[Minievento WWD] Cuervo de Sangre - Rojo sobre negro (Starfire, Lorenzo, Conner, Warlock) [12/04/2019]

Soy muy consciente de lo que el resto de los humanos piensan de mí. Creen que porque no comprendo sus costumbres o su manera de hacer las cosas, que porque no he recibido la misma educación que ellos soy inferior intelectualmente. Esa es una realidad con la que he vivido desde mi primera llegada a este planeta. Pero siento en mi corazón que no lo hacen con malícia. Se les ha criado así, compitiendo para ser mejores los unos de los otros, luchando por el puesto de trabajo y la apreciación del resto de su raza, y por ello, en lugar de enfadarme, les compadezco. En Tamaran, somo conocidos por la fiereza de nuestra raza. Somos grandes y temibles guerreros y muchas razas son conscientes de que no pueden compararse con nosotros. Pero también son conocidos nuestro amor y preferencia por la paz.

Dale a un Tamariano a elegir entre un beso y una lanza, y encontrarás un amante que volcará su corazón. Oblígale a tomar la lanza...

Algo interrumpió mis pensamientos. El cielo... había oscurecido. Seguía sintiendo como convertía la luz del sol en energía, por lo que no podía ser que se hubiera hecho de noche, ni que la luna de esta tierra hubiera ocultado sus rayos tras su cuerpo esférico. Pero cuando alcé la mirada al cielo, y vi ese firmamento oscuro y los primeros rayos... Sentí un escalofrío. Pero no podía ser, no aquí. Si hubiera pasado algo... Raven hubiera llegado hasta mí, como lo había hecho otras veces en momentos de necesidad.

...Si es que Raven existía en ese mundo. Porque si así fuera, ¿por qué no había ido antes?

Empecé a caminar apurada, sintiendo el corazón latiendo con fuerza pero incapaz de alzar todavía el vuelo. No sabía hasta qué punto esto era normal en este nuevo "universo" e intentaba con todas mis fuerzas no precipitarme. Hasta que encontré un montón de gente agolpada frente a un escaparate. Era una tienda de televisores, donde justo empezaban las noticias.

Pero no escuché lo que decían. No pude, aunque lo hubiera intentado. Mi mente se nubló y todo cuanto podía ver era el ojo de la tormenta reflejada en la pantalla que hacía un eco perfecto con mis recuerdos. Una tormenta que yo ya había vivido, un cielo de azufre surcado mil veces por unos rayos terribles que no parecían naturales. Las lágrimas empezaron a correr sin parar por mis ojos y a perderse en mis mejillas.

— Por el amor de X'hal... No puede ser...

No pude seguir mirando. Cuando los perros alados hicieron su entrada a escena y se confirmaron mis peores miedos, antes de poder darme cuenta de lo que estaba haciendo, el suelo se alejaba de mis pies a una velocidad vertiginosa. No se me ocurrió pararme en ninguna parte a cambiarme de ropa. Aun calzando unos tejanos y una camisa, me alcé alto en el cielo y busqué con la mirada el epicentro de aquella tormenta.

En mi cabeza se repetía una escena que pese a distante, resonaba con una fuerza renovada. Recordaba una Nueva York desolada. Recordaba unos pilares de carne transportando almas cubriendo los edificios, las calles desoladas y completamente vacías, el cielo negro y el cuerpo de Trigon sobre la Torre Titan...


Las lágrimas no paraban de brotar, pero tenía que obligarme a quitarme de la mente todos aquellos malos recuerdos. Este era otro mundo, tal vez las cosas podían ir de un modo distinto. Tal vez tenía una segunda oportunidad de hacer las cosas bien. Pero tenía que intentar dejar de pensar en lo peor.

Si quedaba alguna posibilidad, por pequeña que fuera, de que quedara un Titan en este lugar... Tenían que estar ahí.

La entrada y salida de Rostchrek fué instantánea. De hecho, el Español ni siquiera fue capaz de comprender el cambio de escenario en unos cuantos segundos y para cuando lo consiguió el Homo Maggi  ya se había desvanecido del lugar, dejando a su paso tan sólo las huellas de sus zapatos sobre el asfalto. su primer instinto fue acercarse a la pared del callejón, como si eso fuese a parapetarle o servirle de algo. Levantó la vista, encontrando una cúpula cerrada, jirones de nubes negras encapotadas de azufre, que se extendía por todas partes metiéndose en las fosas nasales y haciendo llorar los ojos. Pero antes que el olor, lo primero que le hizo ser consciente de donde estaba fue el sonido. Los gritos reverberaban hasta en el último de los rincones, se levantaban hacia el cielo con el dolor de una puñalada, con un penar que parecía alimentar las llamas que consumían la ciudad. Por un instante, Lorenzo se quedó paralizado, bajo el casco de combate que mantenía su identidad a salvo.

Era como escurrirse a la imagen de una mente enferma, para la que sólo el dolor ajeno, el sufrimiento y la muerte eran vida...

El traje que llevaba estaba preparado para soportar temperaturas extremas, pero nada le protegería del chorro de lava ardiente y sulfurosa que los perros del infierno eran capaces de expulsar entre las fauces. Una bandada de seis sobrevoló el callejón, y uno de ellos defecó en pleno vuelo, haciendo que una pila de excrementos aterrizara a unos tres metros de el. Las heces negruzcas se esparcieron por el suelo, comportándose de la manera habitual. Tras unos segundos de hedor insoportable, se prendieron en llamas convirtiéndose en ceniza, salvo por los huesos. A simple vista, debía haber al menos una mano, una cadera y la mitad de un cráneo.

El uniforme suponía una protección extra contra la temperatura, ciertos golpes y posibles efectos climáticos adversos. El casco limpiaba el aire, impidiendo el envenenamiento químico y filtraba las partículas extrañas suspendidas en el ambiente. Portaba además una mochila acoplada al traje incorporada a la espalda, donde guardaba varios artefactos, su cinturón con herramientas, puños y piernas con densidad reforzada para conseguir golpes más severos, y placas de protección en torso y zonas blandas. Un chorro de fuego en la calle paralela le hizo reaccionar. No podía quedarse quieto. No conocía Happy Harbor, pero se había descargado un mapa, que procedió a proyectar en la parte interna del casco. Sabía que el monte de justicia estaba cerca, en la ciudad. Era cuestión de ubicarlo, evadir a los perros demoníacos y tratar de pasar desapercibido. Dos personas pasaron corriendo por la boca calle. Tuvo que contenerse para no seguirles y explicarles que, cuanto más huían, más se convertían en presas deseables para los cánidos demoníacos.

Se había enfrentado a alguno que otro cuando era joven, pero entonces eran cachorros, no criaturas adultas. Además, el aura demoníaca era muy potente en esa zona, lo cual haría imposible que controlaran sus instintos más primarios. Salió a campo abierto, parapetándose tras un coche, y continuó siguiendo las indicaciones del mapa, procurando utilizar el escenario en su favor. Evadir las zonas mas grandes a campo abierto, y con el único objetivo de encontrar la guarida de los titanes. De no haber tenido una relación previa, localizarla habría sido imposible. Al mirar al cielo, buscando controlar en la medida de lo posible las bandadas de perros avernales, lo que encontró sobre él fué algo distinto. Una figura humana sobrevolaba la ciudad. No podía verla con claridad, a causa del intenso brillo de las llamas incontrolables que algunos trataban de apagar sin conseguirlo. Algo se revolvió en su interior. Desde donde estaba no podía asegurarlo. Lo que si sabía es que Raven desplegaba capacidades nuevas cuando se encontraba en su estado demoníaco. Apretó el paso, pasando a trote, y luego a una carrera frenética en la que trataba de no perder la pista de la mujer en vuelo. Miraba de manera intermitente su escenario y la figura, intentando estar en la medida de lo posible atento a todo, y con todo el dolor de su corazón, obviando a las personas que corrían en contra dirección, y desoyendo los gritos de auxilio que procedían de todas partes.

Tenía que permanecer concentrado en el objetivo. Tenía que intentar solucionarlo. Fuera lo que fuera lo que estaba pasando, seguro que había una manera de arreglarlo.

Sentí que mi corazón pesaba una tonelada, lo suficiente como para detener mi vuelo en seco, casi como si ese pesar estuviera tirando de mi hacia la tierra terrestre. Mis ojos volvieron a divagar por la destrucción que había a mis pies. Me llevé una mano al pecho, como si sostenerlo de algún modo fuera a detener esa sensación de que algo se me rompía por dentro. No era únicamente la visión de las huestes de Trigon arrastrandose por el mundo, devorando cada pizca de vida y esperanza a su paso. Eran los pesados recuerdos de otra vida, otro mundo, en el que había vuelto a sufrir la pérdida de mi família, un mundo sin los titanes.

