¿Dónde está Wally? [Dick Grayson, Conner Kent, Oliver Queen, Artemis Crock] [27 de Marzo de 2018]

Artemis llevaba quince minutos mirando, sin ver en realidad, la bolsa de deporte que tenía abierta en el suelo, delante de ella.

No habían quedado hasta las siete, pero no importaba. Llevaba despierta desde las tres, tras apenas dos horas de sueño intranquilo y lleno de interrupciones. Lo primero que había hecho al abrir los ojos había sido lo mismo que las últimas tres o cuatro noches: repetirse que la conversación con Dick en La Atalaya había sido real. Aquella madrugada, por alguna razón, había sido más difícil de creer que las otras veces. Había salido de la cama, había buscado a tientas su teléfono móvil, y había abierto el último mensaje recibido.

Dick Grayson [03.27.18, 11:42]: Nos vemos a las siete en la base. PD: A Barry le he dicho a las seis.

Aquello había terminado de despejarla por completo. Todo era real. La búsqueda de Wally West era de verdad.

Con cuidado de no despertar a su madre, Artemis se había dado una ducha, se había puesto los vaqueros, una camiseta y una cazadora y sus botas más cómodas. Había puesto en la bolsa todo cuanto iba a necesitar; el traje de Tigress, varias mudas de ropa, un mapa de carreteras, un libro a medio leer, algo de comida. No había viajado lo suficiente entre dimensiones como para saber si se parecería o no a ir de camping, pero actuar como si aquella misión fuera una tranquila excursión a la montaña la ayudaba un poco a calmarse.

Porque, siendo sincera, estaba aterrorizada.

Dick estaba convencido de que había visto a Wally en el Ártico, a través de un portal. El velocista había estado a punto de traspasarlo, de llegar hasta él (maldita sea, Wally, ¿no podrías haber corrido un poco más...?), pero la comunicación entre mundos se había cerrado, dejándolo al otro lado. ¿Qué otro lado, exactamente? Ni Dick lo sabía, ni Wally había tenido tiempo de explicárselo. Lo único de lo que Nightwing parecía estar seguro era de que aquél era su Wally, y no un Kid Flash extraviado de otra dimensión.

A Artemis le había costado mucho empezar a creérselo, pero Dick la había convencido. Había hablado con Joanna para decirle que se marchaba, y a dónde. Había hablado con su madre, diciéndole que iba a estar un tiempo fuera (no sabía decirle cuánto) a causa de una misión. Si Paula Crock notó rara a su hija, no se lo dijo, algo que Artemis agradeció.

El "equipo de rescate" estaba formado por Oliver Queen, alias "Green Arrow", que había ayudado a Artemis a convertirse en heroína; Conner Kent, alias "Superboy", miembro de los Young Titans y amigo del velocista; Dick Grayson, "Nightwing", para quien Kid Flash había sido prácticamente un hermano mayor; Barry Allen, "Flash", tío y mentor de Wally West. Y ella, Artemis Crock, antes "Artemis", ahora "Tigress", la que había sido su compañera en los Titans y su novia durante cinco años.

La rubia volvió a mirar el reloj. El transcurso de una hora jamás se le había hecho tan lento. Finalmente, pareció tomar una decisión y se incorporó.

Lo que buscaba estaba en lo más profundo de su armario, escondido deliberadamente bajo un montón de ropa y libros, como si tapándolo fuera a olvidar que estaba allí; una irónica metáfora de su costumbre de enterrar los recuerdos y negar el dolor. La caja estaba exactamente igual que como la había dejado; cerrada con cinta aislante. Artemis cogió uno de los kunai de Jade, que aún guardaba en su cinturón de utilidades, y rompió el embalaje.

Su traje verde seguía doblado, como si el año y medio transcurrido desde que se lo puso por última vez no hubiera durado más de una semana. El arco descansaba en el fondo de la caja, con las cuerdas enrolladas junto a él, y el carcaj lleno de flechas empenachadas de verde alineado con el uniforme de la arquera. También había otras cosas; unas gafas viejas de Wally, la última foto que se habían hecho juntos , una camiseta de Flash demasiado grande para ella que Wally había insistido en que usara como pijama... Artemis ignoró la punzada que sentía en el pecho y se centró únicamente en lo que había ido a buscar.

Puso el traje verde y el arco en el fondo de la bolsa de deporte y, tras unos instantes de duda, cogió también las desgastadas gafas rojas de aviador, sintiendo una sensación de completa irrealidad al volver a tocarlas después de un año y medio. Guardó el resto y recompuso como pudo la cinta aislante, soltando lentamente el aire que había retenido en los pulmones, casi sin darse cuenta. Cerró la cremallera, devolvió la caja al armario y, finalmente, se colgó la mochila del hombro y se dispuso a salir.

Por supuesto, Oliver no sabría nada de que llevaba su antiguo uniforme consigo. La propia Artemis ni siquiera tenía muy claro que lo fuera a utilizar. Pero, si pese a todo, al final Dick tenía razón... Si realmente encontraban a Kid Flash, y si ella era capaz de hacer o decir algo coherente cuando volvieran a verse... si volvían a verse... Tal vez entonces llegaría el momento de dejar su etapa como Tigress atrás.


Reconocida: Tigress. Be, cero, siete.

El reloj marcaba las 6:30 cuando Artemis llegó al Monte Justicia. Al final había llegado demasiado pronto. Suspiró, abatida. Media hora de espera más.

Se sentó en la sala de estar y encendió la televisión, más para sentirse acompañada que para cualquier otra cosa. Estaban dando una de esas series de dibujos animados en las que se perseguían unos a otros armados con martillos de cuarenta quilos. La chica dejó la mirada fija en la pantalla, pero su mente estaba a kilómetros de distancia.

¿Cuánto tardarían en llegar los demás?

-Reconocido: Nightwing B01.

Tan pronto como llegué a la base busqué al resto del equipo, pero solo vi a Artemis sentada en el sofá, viendo dibujos animados. Me pareció extraño que se pusiera a ver la televisión justo ahora, pero no le di muchas vueltas al tema, quizás no era el momento más adecuado. No sabía cómo acercarme a ella o qué decirle, así que me puse a trastear el ordenador.

Dejé varios documentos encima de la mesa para que los viera Raven cuando se levantara. Ella ya sabía lo que tenía que hacer en mi ausencia, y confiaba en que pudiera dirigir a los Young Titans hasta que volviera. Ya nos habíamos despedido de los chicos el día anterior, así que no había nada más que hacer en la base, solo esperar. 

