[Minievento WWD] Cuervo de Sangre - The Aftermath (Andy, Nightwing, Starfire, Warlock, Bart, Dolphin, Savage, Damian) [12/04/2019]

Estas palabras se repetían dentro de la mente de Andrew una y otra vez. Las había escuchado por primera vez en una tienda de discos hacia ya varios años. El tendero tenia puesta un disco de Johnny Cash y estas palabras que no paraban de repetirse ahora en su cabeza funcionaban como una introducción a una de las canciones del disco, la cual trataba sobre el Apocalipsis, cosa que, sin duda alguna resultaba muy adecuado para el momento.

La carretera estaba llena de coches que corrían en dirección contraria a donde se dirigía el aprendiz de mago. Antes aquellas situaciones todo el mundo quería salvar su vida y por eso la mejor solución era ir en dirección contraria al lugar de donde provenían los problemas, no obstante, existían personas con tendencias suicidas que tendían a correr de cabeza a los problemas sin pensar en las consecuencias, pero,  para proteger a esta gente de si misma se hallaban los controles de carretera,  que pretendían evitar que nadie entrase a la zona cero y, al mismo tiempo, ayudar a todos aquellos deseos de escapar.

Andrew detuvo el vehículo cuando se dio cuenta de que no podría pasar aquel reten si mantenía la velocidad y trataba de imitar cualquiera de las películas de Fast and Furious. Aquel lugar era un unto de control improvisado pero efectivo, a un lado de la autopista estaban todas aquellas personas que huían de Happy Harbor, guiadas por varios convoys del ejercito. Al otro lado, estaban varios grupos de soldados, manteniendo aquel paso cerrado para todo el mundo que quisiese entrar. En este segundo lado se encontraba el joven, sentado sobre aquella motocicleta mientras observaba a un soldado acercarse, cosa que sin duda alguna le encogía el corazón.

Tras escuchar sus palabras el joven le observó detenidamente unos instantes y después volvió la mirada al manillar de la moto robada. Repitió las palabras dichas por aquel hombre dentro de su mente de forma muy pausada,  como desgranando cada palabra para obtener el significado completo. Tras unos instantes se dio cuenta de que aquella era una de las peores formas de decirle que ya  no podría ir a buscar a Raven. En un primer momento se sintió derrotado, dolorido e impotente, pero, en menos de lo que dura un parpadeo, aquel estado de animo desapareció y el joven sintió una gran determinación. No podía rendirse ahora. Estaba cerca y creía que podría lograrlo, que podría detener a Raven y hacer que volviese a ser como antes.

Andrew levantó la vista del manillar y miró a su alrededor, buscando alguna solución a aquel problema. Por una parte estaban las personas evacuadas, las cuales se iban en dirección contraria a su destino. Pensó en colarse entre ellas para camuflarse y así superar el reten, pero si había otro mas adelante este plan no funcionaria, además de que alguien podría delatarle. Por suerte para el joven sus ojos se posaron en un vehículo que no había visto hasta aquel preciso momento. Cerca de el se encontraba una camioneta perteneciente a una cadena de televisión, en la cual podría esconderse para atravesar aquel reten. No se podía parar a la prensa, debían informar de la situación y sin duda alguna, aquello podía ser aprovechado por Andrew para entrar en la ciudad.

El joven oculto su motocicleta detrás de unos coches parado que se encontraban su lado de la carretera, para después dirigirse, de la forma mas sigilosa posible hacia la camioneta de la televisión. Aprovecho que la presentadora se encontraba hablando con los soltados para escabullirse dentro del vehículo y ocultarse en la parte de atrás de este, junto al equipo técnico.

No era la primera vez que nos veíamos obligados a actuar bajo presión. Era como había escuchado decir a los terranos alguna vez, "Gajes del oficio"... A duras penas teníamos el tiempo suficiente para dejar que nuestros ojos se adaptaran a los nuevos entornos, entrar en una nueva sala, era adentrarse en nuevos peligros. Un nuevo campo de batalla y todo sucedía demasiado rápido para terminar de comprender lo que estaba sucediendo. Una orden en grito, un chasquido, el olor a pelo quemado, ¿una explosión? Y de repente, estábamos sumidos en la más absoluta oscuridad. En esas situaciones el instinto apremiaba, y años de entrenamiento con los señores de la Guerra hacían gala de sus resultados. Seguíamos en el interior de una montaña que amenazaba con derrumbarse sobre nuestras cabezas, y si llegaba a desplomarse, no importaría quienes estaban luchando en aquella sala, no quedaría nadie para contarlo.

No pensé. Mis pies se despegaron del suelo a la vez que me propulsaba en el aire, apuntando hacia lo que, esperaba fuera una pared de distancia del aire libre, y almacené toda mi energía en ambas manos, para segundos después descargarla en un potente rayo verde que recorrió unos metros haciendo su estruendo habitual antes de impactar contra su objetivo. Y después vi luz, y pese el pinchazo de alivio de saber que habia una salida tan cercana, no bajé la guardia. Volví a la carga, disparé una vez más ensanchando el agujero, esparciendo la runa del suelo para asegurarme que hasta los humanos pudieran abrirse paso por ellos, y acto seguido, volé en busca del Sol.

Las nubes se dispersaban poco a poco, dejando parches de luz que se iban ensanchando lentamente. Me dirigí a uno de esos pequeños charcos de sol, y dejé caer la cabeza hacia atrás, dejando que el calor acariciara directamente mis mejillas. Bendito sol terrano, cuánto lo amo. Y ahora que parecía que tenía un segundo de descanso, cerré los ojos, y me permití pensar en ella.


La resolución de ese conflicto no había sido como la recordaba en mi mundo. No habíamos logrado matarla, para liberar a su alma y que Azarath pudiera ayudarla. Había huído, aun presa del influjo de Trigon... Y necesitaba ayudarla. Saber que Raven estaba en este mundo, pero bajo el control de la parte más oscura de su alma, era incluso peor que no conocer su destino y pensar que... bueno, que no estaban. Al menos, si no habían llegado a este mundo, se podía tener la mínima esperanza de que estuvieran en paz. Pero Raven... Necesitaba encontrarla. Necesitaba salvarla.

Abrí los ojos un segundo después, más relajada ya, sintiendo la energía volver poco a poco a mi cuerpo, recargándose con la esencia del astro y me di la vuelta. De entre todos los rostros que habían sobrevivido a la batalla, uno en especial hizo que mi corazón olvidara un latido. Unos ojos de un color azul intenso que me recordaba el mar, cuando te adentrabas lo suficiente para dejar de ver la tierra. Un cabello largo y negro hasta las orejas... Los angulos de su rostro eran tal vez algo más adultos y maduros de lo que ella recordaba, pero reconocía aquella nariz recta, la mandíbula marcada y aquellos labios... Di dos pasos, vacilando, pero no podía luchar contra la emoción que presionaba contra mi pecho, y aunque yo quería correr, mis pies se elevaron del suelo y volé la distancia que me separaba de él.

En cuanto mis brazos pudieron cerrarse entorno a su cuerpo, sentí las lágrimas brotar desconsoladamente. Era Dick. Dick Grayson. Apreté mi cuerpo contar el suyo, como si de algún modo fuera posible fusionarnos en un abrazo, incapaz de pronunciar palabra al principio de pura emoción, saboreando el sentir su presencia junto a mi, el leve oscilar de su pecho al respirar, el latido de su corazón bajo la piel. Sería capaz de quedarme allí eternamente, pensé. Y si el no me apartaba, de bien seguro que yo iba a prolongar ese abrazo, el reencuentro... Y cuando al fin me separé, le miré con la más radiante de las sonrisas, y tras una leve carcajada, le besé. Mis manos se perdieron en su pelo, sin apartarme de él, volcando todo cuanto sentía en ese gesto. El alivio de verle, de saber que estaba allí, lo mucho que me había llegado a preocupar... Pero sobretodo, amor.

En mi universo, en este, o en cualquier otro. No dejaba de amar a Dick, con todo mi corazón.

Sentí nuevamente la adrenalina recorrer mi cuerpo en el momento de vencer a Beast Boy tras chamuscarle bajo la piscina electrificada. En aquellos pocos minutos, habíamos conseguido reunirnos todos los miembros que estaban en la base, y reaccionar como un verdadero equipo frente a una gran amenaza, combinando nuestras habilidades e ideando una estrategia para salir victoriosos. Nunca imaginé que Garfield Logan podría convertirse en algo tan terrorífico y amenazador. La muerte acechaba por cada uno de los tentáculos que dividían su monstruoso y deformado cuerpo, y podía habernos alcanzado con ellos… pero tuvimos suerte. No todo estaba perdido. Al menos, seguíamos vivos. Y a veces, pensar así, era el único consuelo para no derrumbarse…

Como por arte de magia, apareció una apertura en la montaña en el momento más oportuno, seguido de unos rayos salvadores de color verde que me resultaban muy familiares. Pero en aquel instante, no les presté la suficiente atención. Mi corazón y mis pensamientos se encontraban en otra parte. Tenía que asegurarme de que todos mis compañeros salían con vida de la montaña a tiempo. Me quedé el último para comprobar que no hubiera nadie más, a pesar de que la tierra y el fuego se me venía encima, amenazando con enterrarme bajo su salvaje rugido.

