Yo soy el que llama Pt. II [+18] [Sloan Jenkins] (03/07/2018)

¿Cuánto llevaba en aquella ciudad? ¿Dos días, tal vez tres? No, seguramente eran solo dos días pero se sentía como si llevara toda una vida sin abandonar sus fronteras. ¿A qué se debía? Sloan bien lo sabía: los efectos secundarios de la droga. Niños, si vuestros padres os dicen que la droga es mala, que no debéis tomar y toda la parrafada que viene después, hacedles caso que por algo os lo dicen. Tal vez por miedo de que os convirtáis en drogadictos perdidos, tal vez porque en su juventud lo probaron, tal vez porque alguien de la familia lo hacía... millones de posibilidades y todas ciertas, y Sloan ahora os da su palabra de que no debéis tomar drogas si no queréis convertiros en muertos vivientes.

Tras salir del despacho de Mindy (la cual se llamaba Lilith Belmont según el cartelito de su puerta) se sentía como nunca: relajado, tranquilo, en paz... Se sentía como si todo le estuviera permitido y desde hacía ya mucho tiempo, libre de su propio cuerpo. El chute que le había metido en vena tuvo sus resultados, y durante toda la noche se dedicó a pasearse por la ciudad, por los bares, por cualquier local donde pudiera quemar toda esa vitalidad.
A la mañana siguiente, como no, le vino el bajón. No quería dormir al raso como había hecho siempre, y se buscó un lugar donde echarse. Por suerte para él, uno de los locales donde había pasado varias horas entre música, gafas de sol en plena noche y bebidas al por mayor cerraba por unos días por vacaciones. Se lo escuchó decir al dueño cuando hablaba con uno de sus empleados, y al moreno se le dibujó una sonrisa de oreja a oreja.

Cuando ya no hubo nadie, ni siquiera el dueño se metió dentro dando dos simples pasos, y se estiró en el sofá que hasta entonces le había parecido tan solo una sombra bajo tanta gente. Era cómodo, calentito y adaptable. ¿Qué más le podía pedir? Bueno, un poco de comida, pero es tendría que salir a buscarla él.
Durante el resto de aquellos dos días, Sloan se pasó gran parte del tiempo tirado en el sofá. Los efectos secundarios de la droga eran bastante potentes, y tuvo unas ojeras como las de un mapache. Podría haber levantado de nuevo sus defensas, y lo hizo, pero no le sirvió de mucho: el daño ya estaba hecho y una vez entran dentro del baluarte, adiós muy buenas. Por eso, durante un día entero estuvo rodeado de comodidad y bolsas de comida, como nachos, patatas... esas cosas. Comida que no hiciera falta cocinar y que entrara bien.
Al día siguiente ya se sentía mucho mejor, y más valía que lo estuviera, porque había quedado de nuevo con la doctora. Tendría que contarle esos efectos secundarios de la droga si quería avanzar un poco con su tratamiento. Pero lo primero era lo primero.


No habían bajado los plomos del local, por lo que la máquina de discos aun funcionaba. Puso la primera canción que le vino en mente, para que al menos gracias a la música volviera la energía a su cuerpo. Si algo le gustaba de la música rock era ese ritmo intenso que penetra en tu cuerpo y hace que hasta el músculo más pequeño quiera moverse al son de la guitarra, la batería y en ese caso, las trompetas. Su cuerpo empezó a moverse hacia atrás, con una sonrisa en su cara y un buen meneo de hombros y piernas.
Dio dos pasos y se trasladó a una tienda de Nueva York que había estado varias veces, cogiendo una chaqueta nueva, fina y que le dejara respirar, una camiseta sin mangas que ponía "Rock with me" con letras duras, unos tejanos y calzado nuevo. Dejó todo lo viejo en el mostrador, dio dos pasos más y se trasladó al lago de Central Park, donde se tiró de cabeza para remojarse un poco, sin ropa. Al salir cogió lo que había mangado de la tienda y volvió al local, donde aun sonaba la canción. Al ritmo de The Heavy se vistió, sacó unos cuantos (bastantes) dólares que se habían olvidado en la caja (bastante descuidados, la verdad) y se dispuso a salir.

Aun no era la hora de la cita, pero Sloan ya se estaba dirigiendo a la entrada de Arkham, pero en lugar de cruzar el puente se quedó en la calle, esperando a que la doctora saliera. Si llegaba a cruzar el puente, a saber qué le hubieran dicho, y esa noche mejor que se preparara para no liarla.
Al poco rato apareció Mindy (¿O Lilith?) no muy diferente de cómo iba vestido él (exceptuando las claras diferencias que separan un hombre de una mujer, por supuesto). Sloan la saludó ya desde lejos, levantando una mano mientras la otra se resguardaba del calor dentro del bolsillo (muy lista ella).
Al mencionar si tenía hambre, el que respondió por los dos fue el estómago de Sloan. Hasta el momento no se dio cuenta de lo vacío que estaba por dentro, y quedó patente.

- Bueno, lo del paseo era buena idea... pero creo que es mejor idea la de ir a comer algo. ¿Sabes de algún sitio donde podamos ir? No conozco mucho la ciudad y presupongo que, si tu trabajas aquí, la conocerás mejor que yo. Y por cierto, antes de seguir, ¿Mindy o Lilith?

- Hay pocas cosas para comer que no me gusten. No soy de los que apartan las legumbres del plato - bromeó Sloan viéndola partir y permitiéndose un segundo para verla por detrás. Acto seguido, manos en los bolsillos, la siguió de cerca. - Pero te advierto que es difícil emborracharme con cerveza.

Lilith (que era como prefería que la llamaran, o eso dijo) habló de su chaqueta. Se la quedó mirando un segundo por si era alguna clase de broma, ya que no solía cambiar mucho de estilo a la hora de ponerse algo y alguna vez le habían dicho que iba muy desfasado. Pero con la sonrisa y la mano cornuda entendió que no iban por ahí los tiros. El moreno sonrió, encogiéndose de hombros como diciendo "es lo que hay", para luego subirse el cuello de la chaqueta con gesto exagerado, tal cual si fuera una peli de roqueros de los ochenta.
Los labios de la mujer entonaron una canción que le resultaba conocida, o familiar. Con un flash cruzando de oreja a oreja de su cabeza, dicha canción, con letra, voz e instrumentos de fondo le vinieron a la mente en forma de recuerdo, como le solía pasar cada vez que alguna parte de su mente despertaba, reaccionando a un estímulo para más tarde perderse en el olvido otra vez.
Su cabeza seguía el ritmo, tal cual un perrete de plástico cabezón, de esos que te dicen "si si si" desde la parte de atrás del coche, sus cuerdas bocales se adaptaron y sus pies se movían con el ritmo sin dejar de caminar.


