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Omega Universe - Foro de Rol de Marvel y DC
Los Universos de DC y Marvel se han unido en uno solo. ¿Qué ha sucedido? ¿Quién está detrás de todo? Y, lo que es más importante, ¿cómo reaccionarán héroes y villanos de los distintos mundos al encontrarse cara a cara...?
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Mensajes : 1081 Fecha de inscripción : 26/04/2014 Localización : Donde haya algún cabronazo Empleo /Ocio : Pateador de culos sobrenaturales a jornada completa Humor : ¡No juegues conmigo, mujer! ¡He estado bebiendo con esqueletos!
Ficha de Personaje Alias: Hellboy. Nombre real: Anung-Un-Rama. Universo: Marvel
Tema: Bienvenidos a la familia Adams (Rebecca Logan, Sloan Jenkins) [27 de Marzo de 2018] 15th Julio 2014, 21:11
El B.P.R.D (Bureau for Paranormal Research and Defense) es la organización más importante del mundo de investigación y defensa de eventos y criaturas sobrenaturales. Situada secretamente en Fairfield, Connecticut, cuenta con los últimos avances en tecnología de espionaje y seguimiento. Cientos de cámaras, sistemas de vigilancia y satélites están constantemente buscando toda clase de actividad sobrenatural para su investigación y defensa en caso de que fuese necesario.
Fundada en 1944 por el profesor Trevor Bruttenholm para combatir a los nazis oculistas durante el final de la segunda guerra mundial. Su muerte a manos de una monstruosa rana dejó a sus miembros a merced del actual presidente de la misma, Tom Manning. En sus filas cuentan con hombres adiestrados en el ocultismo, el pisco-analismo y el combate cuerpo a cuerpo. Expertos en materias sobrenaturales son traspasados desde el FBI y la CIA para ayudar en esta en la medida de lo posible. Actualmente, sus agentes más importantes son Hellboy, Johann Krauss, Liz Sherman y Kate Corrigan. Gracias a ellos el mundo es un lugar más seguro. Su lema, "hay cosas que golpean en la noche, nosotros somos los que golpeamos de vuelta", explica la actividad que lleva a cabo esta organización.
Tras los incidentes acontecidos durante principios del mes de marzo, con el choque de universos, los ingresos en esta organización se han multiplicado, así como las tareas para luchar contra cualquier ente sobrenatural maligno que desee atentar contra la paz mundial.
· · ·
El helicóptero del B.P.R.D sobrevolaba los altos edificios de la gran manzana. Era temprano, recién tocadas las nueve de la mañana. Las calles de la gran ciudad se llenaban de miles de coches y ciudadanos que se dirigían apresuradamente a sus trabajos o lugares de ocio. La agente Kate Corrigan pilotaba el enorme aparato con una maestría indiscutibles. Ella era la jefa de pilotos de la organización, y una de las agentes más importantes de la misma. Había conseguido llevar equipos de investigación a los riscos más escarpados o hacerles descender por las grietas más peligrosas sin tener un solo accidente en todo el tiempo que llevaba en el B.P.R.D. Un par de turbulencias hicieron moverse al helicóptero, despertando a sus ocupantes.
Hellboy levantó ligeramente la cabeza y la agitó. Miró un pequeño reloj que había situado sobre ellos y luego se asomó por una pequeña ventana en el lateral del helicóptero. A lo lejos pudo ver la silueta de Nueva York, lejana y luminosa. Varios rayos de sol se colaban entre las nubes produciendo esos enormes haces de luz que parecían señalar lugares santos o relevantes. Sorbió la nariz ruidosamente y se alejó de la ventana. Se dirigió a la cabina de mando y la abrió con cuidado. Kate le saludó asintiendo la cabeza mientras mascaba un chicle que fresa.
- ¿Qué tal estás Rojo? ¿Has dormido bien?
- Todo lo bien que se puede dormir en esta chatarra. Veo que ya hemos pasado Nueva York. ¿A cuanto estamos de casa? Tengo unas ganas horribles de llegar de una maldita vez…- Con toda la historia del choque de universos y la aparición del jinete del Apocalipsis Hambre apenas había tenido tiempo de pasar por el B.P.R.D. Llevar a esta tropa le ayudaría a descansar un poco, o eso pretendía. Había muchas cosas que hacer todavía.
- En menos de veinte minutos estaremos aterrizando. Ve a despertar al resto de la tropa.
Hellboy asintió discretamente y abandonó la cabina. Se dirigió a donde estaban todos los demás miembros de la tripulación y dio un fuerte golpe con la mano de piedra al interior del helicóptero, produciendo un golpe sordo y haciendo sobresaltar a los que allí estaban.
- Buenos días damiselas. Aterrizaremos en un cuarto de hora, así que ir recogiendo vuestras cosas y preparandoos. Ya estamos en casa.
· · ·
Abe observó el helicóptero en el horizonte. Él estaba junto a Sloan en la pista de aterrizaje, un enorme círculo con el símbolo del B.P.R.D: una mano sujetando una espada con un pequeño triángulo en la muñeca. Mientras que Rojo se encargó de ir a buscar a Rebecca, él fue en búsqueda de Sloan. No habían vuelto a verse desde el incidente de África, pero con todo lo de la colisión de mundos y la aparición de Hambre debían reclutar a todos los refuerzos que pudiesen, y Sloan había demostrado estar a la altura de los acontecimientos. Además, era un buen tipo y parecía estar dispuesto a ayudar o, al menos, a informar de cualquier cosa que encontrase. Abe tenía también sus propios intereses: no tenía ni idea de lo que era, y quería tener la oportunidad de investigarle (siempre y cuando él se lo permitiese) y descubrir qué era.
- Me alegro de tenerte aquí Sloan. Tenemos que poneros al día. La situación tras el choque de universos es más delicada de lo que la gente cree. Toda clase de grietas y fisuras a otras dimensiones están llenando el mundo de criaturas peligrosas contra las cuales no habíamos luchado nunca. Tu ayuda es más que bienvenida.- Llevaba puesto un traje negro parecido a un neopreno que dejaba sus brazos y piernas al descubierto. No llevaba la escafandra ni las gafas ya que no iban a entrar en combate. Su cinturón tenía varios bolsillos donde guardaba por regla general la munición y los explosivos que usaban para combatir a las extrañas criaturas contra las que luchaban.- ¡Ah, presidente Manning! Me alegra que haya bajado hasta aquí.
- Llegan tarde, "palito de pescado". Se supone que debían haber aterrizado hace casi una hora.- El presidente vestía un traje negro y se acercó a la pareja que esperaba la llegada del helicóptero. Tenía un enorme puro en la boca que humeaba y se ajustó la camisa por dentro del pantalón. No le gustaba que los agentes se tomasen libertades a la hora de las misiones, y con Hellboy no tenía lo que se podía denominar una relación de amigos. Ambos se odiaban mutuamente, pero debían trabajar por el bien común. Miró a Sloan de arriba a abajo frunciendo el ceño y luego dio una profunda calada a su puro. Otro monstruito más para la colección. Aquello empezaba a parecer más un show de la tele que otra cosa.
El helicóptero se posó tras unos minutos en el gran símbolo del B.P.R.D. La compuerta se abrió y bajó Hellboy, imponente, abriendo los brazos a los presentes.
- Un comité de bienvenida, ¡qué amables! ¡Si hasta ha venido el jefe a vernos! Manning, no me esperaba este bonito gesto por tu parte…- El tono de Hellboy era claramente sarcástico. No le gustaban las bienvenidas, y menos aún si estaba el presidente entre ellos. Abrazó a su compañero acuático y luego se acercó a Sloan poniéndole la mano izquierda sobre el hombro.- Me alegro de verte Sloan. No sabíamos si estarías dispuesto a volver a vernos después de todo lo de África. La verdad es que lo pasamos bien. Pero bueno, el tiempo apremia, permíteme que te presente al resto de miembros de la tripulación que venían conmigo.- Y, tras asentir con una media sonrisa a Sloan, se giró estirando su brazo de piedra introduciendo al resto de personas que le acompañaban, los cuales bajaban poco a poco del helicóptero.
(OCC: en el helicóptero vienen Rebecca y Hiedra si finalmente decide apuntarse al post, por eso no he especificado quiénes estaban. Si finalmente se une Hiedra ya lo actualizaré del todo poniendo que se bajan ambas)
Última edición por Hellboy el 17th Julio 2014, 19:20, editado 1 vez
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Tema: Re: Bienvenidos a la familia Adams (Rebecca Logan, Sloan Jenkins) [27 de Marzo de 2018] 16th Julio 2014, 00:52
Después de pasar un día en su Rancho, habían cogido sus pertenencias y se habían puesto en marcha. Partieron de noche, cuando aquel mamotreto metálico aterrizó en una explanada a las afueras espantando a un par de rebaños para recogerlos. Ella llevaba lo necesario, aunque esta vez estaba enfundada en un vestuario distinto. Cuando montaba, prefería ir en camisa y con las chaparreras, que eran una estupenda protección tanto para la piel del caballo como para posibles golpes o rozaduras. Pero ahora estaba convencida de que no le harían falta y había optado por algo mucho más cómodo, estilo clásico. Botas de piel, con espuelas por supuesto, unos pantalones marrones y un cinturón de piel de serpiente , una camisa interior color crema y sobre ella una de pequeños cuadros azules, todo ello envuelto en un maravilloso poncho con los tres colores de su vestuario. El sombrero, de un desacostumbrado matiz claro tenía correajes de cuero que hacían juego con las dos pulseras de sus muñecas. Pocas veces tenía opción de utilizar accesorios y las que llevaba habían llegado hasta allí por una razón. Quizá tuvieran algo de historia. Una de ellas había sido encontrada en una mina que se decía embrujada. Otra de ellas había pertenecido a la que decían era la madre de los Dalton, y tenía una especie de símbolos que hasta entonces jamás se habían visto. Evidentemente, en torno a su cintura descansaban sus armas, sus látigos y su fusta.
El viaje había sido tranquilo, y ella había aprovechado para sumirse en un duermevela, que solía adquirir cuando dormía en lugares que no eran su hogar. Su sueño era ligero, tanto como lo eran sus dedos en el gatillo. Así, sentada en el helicóptero, estiró las piernas, echó su sombrero hacia delante y descansó como en cualquier estampa clásica de película del Oeste, donde un hombre siempre espera sobre una mecedora, sin saber si estaba vivo o muerto, escopeta en mano, frente a la tienda de ultramarinos. Sin embargo, su reloj biológico la obligó a despertarse, totalmente despejada, en cuando el reloj pasó diez minutos de las 6.00 am. Comprobó con un gesto extremadamente sutil que el resto del equipo dormitaba en sus asientos. Luego, espero. Con la paciencia del cazador experimentado, el tiempo se escurrió hora tras hora, mientras ella se permitía alguna que otra ojeada a las vistas de pájaro que tenían desde el helicóptero. Hellboy se levantó de su asiento y se perdió en la cabina. Había tenido mucho tiempo para pensar. Su cabeza era una vorágine de impresiones, recuerdos y sensaciones que embotaba su pensamiento.
Cuando dio el tremendo golpe, abollando el metal con cuatro surcos enormes, aquellos pipiolillos con entrenamiento militar revotaron sobre sus asientos y echaron mano a las armas como primer impulso, arrancados del descanso repentinamente con una sensación de emergencia atroz. Ella ni se movió. Se limitó a intercambiar, por un sólo instante, una mirada cómplice y divertida con Rojo, antes de erguirse en su asiento.
...
Aquel cacharro hacía un ruido infernal. Se echó una mano a la cabeza, sujetando el gorro, para impedir que este saliera volando con la ventolera que se montaba por las aspas del trasto dando vueltas. Rojo salió y después de que un par de hombres salieran, ella salió a continuación. Una vez dejaron atrás el helicóptero, pudo percatarse de que había algunas figuras esperando. Vio a Azul, a un tipo trajeado que fumaba un puro y...
- Por las cuatro cabezas de los hermanos Dalton...- murmuró, sin salir de su asombro.
Una sonrisa se dibujó en su rostro, mientras caminaba a unos cuantos pasos de Rojo, que se había adelantado cuando la sorpresa la había obligado a detenerse. Marchó mientras el poncho dibujaba mareas rabiosas contra su figura inalterable, hasta que se alejó de las drásticas corrientes de viento. Llegó frente a Abe y le saludó con un respetuoso gesto, sujetando su sombrero y haciendo un leve asentimiento, ofreciéndole una suave sonrisa que él pareció apreciar, devolviéndole otro gesto. Al llegar frente al trajeado al que observó de arriba a abajo con expresión inalterable, puso las manos sobre su cinturón y por un momento, el sol arrancó a la insignia que llevaba sobre el pecho un brillo, que fue a dar directo a uno de sus ojos. Entonces continuó andando y encontró al demonio apoyando una mano directamente en el hombro de su ayudante.
- Howdy, Howdy, Howdy...- murmuró entre dientes hablando por primera vez, con un tono que resultaba a su vez tan tenso como cantarín. Una fórmula que él ya había oído antes. Se detuvo, cara a cara, con el único hombre que se había ganado el derecho de compartir el honor y el sacrificio que acarreaba la placa. El sombrero hacía sombra sobre sus ojos azulados, pero permitía ver una media sonrisa que podía ser tan amable como peligrosa. - Deja que te vea bien, vaquero. - dijo haciéndole un gesto con la mano, para que girara sobre sí mismo. Como cuando se conocieran por primera vez - Sigues siendo un excelente ejemplar... - añadió entonces ampliando la sonrisa.
Su rostro se elevó, dejando ver una expresión jactanciosa, con un matiz placentero nadando en el fondo de sus ojos. Le tendió una mano, pero si la estrechaba, la vaquera tiraría de Sloan hacia ella, para atraerlo contra sí, momento que utilizaría para envolverle el torso con los brazos y darle un par de buenas palmadas afectuosas en la espalda, recordando un gesto que la gente atribuía mas a contactos entre hombres. El abrazo duró unos segundos, y después de las palmadas, la vaquera acarició suavemente la espalda, que ella recordaba surcada de marcas negras, en un último gesto cargado de familiaridad. Una vez se hubieron separado, ella volvió a colocar las manos sobre su cinturón, y su expresión hasta entonces insondable, se tornó en una alegre y casi podría decirse que cargada de cierta dulzura.
- Me alegro de verte, Sloan. - saludó ella haciendo sonar su nombre como un título honorífico, guiñándole un ojo de forma cómplice.
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Tema: Re: Bienvenidos a la familia Adams (Rebecca Logan, Sloan Jenkins) [27 de Marzo de 2018] 16th Julio 2014, 03:43
¿Qué hace que un hombre se mueva? ¿Qué hace que por las mañanas se levante, con la mirada perdida, centrándose en un día que todavía no había empezado y en un futuro objetivo por conseguir? ¿Qué le hacía comer, caminar, sonreír? ¿Lo sabéis? Porque aquí nosotros tan solo podemos hacernos unas cuantas suposiciones. Tan solo podemos apuntar con el dedo y preguntar a los cielos si hemos acertado con nuestras presunciones. Podemos mirar los libros de la historia y hacer vagos intentos de adivinación. ¿Pero sabéis una cosa? Hay alguien que estaría mucho más perdido que nosotros, y ese alguien se había olvidado en un lugar apartado de la mano de Dios, donde ni siquiera los demonios se atreverían a sentarse a tomar algo.
La música sonaba alta, fuerte, intensa. Las bolas del billar eran simples susurros al igual que los eructos de los camioneros y los fuertes golpes de manos robustas contra la madera de la barra, pidiendo otra jarra o una bazofia servida en un plato que alguna vez había pretendido ser tratada como comida. Allí, entre la diana de los dardos y la esquina que daba a los baños, estaba sentado Sloan, con una botella de whisky delante y cuatro platos vacíos, levantando la mano para pedir el quinto. El barman no salía de su asombro: aquel hombre tendría que haberse muerto al probar el segundo, y aun así seguía vivo. Incluso los más duros de la barra parecían disfrutar con el espectáculo que estaba dando el moreno de la chupa de cuero y los tatuajes asomando por sus hombros despejados, llevando consigo una camiseta blanca de tirantes. La ropa le había salido gratis al pasarse por una gasolinera y encontrarse con un camión abierto, con una muda de recambio para alguien que la necesitaría en alguna ocasión. Las botas y los tejanos ya venían consigo de lejos.
Aparcada fuera, una moto dormía tranquilita mientras la sombra de un hombre alto y con poca cara de ser una persona normal y corriente juntaba sus azulados dedos en pos del triunfo. Tras muchos seguimientos, escáneres, identificaciones falsas y cámaras estropeadas, Abe consiguió encontrar a Sloan en un bar de carretera de California. Hacía un frío que pelaba fuera, y tuvo que aguantarse hasta que saliera en dueño de la moto. Si entrara, provocaría el caos entre los parroquianos. Tan solo tuvo que esperar una hora más hasta que la puerta se abrió, y salió un hombre que le resultaba familiar seguido por varios vasos y botellas vacías que chocaban contra el suelo. Parecía que tenía problemas.
- ¡Me asegurasteis que podría comer todo lo que quisiera! ¡Mentirosos! ¡Iros al cuerno!
Con el tiempo había aprendido a familiarizarse con algunas costumbres humanas que su parte humana no había aprendido nunca, como cagarse en sus madres o llamarlos hijos de puta para saludar tan solo. Lo que no sabía era como debía tratar a un tipo azul con traje de neopreno (o lo parecía) que lo saludaba con la mano como si fuesen colegas de toda la vida. Sloan devolvió el saludo, mientras un grupo que parecían abogados con muy mala leche salieron a su paso. Estaba claro que lo estaban esperando.
No hizo falta mucho para convencer al bueno de Sloan: la moto que había adquirido tras el incidente en el rancho de Rebecca no daba más de si, y en aquel bar de carretera esperaba encontrar otro medio de transporte para seguir viajando por el mundo. Además, Abe le aseguró que en la agencia encontraría toda la comida que quisiera para cerrarse el agujero del estómago (si él supiera...). Lo de pedir su ayuda a cambio le pareció meramente trivial. Como una especie de pago por la comida y el transporte. Fue así que, tras varias horas de viaje en helicóptero llegaron antes que Rojo. Allí plantados los esperaron, uniéndose otro entrajado que, por las pintas y sus modales, parecía ser el jefe. La sorpresa se la llevó cuando las primeras figuras aparecieron, y entre un grandullón de color rojo y algunos tipos sacados de los SWATS o vete a saber donde, vio aparecer un sombrero y unas trenzas seguidos de unos contoneos de caderas que bien se conocía. Su cara de asombro se tornó en una sonrisa casi al instante, llevándose las manos en los bolsillos, esperando que se acercaran. Sin embargo, el primero en decirle hola fue el grandullón, mientras Rebecca saludaba a Abe y se presentaba ante el tal Manny.
- La verdad es que me dejó secuelas el asunto de África: todavía estoy intentando digerir ese menú tan seco. - Y era verdad... en parte. La criatura que había invocado esa bruja aun le daba problemas en su interior. Por su culpa casi había perdido los estribos en más de una ocasión. Se llevó una mano al estómago de forma instintiva.
Sonrió cuando escuchó aquella forma de darse a conocer tan peculiar, quedando delante de la vaquera con las manos en el cinturón, imitándola, pero no de forma burlona, sino amigable. Como dos colegas que se conocen de toda la vida y han trabajado bajo el mismo techo y conocido al mismo viejo con bigote y una muela de plata.
- Yes ma'am. - Haciendo caso a su jefa, dio una vuelta sobre su propio eje, para mostarle que seguía como la última vez y por qué no, para contentarla. Cuando volvió a estar en frente de la sheriff, sacó una estrella de su mano, como si siempre la hubiera tenido en la palma. - La llevo siempre conmigo jefa, pero en lugares seguros. Ya conoces los fregados en los que me meto. - Por aquella mañana, se podía permitir ponerse la estrella en su lugar correspondiente: sobre el corazón. Tendió la mano a la vaquera algo sorprendido, y se sorprendió más cuando lo tiró hacia ella, abrazándolo y dándole sonoros manotazos. Él hizo lo propio (lo del abrazo: llega a darle unos manotazos y la destroza) hasta que se separaron, cosa que no habría sucedido nunca. Tuvo esa impresión y no supo encontrarle respuesta alguna.
- Yo también me alegro de verte, Rebecca. Hacía tiempo que no sabía de ti. - Y tras volver de aquellos dos pozos azules, se percató que no estaban solos, con la mirada de Abe y Hellboy encima de sus cogotes. - Sep. Nos conocíamos de antes. Larga historia y muy entretenida pero hey Rebecca, dime: ¿Cómo es que estás con el grandullón? ¿También te perdiste por una selva y te tocó el rojo?
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En la cartera llevo...:
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Tema: Re: Bienvenidos a la familia Adams (Rebecca Logan, Sloan Jenkins) [27 de Marzo de 2018] 17th Julio 2014, 10:56
El demonio arqueó una ceja al ver como se saludaban Rebecca y Sloan. De todas las personas del mundo, y más aún con la colisión de mundos, había ido a dar con dos que no tenían absolutamente nada que ver... ¡y se conocían! Aquello le dejó bastante descolocado y se acarició la barbilla con la mano de piedra.
- Osea, ¿me estáis diciendo que os conocéis? Esto es la leche... ¿Dónde fue, en un viaje a África o por el norte de Inglaterra? No os extrañéis. Sloan y yo nos conocimos de una manera muy parecida a como nos conocimos Rebecca y yo. Estaba en el lugar preciso en el momento justo. Con él fue en África, hace ya bastante tiempo. Rebecca fue hace apenas una semana, pero fue del mismo palo... Es curioso cómo todo el mundo termina por estar conectado. En fin, yo os dejo con vuestro bonito reencuentro.- Poco a poco fue andando hacia Abe y le habló por lo bajo.- ¿Tú sabías algo?
Abe tenía no sólo la capacidad de ver con sus manos y descubrir la naturaleza y la forma de ser de cualquiera al que tocase, sino además un lóbulo frontal súper desarrollado que le permitía sentir las sensaciones y emociones. Y allí, había emoción. Pero una emoción muda. Ambos habían sentido algo fuerte hacía poco tiempo. No se atrevía a decir amor, porque realmente no estaba seguro de que fuese, sino más bien respeto, admiración. Al verles allí abrazados vio algo parecido a lo que había visto en Escocia cuando Hellboy y Rebecca aparecieron en la sala con Hambre. Sonrió para sí y se sintió conmovido. Luego miró a su compañero y le sonrió.
- Ya sabes que soy capaz de ver más allá de lo que una persona normal puede ver, pero hay cosas como estas que no puedo verlas hasta que suceden. No voy metiéndome en la cabeza de la gente así como así, ya me conoces. La verdad, no tenía ni idea de esto. Ten en cuenta que cuando encontré a Sloan le buscaba para que se viniese aquí, no le pregunté sobre sus actividades recientes. Eso lo íbamos a hacer después. Pero, ¿no te reconforta saberlo ahora? Así seguramente estemos más cómodos entre todos.- Y sin dejar de sonreír, se dirigió hacia la entrada. Hellboy tenía el rostro serio. Si Abe estaba tranquilo es que todo marchaba bien.
- ¡Eh parejita! Ya tendréis tiempo de saludaros luego, ahora hay que dejar la pista libre.
- Manny, deja de ser tan tocapelotas y vete a hablar con tus amigos los capullos trajeados.
Los cuatro pintorescos personajes entraron en un gran hall con un guardia al final de este, situado tras una mesa de piedra. Cuando alcanzaron la mitad del pasillo Hellboy les hizo una seña con la mano de piedra para que se detuviesen. Bajo sus pies, el símbolo del B.P.R.D descansaba brillante. Hellboy se dirigió al grupo girando un poco la cabeza y hablando por encima del hombro.
- Recordad sonreír al final para la foto de recuerdo.
El suelo comenzó a moverse, y el símbolo se convirtió en un ascensor que comenzó a bajar. Lentamente, los cuatro personajillos abandonaron el hall principal y descendieron un par de pisos. Cuando tocaron el suelo, un gigantesco pasillo circular se abrió ante ellos, con un montón de hombres trajeados moviéndose de aquí para allá, entrando y saliendo de un montón de habitaciones que había situadas a ambos lados de este. Otros dos largos pasillos se abrían a los laterales del primero. Hellboy dio dos pasos al frente y luego asintió con la cabeza.
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Tema: Re: Bienvenidos a la familia Adams (Rebecca Logan, Sloan Jenkins) [27 de Marzo de 2018] 17th Julio 2014, 18:17
Una sonrisa que parecía imborrable se abrió paso, liberando la blanca dentadura de la Sheriff cuando Sloan sacó la placa y la colocó en su lugar. Si todos los "fregados" como él los llamaba eran iguales a los que había tenido que presenciar en su rancho, no le extrañaba nada que la guardara en lugar seguro. Hizo un sólo gesto con la cabeza, una vez se hubieron separado.
- Tranquilo, vaquero. Mientras la lleves en el corazón, dónde la guardes no importa mucho. - dijo tan sólo, quitándole hierro al asunto.
Ahora estaba segura de que su Ayudante había comprendido bien el gesto que había tenido con él. Su respuesta lo dejaba bien claro. Así devolvió la mirada a Rojo y a Azul, y se encontró con dos expresiones de las cuales sólo pudo discernir claramente la primera. Hellboy estaba alucinando y eso provocó una carcajada. Explicó su historia rápidamente, y cuando pusieron rumbo, ella se inclinó hacia su Ayudante con un gesto deferente.
- Él lo llama casualidad. Yo lo llamo intrusismo profesional, hijo. Ya te contaré... - añadió con una sonrisa que prometía una historia divertida, siempre y cuando estuviera acompañada de un buen Whisky.
En eso estaban cuando vio que el tipo del puro se ponía bastante impertinente, y eso le hizo dibujar una media sonrisa. Parecía que allí Rojo no era el único con salidas de tono bastante entretenidas. Se lo iba a pasar bien. Si, Señor. Así empezaron a andar hacia el interior, no sin que antes la vaquera caminara al lado de ese tipo, encasquillara el sombrero un poco más tirando del ala hacia delante, y luego le mirara por debajo, con un brillo penetrante en los ojos.
- Deberías calmarte, Paisano... Vivirás más. - añadió entonces guiñandole un ojo, y apretando el paso para ponerse a la altura de los demás con ese contoneo de caderas que era legible incluso bajo el poncho. Pisaron el logotipo, mientras ella tañía dos veces de forma definitiva sus espuelas, dejando claro que allí pensaba parar. Al empezar a bajar, ella contempló el suelo que se iba hundiendo poco a poco. Esos truquitos eran divertidos de ver, pero a ella no la pillaban desprevenida, y no es que le gustaran especialmente. Aquello le recordó al cargador de una mina, aunque mucho más moderno claro.
Después de descender hasta que la luz natural fue solo un haz de luz que intentaba hundirse con ellos sin conseguirlo, dieron paso a un enorme corredor, plagado de puertas. Un montón de trajeados afanaban entrando y saliendo de ellas, y la mujer soltó un resoplido por la nariz que recordó a una risa, mientras miraba alrededor. Se puso a la altura de Hellboy con las manos a ambos lados del cinturón y comenzó a asentir con la cabeza, siguiendo el frenético movimiento de ese grupo, que lo mismo podría haber sido un sólo tipo repetido.
- Así que aquí está el hormiguero...- murmuró para si, dibujando una divertida sonrisa. Entonces sin previo aviso, colocó la lengua bajo los dientes, metiendo el labio inferior hacia dentro y pegó un silbido fortísimo que rebotó en cada pared, y provocó que no sólo varios de los trajeados se giraran para verlos, si no que a un par se les cayeran de las manos unas pilas de papeles que quedaron extendidas por el suelo. Las miradas se posaron en ella y por contagio en el grupo. Después de un par de segundos de silencio e incomprensión, la vaquera se rascó la nariz.- ¡Buenos días a todos, Señores! ¿A qué pierna hay que agarrarse para conseguir un café sólo?- dijo haciendo de sus caras máscaras de incomprensión. Luego dirigió una mirada a Rojo, con ambas cejas alzadas y una media sonrisa.
Desde luego que no se le había olvidado. A ella lo de empezar el día sin café siempre le dejaba mal sabor de boca.
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Tema: Re: Bienvenidos a la familia Adams (Rebecca Logan, Sloan Jenkins) [27 de Marzo de 2018] 18th Julio 2014, 14:58
Aquello le recordaba a las instalaciones de SHIELD vilmente. Era como un dibujo calcado del mismo cuadro. Casi el mismo tipo de instalaciones (bueno, quitando que SHIELD volaba por los aires), los tipos entrajados, el jefe que se fuma un buen puro (porque tenía todas las pintas de ser el jefe, por como se daba ciertos aires y por como hablaba), los vehículos, el secretismo... Incluso tenían puesto en el suelo lo que parecía ser su logo, como SHIELD en sus paredes y en sus carpetas. Si no fuera porque ambas organizaciones trabajaban por separado una de la otra juraría que las llevaba el mismo tío y diseñador o que incluso eran la misma con una pegatina diferente para hacerlas destacar.
Rebecca se había acercado al tipo avinagrado para luego seguir adelante con su clásico contoneo (madre mía, qué contoneo). Sloan aprovechó aquel lapso de tiempo para acercarse a Abe. Éste se lo quedó mirando con una sonrisa que recordaba a un niño con un juguete nuevo.
- ¿Si, Sloan? - Abe,quería preguntarte, ¿todos ellos están aquí también por la comida? - No amigo mío - dijo después de que se le escapara una risilla divertida. - Todos ellos están aquí para formar parte del B.P.R.D. Exceptuando a la señorita Logan. No sé qué le habrá dicho Rojo, pero ella vino como refuerzo. Ya se enfrentó a la amenaza de la cual te pedí ayuda. ¿Recuerdas? Pero descuida: lo de comer cuanto quieras es solo para ti. - Ah, pues genial. - En otro orden de cosas Sloan, ¿Puedo? - ¿Que si puedes? - Echarte un vistazo. He notado que hay algo distinto en ti. Algo ha cambiado desde la última vez que nos vimos. Y no sé qué es. Me intriga. ¿Me dejas echarte un vistazo? - Sloan se encogió de hombros y Abe le puso una de sus manos en el hombro. Levantó la cabeza, mirando algo en un punto lejano y soltando una exclamación. Luego puso la otra en el estómago y miró a Sloan. - Tienes algo dentro que se retuerce. ¿Es posible...? Es la criatura que invocó la bruja. Creíamos que la habías destruido. ¿Te la comiste? Parece que se retuerce, y se mueve. - Apartó las manos y se tocó las "yemas" de los dedos como si se quitara una capa de grasa. - Te está haciendo daño, y seguirá así hasta que no la devores por completo, o la expulses. En todo caso, deberías hacerlo aquí, en el B.P.R.D. Estamos preparados para contener cualquier tipo de criatura, y si la podemos capturar mejor. Esa criatura tiene casi tu mismo origen. Extraño y sin sentido. No puedo catalogarlo, ni a ti.
Sloan no contestó. Ya sabía que aquella bestia seguía resistiéndose en una jaula de su dimensión, sin dejarse someter. Ambos tenían cierto parentesco, y si él estuviera en su misma situación, tampoco se dejaría dominar así como así. Lucharía, desgarraría. Devoraría a su carcelero hasta dejarlo en los huesos, y aun así, se los zamparía para no dejar rastro y no darle la oportunidad de resurgir. Sonrió a Abe antes de que Rojo les llamara la atención cuando se quedaron todos parados encima del logotipo de la "empresa".
Sloan se plantó al lado de Rebecca, entre ella y Abe, mientras bajaban hacia el "hormiguero", tal y como había dicho la sheriff. Cuando se pararon, el silbido le resultó algo más que molesto: se llevó las manos a las orejas, las agitó e intentó que se le fuera el pitido. Unos sentidos tan agudos también tenían sus contras. Y cuando Rebecca pidió su café, Sloan levantó la mirada y le preguntó a Abe con un levantamiento de cejas. Éste sonrió y le señaló una puerta cercana. Sloan no se lo pensó dos veces antes de ir hacia ésta.
- Disculpen. Lo siento. Perdón, perdón. Disculpe. Cuidado. - Abrió la puerta y se encontró con varias mesas dispuestas con sandwitches de varios tipos. Sloan sonrió y se puso a comérselos uno a uno, con calma, disfrutando el momento. Tenía un hambre atroz. Tal vez los platos del bar de carretera le hubiesen hecho un agujero en el estómago o a saber. Algo negro y brillante llamó su atención. - ¡Rebecca! ¡Aquí hay una cafetera!
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Tema: Re: Bienvenidos a la familia Adams (Rebecca Logan, Sloan Jenkins) [27 de Marzo de 2018] 19th Julio 2014, 16:28
Un fuerte silbido proveniente de su espalda hizo apretar los dientes a Hellboy y volverse con el ceño fruncido y la boca entreabierta.
- ¿Pero qué co...?
- ¡Buenos días a todos, Señores! ¿A qué pierna hay que agarrarse para conseguir un café sólo?- Volvió la cara al demonio y sonrió. Esté todavía estaba algo sorprendido. Sabía que Rebecca era bastante espontánea, pero no se esperaba un silbido así de la chica. Asintió levemente y les indicó con la cabeza una sala que había al lado. Sloan ya se había adelantado y señalaba a la cafetera llamando a la vaquera. Él cogió una taza grande con la mano izquierda y luego se sirvió café, después de que los demás lo hubiesen hecho. Luego se acercó a un enorme montón de tortitas y se sirvió una montaña en un plato, acompañándola con chocolate y galletas. Un desayuno que habría matado a una persona normal. Él debía comer mucho más que un humano normal, hasta seis veces al día de hecho.
Mientras desayunaban tranquilamente, un ser parecido a una enorme cafetera entró en la sala en la que estaban, mientras algunos silbidos salían de su traje. Tenía una especie de escafandra en lo que sería la cabeza, y no mostraba rostro alguno. Estaba relleno de un humo blanco que ondeaba. Miró a los presentes uno a uno y luego dio un golpe con sus talones, poniéndose firme y dejando su brazo izquierdo a su espalda.
- ¡Agente Hellboy! ¡Agente Abrrraham! Celebrrro su llegada. Algo más tarrrde de lo orrriginalmente estipulado pero no se prrreocupen. Lo imporrrtante es que ya están aquí. ¿Son estos los supuestos serrres que van a acompañarrrnos?- Dijo el pintoresco personaje apuntando con su metálico dedo a Rebecca y Sloan. Abe se acercó a él con una mano sobre la otra.
