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Omega Universe - Foro de Rol de Marvel y DC
Los Universos de DC y Marvel se han unido en uno solo. ¿Qué ha sucedido? ¿Quién está detrás de todo? Y, lo que es más importante, ¿cómo reaccionarán héroes y villanos de los distintos mundos al encontrarse cara a cara...?
Años de Omega
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Mensajes : 2176 Fecha de inscripción : 14/12/2014 Localización : Atlantis Empleo /Ocio : Sumo Mago Humor : Melancólico
Ficha de Personaje Alias: Arion Nombre real: Ahri'ahn Universo: DC Universe
Tema: Votación Highlights Enero 2021 22nd Enero 2021, 11:09
Como ya todos sabéis, año nuevo, categorías nuevas. Para las votaciones de éste mes se añaden las siguientes categorías para el voto:
- Highlight: Premio al usuario más mencionado en Mejores Jugadas. - Plotwist: Premio al mejor giro argumental o mención más emocionante. - Emotivo: Premio a la mención más dramática y emotiva. - Divertido: Premio a la mención que te ha arrancado una sonrisa.
Por tanto tendréis que enviar tres votos a la cuenta de Omega, el voto a la mención más emocionante, a la más divertida y a la más emotiva. El premio al Highligts se hará al final contabilizando al jugador que se haya llevado más menciones, y, aparte, se hará una mención especial también al tema que haya sido más mencionado.
Procedo ahora a copiar las menciones que entran en las votaciones:
Dick Grayson & Sieglinde escribió:
—Al habla Sieglinde. Nightwing, ¿En qué puedo ayudarle?— la directora de la MKL había recibido el aviso de una llamada a través de Woodrow. Lo cual significaba que era urgente. Woodrow lo paso al canal de seguridad antes de que ella descolgase.
— Yo… — la voz del joven tembló ligeramente. Nunca antes le había costado tanto explicarse, y es que todavía se sentía conmocionado por el recuerdo de esa extraña y oscura criatura...— Es sobre Lorenzo. Estoy muy preocupado por él…
—¿Y a qué se debe? ¿Su comportamiento es problemático, o sufre alguna lesión física grave?
— Sus heridas se recuperan con normalidad, pero creo que su mente... — Se detuvo un segundo antes de continuar— Desde que supo que Ángela había desaparecido… está inquieto, apenas come y casi no duerme. Ha estado encerrado en la base trabajando en un proyecto de dudosa ética... con el que piensa derrotar a Raven.
— ¿Qué quieres decir con ética dudosa? ¿Qué es lo que ha hecho? — no pudo evitar que la preocupación se dejase entrever en su tono sereno habitual. Sabía que Lorenzo perdía la objetividad cuando se trataba de Ángela. El líder de los titanes parecía preocupado, y proviniendo de alguien externo, esa valoración significaba mucho. Sabía que se había llevado uno de sus proyectos, pero tenía autonomía para hacerlo. Lo que desconocía era lo que estaba haciendo con él.
— Es… — tragó algo de saliva y buscó las mejores palabras que pudo para expresar la repulsión que le causaba esa extraña creación— Como una amalgama de diferentes criaturas... un ser de emociones puras que evitará el control empático de Raven, su opuesto perfecto …
— ¿A qué te refieres con un amalgama? ¿Qué aspecto tiene? — en el cerebro de Sieglinde se estaba originando una sospecha. Lorenzo presentaba a mediados y principios de año los proyectos en los que estaba trabajando, y tal y como lo había descrito Dick Grayson sólo correspondía con dos de ellos.
—Pero lo que me preocupa es que esa criatura, esos diez seres... Parecían estar sufriendo. No sé hasta qué punto se pueden considerar criaturas vivos... —un sudor frío bajó por su frente— y tampoco sé qué tipo de consecuencias traerá cuando se ponga en marcha...
— Diez... —ya no me quedaba ninguna duda.— Quiero aclarar algo ahora mismo. Si consideras que Lorenzo pueda ser una amenaza sólo has de decirlo y mandaré a alguien para recogerlo.—Solaris lo decía muy en serio. —Lo que Lorenzo hace... a muchos les resulta reprobable, antinatural. Muchos han penado su comportamiento. Sin embargo es cierto que la funcionalidad de sus creaciones tiende a ser muy elevada. Así que te quiero preguntar...— la mujer intentaba ser lo más objetiva posible. Aunque en este terreno le costaba mucho. Agarró de manera mecánica el crucifijo que llevaba al cuello antes de preguntar— ¿Tienes alguna manera alternativa de afrontar lo que os espera? ¿Algo que pueda hacer que evite utilizar su creación? Si es necesario, iré hasta allí, la confiscaré y le retendré.
— No estoy seguro. —retuvo la respiración y pensó primero lo que iba a decir a continuación— Pero de lo que sí estoy seguro es de que Lorenzo es una buena persona... aunque temo que esta situación pueda superarlo. —dejó escapar un largo suspiro— Sieglinde, he perdido a la mitad de mi equipo en el proceso, y no puedo permitirme más pérdidas. Si el proyecto de Lorenzo salva la vida de millones, no me importará que sea reprobable o antinatural. La situación es de vida o muerte y hemos de tomar una decisión acorde a esas circunstancias especiales. —En ese instante, una parte oculta de Nightwing salió a la luz. Una que odiaba. La parte en la que se parecía más a Batman— Pero cuando todo esto acabe necesitaré tu ayuda. No quiero que ese proyecto se cobre ninguna vida, y tú conoces a Lorenzo mejor que yo. Dime cómo podría ayudarle...
— Ama a su esposa. Haría cualquier cosa por ella y eso puede convertirle en alguien que pierde la objetividad. Es algo que no puede permitirse ahora mismo. —su tono fue firme.— No permitas que os ponga a todos en peligro por algo personal o será otra losa en su conciencia cuando todo esto acabe. — la mujer sintió una vorágine en su interior que le constreñía las entrañas...y sin embargo entendía a la perfección las palabras de Dick Grayson. Era parte de su credo. "Hacer lo que había que hacer".— Cuando todo esto acabe seremos afortunados si podemos plantearnos ayudarle. — era una situación a vida o muerte. Solo podían agarrarse a la vida.— no dejes que se marche, ni que se la lleve. Mantenlo acompañado en todo momento hasta que puedas informar de la situación. Tendremos que hacernos cargo de el... Y tambien de Ángela. —dejó escapar un suspiro al otro lado del teléfono. Sólo permitió que las lagrimas le humedecieran los ojos, pero luchó para que no pasaran del horizonte de sus parpados— procura que Angela se salve, o los perderemos a los dos.
Los truenos partieron el cielo engullido por oscuras nubes que no dejaban pasar la luz del sol. De pronto, una voz grave e igual de distorsionada que el tiempo meteorológico resonó por todo Liberty Island, como si uno de sus rayos hubiera hecho otro estruendo.
— ¡RAAAAAAAAAAAAVEEEEEEEN!
De las nubes emergió una figura tan negra como la oscuridad, a excepción de la mancha de murciélago que salpicaba como una gota de sangre el pecho de la armadura.
Era un traje de guerra, compuesto por fibras metarámidas que diseñó el propio Bruce antes de morir. Un material casi el doble de resistente que el Kevlar, concebido para resistir el calor más ardiente y el frío más gélido. Con propulsores, dardos eléctricos y batarangs gélidos incorporados… un compuesto perfecto para patear traseros demoníacos...
—¡¡Aquí me tienes, Raven!! ¿No es lo que querías? — grité con furia congelada— ¡Ahora deja al resto de ciudadanos libres!
Cuando quise abrir la boca para presentarme con propiedad, la mujer de la armadura negra tomó la palabra.
Joder con la puta propaganda de los Escorpiones. Parecía sacada de los antiguos anuncios de la Unión Soviética. Estaba soltando una mierda de rollo comunista, que parecía haber memorizado en un cursillo de esos que te lavan el cerebro. Una parafernalia de palabras bonitas como las de “seguridad” y “unión”, que no era más que pura fachada. La morena no habló de de las masacres, ni de las persecuciones a los héroes, ni los putos campos de concentración peores que los de los nazis o los Gulags. ¿Qué hay de la libertad? ¿De tener voz y voto? ¿Y los derechos humanos? Mentiras. Toda una sarta de mentiras y promesas vacías. Todos los que no se unían a los escorpiones acababan muertos. Eso no era ninguna sociedad, eran unos jodidos nazis de mierda.
-Yo he perdido mucho más que eso ¿Y por eso dejó de luchar y me escondo, esperando a que venga alguien en mi ayuda? No, me levanto porque todo aquello que no te mata, te hace mas fuerte.
— Tú sigues viva. Y lo último que se pierde en este podrido lugar es la vida. Algunos no pueden decir lo mismo… —Moon podía sentir perfectamente cómo apretaba cada vez más fuerte el volante, a medida que la fulana escorpiona parloteaba allí atrás.
— Los héroes lo dieron todo en el momento en que tocaba luchar... pero ya no viven para contarlo.— Por mis ojos vi caer el recuerdo de mis compañeros, sus cuerpos sin vida, retorcidos en posturas antinaturales bajo las losas de piedra y los escombros. Los edificios cayendo, hechos pedazos por la explosión. Y el fuego... la viva imagen de las llamas ardientes, arrasando todo cuanto se interponía en su paso. Mis ojos se humedecieron ligeramente, para después dejar escapar un largo suspiro. Necesitaba tranquilizarme o…
Un golpe sacudió de pronto el vehículo, devolviéndome a la realidad.
— ¿Pero qué leches…? — Tras pasar unos segundos, la guitarra eléctrica se hizo cada vez más audible. Desde el retrovisor pude ver cómo el convoy avanzaba sin cesar, hambriento de nuestra sangre. — Joder con los putos adoradores del murciélago…
Di un volantazo con la intención de despistar el siguiente cañonazo en el trasero del coche. Por suerte, las puertas habían detenido el segundo golpe y los inquilinos parecían estar a salvo. Pisé aún más el acelerador, y puse toda mi atención en la carretera. Estábamos en un jodido desierto, a campo abierto y sin posibilidad de ocultarnos. Lo único que me quedaba era seguir adelante hasta que nos lloviera la suerte.
El vehículo a esa velocidad era cada vez más inestable. No supe ver el origen del problema, puesto que los gritos de nuestros agresores y el ruido de la arena y los coches en marcha se llevaban toda mi atención. Estaba totalmente concentrado en los peligrosos vehículos que empezaban a acosarnos por los laterales que no supe ver que en el compartimento interior tenían otro tipo de problemas.
Un ruido metálico me dio el aviso de que ya los teníamos encima. Unos cinco hijos de puta tratando de abrir las puertas con varios piolets y otras armas blancas, perforando los cristales y arrancando las chapas metálicas del recubrimiento con violencia. Si el sándwich de Jeeps conseguía desestabilizarnos, acabarían por volcar nuestro vehículo y estaríamos perdidos. Tenía que pensar en algo.
—Agárrate fuerte, chaval.— advertí al chico, cuando puse toda mi rabia en el volante y giré primero a la izquierda, chocando brutalmente contra uno de los jeeps. Uno de los carroñeros quedó aplastado entre los dos vehículos, y su sangre salpicó la ventanilla. Los otros dos salieron volando, estampándose contra su propio vehículo, con tan mala suerte, que uno de los piolets traspasó el pecho del conductor, haciendo que el vehículo se fuera a la mierda.
Con la izquierda libre, giré lo bastante para conseguir estabilizarnos, y entonces di otro volantazo en dirección derecha, golpeando varias veces al otro jeep hasta hacerlo volcar. La mala noticia era que todavía quedaban dos tipos anclados en el capó.
—No repitas esto en casa, chico.— le guiñé un ojo a Moon, y de pronto pisé el freno.
El todoterreno se detuvo en tres segundos y los adoradores de Barbatos salieron despegados hacia delante como si se los hubiera llevado el diablo.
Kotska se encontraba en una misión especial cuando el “incidente” ocurrió; su cuerpo aguantó el golpe en parte ayudado por el poder de la gema que la protege de daños mayores, sin embargo no evitó que tuvieran que meter su cuerpo en un traje cibernético que la mantenía con vida, que ayudaba a sus pulmones y corazón a funcionar correctamente. El hombre que diseñó su traje y le “devolvió a la vida” no era otro que su otro tío, Javis, un hombre brillante y, seguramente, el hombre más inteligente de la tierra. El trabajo con la gema para poder hacer que diera energía al traje, para que ayudara a mantener con vida a su sobrina… esto le causo estragos en la mente, cada vez que tocaba la gema, ya fuera un simple roce, su cordura abandonaba cada vez más su mente.
La última vez que lo vio fue el día antes de que desapareciera; se había arrancado los ojos con las uñas, exclamando que no los necesitaba pues veía todo lo que necesitaba ver, se arranco el pelo dejándose meros mechones en la cabeza dejándose las uñas en el proceso y se tatuó a la fuerza con un clavo un símbolo por todo el cuerpo; dos triángulos opuestos como si fueran un reloj de arena. Ese símbolo, ese simple símbolo que podía significar nada importante viniendo de la mente de un enfermo mental, es lo que la cyborg vio en el cuello del carroñero… con un grito, lleno de odio y rabia, se lanzó hacia él apartando a Edward de un manotazo que le empujó hacia la pared del vehículo.
Mientras el otro niño parecía ocuparse de ayudar a la apresada, Kotska clavo su filo en la carne del carroñero que portaba el picahielos; su arma tenía más alcance lo que evitó que se la clavara… aunque no es que pudiera atravesar su armadura, su hoja se hundió en la carne del asaltante, por la parte de su riñón izquierdo como un cuchillo caliente atraviesa mantequilla haciendo sentir a el hombre el inmenso dolor producido por sentir la energía quemar tu carne, desintegrándola y quemándola hasta que no quedaba más que polvo acompañada del punzante dolor de la cuchilla entrando en su carne, claro que no se quedo ahí; apretó aun mas la espada sacándola por el otro lado del hombre y con un fuerte tirón la subió hacia arriba, cortando al hombre desde los riñones hasta los hombros.
El olor a carne y huesos quemados lleno el vehículo, no cayó ni una mísera gota de sangre a pesar del acto tan sangriento de la mujer; el calor de la energía que rodeaba su espada cauterizo las heridas evitando así que ni las venas ni las arterias soltaran ni una gota de sangre. El carroñero se cayó hacia atrás y al llegar al suelo, por la velocidad del vehículo, lo poco de su cuerpo que aún aguantaba junto se rompió, su cuerpo siendo arrollado entonces por los vehículos que tenían tras ellos. Ese era el precio que pagaban todos los que se enfrentaban a ella, todos los que se enfrentan al imperio… todos los allí presentes harían mejor en entenderlo lo antes posible.
Como si no fuera suficiente con los carroñeros que les asaltaban, la cyborg se giró hacia Edward y le agarró del cuello, levantándolo en el aire y sujetándolo con fuerza, sus cejas fruncidas y sus furiosos ojos miraban con rabia al hombre
-Has cometido muchos errores, casi nos matas a todos los de este vehículo- dijo refiriéndose a cuando abrió la puerta bajo la ordena de la chiquilla y cuando no pudo enfrentarse el solo a un simple carroñero armado con un arma ridícula -Espero que no se vuelva a repetir- le soltó el cuello, dejando que se deslizara hacia el suelo del vehículo -la próxima vez, yo misma me encargare de matarte
La diosa complaciente se encontraba atrapada en ese ataúd de geoda del cual parecía formar parte. Era tan suyo como lo eran sus ojos o su voz. -Hablas como las antiguas…- el guardián se inclinó para tener ambas pupilas al mismo nivel. -Deteneos- y cuantos la tomaban en contacto la soltaron, guardando una distancia prudencial que les permitiese contemplarla aún en lo lejos.
Los dedos vendados se extendieron envolviendo el crisol rojizo, recorriendo sus vértices y experimentando una a una con plenitud, saboreando con parsimonia, sus sensaciones. Sus ojos seguían las yemas de sus dedos hasta que se detuvo, antes de tocar su piel. No podía permitirse el lujo de hacer pensar a dos de sus aldeas más conflictivas que la quería sólo para él. -Significa Paz Rojiza… ¿Te duele ese nombre?- Era difícil clasificar los sentimientos del dios en ese instante. Una mezcla entre envidia, duda, curiosidad y celos mezclados entre sí furiosamente, emitiendo explosiones constantes dentro de sus impulsos.
Aguardó paciente una respuesta y retrocedió medio paso buscando la mirada de la dama blanca. Su respuesta, gratificante hizo sonreír al dios y darle la espalda para dirigirse a su pueblo.
