[Minievento WWD] Cuervo de Sangre - Aliados inesperados (Lorenzo, Andy, Nightwing, Jason) [13/04/2019]

El señor Bruce había muerto.

No debería de haber sido así. A pesar de lo ridículamente improbable que pudiera parecer considerando a lo que el señor Bruce se dedicaba noche tras noche, en su fuero interno, Alfred Pennyworth siempre había esperado morir antes que él. Porque era lo justo. Porque era lo correcto. Porque, sencillamente, el mundo necesitaba a Batman.

Y, sin embargo, allí estaba, en el dormitorio principal de la casa, recogiendo, ordenando y limpiando entre sus cosas como si aún tuviera la esperanza de que fuera a volver. Como si, en realidad, nunca se hubiera ido, sumido en una suerte de obcecada negación. ¿Cuántas veces habían estado a punto de matarlo? ¿Cuántas veces el ingenio, el entrenamiento y la fuerza de voluntad le habían hecho sobrevivir contra todo pronóstico? No había cadáver, no había ningún cadáver, y eso aún le permitía conservar la esperanza.

Después de todo, se trataba de Batman, ¿no?

Sobre la cama había una pequeña tablet que le iba mostrando las imágenes de seguridad de las diversas cámaras que había en la batcueva. Tenía resaltada en grande la que mostraba dónde se encontraba el chico que había traído el señor Richard: Andrew. El joven señor le había encargado que debía vigilar cada uno de sus movimientos, y estaba muy dispuesto a hacerlo. Tener algo que hacer, mantenerse activo, le ayudaba a distraer sus pensamientos del hecho de... del hecho de que muy posiblemente estuviera arreglando la habitación de alguien que no iba a volver a usarla.

De repente, un zumbido en rojo se encendió en el dispositivo de seguridad que llevaba en la muñeca. Tenía la forma de un reloj de pulsera, y en la resplandeciente esfera iluminada en rojo podía leerse una única palabra: "Intrusión". Las cámaras o los sensores debían de haber registrado la irrupción de algún desconocido. Rápidamente echó a correr escaleras abajo impartiendo una simple orden al aparato:

- Escanear batcueva.

La pantalla pasó a color verde y una nueva palabra se dibujó en ella: Escaneando...

Alfred se detuvo un momento para coger la vieja escopeta que guardaba en un armario de la despensa, marcó las 10:48 en el reloj de la biblioteca y, cuando éste se desplazó para descubrir el acceso oculto a la batcueva descendió a toda prisa las largas y tortuosas escaleras que se adentraban en la oscuridad. En la negrura de la cueva, la pantalla de su reloj resplandecía iluminando claramente el resultado de la búsqueda: "Objetivo no identificado".

La silueta que encontró a poca distancia de Andy parecía humana, pero no habría sabido decir si se trataba de un hombre o de una máquina. Finas hileras luminiscentes recorrían toda la figura. Poseía una estructura similar a la que habían tenido algunos de los trajes del señor Bruce, con la salvedad de que un casco completo y opaco de color negro cubría su cabeza. Lo que Alfred sí llegó a deducir es que, fuera lo que fuese, era enorme. Mediría dos metros, por lo menos, pero eso no impidió que el mayordomo le plantara cara, escopeta en mano.

-¡Alto, aléjese del muchacho! -exclamó apuntándole con la escopeta-. ¡Identifíquese! ¿Quién es y cómo ha conseguido entrar aquí?

Los sistemas de seguridad de la batcueva eran muy buenos. A nivel, digamos, absurdamente buenos. Y, sin embargo, el desconocido se las había ingeniado para no activar ninguna de las alarmas hasta estar en el mismo núcleo. A Alfred no se le ocurría cómo podía haberlo hecho.

- ¿Qué es lo que quiere? ¡Responda o disparo! -ordenó, y parecía claro por su tono y por la firmeza con la que sujetaba el arma que estaba dispuesto a cumplir su amenaza.

