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Omega Universe - Foro de Rol de Marvel y DC
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Not even the stars are safe in the sky (Elissa Stavridis, Daredevil, Viuda Negra, Elektra) [01-05-19]
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Matthew Murdock
Chernaya Vdova
Bullseye
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Bullseye Marvel Universe
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Tema: Not even the stars are safe in the sky (Elissa Stavridis, Daredevil, Viuda Negra, Elektra) [01-05-19] 19th Junio 2021, 01:55
Las ruedas del viejo coche de alquiler rodaron sobre la gravilla del parking acompañadas por el desagradable sonido de cientos de pequeñas rocas chocando entre sí hasta que el automóvil finalmente se detuvo en uno de los espacios asignados. El hombre que viajaba al volante no se molestó en tratar de aparcar bien. De normal no es que fuera conocido por su gran consideración hacia el prójimo, pero a aquellas horas del atardecer, estando tan cercana la caída del sol, ya no quedaban turistas en la reserva natural de Troy Meadows que pudieran quejarse por su falta de civismo.
Tampoco es que hubiera podido hacerlo mucho mejor. Sabía conducir, por supuesto, pero cuando uno vive en grandes ciudades como Nueva York, donde el tráfico es una tarea prácticamente imposible, se termina habituando a utilizar el transporte público para casi todo, por lo que sus habilidades en aquél campo estaban algo oxidadas. Ésta era una de las razones por las que le tocaba los huevos haber tenido que conducir durante algo más de una hora para llegar hasta aquél remoto rincón perdido de la mano de Dios, aunque tenía que admitir que casi, casi, le había consolado el hecho de que la carretera que había tenido que coger salía desde Hell's Kitchen, bajo las mismísimas narices del cornudo, que, una vez más, no tendría la más mínima idea de que se le había escapado de entre los dedos para matar a su novia... otra vez. La ironía casi compensaba la puta hora que llevaba al volante. Casi.
Nada más salir del coche, un jodido quiosco de madera le informó de que acababa de llegar a la reserva natural de Troy Meadows.
- No me digas -masculló el hombre, aplastando el palillo que llevaba entre los dientes con rabia contenida-. No habría sido capaz de averiguarlo por mí mismo...
Y ésa era, precisamente, la segunda cosa que le tocaba las pelotas de haber tenido que conducir hasta allí. El hecho de que, mientras se detenía junto a la cerca de madera que daba acceso a la interminable explanada cubierta de vegetación, no podía evitar pensar que estaba de vuelta en aquél sucio estercolero que era Nicaragua. "Camino del Patriota", rezaba el cartel que habían clavado a la cerca justo al lado de una advertencia que rezaba "Prohibido cazar o poner trampas". La ironía de saberse él mismo un cazador le hizo esbozar una pequeña sonrisa antes de internarse en el sendero de grava que marcaba aquella parte del camino.
Después de caminar durante un tiempo, el sendero se desviaba a la derecha siguiendo un gasoducto cuyo borde estaba salpicado de pequeñas florecillas silvestres amarillas. Al cabo de un rato, el camino giraba ahora a la izquierda, desviándose del gasoducto para correr a lo largo de un tendido eléctrico de alta tensión. El sonido que hicieron unos halcones de cola roja al sobrevolar las instalaciones le hizo alzar la mirada, haciendo que sus recuerdos volvieran a desviarse una vez más hacia Rojo y la trepidante batalla que habían librado hacía años, precisamente después de la hazaña que pensaba repetir aquella magnífica y gloriosa noche...
Siguiendo el camino que le marcaban las líneas del tendido eléctrico llegó finalmente hasta el pantano de Troy Meadows, donde ya le esperaban una serie de ominosas figuras vestidas con el familiar rojo de La Mano. El líder se distinguía de todos ellos por llevar una especie de armadura samurai japonesa con máscara de demonio. Intimidante, seguro, pero llamativa de cojones.
- Me gusta tu máscara. Es discreta. Aunque... ¿quién soy yo para hablar, eh? -dijo en tono de broma, como si no le tuviera el más mínimo miedo o respeto, totalmente ignorante del hecho de que aquél hombre le había partido por la mitad en otra dimensión con la misma katana que llevaba a la espalda...
El demonio no se inmutó.
- ¿Tienes las coordenadas?
- Sip -Bullseye se señaló la cabeza-. Bien guardaditas aquí dentro. Si queréis la ubicación del helicarrier me tenéis que llevar con vosotros.
El demonio asintió.
- Tendrás tu tiempo con ella, tal como acordamos -fue su respuesta-. La necesitamos muerta para poder traerla de vuelta en nuestra sabiduría... La manera en la que muera nos es indiferente. Tendrás tu revancha y nosotros tendremos lo que vinimos a buscar.
- Claro, claro -asintió el asesino-. Os dejaré el cadáver para que podáis hacer vuestro Mumbo Jumbo con ella, por supuesto.
Lo que no les contó es que, una vez estuviera de nuevo muerta pensaba cortarle la cabeza para que no pudieran volver a resucitarla. En el evangelio según Bullseye, los muertos debían quedarse muertos, joder. Si no, ¿qué sentido tenía todo?
- Ahora, espero que tengáis una buena razón para haber hecho ésta reunión en este puto lodazal en vez de en algún callejón apestoso de Brooklyn o Queens...
Uno de los ninjas se acercó al hombre de la máscara de demonio.
- Bengoshi, nuestras alas han llegado -dijo con una respetuosa inclinación.
Bullseye, que había aprendido a hablar japonés durante su estancia con Viento Oscuro, enarcó una ceja, extrañado.
- ¿Alas? ¿De qué demonios...?
El cielo se oscureció repentinamente sobre sus cabezas cuando un gigantesco dragón oriental ocultó los últimos rayos del sol con su gigantesco cuerpo serpentino. La luz del atardecer incidía directamente en sus escamas creando bellos reflejos rojizos, blancos y azulados.
Bullseye se quedó boquiabierto mientras se contemplaba a sí mismo reflejado en aquellos enormes ojos dorados.
- Guau -fue todo cuanto acertó a decir. No podía recordar cuándo había sido la última vez que se había quedado sin palabras-. Admito que no estaba esperando ésto...
Los ninjas saltaron con agilidad sobre el alargado cuerpo, agarrándose a las gigantescas escamas. El hombre de la máscara de demonio se volvió hacia él desde la parte más cercana a la cabeza.
- Espero que no te asuste la perspectiva de viajar a lomos de Ryūjin...
- ¿Estás de broma? -con un ágil salto, el asesino se encaramó al costado del animal y trepó hasta subir donde estaba el demonio-. ¿Cómo se arranca ésta cosa?
- Adelante, Ryūjin... -susurró el ninja junto al oído de la bestia-. Muerte Mancillada aguarda.
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Chernaya Vdova Marvel Universe
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Mensajes : 24 Fecha de inscripción : 18/04/2021 Localización : Red Room Empleo /Ocio : Espía Humor : You might think I'm cold-hearted. I am. I can't afford distractions. I've got work to do.
Tema: Re: Not even the stars are safe in the sky (Elissa Stavridis, Daredevil, Viuda Negra, Elektra) [01-05-19] 8th Agosto 2021, 11:45
Marzo de 2019. Gotham.
Hoy no está siendo un buen día.
Gotham: lo más parecido al hijo ilegítimo de una ciudad y una catedral inmensa. Tétrica. Debe de tener sus admiradores, pero yo no me cuento entre ellos.
Camino a paso ligero por una avenida, con el cuello de la chaqueta alzado y el ceño fruncido. Informe de la misión: éxito parcial. He encontrado lo que buscaba, sí, pero alguien lo encontró antes. A mi jefe no va a gustarle.
La pantalla del teléfono se ilumina, reclamando mi atención. Ningún nombre, ninguna foto: número oculto.
Suspiro.
S.H.I.E.L.D. de nuevo. La tercera vez esta noche. Supongo que ha llegado el momento de cogerlo.
Mi voz, disociada del resto de mí, responde como si nada ocurriera.
—¿Sabes, Nick? Ya sé qué voy a regalarte por Navidad. Una vida.
—Espero que las vendan en jodidos packs de dos, Romanoff. ¿Has encontrado a ese cabrón?
—Sí y no. Seguí su rastro, pero lo encontraron antes que yo. El Murciélago.
—¿Y qué coño ha hecho con él?
—Detenerlo. Está en el Asilo de Arkham.
—¿Qué coño? ¿Meten a un ex-agente de S.H.I.E.L.D. en Arkham y nadie me dice una mierda? Me cago en la puta, Romanoff.
—No mates al mensajero, Nick.
Sabiendo lo que sigue, aparto ligeramente el teléfono de mi oreja.
—¡¡Me. Cago. En. La. Puta!!
Furia sigue profiriendo improperios un par de minutos más. Es… extremadamente creativo.
Sería casi gracioso... si el escenario hubiera sido otro. Pero lo que ha ocurrido no tiene nada de divertido, y la frustración de Nick no se aleja tanto de la mía.
Los ingredientes: Un agente de S.H.I.E.L.D. al que hasta ahora conocía como Gabriel Leblanc y una vieja conocida mía, Elektra Natchios.
El resultado: una de las mejores luchadoras a las que he conocido confinada al Helicarrier, con pronóstico reservado. El Agente Sparrow, responsable de la tortura, en paradero hasta ahora desconocido. Y, oh sorpresa, resulta que no responde ya al nombre de “Gabriel”. Porque resulta que Gabriel nunca existió.
Antes de venir aquí, hice una excursión a los archivos del Helicarrier para indagar sobre Cédric Valjean. A alguien le había parecido una idea estupenda reprogramar y contratar a un tipo con más páginas de antecedentes que yo. Como si aquel tiro no pudiera salirles por la culata en cualquier momento.
Si alguien quiere mi opinión, tendrían que haberle metido una bala en el cráneo en cuanto tuvieron la oportunidad.
—… la puta jurisdicción…
—¿Qué quieres que haga? —pregunto a Nick, interrumpiendo su retahíla de maldiciones.
Casi oigo su mirada fulminante al otro lado de la línea.
—Traer tu culo al Helicarrier —replica—. Vas a echarle un ojo a Elektra mientras yo hago el jodido papeleo. Mierda.
La comunicación se interrumpe. Guardo el móvil en el bolsillo de la gabardina y alzo la mirada a los tejados.
Llevan un buen rato observándome, siguiéndome. Soy buena notando esas cosas.
Allí, recortada contra el cielo, veo la silueta del hombre que vigila la ciudad. El mismo que ha terminado la misión por mí.
Oh, tranquilo. Ya me iba.
Lo saludo con un gesto de cabeza y doblo la siguiente esquina, camino de la estación.
Mi trabajo aquí ha terminado.
Tengo un tren que coger.
***
Abril de 2019. Piso franco de Natasha Romanoff.
Esta noche no hay rastro del gato callejero que suele rondar mi apartamento. Sonrío ligeramente. Se habrá cansado de esperarme despierto.
Salvo por un par de ventanas aún encendidas, la calle ya duerme. Hago girar la llave en la cerradura. Al fin en casa.
Llevo tres días en una misión de seguimiento; una de las más aburridas que he hecho nunca, por cierto. Y necesito un descanso.
El tipo es un empresario al que se le suponían conexiones con Hydra, pero que ha resultado ser un delincuente de lo más común: relaciones cordiales con la Mafia, blanqueo de dinero, esas cosas. Encantador, pero no es el tipo que buscamos.
Mañana por la mañana reportaré a la agencia. Por el momento, cuelgo la chaqueta en el perchero de la entrada y me deshago de los zapatos, dirigiéndome al cuarto de baño. Estoy deseando librarme también de la peluca rubia y las lentillas.
Justo en la puerta, hago una pausa.
Mi expresión no cambia. Mis gestos tampoco.
Relajada, me deshago del resto de la ropa de Harriet Jones, mi tapadera. Cruzo el apartamento en busca de algo más cómodo que ponerme.
—¿Vas a salir de ahí, Matthew? —pregunto, en voz alta, al terminar de vestirme— Necesito que me recomiendes un buen abogado. Es por un allanamiento de morada —termino, alzando las cejas y cruzando los brazos sobre el pecho.
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Matthew Murdock Marvel Universe
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Tema: Re: Not even the stars are safe in the sky (Elissa Stavridis, Daredevil, Viuda Negra, Elektra) [01-05-19] 13th Agosto 2021, 01:21
OFF: A cuatro manos escrito, desde Rusia con amor. Os traen este post bonito, Murdock y Romanoff. ____________________________________________________________________________________
-¿Vas a salir de ahí, Matthew? —preguntó Nat en voz alta— Necesito que me recomiendes un buen abogado. Es por un allanamiento de morada.
Matt no albergaba esperanzas de pasar inadvertido ante la Viuda Negra. Pillar a Natasha por sorpresa era tan o más difícil que hacerlo con él mismo. Su trabajo consistía en estar siempre alerta pues, si te dedicabas a la hermosa profesión de espía internacional, cualquier descuido implicaba un traje de pino a medida. No es que tuviese la intención de mantenerse oculto en las sombras mucho más tiempo, al fin y al cabo, venía a hablar con ella. Tampoco era la primera vez que se dejaba caer de esa forma por alguno de los pisos francos que Nat tenía distribuidos por… sabía Dios cuántos sitios. Sin embargo, haber pasado un poco más de tiempo inadvertido (si es que ella no se había percatado de su presencia en el mismo instante que abrió la puerta) habría reforzado un poquito su autoestima. Habría hecho algún comentario al respecto pero, como estaba a punto de decirle…
- Hoy no estoy de humor para chistecitos Natasha ¿Dónde la tenéis?- preguntó Matt con frialdad.
- Oh, así que “no estás de humor”. Yo no soy la que ha entrado sin llamar- Natasha se apoyó en la pared, manteniendo su pose de brazos cruzados- ¿Dónde tenemos el qué? Tendrás que ser más preciso Matt.
El justiciero de Hell´s Kitchen se esperaba ya esas evasivas. Sólo deseaba que el intercambio de pullitas no durase demasiado.
- Por favor, ni te molestes en fingir que no lo sabes- siguió él manteniendo su gélida distancia- Es inútil tratar de mentirme, de eso estás más que enterada - eso no era del todo cierto. Hasta para Matt era bastante difícil saber si Natasha estaba o no siendo sincera. De nuevo, ese era su trabajo y no cabía duda de que era muy buena en él- Me refiero a Elektra- sentenció con sequedad- Y ya que hablas de “llamar” ¿No se te ocurrió “llamarme”cuando la dejaron tirada en una Iglesia junto a una foto mía?
- Veo que las noticias vuelan- replicó Natasha, manteniendo el tono neutro- ¿Por qué el interés? ¿No dijiste que no querías saber nada de ella? De todas formas no puedo decírtelo. Es información clasificada. Y, si no tuve tiempo de llamarte, puede que fuera porque estaba algo ocupada buscando a quien lo hizo.
- Ha habido veces que no has querido saber nada de mí pero me gusta pensar que querrías enterarte si un psicópata me secuestrase para tortúrame- Aunque Matt no podía verla, una sonrisa se dibujó brevemente en el rostro de Natalia. Sí, era cierto- Y bien ¿Has tenido suerte con ese tipo?- Matt hizo un esfuerzo por serenarse y tomó asiento en una butaca cercana. Aquello no era culpa de Natasha- No hace falta que sigas buscando, ya te digo yo dónde está. El muy hijo de perra se las ha arreglado para procurarse protección… de Wilson Fisk- Matt no pudo evitar apretar el puño de forma instintiva- Y por el camino le ha dado tiempo a joderle la vida a un amigo mío.
Con un movimiento elástico, la rusa se despegó de la pared y rodeó la butaca de Matt para tomar asiento en la que se encontraba justo enfrente.
- Entonces ya sabes más que yo- Matt no podía advertirlo, pero Nat estaba algo más tensa. El nombre de Fisk cambiaba ligeramente las cosas- Se escapó de los Thunderbolts en Arkham y, desde entonces, ha mantenido un perfil bajo. Es casi como si se hubiera vuelto invisible.
- Fue Fisk quien dio el soplo a los Thunderbolts cuando ese monstruo hizo… aquello. De alguna forma se enteró del numerito de la Iglesia y se las arregló para que yo no fuese a rescatar a Elektra… Ni siquiera estaba al tanto de lo ocurrido hasta hace poco- Matt se pasó la mano por la cara, en signo de cansancio y hastío- No sé si tiene algún plan previsto para ella o simplemente lo hizo por el mero placer de torturarme cosa que, como ya sabes, le gusta bastante- Matt dirigió la mirada hacia donde intuía que estaba el rostro de la espía- Necesito verla, Tasha- y, dándose cuenta de lo que acababa de decir, sonrió por primera vez en aquella noche- Y “ese” chiste también puedes ahorrártelo.
Un silencio siguió a la narración de Matt y Nat se quedó pensativa ¿Qué pretendía Fisk con esa maniobra?
- Pensaba que no estabas de humor para bromas- dijo ella finalmente, suavizando el tono y la expresión- Ella… no está bien, Matt. No son sólo las heridas ¿Sabes? Y también está lo de Furia. Ya lo conoces, no es una hermanita de la caridad precisamente. Si has venido a verme a mí es porque ya sabes que Elektra está bajo custodia de SHIELD. Nick quiere que esto siga siendo un secreto.
- No hay cosa en la tierra que Nick Furia no desee que sea un secreto- Matt se quedó también pensativo. No quería comprometer a Natasha con Furia. Sabía lo mucho que SHIELD significaba para ella y, aún así, estaba a punto de pedirle que se la jugara por él. Pero…-Si tan mal está, con más razón tengo que ir- Matt apoyó con delicadeza su mano en la de Nat- Por favor… tengo que… Tiene que saber que no la dejé abandonada. No por voluntad propia.
- No creo que pueda comprender nada de lo que le digas- no quería endulzar la verdad para Matt- Pero supongo que tú sí que lo necesitas. En cuanto a Furia… lo dejo en tus manos letrado. Defiéndenos lo mejor que puedas.