Me arrastré por el suelo ennegrecido, sintiendo el cansancio de la dura batalla sobre mis hombros. Quise levantarme, pero mis piernas flojearon tras ver la desoladora imagen de Happy Harbor en llamas.

— No es posible… esto no puede estar pasando...— mi cerebro empezó a calcular por sí solo los destrozos que los demonios habían causado, y las posibles bajas y miles de heridos que habrían supuesto esta locura. El sentimiento de derrota había empezado a invadirme. ¿Pero por qué? ¿Qué había sucedido? ¿Cómo habían permitido que algo así pasara? ¿Por qué nadie había respondido a su ayuda? ¿Dónde estaba la Liga de la Justicia?

La radiante ciudad costera bajo la montaña y mi amada base de la Justicia Joven… habían quedado destrozadas.Y bajo ellas, quedaban enterrados los más hermosos recuerdos de mi vida antes de Omega. Las risas de Wally y Artemis corriendo en bañador por la playa. Aquella cena romántica con Barbara en el restaurante de la esquina. Conner sentado en el sofá, mirando fijamente a una televisión apagada. Megan y sus locos experimentos culinarios que realizaba en la cocina. Las noches en vela junto a Cyborg delante del ordenador central. Bart y Garfield jugando y saltando en los colchones de sus respectivas habitaciones. Kaldur y Garth entrenando animadamente en la piscina. Esfera y Lobo descansando plácidamente en el jardín… todas aquellas memorias que provenían de mi antigua dimensión, empezaban a difuminarse ante mis ojos. Finalmente se desbordaron en lágrimas que recorrieron mis mejillas de forma incontrolada. Aquel monte había significado mucho para mí… era uno de los pocos lugares en el mundo, en el que me sentía como en casa. La Justicia Joven siempre sería mi hogar.

Tras un minuto de completo silencio, me di cuenta de que no podía quedarme encogido y sin hacer nada. Me sequé las lágrimas con el guante, esperando que nadie hubiera notado aquel momento de debilidad, y comprobé que todo el mundo estuviera bien y no hubiera heridos graves.

Me llevé la mano al ordenador holográfico y empecé a mandar mensajes a todos mis contactos. El aparato respondía con lentitud por culpa del derrumbamiento. Alguna roca habría desgarrado mi guante al salir de la montaña, y  tras teclear un par de veces en busca de información que me permitiera descubrir más sobre lo que estaba sucediendo, noté que me temblaban las manos de los nervios. Luché en vano contra aquel miedo amenazante que trepaba silenciosamente dentro de mí para hacerme imaginar la peor situación posible de lo que estaba sucediendo a nuestro alrededor. Necesitaba que alguien me respondiera a los mensajes de socorro. Necesitaba saber que todo el mundo estaba bien. Barbara, Bruce, Alfred, Wally, Artemis, Roy… pero nadie me devolvía la llamada.

Estaba empezando a ponerme muy nervioso cuando noté una luz deslumbrante que se reflejaba por el ordenador holográfico. Alcé la vista un segundo, y me encontré con aquellos profundos ojos verdes en los que me había perdido durante tantas noches. Aquella inconfundible melena ardiente que le llegaba hasta los pies, y que parecía transformarse en fuego cada vez que volaba por el cielo. Su tez suave y bronceada era muy característica de ella, a pesar de que la última vez que la vi tenía unos rasgos menos dulces y delicados. Mis ojos se abrieron de par en par, y contuve el aliento durante un segundo.

— ¿Kori? — susurré más bien para mi mismo. Claro que era ella. Diferente. Pero era ella.

Me quedé clavado en el sitio de la impresión cuando la Tamarana se abalanzó sobre mí en un cálido abrazo y me dio aquel el espontáneo beso. El  sabor de sus labios me hizo recordar lo mucho que había amado a Koriand’r y lo que había significado ella para mi. ¿Era aquello un sueño? ¿O un rayo de esperanza que iluminaba los días más oscuros?

Seguí algo confundido cuando nos separamos de aquel intenso abrazo, pero me sentí aliviado de ver que se encontraba bien, que había vuelto con nosotros después de todo este tiempo… los demás debían estar igual de estupefactos que yo. Oh, joder, los demás…

Sentí como el rubor de mis mejillas empezaba a intensificarse al darme cuenta de que nos habíamos besado delante de todo el mundo y en mitad de aquella tragedia. Me llevé la mano al rostro para esconderme de la vergüenza y conseguir unos segundos más para volver a mi serenidad habitual.

— Starfire… ¿Qué ha pasado? ¿Cómo has llegado aquí? No respondiste mis llamadas el día de la colisión… pensaba que te había perdido… —le pregunté, mientras secaba las lágrimas de sus ojos con mis dedos enguantados.

… Así que ese era el tipo de cosas para las que se habían creado los Titans.

Y pensar que, la primera vez que los había visto, no parecían más que un grupo normal de amigos celebrando una fiesta en la playa. Bueno, un grupo normal con algún que otro atlante, cíborg y alienígena entre ellos, pero la idea seguía siendo la misma. Con esa misma sincronía, con ese mismo trabajo en equipo que podían usar para jugar al voleibol, habían conseguido repeler un ataque que les había pillado totalmente desprevenidos… A pesar de que parte de sus enemigos eran también Titanes, y no habían podido recuperarlos. La atlante no conocía apenas a Garfield, pero eso no le impedía estar preocupada por él: Al fin y al cabo, era amigo de sus amigos. Pero no podía compararse al nudo en el estómago que sentía al pensar en que Raven y Conner habían sucumbido a lo que quiera que le pasara a la azariana.

Por todo lo que sabían, su compañera bien podría estar planeando destruir la Tierra, y si seguía reclutando héroes para su causa, no tardaría en poder hacerlo. Había que averiguar cómo podían hacer que volviera en sí, si es que se podía. No era ningún secreto entre los Titans que su padre era uno de los demonios que había decidido invadir el mundo… Pero no quería pensar que quizás ya fuera demasiado tarde para ella. Había estado a punto de abofetear a Conner cuando él mismo había pedido que lo mataran para que no siguiera haciendo daño, y estaba dispuesta a repetir el gesto contra el primero que tuviera la misma idea. Tenía que haber otra forma de hacer las cosas, algo que no implicara asesinar a sus amigos por algo que no habían podido evitar.

Pero suponía que ya habría tiempo para hablar de eso. Lo importante era que todos habían salido más o menos ilesos del encuentro, y habían conseguido “curar” a uno de los soldados de Raven. Para ella, eso ya era una victoria, aunque fuera pequeña. No podían relajarse, sin embargo: La apertura que unos extraños rayos verdes habían abierto en la montaña mostraba un escenario desolador, el incendio que los demonios habían dejado tras de sí consumiendo la ciudad que los había acogido durante tantos meses. Happy Harbor necesitaba ayuda… Pero, afortunadamente, el ejército ya había llegado, y las fuerzas de Raven habían desaparecido.

Todo lo que quedaba por hacer era salvar lo que se pudiera, y empezar de nuevo.

Miró a su alrededor, buscando quién podría necesitar su ayuda para lo que fuera, y acabó decidiéndose por Damian y Shawn. Robin era el más pequeño de entre ellos, y su actitud orgullosa y agresiva no acababa de mitigar ese efecto para ella. Además, había estado a punto de ahogarse, y Garfield le había golpeado varias veces: No había manera de que estuviera bien del todo. Dolphin se acercó a él, comprobando que su hombro parecía estar dañado, y le tendió una mano para ayudarle a sobrepasar los escombros que había delante de la abertura. No se extrañaría si la rechazaba, pero no costaba nada intentarlo.

-Ven, es seguro.-Una vez el resto de sus compañeros de equipo empezaron a salir, escribió esas tres palabras de forma que Shawn pudiera verlas, haciéndole un gesto para llamar su atención. Había reaccionado bastante bien para la situación en la que se había visto envuelto, lo cual le hacía preguntarse si sería su primera vez. Tendrían que hablar después con él… Quizás supiera más cosas que pudieran usar para detener a Raven. Pero lo primero era asegurarse de que los seis estaban bien… O, más bien, los siete. Al salir a la explanada, la atlante reparó en la figura anaranjada que se lanzó a los brazos de Dick nada más verlo.

Los labios mudos de la atlante pronunciaron el nombre de Koriand´r sin apenas darse cuenta, reconociendo en ella una de las heroínas que formaban los Titans en la dimensión a la que pertenecían sus recuerdos a pesar de las diferencias. Era una de las personas que sus amigos había estado buscando desde la Colisión de los Mundos, sin éxito… Era un alivio comprobar que estaba bien, y que había conseguido volver a reunirse con ellos. Aunque ahora que lo pensaba, quizás tendrían que irse y dejarles un momento a solas… Tendrían mucho de lo que hablar. — Starfire… ¿Qué ha pasado? ¿Cómo has llegado aquí? No respondiste mis llamadas el día de la colisión… Pensaba que te había perdido…

Dolphin decidió apartarse un poco, dejando algo de privacidad al terrestre y la alienígena. Hasta entonces, había estado preocupándose todo el rato por los miembros más frágiles del equipo, pero la experiencia le decía que también tenía que cuidar de sí misma. Podría haber sido muchísimo peor, pero había recibido varios golpes importantes luchando contra el parásito rojo y Beast Boy, además de casi perder sus tímpanos deshaciéndose del primero. No le vendría mal sentarse en la arena para recuperar el aliento, antes de que el equipo se dirigiera a ayudar con las labores de rescate. Apoyó la frente sobre las rodillas escamadas, rodeando sus piernas con los brazos, y cerró los ojos… Para inmediatamente después abrirlos de nuevo. ¿Qué era ese murmullo? Sonaba como… Ruedas. -Alguien viene.-Las letras quedaron ligeramente difuminadas, con un brillo algo más tenue de lo normal. Quizás había abusado de sus poderes, no tenía del todo claro dónde estaban los límites.

