[Minievento WWD] Cuervo de Sangre - Rojo sobre negro (Lorenzo) [12/04/2019]

Aquello era un desastre de tales proporciones que todavía había sido incapaz de asumirlo. El mundo entero se había vuelto loco, y el interior de la MKL era un hervidero de caos. Las señales se habían prolongado durante dos semanas, pero un acontecimiento de esas dimensiones había sido imposible de prever. Su magnitud había inutilizado a cada uno de sus premonitores, lectores de futuro y émpatas, debido sin duda al inmenso poder que habían tenido que utilizar para acabar en ese apogeo de tiranía demoníaca, que había hecho sufrir hasta los cimientos la civilización.  

Los quintillizos llevaban en aislamiento ya una semana. Un día de repente y sin aparente explicación en medio de un ensayo del coro habían empezado a gritar, y no habían sido capaces de parar. Como si sufrieran un ataque colectivo, lo cual, teniendo en cuenta su relación, no era extraño. Su expresión se había vuelto ausente, como si estuvieran muy lejos de allí, las lágrimas caían sin parar por sus mejillas, y al pasar la primera hora, todos se habían quedado roncos. No hubo más remedio que ponerlos en aislamiento y hacerles permanecer sedados. En el mismo momento en que el último de ellos se durmió, todos los émpatas de la institución cayeron inconscientes. Como si de una red interneuronal se tratara. No había duda de que los quintillizos estaban dormidos, pero al analizar los datos de su actividad cerebral, era muy superior a la media normal. Sus poderes permanecían activos de manera constante. No sabían cuánto tiempo podrían aguantar en esas circunstancias, se generó un gabinete de crisis, y se habilitó una de las alas del museo como hospital improvisado, para todos los estudiantes que habían quedado en estado de letargo, salvo los quintillizos. Ellos habían sido trasladados a una estancia especialmente preparada por Björn, para supervisar y monitorizar sus constantes cerebrales.

En otro orden de cosas, muchas criaturas asociadas a la MKL habían desaparecido sin dejar rastro. Criaturas que utilizaban los patios del castillo para reposar, o que venían a visitar a algunos de los seres que dentro residían se habían marchado, a pesar de que no era época de migración. Algunos habían pedido permisos a la escuela para ir a ver a sus familiares y parientes, y acorde a la mayoría de las explicaciones de los permisos “Sentían la creciente necesidad de volver con ellos. Sentían que pasaba algo”.

También los híbridos infernales y los demoníacos estaban más nerviosos de lo habitual. Su temperamento se había disparado, tenían brotes repentinos o habían empeorado en su convivencia con los celestiales. Por el contrario, los angelicales sentían nervios, angustia, e incluso desolación. Pero todo ello se dio de manera aislada, y no se informó ni a los tutores, ni a los profesores, salvo en casos que parecieron ser puntuales. Luego quedaría confirmado que muchos alumnos no le dieron importancia a sus síntomas, y los atribuyeron a próximos exámenes, morriña o problemas personales. Lo cual fué un completo error.

Sieglinde había hecho una reunión de emergencia en el búnker subterráneo, uniendo a todos los participantes del equipo y las personas de confianza. Había planteado dividir la escuela por secciones, y hacer que durante el incidente demoníaco, los celestiales y diabolicos permanecieran separados. También se inició un protocolo extraordinario, para asegurar la salida de quienes quisieran volver con sus familias, o asegurar el asilo de quienes lo pidieran entre las paredes de la MKL. Se había discutido mucho sobre si era buena idea permitir a los alumnos salir. La respuesta de Sieglinde fué descorazonadora:

“Si lo que estamos viviendo es el fin del mundo, no me encuentro en disposición de negar a nadie pasar sus últimos días donde quiera hacerlo.”

No es que la Jefa fuera una mujer positiva e idealista. Solía pensar más desde un punto de vista pragmático y realista, pero aún con todo, en general procuraba decir las cosas con franqueza manteniendo siempre un halo de esperanza. Quizá fueran sus propios sentimientos, pero Lorenzo creyó que no era el único en haber escuchado esa frase en un tono condenatorio.

Las siguientes horas se sucedieron tratando los temas que tocaban la institución, la implementación de los protocolos, aumento de la defensa, recursos disponibles. Después se centró en el equipo. Ese del que nadie más que los presentes tenía conocimiento. Empezó con plantear las circunstancias de cada uno, con un simple objetivo: Quedarse, o marcharse. La jefa no cuestionó la decisión de nadie. Algunos decidieron que era más importante pasar tiempo con sus seres queridos, u obedeciendo sus últimos deseos.