- Rebecca, Sloan, os presento a uno de nuestros más importantes agentes: Johann Krauss. Es uno de los mejores medium del mundo. Él es quien está dirigiendo la investigación del ataque de los jinetes. No es un apasionado del trabajo de campo, así que es un gran apoyo desde la base. Y ellos son Rebecca Logan y Sloan Jenkins, dos personas que han ayudado enormemente a alguna causa de la organización, y por tanto queríamos abusar del vínculo creado entre nosotros para pedirles ayuda con todo el tema de los jinetes.
Hellboy se limitó a seguir comiendo. Los medium no le gustaban, y los métodos demasiado cuadriculados de Johann le molestaban, especialmente cuando le llamaba la atención por ser violento. ¿Qué sabía la tetera con patas esta de ser violento? Gracias a él muchísimos demonios y criaturas sobrenaturales habían vuelto al infierno o a su lugar de origen. Alguien tenía que tomarse la justicia por su mano de vez en cuando, y el demonio era un experto en ello. Además, no existía justicia aparente contra estas criaturas. La mayoría sólo buscaban destruir o desolar el mundo. Él les daba un billete de vuelta a su hogar, y gratis además.
Johann asintió con un gesto de aprobación antes de volver a mirar a ambos y luego a su mano.
- Bueno, ya verrremos si son tan buenos como dicen serrr. Nos vemos luego caballerrros. ¡Y agente Hellboy! Le rrrecuerrrdo que todavía tiene que pasarrr por el despacho del señorrr Manning para entrrregarrrle su inforrrme.- Y luego abandonó la sala con sus pasos metálicos.
- Disculpadle si os ha parecido borde o seco. Es su forma de ser, pero no es un mal tío. Al final se le acaba cogiendo cariño y todo.
- Sí, una cosa bárbara. Se le coge casi tanto cariño como a una almorrana.- Hellboy sonrió a Abe quien negaba ligeramente con la cabeza. Tragó pesadamente y se bebió de un trago el café, dejando la taza en la mesa y dirigiéndose a la salida.- Andando muchachos, os enseñaremos la biblioteca. Allí al menos estaremos tranquilos y sin petardos que nos vengan a molestar.
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Tema: Re: Bienvenidos a la familia Adams (Rebecca Logan, Sloan Jenkins) [27 de Marzo de 2018] 26th Julio 2014, 22:25
Primero arrancó Sloan, pero no tardaron en seguirle hasta una habitación bien surtida con unas cuantas bandejas cargadas de comida. Al entrar se dirigió directa a la cafetera, cogio una de las tazas que habia por alli y se sirvio un buen cafe caliente. No olía como el suyo, pero allí, tan lejos de kansas, no podía pedir mucho mas. Había una bandeja con sandwiches, bocadillos, otra con tortitas y bollos y una que tenia una especie de revuelto de huevos con bacon. Ella se sirvió una buena cucharada de eso y un par de donuts, que fue utilizando para empujar y rebañar el plato. Siempre habia sido de desayuno fuerte, aunque en honor a la verdad no era como para decir que su trabajo le impidiese tener que comer bien. Estaba dando buena cuenta del plato cuando escucho un montón de pasos metalicos que acabaron con la presencia de una especie de buzo irrumpiendo en el salón. Lo raro es que dentro del casco no parecía haber mas que una niebla densa como la que deja en la resaca el whisky ilegal casero. Ella lo miro de arriba a abajo por el rabillo del ojo y continuó comiendo, al menos hasta que el tipo la señaló. Al hacerlo, apoyo el tenedor sobre el plato y se calzó el sombrero con un gesto.
- Señalar es de muy mala educación, vaquero.- dijo tan sólo, haciendo que su acento sonase mas acusado que de costumbre quiza en respuesta al del buzo, levantando la vista con una clara mirada de recriminación. Abe lo presentó como un compañero, y ella saludó sujetando el sombrero con dos dedos. - Igualmente.- añadio con una sonrisa autosuficiente que escondía cierto desafio, cuando habló de comprobar sus habilidades y antes de que saliera de la sala.
Luego intercambio una muda mirada con Sloan. Intentó averiguar el tipo de impresion que había sacado del curioso alemán mecánico, nombre que por cierto bien podría haber sido el de alguna de esas atracciones antiguas que iban de pueblo en pueblo en carromatos para entretener a los ciudadanos de a pie mostrándoles fenómenos, y acto seguido volvio a sus huevos. Abe disculpó su carácter, con una actitud educada y cortés que siempre apostaba por pacificar lo que le rodeaba. Se había dado cuenta de que su carácter conciliador era lo que, en cierta manera, equilibraba el de su compañero. Pero quedaba mas que claro que Rojo no estaba nada contento con el tal Krauss. Sin duda y por cómo hablaba, el alemán estaba acostumbrado a ser una figura autoritaria. Y a Rojo no le caía nada bien. Que gran sorpresa, ¿verdad?...
Una vez sólo quedaba en su plato alguna beta de grasa, yema y azúcar glass de haber arrastrado los donuts sobre él al rebañar, terminó con un buen trago de café amargo. A ella le encantaba así. Oscuro y fuerte. Dejó la taza y se levantó al tiempo que el resto lo hacían y abandonaban la sala. Su contoneo de caderas la llevó junto a Hellboy y Abe, y se aseguró de que Sloan tenía un sitio para ir junto a ella si quería. Tenía una sonrisa divertida grabada a fuego en el rostro, y se lamió los labios, detectando aún el dulce sabor de los donuts en los contornos de su boca.
- Así que os tienen con la correa corta, ¿eh? - preguntó haciendo un gesto señalando hacia atrás, aunque quedaba claro que hablaba del alemán mecánico. Mientras caminaban, se permitio pasear la mirada por las extrañas puertas cerradas, escuchar los curiosos sonidos que salían de ellas y que seguramente pasarian desapercibidos para algunos. Para ella, cuyos sentidos estaban ciertamente agudizados, era difícil obviar semejante ruido de ambiente. Pasearon junto a varias salas hasta que sus ojos se perdieron en una enorme sala con un cristal que permitía ver algunas cosas en su interior. Algunas le parecían familiares. Espadas, armaduras, copas, libros, escudos... Hablando del rey de roma. Aceleró el paso para poder pasar frente a Hellboy y a Abe, y se detuvo apoyando una mano sobre la pared y cruzando las piernas, quedando de cara al cristal. Su cuerpo se evidencio debajo del poncho y por un lado se asomó una de sus caderas, permitiendo entrever su figura, asi como el cinturón de serpiente que llevaba y la culata del revolver engarzado en su funda.
- Bonita colección. ¿De donde ha salido? - preguntó buscando con la mirada a Azul. Algo le dijo que seguramente sería él quien respondiera.
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Tema: Re: Bienvenidos a la familia Adams (Rebecca Logan, Sloan Jenkins) [27 de Marzo de 2018] 28th Julio 2014, 00:52
Sloan tenía cierta norma a la hora de comer de un plato que nadie había servido delante de sus narices, o de algún lugar donde había un pedazo de carne o cualquier tipo de comida a la que pudiera hincarle el diente: nadie cogería nada de su plato a menos que él le dejara. Por eso, comía como si no hubiera zampado en años, y por eso le gruñó a un tipo que quiso agarrar uno de esos sándwiches sin pedir permiso. Se apartó como si fuese un perro y no volvió a acercarse.
Cuando cinco de los platos estaban vacíos, apareció un tipo la mar de extraño. Sloan tuvo que parar de comer para centrarse en su extraña indumentaria y en la característica más notable: era una puta nube de humo metida dentro de un traje de buzo (o, al menos, lo parecía). Cuando vio que lo señalaba, miró hacia atrás por si había alguien más, pero Abe los presentó a Rebecca y a él, por lo que no había posibilidad a confundirse. Se acercó para presentarse visualmente, junto con Rebecca. Una vez se marchó el señor humillos, y visto lo poco que le gustaba a Rojo el médium, les indicó que lo siguieran para cambiar de aires. La Sheriff lo miró, como pidiendo una valoración. Su único punto de vista era que no tenía ninguna valoración, por lo que estrechó los hombros y levantó las cejas en plan "¿qué quieres que te diga?". Total, era su primer encuentro, y de seguro que habría seres más extraños que ese tipo (o eso esperaba, porque según lo que le contó Hellboy en África, ese lugar era como un circo de los horrores, pero un parque de atracciones para alguien como él).
Sloan siguió de cerca a Rebecca, una vez reemprendida la marcha. Aquel lugar le recordaba tanto a SHIELD que aun tenía la sensación de que en cualquier momento aparecería alguien conocido, o que le pedirían que se pusiera el traje, que tenía trabajo por hacer. Pero no era SHIELD. En SHIELD, cuando andaba por los pasillos, tenía la sensación de que mucho de los agentes intentaban mirar para otro lado o incluso rehuirlo. Allí dentro, los agentes lo miraban y lo saludaban como si fuera uno más, como si se sintieran protegidos, seguros. Era extraño a la vez que agradable tenía que reconocer. La vaquera se acercó a una vitrina, la cual mostraba cierta colección de objetos antiguos y no tan antiguos. Se quedó casi pegada, fascinada tal vez, pero para fascinados los ojos de Sloan cuando vio de nuevo la figura de la mujer y recordó aquella noche en la ducha. Parpadeó dos veces para no tener que hacerlo una tercera y ésta vez, giró la cabeza hacia un lado, hacia una pared. No es que no quisiera ver aquel cuerpo que lo había puesto a cien la noche en el rancho. No era porque no le interesaba lo que tuviera que contar Abe. Era, simplemente, porque había escuchado un silbido a través de la pared.
Se acercó a ésta, como si fuese atraído por una fuerza extraña. Como una cuerda alrededor del ganado. Quedó con la frente apoyada contra la pared, mientras aquel silbido se convertía en un susurro, y el susurro en imágenes. No vio claros paisajes, ni figuras nítidas o borrosas. No vio rostros ni manos. Ni personas ni lugares. Fueron una sucesión de palabras, garabatos. Sonidos y escritos sin sentido. Un llamamiento sordo que lo dejaba ciego. Sus ojos se movieron a gran velocidad mientras asimilaba el contenido de aquel mensaje.
Era una petición de ayuda. De socorro. Se apartó de la pared sin saber a qué venía aquello. Giró la cabeza hacia sus compañeros, sintiéndose observado. ¿Pero alguno de ellos lo observaba, o era "otro" el que lo hacía?
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Tema: Re: Bienvenidos a la familia Adams (Rebecca Logan, Sloan Jenkins) [27 de Marzo de 2018] 28th Julio 2014, 13:08
Mientras el pequeño grupo avanzaba por los pasillos, Hellboy pensó en los jinetes. Sabía que iban a necestiar más gente que ellos cuatro. Rebecca le seguiría, aunque no sabía si Sloan lo haría. En cualquier caso, seguían sin ser suficientes. Una amenaza a escala mundial requería a más gente, y aunque el demonio odiaba trabajar en equipo, tenía la sensación de que esta vez no podría elegir. Por ello había pedido a su compañera Kate que buscase y contactase con todos los místicos, mediums y entes del mundo para que se les pudiese informar debidamente acerca de la situación. Al fin y al cabo, el B.P.R.D era la organización de investigación y defensa de lo paranormal más importante del mundo. Lo más probable es que muchos otros seres ni siquieran se hubiesen percatado del incidente de Escocia.
Repentinamente, Rebecca aceleró el paso y se apoyó en la pared, indicando con la cabeza y sus palabras que se había percatado de la colección de reliquias de la organización. Hellboy se detuvo y volvió la vista a su compañero para que, al igual que un guía en un museo, ilustrase a los recién llegados.
- Son reliquias históricas. La mayoría de ellas guardan un enorme poder mágico y místico en su interior. Algunas incluso celestial o demoníaco, y en malas manos traerían consecuencias desastrosas.- Esa vitrina, aparentemente simple, estaba sellada con un poderoso encantamiento arcano que impedía que los demonios y espíritus que vivían en algunos de esos objetos pudiesen salir y desatar el pánico y el terror. Señaló lo que parecía ser una punta de lanza, de color negro y muy vieja.- Esta es la lanza de Longinus, con la cual fue atravesado el costado de Cristo. Aquel que la posea tendrá a su merced un poder inigualable, pudiendo aumentar la potencia de su fuerza y la de su ejército o poder en sí hasta diez veces. Este pequeño cáliz es el Santo Grial. Cualquiera que beba de él obtendrá no sólo la vida eterna, sino además sanará cualquier enfermedad o herida que tenga, por mortal que esta sea. Esta es la Excalibur, la famosa espada que empuñó el rey Arturo cuando fue a buscar el grial. Repelerá cualquier fuerza oscura o maligna que intente atacar a su portador.
Entonces se dieron cuenta de que Sloan parecía medio absorto, como si hubiese entrado en una especie de trance. Se apartó repentinamente de la pared y miró al grupo. Hellboy tenía el ceño fruncido y Abe se acercó lentamente hacia él sin llegar a tocarlo.
- ¿Te encuentras bien Sloan? Pareces fatigado...
Hellboy apremió al grupo para que llegasen a la biblioteca y allí pudiesen hablar tranquilamente. Había asientos muy cómodos, y Sloan podría sentarse y recuperarse si había tenido algún tipo de mareo o algo por el estilo.
Cuando las puertas de la biblioteca se abrieron mostraron una gigantesca sala, tan grande como alcanzaba la vista, llena hasta los topes de pisos, estanterías y miles de libros de todos los colores y tamaños. Unas escaleras de caracol ascendían hacia los pisos superiores, y a la derecha nada más entrar había un enorme tanque de agua. Era el cuarto de Abe, y donde solía pasar la mayor parte del tiempo cuando estaban en el edificio de la organización. El suelo estaba enmoquetado de un rojo vivo y ardiente, igual que el del demonio. En las mesas más cercanas a la puerta había varias decenas de libros, y pudieron ver de nuevo a Johann tararear alguna canción alemana mientras hojeaba un gran libro marrón.
- ¡Ah agentes! Celebrrro su llegada. Pasen y tomen asiento, he encontrrrado algo muy imporrrtante.- Y con un gesto con el brazo les indicó que se sentasen en la mesa. Hellboy se acercó hasta ella pero no se sentó. Se limitó a mirar los papeles que había sobre ella y a pasar páginas de algunos libros.
- ¿Sabemos ya quién será el próximo?- Ante las miradas del resto tomó aire y se volvió hacia ellos.- Como ya sabréis, hay cuatro jinetes del Apocalipsis: Victoria, Guerra, Hambre y Muerte. Ese es su orden de aparición en el mundo, pero extrañamente con el primero que nos hemos topado ha sido Hambre, lo cual nos dice dos cosas: o que los demás ya están aquí y no les hemos localizado, o que están llevando un orden distinto. Lo más probable es que el próximo que aparezca si es esta segunda opción será Guerra o Victoria. Muerte será el último, de eso no hay duda. La muerte es el final. No sé si habréis leído acerca de estos jinetes o si habéis leído la Biblia alguna vez, pero básicamente cuando los cuatro jinetes del Apocalipsis aparezcan recorrerán la tierra preparándola para el fin del mundo. Haber frenado a Hambre no lo ha parado, ni mucho menos. Con tal de que uno de ellos logre su fin será suficiente para desatarlo. Todo muy teórico y aburrido, pero alguien tiene que leer estas cosas.
El demonio explicaba mientras observaba al resto. Johann escuchaba tranquilamente y Abe repasaba las hojas y apuntes de la mesa, cogiendo algún que otro papel y leyéndolo con los ojos entrecerrados.
- El caso es, que ahora tenemos que estar preparados para el segundo ataque, que no sabremos ni dónde ni cuándo ocurrirá. Por eso llevamos varios días leyendo todo lo que podemos acerca de los jinetes. Vuestro cometido es ayudar siempre que queráis en todo lo relacionado con ellos: cualquier información que sepáis compartirla, ya sea rumor, leyenda, mito o cualquier cosa. En estos momentos nos encontramos en un estado de alerta máxima. En cualquier momento comienza a sonar la alarma y tenemos que ir a cazar monstruos. Vosotros habéis sido elegidos por vuestros valerosos actos en el pasado al ayudar a la organización.
- Y además Sloan también ha sido elegido ya que necesitamos estudiarte, siempre y cuando no sea una molestia. No te convertiremos en un experimento de laboratorio ni mucho menos, yo mismo llevaré a cabo la investigación. Simplemente necesitamos saber qué eres... Y qué guardas en tu interior desde la pequeña aventura de África.- Abe lo había visto. Había visto que Sloan parecía tener algo en su interior, como cuando alguien come una fruta en mal estado. No sabía muy bien qué era, pero traía al pobre Sloan de cabeza. Allí en la biblioteca se guardaba información de todas las criaturas del universo, por extrañas y ancestrales que estas fuesen. Tal vez, por fin, descubrirían qué era exactamente aquel extraño y hambriento ser.
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Tema: Re: Bienvenidos a la familia Adams (Rebecca Logan, Sloan Jenkins) [27 de Marzo de 2018] 29th Julio 2014, 14:47
Restos antiguos. Claro. Evidentemente lo de la lanza de Longinus le era familiar, como el santo grial. Todas esas leyendas no eran muy distintas de todos esos viejos locos, con un diente de oro, que querían llenarse los bolsillos de pepitas y podían pasarse la vida con el agua por las rodillas hasta que la carne se les pudriera de la humedad, persiguiendo un sueño. Tomó aire profundamente y luego suspiró. Sus ojos se tiñeron de una vieja nostalgia, al recordar todas aquellas búsquedas echas en el riachuelo de al lado del rancho, cuando pensó que de verdad era tan fácil como revolver las piedras. Tenía algo de idílico, algo de romántico, pensar que el trabajo duro permitía que incluso las leyendas se volvieran realidad...
Desde lo del accidente, colisión, o como quiera que lo llamaran, tenía bastante agotamiento mental. Había tenido que adaptarse a todo demasiado rápido, le habían pasado cosas que no habría podido llegar a imaginar, y su imaginación le jugaba malas pasadas al ver aún más expandidos sus horizontes. Su expresión se volvió ausente un momento, mientras se perdía en vivencias de sus días anteriores. Sólo, hasta el momento en que llamaron la atención de Sloan.
Giró la cabeza, volviendo al mundo real, al tiempo de ver como su ayudante les miraba de vuelta. Sus ojos se tornaron gemas de intensa preocupación y caminó hacia él obviando las maravillas que escondían todas esas reliquias. Le posó una mano sobre el hombro, sus ojos entrecerrados bajo el ala del sombrero. Le miró en silencio durante unos segundos, intentando discernir de qué se trataba, y fue capaz de sentirlo, como habitualmente era capaz de leer en los gestos de los demás las reacciones instintivas.
- ¿Qué ha sido? - preguntó, buscando el motivo de su preocupación.
Pero enseguida les espolearon para continuar hasta la biblioteca. Ella aprovechó el momento para mirar un instante a Sloan, y continuar andando, para ponerse en una marcha cadenciosa junto a azul. Las espuelas resonaban junto con sus suelas sobre el suelo, como componiendo una marcha a su paso.
- Oye, Azul. Tengo un par de cosas para que les eches un vistazo, si tienes tiempo. - dijo ella, con una sonrisa, a la que Abe respondió con un parpadeo sorprendido y un asentimiento de cabeza. Luego le dio una palmada en la espalda, un gesto suave pero decidido, justo antes de frenar ante la enorme puerta.
Al abrirla no pudo evitar llevarse la mano al sombrero, para levantar el ala y contemplar la inmensa estancia en todo su esplendor. Entreabrió los labios dejando que la sorpresa se adueñara nítidamente de su rostro, mientras sus ojos se perdían en los tomos, en la escalinata, en los millares de colores y en la enorme pecera que, por contexto, no era difícil de imaginar qué tipo de cometido tenía. Quizá eso explicara a su vez porqué Abe resultaba tan marisabidillo, y se refería al mejor de los sentidos que pudiera tener era palabra. Soltó un silbido que justificaba su expresión y entonces, Germaneitor entró de nuevo en el juego. Allí estaba, con su traje de buzo, tarareando alguna de esas canciones alemanas con demasiadas consonantes por cada vocal, y les invitó a sentarse. No lo pensó dos veces, se adentró en la estancia, matando el sonido de sus pasos con la alfombra, cogió una silla, la dio la vuelta y se sentó con las piernas abiertas y las manos apoyadas en el respaldo, asomándose al montón de papeles, echando el sombrero sobre su espalda gracias a las correas. Las trenzas reposaron cada una sobre un hombro, cuando se inclinó hacia adelante a escuchar.
- Apuesto por Victoria. - dijo ella, intercambiando una mirada con Hellboy, pasando por el alemán y acabando en Azul, encogiéndose de hombros, antes de volver a callarse. Aquello le había salido disparado de la boca por sí mismo. Tenía razones para pensarlo, pero no iba a explicarlas. Podría decirse que era más una corazonada.
Escuchó atentamente y al mentar de nuevo a su Ayudante, ella intercambió una mirada con él, intensa, y profunda. En cierta manera le preguntaba si estaba de acuerdo con acceder a una cosa así. Por buenas intenciones que tuvieran, a ella le daba la sensación de que aquello seguía sonando a un niño que curiosea con un palo en los restos podridos de una vaca muerta bajo el sol. Por otro lado, habría y de hecho ya había confiado su vida a Rojo en varias ocasiones y no le había fallado. Apoyó la barbilla sobre los antebrazos y suspiró. Ella confiaba. Si Sloan decidía hacerlo también, ella estaría de acuerdo con su decisión.
- ¿Y qué podría deciros esta humilde ganadera de Texas?- dijo alzando las cejas.
Siendo realmente honestos, veía pocas cosas que ella pudiese vaticinar que ellos no hubieran hecho ya. Conocía a los jinetes de la biblia, libro que estaba muy a mano para cualquiera. Teniendo en cuenta aquella biblioteca, seguro que hasta tendrían la versión extendida. En cuanto a cómo había hecho para enfrentarse a Peste y Hambre, había tenido que tirar de improvisación, de fortuna y sobretodo de armas que no eran suyas. Las cosas bendecidas y santas parecían funcionar bien con esas criaturas, pero no era nada que un buen tirador no hubiese podido hacer.
- Todo lo que podría hacer es ayudaros a identificar a los caballos y dudo que os sirviera para mucho. - dijo encogiéndose de hombros echándose hacia atrás, mirando por un momento al alemán cafetera, y luego a sus tres compañeros. Entonces se percató de algo, y en sus ojos brilló por un momento la excitación propia del sabueso que ha encontrado un rastro - Ahora que lo pienso... Supongo que no os disteis cuenta, pero por muy espectral que fuera, peste era un Berberisco. Después de los arábigos, los berberiscos son una de las razas más antiguas que se conservan a día de hoy. Muchas razas han salido del cruce, y estos tienen un gen especialmente dominante. Proceden del norte de áfrica, de la zona de marruecos. Lo curioso es que estos caballos están especialmente adaptados para aguantar las temperaturas extremas, climas hostiles y sobretodo, esto os va a encantar, grandes periodos de hambruna.- explicó, haciendo que una sonrisa se asomara entre sus labios ¿Qué casualidad, verdad? - añadió, mirando entonces hacia arriba, mientras una teoría se construía poco a poco en su cabeza de Sheriff. Se levantó de la silla como impulsada por un empujón y empezó a andar en torno a la mesa, con la mirada perdida en el interior de su cabeza, hablando en alto más para sí misma que para los presentes. Aquello era trabajo de Sheriff en toda regla. Anticiparse, recabar información, jugar con ventaja. Vencer. - Y si suponemos que, como jinetes del Apocalipsis, sus caballos pertenecen a las razas más antiguas, y que, igualmente, cada uno de ellos escogió a su animal en función de sus propias capacidades... Ya hemos comprobado que parte de su poder reside en sus monturas. Un jinete no es nada si su caballo. Hambre necesitaría tener un caballo de esas cualidades concretas. - habló entre dientes, mientras sus ojos se entrecerraban con un tic y se quedaba en silencio, murmurando durante un instante.
En ese momento, el alemán levantó un dedo hacia arriba, tratando de llamar la atención a la mujer que, según su opinión, estaba divagando.
- ¡Señorrrita, no tenemos tiempo! ¡No entiendo a qué punto quierrre llegarrr!- se impacientó el hombre, que sin duda quería enseñarles lo que había encontrado y no encontraba sentido a su perorata.
- ¡Claro que no lo entiende, lata de humo!- dijo ella con una carcajada, acercándose y cogiéndole de la escafandra, meciéndole de adelante a atrás nerviosamente, claramente emocionada. Luego se asomó donde debería haber estado su cara, aunque sólo se veía un montón de niebla blanquecina. ¡Si suponemos que cada jinete ha escogido a su caballo, y que sus razas serán seleccionadas en función de lo que cada uno necesite de su animal, entonces podemos establecer una relación! ¡Cada raza tiene puntos fuertes y débiles, y yo podría facilitárselos sin problema! ¡Sólo necesitamos una predicción aproximada de qué razas se ajustan más a cada jinete! Tendríamos una ventaja táctica, podríamos atraerlos hasta terrenos dificultosos, variar las temperaturas, agotar al animal. Tener ventaja sobre sus monturas nos hará tener ventaja sobre ellos. Lo sé. - aseveró, soltando al alemán, rememorando el instante en que sus retinas se clavaron en los iris de Peste, justo antes de dispararle en plena cabeza...
Aquella conversación silenciosa...
- ¿Tiene algún sentido para vosotros, o...? - dijo girándose y buscando los rostro de sus tres compañeros, en busca de su sincera opinión. A ella le parecía una deducción muy buena. Aunque claro, estaban tratando con meras conjeturas.
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Tema: Re: Bienvenidos a la familia Adams (Rebecca Logan, Sloan Jenkins) [27 de Marzo de 2018] 30th Julio 2014, 01:24
- Estoy bien, estoy bien. No te preocupes - le mintió a Azul. Claramente había pasado algo, aunque él se encontrara bien. Había sido... ¿cómo llamarlo? ¿Una especie de comunicación entre dos mentes? No le había dicho casi nada y a la vez le había dicho de todo. ¿Pero quién o qué era, y por qué se había comunicado con Sloan?
Luego vino la Sheriff, claramente preocupada. Por su mirada y sus palabras intuyó que la vaquera sabía que le había pasado algo. No iba a mentirle.
- Ha sido... como si alguien me mandara un mensaje por vía exprés directamente a mi cabeza. Creo que está aquí abajo... y pedía ayuda.
No pudo seguir con la conversación ya que Rojo les estaba pidiendo que aminoraran la marcha para poder llegar a donde fuese donde los llevaba. Rebecca lo miró y Sloan asintió. Estaba bien, de momento, y no iba a ponerse quisquilloso por algo tan nimio como una visión, o un mensaje, o lo que fuera eso. Tardó lo que tarda un gallo en cantar al ver una buena moza pasar delante de su pico (es decir, una gallina) en seguir al grandullón y al resto.
Llegaron así hasta lo que parecía ser la biblioteca. O mejor dicho, la GRAN BIBLIOTECA, con mayúsculas en todas sus letras. Sloan, en toda su vida, jamás había visto una tan grande y con tantos libros, escaleras y estanterías juntas. Parecía como si fuese la habitación mental del mundo, donde uno podía fisgar los conocimientos de éste y meterse entre sus secretos más viejos y nuevos. Era, por así decirlo, colmena del conocimiento. Por un lado Sloan se sintió impresionado con toda aquella cantidad de libros, páginas, recortes y manuscritos allí guardados. Tendrían que haber pasado años y años, puede que décadas o siglos recopilando uno tras otros los volúmenes expuestos. Pero por otro lado, algo le decía que ya se había leído toda esa información sin siquiera tocar la superficie de sus lomos. Era un sexto sentido que le hablaba en susurros mientras "Humitos" pedía que se sentaran.
Lo siguiente sí que le pilló de improvisto: los jinetes del Apocalipsis. ¿En serio? ¡¿Los jinetes?! Para él siempre habían sido un relato más en un libro más de una estantería perdida de la vista humana, y jamás le había puesto demasiado interés a las fantasías de antiguos humanos que levantaron una secta para convertirla en la religión más poderosa de todos los tiempos sin contar a los propios egipcios de la era de los faraones. Por eso le costó creerse que cuatro jinetes montados en cuatro caballos sembraran el caos por el mundo hasta que recordó que él mismo podría considerarse como un cuento de miedo para hacer dormir a los niños. "Cosas más raras he visto..."
- ¿Hmmmm?... ¡Ah! Claro, claro, ningún problema. Siempre y cuando no fisgonees muy hondo.
Lo mejor era no profundizar. Ni él mismo sabía qué podía salir de allí si a Abe se le iba la mano en la investigación. Bien podría encontrar la solución a un millón de problemas o bien el más grande de todos, sin siquiera saberlo. Encontró la mirada de Rebecca, de nuevo preocupada y alerta. Le guió un ojo sonriéndole. No le importaba que lo investigaran un poco. Además, tal vez eso le aportara alguna que otra respuesta que se le escapaba. Tenía demasiadas preguntas sobre si mismo.
- La teoría de la sheriff me parece más que correcta. Es decir, los jinetes son jinetes al fin y al cabo, ya sean del Apocalipsis o de Santo Domingo. Da lo mismo. Si conseguís que el caballo abandone a su jinete, o si el jinete ve que no puede seguir con su montura, tendréis una gran ventaja sobre su persona. El resto será simple teniendo en cuenta que os dedicáis a cazar criaturas infernales como éstas, ¿no? Y creo que es vuestra mejor pista. Yo no sé lo suficiente sobre la religión cristiana y sus múltiples orígenes como para echaros en una mano. Pero vamos, si yo fuera un ser que llegara para preparar el mundo para el juicio final, iría a donde podría hacer más daño, es decir, donde más gente hubiese, o en algún lugar sagrado de gran poder. Por ejemplo, el Vaticano. Que se sepa, es la sede del poder eclesiástico en éstos momentos. Pero la iglesia no deja de ser una secta, y por ello, tan solo la representación de unos ideales. A no ser que guarden allí abajo algún objeto sagrado de gran poder, otro punto donde atacarían podría ser éste lugar. Hay mucho material místico por los alrededores. Yo mismo me he sentido raro al bajar. Sería de listos atacar por sorpresa y salir victoriosos.
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Tema: Re: Bienvenidos a la familia Adams (Rebecca Logan, Sloan Jenkins) [27 de Marzo de 2018] 30th Julio 2014, 12:07
Hellboy escuchó lo que dijo Rebecca. No pudo sino sonreír ante sus palabras. Por cosas como esa, una deducción imposible de llegar para ellos, les acababa de abrir un abanico de posibilidades casi infinitas. Él sabía que la vaquera tenía un algo especial, pero su discurso le había dejado totalmente anonadado. Él no tenía ni idea de caballos. Seguramente Abe supiese algo más. La pregunta era qué no sabía Abe. Era un coco con agallas y aletas. Entonces Sloan habló y también dijo algo muy importante. El Vaticano. No lo había pensado, al menos por el momento. Hambre había aparecido en el Gran National, uno de los más importantes concursos hípicos del mundo. Sin embargo, también había resultado más débil de lo que esperaban. Tenía la corazonada de que los restantes jinetes darían más problemas, especialmente después del mensaje que le mandaron al matar a su hermano. Atacar el Vaticano sería un golpe maestro. El centro de la creencia cristiana atacado por uno de los jinetes. Sonrió y apoyó la mano sobre la mesa.
- ¿Todavía piensas que fue una mala idea Johann?- No había cosa que le gustase más al demonio que callar al hombre escafandra. Sus constantes mandatos y regañinas por cualquier cosa le cansaban enormemente.- Lo que decís no es ninguna tontería... Lo de bajar al jinete de su caballo es algo que podría facilitarnos enormemente enfrentarnos a esos bichos. Y tus conocimientos de razas de caballo podrían sernos más que útiles Rebecca. Con respecto a lo del Vaticano Sloan, no es ninguna tontería. Desde luego, si yo fuese uno de los jinetes a punto de desatar el fin del mundo el punto más importante de la religión cristiana. Azul, ya sabemos dónde tener unos ojos puestos.
Rebecca dijo que el próximo jinete sería Victoria. Él sabía que tenía que ser o Victoria o Guerra. En el fondo las palabras de la vaquera no eran más que una corazonada, pero las corazonadas de la rubia habían dado resultado, al menos en Escocia, como el momento donde se le ocurrió disparar agua bendita al montón de vino para acabar con los esqueletos. Cogió algunos papeles donde aparecían los cuatro jinetes, con sus respectivas descripciones, armas y colores.
- Hay algo, sin embargo, que no me termina de cuadrar... ¿Por qué han aparecido justo ahora? Quiero decir, yo mismo algún día desataré el Apocalipsis.- Se miró la mano de piedra haciéndola crujir.- Supongo que debería haber sentido algo o al menos haberlo visto venir de una manera más clara. No tengo la sensación de que el fin del mundo haya llegado.. Alguien está detrás de todo esto y no me gusta ni un pelo. Sea quien sea es nuestro verdadero enemigo, y debemos estar preparados para algo gordo.
Abe y Johann siguieron exponiendo toda la información que tenían de los jinetes, especialmente sus rasgos y cómo podían enfrentarse a ellos. Sloan seguramente tuviese más trato con criaturas ancestrales y sobrenaturales, pero la rubia no tenía pinta de ir enfrentándose a demonios día sí, día no. Su puntería parecía ser extremadamente buena, y era cuestión de darle las armas apropiadas para que pudiese defenderse. Sin embargo, tenía que tener cuidado. Un golpe seco de una mole de más de diez toneladas la partiría como una pequeña ramita. Hellboy dejó de mirar las hojas y se volvió al resto de presentes.
- Bueno, todo esto de la biblioteca está muy bien si eres un empollón.- No pudo evitar sonreír con cierta malicia a Abe. Se acercó a él y le dio una pequeña palmada en el hombro.- Vosotros quedaos aquí mientras me llevo a la pareja a la galería de tiro para enseñarles alguna de nuestras armas. Además, tengo que echarle un vistazo al equipo que hoy en teoría ha llegado una nueva sobremesa de relicarios y munición.
- ¡Agente Hellboy! Dudo enorrrmemente que usted sea el más aprrropiado para instrrruírrrles en prrrácticas de punterrría.- Johann se levantó y le miró con un tono acusatorio.