De todas formas, no creía volver a necesitarlos de momento. Que ella supiera, todos sus enemigos volaban… Sólo estaba equivocada en parte. Se incorporó y se acercó de nuevo al resto, sin imaginarse que lo que esos vehículos contenían era casi tan malo como las tropas de Raven: Periodistas sedientos de noticias.

Durante horas, Andrew Drake solo había recibido noticias del exterior gracias a los gritos y las exclamaciones de las personas que se encontraban fuera del vehículo. Al parecer los demonios estaban invadiendo y destruyendo Happy Harbor.

Por su parte, el joven se encontraba escondido bajo una especie de plancha de metal que dejaba unos dos palmos y medio de espacio bajo ella, quizás fuese una mesa, pero con la oscuridad no pudo distinguirlo al entrar, simplemente encontró un hueco y se resguardo debajo. La posición en la que se encontraba era bastante incómoda pero tampoco quería moverse por miedo a ser descubierto si hacía demasiado ruido. No podía exponerse a tal peligro.

Cada minuto que pasaba allí dentro, completamente quieto y notado como la propia furgoneta no se movía le ponía más nervioso aún, debía entrar a la ciudad y encontrar a Raven, debía intentar salvarla y también encontrar aquellos dichosos anillos. Durante todo aquel tiempo que estuvo encerrado como polizón, a parte de espiar las conversaciones ajenas y estar atento por si abrían las compuertas de atrás del vehículo trató de focalizar  sus pensamientos en los anillos. El joven aún no había descubierto cómo funcionaba su magia ni cómo lanzar un hechizo correctamente, más bien se guiaba por intuiciones a la hora de realizarlos, no  obstante tenía la esperanza de que si se concentraba lo suficiente conseguiría realizar un hechizo parecido al que le ayudó a localizar a Raven. Por desgracia no funcionó.

Aquel vehículo arrancó en el momento en el que Andrew comenzaba a sentir la magia fluir, desconcentrandole y haciéndole perder aquella oportunidad de realizar el hechizo. Él maldijo para sus adentros, pero por otra parte se alegró pues al parecer ya se podía entrar en la ciudad. El camino le pareció interminable por culpa de la tensión que se había estado acumulando en su cuerpo, no sabía que iba a hacer cuando llegase y ni siquiera sabía  que iba a pasar con Raven, si seguiría o no allí o si ya habría regresado a la normalidad, aunque supuso que esta última opción era casi imposible. Lo único que sabía  es que debía salvarla, ella era su amiga, su única amiga y no podía permitir que aquella cosa en la que se había convertido la destruyera.

Nada más se detuvo la furgoneta el joven se arrastró fuera de su escondite y abrió la puerta de atrás de aquel vehículo. El ambiente olía a humo y el joven, lo primero que vio fue las ruinas de lo que había sido la ciudad, acto seguido bajó de la furgoneta, encontrándose de cara con los periodistas, los quales le observaron sorprendidos, no obstante le apartaron lo más rápido que pudieron para coger su equipo y poder comenzar a grabar aquel desastre.

Por su parte, Andrew aprovecho eso para alejarse de la furgoneta y tratar de encontrar algo que le pudiese guiar en su camino. Y entonces los vio, estaban allí, eran los Titanes. Raven le había hablado alguna vez de ellos y si alguien sabía cómo ayudarla seguramente serian ellos.

El joven comenzó a caminar hacia ellos haciéndoles señas, después comenzó a correr en su dirección al tiempo que agitaba los brazos.


—¿Dónde está?—. Preguntó casi a gritos el joven.

Sin duda alguna quería oír que Raven estaba a salvo y que todo había pasado ya, pero sabía que no iba a suceder. Pero aun así ahora podría contarles lo de los anillos y que tenían que encontrarlos para poder salvarla y quizás así hubiese una oportunidad de recuperar a la antigua raven.

Siendo sincero no esperaba salir airoso de la situación, es decir, era un tío cualquiera que tras ser poseído por un demonio raro tuvo que pelear contra héroes de renombre, para posteriormente ser apalizado. Después de eso tuvo que enfrentarse sin sus poderes a un monstruo que hacía palidecer incluso al propio Savage, y como guinda del pastel el colosal edificio donde nos hallábamos se estaba cayendo en pedazos sobre nuestras cabezas mientras todas las luces se apagaban (en parte por mi culpa, todo hay que decirlo).

Pero la esperanza se manifestó de repente en forma de unos extraños rayos de luz verdes que poco a poco estaban acabando con las paredes y escombros que nos obstaculizaban el paso, por una vez la suerte nos sonreía. A duras penas seguí las indicaciones de Nightwing, se me hacía extraño ver en carne y hueso a un hombre que prácticamente era una leyenda en Gotham; aunque después de todo por lo que había pasado decidí posponer la hora de pedirle un autógafo. Se veía fácilmente que la caída de su hogar, así como de la ciudad cercana a la torre había afectado notablemente al justiciero y a sus colegas.

Un leve vistazo a todo el caos que se había formado en la zona me provocó un repentino dolor de cabeza a la vez que fugaces recuerdos me venían a la mente, aunque más que recuerdos los definiría como pesadillas. Solo era capaz de visualizar rojo por todos lados, así como personas huyendo inútilmente de algo que las desgarraba al instante, o en casos peores los devoraba. Tardé poco en darme cuenta que todo aquello eran los recuerdos perdidos de mi tiempo bajo la posesión de Raven, no sabía cuantas vidas había tomado, pero el solo volver a pensar en ello provocó que me salivase la boca y tuviese unas ganas enormes de vomitar, llevándome una mano a la boca para evitar hacerlo en los pies de Dolphin, la cual amablemente me estaba indicando que todo estaba seguro y que podíamos salir de los restos del edificio sin riesgo alguno.

Siendo incapaz de seguir reprimiéndome, salí corriendo hasta la roca más cercana para echar todo lo que tenía en el estómago, manchándome un poco la barbilla, teniendo que limpiarlo con la manga de la camiseta (tendría que pedirle disculpas a Bart luego) Un poco más aliviado salí de detrás de la roca para ver como Nightwing se reunía con nuestra salvadora, una atractiva mujer pelirroja con la piel extrañamente bronceada, para fundirse ambos en un beso. Eso me hizo recordar a Gwen, no sabía si la invasión solo había afectado a esta zona, pero de lo poco que recordaba de mi posesión el número de soldados al servicio de Raven era demasiado numeroso para atacar solo este punto, por lo que lo más seguro es que hubiese habido ataques por otras partes del globo. Tenía que comunicarme cuanto antes con ella para saber si estaba bien, aunque conociéndola no debería preocuparme, en el poco tiempo que la conocía me demostró con creces que se las podía apañar bien sola. Ahora mismo lo mejor sería quedarse aquí con mis nuevos "aliados", parecía que lo peor ya había pasado pero nunca se sabía.


-Ey,solo era para agradecerte de nuevo la ayuda...y bueno, pedirte disculpas por eso de casi matarte-bromeé nervioso mientras me aproximaba de nuevo a Dolphin para darles un poco de intimidad a la pareja. Pero la atlante había notado un ruido antes que el resto, avisando con su peculiar forma de comunicarse advirtiendo de la presencia de alguien que se aproximaba.

Nervioso me di la vuelta mientras cogía instintivamente una de las flechas que me había cedido Bart, sabía que poco podía hacer si otro adversario con superhabilidades volvía a aparecer, pero al menos así no estaría totalmente indefenso. Claramente sentí un gran alivio al ver que solo eran periodistas, mi cuerpo no estaba preparado para aguantar otro combate contra una criatura apocalíptica.

Al instante estiré la camiseta para que me tapase la cara, parecía tonto fingiendo no tener cabeza en medio de esta tragedia, pero mi madre me había recalcado desde el primer día que adqurí mis poderes que si alguien relacionado con SHIELD o el gobierno descubría mi identidad, podían encerrarme en un tubo de laboratorio de por vida...o algo peor.

Un sudor frío recorrió mi nuca cuando finalmente me di cuenta de mi error... ¡ HABÍA PERDIDO A SAVAGE ENTRE TODO EL ALBOROTO! Lo único que separaba a un alienígena sediento de sangre y poseído por un entre demoníaco (si, suena tan mal como parece) y todos estos civiles era un maldito tarro. Dicho recipiente fácilmente se podría haber roto durante el derrumbre por lo que Savage podría ahora mismo andar suelto a sus anchas. Como poseyese a cualquiera del grupo podríamos darnos por perdidos, tenía que encontrarlo cuanto antes si no quería que las cosas acabasen aún peor.