-Ella es Ukuthula Okubomvu. Ya la conocéis- observó de reojo los tótems que había a los pies del cristal, con representaciones inspiradas en ella y en su poder. Por lo visto ambas tribus habían desarrollado su propia cultura y sus propias creencias sobre ella pero ambas la vinculaban con el agua. -No debéis abusar de lo que puede hacer por vosotros o tal vez nos arrepintamos de su presencia. Los dioses podrían enfurecerse y mi deber es protegeros, ya sabéis que soy vuestro guardián protector…- concluyó desviando un instante la mirada a ella. -Sin embargo… Para que ambos pueblos puedan volver a disfrutar más adelante de sus dones, algo tiene que cambiar.
Crueldad... Dolor... Ira... Tristeza... Rabia... Deseo de venganza...
El technarch apretaba los puños con fuerza en mitad de aquél ambiente tenso. Esperaban órdenes de Dick. Todo se había vuelto un mar de emociones negativas, su nuevo compañero había enloquecido aparentemente tras visionar el ataque a la estatua de la libertad. Esa mujer sin extremidades parecía ser su punto débil...
Todas esas emociones... Debían serle familiares. Eso era lo que llenaba el corazón de un technarch, durante toda su existencia. Sin embargo, para Warlock siempre fueron extrañas... Hasta ahora.
Al fin vivía como un verdadero technarch. Y lo odiaba profundamente.
Clavó una mirada llena de una rabia casi ígnea en la pantalla, mientras veían la retransmisión. La cámara enfocó a Conner durante unos instantes. Ese rostro lleno de satisfacción ante el caos y el dolor ajeno... Esa sonrisa burlona, ese desdén en la mirada...
Ese día Warlock empezó a sentir su alma envenenada por su naturaleza original, y llevaba luchando contra ella desde entonces.
Miró a Bart. El joven velocista era su consuelo en momentos como ese, pero ya no lograba calmarle. Apartó la vista. Por fin Dick tenía algo que decir...
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Crueldad... Dolor... Ira... Tristeza... Rabia... Deseo de venganza...
El alien apretaba los puños, esta vez volando sobre Esfera, cara a cara, en silencio tenso, frente a la fuente de sus males.
- Connie...
Dick dio la señal. La nave descendió. El alien saltó, convertido en una amalgama de tentáculos que despedían rayos de energía, dirigiéndose a su objetivo.
Hoy viviría y lucharía como un verdadero technarch, y con suerte... sería la última vez.
Por un momento, creyó que su mente las había conjurado. Un espejismo de sus recuerdos, de sus deseos. Igual que había sucedido en la mente de Cédric.
Do Mi La Si Mi Sol# Si Do...
No, no era su imaginación. Porque Elysia también había vuelto la cabeza.
Adónde, había preguntado su gemela.
- Al aula de música - brotó la respuesta, prendida en un hilo de voz.
***
Siguieron las notas, como si fueran las migajas de pan que Hansel y Gretel habían dejado caer a escondidas en su camino por el bosque. El piano enmudeció poco después, dejándolas solas en la oscuridad.
Haciendo que se preguntaran si había sido real.
Elissa había sentido algo parecido en una ocasión, no hacía demasiado tiempo. Algo estaba fuera de lugar. Porque nadie espera encontrar un recuerdo bonito en un lodazal. Nadie quiere encontrar algo preciado en una Mansión en ruinas.
Pisoteado, enterrado en el polvo, cubierto de cenizas.
Tenían que haberlo soñado. ¿Quién en su sano juicio volvería a la Mansión tras un ataque demoníaco... y para tocar el piano, nada menos? ¿Qué probabilidades había de que quedara alguien allí? ¿Y por qué aquella canción, de entre todas?
A no ser que estuviera sucediendo otra cosa. A no ser que lo hubieran entendido mal.
A no ser que los titulares se equivocaran.
Elissa abrió mucho los ojos. El piano volvía a sonar.
A lo lejos, distingues algo, un edificio en ruinas que aún se mantiene en pie. Escuchas un sonido proviniendo de él, una melodía que reconoces como el Claro de Luna de Beethoven, sólo que retorcida y desafinada, como si el piano del que proceden las notas estuviera defectuoso.
- Elysia - susurró, con urgencia.
Y abajo, de espaldas a ti, con la mirada fija en el reloj inmóvil, se encuentra una figura familiar cuya visión provoca que se te pare el corazón.
Ella había… soñado con esa melodía.
Ella conocía… sabía… quién estaba pulsando las teclas del piano de la Mansión.
Una sonrisa se forma en tus labios, emulando la suya.
Pero no comprendía qué estaba haciendo él allí.
Al parecer, Drago lleva desaparecido desde el 13 de abril, el día que se produjo la fuga masiva de Arkham. Lamento comunicarte que la última vez que se le vio fue en compañía de Cédric el día 18.
Estás a punto de hablar, pero, en ese momento, la mano del mutante se dispara hacia tu garganta, agarrándote por el cuello. Tus ojos se abren con desmesura al notar el súbito incremento de la presión en tu cuello. Su mano se crispa como una garra de acero y tú notas que te falta el aire, que cada vez más y más la vista se te nubla…
- Elysia, es Dragoslav. - logró decir, sintiendo que tenía que empujar las palabras para que salieran de su garganta. Como si la presión de la mano de su sueño no les permitiera salir.
Una afirmación absurda.
Una pieza que no encajaba.
¿El hombre desaparecido había vuelto a poner pie en la Mansión? ¿Por qué? Aunque, como a ellas, lo hubieran atraído las noticias del ataque, ¿cómo se las habría arreglado para llegar tan deprisa? ¿Por qué ponerse a tocar el piano, en lugar de poner a salvo a sus compañeros?
- No sé qué está pasando. Pero algo va mal. - musitó.
Tic... tac... tic... tac... tic... tac…
Al final del pasillo se alzaba la puerta.
La entrada al aula de música.
La canción se había detenido.
Se miraron una última vez.
Lyz cruzó la distancia que la separaba del pomo. Y la puerta se abrió.
El telón se levantó.
Sobre el escenario, Dragoslav Katich alzaba un cuchillo. En el suelo, Charles Xavier, aparentemente inconsciente, aguardaba la muerte.
Y, tras ellos, un hombre rubio sonreía, preparado para dar a su mirada una nueva mano de pintura carmesí.
Elissa vaciló bajo la lluvia torrencial. Y Elysia dio un paso hacia el porche.
Lyz, que llevaba días sin dormir bien, que tenía dudas sobre su papel de heroína, que había accedido a ayudarla a pesar de lo tarde que era, a pesar de que no debía nada a Charles Xavier o a la Mansión.
Pero antes de que pudiese hacer algo, noté un fuerte tirón que me empujaba hacia arriba, era tan potente que incluso pudo retirar parte de la sustancia que me envolvía, pudiendo ver con dificultad el cuerpo de Gwen jalando a Lorenzo y a mi hacia ella, ya con las garras listas para rajarnos.
Pero ella no contaba con los desesperados intentos de Savage por sobrevivir, yo era su última esperanza y no me iba a soltar así porque sí. Comencé a gritar de dolor cuando noté en ambos brazos como los dos demonios tiraban con todas sus fuerzas en su dirección, estirando cada músculo de mi cuerpo a unos límites insanos. Notaba como en cuestión de tiempo mis extremidades iban a explotar del dolor y la tensión. Unas pequeñas lágrimas salieron de mis ojos fruto del dolor y de la impotencia que sentía al volver a ser una carga: primero a los Titanes y luego a Lorenzo.
-Si tan solo hubiese sido más fuerte, lo siento Gwen-fue lo único que pude gritar entre los jadeos del esfuerzo que hacía por no ser partido en dos. Pero llegó un momento en el que no pude más...y todo se volvió rojo.
Un dolor intenso de mi brazo derecho hizo que gritase desgarrado del dolor, todo estaba borroso pero pude discernir la mirada horrorizada de Lorenzo ,el cual también estaba luchando contra el agarre de Gwen, dirigirse hacia mi extremidad derecha. Extrañado intentñe centrarme en ella para ver como todo el brazo había sido arrancado de cuajo por la fuerza de Gwen, haciendo que por inercia Savage tirase tan fuerte de mi que salí disparado contra el suelo impactando en él.
Me sentía tan débil que no podía ni gritar, solo podía llorar mientras veía como el suelo alrededor se estaba tiñendo de rojo de mi sangre mientras yo intentaba levantarme con ambos brazos sin éxito ninguno. Esa maldita sensación del miembro fantasma era lo único que me mantenía consciente del dolor, pero cada vez me costaba respirar más, seguramente me había fracturado una costilla en la caída y no paraba de perder sangre de mi muñón.
-Quizás me merecía esto desde un principio-pensé con angustia mientras luchaba internamente por no cerrar los ojos.
Observó con dificultades las figuras que se alzaban en el cielo, era difícil distinguirlas a esa distancia, pero había un sinónimo para ellas, poderosas, no sabía qué clase de entidades habían tomado los cuerpos de aquellos héroes, pero tenía clara una cosa, no eran moco de pavo, no eran los demonios rasos a los que normalmente se enfrentaba…Miró a su alrededor, la gente a la que habían estado trayendo hacia la isla se agrupaba, confundida, se miraban con temor y sin atreverse a decir una palabra, el miedo era palpable y era normal, las noticias volaban y muchos ya sabían lo que significaba que los hubieran escogido para ir a la estatua.
Antes de que el exorcista pudiera siquiera moverse el cielo se quebró en un poderoso relámpago, cómo el tambor que rompe el silencio para dar inicio a una terrible batalla, y eso era, precisamente, lo que había empezado a desarrollarse, cuando el mago se disponía a moverse y entrar en acción, unas criaturas que se desplazaban a cuatro patas y que podrían haber sido el concepto de perro de cualquier esquizofrénico, aparecieron en la zona en la que se encontraba junto al resto de gente, ladrando y mostrando los dientes en tono amenazador, haciendo que la gente se moviera y empezando a desplazar al rebaño, cómo si de perros pastores se tratasen.
Johns siguió al grupo, aún amparado bajo el manto, mientras siguiera allí debajo no podrían encontrarle, todo estaría bien, tenía que seguir oculto y mantener su tapadera…Se aferró al trapo con fuerza, procurando que no se deslizara de su cuerpo mientras se camuflaba entre el grupo, quedando rodeado de gente para así facilitar su camuflaje:
-N-No… ¡NO PUEDO MÁS! – Un hombre joven salió entonces corriendo, empujando a la gente e incluso derribando a algunos, alejándose del grupo corrió hacia el borde exterior de la isla, el muy capullo intentaba lanzarse al agua para escapar de aquel lugar, o ahogarse para acabar con aquella incertidumbre y miedo, a sabiendas de lo que les esperaba cuando hubieran terminado su caminata. No llegó a moverse ni un metro, uno de los perros guardianes se lanzó a su cuello y lo mordió con violencia, hundiendo sus colmillos en la blanda carne y desgarrándola, el tipo chillaba rodando por el suelo mientras un torrente de sangre no dejaba de emanar de la herida mientras la bestia masticaba la carne que había arrancado, el tipo empezó a convulsionar mientras Edward se repetía una y otra vez: No puedes salvarlo…No puedes salvarlo…Ya está muerto…
Finalmente llegaron a la base del monumento, la placa que tenía el poema de El nuevo coloso había sido partida y destrozada, ahora, sobre el pedestal se había erigido una estructura hecha de una especie de mármol negro, oscuro cómo la noche, carente de luz y brillo. El objeto tenía unas formas precisas y bien definidas, se trataba de algo burdo, como si a cortes hubieran pulido la forma sobre el propio mármol. La estructura parecía ser un trono, casi hecho de oscuridad sólido y, sobre el mismo, sentada con las piernas abiertas, había una mujer que miraba al grupo con una sonrisa arrogante en los labios.
No debía tener más de 18 años probablemente, era rubia y tenía los ojos azules, llevaba puesta una armadura de color rojo con ornamentos dorados incrustados, en su cintura, una especie de cuerda que emitía un brillo rojizo destacaba por encima de la armadura, tenía los brazos apoyados sobre el trono y miraba al rebaño impaciente, la gente cuchicheaba, muchos de ellos la habían reconocido ¿Qué hacía ella allí? La mujer levantó la mano para hacerles callar, un solo gesto bastó para que el miedo invadiera de nuevo al grupo, que, poco a poco, guardó silencio mientras los perros rondaban a su alrededor.
A su lado había un hombre, vestido de cuero y con una máscara, a pesar de la misma era fácil intuir su nerviosismo y su miedo, el tipo estaba pálido, pobre cabrón, a saber por qué estaba allí: - Bien hecho mis pequeños…- Se alzó de su trono poco a poco mientras observaba satisfecha a la multitud: - Vosotros, débiles humanos, seréis la piedra angular sobre la que construiremos un nuevo mundo, un lugar mejor…- Empezó a caminar en dirección al grupo, algo en su mirada, sus gestos y su forma de moverse auguraban lo peor…Edward miró a su alrededor, en busca de una salida, una forma de escapar, pero ahora mismo era imposible, no podría correr más de 3 metros sin que le dieran alcance…Un niño, de tal vez unos diez años salió corriendo en dirección al demonio, su madre, que había estado junto a él, intentó detenerle, pero el chico se escapó de entre sus dedos para llegar a las piernas de Casandra, a la que abrazó temblando de miedo:
-¡Wondergirl! ¿Vas a ayudarnos…? – El chico sollozaba, Edward agachó la mirada…Tan joven…Maldita sea…La criatura se agachó para mirar al chico a los ojos, mientras la madre lloraba, angustiada, desde el suelo: - Dime pequeño ¿Cómo te llamas? – Le sonrió mientras le ponía una mano en el hombro: - J-Joseph…- Cassandra hizo que el niño se girase con suavidad hacia el grupo: - ¿Y esa es tu mamá Joseph? – Señaló a la mujer que sollozaba en el suelo, al borde del colapso, Edward observaba la situación en silencio, una y otra vez en su cabeza resonaba la misma frase: No puedes ayudarlos…No puedes ayudarlos…
El niño afirmó y ante un gesto de su ama, uno de los perros obligó a la madre a ponerse en pie y caminar pesadamente hasta donde estaba su hijo, una vez se hubieron reunido la madre abrazó a su hijo unos instantes, Cassandra dejó que la reunión familiar transcurriera tranquilamente mientras la gente miraba, entonces puso una mano en el hombro de la mujer, separándola del niño, al que miró a los ojos: - Joseph, dile adiós a mamá. – Él no acabó de entender aquello, tampoco tuvo tiempo, las manos de la chica sujetaron a la mujer por ambos hombros y con un ligero esfuerzo estiró cada uno en dirección opuesta al cuerpo de la mujer, un sonido muy parecido al que hacía una nuez cuando se partía resonó con fuerza mientras se partía por la mitad, cómo si la estuvieran dividiendo siguiendo un segmento que cruzaba su cuerpo en dos partes. Sus órganos se desparramaron por el suelo en una orgía de vísceras y sangre, de una forma similar a cuando uno cascaba un huevo, la ejecutora rompió a reír ante aquel acto mientras arrojaba las mitades del cuerpo al suelo: - Mierda…- Edward apretó los puños mientras el niño se desmayaba y caía al suelo, la gente rompió a gritar, hubo un amago de huir de allí, pero los perros volvieron a poner en su lugar al rebaño entre rugidos y ladridos.
La mujer enfocó su mirada al niño, en su rostro se dibujó una pérfida sonrisa mientras estiraba la mano hacía él, que había caído a sus pies inconsciente, empapándose en la sangre de su madre. Algo se despertó dentro de Edward, un fuego que ardía en pecho, un calor que le embriagaba de arriba a abajo ¿Heroísmo? Quien sabe, solo sabía una cosa, no podía seguir viendo ese espectáculo y no hacer nada. Agarró un trozo de la sábana que llevaba aunada al cuerpo y lo desgarró, hizo una bola de unos 12 centímetros de grosor y mientras se movía entre la gente hacia la mujer murmuró: - Ignitae. – La tela se prendió en llamas, poco a poco, el fuego anaranjado fue tomando notaciones doradas, formando una esfera de fuego que quedó suspendida en la palma de su mano, se movió entre la gente rápidamente. Ella cogió al chico del pie y lo puso boca abajo, mostrándolo a la multitud: - Esto es lo que os espera los que no sepáis obedecer mi volu…- No pudo terminar su frase, la bola de fuego salió disparada de la mano de Johns y golpeó su cara, el fuego se extendió rápidamente por todo su cuerpo, la mujer soltó al chico instintivamente, en una respuesta ante el dolor mientras chillaba, más de rabia que por el impacto que las llamas pudieran estar causando en su cuerpo, que ahora ardía en unas llamas que apenas durarían unos segundos y que apenas la dañarían, pero que servirían de distracción: - ¡Corred! ¡Huid! – La gente empezó a intentar escapar en desbandada, los perros demoníacos rugían y se lanzaban a por todo aquel que podían alcanzar, sangre, chillidos, dolor…Una distracción perfecta.