- ¿Quiere que le enseñe la puntería que tengo cuando quiero, lata de humo?- Era cierto que la puntería del demonio distaba de ser buena. Él mismo reconocía que era un pésimo tirador. Prefería el combate cuerpo a cuerpo. Sin embargo, si conseguía apuntar unos segundos con calma solía alcanzar su objetivo. Todo era cuestión de centrarse y mantener el pulso. Además, se moría de ganas por ver lo que le habían traído. Después del incidente de Escocia había pedido una nueva y enorme remesa de explosivos, munición explosiva y santificada para poder enfrentarse a Victoria o Guerra con algo más de ventaja. Habían tenido mucha suerte con Hambre, y no pensaba tener que tirar de la fortuna con el próximo jinete.- ¿Nos vamos pareja?
Esperó a que resolviesen sus dudas con Abe y Johann y luego abandonaron la biblioteca por una puerta que había al otro lado de la entrada, bajando unas enormes escaleras de caracol de piedra. Aquellas escaleras eran algo más frías que la biblioteca, y sus pasos resonaban. Cualquiera habría dicho que se encontraban en un castillo o que bajaban a unas enormes bodegas. La galería de tiro se encontraba directamente bajo la biblioteca, pero estaba insonorizada para evitar molestar a los que intentaban estudiar o leer en la misma. Hellboy andaba frente a los otros dos, y se volvió ligeramente hacia ellos.
- Bien, ahora que estamos aquí los tres vais a contarme qué rollito raro os traéis entre manos. Puede que no sea el más listo de aquí, pero no soy tonto.
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Tema: Re: Bienvenidos a la familia Adams (Rebecca Logan, Sloan Jenkins) [27 de Marzo de 2018] 1st Agosto 2014, 02:40
[FDP: Indicaciones para entender mejor el rollo. El vídeo hasta el minuto 1.10. La explicación del Mote de Johan Krauss, abajo.]
La teoría tuvo buena acogida. No sólo le apoyó Sloan, algo que por otro lado esperaba que hiciera. En cierta manera sentía esa conexión especial con él, que hacía a una mujer plantearse tener bajo su tutela a alguien a quien llamar ayudante. Alguien que en el fondo estaba preparando para que fuese capaz de entender el mundo, de comprender su cometido en esta vida, educarlo como mejor supiera y ayudarlo cuando lo necesitara. El respeto y la confianza había que ganárselos, pero más importante, tenía que ser algo recíproco. Le sorprendió no sólo aquel apoyo que demostró, si no también su aportación. La verdad es que el vaticano era un buen lugar por el que empezar. A ella no se le habría ocurrido como punto de partida...
Y quizá tuviera que ver con esas ideas un tanto "radicales" que tenía acerca de la iglesia.
- ¿Que se puede decir? La gente se harta. Puede que no vayan a esperarte más. Quizá quieran hacerlo a su manera. - dijo llevándose los dedos a la boca en un gesto instintivo.
Había echado de menos algo que chupar desde que se subiera a ese condenado trasto. Mataría por una brizna de trigo o un buen brote verde. Había sido duro dejar de mascar tabaco, y más dejar de fumar, aunque de vez en cuando se permitía algún cigarro. Esa manía de tener el brote en la boca le mantenía las manos distraídas cuando no las tenía en los revólveres y en los látigos. Así que cuando se percató de que no tenía nada en la boca, volvió a reposar la mano sobre una de las caderas y se apoyó contra la mesa.
Se sumergió en los papeles y en los manuscritos, e intercambió un par de indicaciones con ellos acerca de los colores de los caballos. Por algún motivo insistían en llamar Naranja al Bayo. Pidió copia de algunos de los papeles para poder estudiarlos en profundidad, sobretodo aquellos que tenían que ver con los animales en si. Viejos grabados, ilustraciones, indicaciones y cualquier otra cosa que pudiera ayudarla a definirlos por la forma de los morros, su fisionomía general, la proporción de las patas respecto al cuerpo, etc. Se trataba de grabados y obras de arte antiguas que había hecho algún artista siglos atrás, que seguramente había aceptado el encargo por miedo a las represalias del cardenal de turno. Pero nunca se sabía... Mejor más que menos.
- ¡Calma, Señores!- espetó la Sheriff, levantando las manos, interponiéndose entre Krauss y Hellboy, al ver que discutían de nuevo. No sabía porqué le decía eso. Ella había visto a Rojo disparar y no lo hacía mal. - Tranquilo, "Steeldust" (Polvo de acero*)...- dijo levantando una mano vacía hacia la cafetera, retirando acto seguido suavemente el poncho con ambas manos al coger los revólveres con rapidez, desenfundarlos sin el menor enganche, accionar el seguro y hacerlos bailar , para luego apuntarle con ellos, decidida. - La Sheriff se encarga. - añadió, con una amplia sonrisa que desprendía seguridad. Levantó los revólveres y señaló a cuatro sitios diferentes en un suspiro, haciendo un gesto de retroceso como si hubiera disparado, aunque evidentemente no lo había hecho. Si seguían la trayectoria del movimiento se habrían percatado. Había apuntado a cada uno de los cuatro hombres que se movían entre las escaleras de la sala, buscando sus propios libros. Estaba segura de que, de haber accionado el gatillo, todos estarían derribados. Luego, enfundó con la misma rapidez, se calzó el sombrero sobre la cabeza, y saludó sujetándolo entre dos dedos, con un leve asentimiento.
- Hasta mas ver. - dijo mirando primero al alemán, luego intercambió una mirada con Abe, que resultó bastante más cálida - Te veo luego, Azul. - añadió, antes de irse con la última llamada de Hellboy.
Siguió a Rojo al salir de la biblioteca, bajando con él por una escalera corredor. Sloan y Ella le seguían atrás, mano a mano. Intercambió una mirada con él. Entendía que quizá no estaba cómodo hablando con Abe, pero le preocupaba lo que le había contado acerca de una voz que pedía ayuda. Seguramente lo que fuera él podía llegar a oír cosas que otros no. ¿Y si era alguno de esos bichos que había por ahí dentro? ¿Si guardaban las reliquias, qué harían con las criaturas que les interesara tener? Se le revolvió el estómago, pero fue sólo un momento. Tenía que empezar a comprender y priorizar, y la única manera de hacerlo era ver el método con el que trabajaban en ese dichoso sitio de nombre impronunciable.
La pregunta de Hellboy la sacó de sus pensamientos, haciendo que en su cara se abriera paso un eco de sorpresa que pronto quedó relegado bajo una expresión despreocupada. Intercambió una mirada cómplice con Sloan, y un amago de sonrisa plagada de divertida picardía le aderezó el rostro, permitiendo comprobar que la Sheriff era tan capaz de matar con una mirada, como de revivir a un muerto. Encontrándose de nuevo con Rojo, que se había ladeado a mirarlos, inclinó el rostro hacia delante, haciendo que la sombra del sombrero se volviera más acuciada sobre sus facciones, no permitiendo leer nada en su expresión.
- Vaya...- mascó entre dientes, conteniendo una risa. La verdad es que la situación le hacía gracia - No sabía que las Beefmaster fueran cotillas.- añadió, levantando la vista. Claramente la situación la divertía, y de lo lindo. - Digamos que Sloan estaba en el sitio equivocado en el momento justo. O en el adecuado, según se mire. - rectificó, al percatarse de que para ella había sido una buena cosa conocerlo. No puedo evitar acercarse un poco a él mientras caminaba y explicaba, para darle un golpecito, hombro con hombro.- Hemos compartido alguna batallita juntos, hemos aprendido un par de cosas el uno del otro, y qué puedo decir, el puesto de ayudante de Sheriff que ostenta se lo ha ganado a pulso. - añadió dándole una palmada en la espalda, para luego separarse, ladeando la cabeza muy rápido en un gesto muy vaquero, encogiéndose después de hombros.- Aunque no llegamos a echar ese polvo...- recordó en voz alta, al tiempo que dejaban las escaleras, y llegaban al pequeño rellano que daba a la sala de tiro y a otros corredores. Sin pensárselo ella se acercó a la altura de Hellboy con una marcha risueña, colocándose a su lado, tomó impulso con la mano y le dio una tremenda palmada en el culo, justo en el lado que le quedaba más cerca. Aunque fue un gesto afectuoso, se oyó como si escociera.- Estas adorable cuando te preocupas. - le murmuró entre dientes, encontrándose con él cara a cara y haciendo que su expresión, normalmente dura, se convirtiese en un mohín aniñado, al apretar los labios, haciéndola parecer casi infantil por un momento. Luego, soltó una carcajada, y se asomó a la famosa sala de tiro...
Aquello si que era una galería en condiciones. Un pasillo tremendo almacenaba las cabinas, las líneas de tiro y las perchas de las prácticas. Había algunos hombres disparando, con sus protectores para los oídos y algunas armas distintas colocadas delante de ellos. Dentro había armarios, cristaleras y metros y metros de estantes con rifles, escopetas, lanzagranadas y otras muchas cosas. Tuvo que apoyarse en el quicio de la puerta para no caer de rodillas. La excitación le recorrió de arriba a abajo, e incluso se le puso le piel del brazo de gallina. La Sheriff se sentía como una niña en una tienda de caramelos. Y quería comer. Si señor.
[Polvo de acero*= Nombre del fundador de la raza Quarter Horse. El color gris de esta especie, en lugar de ser homogeneo, dibuja una especie de nube en los lomos del animal. ¿Hace falta explicar algo mas? xDD]
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Tema: Re: Bienvenidos a la familia Adams (Rebecca Logan, Sloan Jenkins) [27 de Marzo de 2018] 1st Agosto 2014, 12:58
La tensión se podía palpar como la grasa de las paredes en un McDonalds. Si el buzo hubiera tenido ojos de seguro que saldrían chispas, rayos o lo que fuera que le saliera de los ojos contra los de Hellboy. Pero a parte del claro pique entre ambos personajes, a Sloan no se le pasó algo por alto, cosa que el resto o y sabían o no se coscaron: Hellboy desataría algún día el Apocalipsis. ¿En serio? Es decir, en ese aspecto, ¿era como él? Sloan tenía muy claro también que algún día, si perdía el control sobre si mismo, acabaría por devorar el mundo entero y saltar a otro para seguir alimentándose y sobreviviendo. En cierto modo, se sintió... más familiar hacia Rojo. Era extraño, y agradable a la vez saber que podías tener un igual...
La Sheriff puso remedio a la "discusión", y ambos siguieron a Rojo muy de cerca cuando éste les pidió que fueran con él. Antes de salir, Abe le hizo señas como si le dijera "nos vemos luego". Se le veía entusiasmado con la idea de investigar a Sloan, y éste no le iba a quitar la ilusión así porque si.
Rojo los pilló con la pregunta. Sloan se quedó con la cara de poker, miró a la Sheriff y compartió aquella sonrisa cómplice con la vaquera. La verdad era que de eso hacía relativamente poco o mucho según se mirara; su primer encuentro o encontronazo por así decirlo. Sloan lo recordaba como una extraña noche de compartir experiencias. Habría dicho algo al respecto para sacar de la duda al gigante pero como siempre, Rebecca se le adelantó. Su explicación, por así decirlo, era del todo correcta (aunque se saltaba ciertas partes que en verdad, tampoco hacía falta comentar). Lo que sí no se olvidó fue lo del polvo interrumpido por la fría boca de un revólver. Eso le hizo tanta gracia que se le escapó media carcajada entre los dientes, quedando con estos apretados y una sonrisa ladina.
- Si bueno... aun tenemos tiempo, ¿no? Mientras no nos muramos... - le dijo divertido, agarrándole con una mano del sombrero a la vaquera e inclinándolo hacia delante, en gesto divertido y amigable.
Tras el último comentario de la sheriff, llegaron al fin a la sala de tiro. Se podría decir que para Sloan fue como entrar en una habitación como cualquier otra, pero con el riesgo de que alguna bala rebotara y le diera en alguna parte del cuerpo cuya existencia desconocía. Siempre había sido un imán para las balas, y esa no sería la primera vez de ocurrir. Se notaba que los que practicaban tenían experiencia en el uso de las armas de fuego. Si no le daban al blanco con todas las balas, se desviaban unos meros centímetros hacia los lados. Todo un logro. Rebecca parecía estar a punto de estallar de la emoción. No le extrañaba siendo ella una vaquera y habiendo demostrado la práctica que tenía con sus armas (y lo poco que le costaba sacarlas). Se le acercó por la espalda y la agarró por los hombros, apretando con los dedos y moviendo las palmas para darle un masaje tranquilizador (o eso quería él).
- Ea ea... a ver si de la emoción te va a dar un ataque - bromeó el moreno tras darle unas palmaditas en los hombros cuando hubo terminado. - Antes de empezar Rojo, tengo que advertirte: soy pésimo con las armas. Fíjate que si te me pones delante, ni con una escopeta llego a acertarte. Rebecca es testigo de lo que digo.
Y es que era verdad. Como si fuera una maldición desde nacimiento, arma que tocaba, arma que se desviaba, se le caían las balas o se le desmontaba el tambor. Por suerte no cogió jamas uno de los revólveres de la sheriff porque, de hacerlo, igual se habría tenido que comer la estrella que le dio y cuatro balas repartidas con mucho amor.
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Tema: Re: Bienvenidos a la familia Adams (Rebecca Logan, Sloan Jenkins) [27 de Marzo de 2018] 1st Agosto 2014, 14:09
Hellboy rió para sí con la explicación de la vaquera. Algo había intuido por las miradas que intercambiaban entre ellos. No estaba muy familiarizado con los temas de amor, pero sabía identificarlo cuando dos tortolitos medio tonteaban entre ellos. No pensaba que tuviesen una relación, pero sabía que algo había pasado entre ellos. Sonrió y continuó bajando. Tuvo algo de miedo por si Rebecca no había visto lo que realmente era Sloan y su poder destructivo, pero si ambos sonreían era por algo, así que no se preocupó. Cuando dijeron lo del polvo levantó lentamente una ceja y les miró. Luego negó con la cabeza y rió.
- Bueno, aquí en el B.P.R.D tenemos habitaciones con todos los gastos pagados, desayuno incluído y un jacuzzi por si os apetece tener un momento íntimo.- Y sonrió con picardía. No tenía ningún reparo en bromear con esas cosas, aunque si se lo pedían como un favor personal no sería él quien les impidiese tener un reencuentro mas personal.- En fin, vamos a lo que estamos.
Antes de empezar Rojo, tengo que advertirte: soy pésimo con las armas. Fíjate que si te me pones delante, ni con una escopeta llego a acertarte. Rebecca es testigo de lo que digo.- Hellboy se volvió hacia Sloan quien parecía encogerse de hombros. Le sonrió y le dio un par de palmadas en el hombro mientras se dirigía a la pared que había tras los puestos de tiro.
- Mira por donde, otra cosa que tenemos en común. No te preocupes, yo también soy malísimo disparando, pero no se lo digas a la vaquera.- Se lo dijo en un tímido susurro. Era cierto. Hellboy era un pésimo tirador, prefiriendo siempre el combate cuerpo a cuerpo antes que disparar. Afortunadamente para él, las cosas a las que se solía enfrentar eran tan grandes como un edificio. Fallar disparando a algo así era algo más complicado, aunque siempre se las arreglaba para fallar más de una vez, provocando que Abe se llevase la mano a la cara de manera habitual. Afortunadamente, en el combate cuerpo a cuerpo no le ganaba nadie, o casi nadie. Sloan había demostrado ser un hueso durísimo de roer, lo que había provocado admiración en el demonio. Muy pocos lo habían conseguido, y por ello le trataba con respeto, colándole alguna que otra broma de vez en cuando.
Se acercó a la pared y dio un golpe a una losa de la pared. Con un sonido seco y estridente, la pared fue abriéndose poco a poco, dejando a la vista varios estantes llenos de armas. La pared de detrás de estas era blanca y una luz del mismo color iluminaba las pistolas. Todas las armas que se le ocurriesen a uno estaban allí: pistolas, revólveres, lanza granadas, ametralladoras, escopetas, fusiles de precisión... Más de cincuenta armas distintas descansaban en pequeños estantes para ser usadas por cualquiera que desease hacerlo. Hellboy usaba siempre dos armas: "El Samaritano", su querido y amado revolver, y "El Gran Bebé", un enorme lanzagranadas con seis disparos explosivos. Además de todas las armas, en el estante inferior había un sinfín de granadas, explosivos, balas con etiquetas bajo ellas, espadas, arcos, flechas... Era el sueño de cualquier amante de armas del mundo. Sabía que Rebecca en ese momento debía tener los ojos como platos, pero para ella tenía algo especial reservado. Se acercó a la zona de las escopetas y cogió una grande, con un mango de madera y un par de cañones negros.
- Después de nuestra aventura en Escocia y de ver lo bien que te desenvolvías con las escopetas pedí que construyesen esto. Tiene un doble cañón de alto calibre, y uno pequeño debajo para disparar pequeños explosivos. Cargador de rueda con capacidad para doce balas. Se recarga igual que una escopeta recortada, saltando el casquillo por el lateral de esta. Es más ligera de lo que parece, y está hecha con madera y metal bendecidos. Está preparada para llevar munición especial del B.P.R.D, pero también puedes poner balas corrientes. Puedes alcanzar objetos hasta a cien metros, y por debajo de diez lo que golpees quedará reducido a un montón de escombros. Pero, ¿por qué no la pruebas ya que estamos en la sala de tiro?- Hellboy le entregó la escopeta a la vaquera y cogió varias balas y un par de explosivos para que la probase. Le entregó además unos protectores para los oídos como unos enormes auriculares negros y se dirigió a uno de los puestos de tiro, activándolo. Unas luces se activaron y varios botones grandes de color rojo aparecieron en el lateral. Cada uno tenía un símbolo dibujado, como si fuesen animales.- Dependiendo de a lo que quieras disparar aquí tienes los objetivos. Los superiores son objetivos grandes, mientras que los inferiores cosas más pequeñas. Se comportarán y moverán como la criatura a la que representan. Si quieres cambiar de distancia no tienes más que regularla aquí.- Y señaló una ruedecilla negra que había al lado de los botones.- Intenta no hacerte daño.
Sonrió mientras dejaba a la vaquera con su nuevo juguete y miró a Sloan. Pensó en qué podía darle a él. Si era mal tirador como el demonio tal vez una pistola o algo por el estilo. Tras unos segundos pensando, cogió un revolver parecido al suyo pero más pequeño y ligero. Cogió también un puñado de balas y se las entregó a Sloan, llevándole a otro de los puestos de disparo.
- Este es un revolver de calibre alto, muy parecido al mío. Tiene cargador de ocho balas. Aquí tienes la munición. Supongo que sabrás como funciona un revolver.- Bromeé con Sloan. Intentaba quitarle hierro al asunto. Sólo esperaba que no se metiese un tiro a sí mismo, o que no me lo metiese a mí.- Los disparos van de uno en uno, así que no tengas miedo de apretar el gatillo. No es una ametralladora ni nada por el estilo. Tan sólo intenta apuntar con cuidado y a ver si aciertas.
Tras darle el protector de oídos pertinente, el demonio activó un objetivo de tamaño humano que apareció a unos diez metros de ellos. Se iluminó y comenzó a moverse poco a poco hacia el fondo. Dejó que Sloan provase suerte y se apartó un poco de él para no agobiarle. Esto iba a ser divertido.
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Tema: Re: Bienvenidos a la familia Adams (Rebecca Logan, Sloan Jenkins) [27 de Marzo de 2018] 4th Agosto 2014, 01:29
Sintió las manos de Sloan sobre sus hombros, y cuando movió los dedos sobre su espalda echo la cabeza hacia arriba lentamente, soltando un suave murmullo de lo más sugerente. La verdad es que se daba maña, aunque eso no iba a hacer que frenara el torrente de adrenalina que le recorría las venas, y que le hacía hormiguear los dedos como si acabase de beber un trago de alcohol destilado puro. En cuanto se vio libre del masaje de Sloan, entró en la sala, dejándolos atrás con sus cosas. Su mirada azul no se veía bajo el ala del sombrero, pero sus pupilas palpitaban delatando su excitación. Pasó por detrás del primer hombre, del segundo, del tercero, con un paso cadencioso, quizá incluso más acentuado que de costumbre, premeditadamente lento, con la cadencia con que mueve el cuerpo una serpiente sobre la árida superficie del desierto. Igual de ardiente...
Al llegar justo al cuarto, se detuvo detrás, observó al hombre disparar y cuando frenó la salva de tres balas, y antes de que le diera tiempo a bajar el arma, ella se plantó a su lado izquierdo, introdujo un pie entre los de él, y le dio pequeños toques con la bota, para que abriera las piernas. Los hombres dejaron de disparar y se asomaron en sus cabinas al darse cuenta por el rabillo del ojo de que algo pasaba, contemplando la escena. Ella no pareció percatarse de que los miraban. Sujetó con la mano izquierda el codo de él que aseguraba la empuñadura del arma levantándolo un poco más, y con la mano derecha tiró hacia atrás del hombro derecho. Sus miradas se cruzaron por un instante. En el rostro de ella se dibujó una suave sonrisa, él cogió aire profundamente y siguió la trayectoria de sus ojos, que le llevaban de nuevo al objetivo. En el mismo momento en que dejó de hacer contacto con él, comenzó de nuevo a disparar, centrando su disparo acertando dos veces en la cabeza y una en el cuello. Él volvió a mirarla y ella, por toda respuesta, le guiñó un ojo cómplice, y luego siguió avanzando. Así, algunos de los tiradores y de los hombres que había allí empezaron a percatarse no sólo de la presencia de Hellboy, que era imposible pasar por alto, si no también de la de la Sheriff.
No pudo llegar al final de la galería de tiro. Rojo dio un golpe a una pared, que se abrió dejando ver todo un muestrario de maravillas. Ella no entendía de tecnología, pero las armas eran otro cantar. Tuvo que controlarse para no ir corriendo como una quinceañera que ve a su ídolo, hacia el estante. Observó con curiosidad las armas de fuego, desde las mas arcaicas hasta las más modernas, pasando por granadas y otras cosas a las que ella no estaba habituada. La primera vez que había cogido una granada, salvo el día de los veteranos que su abuelo había llevado una que tenía de recuerdo, había sido para meterla en aquel caballero del espejo. Recordó un instante el espejo y se llevó la mano inconscientemente a la placa del pecho, acariciando el frío metal.
Entonces Rojo sacó una escopeta que le mostró. Era una pieza de artesanía increíble, y cuando se la dejó entre las manos y notó cuerpo, su peso, ella entreabrió los labios, tomo aire hacia adentro, conteniendo luego la respiración. La observó durante unos segundos, totalmente extasiada, sin saber que hacer ni qué decir. Seguramente era la primera vez, que recordara, que alguien le hacía un regalo de ese calibre, y nunca mejor dicho.
Todo sucedió deprisa. Se retiró el sombrero, sujetó el arma con la mano izquierda y la derecha salió proyectada hacia el rostro de Rojo, con los finos dedos extendidos, que se introdujeron con la fuerza de un arpón dentro de su boca, haciendo garra en su mandíbula inferior, ayudándose con el pulgar en la parte exterior de su mentón. Tironeó de él, aprovechando su segura sorpresa, y después le plantó los labios justo en la mejilla, con tal fuerza que hasta se hundió la nariz en contacto con los pómulos de él. Luego, su mano izquierda, arma incluida pasó sobre su cuello para mantenerlo bien cogido. No fue un gesto instantáneo, lo mantuvo así durante unos segundos, hasta que por fin se separó con un sonoro beso que sonaba incluso mas fuerte que los tiros. Sonó un suave gemido y al tomar aire le silbaron los pulmones. Luego le soltó, se dio la vuelta sin mediar palabra y empezó a andar hacia uno de los puestos de la galería, secándose la mano que estaba llena de sus babas en el poncho, como si no tuviera la menor importancia.
Al llegar estaba medio jadeante, con un hormigueo que le bailaba bajo la piel y unos dedos curiosos que sujetaron el arma delante de su cuerpo. Por un instante se permitió reposicionar las manos, cerró los ojos elevando el rostro hacia arriba, mientras sujetaba su peso, analizaba la forma y sentía el contacto con la madera y el metal. Uno de sus dedos ciñó firmemente, tras una suave caricia, la culata, introduciendo el dedo en el gatillo, notando su suave superficie fresca y esmerilada. Su otra mano se deslizó sobre la larga silueta que componían los cañones, mientras atraía el arma contra su cuerpo, evidenciando su pecho cuando los cañones se acomodaron justo en el canal entre sus senos. Dos de sus dedos fueron introducidos en los agujeros del cañón, analizando con el tacto las estribaciones de su interior y que darían a las balas una firma característica. Respiró profundamente, obviando las miradas que se clavaban en ella, mientras ejercía ese extraño y provocador ritual que, de haber estado desnuda, no habría sido más sugerente de lo que ya era. Casi parecía querer fundirse con el arma, como si su cuerpo fuese a aceptarla como una parte de sí misma, indivisible. Una nueva extremidad...
Con un gesto radical, la separó de ella, la cargó y apuntó hacia la nada, sus ojos azules imbuidos de una avidez propia de los pecados más imperdonables. Apuntó hacia el enemigo invisible durante unos segundos más y luego, accionó por primera vez el gatillo. Fuerte, pero con un buen deslizamiento. Acto seguido, como si ese arma hubiese sido naturalmente suya, abrió el compartimiento y comenzó a cargar los proyectiles que Rojo había dejado sobre la superficie delante de su puesto. No lo miró. Se entregó por completo al ejercicio del tiro, y cuando terminó de cargar el arma y la cerró, buscó entre todos los objetivos aquello que mejor se adaptara. Vio que había algunas rutinas de ejercicio, con lo que supuso serían blancos memorizados. Ya estaba a punto de seleccionar una, cuando se percató de que el hombre a su lado la observaba. Ella encontró los ojos con él, y éste se percató de la peligrosidad misteriosa que tenía esa mirada azul.
- Quizá sería mejor empezar por algo mas fácil. Nuestras rutinas son muy difíciles. - le dijo, con una media sonrisa condescendiente.
Ella le observó en silencio, haciendo que al final al hombre le resultara incómodo mantener la mirada tanto tiempo.
- ¿Quieres apostar? - preguntó ella, apuntándole entonces en la cabeza con el arma, a lo que él puso una expresión mitad asustada, mitad sorprendida. En el rostro de ella había un gesto mas propio del depredador con sed de sangre, que de una chica de su edad. - Cincuenta pavos a que lo saco a la primera. - dijo ella. Tras unos instantes de silencio, él afirmó con la cabeza, y ella hizo lo propio. Se colocó los protectores, giró sobre sus pies quedando frente a su galería, y le dio a la primera rutina.
Y brotó de su cuerpo lo que a ella le gustaba llamar "El espíritu del Oeste"...
Sus ojos se entrecerraron con un pálpito, al tiempo que su postura se adaptaba al peso y la forma de su nueva compañera. Sus sentidos se agudizaron aún más, y procuró contener la sensación de alerta en lo que tenía delante, evadiendo el resto de los estímulos. Su visión dejó de percibir detalles poco importantes de su entorno, hasta adaptar su visión al túnel...
Con el primer crujido, dos objetivos del tamaño de un perro salieron a unos cincuenta metros y comenzaron a acercarse a toda velocidad. Primero cayó el izquierdo. Luego el derecho. Ambos se retiraron, una vez habían recibido el disparo. Un objetivo pequeño voló por los aires al aparecer de la nada a menos de diez metros, y entonces uno inmenso se generó a unos ciento veinte metros. Ejecutó dos tiros que le impactaron en el pecho y en la cabeza, al tiempo que dos extrañas criaturas mas parecidas a babosas salían a unos veinte metros. Ella disparaba y recargaba, obligando a ejercer a sus ojos un ejercicio extenuante de reflejos al que siempre estaban sometidos, y poco a poco se habían acostumbrado. Los casquillos revotaban sobre el suelo, cuando caían huecos, mientras el arma no dejaba de chasquear por las necesidades de la intensa rutina de tiro.
Cuanto pasaba a su alrededor le era totalmente ajeno, así que no sabía que muchos de los hombres se habían congregado a su alrededor y la estaban mirando mientras disparaba con la velocidad del rayo a todos los objetivos que se iban cruzando en su camino. Dos criaturas inmensas aparecieron unidas acercándose con paso lento, y tras un reajuste, cogió el segundo gatillo que accionaba la parte que lanzaba los explosivos y disparó. Con una llamarada, y una intensa deflagración que incluso a esa distancia provocaron una ola de calor, los objetivos fueron derribados.
Durante unos segundos no ocurrió nada, y por un instante pensó que quizá la rutina había terminado. Entonces. Como una oleada salvaje, pequeños objetivos, no mayores que gatos, salieron a menos de diez metros. Del primer tiro, voló a tres cuando ya estaban cerca, luego a otros dos y otros dos. Pero seguían saliendo. Tras un último tiro de escopeta, se supo sin balas. No tardó ni una décima de segundo en decidir. Depositó la escopeta sobre la superficie, y desenfundó los revólveres. Los objetivos siguieron cayendo, algunos con tiros definitivos, otros con golpes que acabarían siendo mortales. Cuando los revolver quedaron sin balas, volvió a colocarlos en sus fundas. Algo se generó a una distancia de 150 metros. Era una criatura inmensa, mas grande que todas las demás. Ella la observó al tiempo que empezaba a acelerar, adquiriendo velocidad. Volvió a recoger la escopeta, la abrió con un chasquido y cargó de nuevo el explosivo. No oía los murmullos ni los comentarios a su alrededor, sólo el ruido metálico que hacía aquella cosa al acercarse imparable hacia ellos devorando los pocos segundos de reacción que le quedaban a la vaquera. Cerró el arma, tomó aire, volvió a su postura inicial, afianzó sus pies en el suelo y disparó...
La cabeza del objetivo voló por los aires con un sonido de explosión atronadora, al tiempo que ella soltaba por fin el aire contenido, y una nueva oleada de calor le golpeaba el cuerpo, meciendo el poncho al contacto. Se percató entonces de que estaba jadeando por el esfuerzo y la concentración. Tenía la boca seca y los hombros un poco abotargados por la intensidad, pero no era nada que no pudiera seguir haciendo. Había aprendido mucho de "La Ingenua Explosiva" a la que a partir de ahora apodaría cariñosamente "Mami". Tenía un notable retroceso y una diminuta desviación hacia abajo a la que ya estaba habituada por su primer revolver Colt.
Una media sonrisa segura, a juego con el leve ceño fruncido la dejaron, incluso con el suave jadeo presente en su respiración, una expresión de satisfacción y triunfo en el rostro. Ladeó la cabeza para encontrarse no sólo con el tipo de al lado, si no con algunos otros que había a su lado y se habían unido a la fiesta. Alargó una mano hacia delante, y llamó con los dedos hacia el interior de la palma.
- Alguien me debe cincuenta pavos. - añadió, clavando sus ojos azules en ese hombre de poca fe. El arma pendía sujeta por su mano derecha, y el peso se aposentó en una de sus caderas, permitiendo entrever una figura femenina bajo el poncho. Ahora mismo, no podía sentirse más poderosa.
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Tema: Re: Bienvenidos a la familia Adams (Rebecca Logan, Sloan Jenkins) [27 de Marzo de 2018] 4th Agosto 2014, 16:22
Vale, tenía que admitir que aquel trasto le hacía cierta cosica. No es que fuera muy grande, pero tenía pinta de que, si te comías una sola bala o un solo cartucho de esa monada, iba a picar. O más bien, iba a doler a rabiar. Por eso, cuando vio que Hellboy le entregaba aquella cosa parecida a una escopeta a la sheriff, su reacción fue muy distinta a la de la chica: mientras la vaquera le besaba la mejilla como si fuese el abuelo perdido de su infancia, Sloan se quedó con la boca seca, los ojos como platos y apuntando a la doble boca del arma, imaginándose recibiendo una de sus "caricias". No es que temiera que la rubia le apuntaría alguna vez con ese arma, sino que simplemente, era puro instinto. Es como cuando te enseñan por primera vez la caída libre desde un balcón: sabes que no te vas a caer gracias a la barandilla, pero aun así te impone respecto ver la barbarie que te separa del suelo. Era más o menos lo mismo. Rebecca salió disparada hacia la zona de prácticas de tiro, como si temiese que le faltaba tiempo para probar su nuevo juguetito. Mientras tanto, Hellboy le enseñó un revolver a Sloan para que lo probara. Sloan lo agarró con una mano por la culata (otra cosa no, pero saber agarrar un arma, sabía). Miró el cañón desde ese punto de vista el cual es tan peligroso como ponerse en la boca un petardo encendido. Abrió el tambor y se le cayó al suelo, sonando con eco y todo. Levantó la mirada hacia Rojo y luego se agachó para recogerlo y volverlo a poner en su sitio.
La primera salva de tiros resonaron por toda la sala. Sloan notó como el pelo se le ponía de lado debido a la onda sónica que rebotó hasta ellos. Se quedó con los ojos como platos cuando la vaquera hizo gala de su domino con las armas. No dejaba de disparar y acertar, como si hubiese nacido, criado y casado con aquel pedazo de armatoste. Uno a uno los blancos iban cayendo y uno a uno los agentes de la organización se quedaban pasmados ante la muestra de pericia que demostró la vaquera. Incluso Sloan se cruzó de hombros, esperando a ver el resultado. Desde aquella distancia era casi imposible verla, pero Sloan intuyó una sonrisa en sus labios y una mirada que podría tacharse de demente en sus acristalados ojos. Ya la había visto así antes, cuando invadieron el rancho la noche que se conocieron. Y al igual que aquella vez, no fallaba un solo tiro. Los casquillos bañaban el suelo, tintineaban al rebotar y las pistolas callaban cuando mamá escopeta cantaba.
Todo un espectáculo sin duda alguna, sobretodo cuando terminó. Le faltaba poco para sudar con aquellos jadeos. No le hubiera parecido raro si de repente saltara una música de peli erótica mientras Rebecca se secaba con una esponja sus cansados pechos. Parpadeó dos veces, se dio tres golpes con la culata del revólver y le pidió a su razonamiento humano que volviera de su siesta entre sábanas y sueños raros.