Había experimentado ya lo que era vivir sóla y empezar de cero, pero en ese entonces sabía que en algún lugar, el resto vivía a salvo. Esta ocasión era distinta y llevaba ya días vagando sin lograr localizar a mis compañeros. Me había planteado incluso volver a Tamaran, pero me mantenía en Tierra la esperanza de que ellos vivieran. Esperanza que oscurecía al mismo ritmo en que el cielo se teñía de sangre, los perros descendían y su lava convertía en cenizas todo cuanto tocaban. ¿Dónde estában los heroes y los titanes? ¿Por qué no estaban ahí Superman y el resto de la Liga de la Justicia, intentando detener a Trigon? ¿Por qué...? Porque si estaban vivos, no era posible que estuvieran contemplando todo eso de brazos cruzados. No, si mis amigos vivían, en este momento tenían que estar luchando. Y esas eran mis tres opciones, que intentaban sobreponerse a todo lo demás, al temor y al desasosiego, incluso a la ira que poco a poco hervía en mi pecho.

Opción 1, los Titanes estaban luchando. Si no se movían, si no se les veía, significaba que no podían moverse. Tal vez el enemigo les superaba, en cuyo caso necesitaban mi ayuda.

Opción 2, los Titanes se encontraban fuera de la Tierra. Tal vez volvían a estar buscándome por el espacio... Opción poco viable, pero no quería descartarla. No si me daba la esperanza de volver a verlos.

Opción 3... Si Trigon estaba ahí, sólo podía significar que Raven había caído. O bien estaba bajo su control, o bien... Sacudí la cabeza, intentando pensar con claridad. Si Raven estuviera muerta, Trigon perdería su puerta para nuestro mundo. Había funcionado así en mis recuerdos, aunque ahora no podría decir con total certeza cómo había transcurrido todo. Los latidos de mi corazón hacían que la mente estuviera turbia. La opción tres... La Opción tres, era que los Titanes habían caído. Pero no podía creerlo. Me negaba a creerlo.


Mis manos empezaron a brillar y sentí el familiar cosquilleo de la energía solar en la punta de mis dedos. Todas las opciones, me llevaban a un sólo punto. Tenía que prepararme y luchar, bien fuera sola o para salvar y socorrer a mis seres queridos. Me tiré en picado hacia las calles de la ciudad y uno a uno empecé a apuntar a aquellos canes demoníacos.
Toda la energía que recorría mi cuerpo se concentró en mis manos y se proyectaba en forma de rayos, destruyendo los perros más cercanos a la gente. Pero no importaba cuantos pudiera derrotar, siempre había más detrás, como si se tratara de un nido de hormigas del que no dejaban de emanar una y otra, tras otra, sin detenerse. Bajé a tierra, donde vi un grupo de civiles intentar correr y ponerse a salvo, e intenté darles un poco de cobertura, starbolt tras starbolt, cogiendo cuanto tenía a mi merced, fuera un tubo de acero o un palo de madera, peleé con uñas y dientes para ponerles a salvo.

Había un problema en mi plan. Desconocía dónde podía estar Raven, y por ahora mi única orientación había sido volar hacia el ojo de la Tormenta. O bien encontraba una idea mejor o... O bueno, seguiría volando hacia ahí, intentando llevarme por delante todo cuanto saliera a mi paso.

Y entonces lo ví. Un humano cubierto en un traje y con casco. No tenía ni la más mínima idea de quién podía ser, pero el traje... El traje se parecía mucho a los distintos uniformes que había visto a los heroes de la tierra. Así que, ¿podía ser uno, verdad? Sin pensarmelo, dirigí un nuevo rayo sobre un edificio, dejando que sus restos cayeran sobre un grupo de perros demoníacos, y hacé el vuelo hacia él. Me detuve a su lado, incapaz de esbozar la sonrisa con la que normalmente hubiera recibido a cualquier terrano.

— ¿Eres un superhéroe? ¿Dónde están todos los demás? ¿Por qué no hay nadie aquí?

Apretó el paso, tratando de estar pendiente de su entorno y no perder a la silueta voladora que atravesaba el cielo a mucha mayor velocidad que él. Se vió obligado a cambiar de dirección, al encontrar en medio de una de las calles a tres perros que peleaban por los restos de un cadáver medio calcinado. Aquella imagen le encogió el estómago. El miedo. El miedo es bueno. Recuérdalo. El miedo es lo único que nos mantiene vivos. Úsalo para algo útil.

- ¡Mierda!- maldijo entre dientes, dándose la vuelta para rodear la manzana sabiendo que a causa de eso perdería la pista de manera inevitable.

Continuó corriendo a través de las calles despejadas, esperando no quedar atrapado de manera inevitable, y teniendo que recurrir a opciones que no le apetecían en absoluto, como acabar caminando por las alcantarillas o buscando cualquier posible paso marítimo subterráneo que pudiera usar. Eso siempre debía considerarse como último recurso. Parapetándose tras un coche volcado que tenía una forma extraña al estar cubierto de lava endurecida, remitiendo a las retorcidas y perturbadoras imágenes de la ciudad de Pompeya, observó el mapa a través de su pantalla.

Cuando una ciudad entera está siendo devorada por las llamas, es muy difícil ser capaz de ver nada. Las llamas deslumbran, y si no, el humo te ciega. Sin embargo fué capaz de percibir con claridad como en medio de ese infierno rojo, amarillo y negro, un resplandor verde se abría paso como una aurora boreal a través del cielo encapotado de ceniza y azufre. Aquello hizo que el español contuviera el aliento, a pesar de estar jadeando, hasta que le pincharon los pulmones. Un resplandor de ese tipo no podía augurar nada bueno. Una energía capaz de brillar sobre el fuego sólo podía significar dos cosas: que era de procedencia sobrenatural o que su potencia era increíblemente poderosa. Levantó la vista y se posicionó de espaldas al coche, y en ese preciso instante, la figura surcó los cielos, seguida de una bandada de siete perros. De sus brazos salieron disparados unos proyectiles, como extraños cometas verdosos que impactaron contra los perros, vaporizando a uno de ellos en el acto, y dañando a otros. La siguió con los ojos, mientras arrojaba una serie de objetos hacia ellos, tras imbuirlos de esa energía desconocida. Accionó la herramienta de seguimiento automático, marcándola como objetivo, y minimizó la ventana a un lateral, mientras intentaba usar su distracción para avanzar.

El suelo entero tembló cuando un edificio entero se desplomó justo detrás. La estabilidad de las piernas le falló y tuvo que detenerse, agarrándose a un parquímetro torcido, buscando no caer al suelo. De entre el polvo y la humareda provocada por el derrumbamiento surgió una silueta de un vivo color anaranjado. Sus brazos despedían un latente brillo lima, y su melena roja como el fuego se mecía con el viento. Su admirable belleza quedó en segundo plano cuando recortó en un suspiro las distancias al aterrizar a su lado.

Por un instante, tuvo la certeza de que estaba muerto. Es la sensación normal que tiene cualquier ser humano cuando afronta a uno de esos dioses en la tierra cuyo poder es inimaginable, y escapa por completo a su control. Esa sensación de indefensión en los ojos de un hombre cuando el maremoto se refleja en ellos.

Pero nada de eso sucedió. El bello rostro de la joven se dirigió a él con una voz dulce, pero llena de urgencia y exigencias. Nadie sabía quien era. Eso significaba que podía ser quien quisiera. Armándose de valor, trató de permanecer lo más calmado posible. No sabía qué era esa chica, pero su descripción... le era muy familiar. Activó el reconocimiento facial, y el buscador. Los datos se cotejaron con rapidez, mientras él le remitía una negativa con la cabeza.

-No se quién mas está en la ciudad. ¿A quién estás buscando?- su voz distorsionada, que convertía su tono en uno aún mas grave y pseudo-robótico, se transmitió con claridad hacia el exterior. En ese instante, el casco dió un aviso. Localizó a la joven en sus archivos. Estaba en una base informativa de la MKL. Starfire. Miembro de... los jóvenes titanes. -Starfire... - murmuró para sí. Formaba parte del equipo de Raven. - ¡Tu eres starfire!- exclamó entonces, mirándola a los ojos. Aunque quizá ese detalle pasaría desapercibido para ella. - ¿Sabes qué le ha pasado a Raven? ¿Sabes si está en el monte de justicia?- esta vez era el español el que manejaba su preocupación, y quien exigía las respuestas.

