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Los entresijos del poder (Wilson Fisk) [25/26-04-2019]
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Eclipse Marvel Universe
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Mensajes : 1464 Fecha de inscripción : 09/07/2014 Localización : Academia de Jóvenes Mutantes Empleo /Ocio : Profesor de música Humor : Sombrío
Ficha de Personaje Alias: Eclipse Nombre real: Dragoslav Katich Universo: Marvel
Tema: Los entresijos del poder (Wilson Fisk) [25/26-04-2019] 30th Mayo 2021, 01:20
El sitio estaba perfectamente bien escogido. Se trataba de las obras de un aparcamiento multinivel perteneciente a Wilson Fisk en un polígono industrial a las afueras de Nueva York, la clase de lugar en donde uno no esperaría encontrar a nadie un jueves a medianoche. Era, además, un sitio inmenso, con cinco pisos y capacidad para mil plazas de aparcamiento, con un más que significativo número de rutas de entrada y de salida que, por supuesto, los dos mutantes habían estudiado bien antes de dirigirse hacia allí. De ésta manera, si las cosas se torcían, contando con los poderes de invisibilidad de Drago era más que probable que pudieran escapar sin demasiadas dificultades. Nunca estaba de más ser previsor cuando te citabas para hablar de negocios turbios con el mismísimo Kingpin del crimen de Nueva York...
Obviamente no había pruebas tangibles de que Wilson Fisk fuese nada más que un respetable hombre de negocios, pero se trataba de un secreto a voces que todo el mundo coreaba en los bajos fondos, aunque los principales cargos dentro de la policía estuvieran tan untados como para volver la vista hacia otro lado. A Cédric no le habían hecho falta más que unas pocas lecturas superficiales para confirmar lo que ya sospechaba: que cuando tienes algo tan valioso para ofrecer como el hombre que caminaba a su lado, Wilson Fisk era exactamente la persona a la que acudir.
Moviendo unos cuantos hilos con sus poderes psíquicos, Cédric había conseguido que su oferta llegara hasta el señor Fisk, que había enviado primero a uno de sus hombres de confianza para establecer una primera toma de contacto. Finalmente habían quedado en verse en aquél lugar un par de días después.
Cédric llevaba un traje blanco de impecable calidad que casi casi rivalizaba con los que acostumbraba a llevar Fisk, pero con un toque más informal, con los botones superiores de la camisa abiertos y sin corbata. Llevaba debajo un chaleco negro de corte moderno y la camisa simulaba ser doble dejando entrever un segundo cuello debajo. Drago llevaba, en apariencia, un traje negro clásico y formal, aunque la realidad era que se trataba únicamente de una ilusión. En realidad llevaba un traje táctico negro con camiseta de tirantas, botas militares, guantes con refuerzo en los nudillos y sus tonfas sujetas en el cinturón.
Entraron invisibles al edificio, traspasando las barreras sin ser detectados, y subieron hasta la cuarta planta, donde Drago proyectó dos figuras suyas delante de la grúa elevadora amarilla, sólo por si se daba el hipotético caso de que Fisk decidiera encargar a alguno de sus hombres acabar con ellos. La ilusión de Cédric estaba prácticamente pegada al original, ya que, cuando empezaran las negociaciones sus interlocutores tendrían que ver que la voz salía de él, pero se permitió desplazarla tan sólo unos centímetros, de manera que, si alguien apuntaba al corazón, diera en su lugar con un órgano no vital. En cuanto a Drago, que no pensaba participar en la conversación, se situó a sí mismo en el centro de la planta, vigilando todos los accesos con sus gárgolas mientras su ilusión permanecía obedientemente junto a su dueño.
Tras unos diez minutos de espera, se escuchó el sonido de la pesada puerta metálica del acceso derecho al cerrarse, y vieron llegar al famoso Kingpin seguido por el hombre con el que habían hablado la primera vez junto con varios miembros de su equipo de seguridad, todos perfectamente trajeados. Cédric ya había escuchado hablar de las impresionantes dimensiones de su anfitrión, pero a pesar de todo, su tamaño colosal le impresionó. Las escaleras de bajada desde la puerta parecían de juguete bajo sus pies. Los hombres del equipo de seguridad se quedaron junto a la puerta, y Wilson avanzó junto con Wesley. Cuando se detuvo ante el francés, prácticamente le sacaba dos cabezas, pero Cédric no era alguien que se dejara intimidar fácilmente.
- Drago, ¿podrías por favor revisar el perímetro? -le indicó a su acompañante ficticio al tiempo que transmitía una señal mental hacia el verdadero. La ilusión hizo un gesto de asentimiento y se alejó, para asegurar una privacidad en la conversación que ya había estado garantizada desde el principio-. Primero de todo, me alegra que haya decidido considerar mi oferta, señor Fisk. Imagino que el señor Wesley le habrá puesto al tanto de todo -señaló hacia la figura de Drago-. Dragoslav Katich, nombre código: "Eclipse", uno de los mutantes más poderosos en la actualidad y líder de la Patrulla X desde la Colisión. Y, actualmente, sólo me obedece a mí -esbozó una suave sonrisa que no pudo ocultar su presunción ante su rastrera "hazaña"-. Supongo que habrá tenido ocasión de verle en acción a través de las pantallas... Se trata de un soldado perfectamente entrenado en combate, con capacidad para volverse invisible, crear ilusiones, generar rayos de energía láser y desplazarse sigilosamente, lo cual le convierte en la mejor herramienta para misiones de extracción, robo, infiltración o incluso asesinato. Estoy seguro de que un hombre como usted tiene que hacer frente cada día a numerosas complicaciones, y un soldado como Eclipse podría venirle bien de muchas formas... He estado... trabajando en él desde hace un tiempo, y he conseguido someterlo por completo. Actualmente haría cualquier cosa que le pidiera. Sé que hay mucha gente que podría estar interesada en la clase de servicio que ofrezco, pero, por supuesto, tenía que recurrir a usted primero. Al rey lo que es del rey... -dijo con una elegante reverencia, sin dejar de sonreír-, siempre que lleguemos a un acuerdo.
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Última edición por Eclipse el 25th Agosto 2021, 00:47, editado 1 vez
Wilson Fisk Marvel Universe
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Tema: Re: Los entresijos del poder (Wilson Fisk) [25/26-04-2019] 15th Junio 2021, 02:27
A Wilson Fisk no le gustaban nada ese tipo de encuentros. Le recordaban a una época anterior, una sobre la que no era especialmente agradable hacer memoria. Habían sido muchas las reuniones clandestinas a la luz de las farolas durante su juventud, mientras luchaba como un animal en la jungla del submundo neoyorquino. Muchos los tratos cerrados, las carreras frente a la policía, los golpes propinados y recibidos, la sangre derramada. Cuando aseguró su posición como intocable señor del crimen, primero de Nueva York, luego de todas las bandas de la Costa Este, se juró que reduciría esa clase de trapicheos a la mínima expresión. No sólo se trataba de una cuestión de seguridad, pues la cabeza de Wilson Fisk valía mucho para demasiados en esos instantes, sino de una cuestión de estatus. Debía ser percibido como una figura lejana e inalcanzable, como un ente ajeno a todos los entresijos de la delincuencia organizada. Sin embargo, no siempre era posible mantener la distancia en sus negocios más oscuros. Había asuntos de demasiada importancia como para dejarlos al cuidado de simples agentes y emisarios. Además, siempre había personas que se creían con la importancia suficiente como para mantener una audiencia directa y privada con el rey. Por lo general, los espantaba como a moscas molestas. En este caso, el individuo en cuestión, había cumplido con todo el protocolo necesario y la oferta que traía consigo era demasiado jugosa como para dejarla pasar.
Wilson Fisk bajó con parsimonia del coche blindado, dejando caer una tras otra sus enormes piernas y alzándose al momento con toda su impresionante estatura. Wesley y cuatro hombres de su seguridad privada salieron del vehículo casi al unísono. Fisk giró la cabeza levemente hacia el líder de todos ellos, un hombretón albino de una altura casi tan impresionante como la de Fisk que, apenas un segundo tras salir del coche, había encendido un cigarrillo.
- Que nadie nos moleste- dijo sentencioso el rey.
- Déjelo en mis manos jefe ¿Está seguro de que no quiere que yo, o alguno de los chicos les acompañe? No me fío ni un pelo de ese tío.
- Mi seguridad está fuera de todo compromiso, señor Lincoln- siguió Fisk sin mucho interés- No tardaremos en volver.
- Casi espero que haya problemas…-dijo entre risitas el hombre pálido mientras echaba ligeramente la vista a lo alto de la estructura en construcción- Siempre es un gustazo ver trabajar al pelado.
Fisk avanzó lentamente junto a Wesley hasta encontrarse con el hombre con quien se había citado. De él se alejaba la mercancía con la que habían venido a negociar. A Fisk le alegró ver que, a lo que parecía, el tal Cedric no se estaba tirando ningún farol.
. Primero de todo, me alegra que haya decidido considerar mi oferta, señor Fisk. Imagino que el señor Wesley le habrá puesto al tanto de todo -señaló hacia la figura de Drago-. Dragoslav Katich, nombre código: "Eclipse", uno de los mutantes más poderosos en la actualidad y líder de la Patrulla X desde la Colisión. Y, actualmente, sólo me obedece a mí -esbozó una suave sonrisa que no pudo ocultar su presunción ante su rastrera "hazaña"-. Supongo que habrá tenido ocasión de verle en acción a través de las pantallas... Se trata de un soldado perfectamente entrenado en combate, con capacidad para volverse invisible, crear ilusiones, generar rayos de energía láser y desplazarse sigilosamente, lo cual le convierte en la mejor herramienta para misiones de extracción, robo, infiltración o incluso asesinato. Estoy seguro de que un hombre como usted tiene que hacer frente cada día a numerosas complicaciones, y un soldado como Eclipse podría venirle bien de muchas formas... He estado... trabajando en él desde hace un tiempo, y he conseguido someterlo por completo. Actualmente haría cualquier cosa que le pidiera. Sé que hay mucha gente que podría estar interesada en la clase de servicio que ofrezco, pero, por supuesto, tenía que recurrir a usted primero. Al rey lo que es del rey... -dijo con una elegante reverencia, sin dejar de sonreír-, siempre que lleguemos a un acuerdo.
Fisk esbozó una leve sonrisa. Le alegraban a la vez que le divertían las maneras y deferencia de aquél muchacho para con su persona. Durante un tiempo, Fisk se preguntó si el atuendo de Cedric se trataba de una especie de homenaje a su persona o de un burdo intento de emularle ni que fuese en el vestir. Temas para reflexionar en otro momento, ahora lo importante eran los negocios.
- Efectivamente, Wesley me ha informado de todos sus encuentros así como de su insistencia en conversar en persona. Espero que sea consciente de que la oportunidad de entrevistarse conmigo es un bien escaso- Fisk señaló la cada vez más distante figura de Drago con uno de sus enormes dedazos- Por lo pronto, parece estar en posesión de lo que me prometió, y eso ya le hace digno de mi atención. Aún así, creo que queda aún algún punto que discutir en relación con el “precio” de esta transacción. Si como asegura, el señor Katich se encuentra única y exclusivamente bajo su control, eso podría resultar un inconveniente a la hora de alcanzar un acuerdo, al menos por el importe que ha apalabrado con Wesley. Al fin y al cabo, estaríamos hablando de un “alquiler” más que de una compra. ¿Qué garantías ofrece, a parte de su buena voluntad, de que ese arma tan espectacular que me ofrece no será empleada contra mí? Como comprenderá, un hombre de mi posición no puede vivir únicamente de buenas intenciones, ni siquiera de las de alguien que ha demostrado ser tan respetuoso como usted- Tras esta última aseveración, Fisk extrajo del bolsillo de su abrigo un grueso purazo al que Wesley se apresuró a dar fuego con un elegante y sobrio encendedor de plata. Fisk, tras una lenta calada, observó fijamente a su interlocutor mientras, de reojo, daba algún vistazo a lo alto de la estructura en construcción- No es difícil intuir que no está siendo completamente sincero conmigo, y no le culpo, ningún hombre de negocios que se precie de serlo muestra todas sus cartas a la primera. El hecho de que me haya presentado a esta cita es muestra de que cuenta con mi curiosidad. Ahora debe ganarse mi atención y, por favor, sea sincero o le aseguro que lo sabré ¿Qué quiere realmente de mí a cambio de tan formidable mercancía?
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Tema: Re: Los entresijos del poder (Wilson Fisk) [25/26-04-2019] 28th Junio 2021, 00:55
Cédric osciló de un pie a otro en un signo de incomodidad apenas perceptible cuando el Kingpin mencionó la palabra "compra", pero tuvo el suficiente buen juicio como para dejarle terminar sin interrumpirle, y de procurar que su ligero malestar no se trasluciera en su respuesta, manteniendo en todo momento el tono cortés.
- Por desgracia es así, señor Fisk. Me temo que la opción a "compra" no es negociable. El sujeto me pertenece. No todos los días puede alguien encontrar un guardaespaldas tan eficiente y leal, imagino que lo entiende. Me ha costado mucho someterlo por completo y no entra dentro de mis intenciones desprenderme de él.
Drago era para él bastante más que un simple "guardaespaldas", claro. Se había obsesionado con él desde el momento en el que le había descubierto en la mente de Kasumi y había tenido que ir recogiendo pedazos del fascinante puzzle que conformaba en los recuerdos de sus amigas y amantes hasta que por fin había podido apoderarse físicamente de él. Había invertido mucho tiempo y esfuerzo en convertirle en su sombra, su amante, su esclavo. Drago era suyo, le pertenecía, y se había asegurado de grabarlo en su espalda mediante su emblema para que todo el mundo supiera que era de su propiedad. Nadie podía arrebatárselo, y él no pensaba cederlo.
- Lo que yo le ofrezco sería, en efecto, el alquiler de sus servicios para los momentos en que los necesitara. Me consta que ha recurrido a servicios free lance con anterioridad. La razón por la que ese arma no será empleada contra usted es simple, señor Fisk. No me cabe duda de que me habrá hecho investigar antes de aceptar éste encuentro, y por tanto sabrá que soy una persona sin ambiciones. No soy más que un hedonista. Todo cuanto ambiciono es la búsqueda del placer inmediato. No albergo deseo alguno de manejar una organización como la que usted controla, ni ninguna clase de poder personal. Y hay otra razón más, señor Fisk... Lo único que deseo es romper a ese hombre en todos los niveles de su vida. Arrebatarle todo; sus amistades, sus amantes, su trabajo, su fe... Todo cuanto alguna vez le ha importado. Porque, cuanto más destrozado esté, más fácil me resultará aumentar mi control sobre él. Esto es algo... que no le resulta ajeno... ¿verdad? Algo que usted puede... comprender.
