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Omega Universe - Foro de Rol de Marvel y DC
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Todos los Hombres del Rey (Wilson Fisk, Dick Grayson) [28-01-2019]
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Wilson Fisk Marvel Universe
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Mensajes : 54 Fecha de inscripción : 09/04/2021
Tema: Todos los Hombres del Rey (Wilson Fisk, Dick Grayson) [28-01-2019] 18th Abril 2021, 02:29
Todos los Hombres del Rey
- Gracias por venir Jonah, se que eres un hombre muy ocupado.
J. Jonah Jameson giró sobre sí mismo rápidamente. Había reconocido aquella voz, de hecho, llevaba toda la noche haciendo esfuerzos por evitar escucharla. Su vista se enfrentó a los enormes botones del chaqué blanco, a veces se le olvidaba la altura de aquel hombre que ahora era su anfitrión. Alzó la vista para mirarle a los ojos. Odiaba aquella sensación, el hecho de que su altura contribuyese de forma tan conveniente a la concepción que tenía sobre sí mismo. Sí, odiaba que todo el mundo tuviese que mirar a Wilson Fisk desde abajo. Y… ¿Qué había sido aquello? ¿”Jonah”? ¿Es que ahora se tuteaban? ¿Cómo debía responder a eso? ¿Habría gente escuchando, sospechando que la relación de Wilson Fisk y J. Jonah Jameson era más que el respeto cordial entre dos empresarios? ¿Debía responder con la misma cordialidad que su interlocutor para no ofenderle o debía tratarlo de “usted” para marcar las distancias? ¿Un trato cortés sería visto como una forma de desafío o como una muestra de patético servilismo? Jameson deseó en aquel momento no haber terminado ya su tercer escocés de la noche, aunque no había mejor forma de pasar aquel trago que ir algo bebido. Tenía que centrarse, las palabras eran lo suyo, hablar mucho sin decir nada. Al fin y al cabo, era periodista.
- No hay por qué darlas- contestó evitando cualquier apelativo- Es difícil resistirse a la invitación de uno de los hombres más ilustres de la ciudad, por no decir que sería una descortesía plantar a uno de nuestros mayores anunciantes.
- Espero que haya más razones a parte del compromiso profesional para acudir a la velada- contestó Fisk sonriendo.
- Oh sí- siguió Jonah- El escocés no está nada mal.
- Espléndido- contestó Fisk mientras apuraba su copa- Entonces permíteme que te la renueve. Esa que tienes parece ya bastante aguada, y sería un desperdicio arruinar así un Macallan- los enormes dedazos de Fisk tronaron e inmediatamente uno de los camareros apareció de la nada para sustituir la copa de Jameson.
- ¿Hay uno para cada invitado?- sonrió sardónico Jameson con la vista fija en el camarero al tiempo que se acercaba la nueva consumición a los labios.
- Solo para los que mejor me caen, Jonah- dijo Fisk palmeando suavemente la espalda del editor con su mano de gorila- Por cierto ¿Ha habido algún problema con las invitaciones de los señores Robertson y Urich? No recuerdo haberlos visto en la fiesta.
- Ben y Robbie están, si cabe, aún más ocupados que yo. Ya se sabe cómo es la vida del periodista. Nos casaríamos con la imprenta y aún así ni siquiera ella nos soportaría- Jonah fijó la mirada en Fisk para evitar sentirse intimidado- Lamentan no haber podido venir, había que cerrar la edición de mañana, pero envían sus felicitaciones a Richard.
- Una auténtica lástima, me encantan los artículos del Sr Urich- dijo Fisk en tono lastimero mientras daba sorbos de una nueva copa que Jameson no recordaba haberle visto coger- Tiene un estilo considerable, casi literario. Entre eso y las historias que cuenta se podría incluso plantear dedicarse a la ficción. Cada vez que abro el Bugle ansío leer sus artículos con gran ilusión.
- Ben es así- dijo simplemente Jameson sin saber dónde meterse.
- ¿Sabes? En mi casa siempre se ha leído el Bugle, desde que era tan sólo un niño. Mi padre decía que era el único periódico de la ciudad que decía la verdad ¿Ya estabas tú por aquella época Jonah?
- No sé decir, aunque supongo que sí, apenas recuerdo un momento de mi vida en el que no estuviese en el Bugle.
- Bueno Jonah, no te entretengo más. Tanto yo como Richard te agradecemos mucho que hayas venido a la fiesta- sentenció Fisk con su sonrisa de hiena mientras apoyaba su mano en el hombro de Jameson- Por cierto ¿Dónde se habrá metido mi hijo? Debería ser él mismo quien te agradeciese tu asistencia.
- No importa, un chaval de su edad estará por ahí persiguiendo a alguna chica guapa- Jameson levantó la copa- Felicidades, y que cumpla muchos más.
- Muchas gracias Jonah- repitió Fisk sonriendo, apretando ligeramente el hombro de Jameson- Espero seguir leyendo la verdad en el Bugle durante mucho tiempo. Estoy seguro que mientras sigas de editor los ciudadanos de Nueva York podemos tener la seguridad de estar bien informados.
Mientras Wilson Fisk se alejaba por el imponente salón, J. Jonah Jameson concluyó que necesitaba otra copa.
Fisk buscó con la mirada a su hijo Richard mientras estrechaba alguna mano y saludaba copa en mano a la amplia cohorte de invitados, todos ansiosos por ganar el favor de su anfitrión. No tardó en localizar al joven, prácticamente tendido sobre la barra con un colorido coctel en la mano. Evidentemente, su hijo estaba borracho. A Richard, pese a su estado, no le costó deducir a quién pertenecía la enorme sombra que se proyectaba sobre la barra.
- Estás bebido- dijo Wilson Fisk cortante.
- Supongo… Aunque tampoco parece que tú te estés privando de nada papá- respondió el homenajeado mientras su temblorosa mano trataba de acertar a coger la auténtica entre las tres copas que parecían bailar sobre la barra.
- Yo peso doscientos kilos Richard- continuó en el mismo tono el patriarca de los Fisk mientras ordenaba con un gesto al camarero que se alejase- Para emborracharme tendría que vaciar la bodega.
- No es mala idea essa…- siguió junior dando un trago a su copa. Tuvo que hacer un esfuerzo para contener una arcada- Además, es mi cumpleaños ¿No? Aunque no vea en la sala a ninguno de mis amigoss…
- Los hombres como nosotros no tienen amigos, Richard- le interrumpió Wilson.
- Sí… no hace falta que lo juresss…
- Ordenaré a Wesley que te lleven a la cama inmediatamente, no estoy dispuesto a que sigas avergonzándome.
- ¿Esstoy casstigado papá?- siguió Richard entre risas- ¿Wessley va a darme unos azotess?
- Puedes ahorrarte esas pueriles provocaciones, no pienso discutir ahora contigo, y menos delante de los invitados- dijo Fisk clavando la mirada en la nuca de su hijo quien ni siquiera se había dignado a volverse para hablarle- Hablaremos mañana.
- Que fácil ssería todo si Wesley fuera tu hijo y no yo… ¿Eh?
- Sí- respondió Fisk frío como un témpano de hielo.
El aludido acudió inmediatamente a la llamada de su amo acompañado de dos fornidos trajeados que, sin apenas esfuerzo, agarraron discretamente a Richard de las solapas y lo acompañaron hacia sus aposentos. Wesley se acercó con cuidado a su empleador y le habló en voz baja.
- Señor, se requiere su presencia en el reservado.
- Iré inmediatamente Wesley- dijo Fisk tratando de que su ira no se infiltrase a través de sus palabras, si quiera un mero gesto, mientras volvía a saludar con la mano a uno de los invitados.
…
Wilson Fisk se introdujo a través de los ciclópeos portones de madera acompañado del siempre leal Wesley. El interior, oscuro como una cueva, apenas estaba iluminado por la amarillenta luz del exterior filtrada por los recovecos de dos entreabiertos cortinajes. La estancia, de estilo clásico y predominante presencia de maderas y tapices, estaba presidida por una gran mesa de caoba. Al fondo de la misma, un hombre con el rostro pálido como un cadáver fumaba en silencio, dando como único punto de luz artificial el intermitente chisporroteo de su cigarrillo.
- ¿Tiene lo que le he pedido?- dijo Fisk con tono autoritario, aún algo molesto por la escena con su hijo Richard. La música de la fiesta acompañaba como un sordo ronroneo a los escasos asistentes de aquella privada conversación.
- Bonita fiesta jefe- dijo el otro con su voz de cristal roto- Aunque la gente parece incluso más tiesa de lo que yo los dejo.
- No dispongo de mucho tiempo así que le conviene ser rápido.
- Directo al grano como siempre, sire… Por eso trabajo con usted- El hombre pálido lanzó un sobre marrón repleto de documentos sobre el centro de la mesa. Wesley se apresuró a retirarlo y entregárselo en mano a Wilson Fisk. El magante comenzó a ojear cada uno de los documentos, especialmente las fotografías, de uno en uno.