- Gracias Nat. De verdad, Furia no será un problema- Matt se apretó el puño con la mano chasqueando los huesos- O durante un tiempo tendrá que usar dos parches. Supongo que eso nos pondría al mismo nivel ¿No crees?
- Fingiré no haber oído eso- dijo ella sonriendo abiertamente y Matt acompañó su risa.
Volvían a ser un equipo.
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Tema: Re: Not even the stars are safe in the sky (Elissa Stavridis, Daredevil, Viuda Negra, Elektra) [01-05-19] 14th Agosto 2021, 18:18
Las puertas del helicarrier se abrieron para dejar pasar el vehículo aéreo de Natasha en el hangar, donde varios agentes de SHIELD armados aguardaban. Cuando los dos heroes descendieron del vehículo, los soldados se acercaron a Daredevil.
- No se nos había informado de su llegada, señor... ¿Tiene usted permiso para estar aquí?
Daredevil giró la cabeza hacia Nat. Por el momento prefería hacerlo a la manera de la espía y no armar follón, aunque estaba dispuesto a entrar sin dar explicaciones en caso de que la cosa se complicara. Por fortuna, no parecía que fuera a ser necesario, pues su compañera se adelantó con actitud firme y segura.
- Está conmigo. Autorización especial -respondió con total naturalidad. Por supuesto era falso que la tuviera, pero... ¿quién iba a atreverse a llamar a Furia para confirmarlo cuando todos sabían que estaba de un humor de perros desde lo que había ocurrido con Cédric? ¿Y por qué iban ellos a dudar de la agente Romanoff?
El justiciero inclinó ligeramente la cabeza para escuchar el latido de los agentes y comprobar si surgía algún problema. En el de ellos no notó nada particular, aunque sí que creyó percibir algo en el de Nat. Con ella nunca se podía estar seguro, así que giró el rostro en su dirección y con toda la expresividad que le permitía su máscara puso cara de "¿Sabemos bien lo que estamos haciendo?". En respuesta, la comisura de los labios de la rusa se torció ligeramente hacia arriba en un gesto que quería decir que se trataba de una infracción mínima. Las había cometido peores.
En ese instante, el soldado que les había interpelado se llevó una mano al pinganillo, asintió y se apartó, franqueándoles el paso. En la puerta que daba acceso al interior del helicarrier se encontraba Phil Coulson con las manos entrelazadas al frente en actitud relajada y sonriente.
- Agente Romanoff -saludó, afable-. Señor Daredevil... No sabía que teníamos visita -añadió, con una sonrisa irónica repleta de diplomacia-. ¿En qué le podemos ayudar?
- La agente Romanoff cree que he venido a hablar con Nick Furia en busca de información relacionada con Wilson Fisk -mintió el vigilante-. Pero no es cierto. Lo siento Natasha -añadió mirando en su dirección-. En realidad he venido a ver a Elektra Natchios. Sé que la tienen aquí, Coulson.
- Entiendo - considerando lo altamente improbable que era que alguien como él hubiera conseguido engañar a una de sus mejores espías, lo dijo manteniendo la sonrisa en un gesto que quería decir que realmente lo "entendía"-. ¿Qué es lo que sabe exactamente de lo que le ha ocurrido a la señorita Natchios?
- Digamos que he tenido un intercambio de palabras no demasiado agradable con ese tal Cédric -las facciones del superhéroe se tensaron-. Es un hombre al que le gusta hablar con mucho detalle de su "trabajo".
La expresión de Coulson se volvió seria, perdiendo la sonrisa, y sus manos hasta hacía un instante entrelazadas se dirigieron hacia los bolsillos de sus pantalones en gesto de malestar. Estaba claro que la mención de aquél nombre suscitaba en él emociones negativas.
- Cédric, sí... No ha sido uno de nuestros mejores momentos... -frunció el ceño. No estaba ni mucho menos de acuerdo con cómo se habían llevado las cosas en la organización, pero no era quién para cuestionarlo, y menos ante personas ajenas a la misma. Se llevó una mano al puente de la nariz, agobiado por las repercusiones de todo aquello si llegaba a salir a la luz-. Precisamente por eso imagino que entenderá que lo que hablemos hoy no puede salir de aquí. Es la razón de que hayamos intentado mantenerlo lo más en privado posible. ¿Entiendo que puede darnos una localización de dónde se encuentra ahora? Sería de gran ayuda para poder atraparle. A cambio le daré la información que requiera, pero mucho me temo que no puede ver a la paciente aún... Se encuentra en estos momentos en mitad de una sesión de terapia un tanto particular. Es imposible interrumpirla. Pero si me acompañan hasta mi despacho procuraré resolver todas sus cuestiones.
- Puedo darle su localización, pero no creo que le guste dónde está... Ni con quién...
- Toda información que nos de será de utilidad. Por favor, acompáñenme. Por cierto -añadió mientras caminaban por los pasillos del Helicarrier-. Es un placer conocerle, soy un admirador de su trabajo, aunque es realmente lamentable que tenga que ser en estas circunstancias. Me resulta halagador que ya supiera de antemano quién era yo. ¿Se lo ha chivado la agente Romanoff?
- No se lo reconocerá, pero Tasha le tiene en gran estima -asintió el justiciero bajando la voz-. En cuanto a lo de mi trabajo... Prefiero no ahondar en el tema. Aquí en SHIELD nunca se sabe hasta qué punto están informados sobre uno.
- Supongo que eso indica que hacemos bien el nuestro -dijo Coulson abriendo la puerta de un despacho e invitándolos a pasar. El despacho tenía unos enormes ventanales que permitían distinguir el cielo, las nubes y el ocasional vuelo de los pájaros.
Coulson se sentó y saco de un cajón una carpeta con el sello de "clasificado" que ofreció a Daredevil. Dentro estaba toda la información sobre lo que había ocurrido con Elektra en forma de informes y fotografías que el vigilante no podría ver, pero aquél era un dato dato que el agente ignoraba.
- Én teoría no debería estar brindándole ésta información, pero considerando la... historia que tiene con la paciente, y lo que ya sabe sobre Cédric, creo que no importará que se lo muestre, especialmente si, como dice, él ya ha compartido todo con usted -abrió la carpeta ante él. Una de las fotografías apestaba a sangre y tenía un agujero en el centro, como de haber sido clavada. No hacía falta mucha imaginación para saber qué foto era, aún sin verla-. Ese psicópata la dejó crucificada en una iglesia. Los Thunderbolts la encontraron y nos la entregaron para que nos ocupáramos de ella, y, la verdad, ha sido todo un reto. Le habían amputado varios dedos, quebrado varios huesos, electrocutado y tenía quemaduras severas en varias partes de su cuerpo. También... -carraspeó, ligeramente incómodo-. También había signos de haber sido... "devorada" en varias zonas de la pierna y el brazo.
Matt cogió los informes y fingió leerlos mientras, con algo de dificultad, iba palpando la impresión de la tinta sobre el papel.
- Avisamos al mayor experto actual en robótica e implantes bio-tecnológicos para reconstruirle la mano. La cirugía fue exitosa y actualmente se encuentra en recuperación, pero la paciente ha sufrido una especie de... regresión a la infancia, así que no hemos podido aún interrogarla para saber lo que ocurrió exactamente. Hemos avisado a una psicóloga especializada en tratamiento de personas con capacidades sobrehumanas. Ella misma tiene ciertas capacidades ciertamente asombrosas y tenemos fe en que sea capaz de llegar hasta ella lo antes posible. Cuanto antes atrapemos a ese bastardo mejor para todos, y puede tener información relevante para conseguirlo.
El vigilante tragó saliva mientras Coulson le contaba lo que ya sabía. Cédric había sido muy específico al describirle las torturas de Elektra en el despacho de Fisk, pero saberlo de antemano no reducía el dolor. Percibir la tinta a través de los guantes era bastante complicado, pero no había en los informes muchos más datos aparte de los que ya estaba recibiendo del agente, más allá de palabras técnicas y descripciones de los procedimientos utilizados para tratarla. Lo que sí le sorprendió fue la parte relativa al daño psicológico. No esperaba que las secuelas fuesen tan severas.
- Está con Wilson Fisk -contestó, tratando de que no se le notara el sobrecogimiento en la voz-. Se ha hecho con un puesto en su organización... o algo así. El hecho es que se encuentra bajo su protección ahora. Supongo que, si las muchas excusas que SHIELD me ha dado a lo largo de los años acerca de por qué no actuaban contra Kingpin son ciertas, no será una noticia que le guste escuchar.
El agente tamborileó pausadamente sobre el escritorio, asimilando los nuevos datos.
- Ciertamente... Eso podría ser un problema. Maldito bastardo... Debió saber que antes o después terminaríamos por encontrarle y decidió cubrirse las espaldas.
- Dígame, Coulson -replicó Matt con voz severa-. Usted parece buena gente; ¿Cómo un solo hombre, por poderoso que sea, puede tener cogida de los huevos a tanta gente dentro de la agencia de espionaje internacional más poderosa del planeta?
- Hay cuestiones que son demasiado complejas -respondió él con malestar-. Hay demasiados factores implicados... No es tan sencillo.
- Haga un esfuerzo -respondió con voz de hielo. El hombre sostuvo su mirada, pensativo.
- Hablaré con Furia, pero no le prometo nada. Lo que está claro es que necesitamos recuperar a Cédric. Fue nuestro error y no podemos permitir que lo que le ha ocurrido a Elektra le suceda a nadie más. Eso fue también... una decisión muy desafortunada.
Si le hubieran contado a Elektra la verdad acerca de lo que era en realidad Gabriel LeBlanc, nunca habría podido pillarla desprevenida como lo había hecho, porque la asesina habría sabido que lo que en un principio era una misión de rescate de un agente de SHIELD podía convertirse en una misión de caza y captura de un psicópata. Pero Furia no había querido cogerse los dedos. No existía ninguna prueba de que Cédric hubiera resurgido, y la única información que tenían era que Gabriel había desaparecido entre las ruinas de un edificio después de ser emboscado por una mujer misteriosa con poca tendencia a permanecer muerta. Sin datos concretos que confirmaran lo que había ocurrido en realidad, había preferido guardarse todas las cartas, y había enviado a la asesina en una misión a ciegas.
- ¿Sabe cuál es el caldo de cultivo perfecto para que un psicópata pueda medrar? -continuó el héroe alzando un poco la voz, como si fuera capaz de discernir que le estaba ocultando información-. Un entorno lleno de incompetentes.
Coulson apretó los labios, pero no dijo nada. Él se había opuesto a la decisión de no contarle a Elektra toda la verdad, pero lo cierto era que al final se había tomado una decisión errada y había que asumir las consecuencias.
- ¿Entiendo que ésto es todo, o tiene más preguntas? -inquirió, procurando conservar el tono neutro y cordial-. ¿Quiere quedarse en el Helicarrier hasta que termine la sesión? Como le digo, no sé hasta qué punto va a servir de mucho, ya que ella no parece reconocer a nadie, pero no lo sé... Se rumorea que tenían una relación... estrecha.
- Sí, deseo quedarme -respondió, cruzando los brazos-. Me cae bien, pero si admira tanto mi trabajo como dice, sabrá que es inútil mentir -dirigió la mirada hacia donde intuía que se encontraba el rostro de Coulson-. Si sigue fingiendo que no conoce todos los detalles acerca de mi historia con Elektra, le daré un puñetazo.
Lejos de intimidarse, la sonrisa de Coulson se intensificó, con la misma aparente placidez y compostura que había mantenido todo el rato.
- Bueno... Por lo que tengo entendido es una historia bastante complicada, y si tengo que serle sincero, no sabría decirle en qué condiciones se encuentra ahora mismo esa relación, si es que realmente hay alguna. Sí le diré algo, no obstante, porque a mí también me cae usted bien... La impresión que puede extraerse de las conclusiones de las sesiones de terapia es que la paciente no desea recuperarse. Que se encuentra en ese estado de regresión por voluntad propia, porque no desea volver a la realidad. Haga lo que considere oportuno con esa información. Ahora, la agente Romanoff le indicará dónde....
En ese momento saltaron las alarmas del Helicarrier y el comunicador de coulson empezó a vibrar. El agente lo cogió al instante.
Matt escuchó la voz estática en el comunicador de Coulson y una palabra en concreto hizo que se le saltasen todas las alarmas. Se acercó al gran ventanal del despacho con presteza, un gesto completamente inútil para cualquier otro invidente, pero no para Daredevil. Trató de eliminar de su cabeza el resto de ruidos del interior del Helicarrier. Las sirenas de alarma, los gritos en el pasillo, los cientos de pasos apresurados. Intenta que sólo exista lo que hay tras el cristal, en el exterior. Unos segundos de escucha confirman sus peores sospechas: Un latido fortísimo, lento, como un trueno, que bombea sangre con la potencia de una cascada por una miríada de gigantescas tuberías. Distingue también una voz tenue, familiar… demasiado familiar.
Rápidamente, el justiciero de Hell´s Kitchen extrajo los bastones de sus fundas, aunque no sabía qué utilidad tendrían contra una amenaza semejante calibre. Coulson se acercó al cristal y observó perplejo. La criatura ya empezaba a ser visible en la lejanía, siendo recibida por una rápida salva de cañonazos. Parecía inútil. La bestia rebasó con su afilado morro el humo y las nubes. Tras bajar un poco la parte superior de su cuerpo serpentino, latigueó como una gigantesca anguila, nadando en un mar de aire.
- Coulson- dijo Matt fingiendo calma-… al final su amigo del parche va a terminar agradeciendo mi presencia en esta nave- giró la cabeza y esbozó una media sonrisa- Espero estar a la altura de sus expectativas.
…
Puente de mando del Helitransporte de SHIELD. Puesto del Director Furia.
Un gigantesco ojo draconiano ensombrece los ventanales del puente. La negra pupila, como un inmenso cráter en el centro del irregular iris azul, se clava en el único ojo de Nick Furia.
- Yo también te veo, hijo de puta- susurra el director de SHIELD con los brazos cruzados tras la espalda.
- ¿Di… director Furia?- le reclama una voz juvenil a su izquierda.
- ¿Sí, agente Mhamid?- contestó el interpelado sin perder la vista de su nuevo amigo reptiloide. Le gustaba saber el nombre de todos los agentes bajo su mando. Tenía comprobado que así los acojonaba un sesenta por ciento más, decimal arriba o abajo. Noam Mhamid apenas llevaba diez meses en SHIELD. Era ex agente del Mossad, aunque por su edad parecía imposible que fuese “ex algo”. Eran duros esos cabrones. Habría visto mierda de primera y hecho cosas tanto o más sucias. Debía de ser bueno, sino no estaría en SHIELD. Por eso, Furia sintió una divertida sensación de orgullo cuando sintió el terror en su voz.
- ¿Eso es… eso es un dragón?
- Eso parece, agente- siguió el director de SHIELD sin cambiar el tono.
- Un dragón… es un dragón.
- Estoy tuerto, hijo- apuntó Furia- no ciego.
- Un dragón… de “verdad”- repitió el novato recalcando la última palabra como si le avergonzase decirla.
- ¿Es que nunca había visto uno?- preguntó el otro sin modificar ni un ápice el tono.
- No… señor… es un… es un ser mitológico- el joven se quedó un rato pensativo- ¿Es que usted sí?
- Estoy viendo uno ahora mismo- dijo sin responder realmente- Que sea un ser mitológico no implica que no exista. Yo quedo una vez al mes a tomar copas con el dios del Trueno.
- Ya… ¿Y qué hacemos señor?
Nick Furia aguardó un momento para responder, como si no hubiese escuchado realmente la pregunta de su subordinado. Tras ello, mudó rápidamente en gesto de incredulidad y se dio la vuelta. Todos los agentes del puente estaban mudos, perplejos, mirando a Furia como si no supieran qué hacer. María Hill también observaba a su director con pose marcial.
- Por el amor de Dios ¡¿Qué coño están esperando?! ¡¿El año nuevo chino?! ¡¡Están en un maldito Helitransporte de SHIELD!! ¡¡Este cacharro tiene potencia de fuego suficiente para volar un país pequeño en menos de lo que se tarde en decir “dracarys” y aún nos sobraría munición para derribar una flotilla Kree!! ¡¡Johnson!! ¡¡Active todos los protocolos de seguridad para caso de abordaje!!- tras la primera orden de Furia, el grueso de la tripulación del puente comenzó a andar de un lado para otro, tomando posiciones y fijando las vistas en sus pantallas, como si hubieran sido activados con un botón- ¡¡O´Bannon, quiero diez comandos de asalto en cubierta en menos de treinta segundos!! ¡¡Spielmann, monitorice las torretas automáticas!! ¡¡García, encárguese de las baterías de estribor!! ¡¡Ivanov, usted las de babor!! ¡¡Quiero que desactiven el apuntado automático de los cañones de proa y que todos los artilleros disponibles se centren en derribar a ese bichejo!! ¡¡QUIEN ENCHUFE UN CAÑONAZO EN EL OJO DE FÚJUR RECIBIRÁ UNA BONIFICACIÓN CON MÁS CEROS QUE EL EXPEDIENTE ACADÉMICO DE JUGGERNAUT!!- Nick volvió la vista al ventanal y susurró- No me gusta cómo me ha mirado ese cabrón.
Tras dar las órdenes pertinentes, Furia apretó el paso en dirección a la puerta de la sala.
- ¡¡Hill!!
- ¿Sí director Furia?- dijo su segunda con una calma envidiable.
- El puente es suyo hasta mi regreso.
- Recibido, señor- dijo haciendo un leve asentimiento- Con todo el respeto ¿A dónde va usted?
- ¿Yo?- preguntó Nick mientras buscaba algo con la mirada. Sí, aquello valdría. No tenía mucha idea de qué hacía, pero era lo bastante grande como para volar un par de escamas a aquel bichejo.
Yo voy a hacerme unos zapatos con esa lagartija.