Desde el momento en el que había cruzado sus ojos con los de él, Cédric había estado indagando entre sus recuerdos, buscando cualquier cosa que pudiera resultarle útil en la negociación. Por supuesto no había podido profundizar mucho, ya que para una intrusión más completa necesitaría bastante más tiempo y concentración que el que le podía proporcionar aquella apresurada y difícil negociación, pero había algunas cosas que sobresalían más que otras, preocupaciones que ocupaban un lugar preferente en su cabeza. Una mujer morena con mechas canosas que supuso sería su esposa por el especial halo de sentimiento que la envolvía, un muchacho joven que parecía también más directamente vinculado a él, y luego otros rostros que no estaban revestidos por ninguna emoción especial y que Cédric, al no conocer, descartó con rapidez. Pero, de entre todos ellos, había un hombre que destacaba especialmente, un hombre pelirrojo ciego cuya imagen se superponía con la del justiciero conocido como Daredevil... Aquella imagen estaba imbuida de una poderosa sensación de odio e ira, más intensa que ninguna que Cédric hubiera podido percibir jamás.
En ese momento, supo dos cosas. La primera fue que Kingpin había decidido dedicar su vida a ofrecerle a aquél hombre todo el tormento que fuera capaz de reunir en el mundo. La segunda, que él ya le había visto con anterioridad. No en persona, claro... Pero no hacía ni dos meses que había clavado una fotografía suya en el vientre de su novia.
Había preparado todo un hermoso escenario para él, y el señor Murdock había sido tan desconsiderado como para no presentarse, arruinando el efecto. No había sido lo mismo que la encontraran los Thunderbolts. Para ellos, el hecho de encontrarla crucificada en una Iglesia no había tenido mayor significado que el que podría haber tenido de haber estado tirada en el barro. Había sido un triste desperdicio de su creatividad y su tiempo, como tirar a la basura un valioso Monet, y entonces no sabía siquiera que él era Daredevil...
Astuta zorra ninja... Incluso a pesar del increíble tormento al que la estaba sometiendo se las había ingeniado para mantener fuera de su alcance aquella información. Era una pena que todo hubiera tenido que terminar tan rápido... Lo había disfrutado mucho.
Pero, sorpresas que da la vida, resultaba que su Sombra también conocía al abogado ciego, y eran bastante amigos, tanto que incluso había experimentado una punzada de celos al navegar por sus recuerdos. Era curioso como al final todo acababa interconectado. Cómo Drago había formado parte de los recuerdos de las primeras víctimas que habían caído en su poder tras su despertar... y cómo ahora era Murdock quien no paraba de aparecer en las mentes que caían bajo su área de influencia. Era demasiado bueno para ser cierto. La tentación de hacerle daño era demasiado fuerte... Conseguiría cerrar el círculo que había quedado inconcluso con Elektra al tiempo que obligaba a Drago a acabar con un amigo... Era precioso. Tan hermoso y perfecto como una sinfonía de Beethoven.
- Dice que cuento con su curiosidad, pero que debo ganarme su atención... Pues bien... ¿quizá le diga algo el nombre de Matt Murdock? Tengo entendido que ha tenido usted algunos problemas con él en el pasado. Eclipse y él... son amigos. Bastante buenos amigos, de hecho. Como le he dicho, lo que deseo es romper a Drago, y, siendo un héroe, no le supondría ningún sufrimiento acabar con usted o su organización, por tanto, no tengo ningún motivo real para traicionarle, señor Fisk. En cambio, sí que me vendría bien contar con un aliado como usted. Alguien con sus medios, con su poder. Como le he dicho, ambiciono muy pocas cosas, y el dinero no es una de ellas. En cambio, me he ganado muchos enemigos a lo largo de mi agitada vida. Lo único que le pediría a cambio sería la garantía de su protección y su influencia en caso de necesitarla. Nada más. Además... -añadió luego de una breve pausa-. Puede que yo mismo tenga un interés particular en hacerle daño a Matt Murdock.
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Tema: Re: Los entresijos del poder (Wilson Fisk) [25/26-04-2019] 13th Julio 2021, 01:18
En una cosa tenía razón aquel hombre, evidentemente lo había hecho investigar o, más bien, había ordenado obtener confirmación de los datos que ya poseía sobre él. Si hasta el momento había mantenido una fachada de desconfianza era para no mostrar demasiado pronto su muy vivo interés en aquella transacción. La primera regla en una negociación es no hacer ver a la otra parte una disposición demasiado tendente a alcanzar un acuerdo, pues ello la llevaría a intuir necesidad y se perdería ventaja en la misma. Lo cierto es que los ojos del Kingpin del crimen se habían posado hacía tiempo en el señor Valjean y sus actividades, así como en la amistad de Matthew Murdock con Dragoslav Katich. Nada de lo que le ocurriese al abogado ciego de Hell´s Kitchen le pasaba desapercibido, y menos cuando la amistad entre los dos hombres se había originado en un evento tan público como una recaudación de fondos para beneficencia. Respecto al señor Valjean, y aunque él aún no lo supiese, la mirada de Fisk se clavó en él en cuanto empezó a tomar interés por Elektra Natchios. Kingpin había lamentado profundamente la pérdida de su asesina, si bien las leyes no escritas del negocio le obligaron a actuar tal y como lo hizo. Sabía que mantener dos activos tan útiles pero, a la vez, tan incompatibles como Bullseye y Elektra era una empresa imposible. La competición por el puesto de asesino personal del empresario era la única solución al problema. Pero, de nuevo, la pérdida de una agente tan eficiente suponía una auténtica lástima, un sacrificio calculado pero no por ello menos irritante. Más aún si tenía en cuenta que, por aquel entonces, había subestimado enormemente la importancia de la señorita Natchios. Su guerra con Daredevil no había alcanzado aún la virulencia que llegó a exhibir en tiempo más reciente y aún no había descubierto que el justiciero de la Cocina del Infierno era en realidad el abogado ciego Matt Murdock. Bullseye llegó a informarle de esa circunstancia, pero por el momento le parecía algo completamente fantasioso. No fue hasta un tiempo después que recibió por otra fuente la confirmación de dicha sospecha y pudo al fin concluir que su asesino, como era costumbre, había acertado también ese tiro.
Flashback:
Una vez quedó más que claro que Matt Murdock y Daredevil eran la misma persona, Kingpin lamentó no contar ya con Elektra entre sus filas. La muerte de la asesina, aunque había sido una eventualidad no planeada, habría supuesto sin duda un duro golpe para su rival. Sin embargo, habría sido mucho más interesante mantenerla en plantilla. Un antiguo amor de Murdock, una persona que le importaba, alguien que, si conocía bien a su rival (y Fisk así lo creía), sin duda se esforzaría en tratar de redimir y reformar. Lanzar a uno contra el otro, hacerlos combatir a muerte… sí, eso habría supuesto la auténtica destrucción moral y espiritual de Murdock. Fue por ello que Kingpin se interesó en el señor Valjean cuando él hizo lo propio con Elektra Natchios. Sus motivaciones para con la asesina eran bastante más pueriles, si bien no podía negarle cierta retorcida inteligencia. El numerito de la Iglesia, por ejemplo, había sido una puesta en escena interesante. Lo que él no sabía, o al menos eso pensaba Fisk, es que había sido el propio empresario quien frustró el intento de Valjean por atraer a Murdock. Había sido el propio Kingpin quien dio el chivatazo a los Thunderbolts y, además, se encargó de que Daredevil jamás llegase a encontrarse con la escena que habían preparado con Elektra como involuntaria protagonista. Las razones eran varias y, todas ellas, de peso. Por un lado, ese psicópata no le habría durado a Murdock ni un asalto. Lo único que habría conseguido si Daredevil se hubiese presentado allí es una paliza y la oportunidad para que Natchios y el abogado justiciero reforzasen sus lazos. Por contra, si Murdock no acudía, la culpa por no poder socorrer a Elektra lo corroería por dentro y entraba dentro de lo posible que ella se sintiese abandonada o, incluso, traicionada por él. Un caldo de cultivo perfecto para sembrar la discordia entre ambos y, quién sabe, una oportunidad para volver a traer a Natchios al redil. Era pronto para determinar eso. Lo que sí parecía meridianamente claro es que se le había presentado una nueva oportunidad de enfrentar a Murdock con una persona que le importaba.
Fisk estaba bien enterado de los poderes de Cedric Valjean, de tal forma que la alusión a su rivalidad con Murdock no le pilló de sorpresa. Si su contraparte en la negociación había conseguido hurgarle la mente, al menos había tenido la inteligencia de disimularlo proponiendo un trato contra uno de sus enemigos más públicos. Suponía que no haría falta una investigación demasiado exhaustiva para enterarse de que Fisk había tenido más de un encontronazo con el abogado ciego sin necesidad de conocer que, además, este era Daredevil. Aunque pudiese deducir que sus pensamientos habían sido comprometidos, la opción de mantener esa sospecha en secreto le parecía, por el momento, lo más inteligente.
- A fin de cuentas- respondió tras una larga calada de su puro- lo que espera es un puesto en mi organización. Bien, le advierto que la protección de Wilson Fisk no es algo que se pueda otorgar sin garantías. Como muy acertadamente ha mencionado estoy bien enterado de las capacidades del Sr. Katich y lanzarlo contra alguien como Murdock sería, opino, un aprovechamiento muy pobre de sus excepcionales habilidades. A fin de cuentas, no es más que un simple abogado- Fisk sonrió- No, será mejor buscar una presa de más altura para su mascota. Hay algunos de su gremio que me han molestado a lo largo de los años y nunca está de más tener una nueva contramedida contra esos autodenominados “superhéroes”. Hay uno en concreto que me ha importunado más que los demás… Mi oferta es simple y generosa: Si el señor Katich es capaz de matar a Daredevil, usted gozará de la protección de Wilson Fisk y podrá abandonarse a sus… apetencias sin miedo a ser molestado- la sonrisa de Fisk se hizo aún más evidente- Pero antes debo hacer una pequeña prueba del producto. Ya sabe, comprobar no sólo la habilidad de su hombre sino también su control sobre él… Una mera formalidad.
Y, tras esas palabras, con un chasquido de dedos, Kingpin dio orden a Bullseye para que atacase.
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Tema: Re: Los entresijos del poder (Wilson Fisk) [25/26-04-2019] 28th Julio 2021, 02:12
En ese momento, una lluvia de shurikens brotó de la oscuridad del techo del edificio en construcción, acribillando por completo la figura de Dragoslav Katich... que, en lugar de desplomarse en el suelo cubierta de sangre, sencillamente... desapareció, permitiendo que las estrellas arrojadizas la atravesaran hasta clavarse inofensivamente en el suelo. Acto seguido, un haz de luz brotó de una esquina en sombras, acertando de lleno en la figura que se agazapaba entre las vigas, haciéndolo caer e impactar violentamente contra el suelo. Por fortuna para él (y para desgracia de todos los demás), hacía falta mucho más que eso para dejar fuera de combate al hombre que tenía los huesos reforzados con adamantium, por lo que no le llevó prácticamente más que un segundo estar en pie de nuevo, y, sacando la pistola de la funda de la pierna, disparó varios tiros contra el lugar del que había salido el rayo.
Nada. Ningún quejido.
Inicialmente pensó que se trataba de un teletransportador, así que, sencillamente, aguardó, con la pistola preparada, hasta que se produjera un nuevo ataque. Si su hipótesis era cierta posiblemente le atacaría por la espalda, y, en cuanto lo tuviera claro, le resultaría muy sencillo calcular la trayectoria de su siguiente movimiento para poder acertarle disparando en el momento en el que iniciara el teletransporte. Se mantuvo alerta, en guardia, atento al menor sonido y ajeno a todo lo que no fuera el enemigo al que se enfrentaba. El ataque estaba tardando demasiado en producirse, así que no podía ser un teletransportador... Entonces, ¿qué? ¿El hombre invisible? Sea como fuera, el tipo era bueno, muy bueno. A pesar de estar preparado no le sintió aproximarse hasta que una mano surgió de la nada para aferrar la muñeca de la pistola, desviándola hacia abajo al tiempo que le golpeaban en la cara con la otra y, de una patada circular, lo enviaban volando por los aires hasta impactar en una montaña de escombros.
- Vale... -musitó el asesino limpiándose la sangre de la nariz-. Entonces sólo eres invisible...
Sus manos se cerraron sobre el montón de escombros, aferrando entre sus dedos pequeños trozos de cemento, piedra y ladrillo, e, incorporándose, los arrojó formando un arco amplio para hacer un ataque de área que no tardó en desvelar la posición del mutante en cuanto dos de ellos acertaron en el blanco, haciéndole romper la concentración que mantenía la ilusión de invisibilidad.
- Te tengo, cabrón -musitó, y, sosteniendo entre sus dedos un puñado de clavos largos de obra que estaban entre los escombros, se los lanzó sin perder un sólo instante, con tanta rapidez que al mutante le habría sido imposible esquivarlos todos... de no ser por el repentino escudo de luz que se formó a su alrededor. Los clavos, arrojados con una precisión mortífera, rebotaron inofensivamente contra la esfera luminosa, desplomándose contra el suelo.
- Eso está muy bien, chispitas, pero si quieres derrotarme vas a tener que bajar el escudo. ¿Crees que podrás ser más rápido que yo? -inquirió burlón el asesino, armándose con más de aquellos clavos, aguardando al momento en el que deshiciera su defensa para volver a atacar.
En lugar de eso, Drago se lo quedó mirando fijamente, sus ojos resplandeciendo tanto que podían rivalizar con el fulgor de la esfera, y, de repente, ya no estaba sólo él, sino un montón de figuras de él mismo, exactamente iguales y con un escudo lumínico idéntico, todas ellas rodeando a Bullseye. Las figuras de Drago comenzaron a moverse en torno a él, todas al unísono, desorientando al asesino, que pronto ya no supo cuál de ellas era la auténtica. Sistemáticamente comenzó a arrojar los clavos, traspasando una tras otra de las falsas imágenes, pero antes de que pudiera descubrir al verdadero, un nuevo rayo de luz le golpeó desde atrás, arrojándolo contra el suelo a pocos pasos de su pistola. Adivinando sus intenciones, Drago la destrozó en el sitio con un rayo láser de mayor intensidad en cuanto el asesino extendió la mano para alcanzarla. Bullseye se revolvió entonces como un gato, llevándose la mano al cinto donde guardaba sus sais, pero ya Drago estaba a su lado, y antes de que pudiera desenvainar las cuchillas le asestó una brutal patada en la cabeza que le dejó finalmente inconsciente.