Sonrió, pues se dice que la música amansa a las fieras, y no solo eso sino que las hace trotar al son de la canción.


Sloan giró la cabeza hacia Lilith, aun con esa sonrisa en el rostro cuando, al pasar por debajo de una farola, encontró la solución al enigma de la noche pasada. Dejando el ritmo de la canción para otro momento y perdiéndola de nuevo entre la bruma de la nada, se acercó a la chica y le pasó los dedos por el pelo, levantando un mechón y mirándolo de cerca.

- Rosa. Era de color rosa. - Volvió a sonreír, como cuando un niño resuelve un rompecabezas. - Anoche creí que era blanco. Ya veo que necesito lentillas. - En ese momento volvieron a sonarle las tripas, y su mano buscó reconfortar su estómago con unas cuantas caricias. - Espero que esa pizzería no esté muy lejos, porque nos veo a los dos arrastrándonos por el suelo en busca de algo que llevarnos a la boca - volvió a bromear.

Doblaron una esquina, llegando a una calle de Gotham bastante concurrida para ser de noche. En la esquina contigua, una mujer con poca ropa y mucho maquillaje flirteaba con un par de hombres, a ver si conseguía unos cuántos dólares para ella y su chulo. A pocos pasos un hombre con albornoz sacaba la basura con un perrito que no dejaba de chillar (porque esos ladridos no eran ni normales). El vapor de las cloacas; la policía parada en la calle, hablando con una mujer a la cual le acababan de robar el bolso; un par de jóvenes en un portal, dándose el lote mientras una vieja los observa desde la ventana.
Tenía que reconocerse que Gotham tenía su encanto. Para bien o para mal, tenía su encanto.

Así que ese no era su color de pelo natural. Bueno, vamos a ver, ¿cómo iba a ser ese su color de pelo natural? ¡Pues claro que no! ¿Cómo se le pasaba eso por la cabeza? Aunque también es verdad que cosas más raras se han visto, y tampoco sería tan extraño que así fuera. ¿No se encontró con una peliverde? Pero tampoco le preguntó si era su color de pelo natural. Es más, no era una pregunta que hiciera cada dos por tres a todo ser viviente que se encontrara. ¿Qué sacaba de preguntarlo?
Aún así, la cuestión del pelo rosa le aportó otra información que no se esperaba: "de casa de acogida a casa de acogida" dijo. ¿No se crió con sus padres? ¿Era huérfana, o tal vez...? Sloan tal vez no fuera una persona tal como se espera, pero al menos conoce lo que son los "modales sociales" y no indagaría más en un tema que podría ser bastante delicado si la misma Lilith no lo empezaba.

- No te disculpes por el barrio, no es culpa tuya. Además, he visto cosas peores, créeme. - Si ella supiera... aunque trabaja en Arkham. Igual las cosas que han visto se asemejan...

Llegaron al fin a la pizzería. ¡Qué ganas tenía Sloan! ¡Y qué hambre! Un poco más y se le hubiera abierto el estómago de lado a lado con una boca enorme de tres hileras de dientes diciendo "por favor, el menú de la casa, y no escatime en platos". Al entrar el aroma a pasta italiana le dio de frente tal cual un guantazo bien dado. Eso, sumado al ambiente típico de toda pizzería que se preciara, que estaba bastante lleno y, repetimos, el aroma de las pizzas haciéndose en el horno rondando por el restaurante era una clara invitación para que se quedaran por lo menos a vivir.
Sloan siguió a Lilith la cual parecía estar bastante familiarizada con la pizzería (había dicho que la conocía, ¿no? Pues dos más dos...). Se sentaron en la mesa la cual tachó como "su favorita". Lilith le propuso que escogiera él la pizza, además de susurrarle que la cuatro quesos era la mejor. De paso pidió de beber lo de siempre, y otra para Sloan. ¿Qué debería ser lo de siempre? Tal vez la cerveza que le comentó antes...

- Hmmmm.... Hmmmm.... - El moreno casi había traspasado la carta de una punta a la otra pensando en cuál podría escoger. Pocos segundos después vino de nuevo el camarero con sus bebidas, pero estaba tan centrado en las pizzas que no se dio cuenta qué les trajeron. El camarero les preguntó qué iban a tomar. - Iba a decir que hoy me apetecía algo con salami pero... ¿sabes? Te haré caso: una cuatro quesos por favor. Y si eso después podemos ir pidiendo más si se nos queda vacío el agujero del estómago, ¿no? - le preguntó a la pelirosa de una forma familiar y bastante cercana, como si se conocieran de toda la vida.

Cerveza... ¡Claro, cerveza! Joder, ni se había dado cuenta. La tenía delante de sus narices e hizo falta que las palabras de Lilith salieran de su boca y le dieran una bofetada en plan "¡Eh tú! ¡Espabila que te reviento!". Lilith habló de la misma como si fuera el mejor amante del mundo y quisiera compartirlo, y faltaría más: el moreno cogió su copa de cerveza, le echó una ojeada y la levantó en pos de la pelirosa para darle un trago. En su garganta pudo notar como el líquido se convertía en espuma, y éste en líquido. La sensación de tener algo acariciando el paladar era... casi mágica.
Cierto era que podría considerarse la mejor amante del mundo. Esas sensaciones que bailaron en su boca y garganta no las había sentido antes tan juntas y apretujadas. Le gustó esa cerveza por lo que le dio otro trago.