No pude evitar hacer una mueca mostrando levemente los dientes, presa de la frustración en cuanto me dijo que no sabía nada del resto. No dejaba de darme mala espina que en una situación tan desesperada, no hubiera nadie por ahí intentando ayudar a los demás. Entre una cosa y la otra, la situación parecía ser cada vez más desesperada. Pero, ¿no había sido así también la primera vez?

Sí y no. En mis recuerdos, el encuentro con Trigon se había desarrollado sólo con los Titanes. Habíamos estado solos, en ese sentido, pero nos teníamos el uno al otro. Eso era algo que nunca había cambiado en mis tiempos con ellos y algo que, francamente, echaba de menos.

--Starfire... - Busqué su mirada, y al no encontrar ojos, me fijé en el punto donde suponía que debían estar. -¡Tu eres Starfire! - escucharle pronunciar ese nombre hizo que pudiera sonreír por un breve instante. Era el nombre que me habían dado ellos... Pero lo que dijo a continuación me la borró en un santiamén - -¿Sabes qué le ha pasado a Raven? ¿Sabes si está en el monte de justicia?

Sujeté a la persona por los hombros, y tuve que contenerme para no agitarle.

— ¿Raven? ¿Conoces a Raven? X'hal gracias, ¡gracias! — Me reí en voz alta y abracé a aquél hombre, llevado por la eufória de saber que era posible Raven estuviera en el mismo mundo donde yo me encontraba. Por un instante sentí esperanza instaurándose de nuevo en mi pecho, pero desapareció en un suspiro. Si Raven estaba por aquí, sabía perfectamente en qué estado estaba... Y peor todavía, sabía qué tenía que hacer. Y sólo de pensarlo, me dolía... Me dolía tanto... Cerré los ojos, intentando recomponerme. — No sé dónde está el Monte de la Justicia, pero necesito que me lleves ahí. Necesito... Necesito detener a Raven. — exhalé un suspiro, y tomé una buena bocanada de aire. Si tenía que conformarme con ese héroe, necesitaba asegurarme de que no iba a volverse en mi contra una vez me enfrentara a ella. — Debo... matar a Raven. Su alma seguirá viva, y terminará por regresar, pero necesitamos eliminar el cuerpo para que su Padre Trigon no pueda venir a este mundo. Al menos, fue así de donde yo vengo.

Miré alrededor, desolada. No tenía la certeza absoluta de que pudiera funcionar del mismo modo que lo hizo aquella vez. Pero era lo único que tenía. Y los titanes no estaban ahí para disuadirme. Me elevé en el cielo de un salto, y me mantuve a menos de un metro de él. Miré de nuevo al humano, e hice un vistazo rápido a su traje. Había visto a Cyborg utilizar las piezas mecánicas de su cuerpo para saltar hasta alcanzar los cielos, y no sabía hasta qué punto él podría hacer lo mismo. Así que, por si acaso, le tendí una mano.

— ¿Puedes volar? De lo contrario te llevaré conmigo. No tenemos ni un segundo que perder.

Starfire le sujetó por los hombros, haciendo que su cuerpo se tensara de manera inmediata. En ese mismo momento sus sentidos estaban puestos en defenderse, y cualquier contacto le producía una sensación intensa de peligro. Pensó que se limitaría a cogerlo y arrojarlo por los aires, quitándole de su camino. No había tenido en cuenta muchas cosas que ahora le parecían una temeridad. En una invasión demoníaca, eran muy pocos los seres con los que se debía contar si se quería asegurar la supervivencia. De hecho ni siquiera se podía confiar en los mas allegados. Los demonios tenían una naturaleza manipuladora, que propiciaba que hicieran uso de sus poderes para mentir, crear ilusiones, usar el glamour o incluso suplantar. Podría haber sido el caso. Pero al menos por el momento, no ocurrió nada de eso. A ella tampoco pareció preocuparle ese posible factor, o quizá, lo ignoraba. Parecía mas alegre de encontrarle que preocupada por su presencia. Claro que lo entendía a la perfección. Para alguien como ella, la mayoría no suponía amenaza alguna.

- ¿No sabes donde está?- su tono sonó sorprendido, no recriminatorio. Aquello le dió muy mala espina. Le pareció muy extraño que una persona que pertenecía a la agrupación ignorara su ubicación. El resto del mensaje no hizo si no inquietarle aún mas. -¡¿De que coño estas hablando?!- exclamó dando un paso atrás. Esa mujer... todo lo que decía era una auténtica locura. Él no había ido hasta allí para matar a Raven. Había ido allí para rescatarla. ¿Qué clase de aliado sería capaz de...?

Su mente recibió un jarro de agua fría. Por eso él estaba allí, y Rostchrek al otro lado de la línea. Por eso todos ellos estaban allí. Era el objetivo con el que se había generado el grupo. Un grupo al que nunca se le había puesto nombre por una razón. Porque cuando te metías en eso, trabajabas sólo. Eras tu, como individuo, quien aportaba a la causa común. Pero esa manera de actuar no pasaba por tener un estandarte, un nombre, o un icono. No. Eso era algo reservado a la escuela. A los X men o a los Teen Titans. Lo único que tenían era sus nombres. Los nombres que habían escogido y que jamás se pronunciaban fuera. Hacer lo que fuera necesario, para salvaguardar su seguridad, la del resto del equipo, y por encima de todo, la de la escuela. La única verdad importante, el lema bajo el que todos trabajaban: "Si te cogen, te quedas solo".

Devolvió una mirada intensa que Starfire ignoraba por estar cubierta bajo el cristal temblado de ese casco. Ser capaz de comprenderla es lo que más le dolió de todo el asunto. Pero esa solución... Quizá hubiera funcionado en su mundo. Pero no tenía porqué ser igual en ese. Tenía que haber algo que pudieran hacer. Algo que no pasara por tener que arrebatar la vida de Raven. Tenía que haberlo.

- ¿No hay ninguna otra solución? - preguntó. A pesar de su voz distorsionada, el contenido del mensaje dejaba entrever cierta afectación. - ¿Nada que se pueda hacer para evitar...?- se detuvo. Llenó los pulmones, tratando de controlar no aumentar su respiración. Su ritmo cardíaco había empezado a elevarse. Entendía las repercusiones. Había estado estudiando todo lo posible sobre la Azariana cuando su relación se había iniciado. A decir verdad, todo había sido bastante accidentado, y demasiado intenso. No sólo para la émpata. Para ambos. Sabía de dónde provenía su lado demoníaco. Sabía los testimonios que procedían de archivos cargados de acontecimientos que jamás habían sucedido. Sabía el horror que podía haber desatado, y las más que obvias señales de que podría estar participando de ello. Incluso siendo la responsable directa. Comprendía todo eso. Aún con todo... El silencio que se instauró entre ambos, de manera repentina, pareció más intenso que los gritos de horror que aún acosaban sus oídos desde cada rincón de la ciudad en llamas.-Te llevaré hasta el monte de justicia... - afirmo, inclinando la cabeza hacia delante, aunque su rostro apuntaba hacia el suelo, su mirada acuosa estaba muy lejos. Se sentía horrorizado, jodido y frustrado. Porque sabía lo que tenía que hacer. Por que la perspectiva de hacerlo le desgarraba por dentro. - Pero no voy a matar a Raven.- su voz, a pesar de que la distorsión, sonó firme y segura.

No iba a hacerlo. No a menos que hubiera descartado sus opciones primero. Starfire se elevó sobre el suelo, y durante un instante, estuvo convencido de que le dejaría atrás. Que se marcharía y le dejaría allí, entre los perros, y con el peso de haber dejado marchar a su verdugo. Pero en contra de todo lo pronosticado, aguardó a un metro de él y le tendió una mano.

- ¿Podrás cargar conmigo sin problema?- preguntó devolviéndole una mirada dentro de ese casco vacío sin rostro, que le ayudaba a ocultar las emociones que tenía a flor de piel, tendiéndole una mano y estrechándosela. No ganaría nada retrasándola, y tampoco podía permitírselo. Como si acabara de quitarse una escafandra, los gritos y los aullidos de los perros avernales le llegaron, aún mas alto y claro. Cada uno de esos lamentos le abría mas las entrañas, sabiendo que pasara lo que pasara, él acabaría roto.

Mi voz había sonado muy convencida cuando había explicado a aquél humano lo que deberíamos hacer con Raven. Pero no lo estaba tanto. No lo estaba por las repercusiones, si no por nuestra habilidad de lograrlo. En el mundo que yo recordaba, Lilith había permitido a Trigon controlar una parte de nosotros, desatar lo más oscuro y malvado de nuestros corazones para que fuera lo peor de nosotros mismos lo que terminara con Raven. Cuando él estrechó mi mano, yo la estreché de vuelta. Y coloqué mi mano sobre la de él, volviendo a aterrizar, mirándole de frente. Tal vez su voz estuviera intentando ocultar lo que realmente sentía en su corazón, pero de algún modo, podía comprenderle. Podía comprenderle por completo. Porque yo tampoco quería hacer daño a Raven. Yo también la amaba.