El mutante miró a los hombres de Kingpin y volvió a hacerse invisible. Una cosa estaba clara para el magnate del crimen: el hombre sabía desenvolverse en una pelea, pero se apoyaba mucho en sus poderes, unos poderes que de poco le iban a servir contra Daredevil. Era poco probable que pudiera derrotar al diablo ciego usando ilusiones, pero realmente no haría falta que le matase para conseguir su objetivo: desestabilizarlo al enviar contra él a un amigo.
Tema: Re: Los entresijos del poder (Wilson Fisk) [25/26-04-2019] 6th Agosto 2021, 16:27
- Impresionante- masculló Fisk mientras daba una serie de lentas palmadas con sus enormes manazas- Muy impresionante.
El señor del crimen miró hacia el lugar donde yacía el cuerpo inconsciente de Bullseye. Su asesino no iba a estar de buen humor cuando despertase, aunque sabía que la competencia y la humillación lo espolearían para alcanzar su mayor potencial. Bullseye funcionaba mejor cuando había algún reto que batir y, desde luego, estaría ansioso por vengarse de aquel hombre en cuanto recuperase el sentido.
- Le aseguro que ha pasado bastante tiempo desde la última vez que vi a Bullseye tan… superado- Kingpin mostró una leve sonrisa en su rostro- Ha demostrado con creces la calidad de su mercancía. El hombre a quien deberá hacer frente su mascota es formidable en todos los sentidos, pero esta exhibición de habilidad me hace albergar buenas expectativas- Fisk intercambió una mirada con Wesley y este se apresuró a andar en dirección al lugar donde aguardaba el resto de la escolta del rey.
A los pocos segundos, el gran hombre albino se presentó en el lugar y recogió a Bullseye del suelo.
- Vaya…- bufó divertido Lápida mientras se echaba al hombro al mejor asesino de Fisk-… esto sí que no me lo esperaba.
Al poco, Wesley apareció en el lugar, al mismo tiempo que su imponente compañero albino se retiraba.
- Todo está dispuesto señor Fisk- dijo Wesley servil.
- Bien- dijo Kingpin con un leve asentimiento- Señor Valjean, los términos de nuestro acuerdo inicial son claros. Haga lo que sea necesario, usted conoce sus métodos mejor que yo, para que Dragoslav Katich lleve a término el asesinato del justiciero conocido como Daredevil- Fisk dirigió la mirada de nuevo a su lacayo- Wesley se quedará aquí con usted, junto a un par de mis hombres. Él podrá informarles a ambos del paradero de Daredevil cuando estén listos. Acto seguido, si lo desea, puede reunirse conmigo en la Torre Fisk para seguir discutiendo los pormenores de nuestro acuerdo. Un coche vendrá a recogerlos a ambos.
Fisk hizo un leve gesto de saludo a Cedric y, tras ello, se dirigió con decisión a uno de sus vehículos.
Y, mientras caminaba con parsimonia, el Kingpin del crimen sonrió ampliamente.
Oportunidades como esa no se presentaban todos los días.
Era un hombre con suerte.
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Tema: Re: Los entresijos del poder (Wilson Fisk) [25/26-04-2019] 25th Agosto 2021, 00:45
26/04/2019
Era noche de viernes, y las calles de la gran ciudad hervían de vida bajo sus pies. Era en aquella clase de noches cuando más falta hacía la intervención de un ángel guardián, y cuando más se aprovechaba el diablo de la corrupción y depravación reinantes. Hell’s Kitchen tenía reputación de ser un suburbio peligroso, pero nada podía hacer justicia a la descarnada violencia que asolaba el barrio. Mientras vigilaba desde lo alto de un edificio cercano a Industrias Fisk, el mutante se reprendió por no haber patrullado antes aquella zona, aunque entre las obligaciones y responsabilidades que venían aparejadas al liderazgo de la Patrulla X y su propio barrio, el Bronx, por lo general solía tener las manos llenas, y siempre había dado por hecho que Manhattan ya tenía demasiados superhéroes por centímetro cuadrado como para necesitar su ayuda.
Aquella noche, el Ángel de Venganza estaba de caza. Tenía a sus fieles gárgolas sobrevolando los fríos y desalmados edificios de corte industrial, pasando por alto los típicos delitos menores de robo y vandalismo, los furtivos intercambios de droga, las escaramuzas entre pandillas callejeras y la pobreza que se arrastraba por las calles desangeladas a la espera de localizar una presa mucho más grande: el diablo encarnado. Sí... definitivamente Hell's Kitchen no era el infierno... pero podías distinguirlo desde sus terrazas y azoteas. La luz... la luz había abandonado aquél rincón podrido de Manhattan y lo único que quedaba era la oscuridad... Había más de una manera de purificar las almas, pero sin duda la más efectiva era ir directamente a la raíz del mal y extirparlo. Tenía que encontrar al diablo... y destruirlo.
Una de sus fieles gárgolas descendió volando sobre su brazo extendido, susurrándole palabras que sólo resonaron en su mente. Habían encontrado al diablo de Hell's Kitchen, en una azotea junto a la catedral. Parecía apropiado.
Pulsó un botón de su arnés y se desplegaron un par de alerones rígidos de su espalda. No le servirían para volar, pero sí para planear desde su posición elevada hasta llegar a la terraza sobre la que se encontraba el diablo. Para cualquiera que elevara la mirada en aquél instante, las piezas de equipamiento semejarían dos majestuosas alas hechas de oscuridad. La propia ilusión que le recubría le hacía parecer una suerte de monstruo aterrador, la mismísima noche personificada, con dos ojos que resplandecían como ascuas sobre cenizas ardientes. Aterrizó con agilidad frente a Daredevil y le apuntó con una espada de luz láser que brotó en aquél instante de su mano.
- Tú, Al-waswās*, adversario de la humanidad, que pagas tu venganza contra Dios insuflando la semilla del mal en los corazones de los hombres con tus susurros pecaminosos. Es por tu culpa que la inmoralidad y la perversión campan a sus anchas por Hell's Kitchen, pero cuando te haya destruido, las buenas gentes que aquí habitan recuperarán la paz -extendió la espada de luz ante sus ojos y, conforme pasaba la mano contraria por la hoja, ésta se iba alargando más y más, hasta alcanzar el metro de longitud mientras rezaba:- Subhánaka Alláhuma wa bihamdika wa tabárakas-muka wa ta'ála Yadduka wa lá iláha gairuka* ¡A’udhu billáhi minash Shaitán ar rayim!*
Aquella Sura, destinada a expulsar a las criaturas infernales o demoníacas en los exorcismos debería ser suficiente para mantenerlo a raya mientras se preparaba para combatirle recurriendo al único símbolo sagrado que un musulmán podía esgrimir: la Palabra de Dios. Al-waswās trató de hablar, de decir algo, pero el Ángel de Venganza le interrumpió:
- No digas nada, Shaitán. A mí no conseguirás corromperme. "¡Oh, hijos de Adán! Que no los seduzca el demonio". Corán, versículo 27 del sura 7, al-A’raf -musitó para sí, como un mantra que tenía por objeto blindarse ante las palabras del Adversario antes de continuar con su letanía:
- Bismillahi, Ar Rahmán, Ar Rahím, Al Hamdulillahi, Rabbil ‘Alamín, Ar Rahmán, Ar Rahím, Máliki Iaumi Ad Dín, I-yáka na’budu Wa I-yáka nasta’in. Ihdinás Sirátal Mustaquim. Sirátal ladhina an’amta ‘alaihim, Gairil Magdubi ‘alaihim Wa la Ad-dálin. ¡Amín!*
Conforme iba recitando los versículos de la Sura, la delicada caligrafía árabe se iba dibujando con luz en el aire en torno a él, protegiéndole del diablo como una suerte de majestuoso escudo. Los complejos símbolos sagrados resplandecían cuando los pronunciaba, siendo inmediatamente reemplazados por los siguientes:
- Bismillahi, Ar Rahmán, Ar Rahím. Qúl Hua Allahu Ahad. Allahus Samad. Lam Ialid Wa lam Iulad. Wa lam Iakun lahu Kufuan Ahad*. AAala noorin yahdee Allahu linoorihi man yashao wayadribu. Aw kathulumatin fee bahrin lujjiyyin yaghshahu mawjun min fawqihi mawjun min fawqihi sahabun thulumatun baAAduha fawqa baAAdin itha akhraja yadahu lam yakad yaraha waman lam yajAAali Allahu lahu nooran fama lahu min noorin*.
Reforzado por el peso de su fe, sintiéndose seguro en sus creencias y en su luz, se abalanzó contra el demonio enarbolando la espada. No tenía nada que temer, pues el demonio no tiene poder sobre los creyentes que se encomiendan a su Señor.
Traducciones del árabe:
1. "Susurrador", uno de los nombres dados al diablo en el Corán. 2. Glorificado seas, Oh Allah, tuya es la alabanza, bendito sea Tu Nombre y nadie tiene el derecho de ser adorado salvo Tú. 3. Me refugio en Allah de Shaitán (Satanás) el maldito. 4. En el nombre de Allah, Clemente, Misericordioso. Alabado sea Allah, Señor del universo, Clemente, Misericordioso, Soberano en el Día del Juicio. Sólo a Ti adoramos y de Ti imploramos ayuda. Guíanos por el sendero recto. El sendero de quienes agraciaste, no el de los execrados ni el de los extraviados. ¡Amén! 5. En el Nombre de Allah, Clemente, Misericordioso. Él es Allah, la única divinidad. Allah es el Absoluto. No engendró, ni fue engendrado. No hay nada ni nadie que se asemeje a Él. 6. Allah es la Luz de los cielos y de la tierra. ¡Luz sobre Luz! Allah dirige a Su Luz a quien Él quiere. Como tinieblas en un mar profundo, cubierto de olas, unas sobre otras, con nubes por encima, tinieblas sobre tinieblas. Si se saca la mano, apenas se la distingue. No dispone de luz ninguna aquél a quien Allah se la niega.
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Tema: Re: Los entresijos del poder (Wilson Fisk) [25/26-04-2019] 3rd Octubre 2021, 14:57
El cuerpo de un ser humano adulto contiene unos cinco litros de sangre. Lo más habitual es que, cuando alguien ha perdido alrededor de un tercio de esa cantidad, se desmaye. Los síntomas previos son: debilidad, sensación de frío por el descenso de la temperatura corporal, visión borrosa… Arnold Lundgren ya debía llevar perdido litro y medio. Era un hombre grande y, pese a sus muchos vicios, podía decirse que estaba en buena forma física. Aguantaría un poco más en caer, pero su suerte estaría sellada si Matt Murdock no hacía pronto algo que el susodicho se esforzaba con mucho ahínco en evitar: darle alcance. Una empresa bastante complicada, más aún para un hombre herido. Había pocas formas de evitar al diablo de la Cocina del Infierno en su propio feudo. Menos para una persona de pocos recursos. Casi ninguna si estás sangrando como un cerdo. Así, como un perro de caza, el justiciero fue siguiendo el rastro del, habíamos dicho, litro y medio de sangre que el señor Lundgren había ido dejando, a modo de miguitas de pan, esparcido por manzana y media. Uno de los muchos incidentes desafortunados con los que uno debe contar cuando se dedica a la delincuencia y contra los que hay que estar prevenido, también, cuando se combate contra ella. A opinión de Matt Murdock, había pocas actividades peor entendidas que la de luchador contra el crimen por cuenta propia. Los periódicos tratan las proezas de sus fenómenos enmascarados como si de un antiguo serial matutino se tratase: “Chispeante batalla entre Spider-Man y Electro” (titularía un redactor, creyéndose muy gracioso), “Wonder Woman se enfrenta con Ares en feroz combate”, “El misterioso Batman salva de nuevo la ciudad”. Y los lectores, que han aprendido a convivir con lo insólito, en parte por mero instinto de conservación, en parte por las dulcificaciones de una prensa complaciente, despachan en diez minutos lo que, en muchas ocasiones, es la culminación de un trabajo previo, arduo y tedioso. Porque la lucha contra el crimen, al menos como la entendía Matt Murdock, no era una sucesión semanal de encuentros trepidantes. Era un complejo mapa, una maraña de cientos de hilos, y Arnold Lundgren era uno de ellos. Un hilo insignificante que, con suerte (algo que no le sobraba), le llevaría a deshilachar un enorme tapiz que llevaba demasiado tiempo evitando: La red de Wilson Fisk.
De modo que, aunque sensacionalista y falta de rigor, la publicidad de la prensa contribuía a otra cosa muy deseable en la lucha contra el crimen: Reputación. Una reputación que, en la Cocina del Infierno, pasaba por el miedo. Y los socios de Arnold Lundgren se habían asustado de lo lindo cuando apareció frente a ellos en el Josie´s. La parte positiva, es que su trabajo daba frutos. La negativa, que se habían asustado demasiado. Tanto como para abrir fuego a diestra y siniestra, sin detenerse a pensar contra qué estaban disparando. De nuevo, en la parte positiva, aquella semana Josie no tendría que lamentar ninguna ventana rota. En la negativa, Arnold Lundgren tenía un boquete en la pierna, a cálculo de Matt, peligrosamente cerca de la arteria femoral. Cuando Matt le dio alcance su pulso, aunque acelerado por la carrera, era errático y débil.
- Déjalo ya, Arnold- dijo Matt mientras avanzaba hacia el aludido con lentitud, tras caer grácil desde una escalerilla de incendios- Necesitas un médico urgentemente.
- Vete… vete a la mierda…
Resollaba… el pulso cada vez más débil. No le quedaba mucho para desmayarse. Pero aún había tiempo de asustarlo un poco más.
- No tienes mucho tiempo. Apenas puedes andar, mucho menos correr. Si no recibes atención médica pronto caerás desmayado. Te vas a desangrar aquí solo, tirado en un callejón como un perro, pero tienes una alternativa. Hay rumores en las calles de que Wilson Fisk se reunió anoche con alguien- Matt hizo una pausa dramática, forzando la ansiedad de su presa- Dame un nombre Arnold. Dame un nombre y te llamaré una ambulancia. Si no, estás a tu suerte.
Era un farol, por supuesto. Le ayudaría igualmente, pero eso Arnold no tenía por qué saberlo.
- Y una mierda cuernecitos…- dijo el otro con una media sonrisa, apoyándose trabajosamente contra el muro, pero aún con la pistola en alto- ¿Sabes lo que me hará la gente de Kingpin si se enteran de que he hablado contigo? Prefiero palmarla ya…
- Había que intentarlo- dijo Matt encogiéndose de hombros. La pistola cayó primero, Arnold unos cinco segundos después- Mierda…
Matt se acercó al hombre desmayado y, rompiéndole la camisa, extrajo un buen trozo de tela para improvisarle un torniquete. Tras ello, cargó sobre sus hombros el peso muerto y caminó durante unos instantes hasta dar a una vía más principal, buscando con sus sentidos alguna patrulla de policía cercana. Al poco, la conversación de dos chicos de azul, con sendos cafés en la mano, apoyados contra su coche patrulla, llamó la atención del justiciero. Dejó el bulto sobre el capó y, casi sin dirigirles la mirada, espetó lo siguiente.