Casi pocos minutos después llegaron las pizzas. ¡Y qué pizzas! ¿Recordáis que mencionamos un aroma que provenía del horno? Pues imaginad que os lo sirven en una bandeja de plata perfumada con otros olores penetrantes y que consiguen convertir tu boca en la última piscina municipal, sin fondos comunes de por medio. Tenían tan buena pinta que Sloan no se estuvo de tan solo contemplarlas, así que cogió su trozo.
Lilith fue más rápida que él, y lo supo cuando escuchó aquel pequeño orgasmo bucal. Giró la testa para ver qué le pasaba, pero su cara lo decía todo: aquellos quesos estaban teniendo una orgía en su paladar y lo estaba disfrutando. Sloan le sonrió, observando si alguien más se había percatado pero no fue así. Se llevó su trozo a la boca y le dio el primer muerdo. Al instante lo primero que le vino a la cabeza fue "¡QUEMA!" pero se apagó en seguida, por lo que pudo disfrutar de las sensaciones que le daban los quesos, tal cual le pasó a Lilith: su cabeza reconoció el roquefort a la primera, y todos los demás le llegaron en fila india. Un "hmmmm" seguido de otro "¡Hmmmmmfff!" fue su valoración de la pizza. Su paladar no podía decirlo, pero su cabeza le gritaba que estaba buena.

La doctora volvió a su bata y a sus apuntes (aunque no los llevara) y le lanzó las primeras preguntas del tratamiento. ¿Algo que contarle? ¿Qué había notado éstos días? Muchas cosas, de seguro, y se las iba a contar. Lo que no esperaba fue el final de su frase. ¿Y algo más? Eso le intrigó.

- Pues, siendo sincero, me he sentido fenomenal. ¿Eso que me metiste? Me despejó. Me alivió. Me sentí como si de repente despertara y tuviera energías ilimitadas. Estuve toda la noche rondando por Gotham sin descansar... claro que después, me vino el bajón. Creo que lo llaman así, "bajón". Me tuve que estirar en un sofá porque me sentía entumecido, como si hubiera gastado todas mis energías. Creo que, la mejor forma de explicarlo sería que estaba drogado y se me pasó.

La siguiente pizza les vino casi volando a la mesa. ¡Dios, ésto era un no parar! Tuvo que pedir otra cerveza porque se había terminado la suya, y Lilith lo mismo. Con una copa llena y otra pizza en la mesa (de la cual Lilith comió unos trozos y ya. Seguramente estaba llena), Sloan siguió contándole con pelos y señales cómo se había sentido y lo que había hecho, incluyendo su apalancamiento en el pub.
Tras unas cuantas cervezas y la eterna sonrisa de Lilith llegó el postre: otra cosa no sería, pero complaciente lo era un buen rato. Su yo humano había sido educado en los años 20, y por aquel entonces, aunque las cosas eran muy diferentes, los modales eran algo que su matrona le inculcó a rajatabla. "Sé bueno con las damas" le decía "debes ser un completo caballero". No llegó nunca a tanto, pero parte de esa educación se le quedó. Por tanto, el postre que pidió llevaba chocolate a rebosar.

Terminado el postre y sin nada más sobre la mesa exceptuando la mirada de Lilith y la sonrisa de Sloan, no tenían nada más que hacer en esa pizzería, así que el moreno se adelantó, pidiendo la cuenta. Cuando llegó se la quedó mirando, sacó el fajo de billetes que llevaba en el bolsillo interior y por suerte llevaba suficiente.
Al depositar los billetes se dio cuenta que le había contado a Lilith de dónde habían salido ese dinero cuando le habló sobre su estadía en el pub. Pero como si fuera algo normal o más bien un niño travieso, se encogió de hombros sin dejar de sonreírle y llamó al camarero para que se lo llevara.

- Hoy nos invitan, y eso no pasa todos los días, ¿verdad? Bien, ¿cuál es nuestra siguiente parada para seguir con ésta fabulosa terapia? - Sloan giró las palmas de sus manos y agachó levemente la cabeza, sin apartar su mirada de la de Lilith. - Estoy a su total disposición... señorita. - Un guiño acompañó el refresco de su memoria. La pregunta era, ¿a dónde los llevaría?

Desde la pizzería despidieron con una sonrisa y un "que paséis una buena noche" a la pelirosa de forma bastante familiar, seguramente esperando que volviera pronto. A Sloan aquel camarero le resultó la mar de atento para con Lilith y, en consecuencia con el propio moreno. Incluso sonreía más cuando se servía a la muchacha. ¿Sería que...? Pero daba igual, ya habían cenado, bebido (sobretodo él, pero sobretodo ella) y estaban de nuevo en la calle, con la doctora agarrándose del brazo de Sloan. No le molestó que lo hiciera y tampoco le molestó que lo mantuviera agarrado. Las "normas sociales" era un tema que podría suspender sin siquiera presentarse al examen ya que le parecían absurdas la gran mayoría de ellas, como por ejemplo "la vergüenza de ir desnudo por la calle". Todo el mundo sabe como es el cuerpo humano, ¿qué vergüenza hay en ver uno ajeno? Bah, que no tiene sentido.

Lilith se soltó de su brazo y le dijo que tenía ganas de marcha. De la buena, según aseguró. Tenía intención de ir a Nueva York, conducir ella si era necesario y continuar con su escapada nocturna. No era mala idea, y Nueva York no quedaba muy lejos de Gotham. El único problema era la hora a la que llegarían, además de las capacidades para conducir de Lilith al finalizar la noche. Decía que tenía ganas de marcha, y eso siempre implicaba beber un poco más (además, en Estados Unidos tienen esa costumbre de, cuando se sale a beber, se bebe hasta el coma etílico).
Entonces, ¿qué hacer? Había otra solución al problema pero implicaba desconcertar a la joven. Aun así...

- No, no vas mal desencaminada: la música en general me gusta porque despierta sensaciones en mi cuerpo y mis sentidos bastante agradables. El rock en especial tiene cierto ritmo que me hace vibrar, así que si, soy fan del rock, aunque quede raro que algo como yo lo diga. - No era humano. No se podía considerar como una persona. Ni siquiera como un "hombre". Por ello si, podía resultar raro que algo como él dijera que le gustaba el rock y se vistiera como tal pero... cosas más raras se han visto. - Bueno, si quieres, y ya que me pediste que nos conociéramos mejor para ayudarme, puedo hacer algo al respecto con las distancias: podría llevarnos a los dos a Nueva York en lo que viene siendo dos simples pasos. Eso si, tal vez te marees un poco al ser tu primer viaje. Verás, mi cuerpo tiene la capacidad de convertirse en una especie de portal, llevándome a una dimensión propia de la cual puedo viajar a cualquier parte del mundo donde haya estado. Tan solo dando dos pasos. Eso nos ahorraría los problemas del coche al volver si dejamos que la noche nos seduzca, porque lo que es conducir, yo no sé.