Johns atravesó aquel infierno y corrió hacia el niño, lo cargó cómo pudo sobre el hombro mientras la mujer seguía envuelta en llamas, casi pudo notar el calor cuando la mano de Cassandra se extendió hacia él para intentar agarrarle, en la carrera de su vida, esquivando a gente que caía al suelo derribada por los perros, huyó hacia el interior de la estatua de la libertad, sabiendo que era cuestión de unos minutos que el orden y el miedo se volviera a imponer sobre el grupo, y, cuando esos sucediera, irían tras él y el crío.
Se resguardó tras un mostrador y suspiró, sólo tenía unos minutos, tal vez segundos…Miró al chico, inconsciente: - Joder…- Se quitó la sábana santa y envolvió al muchacho en ella, dejándolo cubierto, mientras estuviera tapado con ella no podrían localizarle, pero eso planteaba otra problemática, le tocaba pasar a la acción, ahora era un blanco fácil, eso cabrones podrían rastrearle, si quería sobrevivir, debía luchar, un grito colérico invadió el aire resonando con fuerza y algo hizo temblar toda la estructura de la estatua ¿Que estaba sucediendo? :
-Vamos…- Sacó su maletín y lo abrió rápidamente, sacando su contenido, una espada rota y un guantelete metálico con tonos dorados, se lo puso rápidamente, la armadura encajaba perfectamente en su mano, sintió un hilo de esperanza que le recorría desde la mano hasta el pecho y cogió la espada, que, aún rota, estaba terriblemente afilada, la miró fijamente unos instantes, decidido y firme. Lanzó al maletín lejos y se puso en pie, estaba listo para luchar.
Sin perder un minuto se escabulló por los pasillos, más alerta y preparado cómo jamás lo había estado en su vida, había robado dos objetos sagrados de la caja de Gregory, la espada y el guantelete de San Jorge, objetos que el santo llevaba en su batalla cuando confrontó a un gran demonio con la forma de un dragón, la espada, aún rota, era capaz de causar un gran daño a demonios y el guantelete había podido resistir el impacto de las llamas de la bestia, ambos eran objetos muy poderosos , sin embargo, no eran más que baratijas contra un ejército de aquel tamaño, si Edward quería sobrevivir, debía acabar con la fuente de todo aquello…Miró a su alrededor y encontró las escaleras, debía llegar hasta el nivel superior, dónde estaba Raven, y matarla, sólo así se acabaría toda esta locura, empezaron a llegarle gritos de dolor provenientes del exterior, los alaridos de los perros parecían estar acercándose, pronto estarían allí…
Caminó con precaución por las escaleras, alerta por si sentía alguna presencia o le llegaba algún ataque sorpresa, tenía la espada en alto, listo para hundir la hoja en lo que fuera que se cruzase en su camino…Se deslizó lentamente entre las sombras y llegó al replano del siguiente piso, al cerrar la puerta tras de sí no pudo evitar mucho los ojos al ver la recepción del segundo piso.
Se quedó atónito cuando vio, delante suyo, a unos cuatro metros aproximadamente, mirándole fijamente con una sonrisa mientras acariciaba uno de los tres perros demoníacos que había junto a ella, a la que posiblemente era la única mujer que había logrado hacerle sentir que valía la pena seguir vivo en los últimos años: - ¿Martha? – No…Ella no…Estaba preparado para cualquier cosa, había abandonado a toda esa gente a su suerte, había disparado con fuego sagrado a un demonio que podría haberle matado en un segundo sin pestañear, estaba dispuesto a sacrificarse y morir aquella noche, pero no estaba preparado para enfrentarse a la mujer a la que amaba.
Mensajes : 2176 Fecha de inscripción : 14/12/2014 Localización : Atlantis Empleo /Ocio : Sumo Mago Humor : Melancólico
Ficha de Personaje Alias: Arion Nombre real: Ahri'ahn Universo: DC Universe
Tema: Re: Votación Highlights Enero 2021 22nd Enero 2021, 11:10
Raven escribió:
- ¡NO TE ATREVAS, HIJA DE LA GRANDÍSIMA PUTA!
Miedo... Un miedo crudo en estado puro.
Raven se sentía como si hubiera sido sumergida en una piscina de agua hirviendo.
Su piel hervía, burbujeaba en ardientes pústulas que estallaban por todo su cuerpo haciéndola gritar presa de un dolor como no había experimentado jamás.
- Ellas son perfectas. Son infalibles. Van a salvarnos. Son nuestra esperanza.
Dolor... El dolor era terrible y no cesaba de incrementar segundo a segundo desde hacía ya dos semanas.
No podía más... Lo había intentado... Había luchado con todas sus fuerzas... Por él... Le había protegido del horror y la locura de la Catedral de Sangre, había sido el escudo que había impedido que su hermana llegara hasta él, y, desde su traición, había estado bloqueando cada intento que ella había realizado por alcanzarle y penetrar en su mente a través de sus sueños.
Pero ésto.. ésto... Era demasiado... Lágrimas de fuego corrían por sus mejillas derritiendo la carne a su paso.
- Azar... -sollozó-. Azar... Ayúdame... Por favor...
Un ruego desgarrado y roto llamó entonces su atención, como un eco de su propia súplica:
- Por favor... Por favor, os lo ruego... Ayudadme... Ayudadme a salvarla...
Sintió todo su miedo, su desesperación, y aquello le rompió el corazón. Ignorando su propio dolor que la consumía, mero reflejo del que agonizaba en su alma, extendió una mano de dedos calcinados como si quisiera acariciar aquél rostro cansado que había llegado a amar desde la distancia, a través de cada una de las hermosas cartas y mensajes llenos de afecto que habían compartido.
- Lorenzo... Por favor... Tienes que luchar... Luchar contra el dolor... -musitó, tratando de combatir con las pocas fuerzas que le quedaban la oleada de emociones que la estaba consumiendo, de revertir el fuego para aliviar, aunque fuera un poco, el sufrimiento del ser amado-. Ojalá pudiera ayudarte mejor... -se lamentó-. Calmar el dolor que sientes...
Una nueva descarga de angustioso miedo la arrolló, y las llamas crecieron de nuevo, volviendo a derretir su carne entre agónicos gritos.
- Necesito ayuda -musitó una vez lo peor hubo remitido-. Azar, por favor... ¡Te necesito! Es demasiado... demasiado doloroso. Duele, Azar... Toda esa tristeza... Todo ese dolor... Tan abrumador, Azar...
En respuesta a sus plegarias, una pálida luz púrpura se encendió gradualmente en su interior, extendiéndose desde el centro de su alma, apartando el dolor, sanando las yagas supurantes y recomponiendo las fisuras de su piel. Una hermosa y cálida sensación la recorrió por completo cuando nuevos recuerdos y emociones la bañaron, como los rayos del sol en una agradable tarde de campo.
Recuerdos de Lorenzo con Ángela, su mujer, en el transcurso de los maravillosos seis años que vivieron juntos.
Felicidad pura, sin atemperar, invadió cada parte de su ser como las gotas de lluvia.
- ¿L-lo sientes? -musitó, mientras nuevas lágrimas, éstas de alivio y gratitud, se deslizaban por sus mejillas-. Alegría... Paz... ¿Esto es...? ¿Esto es... amor?
Una sensación extraña, mezcla de maravilla y amargura, se extendió por cada fibra de su ser. Maravilla porque jamás pensó que llegaría a conocer algo tan hermoso. Amargura por comprender que jamás podría experimentarlo. No de verdad. Porque el español amaba a otra. Aquellas emociones que Azar le había permitido experimentar para aliviar su tormento no eran suyas. Le pertenecían a ella. A Ángela.
Raven no descubrió que ella estaba viva hasta después de la posesión de su hermana. Su mitad demoníaca era más poderosa que ella, y, era capaz de leer las mentes donde ella sólo podía sentir las emociones. Su contrapartida demoníaca había invadido la mente de Lorenzo y había descubierto lo que ella jamás había sospechado.
Porque las emociones pueden ser engañosas.
La primera vez que conoció a Lorenzo, cuando él le habló de su mujer, percibió un dolor desgarrador y profundo, la clase de dolor que atenaza el alma ante la pérdida de un ser querido. No había querido preguntar para no incidir en aquél dolor, y durante todo aquél tiempo simplemente había asumido que ella estaba muerta.
Pero no lo estaba. Estaba viva... Pero corría un grave peligro. Eso era capaz de sentirlo. Debían rescatarla... rescatar a la persona que era capaz de hacerle sentir así. Sólo por eso, por aquellos maravillosos sentimientos que evocaba en él, Raven ya la amaba.
Durante toda su vida se la había educado en el sacrificio, se la había enseñado a renunciar a aquellas mismas emociones que absorbía de los demás. Para ella ya era tarde... Su cuerpo físico debía morir, y, cuando eso ocurriera, su alma se perdería en el limbo. Pero él aún podía recuperarse de aquella pesadilla... volver a ser feliz...
- Gracias, gran Azar... -musitó-. Gracias por haberme permitido experimentar ésto. Es... el mejor regalo que podría recibir antes de morir...
Sentir lo que se sentía al amar y ser amado... Por una única vez...
* * * *
Miedo... El terror de millones de almas resonaba en la ciudad, alimentando su perverso corazón.
Dolor... El dolor y el sufrimiento de todos los que caían bajo las garras de sus criaturas reconfortaba su ser y la llenaba de profunda satisfacción, como el reflejo distorsionado del padecimiento que estaba sufriendo en aquellos instantes su otro yo.
Se volvió hacia Tristeza con una honda sonrisa en su cruel rostro.
- No te preocupes, hermana... Tienes ante ti una infinidad de posibilidades para extender a los mortales el don de tu conocimiento...
Mientras hablaba dejó caer al vacío el cuerpo de Ángela, y Garfield apareció entonces, acudiendo a su orden telepática, para volver a recogerla al vuelo entre sus garras.
Envidia se acercó entonces, haciendo gala de su comportamiento visceral e impulsivo mientras Ira remontaba el vuelo con Ángela. Faltaban dos de sus hermanos, Pereza y Gula, las dos bajas que habían tenido junto con su amado consorte durante el asalto de aquellos sucedáneos de héroes a su fortaleza subterránea, tres bajas que pensaba hacerles pagar con creces.
Lo que Envidia le susurró entonces llamó su atención y le hizo desviar la mirada hacia el último de sus hermanos, Belial, que aguardaba abajo al frente de sus hordas, como buen soldado que era. Junto a él se encontraba su nuevo perrito, el sirviente que le había sido ofrecido por Caos para granjearse su apoyo en su ascenso en las escalas de poder del infierno.
Raven entendió perfectamente las crípticas palabras de Envidia. El día del asalto a la Catedral de Sangre, Envidia y Avaricia habían estado en una especie de local regentado por una entidad maléfica en una dimensión de bolsillo, y al parecer, allí Avaricia se había encaprichado de un mortal poseedor de una prodigiosa voz.
Las semillas de Trigón sólo podían prosperar en cuerpos de metahumanos o alienígenas, pues un cuerpo humano normal sería incapaz de contener el alma demoníaca y estallaría. Raven se había dedicado a capturar todos los recipientes aptos que había podido encontrar para alojar a sus hermanos, y, por desgracia, el cuerpo que le había ofrecido a Avaricia tenía una tara, y es que no poseía una voz propia, pues la mutante era muda. Avaricia no se había mostrado conforme con aquel desperfecto y, fiel al pecado al que representaba, se había estado dedicando a buscar un cuerpo alternativo que estuviera completo, y, al parecer, aquél había sido el elegido, el objeto de sus deseos.
El hombre se cubría el rostro con una máscara, pero las capacidades del recipiente de su hermano le permitían ver a través de aquella clase de barreras, así que estaba segura de que no se equivocaba. Al parecer, el dueño del local, aquella entidad misteriosa llamada Morgan, le había impedido a Avaricia hacerse con él, y ahora ahí estaba... literalmente un regalo.
No sabía cómo se tomaría Belial que le privaran de su juguete nuevo, pero incluso a pesar de la distancia que les separaba la azariana era capaz de distinguir sin ningún problema el hedor de su repugnancia, su rechazo y su miedo. Aquél humano sólo estaba allí por obligación, pero si le surgía la más mínima oportunidad de traicionarles no le quedaba la más mínima duda de que la aprovecharía. Era un punto débil en la cadena que había forjado con tanta paciencia, y no podía permitírselo, no ahora y especialmente no después de lo que había ocurrido en la Iglesia de Sangre. Entonces había confiado en Lorenzo y éste la había traicionado. No podía permitir que ocurriera de nuevo. Había demasiadas cosas en juego. En una situación normal habría acabado con él ella misma, pero a la vista de la nueva información, se le ocurría algo mucho más divertido...
Avaricia. Hermana.
Su llamada se extendió traspasando las procelosas aguas bajo las que se ocultaba la mutante, entablando conexión directa con su mente.
Está aquí. El recipiente que deseabas -transmitió cuando notó que ella le respondía, recreando una imagen perfecta del hombre de la máscara para ella-. Es todo tuyo... hermana. Puedes quedártelo.
A diferencia de Avaricia, Raven sabía que aquél hombre no era un metahumano, sólo un simple mortal que había vendido su alma. Sus poderes le habían sido brindados por magia demoníaca, pero su constitución era humana. La semidemonio desconocía si la magia que le permitía ejecutar su poder habría alterado su organismo de algún modo, por lo que suponía que existía una pequeña posibilidad de que sobreviviera a la transformación, pero las posibilidades de que su cuerpo explotara eran mucho más elevadas. En cualquier caso, tanto si la transfusión de alma tenía éxito como si no, el problema quedaría solucionado. Si triunfaba, Avaricia tendría un nuevo cuerpo más acorde a sus necesidades, y, si fracasaba, simplemente tendría que regresar al que actualmente ocupaba. En ambos casos, el traidor quedaría destrozado y no tendría que preocuparse más por él.
Con ese problema resuelto, volvió a concentrarse en la ciudad, buscando, entre todas aquellas mentes vacilantes, aquellas que buscaba.
Y entonces lo encontró. Sintió su dolor, su angustia, su desesperación... Aunque había algo... o alguien... que le impedía detectar su situación exacta. La misma presencia desconocida que llevaba semanas bloqueando todos sus intentos de llegar hasta él. Pero estaba... débil, de algún modo. Había brechas ésta vez en su escudo. Tal vez, si se concentraba lo suficiente...
— ¡RAAAAAAAAAAAAVEEEEEEEN! ¡¡Aquí me tienes, Raven!! ¿No es lo que querías? ¡Ahora deja al resto de ciudadanos libres!
Oh... El placer del tormento de Lorenzo la había distraído unos minutos... Aunque tampoco podía despreciar la intensidad de las emociones que se aglutinaban en aquella especie de extraña nave... La deliciosa ira de Dick... El dolor de la tamarana, el sufrimiento de Bart ante el padecimiento de sus amigos, la amalgama de tumultuosas emociones que se daban cita en el alien y el valeroso afán de justicia de Dinah.
- Oh, Richard... -dijo, elevándose en el aire hasta quedar a su altura-. Siempre con el complejo de mártir... ¿Por qué habría de dejarles ir? Éste mundo que ha sido mi hogar durante tanto tiempo me pertenece por derecho. Junto con mi padre, poseo el poder para gobernarlo. Además... si quieres culpar a alguien de lo que está ocurriendo aquí hoy, puedes culpar a tus amigos -se burló, señalando a Dinah con la mirada-. Si no hubieran destruido mi casa, no habría tenido que venir aquí a reclamar otra...
Dick dio la orden de ataque y el alien fue el primero en responder, convirtiéndose en una masa de tentáculos que despedían rayos de energía. En respuesta, un inmenso pájaro negro emergió del cuerpo de la azariana, cubriéndola de las descargas al tiempo que de la sombra se desprendían aterradores tentáculos de oscuridad que se enfrentaban a los de Warlock, enredándose en batalla con él.
- ¿Pensabas que podrías doblegar las fuerzas oscuras en mi control? ¡Pobre ingenuo! -se burló la mujer-. ¡No necesito más que mi alma para partirte por la mitad!
- Raven... -la llamó una voz conocida que sobrevolaba por encima de sus cabezas dejando una característica estela de fuego a su espalda-. Te quiero, todos te queremos... Queremos ayudarte... Por favor, deja de atacar a tus amigos. Por favor... -insistió mientras sus puños se iluminaban con energía estelar-. No me obligues a destruirte. No quiero pasar por todo eso otra vez...