- Tiene una herida de bala en la pierna. Conseguidle una ambulancia.
Los agentes se apresuraron a examinar al hombre y a dar el correspondiente aviso. Matt no se quedó ni un segundo más. No estaba precisamente de buen humor.
Daredevil se perdió por el laberinto humano de azoteas y neones, despejando su mente con la adrenalina de la carrera y la inercia de cada acrobacia. Los compinches de Arnold habían escapado y, a esas horas, las ratas ya habrían escuchado la voz de alarma y se habrían metido en sus respectivas cloacas. Estarían sobre aviso, serían más precavidos y escurridizos. La noche estaba perdida. Matt se detuvo en la azotea de un edificio cercano. Tras un rato de meditación se dio cuenta de que estaba cerca de la catedral. Centró su oído en el leve rumor del viento sobre las puntiagudas torres y alzó la cabeza al cielo en dirección al sacro edificio.
- Hoy no me estás ayudando demasiado…
Fue entonces cuando escuchó un rumor algo distinto. De nuevo el viento, pero golpeando contra una estructura metálica, algo que, a juzgar por el sonido, pudo identificar como una especie de ala-delta. El usuario de aquel ingenio no se hizo esperar y, con fuerza y majestad, aterrizó frente a Matt. El diablo se puso en guardia con rapidez, tratando de calibrar si aquella nueva figura era amigo o enemigo. Su postura era firme y desafiante y el inmenso calor emanante de sus manos, sumado a la titilante figura alargada que se erguía desde una de ellas, le hizo deducir que portaba alguna suerte arma de plasma o similar… Si la producía él mismo o era un objeto físico no pudo determinarlo.
- En efecto…-susurró el justiciero-… hoy no me estás ayudando nada…
- Tú, Al-waswās, adversario de la humanidad, que pagas tu venganza contra Dios insuflando la semilla del mal en los corazones de los hombres con tus susurros pecaminosos. Es por tu culpa que la inmoralidad y la perversión campan a sus anchas por Hell's Kitchen, pero cuando te haya destruido, las buenas gentes que aquí habitan recuperarán la paz –la voz, agresiva y cargada de rabia, le resultó extrañamente familiar. Creía haberla escuchado en otro contexto… Más calmada menos… muerta. Lo que estaba claro, por el momento, es que su nuevo amigo no tenía una actitud demasiado pacífica. No sabía muchas palabras en árabe, pero había sido el centro de los devaneos místicos de suficientes pirados como para saber que se estaba refiriendo a él:- Subhánaka Alláhuma wa bihamdika wa tabárakas-muka wa ta'ála Yadduka wa lá iláha gairuka ¡A’udhu billáhi minash Shaitán ar rayim!
- Mira…-dijo Matt extendiendo la palma de la mano en gesto de paz- no sé quién eres ni con quién te crees que hablas pero…
- No digas nada, Shaitán. A mí no conseguirás corromperme. "¡Oh, hijos de Adán! Que no los seduzca el demonio". Corán, versículo 27 del sura 7, al-A’raf -musitó para sí, como un mantra que tenía por objeto blindarse ante las palabras del Adversario antes de continuar con su letanía.
Cuando el hombre comenzó a recitar su oración la sensación de familiaridad fue aún más grande. Sí, definitivamente él había escuchado esa voz en otra parte. Sin embargo, mientras rezaba y se preparaba para el combate, el tono del agresor casi hacía percibirlo como si estuviese en una especie de trance. De pronto, alrededor de la amenazante figura que lo increpaba, una suerte de ondas difuminaron su silueta, dificultando a Matt aún más su limitada visión, haciendo algo más candente y ondulante su “mundo en llamas”.
Tras la letanía, el primer ataque no se hizo esperar. La rapidez y agilidad de aquel hombre daban muestra de un entrenamiento más que notable, y Matt tuvo que hacer verdaderos esfuerzos por concentrarse y apartar de su cabeza el discurrir de sus pensamientos. No podía ser… pero todos los indicios apuntaban al mismo lugar. De momento, no podía hacer otra cosa que esquivar los embates de su agresor. Aún no sabía si su arma era corpórea aunque, en cualquier caso, por el calor que manaba de ella el bloqueo estaba descartado. Probablemente cortaría sus bastones como un cuchillo un bloque de mantequilla caliente. Aprovechando el retroceso de la esquiva, Matt tomó impulso para dar un mortal hacia atrás, aprovechando para lanzar uno de sus bastones al agresor. Aunque el abogado no pudo, obviamente, verlo, un flashazo cegador sucedió al impacto de su arma, que cayó con estrépito a pocos metros del justiciero. Aprovechando la distancia Matt hizo un esfuerzo por escuchar el latido de su atacante. Agitado por el combate, pero firme, seguro y… de nuevo, familiar.
La voz, aquellos extraños poderes, su latido… No podía ser…
- ¿Drago?
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Tema: Re: Los entresijos del poder (Wilson Fisk) [25/26-04-2019] 13th Octubre 2021, 01:35
Antes del ser humano, Alá creó a los Djinn, o espíritus del fuego, y a los ángeles. Mientras otorgó a los seres humanos la misma cualidad de libre albedrió con la que bendijo a los djinn, los ángeles carecían de dicha facultad, siendo totalmente sumisos a él. Por eso, a diferencia de la teología cristiana, el diablo nunca podría haber sido un ángel caído, no. El diablo, originalmente, era un djinn de tan alto estatus que llegó a ser considerado con la misma categoría de un ángel, lo cual lo llenó de arrogancia y prepotencia hasta el punto en que, cuando Alá creó finalmente a Adán y ordenó a sus demás creaciones que se postraran ante él, se negó, argumentando ser mejor que él, ya que había sido creado del fuego mientras que Adán había sido creado del barro. El demonio tuvo que pagar por su orgullo, siendo expulsado de la casa de Alá para vivir en la tierra con los humanos, a los que pasó a odiar desde entonces por considerarlos responsables de su caída, y decidió utilizar todos los medios a su alcance para apartarlos de Dios. Experto conocedor de las debilidades humanas, utilizaría sus deseos, sus ambiciones y sus infinitas dudas para confundir sus mentes y labrarse el camino hasta sus corazones, apoyándose en el engaño como su piedra angular.
Por eso, a Drago no le sorprendió que el demonio conociera su nombre. Por supuesto que lo conocía, pero eso no quería decir nada. Estaba intentando sembrar en él la semilla de la duda como una forma de tentación, una prueba para su conocimiento y su fe. Lanzó un nuevo ataque con su espada de luz, pero el diablo se apartó rápidamente, dejándole pasar al tiempo que con su mano diestra le sujetaba la muñeca, haciéndole girar con su propio cuerpo en un movimiento fluido de aikido que aprovechó la propia inercia de su impulso, haciéndole descender para, al momento, hacerle una torsión de muñeca que le obligó a invertir el movimiento haciéndole caer pesadamente de espaldas sobre la terraza.
- Drago, escúchame...
- ¿De la misma forma que hiciste que te escucharan Adán y Eva? -replicó el mutante, volviendo a ponerse ágilmente en pie-. "Yo os aconsejo para vuestro bien”, les dijiste.
La momentánea ruptura de su concentración le había hecho perder la espada, pero eso no le suponía ningún problema. Extendió las manos hacia el demonio encarnado y de ellas emergió un poderoso haz de luz láser que el vigilante esquivó realizando un potente salto mortal hacia Drago, apoyándose en él para caer a su espalda y, pasándole el bastón que le quedaba por el cuello, hacerle una llave Mataleón para inmovilizarle.
- No seas cabezota y escúcham...
- Realizamos malas acciones porque Shaitán susurra en nuestros corazones.
Haciendo gala de una fuerza considerable, agarró la muñeca que cerraba la llave en torno a su cuello, obligando al justiciero a extender el brazo. Una vez hecha la apertura, sólo tuvo que girar sobre sí mismo apartando con su otra mano el bastón de Daredevil para proyectarle hacia atrás, apartándole de sí para generar el espacio suficiente para recurrir a sus lásers de nuevo.
- ¡Maldita sea, Drago! ¡Soy Matt! -exclamó el vigilante, rodando por el suelo para esquivar las sucesivas ráfagas-. ¡Matt Murdock!
- No podrás engañarme, Shaitán, pues mi fe me permite distinguir entre la falsedad y el engaño. La enfermedad de la duda no corrompe mi conocimiento, pues la luz me permite disipar la oscuridad y ver las cosas tal y como...
Enmudeció cuando el hombre que tenía ante sí se despojó de la máscara de diablo, descubriendo ante sus ojos el rostro de su amigo.
- Drago -jadeó sin aliento el pelirrojo-. Soy yo, Matt. Soy Daredevil. No soy el diablo, soy un vigilante, como tú.
El mutante no respondió. Permaneció inmóvil, de pie ante él, con la diestra extendida en su dirección, resplandeciente de flameante poder contenido. Matt atendió a sus latidos. Vacilaba, parecía estar debatiéndose internamente. Aún no estaba plenamente convencido, pero al menos ahora le estaba escuchando y quizá podría...
Un segundo... Un prácticamente imperceptible foco de calor... Un halo de radiación electromagnética transformada en luz que pasaba por encima de su hombro, casi rozándole, para marcar la frente de Drago, justo en el centro...
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Tema: Re: Los entresijos del poder (Wilson Fisk) [25/26-04-2019] 2nd Diciembre 2021, 01:00
La respiración y el latido de Drago aún eran rápidos y erráticos. Era más que obvio que se hallaba confuso, aún no las tenía todas consigo y cabía la posibilidad de que aquel delirio místico del que había dado prueba durante su combate le impidiera convencerse de la verdad aunque la tuviese delante. Él mismo le había confesado que podía ver gracias a sus poderes, de modo que tenía que estar viendo inevitablemente el rostro de Matt Murdock.
Matt habría deseado que aquella revelación se hubiese producido en un mejor momento. Las dudas y el celo con el que siempre había guardado su identidad le habían prevenido de contar su secreto a su amigo. Incluso en condiciones normales aquella confesión habría confundido al maestro de música. Había muchas preguntas que responder, pero la más urgente por el momento era ¿Qué le está ocurriendo a Dragoslav Katich? Algo en su interior le decía que aquello no era sólo una simple confusión. Mentiría si dijese que aquella era la primera vez que se tenía que enfrentar a un compañero en la lucha contra el crimen por un malentendido. Le venían a la cabeza un par de ocasiones con Spider-Man y una con el Capitán América. Pero… Drago era un hombre religioso, era verdad, pero no un fanático. Le había comparado con el mismísimo demonio. En condiciones normales estaba seguro de que Drago habría sabido distinguir la realidad entre las historias sobre el “Diablo de la Cocina del Infierno” y una fábula bíblica.
Desde luego, había muchas preguntas que debían ser respondidas y no sólo por parte de Matt, pero no había tiempo para ello en ese instante. Centrado como estaba en Drago pudo notar una pequeñísima fuente térmica moviéndose de su hombro a su frente. Matt conocía bien aquella sensación, se trataba de la mira láser de un rifle de francotirador. El tiempo apremiaba y, concentrado como estaba, fue capaz de distinguir el sonido del arma preparándose a distancia.
Apenas hubo tiempo para pensar en una reacción. La detonación fue casi inmediatamente posterior al apuntado. Se trataba de una jugada arriesgada y, en otras condiciones, habría probado otra estrategia. Matt se lanzó frente al confuso drago y, con un rápido movimiento del bastón que conservaba, la bala rebotó contra el mismo desviándose en su trayectoria. Murdock notó en su brazo toda la vibración del impacto del proyectil y respiró aliviado al volver a escuchar el latido de su amigo.
Rápidamente se lanzó contra Drago, empujándolo tras un muro cercano al tiempo que él mismo tomaba cobertura y un nuevo disparo rozaba su pierna. Matt, aprovechando su nueva defensa, se volvió a colocar la máscara y escuchó a su alrededor, tratando de focalizar el origen de los disparos. La miríada de sonidos que conformaban la noche neoyorquina fueron desapareciendo hasta que, casi como si estuviese bajo el agua, se convirtieron en ruido de fondo. Matt, en un acto inútil pero instintivo, cerró los ojos hasta localizar unos pasos apresurados, saltando gráciles pero potentes por los edificios de en frente. Y, entre la respiración y el latido agitado, una leve risita… Una que conocía muy bien.
- Bullseye…
En cuanto Matt terminó de articular, dos Shurikens describieron una trayectoria curva en dirección a ambos. Un tiro imposible que no hacía más que confirmar las sospechas de Matt. El diablo se lanzó rápidamente, desviando con su bastón uno de ellos, el que iba dirigido a Drago, pero recibiendo el segundo en su hombro derecho. El justiciero aprovechó la inercia del movimiento para recoger su bastón perdido y, con ambos en ristre, se colocó en posición defensiva encarando al mejor asesino del mundo.
- ¿Qué es todo esto Bullseye?
- Te gustaría saberlo ¿Verdad, cuernecitos?- dijo el asesino jugueteando con un afilado puñal en sus manos- ¿Por qué no te vas a casa? Hoy la fiesta no va contigo- Aquella risita siniestra volvió a arrastrarse por los labios de Bullseye- Aunque tal vez sea mejor así. Me siento con ganas de un dos por uno…
Bullseye inició la carrera al tiempo que dos cuchillos volaron hacia el diablo guardián. Matt, armado de nuevo con sus dos bastones, los bloqueó sin mucho problema, para después lanzar contra su enemigo una de sus propias armas. El bastón se dirigió raudo contra Bullseye pero él, sin perder la sonrisa del rostro, lo cogió al vuelo y atacó a Matt con un golpe vertical aprovechando la velocidad de la carrera. El justiciero se apresuró a bloquear el arma con el bastón que le quedaba.
- ¿Cuántas veces hemos repetido ya este baile, diablo? ¿No te aburre ya? A mí, desde luego, no…
Bullseye aprovechó para golpear a Matt en la pierna herida, quien hincó la rodilla en el suelo. El diablo apretó los dientes y, sobreponiéndose al empuje de Bullseye, aprovechó la postura para erguirse y golpear con la cabeza el rostro de Bullseye.
Ambos contendientes se alejaron un poco el uno del otro, aprovechando Matt para recuperar de nuevo su bastón del asesino.