Tenía prisa por marcharme, eso era cierto. Pero sólo un necio iría a la batalla con la semilla de la duda en su corazón. Si tenías que luchar, lo hacías con todo tu corazón, sin nada que fuera a detenerte en el último momento, y consciente de que tenías que llegar hasta el final.

— En mis recuerdos... Uno de nosotros no confiaba en Raven. Él siempre pensaba que deberíamos dejar a Raven a su suerte y no involucrarnos más con ella. Y Raven... siempre había escondido sus sentimientos. Esa parte de Trigon que estaba entrelazada en su alma, la obligaba a vivir en silencio. No compartía nada, nunca se dejaba ayudar. Cuando Trigon la controló por primera vez... Raven casi mata a Wally. Y él jamás se lo perdonó, hasta el amargo final. Pero yo sabia que la disculpa de Raven era sincera, como lo supe la primera vez cuando nos pidió ayuda, y nos ocultó que el demonio Trigon era su padre.

Apreté su mano entre las mías, procurando no hacerle daño. Quería que entendiera el por qué de mis palabras, quería que viera... que yo tampoco quería hacerle daño. Luego liberé una de ellas y acaricié ese casco, como acariciaría una mejilla.

— Del mismo modo que sé cómo te sientes. No he sido capaz de reunirme con los Titans desde que llegue a este mundo. La torre que yo conocía yace vacía y no hay rastro de ellos. Pero saber que Raven ha tenido alguien que la comprendiera, me alivia. Tener alguien que quiere salvarla... Tan sólo puedo darte las gracias. No te pediré que luches contra ella. Yo tampoco lo haría si tuviera otra opción. Pero conozco a Raven. O la conocía. Y la Raven a quien yo consideraba mi família... — Se me escapó una lágrima, y dejé de sostener su rostro y su mano, y froté el mío, eliminando esa pequeña perla de tristeza. Y todo sentimiento se volvió ira y rencor, hacia Trigon y sus demonios, hacia el destino aciago que pesaba siempre sobre ella, quien no lo merecía. — Raven jamás querría herir y dañar a toda la gente de su alrededor. No sé si seré capaz de matarla, pero haré todo lo que pueda por liberar su alma, aunque sea a costa de la mía. Y aunque decidas no luchar, si quieres estar junto a ella cuando todo pase, si la valoras tanto como estoy sintiendo... Entonces te llevaré conmigo.

Di un paso para colocarme junto a él. Aquél hombre, armadura incluida, era más alto que yo. Y sin embargo no tuve ninguna dificultad para pasar mi brazo alrededor de la cintura y alzar el vuelo con él a cuestas. Usé mi mano libre para disparar un último rayo al cielo, liberando el horizonte de amenazas, abriendo un camino para ambos. Y partimos rumbo al monte de la justicia.

Sentí mi cuerpo estremecerse ante la imagen tan familiar que se había proyectado frente a mí. Tuve que recordarme a mi misma que cargaba con una vida humana entre mis brazos, para no soltarle y lanzarme contra Raven, apretando su delicado cuerpo con mis brazos, besándo sus mejillas con el anhelo de una familia reencontrada.

Ella era tal y como la recordaba. El cabello azabache, enmarcando unas facciones angulosas de un rostro que jamás se permitía una sonrisa, de una piel nívea que casi parecía demasiado fina, demasiado frágil para mantener una vida humana dentro de ella, que era eco perfecto del recuerdo. Era Raven. Era mi Raven. Moría por abrazarla y besar su frente, y ese deseo anuló por completo todo lo demás.

— Ya estoy aquí, Raven! Voy a salvarte... Y estaremos juntas otra vez.

El desasosiego que sentía por correr a su lado empezaba a ser como una serpiente en mi estómago, agarrando con fuerza mis entrañas, creandome la urgencia de correr a su lado. Quería salvar a Raven, quería librarla del yugo de su alma y volver a ver la beatífica amiga que había tenido antaño. Y de nuevo mi necesidad de ir a su lado se convertía en ira, cambiando las facciones inocentes de mi rostro en una despiadada máscara de ira. No iba a detenerme ante nada, determinada como estaba a hacer lo impossible por aquellos a quienes consideraba família. Encontrar a Raven era en si mismo un milagro, pero a la vez me devolvía la esperanza, de que, de algún modo, en algún lugar, también el resto de los Titans esperaban mi llegada, con la ilusión de volver a verme grabado en la mirada... Pero primero, necesitaba acudir a la llamada de Raven. Me cercioré de que Enzo estaba bien sujeto bajo mi brazo y estiré la mano libre, a mi lado, ligeramente hacia atrás. Cargué toda mi energía en ella, creando un aura de luz cálida entra mis dedos.

— Voy a abrir una puerta... ¿Estás listo?

Esa chica, Starfire. Supo ver incluso a través de su casco la turbación que suponía para él la solución que le había propuesto. Por mucho que distorsionara la voz, por muy desvinculado que pretendiera estar de sus emociones mientras estaba de misión, no había podido evitar posicionarse de un modo muy evidente. Aquello es lo que hizo que la joven considerara su negativa tan importante como para no continuar a pesar de la emergencia de la situación, hasta que el español lo comprendiera por completo. En medio del caos, se generó ese instante de quietud, en los que comprobó cómo de manera genuina era capaz de compartir sus recuerdos dolorosos, sus pensamientos, y también sus emociones. Al ver la manera tranquilizadora en que sostenía y apretaba sus manos, el modo en que, sin importar quién era, sólo por el hecho de que deseaba ayudar a Raven tanto como ella, la mano acabara ofreciéndole una caricia comprensiva en la mejilla, y tener que afrontar cómo esa lágrima se desprendía de su mejilla anaranjada llevándose en esa pequeña y singular gota un dolor que, estaba claro, era una pesada carga para quien se descubría como compañera y amiga de la semidemonio, le hizo comprender las circunstancias de un modo lacerante y cada vez más real. La ira deformó su hermoso rostro, y la empatía le hizo presa, haciendo que apretara sus propias manos y apretara los dientes, comprendiendo lo condenadamente injusto que era que todos los seres humanos tuvieran que sufrir las terribles miserias a las que se enfrentaban en esos días.

Había que afrontarlo. Estaban viviendo el fin del mundo.

Algo se removió en el interior de Lorenzo, cuando Koriand´r le expuso las circunstancias, de un modo tan evidente que le avergonzaba no haberlo visto. Si todo eso había sido obra de Raven… de ningún modo podía haber sido por su propia voluntad. Los reflejos de su primer y único encuentro presencial volvieron a su recuerdo, erizándole el vello. La joven silenciosa, su delicadeza al acariciar los sentimientos que la rodeaban, el estallido, su otro yo, sus dulces promesas y sus fríos besos, que habían estado a punto de acabar con él… y luego…

Luego su pesar. Su alma quebrada en pedazos cuando se dió cuenta de lo que había sucedido. Si había sufrido tanto, sólo por él, ¿Cómo podría sentirse ante la barbarie del genocidio que estaba sucediendo? Si no era ella la autora, y sólo lo estaba presenciando, la tortura que suponía su don empático ante tanto horror la mataría. Si era por su causa, saberse la ejecutora de tal exterminio, la destrozaría para siempre. Sintió como si su corazón se hubiese detenido, y perdió la fuerza por un instante, en el momento en que Starfire pasaba su brazo a su espalda, para transportarlo, y despegaba sin esfuerzo utilizando una de sus lenguas de fuego verdosas para abrir el camino frente a sí. Los ojos se le llenaron de lágrimas.

Sucediera lo que sucediera, Raven estaba condenada.

Todo el viaje sucedió a mil kilómetros de sus pensamientos. Recorrían las distancias, y notaba el aire silbando a través de los respiradores, que se mantenían activos filtrando el aire cargado de calor, humo y azufre. Tan sólo de vez en cuando escuchaba su propia voz, como si proviniera de otro lugar, dando suaves indicaciones a Koriand´r.