¡Buah! ¡Wo-wo-WO! ¡Amarra ese tren, John Wayne! (O no era así...) Lilith casi se lo comía con la mirada y las palabras de emoción. Fue hablarle de su capacidad para transportarse por el espacio terrestre y venirle un subidón de los que te duran al menos tres años. ¡Madre mía, pero cuanto entusiasmo! Y Sloan se vio arrastrado por esa ola tan descomunal. Un poco más y lo habría tirado al suelo de seguir disparándole estrellitas por los ojos. Pero por suerte no fue así.
De un salto el moreno se encontró a la pelirosa en los brazos, agarrándose del cuello y pegándose como si fuera un cromo. Era seguramente, la primera vez que una mujer se le tiraba voluntariamente a los brazos. Así, sin más. ¡Épala! Y para el corral.

- Estoy lista.
- Me parece que no - le respondió con una sonrisa enigmática. No era un desprecio ni una burla. Simplemente le decía la verdad: nadie está preparado para ese tipo de viajes, o al menos para ser su primera vez.

Hundió su cara en su cuello, cerrando los ojos y agarrándolo bien fuerte. ¿Creía que iban a salir volando o algo así? ¿O que un choque de fuerza les arrastraría hasta un agujero negro donde serían diseminados por el espacio y el tiempo para luego ser reconvertidos en una masa de vida la cual se moldearía para retomar su actual apariencia? Bueno, igual no iba demasiado desencaminada si pensaba eso...
Y Sloan... ¿A qué esperaba? ¿A que el semáforo se pusiera en verde? Porque se estaba tomando su tiempo en dar el paso. Tal vez disfrutando de la cercanía de Lilith. Al fin de cuentas sigue teniendo parte humana, y concretamente la parte masculina. Antes rodó un trozo de revista ocho veces delante de sus narices llevada por una ráfaga de viento para desaparecer calle abajo que Sloan diera ese dichoso y esperado paso... pero lo hizo. A fin de cuentas, lo hizo.
En la calle de Gotham dos cuerpos desaparecieron en una pequeña nube verdosa espolvoreada con cenizas grises, y acto seguido Sloan se encontró de lleno en su pequeña dimensión. Aún era algo pronto para que Lilith la viera así que dio el segundo paso casi al instante, transportándose en un callejón de Nueva York. Para entonces Lilith ya había abierto los ojos y lo miraba como si fuera un actor de cine o el guitarrista de un grupo de rock famoso. Dejó que se bajara pero al instante alargó el brazo para sujetarla. Los efectos secundarios no perdonan a nadie, por muy especial que sea tu mente. Aun así, y tras recuperarse del vértigo, Lilith parecía estar más entusiasmada que antes.

- Ya sabes lo que dicen en éstos casos: cuando sea y donde sea... - Y si iba a decir algo más se lo quedó para él porque al parecer, Lilith tenía algo de prisa agarrándolo por el brazo.

Tiró de él hasta cruzar la calle. Se dirigían a un local que había visto algunas veces desde fuera pero jamás había entrado. Nunca tuvo la necesidad por decirlo de alguna manera. Al llegar a la puerta los bajos de la música que se escuchaba desde dentro hicieron vibrar las suelas de sus zapatos. El portero les abrió, con la misma mirada de familiaridad que el tipo de la pizzería. ¿Acaso estaba saliendo de terapia-fiesta con una famosa o algo por el estilo? ¡Porque eso ya era la repanocha!
Entraron dentro del local y la música le dio la bienvenida, penetrando por su cuerpo con ese ritmo endiabladamente demencial. Lilith seguía tirando de él pasando por unos tipos que se estaban pegando, otros con los puños levantados, otros gritando... Las luces del local eran como estrellas que se encendían y apagaban al instante. Se movían e iluminaban recodos donde nadie veía a nadie. Una sensación de agobio y excitación despertó dentro de Sloan. ¿Dicen que la música amansa a las fieras? Depende de qué clase de música. Aquel ambiente, aquella música... El moreno era como una esponja. Su instinto bombeaba su corazón con mayor velocidad, y ante él Lilith le miró e imitó el mismo gesto que le había dedicado en la base de SHIELD y en la pizzería. ¿Que estaba en sus manos? Madre mía, no sabía lo que estaba diciendo.
Sloan bajó la mirada hacia la pelirosa. Sus ojos desprendían ese leve destello que se presenta en los felinos de mayor envergadura, como los leones o los tigres, justo cuando están a punto de saltar sobre sus presas. Y esa sonrisa ladina y semicerrada... Estaba claro que la música lo estaba cambiando. Lo estaba alterando.


La canción había cambiado, pero no el ansia que le corroía por dentro. Se acercó a Lilith, con la presencia de la bestia saliendo de los arbustos con formas humanas, atrapando a su presa con la mirada y quedándose a escasos centímetros de sus ojos. Lilith pudo notar como le agarraba de las manos, giraba su cuerpo hacia el interior de aquella marabunta para perderse. No se sabía lo que era el norte del sur, donde estaba la salida y dónde la barra del local. Tan solo tenían claro dónde estaban ellos: uno delante del otro. Sloan comenzó a moverse al ritmo de aquella alarma que anunciaba el cambio de ritmo, alentando con las manos a Lilith para que se acercara, para que se lanzara y se dejara llevar. La música cambió, como era de esperar; los puños en alza; las cabezas agitándose; los pies despegados del suelo una y otra vez. Sloan intensificaba ese ritmo en su cuerpo sin perder de vista los ojos de Lilith...

Hasta que la locura se apoderó de todos. Aquella noche iban a dejarse llevar. A dejar que sus cuerpos hablaran por sus mentes. A acallar las palabras y conversar con cada centímetro de sus huesos al ritmo infernal al que estaban siendo sometidos. Iba a ser la gloria, y Sloan no se despegaría de Lilith.