Pese a no ser ya un prisionero, Andy seguia nervioso por la situación. No conocía al intruso, y que le hubiera podido localizar le asustaba.

- Yo no conozco a ese tío... -dijo mirando hacia Alfred con la voz temblorosa.

Alfred no vaciló lo más mínimo; sus manos no temblaron ni desviaron el cañón del arma de su objetivo.

- Muy señor mío -empezó con su correctísimo acento británico-; Si algo tengo claro en la vida es que los hombres que se cubren el rostro siempre son peligrosos. Si quiere convencerme de sus buenas intenciones debería empezar por quitarse ese casco y dejarnos ver su cara. Solo entonces podremos continuar está conversación de una manera más educada y civilizada.

Su tono exquisitamente educado contrastaba notoriamente con su actitud amenazadora y con la escopeta que empuñaba dejando claro que no se andaba con chiquitas.

El español comprendía bien las demandas del hombre. Siempre hay una falsa sensación de seguridad en conocer el rostro de un atacante. Pocos valoraban sin embargo que para muchos, su anonimato era la clave que permitía mantener su vida en pie.

- Entiendo su postura -contestó-, pero no voy a poder satisfacerla, me temo -realizó una pausa, que le sirvió para susurrar a Rostchrek la situación en el interior del casco. Pasara lo que pasara por lo menos tendría la opción de retornar su cuerpo a casa-. Pero si me permite hacer un comentario, depende enteramente de las circunstancias. Tal vez debería ver este casco no como un obstáculo, sino como un aliado para su seguridad. Si le enseñara mi rostro comprometería toda mi vida, y entonces no tendría más alternativa que aplicar las medidas que considerara necesarias. No se lo tome como algo personal. No me quedaría otra opción -incluso en esa situación difícil, Lorenzo consideró que era mas útil el uso de la franqueza y la calma-. Sólo he venido a buscar al muchacho. Entiendo que se habrá enterado de los terribles sucesos que están asolando el planeta entero. Yo mismo los he vivido en propia carne... y después de un sacrificio como no se puede imaginar, las pistas me llevan al joven que tienen aquí -le aclaró-. No sé qué les habrá hecho o por qué le tienen cautivo, y no me interesa. Si les ha robado, ha cabreado a alguno de sus jefes o si son ustedes de una logia y lo quieren sacrificar a su Dios ancestral. Lo que puedo decirles es que no puedo permitir que le hagan daño y que necesito hablar con él para entender lo sucedido en Happy Harbor.

Si alguien podía entender la necesidad de mantener el anonimato, desde luego sería el viejo mayordomo que había criado a tres generaciones de vigilantes enmascarados. Sin embargo, dada la situación en la que se encontraban el extraño no se lo estaba poniendo nada fácil.

- ¿No puede al menos decirme a qué organización pertenece o ante quien rinde cuentas? -demandó-. El muchacho no es nuestro prisionero. Como puede observar, es libre de moverse a voluntad por la cueva. Sin embargo, le necesitamos para llegar hasta Raven y solucionar, en la medida de lo posible, lo ocurrido, por eso se le ha pedido que permanezca con nosotros. Créame si le digo que entiendo su postura yo también, por más motivos de los que pudiera imaginar, sin embargo, lo cierto es que aún no me ha dado ninguna muestra de que puedo confiar en usted. Lo único que tengo es su palabra, pero realmente no sé si es amigo o enemigo. Por la información de la que dispongo, esta escopeta podría ser lo único que aún nos mantiene con vida al chico y a mí. A juzgar por su apariencia es claramente un soldado, mientras que yo no soy más que un anciano. Sin ésta arma no tendría nada que hacer contra usted. Yo también he pasado por un sacrificio mayor que el que nadie podría imaginar, el dolor más grande imaginable: la perdida de un hijo a causa de esta invasión monstruosa -la voz se le quebró y los ojos se le humedecieron, pero su agarre del arma permaneció firme-. Él era un soldado, como usted. Trato de luchar, de arreglar las cosas, y murió. Este chico podría tener la clave para poder acabar lo que mi hijo no pudo hacer. No permitiré que le hagan daño sin luchar.