- ¿Es él?- preguntó Fisk mientras mostraba a su interlocutor una de las fotografías. En ella se podía ver de refilón a un atlético hombre enmascarado. Vestía un ajustado uniforme negro con una franja azul en el pecho y portaba en sus manos dos bastones de esgrima- Parece más joven de lo que imaginaba.
- No se deje engañar por las apariencias señor Fisk- dijo Wesley mientras con sumo cuidado apartaba una de las fotografías para tendérsela a su patrón. En esta instantánea, algo borrosa, podía apreciarse a un muchacho vestido de rojo en compañía de una imponente figura encapuchada- Pese a su juventud su experiencia como luchador contra el crimen es bastante considerable. Nuestras fuentes sospechan que durante años actuó como compañero del justiciero enmascarado conocido como “Batman”.
- Un niñato muy guapo- espetó sonriente el hombre pálido mientras daba una calada a su cigarrillo- No veo el momento de trabajar con esa carita de ángel.
- Esperemos que no sea necesario- dijo Fisk con evidente desdén- ¿Sigue actuando como compañero del encapuchado?
- No estamos seguros, desde luego se le ha visto actuar en solitario con mucha frecuencia. Su equipo es excelente, eso sí. Sea quien sea está bien financiado.
Bien- susurró Fisk asertivo- Haga los trámites necesarios para que el trabajo de esta noche se desarrolle tal y como ha sido planeado.
- Sí señor- respondió Wesley servil.
El rey y su consejero abandonaron la estancia en silencio, volviendo a la fiesta como si nada hubiese ocurrido. Wesley comenzó a trastear con su teléfono móvil, sin duda dedicándose con presteza a cumplir las órdenes recibidas. Fisk observó con la mirada perdida su roja copa de vino y, sin que nadie le oyese, dijo para sí mismo.
- No me gustan esos bastones…
…
Como correspondía en aquella época del año, hacía un frío infernal en Bludhaven. Frank “El Bocazas” Pazzi, trataba de calentar con su aliento sus manos agarrotadas. Echó un vistazo al resto de compañeros, siete de los tipos más duros que había visto jamás, y todos lo estaban pasando mal por culpa de aquel puñetero clima. Todos menos el hombre de su izquierda, Anatoli Kroshov, que sujetaba su AK entre las manos observando el horizonte, como una estatua griega. El único indicio de que era un ser vivo era el vaho que se filtraba, como la tinta de un calamar en el océano, por sus enormes fosas nasales.
- ¿Qué coño traerá el gordo tan importante como para tener a siete tíos armados hasta los dientes pelándose de frío a estas horas de la noche?- dijo el bocazas a su hierático compañero balcánico. Simplemente obtuvo una miradita de reojo como respuesta ¿Le entendía siquiera?- Quiero decir, no es que me queje con lo que paga- dijo mientras sujetaba el fusil entre sus bíceps para encender un cigarrillo- Pero tengo sangre italiana amigo, de la toscana. A los italianos se nos congelan los huevos con tanto frío ¿Sabes? Y eso no puede ser- siguió hablando dando un pequeño codazo de complicidad a su colega- Luego tengo que ir a ver a una amiga y tengo que estar en plenas facultades... si sabes a lo que me refiero ¿Te apuntas?
Anatoli volvió a mirar por el rabillo al italiano, sin cambiar el gesto ni un ápice.
- Venga tío, la noche es joven. Descargamos la mercancía del ballenato y nos vamos a tomar unas copas. Seguro que mi amiga conoce alguna chica hosca y silenciosa con la que puedas echarte una guerra de miradas.
- Esperro que para entonces no tengas huevos congelados- dijo el otro sin mudar la expresión- O tendrré que hacerr yo trabajo con las dos.
- Coooooño, pero si habla y todo. Trato hecho entonces- dijo “El Bocazas” entre risas.
Dos enormes camiones negros asomaron por la esquina del almacén custodiados por otros tantos coches blindados. Un total de cuatro hombres bajaron de los vehículos para sumarse a los ocho compañeros que esperaban a las puertas.
- Ya podemos ponernos a trabajar rápido- espetó uno de los nuevos frotándose las manos- Si paso más tiempo en este estercolero voy a entrar en puta depresión.
Dick Grayson DC Universe
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Tema: Re: Todos los Hombres del Rey (Wilson Fisk, Dick Grayson) [28-01-2019] 22nd Abril 2021, 00:45
Miré la fachada de aquel edificio como si estuviera mirando a una antigua novia con la que había roto. Sabía que podríamos volver a ser buenos amigos cuando dejáramos pasar un tiempo antes de volver a vernos, y que cuando pensara en ella, ya no me sentiría abatido ni rabioso, sino que la recordaría con cariño y un poco de nostalgia. Esa era la clase de sensación que me transmitía volver a trabajar en mi antigua comisaría de Blüdhaven.
El día que llegué, Amy Rohrbach se lanzó a mis brazos y expresó su alegría de volver a verme llamándome “novato”, como en los viejos tiempos. Había vuelto para empezar desde cero, y tuve que inventarme un par de excusas baratas para explicarle el porqué de mi año sabático, diciéndole que durante el día había estado cuidando de mi solitaria y enferma abuelita de Happy Harbor, mientras me ganaba el sueldo como repartidor de Pizza por las noches. Vale, quizás no fue eso lo que le dije, pero tampoco podía contarle la verdad, ni explicarle que había impedido el choque de universos mediante un aparato que había fabricado Batman antes de morir, ni que me había metido de lleno en una guerra civil atlante entre Aquaman y Namor, sin contar que había removido cielo, mar y tierra para encontrar al desaparecido de mi mejor amigo. Ah, y que casi había estado a punto de perder la cabeza después de que el payaso del crimen hubiera dejado paralítica a la mujer de mi vida.
Había sufrido demasiados altibajos emocionales estos últimos meses, y la gota que colmó el vaso fue lo ocurrido en Fearland. Así es cómo llamaban ahora a la última noche de Halloween. El día en que Jonathan Crane, alias Scarecrow, había decidido invadir Gotham usando la más letal de sus versiones del gas del miedo. Pero aquel capullo lo había pagado bien caro con su vida. ¿La buena noticia? Barbara había despertado, y Flash había regresado para salvar el día.
Wallace fucking West… mi mejor amigo. Había vuelto de entre los muertos tras dos años de incertidumbre. Resultó que había quedado atrapado en la Speed Force después de que Luthor la liara parda con aquella crisálida de energía en el Ártico. ¿Y Artemis? No podía ser más feliz con su pareja de regreso. Ya están preparando la boda para febrero, espero que al menos me dejen ser el padrino. Dudo que Sportsmaster se presente para la ocasión.
Todo parecía volver a colocarse adecuadamente en su sitio. El orden regresaba a Gotham bajo el mando de un nuevo Batman y la Cassandra Cain post-apocalíptica era más que capaz de ocuparse de las emergencias de la Batfamilia. Ya no me necesitaban allí, o al menos... ya no tanto. Iba siendo hora de que yo también pusiera un poco de orden en mi vida.
Hace ya casi dos meses que volví a Blüdhaven. No sólo había recuperado mi antiguo trabajo en el B.C.P.D., sino que además, había retomado mi vida como vigilante, a pesar de que todavía me atribuían la muerte de Blockbuster y me culpaban por haber permitido que cientos de personas murieran en el atentado del centro comercial. Y aunque mi doble vida no me dejaba descansar demasiado, tampoco podía perder de vista mis otras obligaciones como hijo del multimillonario CEO de Empresas Wayne, o como actual líder de la Young Justice. Estaba metido en demasiadas cosas, pero así era mi vida, llena de imprevistos, emociones y siestas de cuatro horas...
— Me voy a morir...— dije de pronto, frotándome los brazos para generar un poco de energía térmica. El Kevlar y las mallas ajustadas no eran el material más adecuado para soportar las altas temperaturas de una noche de invierno en el 'Haven.
Salté al vacío, apunté con la Wing-garra al saliente del edificio más cercano y fui balanceándome por la telaraña de la ciudad hasta aterrizar en el tejado de un bloque de edificios que quedaba muy cerca del lugar del chivatazo. Me sentía algo oxidado después de tantos meses fuera de “casa” y necesitaba mover el cuerpo. Al menos hacer un poco de ejercicio pateando traseros criminales para evitar que los músculos se me agarrotaran.
En cuanto tuve una buena vista del lugar en cuestión, saqué los prismáticos del guante y arrugué la nariz al ver tantos vehículos aparcados en frente de la construcción. Algo turbio se estaba cociendo en ese viejo almacén, y no era normal tener a doce brutos armados con fusiles de asalto soviéticos. Estaban demasiado bien equipados como para arriesgarme a entrar pegando patadas y puñetazos a diestro y siniestro. Primero tendría que reunir algo de información sobre su misión antes de pasar a la acción.
A medida que los criminales desfilaban al interior del edificio, aproveché para colarme por una solitaria ventana del techo abovedado que estaba parcialmente rota. Me deslicé con sigilo hasta colarme entre dos estanterías repletas de cajas, y activé la visión térmica de mi antifaz. No quería perder de vista a ninguno de los objetivos, así que esperé pacientemente a que los matones se disgregaran para intentar noquearlos uno por uno sin llamar demasiado la atención.
