidad biológica de dormir durante demasiado tiempo. Pero el deber era el deber, y tal como mis incompetentes amigos del GCPD decían, un nuevo tarado tenía ganas de recibir un escarmiento.

Con un suspiro me coloqué la armadura, notando como cada día pesaba más, ya sea porque físicamente estaba agotado o por todos los remordimientos que cargaba a los hombros con el fin de conseguir una Gotham mejor; pero ninguna de ambas sería excusa para hacer mi trabajo. Una tarea que el resto de refinados de mi familia se negaban a hacer, dejándome como no el trabajo sucio y necesario.

Tardé pocos minutos en coger la moto y dirigirme al punto en cuestión: Un simple atraco a mano armada de una pequeña tienda de joyas, un caso fácil para ir calentando. Fue rápido y sencillo, colarme por el conducto de ventilación, noquear al sorprendido tío antes de que pudiese apretar el gatillo en dirección al rehén y llevármelo a la azotea para darle una "lección".

No pude evitar fijarme como las personas que había salvado solo se alejaban de mi con miedo en los ojos, un precio a pagar si eso significaba que los criminales actuasen igual, a diferencia de otros yo no lo hacía por el reconocimiento. Algo que claramente se podía ver en el pobre infeliz que actualmente estaba colgado de una farola, desangrándose cual puerco, uno más para la interminable lista de capullos que pasaron el límite.

Estaba a punto de irme cuando reconocí los inconfundibles ojos turquesa de Elysia, ¿qué demonios hacía ella aquí? ¿Había venido a detenerme? ¿A hablar? ¿A darme la invitación de su boda con Roy? Mil y una preguntas se arremolinaban en mi cabeza pero pronto me di cuenta de mi aspecto: La otrora brillante armadura que personalmente me había diseñado ahora estaba recubierta de sangre junto a muchas abolladuras y cortes fruto de mi peculiar trabajo. No podía dejar que me encontrase así, no era ni capaz de aguantarle la mirada y menos aún tocarla con estas manos manchadas aún de la sangre de ese desgraciado, por lo que hice lo que mejor sabía hacer: Escapar.

Pero tonto de mi pensé que sería más fácil huir del escrutinio de una maga, siendo pillado al instante. Hasta yo sabía que no tenía más opciones, por lo que me deslicé al suelo quedando un par de metros por delante de ella puesto que no sabía si me podría controlar teniéndola tan cerca.

-¿Qué demonios estás haciendo aquí? No sé si lo sabes, pero Gotham no es que esté muy recomendada como destino vacacional-por encima de mi armadura mágica decidí cubrirme con otra capa más de indiferencia e ironía, esperando espantarla lo suficiente como para que desistiese conmigo; algo que ya todo el mundo había hecho.

Pegué un leve brinco al escuchar un golpe seco a mis espaldas. Un aviso de que Jason había aterrizado con estruendo sobre el tejado. Me di la vuelta con lentitud, y fui consciente por primera vez en lo que se había convertido el hijo de Batman; un símbolo de muerte y dolor.

Se me hizo un nudo en la garganta al ver el estado en el que se encontraba la armadura que le había forjado con tanto cariño y dedicación. La sangre de inocentes salpicaba su pecho, justo donde tenía grabado el murciélago escarlata. Las placas estaban repletas de abolladuras y golpes, y eso que la armadura había creado para que fuera resistente a las criaturas del infierno.

Eso era para lo que había sido creada, para protegerlo de los demonios. Y ahora era él el que parecía un demonio…

—¿Que qué hago aquí? ¿Eso es lo ÚNICO que tienes que decirme después de evitarme durante días?— ya estaba bastante alterada por las noticias y por no dormir bien aquella noche… que ya sólo me faltaba que Jason continuara ignorándome.— Llevo días llamándote y me cuelgas el teléfono. ¿Crees que soy imbécil? He venido por tí. —le señalé, con el dedo acusador— Porque estaba preocupada. ¿Qué coño estás haciendo tu? —espeté, la crispación se notaba en el tono de mi voz. Era evidente que estaba muy cabreada— ¿Te parece normal tener a la gente colgada de los postes como ganado? —Le señalé al delincuente que seguía atado a la farola, marcado con el símbolo candente del murciélago mientras se desangraba por el estómago cuál cerdo.—¿Y esto qué es? ¿Tu nueva firma? ¿Este es el tipo de justicia que quieres?

Jason no había dado ni un solo paso en mi dirección. Era como si estuviera decidido a mantenerme lejos, como una distancia de seguridad. Ni siquiera había tenido la decencia de quitarse el casco para hablar conmigo. No, claro que no… porque entonces no podría disimular la cara de vergüenza.