Un nombre, entre todo el discurso del mayordomo, destacó en la mente del español. Ese hombre.... conocía a Raven. Habían buscado a Andy por los mismos motivos que él. Cuando el anciano terminó de hablar, su corrección se había quebrado para dejar ver su dolor. Fue cosa de un instante, pero tuvo la sensación de que era verdadero... y casi... ¿Se le acababan de humedecer los ojos?

- No le pido que renuncie a su arma. No le pido que rechace el miedo que pueda darle, o la intranquilidad que pueda producirle mi presencia. Le pido tan sólo que me escuche -tenía que intentar transmitirle sensación de control para que el hombre colaborara-. ¿Me permitiría bajar los brazos? Empiezan a doler -empezaría por ahí-. Si compartiera con usted lo que sé... ¿podría tomarlo como una declaración de intenciones a mi favor? -le preguntó sin moverse del sitio-. Todo lo que me ha traído hasta aquí... todo lo que estoy haciendo, lo estoy haciendo por ella. Por quien ella era... - sus sentimientos se hicieron un nudo en su estómago, y, por primera vez, la mano que sostenía la escopeta vaciló-: Raven...

Alfred entornó los ojos, mirando hacia Lorenzo como si pudiera ser capaz de distinguir su rostro más allá del casco. Era viejo, y la edad, como suele suceder, le había dado una cierta clase de sabiduría. De esa de la que no se aprende en los libros. A Alfred siempre se le había dado bien juzgar a las personas, y algo dentro de él le dijo que aquél hombre estaba siendo sincero.

- Está bien... puede bajar los brazos y ponerse cómodo -dijo, dejándose llevar al fin por su corrección británica-. Hay una mesa con sillas ahí. Espero que me disculpe si yo no bajo aún el arma. Prefiero oír primero lo que tenga que decir.

- ¿Qué sabes tú de Raven? ¿Y de mi? -interpeló Andy, fingiendo una seguridad que estaba muy lejos de sentir.

A pesar de que le ofrecieron lugar para sentarse, Lorenzo de momento decidió no hacerlo. No quería que pudiera dar lugar a malinterpretar cualquier gesto de los que pudiera hacer.

- Entabló contacto hace mucho tiempo conmigo. Somos amigos. Fue ella misma quien me contó todos los cambios que había estado haciendo, todo lo que había hecho para cambiar su vida, ser útil y tratar de explorar sus propias emociones. En esa fase apareciste tú -el casco se giró para encontrarse con el joven-. No fui capaz de darme cuenta, a causa de mis propios problemas, de que su contacto había empezado a distanciarse hasta desaparecer. Su personalidad demoníaca estaba haciendo estragos en ella, pero no fue capaz de decírmelo, ni tampoco de prever la gravedad de lo que iba a suceder -hizo una pausa, tratando de templar sus sentimientos. Sentía el dolor de la pérdida, y también el odio por el horror en el que se había convertido-. Raven está muerta -dejó que esa frase calara en los dos hombres-. Al menos, la Raven que conocísteis. Ya sólo queda el monstruo... y es peor de lo que os podáis imaginar. Yo lo sé. Intentó hacer algo... algo conmigo, que no funcionó. Pero se lo ha hecho a otros, y están en peligro -miró al joven Andy por primera vez. Hasta entonces había sido sólo un rostro y un nombre-. Si sabes algo que pueda ser de ayuda... algo que pueda explicarnos cuál fue el detonante que desencadenó todo esto...

Andy miró a Alfred dubitativo, pues no sabia cómo actuar en aquellas situaciones. Creía que no era buena idea contar lo que sabía, pero tampoco tenía otra opción.