- Supongo que ahora me toca a mí. - Revólver en mano, agarró suficientes tambores de balas como para agujerear un elefante y hacerlo leopardo del susto. Fue hacia la zona de tiro mientras el de la deuda pagaba sus cincuenta pavos. En un cruce de miradas, Sloan levantó el pulgar con una sonrisa hacia la vaquera, mostrándole lo impresionado que estaba. Pero claro, era su turno de demostrar lo que valía en la zona de tiro, así que esperaba que la sheriff lo viera con buenos ojos críticos.
Le había dicho a Hellboy que no era muy bueno disparando, y Rojo le contestó que estaban en las mismas. Pero había visto lo que había hecho en África con su arma. Supuso que, con la suficiente concentración, Sloan podría llegar al menos a su nivel. Reguló la simulación para que fuese una criatura lo suficientemente grande como para no fallar. Le dio al botón de empezar y la zona de tiro se iluminó con la simulación del bicho más grande que hubiese visto en su larga vida. Medía tranquílamente unos quince metros de altura, y sus grandes patas no podían sostener su peso, así que tenía que arrastrarse, agarrándose con sus garras al suelo y tirando. Era lento, y Sloan tenía tiempo suficiente como para apuntar bien. Levantó el revólver cargado, amartilló y apretó el gatillo. La bala pasó a escasos centímetros de la cabeza del bicho. Volvió a disparar y de nuevo, falló. Otro disparo, otro fallo. Otro tiro y otra pifia. Los tipos que se habían quedado mudos ante la pericia de la vaquera ésta vez aguantaban la respiración al ver lo malo que era disparando. Ni siquiera le había rozado. La primera risilla no tardó en escaparse de algún agente cuando a Sloan se le hinchó la vena de la sien. Empezó a disparar a una velocidad escalofriante, retirando los casquillos y cargando en menos de medio segundo. Las balas impactaban por todos lados menos donde debían. Unas cuantas decidieron rebotar y hacer el camino inverso para pasar rozando la gorra de un agente mientras otro se agachaba.
Nada. Que el bicho seguía quieto, sin una sola herida. Hasta una representación holográfica con simulación de inteligencia se quedaba perpleja ante la nefasta puntería del moreno.
Se le hinchó la segunda vena cuando alguien hizo un chiste parecido a "menos da una piedra: démosle una al menos". Soltó el revólver como si fuese roña, se acercó a pasos agigantados y pesados a la armería, agarró la caja donde estaban las granadas y sacó una. La activó de vuelta a la zona de tiro, apretó los dientes, clavó la pierna en el suelo mientras que hacía impulso con el brazo izquierdo como si fuera un lanzador de baseball.
- ¡A TOMAR POR CULO! - La granada salió volando como si fuese un misil a más de 300 km/h, impactando en el holograma, llevándoselo consigo hacia la pared del fondo y destrozando bicho y pared por igual. La granada cayó al suelo sin estallar. Alguien debió pensar que era raro que no estallara, porque se abrió una puerta dentro de la zona de los hologramas y un tipo con traje homologado por los que manipulaban explosivos fue directo hacia la granada, la examinó y volvió. - El muy animal se ha cargado la pared y la granada... - comentó. Por eso no había estallado. Pero para estallar ya lo había hecho Sloan, que aun tenía los hombros tensos. - Bueno, ¿ahora qué viene?
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Tema: Re: Bienvenidos a la familia Adams (Rebecca Logan, Sloan Jenkins) [27 de Marzo de 2018] 12th Agosto 2014, 16:17
El demonio sonrió ante la actuación de la vaquera. Parecía que se sentía a gusto con su nueva arma, y la blandía con una soltura envidiable, como sí llevase haciéndolo toda su vida. Y, para que engañarnos, era así. O por lo menos eso pensaba Hellboy. Durante la aventura de Escocia había demostrado que poseía una puntería admirable, capaz de disparar y acertar incluso bajo una tremenda presión. Todos los que había allí abajo dejaron de disparar, atraídos por la exhibición de Rebecca, en ambos sentidos. Sus curvas y sensualidad añadidas a una demostración de puntería y despliegue físico la volvieron el centro de todas las miradas, algunas más lascivas de lo que pretendían mostrar. El demonio negó con la cabeza y resopló. Estos idiotas acabarían muertos en menos que cantaba un gallo. Sería mejor no llevar a más agentes a las misiones, salvo que se tratasen de los más adyegados, como Krauss o Abe. Hablando de Abe, tenía que charlar con el de estos temas. Todavía le quedaban dudas sobre qué era lo que le gustaba a su compañero, y quería saberlo, o al menos saber algo más.
Cuando la vaquera terminó habló con un tío con el que parecía haber hecho una apuesta o algo por el estilo. Sloan dijo que le tocaba, y Hellboy se volvió hacia él. Disparó varias veces y falló. Todos los mirones que estaban antes atentos a las curvas y movimientos sinuosos de la rubia ahora se reían por lo bajini de la actuación del pobre Sloan. Rebecca dio una reprimenda a uno de los que se rió y Hellboy se acercó al listillo de la frase. Se detuvo a escasos centímetros de él y se agachó, dejando su cara Lo suficientemente cerca como para que notase su aliento.
- Tal vez el campeón mundial de tiro al blanco podría hacernos aquí una demostración de su agudeza visual y temple con un arma, ¿verdad?- Odiaba a los listillos que se creían mejores disparando. Él mismo era un mal tirador, y aunque le daba igual y lo reconocía, no soportaba la idea de que cuatro becarios mirasen mal a los demás sólo por ser diferentes o algo peores con las armas. Por el rabillo del ojo vio como Sloan resoplaba y cogía una granada y la lanzaba con todas sus fuerzas, atravesando no sólo el objetivo para disparar, contra el cual había sido incapaz de acertar, sino que voló hasta el final del campo de tiro, provocando que la pared del fondo se desquebrajase ligeramente y la granada se rompiese. El demonio se volvió a su compañero y sonrió.- Parece que la puntería con las manos no se te da tan mal, Sloan. Podrías ser un buen artificiero. Siempre y cuando no tengas mucha hambre claro está.
Sonrió y le hizo una señal con la mano de que estaba bien. Lo del hambre lo dijo porque conocía sí transformación, y al igual que él, creía que prefería el combate cuerpo a cuerpo. Rebecca terminó su charla con los otros agentes y volvieron a juntarse los tres.
- Bueno, como sabréis a los entes sobrenaturales no se les puede herir así como así con armas y explosivos convencionales. Aquí tenemos todas las que queráis. Sloan tu es posible que no lo necesites tanto. Al igual que yo se te da muy bien el combate cuerpo a cuerpo y tu propia naturaleza te permite luchar sin problemas.- El demonio se disponía a llevarles al laboratorio para mostrarles los datos recopilados con los restos del jinete y el extraño pentagrama de las cuadras, cuando la vaquera se acercó a él y carraspeo para captar su atención. Hellboy se volvió a ella y arqueó una ceja haciendo un sonido con la garganta como un "Mmm", dándole pie a que se explicase.
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Tema: Re: Bienvenidos a la familia Adams (Rebecca Logan, Sloan Jenkins) [27 de Marzo de 2018] 22nd Agosto 2014, 01:00
[FDP: Perdonad por la tardanza]
Supo retirarse a tiempo, y en cuanto cobró sus cincuenta pavos, que pronto pasaron a engrosar el fajo que llevaba guardado en el interior de uno de los bolsillos de su pantalón, permitió a Sloan el paso. Puede que creyera que sabía realmente lo mal tirador que era, pero no era así. A pesar de su gran capacidad para percatarse de cuanto la rodeaba, en aquella batalla campal improvisada hubo tantísimos tiros que no recordaba claramente una situación tan inverosímil como su Ayudante disparando una escopeta a tres metros, sin darle a absolutamente nadie. Pero no iba a tardar en averiguarlo. En cuanto seleccionó el blanco, que por cierto a ella le pareció un verdadero mastodonte en tamaño, empezó el lamentable espectáculo.
No supo con certeza qué la irritó más, si el hecho de que se rieran o que Sloan continuara intentándolo, mientras le veía responder a la presión poniéndose cada vez más, y más, y más tenso. Todo lo que podía estar haciendo mal, lo hacía mal, y el caso es que la vaquera no sabía por dónde empezar a corregirle. Casi podía ver el arma incómoda en su mano, como si fuese una mariposa intentando escapar de las manos grasientas de algún crío de malas intenciones. Se mordió el labio por dentro, solidarizándose con la frustración de su adlátere, mientras a éste empezaba a fallarle la fuerza de voluntad. Cuando soltaron la frase, ella no pudo contenerse y localizó al tipo que primero se había reído. Parecía difícil poner cara a todas esas fotocopias trajeadas, pero una vez más, aquella necesidad de permanecer vigilante iba a servirla, y bien. Se acercó a él, con pasos lentos, sus espuelas tañendo como campanadas del último templo en pie el día del juicio final. Al verla acercarse un silencio extraño y pesado se aposentó en las bocas de todos esos que seguían conteniendo la risa, cuando encontraron sus ojos con su figura. Ella se acercó, inexorable, levantando el sombrero y aproximándose al rostro de aquel despreciable, hasta tal punto que sólo una brizna de hierba separaba su narices y sus ojos se encontraron en un mudo duelo a muerte. Los hombres los contemplaron durante aquel largo instante, miradas incrédulas paseando entre los dos mientras los cristalinos ojos de la Sheriff se volvían dos rendijas de miseria y dolor. Aquel momento se suspendió por lo que pareció una eternidad.
- No te he oído reírte, ¿Verdad hijo? - preguntó ella en un siseo, letal como una serpiente. Él torció su gesto en una mueca nerviosa, y entonces el cañón del Colt se aposentó en su garganta, antes incluso de que a él le diera tiempo a asustarse. El sudor frío le recorrió la espalda y el terror inundó sus ojos, en una estampa que era para ella más que familiar. Le costó tragar con la presión de la vara hueca de acero contra su nuez. Ese fué todo el sonido que hizo además de su agitada respiración. El rostro de ella se dulcificó entonces. - Es me pareció. - añadió, retirando el revólver y enfundándolo con la misma rapidez, haciendo que él soltara un suspiro y acariciara su cuello, tratando de quitar aquella sensación de asfixiante presión.
Seguramente la habría contrariado, de no ser por que sus ojos ahora estaban fijados de nuevo en el pésimo tirador que estaba arrojando, en esos mismos momentos, una granada que no solo golpeó el blanco, si no que derribó la pared posterior de la sala de tiro como si hubiera estado hecha de galleta. La vaquera alzó una ceja y levantó de nuevo el sombrero, como para ver más claramente aquella impresionante exhibición de fuerza bruta. Los hombres a los que había abroncado miraban el agujero de escombros con la expresión desencajada. Se cruzó de hombros, con una expresión autosuficiente y luego señaló a Sloan.
- Creo que podéis reíros ahora. - añadió, mientras ellos le devolvían la mirada, aún en shock. Luego volvió a acercarse y le dio una palmada a su ayudante en la espalda, paseándole luego en una caricia conciliadora la palma por el omóplato, mientras se le dibujaba una sonrisa en el rostro. Un ayudante de Sheriff sin la menos puntería...
Que me aspen si no era lo más divertido que había escuchado en la vida.
Rojo empezó a darles explicaciones y ya parecían dispuestos a salir de allí, pero entonces ella dirigió la mirada hacia las caderas del inmenso demonio. Sabía que dormitaba, primorosamente guardado en su funda. Adoraba a "Mami", pero no podía negar que desde que le conociera había tenido un secreto anhelo y aquella era una situación demasiado ideal como para pasarla por alto. Se debatió un instante entre contenerse y dejarse llevar, por una vez, por sus impulsos. Al final, la carraspera la sacó de la duda, llamando la atención de Hellboy y aclarando por fin su decisión. Cuando este le pidió explicación, ella se llevó las manos a la parte de atrás del pantalón, y las enfundó en sus bolsillos traseros pivotando levemente el peso hacia un lado y hacia otro, adoptando una postura que parecía mitad juguetona, mitad... ¿Qué era eso, apocamiento o coquetería?... Imposible saberlo. Cualquiera de las dos cosas parecía imposible en alguien como la Sheriff.
- ¿Puedo pedirte algo...- hizo una pausa para buscar las palabras adecuadas ... un poco personal? - añadió al final, ladeando la cabeza. No dio tiempo a la incredulidad. - Verás, desde que nos conocimos hay algo que he querido hacer... Normalmente ni se me ocurriría pedírtelo, pero no creo que haya momento mejor que este. Pero tienes que estar de acuerdo, y si lo estás echarme una mano. - dijo dejando claro que era por completo una decisión de él. Después de tomar aire profundamente, su mirada se desvió a la cintura de Hellboy, luego a su rostro, se mordió el labio de lado, con una sonrisa que destilaba esa inconsciente sensualidad e hizo por fin su petición.- Quiero disparar "El samaritano"...- añadió, volviendo a desviar inconscientemente la mirada hacia aquel revólver increíble que había deseado sentir en la mano desde que lo viera. Para ella, las armas eran una extremidad más, como una prolongación de su cuerpo, y entendía que un hombre no quisiese renunciar a ellas fácilmente, como ella misma no dejaría sus propias armas a cualquiera. Así que apenas se creyó su suerte cuando la respuesta de él fue afirmativa.
Ambos se dirigieron hacia uno de los puestos de tiro. Él llevaba el arma colgada y un tambor de recarga en la mano. Ella había renegado de dejar el arma en manos de cualquiera de esos incompetentes, y la depositó sobre la mesa de metal que había en los puestos de tiro. Meneó los brazos, tratando de relajarlos, estirando las muñecas y los dedos, claramente excitada por la perspectiva de disparar con ese monstruoso revólver. Una sonrisa, como de niño en navidad, le hacía mostrar las blancas perlas que eran sus dientes con la ilusión bailándole en los ojos, el estómago, y el interior de sus muslos. Era una vaquera, por lo que más queráis, desde luego que disparar la encendía como una hoguera en una solitaria noche en el desierto.
- Con la izquierda, ¿verdad? - preguntó ella, colocándose delante. - Está bien, soy ambidiestra. - añadió esperando que él se pusiera detrás.
No pidió permiso, si no que su mano izquierda se proyectó hacia atrás, palpó la funda y sus dedos se abrazaron en torno a la empuñadura de madera con el logotipo de aquella institución trabalenguas. Echó de menos la cercanía entre sus dedos, pero por el tamaño del arma era imposible que se acomodaran como solían. Él agarró su mano por fuera, desenfundó y la ayudó a cargar con el revólver. Dispararlo con las dos manos habría sido un insulto, y ella no podría mantenerlo sola. Tenía fuerza y resistencia de sobra, sí, pero sus muñecas no estaban preparadas para un arma de ese peso. La sensación de anticipación le hizo presa, y esperó que aquella cosa tuviese un retroceso considerable, lo suficiente para justificar por duplicado la presencia del demonio en torno a ella.
- Cojamos algo grande. - dijo al tiempo que marcaba un objetivo de unos tres metros por dos, a una distancia de cincuenta metros. - Un tiro de aviso. Quiero ver qué hace. - dijo ella.
No apuntó a ningún sitio en concreto, si no que la mano de Hellboy la llevó, apuntó hacia delante y accionó el gatillo, empujando su dedo sobre él. Aquella cosa detonó, y el retroceso, aún detenido por el gigante rojo le recorrió el brazo, haciéndolo cosquillear como si una colmena de hormigas rojas le paseara desde la mano. Un aullido salvaje resonó por el pabellón, al tiempo que su mano derecha se posaba sobre su hombro, y poco a poco se convertía en una carcajada. Apoyó la cabeza un momento sobre el pecho de Rojo, antes de volver a inclinarse hacia delante. Ahora estaba convencida. Si lo hubiera hecho sola, aquella cosa le habría desencajado el hombro, cuanto menos.
- Oh...¡JODER!- musitó entre carcajadas, antes de secarse la frente con la mano libre. - ¡Venga! ¡Sigue! - exclamó ella, encantada.
Volvieron a levantar los brazos que sostenían el arma. El brazo de él era suficientemente largo para que ella estirase el suyo, y su espalda apenas hacía contacto con el torso de él. La zona de la cabeza de ella le rozaba el pecho, sobretodo por que tenía que inclinarse un poco para igualar la altura de la vaquera.
- ¡APUNTA Y DISPARA, VAQUERO! - añadió, al tiempo que le permitía apuntar, dejándose llevar por la sensación del momento, preparándose para de nuevo sentir el intenso hormigueo en el brazo. Él disparó, una, dos, tres veces, mientras arrancaba del diafragma de ella chillidos que luego se entremezclaban con carcajadas en una vorágine de puro disfrute. Al menos hasta que ella se dio cuenta de que sólo uno de los tiros había dado en el blanco. Entonces se detuvo, con la expresión momentáneamente alterada por la incredulidad. Elevó el rostro hacia un lado mirando por encima de su hombro, con la boca entreabierta y un atisbo de sonrisa altanera. - Por cada maldita arruga de Back Macoy... - su labios se entreabrieron un poco más - Es verdad que no tienes idea de adónde disparas, ¿A que no? - tuvo la deferencia de decirlo en un tono que seguramente sólo oirían ellos dos, y Sloan, si había tenido la delicadeza de ponerse cerca.
Creyó ver cierta rudeza en el rostro de Rojo cuando le hizo el comentario, y su expresión se tornó socarrona cuando contestó.
- No me hizo falta para salvarte el culo en escocia, vaquerita.- la miraba desde arriba, pero eso no hizo que el duelo de miradas fuera menos intenso. Una sonrisa desafiante se abrió paso en el rostro de la Sheriff, antes de estirar el cuello mientras volvía a mirar hacia delante.
- Agárrate los machos, vaquero. - se lamió los labios al tiempo que encendía con la derecha una rutina de entrenamiento corto al azar. Su mirada se volvió peligro en esencia, casi rozando la locura - ¡Hay un Sheriff nuevo en la ciudad! - añadió al tiempo que soltaba un grito y apuntaba, esta vez aprovechando la firmeza de su mano y le movimiento de todo el brazo para empezar a apuntar.
El revólver resonó una vez, tumbando a un objetivo, mientras se oía el "YEEEEEHAAAAW" retumbar en cada pared de la armería. El arma volvió a tronar tumbando otro grande desde lejos. Seguramente por pura inercia, Hellboy abrió el arma, los casquillos cayeron al suelo y con la naturalidad de la que hacía gala, ella introdujo los del recambio. Con un golpe de muñeca del que se encargó el demonio, el tambor volvió a su lugar y ella volvió a guiar su mano, utilizando su puntería de nuevo de manera magistral. Sólo salieron otros tres objetivos, un total de cinco, pero ella gastó las últimas tres balas vaciando el cargador en el último, que recibió todos los disparos antes de caer al suelo. Para cuando terminaron ella volvía a jadear. Permitió que él se llevara el arma a la funda, y cuando la soltó, ella aguardó un segundo más, como si su mano se negara a soltarlo. Aunque la despedida fue agridulce, al final lo hizo. Se contempló la mano que tenía algunas líneas marcadas, y luego levantóla vista hasta Hellboy con una sonrisa cómplice. Se agarró el hombro izquierdo de nuevo, procurando acallar ese cosquilleo que aún subía hasta la clavícula.
- Seguro que me acuerdo de esto mañana...- dijo, refiriéndose tanto a la experiencia como a las indudables agujetas que acudirían a picar su brazo al día siguiente - y no me arrepentiré. - añadió, dejando ver una media sonrisa, más propia de ella. Entonces encontró sus ojos con los de Sloan y se encogió de hombros, cogió de nuevo a "Mami" y volvió hacia donde su Ayudante les esperaba- ¡Tenía que hacerlo! - añadió de camino, sin más.
¿Que querían que hiciera? A ella le iban grandes...
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Tema: Re: Bienvenidos a la familia Adams (Rebecca Logan, Sloan Jenkins) [27 de Marzo de 2018] 22nd Agosto 2014, 19:44
[FDI: Don't worry ]
Curioso: la demostración de tiro al blanco se había convertido en una demostración de tiro al blanco a pedrada limpia. Tal vez fuese porque tenía los nervios a flor de piel, o porque se sentía tan frustrado que originó aquel estallido con la granada y el lanzamiento a lo "apártame tú esa montaña". Lo que estaba seguro es los agentes que estaban practicando con las armas recordarían para siempre aquel strike tan bestia. Ofuscado en sus propios pensamientos que cambiaban de un "me cago en todo" a un "si es que no sé para qué bajo" no se dio cuenta de las reprimendas de Hellboy y la Sheriff para el tipo (o los tíos) que se habían reído de él. Pero sí que notó la mano y la palmadita de la vaquera, lo que ayudó a que se calmara un poco de los nervios. Cuando viró la cabeza notó que los demás agentes intentaban no cruzar los ojos con Sloan. Estaban acostumbrados a tratar con todo tipo de monstruos y criaturas sacadas de los cuentos de hadas más terroríficos, pero seguramente no estaban acostumbrados a que una de esas criaturas estuviera en su zona de "recreo" destrozando las instalaciones (si es que se puede contar la pared como "instalaciones"... diría que si). Cierto que tenían a Hellboy en el cuartel, sin contar a Abe y a Mr. Humillos (pero claro, esos dos no causaban problemas... no muchos), pero para los "endebles" mortales, Rojo se había convertido en una especie de guardián salvador para todos ellos. Sabían que su mano sostendría el Samaritano para salvaguardarlos y no con el cañón en sus caras. Pero Sloan era un caso distinto: era nuevo en el cuartel, había demostrado tener un apetito voraz y si todos se habían leído el informe (que seguro que si a juzgar por sus reacciones), apartar la mirada y pensar que no existe o que no es una amenaza si no lo miras a los ojos era otra forma de "sobrevivir" un día más.
Lo que dijo Rojo tenía sentido: Sloan no necesitaba armas para poder defenderse. Su propia naturaleza era su arma. Lo había demostrado ante el demonio usando cierto potencial. Con la vaquera fue distinto: con todo aquel caos, los coches, los tiros... no estaba seguro de si había visto algo de lo que había hecho entre las líneas enemigas, pero aun así no podría llegar a imaginar la clase de criatura con la que había compartido la cena. Cuando parecía que iban a dejar el lugar, Rebecca se interpuso delante de Rojo y le pidió, con el tono y la expresión apropiadas para cuando una colegiala le pide salir al chico que le gusta, (¡o incluso más! pidiéndole que la hiciese suya) que por favor le dejara usar el cacho revólver que gastaba el demonio. Tenía su lógica visto lo mucho que se divertía disparando. Y cualquiera que se hubiera visto alguna película del lejano oeste o leído alguna historieta, juego, lo-que-sea, sabrá que todo vaquero que se precie tiene cierto conocimiento, aprecio y devoción por las armas.
Visto que el demonio aceptó e iba a ayudarla, Sloan no tenía motivos para irse de aquel patio de recreos. Con las manos en los bolsillos se quedó ahí parado, observando la gigantesca espalda de Hellboy y a, en comparación, la escualida rubia con sombrero y poncho. Desde donde estaba podía sentir lo emocionada que estaba, con el latir de su corazón y la tensión de los músculos del cuello y la cara. Era como si hubiera absorbido todo el nervio de la misma sala y se lo estuviera zampando poco a poco. Los demás tiradores decidieron dejar espacio a su compañero (o jefe, porque se comportaba como tal), o bien se les habían quitado las ganas de practicar tras la demostración de la sheriff. Sloan agarró por el brazo a uno de los agentes. Éste por un instante se giró con cara de malas pulgas, pero al verse cara a cara con el moreno se quedó callado, con un rictus propio del payaso triste y no se resistió al agarre.
- Perdona, ésto creo que va para largo. ¿Podrías traerme una silla, por favor? Y unos cuantos emparedados de antes si han quedado. - No soy el mayordomo. - Ah, pero es que me lo ha dicho él. - Señaló la espalda de Rojo cuando la primera ola les estalló en la cara. El impacto del martillo, el sonido que desprendió el cañón, la fuerza constricta del aire abrazando la bala... Todo convertido en un amasijo en forma de onda sónica que si no llegó a despeinarlos fue de puro milagro. El agente miró hacia la dirección de la pareja y suspiró. - Una silla. - Cómoda a ser posible. - Y bocadillos. - A ser posible varios platos, por favor. - ... Veré qué puedo hacer.
Ese "veré qué puedo hacer" se convirtió en una hamaca con una silla al lado donde Sloan podía dejar su bandeja de bocadillos cuando no los estaba comiendo mientras observaba el espectáculo. Los gritos de la vaquera le llegaban incluso con todo el alboroto producido por los disparos. Cabía destacar que la energía que desprendía la vaquera era contagiosa: le entraron ganas al moreno de coger una pistola y unirse a ellos si no fuera porque a su lado, un manco tenía más posibilidades de acertar con la mano fantasma. Casi se atraganta cuando Rebecca le dijo a Hellboy que no tenía ni puta idea a la hora de apuntar. Tuvo que tragarse otro bocado para poder bajar los dos a la vez. Tuvo que contenerse la risa con un tercer bocado, pero el que lo viera podría verle la sonrisa en los ojos mientras masticaba con ansias.
Cuando vio que habían terminado, dejó la bandeja en la silla y se levantó de la hamaca. No tardaron en girarse y ver con qué se había entretenido durante su sesión de testeo del pequeño "bebé" de Rojo. Ante el comentario de la sheriff, Sloan sonrió, se giró a mirar hacia atrás y se encogió de hombros.
- Bueno... yo también. - La sonrisa ensanchada se le estrechó un poco al recordar lo del hombro. No el que se estaba frotando, sino el de su último encuentro. - Deberías cuidarte un poco más, ¿sabes? Vas a llegar a vieja con el cuerpo de 150 años teniendo 60 y tirando de una silla de ruedas con control remoto como sigas así. - De forma automática, Sloan se acercó al hombro de la vaquera, le agarró el brazo con una mano y el hombro con parte de la espalda bajo sus dedos. Tal vez ella "se acordaría" mañana de aquel dolor, pero Sloan no recordaría al cabo de unos minutos haberle practicado un masaje de relajación muscular para que le doliera menos. Era el problema de tener todo el conocimiento universal metido en una mente tan ajustada como la de un humano. - Bueno pues, me reitero en lo dicho: ¿Y ahora qué? - preguntó dirigiéndose a Rojo.
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Tema: Re: Bienvenidos a la familia Adams (Rebecca Logan, Sloan Jenkins) [27 de Marzo de 2018] 28th Agosto 2014, 00:12
- Ahora, por desgracia, vamos a la parte más aburrida de la vistia: el laboratorio… Desgraciadamente se ha acabado la diversión chicos. Vamos, es por aquí.- Recorrieron la sala de tiro hasta el otro extremo de la misma, y subieron por unas nuevas escaleras de piedra. Estaba algo sorprendido en el buen sentido tras los disparos de la mano de la vaquera a su revolver. En el fondo lo entendía. Para ella, manejar armas como esas debía ser emocionante, incluso excitante. No había más que ver cómo se había puesto con la escopeta que le habían regalado. En cuanto a Sloan, tras ver la pequeña bandeja que había a su lado cuando se dieron la vuelta, había aprovechado el momento para tomarse un pequeño tentempié. Mientras subían apretó ligeramente los dientes. Sabía lo que venía ahora, y no le apetecía ni lo más mínimo.- Bien, antes de que entremos en el laboratorio debéis saber que, a diferencia de nuestro querido Abe, el doctor Krauss es un poco peculiar. Vosotros estáis a mi cargo, así que agradecería que, aunque os entren unas enormes ganas de patearle el culo a la cafetera con patas, que controléis esos impulsos para combatir a los monstruítos, ¿entendido?
Una enorme puerta metálica apareció al final de la escalera. Hellboy se acercó a un pequeño panel que había junto a esta y apretó unas teclas. Un sonido metálico pesado, y las puertas se abrieron hacia los lados lentamente, dejando a la vista otras nuevas que se abrieron desde en medio hacia arriba y abajo. Estaba muy resguardado ya que el laboratorio guardaba equipos y materiales peligrosos. En él era donde hacían los explosivos y la munición especial, así como las armas y demás utensilios que usaban, como los relicarios. Cuando las puertas dejaron de abrirse, una enorme sala casi totalmente iluminada de blanco apareció, con varias mesas metálicas en ella. Pudieron ver a Abe y a Krauss en una mesa situada en medio, así como varios científicos vestidos con batas blancas, guantes y mascarillas, moviéndose a toda velocidad entre las mesas. Hellboy se giró hacia la derecha y cogió un par de guantes y máscaras y se los dio a sus dos acompañantes.
- Rebecca, lo mejor será que tú te pongas esto. Sloan tú… no sé si te afectarán los elementos y demás con los que trabajamos aquí, pero por si acaso póntelos también, al menos de momento.- Después, se volvió hacia el centro de la sala y caminó hacia sus compañeros. Estaban examinando las pruebas que habían obtenido en Escocia, buscando la verdadera naturaleza de los jinetes y así saber cómo combatirlos con mayor facilidad. Llevaban varios días con ello, y por ahora habían podido sacar poco en claro. Algunos restos de radiación sobrenatural típica, objetos y ropajes que podían encontrarse en la realidad, y sangre humana y de animal. Fueron las pocas cosas que salvaron del castillo y los restos que Peste había dejado durante su cabalgada a través de Inglaterra. No era mucho, pero desde luego era mejor que nada. Cuando rojo alcanzó la mesa, estos se volvieron a él. Krauss fue el primero en hablar.
- ¡Agente Hellboy! ¿Se puede saberrr dónde se econtrrraba? ¡Crrreía que le había dicho que viniese dirrrectamente aquí después de la biblioteca! ¡Nada de irrrse porrr ahí a disparrrarrr como vulgarrres niños!- Johann empezó a gesticular con los brazos, señalando a Hellboy con tono acusador y claramente enfadado. Rojo pasó de él y se dirigió a la mesa, a donde estaba Azul. Apoyó la mano de piedra en la mesa y miró a su compañero.
- Perdón por el retraso, nos hemos entretenido jugando a los vaqueros un poco. Y bien, ¿alguna novedad?
(OCC: disponéis de libertad para trastear en el laboratorio, así como de usar a Krauss y a Abe con libertad, siempre y cuando mantengáis su espíritu. Abe es azul a secas y Krauss gris + cursiva. ¡A rolear se ha dicho! Cualquier duda preguntármela por skype o mp o por el mismo chat, preferiblemente a la cuenta de planaria ^-^)
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Tema: Re: Bienvenidos a la familia Adams (Rebecca Logan, Sloan Jenkins) [27 de Marzo de 2018] 23rd Septiembre 2014, 22:57
[FDP: Siento muchísimo la tardanza. Espero que no vuelva a suceder.]
Aquella experiencia sería difícil de olvidar. La posesión de “la ingenua explosiva” le recordaría ese día, y la historia acabaría cobrando forma cuando menos lo esperara, quizá frente a una hoguera crepitante rodeada por caras conocidas y mucho más jóvenes que la suya, con el sabor del whisky en la boca, el cuerpo arrugado por los logros del pasado, los ojos brillantes y la voz cargada de una melancolía agridulce. Les fascinaría con sus cuentos, ellos reirían quitándoles importancia, y ella insistiría con la fiereza de la edad, de los ojos que habían visto más de lo que se podía creer, que había mandado a más de cien cuatreros a morder el polvo con la única ayuda de su ayudante, y que había combatido mano a mano con el mismísimo diablo, el cual, por cierto, le había regalado una escopeta.
Pero aquella imagen estaba aún muy lejos, y lo que les ocupaba era el presente…
Sloan se tomaba la vida con calma, y así pudo comprobar que el apetito de ese chico estaba muy lejos de ser grande. No parecía tener límite. Ella aún estaba tratando de digerir todo lo que había comido, y él tenía un plato a medio vaciar al lado que le delataba. Se preguntaba hasta cuándo habría podido comer, porque estaba claro que medirlo en cantidad habría resultado absurdo. Cuando acarició de nuevo el hombro de la Sheriff, esta se relajó al contacto a pesar de que aún la recorría una sensación de hormigueo que le erizaba la piel, con aquella pulsación cálida a punto de desbordarse fuera de su cuerpo. Echó la cabeza hacia atrás, y dejo que un “Mmmm” satisfecho ronroneara entre sus labios. Antes de ponerse en marcha se giró a observar a ambos, colocándose el sombrero de nuevo, sus ojos cargados de una picardía inexplicablemente sexy antes de quedar cubiertos de nuevo por la sombra.
- Aduladores…- dijo haciendo que la palabra sonase aún más apetitosa, sin llegarse a distinguir si era cierto o sólo una de esas bromas que solía hacer.
Primero Rojo y ahora él. Su madre siempre decía que una señorita debía estar con otras chicas. Eso es porque no había llegado a tener tan buena compañía masculina…
Cuando se pusieron en marcha ella aún estudiaba su arma nueva despacio, entre los dedos, de una forma mucho más discreta, mientras avanzaban por el pasillo hasta el laboratorio. Mentiría si no dijera que sus únicos recuerdo del trayecto era que la culata resultaba muy bien labrada, que los tornillos iban desde el tamaño pequeño al medio, que el metal estaba bien calibrado y un largo etcétera en el que no se incluía para nada por dónde pasaban.
Al llegar al laboratorio tuvo por fin que levantar la mirada, pues alguien le tendía una mascarilla y unos guantes. Al verlo, se quedó contrariada, aunque luego hizo de tripas corazón y se lo puso. No quería pillar nada raro. Justo en el momento en que volvía a recuperar el arma, que había sujetado entre las piernas, la voz de la lata de humo volvió a llegarle claramente, llenándole los oídos. La escopeta colgó lánguidamente de una de sus manos y se encontró cara a cara a esa figura, que acababa de decir algo bastante estúpido.
Por su mente pasaron unos cuantos pensamientos desafortunados, y al final, incapaz de contenerse más, levantó el arma como si fuese a disparar, la cargó y comenzó a mover el arma con un movimiento de retroceso, como si docenas, cientos, miles de salvas abandonaran el cañón, mientras ella se mordía el labio haciendo que sus ojos azules brillaran en una explosión de bien finjido ataque de furia ciega inimaginable, mientras las balas imaginarias reducían al alemán a un montón de girones de traje y restos de humo. Aquella situación confundió a los científicos que se asustaron por un momento, dudando de su intención, y provocó que Abe se echara una mano a la cara, como si no fuese capaz de ver semejante espectáculo.
- ¡¿Perro que crree que está hasiendo?!- exclamó el alemán claramente ofendido, añadiendo luego una retahíla acerca de porqué portar armas era un peligro potencial en las instalaciones no destinadas para ello y demás.