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Tema: Re: Not even the stars are safe in the sky (Elissa Stavridis, Daredevil, Viuda Negra, Elektra) [01-05-19] 19th Agosto 2021, 01:50
El cielo comenzó a retumbar con las salvas que lanzaban los cañones del Helicarrier, cuyos proyectiles impactaban en las escamas del gigantesco dragón, dañándolo pero no lo suficiente como para hacerlo retroceder. O, quizás, es que la voluntad que le impulsaba a continuar era mucho más fuerte que su deseo de supervivencia...
- ¡¡Cuidado!! ¡¡A cubierto!! -gritaron los oficiales al mando cuando ya resultó evidente que no conseguirían frenarlo a tiempo.
Los hombres corrieron a ponerse a salvo en el instante en el que una cabeza del tamaño de una furgoneta barría la cubierta de la nave, engullendo entre sus fauces a todos los rezagados que pudo encontrar mientras una horda de guerreros ninja saltaban de su lomo, yendo al encuentro de los que habían conseguido ponerse a cubierto. El dragón remontó el vuelo, alejando la parte más vulnerable de su cuerpo, la cabeza, de la trayectoria del fuego enemigo, dedicándose a descargar el enorme látigo de su cola sobre los agentes, aplastándolos bajo su inmenso peso o arrojándolos al vacío.
Bullseye había saltado de su lomo junto con el resto de los ninjas; en la mano derecha portaba una katana y en la izquierda su confiable pistola, y saltaba alegremente por encima de los cadáveres disparando a todo objetivo que se ponía a su alcance como un auténtico torbellino viviente de muerte.
- Oh, sí -musitó al sentir la sangre cálida fluir por su brazo al ensartar por el estómago a un agente de S.H.I.E.L.D. al tiempo que giraba sobre sí mismo para asestar una patada lateral en la cabeza a otro y utilizaba su pistola para disparar en el centro exacto de la frente a otro que se aproximaba por detrás. Recuperando la espada del primer agente, completó el giro para clavar limpiamente contra el suelo al que había golpeado en la cabeza en el momento en el que su cuerpo se desplomaba. Sus movimientos eran tan perfectos, tan coordinados, que parecía que estuviera llevando a cabo una coreografía minuciosamente ensayada en lugar de fluir con el tempo de la batalla. Contemplar su macabra danza habría podido ser hasta hipnótico de no ser por la cantidad de gente que caía muerta a su paso. Como una fuerza de la naturaleza. Un maremoto implacable-. Echaba de menos ésto -continuó limpiándose el fluido vital que le había salpicado en los ojos-. Una auténtica batalla. ¡¡Sí!! ¡¡Vamos!! ¡¡Venid a por mí!! -exclamó al ver cómo varios de los agentes apuntaban en su dirección. Con una carcajada repleta de gozo, realizó un salto imposible, apoyándose con una mano sobre la cabeza de uno de los ninjas, dejando que su cuerpo actuara como un escudo improvisado para recibir las balas de sus enemigos, y, saltando tras él, le cortó la cabeza con un movimiento fluido y se la arrojó a uno de los agentes que había disparado, descolocándole ante la horrenda visión que se acercaba a recibirle el tiempo suficiente como para que Bullseye pudiera lanzar varias dagas a su compañero, saltar y rodar sobre sí mismo para evitar los disparos del tercero, y, al girar para incorporarse, realizar un único disparo que fue a hundirse entre los ojos del último agente.
Fue en ese preciso momento cuando le vio, en mitad de la confusión de gritos, disparos, gente muriendo y los coletazos del dragón, una figura inconfundible alzándose entre el humo que le dibujó una enorme sonrisa en la cara.
- No puede ser, ésto es demasiado bueno para ser verdad -exclamó, riendo, antes de devolver la pistola a la pistolera. No tenía la menor intención de dispararle, no... Con él no podía ser tan rápido, necesitaba tomarse su tiempo, disfrutarlo... Después de todo no pretendía matarle.
Al menos no antes de haberle arrebatado todo cuanto le era preciado en el mundo.
Katana en mano, corrió rápidamente hacia él, atravesando a un agente de S.H.I.E.L.D. que había cometido el error de ponerse inadvertidamente en medio, utilizando la empuñadura como apoyo para trepar verticalmente por su cuerpo con la inercia de la carrera y pateándolo hacia abajo para impulsarse en un poderoso salto que le ayudó a desenterrar la espada, descargándola con todas sus fuerzas sobre la cabeza del vigilante en su caída.
- ¡¡¡Rojo!!! -gritó, eufórico cuando la katana chocó violentamente contra los bastones cruzados para interceptarla, quedando a apenas centímetros de distancia el uno del otro-. ¡Cuánto tiempo! ¿Cómo te va? -inquirió con una sonrisa perturbada, haciendo aparecer un cuchillo de un compartimento en el antebrazo y proyectándolo hacia adelante con la intención de clavárselo en el hombro aprovechando que tenía las dos manos ocupadas. La reacción de Daredevil al presentir el peligro fue asestarle una brutal patada al pecho que le hizo errar el blanco, haciéndole perder la espada y poniendo distancia entre los dos-. Sí, señor, ¡así me gusta! -exclamó Bullseye-. Siempre es un gustazo enfrentarme contigo, colega. Es una pena que no pueda quedarme, pero tengo una cita con tu novia -mientras hablaba, retrocedió para recoger un juego de nunchakus de un ninja muerto en el suelo. Las armas entrechocaron de nuevo cuando los dos jurados enemigos volvieron a encontrarse-. Ya sabes, la primera que maté -añadió, esbozando una desagradable sonrisa-. No esperaba verte aquí, pero resulta deliciosamente poético; matarlas no sería lo mismo si no pudiera ver tu cara después -avanzando hacia adelante lanzó un ataque con los nunchakus que Matt bloqueó sin esfuerzo, para después amagar un ataque alto con la intención de golpearle por debajo de la guardia en cuanto el héroe abriera su defensa, pero Matt no le dio la oportunidad, adivinando su movimiento y bloqueándole. Bullseye distinguió entonces a Natasha detrás de Daredevil y sonrió, lanzándose hacia adelante con una serie de ataques encadenados dirigidos a los bastones que tenían como objetivo último hacerle retroceder más que realmente acertarle. Finalmente, Matt consiguió maniobrar haciendo que la cadena de los nunchakus se enroscara en torno a uno de sus bastones, desarmándole con un hábil movimiento. Bullseye saltó hacia atrás antes de que pudiera alcanzarle-. Como dije... no puedo quedarme, pero no te preocupes... Cuando haya acabado con Elektra volveré para encargarme de la zorrita pelirroja... Hasta entonces... -sus manos se dirigieron hacia dos aparentemente inocuos accesorios rectangulares de su cinturón, que, al presionar un pequeño botón en el centro, se abrieron en dos cuchillas afiladas formando una X-, ¡un adelanto! -exclamó, arrojando una hacia cada uno de ellos en un único lanzamiento antes de desaparecer entre la batalla.
Cuando Daredevil y Viuda Negra intentaron seguirle, un hombre alto ataviado con una armadura de samurai roja y una máscara de demonio se interpuso, enarbolando una espada.
- Lo siento, pero no puedo permitir que lo impidáis -dijo en tono sereno-. Hemos hecho un pacto de honor, él y yo. La muerte de Elektra le pertenece -lentamente, adoptó una posición de ataque con la katana-. No tendrías que haber estado aquí hoy, Daredevil... Ahora no tendré más remedio que matarte.
* * * *
Bullseye se abrió camino entre el mar de cuerpos enzarzados, abatiendo a tiros a todo el que se interponía en su paso, ya fuese ninja o agente de S.H.I.E.L.D. Al asesino le daban igual sus vestiduras; él no trabajaba para ningún bando, sólo para sí mismo, y en aquellos momentos sólo tenía un objetivo en mente. Todo lo demás era irrelevante. Se sabía de memoria dónde tenían a Elektra gracias a la información que había extraído del ordenador de la doctora Stavridis, y en cuestión de segundos se encontró ante la cámara que la custodiaba. Varios agentes trataron de interceptarle el paso. Bullseye trató de dispararles, pero ya no le quedaban balas, así que arrojó la pistola contra la cabeza de uno de ellos, hundiéndole el cráneo y matándole al momento. Aprovechando el desconcierto de los demás se lanzó sobre ellos cuerpo a cuerpo, a demasiado corto alcance como para que pudieran dispararle. Hundió el sai que siempre llevaba consigo en el estómago de uno de ellos al tiempo que arrojaba una de sus pequeñas dagas a la frente de otro, agarrando a un tercero por el cuello y partiéndoselo al tiempo que lanzaba una patada hacia atrás que golpeó en la barbilla al cuarto.
- Muy bien, y ahora, si me permites... -dejando caer al suelo al cadáver agarró al último agente y, retorciéndole el brazo a la espalda lo arrastró hasta la puerta de la celda donde tenían a Elektra, colocando la mano libre en el lector de huellas dactillares hasta que la pequeña luz se encendió en verde, franqueándole el paso-. Excelente, muchas gracias -dijo, golpeándole brutalmente la cabeza contra la pared de la celda varias veces hasta que estuvo seguro de que no volvería a levantarse. Soltando al soldado muerto le sacó la pistola de la funda y entró al interior del módulo de contención, haciendo un calculado disparo contra una de las paredes cuando las puertas comenzaban a cerrarse. La bala rebotó varias veces hasta impactar en el lector de huellas dactilares, destrozando por completo el mecanismo de apertura y sellando la cámara con él dentro. Nadie sería capaz de abrir de nuevo el módulo de contención hasta que hubiera terminado lo que había venido a hacer. Sujetándose la pistola en la parte posterior del cinturón se volvió para estudiar el lugar.
Se trataba de una habitación bastante espaciosa y confortable para ser una celda. Joder, había dormido en hostales con camas bastante peores, y mejor no hablar de la enorme tele panorámica que cubría prácticamente una de las paredes. Había hasta una pequeña mesa individual a modo de escritorio, o quizás para comer, junto a un cristal blindado que servía para observar el interior. El baño se encontraba en otro módulo más pequeño frente a un conjunto de sofá, sillón y mesa baja que alguien había tomado mucho esfuerzo en decorar para que se sintiera más hogareño y menos aséptico, con una alfombra de cálidos tonos naranja, fundas para los asientos de color caldera, y cojines de diversos colores. Si no fuera por las paredes acolchadas, casi habría podido pasar por una vivienda normal. Elektra y la doctora Stavridis se encontraban tumbadas una junto a la otra en la cama. Aparentaban estar dormidas, pero debía ser algo más complejo porque no se habían inmutado con todo el jaleo que acababa de montar ahí fuera con los soldados.
- Dos hermosas griegas esperándome en la cama -musitó para sí sentándose en el borde del lecho-. Y una de ellas es Elektra. Sólo haría falta tener a Rojo ahorcado al fondo y sería como ver cumplida una fantasía...
La asesina tenía un aspecto bastante desmejorado; estaba muy delgada, y grandes cercos negros se dibujaban bajo sus ojos, pero parecía limpia y bien cuidada, incluso con el largo cabello oscuro desenrededado y peinado. Vestía un pijama blanco neutro, como de hospital, y llevaba puesta una camisa de fuerza y los tobillos encadenados con esposas especiales. Bullseye había leído los informes privados del ordenador de Elissa y sabía que, mientras la estaban operando, había poseído mentalmente a uno de los médicos, utilizándole para amenazar de muerte a otra y romperle el brazo por tres sitios diferentes a un agente que había tratado de impedirlo, por lo que parecían precauciones más que razonables.
- Ha pasado mucho tiempo desde la última vez que nos vimos. Demasiado. ¿Me has echado de menos? Porque yo a ti sí -dijo, sacando un cuchillo de su vaina y examinando su filo a la luz de las lámparas de luz blanca de la habitación-. En éste tiempo han pasado muchas cosas. Por ejemplo, en enero conocí a una chica, ¿sabes? Era muy guapa, e increíblemente excitante -con gesto pausado, introdujo el cuchillo por el interior de la camisa de fuerza y fue cortando, lentamente, el tejido reforzado y las correas, de abajo arriba-. Por lo visto la consideran la mejor asesina en su universo, ¿te lo puedes creer? La mejor asesina y el mejor asesino... Parecería un duelo escrito en las estrellas, ¿no te parece? Algo destinado a ocurrir. Y, créeme... la he estado investigando, no creas que no... Pero... no es lo mismo que contigo, ¿sabes? Tú eres... especial. Siempre lo has sido. La única para mí. No como el Cuernecitos, por cierto. Le acabo de ver, ¿y creerías si te digo que estaba otra vez con su ex, la pelirroja? Oh, para él nunca has sido tan importante como para mí, cariño... Y te lo pienso demostrar... -terminó de desprender a la mujer de la camisa de fuerza y empuñó la pistola-. Ni te imaginas lo que he tenido que hacer para estar contigo ésta noche... Pero ya estoy aquí, y pienso dedicarte todo el tiempo del mundo...
Sin dejar de mirarla a la cara, apuntó hacia sus pies y disparó, y aunque no había mirado en ningún momento para apuntar, la bala realizó una trayectoria directa hacia la cadena que unía sus tobillos, partiéndola limpiamente por la mitad.
Después, cogió las manos de la griega para observar sus dedos. Siete. Cédric le había cortado siete. Se los habían reimplantado en una cirugía de urgencia utilizando los mejores recursos tanto humanos como técnicos de los que S.H.I.E.L.D. era capaz de disponer, pero aún se notaban las marcas. El tiempo de recuperación estimado para aquella clase de lesiones era de cuatro a seis semanas, que era justo el tiempo que había transcurrido desde la operación. En teoría, según todos los informes, debería ser ya capaz de utilizar de nuevo las manos, aunque la inseguridad y algo parecido al temor reptaban por su oscuro corazón. ¿Y si Cédric la había arruinado? ¿Y si ya no era capaz de luchar? No podía ser... Había esperado tanto tiempo para una ocasión como aquella... Y además Daredevil también estaba ahí, pero Bengoshi y sus hombres lo tendrían entretenido el tiempo suficiente, y, para cuando llegara, ya sería tarde... una vez más. Era todo demasiado bonito, demasiado perfecto. Si Cédric le había arruinado aquél momento... Si había echado a perder a la mejor guerrera con la que se había enfrentado, no descansaría hasta arrancarle, hueso a hueso, la columna vertebral para usarla como bate de béisbol de su propio cráneo... Mientras aún estuviera vivo.
Después de haberse deshecho de aquél despojo inútil, por supuesto.
Por el momento, tenía un problema más acuciante... encontrar la manera de despertarla.
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Tema: Re: Not even the stars are safe in the sky (Elissa Stavridis, Daredevil, Viuda Negra, Elektra) [01-05-19] 19th Agosto 2021, 23:08
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Tema: Re: Not even the stars are safe in the sky (Elissa Stavridis, Daredevil, Viuda Negra, Elektra) [01-05-19] 19th Agosto 2021, 23:08
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Tema: Re: Not even the stars are safe in the sky (Elissa Stavridis, Daredevil, Viuda Negra, Elektra) [01-05-19] 20th Agosto 2021, 00:31
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Tema: Re: Not even the stars are safe in the sky (Elissa Stavridis, Daredevil, Viuda Negra, Elektra) [01-05-19] 20th Agosto 2021, 00:31
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Tema: Re: Not even the stars are safe in the sky (Elissa Stavridis, Daredevil, Viuda Negra, Elektra) [01-05-19] 31st Agosto 2021, 09:30
La cubierta del Helicarrier se ha convertido en un campo de batalla.
S.H.I.E.L.D. juega en casa. Eso tendría que darnos alguna ventaja. Estoy rodeada de centenares de agentes de servicio. Tenemos a Nick Furia. Tenemos armas, tecnología y explosivos. Incluso Matt Murdock está aquí.
Pero ellos tienen ninjas. Y un dragón. Y también…
—¡¡¡Rojo!!! —grita una voz que conozco bien. Un chasquido acompaña al saludo; el choque de su hoja contra los bastones de Matt—. ¡Cuánto tiempo! ¿Cómo te va?
Aunque quiera, no puedo meterme en su lucha. Ahora mismo, la cubierta es un maldito caos. Acercarme lo suficiente a Matt (cruzando los diez metros y los cinco ninjas que nos separan) me llevará demasiado tiempo.
No es que me necesite. Daredevil acaba de hacer retroceder a su rival con una contundente patada. Veo la rabia en el gesto, y suplico mentalmente que no haga ninguna estupidez. Con Elektra y Bullseye en la ecuación es fácil que se ponga... emocional.
—Sí, señor, ¡así me gusta! —oigo decir al tirador— Siempre es un gustazo enfrentarme contigo, colega. Es una pena que no pueda quedarme, pero tengo una cita con tu novia —Una provocación demasiado evidente. No caigas en eso, Matt—. . Ya sabes, la primera que maté.
Es persistente. Incluso yo empiezo a tener ganas de darle una patada que lo haga callar.
—No esperaba verte aquí, pero resulta deliciosamente poético; matarlas no sería lo mismo si no pudiera ver tu cara después.
Bloqueo el ataque que me lanza uno de los ninjas de La Mano, agachándome inmediatamente después, al oír un zumbido a mi espalda. Los shuriken destinados a mí pasan por encima de mi cabeza, hundiéndose en el traje de mi rival.
No me detengo. Tengo que llegar hasta Matt.
Él y Bullseye siguen envueltos en su uno contra uno, ajenos al resto de combatientes de la cubierta.
Hasta que el tirador me ve. Y sonríe.
—Como dije... —dice, hablando con Matt pero mirándome a mí— No puedo quedarme, pero no te preocupes... Cuando haya acabado con Elektra volveré para encargarme de la zorrita pelirroja... Hasta entonces...
A diferencia de él, yo no lo miro a la cara. Mis ojos están fijos en sus manos; con mucho, lo más peligroso que tiene. Su boca, aunque la usa en exceso, es inofensiva. Y no quiero que su cháchara me distraiga del verdadero peligro.