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Tema: Re: Todos los Hombres del Rey (Wilson Fisk, Dick Grayson) [28-01-2019] 22nd Abril 2021, 14:55
- ¡¡Joder!!- se quejó uno de los recién llegados mientras cargaba entre sus brazos una pesada caja de madera, andando lentamente, como si la gravedad en torno a su cuerpo se hubiese incrementado- Esta mierda pesa más que el puto martillo de Thor… ¿Qué coño hay dentro? ¿Un muerto?
- No sería la primera vez…- susurró sonriente el bocazas mientras encendía un nuevo cigarrillo.
- Oye… podrías arrimar el hombro un poco tú también- contestó molesto otro de los hombres mientras volvía al camión para cargar otra caja.
- Yo tengo que ahorrar fuerzas para después amigo, me espera una noche larga- contestó exhibiendo una larga hilera de dientes blancos- Además ¿Quién cuidaría de vosotros si vienen a tocarnos los cojones o si, Dios no lo quiera, apareciese alguno de esos capullos de las mallas?
- ¿Hay superhéroes en este estercolero?- preguntó algo angustiado el primero.
- Ahora hay superhéroes en todas partes, tío- contestó Pazzi tras una larga calada- Esta zona, por lo visto, la trabaja un imbécil que va en pijama azul. Se ve que era compañero de Batman o algo… así que mil ojos todo el mundo.
- ¿De… Ba…Ba...Batman?- volvió a preguntar el otro temblando como un conejillo, aunque no parecía que tuviese nada que ver con el frío- ¿Y… qué… qué hacemos si aparece ese tío?
Frank entornó los ojos y resopló ¿De dónde cojones había sacado Fisk a eso matados? Podía dar fe de la profesionalidad de gran parte de sus compañeros, pero no podría jurar nada sobre los nuevos. Se apagó en la suela la colilla y exhibió su fusil e al asustado hombrecillo.
- Pues para eso están estas, atontao… ¿O te crees que las llevamos de adorno? ¿Te piensas que van a venir a sacarnos fotos para el calendario de “Metralletas con Encanto” o algo? Si aparece algún mierda disfrazado le vaciamos el puto cargador y si uno no es suficiente le vaciamos otro.
Frank dejó al ratoncito con su tarea y dio una pequeña ronda por los alrededores del almacén para observar el entorno. Parecía que los hombres no le tenían el miedo que debieran, aunque tampoco es que eso le importase demasiado mientras hicieran el trabajo. De hecho, era una ventaja, siempre lo había sido. “Perro ladrador poco mordedor”, decía el refrán, algo bastante reduccionista en su opinión. Había perros que ladraban, mordían y si te enganchaban te dejaban bien jodido y Frank se consideraba uno de esos. Siempre le habían subestimado, lo que siempre había sido su mejor ventaja, incluso mientras estuvo de servicio con los NAVY SEALS. Joder, que contenta se había puesto su madre cuando ingresó en los SEALS. Muy mal futuro le vería la señora cuando la perspectiva de que un tipo moreno que hablaba raro le abriera un boquete entre las cejas a su retoño en un desierto alejado de la mano de Dios le parecía más halagüeña que las alternativas. Allí, un chavalillo espigado y charlatán parecía que pegaba poco, rodeado de aquel conjunto de maromos musculados a lo “Gladiadores en América”. Sí, siempre le subestimaban, porque era enjuto y hablaba… Hablaba y mucho, pero hay ocasiones en que quien habla lo hace porque no quiere que te centres en lo que hace mientras tanto. Era rápido, rápido y preciso. Y, por mucho que lo llamasen “El Bocazas”, mientras hacía su labor por la suya no entraba ni una mosca. Noventa abatidos, veinticinco de ellos a más de ochocientos metros, abalaban su trabajo.
El primer camión ya había sido prácticamente descargado cuando Anatoli Kroshov sintió un pequeño cosquilleo en la nuca. Anatoli Kroshov, alias “AK”, como lo llamaban sus amigos o como lo llamarían si los tuviese. De hecho, quienes lo llamaban así no le tenían en demasiada estima, aunque el nombre era, en cierto modo, apropiado. No solo eran sus iniciales, sino que hacía justicia a su destreza con el arma homónima. Es cierto, AK no tenía muchos amigos salvo, tal vez, Frank Pazzi “El Bocazas”. Si bien no habían hecho más que un puñado de trabajos juntos, debía admitir que aquel canijo le caía bien. Hablaba mucho y eso le gustaba. Aunque el austero balcánico no era demasiado locuaz, apreciaba que su compañero mediterráneo se sintiese libre de hacer bromas sin sentirse intimidado por su aspecto. Bromeaba, pero no insultaba. Alardeaba, pero respaldaba con actos sus palabras. Era un profesional y, sobre cualquier otra cosa, Frank Pazzi no le activaba aquella familiar punzada en la nuca que ya había comenzado a aguijonearle. Anatoli no se había hecho un nombre entre aquel océano de tiburones desahuciados por la “Perestroika” que eran las mil y un cabezas de la Bratva sólo por ser grande y duro. Ser grande y disparar bien no es suficiente. No, lo importante para mantenerse con vida en el negocio era saber cuándo van a disparar para poder hacerlo tú antes. Hay que tener un olfato muy fino para oler la mierda antes de que te llegue a la boca y esa… esa era la especialidad de Anatoli y la mierda, a lo que parecía, estaba empezando a oler bastante.
Kroshov se dio la vuelta para echar un pequeño vistazo al edificio mientras la hilera de hormiguitas trabajadoras desfilaba frente a él para descargar las cajas. Se introdujo en el edificio y comenzó a escrutarlo con la mirada. Era lóbrego y oscuro, con multitud de lugares donde un intruso podría esconderse sin ser visto. Le llamó especialmente la atención el estado de la bóveda del techo, gastado y parcialmente roto por el desuso, era el sitio perfecto para que alguien se colase. Sin embargo, tras su ronda, todo parecía en orden ¿Por qué seguía entonces tan inquieto? ¿Era simplemente un paranoico? Todos sus instintos de soldado se rebelaban contra la idea de dejar aquel asunto sin resolver. Anatoli salió del edificio y buscó a Frank con la mirada. No tardó en encontrarlo doblando una de las esquinas, tras lo que parecía una ronda de reconocimiento. Parecía que desde su posición todo seguía en orden, pero era mejor asegurar. Anatoli esperó pacientemente hasta cruzar miradas con el italiano y, cuando ambos se percataron de su presencia, hizo un gesto con la cabeza señalando el interior de la estancia.
Frank, pillándola al vuelo, hizo seña a tres de los hombres de su cuadrilla y esperó pacientemente a que se introdujesen en el edificio. Robert Mcallister, un gigantón pelirrojo con un poblado bigotón de “ángel del infierno” hizo ademán para entrar también, Frank lo paró con un gesto de la mano.
- Quédate aquí- le susurró - Si escuchas movida dentro ya sabes lo que hay que hacer.
Tras una palmada y un leve asentimiento los cinco compañeros de armas se introdujeron en el almacén, tratando de disimular naturalidad para no alarmar a los hombres ocupados en la descarga. Con un mil veces ensayado gesto militar, Frank dio orden a su tropa de que se dispersase e inspeccionase todo el emplazamiento. Anatoli, Frank y tres camaradas más se distribuyeron por el lugar buscando con mirada atenta y eficiente todos los recovecos del mismo.
Anatoli estaba especialmente inquieto. Él ya había inspeccionado todo personalmente y nada estaba fuera de lugar, pero por alguna extraña razón seguía sin encajarle. Era como la sensación que uno tiene al jugar a un pasatiempo de “siete diferencias” tras haber localizado seis de ellas. Miras el dibujo para ver qué falta, sabes que algo está fuera de lugar, pero no eres capaz de localizarlo. Tras unos instantes de escrutinio un tremendo golpe sobresaltó a todos los presentes. Anatoli, con reflejos de gato, dirigió el extremo de su arma contra el origen del ruido y descargó una pequeña ráfaga de tres tiros. Afortunadamente ninguno de los compañeros tuvo los reflejos o las agallas suficientes para seguir su ejemplo. En el medio del almacén, uno de los camaradas que descargaban las cajas se encontraba tirado en el suelo con las manos en la cabeza mientras que la mercancía yacía en el suelo. El recipiente había mantenido su integridad tras el golpe, pero los disparos de Anatoli habían abierto tres buenos boquetes. De estos agujeros comenzó a manar lentamente un polvillo blanquecino, ligeramente amarillento, que empezó a formar un montoncillo en el suelo.
- ¡¡Me cago en la puta!!- bramó Frank- ¿Qué coño ha sido eso?
- Se me ha escurrido la caja tío…- decía lastimero el hombre del suelo- Ya te he dicho que pesa un coj…
- ¡¡Vaya forma de tratar la mercancía capullo!!- siguió el italiano mientras miraba al suelo para, después, señalar a la caja rota- Esa mierda te la van a descontar a ti de la paga, que lo sepas… Mis chicos no van a cobrar menos porque tengas las putas manos de porcelana… Y ese ruido… Nos la estamos jugando.