Ella negó con la cabeza, se echó la escopeta al hombro con un movimiento bastante duro, al igual que su expresión de hastío, y se dio una vuelta por el laboratorio sin mediar palabra con nadie. El alemán estaba empezando a irritarla con esa forma de ser suya tan… tan… Alemana.
Se detuvo de vez en cuando para observar algunas de las cosas que había allí. Al llegar a una mesa comprobó que muchas eran fotos de la devastación provocada por peste, muestras de sangre, de plantas destrozadas por ese humo espectral que dejaba rastro, algunos dibujos con símbolos extraños con forma de círculo. Ella no había visto nada de eso donde habían ido. Puede que lo encontraran en el castillo. Cogió una de las banquetas metálicas, la aproximó a la mesa y se sentó. Perdió la noción del tiempo mientras estudiaba cada instantánea, cada prueba, mientras leía devorando uno tras otro cada informe que explicaba qué había guardado allí, para qué y cómo estudiarlo. A pesar de que su instinto de alerta le hacía imposible aislarse del todo, su expresión era una muestra clara de sus cavilaciones. Se apoyaba en una de las manos agarrando el mentón y cubriendo los labios con los dedos, mientras con la otra cogía una de las fotografías en las que estaba claramente enfrascada. Aquello le estaba dando mucho, pero que mucho en que pensar…
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Tema: Re: Bienvenidos a la familia Adams (Rebecca Logan, Sloan Jenkins) [27 de Marzo de 2018] 26th Septiembre 2014, 10:54
[FDI: No te preocupes Sheriff ]
Sloan levantó la mirada y se encogió de hombros como diciendo "y qué esperabas" de forma cómica tras el comentario de la vaquera. Cierto era que los hábitos de Sloan estaban chapados un poco a la antigua que se dice, aunque no se note. Al fin y al cabo eran los recuerdos que tenía de cuando era totalmente humano, y si veía que una mujer necesitaba de un masaje o atenciones, no se lo pensaría dos veces. Por eso y porque, en cierto modo, descubrió que aquella faceta le llenaba aunque fuese un poco.
Era hora de otra tanda de la visita. Sloan se preguntó cómo de grande sería aquel recinto, y cuántas alas más quedaban antes de que Hellboy se girara y les dijera que habían terminado por completo. Tal vez no tenía final, y aquel complejo fuese un amasijo de puertas, pasillos y salas que se extendían a lo largo y ancho del globo. No sería de extrañar: en una ocasión, leyó en un libro que no supo catalogarlo que, bajo el mundo conocido existía otro mundo que nadie jamás había llegado a descubrir. Que estaba tan secretamente escondido que toparse con la puerta de entrada sería considerado un logro no solo expedicionario sino que también sería un logro para la humanidad. Pero dentro de esa teoría había un fallo: ¿cómo podía ser que no se hubiera descubierto cuando se sabía de dicho submundo? Los humanos tenían una forma muy rara de decir las cosas, y Sloan las comprendía gracias a su parte humana. Sino, ya se veía dándose golpes en la sien con una llave inglesa para que entraran dichos conceptos de forma bastante burra. Entre pensamientos, razonamientos y deliberaciones, llegaron a lo que se conocía como el laboratorio (característico por tener un montón de cachivaches la mar de raros y peligrosos). Rojo le tendió un par de guantes y una mascarilla. Las cogió más por gratitud que por necesidad. Hasta el momento no había encontrado ninguna sustancia nociva en el mundo que le hiciese daño a largo plazo; pero claro, tal vez no trataran con productos terrestres por decirlo de algún modo, así que le hizo caso y se embutió.
El recibimiento de la botella de humo no fue muy agradable para la vaquera por lo visto. En un primer momento Sloan creyó que intentaba despachar al profesor con la escopeta y que se había olvidado de quitarle el seguro, pero después recordó que era una experta con las armas de fuego, y que si ella no quería disparar a alguien, no iba a dispararle. De igual forma, si quería meterle una bala entre ceja y ceja, mejor que se lavara la cara la otra persona para al menos quedar un poco mejor de como lo iba a dejar Rebecca.
Abe pudo notar que el moreno estaba siguiendo con los ojos a una sheriff cabreada a la cual era mejor no molestar en esos momentos. Pero para Azul, había algo más importante en esos momentos que preguntarse qué le estaba pasando por la cabeza al chico.
- He terminado de hacer los preparativos. Si no te importa, me gustaría empezar con las pruebas que te comenté. - Claro doc. Ningún problema.
Los oscuros ojos de Abe pestañearon dos veces y una leve sonrisa se curvó en sus "labios" mientras asentía dos veces en señal de aprobación. Rojo estaría ocupado con el profesor tras la reacción de Rebecca, así que era un buen momento para empezar con los análisis iniciales. Señalando con sus grandes manos, guió a Sloan hasta una mesa cercana, donde había una larga cantidad de instrumentos de investigación. De todos ellos, el moreno solo identificó un microscopio por ser el más famoso de todos ellos.
- Empezaré con una muestra de sangre.
Sacó una aguja cogiéndola con tres dedos. Sloan se quitó media chaqueta y extendió el brazo descubierto. La aguja penetró sin ningún problema. Sabiendo lo duro que era el chico, no sería de extrañar que se doblara, o que al menos costara en perforar la carne del brazo hasta llegar a la vena. Pero no, no le costó lo más mínimo. A simple vista, era un brazo humano normal y corriente, con su piel, sus músculos, su capa de grasa, su sangre y su hueso. Con un pequeño frasquito Azul se contentó, extrajo la aguja y depositó una gota en una base de cristal con otra encima para ponerla bajo la mira del microscopio. Ajustó las lentes y se hizo el silencio.
- Fascinante - comentó, encarándose a todo el mundo que le estuviera escuchando. - Tu sangre claramente es humana. La estructura dista mucho de ser como la de los demonios que nos hemos enfrentado hasta ahora. Creí que vería una ramificación parecida a la de Rojo o, tal vez a la mía, pero no; en esencia, tu cuerpo es humano, sin embargo es diferente. En el interior de tus células parece haber como una masa durmiente esperando el momento adecuado para mutar, expandirse y cambiar tu... - Azul se estaba dejando llevar por la infinidad de posibilidades que podría contener el resultado de aquella sangre para que, al final, llegara a una simple conclusión: necesitaba más pruebas para determinar el origen exacto de Sloan y lo que era en realidad. Con toda su experiencia había visto cosas similares, y a la vez ninguna parecida a lo que le había enseñado esa muestra de sangre. - Sloan, creo que vamos a tener que profundizar un poco más con las pruebas.
[FDI: Rojo, te doy permiso para que Abe le haga las pruebas que quieras a Sloan. Si tienes alguna duda de los resultados que obtendría al hacer ésto o lo otro, pregúntame 8D]
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Tema: Re: Bienvenidos a la familia Adams (Rebecca Logan, Sloan Jenkins) [27 de Marzo de 2018] 1st Octubre 2014, 11:42
(FDI: ah tranqui Sloan, prefiero que hagas tú las pruebas, más que nada porque suficiente liado voy a estar intentando que rebecca y krauss no se maten entre ellos y además no sé muy bien qué sucedería con Sloan xP)
Apenas había terminado de preguntarle a Abe si había alguna novedad cuando Hellboy vio una de las escenas más divertidas y absurdas que recordaba. Rebecca había sacado la escopeta y apuntaba a Krauss moviendo el arma como si estuviese descargando mil balas contra el doctor. Rojo no pudo evitar sonreír y negar con la cabeza, mientras veía como Azul suspiraba y se dirigía a Sloan. Seguramente para hacerle algunas pruebas. Desde que le habían conocido y Abe había posado su mano sobre el moreno estaba casi obsesionado con él. Decía que jamás había sentido un ser así, tan misterioso y familiar al mismo tiempo. Tal vez ahora, con algunas pruebas, pudiesen determinar con más precisión qué era Sloan en sí. Ya habían aprendido que él y la criatura eran un mismo ser, pero esta vivía dormitada o algo parecido generalmente. Tenía control sobre ella, pero podía perderlo si no comía.
Krauss comenzó a lanzar improperios al aire con la actuación de la vaquera y Hellboy se acercó para evitar que se peleasen. Posó su mano sobre el hombro del doctor y le volvió a él.
- Eh, venga Krauss... ¿No te habrá molestado una pequeña broma, verdad? Deberías tener un poco más de humor... Vivirás más.- Y luego lanzó una mirada a la vaquera advirtiéndole de que parase o el medium se enfadaría. Después de todo, era alemán. Tenía un humor mucho más frío e inteligente. De hecho, Rojo dudaba que tuviese humor.- En cualquier caso, estamos aquí para ver qué sabemos acerca de los jinetes... Doctor Krauss, ¿han encontrado algo nuevo o tenemos noticias de algo?
Ich weiß nicht genug zahlen! Genug!- Después de maldecir un par de veces en alemán se volvió al demonio señalándole con un dedo.- Sus amiguitos deberrían comporrtarrse como es debido, agente Hellboy... Perro no demos más vueltas a eso... Estamos aquí parra hablarr acerrca de los jinetes... Porr cierrto agente, deberría saberr que el alienígena ese que trrajerron de Arrizona está empezando a darr prroblemas. Posee una fuerrza enorrme, como hacía tiempo no veíamos... Tal vez deberría inforrmarrse de qué demonios es esa cosa antes de que destrruya la orrganización enterra.
- Estamos en ello señor Krauss... Pero personalmente creo que, en estos momentos, es más importante todo lo de los jinetes, ¿no le parece? Es un peligro a escala mundial y ninguno queremos que el mundo se acabe aún, ¿verdad?.- Y sonrió a su compañero. No le caía bien Krauss, pero algo de razón tenía. Él mismo sabía que tenía poca paciencia, y aunque le encantaba ver echar espuma por la boca, sabía que no debía cabrearle. El asunto de los jinetes era de vital importancia y le preocupaba. Sabía que las cosas iban a empeorar mucho antes de mejorar, pero cuanta más gente pudiese ayudar mejor. Desde luego, él no tenía ninguna gana de que el mundo se acabase ya, y menos por cuatro jinetes de pacotilla que se creían dioses en la tierra. Ya había pateado muchos culos antes como para aguantar chorradas como las de Peste.
- No, clarro que no... Acompañenme.- Les llevó a una mesa llena de fotos, muestras y dibujos. Había de todo: probetas con líquidos de varios colores, huellas de caballo, dibujos de pentagramas, fotos de páginas de la Biblia y otros libros donde se hablaban de los jinetes... Los pasados días habían estado buscando toda clase de información, en cualquier sito que habían podido encontrar. Hellboy sabía cosas, pero ni la mitad de lo que allí había. Con la historia de ir a buscar a la vaquera había dejado a sus compañeros resolviendo los entresijos de este caso. Pasó la mano izquierda por las fotos, mirándolas con detenimiento y leyendo las palabras que aparecían en ellas.
"Et vidi et ecce equus albus, et qui sedebat super illum, habebat arcum, et data est ei corona, et exivit vincens et ut vinceret. Et cum aperuisset sigillum secundum, audivi secundum animal, dicens: Veni, et vide. Exivit alius equus rufus: et qui sedebat super illum, datum est ei ut sumeret pacem de terra. Et ut invicem se interficiant, et datus est ei gladius magnus. Et cum aperuisset sigillum tertium, audivi tertium animal, dicens: Veni, et vide. Et vidi: et ecce equus niger et qui sedebat super illum, habebat stateram in manu sua. Et audivi tamquam vocem in medio quattuor animalium dicentium: Bilibris tritici denario et tres bilibres hordei denario, et vinum, et oleum ne læseris. Et cum aperuisset sigillum quartum, audivi vocem quarti animalis dicentis: Veni, et vide. Et vidi: et ecce equus pallidus: et qui sedebat super illum, Mors, et infernus sequebatur eum, et data est illi potestas super quatuor partes terræ, interficere gladio, fame, et morte, et bestiis terrae."- Hellboy se volvió a la vaquera y le sonrió.- Es un pasaje de la Biblia en latín. Habla sobre la llegada de los cuatro jinetes. Básicamente dice “Y miré, y he aquí un caballo blanco: y el que estaba sentado encima de él, tenía un arco; y le fue dada una corona, y salió victorioso, para que también venciese. Y cuando él abrió el segundo sello, oí al segundo animal, que decía: Ven y ve. Y salió otro caballo bermejo: y al que estaba sentado sobre él, fue dado poder de quitar la paz de la tierra. Y que se maten unos a otros: y le fue dada una gran espada. Y cuando él abrió el tercer sello, oí al tercer animal, que decía: Ven y ve. Y miré, y he aquí un caballo negro: y el que estaba sentado encima de él, tenía un peso en su mano. Y oí una voz en medio de los cuatro animales, que decía: Dos libras de trigo por un denario, y seis libras de cebada por un denario: y no hagas daño al vino ni al aceite. Y cuando él abrió el cuarto sello, oí la voz del cuarto animal, que decía: Ven y ve. Y miré, y he aquí un caballo amarillo: y el que estaba sentado sobre él tenía por nombre Muerte; y el infierno le seguía: y le fue dada potestad sobre la cuarta parte de la tierra, para matar con espada, con hambre, con mortandad, y con las bestias de la tierra." Curiosamente sólo mentan a Muerte por su nombre. El resto dan a entender quiénes son por lo que se habla acerca de ellos: Victoria, el del arco; Guerra, el de la espada; y Peste, el del peso. Como puedes ver, Muerte puede matar tanto con la espada, el hambre, con la mortalidad del ser humano y con las bestias de la tierra. Extrañamente, el primero con el que nos hemos encontrado ha sido Peste y no Victoria, lo que sugiere dos cosas: o que Victoria lleva tiempo entre nosotros pero no le hemos encontrado aún, o que el orden es distinto. De ser la primera opción, Guerra también estaría danzando por el planeta, y dudo enormemente que Guerra sea alguien difícil de encontrar. Desgraciadamente, no tenemos ni idea de cómo son... Lo cual dificulta un poco más la búsqueda. Podrían tener prácticamente cualquier aspecto...-
- Ahí se equivoca, agente. Hemos descubierrto algo que nos serrvirrá de ayuda. Ya sabemos cuál es el aspecto que llevarrán los jinetes... De hecho, crreémos que hemos localizado a Victorria.- Y les mostró una imagen. En ella podían ver a un ser, cuyo rostro estaba a mitad tapado por una capucha. Un enorme arco sobresalía por su espalda y caminaba entre la gente.- Usan una especie de camuflaje que les vuelve invisibles al ojo humano. Sin embarrgo, grracias a nuestrras cámarras para entes ectoplásmicos hemos conseguido localizarlo.-
Allí, ante ellos, la foto no dejaba dudas. Se trataba de Victoria. Era algo más alto que el resto de la gente. Aproximadamente sería como Hellboy de altura, un poco más tal vez. Peste había sido más alto, pero el hecho de que fuese constantemente encorvado le hacía parecer más bajo de lo que en realidad era. El demonio levantó la foto y se la mostró a la vaquera. Su cara se volvió algo más seria. ¿Por qué no había atacado como lo hizo Peste? ¿Acaso estaba esperando a algo? Fuera como fuese, no le gustaba ni un pelo a Rojo, quien apretó ligeramente los dientes ante este nuevo hallazgo.
- ¿Cuándo fue tomada?
- Ayerr mismo. Es una exclusiva parra vosotrros...-
- ¿Y dónde fue?
(FDI: Rebe, te dejo para que tú digas dónde es. Hay edificios de fondo que pueden decir la ciudad. Más que nada porque eras tú quién ibas a llevar la trama de Victoria. A ti Sloan te dejo total libertad con Abe. Tienes varios escáneres para meterte, rayos X, pruebas físicas... lo que quieras :DDDD)
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Tema: Re: Bienvenidos a la familia Adams (Rebecca Logan, Sloan Jenkins) [27 de Marzo de 2018] 2nd Octubre 2014, 22:23
Sólo levantó la vista cuando Rojo se dispuso a su lado, y empezó a parlotear en una verborrea extraña. Estaba a punto de preguntarle si le había dado un aire, cuando por fin cambió el idioma y se puso a hablar en perfecto Americano. Le tradujo la parte del texto que acababa de interpretar en latín y que hablaba acerca de los jinetes del Apocalipsis. Recordaba ese pasaje de la biblia pero no contado de esa manera. El que tenía en la cabeza sonaba mucho más actual. De cualquier forma, se resumía en lo mismo. Cuatro pirados con aires de grandeza que se llamaban a sí mismos jinetes, y una labor de detención entre manos. La Sheriff apretó las manos enguantadas sobre su nueva arma.
"Uno ha caído..."- dijo una voz, para sus adentros "Faltan tres..."
La expresión de la Sheriff era severa, mientras la lata de humo volvía a acercarse hasta ellos, y su cuerpo se tensó bajo el poncho al tiempo que entrecerraba los ojos. Había dejad que algunas de aquellas fotos se clavaran en su retina, y le crisparan los nervios. En muchas de ellas había personas y animales entremezclados en una vorágine de entrañas que sólo un ojo experto habría podido identificar y catalogar. De no ser porque era una cualidad que pertenecía a su misma esencia, lamentaría estar entre dichos afortunados...
Rebuscó entonces con la mirada, percatándose de que Sloan no estaba con ellos. Los localizó al fondo de la sala, mientras azul y el hablaban de algo que no podía discernir. Sus ojos se encontraron atropelladamente, con apenas tiempo para insuflarle un poco de ánimo a su ayudante, que parecía a punto de embarcarse en toda una aventura médica. No le hubiera gustado estar en su pellejo.
Cuando Krauss volvió a hablar, su mirada se posó en él y acto seguido en una foto que Rojo le pasó. Apenas dedicó un par de segundos a observar la figura. Era un encapuchado con arco, que podría ser cualquiera. No. Estaba mucho más interesada en encontrar otras cosas. Encontrar al asesino por serlo es como querer encontrar una aguja en un pajar porque es de metal. Primero hay que situar el contexto, y eso es en lo que se estaba concentrando. Su mirada se perdió en la fotografía, y antes de que el alemán pudiera contestar, lanzó la foto sobre la mesa con dejadez.
- Marrakesh Marrakesh
Ambos, a la misma vez. La foto planeó hasta caer livianamente en la superficie de metal encerado. El Doctor humitos se detuvo por un momento, y porque no tenía cara, pero juraría que acababa de dejarle sin habla. Seguramente Rojo también se preguntaría cómo lo sabía. La Sheriff, con la mirada endurecida por el horror que había tenido que contemplar de nuevo, aunque este no parecía afectarle mas allá de la severidad, clavó la mirada en uno y luego en el otro.
- Necesito un teléfono. - exigió sin más.
Poco después le habían dejado un terminal, y se apartó de ellos hacia una esquina desde la cual llamó. Tras unos instantes de conversación, en la que sus amenazantes ojos azules eliminaron todo posible amago de cotilleo, volvió. Dejó el móvil en la mesa con un golpe seco que no hizo peligrar el móvil, pero que le dio al gesto bastante teatralidad y luego volvió a mirar la imagen.
- Sabía que había visto esto en algún sitio. Está en mi lista de "Sitios pendientes"...- dijo entre dientes, sin dejar claro si se lo decía a los dos investigadores o hablaba para ella en voz alta. - Si no fuera por este edificio, no tendría idea de qué ciudad es.- añadió señalando repetidas veces con el índice un edificio que se dejaba ver en el fondo, de estilo marroquí construido en piedra blanca que, a simple vista, casi podía parecer una mezquita. Luego les miró a ambos, como esperando que supieran el lugar, aunque tras unos segundos estaba claro que no lo reconocían. -Lo llaman "El templo de los Originales", también conocido como Las cuadras de Fâris Abdel Jabbâr. - dijo como si tuvieran que conocer ese nombre. Era prácticamente el heredero de una estirpe de criadores, únicos en su género y que trabajaban desde cientos de años la misma especia. La expresión de la Sheriff se volvió acero frío, y su cuerpo se tensó hasta tal punto que parecía a punto de ir a estallar.- Victoria... ¿Qué otro ibas a llevar, si no? - escupió entre dientes. Parecía dolida como si el jinete le hubiese hecho algo personal. Miró a ambos con una expresión sobrecogedora en el rostro, que quizá sólo Hellboy podría comprender por lo que había visto. En un instante, los complejos matices que componían a Rebecca Logan se aunaron en uno, como en aquella caverna. Pudo ver a ambas, mujer y niña, asomadas en esa mirada azul que se clavaba como el tiro de gracia en la carne, y hacía estremecer como el último aliento de un ser vivo. - Este Hijo de Puta va detrás de un Arábigo. - dijo apoyando ambos puños en la mesa, crujiéndose los nudillos en el proceso.
Había entendido de golpe demasiadas cosas... y aquello no le gustaba.
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Tema: Re: Bienvenidos a la familia Adams (Rebecca Logan, Sloan Jenkins) [27 de Marzo de 2018] 6th Octubre 2014, 12:24
Sloan los escuchaba desde la mesa de "operaciones" con Abe. No sabía de qué estaban hablando, pero vagamente en su interior algo le decía que ya había leído algo sobre esos jinetes. ¿Dónde? Ni puñetera idea; su cabeza era un hervidero de pensamientos y conocimientos que se apelotonaban los unos contra los otros para encontrar una salida y sentirse útiles al menos durante unos segundos. Escuchó a Hellboy repetir la misma frase dos veces seguidas (con lo enrevesada que era, ¿y la recitó dos veces? ¿Qué le había dado?) y se tuvo que contener para no gritar a los cuatro vientos que lo tenía en la punta de la lengua y no sabía el qué.
Abe por su parte iba haciendo los análisis previos pertinentes para descartar posibles resultados; el análisis de sangre fue un verdadero descubrimiento; el análisis de tejido vivo (siempre con el consentimiento de Sloan) no fue tan satisfactorio; un examen cardiovascular; un examen capilar (por si acaso). Ya iba por la medida de la tensión cuando se dio cuenta que todos los análisis, exceptuando el de la sangre daban el mismo resultado: humano. ¿Pero cómo era posible? Sloan empezaba a ver al igual que Abe que esos análisis no eran sino una pérdida de tiempo. Si querían descubrir lo que era en realidad tenían que tener en cuenta otros caminos. Así lo pensó cuando la aguja de la presión se disparó. Abe lo notó, pero no antes que Sloan. Como si hincharan un globo dentro de su cuerpo y tomando vida propia se quería expandir, las venas se le endurecieron y apretó los dientes con fuerza mientras el cuerpo se le tensaba y enrojecía. Fueron unos meros segundos, pero fueron suficientes como para hacerle sudar y alarmar a Abe.
- Sloan, ¿te pasa algo? - Le puso la mano encima con la intención de aliviar y observar el problema. En un principio pensó que fue simplemente una subida de tensión, hasta que vio dentro de su mente la figura del ser que estaba junto a la bruja en África. Se había olvidado de la criatura después de que Sloan desapareciera con ella y no se volviera a saber nada más. No se imaginaba que él había... - Sloan, tienes una criatura dentro que quiere salir. - No me digas, Sherlock. - Aquel intenso dolor, por unos segundos fulminaron la paciencia de Sloan. - Hace tiempo que la llevo encima, pero no es ningún problema: puedo controlarla. Esto han sido como unos gases de vuelta. Como comer ajo. - ... Tal vez ese sea el problema. ¿Has probado entablar una conversación con la criatura? - ¿Una conversación? - Sloan no encontraba sentido el intentar hablar con una criatura que había devorado. - Es una solución. Una de tantas posibles. También podemos probar de extraerla de tu cuerpo. - No, descuida. Puedo con ello. Pero quítame éste chisme del brazo.
Abe desenganchó el medidor de la tensión de su brazo izquierdo. Se quedó la marca con un tono azulado y rojizo debido a lo apretado que había quedado el brazo. Tendría que dolerle un montón pero no dio señales de molestia alguna: Sloan tenía los ojos enfocados en la conversación entre Hellboy, Rebecca y el profesor, los cuales habían llegado a una conclusión por como se miraban.
- ¿Y ésto?
Abe había aprovechado que Sloan se quitó la chaqueta para el examen médico para escrutar su cuerpo cuando se topó con las marcas de su espalda. Ante cualquier ojo eran unos simples y extraños tatuajes, pero para la vista experta de Azul, las marcas de las cicatrices resplandecían como luces de neón. Lo alarmante del asunto llegó cuando Abe puso una palma sobre dichas marcas y la apartó, dando dos pasos hacia atrás y parpadeando como si le hubieran metido las largas de frente.
- ¿Ocurre algo? - ... No. Tan solo... me he sorprendido un poco, nada más. Por ahora hemos terminado. Te avisaré si encuentro otra forma de examinar tu naturaleza.
Asintiendo, Sloan volvió a ponerse la chaqueta y se acercó al grupo con los mapas y las fotos. Abe sin embargo aun estaba asimilando lo que acababa de ver. No se lo dijo a Sloan por miedo a su reacción; más por precaución que por miedo. Desconocía como reaccionaría el moreno tras decirle lo que había visto, y si lo haría de forma razonable. Lo que tenía claro era que debía decírselo a Hellboy en cuanto tuviese un momento a solas con él. Debía saberlo al menos.
- ¿Y bien? ¿Cómo lo lleváis?
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Tema: Re: Bienvenidos a la familia Adams (Rebecca Logan, Sloan Jenkins) [27 de Marzo de 2018] 6th Octubre 2014, 20:44
Las palabras de la vaquera resonaron en su mente. "El templo de los originales". Le sonaba de algo pero no sabía de qué. Sus palabras llenaban la sala mientras él y Krauss observaban con detenimiento. Marrakesh. Una pequeña ciudad situada en Marruecos. ¿Por qué iba a ir allí? Según Rebecca, iba detrás de un Arábigo. Sería algún tipo de caballo especial. A juzgar por la tensión en sus palabras, uno de los mejores. Hellboy tenía el rostro serio mientras volvió la mirada a las fotos que tenían. Una enorme torre se alzaba en el fondo de esta. Victoria parecía impasible, aunque distraído al mismo tiempo. No parecía que le importasen los miles de hombres que había a su alrededor. No se le veía el rostro debido a la capucha que lo cubría. El demonio se llevó los dedos corazón y pulgar de la mano izquierda a los ojos al tiempo que Abe y Sloan volvían.
- Doctor Krauss, hay que buscar información acerca de este templo de los originales del que nos ha hablado Rebecca. Vaquera, cuéntanos. ¿Por qué es tan importante el Arábigo y el templo este? Yo no consigo verle la relación.- Entonces Abe apoyó su mano sobre el hombro del enorme demonio y le lanzó una de esas miradas de "tenemos que hablar con urgencia". Hellboy frunció el ceño y se volvió a Sloan y Rebecca que compartían la mesa en ese momento.- Vaquera, ve contándole a Sloan lo que hemos averiguado mientras hablo un momento con Abe... Bien, cuéntame. ¿Qué sucede compañero?
Se habían alejado un poco de la mesa, no sin sentir las miradas curiosas de los otros dos. Hellboy conocía perfectamente a Abe, y si de repente se lo quería llevar en medio de la conversación que estaban teniendo acerca de Victoria es que algo iba mal. Muy mal. Jodidamente mal para ser exactos. Abe apoyó su codo derecho sobre la palma izquierda y gesticuló con la mano derecha.
- Rojo, ¿recuerdas que te hablé acerca de la extraña naturaleza de Sloan en África, verdad?- El demonio asintió. Sabía de sobra que Abe llevaba mucho tiempo con Sloan en la cabeza. Según le contaba, nunca había visto nada igual hasta la fecha. Era algo que no conseguía explicar. Esa fue una de las razones por las que llevaron a Sloan al B.P.R.D, para poder examinarlo con más detenimiento y mejor equipo y poder deducir con mayor certeza qué podía ser.- Bien, he estado llevando algunas pruebas de rigor sobre él mientras charlabais y he descubierto algo... Insólito, y a la vez un poco preocupante.
- ¿A qué te refieres? Azul, más te vale que no sea que Sloan va a devorar el B.P.R.D porque no me gustaría tener que pelearme con él de nuevo.- En África, el demonio y Sloan habían medido sus fuerzas. En su primera forma, un amasijo de tentáculos y bocas, Hellboy no había tenido muchos problemas para enfrentarse a él. Sin embargo, en cuanto su forma se volvió más atlética y fuerte, lo había pasado realmente mal. Había sentido como hasta el último de los músculos de su cuerpo crujía en esa pelea, y no quería repetirla bajo ninguna circunstancia. Él era igual que el demonio: preferías tenerlo en tu equipo antes que en el contrario.
- No se trata de eso... Exactamente.- Azul pudo ver la cara de Hellboy. No era alguien especialmente paciente, y de vez en cuando le enervaba la idea de que Abe prefiriese explicar hasta el más nimio detalle antes de decir qué era lo malo de una situación o plan.- Verás, cuando nos enfrentamos a la bruja que había cogido la máscara de la lluvia, Sloan devoró a una extraña criatura muy parecida en naturaleza a él... Pero no la mató. Esa criatura vive en su interior y le está empezando a hacer daño o a fastidiar... Y eso no es todo. Según he podido ver, nuestro querido compañero lleva unos extraños y ancestrales símbolos tatuados en la espalda. Digo tatuados porque es lo que parecen a simple vista: tatuajes. Pero son mucho más que eso. La situación es... Que nuestro querido Sloan es como tú: está destinado a traer el fin del mundo a la tierra.
- ¿QUÉ?- Hellboy alzó la voz inconscientemente, y miró por encima del hombro a los dos que estaban en la mesa hablando entre ellos.- ¿Estás de coña? Azul, no me vengas con estas chorradas que tenemos mucha mierda encima... ¿Qué quieres decir? Pero Hellboy sabía de sobra a lo que se refería su compañero. Nunca se equivocaba cuando predecía un análisis. El demonio resopló y negó con la cabeza. Perfecto. Dos Apocalipsis andantes en aquella sala, y un tercero en camino con todos los jinetes. La cosa pintaba de puta madre.- Vale hermanito, voy a hacerte una pregunta y quiero que tu respuesta sea "Tranquilo Rojo, todo está bajo control"... ¿Sloan tiene controlada a esa cosa que lleva en el pecho, verdad? Porque no me molaría una mierda que de repente, en medio del café con Krauss y Manning, disfrutemos de una recreación del momento en el que el puto alien de la película sale del pecho del tío. Porque ya sabes cómo son estos dos con esas cosillas. Y si sucede esto con uno de nuestros invitados nos van a joder pero a base de bien, así que dime Abe: ¿Puedes asegurarme de que Sloan no va a transformarse en ningún tipo de monstruo tentaculoso o que le va a salir una mierda del pecho?
Abe no contestó. Miraba al demonio con gesto serio. Hellboy no estaba para bromas, y Abe lo sabía. Pero no podía mentirle. Abrió ligeramente los labios y un "eh..." salió de ellos.
- No puedo asegurarte al 100% que esté bajo control...-
- Joder, estupendo. ¿Qué más puede pasar?- Y antes de que hubiese terminado la frase, una alarma comenzó a sonar por todo el laboratorio mientras cientos de pequeñas sirenas rojas comenzaron a dar vueltas e iluminar la sala. Hellboy dejó caer su cabeza contra su pecho, apoyando la barbilla en este y resoplando.- Cómo no...-
Krauss regresó a la mesa cargado de libros mientras gritaba y maldecía en todos los idiomas posibles.
- ¡Agente Hellboy! ¡Le adverrtí de que esa crriaturra trraerría prroblemas! ¿Porr qué no acabó con ella como le dije? ¡Su falta de prrofesionalidad nos va a causarr un disgusto!- Dejó caer todos los libros sobre la mesa y gesticulaba con fuerza y enfadado. Hellboy puso los ojos en blanco y se volvió al doctor con el rostro enfadado.
- ¿Cree que no lo intentamos? Esa mierda es más dura de matar que el cabronazo de Shamael. Además, los informes aseguran que se trata de una criatura de otra dimensión y tiempo, de manera que sería interesante comprobar que no haya más de esos bichos por el planeta. Saber cómo enfrentarnos a él no nos vendría mal, creo yo. Pero tal vez el señor "yo lo sé todo" podría bajar y dejarse destripar por ese cagarro de dientes y garras. ¡Ah, claro! ¡A usted le daría igual porque es una escafandra rellena de humo!- Hellboy se acercó a la mesa y recogió el Samaritano con violencia. Luego señaló a Rebecca y a Sloan y les hizo un gesto con la mano.- Vosotros dos, conmigo y con Abe. VAis a ver lo que es un cabronazo con hambre.
(OCC: la criatura en cuestión es el ser del Kryptón prehistórico que capturaron en el post "Área 51-B". Es un ser extremadamente agresivo y peligroso, tan duro de matar como sería Superman. La sala en la que se encuentra es un largo pasillo lleno de jaulas con toda clase de criaturas mitológicas y monstruos que queráis poner. Hay de todos los tamaños y formas (las jaulas) dependiendo del ser que habite en ellas. Podéis usar a Krauss y a Abe como siempre, así como poner las criaturas que queráis en ese pasillo si roleáis hasta él. Cualquier duda, sugerencia o corrección mandádmela a la cuenta de Planaria que me llega al correo ^-^)
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Tema: Re: Bienvenidos a la familia Adams (Rebecca Logan, Sloan Jenkins) [27 de Marzo de 2018] 7th Octubre 2014, 11:08
Aquello se estaba saliendo de madre. Esta vez no pensaba tener piedad con aquella cosa. Bastante había sido permitirle a Hambre marcharse con una muerte dolorosa. Si ella hubiese tenido el poder y los medios, lo habría encadenado a una mesa, y lo habría tenido sumergido en agua hasta que la carne empezase a pudrírsele en vida y pudiera desprenderla de su esqueleto con sólo agarrar y tirar. Pero aunque no haya piedad para los malvados, a veces es imposible impartir el castigo que se merecerían. No le estaban gustando nada las ideas que se le iban cruzando por la cabeza, y cuando Rojo le preguntó, ella dio un pequeño respingo levantando la cabeza para mirarlo con una rapidez inusitada.