Era más fácil continuar escondido bajo la máscara.

-Lo siento querida, no sé que tal irán las cosas en tu ciudad, pero como puedes ver aquí estamos hundidos de mierda hasta el cuello-abrí los brazos como señalando el caos en que se había vuelto la ciudad, no entendiendo aún como mi boca podía ir más rápida que mi cerebro y soltar tantas gilipolleces contra la única persona que había hecho de preocuparse por mi en no se cuantos años.

-Agradezco el gesto, pero como puedes ver, no me hacen falta niñeras, ya soy un chico mayorcito como para poder cuidarme solo-tenía que largarme de allí ahora mismo o no sabía si iba a poder resistir el impulso de derrumbarme, no me podía dar el lujo de ponerme blandengue o empezar a dudar de lo que estaba haciendo.

De hecho estaba a punto de darme la vuelta cuando tuvo que mencionar al desgraciado colgado, no pudiendo evitar girar la mirada hacia el hombre. ¿Lo que estaba haciendo estaba bien? Lo dudo mucho ¿Mi padre estaría orgulloso? Ni de coña ¿Era efectivo? Joder, sí.

-Esto no se trata de lo que quiera o no, si no de lo que la ciudad necesita. Joder, sobreviviste a un apocalipsis. Sabes perfectamente lo jodidas que se pueden poner las cosas, y mientras esté aquí yo no voy a permitir que las escorias de Gotham se aprovechen de ello. Puede que el resto de mi familia y sus superamigos sigan creyéndose mejores que esto, que pueden seguir salvando el mundo predicando el poder del amor y los brazos y todas esas mierdas, pero la cruda realidad es que la única forma de mantener a los monstruos a raya es esa-dije señalando al pobre desgraciado que tuvo la mala suerte de cruzarse en mi camino-Convertirse en uno de ellos-y por eso Elysia tenía que largarse de allí antes de que se viese manchada por el torrente de sangre y corrupción que era yo ahora mismo.

Otro patético episodio más de la vida de Jason Todd, aquel parguelas que sabía lo que había que sacrificar para que el mundo siguiese girando.

Podía entenderle. Si quería, podía ponerme en su lugar. Pero el aumento de la criminalidad de una ciudad no le daba derecho a tratar a las personas de aquella manera tan inhumana.

Batman había muerto, y Gotham era ahora una ciudad en la que gobernaba el caos y la muerte. Y Jason se estaba preparando para simbolizar esa nueva forma de justicia.

No sé qué es lo que me cabreaba más, que me hubiera ignorado durante todos estos días o que me estuviera hablando como si yo fuera imbécil. Que ilusa he sido… pensando que después de todo lo que habíamos vivido juntos nos habíamos convertido en buenos amigos. Pero estaba claro que no se podía conocer a una persona por tan solo compartir un evento traumático.

— No eres un monstruo, Jason… por mucho que te empeñes en intentar parecerte a uno…

Estaba acojonada, esto es así. Pero a pesar de todo conseguí que mis temblorosas piernas dieran dos pasos al frente. No tenía ni idea de lo que iba a pasar, pero estaba intentando prepararme para lo peor.

— Pero tampoco te creía un cobarde... te refugias en esa excusa para no tener que tomar el camino complicado… —dije, tratando de mantener la voz firme.— Te es mucho más fácil destruir todo lo que tocas… ¿verdad?

¿Huirá de mí si me acerco a él? Pronto lo veríamos… pero lo que sí tenía claro es que no estaba dispuesta a dejarle escapar. Si no seguía presionando un poco más, si daba a Jason por perdido… tenía la sensación de que no volvería a verlo nunca más...

— ¿No tengo razón? Pues entonces quítate la máscara y dime a la puta cara todas estas mierdas que te crees si te eres tan valiente… —exclamé, con un cabreo reverberante en la voz. Alcé entonces mi mano derecha, señalando con el dedo índice a la máscara ensangrentada de Red Hood.

-¿Qué no soy un monstruo? ¿Acaso un monstruo no haría esto?-abrí los brazos para dar un ejemplo de todo el caos que me rodeaba. Ya no solo era aquel desgraciado, si no toda la ciudad envuelta en el caos, las llamas y el miedo.-Joder, no tendría ni que estar aquí, solo soy un amago de enmendar un error por pena, un cadáver viviente que solo sabe hacer una cosa: daño-no era tonto, sabía que cada segundo de mi lamentable vida se lo debía a Ra´s al Ghul y a su extraña relación con Bruce, me habían dado un tiempo extra que tenía que aprovechar al máximo.