- Precisamente por eso hago ésto, Koriand'r, porque os amo y quiero gobernar éste mundo a vuestro lado -replicó la azariana lanzando una descarga empática hacia la mujer naranja, drenándole por completo toda su energía y debilitándola hasta el punto de hacerla caer a pique hacia el agua-. Las únicas personas en las que alguna vez he confiado... Las únicas a las que he llegado a amar...
Se giró, buscando a sus aliados con un resplandor ígneo en sus ojos de fuego.
Sotano de la mansión Kotska, por alguna parte de la República checa
El repetido click de un bolígrafo hacía eco por toda las habitaciones de la casa y, siguiendo ese ruido, llegaríamos al sótano transformado en laboratorio en el que el tío de Martha estaba trabajando. Las paredes eran blancas, en pasado ya que ahora tras todas las explosiones y… demás accidentes, que tuvieron lugar en aquella estancia, los azulejos se habían tornado la mayoría de un color negro y rojo oscuro. Había mesas y armarios, algunos racks llenos de cables conectados a los diversos ordenadores que se encontraban distribuidos en las mesas y por las paredes, una silla azul era la única que adornaba la sala y en ella se encontraba sentado el hombre que, con una fuerte luz de una lámpara prensible iluminaba su trabajo.
Tenía una fina barba y el pelo medianamente largo que tenía sujeto con un pañuelo algo sucio. Con su mano izquierda presionaba el botón del bolígrafo y con la derecha, haciendo uso de un pequeño palo metálico, comprobaba los micro componentes de su invento. En realidad no era nada nuevo, era más bien actualizar un antiguo invento suyo; su pulsera de teletransporte que ahora en vez de desintegrar al usuario y volver a integrarle en su destino, abrirá un portal por el cual podrá cruzar para llegar a su destino, aunque solo duraría un plazo de tiempo muy corto. Tampoco se podría llamar una actualización, ya que su antigua pulsera de teletransporte estaba en… bueno, no con él pero si en un lugar seguro.
Una vez terminó de comprobar todo, lo cerró y se lo colocó en la muñeca. Como muchas de las cosas que creaba, no utilizó planos ni nada por el estilo, solo necesitaba unos papeles en los que escribir todo lo necesaria para llevar a cabo las ideas que tenía en la cabeza y ya está. Se la colocó en la muñeca, pero antes de comprobar si funcionaba tenía otras cosas más importantes que hacer. Encendió todas las pantallas que había en la habitación y estas empezaron a emitir noticias de… de todos los rincones de la tierra; de Alemania hasta Rusia y desde China hasta las Américas, no estaba dejando escapar nada en absoluto… y al final dio con lo que buscaba.
En uno de los ordenadores empezaron a salir las imágenes en directo de la Estatua de la Libertad calcinada y una figura que flotaba cerca suya… una figura que el reconoció bien incluso si ya pasaron varios días desde la primera y última vez que la vio; era la criatura que se llevó a su sobrina, a lo último que le quedaba en la vida y que le hacía tener ganas de seguir viviendo ese mundo… al estar pensando en su sobrina, tuvo que parpadear varias veces y frotarse los ojos para afirmar que una de las figuras que se mostraban en pantalla no era ni más ni menos que la de Martha, aunque tenía algo diferente, algo de lo que pudo darse cuenta incluso a través de la pantalla; esa criatura no era su sobrina, sin lugar a dudas alguien o algo estaba usando su cuerpo, no sabía si era el Ente del que ella le había hablado o si era un demonio, lo que sí que estaba claro era que no se podía quedar ahí sin hacer nada.
Se levantó de sopetón, la silla dándose de bruces contra el suelo, mas no se detuvo ni siquiera cuando casi se tropezó con sus patas. Salió del sótano, pasando por el pasillo hasta llegar a la entrada principal adornada por el cuadro de su familia, de sus padres y de sus hermanos quedándose en silencio, mirando los rostros de sus familiares. Era curioso porque, de todas las personas en su familia que deberían de ser catalogadas como “demonios”... no podía pensar en nadie que le viniese mejor el título que él y su hermano; juntos y separados trajeron la miseria a cientos de vidas, jugaron con las personas como si no fueran más que muñecos puestos ahí para su entretenimiento, extorsionaron, torturaron, para ellos no había límite alguno. Pero ese día, todo iba a cambiar, ese día el apellido Kotska no estaría ligado a unos asesinos, ese día estaría ligada a un hombre que pensaba darlo todo por salvar a su familia, no, para salvar a su planeta. Apunto la pulsera en dirección a la puerta principal y un portal de color blanco apareció de la nada, volvió a echar la vista al cuadro de su familia, apretó los puños y… atravesó el portal.
Liberty Island, New York
Tristeza se cubrió de lágrimas cuando su hermano le señalo los helicópteros que sobrevolaban a su alrededor, agarrándose un codo con la mano derecha y colocando la izquierda en su mejilla. Le dio una idea que le llenó de melancolía y si pudiera sentir agradecimiento hacia alguien, se lo habría agradecido. Asintió con la cabeza hacia su hermano y con la mano izquierda aún sobre su propia mejilla, uso la otra para detener a uno de los helicópteros en el aire, hélices y tripulantes incluidos
-No es romper, hermano… es arte
El helicóptero empezó a arrugarse, los tripulantes hicieron todo lo posible por escapar mas no podían luchar ante la energía que les sujetaba, el cámara no pudo hacer más que sacar un poco el cuerpo por la ventana del helicóptero, dejando que su cámara se precipitara al mar bajo sus pies. Tristeza siguió apretando con fuerza el vehículo dandole forma, la forma de una flor parecida a una rosa, los tripulantes fueron aplastados y de sus pétalos corría su sangre, mientras que en su centro el cámara, que quedó con medio cuerpo aplastado, parecía seguir intentando escapar por la pose en la que su cuerpo se quedó al morir, justamente una singular lagrima salio de su ojo derecho, manchando su mejilla
-Oh, la melancolía… el arte que se encuentra en ella es… inconmensurable
Deposito su “obra de arte” a los pies de lo que una vez fue la estatua de la libertad, adornándola. Los demás helicópteros se alejaron aún más de la escena, aunque seguían grabando, al ver lo que hizo la demonio con uno de los helicópteros que, aunque fuera uno ligero que no pesaba más de 800 kilos, seguía siendo algo increíble y horrible de presenciar. Miro directamente los otros helicópteros y se preparó para ir hacia ellos, pero fue interrumpida con la llegada de los titans, una sonrisa maquiavélica creada por la energía azul de la gema aprecio en su rostro, sonriendo ante la aparición de sus enemigos mientras su rostro seguía llenándose de lágrimas.
Sin embargo, fue una única presencia la que llamó su atención entre todas aquellas figuras. En el suelo, su hermana se tuvo que enfrentar a un hombre que le lanzó una bola de fuego que le hizo gritar de dolor, a pesar de lo excitante que le resultaron los gritos de dolor de su hermano… no era eso lo que llamó su atención, si no la persona que llevó a cabo esa acción, su cuerpo, el cuerpo en el que ahora habitaba, parecía recordarle; por un segundo, las lágrimas cesaron su salida de sus ojos, no tardaron mucho en volver a aparecer y su sonrisa de energía se torció aún más y empezó a descender hacia su objetivo.
En el interior de la Estatua de la Libertad, cerca del mostrador en el que se escondía Edward, una luz blanca apareció en la pared y de ella, apareció la figura de un hombre. Javis se pasó la mano por todo su cuerpo, tenía todo intacto y pudo suspirar, pero su suspiro se transformó en una mirada llena de determinación; tenía un plan y estaba dispuesto a hacer todo lo posible para llevarlo a cabo. Fue entonces cuando Edward apareció de detrás del mostrador, con la armadura y la espada rota, Javis pudo reconocerlo pero se extrañó de que estuviera ahí
-¿Edward, eres tu?- el hombre se giró hacia él apuntando con la espada, teniendo el que levantar los brazos -Uouh, tranquilo, tranquilo, soy yo, Borja, me conoces… soy humano
El exorcista pudo suspirar y relajarse un poco al ver una cara conocida, al menos una que no estuviera poseída por un una presencia demoníaca
-¿Es que quieres que te mate? Maldito idiota...
Edward bajó su espada
-¿Has venido a ayudar con… eso? ¿Qué son? ¿Objetos religiosos de esos mágicos?
Suspiro, él seguía sin creer en la magia aunque sí esas cosas podían ayuda en algo, adelante
-He venido a intentar acabar con esta mierda, si, son "mierdas de esas que solo los supersticiosos idiotas creen que sean útiles".
En ese instante, Javis se dio cuenta de que tenía que cambiar su su plan; ahora tenía alguien para ayudarle
-Tengo un plan, pensaba que no iba a tener ayuda pero… veo que me equivocaba- se acercó hacia el hombre y le puso la mano en el hombro, acercándose hacia él -Tengo una pulsera de teletransporte, si consigues distraerlos puedo enviar a esos demonios uno a uno a otras partes de la tierra, asi sera mas facil deshacerse de ellos… puedo incluso enviarlos al polo norte a que se congelen- se separó de él y le miró directamente a los ojos -pero se que yo no puedo hacer nada más, tú… ¿Podrías salvar a Martha?
Edward Miró a Borja directamente a los ojos
-Para eso estoy aquí, voy a salvarla, aunque sea lo último que haga...-
Le sonrió, una sonrisa sincera, intentando reconfortar a un hombre roto, un hombre que, como él, lo había perdido todo. Javis sabía muy bien cómo se sentía Edward por sus sobrina, hace meses habló con él sobre ello y llegaron a conocerse mejor, por eso aceptó que él tuviera esos sentimientos hacia Martha. Sin embargo, lo que estaba punto de contarlo lo sabían muy pocas personas en el mundo y, fíjate tu por donde, una de esas personas era el mismísimo presidente de los estados unidos
-Yo… yo no puedo morir, Edward, por mucho que lo intente siempre vuelvo a la vida- dijo en un tono sombrío con los brazos cruzados y la mirada gacha -por eso tenemos que hacer todo lo posible para que esto salga bien… no quiero vivir en su mundo
La mirada llena de pena que le dirigió el exorcista le sentó como cientos de cuchillos clavados en su espalda… no estaba acostumbrado a que se apiaden de él. Si todo fallaba, ellos “morían” y los héroes eran derrotados, ninguno de ellos volvería a la vida más que él, que se encontraría solo en un mundo de demonios mientras lo que antes fue su sobrina ahora siendo utilizado como recipiente para un demonio. No podía dejar que nada de eso se hiciera realidad, lo daría todo para poner su granito de arena a fin de salvar el mundo de los demonios, se dirigió junto a Edward al segundo piso y… la vio, los dos hombres se quedaron inmovilizados ante la visión que apareció delante de sus ojos, el hombre de magia que traía las armas de fe y el hombre de ciencia que traía la tecnología con el. Sabía que este momento llegaría, pero justo cuando llego… las palabras se escabulleron de su boca, de la de ambos
-Así que aquí estas, “amorcito”- dijo en tono sarcástico, haciéndole una seña a los perros para que la dejaran sola -¿He oído bien? ¿No puedes morir?
Empezó a bajar hacia los dos hombres y Borja se echó las manos hacia atrás, preparando la pulsera, sin embargo la energía le rodeó y le resultó imposible hacer nada
-Serás una buena mascota cuando hayamos conquistado la tierra, de momento
Javis pudo girar un poco los ojos hacia Edward, dejando caer su pulsera al suelo para que él pudiera recogerla y esconderla. En cuestión de segundos, Tristeza, que empezó a tirar de cada fibra de su cuerpo al mismo tiempo, le hizo estallar en mil pedazos dejando nada más que rastros de sangre, huesos y órganos esparcidos por toda la habitación, curiosamente Edward resulto totalmente ileso y limpio, solo una gota de sangre llego a una de sus mejillas, manchándola de color carmesí, ahora Tristeza se dirigió hacia el, su sonrisa de energía torcida dándole un aspecto aun mas aterrador al aspecto deforme del cuerpo de Martha. Tristeza flotó lentamente hacia Edward, acercándose a él con la sonrisa de energía aun en el rostro
-Oh, querido- dijo en el tono melancólico del demonio, poniéndole la mano en la mejilla a Edward -¿Crees que quiero que me salves? Oh, no, pobre... ¿Acaso piensas que yo también te amo?
Edward Miró firmemente a la criatura a los ojos, había visto esa reacción miles de veces, los demonios, da igual que rango tuvieran, siempre seguían el mismo modus operandi
-Sé que Martha necesita mi ayuda... da igual lo que digas
Pero no daba igual, pues las palabras de la demonio dolían como si se trataran de tornillos ardientes clavados poco a poco en su corazón. Tristeza arqueo una ceja
-¿Tu ayuda? Oh, ingenuo ¿Acaso no crees que ella adora ser tan... poderosa?- con ambas manos señaló a su alrededor, la verdadera Martha no habría tenido la fuerza para hacer eso con la gema -Y este cuerpo... está lleno de tanta... tristeza- sonrió de manera pícara, ante la doble ironía -que no quiero deshacerme de él es... perfecto
Se dio un auto abrazó, frotando los brazos con las manos
-No te estoy pidiendo que lo abandones- señaló con su mano derecha a la criatura -En el nombre de la sagrada Cruz... Me dirijo a la entidad que reside en este cuerpo, oye mi voz-
Poco a poco y disimuladamente se movió hacia el reloj que Borja había arrojado para, con su pie, sujetarlo y taparlo. Mientras tanto, la demonio se pasó un dedo por sus mejillas, haciendo el gesto de como si intentase limpiarse las lagrimas claro que estas siguieron saliendo sin parar
-Oh, cuánto daño me haces- la energía azul rodeo el cuello del hombre, levantando con cuidado en el aire sin llegar a cortarle la respiración del todo -Y si lo que quieres es hacer daño…
Se relamió los labios, o mejor dicho los diente, sabiendo que lo que le estaba a punto de contarle le llenaría de pesadumbre
-¿Recuerdas el asesinato de tus padres? Que triste... pero ¿A que no sabes por qué están muertos? o, mejor dicho, por quien...- se acercó hasta estar a un menos de un diez centímetros de la cara del hombre, mirando directamente a sus ojos esperando el torrente de emociones que estaban por venir -Deberías saberlo- se acercó a su oído y le susurro -llevas trabajando para él todo este tiempo
Tristeza vio los ojos de Edward llenarse de sentimientos negativos, pero sobre todo… de pesadumbre
-Estás mintiendo…
Edward intentó luchar inútilmente por librarse del poder de la criatura que le oprimía el cuello, mientras, Tristeza, emitió un sonido parecido a un gemido ante los sentimientos del hombre
-Cuanto dolor, cuanta pena en tan pequeño cuerpo… no, no miento ¿Acaso crees que los demás demonios no sabían lo que tramaba? Pobre estúpido… al menos ha sido útil en algo; te ha traído aquí, para que veas en primer plano- se giro y dejo que Edward viera el exterior, como sus hermanos se enfrentaban a los Titans -como conquistamos la tierra.
De pie junto al trono de Belial, Aidan aguardaba, como un sirviente obediente. Vio cómo las bestias aladas iban trayendo más y más gente que los perros demoníacos conducían como corderos al redil y sentía la angustia subirle por dentro al recordar lo que había sucedido en Metrópolis. Sabía lo que iba a pasarle a toda esa gente y se sentía enfermo al pensar que Belial iba a obligarle a contemplarlo igual que había hecho en la ciudad. Cada parte de su ser le gritaba que se marchara de allí, que empezara a correr hasta llegar al agua y después nadar hasta la orilla, pero sabía que no conseguiría dar dos pasos hasta que los perros infernales le partieran por la mitad, así que era el miedo lo que le mantenía allí, petrificado e inmóvil, tratando de no mirar a los prisioneros que se abrazaban los unos a los otros sabiendo lo que les esperaba. Trataba de no ver, pero era imposible no escuchar, y las voces de los niños... las voces de los niños se dejaban oír aún más alto.
No recordaba cuándo había sido la última vez que había rezado, pero en aquél momento empezó a repetir en su cabeza una antigua oración que rezaba con su madre cuando era pequeño, concentrándose en las palabras para no tener que oír las voces y lamentos de los condenados a muerte:
Que el camino salga a tu encuentro, que el viento siempre esté detrás de ti y la lluvia caiga suave sobre tus campos. Y, hasta que nos volvamos a encontrar, que Dios te sostenga en la palma de Su mano.
Se produjo un altercado entre el nuevo grupo que traían los perros. Alguien se separó del grueso y echó a correr hacia el agua. Uno de los enormes se desvió hacia él. Aidan cerró los ojos.
Que vivas por el tiempo que tú quieras, y que siempre quieras vivir plenamente.
Los gritos. Los gritos eran insoportables. Sabía que podía intervenir. Tenía el poder para hacerlo.
En lugar de eso, apretó más los ojos y recitó las palabras con mayor fuerza en su mente para acallar los gritos.