Frank volvió a hacer un gesto de mano para dar orden a sus chicos de mantener la ronda.
La noche iba a ser, como Frank anticipó, larga.
¿Habría reaccionado Mcallister tras oír los disparos? Frank esperaba que no…
Si le hacían venir a “él” para nada, podrían tener muchos problemas.
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Tema: Re: Todos los Hombres del Rey (Wilson Fisk, Dick Grayson) [28-01-2019] 21st Mayo 2021, 01:01
Como una madre, la oscuridad me arropaba en aquella pequeña esquina entre muebles, cajas de madera y botellas de cristal vacías. Me había vuelto invisible, fundiéndome con las telas de las sombras que proyectaba la luna menguante del 'Haven. Como si estuviera leyendo un libro, fui capaz de ver el desplegado del edificio por completo desde mi posición. Oculto al resto de ojos de aquel almacén, las lentes térmicas me chivaban la posición exacta de mis enemigos. Algunos de ellos se habían empezado a mover, y los más cercanos al camión que acababa de llegar, empezaban a descargar una mercancía bastante pesada...
Como siempre, las charlas entre los matones eran una de mis partes favoritas de este trabajo. Que si el martillo de Thor, que si el imbécil del pijama azul, que si el calendario de Metralletas con Encanto… era la mar de entretenido escucharles. Sobre todo al charlatán con acento italiano. Tenía frases bastante ingeniosas, la verdad. Lástima que mi misión consistiera en silenciar a aquellos tipos por un par de horas.
Aproveché el momento en el que el tal “Frank” empezó su ronda por los alrededores del almacén, y salí de mi escondite en dirección al primer criminal despistado. Lo encontré tratando de colocar una de esas pesadas cajas de madera en su sitio. Estaba solo, pero si no le noqueaba rápido, el otro matón que venía por la derecha a diez pasos más atrás se daría cuenta de que algo no iba bien.
Me acerqué sigilosamente por detrás mientras el pobre hombre dejaba escapar un pequeño suspiro de alivio al ver lo bien colocada que había dejado la mercancía. Lo primero que hice fue taparle la boca con el guante derecho y lo segundo fue golpearle en el cuello de forma precisa con la mano izquierda. En cuanto noté su peso muerto contra mi pecho, lo arrastré hasta el interior de una de las rejillas de ventilación. Esperé allí abajo también, agachado, listo para saltar encima del siguiente tipo que llegara con una caja. Fue entonces cuando otro de los matones, uno con cara de eslavo que parecía haberse metido una escoba por el culo, empezó a pasearse por el interior del almacén. Con su mirada helada escudriño todas las sombras, esperando a que algo sucediera... pero no le di el gusto.
Respiré aliviado en cuanto el ruso se dio media vuelta. No perdí el tiempo y salí de la rejilla hasta noquear al siguiente matón sin que nadie se percatara de mi presencia. Aquel chaval era más joven, no parecía ser del mismo grupo que llevaba un buen rato vigilando el almacén antes de que el camión llegara. Escondí el cuerpo entre dos estanterías y busqué más señales térmicas próximas a mi posición. Se me estaban acabando los escondrijos creativos, así que esperaba que para cuando alguien se diera cuenta de lo que estaba sucediendo, al menos me hubiera librado de la mitad de los hombres.
No tuve tanta suerte. La máscara de Nightwing me avisó de que tres de los traficantes que estaban rondando afuera habían decidido entrar para inspeccionar que todo funcionara, y que la carga y la descarga de la mercancía se hiciera de la manera prevista. ¿Cómo eran tan perspicaces estos tipos? Quiero decir, a primera vista no parecían demasiado profesionales. Hubiera jurado que por sus maneras de hacer tan torpes, como la del pobre chaval que se había puesto a temblar con solo mencionar a Batman, eran mínimo matones del Pingüino.
Alcé la mirada en dirección a la entrada del destartalado edificio y me fijé en los gestos de las tres masas rojas y amarillas de mi visión térmica. A esas tres se les sumaron el italiano y el ruso. Maldita sea... si entraban tantos a la vez tendría menos posibilidades de seguir oculto. No me lo pensé dos veces y decidí salir del interior del almacén y cambiar de objetivos.
Me escabullí por una de las ventanas de cristal del techo que quedaba completamente a oscuras gracias a que una de las farolas de la calle estaba rota y su luz titilaba. Salí por el tejado usando la Wing-garra y me deslicé por el muro de piedra hasta caer encima de otro tipo que andaba patrullando por la parte oeste del edificio. La gravedad hizo su tarea, y el matón se dio de morros contra el suelo gracias a mis 80 kilos de masa muscular. Uno menos del que preocuparme…
El corazón se me detuvo de pronto, tras escuchar los tres tiros venidos de la nada. Por un momento pensé que habían descubierto mi posición, pero por suerte no fue así. La descarga provenía del interior del almacén, así que me acerqué a una de las ventanas más bajas y busqué el origen del disparo. Los matones se estaban peleando entre ellos, al parecer haber sido todo un malentendido. Mis ojos se fijaron en la leve rastro de humo que flotaba por encima de un a de las cajas, que ahora había quedado agujereada. Por el pequeño orificio de bala, empezó a brotar un polvo blanquecino y arenoso que pringó el suelo empedrado del almacén. ¿Droga? Probablemente. Pero ya tendría tiempo de analizar la mercancía más tarde...
Me quedaban nueve traficantes activos. Cinco dentro y cuatro fuera, dos de los cuales estaban transportando las cajas de arriba para abajo, y los otros dos vigilando por los alrededores. Esperé a que dos de los que estaban descargando regresaran juntos para recoger más droga, así que me deslicé por debajo del camión y esperé pacientemente a que llegaran. La máscara me avisó cuando el primero de los matones que vigilaban el perímetro nos dio la espalda. El segundo acababa de girar por una esquina, así que era el momento perfecto para actuar. Gateé por el asfalto con sigilo hasta salir por uno de los laterales del camión, concretamente el que quedaba en dirección opuesta al edificio. Los dos matones estaban distraídos bromeando entre ellos, así que fue fácil acercarme por detrás y golpear sus cabezas, una contra la otra, al unísono. Subí al interior del camión arrastrando sus cuerpos inconscientes para esconderlos, y coloqué una mina de proximidad en el lateral de una de las puertas traseras del vehículo. Así, cuando se acercara alguien a comprobar el camión, se iba a llevar una pequeña sorpresita...
Ya sólo me quedan siete tipos. Creo que me las puedo arreglar.
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Tema: Re: Todos los Hombres del Rey (Wilson Fisk, Dick Grayson) [28-01-2019] 30th Mayo 2021, 02:35
Robert Mcallister estaba reventado. El viaje desde Nueva York hasta Bludhaven le había sentado como una auténtica patada en las pelotas. Frank había insistido en conducir y, en vez de hacerlo por la autopista (suponía que la evitaba por órdenes del jefe) habían ido por la carretera con más curvas que había tenido la desgracia de transitar. Robert odiaba los trayectos largos y, por encima de todo, las curvas. Para una persona que se mareaba con facilidad aquel recorrido había sido un auténtico parque temático de horror. Robert no sabía quién había diseñado aquella carretera, pero si tuviera que apostar se dejaría todos los ahorros a que la había dibujado un niño borracho. Por otra parte, Frank les había aturullado la cabeza con un pincho repleto de los berridos de no se sabe qué grupo finlandés. Suponía que lo había hecho por complacerle a él y Robert tenía que mantener su fachada de rudo motero revienta-bares. Mientras vigilaba el exterior, siempre con el oído fijo en el almacén, pensaba en las ganas que tenía de finiquitar aquel trabajo. Había rechazado la invitación de Frank a salir después de la faena con la excusa de una noche de desenfreno en un garito de Hell´s Kitchen. De nuevo, había que mantener el personaje. No podía decirle a sus compañeros de armas que su única ilusión para aquella noche era llegar a casa, quitarse las botas, poner los pies a remojo y ver un par de episodios del “Cuento de la Criada” antes de quedar frito.
Mientras Robert ansiaba el reposo del guerrero, se dio cuenta de que mataría por un puñetero cigarrillo. Se echó la mano izquierda al bolsillo de la chaqueta solo para constatar que no le quedaba ni uno en el paquete. Buscó con la mirada a Dave, otro de los compañeros que hacían guardia en el exterior y, al no encontrarlo, decidió dar una voz. No podía moverse de la puerta.
- ¡¡Dave!! ¡¡Ven aquí cagando hostias jodido irlandés lechoso!!- Robert también tenía ascendencia irlandesa, así que se podía permitir la broma. Y si no la tuviera lo habría hecho igualmente. Pasaron unos segundos, pero Robert no obtuvo más que silencio como respuesta- ¿Dónde te has metido pedazo de capullo? ¿Ya estás por ahí meneándotela?- a Robert, en realidad, no le gustaban esas bromas tan soeces pero, de nuevo, había que mantener el personaje. En un trabajo como aquél se maldecía y punto.