Cogí el equipaje que traía conmigo e indiqué a la esfera que se convirtiera en la moto voladora. Dejé allí mi mochila y lo poco que llevaba conmigo, como el traje de Nightwing, mis sticks y algo de comida y varios artilugios que Batman había insistido en que me llevara. Estaba listo y ya casi iban a ser las siete.

Cuando mi mente dejó de indicarme más cosas para hacer, sentí que no tenía más excusas y debía reunir algo de valor para acercarme a Artemis. Aún no sabía que decirle, así que las palabras me salieron sin pensar.

-Ei... ¿estás lista? - dije acercándome a la chica y despertándola de algún trance, mientras colocaba mi mano sobre su hombro.

El despertador sonó para ser apagado enseguida. El dueño del aparato hacía rato que estaba despierto observando el techo, pensando en todas las cosas que haría hoy. Hacía tiempo que Superboy quería hacer una misión de este nivel con sus antiguos compañeros, bueno, la gran mayoría de ellos, tenía muchas ganas de que volvieran a estar juntos de nuevo. Cuando iba admirar el hermoso color blanco del techo Lobo le lamio toda la cara, quería asegurarse de que su amo se levantara de una maldita vez. Dicho amo se levanto de la cama murmurando algo mientras se quitaba el exceso de babas de la cara con la camiseta de su pijama, Lobo también tenía ganas de acción.

Buenos días Lobo ¿una ducha?

El animal mutado genéticamente lo miro con desconfianza, yéndose de la habitación. Al moreno se le dibujo una fina sonrisa en sus labios y empezó a desnudarse hacia su cuarto de baño. Al vivir ahí le dieron una habitación con aseo particular, privilegios de ser un residente. Transcurrieron unos minutos para que Superboy saliera del cuarto ya preparado para unirse con su grupo, cogió el par de bolsas de deporte que había a los pies de la cama y salió de su cuarto. Lobo comenzó a andar al lado de su amo oliendo una de las bolsas para gruñir disgustado.

Lo siento amigo, pero en la tienda no tenían comida para lobos.

Esa fue toda la contestación del chico de acero. Mientras andaban por los largos pasillos del monte justicia el moreno pensó que era raro no ver a Esfera, normalmente siempre estaba con el. Al llegar a la sala de estar todas sus dudas desaparecieron: ahí esta Esfera transformada en súper ciclo. Se acerco a su amiga para dejar su equipaje y acariciarla en el morro del ciclo.

Buenos días hermosa.

Esfera le contesto con unos alegres rugidos de motor, se alegraba de ver a su amo y buen amigo. Conner recordó que le costo mucho separarse de Lobo y Esfera, pero eran tan grandes que no pasarían desapercibidos en un pueblo tan pequeño como Smallvile, pero también los dejo aquí porque serian muy útiles para la Young Justice. Cuando acabo de saludar a Esfera se volteo a ver a sus dos compañeros, al parecer no había sido el ultimo en llegar, para su entender aun faltaba Flecha Verde. Se los quedo mirando, esperando no haberles interrumpido nada importante.

Buenos días chicos, al parecer no soy el último en llegar.

Anuncio mientras se fue a sentar al lado de Artemis y se quedo mirando la tele. Esos dibujos le estresaban una barbaridad, el prefería un programa mas tranquilo, como ver un canal sin señal, eso si que era calidad.

Fueron llegando uno por uno.

Reconocido: Nightwing B01.

Dick era el primero.

No se dirigió a ella enseguida; Artemis lo escuchó ir de un lado a otro antes de entrar en la sala de estar. Seguramente, el líder aún tenía que dejar listas varias cosas antes de partir.

- Ei... ¿estás lista? - dijo, al final, cuando llegó junto a ella.

Tigress lo miró, indecisa. ¿Qué podía decirle? ¿Que sí?

- No lo sé - confesó. Nunca mentía a Dick, no desde que había aprendido a formar parte de su equipo, y de eso hacía ya cinco años o más - ¿Y tú? - preguntó. Estaba segura de que la respuesta de Nightwing era idéntica a la suya, pero sentía que debía preguntárselo de todos modos.

Aquella misión era demasiado importante para ambos, lo que se traducía en que él debía de sentirse tan nervioso como ella. ¿Les serviría de algo la expedición, o regresarían al Monte Justicia con las manos vacías?

Mientras ella se hacía aquellas preguntas, el sonido de una tercera voz llamó su atención.

- Buenos días chicos, al parecer no soy el último en llegar. - dijo Conner, al tiempo que se sentaba en el sofá, junto a Artemis, sin poder evitar que sus ojos azules se quedaran fijos en la televisión.

Artemis lo miró, esbozando una leve sonrisa. Se sentía muy agradecida por su presencia allí. Conner y Wally no podían ser más diferentes el uno del otro, pero con el tiempo se habían convertido en grandes amigos. La atracción inicial de la chica por el clon se había convertido, con los años, en admiración y camaradería. Conner era uno de sus compañeros de equipo favoritos, y el hecho de poder contar con él y Dick, por no mencionar a Ollie y Barry, hacía que se sintiera un poco menos insegura con respecto a aquella misión.

- Buenos días, Conner. Y no te preocupes, esa posición la guardamos para Barry - comentó Artemis en voz alta, en respuesta al comentario de Superboy. Estaba segura de que, por impuntual que fuera Oliver Queen (algo de lo que Dinah podía dar fe completamente), no iba a ser el último en acudir a su cita de las siete de la mañana.

Como si le hubiera leído el pensamiento, se oyó la voz robótica del Monte Justicia anunciando la llegada del cuarto pasajero.

Reconocido: Green Arrow. A, Cero, Ocho.

- No mientas, Chatarrita, que a mi no me reconociste nada y ya va la tercera vez que tengo que usar mi código...

Artemis resistió el impulso de poner los ojos en blanco. Oliver Queen y sus entradas triunfales.

- Bueno, otra vez llegué tarde...

- Qué novedad... - dijo ella, en tono sarcástico, tratando de ocultar la sonrisa que había acudido a sus labios.

Green Arrow saludó a cada uno de los presentes con su proverbial buen humor y, finalmente, tomó asiento al otro lado de Artemis, pasándole un paternal brazo sobre los hombros.

- Hola, Arty, no quiero quedar como un viejo ridículo, así que te digo al oído que, con todo y lo que sé que estás sintiendo y pensando, te ves como un millón de flechas, y hoy vamos a traer a tu novio de vuelta... - musitó.