Ahí está. Acaba de coger lo que sea que piensa lanzarnos.
—¡Un adelanto! —exclama, activando dos proyectiles y lanzándolos en nuestra dirección.
No se está esforzando. Está claro que Elektra es su prioridad.
Tenemos que detenerlo.
Echo a correr hacia delante, como acudiendo al encuentro de su ataque. Mi cuerpo se despega de la cubierta y mis pies hacen contacto con los hombros de Matt. El salto me proyecta en el aire, al tiempo que él se agacha, aprovechando el impulso. Los proyectiles pasan limpiamente entre nosotros.
No me detengo a mirar dónde impactan después. Matt y yo ya estamos corriendo tras Bullseye.
Pero el hombre de la armadura y la máscara, armado con una katana, interviene para bloquear nuestro avance. No lo había visto nunca antes, pero eso no lo hace menos peligroso. Me detengo, y Matt hace lo mismo un paso por detrás de mí, con los dientes apretados. No necesito ningún radar para saber que su pulso va a toda velocidad.
—Lo siento, pero no puedo permitir que lo impidáis —dice, calmado—[color=crimson]. Hemos hecho un pacto de honor, él y yo. La muerte de Elektra le pertenece.
¿De veras? ¿Desde cuándo la muerte de la griega pertenece a alguien que no sea ella misma? Me encantaría tenerla al lado ahora mismo. Seguramente tendría mucho que aportar a esta conversación.
—No tendrías que haber estado aquí hoy, Daredevil... Ahora no tendré más remedio que matarte.
"Daredevil". ¿Se conocen?
No. Por la expresión de mi compañero, el hombre de la máscara es tan extraño para él como para mí.
No hay tiempo para hablar. Cada segundo que pasa, Bullseye está un disparo más cerca de Elektra.
Matt no me dice nada, pero no necesito que lo haga. Está claro que tampoco tiene ganas de conversar. Su postura cambia ligeramente antes de lanzar los dos bastones con rebote al hombre de la máscara.
Ése es mi pistoletazo de salida. Me lanzo hacia adelante para hacer un barrido desde el suelo.
El samurái se mueve rápidamente, anteponiendo su katana para bloquear el lanzamiento. Uno de los bastones rebota, inofensivo, contra el arma, pero el otro consigue acertarle de refilón en el brazo, desequilibrándolo lo justo para permitirme colarme por debajo de sus defensas.
El barrido le derriba contra el suelo y la máscara que cubre su rostro sale rodando por el suelo, revelando…
Un rostro demasiado familiar.:
El aire se me atasca en la garganta al verlo.
Y sé que es absurdo, pero me vuelvo para mirar a Matt.
Él gira la cabeza en mi dirección. Ha oído el cambio en mi respiración, en mi pulso. Y no lo comprende.
¿Cómo puedo explicarle que ese hombre… es él?
Sus rostros son idénticos, salvo por los ojos. El hombre frente a mí tiene la mirada vacía y roja como la sangre. Igual de vacía que la expresión de su cara.
No será un combate fácil.
Las preguntas “¿cómo?” y “¿por qué?” suenan a gritos en mi cabeza. Pero no puedo perder el tiempo; Matt está privado de su vista, y yo soy la única que comprende la situación.
—El hombre de la máscara… Es Matt Murdock —murmuro.
Mi mente ya está saltando entre las posibilidades. Tengo que vencer a un combatiente experto en una decena de artes marciales; con unos sentidos del oído, el tacto y el olfato desarrollados al máximo.
Mentiría si dijera que nunca he pensado una estrategia para eso.
Y también mentiría si dijera que me avergüenzo de ello. No es bonito, pero soy lo que soy. Y no es la primera vez que cruzo golpes con mis amigos.
Como siempre dice Nick: “esperamos lo mejor, pero nos preparamos para lo peor”. Si conoces las debilidades de tu enemigo, se acabó el jugar limpio.
—¿Estás listo... Matt?
Seamos sinceros. La pregunta me vale para cualquiera de los dos.
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Tema: Re: Not even the stars are safe in the sky (Elissa Stavridis, Daredevil, Viuda Negra, Elektra) [01-05-19] 8th Septiembre 2021, 02:00
Despertar... de nuevo a la vida... al sufrimiento... y al dolor...
Lo primero que experimentó fueron las privaciones a las que había sometido a su cuerpo. Estaba débil por el ayuno, y casi al instante su cerebro fue bombardeado con una docena de sensaciones distintas de malestar. Llevaba prácticamente sin poder moverse un mes y medio, y la mayor parte de ese tiempo la había pasado en camisa de fuerza. La repentina sensación de movilidad, que habría podido resultar una bendición en cualquier otra circunstancia, ahora le traía el dolor de unos músculos entumecidos y la súbita agonía de unos dedos reimplantados cuya ausencia no había tenido ocasión de notar. Y había otra cosa... una sensación extraña en varias zonas de su cuerpo, como si no le perteneciera a ella...
Lo siguiente que notó fue su olor; a cuero, sudor y muerte. Estaba sentado a su lado. En la cama.
- Al fin, princesa, ya era hora. Tienes un sueño pesado, ¿te lo han dicho alguna vez? Estaba empezando a plantearme recurrir a métodos más... radicales para despertarte.
Algo en la manera en la que lo dijo le hizo sentir náuseas, y posiblemente habría vomitado de haber llegado a tener algo en el estómago. Su esfuerzo por apartarse de él resultó ser demasiado brusco para su cuerpo aletargado; sus reflejos estaban adormecidos, las piernas fallaron a la hora de sostenerla y terminó de bruces en el suelo. Él se levantó, con total parsimonia, acercándose de nuevo a ella.
- No hay ningún sitio a donde huir, preciosa. He reventado el mecanismo de apertura de la celda. Te tengo toooda para mí. Tengo que decir que me siento halagado... No sabía si aún tendría éste efecto sobre ti. Pero supongo que es cierto lo que dicen... Nunca olvidas tu primera vez...
Elektra se limitó a mirarle desde el suelo, como una gata salvaje acorralada. No podía... no podía moverse apenas. Le dolía cada músculo del cuerpo, flexionar los dedos injertados era una auténtica tortura y sus piernas estaban tan débiles que apenas podía pensar en levantarse. En aquél estado no podría derrotar a Bullseye ni en el mejor de sus sueños. Como si le leyera el pensamiento, se acuclilló junto a ella.
- Espero de verdad que ése Cédric no te haya arruinado, preciosa -dijo, apartándole un mechón de pelo de la cara sudorosa para poder mirarla a los ojos-. No me he tomado tantas molestias únicamente para cantarte nanas, ¿sabes? Mira, te he traído un regalo -de unas fundas en su cinturón extrajo un par de esbeltos sais y se los ofreció-. Son para ti. Tomalos.
Elektra miró las armas, y de nuevo a él.
- ¿Quieres un combate justo, Lester? Sabes que no puedo proporcionártelo.
- Bueno... tal vez no... -el hombre dejó los sais en el suelo frente a ella y volvió hasta donde Elissa acababa de incorporarse, tirándole bruscamente de la trenza hacia atrás para ponerle un cuchillo en el cuello-. O, tal vez, lo único que te hace falta es un poco de motivación extra. ¿Qué va a ser, guapa? ¿Un último baile con el viejo Bullseye o una loquera menos en el mundo?
De pronto, volvía a estar otra vez en su viejo apartamento en Nueva York, con la muñeca aprisionada contra el suelo bajo la kusarigama de Kuroyama mientras el gigantesco ninja le arrancaba el corazón a su protegida. Entonces no había hecho nada... porque la única manera de liberarse habría sido amputándose la mano con el filo de la hoz y pensó que no habría podido hacer nada igualmente con una mano menos y la otra encadenada. Ahora, sus manos estaban libres, pero el gesto de cerrar los dedos en torno a la empuñadura del sai se le antojaba una proeza imposible... no habláramos ya de levantarlo... Aún así, no pensaba quedarse a mirar una vez más mientras un demente degollaba a su amiga. No... tenía que coger el sai como fuese...
Su mano trémula avanzó hacia la empuñadura, y logró que sus dedos se cerrasen en torno a ella, causándole un dolor insoportable. Dioses... necesitaba... necesitaba habituarse primero... hacer rehabilitación... Aquello era una locura... Diez minutos atrás había estado con una camisa de fuerza...
Bullseye siguió sus esfuerzos con la altanería de quien observa a un perrillo bien amaestrado llevar a cabo un truco ensayado.
- Buena chica -dijo, soltando a Elissa-. Nunca admití ésto con nadie, pero siempre fuiste mejor que yo, Elektra. ¿Yo en mi mejor forma y tú en la tuya? Me vencerías cada día de la semana y dos veces los domingos. Así que, bueno... No tengo nada que demostrarle a nadie, ¿sabes? Porque ya te maté una vez, en combate limpio, y necesito recuperar mi reputación. Lo último que necesita un asesino es que sus víctimas anden por ahí, vivitas y coleando saltando por los tejados. No da precisamente buena imagen, imagino que lo entiendes, de asesina a asesino. No es personal -se echó a reír ante su propio chiste-. Bueno, ¿a quién pretendo engañar? Sí es personal, preciosa, contigo siempre lo es. El caso es que, si tengo que subvertir un poco mis principios y enfrentarme a ti en éste estado para que la cosa esté un poco más igualada... -se encogió de hombros-. ¿Quién podría criticarme?
Con parsimonia, extrajo el cargador de la pistola que le había quitado al último agente muerto y fue sacando las balas, una a una.
- Pero una cosa es igualar un poco las tornas... y otra hacerlo demasiado fácil. Sería un crimen usar una de éstas contigo. Prefiero hacerlo más... artesanal. Ahora levántate, guapa, y acabemos con ésto. Seré rápido, te lo prometo. Sólo un poco más de dolor en ese cuerpo perfecto tuyo... y te prometo que te sacaré de tu miseria. Y más te vale cooperar, porque si no lo haces mataré también a tu amiga. Sabes que no necesito tocarla para hacerlo. Y sabes que nunca fallo.
Como si quisiera demostrarlo, le arrojó una de las balas con las manos, con la misma potencia letal que si hubiera usado la pistola. Elektra lo estaba esperando, y fue capaz de desviar el proyectil con el sai únicamente porque es fácil predecir el lugar en el que va a impactar una bala cuando la persona que te está disparando no falla nunca. Aún así, el fuerte golpe contra sus dedos recientemente operados le arrancó el sai de las manos. Aún le quedaba el otro, y lo puso ante sus ojos en posición defensiva.
- Oh, muy bien, has anticipado el tiro... La respuesta a eso es volver el disparo... -volvió a realizar un nuevo lanzamiento, sólo que ésta vez, en lugar de ir dirigido a una zona vital, impactó de lleno en el hombro de la mujer sin que ésta pudiera evitarlo-...imprevisible...
Con un ruidoso "clonk", la bala rebotó en el hombro de la asesina como si hubiera chocado contra metal, cayendo inofensivamente contra el suelo. Elektra no perdió un segundo; tenía que aprovechar aquél valioso momento de sorpresa para acortar las distancias. Incluso estando en su mejor condición física Bullseye era un oponente al que era mejor enfrentar en cuerpo a cuerpo; ahora era básicamente una cuestión de vida o muerte. Rápidamente se abalanzó sobre él. No podía usar los puños ni sujetar con la suficiente firmeza los sais, así que su mejor baza eran las piernas. Rápidamente dirigió una patada circular alta, pero no fue lo suficientemente rápida y él la bloqueó, asestándole un puñetazo en la cara. Elektra reculó dos pasos y trató de golpearle de nuevo con otra patada al esternón, pero él se deslizó ágilmente por debajo para dirigir un golpe Hineri Uchi a la base de la columna vertebral, haciéndola caer. Como pudo rodó sobre sí misma para lanzar una patada ascendente que Bullseye bloqueó pasándole una mano por debajo de la pierna extendida para golpear con la otra en un Shuto Uchi directo a la tibia, encontrándose con una resistencia mucho mayor de la esperada. El súbito e inesperado dolor le impidió completar el giro para proyectarla contra el suelo, pero Elektra sabía que lo único que estaba haciendo era prolongar lo inevitable. Buscó a Elissa con la mirada y le preguntó en griego:
- Μπορείς να μπεις στο μυαλό της; (¿Puedes entrar en su mente?)
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Elissa Stavridis DC Universe
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Tema: Re: Not even the stars are safe in the sky (Elissa Stavridis, Daredevil, Viuda Negra, Elektra) [01-05-19] 25th Diciembre 2021, 20:17
La realidad cayó sobre Elissa como si alguien vertiera un ánfora de agua helada sobre ella: gélida, brusca... y a borbotones.
La griega luchó por recuperar el control de su cuerpo, pero nunca había sido capaz de reponerse deprisa cuando su alma regresaba de un viaje difícil.
Y aquel viaje había sido especialmente difícil. Agotador. Doloroso.
Muy, muy largo.
Se incorporó mientras la voz del hombre resonaba en sus oídos.
- Bueno... tal vez no... - Un dolor súbito estalló en el cuero cabelludo de la griega, al tiempo que alguien impulsaba su cabeza hacia detrás, tirando de su trenza como de los hilos de una marioneta. Algo frío y sediento mordió la piel de su cuello. Acero. -. O, tal vez, lo único que te hace falta es un poco de motivación extra. ¿Qué va a ser, guapa? ¿Un último baile con el viejo Bullseye o una loquera menos en el mundo?
Los ojos azules de Elissa lucharon por enfocarse. Bullseye. Aquél era Bullseye. El hombre que reía sobre una pila de cadáveres, cada vez más alta. El asesino que mataba a Elektra una y otra vez en las profundidades de su mente.
Y, por un instante, la psicóloga se preguntó si su cadáver se uniría también a los cuerpos ensangrentados de aquella funesta montaña.
Buscó a Elektra con la mirada. Pero el ángulo en que Bullseye sostenía su cabeza le impedía ver otra cosa que no fuera el techo de la celda. Elissa sentía la boca seca, pero no se atrevía a tragar saliva; no se atrevía siquiera a respirar. Sentía que cualquier movimiento provocaría el beso helado del acero en su garganta.
Un frío antinatural se asentó en la parte inferior de su espalda, inmovilizándola con la misma efectividad que la presencia del hombre que tenía detrás.
No sabía qué estaba haciendo Elektra, pero sintió el cuerpo de él tensarse justo antes de emitir un sonido de aprobación.
- Buena chica -dijo él, soltando a Elissa como un niño que descarta un muñeco con el que se ha aburrido de jugar-. Nunca admití esto con nadie, pero siempre fuiste mejor que yo, Elektra. ¿Yo en mi mejor forma y tú en la tuya? Me vencerías cada día de la semana y dos veces los domingos. Así que, bueno... No tengo nada que demostrarle a nadie, ¿sabes? Porque ya te maté una vez, en combate limpio, y necesito recuperar mi reputación. Lo último que necesita un asesino es que sus víctimas anden por ahí, vivitas y coleando saltando por los tejados. No da precisamente buena imagen, imagino que lo entiendes, de asesina a asesino. No es personal -su risa hizo que el vello de la nuca de Elissa se erizara.
Ahora veía a Elektra, acurrucada frente a él, con las manos cerradas alrededor de los sais.
No, no, no. ¿Qué estaba haciendo? No estaba en condiciones de empuñar un arma. No estaba en condiciones de luchar.
El asesino continuó hablando, ajeno a la forma en que el rostro de Elissa perdía el color, al recorrido que una gota de sudor helado dibujaba desde su temblorosa mandíbula hasta su clavícula.
-Bueno, ¿a quién pretendo engañar? Sí es personal, preciosa, contigo siempre lo es. El caso es que, si tengo que subvertir un poco mis principios y enfrentarme a ti en éste estado para que la cosa esté un poco más igualada... ¿Quién podría criticarme?
¿Cuántas personas habrían oído aquella voz burlona antes de morir? ¿Cuántos habían sido espectadores involuntarios de uno de aquellos monólogos desquiciados? Elissa sólo deseó que sus piernas dejaran de temblar. Que pudieran sostenerla el tiempo suficiente como para empujar a aquel hombre, apartarlo de Elektra; su rota, valiente Elektra.
- Pero una cosa es igualar un poco las tornas... y otra hacerlo demasiado fácil. Sería un crimen usar una de éstas contigo. Prefiero hacerlo más... artesanal. Ahora levántate, guapa, y acabemos con esto. Seré rápido, te lo prometo. Sólo un poco más de dolor en ese cuerpo perfecto tuyo... y te prometo que te sacaré de tu miseria. Y más te vale cooperar, porque si no lo haces mataré también a tu amiga. Sabes que no necesito tocarla para hacerlo. Y sabes que nunca fallo.
Fiel a su palabra, la bala voló, y Elissa emitió un gemido que se superpuso al tañido del sai al golpear el proyectil. Aquel hombre no necesitaba una pistola para matar. No necesitaba nada para matar. Parecía poder segar una vida con la misma facilidad con la que su garganta se vaciaba de palabras.
El sai cayó al suelo con un nuevo tañido. Los ojos de Elissa se posaron en Elektra, temerosos, buscando alguna herida en su cuerpo desnutrido, casi esperando verla tambalearse mientras brotaban las flores de sangre. Nada de eso ocurrió... pero su alivio duró sólo un instante.
- Oh, muy bien, has anticipado el tiro... La respuesta a eso es volver el disparo... imprevisible...
Esta vez, Elissa gritó. Sin embargo, la bala no perforó la piel de Elektra. La última bocanada de aire quedó aprisionada en la garganta de la psicóloga, mientras Elektra se lanzaba contra su rival y ambos emprendían una danza mortal.
Y en aquel preciso instante, a través de un bosque de brazos y piernas; de patadas y golpes cruzados, los ojos de Elektra se encontraron con los de Elissa por primera vez desde su despertar.
Y su petición en griego flotó entre las dos.