La figura que salió a su encuentro, incluso envuelta en su capucha, era como una perla blanca sobre el cielo ardiente. Como la estrella polar, les marcó el camino produciendo un reencuentro en el que supo al instante que él estaba fuera de lugar. Su experiencia con la semidemonio había sido escasa, pero intensa. No podía evitar tener una idea que se había formado a raíz de eso, y en la que había ido profundizando mediante el uso de las cartas, que en un movimiento arriesgado, había intentado establecer como contacto a pesar de que en principio Raven había actuado con mucho hermetismo. Aún con todo ello, tuvo la certeza de que Koriand´r tenía una importancia tal en la vida de Raven que ésta no había dudado en confesar los sentimientos de pérdida que le había producido la idea de no volver a verla. Sólo podía empezar a imaginar lo mucho que significaban la una para la otra. Presenció cómo ambas se contenían, mientras expresaban menos de lo que debían en una circunstancia en la que ambas habían recuperado a alguien que parecía sagrado en sus respectivas vidas. Se sintió como un extraño, un estorbo y un intruso. Sólo durante un instante se arrepintió de haberla acompañado, como si al hacerlo, les hubiera robado ese momento.

Se sintió desconcertado por su mensaje, y porque supiera que se trataba de él. Pero atribuyó ese conocimiento a sus capacidades empáticas. La perspectiva de la situación le pareció aterradora. Sus propios compañeros, convertidos por la influencia de un demonio. Aquello tenía que ser terrible para ella. Todo resultó rápido y desconcertante, cuando la alienígena le indicó su siguiente movimiento. El volvió a poner los pies en la tierra. No de un modo literal, pero sí esencial. Tenía que pensar en lo que estaba haciendo. Ahora que sabía que Raven estaba bien, debía concentrarse en quienes necesitaban ayuda. Pero no iba a ser fácil. La información sobre los titanes estaba descargándose en el interior de su casco, y las expectativas eran poco esperanzadoras. Muchos de ellos tenían poderes y cualidades contra las que él no tenía posibilidad alguna, a menos que hiciera uso de la estrategia, el ingenio, y los objetos que había llevado. Esperaba que eso fuese bastante para ser, al menos, un apoyo para las dos titanes.

- ¡Debes acompañarnos Raven!- exclamó el español. - La gente está sufriendo mucho aquí fuera, si te expones a ellos te harán daño. - más que una orden, fué una petición. No quería que la émpata se expusiera a tanto horror. En la base no sería más fácil, pero en circunstancias desesperadas, siempre era mejor escoger la mejor de las peores opciones.

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#1 'Dado de 10' : 5

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#2 'Dado de 10' : 7

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#3 'Dado de 10' : 6

No podía detenerse... Golpe tras golpe, el cuerpo de Superboy avanzaba un metro más hacia las alturas, atravesando los suelos y techos de cada planta por la que solían pasear hasta hace no mucho.

Pero aquél ya no era Superboy, Connie había sido eliminado ante sus ojos por esa entidad repulsiva que sólo despertaba odio en el interior del Technarch, pero... Y si seguía allí de forma latente? Y si simplemente Conner estaba en segundo plano? Recordó su relato sobre la relación que tuvo con Megan, y cómo le controlaba mentalmente sin dificultad.

Y si estaba destrozando el cuerpo de su mejor amigo y aún podía salvarse?

De forma vaga pudo percibir la presencia de más personas en la base, pero no les prestó atención... No pudo. De pronto miró a los ojos a ese Superboy, y su ira se vio reforzada... No supo por qué, pero pensó en sacar a esa entidad de allí aunque fuese abriendo en canal a su amigo, al fin y al cabo, un cuerpo muerto no le serviría, verdad?

De pronto, convirtió sus brazos en tentáculos, envolvió a Conner, y de un par de vueltas, lo lanzó contra una pared, que se derrumbó entera, sólo para comenzar a disparar de nuevo su brazo-cañón contra él. Nada importaba,solo eliminar la amenaza...

Solo vengar a Connie...

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'Dado de 10' : 6

La urgencia me invitaba a tender mi brazo hacia Raven. Quería salvarla, estar a su lado, hacer todo cuanto me pidiera y cuanto estuviera en mi mano para sacarla de aquél espiral de crueldad en el que sabía que Trigon la encarcelaba. Todo mi cuerpo deseaba estar por ella y recuperar a mi hermana, a la Raven a la que amaba. Quería volcar todo mi ser hacia ese objetivo. Raven me necesitaba, y eso era todo cuanto necesitaba saber para darlo todo por ella.

Pero había algo que no estaba bien. Era consciente de la situación en la que me encontraba, y tenía muy claros mis sentimientos. Si Raven me llamaba, mi lugar estaba con ella. Esa parte era tan cierta como el odio que apresaba mis entrañas cuando pensaba en Trigón y todo el dolor que nos aportaba. El hombre al que había llevado hasta allí, a quien Raven había llamado Lorenzo, se desprendió de mis brazos y pasó a los de ella, a quien Raven besó con pasión, y tal vez ese fue la primera señal de alerta. Había percibido en Enzo la misma necesidad visceral que yo sentía por salvarla y ponerla a resguardo, pero no esperaba que ella le correspondiera con la misma intensidad. ¿Amor? Sí, podía que fuera amor. Pero no lograba comprender ese mismo sentimiento en ella. Y eso me confundía. Miré a mi alrededor, sintiendo una chispa de lucidez. Había gente peleándose, pero, ¿de verdad Raven sólo me pediría que me mantuviera al margen?

No, había algo que no estaba bien. Tenía demasiada poca información para saber realmente qué estaba bien y qué no. Pero mi instinto me pedía alerta a voces. Intenté recordar cómo había sido la pérdida de Raven en mis recuerdos. Qué había pasado, en qué habíamos fallado, qué nos había llevado a la victoria. La respuesta se me escapaba y no lograba decidir qué era lo mejor que podía hacer. Así que opté por la única cosa que ahora mismo, era certera.

Superboy y Garfield estaban atacando la base. No recordaba enteramente a Superboy en sus recuerdos, pero sí recordaba a Garfield. Y recordaba la situación que había vivido entonces, y esa pequeña parte que coincidía con sus recuerdos, fue lo que le impulsó a actuar. Dejó a Lorenzo en manos de Raven, y voló hasta situarse frente a quien, suponía, podía ser Warlock. Ojalá pudiera decir que no quería pelear, pero el entrenamiento con los Señores de la Guerra hacían que cada fibra de mi ser se preparara para recibir las batallas con el mismo anhelo con el que podía recibir a un antiguo amigo. La última vez que había visto a Superboy, antes de que Raven me distrajera, era volando sobre el monte, pero ahora había escapado a mi visión. Quería ayudar a la gente que había peleando dentro del monte… Pero no tenía tiempo de averiguar dónde estaba cada uno, y qué estaría haciendo.

Así que volví a mi plan inicial. Cargué la energía solar en mis manos y cuando las junté frente a mi cuerpo, escuché el particular sonido de mis rayos escapando entre mis dedos, le haz de luz púrpura cruzando el cielo a toda velocidad para impactar en un lateral de la montaña. Deseaba con todas mis fuerzas que no hubiera nadie al otro lado, tan cerca de la pared como para ser herido. Pero la situación apremiaba, y no tenía la oportunidad de andarme con delicadezas.

Necesitaba ver qué estaba sucediendo y encontrar el mejor modo de actuar, aunque eso significara pecar ahora de temeraria.

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'Dado de 10' : 7

Algo... Algo no iba bien.

Quizá fuera sólo toda la tensión que había acumulado durante su paso por la ciudad, donde todo se consumía en una vorágine de horror y depredación por culpa de los perros avernales. Puede que solo se tratara de su propio miedo, que junto con su instinto de supervivencia, le pedían a gritos que se marchara de esa zona peligrosa. O tal vez se debiera a esa sonrisa dibujada en el rostro de Raven. Cuando el español fijó sus ojos en ella, un escalofrío sacudió su columna vertebral al completo. Aquello no era posible. Por muy contenta que ella estuviera de verle a él, o incluso de reencontrarse con su amiga perdida, la émpata que él había conocido tendría que estar retorciéndose por el dolor de lo que estaba sucediendo en la ciudad. Sin embargo, allí estaba. Flotando sobre ella, sin acudir en su ayuda. Sin interceder. Solo allí, delante de ellos, sonriendo con esa expresión extraña y retorcida, que jamás habría mostrado por propia voluntad. Porque ya le había mostrado las consecuencias de exponer sus sentimientos Sonriente con un escenario de dolor y azufre.

- Algo pasa. - murmuró por lo bajo.- Algo le pasa a Raven. - Se aproximó levitando hacia él. Pero no tenía opción de alejarse o retroceder, porque lo único que le mantenía a salvo de una caída mortal era el firme agarre de Koriand´r. ¿Cómo había pasado tanto tiempo por alto el modo en que se había expuesto, dejando que le pusieran en esa situación de peligro? Dependía de su ayuda para mantenerse a flote. Lo cual implicaba también estar por completo a merced de ambas, ya que eran las únicas que tenían capacidades para volar.