El silencio de Dave estaba comenzando a resultar sospechoso pero, de nuevo, le habían ordenado que se quedase vigilando junto a la puerta. Fue entonces cuando escuchó la ráfaga de disparos y los gritos en el interior del almacén ¿Acaso había algún problema? ¿Qué era lo que le había dicho Frank? Sí, “que ya sabía lo que había que hacer” si escuchaba movida dentro. Dave se apresuró a introducirse de nuevo la mano en el bolsillo y, un tanto nervioso, extrajo un pequeño teléfono móvil de tapita. Prepago, arcaico, perfecto. Aquello era una auténtica mierda, la cabeza le dolía como si la hubiesen usado para jugar la final de la Super Bowl y lo que menos le apetecía en aquel momento era tener jarana. Y mucho menos le apetecía tener una conversación con… ese ser. Sin pensarlo demasiado, abrió la tapa y marcó el número.
- ¿Sí? Si tío, parece que estamos teniendo algunos problemas. No lo sé muy bien pero he escuchado disparos dentro… Sí, una auténtica mierda ¿Viene para aquí? Agh… vale, vale. Le esperamos.
Un escalofrío recorrió la columna de Robert. No sólo habían sido los disparos. El flujo de cajas se había detenido desde hacía un buen rato y, a lo que parecía, Dave seguía sin escucharle. Por el momento había cumplido con su obligación. Vigiló la puerta y siguió el protocolo cuando escuchó problemas. Si quería que aquello se resolviese pronto era mejor investigar la razón de aquella misteriosa desaparición. Encaró el camión de descarga a paso lento, con el arma bien firme y atento a todo movimiento. Trató de ignorar el dolor de cabeza, mejor era eso que la posibilidad de que se la volasen.
“Tenía que haberme traído una aspirina”
La migraña fue, sin embargo, el menor de los problemas de Robert o, al menos, esta quedó enmascarada por la repentina oleada de dolor que sintió cuando la mina de proximidad explotó cuando se acercó lo bastante a la zona de peligro. Lo último que sintió antes de caer inconsciente fue como sus tímpanos reventaban. Sin duda, cuando despertase el dolor de cabeza sería muchísimo peor.
- ¿QUÉ COJONES?- se oyó bramar en el interior del almacén. Frank, Anatoli y el resto de compañeros no tardaron en salir, arma en ristre, para buscar el origen de tan repentina explosión. Con Frank al frente, los cinco mercenarios se desplegaron en forma de triángulo cubriendo cada uno al hombre que tenían delante. El hallazgo del cuerpo inconsciente de Robert no hizo más que alarmar al equipo, pero gracias al frío liderazgo de Frank fueron capaces de mantener la calma.
Aunque fuese un fastidio, Frank esperaba que Robert hubiese hecho la llamada.
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Tema: Re: Todos los Hombres del Rey (Wilson Fisk, Dick Grayson) [28-01-2019] 17th Junio 2021, 01:18
Se acercaba el momento de la acción de verdad, la que me gustaba a mi. Plagada de disparos, saltos, acrobacias y muuucha adrenalina. Como buen pupilo de Batman, me había anticipado a las reacciones de los matones, y cuando escucharon explotar la mina de proximidad, yo ya había vuelto a deslizarme por una de las ventanas rotas del almacén para aprovecharme del cobijo que me ofrecían las sombras de la noche.
Avancé silenciosamente y en cuclillas por uno de los estrechos pasillos, ocultándome entre las cajas y la mercancía que sobresalía de sus estantes y que me proporcionaban una mejor cobertura. Los traficantes, algo bastante más alterados que antes, se habían cubierto los unos a los otros en una formación de triángulo. Si atacaba a uno de ellos, lo más probable es que el resto me vería venir. Pero también tendrían mucho más difícil el hecho de acertar con sus rifles si trataba de escabullirme por los puntos muertos de las estanterías.
Esperé el momento perfecto, y cuando tuve a tiro al primer delincuente, le lancé un Wing-ding, que rápidamente rebotó en su cabeza y lo dejó mareado al instante, cayendo al suelo desplomado. La respuesta a ese ataque fue una ráfaga de balas de 7 milímetros de calibre. Rodé por mi derecha hasta el siguiente pasillo, donde me encaré de frente con otro matón. Esta vez le lancé la Wing-garra hasta atrapar su AK-47 de pleno antes de que me disparara. Tiré de él, ya que por suerte el hombre se había aferrado a su arma como si en ello le fuera la vida. Y cuando lo tuve a menos de un metro de distancia, le golpeé en la cara tan fuerte con una de mis patadas, que salió disparado hasta estrellarse contra uno de los estantes de los laterales y provocó un derrumbamiento de todo tipo de cacharros, haciendo un ruido infernal.
— Sorry not sorry — bromeé, mientras volvía a realizar una acrobacia hacia atrás para después esconderme en el interior de una de las rejillas de ventilación justo antes de que volvieran los disparos. Un par de balas pasaron demasiado cerca de mi deltoides, pero por suerte, tan solo me hicieron un pequeño rasguño, rasgándome el Kevlar. Nada de lo que preocuparse.
Gateé por el interior de la rejilla hasta que me topé con el criminal que había noqueado al principio, y le pedí disculpas con un susurro casi inaudible mientras pasaba por encima de él y salía por el lado izquierdo del almacén. Ya sólo quedaban tres hombres en pie, así ya podía dejarme de evasiones y pasar a una acción más directa. No sin antes asegurarme la estrategia. Aproveché el breve momento de soledad que me brindaba el conducto de ventilación para quitarle la anilla a una de las bombas de humo y lanzarla rodando cerca de los pies de una de mis victimas. El almacén empezó a nublarse con una niebla densa y blanca que me cubrió a la hora de salir de mi escondite.
Aceché por detrás a mi siguiente víctima, que se sacudía como un cubito de hielo mientras sostenía entre sus temblorosas manos la AK-47. Entonces me di cuenta, en la oscuridad del estrecho y destartalado pasillo, que aquel matón era un crío. No debía tener más de veinte años, con esos brazos flacuchos y esas piernas tan enclenques. Pensé en lo peor, en un chico joven de origen humilde, probablemente el mayor de todos sus hermanos. Una familia a la que tenía que cuidar, y por la que necesitaba ganar dinero fácil si quería sobrevivir a la crudeza de esta ciudad que a veces no era tan diferente al infierno. Apreté la mandíbula y sentí la impotencia arañar mis venas y apoderarse de mis pensamientos. Aquellos valiosos segundos en los que me detuve a pensar, decidiendo si noquearle o no, podrían haberme costado la vida en otras circunstancias. Pero quería pensar que aquel chico lo merecía.
— Este no es lugar para ti, chaval— le dije a sus espaldas, y el muchacho se sobresaltó y dejó escapar una ráfaga de balas apuntando a ninguna parte. Le arranqué el rifle de las manos y le pegué un empujón en dirección a la salida del almacén con una sola advertencia.— ¡Coge el dinero que hay en el camión y lárgate de aquí!
El chico estaba tan asustado que corrió con todas sus fuerzas hasta la entrada principal y luego ya lo perdí de vista. Con el humo todavía a mis pies, salí de entre las sombras desenvainando los eskrima sticks, que iluminaron mi uniforme de Kevlar en unas chispas eléctricas de vibrante azul cobalto, el mismo color con el que lucía orgulloso el pájaro de mi pecho.
— Bueno, chicos... ¿Quién de los dos quiere ser el siguiente?
Me había dejado para el final a la crème de la crème. El italiano y el ruso. Los dos huesos más duros de roer de aquella panda de matones de poca monta.
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Tema: Re: Todos los Hombres del Rey (Wilson Fisk, Dick Grayson) [28-01-2019] 19th Junio 2021, 01:49
— Bueno, chicos... ¿Quién de los dos quiere ser el siguiente?- Dijo una voz tras Frank y Anatoli.
Los dos camaradas saltaron como gatos, apuntando con sus armas la iluminada figura del justiciero enmascarado conocido como Nightwing. Anatoli estaba visiblemente tenso, mas no nervioso, se trataba del estado de excitación y alerta previo al combate. Con su dedo derecho firmemente clavado en el gatillo esperaba el momento oportuno para disparar. Frank también apuntaba al justiciero con su arma, aunque su talante era bastante más relajado. Tenía buenos reflejos, pero lo suyo era la espera calmada y paciente del francotirador. Con un gesto de la mano indicó a Anatoli que no abriese fuego. Aunque pudiera parecer lo contrario, todo estaba controlado. La luz de los bastones, sumada al espléndido físico de su oponente, le daba un aspecto imponente y autoritario. La voz, por otro lado, sin restarle un ápice de autoridad, era propia de un hombre joven.
- Buenas noches, chaval- dijo Frank divertido- Nos habían hablado de ti, pero no imaginaba que fueses tan joven. Aunque por la paliza que le has dado al resto de mis chicos, debes llevar un buen tiempo en este negocio- Frank bajó lentamente la metralleta, tratando de indicar con su lenguaje corporal que no era una amenaza. Anatoli mantenía bien alta la guardia y no cesaba de apuntar a Nightwing. A Frank le parecía bien. Siguió bajando el arma, sumiso, hasta que pudo sostenerla con una sola mano, paralela a sus piernas. Acto seguido, metió la mano en el bolsillo- No te alteres, no trato de engañarte. Solo me voy a fumar un cigarro. Te ofrecería uno, pero no creo que los superhéroes seáis muy de fumar- Frank sostuvo el cigarrillo con la boca mientras, con la mano libre, extraía un encendedor para darse fuego. Acto seguido señaló a Anatoli con el dedo- Este espléndido ejemplar de la vieja Yugoslavia es…
- Yugosslavia no existe dessde hase mucho- replicó Anatoli sin apartar la vista del objetivo.