Sacando la cabeza de dentro de la camiseta corrí en dirección a Bart, la última persona que había visto al simbionte, mientras que con una mano tapaba mi cara por si acaso. Por suerte para mi parecía que esos buitres estaban más interesados en el salseo entre Nightwing y la pelirroja que en fotografiar al resto, por lo que pude acercarme discretamente al velocista.

-¡Bart dime que sabes donde está Savage y que está en un lugar seguro! Como se haya escapado y posea a alguno de tus amigos te puedo asegurar que ese bicho de antes con tentáculos va a parecer un caramelito en comparación a lo que ese maníaco puede hacer. ¿Sabes dónde demonios está?- le supliqué nervioso mientras le agarraba suavemente de los hombros fruto del nerviosismo

Los túneles desmoronados y la runa ardiente enfriándose poco a poco pasaban velozmente a sus costados, cuando tuvo que detenerse; Su objetivo había detenido su marcha, y observó con preocupación cómo reunía sus escasas energías para abrir un boquete en la pared. Por fortuna, la intuición de su salvadora parecía correcta, y tras el muro derrumbado se apreciaba el caótico exterior. Entonces sucedió algo que, aunque inicialmente le confundió, pues le parecía fuer de lugar, finalmente pudo comprender.

La joven de larga cabellera rojiza simplemente pareció olvidarse del mundo a su alrededor y se dejó bañar por la cálida luz solar. Warlock, aún aleteando detenido en el aire con forma de ave, torció su cabeza con curiosidad. Entonces descubrió que la tamarana estaba realizando un proceso similar a la fotosíntesis de los organismos vegetales para absorber la energía del astro y recomponerse. Le llenó de emoción descubrir un ser vivo complejo realizando ese tipo de actos, pero lejos ya de su mente analítica, su ser más sensible decidió hacer como la joven y olvidarse del caos reinante por unos instantes, apreciando la belleza de la escena. Dio un par de vueltas planeando a su alrededor, y cuando ella descendió, vio que se dirigía hacia el resto de héroes que quedaban, y se lanzó en picado, aterrizando con su verdadera forma en la arena, pero quedó paralizado al descubrir que no sólo los héroes estaban allí...

Cientos de periodistas se agolpaban allí, y antes de que pudiese tomar un aspecto más discreto, uno de ellos reparó en su presencia. Había sido un tremendo error... Jamás se exhibía fuera de sus acciones heroicas, ya que era el objetivo de diversos laboratorios armamentísticos y biológicos, pero tal vez (Y se sintió algo culpable por sentir alivio ante la idea) en aquéllas circunstancias no quedase un solo laboratorio que temer ya.

Pudo ver que estaba entre el grupo Bart, el joven amigo de Connie, quien se abalanzó sobre su salvadora, ¿se conocían? le gustaría averigüarlo, y afortunadamente, con la llegada de un hombre pelirrojo que disipo a los reporteros, pudo finalmente acercarse tomando por el camino su aspecto humano, y hablar con los presentes. Se dirigió primero a Kori, a quien debía gratitud por su gesto.

-Mujer solar-tú... Yo debe su vida a tú. Yo te da las gracias de corazón, aunque yo no tenga un corazón físico concreto ¡Energía de tú es deliciosa, por cierto!- Sonrió de forma sincera, antes de dirigirse a Bart- ¿Bart-tú está bien? ¿Qué ha ocurrido con Connie?

La preocupación tiñó su rostro al pronunciar las últimas preguntas. Sabía que el velocista estaba muy unido a Conner, aunque no fuese el de su mundo, y de seguro ambos estaban igual de inquietos por el bienestar de su amigo.

-Ey, solo era para agradecerte de nuevo la ayuda… Y bueno, pedirte disculpas por eso de casi matarte.-Desde su posición, la chica pudo ver cómo el antiguo huésped del parásito se acercaba. No parecía tener buen aspecto, pero, desde luego, era una mejora respecto a la criatura roja que había intentado devorarlos. Al oír la disculpa, negó con la cabeza, quitándole importancia. Era lo que hubiera hecho cualquier persona decente, al fin y al cabo… Él no tenía la culpa de haberse visto arrastrado a esa guerra. Desde su punto de vista, no era más culpable que los ciudadanos que los bomberos estaban rescatando al otro lado de la playa.

A medida que su respiración se enlentecía y la adrenalina abandonaba sus venas, Dolphin empezó a reparar en detalles a los que no había prestado tanta atención antes. La textura extraña de la arena bajo su cuerpo, mezclada con las cenizas del que había sido su hogar durante los últimos meses. El olor acre de los incendios que rugían en la distancia, devorando la ciudad de Happy Harbor. Podía oír con más claridad el ruido de los vehículos que se aproximaban, los gritos de los periodistas que corrían hacia ellos… Encabezados por un chico moreno que preguntaba a gritos dónde estaba algo, tan sólo para ser interceptado por Robin. Ojalá fuera un poco más amigable que con ella… Aunque lo dudaba mucho. El más pequeño de los Titans tenía todo el mal genio que le faltaba a su “hermano” mayor, tal y como había podido comprobar hacía unos minutos al intentar ayudarle. Pero, aún así, no podía culparlo. Llevaba una vida muy exigente siendo tan pequeño… Y, además, Nightwing insistía en que era realmente adorable una vez lo conocías bien. Solo esperaba que se encontrara lo suficientemente bien como para no necesitar su ayuda realmente.

La atlante se abrazó las rodillas, encogiéndose un poco sobre sí misma. Lo último que quería era que otro miembro del equipo sufriera daños… Ya habían perdido suficiente en un solo día como para eso. Tenían que encontrar la manera de recuperar a Conner y a Garfield, buscar una nueva base… Empezar de nuevo. Pero primero tendrían que lidiar con todas esas personas, y quizás, con el gobierno de los Estados Unidos: Si no se equivocaba, esos vehículos del fondo les pertenecían. No podía evitar que le dieran mala espina, a pesar de que el resto de los Titans le hubieran explicado que no suponían un problema: Era difícil olvidar qué habían hecho a Atlantis en su dimensión, al fin y al cabo.

-¡Bart dime que sabes dónde está Savage y que está en un lugar seguro! Como se haya escapado y posea a alguno de tus amigos te puedo asegurar que ese bicho de antes con tentáculos va a parecer un caramelito en comparación a lo que ese maníaco puede hacer. ¿Sabes dónde demonios está?

… Hablando de cosas peligrosas. Tan pronto como sus oídos captaron las palabras de Shawn, su cuerpo se movió como un resorte. Estaba agotada, cierto, pero… ¡No podían dejar esa cosa por ahí suelta! Había hecho falta que Bart y ella combinaran fuerzas para detenerlo sin herir a la persona inocente que había en su interior, no quería ni imaginarse qué pasaría si pillaba a uno de ellos por sorpresa… Menos todavía en ese momento, con tantos civiles cerca. Además, si lo atrapaban quizás podrían averiguar algo acerca de lo que planeaba Raven: Una razón de más para asegurarse de que no había logrado salir del frasco en el que lo habían encerrado hacía un rato. La peliblanca se mordió el labio, mirando alrededor. Tenía que decirle eso a Dick, pero con tanto periodista por en medio, no lograba encontrarlo.

-Su nombre es Dolphin, ¿verdad? ¿Uno de los miembros más recientes de la Young Justice? ¿Qué opina de lo que ha pasado aquí hoy? ¿Cree que son ciertos los rumores que hablan sobre el fin del mundo?-La peliblanca se sobresaltó un poco al escuchar la voz de la mujer con gafas que había aparecido a su lado. La miró durante unos segundos antes de pensar siquiera qué responder: Se le hacía tan rara la situación… Porque, hasta ese momento, había tratado de evitar las cámaras lo máximo posible. Sabía lo que había pasado las pocas veces que los terrestres la habían visto tal y como era, y no le había resultado especialmente cómodo.

Pero, sin embargo… Eso era diferente. La mujer de pelo oscuro se había dirigido a ella como lo habría hecho a cualquiera de sus compañeros: Le hablaba como a una heroína, esperando que dijera algo tranquilizador que retransmitir a quienes la estuvieran viendo. Le estaba pidiendo que hablara, y eso calmaba un poco el pesar que la derrota había asentado en su pecho. Eso le permitía sonreír, y tener un poco de esperanza. -Sí, mi nombre es Dolphin. -Sus dedos se iluminaron una vez más, permitiéndole formar las palabras que su garganta no podía articular. La luz era débil y las letras borrosas, pero se entendían lo suficientemente bien como para que la reportera las leyera. O eso parecía indicar su cara de asombro y los gestos que le hizo al cámara para que enfocara al escrito luminiscente, vaya. -Y el mundo no se va a acabar. No dejaremos que eso pase.

Habían sobrevivido a la Colisión de los Mundos. E incluso antes de eso, cada una de sus dimensiones había tenido sus crisis universales propias… Y, a pesar de todo, habían conseguido prevalecer. Esa vez no sería diferente… No podían dejar que fuera diferente. Era tan sencillo como eso. O, al menos, era así cómo lo veía Dolphin.