- Estoy solo. Me he quedado solo. - susurró en el interior de su casco, usando la clave acordada. Implicaba que su tapadera estaba en peligro, o que había volado. Raven le había reconocido sin remedio, y además, había utilizado su nombre. Necesitaba que Rostchrek, que era su apoyo, lo tuviera en cuenta a la hora de ayudarle. Sus opciones se habían limitado en un parpadeo. Había actuado con bastante temeridad, y ahora estaba pagando las consecuencias. Ni siquiera había valorado que a Raven podría haberle pasado algo hasta ese momento. Incluso con el aviso de Koriand´r, había deseado que no estuviese en lo cierto. Así que no había visto las señales cada vez más evidentes, a medida que las pensaba. No porque no estuvieran allí, si no porque no había querido verlas. Parecía actuar con normalidad, pero sólo hacía falta atar cabos para entender que ese no era el comportamiento que Raven se esmeraba en mostrar. Tampoco podía afirmar del todo esto último. No la conocía lo suficiente. Las cartas habían conseguido lo que en persona le resultaba imposible. Pero por carta era más sencillo expresar lo que se quería, y no lo que era. Sólo la había visto en una ocasión, y aún así… aún así algo le remitía una y otra vez a ese encuentro en su despacho, donde le había mostrado tanto. Sus sentimientos estaban a punto de desbordarse, en una lucha repentina y frenética. Tenía miedo de volver a encontrarse bajo su influjo, y que acabara matándolo. Pero aún temía con más fuerza que ese pensamiento le hiciera rechazarla como hacía el mundo con todos los que eran como ella. Trató de expulsar todo eso de su mente. No quería que sus prejuicios le hicieran juzgar a la Azariana de manera equivocada. Pero esa no era la joven cauta, empática, sumisa y discreta que había conocido.

Las manos de Raven se colocaron sobre su casco, y él alargó la mano libre hacia una de las suyas, sujetando su muñeca tratando de detenerla. Miró sus ojos a través de la pantalla, y su voz llegó clara y cristalina. Sus manos perdieron la fuerza. Cuando se abrió, el calor asfixiante del ambiente, el fuerte olor del azufre y la sensación de estar flotando a varios metros sobre la ciudad, en una caída mortal que evitaba sólo por la fuerza con que Starfire le sujetaba, le produjo un leve vértigo. El rostro de Raven volvió a entrar en su campo de visión. Se quedó sin palabras durante un momento, hasta que pudo recomponerse.

- Pues claro…- Estaba preocupado por ella. ¿Porqué? - Claro que me preocupo por ti…- No. No estaba preocupado por ella. Ella le preocupaba. Lo que le habría pasado tras el incidente demoníaco. Lo que estaba sufriendo. ¿Porqué? ¿Porqué no estaba sufriendo?

Las manos de la titán estrecharon las suyas, recogiéndolo. De algún modo, su cuerpo pasó de pesar a flotar, como si al estar sujeto por la Azariana fuese capaz de compartir su capacidad para levitar. Pasó de unas manos a otras y de pronto, se sintió manejado como si fuera una pelele sin más opción que acatar lo que se le indicaba. La alternativa era caer al vacío. Ahora no tenía más posibilidades. Su voz como de miel seguía resonando, tan dulce como lo había sido aquel día.

“Va a matarme” era como un pálpito. Una certeza.

- Raven… es...espera. - fué una petición desoída que salió desde la desesperación de su corazón. Como si su mente funcionara en otro cuerpo pero aún tuviera fuerzas para esmerarse en sobrevivir, se encogió, se inclinó hacia atrás tratando de evadir ese contacto que hacía promesas cálidas, pero a cambio entregaba un hálito helado que te consumía. Sus labios hicieron contacto, en un avance inexorable…

Y el frío hielo que esperaba, se convirtió en un torbellino ardiente que consumió la última de sus defensas. Se abrió paso entre sus labios llena de un deseo implacable que vertió en el interior de él hasta ahogarlo, adueñándose de cada rincón de su boca. Con la necesidad de corresponderla que sólo un adicto entendería saboreó la ambrosía de su saliva, como si bebiese de la fuente de la vida eterna.

Sus sentimientos estaban ebrios de deseo, su raciocinio, anquilosado. No podía fijar la mirada. Todas esas ideas que le habían aterrado, que habían nadado en el fondo de su conciencia angustiándolo parecían ahora un eco sordo, como un borrón pequeño en la última esquina de un cuaderno lleno de información, en el que todo lo que no era su misteriosa belleza, el tacto de su piel, la dulzura de su voz, y la ternura con que le miraba, se desdibujaba sin remedio. En su pensamiento, su mundo entero se volatilizó, hasta que sólo quedó su rostro. La piedad que había encontrado en ese beso le perdonaba lo pasado, en la misericordia infinita que la émpata estaba compartiendo con él.

Ignorando por completo los dos cuerpos que habían atravesado con violencia la cubierta de la montaña, en una proeza colosal, los dos alienígenas se golpeaban metidos en una batalla encarnizada que pasaba a través de sus sentidos como ruido blanco. Aprovechándose de su compartida capacidad para levitar, abrazó por la espalda el cuerpo de Raven, depositando una mano en su vientre, la otra en una de sus caderas, acariciando su muslo, mientras hundía su rostro en la delicada línea de su garganta buscando incansable su aroma, y sembrando besos por su hombro y su cuello, presionando de manera instintiva su cadera contra la espalda de ella, buscando el mayor roce posible.

Su voz maravillosa se dirigió hacia Koriand´r y envidió todas y cada una de las letras que construían las palabras que le dirigía, deseando que fueran solo para él. Cada instante que pasaba hablando a la alienígena era un momento robado de sus labios. Unos labios que pensaba en besar sin freno…

El anciano contempló la escena. Sus ojos brillantes se centraron en la joven que lo recogió. Mientras Woodrow AH enviaba todos los datos descargándolos en el traje de incursión del español. El riesgo que había asumido aceptando el transporte de la heroína era alto, ya que si les interceptaban en el cielo, sería sencillo convertirlos en un objetivo fácil. Starfire tenía altas capacidades, pero se expondría a pasar dificultades si se veía en la obligación de cargar a Lorenzo y protegerlo, en caso de que se diera un ataque aéreo.

El escenario era desolador. Desde el hechizo era capaz de observar perspectivas limitadas, pero no necesitó más para percatarse de los gritos y la muerte. Sintió un escalofrío, y todo su viejo cuerpo se entumeció, tenso a causa del miedo. No quería ni pensar en lo que suponía estar en medio de todo eso.

-Esperra un momento…- habló para él, y entonces recibió el código. En el aspecto técnico, todas las líneas se cerraron en el instante en que la tapadera del hombre voló. Aún mantenía la magia, que en la gran mayoría de los casos, era irrastreable. Al menos para quienes les preocupaban. Las líneas no podrían volver a usarse, así que el apoyo que podía ofrecerle a Lorenzo se había limitado a recursos concretos, y a los planes de contingencia y emergencia. Aquello estaba exponiendo al español mucho más de lo que hubiera imaginado.

Entonces...la escena cambió. Ante su sorpresa, la joven besó al español. Este correspondió, y se quedó abrazada a ella. Fué un instante surrealista, como un instante de belleza en un holocausto. Lo cual lo convirtió en algo escalofriante y retorcido. Una intensa explosión sonó, mientras dos cuerpos salían despedidos, pero aunque el homo maggi tratara de seguirlo con los ojos, la perspectiva de Lorenzo no se lo permitía. Se abrazó a su cuerpo, y lo único que era capaz de ver era la espalda de esa joven.