- Por eso he dicho “vieja” Yugoslavia- aclaró Frank para continuar con su discurso- En fin… Este espléndido ejemplar serbio…
- No soy serrrbio- le volvió a cortar.
- Me lo había parecido… Ya sabes, por el acento.
- ¿Qué coño vas a saberrr tú de cómo es el assento serbio?- siguió Anatoli evidentemente molesto.
- Vale, vale… ¿Y de dónde eres?
- Soy essloveno.
- Hacen buena mermelada ahí… Y hay muy bonitos valles.
- Ni puta idea de dónde está Essslovenia ¿Verdat?
- Pero ni la más remota- contestó Frank sonriendo- ¿Van a ser frecuentes estas interrupciones? Bien, pues como iba diciendo, este espléndido ejemplar ESLOVENO- giró exageradamente la cara hacia la posición de su compañero- Es Anatoli Kroshov, y además de un gran orgullo por su patria tiene muy mala leche y muy buena puntería. Te recomiendo que no hagas ningún movimiento brusco. Yo he bajado mi arma, como puedes ver, en signo de buena voluntad. Él va a seguir apuntándote, por si las moscas, pero no te lo tomes como algo personal. Al fin y al cabo es…- Frank escuchó el lejano sonido de las sirenas, acercándose al lugar paulatinamente- Bueno, ahora ya da igual.
En unos pocos segundos, un par de coches patrulla se plantó tras ellos. Tres agentes uniformados salieron rápidamente de los automóviles y, sin ninguna resistencia, se colocaron tras los dos matones, apuntando con sus armas reglamentarias tanto a los ellos como a Nightwing.
- ¡¡Policía de Bludhaven!! ¡¡Dejen las armas en el suelo y pongan las manos sobre la cabeza!!- exclamó uno de ellos.
- Sin problema agente- dijo Frank con parsimonia, dejando su fusil en el suelo e indicando a Anatoli que hiciera lo mismo.
Acto seguido, un tercer coche patrulla arribó a la zona, pero no fueron únicamente policías lo que bajaron de él. Junto a un alto hombre negro de gabardina, probablemente un detective, una miríada de trajeados comenzó a salir del vehículo como si se tratase del coche de un payaso. Liderándolos, un hombre de mediana edad, alto y espigado. Llevaba unas pequeñas gafas redondas de montura dorada y el negro cabello (ligeramente cano) repeinado hacia atrás con brillantina. Su pose rígida hacía parecer que tuviese la columna de aluminio.
-Y ahí está él- resopló Frank- Como odio a estos tipos…
- ¿Qué significa esto?- preguntó extrañado uno de los uniformados que primero habían llegado al lugar.
- Créame agente- se apresuró el detective- Le conviene escuchar lo que tienen que decir.
- Vermin Blackheart- dijo el líder de los trajeados mientras extendía una tarjeta- Director del equipo legal del señor Wilson Fisk.
- Y eso debería importarme porque…
- Estos hombres son miembros del equipo de seguridad privada de Industrias Fisk- el abogado hizo señal a uno de sus secuaces que extrajo rápidamente una repleta carpeta marrón de su maletín- Comprobará que todos ellos forman parte de la plantilla de la empresa como agentes de seguridad externa y que cuentan el debido permiso de armas.
- Eso… son fusiles de asalto…
- Armas que, si estudia bien la documentación, verá han sido adquiridas de forma completamente legal. Todos ellos cuentan, además, con la preparación y la habilitación legal para el uso de dicho tipo de armamento.
- ¿Y qué demonios hacen de madrugada descargando… sabe Dios qué mercancía?- preguntó incrédulo el uniformado.
- El valor de la carga del señor Fisk es muy elevado, agente- siguió el abogado que, a lo que parecía, tenía respuesta para todo- Mi cliente ya ha sido objeto de asaltos y ataques en el pasado, y no podía arriesgarse a transportar su mercancía por las rutas habituales y a plena luz del día. Como podrá comprobar, el descarado ataque de ese hombre enmascarado- dijo señalando a Nightwing- no ha hecho más que confirmar los miedos de mi cliente.
- ¿Y qué coño están descargando a estas horas? Todo esto es muy…
- Garam masala- le cortó rápidamente el abogado- una mezcla de especias muy apreciada en cocina y fundamental en la gastronomía india- otro de sus acólitos se apresuró a extender una nueva carpeta al agente- Aquí está la declaración de la carga si quiere comprobarlo y, si quieren, son libres de examinar la carga. Por tanto, exigimos que permita a estos hombres irse inmediatamente para recibir la debida atención médica y que detenga al justiciero conocido como Nightwing por los delitos de agresión, asalto y daños. En caso contrario, nos veremos obligados a interponer una demanda contra el departamento de policía de Bludhaven por negligencia.
Frank, sonriente, observaba a Nightwing desde el suelo. Odiaba a los abogados, especialmente a ese pero, debía reconocer que había sido un movimiento más que interesante.
- Chaval- le susurró al justiciero- Me parece que te la han jugado pero bien.
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Tema: Re: Todos los Hombres del Rey (Wilson Fisk, Dick Grayson) [28-01-2019] 31st Julio 2021, 22:30
El italiano y el ruso parecían más dispuestos a hablar que a disparar. Eso me gustaba, pero por muy buenos reflejos que tuviera, no podía bajar la guardia teniendo en cuenta que ambos matones seguían apuntándome con sus AK47.
—Nos habían hablado de ti, pero no imaginaba que fueses tan joven. Aunque por la paliza que le has dado al resto de mis chicos, debes llevar un buen tiempo en este negocio.
—El suficiente como para saber que no estáis tramando nada bueno...— respondí al educado saludo, a pesar de que mi cuerpo seguía alerta. Frank bajó el arma, dejando sus manos libres para fumar un cigarro mientras me presentaba a su compañero de armas, que, tras una absurda discusión, terminó catalogado como esloveno.
Alcé una ceja ante el ridículo parloteo entre ambos matones y empecé a preguntarme a qué venía tanta cháchara después del circo que habían montado a esas horas de la noche. ¿Qué pretendían conseguir dándome conversación? ¿Pensaban que no podría con ellos ahora que se habían quedado solos contra el enmascarado? Estaban ganando tiempo por alguna razón que desconocía...
Pero el sonido de las sirenas relajó mis músculos en tensión y me robaron una sonrisa de victoria. En menos de dos minutos, los coches de policía aparcaron en las puertas del almacén abandonado, y los agentes salieron de su interior apuntando con sus pistolas a todos los presentes y obligando a los matones a bajar las armas. Sea lo que fuere que estuvieran haciendo… a Frank y a Anatoli se les había acabado la suerte.
—Llegan a tiempo, agentes. He pillado a estos tipos con las manos en la masa...—dije cruzándome de brazos mientras mis gestos remarcaban una total confianza en mí mismo. Ya había realizado mi “buena acción” de la noche, y ahora todo quedaría en manos de la policía de Blüdhaven, permitiéndome así seguir patrullando por la ciudad un rato más antes del amanecer.
Pero antes de que pudiera volver a mis asuntos, apareció un tercer coche repleto de hombres trajeados y con aspecto importante, que presentaron un montón de papeleo en defensa de… aquellos dos tipos y una supuesta mercancía de especias indias...
Vale… esto si que no me lo esperaba.
No podía creer lo que estaban escuchando mis oídos. Mi cara debió de ser un poema, porqué me sentía igual de perplejo que el policía que estaba interrogando a los recién llegados. Nada en su discurso me encajaba teniendo en cuenta los movimientos tan sospechosos de los “supuestos” agentes de seguridad de Industrias Fisk. Y sus excusas frente a la propiedad de armas tan peligrosas, y la misteriosa transacción de una mercancía a esas horas de la madrugada… parecían... demasiado convenientes.
Cuando el hombre que se había metido un palo de escoba por el culo amenazó con demandar a la pasma si no me detenían, di un paso atrás, en dirección al interior del oscuro almacén. Lo último que vislumbré antes de ser devorado por las sombras fue la sonrisa burlona del italiano.
—Chaval... Me parece que te la han jugado pero bien.
Vamos, no me jodas. No sólo había quedado como un panoli delante de la poli, sino que además había cometido un error garrafal de principiante total.
Mientras perdía de vista a mis perseguidores, me llevé un puñado del polvo especiado para analizarlo en el laboratorio, aprovechando que una de las cajas se había dañado durante la riña de los matones.
Me sentí como un completo idiota, y recé para que Bruce jamás se enterara de que había metido la pata hasta el fondo aquella noche. Llevaba demasiado tiempo lejos de la oscura y corrupta ciudad portuaria. Sus habitantes todavía no habían olvidado mi fracaso como héroe durante los últimos atentados que dejaron a la ciudad en ruinas… y ya solo me faltaba esto.