"Te ves como un millón de flechas". Artemis hizo una mueca, ¿le lanzaría aquella clase de piropos made in Sherwood también a Dinah? Sin embargo, el gesto de Oliver, y su promesa de que encontrarían a Wally la habían conmovido más de lo que estaba dispuesta a admitir. Es decir, ya no era la misma chica cerrada que se hacía la valiente, pero aún le costaban algunas cosas, como hablar abiertamente de sus sentimientos sin sentirse desprotegida, expuesta.

- Bueno, no es tan ridículo... aunque sí ha sonado a viejo- replicó ella, también en un susurro, esta vez sin poder esconder su sonrisa.

"Gracias", era lo que decían sus ojos.

Ollie tenía la intención de continuar ejerciendo de "adulto del grupo", así que se puso en pie y los miró, con los brazos cruzados. ¿Aquello que había en su mirada era orgullo? Bueno, si no quería que lo consideraran un viejo, tenía que dejar de hacer cosas de viejo... o eso pensó Artemis, mientras arqueaba las cejas.

Justo entonces, el sonido de los tubos zeta se oyó de nuevo en el salón.

Reconocido... - empezó la IA.

Un borrón rojo se plantó delante de ellos, haciendo que el pelo se les agitara violentamente al pasar por su lado.

- ¡Hey! - saludó una voz despreocupada y jovial.

Flash.

- Siento llegar tarde...

A, Cero, Ocho.

De pie ante ellos, Barry sonreía abiertamente, como no había hecho desde hacía mucho. De toda la gente que Artemis conocía, sólo él era capaz de aferrarse con tanta facilidad a una esperanza... logrando que todos los demás creyeran tanto en ella como lo hacía él.

- ¿Lleváis esperando mucho rato? - preguntó, con un cierto deje de culpabilidad.

Lo cierto es que, para haberle dicho Dick a las seis, sí, llegaba bastante tarde.

Artemis suspiró.

- ¿No os paga la Liga un suplemento por puntualidad? - ironizó. En el fondo, agradecía que hubiera cosas en el mundo que cambiaran tan poco como Oliver Queen y Barry Allen.

Y, hablando de ellos, ya estaban todos, ¿no? El equipo de rescate por fin se había reunido, así que... ¿qué venía ahora?

- Bueno, Nightwing, ¿cuál es el plan? ¿Por dónde empezamos a buscar? - preguntó Artemis, volviéndose para mirar a Dick. A decir verdad, estaba deseando entrar en acción.

Como supuse, Artemis no estaba en su mejor momento, pero me sentí tranquilo al ver cómo todos nos volcábamos en ella y en la situación actual. Si encontrábamos a Wally, podría volver a verla sonreír, hacía mucho que no le veía hacerlo.

Menos mal que le dije a Barry a las seis.

- Bien ahora que estamos aquí procederé a explicaros... - le dediqué una breve mirada a Barry cuando se me quedó mirando con una sonrisa bien ancha. A pesar de la tensión, siempre era el que intentaba mostrar el mejor humor en todas las situaciones difíciles. En eso, Wally y él se parecían mucho.

- Manhunter me ha dicho que Zatanna y el Doctor Destino nos esperan en Salem, han encontrado una manera de buscar al pececillo entre las múltiples redes- bromeé, refieriéndome a la comparación que hizo Oliver de Wally cuando estábamos en la Atalaya el día de la Colisión. 

El resto no tardó en organizarse para salir y pronto estuvimos todos montados en La Esfera, dirigiéndonos a la famosa torre del Doctor Destino en Massachusets. Decidí dejarles conducir a Artemis y a Conner, ellos fueron los que estuvieron en la torre junto con Kaldur, M'ggan y Wally en aquel día que secuestraron a Kent Nelson, el anterior Doctor Destino. Ahora el yelmo pertenecía a Zatara, el padre de Zatanna, y por eso ella iba a ayudarnos a entrar en la torre.

Tardamos casi dos horas en llegar, y al aterrizar nos encontramos a hechicera esperándonos en un parque deshabitado, rodeado por los edificios de la ciudad.

- Os estábamos esperando, no hay tiempo que perder. Ya sabéis lo impaciente que es el Doctor... 

Zatanna llevaba una llave dorada consigo y la introdujo en una ranura invisible. Dónde no había nada apareció una enorme torre de ladrillos rojos, sin puertas ni ventanas, a excepción de la puerta que había aparecido al introducir la llave de Zatanna. Pasamos todos por debajo del arco ojival y entramos a una habitación cuadrada con las mismas características que la torre. Habíamos quedado encerrados sin poder continuar avanzando ni salir al exterior. La puerta de detrás nuestro desapareció nada más cerrarse y una figura holográfica se dibujo delante de nosotros, con el aspecto del Doctor Destino.

- Saludos Zatanna, habéis entrado con la llave pero la torre no reconoce al resto- dijo una voz grave prominente del hombre del yelmo. 

- Por favor, decid cual es vuestra identidad y propósito...

Zatanna se apartó a un lado para dejarnos hablar. La torre la había identificado desde un principio, éramos nosotros los extraños aquí.

Miré a mis dos compañeros, esperando que ellos dijeran algo al respecto. Eran los únicos que habían entrado en la torre dos años atrás, aunque también era posible de que Oliver y Barry también hubieran estado aquí...

FDI:

Tower of Fate:

Se quedo mirando a la chica por un momento, así que flash también acudía a la misión. Mejor, cuando más fueran más raido encontrarían a Wally. Aun le extrañaba de que Barry llegara siempre tarde, se supone que es el hombre más rápido del mundo y por lo tanto no puede llegar tarde. En fin, había cosas que nunca entendería y mejor no darle muchas vueltas. Cuando volvió sus azules ojos a la gran pantalla se escucho la familiar voz de la maquina, anunciando que alguien venia. Definitivamente flash sería el último en llegar. Al ver que el recién llegado se le acercaba se levanto, estrechándole la mano y así correspondiéndole el saludo.

No me ha llegado nada y si por el caso llegara algo de él, se lo devolvería para que se lo metiera por donde le quepa.

Su primera reacción hacia el mencionado le provoco ira, no quería saber nada de ese hombre que le hizo probar la kryptonita en sus carnes, fue una sensación horrible. Luego sonrió de medio lado en modo de haber aceptado la broma y como alivio de tener de nuevo esa cara conocida, dejándole ir para que saludara los de mas mientras el volvía a sentarse y ver esos dibujos, al parecer se habían acabado y hacían anuncios. Otro alivio para Conner. Sin poder evitarlo escucho la conversación privada de los dos arqueros, no era que le pusiera interés, pero tener súper oído y estar cerca de ellos le era imposible no hacerlo. “Te ves como un millón de flechas” eso le dejo pensativo, eso eran muchas flechas y para un arquero son muy valiosas. Menudo piropo le había lanzado, este Oliver es todo un ligón. Aunque mas que ligar con ella le estaba animando, cosa que no cayo Superboy y se lamento profundamente. Esta no era una misión cualquiera, sino que iban en busca el novio de la arquera, al bueno de Wally West. ¿Cómo no había caído que Artemis necesita el apoyo de los demás? Estaba tan metido en sus pensamientos que no se dio cuenta de la llegada de Barry y por poco se pierde la explicación de Dick.