Lilith respondió de una forma provocativa al "despertar" de Sloan. Se miraban como dos fieras que se disputaban el territorio o la cueva donde dormir. Sus contoneos la hicieron ponerse a la delantera con la seducción, y aquel gesto terminó de rematarlo. Como medio en broma y medio en serio, Sloan se pasó le dedo por el cuello de la chaqueta, como si de repente empezase a tener mucho calor, resoplando entre dientes con su sonrisa puesta. Acto seguido Lilith contraatacó, llevando las manos de Sloan a su cintura, con lo que ella se apoyó en sus pectorales. Algo tramaba la chica, y se lo podía leer en los ojos, picarones y con ganas de liarla bien liada. Sloan aceptó la invitación, cerrando el cerco en su cintura y apretando las distancias.
Lilith le robó la chaqueta y se la puso a modo de cinturón, para después escaparse de su vista. "Ahora te lo doy, ahora te lo quito". ¿Ese era el juego de la noche? ¿O el reto? Fuera como fuese se quedó solo en la pista, ya que era casi imposible seguirla con la mirada con semejante multitud, mucho menos seguirle el paso. Así pues esperó que no tardara mucho, o que no se perdiera... y no lo hizo: la pelirosa apareció de nuevo ésta vez con una copa en la mano. Whisky le dijo que era. "Cierto, habló de whisky". Cuando fue a cogerlo la mano de Lilith fue más rápida, al igual que su boca que se bebió entera de un solo trago. ¡HIJA DE...! Oh, eso había sido un golpe bajo.

De nuevo Lilith se le escapó de las manos, pero ésta vez la siguió bien de cerca. Pasaron cerca de la barra y Sloan aprovechó para avisar al barman el cual pudo verlo gracias a su altura. Sloan señaló a Lilith y levantó dos dedos. El barman le guiñó el dedo y levantó cinco dedos. Sloan entendió lo que dijo y levantó seis dedos. El barman levantó el pulgar y se puso a trabajar.
Por fin alcanzó a Lilith, la cual se había deshecho de la copa. Se dio cuenta de su presencia. Mejor, porque había un asunto que solucionar: agarró a la chica justamente por la chaqueta que se había ligado a la cintura y tiró de ella. La sujetó por el hombro con fuerza antes de que chocara contra su pecho y acercó su rostro; cara con cara; mirada con mirada.

- ¡Creo que ésto es mío! - le dijo alzando la voz para que se le escuchara por encima de la música. Lilith pudo sentir la otra mano detrás de su cogote antes de que cerrar sus labios con los de Sloan. La besó sin prisa pero intensamente. La besó como si quisiera beber de sus labios, y eso hacía. Repasó la comisura de sus labios con la lengua pidiendo permiso para pasar, y sería cosa de Lilith que se lo diera o no. En cualquier caso terminó con aquel beso, separándose levemente. - ¡Así el whisky sabe mejor! - bromeó. Le había robado el whisky y quiso recuperarlo.


La música volvió a cambiar, retomando uno de los temas de Marilyn Manson. La gente se volvió loca a su alrededor, pero Sloan mantenía la calma a pesar de todo. Bueno, al menos lo aparentaba, como si tuviera todo su cuerpo bajo control, que no era así: en su mente y en su cuerpo se estaba celebrando un concierto de rock a todo lo grande. Pero aun así, "mantenía la calma". Levantó las manos para señalarle que esperara un segundo. Se retiró hacia la barra donde el barman había dispuesto una hilera de seis copas de whisky. Sloan le preguntó con un gesto cuánto le iba a costar, y el barman le contestó de la misma forma que serían gratis, acompañado con un guiño y un beso en el aire. Sloan cogió las copas sin darse cuenta de ése último gesto, y se acercó a donde estaba Lilith. Por suerte estaba esa repisa de la columna para dejar las copas, y así lo hizo.

- ¡No empieces un reto que no puedas terminar! - le dijo, acercando de nuevo el rostro para que pudiera escucharla. Claramente estaba hablando del whisky, ya que le tendió una de las copas a Lilith mientras cogía la otra para sí mismo. Sonreía ladino y retador. La miraba desde su altura y levantó la copa. - ¡¿Vas?! ¡Y no haré trampas! - Iba a bajar sus defensas para que estuvieran a las mismas. Eso iba a ser divertido...

Lilith aceptó el reto del whisky. Bien porque no iba a devolver todas esas copas hecho el camino del bosque humano. ¡¿Alguno ha llevado seis copas de whisky sin derramar una sola gota mientras se meneaban y cabeceaban como locos a tu alrededor?! No fastidies... Pero no tuvo suficiente con aceptar el reto que además intentó picarle, diciendo que besaba como una nena. Sloan sonrió dejando escapar el aire de sus pulmones por la nariz. Estaba claro que Lilith cuando se soltaba era de las que te metían tanta caña que acababas majara, muerto o las dos cosas a la vez sin saberlo. Pero aun con esas Sloan no sería de los que se dejaría arrastrar al hoyo tan fácilmente...

La canción volvió a cambiar, y ésta vez sonaba Duality. Vaya, menuda coincidencia. ¿Cómo era el final de la canción? ¿Todos los dioses están locos? O algo por el estilo. La verdad es que no le faltaba razón teniendo en cuenta su estado. ¡Y quería volverse más loco! Lilith se unió al coro que cantaron la canción, que saltaban y gritaban. Sloan fue a acompañarla pero algo se interpuso entre él y sus intenciones: su cuerpo. Notó como una descarga le sacudía la espalda de abajo a arriba, entre una molestia y la sensación de que algo no iba bien. ¿Qué había sido eso? No tenía motivos para desestabilizarse. ¿Por qué entonces...?
Lilith le apartó de sus pensamientos hiendo a por él, obligándole a tomarse su copa. Eso digamos que le sentó mejor, ya que disipó su "curiosidad" por el asunto y le devolvió los pies sobre la Tierra. La copa hizo su efecto, quemando levemente su garganta y levantando su espíritu. Sintió en su estómago el ardiente sopor del alcohol, y se tomó el comentario de Lilith sobre que no besaba tan mal mejor de lo que podría esperarse: al menos no había perdido la práctica. Incluso le devolvió el beso y le propuso de cambiar de ambiente. La idea no era mala, ojo, pero Sloan se sentía igualmente algo inseguro.