Recuerda siempre olvidar las cosas que te entristecieron, pero nunca te olvides de recordar las cosas que te alegraron.
Recuerda siempre olvidar a los amigos que resultaron falsos, pero nunca olvices recordar a aquellos que permanecieron contigo.
Los pasos pesados de los perros se hicieron más cercanos. Aidan podía sentir su imponente presencia a su lado y experimentó un escalofrío recorrerle por completo al recordar lo que aquellas mandíbulas eran capaces de hacer en un frágil cuerpo humano.
Recuerda siempre olvidar los problemas que ya pasaron, pero nunca olvides recordar las bendiciones de cada día.
Belial se levantó para felicitarlos.
Que el día más triste de tu futuro no sea peor que el día más feliz de tu pasado.
Un grito desesperado, el ruego inocente de un niño. Aidan abrió los ojos.
Que nunca se te venga el techo encima, y que los amigos reunidos debajo de él nunca se vayan.
- Dime pequeño ¿Cómo te llamas? -le preguntó mientras le ponía una mano en el hombro. La misma mano que había levantado en vilo a un bebé para devorarlo vivo.
- J-Joseph…
- ¿Y esa es tu mamá Joseph?
El terror, un terror como no había experimentado jamás, cerró sus garras sobre él desde dentro. No era capaz de pensar. No era capaz de reaccionar. Lo único de lo que era capaz era de seguir repitiendo estúpidamente la oración en su mente.
Que siempre tengas palabras cálidas en un frío anochecer, una luna llena en una noche oscura, y que el camino siempre se abra a tu puerta...
Pero ni siquiera eso podía acallar los gritos de la mujer. Nada podría. Aidan supo, con abrumadora certeza, que nada podría acallarlos nunca.
Los perros trajeron a la madre, y Belial les permitió un breve instante para abrazarse. Aidan no se dejó engañar por su aparente dádiva. Sabía de lo que era capaz aquél monstruo y sabía que ninguno de los dos iba a sobrevivir los siguientes minutos. Aún así, nada... Nada... Podría haberle preparado para lo que ocurrió entonces...
Que vivas cien años, con un año extra para arrepentirte.
El sonido... Aquél enfermizo sonido junto con los gritos del niño y las risas de Belial... Aquello era algo que tampoco podría nunca olvidar. Abrumado por una súbita sensación de náusea tuvo que apartarse de la escena, rodeando la base de la destrozada estatua mientras el corazón le martilleaba en el pecho y las tripas parecían a punto de salírsele por la boca.
Que el Señor te guarde en Su mano y nunca apriete mucho su puño.
Sus manos se apoyaron contra la fría superficie de la piedra, sus uñas tratando de arañar la roca deformada y rompiéndose en el proceso mientras su cuerpo entero temblaba y las lágrimas corrían por sus mejillas debajo de su máscara aprovechando que nadie podía verle, el peso de la culpabilidad amenazando con quebrar carne, músculo y huesos como si se tratara de una plancha de acero y sintiéndose la persona más despreciable sobre el planeta.
Que tus vecinos te respeten, los problemas te abandonen, los ángeles te protejan y que el cielo te acoja. Que la fortuna de las colinas irlandesas te abrace.
Sonidos de los perros ladrando y rugiendo. Gritos de horror y lamento.
Dios... Otra vez no... Otra vez no...
Que las Bendiciones de San Patricio te contemplen.
Gritos... Nuevos gritos... Pero éstos eran de... ¿Belial?
Que tus bolsillos estén pesados y tu corazón ligero.
Un amago de esperanza se encendió en su interior. Rodeó de nuevo la base de la estatua, ignorando el dolor de sus dedos sangrantes, y se asomó justo a tiempo para ver algo sorprendente: Belial estaba en llamas, el grupo de gente huía en desbandada perseguido por los perros y una figura envuelta en una especie de sábana había recogido al niño del suelo y se alejaba con él. Claramente había tenido el valor de hacer lo que él no.
Que la buena suerte te persiga, y cada día y cada noche tengas muros contra el viento, un techo para la lluvia, bebidas junto a la fogata, risas para consolarte, aquellos a quienes amas cerca de ti, y todo lo que tu corazón desee.
— ¡RAAAAAAAAAAAAVEEEEEEEN!
El poderoso grito atrajo la atención de todos hacia las alturas, distrayendo a Belial de su venganza. Aidan miró hacia arriba, casi esperando ver a un ángel.
Y no se equivocaba.
Que Dios esté contigo y te bendiga, que veas a los hijos de tus hijos, que el infortunio te sea breve y te deje rico en bendiciones Que no conozcas nada más que la felicidad.
Aquellos debían ser los héroes de los que le había hablado Gob... Aquellos de los que Raven deseaba vengarse.
Aquellos que se suponía debía ayudar a matar para que toda aquella pesadilla terminase. Gob había dicho que, cuando ellos murieran, Raven dejaría de asesinar a los humanos.
No debería ser tan difícil... No era como si no hubiera matado ya antes... Pero aquello fue diferente... Aquellos eran malas personas... Éstos eran héroes... Gente que luchaba para que aquella clase de mal no existiera en el mundo.
¿Sería capaz de hacerlo?
Desde éste día en adelante, Dios te conceda muchos años de vida, pues de seguro sabe que la Tierra no tiene suficientes ángeles.
Y el ataque comenzó. Una extraña criatura hecha de tentáculos se abalanzó sobre Raven, y una mujer con la piel naranja trató de atacarla resultando herida en su lugar y cayendo a plomo contra el río. La nave descendió a tierra y un borrón anaranjado salió a toda velocidad haciendo imposible que nadie pudiera distinguir sus rasgos. Un perro enorme saltó detrás de él junto con el joven que había retado a la semidemonio.
Y sólo quedó...
Aidan tuvo que pestañear varias veces para apartar las lágrimas que aún podían enturbiar su visión.
Aquella melena rubia, el cuerpo, la manera de moverse grácilmente en la nave ahora reconvertida en moto... El estilo de la ropa.
No podía ser, era imposible, pero a medida que la moto se acercaba más a su posición tuvo que aceptar lo inaceptable.
Y la última parte de la oración que rezaba su madre acudió a él casi sin pretenderlo:
Que Dios siempre te conceda un rayo de sol para calentarte, un rayo de luna para encantarte, y un ángel protector para que nada pueda hacerte daño.
Dinah Lance.
Dinah Lance... ¿cómo?
¿Por qué estaba ella allí? ¿Por qué conducía aquella moto dirigiéndose hacia donde aguardaban los demonios sin el menor miedo o vacilación?
Quiso gritar, decirle que se apartara de allí, pero entonces, en un fugaz momento de claridad, lo entendió:
Dinah era una de esos héroes a los que se suponía que tenía que matar. Y, antes de que su agotado cerebro pudiera procesar la información, una garra acerada le tomó por la garganta y le empujó contra la base de la estatua, haciendo que el aire escapara de sus pulmones por el impacto. Ante sí tenía el rostro encendido de furia de Belial, a escasos centímetros del suyo.
- Tu amo dijo que servías para algo más que para cantar, pajarito... ¿Es así?
Aidan apenas podía respirar, y, de todas formas, estaba demasiado asustado como para hablar, así que, simplemente, asintió como pudo con la cabeza. Belial se acercó aún más, a pesar de que habría pensado que era físicamente imposible.
- Más te vale demostrarlo, o, de lo contrario, te meteré en una jaula, pero no para cantar, pajarito -dijo mientras recogía de su cinto el látigo dorado-. Te azotaré hasta que la piel se haya desprendido por completo de tu cuerpo y después te arrojaré a los perros. ¿Está claro?
El irlandés asintió, tan asustado que pensó que vomitaría allí mismo, lo cual posiblemente haría que Belial le matara igualmente, pero, por algún milagro, consiguió contenerse. Belial le soltó y miró hacia Dick con una perversa sonrisa en el rostro. Con un gesto de su mano, los perros que perseguían a los humanos fugitivos cambiaron de dirección y se dirigieron hacia él.
Por su parte, Aidan echó a correr para ir al encuentro de Dinah. El pobre bastardo estaba muerto, y no había nada que él pudiera hacer contra varios perros infernales, especialmente con Belial mirando, pero aún podía sacar a Dinah de allí. Apartarla de todo aquello. El mero pensamiento de ver a Belial hacerle lo que acababa de hacerle a aquella mujer, o de tener que presenciar cómo los perros la devoraban le hacía sentir enfermo.
Su pareja, el padre de Lian... Aquella mujer había perdido demasiado ya por su culpa. Tenía que sacarla de allí como fuera.
Desde lo alto de la base de la estatua gritó en su dirección aprovechando la ventaja que le proporcionaba aquella posición. El grito recorrió los metros que les separaban sembrando un reguero de fuego a su paso que volcó la nave alienígena, arrojándola al suelo, a varios metros de las llamas.
Mientras tanto, una esbelta figura de pálida piel cubierta de escamas y cabellos blancos como la nieve se aupó sobre el bordillo del paseo que rodeaba la isla y salió del agua. Sus labios se abrieron para pronunciar una única palabra sin voz:
El guardián retiró la mano, ya que no había siquiera un aroma de aceptación en todo lo que la vaquera le decía, no sólo con palabras. Su gesto era de comprensión absoluta, una empatía que la vaquera no hubiese creído en otras circunstancias, de no ser porque su expresión se había vuelto..tan…¿Humana? Los rasgos burlones del dios desaparecieron y sólo se abrió paso una dulce voz aterciopelada, tan grave como de costumbre, que hablaba del deseo de un mundo en el que no tuviese que pedirle ese favor. - Sé lo que te estoy pidiendo- (Exigiendo) corrigió el dios en sus pensamientos - Pero con todo lo que sé, por todo lo que he podido averiguar, es la mejor manera de afrontar toda esta situación. Tengo que protegerte, a ti, a otros tantos que confían en mí. Y a mí. Y la única manera, sheriff, es que estemos juntos… Más juntos que nunca- para rebajar la sensación de invasión, retrocedió sus pasos sin estirar sus piernas y fue a apoyar su trasero sobre una rueda de paja, poniendo también uno de los pies contra ella. -Comprendo lo que supone para ti, pero no será como con ella. Victoria sólo arrebató tu esencia y te produjo pesar… Una sensación desgarradora que puede que no cures dentro de poco… Pero conmigo sería diferente- Habló con calma mientras juntaba ambas manos y las dejaba caer sobre sus piernas -Serás más grande, seguirás siendo sheriff, tendrás consciencia, lo recordarás todo. Trabajaremos como un caballo con dos jinetes a los que obedecerá por igual. Y la diferencia más importante… no voy a obligarte a nada- Eso no era del todo cierto, pero confiaba en su capacidad de convicción.
Dejó unos segundos para macerar toda la información. -Aprenderás cosas nuevas, cosas que quizá ni siquiera sospechabas conocer… Y sobretodo, te mantendré a salvo y después de que todo esto acabe, me marcharé. Y tú serás… libre. Por completo. Tu marca desaparecerá en el momento en el que yo abandone tu cuerpo y no deberás volver a verme- Estaba tranquilo, quizá con ganas de un buen puro, pero muy tranquilo. A fin de cuentas, se lo debía y tampoco es que pudiese negarse, pero si Legba tenía media oportunidad de hacerle sentir que era bajo su aceptación, sería como haberse coronado. Su alma estaría más receptiva, mantendrían mejor conexión, mejor comunicación, no le rechazaría, le ocultaría mejor de la mirada de los grandes… Todo jugaría a su favor si consiguiera que la vaquera accediese por voluntad propia.
-Tu vida no cambiará en lo más mínimo. Seguiré tu rutina aquí, te sentirás de hecho más fuerte, aguantarás más carga física, te sentirás menos agotada, no padecerás dolores fuertes…- el africano respiró hondo, pinzándose la nariz como si contuviese un fuerte dolor de cabeza. -Oye… Normalmente no soy tan sincero ¿De acuerdo? Pero no podemos estar aquí mucho más tiempo y creo que te mereces la verdad- miró al tejado mientras inflaba el pecho, como si le costase lo que estaba a punto de escupir. Bajó el rostro y nego con la cabeza un par de veces antes de volver a establecer contacto visual. -La persona que se refugie conmigo será quien mejor protegida esté… Y quiero que seas tú- Se mordió el labio, dubitativo. -Tengo mis motivos, no creo que te sirvan… Pero es la verdad… Quiero que estés bien. Y si he pensado en ti… Ha sido porque eres diferente a muchos de los que hay ahí fuera- confiaba que su trastorno de ego con el sheriff confiase en esa afirmación. Dicho esto, él aguardó paciente, sentado… Una última respuesta de Logan.
Mensajes : 2176 Fecha de inscripción : 14/12/2014 Localización : Atlantis Empleo /Ocio : Sumo Mago Humor : Melancólico
Ficha de Personaje Alias: Arion Nombre real: Ahri'ahn Universo: DC Universe
Tema: Re: Votación Highlights Enero 2021 22nd Enero 2021, 11:11
Gwen Stacy escribió:
[justify]Las lágrimas humanas resultaban incómodas para ver con claridad, pero la fuerza demoníaca ayudó para seguir tirando y mantener la firmeza en el agarre. Empezamos a envolver cada vez más longitud de cuerda sobre nuestros nudillos acercando distancia todo lo posible. Hasta que crujió y el inmenso salpicón nos obligó a cerrar los ojos. Las lágrimas cayeron, pasando camufladas sobre nuestro rostro cubierto ahora por completo de sangre cálida. El aroma a hierro se nos filtraba en la nariz y podíamos notar como los músculos del brazo, una vez lo agarramos, se relajaban por completo.
Observamos un instante la extremidad, inerte por completo, en nuestra mano. Las gotas de sangre resbalaban por nuestra barbilla. -No..-Si…- Colocamos el brazo dentro de nuestra boca, abriéndola todo lo posible y clavando los dientes en la carne muerta. No podíamos permitirnos perder una mano útil y tampoco devolverle el brazo. Quién sabe si el simbionte podría volver a unirlo al cuerpo. Vimos con lentitud cómo el cuerpo caía, permaneciendo quieto por completo. ¿Se habría desmayado del dolor?
Cuando los gritos de Shawn cesaron, fue como si escuchásemos por primera vez la melodía, el murmullo del hombre que se había acercado a él. Todo volvió a ser real. -¿Dónde…- estaba Savage…? Parpadeamos un par de veces y tratamos de despejar la sangre de nuestros párpados en un gesto inútil que sólo hizo que nos impregnásemos más de la esencia del joven.
Nos dejamos caer, tocando el suelo húmedo con las manos y los pies y nos movimos a rastras desde la distancia, con suma lentitud, sin levantarnos del suelo. El brazo cayó también desde nuestras fauces, quedando en cualquier esquina. El rostro de Gwen, desolado, inconsolable y agotado asomaba en un cuerpo que no le correspondía. Las garras se arrastraban en nuestro paseo a cámara lenta hacia el joven. Los pensamientos humanos se concentraban en una idea que tomaba protagonismo, aunque iba cargada de culpabilidad y rechazo. “Si le mata… pierdo lo único que me queda”. Sin embargo la consciencia demoníaca tenía otros planes “Al eliminarlos… Raven conocerá la verdad, nos premiará, podré volver a hacer lo que quiera sin tener que cumplir los deseos de nadie…Y podré castigar al traidor”.
Llevaba más tiempo quieta del que pensaba, permitiendo que esa música incesante penetrase en la seguridad de ambas almas que luchaban por tomar poder de un sólo cuerpo. Un cuerpo que les permitía ser fuertes para conseguir una paz interior añorada por ambas y a la vez tan distinta… -Sálvale…- dije contradiciendo el torbellino confuso de emociones que atacaban mi corazón, notando el calor de la rabia en mis entrañas que alimentaba a Pereza.
Según terminé de pronunciar esas palabras, mis garras se alzaron dispuestas a atravesar el pecho del muchacho y ensartarlo contra el suelo. De mi rostro desapercibido sólo caían lágrimas y sangre.
Lorenzo le remitió una mirada que hubiera deseado que no fuera tan angustiosa como lo fué. Su rostro estaba lleno de sangre diluida a causa de las lágrimas. Tuvo un momento de duda, en el que sintió un dolor punzante en el pecho. Ella era otra víctima. Como había estado punto de serlo él de no ser por... No. No podía permitirse eso.