- Hay unos anillos que pueden salvarla... O sea, no los tenemos nosotros, pero hay unos anillos que si los juntamos la salvarán, solo tenemos que localizarlos -hizo una pausa-; ¿De qué conoces a Raven?

Cuando escuchó la voz del joven, el casco giró en dirección a Nightwing. No era difícil reconocerlo; Al fin y al cabo, era el líder de los Titanes a los que no había llegado a conocer. Andrew al escuchar a Nightwing se calmó un poco. Si había gresca el pupilo de Batman podria salvarle, por eso de que aún le era útil. También Alfred se permitió relajarse por primera vez desde que había aparecido el extraño y bajó la escopeta. Siempre se había ocupado de todo cuanto Bruce había requerido de él, y siempre había estado dispuesto, pero mentiría si dijera que no prefería ceder el control y que los más jóvenes lidiaran con la situación.

- Estaré arriba si me necesita, amo Nightwing -dijo simplemente antes de retirarse discretamente.

A Lorenzo le entristecía no poder ser franco y explicar todo lo que sabía. Cómo se habían conocido Raven y él; Que, de hecho, estaban colaborando juntos desde hacía tiempo. No podía permitírselo. Ahora no estaban hablando con Lorenzo, sino con Cassanova.

- No puedo daros esa información. Pondría en peligro mi única ventaja táctica contra ellos -explicó al joven que había tomado la decisión de admitirle sin reservas haciendo que el anciano de la escopeta se retirara.

- Lo entiendo, pero comprenderás que necesito confiar en ti. Hay demasiadas cosas en juego, y ya he perdido demasiado en muy poco tiempo... -contestó Dick, con cierto tono de amargura en la voz.

- Si hay un modo de traer a Raven de vuelta, podéis contar conmigo. Sólo decidme qué puedo hacer por vosotros -respondió Lorenzo sin dudarlo ni un momento-. Hice uso de un hechizo para localizar a Andy, el resto ha sido puramente circunstancial -explicó. A pesar de que su voz sonaba distorsionada, su franqueza se transmitía a la perfección.

- ¿Qué es lo que sabes hacer? -preguntó Dick, curioso por conocer más sobre sus hechizos-. Nos vendría bien tener a un místico en nuestro bando. Ahora mismo andamos escasos de personal...  -volvió a mirar de reojo el comunicador como un acto reflejo, para comprobar si alguien más había contestado a la llamada de ayuda-. Necesito que me cuentes todo lo que has visto, con pelos y señales. Cuánta más información tengamos sobre nuestro enemigo, más posibilidades tendremos de vencerlos.

Quería entender cómo había pasado todo, cómo funcionaba esa nueva Raven. Si era capaz de analizar su estrategia, podrían intentar anteponerse a sus movimientos y prevenir así los próximos ataques.

- Lo que ocurre es que no tenemos los anillos aún y no sabemos como encontrarlos. Quizás con el hechizo que has usado en mi sea posible...

- No hará falta -dijo con firmeza Dick, mirando a Andrew-. Ya sabemos dónde están -sus ojos se volvieron fríos como el hielo cuando dijo su nombre en voz alta-: Los tiene el Joker... -el rencor y el odio se escaparon por sus labios.

Ansiaba su reencuentro con el payaso. Todavía no le había hecho pagar por la muerte de Jason, ni por lo que le hizo a Bárbara, y ahora se había desquitado con Raven... Las imágenes de la cámara de vigilancia estaban grabadas en su retina, y esta vez no iba a permitir que el mono de feria se fuera de rositas...

La interrupción de Jason alteró y alivió a Dick a partes iguales. Siempre tenía que soltar algún comentario hiriente a pesar de que conocía la gravedad de la situación. No necesitaba que metiera aún más el dedo en la llaga, ya tenía suficiente con su propia culpabilidad, así que se giró para mirar a la versión resucitada de su hermanastro con una expresión de dureza en el rostro. Fue entonces cuando hizo un amago de disculpa y la tensión se rebajó entre ellos. Nightwing miró la mano que le ofrecía y la estrechó sin dudarlo ni un segundo. Llevaba mucho tiempo queriendo hacerlo.