- Μπορείς να μπεις στο μυαλό της;
Elissa alzó la voz.
- Ναί - dijo, lo suficientemente alto para que los ojos del asesino tuvieran que volverse hacia ella.
Sentía su mente tan frágil y quebradiza como Elektra debía de sentir su cuerpo. ¿Era posible acaso que un alma se magullara y amoratara? Trató de mantener la mirada de Bullseye; un hombre que la aterrorizaba. Sólo necesitaba un segundo...
Su forma psíquica se debatió un instante. Tenía miedo. En los ojos del asesino había ese brillo ajeno a la cordura y rayano en la obsesión que ella relacionaba con Cédric. Aquélla era una mente por la que no quería transitar. Pero... ¿de qué serviría su sacrificio en el subconsciente de Elektra si ahora la dejaba sola? Ella... ella la estaba protegiendo.
Elissa le debía lo mismo.
Ayudaría a Elektra a emprender su Nóstos. Su regreso a casa.
Psique se liberó del cuerpo que la retenía como una mariposa despojándose de su capullo de seda.
Y se sintió caer, caer, caer; cada vez más lejos de la celda.
Cada vez más cerca de los abismos de la mente de Bullseye.
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Tema: Re: Not even the stars are safe in the sky (Elissa Stavridis, Daredevil, Viuda Negra, Elektra) [01-05-19] 28th Diciembre 2021, 19:48
Exterior del Helitransporte de SHIELD: Nave de Desembarco del Director Furia
Los últimos rayos de sol teñían el cielo de un intenso color rojizo. La imponente criatura, enroscada sobre el Helitransporte como una serpiente que trata de asfixiar a su presa, bramaba en respuesta a los disparos provenientes tanto del interior como de los hombres de cubierta. Del extremo opuesto de la inmensa embarcación, una flotilla de pequeñas naves emergió en perfecta formación, con la sincronía de un enjambre. Sus sonoras hélices llamaron la atención de la bestia, que dirigió su mirada a la línea de transportes, recortados en silueta por el astro rey, que ya se ponía a sus espaldas. Por su sincrónico movimiento se asemejaban a un inmenso ejército de rapaces ansiosas por caer contra su presa.
- Lo tenemos a tiro, director Furia.
- Bien- sonrió Nick- A mi señal, desaten el infierno.
La descarga de misiles no se hizo esperar, pequeños en comparación con el monstruo, pero temibles por su número. Las detonaciones fueron sucediéndose, como una salva de fuegos artificiales, impactando con toda su potencia sobre la dura piel del objetivo, quien bramaba molesto por el dolor. Con un destello de inteligencia, la criatura dirigió su vista hacia la nave de mando. El director Furia, incapaz de rechazar el desafío, se armó con su lanzacohetes y se asomó por el costado de la embarcación.
- ¡¡EH MUSHU!!- exclamó- ¡¡SALUDA A LOS DINOSAURIOS DE MI PARTE!!
El proyectil voló certero hasta el ojo izquierdo del dragón quien, furioso, volvió a emitir un feroz rugido.
- Creo que lo ha cabreado, señor.
- Pues ya hay algo más en lo que nos parecemos ese bicho y yo… Aunque no creo que hagan parches de su tamaño.
El monstruo respondió con fiereza al inesperado ataque, precipitando contra las naves un latigazo con su cola que, teniendo en consideración su envergadura, fue endiabladamente rápido. Varias de las unidades, incluida la que llevaba a bordo al director Furia, fueron derribadas por el golpe. Los que menos suerte tuvieron salieron despedidos en caída libre contra el bosque cercano o perecieron pasto de las llamas causadas por la explosión. La nave de Furia, debido al daño de cola, comenzó a girar sobre sí misma, precipitándose hacia la cubierta del Helicarrier. Tanto el director de SHIELD como el resto de tripulantes consiguieron evacuar a tiempo, cayendo grácilmente sobre la rampa de aterrizaje gracias a sus jetpacks equipados con tecnología repulsora de Stark. Una vez en la superficie del Helitransporte, el comando de Furia tomó rápida cobertura, limpiando las oleadas de atacantes de la Mano a su paso hasta que se vieron superados en número, pues los combates se habían hecho mucho más intensos en cubierta. Furia se parapetó tras un murete de acero y comenzó a bramar órdenes.
- ¡¡Fuego a discreción!! ¡¡La mayoría de esos cabrones ya han estado muertos antes!! ¡¡No tengan miedo de enviarlos de nuevo a casa!!
- ¡Recibido!- contestó una voz por el comunicador- Haremos lo que podamos, director, pero aún queda el pequeño detalle del dragón.
Tras una rápida ráfaga de disparos, Furia abandonó su cobertura y comenzó a caminar con decisión.
- Aténganse a las órdenes y no se inquieten. De ese asunto ya me encargo yo…
…
Exterior del Helitransporte de SHIELD: Hangar principal
Matt estaba desconcertado… ¿A qué se debía aquel cambio en las constantes de la Viuda? Su ataque había sido exitoso y la agente no era, precisamente, una persona dada a perder el temple, menos aún cuando la pelea estaba a su favor. Giró la cabeza hacia su compañera, buscando respuestas ¿Qué había bajo esa máscara que fuese capaz de inquietar a la Viuda Negra?
- El hombre de la máscara… Es Matt Murdock- murmuró.
Todas las piezas empezaron a encajar en el cerebro de Matt. Se centró en el latido de su oponente, en su respiración… Había sido un estúpido por no darse cuenta antes. Aquella voz tan familiar, los movimientos precisos y letales, la confianza con que se dirigió tanto a él como a Elektra, aquella sensación de que era capaz de anticiparse a todos sus movimientos. Aunque pelear con uno mismo no es una posibilidad que suela tenerse en cuenta, desde su último encuentro el abogado se había preguntado una y otra vez de qué conocía a aquél nuevo adversario. Las respuestas acababan de llegar solas. Lo conocía demasiado bien…
- ¿Estás listo... Matt?- preguntó la Viuda.
“No”, pensó Matt. Pero no era momento de vacilar. El justiciero aguzó sus sentidos, centró su oído en los combates que se desarrollaban a su alrededor. Lo más probable es que el personal de SHIELD estuviese demasiado ocupado en sus asuntos como para prestarles atención, pero era difícil saberlo. Le daba lo mismo. Tampoco le apetecía fingir que no sabía que la agencia de inteligencia global más grande del planeta debía, al menos, sospechar que Daredevil y Matt Murdock eran la misma persona. Si se estaban haciendo grabaciones… bueno, tendría que pedirle a Nat un nuevo favor incómodo. En cualquier caso, no estaba dispuesto a dejar pasar aquella afrenta personal.
- Estoy listo- sentenció mientras se quitaba la máscara de diablo, descubriendo su rostro- Aunque te equivocas en una cosa. Me da igual si es un clon, un doble o un maldito truco de magia. Me trae sin cuidado de qué universo venga o qué cara y nombre crea tener- tiró al suelo la máscara y dirigió el rostro a dónde creía estaban los ojos de su gemelo- Ese hombre no es Matt Murdock - El justiciero escuchó posicionarse la hoja de su adversario, el sutil susurro del acero, y se puso en guardia- En todo caso, Nat. Si se parece tanto a mí es tu día de suerte. No finjas que no has querido partirme la cara alguna vez.
Aquello era cierto en más de un sentido. Si su oponente era Matt Murdock, había una gran probabilidad de que tuviese las mismas debilidades que él. Unas de las que Natasha estaba más informada. De una forma retorcidamente irónica, sus muchos talones de Aquiles estaban a su favor en aquél combate.
- No, pobre ignorante. No soy Matt Murdock. Hace tiempo que he trascendido esa insignificante identidad. Ahora soy mucho más. Un elegido. Una sombra. El guerrero perfecto. Pronto descubrirás que no peleas tan sólo con tu reflejo. Soy una encarnación de la grandeza que podrías haber alcanzado, del potencial que has desperdiciado por agarrarte a tu patética hibris infantil. Te lo demostré ya una vez y volveré a hacerlo. Sólo al final lo entenderás.
- Puede ser… Aunque hay algo de lo que tú careces y que yo, pese a mis muchos esfuerzos, aún conservo - Matt escuchó el martilleo de las armas de Nat a su espalda y, contra todos sus instintos, se permitió sonreír- Yo no estoy solo, capullo.
El diablo inició la carrera para, con una ágil voltereta frontal, rebasar la posición de su oponente. En circunstancias normales, el samurái le habría abierto de la ingle a la boca, como quien destripa un pez. Sin embargo, los disparos de la viuda lo tenían demasiado ocupado. Nat era rápida y certera con el gatillo. Matt también era rápido y, en aquél momento, esa circunstancia lo inquietaba más que alentarle. El protector de Hell´s Kitches podía oír las balas de la Viuda reverberar contra la Katana del otro Murdock. No le extrañaba que pudiese hacerlo, pues él ya había conseguido aquella proeza más de una vez aunque… no podía bloquearlas todas… ¿No? Empezaba a pensar que su doble estaba en lo cierto respecto a la diferencia de habilidad.
Los cargadores de Natasha se agotaron al mismo tiempo que Matt conseguía recuperar ambas partes de su bastón para, aún en cuclillas por el aterrizaje, unirlas en un solo arma. Antes de que su doppleganger pudiese centrarse en la tiradora, Matt lo sujetó del cuello con el bastón. Su oponente se resistía con una fuerza, en todos los sentidos posibles, equivalente a la suya. Sin embargo, la espía no necesitaba otra señal para iniciar el ataque.
La Viuda Negra se lanzó contra el enemigo casi de inmediato. Pese a la presa de Matt, el hombre que se hacía llamar Bengoshi la recibió con un rápido tajo horizontal. Haciendo gala de su asombrosa flexibilidad, Natasha dobló la espalda hacia atrás e impulsada por la inercia de su avance, se deslizó hacia el costado del atacante al tiempo que esquivaba su golpe. Matt apenas podía aguantar el forcejeo un segundo más, así que recibió la asistencia de su compañera como quien recibe un oasis en el desierto. Activando el dispositivo de sus muñequeras, Nat liberó una potente descarga eléctrica contra las costillas del espadachín.
Bengoshi, puede que debido a la adrenalina de la picadura eléctrica de la viuda, sacó fuerzas para librarse del agarre de Matt, tomando el bastón que aprisionaba su cuello y lanzando hacia adelante al justiciero con una poderosa llave. En el suelo, magullado pero intacto, Murdock pudo advertir que el próximo golpe del samurái se dirigía contra Natasha. Con urgencia le lanzó su bastón y Nat, en una impecable recepción, lo agarró a tiempo para bloquear un furibundo tajo vertical. Mientras el samurái y la espía intercambiaban golpes, esquivas y bloqueos, Matt buscó entre los cadáveres de los ninjas de la Mano algo con lo que armarse. No había tiempo para ponerse escrupuloso, así que desenfundó lo primero que encontró del cinturón de un shinobi que había pasado, tal vez por segunda vez, a mejor vida.
- Tiene que ser una broma…- bufó Matt al tacto de las armas.
Con dos afilados sais en ristre, el diablo guardián se lanzó en asistencia de su compañera quien, pese a su impresionante exhibición, ya empezaba a dar muestras de fatiga. Juntos, Daredevil y la Viuda Negra, se unieron en un violento baile contra su formidable adversario. A cada golpe de bastón que daba Natasha le seguía una rápida estocada de Matt, quien intercambiaba lugares con ella intentando retener a Bengoshi lo suficiente como para que la espía pudiese acertar un golpe contra el enemigo. Uno lo bastante contundente como para retenerle. Un rápido tajo horizontal del guerrero cortó como mantequilla los sais de Murdock, demostrando que el acero de sus subordinados era de bastante peor calidad que el suyo. También se hizo paso la hoja entre el blindaje del traje de Daredevil, haciendo un nada despreciable tajo del pectoral izquierdo al hombro derecho del justiciero. Natasha se apresuró a responder al ataque contra su compañero, pero a Bengoshi nada le costó bloquearlo. Matt reunió fuerzas de flaqueza, ignorando el dolor, y mientras la Viuda intercambiaba golpes y bloqueos con su siniestro gemelo, el abogado se decidió a demostrar que tenía mucho más de Murdock que su contrario. Aprovechando los ataques de la Viuda, y pese a que ya no contaba con ningún arma, Daredevil comenzó a descargar certeros golpes entre las aperturas que le dejaba su guardia. Primero un directo a las costillas, medrando donde Nat ya había hecho daño. Luego un uppercut contra el rostro. Luego un gancho lateral contra el hombro. Sin duda, el hijo del boxeador.
Bengoshi había consentido ya demasiados golpes. Pese a tener las manos ocupadas lidiando con Natasha, respondió al acoso de Matt con un fuerte cabezazo que lo hizo trastabillar y caer medio aturdido en el suelo. Nat volvió a la carga, pero esta vez al bloqueo le siguió un fuerte puñetazo de revés que alejó también a la Viuda Negra. El Samurai, libre ya de sus dos oponentes, se dirigió con lentitud, Katana en ristre, contra Matt.
Nat se recuperó mucho más rápido que su compañero y, haciendo acopio de la pistola de un difunto agente de SHIELD, disparó un nuevo cargador contra Bengoshi. Lo repentino del ataque hizo que la primera bala impactase contra el hombro del guerrero, aunque el resto fueron bloqueados sin esfuerzo por su espada.
- El gran “Daredevil”. Siempre dejando que otros luchen tus batallas… Eres un perro sin honor.
- En eso llevas razón, Mattie…- jadeó el diablo tras liberarse de un asfixiante escupitajo sanguinolento- Pero un hombre llamado Stick me enseñó que no hay honor en las sombras. No hay ceremonia ni protocolo en los callejones. Si fueses yo, sabrías eso y… si de verdad fueses el hijo de Jack “El Batallador”… también sabrías que no hay que bajar la guardia hasta que la cuenta llegue a diez…
El justiciero giró el rostro hacia Nat.
Si tenía algo que fuese capaz de hacerle daño… de hacerles daño…
Ese era el momento de usarlo.
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Tema: Re: Not even the stars are safe in the sky (Elissa Stavridis, Daredevil, Viuda Negra, Elektra) [01-05-19] 29th Diciembre 2021, 01:21
La metáfora no podría haber sido más apropiada porque la psicóloga realmente se precipitaba hacia un abismo, un abismo que parecía querer engullirla como unas fauces hambrientas anhelando triturar sus huesos y absorber su alma, un abismo de maldad y locura infinitas.
Y, cuando finalmente la caída cesó, se encontró en una especie de museo de los horrores, una galería de pesadilla en donde se extendían hasta el infinito cientos y cientos de esculturas de gente asesinada, capturados en el momento exacto de sus muertes, cual la excéntrica obra de un macabro artista que ha sabido captar el justo instante en el que la vida escapa de la mirada de sus objetivos. Las esculturas eran tan vívidas, tan reales, que de no ser porque aparecían por completo privadas de color, como esculpidas en piedra, habría podido pensar que eran personas reales para las que el tiempo, en su caprichoso devenir, había decidido dejar de fluir.
Por un instante, el miedo la atenazó y retrocedió por instinto, hasta que su espalda chocó contra algo duro y muy frío, y, al volverse, se encontró frente a una antigua puerta ornamentada. Delicados patrones y estilizados dibujos la recorrían, creando un entramado que podría haber sido hermoso de no ser porque la puerta estaba totalmente arañada y destrozada. En la parte superior, sobre la piedra, había colgado un letrero en madera con un nombre escrito, pero estaba tan furiosamente rallado que era completamente ilegible. Parecía evidente que aquella puerta no se abría desde hacía décadas, ya que, a diferencia de las estatuas de aquél museo del horror, perfectamente limpias e impolutas, todo lo que rodeaba la puerta estaba cubierto de polvo antiguo e infestado de telarañas. Una enorme cerradura abría su boca ante Elissa, pero la psiquiatra no tenía la llave, y no había pomo, como si quien la había cerrado lo hubiera hecho con la firme intención de no volverla a abrir nunca jamás. Sólo tenía un camino... si es que era capaz de albergar el valor necesario para recorrerlo.
* * * *
La reacción de Bullseye no se hizo esperar. En cuanto vio que el cuerpo de la castaña se desplomaba de nuevo a la cama, se volvió hacia Elektra con la velocidad de una serpiente, propinando un golpe tegatana directo a la garganta de la asesina, dejándola sin respiración.
- Tsk, tsk... ¿no te enseñó tu querido papaíto que es de mala educación hablar en otro idioma cuando hay gente delante? -colocándose tras ella la levantó del pelo y le pasó el brazo por la garganta en una llave mataleón, comenzando a apretar-. Sólo te lo preguntaré una vez, querida... ¿qué le has dicho?
Aflojó ligeramente la presión, lo justo para que la morena consiguiera balbucear algo, apenas un susurro que el asesino no logró entender.
- ¿Qué has dicho, cariño? Sé buena y repítelo más alto, por favor -pidió, incrementando nuevamente la presión en el esbelto cuello de la griega.
- He... he dicho... que encuentres el recuerdo de mi muerte... ¡y lo destruyas, Elissa!
- ¿Qué? -la sorpresa le hizo soltarla, y la mujer cayó al suelo boqueando para recuperar el aliento-. ¿Qué significa eso, zorra?
Elektra se volvió hacia él, dirigiéndole una mirada de odio infinito.
- Mi... amiga... es una caminante de mentes... Y ahora mismo está paseándose por ese pozo infecto que es la tuya... Y le he ordenado que destruya la única cosa que te importa en tu miserable vida -se pasó una mano por la boca para limpiarse un reguero de sangre que le bajaba hasta la barbilla-. Porque en tu patética existencia el único momento de verdadera plenitud y felicidad que has experimentado fue cuando me mataste, ¿verdad, Lester?
Por primera vez en muchísimo tiempo, la sonrisa burlona desapareció de su rostro siendo sustituida por un rictus de ira absoluta. Sin pronunciar palabra, se abalanzó contra su enemiga, malherida y derrengada, y comenzó a golpearla salvajemente una, y otra, y otra vez...