Sin embargo, no puso esos pensamientos en palabras, ya que vio algo por encima del hombro del cámara que le llamó la atención. Bart y Shawn estaban con sus propios periodistas… Pero el segundo estaba intentando taparse la cara, mientras el primero hablaba sin parar. No sería nada fuera de lo normal… Si no fuera por una de las cosas que dijo. -No es miembro de los Jóvenes Titanes. O sí. No, no, creo que no. Lo someteremos a votación.-Si la peliblanca hubiera estado bebiendo algo, se habría atragantado. ¿No podía ver que estaba intentando disimular? No sabía por qué, pero había que respetarlo, y así lo único que iba a conseguir era que los periodistas se le echaran aún más encima en cuanto dejaran de hablar con él. La atlante se llevó una mano a la cabeza, exasperada, e hizo un gesto de tiempo muerto a la mujer que estaba “entrevistándola” para después salir corriendo hacia el par de chicos. O hacia el único chico, ya que para cuando llegó, el chico del futuro ya se había ido en un flash. Dioses… A veces, no se daba cuenta de los líos que causaba.

-Es un civil, y no va a decir nada.-Los periodistas ya habían empezado a agobiar a preguntas a Shawn cuando Dolphin se interpuso y escribió esas palabras, como si estuviera tratando de tejer una barrera protectora a partir de su propio cuerpo y la luz que podía generar. Funcionó solo a medias, redirigiendo la atención hacia sí misma más que otra cosa, pero la atlante no se amilanó. Optó por ignorar por el momento a los reporteros, y señaló en dirección a las ambulancias que había en un rincón cercano a las rocas antes de mirar a Shawn. No podría escribir mucho más… Y quería que al menos sirvieran para algo. -He oído lo que has dicho antes. Voy a seguir ayudándote, si quieres.-Sonrió, tranquilizadora, dándole un pequeño tirón en la dirección a la que pretendía llevarlo. Era cierto que tenían un problema enorme, con todo un planeta bajo asedio, su hogar destruido y sus amigos perdidos. Pero tenían que centrarse, empezar por las cosas pequeñas. Solo así podrían ganar al final, como siempre hacían los héroes.

Me alegraba ver que Dolphin no me guardaba ningún rencor por el encontronazo de antes, aunque la alegría me duró poco tras oir por parte de Bart que habían perdido de vista a Savage. Sabía que no era su culpa, en medio de una invasión demoníaca que les había obligado a pelear con sus seres queridos en lo que menos te fijas es en un bote de cristal, pero el simplemente pensar a Savage solo con el demonio me provocaba un escalofrío. Yo era la escasa resistencia que quedaba en nuestro cuerpo contra los designios del demonio, y ahora que no estaba aquel ser podría aumentar los impulsos más salvajes del simbionte hasta límites insospechados; si antes ya éramos una máquina de matar no me quería imaginar la situación si el ante seguía andando por sus anchas sin restricción alguna.

Para empeorar la situación, los periodistas no me dejaban en paz, y la energética personalidad del velocista no ayudaba a espantarlos, si no todo lo contrario. ¿Cómo que posible Titán? Apenas sabía sus nombres como para pensar en unirme al equipo, y siendo sincero, después del desastre que fueron los Thunderbolts no me veía preparado para volver a abrirme a un grupo. Aunque tenía que admitir que todos sus integrantes parecían buenas personas y sabían moverse bien a la hora de combatir.

Por suerte para mi, Dolphin volvió a saltar en mi ayuda, desviando la atención de los medios mientras afirmaba que solo era un civil más. Tras todo ese caos, me tiró ligeramente de la manga indicando que la siguiese para volver a sonreirme y ofrecerme su ayuda. Parece que mi nuevo ángel de la guarda era peliblanca y tenía escamas.

-Muchas gracias en serio, primero me salvas el culo y ahora me quieres ayudar a buscar al monstruo que casi te arranca la cabeza, sin duda eres mi heroína-bromeé mientras le sonreía agradecido.

-Ya solo de por si Savage es peligroso no me quiero imaginar que podría hacer si en vez de poseer a un debilucho como yo poseyese a un demonio de alto rango...tenemos que detenerlo antes de que tenga la oportunidad de seguir haciendo daño a más inocentes. Ahora mismo no soy de mucha ayuda, pero necesito estar ahí cuando nos deshagamos de esa cosa dentro de Savage y vuelva a estar él solo, nuestra mejor baza vuelve a ser el calor. Supongo que vuestra amiga nos puede ser de mucha ayuda-dije mientras me acercaba a Starfire.

Estaba un poco nervioso, en apenas un día pasé de estar estudiando en la universidad a estar rodeado de superhéroes de renombre, hasta se me hacía incómodo interrumpir la charla de los "jefes" y más después de aquel apasionado beso que compartieron los dos, pero no podía seguir perdiendo el tiempo.

Carraspeando un poco para llamar su atención me acerqué un poco más al grupo formado por la alienígena, Nightwing y un hombre pelirrojo que acababa de llegar aparcando una especie de nava muy extraña.

-Em, disculpad por la interrupción soy Shawn y quería agradecer la ayuda de vuestro equipo, si no fuese por vosotros seguiría bajo el control de ese maldito demonio, o eso o enterrado entre escombros. Pero me temo que no tengo mucho más tiempo para las presentaciones, no sé si os dio tiempo a ver a una especie de masa roja viscosa escapando por las grietas. Todo lo que os estoy contando os debe parecer una fantasmada u os la debe estar soplando con todo lo que se nos acaba de venir encima, pero esa cosa poseyéndome a mi casa mata a dos de vuestro equipo ¿Qué podría pasar si acaba encontrando un huésped con mejores capacidades, o peor aún, un metahumano u otro demonio? No nos podemos arriesgar a eso. Su debilidad es el calor, tenemos que detenerlo cuanto antes- dije convencido y del tirón intentando sonar lo más imponente que podía (una misión imposible)

No paraba de sudar, estaba ante dos héroes mundialmente famosos y les acaba de echar una charla sin que apenas supiesen como me llamo, era imbécil

-...por favor-dije nervioso e incómodo mientras me rascaba la nuca y miraba al suelo por la vergüenza.

Podía sentir que algo estaba mal. A pesar del beso, a pesar de encontrarme en brazos de mi amado, sus labios devolvían el gesto de un modo casi inconsciente, mecánico. Lo recibía, pero no parecía sentirlo del mismo modo, no de aquél que hacía eco en mis memorias o el que yo habría querido. No reflejaba mis propios sentimientos. Aunque hubiera ido volando a los brazos de Nightwing en busca del refugio en mitad de toda aquella confusión, no podía simplemente hacer como si no sucediera nada. El mundo a nuestro alrededor seguía siendo un terrible reflejo de un infierno que no quería, no podía totalmente recordar. Y por supuesto, estaba Raven. Mi amada hermana. Tenía mucho que procesar, y parecía que las buenas noticias escaseaban en comparación a todo lo que se nos venía encima.

Necesitaba ir poco a poco. Primero, Nightwing. De algún modo, sabía que se alegraba de verme. Su interés y su preocupación parecían genuinas, y el rubor de sus pómulos me hizo esbozar una sonrisa triste. Y tenía preguntas, por supuesto que las tenía. Y yo también. Pero todavía no tenia una respuesta. Sus manos subieron a acariciar mi rostro intentando llevarse con ellos las lágrimas, y mis manos las siguieron, acunando las suyas.

— Tendremos tiempo, — susurré, percatandome de que era más un deseo que algo que pensara realmente. Quería tener ese tiempo. Pero lo que yo quisiera, y el tiempo que yo estuviera dispuesta a esperar, no se correspondía necesariamente con lo que hacía el resto del mundo.

Vino a mi lado un joven, hablando tan atropelladamente que tuve que tomar un breve segundo para intentar colocar las preguntas en orden en mi cabeza. Quise alzar las manos, intentando enumerarlas y responderlas en ese mismo orden, pero ni siquiera esperaron a que pudiera responder. Otro muchacho se avalanzó sobre el primero, hablando con la urgencia imprimida en la voz. A estos dos, se les unió un Robin, y giré mi rostro hacia Nightwing, intentando encontrar un hilo que lo uniera todo, algo que me hiciera comprender exactamente quienes eran cada uno de ellos.

Y se unió la prensa.

¿Dónde has estado? ¿Por qué no habeis impedido lo que ha sucedido?


Cerré los puños con fuerza a ambos lados de mi cuerpo y entrecerré los ojos, mirándoles con reproche. Pero tal como habían llegado, el joven castaño que me había asediado a preguntas se llevó su atención, hablando con ellos como si nada de todo aquello estuviera sucediendo realmente… Dándole a todo un aire de lo más… irreal. Miré a mi alrededor, pero era todo demasiado confuso. Veía rostros conocidos, otros familiares, otros eran completamente nuevos, y aunque parecía que en general todas mostraban distintos grados de consternación, no parecía ser lo único que sentían. Era, verdaderamente la situación caótica y difícil de seguir que podía ser precursora a una invasión demoníaca.

Y entonces, llegó el pelirrojo. Reconocí a Roy y alcé una mano alegre al fin de encontrar una cara amiga, pero eso también pronto pasó al desconcierto, en cuanto el muchacho preguntó por mi hermana.