Noté como le temblaban las piernas, ¿ya había conseguido que me temiese tanto? Sin duda esto de ser el chico malo me venía en el ADN, siendo demasiado bueno en ser un jodido capullo.-¿¡Cobarde?!¿¡Yo?! Soy la única persona de esa mierda de familia que tiene los cojones de hacer lo que hay que hacer, sin entrar en debates morales absurdos ni gilipolleces del estilo. Hay veces que la única manera de avanzar es destruir todo a tu paso y empezar de 0, hay veces que la reconstrucción no es una opción. No todos se merecen una segunda oportunidad-dije esto último más bajito, no solo refiriéndome al crimen y a la ciudad con esto último.

Mi ira iba en aumento en cuanto alzó ese maldito dedo, recordándome todas las veces que el resto me acusó de algo.-Aquí no-fue lo único que pude decir mientras empezaba a notar como una sensación muy fea empezaba a invadir todo mi cuerpo, cogiendo bruscamente su brazo para apartarla de la calle y llevarla a un rincón aislado en un callejón, lejos de miradas indiscretas.

-¿Así que para la gloriosa heroína de capa y espada soy un cobarde?-dije con frustración en cada palabra, mandando mi casco a la mierda de una patada mientras presionaba el frágil cuerpo de la artista contra la pared. Dándome cuenta en ese momento de la proximidad entre los dos, notando cada centímetro de ella pegado a mí y sin poder despegar la mirada de aquellos profundos ojos azules mientras que cada respiración me pesaba más.

-¿ Cobarde yo? Y una mierda-y finalmente di el paso que tenía ganas de dar desde que prácticamente la conocí, acercando mis labios a los suyos para darle un pasional beso que duraría hasta que mis pulmones me pidieron un respiro.

A regañadientes me separé de ella, notando como la adrenalina se me iba bajando y la lógica poco a poco me estaba avisando de cuanto la había cagado. Pero ya me daba igual, tenía que romper sí o sí el vínculo que nos unía, así que consideraba eso como un regalo de despedida. Era egoísta por mi parte, sí , pero consideraba que hasta yo me merecía una pequeña alegría antes de distanciarme para siempre de la maga.

-Ahora vete de mi puta ciudad antes de que te arrepientas-dolía decir estas palabras, pero estaba hundido de mierda hasta el cuello y no iba a ahogar a Elysia conmigo, por lo que le di la espalda y me dirigí hacia mi casco perdido, esperando que cuando me lo volviese a colocar y me diese la vuelta ya no estuviese ahí.

La imagen de Jason era aterradora. Su figura oscura y recortada por el ardiente caos de nuestro alrededor, con el estridente hilo musical de las ambulancias y las sirenas de policía de fondo. Un contraste que se hacía cada vez más notable con la persona que había considerado ser mi amiga.

Estaba cabreada, asustada y triste a partes iguales. Pensé que las emociones me iban a hacer explotar la cabeza cuando él se puso a gritar de pronto, con sus palabras impregnadas de rabia y llenas de ironía. No sabía que hacer, qué más decir para sacarle de ese pozo en el que irremediablemente quería saltar hasta hundirse por completo.

Me dolía oírle hablar de si mismo así, como si no mereciera seguir vivo después de todo lo que sufrió siendo el ayudante de Batman. Iba a tirar por la borda esa segunda oportunidad que le había dado la vida para ser algo diferente, para convertirse en el mismo miedo que lo había llevado a la tumba.

Antes de que pudiera reaccionar, me agarró con fuerza de la muñeca y me llevó a un callejón ensombrecido. Quise apartarme de él de un tirón, pero Jason era más fuerte y tuve que dejarme llevar si no quería hacerme daño en el proceso. Pero ese gesto brusco, violento, no hizo más que complicar las cosas entre nosotros.

—¿Así que para la gloriosa heroína de capa y espada soy un cobarde?

Otra puñalada más directa a mi orgullo. Un amargo recordatorio de mi fracaso como heroína. Jason ya sabía que había dejado el traje de Chroma atrás y que ya no podía seguir jugando al papel del héroe inocente y justo. No éramos tan diferentes ahora que yo había experimentado lo que era extinguir una vida con mis propias manos. Pero tampoco me había dejado llevar por ese remolino de autodestrucción que conllevaba cruzar esa línea.