— ¿No te estarás oxidando, Grayson? — me dije a mi mismo con la intención de detener un poco el nerviosismo que carcomía mis entrañas. — ¿Qué te parece? Acabas de volver y ya has empezado con mal pie… —chasqueé los dientes en un irritante sonido digno de la aprobación de Damian Wayne, y aterricé con brusquedad en uno de los tejados de los edificios más altos del ‘Haven. — ¡Serás idiota! ¡Menudo error de novato!
Pero no era sólo un error mío ¿verdad? Frank había dicho que me habían tomado el pelo, y todos los elementos parecían jugar a mi favor antes de que aquellos tipos trajeados aparecieran de la nada. Estaba claro. Había sido una trampa. Pondría la mano en el fuego... pero eso no quitaba el hecho de que me había confiado. Si hubiese analizado la mercancía para asegurarme que el chivatazo había sido fiable…
El chivatazo.
Estreché mis ojos y realicé una llamada desde el comunicador de la Batfamilia. Una aterciopelada voz familiar me respondió al otro lado. Oráculo habló con un tono sereno a pesar de que era ya muy tarde, y no quise imaginarme la de cafés que llevaba metidos en vena para aguantar esas horas.
—Hola pelirroja. Hoy he tenido una mala noche, si… ¿Podrías hacerme un favor? Vamos, ya sabes que no puedes resistirte a un poco de información jugosa... — bromeé después de escuchar el comentario sarcástico que Barbara me dedicó al otro lado del comunicador— Esta bien, esta bien. Escucha... Necesito que me cuentes todo lo que sepas de un tal… Wilson Fisk.
Llevaba demasiado tiempo fuera de la ciudad, y necesitaba estudiar a fondo todos esos nombres nuevos. Ni siquiera había oído hablar de Industrias Fisk hasta la fecha, y es que la colisión de los mundos había traído consigo tantas cosas, tanto buenas como malas, que era imposible conocerlas todas a fondo.
Nuestra conversación fue breve, y tan pronto como acabó, me lancé al vacío de las calmadas calles del ‘Haven en busca del mercenario que me había chivado la transacción de aquella noche. No tardé mucho en encontrarle vagabundeando por las calles después de haberse tomado un par de copas en el bar de la esquina. Cuando cruzó un callejón a oscuras, salí de entre las sombras para arrastrarle con brusquedad hasta la pared del fondo y asestarle un buen puñetazo en la cara que casi hizo tambalearse. Le agarré por el cuello de la camiseta y le alcé hasta que nuestros rostros se encontraron a un palmo de distancia. El hombre gritó aterrado al notar la ira del hijo del murciélago.
—No eran hombres del Pingüino… ni tampoco había droga en esa mercancía… — pegué otro puñetazo, esta vez golpeé con fuerza el trozo de pared de ladrillos que quedaba a la izquierda del matón, donde apoyaba de cerca la cabeza. Sus piernas temblaron al mismo tiempo que dejaba escapar un pequeño grito de cobardía.—¿Quién te ha dado el soplo? ¡Esta vez dime la verdad o te juro que te dejaré el cráneo pegado a la pared de un puñetazo!
Era la primera vez que estaba de tan mal humor como para imitar los interrogatorios crudos de mi maestro. Y es que la frustración que sentía en aquellos momentos me estaba llevando por caminos muy poco ortodoxos.
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Tema: Re: Todos los Hombres del Rey (Wilson Fisk, Dick Grayson) [28-01-2019] 7th Agosto 2021, 01:28
No todos los hombres que se bajaron del tercer coche patrulla iban trajeados; uno llevaba un discreto atuendo de color negro que invitaba a pasar desapercibido: pantalones, zapatos, guantes y camiseta ajustada de cuello vuelto que realzaba la musculatura de un cuerpo entrenado. El hombre se bajó el último, dejando que la miríada de abogados ocuparan toda la atención de los allí presentes. Lo hizo en silencio, de manera tranquila y pausada salvo por las monedas de cuarto que danzaban con virtuosismo entre sus nudillos. En la cabeza llevaba una gorra de los Saints de Nueva Orléans que dejaba su rostro en sombras y se cubría con una anodina gabardina de las que se encuentran en cualquier tienda.
- ¿Qué significa esto?
- Créame agente. Le conviene escuchar lo que tienen que decir.
Mientras Vermin comenzaba su estudiada perorata, el hombre de la gorra negra se distrajo como quien no quería la cosa en dirección al interior del almacén, recorriendo los pasillos y observando calmadamente los resultados de la batalla. Para cualquiera que mirara en su dirección no sería más que un espectador casual, un empleado curioso, quizá un miembro del personal de seguridad que acompañaba a los abogados de Wilson Fisk asegurándose de que no había más amenazas, o un compañero del detective que inspeccionaba la zona en busca de pruebas, pero nadie habría podido sospechar sus verdaderas intenciones.
- ¿Y qué coño están descargando a estas horas? Todo esto es muy…
La voz del policía le llegó desde la lejanía. Parecía escéptico, pero no le preocupaba. Vermin conocía bien su papel y el plan había sido trazado a la perfección. Nada podía salir mal. Además, él tenía otras cosas de las que ocuparse. Un encargo muy diferente...
Bingo... Justo allí, junto al cuerpo inconsciente de uno de los abatidos por el justiciero, precisamente lo que estaba buscando... Sus dedos enguantados recogieron del suelo un pequeño artilugio plateado y lo alzó hasta la altura de los ojos para observarlo bien mientras una malévola sonrisa se dibujaba en sus labios. Incorporándose con los mismos movimientos lentos y comedidos que le ayudarían a no destacar, se volvió a incorporar, asegurando la herramienta en una trebilla que tenía diseñada para tal efecto en la parte trasera del cinturón, cubriéndolo a continuación con la camiseta y la gabardina antes de volver caminando reposadamente junto a los demás, asegurándose de que la visera de la gorra cubría su rostro por completo y permaneciendo en un segundo plano detrás de toda la marabunta de abogados de Fisk que exigían la cabeza del vigilante de Blüdhaven.
Nightwing hizo lo único que podía hacer en aquella situación: desaparecer. Los abogados de Fisk insistieron en seguir a la policía hasta la comisaría para interponer la denuncia, mientras Frank se quedaba para llamar una ambulancia que recogiera a los heridos. El hombre de negro aprovechó la confusión reinante para seguir los pasos del vigilante y desaparecer también, como si nunca hubiera estado allí.
Silbando una melancólica canción de Billie Holiday con las manos en los bolsillos paseó por las calles disfrutando de la brisa nocturna como si fuera un transeúnte más, sin que ninguna de las personas con las que se cruzaba le mirara dos veces. Pasó por delante de un bar sobre cuya puerta aparecía escrito en grandes letras blancas: "Luigi's sport bar", y de reojo avistó un edificio desde el que podía cubrir toda la acera. Dirigiéndose a la parte trasera del bloque, amparado en las sombras de un callejón, sacó una pistola de gancho del cinturón y disparó hacia la azotea, trepando con agilidad hacia lo alto de la terraza ayudándose con la retracción del cable hasta saltar por encima del antepecho.
Una vez allí, buscó el lugar desde donde podía vigilar mejor la calle y sacó del bolsillo interior de su gabardina unos prismáticos de visión nocturna mientras sacaba el objeto plateado que había extraído de la escena de la batalla en el almacén, jugueteando con él entre sus dedos sin dejar de tararear para sí la letra de la canción:
Summertime and the livin' is easy Fish are jumpin' and the cotton is fine
Vio salir al hombre al que estaba buscando del Luigi's y le siguió con los prismáticos hasta que cruzó un callejón a oscuras, momento en el que fue arrastrado al interior por una mano enguantada.
Oh, your Daddy's rich and your ma is good lookin' So hush little baby, don't you cry
El hombre volvió a guardar los prismáticos en el interior de la gabardina, y, sacando un teléfono móvil imposible de rastrear, marcó el número de la comisaría local.
- Sí... disculpe... Quería reportar un asesinato... Sí... En la 5º con la 6º avenida, en la acera del Luigi's... Nightwing acaba de matar a un hombre a sangre fría...
Se desharía de aquél teléfono más tarde. Por el momento, volvió a sacar la pistola de gancho y, apuntando al edificio más próximo a donde Nightwing había arrastrado al soplón, se dejó abrazar por el gélido aire nocturno, sobrevolando los cielos de la ciudad hasta llegar a la siguiente terraza, desde donde tenía visual de lo que estaba sucediendo.
One of these mornings You're goin' to rise up singing Then you'll spread your wings
El objeto plateado destelló bajo la luna cuando lo arrojó.
And you'll take the sky...
¡Chak!
Con un sonido enfermizo, uno de los extremos afilados del pájaro se incrustó en el centro justo de la frente del soplón antes de que acertara a pronunciar el menor sonido, salpicando el rostro de Nightwing de sangre, y el hombre de la azotea había desaparecido incluso antes. A lo lejos, se escuchaban ya las sirenas de la policía acercándose a toda velocidad...