* * * *
Dentro, el escenario había cambiado, y ahora Elissa pudo notar una diferencia significativa con respecto a la sala anterior... Y era que las esculturas que ahora la recibían era de personas que sabía positivamente que aún seguían vivas. Frente a ella, Nick Furia caía, eternamente congelado en el momento en el que un wakizashi le atravesaba el cráneo, y, tras él, el capitán América tenía la boca abierta en un grito sorprendido y silencioso incrustrado en un rostro al que le faltaba toda la parte superior, brutalmente escindida por su propio escudo, que le había rebanado la cabeza como si se tratara de una loncha de embutido. Más allá estaba Daredevil... ahorcado con el propio pañuelo de Elektra. Y, así, uno tras otro, formando un centenar de sueños, deseos de muerte que no habían podido cumplirse aún. Pero faltaba uno... aquél que Elissa había visto repetirse hasta la saciedad en la mente de Elektra. ¿Dónde estaba aquél recuerdo?
* * * *
- Adelante, mátame -jadeó Elektra, tosiendo sangre al enfrentar la mirada enfebrecida del psicópata-. Mátame... y mi amiga destruirá tus recuerdos... Si la matas a ella su mente quedará atrapada en la tuya y lo hará igualmente. Tal vez lo esté haciendo ya...
- Es un farol -replicó el asesino, temblando de ira-. Si os mato a ambas se acabará todo.
- Tal vez sí, tal vez no... ¿De verdad quieres arriesgarte?
* * * *
El recuerdo tenía una habitación únicamente para él. Una habitación amplia, espaciosa, perfectamente limpia e iluminada. Y, en su centro, erigida en un pedestal, se alzaba la estatua más grande que Elissa había visto hasta ahora.
Elektra... atravesada por un sai gigantesco...
- Πυγμαλίων -murmuró Psique.
La palabra abandonó literalmente sus labios, adoptando el aspecto de una tira de símbolos azules que se quedó flotando en el aire, a la altura de sus ojos. Bajo la mirada de la hechicera, el nombre se dividió limpiamente en dos.
La primera mitad se enroscó sobre sí misma para dar forma a un cincel. La segunda se deformó hasta adquirir el aspecto de un martillo.
Ambos instrumentos descendieron lentamente hasta depositarse sobre las pálidas manos de Psique, con las letras azules deslizándose aún por su pulida superficie.
Entonces, la hechicera encaró la estatua de Elektra y, apoyando el cincel sobre la superficie de mármol, dio un golpe rápido y superficial con el martillo, haciendo que la piedra se agrietara.
* * * *
Fuera, Bullseye se llevó una mano a la sien y una expresión de alarma afloró a sus ojos inyectados en sangre.
- ¡Ah! ¿Qué está...? ¡Sal de mi mente, maldita seas! -empuñando un cuchillo lo clavó en la garganta de Elektra hasta que brotó la sangre-. Dile que pare. ¡Dile que pare o te mato, zorra!
Por toda respuesta, Elektra le lanzó a la cara un escupitajo ensangrentado. Bullseye la soltó y dejó caer el cuchillo, cayendo de rodillas a sus pies.
- Por favor... por favor, dile que pare... Me rindo, me entregaré, haré lo que quieras... sólo... -su voz se amortiguó hasta no ser más que un fino hilo-... dejad mis recuerdos en paz...
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Última edición por Bullseye el 31st Diciembre 2021, 02:11, editado 1 vez
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Tema: Re: Not even the stars are safe in the sky (Elissa Stavridis, Daredevil, Viuda Negra, Elektra) [01-05-19] 30th Diciembre 2021, 13:24
- Estoy listo- dice Matt, quitándose la máscara.
Un movimiento innecesario, y peligroso. Pero sé que es su forma de hacer esto aún más personal. Necesita que sea así, porque no vive esto como un combate más. Para mí, es una lucha donde necesita, más que nunca, tener la cabeza fría. Ser preciso, eficiente. Pero Matt…
Matt está inmerso en el simbolismo de enfrentarse, por fin, a sí mismo.
Al fin y al cabo, es un artista marcial. No un asesino.
- Aunque te equivocas en una cosa. Me da igual si es un clon, un doble o un maldito truco de magia. Me trae sin cuidado de qué universo venga o qué cara y nombre crea tener. Ese hombre no es Matt Murdock.
Esbozo una sonrisa que bien podría ser una mueca. Siempre ha sido demasiado temperamental. Igual que la griega.
- En todo caso, Nat. Si se parece tanto a mí es tu día de suerte. No finjas que no has querido partirme la cara alguna vez.
- ¿Cuándo he fingido? –replico, divertida, aunque no es difícil leer entre líneas lo que quiere que haga.
Matt me conoce todo lo bien que se me puede conocer. Y sabe que no soy una buena chica. Sabe que soy desconfiada, y que las viejas costumbres nunca se pierden del todo. Sabe que estudio a mis amigos como estudio a mis enemigos. Que tengo un archivo de puntos débiles a explotar para cada persona que se cruza en mi camino.
La Viuda Negra no fue concebida como una persona, sino como un arma.
Así que, mentalmente, abro la carpeta.
Matthew Murdock. Daredevil. Abogado. Experto en boxeo. Domina al menos una docena más de estilos de combate, entre los que destacan el Ninjutsu, el Kung Fu y el Judo. Reflejos sobrehumanos. Sentido de radar y de sonar. Olfato, tacto y gusto superdesarrollados. Debilidades: Foggy. La griega. Atacarlo a distancia, fuera de su rango de audición. Sobrecargar sus sentidos.
Provocarlo hasta que sus emociones lo dejen fuera de control.
Todo ello pasa por mi mente al mismo tiempo que me uno a la danza de Matt y Bengoshi. Dos contra uno; un clásico del juego sucio que, pese a todo, vamos a necesitar si queremos ganar esto, porque la versión de Murdock a la que nos enfrentamos parece carecer de su última debilidad.
No intercambiamos ninguna palabra. No es necesario. He luchado codo con codo con Daredevil cientos de veces. Aprovecho cada apertura, cada ocasión que Matt me pone en bandeja para golpear, disparar, electrificar. Él tampoco da tregua a nuestro rival, encadenando movimiento tras movimiento, lanzando sus mejores golpes en rápida sucesión.
No pensé que me divertiría tanto luchando juntos de nuevo.
Pero Bengoshi nos lanza una y otra vez contra la cubierta. Detiene las balas. Las esquiva. Sus golpes impactan contra mi estómago, mi hombro, mi rodilla. La adrenalina me mantiene en pie, pero sé que cuando baje…
Me va a doler, y mucho.
Matt está jugando a ser el cebo. Y eso nos arrastra a la inevitable conclusión.
Un último cargador bien invertido. Una mirada de desprecio de Bengoshi.
- El gran “Daredevil”. Siempre dejando que otros luchen tus batallas… Eres un perro sin honor. -dice.
Pozhaluysta. Los dos tienen la misma pasión por el dramatismo.
- En eso llevas razón, Mattie… Pero un hombre llamado Stick me enseñó que no hay honor en las sombras. No hay ceremonia ni protocolo en los callejones. Si fueses yo, sabrías eso y… si de verdad fueses el hijo de Jack “El Batallador”… también sabrías que no hay que bajar la guardia hasta que la cuenta llegue a diez…
Vuelve la cabeza hacia mí.
Lo pillo, Matt. Ésta es mi entrada.
Mi mano derecha se cierra sobre uno de los discos de mi cinturón. Lo desprendo y lo dejo caer sobre la cubierta, donde empieza a parpadear.
Tengo quince segundos. Suficientes para lanzar el cable que llevo en el brazalete hacia una de las torretas del Helitransporte. Pasando muy cerca de la cabeza de Daredevil.
No me odies, Murdock. Necesito recogerte de camino.
El cable levanta con facilidad mi peso, aunque se sacude un poco cuando le añado el del Matt. Nuestro aterrizaje dista mucho de ser perfecto, pero no necesito ganar un concurso ahora mismo. Sólo quiero dejarle lo más lejos posible de la onda expansiva.
Bengoshi comprende rápidamente lo que está ocurriendo, y corre para ponerse fuera del alcance de la explosión. Bien, porque no quiero que lo mate. Sólo me interesa la onda sónica, y quince segundos no son suficientes para evitarla.
Diez.
Tapo los oídos a Matt, haciendo pantalla con mi cuerpo.
Cinco.
Nick va a matarme.
Cero.
¡¡¡BOUMMMMMMMM!!!
Pese a la distancia que he logrado interponer entre el explosivo y nosotros, el estallido me ensordece, anulando el resto de sonidos de la cubierta para convertirse en un pitido en mi oído izquierdo. Puedo ver a Matt apretando los dientes.
Sólo espero que para Bengoshi haya sido peor. Mucho peor.
Me tambaleo al incorporarme. Matt me sostiene. Veo cómo sacude la cabeza a un lado y a otro, tratando de orientarse. Lo agarro por la muñeca. Aún me quedan los ojos.
Bengoshi está en el suelo, cerca del epicentro de la explosión. La onda expansiva lo ha arrojado contra otra de las torretas. Está sordo y magullado, pero es tan tozudo como Murdock… Y empieza a incorporarse.
Hay una pistola en el suelo, cerca. Seguramente cargada. Podría cogerla. Disparar a la cabeza de Bengoshi desde esta distancia. Sería fácil. Rápido. Eficiente.
Pero todo en el rostro de Matt grita “venganza”. Y sé que nunca me perdonará que lo termine así.
Como he dicho antes, para él es… Personal.
Sosteniéndonos el uno en el otro, nos aproximamos al punto donde Bengoshi se ha puesto en pie. Pese a estar cegado, consigue retroceder al sentir el primer golpe de Matt, minimizando el impacto. Pero no tiene tanta suerte con el segundo. Un gancho de derecha que hace que bese la cubierta.
El retroceso hace que Daredevil de un paso atrás, trastabillando.
- ¿Necesitas ayuda? –bromeo, aunque con cierta tensión. Bengoshi está intentando incorporarse por segunda vez.
Sus brazos no pueden sostener el peso y se derrumba sobre la cubierta.
Matt se inclina para quitarle la espada de la mano y la rompe, arrojando los pedazos al suelo, frente a él. Después, me da un apretón en el hombro. Su forma de darme las gracias.
- No tengo ninguna necesidad de demostrar que soy mejor que él -dice-. Házselo saber cuando despierte.
Entonces camina hacia el lugar donde dejó caer su máscara, recogiéndola de la cubierta.
- Por una vez, nadie me va a distraer de estar con quienes me necesitan - dice, poniéndosela sobre el rostro.
Y entonces se vuelve para marcharse. Hacia el lugar donde lo aguardan Bullseye y la griega.
Estoy segura que ninguno de sus sentidos sobrehumanos le permite detectar mi sonrisa.
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Tema: Re: Not even the stars are safe in the sky (Elissa Stavridis, Daredevil, Viuda Negra, Elektra) [01-05-19] 31st Diciembre 2021, 02:03
Los dedos que aún estaban aprendiendo a adaptarse a aquél cuerpo se cerraron dolorosamente en torno al frío mango de la empuñadura que conocía tan bien.
La mujer estaba desnutrida, debilitada después de más de un mes inmovilizada, y malherida. El aséptico pijama blanco que le habían puesto tras la operación estaba repleto de salpicaduras de sangre. Le dolía el cuerpo entero cuando finalmente se incorporó, y apenas fue capaz de avanzar hacia donde aguardaba el enemigo arrodillado, pero lo hizo porque la impulsaba uno de los mayores motivadores de la humanidad desde que el hombre era hombre... el odio.
Un odio puro, intenso y visceral.
La asesina había tenido una vida muy dura, repleta de enemigos y dificultades, pero jamás había odiado nunca a nadie como odiaba a Bullseye.
El responsable de todo.
El filo de la cuchilla se apoyó con firmeza sobre la uniformada piel de su garganta. Él la miró a los ojos. Sin miedo. Sin pestañear.
- Ni siquiera quería tu asqueroso trabajo -musitó, con los dientes apretados por la rabia-. Aquella noche, en el callejón, ya había tomado la decisión de abandonar a tu jefe.
Era cierto. Cuando comprendió que no sería capaz de matar a Foggy fue como si una luz se hubiera encendido de repente para ella, pero sabía que Fisk no dejaría aquella traición impune, y justo estaba pensando qué hacer cuando había aparecido Bullseye. Estaba pensando en ir al apartamento de Matt, pedirle ayuda... Posiblemente tendría que abandonar los Estados Unidos e incluso había acariciado la posibilidad de que él quisiera acompañarla a Grecia...
Y, entonces, en aquél preciso momento, había aparecido él. Y su vida, junto con todos sus sueños y esperanzas, había llegado a su fin. Después, la Mano la había traído de vuelta, pero ya nunca había vuelto a ser la misma, nunca... y aquello había sido siempre una barrera entre ella y Matt.
Bullseye echó la cabeza hacia atrás por reflejo cuando la punta del sai avanzó más, mordiendo su carne, pero, por alguna razón, el avance se detuvo.
El impulso... el impulso de matar... Ya no estaba. Y ésto la desconcertó. El hombre pareció notar su vacilación y dejó escapar una suave risa.
- Antes dijiste... que el único momento de felicidad y plenitud que había conocido había sido al matarte... Pero mi vida no es la única que está vacía, ¿verdad? Tú experimentas... la misma felicidad cuando matas, lo sé... Lo he visto en tus ojos, preciosa... La misma oscuridad... Te he estudiado, Elektra. Posiblemente sea la persona que más sabe sobre ti en el mundo... Te conozco mejor que él... y sé lo que eres de verdad... A él quizá puedas engañarle, pero no a mí... Yo conozco tus pequeños y oscuros apetitos... Sé lo mucho que ansías clavarme esa hoja...
Tomó aire, preparándose, y se echó hacia adelante, clavándose más la punta del sai. Sus ojos azules no abandonaban los de la griega.
- Somos iguales... tú y yo... -su mano enguantada aferró la muñeca de la mujer y apretó con fuerza-. ¡Vamos, mátame! -la retó-. Yo lo habría hecho, y habría disfrutado cada maldito instante. Oh, lo habría saboreado, no sabes cuánto...
¿Sabes la única diferencia entre Bullseye y tú? Él no se engaña sobre lo que es. Ni a él mismo ni a los demás.
- No... -empezó como una protesta suave, apenas un hilo de voz inaudible, pero pronto cobró fuerza cuando devolvió la mirada del asesino con determinación-. No. No somos iguales -haciendo gala de la mayor fuerza de voluntad que había conseguido reunir en toda su condenada vida, se zafó de su agarre mediante una llave y se apartó. Miró hacia la cama. No sabía cuándo se había despertado, pero Elissa estaba sentada, observándola con atención-. Rasga las sábanas y trénzalas para hacer una cuerda -le pidió antes de devolver su atención a Bullseye-. Todos éstos años te he culpado a ti de todo cuanto me ha sucedido, pero no es tu culpa, ¿verdad? Tú sólo haces lo único que sabes hacer, como la asquerosa serpiente que eres. Fueron mis propias decisiones las que me llevaron a trabajar para Kingpin.
Cuando Elissa le acercó la cuerda improvisada, le ató las manos a la espalda, asegurándose de que no podría liberarse fácilmente.
- Hazlo por papi, entonces -la provocó él-. Soy parte de ese mundo grande y malo que lo mató. Hazlo por Mattie, por todos los que te importan. Porque, si no lo haces, te aseguro que iré a por todos y cada uno de ellos, y no será una muerte rápida, puedes creerlo. Será cualquier cosa menos rápida.
¿Estaba haciendo lo correcto dejándolo vivir? La duda se introdujo en su mente como un cuchillo afilado. ¿Cuántas veces había juzgado a Matt por no acabar lo que empezó? De haberlo hecho, Karen seguiría viva. Si por algo se había caracterizado siempre Elektra era por ser eminentemente pragmática. Por no dejarse llevar por las emociones como hacía Matt. ¿Era inteligente dejar vivo a aquél monstruo?
No, pero... Toda su vida desde la resurrección había estado bajo su sombra. Una y otra vez revivía la escena de su muerte en su mente, y su miedo y su odio hacia él la acompañaban a cada momento del día. Matarle acabaría con todo eso, pero no la haría libre.
Comprenderás que no hay pérdida sin ganancia. Lección sin aprendizaje. Hay cosas que llevas contigo de las que no eres consciente. Puertas que se abrieron cuando se cerraron otras. Quiero que vuelvas a ser tú... A estar completa.
La única manera de ser libre de él para siempre era... dejarle ir. Dejar en el pasado lo que pertenecía al pasado y mirar hacia adelante por primera vez.
- No funcionará, Bullseye... Digas lo que digas no funcionará... porque estoy libre de ti... Durante mucho tiempo estuve obsesionada contigo... Pero ya nunca más... No eres nada... -se acercó más a él desde atrás para susurrar en su oído-. No significas... nada... para mí...
Y, de un golpe seco con la empuñadura de su arma en la nuca, le dejó inconsciente. Estaba exhausta, y ahora que se había disipado la adrenalina pensó que se desplomaría en el suelo, pero no podía hacerlo, porque la agente de S.H.I.E.L.D. a la que llamaban Temblor acababa de reventar la puerta de la celda y había otros muchos agentes tras ella, así que sacó fuerzas de no sabía dónde para permanecer en pie.
- Estamos bajo ataque, hay jodidos ninjas por todas partes y un puto dragón. ¿Estáis bien? -preguntó Daisy.
En lugar de contestar, Elektra avanzó hacia donde estaba Elissa, y, cogiendo un resto rojo de la sábana destrozada, improvisó un pañuelo para mantener el pelo apartado de la cara.
- Elissa... Si hay un dragón... posiblemente esté con ellos en contra de su voluntad... ¿Crees que podrías... deshacer las cadenas de su mente?