— Aún estás a tiempo de cambiar las cosas…— tragué saliva, sintiendo como mi corazón bombeaba veloz, martilleándome las sienes. No supe distinguir qué me ponía más nerviosa, si la situación en sí o la cercanía física de Jason.

Para mi sorpresa, se quitó la máscara, revelando un rostro castigado por la lucha callejera y marcado por un fuerte sentimiento de odio. Sus ojos se habían vuelto fríos y afilados como carámbanos de hielo. Lejos de la amabilidad y la ternura que me había demostrado en su piso franco.

—Jason… no lo hagas… —supliqué con la voz temblorosa y la garganta seca. Mi respiración se detuvo de pronto al notar su cuerpo contra él mío, sin poder escapar de su abrazo por culpa de la pared.

Pero ya no había vuelta atrás. Aquel beso fue el punto de no retorno.

Ojalá hubiera ocurrido en otras circunstancias, pues el torrente de sentimientos que me envolvieron cuando nos besamos fue tan intenso que me dejó sin aliento. Jamás había experimentado algo así con nadie, pero me sentí tan violentada por el hecho de que lo hiciera a la fuerza en aquel maldito callejón, que me sacudió el estómago.

Las piernas me temblaban. El cuerpo no me respondía, y cuando mi cabeza me trajo de vuelta a la realidad, mordí los labios de Jason con todas mis fuerzas hasta hacerle sangrar y poder apartarme de él con una expresión de puro terror. Me deslicé contra el suelo al notar flaquear mis fuerzas del miedo que me había hecho sentir.

— Eres un capullo… —dije con voz entrecortada tras recuperar el aliento. Y la rabia trepó por mis entrañas al ver como me había usado y tirado en aquel maloliente callejón. Se alejó de mí como si no hubiera pasado nada, colocándose nuevamente la máscara sobre ese rostro que ya no reconocía. Mi máscara. La armadura que yo le había diseñado para ayudar a inocentes, para salvar vidas… no para convertirla en un símbolo de muerte.

En ese momento, grité con todas mis fuerzas en aquel callejón oscuro. Liberando por fin el miedo, los sentimientos contradictorios, la ira que me había hecho sentir toda aquella situación. Las lágrimas empezaron a correr sin control sobre mis mejillas, hasta que de tanto gritar me quedé sin voz. Y cuando se hizo el silencio, la armadura de Jason empezó a resquebrajarse, haciéndose añicos casi por completo.

Cuando me di cuenta de lo que había hecho, eché a correr en dirección contraria, huyendo de mi agresor antes de que decidiera seguirme para tomar represalias. Lo único que deseaba en aquel momento era desaparecer... y dibujar una salida a casa.

El sabor característico a cobre no me era ajeno, aunque tenía que admitir que en pocas ocasiones fue provocado con algo tan "trivial" como un beso. Notaba como había algo que no estaba bien, esa debilidad en las piernas, los pequeños temblores...fue separarme y darme cuenta de que había logrado lo que esperaba: Había conseguido que Elysia me temiese. La cosa era, ¿por qué me sentía tan mal si ese había sido mi plan desde el principio?

-Me dijeron cosas bastante peores, creo que podré vivir con ello-tenía que mantener la fachada hasta que estuviese solo, contener las ganas de levantarla del suelo y arroparla pidiéndole disculpas hasta que no tuviese más voz. Pero ni ella ni yo nos merecíamos eso, alguien como yo tenía que estar solo por el bien del resto; así que simplemente me giré para largarme de allí.

Lo que no esperaba era aquel gritó que hizo que mi corazón se helase, no pudiendo volver a girarme en dirección a Elysia para recibir un impacto como si un camión me atropellase (Creedme, duele de cojones) que me lanzó hacia la pared contraria.

-¿Qué cojones?-cada hueso de mi cuerpo parecía retorcerse, mientras poco a poco la presión hacia estragos en mi armadura hasta que no quedó más que unos fragmentos destrozados repartidos por el suelo, los cuales volaron con el viento mientras caía al suelo desplomado, teniendo que quedarme tumbados unos segundos para retomar el aliento.

En medio de mi borrosa visión pude distinguir como la figura de Elysia escapaba del callejón, suspirando de alivio al ver como no iba a tener otra conversación incómoda, pudiendo simplemente quedarme tumbado un poco más de tiempo en el suelo, rodeado de mis lloriqueos y autolamentaciones.

-Gotham puede esperar unos jodidos 5 minutos-cerré simplemente los ojos y me quedé allí, intentando no pensar que podía hacer cometido uno de los peores errores de mi vida. Spoiler: Salió mal.