Todos acataron sus órdenes inmediatamente para luego subirse a La Esfera, estaba muy contenta de ir con más gante aparte de Nightwing y Superboy. Artemis y Conner se sentaron juntos para pilotarla, ya que La Esfera nunca había estado ahí. Estuvieron dos largas horas pilotando y el chico de acero no le pudo decir ni una sola palabra de apoyo. El problema radicaba que pensaba utilizar palabras que no eran suyas y quedaba forzado a parte de ridículo. Cuando aterrizaron le puso una mano en el hombro a la rubia para llamar su atención y quedar algo apartados del grupo para hacer algo insólito en él: sonreír con dulzura. Mirando a la chica con un brillo especial en sus ojos.

Siempre estaré a tu lado Artemis.

Dicho eso se fue hacia el grupo, al fin había podido mostrarle sus sentimientos de apoyo hacia la rubia ¿los demás también necesitaban palabras de apoyo? Lo sentía mucho por ellos, pero ya se le había acabado el máximo por día. Lobo se acomodo al lado de La Esfera, no tenía ganas de entrar en ese lugar, a lo mejor pensaba que no le dejarían entrar por ser un animal de cuatro patas. Cuando vio la torre no pudo evitar mirarse sus botas, no quería que se bañaran en lava como la última vez. Mientras se introducían en la torre miraba a todos lados, era igual a como lo recordaba y eso le ponía algo nervioso, sentía que en cualquier momento se caerían y adiós botas. Ante las últimas palabras del holograma del Doctor Destino miro a sus compañeros para luego dar dos pasos hacia delante, sería el primero en presentarse.

Soy Superboy, clon de Superman. Nombre civil Conner Kent. Nombre Kryptopniano Kon-el. El propósito de nuestra visita es poder encontrar a Wally West con vuestra ayuda.

Retrocedió un par de pasos dejando que los demás se presentaran y digieran el propósito de la misión de una manera más extensa que la suya, seguro que se había dejado muchos detalles por el camino. Se cruzo de brazos observando a sus compañeros.

La Torre de Destino... Durante las dos horas que duró el trayecto hasta allí, Artemis permaneció en silencio, tratando de mantener a raya los recuerdos de la última vez que había estado en aquel lugar...


"Somos verdaderos creyentes... venimos a buscar al Doctor Destino", había dicho Wally, al encontrarse frente a la imagen de Kent Nelson que los interrogó al entrar.

En el presente, una débil sonrisa acudió a los labios de la arquera cuando lo recordó. Qué mentira tan descarada. Kid Flash nunca había creído en la magia, y ella lo sabía tan bien como él. Por supuesto, Artemis no se lo había tomado tan bien aquella vez... Casi podía oír la airada reprimenda que había lanzado al velocista después de su caída al pozo en de lava.

"¡¡Wally!! ¡Ya basta! Casi salimos chamuscados por tu manía de impresionar a M'gann a cualquier precio"

Su compañero la exasperaba hasta límites inimaginables. ¿Qué tendría la marciana para que todos los chicos del grupo le fueran detrás? Salvo Dick y Khaldur claro, pero es que Dick y Khaldur ya tenían a sus propias pelirrojas por las que suspirar. Oh, vamos, ¿qué tendrían las dichosas pelirrojas para causar tanta sensación?

"Wally, ¿no eres creyente...?", había preguntado M'gann.

Kid Flash, acorralado por la extraterrestre de sus sueños, tuvo que reconocer lo que en verdad pensaba de todo lo sobrenatural.

"La magia sí que es mentira, es una patraña"

"Eres bastante cerrado para ser un chico capaz de romper la barrera del sonido en zapatillas"

La pequeña mentira del velocista, pensada únicamente para impresionar a una chica, les había costado las botas favoritas de Conner, además de un buen susto. Y, aún teniéndola delante de los ojos, Wally no había estado dispuesto a reconocer la existencia de la magia.

Aquel mismo día, el chico había terminado siendo portador del yelmo de Destino, el mismo que ahora llevaba Giovanni Zatara. Por supuesto, Kid Flash encontraría una respuesta absolutamente científica incluso para eso. Para Artemis, todas aquellas teorías caían por su propio peso.

"¿... es que nunca te cansas de equivocarte?"


La Esfera se detuvo, sacando a Artemis de sus pensamientos y devolviéndola a la realidad. Habían llegado a su destino. La chica respiró hondo; no tenía ni idea de cómo iba a terminar aquello, pero tenía que darle una oportunidad.

Lo que no había esperado era el gesto de Conner. Una vez bajaron de la Esfera, Superboy esperó a que estuvieran un poco apartados del grupo, le puso una mano en el hombro y sonrió.

- Siempre estaré a tu lado, Artemis. - dijo.

¿Estaba... tratando de animarla? La rubia sintió una inmensa gratitud hacia su compañero; como a ella, a Superboy siempre le había costado mostrarse abierto o expresar sus sentimientos con palabras. Su apoyo en aquel momento, en el que ella misma se sentía tan vulnerable, hizo que sus ojos la amenazaran con humedecerse allí mismo, mostrando esa debilidad que siempre luchaba por esconder.

Logró resistir el impulso de ponerse a llorar, pero no el de abrazar con fuerza al chico de acero.

- Gracias, Conner... - susurró, antes de separarse de él.

Cuando Zatanna les franqueó el acceso a la Torre, la proyección del Doctor Destino salió a su encuentro, inquiriendo el motivo de su presencia allí. Superboy fue el primero en responder, seguido del mentor de Artemis. Cuando llegó su turno, la chica tragó saliva, deseando que su voz sonara firme pese al torbellino de emociones que la dominaba.

- Soy Artemis Crock, miembro de los Young Titans. Queremos hablar con el Doctor Destino. Necesitamos su ayuda para encontrar a... - como esperaba, sus palabras le fallaron, negándose a abandonar su garganta. Mortificada, Artemis se mordió el labio inferior, reuniendo toda su determinación para continuar - Wally West... - terminó, casi con rabia. ¿Por qué siempre tenía que pasarle lo mismo cuando pronunciaba aquellas dos palabras?

Sintiendo cómo la tensión y la anticipación se adueñaban de su cuerpo, Tigress esperó la respuesta del guardián de la Torre.