- Hace mucho que no trabajamos juntos, pero recuerdo que hacíamos un buen equipo -dijo por toda respuesta.

- Tiempo al tiempo, Grayson, antes de darnos abrazos como si nada hubiese pasado tenemos que ocuparnos de todo este follón que tu chica montó. Así que cuenta conmigo para ayudarte con el rescate. Ya sabes que un plan donde pueda dar una paliza de muerte al Joker es mi debilidad -bromeó mientras agitaba suavemente ambas manos y se separaba del apretón.

Dick alzó una ceja ante el comentario de Jason y no pudo evitar esbozar una pequeña sonrisa.

- Voy a necesitarte en el otro equipo, Jay; quien tiene secuestrados a Roy y a Wallace es Raven -miró entonces en dirección al enmascarado-. Tendremos que dividirnos en dos equipos. Los que vayan a rescatar a nuestros compañeros, y los que vayan a por los anillos de Azar que tiene el Joker. Hasta que no los encontremos, evitaría por todos los medios un enfrentamiento directo con Raven. Está claro que su parte demoníaca es muy poderosa, y querrá hacernos lo mismo que les ha hecho a Conner, Garfield y Dolphin -explicó, aunque todavía no sabía muy bien qué era lo que les había hecho exactamente para convertirlos en demonios.

Andrew miraba a los dos ex robins bastante confundido. Él sólo quería ayudar a salvar a Raven, pero todo parecía mucho más complicado que simplemente encontrar aquellos anillos.

En cuanto a Lorenzo, no comprendía bien la rivalidad que pudieran tenerse los jóvenes, pero la tensión era palpable y parecía poder cortarse con un cuchillo. Sin embargo, ambos pusieron de su parte para resolver su conflicto, en favor de resolver la tremendamente complicada situación que debían afrontar. Era mucho más prioritario que cualquier rencilla.

- Joker... -no hacia ninguna falta vivir en América para saber quién era ese payaso-. Son malas noticias. No creo que podamos conseguirlos sin pelear -rumió para sí-. Y luego está el problema de los cautivos. Es algo peliagudo. Debéis saber que he visto todo... todo lo que les ha hecho a los otros -explicó, sin poder evitar que un escalofrío le recorriera el cuerpo y le llenara el pecho de rabia-. Los ha tomado por la fuerza. Les ha poseído.... ahora son sus siervos -entrelazó los brazos, mirando hacia el suelo pensativo-. Debéis comprender algo: Una vez salga de aquí, yo no podré brindarnos ayuda siempre que me necesitéis. Os serviré mejor como infiltrado que como aliado, pero eso limita lo que yo pueda hacer por vosotros. Así que intentaré ofreceros todo cuanto tenga ahora -aseveró, al tiempo que accionaba por dentro del casco una serie de órdenes y extendía una mano con los dedos hacia ellos. De pronto, una pequeña proyección se abrió frente a ellos-. ¿Se pueden bajar un poco las luces? Lo veríamos mejor -pidió a Nightwing, que asintió.

- Gracias, Cassanova -dijo manipulando los controles de iluminación de la Batcueva-. Esta información nos será de gran utilidad.

- Ésto es la Sierra de Santa Mónica, en el mismísimo Hollywood -ilustró el mago-. Supongo que por muy discretos que quieran ser les ha podido el ego -no quedaba claro si era una broma o una apreciación personal-. Justo debajo se encuentra la Iglesia de Sangre. Hay demonios que están construyendo una catedral en el subsuelo con cientos de cadáveres. Quiero dejar claro que es peor que cualquier cosa que os hayáis podido imaginar. Si me dijerais que os han obligado a beber la sangre de vuestra mujer en el cráneo de vuestro hijo no nato os diría que sigue siendo un paseo al lado de esto -aquello lo dijo con toda la gravedad que poseía.