— ¿Komand’r? — me llevé una mano a los labios. Había sospechado que las cosas estaban cambiadas, pero me daba cuenta ahora de que no me había llegado a imaginar hasta qué puntoeran distintas. Era abrumador. — Yo… disculpadme.

Me quise apartar de todo aquello, aunque fuera sólo por unos minutos, y di unos cuantos pasos en dirección a la playa, con intención de darme un respiro de todo aquello. Aquella criatura a la que había ayudado dentro de la montaña se acercó a mi y me dio las gracias. La misma sonrisa que me dedicó se extendió entonces en mi propio rostro, y asentí con algo más de energía.

— Me alegro de haber podido ayudar, aunque fuera un poco. Vamos a necesitar mucha más ayuda para lo que se nos viene encima… — Volví la vista atrás, de nuevo a Dick. Me alegraba mucho de verle. Pero esa felicidad no estaría jamás completa si no podía disfrutarla con todos. Necesitabamos hacer algo, lo que fuera, para intentar hacer que las cosas estuvieran bien. No podía dejar a mi hermana en ese estado. Tenía que ayudarla. Deshice mis pasos para volver junto a mis… “compañeros”… a tiempo para escuchar la extraña plegaria de un humano. No comprendía muy bien a qué se refería, pero las “posesiones” mencionadas, me hacían poco menos que ilusión. — Nightwing... — coloqué una mano sobre su hombro, intentando mostrarle mi apoyo, que pensaba quedarme y ayudarles en todo lo que fuera necesario. Tal vez porque me daba la sensación de que había sido la última en llegar, parecía que yo todavía mantenía unos ánimos que en general parecían haberse perdido… Al menos en aquellos que parecían vivir en el momento. Si podía hacerles ver, que podían contar conmigo, por poco que fuera necesitaba hacerlo. —  No puedo dejar a Raven sola. Voy a ir a por ella. Voy a salvarla.

Andrew se sobresaltó al notar como una pequeña sombra se situaba justo delante de él.

-Soy Robin, ¿quién eres? ¿a quién buscas? ¿por qué estás aquí? ¿ por qué han atacado la base?-

No había reparado en la presencia de aquel niño debido a  su nerviosismo y su espontanea aparición solo provocó que la mente del mago se bloquease por un instante. El único pensamiento que tenia presente era el de encontrar a a Raven, al menos hasta que su mente se quedo en blanco, quizás aquella aparición repentina le ayudó a poner su mente en orden.  

Por primera vez se dio cuenta de todo el caos que había a su alrededor. Captó el olor a humo, el bullicio ensordecedor de los periodistas, el dolor de sus propios músculos debido a la carrera que acababa de hacer y notó el palpitar de su corazón, sonando cada vez más alto y yendo cada vez más rápido. Un par de gotas de sudor frío bajaron por su cuello y entonces fue cuando se dio cuenta de que todas aquellas sensaciones opacaban sus sentidos. No podía escuchar a aquel chico que acababa de pararse delante suya, oía su voz pero no entendía nada, conocía las palabras pero era incapaz de hilarlas y concederles un sentido global. En un acto instinto llevo su mano derecha al hombro izquierdo de aquel niño tratando de indicarle que hablase más despacio, porque por alguna razón no era capaz de abrir la boca y decírselo con palabras. Simplemente parecía que se le había olvidado el como hacerlo.

Todas las sensaciones que golpeaban su cerebro parecieron aumentar durante un instante y sus piernas dejaron de sostenerle justo antes de que cerrase los ojos. A continuación Andrew cayó al suelo desmayado.

Y entonces se hizo la música. Andrew podía escuchar una tormenta de fondo, como si lloviese fuera de aquella estancia en la que se encontraba, también comenzó a escuchar el sonido muy tenue de un platillo que acompañaba a la lluvia y también una progresión de notas de un piano. El chico abrió los ojos y se encontró en una sala de estar iluminada por una única lampara que emitía una luz amarillenta algo molesta a los ojos. Delante de él se encontraban un sillón que le daba la espalda, en el cual había una figura sentada.

— Esperaba más de ti.— Dijo una voz grave que provenía de aquella persona sentada.

Aquellas palabras sobresaltaron al chico, sacandole del trance que le provocaba aquella música tan tenue que se escuchaba de fondo. No obstante pudo identificar la voz de aquella figura, era la misma que la que se le había aparecido en la playa de Happy Harbor.

“Esperabas mal” pensó el chico pero no se atrevió a decirlo, su instinto lo clasificó como una mala idea.

— ¿Recuerdas para que sirve la meditación?—Preguntó la figura con voz severa.

— Te armoniza con el mundo. Con el universo...o como quieras llamarlo. Básicamente te conecta con todo aquello vivo.

—En efecto. Pero también te permite sentir la energía que hay en el mundo.

—¿Por que no me dices lo que quieres decirme directamente y te dejas de tantas preguntas?

Hubo una pequeña pausa y  la figura del sillón se levantó de su asiento.

— Porque eso nos perjudicaría a ambos. Ahora dale un poco a ese coco.

Andy escucho el chasquear de unos dedos y acto seguido se despertó tumbado en la arena. Notaba como el cerebro le palpitaba dentro del cráneo, además de de sentir una fina capa de arena sobre sus mejillas, cosa que le provocaba un leve picor. Quedo cegado por un pequeño momento debido a la luz, pero instantes después logró distinguir una silueta que identificó como el niño que antes le había interceptado. Con su mano trato de agarrar la capa de aquel chiquillo, cosa que consiguió a duras penas, para después tirar de ella, intentando que le hiciese caso.

—Soy amigo de Raven, me necesitáis.

Tras estas palabras el joven comenzó a incorporarse con bastante dificultad, esperando que aquel niño le hiciese algo más de caso ahora que sabía que tenían una causa común.

No podía creerlo. Era incapaz de asimilar por completo lo que estaba sucediendo a mi alrededor. Una sensación de irrealidad me invadía y embotaba mis sentidos. Mi cerebro analizaba rápidamente los daños ocurridos por el ataque demoníaco, y me sentía incapaz de expresar todo mi horror en voz alta. Las noticias eran tan catastróficas que casi parecían una triste mentira, o un chiste mal contado.

Happy Harbor ardía bajo las llamas del infierno. El ordenador holográfico de mi guante retransmitía en directo las noticias del GBS News sobre la catástrofe. Los periodistas ya contaban miles de heridos y cientos de muertos… vidas inocentes masacradas y mutiladas por la ira de los demonios. Cientos de personas a las que no había podido ayudar. Una pesada carga de la que no podría librarme con facilidad. Una profunda herida que tardaría mucho en cicatrizar.

Y eso que ni siquiera estaba contando con los daños materiales de la ciudad, o de que la base secreta de la Young Justice había quedado inoperativa, enterrada bajo los escombros de la montaña. Aquel remoto lugar era uno de los pocos sitios donde me sentía como en casa. Un hogar dónde había compartido los más felices recuerdos de mi antigua vida antes de que el mundo nos golpeara con la colisión de realidades paralelas.

Pero lo que más me costaba aceptar era la ausencia mis amigos. Podría haber muerto bajo las feroces garras de chico bestia si no fuera por la intervención del resto de la Young Justice. Garfield se había convertido en un monstruo demoníaco sin control, y ahora Conner también era otra marioneta más, que desequilibraba la balanza entre villanos y héroes. Pero Raven… la dulce y amable Azarina era la causante de todo. No quería creerlo. ¿Qué había salido mal? Se suponía que le habíamos dado tiempo para que organizara su vida privada y encontrara su propia felicidad. Creía que dejándole espacio se sentiría menos prisionera de las ataduras que suponían la nueva realidad de Omega. Pero al final… al final ha sucumbido a su parte demoníaca y a respondido a la llamada de su padre, Trigon. ¿Cómo he podido ser tan idiota? ¿Cómo he podido dejarla sola? Nadie mejor que nosotros era capaz de cuidarla y hacer que se sintiera querida. Aquí tenía a su familia… y ahora, ahora su verdadero pariente quería la destrucción de las únicas personas que la quieren de verdad.

Y entonces lo vi. Sentí un arañazo en mi mente y mi cerebro reaccionó al instante, mostrándome un pedazo arrancado y maltrecho de uno de los recuerdos de mis otros yoes. Raven tenía la piel del color de la lava y nos miraba a través de la furia salvaje de sus cuatro ojos. A sus pies estaba Wallace, retorciéndose de dolor, mientras con una voz gutural, ella nos reclamaba como esclavos de Trigon. Donna estaba a mi lado. Mi querida Donna. Suplicaba a Raven que se detuviera, que éramos sus amigos. Cyborg, Garfield, Lilith y Jerichó también estaban allí. Ahora me acuerdo. Esto ya había pasado antes… ya lo había vivido en otra vida. Tendría que haberme dado cuenta. No tendría que haberla dejado marchar...

—Mierda,¡Joder! — Le di una patada a uno de los escombros de la montaña mientras maldecía en silencio. El sabor amargo de la pérdida me empapaba. La ira y la impotencia trepaba por mi vientre hasta formar un nudo en mi garganta. Aún me quedaban energías a pesar de que me sentía aturdido por la situación y cansado por la pelea. La última vez que me sentí así fue durante los días previos a la colisión de los mundos, cuando no pude impedir que Deathstroke hiciera explotar los centros comerciales de Blüdhaven con cientos de personas en su interior. Todavía no me lo he perdonado. Huí de la ciudad más peligrosa de Estados Unidos con la cola entre las piernas. Perdí a muchos amigos y compañeros de mi universo. La mitad de Young Justice, a Batman, y casi pierdo a Barbara también. Había tocado fondo. Pero esta vez sería diferente, esta vez seguiría adelante. Siempre lo hago.