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Tema: Re: Not even the stars are safe in the sky (Elissa Stavridis, Daredevil, Viuda Negra, Elektra) [01-05-19] 12th Enero 2022, 09:08
Cuando dejó de ser Psique y volvió a ser Elissa, la emoción retomó su papel evolutivo, su papel protector... con una intensidad abrumadora.
Había sido maravilloso liberarse, por un instante, de aquel nudo en el estómago, de aquellas manos temblorosas, del dolor en el punto en que se implantaban sus cabellos. A Psique no le importaban aquella clase de cosas. Pero ahora, de nuevo en su cuerpo, un cuerpo al que había abandonado ya dos veces aquella noche, Elissa volvió a sentirse pequeña y frágil.
La náusea, haciéndose eco del vértigo, luchó por subir a su garganta. Sus piernas no respondieron inmediatamente a su deseo de incorporarse. La dominaba una fatiga no bienvenida, fruto de la bajada súbita de adrenalina. Incluso creyó escuchar un crujido de cerámica en alguna parte.
Elissa respiró. Un acto sencillo, pero tan alejado de la naturaleza de Psique que le costó recordar cómo hacerlo. El mundo se sentía… irreal. Absurdo. Un mundo donde un asesino suplicaba a Elektra que lo matara.
Oh, tenía sentido… por supuesto. Pero, en aquel momento, Elissa no lo entendía, porque sólo podía pensar en respirar.
- Somos iguales... tú y yo... -dijo él. Su voz sonaba más aguda. Más desesperada-. ¡Vamos, mátame! Yo lo habría hecho, y habría disfrutado cada maldito instante. Oh, lo habría saboreado, no sabes cuánto...
Elissa sí lo sabía. Lo había sentido al contemplar aquella estatua de Elektra, atravesada por su propio sai. Una muerte que la griega revivía una y otra vez. Paradójicamente, lo mismo hacía su asesino.
La naturaleza cíclica del trauma. La historia que se repetía una, otra, otra, otra vez. Revictimizarse. O… convertirse en el agresor. ¿Qué haría Elektra?
Fuera lo que fuera, era un momento importante. Un instante sagrado en el que ella no podía, no debía intervenir.
- No... -la voz de la mujer sonó tan débil que la psicóloga creyó que su mente la había conjurado. Pero ahí estaba de nuevo, con más fuerza-. No. No somos iguales -Elissa la vio desprenderse de Bullseye como si estuviera arrancándose la muda de su antiguo yo, y fue entonces cuando sus ojos se encontraron-. Rasga las sábanas y trénzalas para hacer una cuerda.
Elissa obedeció. No debería haberle resultado tan difícil seguir las instrucciones de Elektra y, aún así, le costó. Sentía sus manos extrañas, como si pertenecieran a otro.
-Todos estos años te he culpado a ti de todo cuanto me ha sucedido, pero no es tu culpa, ¿verdad? Tú sólo haces lo único que sabes hacer, como la asquerosa serpiente que eres. Fueron mis propias decisiones las que me llevaron a trabajar para Kingpin.
Elissa llevó la cuerda a Elektra. Fue extraño someterse a las leyes de la gravedad, dar un paso detrás de otro, habitando un cuerpo que se le antojaba ajeno. Afuera, la mujer ataba al asesino que seguía ofreciéndole su muerte como un trofeo.
No se atrevió a mirar el rostro del asesino, pero recordó la puerta cerrada, el umbral que, a todas luces, Bullseye había tratado de hacer desaparecer. Y creyó saber qué había detrás.
El trauma. Su ciclo. ¿Revictimizarse, o convertirse en el agresor? Tal vez ambas cosas para Bullseye. Mátame. O te mataré. Te haré sufrir. Como me hicieron sufrir a mí.
Las amenazas del asesino, sus súplicas enmascaradas, dibujaron la duda en los ojos de Elektra. Fue breve. Un parpadeo, y se habían marchado.
¿Revictimizarse, o convertirse en el agresor?
- No funcionará, Bullseye... Digas lo que digas no funcionará... porque estoy libre de ti... Durante mucho tiempo estuve obsesionada contigo... Pero ya nunca más... No eres nada...
Elektra eligió ninguna. Y, en aquel momento, el asesino se quedó solo, completamente solo, porque ya no eran iguales.
Desde luego, el trauma no era tan fácil de conjurar. Elektra sólo había dado el primer paso en un camino largo y difícil de recorrer. Pero al menos era eso, un sendero; no una espiral interminable. Y Elissa quiso quedarse a ver. Deseó contemplar cómo la griega se alzaba y se reconstruía, pieza a pieza, para convertirse en lo que estaba destinada a ser.
La ninja susurró algo al oído del asesino, y después lo noqueó. El golpe sobresaltó a Elissa más de lo debido. Supuso que aún quedaba adrenalina en su cuerpo, y miedo, miedo dispuesto a salvarle la vida.
Su teoría se confirmó cuando la puerta saltó por los aires y su corazón quiso escapar del pecho.
- Estamos bajo ataque, hay jodidos ninjas por todas partes y un puto dragón. ¿Estáis bien? -una agente de S.H.I.E.L.D. que Elissa creyó reconocer de sus días previos en el Helicarrier se dirigió a ellas.
Elektra reaccionó con soprendente naturalidad.
- Elissa... Si hay un dragón... posiblemente esté con ellos en contra de su voluntad... ¿Crees que podrías... deshacer las cadenas de su mente? -le preguntó.
- No tengo ni idea -respondió ella, por encima de otro crujido de la cerámica.
- Si es así, no tenemos tiempo que perder -replicó la agente, volviéndose hacia Elissa como si no hubiera escuchado nada -. Es una emergencia. Le ruego que colabore. -se giró de nuevo, esta vez para mirar a Elektra- La llevaré con el Director Furia.
- Por aquí - indicó otro de los agentes, tomando a la psicóloga del brazo y acompañándola fuera de la habitación.
Al atravesar el umbral, se cruzó con un hombre vestido de escarlata. El paso de Elissa aminoró, pero los agentes de S.H.I.E.L.D. no permitieron que se detuviera. La psicóloga volvió la cabeza, con el reconocimiento escrito en sus ojos. Había visto al pelirrojo al menos una docena de veces, y todas aquella misma noche.
No pudo decirle nada. Los agentes ya la conducían al exterior.
A la cubierta. Al dragón.
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Tema: Re: Not even the stars are safe in the sky (Elissa Stavridis, Daredevil, Viuda Negra, Elektra) [01-05-19] 12th Enero 2022, 10:02
Las esposas del hombre que se hace llamar Bengoshi se cierran con un chasquido. Me gusta cómo suena.
- Lleváoslo -digo, apartando la mirada de su rostro contorsionado por la rabia.
¿Mensaje de Matt transmitido? Hecho.
¿Clon peligroso en una celda? Hecho.
¿Dragón atacando la cubierta...?
... No resuelto.
Suspiro, irritada. Parece que aún queda trabajo por hacer.
- Agente Romanoff.
La voz de la Agente Johnson reclama mi atención. La acompañan tres agentes más, y la psicóloga de Elektra. Espero que todo esto signifique que la griega está bien, y no que tengo que extender el contrato de la doctora Stavridis para que trate a Matt.
Asiento, tensa. Estoy dispuesta a escuchar lo que tienen que decir.
* * *
Nicholas Joseph Fury avanzaba en solitario hacia el dragón; una silueta oscura en contraposición al sol poniente. Llevaba un arma de gran calibre y diseño futurista en la mano derecha.
Pese a que no la disparó ni una sola vez, los ninjas de La Mano que corrían hacia él encontraban, uno tras otro, una muerte rápida y certera. Tras el Director Furia, los agentes de S.H.I.E.L.D. habían tomado cobertura y disparaban a discreción, despejándole el camino. Lo cual era de agradecer, pues
Nick sólo tenía ojo para el inmenso dragón que se enroscaba sobre la cubierta del Helitransporte.
El gigantesco reptil le devolvió la mirada con sus pupilas verticales; sus ojos amarillos cargados de malevolencia.
Furia despegó los labios.
- Esta nave no es lo bastante grande para los dos, cocodrilo sobrealimentado... -dijo- De hecho, ni siquiera es lo bastante grande para ti solo.
Con deliberada lentitud, sin apartar su único ojo del enemigo, el Director Furia alzó el arma y la apuntaló sobre su hombro derecho.
Había llegado la hora de saber qué hacía aquel trasto.
- Nick... ¿Puedes bajar el arma un segundo? Tenemos que hablar.
***
La escena que me aguarda en cubierta no es exactamente la que yo imaginaba, aunque la psicóloga griega parece impresionada.
- Слишком много американских фильмов* -murmuro, entre dientes, antes de dirigirme a Furia- Nick... ¿Puedes bajar el arma un segundo? Tenemos que hablar.
Un ninja de La Mano corre hacia él, y esta vez soy yo quien lo abate con un disparo casual.
- Negativo, Agente Romanoff. -responde él- Diga lo que tenga que decir; no pienso apartar el ojo de ese bicho.
Me encojo de hombros y apunto a otro asesino.
- Muy bien. La psicóloga dice -explico, mientras aprieto el gatillo y el ninja cae- que el dragón está aquí involuntariamente. Que está sometido a control mental.
- No lo digo yo. Lo dice Elektra -interviene Stavridis, tímidamente, como si intentara dar algo de verosimilitud a lo que acabo de decir.
No es culpa mía que suene absurdo.
- Lo dice Elektra -repito sus palabras, apuntando a mi siguiente ninja y sin dejar de dirigirme a Nick- Y todos sabemos que Elektra es una autoridad en lo referente a La Mano. -disparo- Así que supuse que querrías oírlo antes de perder algún otro miembro importante.
Nick resopla sonoramente y baja el arma. Parece… decepcionado.
- Yo tampoco quiero estar aquí, doctora -afirma- ¿Puede hacer algo con eso?
Antes de que Stavridis pueda responder, un ninja de La Mano se lanza hacia Nick. En menos de un segundo, él se vuelve, apretando el gatillo del pistolón.
Y el ninja simplemente se… desintegra. Como si nunca hubiera existido.
Furia está visiblemente sorprendido.
- ¿De dónde has sacado eso? -pregunto, sin poder evitarlo. Avanzo en su dirección mientras disparo a ambos lados. Menos espectacular, lo reconozco. Pero igualmente efectivo.
-Ni lo sueñe, Romanoff -responde- Si se lo digo, querrá uno.
Llego a su lado con una sonrisa tirando de mis comisuras.
-Ya quiero uno - recalco, escaneando rápidamente la cubierta en busca de más enemigos. El dragón sigue observándonos, agazapado como un felino a punto de atacar. Un rugido profundo resuena en su garganta.
Nick se dirige de nuevo a la psicóloga. Pese a que los agentes que vienen conmigo se han colocado entre ella y el dragón, Stavridis está blanca como el papel.
- Si tiene alguna forma de terminar con esta locura, soy todo oídos -dice Furia-. Romanoff y yo le cubrimos.
-Creo que puedo liberarlo del control mental -responde ella. Parece insegura. Cansada. Hay círculos oscuros bajo sus ojos-. Me… me quedaré inconsciente mientras… -busca la palabra- hago mi… trabajo.
Furia entorna el ojo y hace una seña a los agentes para que formen un perímetro alrededor de Stavridis.
-Bien. Haga lo que tenga que hacer. Le daremos todo el tiempo que podamos.
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[*]“Demasiadas películas americanas” (traducido del ruso).
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Tema: Re: Not even the stars are safe in the sky (Elissa Stavridis, Daredevil, Viuda Negra, Elektra) [01-05-19] 12th Enero 2022, 11:16
Elissa miró directamente a aquellos inmensos ojos ámbar, y sintió miedo.
Nadie sabía de dónde había salido aquella sierpe, pero muchos murmuraban que Etiopía había incurrido en la ira del dios Poseidón.
Nunca había entrado en la mente de un Dragón.
El Rey Cefeo consulto al Oráculo, y éste le dijo que la única forma de apaciguar a la criatura era entregarle en sacrificio a su única hija.
Para ser sincera, nunca había visto uno. Y no sabía si su… poder funcionaría con él.
Y, aún así, era imposible ignorar la inteligencia que se asomaba a sus pupilas reptilianas. Aquella criatura tenía una mente. Una conciencia. Un ser.
Debería ser posible…
Elissa estaba agotada, pero no podía volver atrás. Y, tal vez, una parte de ella quería ser Psique otra vez. Dejar de sentir fatiga. Dejar de sentir miedo.
Las pupilas verticales se dilataron; una puerta, una invitación. Y así, Elissa se desprendió de su incómodo cuerpo humano para poder saltar a través del umbral.
* * *
Bajo el crepúsculo escarlata, los pasos de Psique la condujeron por un sendero que emergía del agua a medida que ella avanzaba. Al final del camino se alzaba la silueta de un torii. Aparentemente, sólo un arco; en realidad, un umbral. El paso a otro mundo.
El cuerpo sinuoso del Dragón se enroscaba alrededor de las columnas que sostenían el torii. Y, sin embargo, cuando Psique se aproximó más, pudo ver con claridad que no se trataba de un lugar de descanso. Unas pesadas cadenas se hundían en la piel escamosa de la criatura, apresándola. Una pesada anilla, símbolo de su esclavitud, ceñía su cuello. El Dragón respiraba trabajosamente, como resultado de sus intentos repetidos de soltarse.
Como había ocurrido en la cubierta del Helitransporte, los ojos de la criatura y los de Psique se encontraron. Esta vez, sin embargo, el Dragón no rugió. Una voz antigua, cargada de ecos, abandonó su garganta, resonando con claridad por encima del suspiro de las olas.
-Te veo, Tamashii. -dijo.
Psique hizo una reverencia, y el Dragón inclinó lentamente la cabeza en respuesta. La hechicera pudo ver entonces que de sus cadenas pendían una infinidad de Ofuda, todos ellos cubiertos de maldiciones escritas en tinta roja.
El Dragón pareció comprender el significado de su mirada.
-¿Puedes liberarme? -inquirió, entornando sus brillantes ojos ámbar.
-Puedo intentarlo -respondió Psique, sin ser consciente de la imagen que le devolvían las córneas de la criatura. La de un rostro pálido bajo una capucha azul, cruzado por una larga y oscura grieta.
-Bien -replicó entonces el Dragón, con su voz calmada y profunda- Entonces, inténtalo.
Por un momento, no hubo más palabras. Sólo el sonido de las olas rompiendo contra el torii.
De modo que el Rey mandó atarla sobre una roca que emergía del mar, y allí la dejaron, a expensas de la ira del monstruo.
-Περσέας -murmuró Psique, invocando al héroe que cortó la cabeza a Medusa y mató a la sierpe marina que atormentaba Etiopía.
Las letras que salieron de sus labios se volvieron de inmediato bronce fundido. El metal se enfrió y solidificó en el aire, dando forma a la xiphos que había segado las cadenas de Andrómeda.
Los dedos de Psique se cerraron alrededor de la empuñadura.
Entonces, la hechicera alzó el brazo, y descargó un golpe vertical.
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Tema: Re: Not even the stars are safe in the sky (Elissa Stavridis, Daredevil, Viuda Negra, Elektra) [01-05-19] 18th Enero 2022, 11:23
Elektra había logrado su objetivo. Los agentes de S.H.I.E.L.D. se habían llevado a Bullseye y a Elissa, y, en su precipitación por contener el peligro más inminente, la habían dejado sola en una prisión que ya no tenía puerta, olvidándose de que ya no estaba sujeta por las cadenas de su mente.
Para quien no conociera su historia, podría parecer sorprendente que hubiera reaccionado con tanta naturalidad a la presencia de ninjas en el helicarrier, o que hubiera hecho una asociación tan rápida con La Mano, pero para quien la conociera de verdad no sería ninguna sorpresa, porque toda su vida desde que Stick la había expulsado de la Montaña había supuesto una interminable batalla por su alma, una batalla en la que la Bestia había sido su principal adversario. La habían resucitado una vez, y, en el proceso, se habían quedado con una parte de ella, una parte de su ser, rellenando el vacío con oscuridad, una oscuridad que sólo se saciaba con la muerte. Por aquella deuda la consideraban suya, y, por eso, la querían de vuelta.
Si La Mano estaba en el helicarrier, sólo podía significar una cosa: habían venido a por ella, y Elektra sabía el motivo exacto. No recordaba bien lo que había ocurrido después de entrar en coma, pero sí conservaba escenas deslavazadas, como imágenes aleatorias en un sueño, y sabía que, en algún momento mientras la estaban operando, había recurrido a sus poderes mentales para salir del cascarón roto e inservible en que se había convertido su cuerpo. Aquellos poderes eran fruto de la esencia impía que La Mano le había obligado a beber cuando formaba parte de sus filas, y constituían una conexión directa con la Bestia, por eso ella jamás los utilizaba, pues sabía que hacerlo sería como verter un cubo de sangre en aguas infestadas de tiburones, pero en el estado en el que la habían encontrado no había sido capaz de controlar sus impulsos más primarios.
Elektra nunca supo de dónde le vino aquél instinto de supervivencia tan arraigado. Siempre había sido eminentemente pragmática, sí, y aquél pragmatismo había primado en la mayoría de ocasiones sobre su lado emocional. Aún así, la parte más humana de ella llevaba mucho tiempo deseando la muerte, pero siempre era aquél otro lado suyo, la parte más primaria y salvaje, la que la impulsaba a continuar viviendo, frenando su mano e impidiendo que llegase a culminar sus intentos de suicidio. La misma parte que ahora la impulsaba a salir arrastrándose de aquella habitación a pesar de haber estado dispuesta a dejarse morir tan sólo unos minutos atrás, cuando aún estaba prisionera en su mente, como un animal que, atrapado en un cepo, se roe la pata para liberarse sin saber que, una vez libre ya no será capaz de correr o cazar, y que lo único que está haciendo en realidad es prolongar su sufrimiento un poco más.