La pelirosa se perdió de nuevo entre la gente, con una mirada que insinuaba lo que sus labios no decían. Se perdió entre aquel bosque de cabezas, y aunque pareciese mentira fue bastante difícil encontrarla de nuevo (por el color de su pelo, ya sabéis). Tuvo que dejarse llevar por el instinto, porque si no no sería capaz de encontrarla a menos que se metiera de cabeza y apartara dando manotazos a todo aquel que se encontraba de por medio (cosa que no hizo). La música seguía resonando por su cuerpo, instándole a continuar moviéndose, a seguir con el desfase de aquella noche, pero su cabeza le decía que debía encontrar a la mujer... y lo hizo. En medio de todo el meollo la vio, bailando como si no hubiera un mañana. Depositó su mirada en ella y esperó, esperó y esperó... hasta que se dio cuenta que la estaba observando y le sonrió. Su compañera de manada volvió a sentirse observada, e hizo su movimiento: levantó la camisa, mostrando parte de su escultural cuerpo. Un vientre así no lo conseguía cualquiera y estaba claro que la pelirosa le daba su tiempo. Eso "calentó" un poco más el ambiente y Sloan no era de los que negaban un grito como aquel. Se acercó apartando la gente a su paso, o lo que podía. Vio que, como si no existiera, se ponía a bailar con la persona que tenía cerca. ¿A eso se le llamaba "no te hago caso, pero sé que vas a venir?" O por el estilo. A saber, porque había cada cosa entre las fórmulas para ligar de los humanos.

Pero Sloan no era humano, y lo recordó de la peor de las maneras: aquel latigazo volvió, y de no ser por la música la gente podría haber escuchado aquel silbido que se escapó de entre sus dientes, seguido de un gruñido gutural. El moreno se llevó la mano a la boca a tiempo y se giró, en busca de la salida. ¿Otra vez? ¡Si no había hecho nada! Espera... ¿tal vez había sido la música? ¿El dejarse llevar? ¡¿Qué?! Ansioso apartó a la gente de nuevo pero ésta vez sin contemplaciones hasta que vio la salida. Abrió la puerta de un empujón y se apartó de todos, buscando una esquina donde apoyarse y esconderse. Allí, tirado en el suelo, se agarró con fuerza el cuerpo para evitar que volviera a suceder. Sentía el dolor, sentía el cambio... pero por alguna razón era más débil que antes.
Por suerte, tan solo fue un susto, un simple espanto. Estaba perlado de sudor con la cabeza reposando contra la pared y respirando con dificultad. Tan solo había sido un aviso... y cuando volvió a serenar su cabeza se acordó de Lilith. ¿Se habría dado cuenta que ya no estaba en el local? Fuera como fuese, cuando se tranquilizase un poco más iría a por ella...

¿Alguna vez habéis estado en una lavadora? O al menos, ¿podéis imaginaros cómo os sentiríais dentro de una lavadora? Bien, pues si podéis imaginad cada uno de vuestras partes del cuerpo metidas una a una dentro de una lavadora, con consciencia propia. Luego imaginad que cerráis la tapa y la ponéis a las máximas revoluciones. Dejadla durante al menos... siete horas, sin parar. Pim pam, pim pam, pim pam... Luego abrid la tapa, sacad todas las partes del cuerpo, unidlas de nuevo para formar una persona y esperad el resultado. ¿Lo tenéis? Pues si lo tenéis tendréis una milésima parte de la sensación que tiene Sloan por todo el cuerpo. Solo una milésima parte, y eso es decir mucho.
El moreno había recuperado parte del control sobre su cuerpo. Cada vez dolía más y a saber si sería capaz de mantenerse consciente sin una ayuda externa a éste paso. ¿Y todo por qué? ¿Por lo que sucedió en Gotham? No, tiene que haber otra cosa. No es posible que por quitarse una venda de los ojos ocurra ésto. No tiene mucho sentido... a menos que...

Si... en ese caso tendría más sentido...

Lilith apareció como por arte de magia (o por el arte de "no fijarse de que estaba allí"), acuclillándose a su lado y mirándolo con la cabeza ladeada. Sloan giró la cabeza a duras penas, con los ojos entornados pero manteniendo esa sonrisa suya. Daba toda la pinta de estar cansado, pero poco a poco iba recuperando fuerzas. Necesitaría un poco de comida más adelante porque sino, al igual no se levanta cual depredador y se merienda lo primero que pilla.
Levantó la mano y la agitó, como si quisiera quitarle importancia a lo que había pasado, o queriendo decirle que no era su culpa. Aun no tenía la garganta los suficientemente despejada para poder pronunciar alguna palabra que otra. Le cogió la mano y se la acarició. Eso fue de agradecer. Incluso se sentó a su lado, le guiñó un ojo y los cerró. Sloan supo lo que estaba haciendo y esperó, vigilante de que nadie se les acercara estando ella "dormida".
Cuando volvió en si, su mirada se lo dijo todo. Le ofreció irse a su casa, o más bien "le dijo" que se irían a su casa, sin opción a contradecir. Aunque siendo sinceros tampoco iba a decirle que no. Le parecía buena idea así que aceptó su mano de buen grado, levantándose del suelo. Al hacerlo casi se le pone el mundo del revés, pero lo soportó.

- A tu casa, ¿eh? Supongo que a eso te referías con lo de improvisar. - Sonrió sin soltarle la mano, y agradeció el gesto del guiño. - Venga pues, tú marcas el camino.

Durante la travesía por Gotham, Sloan le contó lo que le había pasado a Lilith con pelos y señales. Le explicó las sensaciones que tuvo, la intensidad de aquella pérdida de control, su teoría de que había sido por dejarse llevar... pero había algo más en eso.

- Tengo un presentimiento... tan solo es eso... pero creo que mi otra parte, la que no es humana, está intentando tomar el control total de la mente, expulsando a mi yo humano. Es solo una sensación, pero tendría lógica teniendo en cuenta lo que pasó en Gotham y lo que vi. Al ver que todo cuanto sabía era mentira, y que la naturaleza humana era distinta a la que recordaba, bien podría ser que mi parte "exterior" hubiera decidido por su cuenta convertirme en un depredador total, sin ganas de permanecer dentro de éste mundo. Pero como digo, es una teoría...