Al final del planteamiento, sólo tres de los diecisiete presentes habían pedido permiso para retirarse: Anubis, Ecumenical y Autumfall.

Los restantes del equipo: Solaris, Memorandum, Rotscreck, Mercurio, Soundtrack, Cassanova, Goldpeak, Infausto, Whispermoon, Hanasaka, Jiisan, Nigthfin, Rotensmoke y Cornucopia acordaron en quedarse, para llevar a cabo las tareas que fuese necesario. No se dijo en ningún momento, pero estaba implícito que involucrarse en la situación tal cual estaba el exterior podía llegar a suponer la muerte o un destino aún más aciago. Nunca se podía dar un tormento por supuesto cuando se hablaba sobre demonios, fuera cual fuera el panteón al que perteneciesen.

Por desgracia habían tenido que tomar precauciones con los tres miembros que completaban los veinte que hacían el escuadrón. Goldswing y Nistempty habían sido aislados. El primero no era capaz de controlar sus poderes, hasta haber llegado a ser perjudicial para los que le rodeaban, y la segunda tenía fuertes ataques que le hacían ponerse agresiva sin diferenciar amigo de enemigo. Quien más preocupados les tenía era Bloodtear, que se encontraba en la actualidad en paradero desconocido, y al que se le había visto por última vez en la sede Vaticana.

- Vamos a proceder al reparto de las tareas. De manera inevitable como mínímo siete de nosotros deberá permanecer aquí. No enviaré a nadie sólo ahí fuera, y no podemos afrontar todo esto sin estar seguros de que tenemos dentro de nuestras paredes apoyo posible. Necesito organizar a los profesores para que comiencen los simulacros, afianzar la seguridad, asegurarnos de que el telar de tráfagos funciona, y despejar zonas de emergencia, por si la huida por tierra, aire o subterráneos fuera necesaria. Björn os dará las últimas novedades…- La voz de Sieglinde se desdibujó por un instante en la mente del español.

Björn comenzó a mostrar en el centro de la mesa, mediante holograma, todos los segmentos de información que había ido recabando de noticieros, videos de internet, móviles hackeados, y contenido cifrado. Iba a todas partes con una tablet de la que no se separaba, y tenía abiertas varias ventanas a la vez, sus ojos vidriosos centrados en las múltiples ventanas que le enseñaban lo desolador que se había vuelto el mundo. Cuando volvió a la reunión, descubrió que tanto Hanasaka como Jiisan mantenían las manos levantadas.

- Bien. Jiisan, Hanasaka. La misión es vuestra. - ambos hicieron una reverencia con la cabeza al estilo oriental, y a pesar del rictus serio que todos mantenían en la reunión, dejaron ver un brillo y una sutil sonrisa enigmática en sus ojos.

El español sacudió la cabeza, intentando centrarse. En ese momento, una de las pantallas que mostraba boletines de última hora llamó su atención. Se inclinó sobre la mesa, hacia delante, absorbido por las imágenes que mostraba la pantalla. Una montaña que había conocido por la información que les habían cedido. Perros demoníacos, cayendo del cielo. Esa… Una mujer de peligrosa belleza, con cuatro ojos. ¿No era…? Se levantó como un resorte de la mesa, llamando la atención de todos, al tirar la silla hacia atrás.

- ¡BJÖRN, AMPLIA ESO!- el joven de dedos alargados toqueteó la tablet un instante. - Dale voz. ¡VOZ!- pidió, sólo para escuchar la última parte. Luego, se instauró un cartel de dificultades técnicas. Estuvo ahí durante al menos treinta segundos interminables. Luego, apareció una extraña tertulia entre dos presentadores que sudaban la gota gorda. Toda esa destrucción y caos se la atribuían a esa mujer, que él estaba seguro de que conocía. El peso que sentía en el pecho le aseguraba que debía tratarse de ella.

- ¡Es la guarida de los titanes! ¡ES RAVEN!- exclamó, mirando luego a los compañeros en la mesa, que le miraban sorprendidos. - ¿No lo entendéis? ¡Esa chica estuvo aquí! ¡Tiene que ser ella! - giró el rostro hacia Sieglinde. - Creo que sé que puedo hacer. ¡Que puedo ayudarla! Solaris, déjame ir allí. - pidió, volviendo a centrar sus ojos en la pantalla.

- Cassanova, pareces muy alterado. No puedo mandar a nadie en malas condiciones. ¿Estás seguro de que estás bien?- preguntó ella, en un inusual tono preocupado.