- ¿Qué tienes que ver con Drago? Hay dos formas de hacer esto, Lester. En una hablas por voluntad propia y te entrego a las autoridades. En la otra te hago daño- Matt apretó los puños entorno a sus bastones- Escoge una… Escoge la segunda…
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Tema: Re: Los entresijos del poder (Wilson Fisk) [25/26-04-2019] 10th Diciembre 2021, 01:16
Matt (o el ser que decía ser Matt) se abalanzó hacia adelante en un movimiento tan inesperado como repentino al tiempo que levantaba el bastón. Drago disparó los lásers, pero por puro instinto retrocedió tan repentinamente que estuvo a punto de caer, cerrando los ojos en anticipación a un golpe que no llegó, y el disparo se desvió inofensivamente hacia el cielo.
Se escuchó el sonido de un impacto seco que reconoció al instante, y, antes de que acertara a reaccionar, el que se suponía que era su amigo le empujó tras un muro sin que el confundido mutante tuviera aún idea de qué estaba sucediendo. Y, entonces, un nombre escapó de entre sus labios, uno que a la fuerza debía de resultarle familiar, pues se trataba del apodo del hombre al que se había enfrentado la noche anterior.
- ¿Bulls...? -empezó, pero no había terminado de formular el nombre y el sonido de su voz resultó ahogado por el mortal siseo de un objeto surgido de no se sabía dónde que parecía ir directo hacia él. Una vez más, su amigo se interpuso en el camino, salvándole de nuevo a costa de resultar herido en el hombro, así que hizo lo que debería haber hecho hacía varios minutos si la sorpresa no le hubiera dejado bloqueado: volverse invisible.
Aún se estaba recuperando de la impresión de todo lo que acababa de suceder en apenas unos minutos (empezando por la revelación de que uno de sus mejores amigos había resultado ser el supuesto demonio que le habían encargado eliminar) y ya Matt estaba saliendo fuera de la cobertura para encarar al sicario.
Con el corazón latiéndole a mil por hora escuchó la conversación entre los dos sin entender nada. Aquél hombre trabajaba para la misma persona que le había enviado hasta allí aquella noche a encargarse del diablo. ¿Por qué estaba allí? ¿Acaso Kingpin no confiaba en él? ¿Le había enviado para que se cerciorara de que cumplía la tarea y la finalizara en caso de que fallara? ¿Por eso había disparado? El objetivo debía de haber sido Daredevil, pero posiblemente habría errado el tiro y por eso había estado a punto de acertarle a él. Aunque, entonces... ¿por qué le había arrojado un shuriken? ¿Y por qué estaba diciéndole a Daredevil que él no era el objetivo? ¿Habían decidido eliminarle por su momento de duda?
Al otro lado del muro, el asesino se reía como si Matt acabara de contarle el chiste más divertido del mundo.
- ¡Me encanta cuando te pones violento! -exclamó, eufórico, arrojándose sobre el justiciero con un par de sais en las manos. El acero entrechocó contra el material especial que conformaba los bastones del vigilante cuando, tras varios intercambios, los dos Némesis quedaron trabados en un forcejeo letal-. ¿Cómo podría decir que no cuando me lo pides de esa manera tan ardiente? Dime: ¿sabía Elektra de tus tendencias sadomasoquistas? Mmmm... Lo que me interesa más es saber si le gustaba...
De manera totalmente inesperada, el asesino dejó de presentar resistencia, dejándose fluir hacia atrás aprovechando la inercia del propio empuje de Matt para girar sobre sí mismo en un movimiento que casi parecía de danza para, al volver, realizar un tajo en vertical hacia arriba que dibujó un corte sangrante en la mejilla del diablo escarlata propinando a continuación un golpe con la empuñadura del segundo sai en su esternón que le hizo doblarse sobre sí mismo.
- La pregunta que me has hecho te la voy a responder gratis, Mattie; simplemente quería verte la cara cuando le volara la tapa de los sesos a tu amigo delante tuya. Me di cuenta de que he estado focalizándome demasiado en tus novias, cuando un verdadero profesional debería ser capaz de diversificar. Me entiendes, ¿no? Con todos los años que hace que nos conocemos y nunca se me ha ocurrido ir a hacerle una visita a ese gordinflón con el que compartes la oficina (no recuerdo cómo se llamaba pero sé que tenía un nombre estúpido). Así que me dije... diablos, ¿por qué no?
Avanzando hacia él, le agarró por la parte superior de la capucha y le puso la punta del sai en la garganta.
- No puedes culparme, Rojo. Después de todo ya te advertí de lo que pasaría aquél día en el gimnasio de tu viejo, ¿y sabes qué? Si hubieras tenido las agallas entonces, esa chica tuya, Keira, aún seguiría viva. No, ésto sólo terminará cuando uno de los dos...
Se produjo un sonido de descarga y un rayo de energía lumínica se llevó por delante a Bullseye, estampándolo contra un muro. Drago, fuera ya de la cobertura de la invisibilidad, apuntaba a Bullseye con las manos pero se mantenía apartado de Daredevil.
- ¿Sabe Cédric ésto? -inquirió-. ¿Sabe que has venido a matarme? ¿Lo sabe tu jefe?
Bullseye, incorporándose del suelo, se echó a reír con suavidad.
- ¿No te gustaría saberlo? ¡Jajajajajajajaja!
Drago torció el gesto en una mueca de desprecio. En aquellos momentos no había nada que deseara más que convertirlo en una mancha en la pared, pero no sabía cuánto valoraba Kingpin a su asesino personal y no quería correr riesgos mientras Cédric estuviera a su cuidado.
- Eres un perro sin honor. No sois de fiar, ni tú ni tu jefe, y me aseguraré de que Cédric lo sepa.
Dicho ésto, retrocedió hasta el borde de la azotea y activó su arnés para planear hacia abajo. No sabía qué clase de mierda existía entre Daredevil y Bullseye, pero en aquellos momentos lo único que le importaba era advertir a Cédric. Él era lo único importante. Además, por lo que había visto, Matt era perfectamente capaz de seguirle el ritmo al tal Bullseye, y necesitaba que el asesino le mantuviera entretenido para que no le siguiera.
- Bueno, Mattie... -el sicario arrojó el sai al aire y lo volvió a atrapar en pleno vuelo, adoptando una posición de combate al tiempo que sonreía con crueldad-. Al fin solos...
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Tema: Re: Los entresijos del poder (Wilson Fisk) [25/26-04-2019] 22nd Diciembre 2021, 20:35
Las palabras de Bullseye herían más que sus golpes. Matt estaba rabioso y había caído en un error de novato, no dejar que los sentimientos nublen el juicio. Si Stick estuviera allí en aquel momento sin duda tendría un buen número de palabras no demasiado amables para con su pupilo. Los movimientos de Bullseye eran tan precisos e impredecibles como siempre, aquellos amagos y ademanes que lo hacían parecer errático pero que preparaban un futuro golpe mortal. Los sais, las menciones a Elektra, la amenaza de volarle la cabeza a Drago… Todo el mundo que le conocía, todo aquél que tenía una mínima relación con él se convertía en una maldita diana humana. Apenas sintió el corte del sai en la mejilla, su corazón palpitaba como un motor a toda potencia. Quería golpear a Bullseye, hacerlo pedazos pero… cuando se quiso dar cuenta la punta del sai ya estaba en su garganta.
- No puedes culparme, Rojo. Después de todo ya te advertí de lo que pasaría aquél día en el gimnasio de tu viejo, ¿y sabes qué? Si hubieras tenido las agallas entonces, esa chica tuya, Keira, aún seguiría viva. No, ésto sólo terminará cuando uno de los dos...
Keira… Estaba… ¿Estaba hablando de Karen? Matt no podía aguantar más. En cuanto se deshiciera de ese sai iba a…
El sonido de la descarga interrumpió los pensamientos de Matt. Se acuclilló y se tapó los oídos, mareado por la intensidad del ruido, mientras se incorporaba lentamente un pitido sordo se instaló en la cabeza de Murdock que, al final, pudo distinguir unas palabras.
-…fiar… ni tu jefe… aseguraré… que Cédric lo sepa…
¿Su jefe? Fisk… Tendría que haber sospechado que estaba metido en todo aquello ¿Y quién era ese tal Cédric? Matt estaba más que determinado en llegar al fondo de aquel asunto y, ahora, contaba con lo suficiente como para empezar a buscar. Sin embargo, primero tendría que hacer frente a un asunto pendiente.
- Bueno, Mattie...-el sicario arrojó el sai al aire y lo volvió a atrapar en pleno vuelo, adoptando una posición de combate al tiempo que sonreía con crueldad-. Al fin solos...
Irónicamente, la distracción de Drago había conseguido que Matt se serenase y tomase conciencia de la realidad. Tenía que hacer oídos sordos a las palabras de Bullseye. Por mucho que desease machacarlo lentamente y con saña, tenía cosas más importantes de las que ocuparse. El asesino no era más que un obstáculo, uno especialmente difícil de sortear, pero no más que un impedimento entre Matt y su objetivo final. Sin mediar palabra se lanzó contra el asesino de frente, quien, con inesperada rapidez, lanzó un par de shurikens hacia Matt. Los sais habían sido una buena distracción, hacían ver que el asesino buscaría el cuerpo a cuerpo, pero es difícil engañar a lo que no tiene ojos. Bullseye lo sabía, por supuesto, pero aún así los shurikens servían como un fastidio que impedía el contacto directo. En vez de bloquearlos Matt optó por saltar hacia delante en una voltereta frontal, dejando que los proyectiles pasasen por debajo de él. Aprovechando la inercia de la caída Matt lanzó una patada vertical contra Bullseye, buscando su nuca, pero el asesino fue lo bastante rápido como para esquivarla.
Lester soltó alguna especia de comentario después, no sabía si sardónico o con jocosa admiración. A Matt le daba igual, se había centrado en los sonidos realmente importantes. El acero de los sais, el roce de la ropa de Bullseye con cada movimiento, su propio latido, el viento… Aprovechando la postura de la caída, agachado, el diablo lanzó una patada contra los tobillos de Bullseye. Esta le hizo tambalear, pero no caer, y rápidamente volvió a coger distancia. Preparaba un nuevo lanzamiento, pero Matt había calculado ya el suyo. El primer bastón salió volando en dirección al rostro de Bullseye, que no tuvo ningún problema para bloquearlo con sus sais. El segundo había ido dirigido a una pared cercana, lanzándose en el rebote contra el mentón del asesino. El golpe fue certero y Matt deseó con todas sus fuerzas haber roto la mandíbula de su adversario. El sonido y los lejanos comentarios hirientes del mismo parecían indicar lo contrario.
No había tiempo para el aliento o para pensar. Debía dejarse llevar por sus reflejos y su adiestramiento. No pensar, sólo atacar y reaccionar. Hasta para alguien con los reflejos de Lester, el bloqueo y el golpe debían de provocar un cierto retardo en su respuesta. Se lanzó contra Bullseye con toda la velocidad que le permitieron sus piernas, recogiendo uno de los bastones en el trayecto y, aprovechando la cercanía con la cornisa, se lanzó contra él con todo el peso de su cuerpo. Ambos rivales cayeron a plomo del edificio, precipitándose contra el vacío. En ese momento, haciendo uso del bastón que había recuperado, Matt desplegó la cuerda y ambos se lanzaron en movimiento pendular hasta chocar con el muro del edificio de enfrente. Bullseye había chocado de espaldas contra el muro y ahora ambos estaban sobre una escalerilla de incendios, pero el diablo no tenía intención de alargar el enfrentamiento. Recogió cable y subió a la nueva azotea.
Seguramente Bullseye seguía consciente y con intención de seguirlo. Se ocuparía de ese problema por el camino si era preciso.
Ahora tenía una cita con Wilson Fisk.
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Tema: Re: Los entresijos del poder (Wilson Fisk) [25/26-04-2019] 8th Enero 2022, 02:05
No estaba consiguiendo llegar hasta él, lo notaba. Bullseye había combatido suficientes veces contra Matt, y le había hecho el daño suficiente como para saber cuándo era personal entre los dos. El viejo Mattie era jodidamente bueno, pero también era predecible a nivel emocional. Sus sentimientos eran su punto débil, y, por lo general, bastaba una simple alusión hacia alguna de sus novias muertas para provocar que perdiera la cabeza y se volviera extremadamente violento. A Bullseye le encantaba provocarle porque era cuando Daredevil sacaba a flote sus peores instintos, y contra eso era contra lo que el asesino quería luchar; no contra el santurrón mojigato, sino contra el diablo que se ocultaba debajo, el hombre que le había dejado caer desde aquél tendedero para que se matara.
Daredevil era el único hombre que había estado a punto de matarle, y, por tanto, la única pelea realmente emocionante que podía encontrar un tipo que era capaz de matarte a cien metros de distancia con un palillo de dientes. Sin riesgo no había emoción, y aquella vez, cuando había matado a Elektra, había sido la única vez que el experto asesino había podido sentir la excitación de la adrenalina correr por sus venas, así que hacía todo lo posible por volver a sentirla otra vez, pero aquella noche no estaba funcionando, a pesar de haber tocado varios de los puntos sensibles del justiciero ciego.
No estaba siendo divertido en absoluto.
- ¿Qué te pasa hoy? No estás poniendo de tu parte, colega -protestó mientras bloqueaba uno de los ataques del vigilante-. Estás como ausente, ¿sabes? Como cuando uno está follando con la amante y a la vez pensando en la esposa. ¡Le quita toda la diversión al asunto!
Daredevil arrojó los bastones y él rápidamente utilizó uno de los sais para interceptar el primero, pero le resultó imposible esquivar el segundo, que le dio de lleno en el mentón.
- ¡Ouch! Eso ha dolido -admitió tocándose la zona afectada para comprobar que no había nada roto-. Vale, supongo que me lo he ganad... ¡Eh!
Al fin lo había conseguido, pensó. Había conseguido llegar hasta él, o eso pareció cuando el vigilante se arrojó sobre él y, enlazados en un baile mortal, le hizo caer del edificio. Y, por un instante, revivió aquél fatídico instante en el tendedero cuando desplegó la cuerda del bastón para detener la caída.
Ya está, pensó. ¿Ya está? ¿Así, de repente? No, no podía terminar así, no había sido una pelea lo suficientemente épica. La pelea tras la muerte de Elektra... Aquello sí que había sido algo épico. Bullseye no quería irse de cualquier forma, de lo contrario sería tan simple como pegarse un tiro. No... lo que él quería era algo que fuera épico, algo que sería recordado para siempre en las mentes de todos. Un espectáculo digno de ser retransmitido en televisión.
El adamantium aguantaría el impacto contra el suelo, y por tanto resguardaría los órganos, pero no todos los huesos de su cuerpo estaban forrados en adamantium. Posiblemente se le partirían las piernas, y...