- Porr todos los Ar´hing Bar´ragh.- su ceño fruncido de cejas prominentes le hizo adoptar una expresión de vehemencia. ¡Acababa de haber una explosión, y el estaba ahí haciéndose carantoñas con esa mujer! ¿Para eso había ido hasta allí? - ¿Que brrjost estass hassiendo? - dijo buscando la opción de volver a cerrar su casco de modo remoto. Entonces la joven habló a Starfire… y el homo Maggi se detuvo en seco. Entrecerró los ojos, inquieto. - que…- descargó los ficheros de la joven titán, y comenzó a leer. Aspecto, capacidades, poderes… control del aura, de la energía, portales, empatía. Rostchrek miró la pantalla, la dejó a un lado, y mediante la meditación, intensificó el hechizo en primera persona, tratando de expandir su perspectiva hasta los ciento ochenta grados. - Ninia, ¿Qué esstas hassiendo? - se preguntó, mientras se mantenía inmerso en ello. Debía estar atento a la respuesta de Koriand´r. Tenía una sospecha, pero no podía confirmarla. Ese comportamiento era antinatural por completo, y aunque el español fuese muy emocional, jamás habría hecho algo así durante una misión. Algo estaba pasando. Algo que no podía detectar de manera evidente, y que tampoco se trataba de magia demoníaca clara, puesto que los objetos que llevaba habrían protegido a Lorenzo de sus influencias. El entrenamiento estricto del equipo combinaba físico y mental. Tenían objetos contra hechizos, maldiciones, maleficios, poder demoníaco. Pero la empatía… ¿Qué podrían haber hecho para frenar eso?

El miembro 'Lorenzo Borgia' ha efectuado la acción siguiente: Tirada de dados

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'Dado de 10' : 4

Tantos golpes seguidos le habían hecho perder la noción del espacio. No sabía si iban arriba o hacia abajo, solo era consiente de aquel ser se cabreaba cada vez más cuando lo veía y no se iba a quedar de brazos cruzados, atacándole con tal brutalidad con los puños que sus golpes resonaban como truenos. El demonio no podía evitar sonreír con malicia, como si le gustase ser visto por esos ojos. Al chocar contra la pared escupió sangre debida que probablemente algún órgano interno estaba dañado. Conner no parecía estar preocupado por esa hedida, al contrario, parecía que se lo estaba pasando bien. Al ver ese cañón supo que tenía que acabar con esto lo antes posible. Tosió un poco de sangre antes de poder hablar, se levantó del suelo y mostro sus manos en modo de rendición.



Al principio era amigable, como un amigo contándole a otro la travesura que podían realizar, pero mientras más avanzaban sus palabras más se daba cuenta que él podía acabar en segundo plano y eso nunca lo permitiría ya que él iba a ser el único hermano con semejante fuerza que nadie le iba hacer sombra. Mientras hablaba con Warlock utilizo sus poderes telequinesis táctil para controlar una viga sin que se diera cuenta para clavársela por detrás a sangre fría. Se lamio los labios saboreando la sangre kryptoniana sin dejar de sonreír con soberbia mientras veía como el alíen se desplomaba hacia el agujero que el mismo había creado, teniendo aun incrustado el pedazo de viga para evitar que se le cerrara la herida. Después de unos momentos de paz comenzó a levitar y finalmente voló hacia el cielo porque su intenso combarte había llegado hasta la última planta de la base secreta. No pudo evitar sonreír con nostalgia al ver el cielo oscuro lleno de relámpagos y demonios, finalmente estaba en casa. Estiro todo su cuerpo para aliviar tenciones, notando que su cuerpo ya se iba recuperando de las heridas. Con su súper visión busco algo con que pasar el rato, ahora que estaba vivo tenía que disfrutarlo al máximo. Se le ocurrieron multitud de ideas, desde las más sencillas hasta la más sangrante, pero finalmente se decidió para ir con su hermana al verla acompañada de dos personas. Se acercó a ella lentamente, dejando que notara su presencia para no interrumpirla en lo que pudiera estar haciendo. Aterrizo guardando distancias con todos los presentes observando que mierdas estarían haciendo, no peleaban, que aburrimiento. Se cruzó de brazos aunque ver a ese hombre manosear a su hermano muy feliz no le ponía, pero sabía que si era molesto ella misma se encargaría de eliminarlo. Así que se apoyó en un árbol esperando que su hermana se los cargara y pudieran irse a casa con padre.

El technarch había aterrizado para ganar estabilidad en su golpe final, mientras oía con repugnancia las palabras del ser que ocupaba el cuerpo de Conner... Cuánto más hablaba, más energía acumulaba para ese disparo. Sólo lamentaba no haber podido copiar la gestalt de Superboy... Sabía que podrían clonarle, pero su memoria, sus recuerdos, se irían con ese cuerpo corrompido. Su brazo tembló ligeramente ante la idea. Aún sentía mucha ira, pero del mismo modo que la piedad le impedía acabar con un padre que sólo deseaba su exterminio, era un profundo afecto el que estaba regalando minutos de vida a ese Conner distinto...

...minutos que le costaron muy caros.

No lo vio venir, no supo cómo, ni de dónde provino. Sólo alcanzó a ver a una desconocida posarse en actitud protectora ante él cuando un  enorme pedazo de metal atravesó su espalda, causándole un dolor infinito, casi colapsando sus sistemas. Fue un milagro que ella no fuese empalada también, pero Warlock no pudo verlo... Su visión se emborronó de mensajes sobre todo lo que estaba mal en su cuerpo, y comenzó a trastabillar sin fuerzas, hasta caer al vacío tras de sí,  arrastrado por el peso de la viga.

Sintió que todo se oscurecía... No supo si era algo real, o estaba muriendo... De pronto alcanzó el suelo, y su cuerpo resbaló terminando de clavarse en la barra metálica, haciéndole gritar de agonía. Luego, sólo sopesó posibilidades y trató de distribuir sus escasas energías para sobrevivir. Como siempre que se hallaba en una situación crítica, empezó a emitir mensajes apresuradamente, apelotonando las palabras, emitiendo un análisis de su estado físico y emocional en voz alta, como una alarma en una nave averiada.

- SistemasDeFluidezDePartículasDañados, ¡HORROR-TRISTEZA-MIEDO! DerivaDeEnergíaDeReserva... No... Posible... ReservaEnergética... Error... VACÍO-NOSTALGIA... ESPERANZA... YoNecesita... Energía...

Su mente se nublaba entre delirios tecnológicos. No tenía fuerzas suficientes para reestructurarse y cerrar la herida o apartarse de la viga, y su flujo vital seguía derramándose a su alrededor, formando un extrañamente bello charco luminoso dorado. Y pese a todo, quería creer en lo que los humanos llamaban "suerte".

Quería creer en su suerte...

Tardé un instante en darme cuenta de que la oscuridad que empezaba a reinar en aquél lugar no se debía a mi propio estado anímico. Alcé la mirada a tiempo para ver cómo aquellos perros demoníacos se entrelazaban creando una cúpula que bloqueaba la poca luz que procedía del exterior. Y eso no fue lo peor. Acompañando esa clausura llegaron rocas de lava que empezaron a desprenderse del cielo, obligándome a maniobrar en el aire para evitar que me golpearan de lleno. Sabía que el otro ser había sido golpeado con dureza y miré al suelo, intentando encontrarlo con la mirada, y vi como las mismas rocas que yo venía evitando amenazaban con sepultarle bajo su peso. Salí despedida a toda velocidad, cargando los rayos en mis manos y dirigiéndolos a las perlas de magma, tratándo de pulverizarlas antes de que pudieran dañarle a él. No era fácil, pues aun tenía que procurar por mi propia integridad, y moverme evitando ser herida.

Una vez logré colocarme a su lado, supe que tenía que intentar moverme con celeridad. El lugar parecía a punto de desplomarse, y no tenía ni idea de cómo podia salir de allí, ni de cuantas personas podían quedar en su interior. Me sentía bastante perdida. La alegría momentánea de ver a Raven se había visto completamente negada al darme cuenta de que había llegado demasiado tarde. Pero necesitaba ser positiva. Si Raven estaba en este mundo, significaba que tal vez, sí que tenía una oportunidad de encontrar a todos los demás. Y lo que estaba claro, es que no iba a ser capaz de afrontar la amenaza de Trigon yo sóla. Necesitaba encontrar ayuda. Y sobretodo, aquí y ahora, necesitaba ayudar. Tiré de la viga que le aprisonaba, y le cogí en brazos antes de volver a alzar el vuelo.

— ¿Dónde tienes reservas de energía? ¿Dónde podemos ir? — Aunque me hubiera dirigido a él, tampoco esperaba una respuesta inmediata. Busqué a mi alrededor algún punto de la sala donde nos pudieramos resguardar de la llúvia de magma, un lugar donde tener un pequeño respiro para poner las ideas en orden. Ahora mismo, todo cuanto tenía en la cabeza era el hombre al que sin querer había entregado. Tendría que haberlo arrastrado conmigo, pero la vision de mi amada Raven me había hecho despistarme. Necesitaba concentrarme, no era un buen momento para cometer errores y podia llegar a pagarlos muy, muy caros. — Tenemos que encontrar el modo de salir de aquí.


Si encontraba una puerta... Tal vez era buena idea cruzarla y ver qué hay al otro lado. Lo que tenía claro es que quedarme quieta sin hacer nada, no era una alternativa.