Pero ella, a diferencia de un animal, sí era capaz de entender que su vida tal como la conocía había terminado. Elektra tenía enemigos. Muchos. Y no únicamente criminales. Bullseye no era más que la punta de un iceberg muy profundo.
Sí, desde que... desde que Matt había salvado su alma, había decidido enfocar su sed de sangre en tratar de aliviar un poco la corrupción y el mal que asolaban aquél mundo. Hacer lo que Matt no era capaz de hacer y ella no quería que hiciera. Pero, inevitablemente, cuando hacías de la violencia un medio de vida, siempre había víctimas colaterales. Gente que se encontraba en el lugar inadecuado en el momento más inoportuno. Como el padre de Nina, que había caído víctima del fuego cruzado entre Bullseye y ella, o la prometida de Locke, que había muerto por tocar el papel impregnado de veneno que había usado para acabar con uno de los mayores traficantes de droga del sureste asiático. Sin ir más lejos, había contribuido a derribar el helicarrier en el que se encontraba durante un asalto previo de La Mano, únicamente para que pensaran que seguía estando bajo su control mental y ganarse su confianza para averiguar dónde se encontraban sus principales núcleos de operaciones y destruirlos desde dentro. Y lo había hecho... pero La Mano era como la Hydra de Lerna. Cortabas una cabeza y otras dos brotaban en su lugar. En cambio, los doscientos trece agentes de S.H.I.E.L.D. que habían perecido al estrellarse el helicarrier permanecían muertos. Y esos agentes tenían familias que podrían querer vengar sus muertes en la asesina que había salido impune.
Después de lo que le había hecho Cédric, lo más probable era que no fuera capaz de volver a empuñar un arma. Posiblemente habría perdido en gran medida la sensibilidad de los dedos y las manos. No podría sobrevivir mucho tiempo si empezaban a enviar asesinos a por ella. Entonces, ¿por qué se aferraba tan desesperadamente a una vida que no le había traído más que sufrimiento? Debería haber permitido que Bullseye acabara con ella, pero no había querido darle a ese bastardo la satisfacción de matarla por segunda vez. Tampoco podía permitir que La Mano se apoderase de ella. Elektra no había sido nunca una cobarde, pero era pragmática, muy pragmática. Sabía que no estaba en condiciones de luchar. Ya era un milagro que hubiera conseguido aguantar varios minutos contra Bullseye, y sabía que la única razón de que hubiera salido viva de ese enfrentamiento había sido Elissa. En aquellas circunstancias no podría resistir medio asalto ni al más patético de esos ninjas, y, si se apoderaban de ella, ésta vez no cometerían el error de la anterior. Volverían a matarla y la resucitarían de nuevo. Y estaría curada, completa. Pero a costa de su alma. No sería más que un arma en sus manos, y sería imparable.
Por eso, tenía que huir.
Uno de los hombres que había matado Bullseye llevaba puesto un jetpack, y Elektra se lo quitó. Algunos metros más adelante, uno de los ataques del dragón había abierto un agujero en el casco del helicarrier. O quizá había sido uno de los helicópteros de Furia al estrellarse, a la mujer no podía importarle menos. Se disponía a dirigirse hacia la providencial vía de escape que se había abierto ante ella cuando le vio, y, durante un instante, se le paró el corazón.
Estaba herido; trató de ignorarlo. ¿Qué estaba haciendo allí? No podía ser por ella... En el gimnasio había dejado claro que no deseaba volver a verla. Quizá estuviera ayudando a Furia por algo... Era poco probable, ya que Matt no aprobaba sus procedimientos. Pero Bullseye había dicho que él y Natasha volvían a estar juntos... Desde luego, no era lo peor que podía pasarle. Se alegraba por él. La parte de su destruido y fragmentado corazón que había asumido hacía tiempo que no volverían a estar juntos. Matt se merecía una compañera digna, y la Viuda lo era. La otra parte... la otra parte tendría que ahogarla en el salto de Léucade.
Apartó la mirada dispuesta a marcharse. Él no la quería a su lado, y ella siempre lo había respetado porque sabía que tenía razón. Pero, justo cuando sus dedos agarrotados se aferraban al borde del abismo, enfrentando el viento frío y cortante, vaciló.
Un salto. Un salto era lo único que la separaba de desaparecer de su vida para siempre. Un salto y ya no tendría que preocuparse más por lo que habría podido ser, por sus anhelos y decepciones. El salto de Léucade que recomendaba el dios Apolo para olvidar el amor no correspondido.
Pero... en ese momento se acordó de lo que había dicho Cédric antes de empezar a devorarla.
Todo aquél episodio había permanecido entre las brumas del Lḗthē, en parte porque acababa de salir del coma hacía muy poco y había tenido otras preocupaciones más inminentes, pero en parte también porque había hecho un hondo esfuerzo por olvidarlo.
Pero Cédric había dicho que iría a por él.
Estaba allí y estaba bien. Podía simplemente saltar, hacerle creer, como había hecho tantas veces en el pasado, que no le importaba lo que pudiera sucederle. Lo había hecho una y otra vez porque sabía que era mejor así, que él estaría mejor sin ella, y prefería que él pensara que a ella no le importaba para que le fuera más sencillo continuar con su vida. Para que le fuera más sencillo olvidarla y enamorarse de otra mujer que no estuviese maldita. Después de todo, era muy poco probable que Cédric hubiera podido hacerle nada, aunque... había podido engañarla a ella... ¿o quizás se había dejado engañar por su deseo de morir?
Pero había una diferencia ésta vez. Cédric había ido a por él por su culpa. No podía dejarlo ir como si tal cosa. Necesitaba... necesitaba saber.
- ¿Cédric contactó contigo? -musitó, sin volverse.
Y rezó a todos los dioses del Olimpo para que la respuesta fuera que no, porque entonces podría saltar y dejarlo atrás.
Al igual que Safo, desaparecería para siempre bajo las aguas de Léucade.
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Tema: Re: Not even the stars are safe in the sky (Elissa Stavridis, Daredevil, Viuda Negra, Elektra) [01-05-19] 20th Enero 2022, 14:52
Matt emprendió la marcha a toda la velocidad que le permitían sus heridas. Aún estaba algo aturdido por la detonación de Natasha. Los oídos le pitaban, notaba la cabeza algo pesada y su radar no funcionaba todo lo bien que debiera. Las habituales formas flamígeras bailaban más de la cuenta. La fatiga y las heridas del combate eran soportables, pero sus sentidos estaban embotados. Percibía que, si se detenía, la cabeza empezaría a darle vueltas. Pero no podía detenerse. Elektra estaba con Bullseye y, si la información que Coulson le había dado era correcta, no se encontraba en condiciones de enfrentarse a él.
Comenzó a correr a toda prisa, ignorando las detonaciones y los bramidos. Los disparos y los gritos agónicos. Tenía un objetivo claro. Esta vez, tenía que llegar a tiempo.
Mientras avanzaba, esquivando a los hombres que iban y venían, a los agentes que se lanzaban al combate y los venenosos ataques de los ninjas de la Mano, algo llamó la atención de Matt. Un latido acelerado por la huída tuvo un ligero sobresalto cuando pasó junto a él. Se había detenido, como si le observase. Pudo advertir que se trataba de una mujer. Olía a lino y a tinta. A papel y a cuero. A sangre y… a miedo ¿Por qué se detenía? ¿Acaso se conocían? Al tiempo que uno de los agentes la apartaba con premura, Matt notó otro aroma que hizo a su propio corazón dar un vuelco. La brisa del Egeo sobre un pelo negro ensortijado: Elektra.
No había más tiempo que perder.
Tardó un tiempo en hacerse una idea de la situación cuando cruzó el umbral. Dos latidos familiares. Uno lento y constante, alguien yacía inconsciente. Otro regular y firme. Tras unos segundos, pese a la algarabía, Matt pudo descubrir la identidad del hombre que se encontraba en el suelo. Vivo, para sorpresa de Murdock: Era Bullseye. El otro fue acompañado rápidamente por una voz que conocía perfectamente. Una que llenó su pecho de alivio.
- ¿Cédric contactó contigo?
Cédric… Matt no quería siquiera pensar en aquel hombre. Estaba con Elektra y estaba bien, eso era lo único que importaba. Pero no podía engañarla, ni a ella ni a sí mismo. Su encuentro con aquél psicópata, el conocimiento de lo que le había hecho, era lo que le había impulsado a venir en primer lugar.
- Él… está con Fisk- la voz se le rompía sólo de pensar en esos dos monstruos juntos- Lo sé todo, Elektra.
“Por supuesto”, pensó ella. Fisk y Cédric. Todos los demonios de la ciudad terminaban, en algún momento, cobijados bajo su ala. Eso no le sorprendía, pero su siguiente afirmación sí la había intrigado, por lo que se volvió hacia él.
- ¿A qué te refieres?
Matt bajó la cabeza. No quería entrar en detalles. Según Coulson su recuperación estaba siendo difícil, traumática. No quería hacerla consciente de todo lo que sabía. De todo lo que Cédric le había mostrado. Que esa orgullosa guerrera conociera hasta qué punto Matt había sido testigo de las vejaciones a las que había sido sometida. No quería darle a Cédric la satisfacción de hacer sentir en Elektra una vergüenza que no tenía sentido que sintiera pero que, sin lugar a dudas, la asaltaría. No quería despojar a Elektra de aquello que Cédric, por mucho que lo hubiese intentado, jamás podría robarle aunque quisiera. Algo que no tenía ni la capacidad ni el derecho a arrebatarle; su dignidad. Pero debía ser sincero con ella.
- Sé por qué estás aquí. Sé lo que Cédric había preparado para mí… en la iglesia- Matt alzó la mano preventivo, por si acaso se le ocurriera irse después de aquellas palabras- Jamás lo supe hasta ahora, Elektra. Yo nunca… nunca te habría dejado si…
- Yo… no quería que te enterases- el viento ahogaba sus palabras y, aunque sabía que no necesitaba alzar la voz con él, avanzó un tanto en su dirección- Matt… En el gimnasio dijiste que, la próxima vez que nos viésemos, sería como enemigos. Que ya no te importaba. Que te era indiferente si yo vivía o moría.
- No pretendía…- la cara de Matt se arrugó en un gesto de vergüenza y remordimiento- Yo… No importa lo que dijese aquella noche. Nunca habría permitido que… Yo nunca dejaría que nadie te hiciera lo que… lo que te hizo ese monstruo. Quiero que lo sepas Elektra- habló con desesperación en la voz- Necesito que lo sepas.
Ella avanzó un poco más mientras, arriba, el sonido de los disparos y los gritos continuaba. Era como si estuviera ocurriendo en algún lugar muy lejano. Como si, de alguna manera, hubieran quedado aislados en alguna especie de dimensión privada. Cuando llegó frente a él, alzó una mano. Aún se estaba recuperando de las terribles lesiones, pero pese a ello acarició su mejilla con una dulzura inimaginable.
- Gracias- musitó de corazón. Durante largo tiempo la había atormentado la idea de que él prefiriese pensar en ella como si estuviese muerta. Desde mucho antes de aquel día. Saber que no era así aliviaba el peso de su corazón- No recuerdo nada de ninguna iglesia- confesó después- Llegó un punto en que… todo se volvió negro.
Le dolía profundamente que Matt hubiese tenido que enterarse de aquello.
- No fue culpa tuya- prosiguió- No puedes responsabilizarte por mis malas decisiones. La irresponsabilidad fue mía, Matthew. Intento mantenerte al margen pero, al final, siempre te acabas viendo envuelto en el infierno que es mi vida. Y, lo siento. Cuando… cuando pasó lo de Bullseye no debería haber ido a tu casa. Comprometí tu identidad pero, necesitaba tanto verte que… no pensé que él podría seguirme, que te estaría poniendo a ti en peligro. Esta vez fue igual. Debí haber destruido aquella fotografía. La encontré en los restos de mi apartamento la noche que nos encontramos. La Mano la dejó ahí para hacerme saber que iban a por ti. Cuando… cuando nos separamos… Debería haberla destruido pero no fui capaz. Estaba en la habitación de hotel cuando invité a Cédric. Debió registrarla tras dejarme inconsciente. Una vez más te puse en peligro y fue culpa mía no tuya- suspiró- ¿No lo ves? Esto es lo que él pretendía. Hacerte daño a través de mí. Hacerme daño a través de ti. No es culpa tuya, Matthew… Es sólo lo que él pretende hacerte creer.
Matt tomó la mano de ella con delicadeza. Trató de no apretar demasiado, de no hacerle más daño. Había tenido tiempo más que suficiente para meditar lo que quería decirle.
- Elektra. Cuando ese hombre me…- no le dijo que Cédric había proyectado las imágenes de su barbarie en su mente. Al menos le ahorraría eso-… puso al corriente de lo que te hizo yo…- la ira y la vergüenza aún eran palpables. Aún le invadían cuando aquella noche aciaga regresaba a su mente como un ladrón. Apartó el rostro de nuevo, en una mueca de dolor. Rememorando la noche en que descubrió la peor versión de sí mismo. La noche en que estuvo a punto de arrebatar la vida de Cédric- Sólo quiero que sepas que… que ahora te entiendo mucho mejor. Esa rabia, esa… oscuridad. Hoy me encontrado con aquello en lo que podría convertirme si me abandonase a ella y, créeme, es peor que cualquier cosa que hayas hecho hasta la fecha. Lo que realmente quiero decir es que he venido… He venido por ti. Sólo por ti- su mano se deslizó por su antebrazo, acariciándolo delicadamente hasta llegar a su hombro- Puede que en algo sí tuviera razón aquella noche en el gimnasio. Nunca pides ayuda, Elektra y… en eso también nos parecemos- movió el rostro hacia el lugar de donde emanaban las constantes de Bullseye. Como precaución y orgulloso de que ella tampoco hubiese cedido a su oscuridad- Tú y yo hemos sufrido mucho. Ha dado igual cuánto intentásemos alejar al otro de nuestras vidas- suspiró- Haz lo que tengas que hacer, Elektra. No tengo ningún derecho a decirte cómo debes encaminar tu futuro. Es una senda que debes decidir cómo recorrer pero… Creo que nos merecemos una larga conversación. Merecemos entendernos un poco mejor y así, tal vez… descubramos que no tenemos que enfrentarnos al Infierno solos.
Esa breve chispa que Elektra no se había permitido sentir en mucho tiempo volvió a encenderse de nuevo: Esperanza. Una parte de ella siempre había deseado que él pudiera llegar a entender lo que sentía día tras día. Y miedo. También miedo. Porque sabía que eso le cambiaría. Elektra no deseaba eso. Las pulsaciones de su corazón se incrementaron al sentir su roce. Él pudo sentirlo y, a ella, no le importó. Estaba demasiado cansada física y espiritualmente como para tratar de ocultarlo.
- Voy… voy a volver a casa. Al hogar de mi padre. Necesito estar un tiempo apartada de todo. Recuperarme. Pero puedes…-se mordió el labio inferior, sin poder creerse que fuera a decir lo que iba a decir- Si quieres hablar, estás invitado a venir cuando quieras. Solo dímelo y te pagaré el billete.
Vaciló. No deseaba romper el contacto pero sabía que arriba estaban pasando cosas más importantes que ellos dos. No podía retenerlo más.
- Tranquila- sonrió Matt- Estoy pelado, pero creo poder permitirme un billete de avión.
- Sí- suspiró ella.
Quería besarlo pero no se atrevía. Finalmente se apartó y sus dedos permanecieron unos segundos más de lo necesario en su mano antes de soltarse. Ajustándose el jetpack se dirigió hacia el acceso.
- Si tienes oportunidad, dile a Furia que la deuda está saldada. No quiero que vuelva a contactar conmigo.
- Dalo por hecho- afirmó Matt.
Elektra, tras volverse para mirar a Matt una última vez, se dispuso a dar un nuevo salto. No el salto de Leúcade.
Sino un salto de fe.
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Tema: Re: Not even the stars are safe in the sky (Elissa Stavridis, Daredevil, Viuda Negra, Elektra) [01-05-19] 21st Enero 2022, 00:32
El dragón era libre por fin. Durante mucho tiempo había sido un esclavo para La Mano, pero la hechicera de azul había roto sus cadenas y ahora volvía a ser libre de nuevo. La inmensa y regia criatura estaba furiosa; furiosa contra sus antiguos amos y las humillaciones recibidas, y, de haber sido por ella, se habría tomado su tiempo para devorarlos a todos. Sin embargo, estaba muy malherida, y el instinto de supervivencia que prima en cualquier ser viviente le dijo que debía retirarse.
Así, el único ojo que aún le quedaba se cruzó por un momento con el del humano de tez oscura que le observaba en el puente antes de girar sobre sí mismo y desaparecer en la noche dejando una estela cobriza y serpenteante tras de sí.
Los ninjas que aún quedaban con vida entendieron al momento que habían perdido la batalla. Su líder había sido derrotado, el dragón se había marchado y hasta el gaijin que muchos consideraban un digno sucesor para Elektra había caído. Les superaban en número y el diablo escarlata se contaba entre los defensores de la nave aérea. También habían perdido a Muerte Perfecta; ya no podían sentirla.
Así, uno tras otro realizaron el sacrificio ritual que había pasado a constituir el rasgo más característico de La Mano; sus cuerpos se desintegraron reduciéndose a cenizas, sus ropajes desmoronándose al desaparecer súbitamente lo que los había mantenido en pie, y pronto toda la nave apestaba al desagradable humo sulfuroso que comenzó a emanar de los cadáveres.
Allá en los cielos una batalla había sido ganada, sin que ninguno de sus ocupantes fueran conscientes de la que se había librado en tierra. Pronto, comenzaron a festejar, y sus gritos y felicitaciones opacaron los lamentos desgarrados de quienes lo habían perdido todo.
En otro lugar, un mago sufría, castigado por unos crímenes que no le pertenecían.
Habían ganado una batalla, pero la verdadera guerra aún estaba por librarse.