El brutal impacto contra la pared interrumpió sus pensamientos. Daredevil le había soltado, y, aunque el adamantium absorbió la mayor parte del golpe, quedó aturdido durante una fracción de segundo, que fue el tiempo que tardó en darse cuenta de que no estaba cayendo. El miserable le había dejado sobre una escalera de incendios, como si se tratase de un puto gato rescatado en lugar de uno de los asesinos más peligrosos del mundo. En un arrebato inicial de ira, sacó la pistola de la funda y encañonó al diablo que se alejaba balanceándose por los tejados de Nueva York. Con su puntería y sus capacidades habría sido capaz de matarlo diez veces antes de quedar fuera de rango, pero, por alguna razón, no apretó el gatillo.
- Que quede claro, Rojo -dijo, sabiendo que su enemigo podría oírle-, que sigues vivo porque yo así lo quiero. No dejaré que mueras... hasta que hayas perdido todo cuanto te importa en ésta vida y tú mismo me supliques que te mate... Hasta entonces...
Esperó hasta que se hubo perdido de vista y, entonces, sacó el teléfono irrastreable que utilizaba para comunicarse con Kingpin.
- Hey, Wes, soy Bullseye. Creo que el jefe debería saber que el capullo emo al que envió a por nuestro común amigo ha sido incapaz de cumplir la tarea que se le encomendó y después se ha rajado y ha vuelto a la Torre. Diablos, puede incluso que ya haya llegado. Intenté impedirlo, pero Daredevil me interceptó y ha ido tras él. Llegará en cuestión de minutos, y sospecho que va a estar muy, pero que muy cabreado con Cédric, así que tal vez el jefe quiera tomar medidas...
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Tema: Re: Los entresijos del poder (Wilson Fisk) [25/26-04-2019] 18th Enero 2022, 04:09
OFF:Este post ha sido escrito en colaboración con la user de Elektra a quien el equipo de monos guionistas que trabajan en la mente del user de Fisk agradecen su trabajo y su talento ____________________________________________________________________________________________
El ruido estaba comenzando a filtrarse tras las pesadas puertas del despacho de Wilson Fisk. A su lado, Cèdric Valjean observaba curioso las imágenes de los monitores de seguridad.
-Impresionante ¿No cree?- apuntó el Kingpin del crimen mientras las pantallas mostraban una figura carmesí moverse de un lado a otro repartiendo puñetazos, haciendo fintas y distribuyendo furia allá por donde pasaba. Paulatinamente los monitores frente a Fisk fueron apagándose, dejando en lugar de la imagen un sordo ruido de estática.
-Ya casi está aquí…- murmuró Fisk disimulando una sonrisa. Los quejidos, los golpes, los disparos, cada vez más audibles y, por tanto, cada vez más cerca mientras, una tras otra, las pantallas se iban apagando -Y…
Finalmente, el cuerpo trajeado de uno de los matones de Fisk atravesó el enorme portón que se abrió de par en par por la acción del mismo. Tras él, con paso lento pero decidido, el Diablo de la Cocina del infierno cruzaba el umbral. Su traje estaba notablemente dañado y los salpicones de sangre (propia y ajena) se fundían en una extraña combinación con el rojo del propio uniforme. Respiraba pesadamente, fruto de la fatiga y la ira, hinchando y relajando el blindado pecho, lleno de desgarrones. En el pasillo, al fondo, uno de los matones trató de incorporarse y una temblorosa mano apuntó la nuca del justiciero. Con un rápido movimiento, sin volver la vista, el bastón voló hacia la nariz del agresor, noqueándolo al instante y volviendo presto a la mano de su dueño.
-Quiero respuestas, Fisk…- susurró Murdock destilando odio en cada palabra.
-Buenas noches Matthew- dijo simplemente Fisk para, después, alzar con parsimonia su manaza- No te inquietes, no he traicionado tu confianza. Mi amigo el Sr Valjean ya estaba al tanto de tu doble identidad incluso antes de nuestra asociación. Pero… soy un auténtico maleducado. Cédric Valjean, Matt Murdock. Matt Murdock…
El hombre se levantó con una elegancia que hacía juego con su belleza, y avanzó hacia el Diablo para estrechar su mano.
- No tienes idea del placer que me provoca conocerte por fin… -empezó, con una sonrisa perversa que auguraba mucho más de lo que parecían traslucir sus palabras-. ¿Sabes? -inquirió, alejándose al ver que el vigilante no le devolvía el saludo-. A veces… a veces… uno se toma el tiempo y la molestia de crear verdaderas obras de arte… Y parece que es mucho trabajo, y nunca sabes si va a compensar… Pero cuando lo hace… Vale totalmente la pena -dijo, volviéndose una vez más a mirarle-. Crees que estás aquí por tu amigo… Pero lo de Drago no ha sido más que una increíble y afortunada casualidad… La realidad es, Matthew, que fuiste el protagonista de una de mis obras más inspiradas hace algo más de un mes… Dejé un mensaje en tu oficina, pero fuiste lo suficientemente desconsiderado como para no acudir, y creí que todo mi trabajo habría sido en vano. Y, sin embargo… -abrió los brazos en gesto de bienvenida-, aquí estás… Ah, pero estoy siendo descortés…. posiblemente te estarás preguntando de qué diablos estoy hablando… Es una pena que no hiciera vídeos ni fotos, lamentablemente no me gusta porque se pierden demasiados detalles, pero afortunadamente tengo algo mejor… Algo que, si de verdad eres ciego, será mucho mejor…
El mutante rió para sí en voz baja, y Daredevil pudo sentir cómo su cuerpo se relajaba de golpe; los bastones cayeron al suelo con un ruido sordo, pero el metahumano no llegó a oírlo, porque su mente ya no se encontraba en aquella oficina, sino en algún lugar muy lejano, perdido en los recuerdos que ahora bombardeaban sus sentidos, abrumándole con una sensación que había pensado que no volvería a disfrutar nunca, al menos no sin la ayuda de Drago: Luz. Luz y color... Las imágenes se sucedían a toda velocidad, como en un sueño que parecía no acabar nunca, sólo que, a diferencia de los sueños, aquello parecía completamente real…
De repente estaba sentado delante de una mesa de casino, sosteniendo unas cartas en la mano. Ante él, había una hermosa mujer de largos cabellos azabache y piel morena ataviada con un vestido de gala que realzaba su escultural silueta. La mujer fijó en él una mirada intensa y ardiente, y, a pesar de no haberla podido ver realmente nunca, supo de inmediato de quién se trataba.
Elektra…
La engañé -resonó la voz del francés en su cabeza-. Jugué con su mente para hacerle creer que era un antiguo compañero del pasado, alguien en quien ella confiaba. De ésta forma, conseguí que bajara la guardia. Resultó que hacía tan sólo tres días, alguien a quien amaba profundamente le había partido el corazón. Creo que fuiste tú, y creo que tengo que darte las gracias, porque, de no haber sido por eso, no me habría resultado tan sencillo meterla en mi cama…
¿Sabes la única diferencia entre Bullseye y tú? Él no se engaña sobre lo que es. Ni a él mismo ni a los demás. Stick tenía razón: eres veneno. Uno que no estoy dispuesto a seguir tragando.
Tan sólo un parpadeo y Elektra estaba desnuda, mordiéndose el labio inferior con anhelo antes de inclinarse sobre él. Sólo que no era él... Matt era un mero espectador, alguien que miraba el pasado a través de los ojos de quien sí lo había vivido, obligado a permanecer allí, inmóvil, sin poder hacer más que mirar y sentir lo que ya había ocurrido. Lo que otro había vivido.
Estaba tan ansiosa por olvidar, Matt... Tan dispuesta a entregarse al primero que pudiera hacerla olvidar... Y, cuando llegó el momento final, ése momento de entrega absoluta en el que quedas completamente expuesto y vulnerable, con todas las defensas mentales bajadas... Resultó tan simple... tan fácil... penetrar hasta su mente... y doblegarla por completo...
Un instante después, Elektra estaba sobre una mesa, completamente desnuda, y sobre su piel expuesta serpenteaba el alambre de espino que ya había comenzado a morder la carne de sus muñecas, tobillo y vientre... Bajo su cuerpo, a intervalos regulares, habían dispuesto pequeños tacos de madera que creaban un desnivel con respecto al resto de la superficie, y su objetivo resultaba dolorosamente palpable al ver el martillo que descansaba sobre la mesa, junto al antebrazo destrozado de la mujer. Sin embargo, a pesar del terrible dolor que debía estar experimentando, no había nada en su rostro que lo reflejara. Tenía los ojos cerrados, sumida en una clase de meditación que Matt conocía muy bien. Entonces, sus labios agrietados se entreabrieron para musitar:
- A lo largo de mi vida he acabado con más gente de la que podrías contar... He hecho muchísimo daño y he traído la desgracia a personas que no lo merecían -apretó los labios, recordando algo que quedaba más allá del alcance del involuntario espectador-. Así que adelante, hijo de puta, acaba conmigo porque no hay nada que puedas hacerme que no me merezca una y mil veces, y ya no queda nadie a quien le importe...
Te ofrezco lo mismo trato que a ese monstruo enmascarado. Recoge tu sai y acaba con esto o, te lo prometo, la próxima vez que nos encontremos te daré el trato que doy a todos los asesinos. Si ese día llega, asegúrate de no fallar.
Una mano se extendió entonces para acariciar su mejilla; parecía la suya, pero no lo era, y, en el proceso, recogió la única lágrima que había conseguido arrancarle, una lágrima que no tenía nada que ver con el dolor físico que atenazaba su cuerpo.
- Ahora entiendo por qué siempre van a por las personas a las que quieres -dijo la voz del francés-. Te da igual lo que te pase a ti, pero no lo que les pase a los demás. No me extraña que seas tan desgraciada. Antes me has preguntado si me excitaba hacerte daño. ¿Y a ti? ¿Te excita matar? Notar cómo la sangre aún caliente te empapa, cómo gritan cuando se dan cuenta de que estás ahí... Sé que es así, que no puedes resistir el impulso. Por mucho que quieras... al final, siempre acabas cayendo. Es una pena que no sepas disfrutarlo, ¿eh? Y todo por un sólo hombre... Qué desperdicio.
Habría sido difícil, pero tú siempre escoges el camino fácil.
La mano rebuscó en el interior de la chaqueta y sacó algo... una fotografía en donde podía observarse a Elektra y Matt sentados juntos en la escalera de la universidad, cuando aún eran novios. Posiblemente Matt podría recordar aquella fotografía que les había hecho Foggy con una de aquellas antiguas cámaras instantáneas. Como es lógico, él nunca había podido ver, hasta ahora, aquella imagen. En ella, Elektra sonreía, feliz, como si no tuviera ninguna preocupación en su vida. Como si ya tuviera todo cuanto podía desear. En contraste, el rostro de la Elektra que yacía sobre la mesa, cambió para reflejar, por primera vez, algo parecido al miedo...
-Me has mentido, Elektra. Sí que hay alguien a quien le importa. Aunque puedas aguantar todo lo que te haga, aunque creas que te lo mereces… Aún puedo hacerte daño. Porque aún lo tienes a él.
Stick tenía razón: eres veneno.
No seas muy duro con ella -susurró, meliflua, la voz en su mente-. Hizo todo lo que pudo para que no pudiera atisbar sus recuerdos, pero ya la había pillado desprotegida antes, cuando aún no sospechaba nada y era vulnerable. En su defensa he de decir, que, a pesar de todo el dolor que le estaba infringiendo, se las ingenió para ocultarme por completo quién eras en realidad... Esa doble identidad tuya... Es un logro realmente reseñable...
El camino fácil.
La mujer atada a la mesa trató de escapar, de aflojar sus ataduras, sin importarle que el alambre de espino se hundiera aún más en su carne, obligando a su torturador a pulsar un interruptor de la pared. De inmediato, una descarga eléctrica recorrió el alambre, apoderándose de ella, cortando de cuajo su resistencia. Apenas se estaba recuperando cuando volvió a pulsar el botón una vez más.
- Él no es nadie -jadeó cuando pudo volver a hablar-. No es más que un abogado ciego. No obtendrías ningún placer en torturarle, no aguantaría nada. Estarías perdiendo el tiempo.
Habría sido difícil, pero tú siempre escoges el camino fácil. Huir de los problemas en vez de enfrentarlos.
- Tal vez, pero... hay diferentes formas de hacer daño -la fotografía cayó suavemente sobre su vientre, y el hombre volvió a empuñar el martillo, sosteniendo un clavo-. ¿Qué cara crees que pondrá cuando te encuentre?
A diferencia de ti, yo sí cumplo mis promesas.
Las siguientes imágenes se sucedieron como un borrón vertiginoso. Se vio a sí mismo (no, no era él, era el francés) cortándole los dedos. Podía notar la sangre deslizarse por la empuñadura, brillando como si la hoja del cuchillo tuviera miles de rubíes engarzados.
Podía ver los hermosos rasgos, habitualmente endurecidos por la determinación de quien no tiene nada que perder, contraídos en una mueca de dolor antes de volver a escuchar en su mente la voz del francés:
¿Quieres saber qué fue lo último que pensó antes de perder definitivamente la consciencia?: "Perdóname, Matt".
Cumplo mis promesas…
La habitación de la mesa se disolvió, y de pronto, estaba de pie, llevando un bulto en brazos. Un bulto cubierto con una sábana empapada en sangre, alcohol y ceniza. La atmósfera era asfixiante, cargada de polvo y olor a moho. ¿Una catedral abandonada? En una de las paredes había un cuadro con la imagen de la Virgen; la sala estaba repleta de muebles rotos y cubiertos de polvo, de crucifijos astillados y libros sagrados destrozados por la humedad. La imagen cambió de nuevo para mostrar la nave central de la desmejorada catedral. Alguien había depositado una enorme cruz sobre las escaleras que subían hasta el púlpito, y, crucificado sobre ella con sus propios sais, se encontraba el cuerpo desnudo de Elektra.
Tú siempre escoges el camino fácil
Su pecho, señalado con las marcas de unos mordiscos que empezaban a desaparecer, se movía despacio pero de manera regular. Su oscura melena empapada de sangre caía sobre el único hombro que le quedaba: En el otro, alguien había arrancado toda la carne hasta llegar al hueso. Y no era la única parte de su cuerpo que había desaparecido. De haber extendido la mano, Daredevil habría podido tocar sin dificultad su fémur, su tibia, y parte de sus costillas. Uno de sus brazos estaba roto, y los fragmentos óseos habían perforado la piel desde dentro hasta quedar expuestos. El alambre de espino había desgarrado la piel de sus muñecas, y le faltaban siete dedos, perfectamente alineados en el interior de una caja de madera a los pies de la cruz. Aquí y allá, había profundas quemaduras, agujeros negros en una piel que hacía tan sólo un día había sido suave y cálida, y, sobre su vientre, permanecía clavada la fotografía que le había mostrado antes.
No pides ayuda aunque la necesites, tal vez porque no la quieres.