Su siguiente movimiento tenía que ser tan rápido o más que la resolución que había tomado con Gula. Tenía que hacerlo en el momento oportuno, o se libraría de ellos con demasiada facilidad. Como si Pereza no se percatara de su presencia en su obsesiva persecución del joven, se aproximó hasta el cuerpo tendido e inconsciente de Shawn y comenzó a elevar las manos con la misma grácil flacidez que utilizaba para todo. Lorenzo se levantó mientras Pereza preparaba el golpe de gracia. Las pequeñas criaturas salieron entonces de su traje y se lanzaron contra ella en un ataque frenético. Caminaban sobre su cuerpo haciendo que sus pequeñas garras se clavaran en su piel como diminutas agujas. Avanzaban con rapidez haciendo que el foco del dolor fuera difuso, trepando por sus piernas y su tronco hasta llegar a sus brazos, donde activaron unos potentes imanes mágicos que se atrajeron entre sí obligando al demonio a unir sus brazos con un violento choque que los retuvo. El hombre agarró entonces los brazos de ella, dando un potente tirón, tratando de empujarla lo justo para que al menos una parte de su cuerpo entrara en el círculo. La notó hacer resistencia, pero sus piernas resbalaron sobre la sangre coagulada ayudándole a él con el movimiento. Un gruñido abandonó sus labios y sus pies trataron de encontrar otro apoyo al verse arrastrada, pegándose al suelo justo en el momento en que su torso traspasaba el margen de los límites del hechizo. Sus piernas tiraron con fuerza, quebrando el pavimento bajo sus pies. Pero su torso continuaba paralizado. El español se asomó al rostro de la mujer, que aún lloraba y le miraba con confusión y algo de odio. El demonio continuó tirando de sus piernas, pero Gwen Stacy, la joven White Spider, seguía asomada a ese rostro confundido y consumido. El español sacó un nuevo artefacto, mientras las pequeñas criaturas sobrantes salían del círculo subiendo a su cuerpo y aferrándose a él.
Respirar le ardía como ascuas. Notaba como si sus pulmones estuviesen llenos de hollín. Tal vez lo estuvieran. Abrió los ojos pestañeando varias veces. Estaban llenos de lágrimas. Tosió con violencia incorporándose y notando el dolor en el cuerpo. Observó mi rostro, algo borroso. Si hubiera tenido fuerzas su instinto le habría dicho que se retirara. No podía soportar mas ilusiones y mentiras. Agarró la mano con desesperación, y aún así, se cuidó de evitar cualquier posible contacto piel con piel. Así de automatizado lo tenía, hasta en las situaciones más extremas. Me miró a los ojos, deseando que todo aquello fuera real, por su propio bien.
- ¿Eres tu? ¿Eres tu de verdad?- apretó sin percatarse mi muñeca. No me hizo daño, pero afianzó la sensación de tacto, y le hizo sentir mejor. Volvió a toser con violencia. Era como un millón de hormigas andando dentro del tórax. -Sí, si... Soy yo, te lo juro por nuestro entrenamiento- algo que podía hablar de un entrenamiento rutinario cualquiera... O uno secreto que sólo conocíamos ciertas personas muy concretas de la MKL. - - Si. Si. Estoy. - ¿Bien? No. Para nada. - No han sido los demonios. Ni siquiera estoy segura de que fueran de verdad. - se incorporó un poco más, pero aún estaba algo mareada. Por mucha rabia que le diera, debía tener paciencia. -Lo eran, yo los he visto... espera, incorpórate despacio. - Le ayudé a apoyar la espalda - Lo que ha pasado ahí dentro sólo ha podido hacerlo Dragoslav. - ¿Culpa... de.... Drago?- Parpadeé incrédula. Sieglinde tenía mi lealtad, mi gratitud y devoción... Pero Drago tenía mi corazón y pensar que nos hubiese traicionado o que hubiese jugado así con nosotras... no era un plato dulce que digerir. -Estás segura- no era una pregunta, pero necesitaba una respuesta. Aunque cuanto más vueltas le daba en la cabeza… más sentido tenía, a pesar de lo doloroso de ese golpe. No se me olvidaba el factor Cédric, era mi objetivo principal. Tal vez le pudiese estar manipulando hasta ese punto...
- Tiene que serlo. - la dama de hierro estaba llena de convicción, y su camuflaje delató una alteración emocional aún mayor dando una nueva sacudida llena de reflejos descontrolados cuando hizo hincapié en ello. - Lo que he vivido ahí dentro... sólo una persona lo sabía en todo el mundo, y fue por una circunstancia forzosa. Dragoslav era el único que ha podido hacer una cosa así. - me devolvió la mirada. Podía ser apasionada, impulsiva, pero no era tonta. Ya me había dado cuenta de que la obesidad de Sieglinde formaba parte de una tapadera. Había tenido que cargarla sola ahí fuera y me había costado mucho menos de lo que pudiese esperar de alguien con su aparente tamaño. - Tu estabas ahí dentro. ¿No has visto nada extraño? ¿Nada que pueda confirmarlo?- ¿Extraño? Si... Que le delate...- dudé un instante. Realmente tenía varios confidentes tanto en lo de Elsa como en lo de Mephisto... No muchos, pero sí varios. -No. Pero confío en ti. Eso significa que Drago está- La música sonó frente a nosotras, en el aula de música que casi podía visualizar desde nuestra posición. Un par de grandes salas derribadas de distancia… y podría volver a tocarle -Aquí...
La lancha recorría la negrura que le separaba de su condena de muerte. De su última esperanza. Porque ahí estaba Ángela... y la despiadada criatura que no dudaría en arrebatársela si con ello podía hacer aún más acuciante el dolor que amenazaba con desgarrar todo lo que le convertía en un ser humano. Tanto si lo había hecho la que se proclamaba "hija de Trigón" como si no era más que el resultado de unas circunstancias forzosas, la realidad era que el hombre que se dirigía a afrontar las últimas consecuencias de la guerra demoníaca no era el mismo que unos días atrás. Ni en las peores circunstancias se habría imaginado a sí mismo tomando las determinaciones que ahora aceptaba como inevitables y que estaba dispuesto a continuar hasta el final. Fuera el que fuera. Movido por el horror había dejado atrás todo lo que en otro tiempo le había hecho ser quien era. Había renunciado a sus principios, a la mesura, a la moral, a la determinación, tal vez incluso a la esperanza. A su mismísima alma al hacer un uso indiscriminado de un poder cuyos efectos podían tener devastadoras consecuencias para aquellos que utilizaba para sus propósitos.
Ahí estaba, con una creación que en otro tiempo habría dado voz a las que no la tenían. Que habría servido para unir a todas las que creían que debían sufrir en silencio, y que vivían creyendo de verdad que estaban solas. No había dudado en relegarlas a un segundo plano. En ser él quien las callara para conseguir algo que pudiera borrar de la faz de la tierra el horror que los demonios estaban sembrando en ella.
Lo que se había originado con el objetivo de aliviar y servir como consuelo se había transformado casi tanto como él, en su peor versión. Ahora ninguna de ellas hacía otra cosa. Sus voces continuaban desoídas y silenciadas. En su lugar, todas aquellas gargantas sólo tronaban para dejar salir gritos desgarradores. Porque sufrían...
Ladeó la cabeza, moviendo con ella el pesado respirador y contempló con esfuerzo la silueta del hombre que le devolvía la mirada con una expresión de serenidad en el rostro. El nirvana descansaba en las comisuras de sus labios como en la pacífica expresión de un buda delgado.
- Buenos días ¿Cómo te encuentras hoy? - El tono de Lex Luthor fue cálido y agradable, cercano, como si estuviera viendo a un viejo amigo: - ¿Te están tratando bien? Bueno, no es como si pudieras saberlo...
La respuesta del hombre tendido en la cama se hizo esperar. Lex Luthor no podía estar seguro de si se trataría de la debilidad generalizada a causa de la enfermedad que padecía Superman, de la necesidad de aliento que el respirador le proporcionaba o si su espíritu estaba ya lo bastante quebrado como para convertir el gesto más pequeño en una agonía insoportable. Fuera cual fuera la respuesta, le satisfaría. Después de un prolongado instante, la débil voz como un crujido insufló una frase entre el sonido de aliento mecánico.
- ¿A qué has venido?
- He venido a charlar contigo, ya sabes que hay poca gente que pueda mantener una conversación coherente conmigo... O que pueda interesarme lo que tengan que decir... Tú en cambio... - Sonrió y miró al alienígena a los ojos, su mirada irradiaba orgullo, cómo si estuviera mirando un trofeo o un importante premio: - Te he traído un regalo, a pesar de lo maleducado que has sido conmigo... - Luthor le mostró una bolsa de papel que había traído: -... He intentado que hables conmigo, que me expliques cosas de ti... - Sacó poco a poco el contenido, mostrandole la tableta electrónica que llevaba dentro: - ... Y aunque te has negado en rotundo, hasta un niño sabe sumar dos y dos. Mira... - Encendió el aparato y apareció una transmisión de vídeo que mostraba una granja grabada desde el aire: - ...He pensado que te gustaría verla una última vez.
Nada de lo que pudiera salir de esa bolsa podía ser bueno para él. Como nada de lo que Luthor disfrazaba de regalo, muestra de aprecio o buena intención derivaba jamás en nada bueno para nadie que no fuera él mismo. Su egolatría se extendía más allá de lo imaginable. En su mente sólo había espacio para una persona, y esa era él. Lo que fuera que le mostrara sólo respondería a un deseo de satisfacer algún delirio privado. Si no hubiera estado a la fuerza postrado en la cama no se le habría ocurrido participar en modo alguno. Deseó con todas sus fuerzas tener la capacidad de encender su mirada láser una última vez para reducir esa tablet a una masa humeante, pero sólo consiguió que sus ojos parpadearan con un triste reflejo rojizo, como una lámpara que ha perdido contacto con los cables de los que depende para encenderse.
No le quedó otro remedio que asomarse a la imagen que le ofrecía el aparato. La vieja granja Kent, en Smallville. El lugar en el que había sido adoptado por sus padres, donde había recibido las lecciones más importantes de toda su vida. Donde había comprendido lo que era la familia, el amor, la justicia y la preocupación por los demás. Donde se había forjado en realidad el héroe. Jhon y Martha... los dos habían fallecido ya a causa de la avanzada edad, pero ahí estaba su granja, con su inmenso granero pintado de rojo, y sus ventanales azules. La había conservado como el tesoro de su infancia. Como el epicentro de una felicidad que decidió dejar atrás en una toma de responsabilidades en un camino sin retorno. Sus ojos volvieron hacia el rostro lleno de felicidad inmerecida de Lex Luthor. El hombre que había hecho lo imposible por acabar con Superman.
El hombre que ahora estaba viviendo la realidad de un sueño que creía cumplido.
-¿Que...- no pudo acabar la frase sin intercalarla con una respiración forzosa que delataba el intenso esfuerzo que era para él mantener una conversación. - ...vas a hacer?
- Lo que voy a hacer, amigo mío, es quitarte todo lo que eres, todo lo que alguna vez has representado... - Sonrió satisfecho mientras apagaba la tableta y la guardaba de nuevo, ya era suficiente: -...Destruir todo lo que eres hasta el punto en que mi victoria sobre ti sea completa ¿Sabes? Mientras hablamos... - La habitación temblo: - ... Una invasión a gran escala ha empezado, el mundo tal como lo conocemos se acabará ¿Y sabes qué? En su último suspiro, la gente de este país pensará ¿Por qué Superman no nos ha salvado esta vez? - Dejó la bolsa en el suelo, sin quitarle los ojos de encima: - La vieja granja de los Kent seguirá en pie, me he asegurado de ello, es mi regalo para ti. - De repente se apoyó sobre el cuerpo moribundo del hombre, sus rostros estaban muy cerca y en su cara brillaba una sonrisa de lunático, desesperada: - Dímelo, Kal-El... Quiero oírlo de tus labios, dímelo...Te he vencido. - Esperaba ansioso oírlo, escuchar aquellas palabras, había postrado a su enemigo, sabía su identidad y ahora mismo unos alienígenas, aquellos seres que su enemigo les había dicho a todos que no debían temer estaban arrasando el planeta... Había destruido todo lo que él simbolizaba, pero aún faltaba el último detalle, la guinda del pastel.
El hombre postrado cerró los ojos. El demente se zambulló en sus delirios de poder, en su necesidad de aplastarlo. A Kal-El se le acababa el tiempo. Quien había activado el cronómetro era Lex Luthor que le enfrentaba con una expresión desencajada. Había sido capaz de contactar con una especie alienígena que le había proporcionado una tecnología con la que los planetas más avanzados sólo teorizaban. Traspasó lo inimaginable para conseguir vaporizar la kryptonita creando un gas de rápida absorción que le permitiera introducirla en su sistema nervioso.
Al principio, tras exponerse al gas, pensó que iba a ser algo temporal, como el resto de exposiciones. Ese había sido su mayor error. El componente le produjo una reacción descontrolada en el cuerpo, debilitándolo con el tiempo como lo haría una enfermedad autoinmune. Se esparció hasta que sus poderes quedaron reducidos, y después gracias a una maniobra orquestada por Luthor, había sido capturado y le habían impedido la exposición a la luz solar. Eso sólo le había ayudado a empeorar cada vez más, hasta ver sus poderes mermados casi por completo. La mayor parte del tiempo permanecía sedado. Sólo se le permitía estar despierto para asistir a las periódicas visitas del maníaco que le mantenía con vida para su propio disfrute.
Pero como sucede con todos los que sueñan con ser Dioses, nada nunca es suficiente.
Con una tos renqueante, Kal-El trató de cargar sus pulmones todo lo posible. Una nueva amenaza se avecinaba, y no tenía nada que ver con la invasión. Se trataba de un último gesto cargado de poder y voluntad. Elevó una de sus manos de títere hacia el respirador, y lo retiró de su boca sabiendo que desde ese momento, cada respiración sería como sostener el peso del planeta sobre sus hombros. Respecto a la invasión, sabía que no podría evitarlo, por mucho que lo deseara. No había nada que le hiciera perder la esperanza... y continuaba sin perderla. Lex Luthor se dio cuenta con lentitud de que parte de esa tos era demasiado rítmica. Las comisuras de Kal-El eran las que se habían curvado con una sonrisa propia tan sólo del conocimiento y la experiencia que otorga la vejez.
- Lo que tú quieres... ningún hombre puede dártelo...- le respondió en un susurro doloroso. - Lo que Superman es... nadie puede quitármelo. Nunca me ha pertenecido. Les pertenece a ellos...- dejó caer la cabeza sobre la almohada cerrando los ojos por un momento. - Cuando no responda a la llamada... otros lo harán. Mirarán al cielo y en lugar de esperar, actuarán. - su mano inerte resbaló hacia el lateral de la cama, dejándose caer sin fuerzas. Una mano que en otro tiempo había sido capaz de arrastrar estrellas. - Ellos serán... sus propios héroes.
Lex cerró su puño con rabia ¿Después de todo aún seguía negando la verdad? Después de haberle destruído en todas sus formas... Se separó lentamente del alienígena sin quitarle la vista de encima: - Lástima... - Se puso en pie lentamente y cogió la bolsa de papel, se fue alejando con calma aunque en su interior estaba lleno de rabia homicida ¿Cuanto le habría gustado en ese instante aplastar el cráneo del hombre de acero? Ni el mismo era consciente de cuánto: -... Nadie va a escuchar tu llamada, te pudriras aquí, Kal-El, sabiendo que lo último que pudiste hacer por la humanidad fue no ahogarte en tu propia tos, alejado del mundo y olvidado. – Volvió a sacar de la bolsa la tablet colocándola sobre la mesita auxiliar. La granja ya no aparecía en la pantalla. La panorámica de metrópolis apareció con un presagio de muerte, siendo sobrevolada por docenas de naves que descendían inexorables sobre la silueta de la ciudad recortada contra un cielo azul iluminado por el sol. Un cielo perfecto para volar. Lex Luthor abrió la puerta de la habitación y le dedicó una última mirada: - Nunca fuiste un Dios, ni siquiera un hombre. - Y con esa sentencia final cruzó el umbral y cerró la puerta, dejando a Superman solo, abandonado y olvidado.
No tardarían en administrarle la sedación de nuevo, pasaría el resto de sus días postrado en esa cama hasta que la enfermedad que le aquejaba se lo llevase por delante. Kal-El observó la figura de su némesis saliendo a través de la puerta, con la certeza de que no alcanzaría la satisfacción que deseaba ni el mismísimo día que su cuerpo dejase escapar su último aliento. Había sido capaz de destruir su propio mundo si con eso podía destrozarle a él. Con esa decisión, Lex Luthor había dejado atrás todo lo que tenía algún valor. Renunciaba a su humanidad arriesgando a sus congéneres, a su patria entregándola a quienes les deseaban mal, practicaba el egoísmo mas exacerbado para conseguir un objetivo que solo él deseaba, y aplastaba la moralidad por un anhelo personal de poder.
A cuántos hombres y mujeres había visto morir a lo largo de los años... buenas personas que habían recibido el final demasiado pronto, y otros tantos que lo habían hecho con una crueldad que muy pocos llegaban a imaginar. Cuántos se habían extinguido en una vorágine sin sentido de violencia... como la que se avecinaba.