- ¡Estoy bien! Es que… - se le aturulló la lengua. - ¡Joder!- maldijo en español. Eso siempre ayudaba. - El dia que vino aquí, el día que la conocí, tuvimos un incidente. Wodroow lo registró todo. Estoy convencido de que esto ha sucedido por la actividad demoníaca. Pero su naturaleza es bondadosa.. ¡Ha tenido que ser el exceso de emociones, como le ha pasado a los quintillizos! Tiene que haber forma de revertirlo, y creo que puedo ayudarla. ¡Mandame allí!- le pidió mirándola sólo un segundo, como si fuese incapaz de quitar los ojos de la pantalla, y del breve segmento de vídeo que alguien había grabado, donde aparecía ella en un lugar en que se había cometido una serie de asesinatos un tiempo antes.

- Incluso aunque así fuera, no figura dentro de nuestras misiones principales. No se si alguien podría llevarte hasta allí. Bloodtear no está, y es el que mejor domina la teleportación. - sopesó la jefa.

- Rotscreck puede llevarme. - planteó, haciendo que el hombre se inclinara hacia atrás en su silla, uniendo los dedos, como solía hacer cuando pensaba profundamente.

- Cassanovvah… yo no estoy ya parra tantos trrotes. No puedo irr contigo al trrabajo de campo. - expresó, preocupado.

- ¡No tienes por qué! Sólo mándame allí y vuelve deprisa. Yo te cubro el resto del tiempo, y tu me das apoyo desde aquí. Eso puedes hacerlo, ¿verdad?- el español parecía cada vez más nervioso. La misión no saldría adelante si no lo veían claro, y entendía que iban a gastar unos recursos muy valiosos, que quizá deberían invertirse en otro sitio. Tenía que encontrar un motivo de peso, y tenía que encontrarlo ya. - ¡Raven es una émpata, y muy poderosa además! Si consigo hacerla volver a la normalidad, y le pido que me acompañe lo hará. Quizá ella pueda descubrir qué le ha pasado a nuestros émpatas, puede que incluso pueda sanar a los quintillizos. Merece la pena intentarlo. ¿no creéis?- expuso controlando el tono, para que pareciera algo pensado. Aunque había sido a la desesperada.

La mesa se mantuvo en silencio durante un instante.

- Rotscreck, ¿Puedes hacer eso? - preguntó Sieglinde al anciano. Éste lo barajó un instante.

- Crreo que podemoss hacerrlo, siemprre y cuando Cassanovva cubrra mi retirrada. Instalarré un hechizo de prroyección sobrre él, parra verrlo todo en prrimerra perrsona, y ayudarrle a salirr de ahí si es prreciso. Perro no puedo asegurrar que la magia vaya a aguantarr mucho tiempo en una distancia tan prrolongada. - aseveró el hombre, para después mesar su barba morena. - Crreo que serría bueno accederr al mehorrr equipamiento posible. Podemos usarr alguna de las reliquias que conseguimos sacarr del vaticano, perro debemos pensarr con cautela. Ahorra mismo la grran mayorría se han quedado atrrapadas allí, y es posible que sólo Bloodtear las mantenga vihiladas. No podemos entrregarr alegrremente los pocos tesorros que sacamos de ahí. Puede que muchos nos hagan falta aquí. - el anciano miró a los compañeros sentados a la mesa, la gran mayoría asintió, y demostró un murmullo de conformidad. Tras un silencio inacabable, Solaris asintió con la cabeza.

- Afirmativo. Cassanova, Rotscreck. La misión es vuestra. Iniciad los preparativos y marcháos a la mayor brevedad. - Lorenzo que ya estaba de pie, comenzó a andar hacia la salida del búnker subterráneo. Rotscreck se levantó despacio, y fué tras él. - ¡No cometáis errores! Ahora no podemos permitírnoslos. Actuad con precaución, y al primer signo de desventaja táctica o fallo técnico, replegáos. - indicó la mujer, con su acerada mirada de hielo, mientras les veía marchar.

Su corazón palpitaba a toda velocidad. No podía creerse que semejante monstruosidad se achacara a Raven. Porque era Raven ¿verdad? Estaba seguro. Él había visto ese par extra de ojos antes. Había sido imposible olvidarlo. Si se equivocaba, sólo tenía que huir de allí con ayuda de Rotscreck. El viejo no tenía mucho que hacer físicamente, pero era una eminencia de la magia, y seguro que sería capaz de sacarlo de allí. El escuadrón había sido cuidadosamente elegido. Habría confiado su vida a cualquiera de sus compañeros. Apretando los puños y enfocando la mirada, mientras recorría el tortuoso camino de salida se obligó a centrarse, porque su mente divagaba constantemente a la joven Azariana, convertida en un monstruo a ojos de la prensa y los medios.

Sintió una punzada de angustia apuñalando su torso moreno. Raven… ¿Qué te han hecho?

Continúa aquí.