- El templo de los originales era una antigua mezquita, uno de esos templos musulmanes. Hace mucho tiempo quedó gravemente dañado y estaban pensando en demolerlo, cuando Fâris se mostró interesado en comprarlo. Sólo dejó la entrada, como muestra representativa del patrimonio. Cuando le preguntaron que porqué, dijo que Alá se sentiría feliz de saber que sus caballos le eran igualmente fieles. No es que sea un extremista, pero si muy devoto. Allí empezó a criar caballos arábigos, y por eso se le empezó a dar ese nombre. - hizo una pausa, y continuó - El caballo arábigo es, casi con toda seguridad, la raza mas antigua de caballo reconocido y también la más apreciada incluso a día de hoy. Todas las razas actuales descienden directa o indirectamente de él. Se les mezclaba con el resto de las razas por sus cualidades, son animales de tremenda inteligencia, carácter inquebrantable y su resistencia es más que sobresaliente. Es algo así como el "Adán" de los caballos, ¿entiendes? - preguntó, sin percatarse de que estaba hablando a Hellboy, obviando a Krauss.- Por eso cuando Fâris empezó a criarlos en la mezquita, se la bautizó así. "El templo de los originales" - dijo sin poder evitar que una sutil nota de aflicción se colara en el suspiro posterior.
Para ella, aquello era casi como mentar a sus muertos. Un buen animal sería obligado a servir a un tipo que lo usaría para destruir, y además no sería cualquier animal, si no el "Padre" de todos ellos. Guardó silencio un instante, mientras respiraba profundamente. Era mezquino hasta la degeneración.
Cuando Rojo se fue a hablar con Abe y Sloan se acercó a ella, por toda respuesta a la pregunta de su ayudante, recibió una firme mirada azulada.
- ¿Has estado en Marrakech? - preguntó, antes de señalarle una banqueta a su lado, pidiéndole que se sentara.
Rápidamente, puso a Sloan al corriente de todo. De su viaje hasta inglaterra para correr en el Grand National. De su encuentro en las cuadras con Rojo. De cómo un animal gigantesco y espectral había aparecido de la nada, sembrando el caos, la muerte y la destrucción; de cómo habían seguido a quien se hacía llamar Hambre, jinete del Apocalipsis, hasta escocia, donde había tratado de matarles utilizando un montón de criaturas de lo más inverosímiles a su alcance. No entró en detalles, y desde luego no le contó lo sucedido en el interior del espejo. No quería rememorar lo sucedido allí, o mas bien... lo que había visto. Aunque si hizo bastante hincapié al hecho de que habían conseguido matarlo, y sobretodo, que habían proporcionado a Hambre una muerte lenta y dolorosa en pago por las atrocidades que había cometido.
Se percató entonces de que Krauss había estado escuchando toda la conversación, y permanecía de pie, allí quieto. Por primera vez no hizo comentario alguno, ni ningún gesto exagerado, como acostumbraba. Sólo se quedó allí, en silencio. La vaquera le dirigió una mirada firme, pero atenazada por una melancolía propia de quien ha visto y vivido. Tras unos instantes, Krauss volvió al trabajo. La vaquera permitió a Sloan unos segundos para procesar la información, pero luego, se giró hacia él, para quedar cara a cara. Apoyó una mano sobre su hombro, y apretó suavemente.
- Ahora ya sabes porqué nos conocemos, y qué hago aquí. Han descubierto pistas de que puede haber otro jinete suelto. - dijo, intensificando su mirada - Eres mi ayudante. He visto lo que eres capaz de hacer. Confío en ti... Así que responde: ¿Si te pido que me acompañes, vendrás conmigo? - pregunto, haciendo que aquella pregunta reverberara en las paredes del laboratorio, con una intensidad difícil de medir.
El momento se vio interrumpido por una alarma que comenzó a sonar por todas partes. Se clavaba en los oídos como el grito de una burra de parto. Ella hizo una mueca, pero luego se acostumbró. Hellboy y Abe se acercaron a ambos, y como toda respuesta, la vaquera se quitó los guantes y los dejó encima de la mesa, calzándose el sombrero para ponerse en marcha en dirección a donde quiera que los llevaran. Antes de entrar en una especie da pasillo, la vaquera identificó varios gritos, chillidos y gruñidos. Todas las ideas terribles que le habían abotargado la cabeza desaparecieron de un plumazo, permitiendole sentir una anticipación que hacía mucho que no sentía. Igual que los nervios y la subida de adrenalina propia antes de disparar en un duelo a muerte. Abrieron las puertas del pasillo dejándoles entrar... y se quedó sin habla.
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Tema: Re: Bienvenidos a la familia Adams (Rebecca Logan, Sloan Jenkins) [27 de Marzo de 2018] 8th Octubre 2014, 18:00
- ¿Siendo sincero? Ni puta idea. - Pregúntale si ha visto un caballo volar entre las nubes. Pregúntale si ha visto crecer un árbol desde que era una semilla hasta convertirse en una torre con hojas. Pregúntale si ha comido un plato en especial o si ha nadado entre mares de llama. Pregúntale cualquier cosa que se te pase por la cabeza en lugar de preguntarle por geografía, porque lo único que podría decirte es que te puede señalar lo que ha visto y no ha visto, siempre y cuando lo tenga ante sus ojos. Mucho conocimiento y todo lo que quieras pero de geografía ni papas.
Se sentó con Rebecca para que lo pusiera al día. Asentía en cada pausa para que viera que la estaba atendiendo y que se quedaba con todo lo que le decía. Cualquier otra persona la hubiera tomado por loca, puesto una camisa de fuerza y mandada de una patada al primer psiquiátrico que encontrara entre la punta de su zapato y la costa oceánica. Cualquier persona, pero claro, Sloan no se podía tachar de persona y, por lo que le estaba contando, no era muy difícil de creer en la historia de los jinetes del Apocalipsis. ¿Se cree en Dios, pero no en los jinetes? Eso es como decir que crees en Dios pero no en el Diablo. Si crees en uno, crees en el otro, porque ambos son dos caras de la misma moneda: la moral humana. Cuando llegó al final de su historia con la muerte del jinete (un poco difícil de creer eso si, tomando en cuenta los referentes bíblicos) notó un deje de... algo en su voz y su mirada. ¿Preocupación? Tal vez. Pero entonces le puso la mano sobre el hombro y lo miró a los ojos. Ese gesto solía conllevar complicidad para con algo. Estaba claro que quería pedirle una especie de favor, y llegó con sus palabras: que se uniera a la lucha, como su ayudante.
Sloan se encontraba entre dos frentes en ese mismo instante. Por un lado, no se le había perdido nada con el tema de los jinetes. Sabía de buen grado que tras la colisión de los mundos había gente y criaturas como Hellboy capaces de enfrentarse a éstas criaturas sacadas de finales proféticos. No lo necesitaban para nada. ¿Por qué implicarse en algo que no era de su incumbencia ni sacaría beneficio alguno? No tenía sentido. Pero con eso llegaba el segundo frente: los sentimientos humanos no tienen sentido. Comprendía que Rebecca había establecido un cierto vínculo con el moreno, y que éste no había hecho nada para impedírselo, o más bien ayudó a que se avivara. ¿Tal vez para sentir lo que sienten los humanos? Pero eso le era imposible, porque saber y comprender si, ¿pero sentir de verdad? Imposible. No era más que un placebo. Pero aun así...
Al abrir la boca no salieron palabras de su interior sino que entró una sirena más chillona que cualquier vecina del quinto, frustrada y con ansias de incordiar. No pudo ni siquiera darle una respuesta cuando ya estaba Hellboy dando órdenes para moverse tras una pequeña discusión con el cabeza en las nubes (o en el humo... que chiste más malo). Como un resorte, la sheriff se levantó y se preparó para salir de caza, poniendo esa mirada que te decía "no te pongas entre mi cañón y mi objetivo". Sloan no llevaba armas encima pero tampoco las necesitaba para defenderse: con sus propias manos no creía que le fuera difícil darle una lección a lo que fuese que hubiera disparado esa alarma. Siguieron a Hellboy y Abe de cerca. Llegaron hasta unas compuertas tras las cuales Sloan podía escuchar un montón de patas moverse de un lado a otro, fauces nerviosas gritando como locos y aleteos incontrolados con el miedo en vena. Se abrieron las puertas y esperó a que Hellboy diera el primer paso. Rebecca parecía haberse quedado muda y no sabía el por qué... hasta que miró dentro: un largo pasillo, con un largo número de jaulas por todas partes, con criaturas sacadas de la imaginación más portentosa los observaban, expectantes. Algunas eran de pura furia e ira, y otras eran de súplica. Algo en su interior se encogió. No sabría decir qué era pero, de alguna forma, se sentía en resonancia con todas aquellas criaturas encerradas. ¿Qué eran, y por qué las tenían encerradas? De repente sintió que no podía razonar con la suficiente soltura como para sumar dos y dos.
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Tema: Re: Bienvenidos a la familia Adams (Rebecca Logan, Sloan Jenkins) [27 de Marzo de 2018] 9th Octubre 2014, 10:03
Desde que habían traído a aquel alien a la base no había traído más que problemas. Constantemente se lanzaba contra los muros y el cristal, haciéndolos desquebrajar como si fuesen de cartón. Las jaulas del B.P.R.D estaban preparadas para retener a criaturas tan poderosas y fuertes que podrían haber partido una secuoya como si de un palillo de dientes se tratase. Sin embargo, esa criatura era peor que un dolor. Hacía tiempo que no veía algo tan fuerte y agresivo. Sus pasos acelerados les llevaron a una enorme puerta blindada, que no tenía nada que envidiarle a la de ningún banco de alta seguridad. Tenía metro y medio de espesor, y pesaba más de dos toneladas. Si algo conseguía romper esa puerta, es que la cosa iba muy pero que muy mal. Antes de abrirla se volvió a los que le acompañaban con el rostro serio. Las alarmas seguían resonando sobre ellos, y Krauss llegó casi corriendo por detrás de ellos.
- Antes de cruzar esta puerta debéis saber que hay cosas en este mundo que os pondrían los pelos de punta. A ti a lo mejor no tanto Sloan. La mayoría de las criaturas que aquí residen son seres tan peligrosos que podrían diezmar a la población humana en cuestión de horas. No hemos conseguido matarlos ni encontrar una manera de devolverlos allí de donde provienen. Otros son seres que nos han ayudado a prevenir masacres o plagas enteras. Ante todo, no os dejéis llevar por el pánico.- Y, con un movimiento lento y pesado, abrió la puerta. Rugidos y gritos provenientes de los rincones más oscuros del infierno hicieron que la alarma que reventaba los tímpanos de los presentes se convirtiese en un agradable sonido. Un largo pasillo apareció ante ellos, con un sinfín de criaturas a ambos lados encerradas en enormes jaulas de cristal reforzado. Al final de este, un montón de agentes se apelotonaban en una jaula en concreto. Al demonio le gustaba llamarlo "el cabronazo hambriento". Habían estado investigando durante semanas, descubriendo finalmente que se trataba de una criatura prehistórica de un lejano planeta conocido como Kryptón. Era prácticamente invulnerable a las balas corrientes, y se regeneraba muy rápidamente de las balas especiales que guardaban para cazar y matar a otros seres. Cuando alcanzaron a los hombres Hellboy los miró y estos se separaron lentamente, intercambiando miradas entre ellos, el demonio y la criatura del interior de la jaula.- Hola cielo, ¿me echabas de menos?
Los terribles y espeluznantes ojos amarillos del ser se posaron el demonio. Carecían de pupilas y brillaban como dos focos en la noche. Iba a cuatro patas y mediría aproximadamente como un coche mediano. Tenía un morro ligeramente alargado provisto de dientes. Algo parecido al de un cocodrilo. Su lomo estaba lleno de pinchos que sobresalían amenazadores. En la parte posterior de la cabeza, dos pequeñas orejas puntiagudas se movían a toda velocidad, y lo que parecían un par de largas antenas bailaban sobre su espalda. Tenía una gruesa cola provista de pinchos por todos lados. Su color era negro como el carbón, con algunas manchas rojizas en el costado.
- Los pinchos del lomo y la cola son venenosos, que no os toque o moriréis... ¿Qué pasa cabronazo, ya no armas tanta bulla?- Y la criatura rugió con fuerza, avalanzándose con fuerza contra el cristal que los separaba. Un fortísimo golpe seco, y unas minúsculas grietas aparecieron en el cristal. No se desquebrajarían tan fácilmente. Tenía casi medio metro de espesor y estaba reforzado. Sus ojos recorrieron a los presentes mientras un sonido gutural salía de su garganta, como el de un cocodrilo. Observaba a los curiosos mirones, evaluando la situación. Hellboy sabía lo que hacía. Los estaba cazando. Buscaba al miembro más débil de la manada para atraparlo y devorarlo. El demonio dio un golpe al cristal para captar su atención, y así lo hizo. Para el ser, Rojo era el macho alfa de la manada, el búfalo más fuerte contra el que no quieres enfrentarte, y que sabes que puede darte una cornada que te mande al otro barrio. Le mostró los dientes abriendo ligeramente la boca, y una baba verdosa cayó de esta.- Este que veis aquí es un ser de Kryptón. Sabemos que es un extraño planeta lejano, pero aparentemente fue destruido hace muchos años, lo cual no es nada bueno. Si este ser está aquí, es que la colisión de mundos no sólo unió dos universos, sino que abrió unos portales a través de los cuales se podía viajar en el espacio y el tiempo. A saber si hay más criaturas como esta...
No tenía ni idea de qué hacer con ese ser. Su piel era extremadamente dura para sacarle una muestra de sangre. Había cogido algo de su baba después de dormirlo con un gas que habría dejado a un elefante en coma durante dos meses. Se volvió a los presentes y miró a Rebecca y a Sloan.
- Vosotros no tenéis ni idea de qué es eso de Krytón, ¿verdad?- Cualquier ayuda que les pudiesen aportar sería más que bienvenida, ya que ellos sabían relativamente poco acerca de ese planeta. Sloan seguramente no supiese nada, ya que pertenecía al mismo universo que ellos, a juzgar por su encuentro en África mucho antes de la colisión de mundos. Pero también era capaz de viajar a través de dimensiones. Tal vez había visto u oído algo acerca de ese lugar. ¿Y la vaquera? Ella posiblemente perteneciese al otro universo. Después de todo, vivía a las afueras de Gotham, una de las ciudades que habían aparecido después de la colisión, así que tal vez ella pudiese decirle algo.- Sea como sea, este bicho me está empezando a tocar mucho la moral... Sloan, tú cuando viajas a través de dimensiones, ¿cómo lo haces?
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Tema: Re: Bienvenidos a la familia Adams (Rebecca Logan, Sloan Jenkins) [27 de Marzo de 2018] 15th Octubre 2014, 00:55
Tuvo que llevarse la mano al pecho para tratar de normalizar su respiración. El corazón le palpitaba en el pecho a causa de la excitación, y las pupilas se dilataban, sobre estimuladas por todo lo que era capaz de percibir en el entorno. Urnas de cristal, jaulas, y otros muchos contenedores diversos se esparcían por todo ese pasillo, mostrando algunas de esas criaturas que sólo era posible ver en relatos antiguos, cuentos de hadas o películas de ciencia ficción. Después de unos segundos en los que estuvieron a punto de flaquearle las fuerzas, se acercó tratando de contener la emoción que la embargaba, que fustigaba su curiosidad como una fusta descontrolada en manos de un cuatrero, obligando a su caballo a correr más veloz que el viento para evitar su captura.
Sus ojos, ávidos de observar aquellos seres que hasta entonces jamás habían visto, pasearon entre todos los habitáculos que le quedaban cerca. Vio cuerpo que entremezclaban pelaje con escamas, dientes que se unían a cuerpos con agallas, expresiones que tenían más de humano que de animal, garras que pertenecían a criaturas con cuernos desafiando las leyes naturales. Trató de atrapar cada imagen en su mente, procurando captar cada detalle para deleitarse luego en sus recuerdos, y ver de nuevo aquellas cosas reflejadas en el cálido crepitar de un fuego...
- ¿Rebecca?- llegó su voz, haciendo que ella pestañeara y se girara rápidamente.
Azul la contemplaba con su pacífica expresión, ladeando la cabeza con una duda impresa en ese gesto. Entonces la vaquera se percató de que se había quedado muy atrás, y apretando el paso, se unió a Hellboy, del que no pudo escuchar sus usuales mamarrachadas de machito, y a Sloan, que por la cara parecía a punto de sufrir una indigestión o algo así.
Llegó justo a tiempo de comprobar como una criatura de gigantescas dimensiones se estampaba contra un cristal del ancho de un muro, haciendo una grieta que, seguro, había sido fruto de una exhibición de fuerza impresionante. A pesar de lo cual, la vaquera no se movió ni dio muestras de miedo. Lo peor que podías hacer con un animal, fuese del origen que fuese, era mostrar miedo. Te convertía en un ser débil, y ellos lo sabían. En algunos casos incluso lo transmitías al propio animal, lo cual empeoraba más todavía. Cuando el ser contempló las figuras al otro lado del cristal, sus ojos se posaron en los de él, y conectaron por un momento, en un dialogo mudo en el que se dijo todo lo necesario.
Las palabras de Hellboy quedaron amortiguadas por sus propios pensamientos, y sólo tuvo algo que decir cuando escuchó la pregunta. Algo le hizo prestar atención repentina, entonces se percató de que se trataba del nombre. Un nombre que le sonaba de algo...
- ¿Kyrpton? - murmuró entonces, más para sí misma que para ellos. Aguardó unos momentos, mientras repetía ese nombre tan sólo moviendo los labios, sin emitir ningún sonido, como si lo estuviese llamando. - Kyrpton... - volvió a repetir, mirando hacia arriba, con la boca entreabierta y cerrando los ojos en señal de concentración.
¿De que le sonaba ese dichoso nombre? Después de unos instantes con la mente en blanco, por fin acudió a su mente. Secciones de noticieros, recortes de periódicos, Batman y... La vaquera dió un respingo y chasqueó los dedos, dibujando una sonrisa en su rostro al tiempo que golpeaba a Hellboy en el pecho.
- ¡Por las pistolas de Buffalo Bill! ¡Krypton! ¿No tiene algo que ver con superman? - dijo entonces, apoyando los brazos en las caderas, y el peso en un lado. Había visto varias cosas de ese tipo fornido, y estaba segura de que incluso una vez en directo, cuando fue a Gotham por algo. ¿No habían hecho algo juntos él y el murciélago? Apostaría un dolar de plata a que sí.
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Tema: Re: Bienvenidos a la familia Adams (Rebecca Logan, Sloan Jenkins) [27 de Marzo de 2018] 18th Octubre 2014, 00:20
Hellboy tiró para adelante, y Sloan vio como Rebecca se quedaba a su lado. ¿Le estaba pasando lo mismo? No lo creía. Es más, tal vez ni se le acercara. ¿Pero cómo podía estar seguro? No lo estaba. Simplemente, lo sabía, como muchas otras cosas que entendía sin saber el motivo. Sin embargo, pese a las grandes diferencias, se podría decir que más o menos era lo mismo. ¿Me seguís? En ese caso traedme un café que esto va para largo.
Azul llamó la atención de Rebecca, y con su espalda como guía Sloan se encaminó por el pasillo. Miró a izquierda y derecha. Observó cada detalle, cada mirada. Cada dentellada y cada medio rugido quedándose en poco más que nada. No se estaba quedando prendado de aquellas bestias, ni sentía cierta lástima por ellas. Sin embargo, una amalgama de sensaciones contrarias le estallaron en el pecho cuando se vio a si mismo reflejado en cada cristal, imaginando que no eran ellos sino él el que estaba encerrado dentro de aquellas jaulas. ¿Qué diferencia quedaba entre las criaturas encerradas y el propio Sloan? Tan estrecha como la opacidad del cristal. Al final estaba encerrado la bestia más fuerte y salvaje de todo el complejo. Cuando se acercó la criatura levantó la cabeza, mirando más allá de aquella fachada de persona normal y corriente. Hellboy le preguntó algo acerca de moverse entre dimensiones cuando el animal de Krypton se abalanzó de nuevo contra el cristal. A diferencia de los demás animales de la Tierra, los cuales se movían con miedo, éste respondía con suma violencia: destruir antes que ser destruido. Bien que comprendía esa ideología pues, era la naturaleza misma de las especies dominantes.
En caso de Sloan, no necesitaba dicha ideología.
- ¿Sinceramente? Ni puñetera idea de lo que estáis hablando. Que si Krypton, que si supergay... perdón, superman o como se llame... Lo único que me suena es Krypton, y porque me suena a roca dura o granito puro. - Se rascó la cabeza un par de veces para encontrar una forma de explicar su forma de moverse entre espacios y dimensiones. - Bueno, yo lo que hago es moverme entre dimensiones usando como nexo mi propia dimensión. Lo que pasa es que, si éste bicho viene de un espacio y tiempo distinto, no creo que pueda llevármelo como si nada y dejarlo en su mundo si éste estalló. Antes me da a mí que si que podría, cuando no estaba reducido dentro de una forma corpórea de carne y cartílagos, pero ahora... Me da a mí que vais a tener que buscar otra forma. Como mucho podría llevarlo lejos de aquí, a otro planeta al tun-tún y ver si se acopla pero ya. ¿Por qué no buscáis a ese tal Superman? Si la sheriff dice que tienen alguna relación, en ese caso es el mejor para daros una solución, ¿no?
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Tema: Re: Bienvenidos a la familia Adams (Rebecca Logan, Sloan Jenkins) [27 de Marzo de 2018] 19th Octubre 2014, 11:59
Hellboy miró a Abe tras las palabras de ambos. ¿Superman? Sabían quién era. Tras la colisión de universos habían aparecido cientos y cientos de nuevos personajes. Uno de los grupos más importantes, sino el más importante, era la Liga de la Justicia, formada por un puñado de súper héroes de todo el planeta que defendían la tierra de los peligros que la asolaban. Lo más parecido a los Vengadores que uno pudiese imaginarse, con la diferencia de que ellos seguían siendo el grupo original mientras que por los vengadores habían pasado varias decenas de miembros. Superman era, posiblemente, uno de los seres más poderosos del planeta. Capaz de volar, con una fuerza extraordinaria, prácticamente inmune a cualquier arma u objeto que fuese usado contra él... Eso explicaba muchas cosas. Si ambos provenían del mismo planeta era lógico que el ser que tenían delante fuese tan fuerte y resistente. Sus balas benditas apenas hacían mella en su piel, y se curaba casi al instante.
- Buscar a Superman es más complicado de lo que parece. Según tenemos entendido, lleva bastante tiempo desaparecido. Nadie sabe dónde está, y si alguien lo sabe lo guarda en secreto.- Las noticias alrededor del mundo y en especial las que tenían que ver con Metrópolis, una nueva ciudad que había aparecido no lejos de allí, situaban el paradero del hombre de acero en desconocido. Nadie le había visto en un tiempo. Tal vez la Liga lo supiese. Fuera como fuese, tenían que hacer algo con esa criatura, o acabaría por tirar abajo la sede de la organización por completo.- Lo del cómo te teletransportas era más bien para intentar averiguar cómo había podido llegar esta criatura aquí, más que para que te la llevases lejos. Como ya os hemos dicho, pertenece al Kryptón prehistórico, con lo que este ser debía haberse extinguido hace millones de años. Y, sin embargo, aquí está. Las criaturas que son capaces de llegar hasta aquí a través de dimensiones suelen usar portales sobrenaturales que les permiten pasar del infierno a la tierra, como por ejemplo un aquelarre o una ouija. Pero este bicho no presenta la típica radiación emitida por los seres de naturaleza sobrenatural. Por eso nos tiene tan desconcertados.
A Hellboy tampoco le preocupaba de sobre manera. Tenía cosas en la cabeza mucho más importantes y peligrosas, como los jinetes que andaban sueltos. No era la primera vez que guardaban algo de semejante poder allí abajo. Pero eso no quitaba que fuese un auténtico incordio de bicho. La situación pareció calmarse finalmente, y la criatura siguió andando en círculos en el interior de su jaula, mostrando sus afilados dientes y garras a los presentes que le observaban con curiosidad. El demonio se volvió a la vaquera y al moreno suspirando.
- Tú parece que sabes más de lo que muestras vaquera. Primero conocías lo del templo de los originales, ahora conoces Kryptón y a Superman... Eres toda una caja de sorpresas.- Y le sonrió. De Sloan ya lo sabía. En África había mostrado todo lo que guardaba dentro. Aún así, el demonio estaba seguro de que guardaba mucho más que no había mostrado. ¿Pero Rebecca? Ella no era más que una humana normal y corriente en apariencia. Y, sin embargo, había demostrado ser más fuerte y valiente, a la par que astuta, que muchos otros seres que había conocido. En cierto modo, le recordaba enormemente a Liz. Antes de que la vaquera pudiese contestar, apareció el doctor Krauss con una carpeta de la que sobresalían varios papeles.
- Agente Hellboy, agente Sapiens, Sloan y Rrebecca, he estado investigando acerrca del templo de los orriginales, como bien ha dicho la vaquerra. Al parrecerr, allí guarrdan unos de los ejemplarres más imporrtantes de la rraza arrábigo del mundo. Su dueño es un famoso experrto en caballos que se enorrgullece enorrmemente de su situación. Vende los caballos a prrecio de orro y es conocido en todo el mundo de la hípica, lo cual explica porr qué nuestrra querrida compañerra sabe quién es.- El tono de Johann era mucho más dulce (si eso era posible) que el mostrado anteriormente. Si había una cosa que Johann era capaz de reconocer eran sus errores. Había tratado a los invitados con demasiado orgullo, y mostraba su error dándole la razón a Rebecca y mostrándose mucho más amable.- El caso es, que hemos mandado un equipo de investigación a la zona de Marrrakech parra que nos inforrmen de cualquierr incidente o nueva noticia de nuestrro querrido amigo jinete. En cualquierr caso, me gustarría que continuásemos con la investigación en la biblioteca, si son tan amables de seguirrme. He encontrrado algo que podrrá serrnos útil.
El demonio asintió y, tras mirar al resto para ver en sus ojos si les parecía bien, siguió al doctor hacia la sala de los libros de nuevo. Abandonaron el largo pasillo con todas las criaturas rugiendo y gritando, dejando al monstruo kryptoniano dando vueltas silenciosamente en su jaula, como un depredador preparándose para atacar, planeando su ataque y su siguiente golpe.
Cuando llegaron a la biblioteca, los libros de la mesa habían desaparecido y tan sólo quedaban un puñado de pequeños papeles. El doctor los apiló con cuidado y luego se los mostró a sus acompañantes. Varios símbolos y lo que parecían cuatro armas aparecían dibujados.
- Estas son las arrmas de nuestrros enemigos, así como sus poderres. Aún es un poco prrematurro todo, perro podrría ayudarrnos en el futurro. Hambrre fue el prrimerro en caerr, y porrtaba una cimitarrra maldita. Tenía el poderr de asolarr todo a su paso, y de podrrir hasta la florr más herrmosa. Victorria, como pueden verr, cuenta con un enorrme arrco mágico, capaz de acerrtarr a una paloma en el ojo a más de un kilómetrro de distancia. Su poderr aún nos es desconocido, así como el de Guerrra o Muerrte. Sabemos que estos cuentan con una enorrme espada y una guadaña rrespectivamente. Suponemos que el poderr de Guerrra serrá parrecido al de Hambrre, perro a un nivel mayorr. Y el de Muerrte bueno, serrá matarr a cualquierra que se prroponga o al que toque. Aún estamos investigando estos símbolos, perro prronto sabremos exactamente qué son.- Algo estaba claro. Enfrentarse a esos jinetes no iba a ser un paseo por el parque ni mucho menos. Aunque bueno, era comprensible. Hellboy todavía seguía algo escamado por la idea de que hubiesen conseguido matar, por así decirlo, a Hambre. No sabía hasta qué punto eso había sido posible, y no descartaba una posible sorpresa en el futuro. Por eso, cuanto más supiesen, mejor.
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Tema: Re: Bienvenidos a la familia Adams (Rebecca Logan, Sloan Jenkins) [27 de Marzo de 2018] 19th Octubre 2014, 14:37
No sabía qué le sorprendía más, si ese bicho inmenso, o el hecho de que según Rojo su ayudante era capaz de viajar entre dimensiones. Era un concepto tan abstracto y tan absurdo que sólo pensar en él estuvo a punto de provocarle una migraña, así que prefirió obviarlo por el momento. Bastantes quebraderos de cabeza tenían ya. De todas maneras, tomó buena nota mental de ello. Sloan tenía que dar unas cuantas explicaciones en torno a un buen whisky. No tenía idea de que Superman estaba perdido de la faz de la tierra, aunque seguro que no estaría muerto. No había forma de acabar con aquel a quien apodaban "El Hombre de Acero". Al menos eso era lo que te vendían los periódicos, a pesar de lo cual, ella no habría apostado el dedo del gatillo. Nunca se sabía.
- Parece mentira que midas dos metros y medio y seas tan corto de entendederas. - dijo la vaquera, mirando a Hellboy de arriba a abajo, dándole una palmatida en la espalda y negando luego con la cabeza en un gesto de hastío - ¿Tienes idea de toda la gente que es fan de ese tipo? Seguro que cualquiera de esos chalados fanáticos te contaría cosas de él por menos de lo que vale un café decente. ¿Quien sabe? Igual alguno te cuenta algo interesante. - añadió para luego girarse hacia Sloan señalando con un dedo acusatorio - Me debes una explicación. - advirtió, para luego relajarse y sonreír a ambos.
Aquello estaba siendo agotador, al menos para ella. Si seguía pensando tanto iba a darle un vaído o algo. Al trabajo físico estaba acostumbrado, y también al trabajo mental, pero aquello estaba siendo demasiada información para haber empezado desde tan temprano.
- ¿Quién diablos no conoce a Superman? El día que apareció por las calles de Gotham acompañado de Batman más de uno se mojó los pantalones, créeme. - dijo, haciendo un gesto ladeando la cabeza y alzando una ceja. Su sonrisa se amplió, aceptando el cumplido de Rojo, para luego continuar - Tengo mis momentos. Moveré algunos hilos, a ver qué encuentro. - dijo asintiendo, y haciendo que su sonrisa se atenuara.
A alguien podría llamar que le echara una mano para documentarse acerca de Superman. No debería ser complicado. Le erigían estatuas, por todos los diablos, alguien debía saber de qué iba todo aquello.
Malos humos irrumpió en la conversación, pidiéndoles que volvieran a la biblioteca para continuar hablando sobre todo aquello. Le pareció oír un matiz en la voz, que le hizo sonar algo más que cortes. Casi diría que amable, si es que los alemanes conocían el significado de esa palabra mas allá de las cuatro esquinas de sus cabezas cuadradas. Pero el hecho de que les tratara algo mejor dulcificó su expresión, e incluso le dedicó un sonriente asentimiento, antes de volver a subir a la inmensa sala en la que habían empezado ese rodeo.
Durante el camino, la vaquera se acercó a Sloan y le dió un leve empujón con el hombro, poniéndose a su lado, para llamarle la atención. Era un gesto divertido, casi cariñoso.
- Ey vaquero, ¿Estas bien? - preguntó, mirándole directamente. En sus ojos había un suave reflejo de preocupación. - Te he visto ahí abajo. Daba la impresión de que no te había sentado del todo bien el desayuno. - añadió, tratando de quitarle hierro al asunto, pero claramente interesada.
Si le sucedía algo, podía contárselo. Trataría de cubrirle las espaldas, como él lo había hecho por ella. Era lo menos que podía hacer por su ayudante. Enseñarle y protegerle. Aunque eso exigía reciprocidad, y ése término estaba aún por comprobar.
Cuando llegaron a la biblioteca, Krauss empezó a explicarles. Había unos dibujos de lo más siniestros y una lista de armas que pensaban utilizar. Muerte estaba clara, pero el hecho de que victoria fuese un arco y que, según el alemán, tuviese una puntería extrema hizo que un escalofrío recorriera el cuerpo de la vaquera. Como ya había demostrado, aquel era su punto fuerte. La puntería era lo suyo, y la verdad es que la satisfacción sería doble si conseguía ganar a ese cabronazo en su propio terreno. Sin darse cuenta, en su rostro se había dibujado una sonrisa, y sus ojos se habían abierto dándole un aire ausente, con una expresión brutal.
- Hay algo que me gustaría saber. ¿Estas cosas han pasado antes?- preguntó ella repentinamente, asaltada por una inspiración repentina - Si esto ha pasado seguro que habrá algún precedente. ¿No podrían ponerse en contacto con el vaticano, el papa, o alguien con acceso a todos esos manuscritos mas viejos que la tos? Seguro que esos símbolos son recurrentes.- sugirió encogiéndose de hombros.
Sentía una sensación de expectación que no recordaba en mucho tiempo. Como la primera vez que se subió a un toro salvaje, y vio por primera vez sus ojos. Desafío aceptado.
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Tema: Re: Bienvenidos a la familia Adams (Rebecca Logan, Sloan Jenkins) [27 de Marzo de 2018] 19th Octubre 2014, 19:03
- Será porque no es un ser sobrenatural, Hellboy - le aclaró el moreno, sacándolo de su error bastante común dado por dónde se encontraban. - No todo lo que sobrepase las expectativas tiene un deje de sobrenatural: que desconozcas su origen no implica que sea por la fuerza un ser sacado de algún agujero del abismo infernal como dirían la mayoría. Simplemente son así porque son así, como encontrarte un caballo o un perro de otro mundo. El agua bendita y los crucifijos te van a servir de poco si crees que todo cuanto existe fuera de los parámetros establecidos por la "normalidad" terrestre son seres demoníacos.
Más que la ignorancia de Hellboy a ver más allá de sus errores, le sorprendió que la sheriff le pidiera una explicación. ¿Una explicación de qué? Se quedó perplejo durante unos segundos hasta que analizó con calma la situación: tal vez Rebecca no supiera nada de sus poderes para viajar entre dimensiones, y si fuera así sería normal que buscara una luz en su ofuscada mente. Eso le ponía en una situación que no tenía vuelta de tuerca. O se lo decía, o ya podía irse despidiendo de su placa como ayudante. Así funcionaba la mente humana para con la supuesta traición, aunque también es verdad que podría estar haciéndose una bola de nieve. Tal vez Rebecca no reaccionara como esperaba que lo hiciera y fuera más... comprensiva.
El alemán les hizo pasar a la biblioteca para seguir con las investigaciones, dejando aquel ser prehistórico y las demás criaturas tras sus espaldas. Notó como cada una de sus miradas estaban conectadas justo entre sus omoplatos, y de no ser por el toque de atención de la vaquera, seguiría dándole vueltas a su inquietante preocupación.