Oliver se acercó a mí cuando los demás empezaron a presentarse. De su compartimento sacó un aparato que me resultaba familiar. Era más pequeño, y la antena no estaba tan separada de la caja principal, pero era otro disruptor. Sonreí ligeramente recordando la charla que Bruce y yo habíamos tenido en la Atlaya y le agradecí a Oliver su gesto.

- Gracias Ollie, Batman es algo cabezota pero está siempre en todas. Está muy preocupado por nosotros.

Agradecí en silencio aquel gesto por parte de Bruce. Esperaba no necesitar usar el disruptor, pero era una manera de decirme que quería que volviera a casa sano y salvo.

- Soy Dick Grayson, líder de los Young Titans. Hemos venido a pedirle ayuda al Doctor Destino para encontrar a Wally West.

La proyección de John Zatara se desvaneció nada más escuchar todas las presentaciones y una puerta al otro extremo de la torre de piedra apareció. La sala era de piedra, cuadrada y sin salidas, pero por arte de magia ahora habían entrado a una habitación llena de escaleras que llevaban al infinito. La sala parecía no acabar, las escaleras giraban en todas direcciones y había miles de puertas que parecían conducir a diferentes lugares del mundo. 

- No os perdáis o no encontraréis nunca el camino de vuelta... - explicó la maga.

Para que os hagáis una idea de la sala:

Estuvimos caminando durante un buen rato por esos pasillos y subiendo escaleras ¿o estábamos bajando? Hubo un rato que me dio la sensación de que estábamos caminando por el techo. En definitiva, aquella situación era muy surrealista, por suerte Zatanna se conocía el camino a la perfección y llegamos pronto a dónde se encontraba su padre, que ahora se había convertido en el Doctor Destino.

Entramos en una sala enorme, las paredes estaban forradas de la noche y las estrellas y en medio de esta habitación había un globo terráqueo con infinitas luces que parpadeaban.

- Bienvenidos a mi torre cambiante, amigos míos... - explicó el doctor destino. En cuanto todos estuvimos dentro de la habitación, la puerta se cerró y volvió a desaparecer, dejando paso al cielo estrellado. 

John Zatara se acercó a la bola del mundo y la hizo girar con un movimiento ligero de muñeca. La esfera giró y giró durante un buen rato pero no parecía tener intención de detenerse.

- Umh... esto es extraño... pero creo que puedo entenderlo... - susurró el doctor para si mismo - Vuestro amigo no se encuentra en la tierra, yo diría que que está en otro planeta de este infinito universo. Pero no nuestro universo, sino otro de los miles que han colisionado con nuestro mundo... - explicó, haciendo referencia a la fusión de realidades que había ocurrido el pasado 10 de Marzo.

- En ese caso, yo no podré ayudaros. Pero hay otro hombre de iguales poderes que si podría hacerlo, puesto que pertenece al mismo universo en dónde se encuentra vuestro amigo ahora mismo. 

El planeta dejó de girar y se detuvo en América. En la ciudad de Nueva York, había un punto especialmente brillante que parpadeaba con más intensidad.

- Lo encontraréis esta misma noche, en un bar llamado "Midnite Pub". Es un local de mala muerte dónde se reúnen místicos y criaturas sobrenaturales de todo tipo. El bar está regentado por un hombre que se llama Papa Midnite. Es un sacerdote Voodoo que no desearéis haber conocido, así que no causéis problemas en el local mientras estéis allí. Vuestro hombre se hace llamar Lygiherr, estará sentado en la mesa 13. 

El Doctor Destino alzó de nuevo la mano y creó otra puerta delante del grupo. 

- Esta puerta os llevará directamente a Nueva York, buena suerte.

Cuando el grupo de héroes se despidió de Zatanna y de Destino, escucharon el último consejo del Doctor, antes de que el portal se cerrara.

- Cuando os pidan la contraseña del local tendréis que decir...

Y el umbral se cerró de golpe. Por suerte, a Superboy le dio tiempo de escuchar la última palabra del Doctor Destino.

 "Cedilla"

La torre de Destino y sus maltitas salas surrealistas estaban mareando al duro chico de acero, pero que se ablando con el fuerte abrazo de su amiga ¿A quién no le gusta que le abrace un buen amigo? Supuso que alguien que no tuviera amigos no le podría entender. Estaba sintiendo un fino nudo en el estomago al notar esos cambios de perspectivas tan bestias, andaba con el miedo de caerse al vacío. Si pudiera volar no tendría que preocuparse tanto, pero como no era así, se tendría que aguantar y seguir a la morena que conocía el lugar como la palma de su mano. Al fin llegaron a una habitación más normal, algo cósmica, pero más estable que la anterior. Suspiro aliviado siguiendo a sus compañeros.

No se entero de la mitad de lo que decía el padre, ahora actual Doctor Destino, de su ex compañera. Por suerte pillo el hilo de la conversación cuando indicaban las coordenadas de su próximo destino. Antes de que se diera cuenta ya estaba fuera, frente una extraña puerta, que al parecer les llevaba frente al misterioso bar. Sin decir nada mas desaparecieron dejando la frase a medias ¿Algún día podrían actuar como personas normales? Estos magos y su manía de parecer misterioso. Gracias al súper oído de Superboy la contraseña no se perdió en el aire.

Cedilla, la contraseña es Cedilla. Propongo que antes de cruzar esa puerta pensemos en algún plan, no sabemos exactamente donde nos dejara esa extraña puerta

Dijo rápidamente a sus compañeros, viendo como Lobo y Esfera se acercaban a él, les notaba curiosos por saber que había pasado con esa inmensa torre. Se arrodillo delante de sus mascotas acariciándolas con dulzura, con ellas sí que se abría mas.

Artemis no podía creer lo nerviosa que estaba mientras recorría el laberinto de la Torre. Por suerte, Oliver se dio cuenta, de alguna forma. Nunca se lo diría, pero en el fondo le encantaban las viejas anécdotas de su mentor, aunque a veces pareciera él quien se había quedado perdido en el tiempo. "Atrapado en el pasado", se lo guardaría para cuando necesitara meterse con él.

El arquero sacó de su carcaj una flecha con el aspecto de haber sido disparada por primera vez hacía eones. Artemis la miró con curiosidad.

¿Ves ésta? Mi primer duelo con Merlyn luego de que nos convirtiéramos en enemigos, yo aún no estaba 100% convencido de esto de no usar puntas afiladas, pero no quería matar, y él me decía que ésa era mi debilidad, y que mi compasión acabaría conmigo y todas esas cosas rimbombantes que le encanta decirme antes de perder, el punto es que por primera vez, luchamos el uno contra el otro, y nadie podía acertar un disparo en el otro, hasta que nos quedamos detenidos, cara a cara, ambos cansados a morir, y decidí, y creo que él también, a terminar todo con un disparo...