Apagué el canal de las noticias, y volví a comprobar los mensajes en el ordenador holográfico. Nadie me había contestado, quizás la conexión se había estropeado y no se habían enviado los avisos. Volví a intentar comunicarme con Batman, Alfred, Oráculo, Artemis y Wally, Garth, Cyborg, con el resto de miembros de la Liga de la Justicia… pero sólo me respondió Roy Harper. Me sentí aliviado al escuchar su despreocupada voz al otro lado del comunicador, incluso la pequeña Liam me arrancó una sonrisa en aquel momento. Arsenal se puso en marcha tan pronto como le expliqué lo ocurrido.

Pero a pesar de todas las malas noticias de aquel día, la presencia casi divina de Koriand’r consiguió despertarme de mi ensimismamiento. Después del emotivo encuentro, nos quedamos mirándonos el uno al otro a los ojos, como si no nos hubiéramos visto en siglos. Starfire estaba radiante, había aterrizado en el momento más oportuno para calmar la situación. Si ella estaba aquí, eso querría decir que aún podíamos tener la esperanza de que los antiguos miembros de los Titanes se reunieran de nuevo.

— Te he echado de menos, Kory… — La cogí de las manos y me llevé su bronceado dorso a mis labios, besando sus delicados dedos con dulzura. Fue entonces cuando nos interrumpieron los periodistas. Me sentí abrumado por su presencia y noté la tensión del resto de mis compañeros, que debían sentirse acosados por las inapropiadas preguntas de los reporteros. Tenía que ponerle freno a esa situación y detener los malentendidos.

— Pido calma a los habitantes de Happy Harbor. La situación estará pronto bajo control… — mentí, pero algo tenía que hacer para que la gente no cayera en la desesperación. Íbamos a hacer todo lo posible para proteger a los civiles del ataque demoníaco, y no teníamos pensado rendirnos fácilmente.— Desafortunadamente, la invasión demoníaca a afectado a algunos de nuestros miembros, que bajo su influencia, se han unido a las filas del rey demonio Trigon. Hemos recibido un ataque imprevisto, pero no dejaremos que esta situación nos desborde. Tenemos que luchar contra los invasores, y haremos todo lo posible para destruir la amenaza. Sé que es una situación difícil, pero les pido que confíen en nosotros.

No quise responder a más preguntas. Ya había enviado el mensaje que quería transmitir a los que nos estaban viendo al otro lado de las cámaras. No podíamos perder más tiempo con los periodistas. Además de que todavía estaba afectado por el ataque de Raven en el Asilo Arkham, y la irresponsabilidad de Conner en Europa. No había manera de justificar aquel comportamiento inmaduro, y aún seguía molesto con el Superchico. No podía permitir que la Young Justice continuara resquebrajándose poco a poco. Tenía que hacer algo.

Entonces apareció Roy y me dio un fuerte abrazo. Me sentí reconfortado por un momento, y me dediqué a observar desde mi posición el comportamiento del resto de mis compañeros. Parecían algo más relajados tras lo ocurrido. Incluso Bart, que hacía cinco minutos estaba sollozando en brazos de Warlock, ahora hablaba con los periodistas de forma más animada.

— Roy, no es momento para bromas. — Concluí, cuando el navajo trató de mostrar las fotos de su hija Liam. Entonces noté una luz parpadeante en el ordenador holográfico.— Ahora no tenemos tiempo que perder. Una vez se marchen los periodistas, reúne al equipo.— Ordené, y tan pronto como se lo dije, me alejé un poco para abrir el comunicador y responder a la llamada entrante.  

—¿Nightwing? ¡Por fin! Soy Cyborg. El sistema de comunicación de la Young Justice ha caído. ¿Qué es lo que ha pasado?

Cyborg se quedó sin aliento en cuanto le expliqué lo que había sucedido. Intenté resumirlo lo mejor que pude para que pudiera reaccionar en consecuencia, en el caso de que alguno de los demonios de Raven le atacara. Pero a pesar de lo profesional y breve de la conversación, noté el leve bajón en su voz. Imaginé que le habría afectado sobretodo la pérdida de Garfield Logan. Era de lo más normal. Beast Boy siempre había sido su mejor amigo.

— Cyborg, necesito que elimines la antigua señal de comunicación de la Young Justice y que abras una nueva para los que estamos aquí. Ahora que Garfield, Connor y Raven son nuestros enemigos, tenemos que evitar que filtren información y descubran nuestro paradero. También quiero que elimines el acceso a la base de datos del Monte Justicia. El edificio está dañado y es accesible por cualquiera, podríamos tener un hackeo fácilmente. — ordené, sintiendo la voz firme de mi compañero al otro lado del teléfono— En cuanto puedas, reúnete con nosotros en Gotham…

Si no podíamos acceder desde aquí a la información que necesitábamos, no se me ocurría un lugar mejor para reunir a todo el equipo que la base secreta más segura de todo Estados Unidos. La Batcueva.

Volví junto al resto de mis compañeros, que ya habían sido reunidos por Harper, y entonces dirigí mi atención a la única persona que no había visto en mi vida. El muchacho de cabello oscuro dijo que se llamaba Shawn, y que había sido poseído por uno de los demonios de Raven. Maldita sea, los problemas parecían aumentar en número por segundos, y ahora también teníamos que preocuparnos de una masa roja que poseía a la gente. La parte positiva es que al menos aquella cosa viscosa tenía una debilidad: el calor. Por suerte, el arsenal de Batman contaba con numerosos gadgets que nos serían de utilidad, además de los potentes rayos de nuestra nueva incorporación al equipo.

— Lo tendremos en cuenta. — le miré con firmeza, y después añadí.— ¿Sabes luchar? — quizás era una idea un tanto descabellada, pero ahora mismo, necesitábamos engrosar nuestro ejército si pensábamos enfrentarnos a Raven y a sus demonios.

De pronto, fuimos interrumpidos por unos ladridos que conocía muy bien. El mejor amigo de Conner, Lobo, parecía haber sobrevivido al derrumbamiento de la torre gracias a la intervención de la entidad femenina de Nueva Génesis. La Esfera rodó a nuestro alrededor soltando pitidos de forma entusiasmada, intentando decirnos algo. Seguramente ella también estaba preocupada por lo que le había pasado a Superboy, y me agaché a su lado para acariciarle el lomo metálico.

— Nightwing...— sentí la mano de Kory sobre mi hombro, y le devolví la mirada. Aún se me hacía raro tenerla allí, con nosotros.— No puedo dejar a Raven sola. Voy a ir a por ella. Voy a salvarla.

— Nadie va a dejarla sola. Vamos a ir a salvarla todos. A ella, y a los demás. Mientras sigamos unidos, nada nos detendrá.— miré a mis compañeros con firmeza y decisión. — Esta vez, no dejaremos que nos pillen desprevenidos. Pero antes tendremos que trazar un plan y reunir toda la información posible de nuestro enemigo. Sugiero que establezcamos nuestra base provisional en la Batcueva, allí será imposible que nos localicen...

Entonces Bart habló de que tenía un mal presentimiento, que había dejado de sentir a Wally en la Speed Force y debía marcharse lo antes posible. Escuché al chico hablar sobre la conexión que tenían los velocistas con la fuerza de la velocidad, y asentí sin dudarlo, dándole permiso para abandonar Happy Harbor. Yo también estaba muy preocupado por él, por Artemis y Garth. Eran los únicos a excepción de la Liga de la Justicia que no habían dado señales de vida todavía.

—Ves con cuidado, Bart. A los demonios de Raven les será más fácil atacarnos si nos separamos. — advertí— No olvides usar el nuevo canal de Cyborg para retransmitirnos todo lo que ocurra. Nos veremos en Gotham.

Dejé marchar al menor de los velocistas y sentí cómo se formaba un pequeño nudo en mi estómago. No podía permitir perder a nadie más del equipo con mis decisiones.

De pronto, el hombre que se había desmayado junto a Damian se despertó de su ensoñación, susurrando el nombre de la Azarina. En cuanto le reconocí, me acerqué a él con furia en mis pasos y le cogí de la parte de arriba de la ropa hasta casi levantarlo del suelo.

— Sí, claro que te necesitamos. Vas a contarnos todo lo que ha pasado, Andy. Sé que eras el aprendiz de Raven, y que ella se había marchado de la base para vivir contigo. Tú estabas a su lado, y has sido incapaz de cuidarla… — dije, con la rabia contenida en mis ojos.

Apreté los dientes y le solté. Pero en cuanto Andy puso los pies en el suelo, le arreé un buen puñetazo en toda la cara que lo dejé inconsciente del golpe. Robin volvió a soltar una carcajada.