”Todos morimos solos. A todos nos olvidarán con el tiempo... pero no todos morirán habiendo sido amados.” sus respiraciones eran pesadas y rítmicas, a pesar de no llevar el respirador puesto. Lex llevaba razón, salvo en una cosa. Algo esencial que le otorgaba a Kal-El la tranquilidad que necesitaba para poder dejar todo ir, ahora que ya no tenía el control ni de sí mismo. Responderían. Lo harían con la determinación y la fuerza que eran capaces de mostrar en los peores momentos. Ellos salvarían su propio mundo. “En mis últimos momentos, me marcharé igual que todos ellos. Siendo sólo un hombre.”
La enfermera aparecería pronto. Volverían a colocarle aquel respirador y caería de nuevo en ese sueño agitado que le produciría la imagen de la tableta flotando en su subconsciente, el sonido de las explosiones y los gritos...
Qué extraña era para él esa sensación de fragilidad.
Tema: Prueba de rol de Superman
Javis Kotska escribió:
-Tu… ¿Has hecho todo esto?- se giró hacia Ivy, con una mirada incrédula en el rostro -es… no tengo palabras para describirlo
Lo que había conseguido aquella impresionante mujer, transformar una ciudad en una jungla, crear vida donde antes no había más que muerte y contaminación… era algo impresionante, con ese poder podría dar vida incluso en los desiertos más áridos, cambiar el curso de la tierra que, si seguía en ese ritmo, acabaría en un final desastroso. Entre todo lo verde, entre toda la belleza que sus ojos estaban captando… una pequeña flor blanca captó su atención, una entre las cientas que adornaban con sus colores el invernadero, de tal forma que parecía una ilusión, una imaginación de su mente que le estaba haciendo una jugarreta. Dio unos pasos temblorosos y se cayó de rodillas al llegar hasta la pequeñita flor, hundiendo sus rodillas en la hierba del suelo a fin de tocarla con la mano; era real, estaba ahí, delante de sus ojos… un jazmín, la flor favorita de su madre, de su hermana… de su sobrina. Recordó todas esas veces que, de pequeño, dibujo la flor en su cuaderno mientras su madre regaba el jazmín y su hermana cogía algunas para hacer un colgante o una corona de flores, los días calurosos de verano que pasaba en la casa de su hermana y veía a la pequeña Rosa hacerle un ramo a su hermana de sus flores favoritas… todas esas memorias, todos esos pequeños momentos que parecían ya olvidados, volvieron a su mente, llenándola de emociones que creía ya olvidadas.
No le importó que hubiera dos personas mirándole, ni siquiera si estuviese todo el mundo viéndole; cuando sus dedos rozaron los pétalos del jazmín con suma delicadeza, se echó a llorar como si aún fuera un niño en los brazos de su madre. Sus brazos, apoyados en el césped, parecían haberse convertido en una especie de cuerda temblorosa que cedía ante el peso de todas las emociones por las que su cuerpo estaba pasando; esa flor, esa pequeña y, para muchos, insignificante flor… le devolvió algo que llevaba mucho tiempo sin poseer, lo consiguió la primera vez que vio a la pequeña Martha corretear para saludarle con esa torpeza típica de los infantes y perdió… cuando perdió a su hermana
-He sido un hombre malvado- le confeso a ambos, mientras se secaba las lágrimas con la manga de la chaqueta -he hecho cosas horribles, cosas de las que jamás podré redimirme… y por eso, perdí a todos aquellos a los que amaba
Suspiro, reuniendo toda la fuerza posible para levantarse a pesar de sentir su cuerpo más pesado de lo que jamás lo sintió en toda su vida. Consigo levantarse, apretando los puños con fuerza y girando hacia Ivy, tenía el ceño fruncido y los ojos rojos tras haber llorado desconsoladamente ante el Jazmin, sin embargo, su mirada estaba llena de determinación
-Pero si puedo hacer algo bueno en este mundo… empezaré por esto-
¡Toma ya! Por fin entró en acción, bueno, aun no he hecho nada en absoluto pero ¿Veis lo que pone ahí arriba? “Bla bla bla GWENPOOL” ¡Esa soy yo! Está claro que la única razón de que aún no tenga más de mil temas pendientes es porque la gente del foro es muy tímida y les intimida un personaje tan increíble como yo misma, eso o que casi nadie me conoce y no sabe cómo llevar un tema conmigo… ¿Puede ser la primera opción, porfi? Además lo dice en el título, ahí, bien clarito para que lo vea todo el mundo.
Bueno, dejemos la emoción del primer tema a parte, ahora me toca ponerme en situación ¿Qué hacía yo por el norte de Michigan? Fácil, se que ese era el lugar secreto de los Thunderbolts y por eso estaba allí, el mismísimo Deadpool me lo había contado antes de dejar el foro… por lo que estoy leyendo en el tema, a Ross no le sentó muy bien… ¡Ya se! Me voy a unir a ellos, así verán que soy mejor que Deadpool y me pondrán esa insignia debajo del avatar. La cosa es… ¿Cómo leches llego yo hasta arriba? ¡Que ya han respondido dos personas! Voy a tener que escalar el Everest de post… bueno, todo sea por la insignia, un momento ¡Pero si ya la tengo! Bueno, aun tengo que meterme en el tema, que sino seguro que me la quitan
Joe, ya podría haber empezado a subir de post antes de ponerme a narrar lo otro, ahora me va a costar más trabajo. Para los que estén leyendo esto, es como escalar uno de esos paneles con cosas a las que engancharse, salvo que en vez de cosas deformes, me agarro de “a” o “c”, bueno de la c menos que es difícil agarrarse. Me tuve que subir todo el post de la pelirroja ¿Pero el del guapete este? Imposible, yo me índigo, hago una huelga ¡Post más cortos y más fáciles de escalar!... un momento, esta barra de spoiler… si me pongo aquí en la esquina ¡Oh! Puedo usarla como trampolín; respuesta de Ross ¡Alle voy!
Y volé, por todo el post de… jopelines, no he podido ni leer su nombre de lo rápido que iba. En fin, por poco me salgo del tema y me estampo contra el banner del foro, menos mal que al pasar por la imagen me pude enganchar en la red de la valla. Ahora tocaba lo más difícil; entrar dentro ¿Cómo podría hacerlo? Pues muy fácilmente, me bajo hasta donde haya escrito Ross, le cambió el orden a su frase para que ponga “Bienvenida Gwen, te estábamos esperando”. . . . Vale, acabo de descubrir que no puedo cambiar las frases de los demás ¿¡Como entro yo entonces!? Si no puedo cambiar las frases de los demás… un momento, eso en morado no es de ningún personaje ¿Verdad? O no de uno importante. Si pudierais verme, veríais que tengo una sonrisa de oreja a oreja, pero como no podéis verme os lo describo; tengo una sonrisa de oreja a oreja. Escale hasta la frase de la camarera y empecé a copiar letra por letra, lanzándolas asta mi parte del post para que formaran la frase
-Gwenpool, credenciales autorizadas
Y boom, ya estoy dentro ¿Ves que fácil? Apenas me ha costado la vida subir los posts y encontrar la manera de entrar, para nada en absoluto. Bueno, ahora que estoy aquí, tendré que poner una pose para que cuando me vean se queden como “guauauauau”. A ver, tumbada en modo relax, sentada con las piernas cruzadas… a no, ya se, sacara la navaja que tengo en la mochila, me la pongo en la boca sujetándola como si fuera una rosa y me pongo en una pose sexy, ya sabéis, de lado con la cabeza apoyada en el puño. Ale, ahora toca esperar a que vengan… ¿Van a tardar mucho? Que me estoy dejando el cuello
Casi me caigo del sofá cuando entraron y mira que ya me lo esperaba, bueno Gwen, ha llegado tu momento, es tu primer post, estas algo nerviosa y puede que no salga todo lo bien que te esperabas, que no sea el tema que te haga tener cientos de solicitud para abrir temas nuevos, respira, tranquilízate y dale a tope
-¡Soy- me levanté del sofá, extendiendo los brazos con una sonrisa -la increíble Gwenpool! Famosa en el mundo entero por ser mil veces mejor que Deadpool, en serio, preguntadle a los japoneses ¡Ellos me adoran!
Oh, qué bonito, es mi primer post con él y ya se está preocupando de que Ross no haga pop con mi cabezón, que amable… y la pelirroja esta aun no me ha dicho que champú utiliza para tener el pelo así. A ver, a lo mejor seria buena idea centrarme primero en el gigante rojo que me está apuntando con el dedo antes de ponerme a charlar con... joder, si que están lejos sus nombres, mira mejor ya los leeré si se presentan en sus próximos post, que pereza tener que volver a subir
-¡Pues muy fácil! Como estamos en un foro de rol, me he colado por tu respuesta y he utilizado el color de la frase de la camarera para poder entrar- sí, lo dije con una sonrisa en la cara porque es la verdad ¡Los héroes nunca mienten! -Cosillas a parte ¡Quiero unirme a los Thunderbolts! Se disparar, pelear, usar armas blancas y como los malos que vamos a patear seguro que son personas sin nombres que están ahí para que les demos pal pelo ¡No tengo problemas en llenarle de agujeros!
No se si me los estoy ganando, por eso de ser mi primera respuesta y no poder ver sus reacciones hasta que ellos las escriban… tengo que hacer algo más, sino voy a acabar siendo echada del tema…¡Y del foro! No, eso no puede ser, que acabo de empezar
-También sé usar una multitud de armas y siempre tengo algunas bombas en mi mochila ¡Todo lo necesario para ser una heroína!... ¿Qué me dices, Rosso?- que ingeniosa soy, he juntado Ross con Rojo, aunque ya no hace tanta gracia si explico la broma -Se que seré una fantástica adición al equipo, pero si no te entusiasma la idea, por favorcito no me aplastes, que aunque sea mejor que Wade no me regenero como el
Como primera respuesta no esta mal ¿A que no? podría haberla alargado un poco mas, pero ese no es mi estilo, yo voy a lo natural, a pelo. Ya solo queda ver si con esto convenzo a Ross para que me deje unirme, como no me deje esto va a ser un tema muy incomodo ¡Con lo que me ha costado entrar!
Cogí una de las guitarras que descansaban en una esquina y me senté, ajustando el pie de micro, dejando la guitarra descansar sobre mi muslo. Acaricié la madera un instante antes de colocar los dedos y empecé mientras pensaba lo que quería decir con cada verso…
Everyday I wake and everything is broken Llevo rota mucho tiempo Turning off my phone just to get out of bed y he necesitado estar sola… Get home every evening and history's repeating Vivo en un bucle de dolor... Turning off my phone 'cause it's hurting my chest y no puedo compartirlo con nadie... And heaven knows I'm not helpless Sabes que no estoy indefensa... But what can I do? ¿Pero qué puedo hacer…? I can't see the use in me crying No veo en qué me ayuda llorar If I'm not even tryna make the change I wanna see si ni siquiera voy a intentarlo… I can't sit and hope No puedo quedarme sentada... I can't just sit and pray that No puedo seguir acudiendo a ti, Jesse… I can find a love when all I see is pain Puedo encontrar tu amor aún cuando sólo veo dolor... I'm falling to my knees pero me estoy rindiendo… And though I do believe y aun así creo… I can't just preach, baby, preach que no puedo seguir predicando I can't just preach, baby, preach los consejos que me das, Jesse… All I hear is voices, everybody's talking Todo el mundo habla, y hace mucho ruido... Nothing real is happening Nada me parece real… 'Cause nothing is new now in all this tragic Porque nada parece nuevo dentro de mi vida And I just feel sedated Me siento sedada… Why do I feel numb? y entumecida… Is that all I can do? ¿Eso es todo lo que puedo hacer por ti…? And heaven knows I'm not helpless Sé que sabes que no.. But I'm only human pero soy humana I can't see the use in me crying Sé que esto no me ayuda… If I'm not even tryna make the change I wanna see Sé que tengo que cambiar... I can't sit and hope No puedo esperar I can't just sit and pray that que estés siempre ahí… I can find a love when all I see is pain Aunque disfrute tu cariño… I'm falling to my knees me estoy viniendo abajo… And though I do believe (though I do believe) Y aunque confío en ti… I can't just preach, baby, preach no puedo simplemente predicar contigo. I can't just preach, baby, preach No puedo seguir confesándote... And heaven knows I'm not helpless Sabes que no soy débil But what can I do? pero tengo que irme… I can't see the use of me crying Quedarme aquí llorando… If I'm not even tryna make the change I wanna see no me ayudará a mejorar I can't sit and hope No puedo pretender… que sigas ahí I can't just sit and pray that Rezar porque no te canses... I can find a love when all I see is pain Y aunque sé que me quieres… I try to do the things that save it, I believe (I do believe) tengo que hacer todo lo posible por salvarme… I can't just preach, baby, preach Porque aunque creo en mí… I can't just preach, baby, preach No puedo únicamente predicar mi dolor… I can't just preach, baby, preach Y ser débil para el tuyo...
Y según terminó de sonar la última cuerda, busqué su mirada.
El tacto sobre mi hombro me sacó del trance. -Me cuesta creerlo, la verdad…- susurré buscando la verdad en su rostro. que no pareció delatar lo que yo buscaba. Le sonreí con sus besos, con cada gesto… hasta que se acomodó, cosa que imité quedando también descalza. Entonces comenzó su ritual apagando intermitentemente las velas. Le observé desde la entrada, aún intentando asimilar el entorno y el sitio donde había sido conducida. Sus palabras me daban ganas de seguirle allá donde fuese. - y cómo, al estar privado de la vista, todos los demás sentidos parecían sobreestimularse… - Cientos de imágenes diferentes y de posibilidades invadieron mi mente con esa declaración de intenciones. Algunas bastante directas, como posturas concretas o detonantes con los que jugar. Otras más sutiles, como el hecho de que, sin visión, percibiría mejor su voz…
Para cuando se quitó la camiseta de espaldas a mí y se dio la vuelta, yo ya estaba frente a él. Esa mirada… Esa jodida mirada…
No iba a esperar mucho más. Nuestro encuentro iba a ser inminente e inevitable, así que decidí darme un último regalo de paciencia. Sonreí, observando su tatuaje mientras lo repasaba con la yema de los dedos, ligeramente cálidos -Qué buen chico… Casi no pareces el hombre que me ha encerrado con él en el baño del bar… - Deslizando los dedos por su nuca, agarré su pelo cerrando el puño y haciendo que inclinase la cabeza al lado contrario, dejando aun más expuesto el tatuaje. Le guié conduciéndole con mi cuerpo, con la mano dominante y otra mano en su espalda que le rozaba con suma suavidad en contraste con la zurda hasta que le senté entre dos velas, una encendida y otra apagada. -Si te sigues portando así de bien va a ser un lujo…- Y con él ya sentado, clavé mis rodillas en el suelo frente a su mirada.
Buscaba en él constantes señales de consentimiento, de aprobación y también de incomodidad. Tenía que leerle muy bien si no quería incomodarle, pasarme de la raya o hacerle daño y me concentré en eso. Por un instante cruel, Plana se cruzó por mi mente en una desagradable comparación. Sí, él podía utilizar los rayos para intensificar el placer, pero… Este juego, esta caza… nunca había sido igual con nadie.
Aproveché su vulnerabilidad y me concentré en el tatuaje para dejar de pensar en eso. Empecé recorriendo con suma calma los nudos celtas, besando uno a uno mientras le liberaba la espalda y el pelo, empezando a acariciar sus muslos, cada vez más cerca de las ingles según descendía por su brazo. -Háblame si hay algo que te perturbe…- Era mi esclavo, haría lo que yo quisiera, pero siempre había que dejar claro que era cosa de dos. Por mucha actitud, rol o juego que hubiese de por medio.
- No es mala idea padre. Sólo hay un problema. No quiero alertar a los animales. No son responsables de lo que han hecho estos patanes cuatreros, y además, la yegua está a punto de parir. No quiero alterarla y que eso pueda dañar al potro.