Sin embargo, a pesar de lo espantoso de la escena, el perturbado artista había procurado buscar la belleza dentro de lo macabro. El rostro de la asesina estaba intacto, y su expresión serena parecía totalmente fuera de lugar. Sus caderas estaban ligeramente inclinadas, y sus piernas estaban cruzadas en un gesto que resultaría casi erótico fuera de aquel contexto. Toda la escena estaba pensada como un espectáculo terrible, cuyo único objetivo era herir y ofender, escandalizar y humillar.
El camino fácil…
Hermoso, ¿verdad? Pero no te preocupes... No he tocado su cara, y he dejado intactas todas las partes que importan para que aún pueda servir en la cama...
Cumplo mis promesas…
De pronto, todo paró, y Daredevil se vio arrojado a la fría realidad de nuevo, con la misma brutalidad con la que había sido arrebatado de ella. Cedric se apoyaba sobre el escritorio de Kingpin, tambaleante, mientras la sangre manaba profusamente de su nariz. Había sido un gran esfuerzo, mantener el control durante un tiempo tan prolongado sobre una mente fuerte que no había tenido ocasión de socavar previamente, pero había merecido completamente la pena. Siempre era increíblemente placentero ver cómo alguien que se creía invulnerable se rompía entre sus manos, abrumado por una realidad que no podía soportar. Era la guinda del pastel que no había podido culminar aquél diecisiete de marzo, el último detalle que volvía perfecta su obra magna... Lo de Smith no había sido más que un pobre paliativo, un triste sustitutivo de quien debería haber sido su víctima original, que ahora, al fin, había podido cobrarse, y no había punto de comparación al delicioso dolor que había podido extraer de él... Sí, puede que Smith hubiera terminado por albergar sentimientos hacia la griega, pero eran recientes, superficiales, carecían por completo de la profundidad desgarradora de la que había podido empaparse ahora...
Sí... pasara lo que pasara, había merecido la pena... por... completo...
El rompecabezas había terminado de encajar. De una forma inconsciente, por supuesto. No había lugar para la reflexión en el cerebro de Matt Murdock. Un aluvión de sentimientos estaba arrollando todo su ser. Aquel hombre… Aquel hombre de cuya existencia ni siquiera era consciente hasta esa noche había arruinado ya las vidas de dos de las personas más importantes para él. Y, lo peor de todo, sin que el propio Matt lo supiese… El shock era difícilmente descriptible. Jamás había visto el rostro de Elektra. Para él era otra cosa… Era el aroma del Egeo contra su cabello revuelto… Era su voz profunda y agradable… Era el tacto de sus músculos tensarse a través de la piel… Y aquella vez… La primera que veía su rostro... Había sido vejada y humillada por aquel monstruo.
Matt no había podido liberarse durante toda la alucinación de las últimas palabras que le había dedicado. Pese a haberse librado ya de la ponzoñosa influencia de aquel… ser, aún retumbaban en su cabeza. La había insultado. La había despreciado. Le había dicho que para él no era más que una criminal, una asesina. Que no significaba nada para él. Que nada quedaba en ella de la mujer de la que se había enamorado una vez. Y, lo peor de todo, es que Elektra no tenía forma de saber que todo aquello no era verdad…
Aquel animal la había destruido. La había vejado de todas las formas imaginables. La había tratado como algo más bajo que un animal… como un objeto. Se había deleitado sádicamente con su sufrimiento, ahondando en los recovecos más privados de su mente, buscando la mejor forma de hacerle daño y esa forma… esa forma era él. En su último encuentro le había dicho que era igual que el hombre que la había asesinado, que nunca pedía ayuda, que siempre escogía el camino fácil. Y, sin embargo, ahí estaba Elektra Natchios. Sometida a los enfermizos caprichos de aquel psicópata, despojada de toda su dignidad de guerrera… Maltratada y humillada a merced de las fantasías de un enfermo y, sin embargo, lo único en lo que podía pensar era en no traicionarlo. Después de todo lo que él le había dicho. Se resistía a rendirse del todo, a doblegar su espíritu sólo para que no le hiciesen daño. Para cuidar de él. Para protegerlo.
El último pensamiento de Elektra había sido pedirle perdón cuando, en realidad, Matt sabía que él era quien le debía disculpas. Quien debía suplicarle perdón por no haber estado a su lado cuando la necesitaba. Sabía que, para Elektra, el hecho de que Matt la encontrase despojada de su honor, que fuese consciente de aquella aberrante humillación, era el peor de los infiernos. Pero Matt no podía dejar de pensar que, en algún rincón de su mente, también estaría pensando otra cosa. Que él no había acudido. Que era verdad todo aquello que le había dicho. Que, realmente, no le importaba nada de lo que le pasase. Que no iba a estar allí cuando más la necesitase aunque eso supusiese cumplir los caprichos de un enfermo.
La había fallado a ella… había fallado a Drago.
Matt se dio cuenta de todo ello en una milésima de segundo. Pero no buscaría la redención. No buscaría aclarar el asunto. No buscaría justicia. La realización de todo el daño que no había podido evitar fue solo una chispa que sirvió para encender todos los músculos de su cuerpo. Unos que habían comenzado a moverse sin pedirle permiso. Porque, en el fondo, a Matt le movía una fuerza más poderosa incluso que la ira. Era un impulso oscuro, frío y metódico. Era casi sobrenatural.
Iba a matar a ese hombre.
El primer puñetazo se clavó contra el ya ensangrentado rostro de Cédric. Exhausto y sorprendido por el ataque, cayó de cara contra el exquisito suelo de Fisk. Una blanca baldosa quedó teñida de rojo mientras Cédric boqueaba sin perder la sonrisa del rostro. Matt examinó su latido. No se había acelerado ni un ápice. Un tipo duro, quizá. Mejor, no quería que aquello fuese demasiado rápido.
- Levántate- espetó con voz de hielo. No era tan sólo ira. Era algo más oscuro… Más desapasionado. El aura que abraza a quienes van a reclamar una vida.
El mutante comenzó a incorporarse con algo de dificultad. Para Matt Murdock, le estaba tomando demasiado tiempo. El poderoso puntapié, justo a la altura del estómago, elevó unos milímetros a Cédric antes de caer de espaldas sobre la marmolea superficie, con el rostro completamente ensangrentado y, aunque Matt no pudiese verlo, aún sin perder la sonrisa.
- Levántate- reiteró Matt sin cambiar un ápice el tono. En su silla, Wilson Fisk observaba con deleite la deriva en la que se había lanzado el único hombre íntegro que había conocido.
Aún sin mudar de expresión, Cédric trataba de incorporarse. De nuevo, Matt no estaba dispuesto a concederle ese respiro. Se inclinó sobre él y, agarrándolo de la solapa con la mano izquierda, lanzó dos nuevos puñetazos contra su rostro. Acto seguido lo incorporó con ambos brazos y aprovechó el impulso para lanzarlo contra la mesa de Fisk. El magnate tuvo que apartarse para no recibir el impacto. Todos los objetos que se encontraban sobre la mesa del Kingpin del Crimen cayeron al suelo con gran estrépito. Cédric yacía en el suelo rodeado de los fragmentos de los distintos objetos que hasta hacía unos segundos se encontraban sobre el escritorio. Bajo la atenta mirada de su enemigo, Matt se acercó lentamente al mutante para volver a alzarlo. Éste apenas podía mantenerse en pié, pero el diablo estaba más que dispuesto a ayudarlo. Volvió a incorporarlo y se lanzó con él contra la pared trasera. La espalda de Cédric impactó contra ésta, completamente aprisionado por el justiciero.
- Vamos, entra en mi mente- ordenó Murdock- Párame. Contrólame. Como hiciste con Drago- Un nuevo puñetazo impactó contra el rostro de Cédric- Como hiciste con Elektra- Otro más. No había ningún tipo de contención. Lanzaba cada golpe como si quisiera atravesarle la cabeza. La nuca de Cédric se estrelló contra la pared por la fuerza de los impactos. Matt pudo notar que algo no iba bien. Por sus constantes parecía que no estaba sintiendo nada, pero aún seguía consciente- ¿Crees que no puedo hacerte daño? Eres un pobre estúpido ¿Encuentras satisfacción en romper a un hombre? ¿Crees que tu muerte será el broche final para la broma? ¿Crees que me iré a llorar a un callejón después de quitarte la vida? ¿Crees que me acosarán los remordimientos?- Matt rodeó el cuello de Cédric con las manos. Notando como cada vez le costaba más tomar aire. Como las piernas de Cédric convulsionaban a medida que la fuerza de Matt lo elevaba ligeramente del suelo- No voy a sentir nada ¿Me oyes? No has conseguido nada. Esto no significa nada. Simplemente terminaré mi trabajo… Y habrá un bastardo menos en el mundo.
Solo quedaba un pequeño apretón final. Crack. Tan fácil romper su cuello. Y todo habría acabado. Menos de un segundo…
Eso fue lo que le tomó a Wilson Fisk agarrar a Matt por detrás y lanzarlo lejos de Cédric. El justiciero se levantó como por un resorte. Completamente ajeno a todo por la ira. Pero Fisk ya se había puesto entre él y un amoratado Cédric que, tendido en el suelo, tosía sangre y boqueaba mientras el aire regresaba a sus pulmones.
- Es suficiente- sentenció Fisk- Este hombre se encuentra bajo mi protección.
No… Aquello no podía acabar así. Matt pasaría por encima de Fisk también si hacía falta. Los mataría a ambos ¿Acaso no había soñado con hacerlo cientos de veces? ¿No sería mejor el mundo sin esos dos monstruos habitándolo? Matt apretó los puños, respirando rápidamente, al borde de la hiperventilación. No… no podía ser. No… le estaba dejando ganar. No podía darle… eso…
Ahora le debía su alma al hombre que más odiaba en el mundo.
Matt se giró con rapidez, antes de que se arrepintiese de lo que estaba haciendo y, con paso firme, se dispuso a abandonar la sala. Pero, no sin antes decir unas últimas palabras.
- Escúchame bien, Fisk. Eres como un niño jugando con una goma. No paras de tensarla una y otra vez… Cada vez más fuerte, probando hasta donde puede estirarse, creyendo que no se va a romper jamás. Pero, te lo aseguro… Un día vas a romperla. Y, ese día, que no te quepa duda. El juego habrá terminado…
Y tú serás el primero a por quien vaya.
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Ficha de Personaje Alias: Eclipse Nombre real: Dragoslav Katich Universo: Marvel
Tema: Re: Los entresijos del poder (Wilson Fisk) [25/26-04-2019] 19th Enero 2022, 00:39
Una de las ventajas de tener la fortuna y los contactos de Wilson Fisk era que podías contar con la mejor asistencia sanitaria sin necesidad de pisar un hospital. Para cuando Drago finalmente llegó a la habitación de la torre que habían destinado para hacer de enfermería provisional, ya estaba amaneciendo y apenas había podido dormir un par de horas.
Cédric había podido descansar más, pues, a pesar de no sentir el dolor, su cuerpo acusaba el cansancio de la paliza recibida. Paradójicamente, había dormido como un niño, completamente satisfecho y saciado, como una serpiente después de pegarse un buen atracón.
Ah... había sido mejor de lo que habría podido imaginar. Había sido impagable... Nunca, en sus más ardientes fantasías habría podido pensar que aquél aparentemente anodino abogado ciego sería nada más y nada menos que un superhéroe, y aunque lamentaba no haber podido llegar a algo más... físico, tal y como le había dicho a la griega, existían muchas maneras de hacer daño, y aunque no había podido probar su sangre, su sufrimiento había sido tan embriagador como el de Elektra, puede que más. Porque ella había sido capaz de soportar el castigo físico de una manera estoica, mientras que él se había dejado llevar por el dolor de una forma maravillosa...
Cuando abrió los ojos, Drago estaba a su lado, mirándole con preocupación.
- ¿Por qué me mandaste al hotel? -le preguntó, tomando la mano del rubio entre las suyas-. Deberías haber dejado que me quedara. Podría haberte protegido. Fisk, ese miserable, permitió que ésto ocurriera...
- No -la palabra se escapó con dificultad por entre sus labios agrietados-. Fisk me salvó. Fue tu amigo el que hizo ésto, no lo olvides.
- Daredevil... -el gesto del bosnio se ensombreció, y Cédric le dirigió una mirada de profunda y ensayada decepción.
- Te advertí sobre él... ¿por qué no le mataste?
- Ése hombre no era el demonio, Cédric... Le conozco. No es malvado.
El rubio suspiró, retirando su mano de las de su esclavo en un claro distanciamiento simbólico.
- El mal... la oscuridad... tiene muchas formas, Drago... Tú mejor que nadie deberías saberlo... Mírame bien... Mira lo que me ha hecho... Si Fisk no le hubiera detenido habría acabado conmigo... Ese hombre es un asesino. Intenté advertirte, pero no me hiciste caso...
- Pero... ¿por qué? ¿Por qué atacarte a ti?
- Te escuchó mencionar mi nombre en el tejado y vino a por mí. Quiere separarnos, Drago... Quiere impedir que estemos juntos. Ellos no lo comprenden... No comprenden lo que hay entre tú y yo y tratarán de separarnos, ¿comprendes? Tienes que prometerme... que no volverás a vacilar. Cuando alguien que tú considerabas tu amigo intente separarnos de nuevo... prométeme que no vacilarás.
Los ojos rojos como la sangre de Cédric se encontraron con los prístinos estanques azules del moreno y penetraron hasta su mente ya moldeada y sometida con la facilidad de un cuchillo hendiendo la mantequilla. No encontró resistencia ninguna; después del tiempo que llevaba bajo su influjo era prácticamente una extensión de sí mismo. Cédric sabía que en aquellos momentos podría pedirle casi cualquier cosa y él lo haría, y ahora, después de saber que también le importaba a Daredevil, resultaba incluso más placentero.
- Prométemelo -insistió, agarrándole por la pechera de la camisa para acercarle más a él y profundizar aún más en su mirada.
- Yo... lo prometo -respondió el moreno-. No permitiré que nadie vuelva a intentar hacerte daño, aunque sean personas a las que conozco.
- Muy bien... Y ahora... ven aquí...
Siempre funcionaba así. Cada vez que infligía dolor a alguien, el francés se excitaba. Antes de conocer a Drago, todas sus relaciones habían terminado igual que Elektra, pero el bosnio realmente le gustaba. A él quería conservarlo durante más tiempo, y la única manera de que Drago sobreviviera era torturar a otras personas mientras estuviera con él. Aquella noche se había excitado mucho... y Drago viviría.
No sabía cuánto duraría... Se conocía lo suficiente como para saber que, eventualmente, también terminaría aburriéndose de él, y, entonces, posiblemente le desollaría vivo por diversión. Pero ese momento no había llegado aún.