- Sheriff, es imposible que un desayuno me siente mal. Si algún día pasa, vete despidiendo del mundo porque ésto se acaba - bromeó cambiando un poco ese chiste típico de "¿Que Sloan no puede comer más? ¡Es el fin del mundo!" y sus múltiples versiones. - Estoy bien, es solo que... por un momento me he puesto en la misma situación que aquellas criaturas y me he sentido agobiado. Es eso en realidad... - Desde fuera podía parecer que Sloan sentía cierta empatía con dichos animales y criaturas mitológicas, pero en realidad era su instinto de supervivencia el que clamaba por que saliera de aquella futura prisión lo antes posible. Lo que les pasara a aquellos bichos le traía sin cuidado.
Tras la explicación del alemán sobre los susodichos jinetes y lo que habían estado hablando sobre Marruecos, Sloan tuvo el presentimiento que tal vez si se metía de lleno en esa trifulca podría salir muy mal parado. Nunca se había enfrentado a criaturas con unas habilidades que desconocía, y si lo que estaban diciendo era cierto, tal vez no lo contara. Por un lado las sienes le palpitaban, lanzándole destellos en forma de pensamientos gritándole "vete de aquí, no te metas. Vete de aquí, no te metas". Y por otro, la idea de que existiera un ser que pudiera plantarle cara... tal vez fuera por su instinto primal, pero le picaba la adrenalina cosa mala.
- Si ha pasado antes, tal vez lo hayan encubierto de alguna forma, como SHIELD para conmigo. - De perdidos al río. ¿No quería una explicación? Se la daría cachito a cachito, para que no se atragantara, que para una persona humana con la que había establecido cierto vínculo más allá de un "hola, ¿cómo estás?"... - Aunque dudo un poco de que haya pasado antes. Su fuera así, no sé, vosotros por lo que he visto tenéis información a cascoporro. Dudo mucho por no decir bastante que no estuvierais al tanto de un advenimiento tan grande como que se te presenten los recaderos del fin del mundo en plenas puertas y que no tengáis ningún caso archivado en ésta biblioteca tan grande que tenéis. - Miró los símbolos que tenía el alemán bajo sus manos. No le decían nada ni le recordaban nada. Eran raros y extraños. Se llevó una mano de forma inconsciente a la espalda contraria por encima del hombro y se la frotó. No eran los mismos símbolos, pero cualquier cosa que guardara un parentesco con sus orígenes...
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Tema: Re: Bienvenidos a la familia Adams (Rebecca Logan, Sloan Jenkins) [27 de Marzo de 2018] 30th Octubre 2014, 11:18
Hellboy negó la cabeza con una pequeña sonrisa que no quiso mostrar a ninguno de los dos compañeros que iban con él. La vaquera con su comentario de la estatura y lo corto de entendederas que era el demonio, y Sloan con lo de que no fuese una criatura sobrenatural. En realidad no lo decía por eso, sino porque, aparentemente, ese ser era resistente a casi cualquier cosa. Una bala es una bala, esté rellena de plomo o de agua bendita. Hellboy no trabajaba con armas de fuego corrientes, más que nada porque sus enemigos no solían ser corrientes. Una bala rellena de agua bendita sería tan letal como una rellena de plomo si es disparada en un punto concreto. Sin embargo, ese repugnante ser parecía tener cierta resistencia no sólo a las armas de fuego convencionales, sino a prácticamente cualquier explosivo o proyectil que fuese disparado contra él. No era cuestión de si era sobrenatural o no, sino de que el cabrón aguantaba más que una cucaracha en una explosión nuclear.
Entonces la vaquera formuló una pregunta, secundada por Sloan, que provocó que tanto el demonio como su compañero azul se mirasen a los ojos, antes de volver a mirarlos.
- Es curioso que preguntes eso Rebecca... Porque, en realidad, sí que ha pasado antes, y al mismo tiempo no ha pasado. Me explico. El mundo ha sufrido un par de apocalipsis antes, por así decirlo. Pero este es uno distinto a cualquiera que haya sucedido. Veréis, las otras veces, esos apocalipsis eran causados por un meteorito que caía en la tierra y acababa con gran parte de la fauna, o una helada total. Sin embargo, el que tenemos ahora entre manos está causado por algo distinto. Aparentemente, la colisión de mundos ha provocado esto.- Hellboy sacó un mapa mundi y lo colocó sobre la mesa y pidió a sus compañeros que se acercasen.- Hay ciudades en este mundo abarrotadas hasta las trancas. Nueva York, Méjixo D.F, Tokyo... Son ciudades cuyos habitantes se cuentan por decenas de millones, y por eso están siempre abarrotadas de gente. El caso es, que desde la colisión, en muchas de estas ciudades, apenas se puede vivir. De hecho, hay muchos casos de gente que existía en ambos universos, y ahora conviven la una con la otra, como si fuesen gemelos o algo por el estilo... Pero son la misma persona. Esto ha provocado un desequilibrio no sólo en nuestro mundo, sino en el más allá por así decirlo. Cada uno de nosotros tenemos una ficha con todos nuestros datos e información recogida en unos ficheros en manos de Dios, por poner a alguien al cargo. El caso es, que repentinamente esos ficheros se han duplicado y en muchos casos hay dos almas idénticas. Eso, por la propia ley de la existencia, no puede ser, ya que cada alma es única. Así que creémos que eso es lo que ha causado la aparición de los jinetes del apocalipsis. Aparentemente el de arriba quiere formatear todo.
Dicho así, sonaba casi como una película. Incluso, como una broma macabra. Pero el demonio había hablado con Abe varias veces desde que todo comenzó, y su compañero parecía opinar lo mismo que él, aunque de una manera más abstracta. Abe jamás habría dicho que Dios quería formatear el universo ni nada por el estilo. Era más serio para esas cosas, aunque le fascinaban los jinetes. Para él, eran unas criaturas sobrenaturales completamente distintas a nada que hubiese visto hasta la fecha. No había nada, ni siquiera el propio Sloan, que hubiese captado tanto su atención y hubiese hecho saltar tantas alarmas en su mente. Eran seres perfectos, creados única y exclusivamente para una tarea: destruir y desolar el mundo que ellos habitaban. Pero, si eran tan infalibles, ¿cómo habían sido capaces de frenarlos, al menos a Hambre? Abe sostenía que no los habían frenado, ni mucho menos. Que sólo habíamos atrasado lo inevitable, al igual que Hellboy atrasaba su función en este mundo luchando contra todas las criaturas que lo invadían y lo llenaban de dolor, miedo y angustia.
- No sé si seréis creyentes o no, pero existe un lugar al que van a parar todas las almas del mundo. Bueno, en realidad dos lugares definitivos y un tercero temporal: cielo, purgatorio e infierno. En teoría, esos sitios son únicos para todo el mundo, seas del universo que seas, ya que no están en nuestro plano dimensional, sino en otro totalmente distinto, donde el tiempo y el espacio no existen. De manera que, a pesar de la colisión de mundos, ese lugar debería permanecer intacto y sin problemas. Pero parece ser que sí hay problemas, lo que nos hace preguntarnos muchas cosas, como si todo eso en lo que se cree es cierto o no lo és, sobre si realmente hay un único dios, o si ese dios es uno más en la lista de dioses que existen. Yo puedo aseguraros que el cielo y el infierno existen, pues yo provengo del infierno. Sobre si es lo único que hay, empiezo a tener mis dudas.- Y realmente las tenía. Hasta hacía un par de semanas, siempre había creído en el cielo y el infierno como únicos lugares que había después de la muerte. Los seres de otros planetas poderosos como dioses eran posiblemente ángeles encarnados, o seres más poderosos que los humanos normales y corrientes, pero nada que pudiese ser considerado un dios. Ahora, con todo lo que estaba pasando, comenzaba a pensar que tal vez no estuviesen tan solos como siempre había creído.
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Tema: Re: Bienvenidos a la familia Adams (Rebecca Logan, Sloan Jenkins) [27 de Marzo de 2018] 14th Noviembre 2014, 19:41
Todo ese proceso estaba pasando factura. En principio podría pensarse que dirigir un rancho era un trabajo más físico que cerebral, y en parte así era, al menos en lo que al trabajo diario atañía. Pero luego estaba el lado que nadie veía, en el que había que hablar con proveedores, activistas, abogados, notarios, y otro montón de gente que exige sin parar que te pases día y noche exprimiendo las neuronas como si fueran las tetas de una vaca vieja a la que quieres sacarle unas gotas más. Aquello estaba siendo algo parecido, mucho que ver, mucho que valorar, muchas emociones y sobretodo, un sinfin de hipótesis que mas valía, no acabaran en saco roto a menos que quisieran lamentarlo. Sus preguntas no iban desencaminadas al parecer, y su ayudante la secundó en sus dudas, que pronto fueron resultas por Rojo.
El resultado puede que no fuera el esperado. Ella se limitó a quedarse sentada, con la expresión perdida, inspiró profundamente y luego, expiró con un golpe de pulmón que sacó todo el aire. Se perdió por un momento en sus propios pensamientos, y en todo lo que acarreaba lo que Hellboy acababa de explicarles. Así que el cielo y el infierno existían. Bueno, tener a un demonio de dos metros y medio al lado que lo afirmaba, desde luego era un alegato convincente. Por otro lado, ella hacía mucho que había perdido la fe, a pesar de que sus padres habían procurado por todos los medios educarla en la creencia cristiana. Resultaba complicado creer que de entre todos los vendedores de patraña, la verdadera fuera la que te vendían una panda de exaltados millonarios pederastas. Por otro lado, la idea de que Dios hubiera decidido hacer borrón y cuenta nueva daba la impresión de que, o se había levantado con el pie izquierdo (buen chiste) o bien estaba volviendo a ser ese cabronazo vengativo que se había hartado de leer en el viejo testamento. Cuando se le necesitaba, el contestador estaba siempre activado. Cuando no, ya encontraba alguna manera de que te acordaras de él y de su Santa Madre. Nunca mejor dicho.
- Desde luego, nos hizo a su imagen y semejanza. Si lo que dices es cierto y con esto pretende borrar del mapa ese "error" de fichero, resulta bastante estúpido para ser una consciencia omnipresente, universal y blablabla. - aseveró, sin cortarse lo más mínimo. - Actúa como un niño con una granja de hormigas. Es divertido tenerla al principio, pero cuando empiezan a multiplicarse y parecen todas iguales, se dedica a ponernos bajo el sol y ver cómo ardemos. - añadió con una media sonrisa hastiada que le dió a su discurso un aire retorcido.
Aquello, sobretodo para los creyentes, podía resultar muy duro. Aunque no sólo para ellos. Si se hubiera fijado en la cara de alguno de los presentes, o en la de Abe, que generalmente solía ser de gestos muy amanerados, pero de expresión difícil de interpretar, se podía llegar a la conclusión de que la vaquera estaba pisando terreno delicado... y no parecía importarle lo más mínimo. Hubo unos instantes de silencio, y entonces la vaquera golpeó la mesa con las dos manos. Aunque no lo hizo con fuerza, el sonido bastó para sobresaltar a alguunos de los presentes.
- Al diablo. - dijo sin más, mirando a Sloan, luego a Abe, a Krauss y despues a Hellboy - No voy a dejar que una momia invisible sin corazón que colgó a su hijo de un palo hasta morir me diga que me ha llegado la hora por un error. No seré la primera creación que le explota en la cara a su creador. - dijo ampliando una sonrisa y mirando hacia arriba. Señaló al cielo con un dedo acusador, sacudiendo la muñeca, mientras contenía una risa bastante inquietante - No... ¿Sabes qué? Al diablo. Al diablo tú, al diablo Él y todos los que envías de su parte o de la tuya. Búscate otra manera para borrarnos del mapa, porque te juro por mi jodida sombra que esta no va a funcionarte. - dijo como si hiciera una promesa, manteniendo una conversación con "alguien", para besarse luego la uña del dedo pulgar, sellándola.
Luego contempló un momento más a los presentes, y se dió la vuelta, andando hacia la puerta de la biblioteca.
- Necesito un cigarrillo...- murmuró, al tiempo que abría la puerta y salía hacia el pasillo, tomándose un momento.
Rojo, más que ningún otro de los presentes sería capaz de comprender hasta qué punto aquella amenaza iba en serio. No por nada la había visto humillar a un jinete del Apocalipsis como si no fuera más que una basura inmunda. Sin miedo. Sin conocimiento. A menudo era difícil discernir si la Sheriff era imperturbable hasta ese punto, o no era más que una chalada sin medida...
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Tema: Re: Bienvenidos a la familia Adams (Rebecca Logan, Sloan Jenkins) [27 de Marzo de 2018] 15th Noviembre 2014, 14:05
Hellboy les estaba dando un repaso de historia del mundo, por así decirlo. La caída del meteorito y la gran helada eran hechos prácticos que sabía o debería saber cualquier niño que hubiera pasado por delante de un libro de historia y no estuviera enfrascado con su gameboy, nintendoDS o lo que fuera que tuviera entre manos, nunca mejor dicho. Sloan tenía bien presentes esos hechos universales porque de algún modo los tenía grabados en la mente como si hubiera estado ahí. No, más bien, como si lo hubiera contemplado desde la lejanía con algo parecido a un telescopio de largo alcance, capaz de ver años luz de distancia, pasando a través de las paredes dimensionales y las luces muertas de las estrellas moribundas. Lo vio con sus propios ojos o eso le pareció. Sintió como el mundo se quebraba y no le dio importancia: un planeta menos en el universo no variaría lo más mínimo su forma de vida. Pero el planeta sobrevivió y en estos instantes, podía sentir el suelo bajo sus pies humanos.
Cuando habló sobre le infierno, el cielo y el purgatorio, el moreno no se lo tomó como algo religioso como haría cualquier persona educada en una de sus muchas religiones. Él lo vio de otra forma, como un universo alterno al suyo. No creía que las personas, al morir sus cuerpos dejaban atrás éste plano y se trasladaban a otro muy distinto. Él tenía la corazonada que esos tres mundos eran tres partes de un mismo plano al cual, tal vez, hubiera estado en algún momento de su larga e inexistencial vida. ¿Pero cómo saberlo? La colisión de mundos lo había puesto todo patas arriba y ya no tenía claro si el universo al que estaba tenía alguna parte intacta y reconocible dentro de sus conocimientos universales.
Perdió el hilo de sus pensamientos cuando Rebecca les llamó la atención, dando ese par de manotazos contra la mesa. El moreno se sobresaltó, parpadeó un par de veces y la escuchó. Mencionó algo de una momia o a saber qué de un corazón perdido... ¿Una historia de amor del viejo Egipto? ¿Y por dónde paraba Egipto? Le habló a alguien por encima de ellos. Levantó la mirada y se topó con el techo. ¿Le hablaba al techo? ¿Le respondía éste? A saber, porque se enfurruñó y se fue para las puertas de la biblioteca, dejándolos con la palabra en la boca. Sloan se quedó en silencio como el resto del grupo, pero fue el primero en reaccionar como si no hubiera pasado nada.
- Entonces, si me ha quedado claro, hay que buscar a esos tres restantes, empezando por el señor de la capucha, pedirles que dejen sus puestos de trabajo y dejen éste mundo en paz... Chachi - dijo sin ningún rastro de ironía. - Me da la sensación que en peores circunstancias me he encontrado, así que tal vez no sea tan difícil y apocalíptico como lo planteáis. Pensadlo de ésta forma: si antes se ha desatado el apocalipsis y la Tierra sigue en pie, por algo será, ¿no? Ahora si me disculpáis... - Dejó la mesa y pasó al lado de un agente, el cual estaba jugando con un paquete de cigarrillos. Le cogió uno y el encendedor. - Te los pido prestado - una forma elegante de decirle "te lo birlo".
Sloan siguió los pasos de su jefa la sheriff, encontrándosela en el pasillo con cara de pocos amigos. Se acercó con pasos secos y enseñándole el cigarrillo bajo el sombrero (si se lo ponía delante de la cara tal vez no lo viera. Mejor debajo que delante, así se asegura uno). Si lo cogía de buen grado encendería el mechero para que pudiera fumar y tranquilizarse, que parecía ser su petición silenciosa.
- Es curioso que mandes al diablo a alguien que supuestamente es su gemelo. - Sonrió de lado, con las manos en los bolsillos y apoyándose en la pared del pasillo. - ¿No te lo has planteado? Según lo que se dice, Dios y el Diablo son dos caras de la misma moneda. Tal vez son de esos gemelos que se detestan porque son iguales. ¿Te imaginas que acabaras de organizar el primer encuentro familiar de la historia del cristianismo? Yo si. Dios con sus barbas o sus melenas dependiendo de si es hombre o mujer, aunque yo no le pondría sexo teniendo en cuenta que es una potencia de la creación, y al Diablo todo elegante y enfurruñado porque su hermano no le ha mandado ni una triste postal por Navidad. - Más bien se estaba preguntando a qué sabría un cigarrillo. Siempre los ha tenido al alcance de la mano pero jamás ha probado uno. Lo de comer humo... como que no le apetecía para nada. - ¿Necesitas charlar, desfogarte, estar sola...? Lo que necesites, vaquera. Para eso están los ayudantes: para ayudar, valga la redundancia.
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Tema: Re: Bienvenidos a la familia Adams (Rebecca Logan, Sloan Jenkins) [27 de Marzo de 2018] 15th Noviembre 2014, 17:42
Hellboy escuchó todo lo que Rebecca espetó allí mismo. Gritó, apretó los dientes, mandó al carajo a todo el mundo y en especial a Dios... Pero el demonio no dijo nada. Sólo escuchó, con el rostro serio, y el ceño fruncido. Cuando terminó, abandonó la sala en busca de soledad, tiempo o simplemente relajarse de todo su estallido. Sloan comentó que si el mundo ya había vivido algo así y seguía en pie, no sería tan difícil frenar a los jinetes, y salió tras la vaquera. Los tres miembros del B.P.R.D permanecieron en silencio, escuchándose únicamente un tic tac lejano de un enorme y antiguo reloj de pared. Rojo suspiró y se dio la vuelta, alejándose también de la mesa, pero en dirección a un cuadro con el arcángel San Miguel esgrimiendo una enorme espada de fuego mientras expulsaba a Satanás del paraíso. No acompañó a la chica pues ya lo hizo Sloan, y tampoco era plan de agobiarla en ese momento. Hellboy sabía lo complicada que era ella. Sabía lo que había sufrido. Lo difícil que había sido su vida. Aquel día, tras atravesar el espejo y ver el alma de Rebecca, comprendió que ella no había elegido ser como era. Había sido convertida en eso, en la vaquera. En la shérif. No fue algo en lo que cambió para salvar el mundo o para destruirlo. Se volvió así para sobrevivir. Sobrevivir a un dolor y una pena que era totalmente imposible de comprender o consolar. Daría igual lo que hiciese, Rebecca y la shérif eran una misma persona ya.
El demonio observó el cuadro con detenimiento, mirando a Satanás. Mirando a su padre. Allí, tendido en el suelo, se tapaba la cara para evitar que fuese abrasada por la espada del arcángel. Entreabrió los labios y suspiró a través de sus dientes. Sintió la presencia de Abe a su lado, y luego la mano de este apoyándose en su hombro.
- ¿En qué estaba pensando Abe? ¿En qué estaba pensando cuando decidí meter a Rebecca en todo esto?- Apretó ligeramente los dientes. No lo había pensado hasta ese momento. No se le había ocurrido que, a pesar de que ella hubiese mostrado una gran valentía y una entrega total en Escocia, en el fondo había sido casi arrastrada por él. No recordaba ya si le había ofrecido formar parte de todo, ni si había pensado en las consecuencias que algo así podría causar en la chica. Ellos estaban acostumbrados a tratar con criaturas y situaciones así a diario. Para ellos, la existencia de un dios o un infierno era una realidad, al menos para el demonio. Él había salido del propio inframundo. Y ahora, más que nunca, se preguntaba una cosa. Era el hijo del mismísimo diablo. Daba igual las almas que salvase, lo que protegiese al mundo, la cantidad de seres oscuros, sobrenaturales o malvados que mandase de vuelta al fuego eterno. Estaba condenado a formar parte de él también. Estaba condenado a destruir ese mundo por el que luchaba.- ¿Qué sentido tiene luchar? Si no soy yo el que trae el fin del mundo será otro. Serán los jinetes, o Sloan, o vete tú a saber qué. Cada día hay más seres capaces de acabar con el universo... ¿Qué sentido tiene intentar luchar contra lo que uno es? ¿Qué sentido tiene luchar contra lo que soy?- Se miró la enorme mano de piedra moviendo sus grandes dedos lentamente. La piedra crujió levemente, y el demonio suspiró.
- Bueno, no todo es blanco o negro, querido Rojo. Hay un sinfín de matices grises en el camino. Que no despliegues el fin del mundo no significa que otro lo vaya a hacer. Que otras veces el mundo haya sido purgado no significa que vaya a suceder ahora...- Azul dejó el libro que tenía entre manos en una estantería y pasó la yema del dedo índice por unos pocos antes de volverse a su compañero.- He visto cómo es Rebecca. Ya me contaste lo que pasó en el espejo, pero debes recordar que yo tengo ese espejo en mi interior siempre... Ella ha sufrido mucho, es cierto. Pero lo que ha dicho hoy aquí, no es lo que realmente piensa. Al menos, no de una manera tan radical. Rebecca fue educada en el cristianismo por sus padres. Desgraciadamente, ella no mantiene lo que yo llamaría una sana relación con su padre... Es posible que su visión de Dios sea así de dura debido a eso. Puede que sea otra razón. Pero no puedes rendirte. Ella es una buena persona en el fondo... Aunque haya hecho cosas horribles en su vida. Todos tenemos un ángel y un demonio dentro Rojo... El secreto de esta vida reside en aprender a convivir ambas partes, y aceptar que existen. Azul miraba a su compañero que no apartaba la vista del cuadro. Su rostro denotaba abatimiento, cansancio, preocupación. Como el de alguien que es más consciente que nunca de una terrible realidad de la que no puede escapar.- Tú también tienes un ángel dentro. Sino, ¿cómo ibas a haber conseguido hacer todas las cosas que has hecho? Rojo, te conozco desde hace muchísimo tiempo. He visto criaturas que sólo existen en las pesadillas, que sólo pueden traer dolor, sufrimiento y tinieblas... Y tú no eres uno de esos. Además, he visto tu lado del espejo. Es posible que des más miedo. Pero eso no significa que seas malvado ni que estés equivocado en aquello que haces... Rebecca sólo necesita espacio y que la comprendas. No todo el mundo piensa como tú o como yo. Ella tiene sus propias creencias. Y sé que las aceptarás, por muy distintas que sean de las tuyas.
Abe sonrió y juntó las manos en la espalda. Tenía razón. Rebecca podía pensar así. Sloan podía pensar así. Pero ellos estaban allí, en el B.P.R.D, ayudándoles y buscando una manera de salvar el mundo. ¿Era culpa de Dios o de los hombres esta situación? En el fondo daba igual. Lo importante ra mantenerse unidos, luchar como uno solo, sin importar lo que viniese más adelante. Y, a decir verdad, lo que venía más adelante era realmente gordo como para no intentar permanecer unidos.
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Tema: Re: Bienvenidos a la familia Adams (Rebecca Logan, Sloan Jenkins) [27 de Marzo de 2018] 16th Noviembre 2014, 22:48
Sus espuelas tintineaban a un ritmo frenético. Apretaba el paso hacia la salida sin darse cuenta y una vez fuera de la puerta, se detuvo, dándose cuenta de que tanta prisa tampoco venía a cuento de nada. Ni el pequeño timmy había caído al pozo, ni la vieja mina abandonada estaba a punto de explotar. Pero no quería estar más tiempo allí parada, rodeada de libros, escuchando toda esa verborrea que además de no ayudarles en nada parecía tener el único objetivo de intentar irritarla. No lo iba a conseguir. Hacía tiempo que Dios era algo totalmente ajeno a su vida. No le preocupaba lo más mínimo y no iba a recaer ahora. Todo lo que se saliera de lo terrenal no le incumbía. Para ella sólo existía el frío de las noches del desierto, la arena bajo las botas, el calor abrasador del trabajo duro y la numerossa familia mugiente que tenía que alimentar. Lo demás no tenía ninguna importancia.
Se retiró el sombrero hacia atrás, se limpió la frente para retirar hacia atrás algunos pelos cortos que le hacía cosquillas y volvió a encasquetarse el sombrero con un gesto rápido y firme. Apretó los labios hasta que se convirtieron en una fina línea de concentración. La cosa no era tan fácil de ignorar como le hubiera gustado. Es fácil pasar el día a día sin el de arriba, pero no si de verdad eso era cosa suya, y aún quedaban tres de esos bastardos para buscarles las cosquillas…
Se apoyó con la espalda en la pared, al lado de la salida, levantando una bota y poniendo el tacón contra el muro, sin importarle que podía dejar una bonita huella de mugre marcada en esas impolutas paredes. Las puertas a su lado crujieron al abrirse, dejándole ver la figura conocida de su ayudante, que venía con una ofrenda de paz bastante suculenta. Cogió el cigarrillo sin remolonear en cuanto se lo ofreció, y permitió que se lo encendiera. Cuando oyó como la llama crepitaba quemando la punta del cigarrillo, inspiró y dejó que el penetrante olor le atenazara los pulmones. El sabor adusto a tabaco la relajó un poco, y contuvo la primera bocanada hasta que le ardió, luego tuvo que dejarla salir. El humo dibujó una columna que se fue haciendo cada vez más fina a medida que salía entre sus dientes.
- Bueno. Si son la mitad que divertidas que las mías, entonces irán bien servidos. - dijo dibujando una media sonrisa que tenía un deje amargo, para luego echarle otra calada al cigarrillo. No solía fumar. Lo había dejado. Pero de vez en cuando aún caía alguno, y tenía que andarse con ojo para no volver al vicio. Más valía que no le diera por mascar tabaco de nuevo. Los dientes se quedaban asquerosos. - Tranquilo, vaquero. Estoy bien. Ya hace tiempo que sé que Dios nos ha abandonado. Si su aparición estelar va a ser venir a tocar los machos, preferiría que se quedara en su lado del Missisipi, ¿entiendes?- aclaró, alzando una ceja.
Aunque era posible que lo manifestara más para convencerse a sí misma que por compartirlo con Sloan… No. Seguro que no. En cualquier caso su cabeza seguía siendo un compendio de datos, círculos extraños, animales de otro mundo y otras muchas cosas que amenazaban con generarle un dolor de cabeza en condiciones. Cerró los ojos, apoyó la cabeza en la pared y se concentró en los caballos mientras seguía consumiendo calada tras calada su cigarrillo. Eso era algo que sabía, algo en lo que podía ayudar. Meterse en discusiones metafísicas no era lo suyo. Ella ya había dicho todo lo que tenía que decir.
- Así que ¿saltos entre dimensiones? - preguntó alzando la ceja, dispuesta a cambiar de tema - ¿Cómo funciona eso? Me imagino que será parecido a entrar a una casa con todas las puertas iguales y acabar meando en el armario de las toallas porque no encuentras el baño. ¿Es algo así?- preguntó, un poco más animada - ¿Así es como hiciste la lluvia de estrellas? - preguntó algo más seria, aunque con una suave sonrisa en los labios.
La verdad es que había sido una de las cosas más bonitas que habían hecho por ella jamás, y aunque no se había planteado cómo había pasado, saberlo no iba a quitarle el recuerdo, ni el buen sabor de boca que le había quedado cuando Sloan le hico aquel pequeño regalo en una noche que prometía haber sido desastrosa.
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Tema: Re: Bienvenidos a la familia Adams (Rebecca Logan, Sloan Jenkins) [27 de Marzo de 2018] 19th Noviembre 2014, 13:03
Sloan sonrió al ver que su "pipa de la paz en miniatura" era aceptada y surgía cierto efecto. En serio que se estaba preguntando qué sentirían el resto de personas al meterse un canuto de esos en la boca y aspirar el humo. De reacciones había visto muchos y variadas, desde el asco hasta el placer extremo. El moreno por su lado siempre se encogía la nariz al sentir el humo rodeando sus fosas nasales. No le gustaba el olor ni respirarlo. Tosía y eso le disgustaba. Es más, se sentía un poco invadido cuando alguien fumaba a su lado sin preguntarle si no le importaba. Eso en teoría es parte de la educación y el código social que se tendría que tener en cuenta a la hora de salir a la calle. ¿Por qué las personas de la actualidad respetaban tan poco el código social y él si? No lo entendía. Si era su código...
Cosas más raras se han visto.
- Si quieres que te sea sincero, yo no creo que Dios nos haya abandonado. Para que nos abandone primero tendría que estar junto a nosotros, y yo no lo veo por aquí, ¿tú si? - Miró a un lado y a otro para después encogerse de hombros. - Soy lo que muchos dirían un agnóstico, o hereje según se mire. He visto muchas cosas y sé muchas cosas como para creer que hay un Dios tan humano allá arriba, porque está muy personificado. ¿Mandar a su propio hijo para ser sacrificado? ¿Fecundada por una paloma? Si se lo tragaron en su tiempo es que estaban más ciegos que ahora. Según sé, todo lo que hay en la Biblia y en sus anexos son historias que escribieron en su tiempo para formar la secta del cristianismo y elevarse hasta ser la number one en todo el mundo. Y no digo que no haya un dios allá fuera, porque seguro lo hay y más de uno - él, por ejemplo - pero no creo que sea como quieren creer que sea. Una fuerza de la "naturaleza" - arriba las comillas - no se pasa gran parte de su existencia bailando entre "ahora me apetece hacer cosas malas y castigar con ansia" y "voy a acunaros y bendeciros porque sois hijos míos". Sinceramente, creo que la mayoría de credos de la Tierra veneran al mismo dios, solo que cada uno lo ve de una forma distinta. Y después de éste tostón, el ayudante se calla. - Cremallera sobre sus labios y tira la llave.
Negar de las creencias religiosas no es lo mismo que negar la existencia de una fuerza capaz de mover el mundo a su voluntad. Tampoco es negar la existencia de los jinetes porque, obviamente son reales. Simplemente, las cosas no son tan claras como lo que dicen en un libro tan viejo tan viejo que nadie recuerda quién lo escribió. Lo llaman "la palabra de dios", pero todos conocen ya la raza humana y de lo que es capaz. Todos conocen la avaricia y las ansias de poder del ser humano. Todo cuanto toca está distante de ser catalogado como "único y verdadero". Entonces la sheriff cambió de tema radicalmente, preguntando por sus dotes de viajero interdimensional. Eso lo pilló desprevenido, y tras quedarse un momento como un pavo cuando le dicen que tiene un moco colgando, sonrió y miró hacia otro lado, como si no fuera con él esa pregunta. ¿Por qué reaccionar así? Porque no era la primera ni sería la última en preguntarle sobre sus dones, y eso implicaba contarle lo que era. O tal vez...
- En realidad... más que puertas, imagínatelo como si fuera una pista de baile de los años de la disco. Bajo tus pies, cuando los mueves se iluminan las baldosas que pisas, ¿no? Pues ésto es algo parecido: puedo memorizar un lugar que haya pisado y volver ahí con dos simples pasos. Uno para ir a mi propia dimensión y si, tengo una dimensión propia. Es algo así como mi hogar. El segundo paso que doy es para transportarme al lugar que tengo en mente, memorizado. - Miró al cielo o lo que sería el cielo si no estuvieran bajo tierra, recordando la lluvia de cuerpos y vehículos... bueno, dicho que fueron estrellas queda mucho más bonito, pero bueno. - Si te lo estás preguntando si, acabo de decirte que estuve en el espacio. De hecho puedo ir ahí cuando quiera. ¡DE HECHO! Insisto: algún día que no estés ocupada te puedo enseñarlo. No el espacio, porque podrías morir casi al instante. Me refiero a mi hogar y eso que he dicho. Por el momento... creo que cuando te termines el cigarrillo y estés mejor, podríamos volver a dentro y decirles que tiremos adelante. Que mejor terminarlo cuanto antes y así nos olvidamos todos. ¿Le parece bien, sheriff? - Le dio un topetazo con el dedo al ala delantera del sombrero, como solía hacer ella pero algo más bruto y repentino. Así era él: bruto y repentino.
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Tema: Re: Bienvenidos a la familia Adams (Rebecca Logan, Sloan Jenkins) [27 de Marzo de 2018] 20th Noviembre 2014, 13:33
- Ojalá padre estuviese aquí... Él siempre sabía qué decir.- El profesor Broom llevaba más de diez años muerto, y on había día en que no le echase de menos. Había tantas cosas que le habría gustado preguntarle pero que nunca encontró ni el momento ni el lugar... Y ahora era imposible. No iba a negar que lo echaba de menos, pero afortunadamente Abe y Liz habían estado allí para suplir un poco la falta de un padre y guía que le ayudase cuando lo necesitara. Si hubiese estado allí con ellos le habría preguntado cosas como si pensaba que hacían bien, si Rebecca tenía razón en lo de que Dios les había abandonado, o acerca de las razones que habían provocado la aparición de los jinetes del apocalipsis. Suspiró abatido, y luego se volvió hacia su compañero azulado. Este le devolvió una sonrisa y luego le hizo un gesto con la cabeza.
- Ve a hablar con ella... Seguramente lo agradezca. Y también podrías hablar con Sloan. No le ha resultado sencillo ver a todas las criaturas que viven en nuestros sótanos...- Abe ya no necesitaba usar sus poderes para saber qué le pasaba por la mente a su compañero Rojo. Sabía que le preocupaba Rebecca. Era curioso. Entendió lo que había pasado en Escocia con toda la historia del espejo, pero Hellboy era, o al menos intentaba aparentar, duro como una piedra. No se preocupaba por nadie así como así. Sloan también le preocupaba, aunque de una manera menos directa. El demonio se dirigió al exterior de la biblioteca, donde encontró a Rebecca y a Sloan charlando tranquilamente. El demonio revolvió sus manos. Hablar se le daba mal, mucho peor que patear culos de seres malvados. Pero cuando se trataba de los sentimientos de alguien o los suyos la cosa cambiaba por completo.