-No me queda mucho tiempo, mi querida Roxanne- su voz sonó tranquilizadora, sabiendo que Roxanne puede que no soportara otra perdida mas -me alegra que, al final, hayamos podado estar más unidas
No supo qué decir; después de perder a su familia, encontró confort en poder hablar con su madre biológica, compartir su vida con ella… ni siquiera eso le quedaría. No podía dejar que la pesadumbre cegara su mente, aprovecharía lo poco que le quedaba con su madre para estar con ella y… hacerle las preguntas que tenía que hacerle, mas no pudo ni abrir la boca; su madre negó con la cabeza ya sabiendo de antemano lo que estaba a punto de preguntarle
-Lo siento pero… aunque puedo responderte a esas preguntas que me quieres hacer, te pido por favor que me permitas tener unos últimos momentos contigo, en silencio… felices
Tenía muchas ganas de conocer qué pasaba en sus sueños, sin embargo, lo que le dijo su madre sonó tan… placentero; pasar el poco tiempo que le quedara juntas en silencio, juntas. La mujer dejó la piedra y se sentó al lado de su hija, apoyando su cuerpo en el pecho de esta, sintiendo su respiración, mientras miraba el cielo estrellado. Puede que su raza no lo hubiera hecho del todo bien, pero en ese instante, bajo esas estrellas… Fommesse era feliz. Roxanne vio cómo el cuerpo etéreo de su madre se desvaneció en un polvo dorado y brillante que se esparce por el viento, desapareciendo como miles de luciérnagas que escapaban entre los humedales de un pantano.
Desde el segundo en el que se lo dijo, se estuvo preparando… no funcionó del todo; las lágrimas llenaron sus enormes ojos de dragón y mojaron sus blancas plumas, incluso a pesar de no haber estado con ella tanto tiempo, seguía siendo su madre y perderla, después de haber perdido ya tanto… fue otro golpe que tuvo que soportar a solas.
Legba no pudo evitar fijarse en el aspecto de la joven. ¿Cómo aparentando tanta debilidad y fragilidad podía permitirse saciar a quienes rozaban su pálida piel? ¿Cuál era su habilidad y por qué había surgido ahí de repente? Una punzada de celos sacudió el corazón muerto de El Dios cuando comprobó cómo observaban los ojos cansados los largos cabellos carmesíes.Sin embargo buscó entre su calma y su interés los motivos suficientes para mantener la compostura.
La diosa complaciente se encontraba atrapada en ese ataúd de geoda del cual parecía formar parte. Era tan suyo como lo eran sus ojos o su voz. -Hablas como las antiguas…- el guardián se inclinó para tener ambas pupilas al mismo nivel. -Deteneos- y cuantos la tomaban en contacto la soltaron, guardando una distancia prudencial que les permitiese contemplarla aún en lo lejos.
Los dedos vendados se extendieron envolviendo el crisol rojizo, recorriendo sus vértices y experimentando una a una con plenitud, saboreando con parsimonia, sus sensaciones. Sus ojos seguían las yemas de sus dedos hasta que se detuvo, antes de tocar su piel. No podía permitirse el lujo de hacer pensar a dos de sus aldeas más conflictivas que la quería sólo para él. -Significa Paz Rojiza… ¿Te duele ese nombre?- Era difícil clasificar los sentimientos del dios en ese instante. Una mezcla entre envidia, duda, curiosidad y celos mezclados entre sí furiosamente, emitiendo explosiones constantes dentro de sus impulsos.
El dios hablaba con calma y amabilidad. Parecía irreconocible para cualquiera que conociese su faceta más despreciable. Intentaba explicar que la presencia de esta nueva deidad debía racionalizarse y no explotarse como parecía que habían estado haciendo en las otras visitas al continente. Y si de eso podía conseguir la paz entre ambas tribus y una tradición de peregrinaje para verla o conseguir agua en su ausencia… resolvía un peso sobre sus hombros.
Delante suyo habían unas escaleras, encima de estas, con un cartel roñoso de madera que colaba de un hilo, quedando torcido, había una indicación en la que, con la misma letra que el anterior cartel ponía: ¡Cuidado con las escaleras! No pierdas el pie y tropieces.
Se asomaron por las escaleras, se veían viejas y antiguas y la madera parecía podrida en algunos puntos, tras debatir unos minutos determinaron que cinco de ellos descenderían y Nichols se quedaría arriba en la retaguardia cubriendo su bajada: - Sánchez, tú irás delante, asegura las escaleras. –
Empezaron el descenso con cuidado, asegurando su pie a cada escalón, el sudor frío recorría sus cuerpos y la tensión hacía que los riñones les dolieran con intensidad, después de todo lo que estaban pasando esperaban que les dieran un buen tiempo de descanso…Sánchez maldijo cuando uno de los escalones se partió al pisarlo, por suerte retiró el pie rápidamente y suspiró aliviado: - ¡Tengan cuidado! Ese hijueputa peldaño se partió. – El hombre continuó el descenso, su corazón bombeaba fuerte ante el alivio de haber salvado una trampa mortal, mientras bajaba usaba su linterna para ver cada peldaño, sin embargo, ninguna luz podría haberle prevenido cuando uno de los peldaños intermedios de la escalera cayó entero, cómo un bloque, al pisarlo, Sánchez perdió el equilibrio y su pie se quedó atrapado en el hueco que quedó entre el escalón anterior y posterior:
-Sánchez ¡Salga de ahí! – Pero ya era tarde, las luces de la estancia se encendieron, unas luces blancas y deslumbrantes que les cegaron por un instante, un sonido terrible les inundó los oídos y los aterró, pero más lo hicieron al escuchar los terribles chillidos de Sánchez: - ¡DIOS MÍO! ¡P**A! – El sonido del hombre cayendo por las escaleras, su cuerpo golpeando los peldaños de madera, con la espalda, con la cabeza, con el torso…El ‘PLAF’ final al golpear el suelo de cara, todo acompañado de los gritos del hombre, que maldecía en español, su lengua materna, una risa sonó a través de unos altavoces, similar a las que sonaban en las series de televisión, el resto de la unidad bajó rápidamente, aún algo cegados por el repentino fogonazo de luz.
Al llegar abajo Brown pudo ver a uno de sus mejores hombres, el padre de dos niños y un soldado ideal, tirado en el suelo, chillando sobre un charco de sangre que venía del terrible corte irregular que tenía a la altura de la rodilla, aquel hombre había perdido su pierna derecha y ahora era un muñón de sangre y carne, las lágrimas le caían por el rostro mezclándose con la sangre que le caía por la nariz mientras se presionaba la herida de la pierna, tenía trozos de metal oxidado clavados en la herida: - ¡Dios! Dios mío…-
Brown se acercó a examinar las heridas y luego miró el punto en el que el hombre había caído, en el lugar del peldaño que había caído se encontraba ahora una cuchilla vieja y oxidada que estaba llena de sangre y restos de piel...
Aquellas hojas debían ser impulsadas por algún mecanismo hidráulico, si alguien diseño esa trampa no solo tuvo que poner el mecanismo en algún lugar cercano que garantizase la eficiencia de la maquinaria, si no que tuvo que idear algún sistema para acceder al mismo, probablemente la sala estaba sellada por aquel extremo, pero desde algún lugar del templo debía poder accederse a la maquinaria que movía esas cuchillas: - Vamos…- Golpeé la pared con los nudillos mientras ponía la oreja pegada, las cuchillas empezaban a cerrarse, ya no debía haber más de un metro y medio entre ellas y mi cuerpo: - Vamos…- Me moví unos centímetros y golpeé de nuevo con los nudillos, esa parte de la pared sonaba diferente…Me moví rápidamente, casi tropezando debido al estado de mi cerebro, cogí la mochila y saqué los explosivos restantes sobre la superficie de la pared, estos empezaron a emitir un pitido y un destello rojo, me alejé rápidamente mientras las cuchillas se cerraban, ya solo tenía un margen de un metro antes de que se cerrasen completamente…PI…PI….PIIIII…La pared saltó en pedazos cuando los explosivos hicieron su trabajo, levantando una gran humareda, todo el pozo tembló pero yo no tenía tiempo de comprobar el estado de la estructura.
Cogí la mochila como pude junto con la antorcha y corrí hasta mi salvación, atravesé la pantalla de humo y me arrojé contra el suelo de la habitación oculta mientras las cuchillas crujían al deslizarse las de la izquierda sobre las de la derecha, juntándose y mostrando el resultado de su movimiento, una cámara totalmente sellada que habría destrozado y destripado mi cuerpo en cuestión de segundos…Suspiré aliviado mientras mi corazón bombeaba a toda velocidad debido a la adrenalina, no tenía tiempo para celebraciones…Busqué una pared sobre la que apoyar la espalda y me coloqué en cuclillas, con la mano derecha agarré la muñeca izquierda y cogí aire, Bruce me había enseñado esta técnica, pero jamás me había visto en la necesidad de usarla…Bueno, supongo que hay una vez para todo, cogí aire calmadamente, llenando mis pulmones, apreté con fuerza la muñeca y en el momento en que solté el aire di un tirón fuerte y seco del brazo izquierdo que crujió con fuerza cuando el hombro se volvió a colocar en su sitio:
-¡AAGH! – Me caí al suelo de rodillas mientras me agarraba el hombro, quemaba, quemaba cómo pocas cosas me habían quemado jamás, mi cabeza daba vueltas, pero no tenía nada que ver con la droga, el dolor nublaba mis sentidos, lo veía todo rojo…Cerré los ojos…
….
Me desperté en la misma habitación en la que me había desmayado, no tenía consciencia de cuánto tiempo había transcurrido, tal vez unos minutos, tal vez unas horas: - Ufff…- Bufé al mover el brazo, estaba mejor, pero aún escocía…Miré a mi alrededor, antes ni me había dado cuenta pero en esa habitación ardía un fuego en una especie de lámpara que colgaba del techo, iluminando algo la estancia, a mi izquierda había un pasillo que se perdía en la infinita negrura, delante de mí el hueco por el que me había conseguido colgar y a mi derecha el mecanismo de la trampa, lo observé detenidamente ¿Cómo podía ser? Aquellas piezas que lo componían parecían bastante modernas en comparación, eran materiales metálicos pulidos y bastante bien trabajados ¿Cómo podía ser eso? Me puse en pie y usé la lámpara para prender mi antorcha de nuevo…
El sonido de las ratas correteando entre los contenedores. El aroma hediondo de la gasolina derramada sobre el pavimento. El sabor metálico de la sangre empapando sus labios. Un quejido lastimero que nadie escuchó.
No había escapatoria del callejón, no para ellos. Corriendo como si el diablo te pisara los talones, decía el refrán... ¿Y lo que no decía? El diablo, al final, siempre terminaba echándote el guante. Cuando Daredevil se puso de pie, sosteniéndose con fuerza un costado de su cuerpo, a la altura del abdomen, jadeando por una herida que no dejaba de manar... cuando Daredevil se puso de pie, lo hizo en medio de un mudo desfile de matones inconscientes, tirados en el suelo siguiendo un patrón irreconocible.
«Cuéntame, Matthew».
Le costaba andar, pero no tenía otra opción. Su respiración, agitada, soltaba nubes de vaho en el frío aire de una noche neoyorquina de invierno. Daredevil arrastró su pierna derecha, posiblemente dislocada, y avanzó, un paso a la vez, goteando sangre por un sinfín de violentas heridas como Hansel y Gretel dejando su rastro de migajas en el bosque.
Se había encargado de los siete tipos del callejón, pero un infierno lo aguardaba dentro. No pudo menos que sonreír fugazmente ante la ironía. Por una vez en su vida, iba vestido para la ocasión.
«Temo que... Dios me haya abandonado».
Daredevil abrió la puerta de hierro de un sólo tirón. Su brazo gritó en agonía. No estaba en condiciones de seguir. En cualquier momento podía desmayarse del dolor, o caer muerto por las hemorragias. ¿Y entonces qué lo haría seguir adelante?
La culpa. La culpa lo haría seguir. Un paso a la vez. La culpa era parte de su código genético, de su herencia católica, de su credo personal. Él había dejado que esto pasara. Él debía solucionarlo. Era su responsabilidad.
Del otro lado de la puerta lo recibió una lluvia de balazos. Uno alcanzó a atravesar su hombro limpiamente, los demás agujerearon la pared detrás de él. Dando una voltereta en el aire, Daredevil se lanzó por el corredor concentrado únicamente en el silbido de las balas cruzando el aire, en el olor de la pólvora en la punta del cañón de la pistola, en la pesada respiración del hombre que disparaba una y otra vez con el miedo palpitando violentamente contra su pecho. De una patada lo desarmó, y con un gancho derecho lo lanzó al suelo. Su papá estaría orgulloso.
Podría haber soltado un comentario ingenioso, pero no estaba de humor. En su lugar, se limitó a golpear al hombre. Una vez. Dos veces. Tres. Cinco. Diez.
«Dios nunca nos abandona. A veces, el mundo puede parecer muy oscuro. A veces no vemos el camino delante de nuestros pies. Pero el Señor siempre iluminará la senda, Matthew. Él todo lo perdona. Lo único que requiere es un salto de fe».
Mientras bajaba en el ascensor, Daredevil se preparó para el comité de bienvenida que lo recibiría del otro lado de la puerta. El edificio parecía ser una fábrica abandonada. A juzgar por el frío glacial y la humedad que rezumaba de las paredes, el lugar debía de estar sumido en las tinieblas. Pero ningún alma merodeaba voluntariamente en la oscuridad.
Daredevil intentaba no pensar en Penny. Había ido allí por ella, pero no debía dejar que su recuerdo lo distrajera. No podía lidiar con la idea de que la niña estuviera muerta... y todo por su culpa. Penny no tenía madre, y su padre solía abusar de ella. Matt Murdock, el renombrado abogado de Hell’s Kitchen, ganó el caso en su contra y metió al bastardo en la cárcel. Los servicios sociales se llevaron a la pequeña, con la esperanza de un futuro mejor. Un futuro que nunca iba a llegar.
Cuando las puertas del ascensor se abrieron, los matones descubrieron que no había nadie allí. Dos se adelantaron, metiéndose envalentonados en la caja de metal, sólo para ser sorprendidos por el diablo de Hell’s Kitchen que aguardaba en el techo.
Lo que siguió pareció una embestida de animales. Daredevil contra una docena de hijos de perra. A uno le pegó un codazo en la cara al mismo tiempo que le pegaba una patada en el pecho a otro. Otros tres tumbaron al enmascarado con ferocidad, y con igual ferocidad lo golpearon con caños y garrotes. Daredevil ya no sabía si lo que escupía era sangre o su propia alma.
Pero se levantó. Siempre se levantaba.
Mientras agarraba a uno por el cuello, corrió por la pared para patear a otro en la nariz. Dio una vuelta mortal hacia atrás hasta caer de pie, y, sujetando dos porras, se lanzó en un frenesí descontrolado contra los cuatro que tenía delante, revoleando sus armas con agilidad, precisión, y equilibrio perfecto. Ya no sentía el dolor ni el entumecimiento. No sentía frío ni calor. Sólo rabia. Rabia como un perro que ha sido apaleado lo suficiente.
«No podrá perdonar esto, padre».
Roto pero no vencido, Daredevil cruzó el último umbral para encontrarse con su destino. Estaba en una habitación pequeña y probablemente mal iluminada. Podía oír sonidos rebotando en todas las direcciones, la temperatura bajando y subiendo drásticamente de un punto al otro. Había muchas personas en aquel sitio, apelotonadas juntas. A juzgar por sus latidos, no debían de tener más de diez o quince años. Niños.
Excepto uno. Un hombre parado en el centro del infierno. Un hombre que amenazaba con ejecutarlos a todos si el diablo de Hell’s Kitchen no se quedaba quieto en su lugar. Penny. ¿Dónde estaba Penny? Podía oler su aroma. Pero había más, muchos más, decenas de ellos. ¿Qué era... qué era este lugar? ¿Por qué tenían a todos estos niños aquí? ¿Y qué era ese jodido ruido...?
Oh. Cámaras. Cámaras de video. Desde la distancia, Daredevil olfateó los nauseabundos olores de un colchón repleto de chinches al otro lado de la habitación. Podía sentir asqueado la humedad que desprendía, los sudores, los... Dios santo...
Por todos los cielos...
No...
«¿Por qué, Matthew? ¿Qué es lo que has hecho?».
Maldito sea. Maldito enfermo pedófilo de mierda. Maldito hijo de perra. El corazón del hombrecito se saltó un millón de latidos y su respiración se entrecortó cuando Daredevil se lanzó sobre él. Primero lo desarmó con tanta violencia devastadora que le quebró la muñeca de un solo golpe. Luego lo mandó al suelo de una patada asoladora en sus partes, dejándolo probablemente sin día del padre. De por vida.
Y gritó, Daredevil gritó, incapaz de digerir la repulsión que le provocaba el infierno en el que vivía. Agarrándolo del cuello de la camisa, separó al hombre del suelo solamente para estamparlo otra vez contra el duro pavimento de un puñetazo en la cara. Y le volvió a pegar. La sangre salpicaba la boca del diablo como la tinta en la firma de aquel contrato funesto. Y gritaba, como una bestia herida, sin parar de golpearlo. Le dolían ya los nudillos, pero no se detuvo. No podía parar. Ya no sabía cómo.
En un mundo de oscuridad perpetua, Matt Murdock no olía nada más que sangre.