Nightwing memorizó visualmente todo lo que les estaba mostrando y después le miró con severidad.

- Puedes enseñarnos esas fotos sin problema.

- De acuerdo. Aquí tenéis un plano que he efectuado. No es exacto, la catedral continua en construcción. Existen una serie de entradas subterráneas, y pasillos anexos por los que podríais efectuar una incursión bien organizada, en caso de que se diera la circunstancia adecuada -sugirió. Tenía muy claro que no estaba en posición de exigir nada. No estaba arriesgando su vida con esa idea. Ellos debían hacerlo, si estaban dispuestos a ello. Hacer eso les colocaría en una posición aún más complicada que la suya propia-. Realicé algunas fotografías de la catedral -miró al joven Andy. Sabía que se trataba de alguien un tanto inestable-, pero tal vez deberíais verlas cuando estéis preparados... Si es que eso existe -el casco se giró hacia Nightwing y la imagen se distorsionó hasta desaparecer-. Allí abajo hay demonios, y un hombre que se hace llamar Hermano Sangre, y que se encarga de hacer las peores atrocidades que podáis imaginar. Es un adorador de Raven, y hará por ella todo cuanto pida. Lo único que yo puedo hacer por vosotros es daros toda ésta información. Tal vez ayudaros a localizar esos anillos... -no tenían por qué saber que iba a ser un mero intermediario-. Y, tal vez... facilitaros el momento, si lo que queréis es salvar a vuestros amigos.

- He muerto y he regresado, literalmente hablando, y hazme caso que si no fuí al infierno el tío que juzga eso está loco; podré con ello. Yo me encargo de esa capilla, aunque todo refuerzo es bienvenido, no me gustaría que nadie se perdiese la fiesta -dijo Jason seguro de sí mismo. Todo lo que se interponía entre su mejor amigo y él era un lunático con aires de grandeza que pensaba que lamiéndole el culo a una adolescente iba a convertirse en alguien importante, y él se iba a asegurar de demostrarle lo equivocado que estaba.

La reacción de Dick, en cambio, fue muy diferente.

- ¿Hermano Sangre...? -susurró, y apoyó su brazo en el hombro de Jason para detener el mareo que amenazaba con desestabilizarle. Otra vez aquella sensación desagradable... la rápida sucesión de unas imágenes que le nublaban la vista. Un hombre maduro saliendo de un estanque de sangre con un casco de cráneo de serpiente en la cabeza... - Blood... -logró esclarecer. Le conocía, o al menos alguno de los otros Dick Grayson sabía de quién se trataba... y probablemente tuviera relación con aquella visión de la Raven demoníaca. Esto ya había pasado antes, quizás en otra realidad. Pero acabara como acabase aquella historia, no podía permitirse fracasar y perder a sus compañeros-. Pensaba que había muerto... buscaré toda la información que pueda en el ordenador de Batman y os la enviaré por el transmisor -se giró para hablar con Jason-. No le subestimes; Hermano Sangre es muy poderoso...

- Él será muy poderoso, pero yo estoy muy cabreado -replicó el aludido mientras daba unas suaves palmaditas en el hombro de Dick.