- Diana -sonrió el hombre desde la distancia.
Uno de los más leales hombres del rey.
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Ficha de Personaje Alias: Nightwing Nombre real: Richard John Grayson Universo: DC Universe
Tema: Re: Todos los Hombres del Rey (Wilson Fisk, Dick Grayson) [28-01-2019] 14th Enero 2022, 20:38
— ¡Lo siento! ¡Lo siento! — gritó el matón de poca monta, cuando sintió mis puños aferrarse a su chaqueta holgada. El miedo relucía en sus ojos, dotándolos de un brillo antinatural. Era una presa acorralada, pero no se sentía amenazada por un petirrojo que había cambiado de traje. No. Ni siquiera era por la fama que tenía el murciélago. Había algo más. Una sombra mucho más profunda y oscura que se cernía sobre él.
— Simplemente hice lo que me dijeron… — Hizo una pausa para tragar saliva. Yo apreté más el antebrazo que oprimía su garganta y el hombre volvió a balbucear, histérico.— ¡Es verdad! ¡Te lo juro! Me dijeron que si no lo hacía…
¡Chak!
Me quedé congelado en el sitio, sin poder reaccionar por culpa del asombro. La sangre me salpicó el rostro sin piedad mientras observaba la mirada perdida de mi acompañante. Tuve que sostener todo el peso de su cuerpo de golpe, y me incliné para dejarlo descansar en el suelo mientras maldecía la situación. El arma que había incrustada en su cabeza… no era nada más y nada menos que mi propio Wing-ding. Ensimismado, retiré con cuidado el gadget y observé como la sangre caía a borbotones de su cráneo.
— Dios santo… — mi propia arma. Era mi propia arma la que había acabado con la vida de aquel pobre desgraciado.
De mis entrañas surgió un corrosivo fuego lleno de ira e impotencia que me devoraba por dentro. Guardé el arma del crimen en el compartimento secreto de mis guantes y calculé desde mi posición la trayectoria del lanzamiento. Las sirenas de policía empezaban a acercarse a la manzana donde se había cometido el crimen. Alguien les había avisado. ¿Era otra trampa?
Salté al edificio contiguo lo más rápido que pude y me cobijé bajo las sombras de los muros de cemento, sin perder ni un solo detalle de cualquier figura que se moviera por las azoteas. Tenía que haber lanzado el Wing-ding desde la terraza donde ahora descansaba… pero ya no había nadie. Ni siquiera en los alrededores.
Vagué un poco más por la zona, evitando las miradas indiscretas de los vecinos, y fue entonces cuando me di cuenta de que ya no quedaba ningún rastro más que seguir. El asesino se había esfumado limpiamente. Y aquel lanzamiento tan preciso… tenía que ser un profesional. no quedaba otra.
¿Deathstroke? ¿Deadshot? ¿De qué puñetas iba todo esto?
Alguien quería ensuciar el nombre de Nightwing. Y podría ser cualquiera. Por desgracia, los pupilos del murciélago teníamos demasiados enemigos.
También podría ser una advertencia. Una que dijera que ya no era bienvenido al ‘Haven. Y si lo que pretendían era que me alejara de los asuntos de ese tal “Fisk” o que abandonara la ciudad a su suerte… habían conseguido el efecto contrario. ¡Felicidades! Es como cuando le dices a un adolescente que no haga algo porqué es peligroso, y va y lo hace. Pero yo ya no era un crío. Había visto demasiado al lado de Batman, y nada iba a detenerme ahora. No después de lo que acababa de pasar esta noche.
Me habían cabreado. Y mucho. Esta vez no pensaba ponérselo fácil…
— Babs… tenemos que hablar. —susurré por el comunicador de la Batfamilia.— Pero antes… prométeme que no le dirás nada de esto a Batman...
Blüdhaven era mi ciudad. No iba a permitir que otra desgracia la redujera a escombros. Esta vez no.
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Tema: Re: Todos los Hombres del Rey (Wilson Fisk, Dick Grayson) [28-01-2019] 17th Enero 2022, 03:33
Torre Fisk. 29 de Enero de 2018, 7:14 AM. Apartamento de Wilson Fisk.
Aún no había amanecido en la ciudad de Nueva York. El sol, tímido y holgazán, se negaba a dejar el lecho y cubrir con su luz a la ciudad que nunca duerme. Lo mismo ocurría con muchos de sus habitantes, que rogaban al despertador unos minutos más antes de arrojarse al frío y a las responsabilidades de su vida ordinaria. No era ese el caso de Wilson Fisk, que abría los ojos con lentitud a la misma hora de siempre. En las plantas inferiores, los trabajadores ya habían comenzado a afanarse por limpiar y dejar todo impoluto tras la fiesta de la pasada noche. Sin duda, su hijo Richard aún seguía durmiendo la mona en su apartamento, un par de pisos más abajo. Aquello era la torre Fisk: hogar, lugar de trabajo, fortaleza. Wilson Fisk era muy distinto, en ese sentido, a su retoño. Pese a haber trasnochado, se había levantado a la hora de siempre y sin necesidad de despertador. Al fin y al cabo, jamás había necesitado dormir demasiado. Con parsimonia se incorporó en la cama, enfundado en su pijama de seda, y observó durante unos instantes los erráticos dibujos formados por la pintura de la pared. Se entretuvo adivinando formas inexistentes mientras su cerebro se aclimataba a la lucidez y su mente se despejaba.
Posteriormente acudió al cuarto de baño y, tras secarse un poco su rostro sudoroso se introdujo en la ducha. Disfrutó del recorrido de las innumerables gotas de agua sobre su corpachón, descendiendo rápidas a treinta y siete grados exactos hasta morir en el desagüe. Finalmente, tras secarse de nuevo, se enfundó un amplio albornoz azul turquesa adornado con motivos orientales en hilo de plata.
Mientras las luces de la casa iban encendiéndose a su paso, tomó dirección a la amplia cocina. Extrajo unos tallos de cebollino del refrigerador y los dispuso con orden sobre la encimera. Posteriormente echó mano de un cuchillo y, tras comprobar el filo, fue cortando los tallos e introduciendo en un bol de cerámica negra los cortes. Acto seguido encendió el fuego de la vitro y dejó al lado, aún sin ponerlo en contacto con el fuego, una pequeña sartén. Regresó a la nevera para hacer acopio de leche, un par de huevos y mantequilla. Con sumo cuidado rompió los huevos para verter las yemas en otro nuevo recipiente, vertiendo un poco de leche a continuación y batiendo hasta conseguir una mezcla uniforme. Era ya el momento de cortar una pequeña lámina de mantequilla y dejar al fuego hacer su trabajo mientras, con un movimiento lento y circular, la misma iba extendiéndose hasta cubrir con una fina película la superficie de la sartén. Una vez consideró que la temperatura era adecuada, vertió la mezcla y la dejó cocinarse hasta alcanzar el punto y forma deseados. Finalmente, introdujo el menaje utilizado en el lavavajillas y extrajo un plato limpio donde depositó su creación.
Ya sentado en la amplia mesa del comedor, Wilson Fisk observó el reloj de pared sobre el también amplísimo televisor. Era la hora indicada, le habían advertido que se emitiría a eso de las ocho. Sentado frente a su frugal desayuno tomó el mando a distancia y, tras pasar una serie de canales finalmente dio con lo que estaba buscando. Una presentadora rubia, de vestimenta formal y media melena cortada a la altura del cuello miraba a cámara sobre un fondo azul.
- Continúa la escalada de violencia que tiene en vilo a los ciudadanos de Blüdhaven. Fuentes policiales han confirmado a este medio que anoche se produjo un asalto contra un almacén de especias propiedad de Industrias Fisk. El incidente se saldó con varios trabajadores heridos y pérdidas económicas cuyo valor aún no ha sido determinado. Según parece, el altercado fue provocado por el justiciero conocido como Nightwing. El señor Vermin Blackheart, del equipo legal de la compañía ha accedido a dar la siguiente declaración a este informativo.
- En Industrias Fisk estamos muy consternados por el altercado de esta noche. Las pérdidas económicas son lo de menos, pero ha habido empleados de la compañía que han resultado heridos por el injustificado ataque de ese vigilante. El Sr. Fisk quiere aprovechar para dar su apoyo a los heridos y sus familias. Les aseguramos que su empresa correrá con gusto con todos los gastos médicos y que sus empleos estarán esperándoles en cuanto se les dé el alta. Por otro lado, el Sr. Fisk me ha comunicado personalmente que pondrá todos los medios a su alcance para llegar al fondo de este asunto y que colaborará gustoso con las fuerzas del orden para poner fin a las actividades ilegales de este criminal a fin de evitarr que se produzcan más incidentes como este.
Acto seguido, Wilson Fisk apagó la televisión. No puso evitar que una sonrisa se dibujase en su rostro y, tras remangarse, salpicó con un poco de cebollino el plato.
Buen provecho.
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Tema: Re: Todos los Hombres del Rey (Wilson Fisk, Dick Grayson) [28-01-2019]
Todos los Hombres del Rey (Wilson Fisk, Dick Grayson) [28-01-2019]