Ollie le mostró la flecha, y Artemis se fijó en el detalle que su mentor señalaba.

Ahí impactó su punta, como la mía era plana y dura, rompió su flecha por el impulso y siguió de largo, él quedó en el suelo, y yo riéndome mientras lo entregaba a los de azul...

Por supuesto, había una moraleja en aquella historia. Tigress arqueó las cejas, esperándola.

A veces, cuando menos quieres creer que algo es posible, la vida te sorprende y te encuentras con algo que no esperabas sucediendo... ¿Y si dejas que la vida te sorprenda esta vez? Para que te acompañe en ese momento como me acompañó a mi en aquel...

Con estas palabras, Ollie le entregó la flecha, y Artemis se quedó tan sorprendida que no fue capaz de responderle que no tenía arco con qué dispararla. Era mentira, claro. Había traído el arco consigo, sólo que muy bien guardado en lo hondo de su bolsa, junto con el traje verde. El mismo verde que lucía Oliver, que ahora caminaba delante de ella. Cuánta admiración había sentido por el Arquero Esmeralda en su adolescencia, cuando decidía con qué emblema lanzarse a patrullar a las calles de Gotham. Un respeto que Ollie se había encargado de trocear, para luego retocar y reconstruir a su propia manera. Aún sentía una punzada de pesar por haber escogido el traje de su madre; aún añoraba la punta de flecha descansando sobre su pecho, el viento en la cara al descolgarse por un cable con el arco, el sonido de la cuerda al soltarse y el de los proyectiles al cortar el aire.

Artemis era la compañera de Kid Flash.

Destino los había conducido a una habitación fascinante. Aún con Ollie y Wally en la mente, Artemis escuchó su explicación, conteniendo el aliento.

- Vuestro amigo no se encuentra en la tierra, yo diría que que está en otro planeta de este infinito universo. Pero no nuestro universo, sino otro de los miles que han colisionado con nuestro mundo...

Artemis apretó los puños. Una persona más que confirmaba que Wally vivía. Y la esperanza, luchando por establecerse definitivamente en el rincón que había escogido en su pecho.

Había un hombre que podía guiarlos hasta el lugar en que estaba él.

- Lo encontraréis esta misma noche, en un bar llamado "Midnite Pub". Es un local de mala muerte dónde se reúnen místicos y criaturas sobrenaturales de todo tipo. El bar está regentado por un hombre que se llama Papa Midnite. Es un sacerdote Voodoo que no desearéis haber conocido, así que no causéis problemas en el local mientras estéis allí. Vuestro hombre se hace llamar Lygiherr, estará sentado en la mesa 13.

La arquera miró a Destino, preguntándose cómo diablos podía saber todo aquello. ¿Lygi...? ¿Qué clase de nombre era aquél? No sonaba a nada que Artemis pudiera pronunciar...

Pero, cuando quiso darse cuenta, la puerta hacia Nueva York estaba abierta.

- Cuando os pidan la contraseña del local tendréis que decir...

La palabra se perdió en el sonido del portal al cerrarse, pero Conner tenía unos oídos fuera de lo común.

Cedilla, la contraseña es Cedilla. Propongo que antes de cruzar esa puerta pensemos en algún plan, no sabemos exactamente donde nos dejara esa extraña puerta...

- Plan... - repitió Artemis - Entrar en el local, preguntar por... - miró a sus compañeros, y se sintió aliviada cuando al menos uno de ellos le recordó el nombre - Lygiherr... Si ese sitio está lleno de criaturas sobrenaturales, no se extrañarán al ver a unos tipos como nosotros, ¿no? Y, si no hacemos ninguna tontería, como ha dicho Destino... No tiene por qué pasarnos nada.

Sin estar del todo convencidos, el grupo cruzó al otro lado, encontrándose en un callejón en plena Nueva York. Era noche cerrada. Cerca de la convergencia con la calle principal, se oían varias voces y se veían las luces de un local nocturno. Debía de ser el bar de Papa Midnite al que había hecho referencia Destino.

Lo cierto es que no parecía un local especialmente acogedor. Varios tipos extraños se los quedaron mirando cuando se dirigieron a la puerta. Un tipo alto y ancho de hombros, con aspecto de encargado de seguridad, salió a su encuentro y les bloqueó el paso.

- Todo va a salir bien - susurró Barry, poniendo una mano en el hombro de Artemis.

- Contraseña, o largáos. - dijo, secamente.

- Cedilla.

El hombre los miró de modo desagradable, como si le molestara que conocieran la respuesta. Después se apartó, con un gruñido, franqueándoles al fin el acceso al local.

Midnite Club:

Dentro sonaba la música a todo volumen, aunque la llegada del grupo no pasó desapercibida. Barry y Dick entraron los primeros, seguidos por Artemis. A simple vista, la gente parecía normal. Pero los ojos de la arquera, acostumbrados a seguir el movimiento de un blanco a metros y metros de distancia, enseguida repararon en lo que no encajaba. Algunos de ellos tenían los ojos completamente negros, profundos como pozos. Otros tenían... ¿colas? O garras, e incluso creyó ver alas por el rabillo del ojo. Muchos se los quedaron mirando mientras avanzaban hacia la barra.

- Buscamos la mesa trece - gritó Artemis, para hacerse oír por encima de la música. El camarero hizo un gesto con la cabeza, señalando un rincón de la sala.

El hombre al que buscaban se sentaba solo, aunque eso no parecía importarle. Nada en él llamaba especialmente la atención; rostro corriente, cabellos lacios y negros, unos cuarenta años, vestido de traje. Tenía frente a él una copa llena de un líquido oscuro, a la que daba ocasionalmente algún sorbo. No hizo ningún gesto de sorpresa cuando el grupo se acercó a su mesa, aunque los miró fijamente uno a uno, con unos ojos entrecerrados que traslucían inteligencia.

- ¿Eres Lygiherr...? - preguntó Artemis, no muy convencida de haberlo pronunciado bien.

Tal vez hubiera tenido que preceder su pregunta de un "disculpe", o haber sido más cortés, pero era demasiado directa para que eso se le diera bien. Además, aquel local y su gente la ponían muy nerviosa. Cuanto antes salieran de allí, antes se pondrían a buscar realmente a Wally.