- Nosotros no teníamos ninguna información de él, más que como figura religiosa de un culto respetable -respondió Lorenzo-. Supongo que todo aquello no era más que una tapadera -Nightwing parecía conocerlo. A pesar de ello, el joven le daba sensación de estar sobrepasado. Pudo verlo cuando necesitó sostenerse en su "eneamigo", por llamarlo de algún modo-. Si todos estáis de acuerdo... -dijo, antes de volver a accionar el proyector. Las imágenes eran desgarradoras. Demonios de orejas picudas arrastraban cadáveres de cualquier cosa. Hombres, mujeres, niños y animales. Los apretujaban contra las paredes, o los retorcían partiéndoles los huesos sin ninguna dificultad para seguir construyendo esa abominación. Se podían ver las estalactitas surgiendo de esa superficie roja terrible. Sangre siempre fresca, que de alguna manera nunca se coagulaba, pero apestaba aquel antro con el aroma de la muerte. Algunas aparecían borrosas, pero aún así, se clavaban en la retina removiendo la náusea del más fuerte. Él había vomitado varias veces, hasta que su cuerpo y su psique habían respondido por pura supervivencia creado una visión de túnel que le emborronaba todo más allá de las figuras que se dirigían a él. Como si no pudiera soportar más de eso. Simplemente... Lo borraba-. Os advierto que en nada tiene que ver las fotografías con estar allí. Cuando bajéis por esos túneles lo veréis todo a ras de vuestra piel. Respiraréis la sangre... -hizo una pausa porque su lengua tiró hacia atrás a causa de la náusea. En su recuerdo siempre estaría ese olor. Siempre. No era por la sangre... Era... el olor del horror-. Aquí -mostró una foto con una perspectiva de la iglesia-. Aquí está la capilla. Allí dentro tienen mazmorras. Si los han llevado a algún lugar, estarán allí -pasó unas cuantas más y entonces se detuvo en una. Una imponente espalda con una camisa negra cubría un trozo de la imagen, otra criatura de fondo y en medio, como enmarcada, aparecía Raven... No. No Raven.  La Raven de cuatro ojos que los miraba con deleite, y parecía atravesar la foto. Como si fuera a salir de ella y arrancarles el alma como había hecho con el resto. Se quedó en silencio mientras se le revolvía algo por dentro. Una terrible sensación de rechazo y de... de... ¿Qué era eso? ¿Acaso era culpa?

A lo largo de su vida, Jason había visto cosas horribles (qué coño, hasta tuvo que salir de su propia tumba a puñetazos), pero tenía que admitir que le alegró tener el casco puesto para que no viesen lo pálido que se puso ante las grotescas escenas que el desconocido había proyectado.

- ¿Me estás diciendo que Roy y más rehenes están retenidos en ese infierno y aún no habéis movido el culo para rescatarlos? -inquirió, pero Dick había enmudecido ante las fotografías, llevándose el guante a la boca, intentando con todas las fuerzas que tenía no echar el café de Alfred. Menos mal que no había comido nada en todo el día anterior, porque si no, habría dejado el suelo de la Batcueva precioso.

- Es... horrible...  

Andy tuvo que alejarse a un rincón. Estaba muy pálido, y claramente tan conmocionado que no fue capaz de volver a articular palabra.

- Se acabó el parloteo -bufó Jason-. Voy a entrar ahí armado hasta los dientes con o sin ayuda. O estás conmigo o contra mí, pero por ser blandos acabamos así -recalcó-. Si alguien más se apunta, que me mande un mensaje a éstas coordenadas -al instante, pulsando un botón de su casco mandó su número de contacto al batordenador mientras se daba la vuelta y comenzaba a irse de la sala-. No voy a dejar a nadie con vida ahí dentro, Grayson, sea Raven Blood o el que le salga de los cojones.

- No lo dudo...-replicó a su amenaza mientras observaba como abandonaba la Batcueva, pensando que tenía razón. No podían perder más tiempo hablando, tenían que sacarlos de ese infierno en vida. Encendió el transmisor para contactar con Oráculo y que les pusiera a todos en el mismo canal, añadiendo la nueva frecuencia para Red Hood.

De pronto, las palabras de Kori le atravesaron como un cuchillo: "Hay que matar a Raven". No, no podía permitir eso. Si existía tan solo una oportunidad de salvarla, se tiraría de cabeza. Conseguiría los anillos de Azar antes de que nadie matara a nadie y la traería de vuelta.

"Ésta vez... pienso salvarte, Raven".