— A éste nos lo llevamos.— dije, con algo más de frialdad en mi voz. Ese payaso me había caído mal desde el principio. Sólo tenía que recordar cómo recibió a Roy tras hacerle una visita a su amiga. Había actuado como un novio celoso e inmaduro. Pero por mal que me supiera, Andy tenía información valiosa para nosotros, así que tendríamos que llevarlo igualmente a la Batcueva. — Pensaba  dejarlo inconsciente de todas formas. —Comenté como si nada, disculpándome por mi comportamiento al resto de mis amigos. — No pensaba compartir ninguno de los secretos de Batman con un desconocido… —concluí, esbozando entonces una sonrisa.

Una vez estuvimos todos de acuerdo con el plan, Bart se marchó a toda prisa y el resto nos subimos a la nave de Roy. Me aseguré de entrar el último, y dediqué un gesto cariñoso a cada uno de mis compañeros cuando pasaron por mi lado; Dolphin, Star, Damian, Roy, Warlock, Lobo, Esfera… incluso a Shawn, a pesar de que no nos conocíamos. Trataba de inculcar seguridad y apoyo a mi equipo, con tal de subir un poco la moral. Después cargué con el cuerpo inconsciente de Andy, y lo dejé atado en la parte trasera de la nave, con una venda en los ojos para evitar después posibles problemas.

—¡Young Justice! ¡Adelante!— exclamé, y Roy pisó el acelerador en cuanto estuvimos todos en nuestros respectivos asientos y con los cinturones de seguridad puestos.

A medio camino, concretamente al pasar cerca de la ciudad de Nueva York, aterrizamos el vehículo para dejar bajar a Shawn. Ahora que la criatura roja y viscosa a la que llamaba “El simbionte” estaba libre, el chaval parecía estar muy preocupado por una amiga suya que vivía allí cerca. No le hicimos más preguntas, y le brindé uno de nuestros comunicadores con la nueva frecuencia de Cyborg  para que siguiéramos en contacto.

Minutos más tarde, recibí una nueva llamada de emergencia desde el ordenador holográfico. Por un instante pensé que se trataba de Batman, pero cuando abrí la comunicación, la pantalla virtual mostró el rostro compungido de Diana de Themiscyra…

—Arsenal, Nightwing y Robin...  Acercaos por favor — empezó, con una fortaleza fingida— Mucho me temo... Que la Liga ha fracasado en su misión contra Trigon. El plan no tenía fisuras...  Pero no contábamos con una incontable capacidad demoníaca.  Ha superado todas nuestras expectativas — Al parecer, aún no se habían agotado todas las malas noticias del día. —El detective,  Guy,  John,  Flash y yo...  Estamos bien.  Heridos,  pero nos recompondremos —dijo esta vez, con la mirada más firme en nosotros tres. Pero había algo que no encajaba en aquel discurso. Intenté ponerme en lo peor, pero no quise escuchar a mi cabeza. No quise pensar, ni deducir. Sólo quería que lo soltara de una vez. La mujer tomó aire y negó con la cabeza—El resto de la Liga... Ha caído.

Palidecí al instante. Fui incapaz de asimilar las palabras de Diana, y necesité varios segundos para responder. Un silencio que casi se hizo eterno para el resto de miembros de la Young Justice. ¿Quienes más estaban en aquella misión? Sólo había que restar a los nombrados de la ecuación y el resultado era que Zatanna, Oliver, Kyle y...

—No es posible...— dije con total seguridad y convencimiento. No podía creérmelo. Era imposible. Estábamos hablando de Bruce— Batman siempre tiene un plan de contingencia, un plan B. Estoy seguro de que en cualquier momento, él...

—Lo siento mucho... —añadió la mujer—Hicimos todo cuanto pudimos pero...  Me temo que no fue suficiente—La amazona buscó nuestra mirada, con intención de compartir el profundo pesar que nos afligía, pero aquel gesto no me consoló en absoluto.

—No me lo creo. No es verdad… No… —y entonces noté como la rabia y el descontrol trepaba hasta mi pecho y salía de mi garganta en forma de grito. Descargué mi frustración dándole un puñetazo al reposabrazos del asiento con todas mis fuerzas, partiéndolo por la mitad. Empecé a sentir un pequeño hormigueo en la mano, una traza de dolor que no era comparable con la herida psicológica y emocional.

Batman había muerto. Diana no mentía, lo vi en sus ojos. Esos zafiros que proyectaban tristeza y transparencia me decían que ya no había vuelta atrás. Pero aquella sinceridad me estaba rompiendo en pedazos. Las lágrimas empezaron a brotar de mis ojos, descontroladas, y me llevé la mano al rostro para intentar disimular el llanto. Estaba triste, pero a la vez me sentía rabioso y frustrado.

Bruce no podía irse así como así. Ni siquiera había podido despedirme de él. De hecho, hacía muchos días que no sabía nada de él, que no hablábamos. Ni siquiera había llegado a conocer a Damian… Joder. Él, que normalmente pensaba en todo, no había dejado ningún mensaje para mí. Estaba empezando a hartarme de aquel comportamiento egoísta. Todavía seguía enfadado con el Bruce de mi universo, que había desaparecido sin dejar rastro el día de la colisión. Qué me había dejado sólo en Omega. Y también estaba enfadado con el nuevo Bruce, que había aparecido de la nada, queriendo restaurar nuestra relación de la noche a la mañana, portándose como el padre que nunca tuve… y ahora que por fin las cosas empezaban a ir mejor…

Que te den. Que te den, joder. Estoy harto de llorarte, seas el Bruce que seas. Estoy cansado de creer en que todo saldrá bien cuando está claro que es todo una puta mierda. Estoy harto de ser positivo, de sonreír, de reconfortar a todo el mundo cuando ni siquiera yo puedo mantenerme en pie. Cuando lo que quiero es acabar con todo. Huir de aquí. Salir corriendo. Llegar a dónde está tu maldito cadáver y apalizarte hasta que resucites. Castigarte por haberme abandonado otra vez.    

Joder, Bruce. Yo te necesitaba. Te necesito… ¿y ahora qué? ¿De qué me sirve que estés muerto? ¿Qué voy a hacer ahora?

Sentí la mano de Koriand’r sobre mi hombro, tratando de reconfortarme. Llevaba todo el viaje diciéndome a mí mismo que podía ser peor. Que al menos todos mis compañeros seguían con vida. Que aún podíamos hacer algo para detener toda esta locura. Pero ahora... ¿Qué podía decirles después de esto?

—Me alegro de que los demás estén bien. ¿Dónde estáis ahora? —pregunté tras un largo silencio. Respiré hondo, aparentando calma, pero mis ojos seguían rojos por la rabia y la desolación. —Nosotros vamos a reunirnos en la Batcueva para elaborar un nuevo plan. La base de la Young Justice ha sido destruida, y necesitamos toda la información que tengáis para hacer frente a Trigon... y a su hija... —pensar en la Raven demoníaca me destrozaba por dentro. Ya no se trataba sólo de su pérdida, ni la de Conner y ni la de Garfield… ahora teníamos que sumarle la nuevas malas noticias. La muerte de cientos de civiles. La muerte de los miembros de la Liga. La muerte de mi padre... ¿Cómo alguien podía mantenerse cuerdo después de todo esto? —No podemos permitir que todo nuestro esfuerzo, su esfuerzo...haya sido en vano…

—Si hay alguien que puede hacer algo... Sois vosotros. —dijo Diana, tomando aire de nuevo, con los ojos cerrados—La Liga descubrió que la fuente del poder de Trigon, era Raven... —concluyó, mirándome firmemente a los ojos—Os enviaré toda la información.  Nos juntaremos para rendirles homenaje en cuanto todo esto acabe... Estoy a vuestra entera disposición, Young Justice.

— Vamos a salvar a Raven... Y les haremos pagar por todos y cada uno de los seres queridos que nos han arrebatado. Te lo prometo.—el rostro de la Tamarana reflejaba la rabia contenida. Su mano en mi hombro se tensó, pero rápidamente relajó su agarre, y en cuanto todo estuvo hecho, acarició mis pómulos, como si quisiera secar unas lágrimas que no estaban allí. Agradecí infinitamente aquel gesto tan dulce por su parte.

—Lloraremos las pérdidas después de salvar el mundo— Damian también quiso expresar su apoyo colocando una de sus manos en mi brazo. A pesar del rostro impasible de Robin, también se le notaba muy afectado por la noticia.

Dejé escapar un silencioso suspiro y entonces me giré. El resto de mi equipo me miraba sin decir nada, esperando. Buscaban las órdenes de su líder. Me necesitaban. Necesitaban que Grayson hiciera lo que siempre hace. Y aunque ahora mismo sólo quería ponerme a llorar, traté de fingir toda la calma que pude. Mi rostro estaba lleno de determinación. Mis ojos se posaron en la dulce Dolphin pasando por Warlock y después por Kory, para finalmente detenerse en Damian.

—Esto todavía no ha acabado.—Pasé mi mano por el hombro de Roy. El pelirrojo estaba sentado a mi lado, en el asiento del piloto. Podía notar su rostro descompuesto bajo la máscara. Él también había perdido a su maestro. A un padre. — Vamos a vengarles. Salvaremos a nuestros amigos y machacaremos a esos demonios de Trigon. Perder no es una opción. —les dije con firmeza — ¿Estáis conmigo?

La historia de Dolphin continúa aquí.

La historia de Roy continúa aquí.

Los demás continúan aquí.