La noche era oscura y silenciosa en las calles mundanas de Nueva York. El estanque de la adivinación le había mostrado en sus calmadas aguas un establecimiento de seres mágicos con el que encontrar cierta información que necesitaba.

Una pista, una idea de cómo recuperar lo que se le había arrebatado por derecho de nacimiento. Y también su estimado y valioso cubo cósmico, desaparecido desde hacía meses en aquel cielo infinito... ni siquiera sabía con seguridad si había caído en la tierra. Sólo conseguiría descubrir su paradero si alguien lo hubiera activado de alguna forma... pero a estas alturas, parecía que nadie lo había encontrado aún, ni siquiera él. Se sentía cansado y frustrado de sus continuos fracasos. Pero aquella noche la suerte cambiaría para él.

Mientras se llevaba un sorbo de aquel delicioso vino a los labios, Lygiherr, el nombre falso del dios de las mentiras observó a los recién llegados. No parecían criaturas diabólicas y sobrenaturales; sólo un Robin Hood con un arco, un chico con mallas horteras, una mujer disfrazada de gatito, otro con un traje de bombilla y un mundano con una "S" en el pecho. Parecían salidos de un circo ambulante.

Quedó sorprendido al ver que tras preguntar en la barra se dirigieron directamente hacia la mesa 13 dónde estaba sentado y le preguntaron por su falso nombre.

- Así es... - dudó unos instantes, mientras sus ojos brillaron con un tono verde misterioso. - ¿Quién me busca? 

- Nos han dicho que podrías ayudarnos... buscamos a un viejo amigo nuestro. Al parecer está desaparecido y necesita nuestra ayuda...

- ¿Y quién os ha dicho eso? ¿Y porqué debería ayudaros? - preguntó el hombre de los ojos verdes, parecía molesto por alguna razón. Supongo que a nadie le gusta que se le presenten cuatro hombres que no conoce de nada a pedirle ayuda. Pero esperaba que el Doctor Destino fuera lo suficientemente inteligente cómo para llevarles hasta un mago que no tuviera malas pulgas.

- El Doctor Destino... imagino que lo conocerá, él parecía conocerlo. - expliqué, aunque no muy convencido de haberle revelado esa información.

El hombre se quedó mirando silenciosamente su vaso, pensativo y entonces sonrió algo más amable.

- Claro... el viejo Doctor Destino... - se detuvo otro instante y después de beberse su copa volvió a dirigirse a mí. - ¿Cómo puedo ayudaros?

- Su nombre es Wally West, Destino nos dijo que había quedado atrapado entre dimensiones, lugares que no son de nuestro mundo. ¿Usted podría encontrarlo?

- En efecto... pero para encontrarle necesito tener algo que perteneció al muchacho, una prenda suya o un objeto preciado... ¿Tienen algo así? A demás de eso... cada magia tiene un precio que debe ser pagado. Antes de encontrar al chico tengo un favor que pediros...

- ¿Qué tipo de favor?- ¿Más trabajo después de llegar hasta aquí? ¿Porqué siempre nos desviábamos del camino? No teníamos tiempo que perder.

- Éste será el trato. Iréis a buscarme algo que perdí hace tiempo a cambio de conocer el paradero de vuestro amigo... ¿estáis de acuerdo con eso? - sentí su mirada verde y brillante sobre mí.

- ¿Qué tenemos que buscar?- pregunté, no me fiaba mucho de aquel trato. Pero si Destino había dicho que aquella era la respuesta a lo que buscábamos no dudaría de él.

- Es algo sencillo y nada peligroso para vosotros. Os enviaré con un portal a una ciudad lejana. En una de las mazmorras del castillo está encerrado un báculo de color dorado. Sabréis claramente cuál es cuando lo veáis... Pero la ciudad está protegida con una barrera mágica muy poderosa que impide que nadie entre... 

- ¿Y porqué está prohibido entrar? ¿Para qué sirve ese báculo? - pregunté, desconfiado.

- El báculo es parte de mi fuente mágica. Sin él, no podré ayudaros a encontrar a vuestro amigo... - dijo casi sin pestañear. - Y la ciudad está sellada por su rey loco, no quiere dejar que nadie entre ni salga después de haber asesinado al anterior rey...

- Entiendo... ¿Tengo tu palabra de que nos ayudarás a encontrar a Wally si te traemos el báculo, y de que saldremos todos con vida de allí? - dije, frunciendo el ceño.

- En efecto. No debéis preocuparos por eso, al ser de otra dimensión la barrera no está preparada para gente de vuestro mundo... Un trato es un trato, así que acompañadme a un sitio más tranquilo...

El hombre del pelo láceo se levantó de su mesa y le seguimos hasta fuera de la taberna mística. En un callejón de las calles de Nueva York, el viejo mago lanzó un hechizo en la pared y abrió un portal de color verde y dorado.

- Llevaos a Ikol, él os guiará dentro de la ciudad... - de su hombro apareció una urraca, que se adentró sin pensarlo dos veces en el portal. - Cuando hayáis encontrado el báculo, deshaced vuestro camino y volved al portal. Una vez de vuelta a Nueva York os mostraré dónde se encuentra vuestro amigo...

Una vez terminada la charla, nos adentramos en el portal y fuimos teletransportados directamente en frente de la barrera mágica que nos había hablado. La ciudad era grande, brillante y hermosa, pero su brillo no dejaba verse bien por culpa de la barrera. Una lástima que las cosas se hubieran vuelto tan terribles en aquella ciudad mágica.

Asgard:

- Bueno... ¿y ahora pasamos tal cual? - dijo Barry, y en cuanto tocó la barrera no sintió nada de nada. El velocista la traspasó sin problema alguno y empezó a saludarnos detrás de ella. - ¡Venga! ¡Por aquí!



FDI: He adelantado bastante para que no se alargue mucho el tema. Si tenéis alguna pregunta que hacerle a Lygiherr antes de partir en el turno siguiente es el momento.

Se despidió de sus mascotas hasta nuevo aviso, aunque fuera un bar de seres sobre naturales no sabía si aceptarían mascotas en el lugar. Conner odiaba los lugares con la música tan alta y el Midnite Club no era ninguna excepción, tenía unas ganas locas de irse de ahí. Los miraba a todos de reojo por sus inusuales apariencias, algunas más agradables a la vista que otras, finalmente llegaron al tal Lygiherr. Superboy se decepciono un poco al conocerlo, se imagino alguien más intimidante pero parecía alguien normal con el ego muy subido. La conversación concluyo sin mucho agrado para el medio krytoniano, no le gustaba la idea de ser los recaderos de ese tío, pero si era la única manera de obtener información sobre su amigo se aguantaría. Al salir fuera y ver a la urraca pensó en sus mascotas ¿podría llevar a Lobo y Esfera a través de ese portal?  Sin más se adentro dentro del portal y admiro ese pintoresco lugar.