- Hola pareja. Siento lo que ha pasado ahí dentro. No pretendía que os sintieseis incómodos ni nada por el estilo. Veréis... No soy muy bueno con las palabras, a decir verdad. De hecho, mi punto fuerte son más bien las tortas. Pero bueno, no viene al caso. Lo que quería decir es... Que os agradecemos, y yo especialmente, que estéis aquí, lejos de vuestros hogares, ayudándonos con todo esto. Sé que muchas cosas os resultarán desagradables, como haber visto toda la parte de los seres encerrados en jaulas para ti Sloan, o que se hablase de dios o un ser superior para ti Rebeca...- No sabía si lo estaba haciendo bien, aunque suponía que sí. Después d todo, no estaba siendo agresivo ni desagradable, o eso quería pensar. Únicamente decía aquello que pensaba pero no sabía cómo decir.- Vosotros os habéis unido a nuestra organización de una manera indirecta únicamente porque os lo pedimos Abe y yo como un favor, tras haber demostrado vuestras habilidades en combate y conocimientos. Jamás os pediría que luchaseis si no deseáis hacerlo, o si vuestras creencias chocan con lo que aquí hacemos. Para nosotros teneros a nuestro lado es un honor... Muy poca gente nos acepta por lo que somos. Seres de otros mundos puestos aquí sin remedio, y que intentamos luchar por el mundo contra aquello que lo quiere destruir... O contra lo que nosotros somos, como yo. Si lucháis a nuestro lado, seréis como hermanos para nosotros. Y si no lo hacéis, nadie os juzgará por ello, al menos nadie de aquí... Y ya vale de tanta cháchara cursi y tonta. Al final vais a pensar que soy un trozo de pan y os aseguro que no lo soy, ¿entendido? Venga, volved a dentro. Aún hay un par de cosas que nos gustaría que supieseis antes de que os marchéis.
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Tema: Re: Bienvenidos a la familia Adams (Rebecca Logan, Sloan Jenkins) [27 de Marzo de 2018] 22nd Noviembre 2014, 12:36
La vaquera alzó una ceja, mientras Sloan le contaba sus propias creencias personales. Sólo hizo una mueca cuando redujo el concepto de Dios al de un tipo corriente que no estaba allí. La verdad es que era simplista verlo de ese modo, aunque no muy desacertado. O se está o no se está, y desde luego tal cual estaba el patio, Dios hacía tiempo que había colgado un cartel mohoso y lleno de telarañas que ponía "Cerrado por vacaciones".
- Quizá tengas razón y todos estemos adorando lo mismo. Aunque si es verdad, puede darles mis 72 vírgenes a otro. - dijo con una media sonrisa, ahora honestamente divertida.
La verdad es que cada uno había reinterpretado la religión de tal manera que sonaba absurdo, si uno se sentaba y lo analizaba con lógica. Pero ni por todos los whiskys del mundo convenía que analizaras con la cabeza algo que dependía de la Fe. O se cree, o No se cree.
Cuando continuó por explicarle cómo funcionaba todo eso, hubo varios momentos en los que pensó que le estaban contando una mala película de Holliwood. Todo era demasiado estrafalario para ser real, pero ella había estado presente. Ese tipo no moría. Desaparecía en la nada, y te regalaba una lluvia de estrellas firmada. Intentó comprender todo lo que su ayudante le contaba sin éxito, a medida que el cigarrillo se consumía poco a poco. Durante una de las caladas sintió que se mareaba ligeramente, aunque estaba segura de que el tabaco no tenía nada que ver. Agradeció estar apoyada con la espalda en la pared, y consideró el hecho de que su cerebro le pidiera un descanso. Por un instante se preguntó dónde carajo estaba y porqué. Era demasiado. Como intentar matar a un búfalo a mordiscos. Pero poco a poco, mientras veía ascender el fino humo del cigarrillo sintió que sus pensamientos y sensaciones se ordenaban poco a poco.
Una mole roja salió por la puerta de la biblioteca, y supo que Rojo había salido a buscarlos. En ese momento se sentía un poco estúpida, por haberlos dejado ahí plantados, aunque esa sensación desapareció enseguida en cuanto se percató del nerviosismo con el que se acercaba a ellos. Esta vez, su ceja se alzó con extrañeza. Seguramente era la primera vez que veía así a Hellboy.
No le interrumpió en ningún momento, dejó que se explayara mientras decía lo que tuviera que decir. Si hubiera apostado que tenía que pasar antes, si que las vacas volaran o que Rojo intentase ser conciliador, hubiera apostado hasta su último acre de tierra a que sería lo primero. Pero allí estaba, agradeciéndoles su presencia y su apoyo, y preocupado por lo que hubieran podido pensar de lo que se hacía allí, cómo y porqué. La vaquera alzó el gorro para poder ver bien, no fuera a ser que le engañaran los ojos. Al final él mismo se superpuso y volvió a ver al Hellboy rudo y dispuesto a repartir que había conocido por primera vez. Supo cuánto le habría costado decirles todas esas cosas, porque ella misma lo habría sufrido. En ese aspecto, eran muy parecidos. Aquello había sido todo un regalo y había que tomarlo en consideración.
La vaquera tiró la colilla al suelo, la aplastó con la bota, haciendo un ruido de rozamiento, intercambió una mirada con Sloan un momento y empezó a andar. Se plantó frente a Rojo, clavando sus ojos en él intensamente durante un intante, luego posó la mano derecha sobre su hombro, algo que prácticamente le exigía tener el brazo por completo estirado, y le dio un firme apretón. No creyó que fuera necesario decir nada, apretó los labios y asintió con la cabeza, una sola vez. Luego, tras palmear el hombro de Hellboy, se encasquetó el sombrero y su figura volvió a meterse dentro de la biblioteca, meneando las caderas al ritmo que tañían sus espuelas.
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Tema: Re: Bienvenidos a la familia Adams (Rebecca Logan, Sloan Jenkins) [27 de Marzo de 2018] 25th Noviembre 2014, 13:10
Rebecca había permanecida callada durante toda la explicación de Sloan, y eso, por alguna razón, no le gustó mucho. Con lo que conocía a la vaquera siempre tenía algo que decir, un chascarrillo o un comentario. Un gesto con el sombrero o un contoneo de sus caderas mientras hacía alguna broma. Pero que se mantuviera callada... Le ponía los pelos de punta. Tal vez no la conocía tan bien como pensaba y aun le faltaba mucho por saber (aunque con está claro que en una sola noche no se llega a conocer completamente a una persona). Como respuesta a su idea de volver a dentro y terminar con todo eso tuvo el silencio. Otra vez se puso tenso. Con una sonrisa, pero tenso. Algo no cuadraba y no sabía lo que era.
Entonces apareció el gigante rojo, con la mirada de un niño al que le han obligado a disculparse. Todo el silencio que tenía Rebecca acumulado en sus labios se convirtieron en palabras en la boca de Hellboy. ¡Y cuantas palabras! Aunque lo más sorprendente fue que se disculpara. Él no necesitaba ninguna disculpa. Para nada: no se había sentido ofendido y tampoco le habían comido la cabeza lo suficiente como para ir pensando en amueblar de nuevo el tejado. Pero tal vez esa disculpa estuviera dedicada más hacia Rebecca que con él. Al final de todo el discurso volvió a ser el Rojo que había visto en África. Rebecca se apeó de la pared, compartió una mirada con Sloan y luego una mano en el hombro de Rojo, metiéndose de nuevo dentro de la biblioteca.
- Son hipnóticas... - comentó al ver de nuevo la forma en que andaba la vaquera. Un comentario para si mismo. Luego se acercó al gigante e, imitando a la vaquera, le puso la mano en el hombro y lo apretó (tal vez con demasiada fuerza y todo). No entendía muy bien para qué era dicho contacto físico pero... bueno, parecía ser algo así como un "hey bro, estoy contigo". - No te preocupes por mí, gigantón: no tengo hogar del que sentirme lejos así que... Por otro lado, lo de las criaturas que tenéis ahí abajo... me sentí raro, pero ya. Y bueno, si tengo que serte sincero... yo no me veo en toda ésta movida. No tengo el mismo interés de protección como vosotros. Ya lo viste en su momento una parte de lo que soy, y pienso de forma distinta a todos vosotros. Pero... por otro lado hice una promesa. LE hice una promesa - realzó señalando a la figura de la vaquera que se alejaba - o algo por el estilo. Estoy en éste barco por ella, así que si resulto de utilidad más adelante, deberíais darle las gracias a ella por pelear a vuestro lado. Que, a otra cosa si no te importa... - Se puso de puntillas para poder hablar en susurros con Rojo. - ¿Sabes qué le pasa? La he notado rara mientras hablábamos y aun me falta mucho por aprender de la mente humana como para saber qué le está pasando por la cabeza. Siempre suele ser bastante dicharachera con algo que decir, pero se ha mantenido callada mientras le contaba lo de mis poderes de teleportación.
Esperó a que Hellboy pudiera iluminarlo un poco. Pudiese o no pudiese, tras su charla entraría dentro de la biblioteca para, como le dijo a la vaquera, "terminar con ésto". Aunque lo primero que vería, sin duda, serían los ojos de Abe y su sonrisa espectante al verlo entrar de nuevo. Daría la impresión de que se le había pasado por la cabeza alguna idea para estudiar a Sloan con más profundidad o sacar provecho de alguna de sus funciones. El tiempo lo diría.
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Tema: Re: Bienvenidos a la familia Adams (Rebecca Logan, Sloan Jenkins) [27 de Marzo de 2018] 25th Noviembre 2014, 19:05
El gesto de la vaquera, a pesar de su simpleza, fue bastante reconfortante para el enorme demonio. No estaba acostumbrado a que un humano le tratase como un igual, ni a recibir un cálido abrazo o gesto de comprensión o aprobación. Abe y Liz eran los únicos más cercanos a él, incluso la agente Kate. El resto estaban más preocupados en salvar el mundo o protegerlo que a veces olvidaban que estaban allí todos metidos como si fuesen una gran familia. El demonio de vez en cuando pensaba en su padre, el profesor Broom, especialmente cuando se sentía perdido o que no sabía muy bien qué decir en una situación en concreto. Sabía que, de haber estado él allí con ellos, les habría podido contar de manera más específica y mejor todo lo de los jinetes a sus invitados. Hellboy suspiró y sonrió a la vaquera que se alejó de él con ese movimiento tan sensual y característico que tenía al andar.
Escuchó la voz de Sloan a su espalda y giró levemente la cabeza hasta encontrar al moreno, quien se puso a su altura. Era raro, pero ahora que había coincidido por segunda vez con Sloan se dio cuenta de lo humano que era. Era un extraño ser de otra dimensión o universo, condenado a destruir el mundo que ahora se había convertido en su hogar, pero tenía sus preocupaciones, sus miedos por así decirlo, sus gustos... El demonio se sentía bastante identificado con él, y le entendía a la perfección. Todo lo que se puede entender a un ser así, claro está. Intentaba parecerse a los humanos, o actuar como ellos. Pudo notarlo en cómo repetía el gesto de la vaquera pero de una manera algo más torpe y brusca. Pero eso no importó a Rojo. Ya se habían dado de palos una vez, y sabía que aquello no era más que un pellizquito comparado con lo que era capaz de hacer Sloan.
- Igualmente, si alguna vez quieres hacernos una visita, o no tienes algún sitio donde dormir, o simplemente tienes hambre, puedes acudir a nosotros. Los seres como tú y como yo, condenados a desencadenar el fin del mundo, deberíamos intentar cooperar mutuamente, o al menos ayudarnos.- Y le mostró una pequeña sonrisa al moreno.- Abe me lo dijo. Pero tranquilo, aquí estarás a salvo. Y respeto a Rebecca, ella es una mujer asombrosa. No la conozco tanto como podría parecer. Realmente he coincidido con ella dos veces sin contar con el día de hoy. Pero, por extraño que parezca, he aprendido en esos dos días casi tantas cosas como en varios años de investigación y lucha contra los seres sobrenaturales.- Hellboy recordó para sí toda la aventura en Escocia, una semana antes. El cómo la rubia le había mostrado algo que él mismo sabía a ciencia cierta. Que las apariencias engañaban. Su muestra de valor y lucha habían sido realmente espectaculares, pero si había algo con lo que el demonio se quedaba de aquel viaje fue el espejo. Allí dentro pudo ver que, en realidad, ella había sufrido desde pequeña un inmenso dolor que vivía en lo más profundo de su corazón, y que posiblemente jamás sanaría aquella herida. Pero eso fue lo que la convirtió en lo que es. En la sheriff, alguien a quien tener de tu parte era bienvenido siempre.- Pero, por las cosas que he visto y ella me ha contado, creo que todo esto de los jinetes tratando a sus caballos como si no fuesen más que máquinas de guerra, sin importarles el daño que les puedan causar, la afecta bastante. Tendrías que haber visto cómo maldijo a Hambre. Aquello fue realmente inquietante hasta para mí. Yo creo que es eso, aunque podría estar equivocado. Supongo qu eel tiempo lo dirá. Hasta entonces, que no olvide que nos tiene aquí.
Hellboy apoyó su mano izquierda sobre el hombro de Sloan en un gesto amigable y ladeo la cabeza indicándole que fuesen a la mesa. Allí, Abe hojeaba algunos libros, al igual que Krauss. Pero durante su ausencia habían traído dos cajas negras del tamaño de una de zapatos. El demonio se acercó a ellas y les entregó una a cada uno. Cruzó los brazos por la espalda y se aclaró la garganta.
- Rebecca Logan, Sloan Jenkins, es un honor para mí y nuestra organización haceros entrega de este pequeño obsequio. Gracias al testimonio de mi compañero Abe, decidimos hace un par de días que erais merecedores de ello, debido a la pureza de vuestros corazones, aunque estén un poco manchados. Todos lo tenemos manchados, menos aquí nuestro querido amigo Azul, que lo tiene como una patena. El caso es, que esperamos que esto no haya sido una visita de cortesía que no se vuelva a repetir. Nos gustaría saber que, de aquí en adelante, podemos consideraros nuestros amigos y aliados, aunque no siempre estéis ahí en cada misión.- Y se giró a Krauss, haciendo un gesto con la cabeza y las cejas levantadas, dando a entender que tal vez él pusiese alguna pega a esta aceptación. El doctor murmuró algo en alemán y siguió a sus cosas.- Podéis abrirlo si queréis.
Dentro de aquella pequeña caja había unos pequeños regalos para ambos. Un pequeño broche con el símbolo del B.P.R.D, un par de relicarios, un poco de agua bendita, una chaqueta negra doblada con el símbolo del B.P.R.D cosido en el brazo izquierdo, un grueso libro en cuya portada salía el símbolo del B.P.R.D y bajo el que se leía "Bestiario de criaturas sobrenaturales" y un pequeño teléfono móvil.
- Es una especie de kit de principiantes. Lo que parece un teléfono es un intercomunicador con el que podéis poneros en contacto con nosotros siempre que lo necesitéis. Los dos relicarios os protegerán de ataques de entes sobrenaturales siempre que los llevéis encima. El agua bendita más de lo mismo, pero esa está más enfocada hacia los seres demoníacos. Unas gotas en la puerta de vuestro hogar y no podrán entrar. La chaqueta es parte del uniforme de los agentes de nuestra organización. Tiene una pequeña capa interior que os protegerá hasta cierto punto del frío. El broche como recuerdo. Y por último, pero no menos importante, el libro. Si lo abrís podréis encontrar todas las criaturas que tenemos registradas en nuestra base de datos, y cuál es el mejor método para evitarlas, combatirlas o tratarlas. No todas las que ahí aparecen son peligrosas. Muchas son seres mágicos muy beneficiosos para diferentes situaciones o cosas de la casa. A pesar de todo esto, no queremos que os sintáis obligados a uniros a nuestra organización. Simplemente tomarlo como un regalo de amistad.
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Tema: Re: Bienvenidos a la familia Adams (Rebecca Logan, Sloan Jenkins) [27 de Marzo de 2018] 8th Diciembre 2014, 00:33
Entró llenando la estancia con el contoneo de caderas que tanto la caracterizaba, y volvió hacia donde Azul y Krauss les esperaban, al otro lado de la mesa. Ambos se sorprendieron levemente de verla entrar primero, pero se dio cuenta de que Abe le dirigía una mirada con interés, extendía la mano hacia ella con sutileza y luego hacía un leve asentimiento. Ya sabía que tenía ciertas cualidades, así que supuso que sabría que todo estaba bien. Al menos en la medida en que alguien pueda hacerlo en las circunstancias que estaba pasando la vaquera. No podía permitirse esas idioteces en el futuro. Tendría que plantearse ser aún mas abierta de mente si quería empezar a comprender todo aquello. Luego observó a Krauss. De no ser porque el tipo no parecía tener ojos con los que mirarla, juraría que estaba siguiendo sus pasos.
Esperó a que la pareja entrara tras ella, y luego volvieron a sentarse en la mesa. Se cruzó de piernas con un ademán seductor totalmente inconsciente, y se apoyó con el codo bajo el mentón mientras acariciaba distraídamente la culata de "La Ingenua Explosiva" como si se tratara del lomo de un gato gordo y satisfecho. No podía decir que se alegrara de lo sucedido, y odiaría a esos falsos jinetes con la pasión de su corazón de Sheriff, pero al menos no estaba sola contra ellos. La lucha siempre era mas fácil con aliados, y bien sabía que no hay nada malo en guardar un As bajo la manga, por si acaso...
Rojo le tendió una caja, que ella abrió y les explicó el contenido, mientras ella soltaba un silbido admirado. La verdad es que ya se había llevado todo un regalo. Nada podría compararse con la preciosidad por la que se paseaba sus manos, pero aquello resultó ser un segundo detalle muy considerado por parte de la organización impronunciable a la que pertenecían. No recordaba las siglas, pero ahora las tendría escritas, así que tampoco había demasiado problema. No es que supusiera realmente un compromiso, pero era una buena manera de manifestar su agradecimiento. Aunque a decir verdad no lo hizo por recibir nada a cambio. Era su obligación. Su deber. Era la Sheriff.
- Seguro que hay maneras de manchárselo un poquito...- dijo la vaquera justo cuando Rojo mentaba la pureza de corazón de Abe, con lo que pretendía ser un deje de broma, guiñándole un ojo. Sin embargo sólo ella se escuchó divertida, porque aquel comentario al resto le sonó con un tono tan picante que muchos dirían que había rozado la insinuación.
Luego observó las cosas de la caja, y sacó la botella que contenía agua bendita.
- A vuestra salud. - dijo alzando la botellita con un gesto de brindis sobre la mesa. Sin cortarse ni un pelo la abrió, se echó un trago, la paseó por los carrillos mientras una gota se precipitaba desde su comisura derecha y resbalaba por su cuello para perderse bajo el poncho, y se la trago. Luego hizo una mueca con las comisuras hacia abajo mientras asentía con la cabeza. - No esta mal. La de escocia era más fría. - dijo sin más, volvió a tapar la botellita y a dejarla en la caja, bajo la incrédula mirada de alguno de los presentes.
Luego, sacó el broche y lo colocó a un lado del poncho, aunque era un bonito obsequio, jamás lo colgaría donde rivalizara con el único símbolo al que ella debía fidelidad. La estrella de Sheriff. Luego contempló a los miembros del B.P.R.D, se mantuvo un intenso silencio y con una media sonrisa que ya recordaba mucho mas su personalidad, se llevó dos dedos al sombrero y saludó con un asentimiento sutil como sólo un vaquero sabía hacerlo.
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Tema: Re: Bienvenidos a la familia Adams (Rebecca Logan, Sloan Jenkins) [27 de Marzo de 2018] 9th Diciembre 2014, 18:06
Pureza de corazón... ¿Se refería a que estaban completamente sanos, o era una alegoría a lo de ser bueno y tener buena fe? Si era lo segundo Sloan no podría sentirse aludido, ya que según lo que había aprendido, ser bueno estaba implícitamente relacionado con la moral humana. Sloan carecía de moral. Distinguir entre el bien y el mal, lo que está bien y lo que está mal le tenía pillado más o menos el tranquillo por cómo reaccionaban los demás ante semejantes actos. ¿Sonrisas y aplausos? Bien. ¿Abucheos e insultos? Mal. ¿Lloros y gritos? Igual ahí te has pasado un poco.
Pero un regalo es un regalo, y aunque estuviera algo equivocado, no iba a rechazarlo.
Abrió el paquete, así como lo hizo su jefa, la sheriff. Dentro estaban los "productos" que el bueno de Rojo les iba enumerando uno por uno, y uno por uno los fue sacando para echarles un vistazo; el intercomunicador iría a las mil maravillas el día que no encontrara techo y quisiera recordarle a Hellboy la oferta de darle un lugar donde hospedarse; los relicarios no venían con un manual de instrucciones adherido, así que no sabía cómo funcionarían a pesar de decirles que les protegería de los seres sobrenaturales. ¿Cómo? ¿Dónde estaban los botones? ¿Se tenían que agitar? Ya preguntaría más tarde, tras dejarlos encima de la mesa; La botella del agua bendita lo dejó con el culo torcido, y al ver que Rebecca le daba un buen trago, hizo lo mismo. La escupió porque sabía a rayos, al menos la suya; La chaqueta también sería útil si protegía tan bien del frío como decía; el broche era un adorno, y no le encontró el mismo significado que la estrella del ayudante, la cual no se había quitado en ningún momento desde que se encontrara de nuevo con Rebecca; Y para finalizar, el libro. Ese trozo cadavérico de árbol y tinta le llamó muchísimo la atención. Al instante lo abrió, leyendo por encima las descripciones de las criaturas y las ilustraciones de las mismas. Era interesante y se preguntó si en alguna página habría algún apartado sobre criaturas venidas de más allá de las estrellas. Tendría que mirárselo en otro momento, porque era grande el condenado.
El moreno volvió a meter todos los regalos dentro de la caja, la agarró con sendas manos y tiró para atrás. Al segundo la caja había desaparecido en una nube verdosa y restos cenicientos. Los tendría en la palma de la mano cuando fueran necesarios, pero mientras serían un lastre si tuviera que llevarlos con él allá donde fuera que les mandasen, o donde fuera que tuviera que ir... ya se entiende.
- Cualquiera diría que estás intentando reclutarnos para la B.D..... la B.P... la C.I....... para vuestra organización - el tono cómico con que lo dijo, sumado a los pequeños codazos que le brindó a la sheriff daban señal de que no lo decía en serio... excepto el nombre de la organización. No se le quedaba ni a tiros. - Bueno, llegados a éste punto, creo que solo queda una cosa por hacer: esperar a que nos digáis algo después de invitarnos a una buena comilona, ¿no? - El estómago de Sloan rugió como un dragón en celo y con falta de Mentos por si quedaba alguna duda de sus intenciones.
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Tema: Re: Bienvenidos a la familia Adams (Rebecca Logan, Sloan Jenkins) [27 de Marzo de 2018] 11th Diciembre 2014, 10:48
El demonio negó con la cabeza con una sonrisa ante la actuación de la vaquera. La primera vez que vio cómo se bebía el agua bendita pensó que estaba loca. Ahora sabía que ella era perfectamente consciente de lo que hacía. Simplemente era agua. Un agua que hacía mucho daño a los malos, cierto es, pero agua al fin y al cabo. Abe puso una cara algo más seria, como si Rebecca acabase de decir un horrible taco. Las palabras de Sloan también resultaron graciosas para el demonio, y se alegró de que el buen tono volviese a la sala.
- Me has pillado Sloan. Precisamente eso es lo que queremos, reclutaros para experimentar contigo y ver el interior de tus oídos.- Y le guiñó un ojo. Miró el enorme reloj que había en una de las paredes y vio que era pasada la una de la tarde. Demonios, llevaban allí toda la mañana y no se habían dado ni cuenta. La visita había terminado en teoría, pues ya habían hablado todo lo que necesitaban acerca de los jinetes y demás historias, así que una comida y un viajecito allí donde pidiesen y estaría todo bien de nuevo.- Pues, tenemos en la sala de antes una comida si lo deseáis. Después el jet o el helicóptero del B.P.R.D os llevará allí donde nos pidáis. Eso sí, tampoco aprovechéis para hacer esa visita a las Maldivas que tanto tiempo lleváis planeando, que os conozco. Despedíos del tío Johann, y recordad dadle un par de besos. El pobre ya chochea.
Se despidió de su compañero y abandonaron la biblioteca por la puerta por la que entraron la primera vez. Recorrieron de nuevo los largos y anchos pasillos de la organización, llenos de hombres que iban de un lado para otro a toda velocidad, llevando consigo cajas, carpetas y toda clase de utensilios extraños o parpadeantes. A medida que dejaban atrás la biblioteca un olor a comida fue llegando a ellos desde el final del pasillo. El salón comedor en el que habían desayunado les ofrecía toda clase de nuevos manjares que llevarse a la boca, desde enormes bandejas con carne y pescado, hasta grandes cuencos con ensalada, pasta o sopa. Todo lo que se les pudiese ocurrir estaba allí. No era sólo para ellos, pues también comían más agentes allí, pero estos solían entrar, comer en un momento y volver al trabajo que estuviesen haciendo. Una larga mesa con varias sillas alrededor les esperaba para que saciasen su apetito, especialmente Sloan. Los cubiertos, platos y demás que necesitasen estaban todos allí. Únicamente tendrían que elegir qué era lo que más les apetecía y "bon apetite" como dicen los franceses.
Mientras comenzaban a comer algo, escucharon unos fuertes chillidos y ruidos provenientes de fuera del comedor. El demonio frunció el ceño y dejó un plato sobre la mesa.
- ¿Pero qué demonios...? ¿Están matando a un cerdo? Era un ruido muy parecido, añadiéndole unos sonidos metálicos y palabras inteligibles de un hombre. Lo más seguro es que estuviese maldiciendo algo. Salió al pasillo y encontró a un hombre con una jaula en los brazos. Dentro de ella, un pequeño ser, de más o menos medio metro de altura, se revolvía y chillaba como un energúmeno. Tenía unas orejas grandes de murciélago, y unos largos brazos acabados en largos dedos. Unos ojos verdes con una delgada línea negra y una boca grande llena de dientes.- Hombre John, mira qué bien. Has encontrado un gremlin. Recuerda no echarle agua, ¿entendido? Paso de que se llene todo el edificio de esos cabronazos. A este puedes darle de comer después de media noche. Más feo no puede ponerse... ¿De dónde ha salido?
- Lo encontraron en el desván de la bolera de Kingston Falls. Al parecer, había conseguido trucar los controlers de esta y daba igual lo que puntuasen los jugadores, el resultado siempre era cero. La gente casi degüella al dueño del establecimiento, especialmente teniendo en cuenta que acababa de comenzar el torneo.- El pequeño monstruo miró al demonio y le sacó la lengua, gesticulando y hablando con unos graves gorgojeos totalmente imposibles de entender. Hellboy frunció el ceño y, acercándose al hombre, señaló a la criatura con el dedo índice de piedra.
- Cuidadito con lo que dices, enano, o te lavaré esa sucia boca con jabón seco. ¿Habéis comprobado que no hubiese más? Estos cabrones son peores que los conejos en términos de multiplicación.- No era la primera vez que se habían enfrentado a estos bichos. Hace muchos años, concretamente en el 1990, una enorme plaga se asentó en un enorme edificio de oficinas en plena Nueva York. Un agente infiltrado del B.P.R.D consiguió que el edificio fuese totalmente evacuado y puso a cientos de personas a salvo. El plan original de hacer que el sol golpease a todos los monstruitos de golpe y los derritiese falló cuando unos enormes nubarrones cubrieron el brillante cielo. Afortunadamente, el dueño del gremlin original consiguió acabar con todos ellos al electrocutarlos después de mojarlos. Una nueva plaga de esos cabrones era lo último que necesitaban en ese momento.
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Tema: Re: Bienvenidos a la familia Adams (Rebecca Logan, Sloan Jenkins) [27 de Marzo de 2018] 12th Diciembre 2014, 12:50
Le hizo gracia, y soltó una sonora carcajada al ver la cara de Sloan cuando él también se echó un buen trago de agua bendita. No le extrañaba nada semejante reacción, en cierta manera había que ser muy duro para llevarse eso al coleto. Azul, dentro de sus sutilezas, estaba escandalizado, pero se había dado cuenta de que así es como se pasaba la mayoría del tiempo, así que no le dio importancia. Hablando de tiempo, al final entre paseos y tiros se les había ido la mañana. No es que la molestara, claro. Así solía ser el día a día de un Sheriff. No se había percatado, porque estaban bajo el subsuelo. En caso de haber estado a pleno sol, sabría decir la hora que era por su posición, por no hablar de las gotas de sudor que le estarían perlando la cara. Si, tenía un control bastante aproximado del tiempo. Lo suficiente para saber la hora por el tamaño de su sombra.
Sloan volvió a pedir comida. La vaquera le dirigió una mirada que incluía una ceja enarcada. ¿Es que ese chico no se cansaba nunca? El B.P.R.D decidió comportarse como un buen anfitrión, y pretendían volver a la sala comedor para llenar los ombligos, antes de marcharse. No estaba segura de si le convenía comer demasiado. No es que se mareara en el helicóptero, pero no era fiable como el galope de un caballo. Mejor comer algo que asentara el estómago.
Antes de ponerse en marcha, se despidió de azul, dándole una vigorosa palmada en el hombro y dedicándole una gran sonrisa. El hombre pez la miró con esa expresión pacífica y tranquilizadora. A veces le daba la impresión de que le sonreía, pero sus comisuras no se curvaban en realidad. Era una sensación bastante extraña. Cuando Rojo mentó lo de los besos para la lata de humo, ella no pudo resistirlo. Se acercó a Johan Krauss, le cogió de la escafandra mientras él soltaba algún barrunto en alemán y le dejó un enorme beso marcado en la superficie del cristal. Mantuvo la bola de humo entre sus manos, sin dejarle ir enseguida.
- “Steeldust”, adoro a los hombres como tu…- dijo en un tono repentinamente gentil, usando el apodo de un modo cariñoso- Eres tan… tan…trasnsparente. - dijo buscando la palabra adecuada y haciéndola sonar suculenta en su boca. Luego le dedicó una sonrisa, dio un par de toques a la escafandra, como habría hecho en su mejilla de haberla tenido, y acompañó a los demás hasta el comedor.
A medida que se acercaban y el aroma a comida le llenaba las fosas nasales, se hizo consciente de su estómago, dándose cuenta de que ella también tenía hambre. Entraron y el bufet estaba servido. Se le antojaron unos macarrones con queso, y después vio un señor sándwich con pan de semillas que tenía una buena cantidad de cerdo desmigajado y unas cuantas salsas. Se llevó los platos en una bandeja, junto con una macedonia de frutas. No había acabado de sentarse y dar la primera pinchada a los macarrones, que no estaban nada mal por cierto, cuando unos chillidos familiares inundaron el comedor. Literalmente sonaba como cuando clavas un gancho en el cuello de un cerdo antes de la matanza. Rojo se levantó y se dirigió hacia la puerta, interesado por el motivo de tanto grito. Ella se encogió de hombros y continuó comiendo. Hasta que se dio cuenta de que no había cogido nada para beber. Se levantó de la silla, a punto de chocar con un par de hombres que pasaban justo a su lado cargando con una enorme taza de café y sendas carpetilla. Uno de ellos llevaba una chaqueta colgando del brazo. Ambos se detuvieron por un momento, echándoles una mirada, y luego continuaron andando.
- Así que aún están aquí…- oyó decir entre dientes a uno de ellos – ¿Qué se han creído que esto es un Spa?- añadió.
-Tranquilo, ya se marchan. Tendré que hablar con Rojo. El B.P.R.D es una agencia respetable, no un patio de recreo. – contestó el otro, que resultó ser nada menos que Tom Maning.
Tras unos instantes de silencio, el ruido de una silla arrastrándose y el recargar de una escopeta sonaron por toda la cafetería. Los hombres se dieron la vuelta, con una extraña mueca dibujada en la cara, cuando encontraron a la vaquera empuñando su juguete nuevo.
- Disculpa. ¿Cómo dices?- añadió apoyando el arma muy lentamente sobre su hombro, y clavando una mirada gélida en ambos hombres.
Se dio la casualidad de que en aquel momento en la cafetería, varias nueces subieron y bajaron de manera simultánea, haciendo que el sonido al tragar fuese del todo audible.
--------
Por un momento se oyeron voces, y luego, algo de jaleo, como de sillas deslizándose. De pronto la puerta por la que había salido Rojo se abrió y Tom Maning salió dando nerviosos pasos hacia atrás seguido por su esbirro, mientras una amenazadora Rebecca esgrimía un dedo que le golpeaba el pecho con argumentos de peso como “Tu no estabas allí…” o “ Podría comprar tu cabeza y valdría menos de lo que cuestan las botas que llevo”. El director general de la agencia estaba demasiado ocupado en esquivar a la frenética mujer como para darse cuenta de que retrocedía cediéndole el paso a una velocidad alarmante, y menos aún para no chocar con Rojo. Al impactar con él, parte del café que llevaba se le derramó encima, y eso produjo un momento de breve pausa en la que la mitad de la cafetería intentó salir a continuación para cubrir al jefe, formando un buen tapón. La vaquera estaba callada, pero Maning estaba claramente confundido y cabreado por lo del café.
-Maldita sea…- escupió mientras se sacudía, ajeno al hecho de que muy cerca de él había una jaula con premio dentro.
Para el Gremlin, sucedió como a cámara lenta. Un salpicón de café fue derecho a su dirección, se coló por entre los barrotes que tan coléricamente asía y empapó parte de su cara. Instantáneamente la criatura empezó a convulsionar y todos miraron en su dirección, mientras el tipo que llevaba la caja intentaba no soltarla.
-¿Qué diantres es…- pero a la vaquera no le dio tiempo a terminar su pregunta antes de que una bola saltase directamente a su dirección.
Luego salió otra y otra, mientras los que estaban en la cafetería se organizaban para ir saliendo. Ella se acercó a Rojo, y le cogió del brazo de piedra, intentando no ser arrastrada por todos los agentes que estaban persiguiendo aquellas bolas que rodaban descontroladamente por el pasillo, causando bastante histeria.
-¿Qué pasa? ¿Qué está haciendo?- preguntó alzando la voz sobre el griterío señalando con la cabeza a esa espécimen dentro de la jaula, que con un último grito echó dos bolas mas y luego se desplomó en el suelo, con un gorjeo turbio que parecía casi una carcajada.
Su instinto lo tenía claro. Fuera lo que fuera, no era nada bueno.
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Tema: Re: Bienvenidos a la familia Adams (Rebecca Logan, Sloan Jenkins) [27 de Marzo de 2018]
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