- Yo... se muere... -El cuerpo de Warlock finalmente se descompuso y se deslizó hacia el suelo, incapaz de mantener su forma sólida estable. En su delirio, el instinto de supervivencia empezaba a apoderarse de él, y tan sólo tenía cerca a esa mujer de piel naranja... Luchaba por anteponerse a su deseo de contagiarla y devorar su esencia, pero era difícil, el protocolo de emergencia de su ser estaba activado, y no disponía de recursos para resistirlo. Del charco negro empezaron a surgir finos tentáculos, y compuso un torso esquelético con un rostro apenas formado, y comenzó a arrastrarse lentamente hacia Kori, emitiendo extraños sonidos en su idioma, intercalados con palabras en terrano. Era un espectáculo bastante desagradable y aterrador- Yo quiere... tu energía... Yo... lo siente

No deseaba hacerle daño... su conciencia y raciocinio morían, mientras una parte más propia y primitiva de su especie tomaba el control. De todos modos, para su alivio, probablemente no podría dañarla de todos modos, pues si huía, él ya no tendría fuerzas para perseguirla. Si tuviese otra opción, otra criatura que contagiar, una toma de corriente, lo que fuese... Pero no. Sólo estaban allí ellos dos, las rocas candentes cayendo de la cima fundida, y toda su sangre dorada esparcida por el suelo. No había alternativa...

- Acaba con yo... por favor... - Su energía destinada a generar mensajes se terminó justo con aquéllas últimas desalentadoras palabras, totalmente contradictorias a sus actos en busca de supervivencia a cualquier precio. Esperaba que le hiciera caso, pues esa sería la mejor manera de acabar con su sufrimiento y que ella no corriese más peligro por su parte. Acercó una larga garra hacia ella, de forma lenta y renqueante. Si la tocaba, la contagiaría y podría alimentarse, podría regenerarse... salvarse.

ACLARACIÓN:

No había tenido tiempo de plantearme por dónde estaba volando. En ese momento, restaba importancia a mi destinación y seguía completamente centrada en encontrar un refugio, en buscar un lugar donde los escombros sobre nuestras cabezas no amenazaran con desprenderse y sepultar en vida nuestros cuerpos. Reconocía objetos de la vida cotidiana terrícola a mi alrededor, pero no lograba pararme a situarlos dentro de las habitaciones que tenían los humanos. ¿Una cocina? ¿Un salón? Volé dando prioridad a mis maniobras más que a la velocidad, pues ir directa y sin mirar arriba me parecía demasiado temerario, y al fin encontré una sala que se abría a los lados con el suficiente espacio como para detenernos un segundo. El tiempo justo para pensar y decidir qué hacer a continuación.

Dejé aquél ser en el suelo, y me puse en pie, girando sobre mi misma y buscando a mi alrededor para orientarme. No fue demasiado difícil identificar la habitación en la que estaba, pues pese al desorden y muchos de los libros esparcidos por el lugar, todavía se podían ver largas hileras de los mismos colocados en estanterías que en otro momento habrían seguido un orden y registro. Pero ahora, lo que más me importaba, era que la lava dejaba de llover sobre nuestras cabezas, y allí al fondo, pude adivinar una puerta…

… la voz del ser robot hizo que volviera a girar sobre mis talones y me agachara a su lado. Su cuerpo parecía luchar por tomar una forma concreta y sus brazos se extendían hacia mi cuerpo. Fruncí el ceño. La emoción que me transmitía, era… confusa. Era mezcla de varias cosas. No lo comprendí. ¿Quería hacerme daño? ¿No quería hacerme daño? ¿Ambas a la vez? Su mano tendida hacia mí… Coloqué mi mano, con la palma hacia arriba, justo debajo de la suya. Podía ayudarle a tenerse en pie, pero no tenía demasiado claro que eso fuera lo que buscaba de mí. Y efectivamente, en cuanto sus dedos llegaron a duras penas a rozar mi palma, de algún modo supe que sus intenciones ya no eran tan nobles. Cerré el puño de repente, apartándome de su contacto antes de que pudiera hacerme nada, y concentré en él mi energía.

Pero para mi sorpresa, pude entender su hambre. En cuanto generé poder en mi mano izquierda, vi que eso era lo que quería aquél ser, y comprendí de repente cómo podía ayudarle.

— ¡Energía! — exclamé en voz baja, sonriendo y arqueando las cejas. Si, nuestra situación podía ser complicada pero no podía evitar sorprenderme y celebrar en pequeña medida el poder ayudarle. Coloqué ambas manos en cuenco y las acerqué a Warlock. No sabía como se alimentaria, si tendría que tocarme o lamerme los dedos, pero estaba más que dispuesta a prestarle un poco. — No te puedo dar toda mi energía, aunque quisiera. Yo también la necesito… Y con el cielo así, tampoco yo podré recuperarme.

Y el tiempo apremiaba. Intentaría alimentar al ser hasta que le viera capaz de andar por su propio pie, y entonces seguiría mi camino. Tenía que salir de allí, salir de aquella montaña y volver junto a mi hermana… Raven… Aunque hubiera la posibilidad de que Raven ya estuviera bajo el control de Trigon, había una cosa que era completamente cierta. Y es que necesitaba mi ayuda. Y no pensaba detenerme hasta haber hecho cualquier cosa que estuviera a mi alcance por ayudarla.

Cuando me pareció que ya había tenido suficiente “alimento” volví a ponerme en pie y mis ojos fueron inmediatamente hacia aquella puerta. Aunque me llevara más al interior de aquella base, me seguía pareciendo una mejor opcion que las alternativas. Tenía que seguir adelante, así que sin dudarlo más tiempo, recorrí la distancia que me separaba de ella, tomé el pomo con una mano y la crucé. Al otro lado había una pasarel·la, y empecé a cruzarla, buscando con la mirada familiarizarme con el entorno. Aquello que había a mis pies, me recordaba ligeramente a la sala de reuniones de la torre T, y sentí un breve pinchazo de nostalgia en el pecho, que lejos de detenerme, hizo que aligerara el paso. Finalmente llegué hasta lo que parecía un laboratorio.

Tuve la sensación, aunque mis ojos me dijeran lo contrario, de que no estaba sola en aquel laboratorio. En algún lugar que no lograba localizar inmediatamente, escuchaba el tintineo lejano encerrado en algún lugar de aquella habitación. En otro momento, igual hubiera dejado que la curiosidad me guiara y hubiera ido a ver qué era aquél sonido. Pero había otro, más alarmante, al que debía dar preferencia. Escuchaba el sonido de batalla, y aunque no sabía quién (o quienes) se encontraban conmigo encerrados en aquél lugar, tenía claro que si alguien se estaba pegando con los perros diabólicos, ese alguien necesitaba ayuda y era potencialmente un aliado.

No sabía que planes tendría mi improvisado compañero, si se uniría a mí en la batalla, o iría a explorar el sonido del laboratorio o si por el contrario se iría en busca de más alimento.

Pero yo, ya tenía claro a dónde iba a dirigirme.

Al fin... ¡Al fin!

El technarch pudo sentir aquélla extraña energía fluir desde las puntas de sus finos tentáculos hasta su cuerpo, nutriendo sus sistemas, que metabolizaban la misma a toda prisa, regenerando cada daño, cada conexión perdida. Su cuerpo fue recuperando su masa original, perdiendo el inquietante aspecto esquelético, y brillando con un aura dorada. Al terminar, quiso dar las gracias a su salvadora, pero ésta se marchó rauda y veloz hacia una puerta perdida en la oscuridad...

Warlock miró sus grandes zarpas y luego el pasillo. La muchacha había dicho que no podría regenerarse, y según sus sensores, el alien sabía que se encaminaba a una batalla. Cerrando los puños de golpe, echó a correr y en mitad de un brinco, se convirtió en un halcón, siguiendo a la desconocida en su vuelo. Su brillo dorado iluminaba las desmoronadas instalaciones mientras se acercaba a su objetivo.

En su trayecto, repasaba mentalmente sus errores en la batalla; Se había confiado demasiado, y Conner estaba mostrando capacidades nuevas que nunca le había visto utilizar. Debía estar preparado para todo, sobretodo para lo inesperado.

Debía estar preparado para ser traicionado por Conner...

Debía estar preparado para matarle si era necesario...

Alejado ya del influjo de Raven, esa sola idea le causó un nudo en el pecho. No, no... ¡Tenía que haber otra manera de hacer las cosas!

Alcanzó a ver la puerta abierta, y activó sus escáneres en busca del tipo de energía que había tomado. Estaba ya muy cerca.

Concluye aquí