Llevaban un buen rato caminando por las calles de Gotham. El moverse y sentir el aire fresco (¿Aire fresco? ¿En Gotham? Aquí hay algo que no cuadra...) le revitalizó por decirlo de algún modo. Ya no estaba en su fase de acartonamiento ni tenía la cabeza ida y descompuesta por alguna. Con los pies en el suelo y la mirada en frente, Sloan se sentía como si no le hubiera pasado nada. Aunque no le iría mal un poco de comida... no le rugía el estómago ni iba a hacerlo. Es más, podría aguantar toda la noche sin comer, pero en algún momento tendría que ingerir algo.
Lilith se mantuvo callada cuando le comentó su teoría de su otro yo, de la otra parte de su mente. Tal vez no había sido buena idea comentárselo, pero debía hacerlo si se iba a enfrentar a esa parte de su cabeza. Por otra parte le habló de su perro: Ifrith. Le dijo que era un "perrete" más bueno que el pan y que no se preocupara por él. Mal asunto, porque por norma general los animales solían reaccionar bastante mal con su presencia. Una vez un gato se cruzó en su camino, y al verlo o sentirlo, dio tal salto que se agarró al marco de una ventana de un segundo piso y se metió dentro, bufando al moreno mientras la mujer que estaba dentro limpiando intentaba echarlo fuera.
Cosas de animales...

Llegaron al portal de su casa, y Lilith lo miró sonriendo con la timidez de los adolescentes. Sloan le respondió con otra sonrisa, y se miró las manos: aun iban cogidos y ni se habían dado cuenta. Tal vez fuera por eso, pero para el moreno era reconfortante mantener su mano agarrada, y por eso no quiso decir nada ni siquiera darse cuenta que seguían "pegadas".
La sorpresa que se llevó cuando entraron al ascensor fue tan impactante como gratificante: Lilith se le lanzó encima, a por un segundo beso imitando el que le había dado en el local, cuando quiso recuperar el whisky. Sloan la sujetó por la cintura, por la espalda... se pegó tanto a ella como sus labios y sus lenguas. Madre mía, así da gusto que le inviten a uno a su casa. Y cuando se paró el ascensor (¡HIJO DE PUTA! ¡NO TE PARES!) ambos se separaron para poder entrar en la casa de la doctora. Abrió la puerta y el "perrete" (¿dónde estaba ese supuesto "perrete"?) salió para saludar a su dueña y ver a quién traía... pero como era de esperar se puso algo nervioso al sentir la presencia de Sloan. No le gruñó, pero estaba algo histérico con él cerca. Por suerte Lilith consiguió calmarlo, y los tres pudieron pasar dentro.

- Hogar, dulce hogar... - comentó Sloan para si mismo al entrar en el piso de Lilith. Era agradable sentir como alguien te invitaba a pasar dentro de su territorio, de lo que consideraba un santuario para si mismo. Cierto era que estaba algo vacío según las casas en donde había estado, pero al moreno no pareció importarle: en cuestiones del hogar, al igual que muchas otras cosas, siempre ha sido práctico.

Lilith le invitó a ponerse cómodo, y no iba a negarse. Por su parte desapareció por una puerta, suponiendo que comunicaría con el dormitorio, llevándose consigo la chaqueta de Sloan que aun llevaba atada a la cintura. Sloan se sentó en la parte más cómoda que encontró: el sofá, seguido con la atenta mirada del fiero guardián Ifrith. Como sacara una bocanada de fuego Sloan saltaba por la ventana.
La doctora volvió, ofreciéndole los servicios de que disponía su casa.

- Nah, tranquila. Con el whisky ya voy más que servido... aunque es bueno saber dónde está el baño, por si acaso. - Le hizo gracia que ese dicho coincidiera con la distribución de su casa.

Se sentó junto a la pelirosa cuando ésta le ofreció un sitio donde dejarse caer y entonces se fijó en lo que llevaba puesto: parecía bastante cómodo. Más que los tejanos. ¿Así era como iban las personas en su casa cuando se sentían relajadas y a gusto? Sloan jamás ha tenido más ropa de la que lleva encima o la que pilla aquí y allí, así que jamás ha sabido lo que es tener un armario de ropa y poder escoger lo que puedes llevar... además de no tener jamás un hogar donde sentirse relajado...
Cuando la televisión se encendió, Sloan flipó en colores pastel por el comentario de Lilith acerca del protagonista de la película (además del tono en que se lo dijo). ¿Zoolander? No la había visto. Se había tragado muchas películas para aprender un poco más de la cultura de la Tierra, pero esa película en cuestión nunca cayó en sus manos... pero... ¿que se parecían? Justo entonces salió la ya famosa mirada del tigre. Sloan se quedó como si fuera a decir algo, luego se calló, sin apartar esa sonrisa de "¿pero qué coño...?" y luego miró a Lilith con los ojos entrecerrados, como si buscara respuestas.

- Así que me parezco al prota de la película, ¿eh? Hmmm... tal vez sea... ¿Por mi mirada seductora? - Escondió su cara mirado hacia el otro lado para después volver a mirar a Lilith, imitando la mirada y la pose del protagonista de la película, e incluso haciendo morritos. - ¿O acaso es que tengo que marcar un poco más de cuerpo? ¿Es eso? Porque si tienes uno de esos trajes a mano no me importaría ponérmelos: seguro que quedo resultón - bromeó imaginándose llevando uno de esos trajes. - Aunque... ¿sabes una cosa? Si que es verdad que me parezco al protagonista: hace tiempo hice unas fotos de modelo, pero de eso hace ya mucho. No sabía qué estaba haciendo ni por qué me estaban fotografiando. Fue una de esas sesiones rápidas que me colé para zampar un poco del bufet y me pillaron. Al fotógrafo le hice tilín como se suele decir y me pidió que posase para una línea de ropa interior. Luego vino SHIELD y les confiscó las fotos porque me estaban siguiendo. - Sloan se quedó mirando la pantalla del televisor, pero no estaba mirando la película, sino más bien la cinta con su nombre escrito, viendo pasar los fotogramas de su vida. - Es curioso que, mirando hacia atrás, todo lo que he hecho y sin saber que lo hacía: agente de SHIELD, modelo de ropa interior, vagabundo, miembro de una mafia por allá los años cincuenta... Hmmm, y ahora mírame: estoy aquí sentado con la psiquiatra que me ayudará con mi problema del descontrol, la cual se mueve que te cagas en la pista, besa que da gusto, que me atrae como la polilla al fuego, y su perro que nos mira fijamente. - Se giró hacia Ifrith el cual los estaba, efectivamente, mirando sentado sin decir nada. - Quieto, Fido - le dijo bromeando, pero el perro le gruñó así, por lo bajo. - Vale, lo sé, no te caigo bien. Mensaje recibido. Ah, perdona si te he molestado con lo que he dicho: suelo decir lo que pienso sin pensar en lo del espacio vital, el qué dirán y cosas así. No puedo evitarlo, soy así - tan directo como un puñetazo contra la pared. Claro que si.