Tema: Re: Los entresijos del poder (Wilson Fisk) [25/26-04-2019] 19th Enero 2022, 00:57
Al otro lado de la puerta, Bullseye se apartó asqueado, alejándose con el mismo sigilo con el que se había aproximado. Al llegar al despacho de Fisk se había encontrado con una escena verdaderamente dantesca... Sangre por todas partes y al gabacho de mierda medio muerto en el suelo. Al parecer, Daredevil se acababa de marchar, pero a Bullseye le costaba imaginar a aquél santurrón de mierda realizando aquél despliegue de violencia sólo porque un mutante estaba controlando mentalmente a un amigo.
Bueno... y más cosas que hacían que se le revolviera el estómago, aunque no porque le supusiera ningún problema moral, precisamente. Lo que Cédric hiciese o dejase de hacer con aquél tipo no le importaba lo más mínimo, aunque no podía entender por qué Fisk no le permitía pegarle un tiro. Sería infinitamente más seguro que consentir que un X-Men campase por ahí a sus anchas. El control mental siempre se podía revertir.
Aún así... Por mucho que Cédric se estuviera divirtiendo con su amigo, no era como para ensañarse así, ¿no? Bullseye le conocía demasiado bien, y se había vuelto prácticamente un experto a la hora de provocarle para que diera rienda suelta a la oscuridad que había en su interior. Tal y como había quedado demostrado durante su reciente enfrentamiento, no era tan fácil como podría parecer...
- Enséñame las grabaciones de las cámaras de seguridad de ésta noche en el despacho de Fisk -le ordenó a la persona que se ocupaba de vigilar las cámaras.
Bullseye era temido y respetado entre los hombres de Kingpin, y no sólo por ser su principal asesino y guardaespaldas, sino por una reputación que hablaba por sí misma. Todo el mundo sabía que gozaba, hasta cierto punto, del beneplácito del jefe, especialmente en lo referente a cuestiones de seguridad, así que el guardia puso en la pantalla la grabación solicitada y se apartó para que pudiera estudiarla.
Las grabaciones no tenían sonido, pero Bullseye no lo necesitaba; el cuerpo de su viejo enemigo le hablaba por sí solo. Aquella ferocidad... aquella oscuridad primitiva y atávica... Sólo le había visto reaccionar así una vez... Una sóla... Y había sido después de darle boleto a la griega...
Cuando llegó al punto en el que había estado a punto de matar a Cédric detuvo la grabación para estudiar las expresiones que se adivinaban bajo la máscara. Una vez más, sólo le había visto llegar hasta ése mismo punto una vez... Cuando, en el gimnasio de su padre, le había provocado describiéndole con detalle cómo había sido la muerte de Elektra.
Nunca jamás le había vuelto a ver llegar a esos niveles de primitiva brutalidad, nunca. Ni siquiera cuando había matado a la dulce Keira, o Kira, o como diablos se llamase. Le había destrozado, sí, pero no le había hecho descender a los círculos más peligrosos de la condena moral.
No... Sólo había alguien capaz de provocar aquellas pasiones tan poderosas en él, alguien a quien, paradójicamente, siempre fingía despreciar.
- ¿Qué fue lo que te dijo, Mattie? -meditó para sí, pensativo.
Ahora que lo pensaba, hacía mucho que no sabía nada de la griega. Los dos eran miembros del gremio de asesinos y, por lo que sabía, hacía mucho que no aceptaba ningún contrato, lo cual era raro, porque la pequeña zorra ninja no solía pasar más de dos semanas sin matar.
Tendría que investigar más a fondo por los barrios bajos... y tenía una idea bastante clara de por dónde empezar. Si había una organización que tenía a la griega aún más controlada y vigilada que él, eran los chicos de La Mano, y, gracias a sus vínculos con el gremio de asesinos, Bullseye sabía exactamente cómo ponerse en contacto con ellos.
Tema: Re: Los entresijos del poder (Wilson Fisk) [25/26-04-2019] 19th Enero 2022, 20:53
La hermana Maggie entró sigilosa como una sombra en el gimnasio Fogwell. No había nada, ni una luz, ni un sonido. Nada que pudiera hacerla sospechar que había alguien más en aquel lugar a parte de ella. Se guió casi a tientas por el lugar, rozando con la mano los viejos sacos, el cuero de las cuerdas del ring, el suave tacto de la lona. Únicamente guiada por la tímida luz del exterior, que se filtraba por las amplias cristaleras, se orientó hasta llegar a la pequeña estancia abierta que conformaba el despacho del director. De nuevo, a tientas, buscó entre los cajones y archivadores. Era extraño, nada parecía haber cambiado desde su última visita, pero algo no estaba en orden. Era incapaz de encontrar lo que había venido a buscar. Aquel objeto que en otras tantas noches de vigilia le había dado consuelo para seguir adelante. Aquel objeto que parecía tener más poder para ella que cualquier crucifijo, imagen o rosario. Aquel objeto que la hacía sentirse más cerca de Dios que ninguna otra cosa en este mundo. Una voz suave y cansada hizo sobresaltar el corazón de Maggie.
- ¿Qué haces aquí?
- ¡¡Por todos los...!! Matthew…- suspiró la mujer aliviada, echándose una mano al pecho. Aunque su expresión de sosiego murió inmediatamente cuando advirtió el estado del aludido- Por Dios… ¿Qué te ha pasado?
Matt Murdock, con su traje de Daredevil completamente desastrado, se inclinaba sobre un modesto taburete, escondido al amparo de las sombras. El uniforme estaba notablemente deteriorado, lleno de cortes y desgarros. La sangre propia y ajena manchaba el rojo del forro encuerado, alguna aún encarnada y fresca, otra ya seca y negruzca. La máscara de diablo yacía a los pies del hombre que escondía su rostro abatido y cabizbajo. Varios moratones lo adornaban y el sudor se mezclaba con los pequeños salpicones de sangre. Sus manos, con los nudillos completamente despellejados, sujetaban dos guantes de boxeo rojos. Viejos, algo desgastados, pero perfectamente conservados. Una reliquia cuidada con dedicación y cariño que se mantenía en buen estado aún con el paso del tiempo.
- ¿Buscabas esto?- preguntó Matt con desgana, elevando ligeramente los guantes por el cordón.
- Sí- dijo simplemente Maggie. Quería insistir, quería saber qué había ocurrido para que un hombre tan acostumbrado a los golpes, físicos y espirituales, se encontrase en semejante estado. Pero sabía que era inútil.
- ¿Qué haces aquí?- reiteró Matt con el mismo tono apagado y monocorde.
- Yo… A veces… Me gusta venir aquí. Cuando no hay nadie. Para… Para despejarme- Maggie, como ya era costumbre en su relación, mintió. No quería decirle que venía a recordar. A pensar en la vida de la que había huido. En el hombre al que había amado. A pedir perdón al hijo que había abandonado. No podía confesarle a Matt cuantas veces había sostenido esos guantes pidiendo fuerzas para continuar. Pidiendo al difunto Jack Murdock que cuidase de él.
- Bueno…-escupió Matt- Un poco tarde ¿No crees?
- Matthew…
- Deja… Por Dios… Deja de decir mi nombre con ese tono de monjita compasiva… Deja de actuar como si te importase…- espetó él, levantándose como por un resorte, dejando caer con estrépito el taburete- No es ahora cuando te necesito aquí. Te necesitaba hace años, cuando sólo era un niño asustado que se preguntaba por qué su madre no le quería. Cuando lloraba por las noches hasta quedarme dormido preguntándome… ¡¡Preguntándome qué demonios había hecho para que te fueras!! ¡¡Para que ni… mi propia madre… quisiese estar conmigo!! ¡¡Te necesitaba aquí cuando aquél líquido de mierda se comió mis ojos!! ¡¡TE NECESITABA CUANDO PAPÁ AGONIZABA EN UN CALLEJÓN!! ¡¡CON UNA BALA EN EL PECHO!! ¡¡EN UN CHARCO DE SU PROPIA SANGRE!! ¡¡TE NECESITÁBAMOS JODER!! ¡¡LOS DOS!! -Matt lanzó los guantes de Jack Murdock a los pies de la hermana Maggie- ¿¡QUIERES PERDÓN!? ¡¡VETE A TU IGLESIA Y BUSCA EL PERDÓN DE DIOS PORQUE YO NO TE LO VOY A DAR!!¡¡ASÍ QUE VETE, JODER!! ¡¡VETE!! ¡¡DÉJAME EN PAZ DE UNA PUTA VEZ Y OLVÍDAME!! ¡¡ESO…!!- Matt se detuvo un instante… Tomó aire… Trató de serenarse en vano- Eso… se te da muy bien…
Maggie aguantó estoica el chaparrón. Se había confiado demasiado tiempo al silencio y el perdón. Aquella conversación tenía que estallar en algún momento. No podían postergarlo más. No podía encomendarse toda la vida a la buena voluntad de Matt, pensando ingenuamente que toda su historia se reduciría a un trato cordial y un par de pullitas ocasionales. Cuando el abogado hubo terminado, Maggie recogió con delicadeza los guantes del suelo y, con calma, se acercó a Matt. Fue acercándose poco a poco, como quien se acerca a un perro al que han maltratado, sin atreverse aún a hablar o a hacer contacto físico con él. Matt, pese a su ceguera, bajaba la mirada, sin atreverse a cruzarla con Maggie.
- Tal vez…-susurró él- Puede… Puede que hicieras bien. Todos los que se acercan a mí acaban sufriendo. Todos aquellos a los que quiero mueren o… o algo peor. Papá, Karen, Elektra, Drago… Yo… Estoy maldito... Estoy maldito... Así que puede que hicieras bien marchándote. Alejándote de mí…
- Matthew- reiteró ella, colocando los guantes sobre las manos del joven- ¿Qué ha pasado?
Él volvió a apartar la mirada. Sus manos despellejadas, con los nudillos en carne viva, temblaban como las de un anciano. Como si estuviese al borde de la hipotermia. Pero el frío que sentía excedía por mucho el físico. Era un frío que se instalaba en el alma.
- Hoy…-tragó saliva. Apenas pudo emitir un hilillo de voz- Esta noche he estado a punto de matar a un hombre. No fue un accidente. No fue un pensamiento fugaz. No detuve mi mano en el último momento. Yo… iba a hacerlo. Pero alguien, una mala persona un… un monstruo. Me lo impidió- Matt arrugó el rostro, fruto de la ira y la desesperación- Fue Fisk… Si él no me hubiese detenido yo… Oh Dios…
Maggie cerró los ojos con fuerza. Esta vez sí, se atrevió a colocar sus manos sobre las de Matt. Este parecía no haber advertido siquiera el gesto. La monja suspiró, en parte aliviada y en otra angustiada. La ironía no podía ser más cruel. Ella, que había dejado una familia para honrar a un hombre que cargó sobre sí los pecados del mundo. Y aquél otro hombre, su propio… hijo, había dedicado su vida a hacer lo mismo. Todas las noches luchando. Viendo, pese a su ceguera, los peores horrores. Mortificándose por estar a punto de hacer lo que muchos en su posición se habrían jactado por completar.
- Tienes razón, Matthew- dijo ella con la voz rota- No estuve ahí para ti cuando lo necesitaste. No… no voy a obligarte a aceptar mi ayuda o mi consejo. No voy a obligarte a concederme tu perdón. Pero hubo alguien que si estaba allí- alzó con delicadeza su barbilla- Yo no estuve para enseñarte a ser un hombre, pero sí tu padre. Y él, como todos tenía defectos- sonrió Maggie llena de nostalgia- pero si en algo era toda una autoridad Jack Murdock era en no rendirse. En levantarse, Matthew. Una y otra vez. Una lección que tú has aprendido muy bien.
- No… No puedo. Ya no, puedo más.
- Sí que puedes. Si hay alguien que puede soportar esto eres tú. Dices que estás maldito. Puede que pienses que Dios te ha abandonado. Pero no es así. Dices traer el mal a todos cuantos se cruzan contigo pero ¿Has pensado alguna vez en todos a quienes has salvado? ¿A todos los que respiran gracias a ti? Dios no protegerá a los buenos y castigará a los malvados, Matthew. Al menos, no directamente. Siempre existirá quien ponga por encima la avaricia, el poder y la perversión por encima de los demás. Siempre habrá hombres como Fisk. Y contra ellos, Matthew, Dios pone en el mundo a hombres como tú- Maggie bajó la mirada, buscando las palabras exactas- El Señor escribe recto en renglones torcidos. Puede que ese hombre... Aquel a quien querías... Puede que mereciese la muerte. Pero eso no nos toca a nosotros decidirlo. Y aunque hoy creas que Dios no estaba contigo, te equivocas. Estaba allí. Y, tal vez, incluso un hombre tan despreciable como Fisk se convirtió en su instrumento. Igual, sin saberlo, guió su mano para evitar que hicieses algo de lo que te arrepintieses toda la vida.
- Yo… Ya no estoy seguro de nada ¿Qué pasará cuando no haya nadie para detenerme? ¿Cuándo sólo estemos yo y el abismo?
- Entonces Matthew- dijo acariciando su rostro- Estoy segura de que tomarás una decisión que haría a tu padre sentirse orgulloso. Y a mí también.
- ¿Co… Cómo puedes saberlo?- preguntó con voz trémula, al borde del llanto.
- Porque tengo fe.
- Yo… Yo no… No sé si la tengo.
- No fe en Dios- dijo agarrando su rostro, dirigiéndolo hacia el de ella- Tengo fe en ti, Matthew.
Las rodillas de Matt Murdock se aflojaron. Sus piernas se volvieron de goma. Sintió como si todo el peso acumulado en sus hombros le venciese de golpe. Con los guantes agarrados, cayó de rodillas contra aquel suelo sagrado. Uno que había recibido el sudor y la sangre del hombre que más había respetado. Sujetó los guantes con fuerza, como si fueran el último asidero disponible que le impedía caer del todo. Y así, sin poder evitarlo, sus ojos muertos se llenaron de lágrimas. La hermana Maggie había visto a muchos hombres rotos a lo largo de su vida. Era su trabajo, al fin y al cabo. Sabía cómo tratar con ellos. Conocía las palabras de aliento. Pero no era aquello lo que necesitaba Matt. Tampoco lo que necesitaba ella. Matt Murdock no era un hombre roto más. Y, aquella noche, ella no era la hermana Maggie. Con delicadeza se colocó tras él. Apoyó su cabeza sobre su regazo. Acarició con cuidado y ternura su cabello rojizo.
- Ya pasó todo, mi niño- susurró- Ya pasó todo.
Mamá está contigo.
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Tema: Re: Los entresijos del poder (Wilson Fisk) [25/26-04-2019]
Los entresijos del poder (Wilson Fisk) [25/26-04-2019]