No sé si nos vendría bien la ayuda de Lobo y Esfera para obtener el dichoso cetro…

Se quedo mirando a sus compañeros para luego ver como Barry jugaba con aquella extraña barrera, acercándose con cuidado aunque la actitud de Flash indicaba que era totalmente inofensiva.

Tigress asistió a la conversación con Lygiherr desde un precavido segundo plano. Si algo le habían enseñado sus experiencias al lado de los Young Titans, era que había que ser cuidadoso con la magia, y más cuando uno no tiene ni idea de cómo usarla. Cuando el mago pidió un objeto de Wally para poder rastrearlo, la muchacha abrió su bolsa de deporte y sacó la camiseta favorita del pelirrojo. Roja, con el emblema del rayo amarillo en el centro del pecho. Junto a ella, Barry esbozó una sonrisa llena de nostalgia.

Artemis acarició la tela antes de alzar la mirada y entregársela al hombre que aguardaba. Sintió algo no muy lejano a dolor físico al desprenderse de ella, mientras se repetía mentalmente, una y otra vez, que más valía tener al Wally de carne y hueso que un simple recuerdo del velocista. Además, aquel mago no se largaría sin más; si tan importante era el báculo para él, los estaría esperando en cuanto regresaran, trayéndolo consigo.

Tragando con firmeza para hacer descender el nudo que se había formado en su garganta, la chica tomó su ballesta y atravesó el portal junto con sus compañeros, mirando el fascinante paisaje que se abría ante sus ojos como si se tratara de una película de ciencia ficción.

Wally siempre decía que la magia no era más que ciencia avanzada; para un Neandertal no habría nada más místico que un avión o un teléfono móvil. Artemis siempre le había discutido aquella creencia, pero tuvo que reconocer que, al ver aquel reino, no supo si se encontraba ante magia antigua e incomprensible, o avanzada tecnología extraterrestre.

Ollie la buscó con la mirada, y la ex-arquera asintió imperceptiblemente. Ella tampoco las tenía todas consigo, pero ya hacía tiempo que había decidido arriesgarse para encontrar a Wally. Tendría los dos ojos bien abiertos, claro que sí, pero no iba a echarse atrás.

Bueno, y ahora a pensar la manera de cruzar la...

- Bueno... ¿y ahora pasamos tal cual?

... ¿barrera?

- ¡Venga! ¡Por aquí!

El velocista había atravesado el obstáculo con absoluta facilidad, y ni siquiera había tenido que hacer vibrar su cuerpo para lograrlo.

- ¿Cómo lo has hecho...? - preguntó Tigress, mientras Superboy se aproximaba también. La barrera no impidió el paso al chico, y tampoco a ella, a Dick o a Oliver cuando decidieron cruzar. De hecho, Tigress retrocedió antes de que cruzara su mentor, para comprobar si la magia les cortaba la retirada... y tampoco. Fuera lo que fuera aquel conjuro, no los estaba afectando en absoluto. "La barrera no está preparada para gente de vuestro mundo", había dicho el mago del bar. Bueno, pues parecía que era cierto, significara lo que significara.

A Artemis nunca le había gustado cuando las cosas eran excesivamente fáciles, así que su alerta se redobló. Pero tampoco le iba a poner pegas a una misión rápida, especialmente si lo que estaba en juego era reunirse con su novio desaparecido.

- Vayamos a por el báculo - dijo, poniéndose en marcha.

FDI: He decido que voy a cerrar este tema teniendo en cuenta que las respuestas han sido cada dos/tres meses y el post se abrió el 30 de Septiembre de 2014. Voy a resumiros el final para que lo tengáis en cuenta con vuestros personajes.

Una vez nuestros aventureros llegaron a la ciudad dorada de Asgard, se encontraron con la gran barrera protectora de Odín. Por suerte para ellos, la barrera solo protegía de que nadie pudiera salir de la ciudad y de que nadie del universo Marvel pudiera entrar. Odín no contaba con los efectos de la colisión, y ese fue el motivo por el que nuestros amigos pudieron entrar en la ciudad. Mientras cruzaban la barrera, ésta se distorsionó al chocar con sus cuerpos, creando un agujero pequeño. La urraca Ikol pasó por el agujero de la barrera y les guió a través de la ciudad. Descubrieron que aquel era el reino del dios Odín, y que según sus habitantes su hijo Thor había eliminado al anterior rey usurpador. En la dura batalla, ambos dioses destruyeron el puente del arcoíris y a partir de entonces nadie podía viajar por los 9 reinos ni abandonar Asgard. Los habitantes de la ciudad estaban enfurecidos con su rey Odín, que empezaba a comportarse también como un tirano, y había enviado a su hijo en busca de un poderoso artefacto que lo haría invencible.

Pero entonces llegaron las buenas noticias, un grupo de muchachos y Heimdal reconstruyeron el puente, pero aún así los Asgardianos eran infelices igual porqué no podían cruzar la barrera para viajar por los nueve mundos (El puente del arcoíris queda a las afueras de Asgard y por lo tanto no lo rodea la barrera).

Una vez en el castillo, los héroes bajaron a las mazmorras y encontraron la cámara acorazada que guardaba el báculo del mago. Se llevaron el báculo y por el camino se enfrentaron a varios soldados de Odín. Pero nuestros amigos eran más listos y fuertes y vencieron a los soldados y encontraron de nuevo la salida de la barrera. Con las prisas y las peleas, perdieron de vista a la urraca Ikol (El pájaro encuentra a Dalae y la ayuda a huir de Asgard  Link).

Cuando volvieron al punto de inicio, Lygiherr ya les estaba esperando. Cogió su báculo y les explicó que su amigo Wally se encontraba justamente en Asgard, no muy lejos de ellos. Lygiherr se esfumó con su tesoro y los aventureros buscaron a Wally en la base de Heimdal, donde se encontraba Hela, la diosa de los muertos. Hela les explicó que sus amigos Wally y Wiccan habían cruzado el puente del arcoíris para volver a La Tierra. Al haber perdido la pista del pelirrojo, Heimdal les envió a la ciudad de Jaysalmer, la India. Estuvieron buscando durante un buen rato al pelirrojo y cuando estaban a punto de encontrarlo, una espiral roja y amarilla se tragó a Wally, y Barry que había viajado con ellos desapareció también.

Nuestros héroes volvieron agotados y derrotados a Nueva York. La misión había sido un fracaso.

FDI: El primer post de este tema es el final del vuestro--> Link