- Ah, conque quieres que te haga un pase de modelo un día de éstos, ¿eh? Solo te diré una cosa: cuando y donde quieras - le dijo para picarla un poco, a lo que añadió al final - Y no será gratis: tendrías que pagarme de alguna forma por el show. El trabajo de artista está muy mal últimamente, ¿sabes? - Lo dejó medio en broma medio en serio, sin decantarse por ninguno de los dos lados, pero tal vez la mirada que le mandaron sus dos ojos verdes tal vez apostaran más por lo segundo que por lo primero.
La doctora se interesó un poco más por la vida de Sloan, con lo que la película y la televisión pasó a un tercer, cuarto, o quinto plano. Lilith según iba dando las preguntas se acercó más y más al moreno, llegando a pasar la mano tres el cuello del mismo y acariciando su pelo. Sloan no nació ayer, y esas caricias, esa mirada intensa que correspondió sin siquiera apartar los ojos para mirar el whisky cuando tuviera sed, ese acercamiento...

- Veamos pues, por partes... ¿Qué me llevó a donde estoy ahora? Mejor un quién más que un qué. - Se acomodó en el sofá, acercándose más a la pelirosa hasta no quedar más espacio en el sofá entre los dos. Dejó que ésta se apoyara en él o en el sofá, donde más le apeteciera y como más cómoda estuviera. - Lo que me motiva a seguir, se podría decir que es la misma respuesta de antes. - Levantó una mano y acarició su mejilla de paso mientras se dirigía hacia su cabello y cuello, perdiendo de nuevo sus dedos entre sus pálidos mechones. - Lo que me gusta... - La miró de arriba a abajo y enarcó las cejas cuando volvió a tener la mirada centrada en sus ojos. - ¿Siendo sincero? No sabría por donde empezar y ni siquiera si podría acabar... - Sonrió, pegando su frente a la de Lilith y rozando sus labios. A esa distancia podía sentir el olor a whisky que emanaban sus labios, y el cosquilleo de éstos al rozar con los propios. - ¿Sabes? Ahora soy yo el que quiere conocerte mejor.

No pidió permiso. ¿Para qué? No era la primera vez y tampoco se lo había impedido en aquel momento, en la pista de baile, perdidos entre tanta gente y aplastados por el ritmo de la música.
Separó sus labios para poder juntarlos con los suyos. Era su tercer beso con esa intensidad, con esa pasión semi-controlada. Lilith le había dado un par de besos más entre el primero y el segundo, pero ese beso, como los anteriores, eran los que dejaban no solo marca, sino con ganas de no separarse. Ni siquiera de respirar. Ni siquiera de tomarse un respiro para beber del whisky que había traído Lilith. De aquellos besos que hacen mover tus manos, rodeando la cintura y espalda de Lilith para atraerla más a él.
Sentía una fuerte atracción por esa mujer. No solo física, sino que también... Durante el transcurso de la noche había aprendido ciertas partes de su personalidad que desconocía. ¿Y cómo iba a saberlas si era la tercera vez que se veían? Aun así, había visto algo en ella que le motivó. Por ello no separaba sus labios ni su lengua. Por eso la tenía tan apegada a él. Por eso tendría que ser la propia Lilith la que le dijera basta.

Con menuda fiera se había encontrado el moreno. ¡Menuda fiera! Había podido verla desenvoluparse en el local, como una pantera metiéndose entre la maleza, observándote con esos ojos intensos y esa sonrisa de suficiencia, advirtiéndote que estabas en su territorio y que sin su consentimiento no saldrías de ahí intacto. Pero cuando entras en su territorio y se deja llevar... ese es otro cantar.
Sloan no se resistió a que lo tumbara sobre el sofá, a que tomara las riendas y se dejara llevar. Por costumbre mantenía su cuerpo a ralla, sus impulsos, sus sentidos... Creaba una cárcel alrededor de su yo corpóreo y dejaba que se colara entre las rendijas de su prisión. Pero todo tiene un límite, incluso lo que uno quiere retener. ¿Por qué contenerse? ¿Por qué no dejarse llevar? No sería como en el local: esa mujer lo volvía loco, pero no de la misma manera. Sintió pues la excitación desbordarse por todo su cuerpo, sintiendo el calor en su respiración y los nervios a punto de piel.

- ¡Arg! ¡Eh! - se quejó bromeando cuando Lilith le arañó la espalda. Las heridas se cerrarían pronto pero esa sensación quedaría. La pelirosa estaba que quemaba los pantalones, y Sloan no iba a quedarse atrás. Metió las manos por debajo de si camiseta, pasando por su espalda y bajando hasta el borde de sus pantalones, introduciendo los dedos por debajo de la goma de éstos, siguiendo el tacto de su piel mientras sus piernas se movían inquietas.
Paró de golpe al notar la sensación de su propia sangre en los labios y fue a buscar los de Lilith para vengarse, pero ésta se apartó, quitándose la camiseta. Aquellos sostenes eran bastante bonitos había que reconocerlo, pero lo que robó la vista al moreno fue aquel cuerpo escultural, trabajado y atrayente. ¿Y qué era eso? ¿Una pica invertida? Despertó una sonrisa que pronto se convirtió en lasciva cuando se encontró con los descontrolados ojos de Lilith. Subió las manos por su espalda, por su tronco mientras sus labios volvieron a devorar la boca de la pelirosa. La excitación iba creciendo según las manos llegaban hasta el cierre de su sostenes. Lilith no era tonta y seguramente podría intuir la intención de Sloan... aunque éste tardara un poco en abrir ese condenado chisme.

- No me lo tengas en cuenta - le pidió entre beso y beso, hasta que al fin se escuchó un ¡HAAAALELUYA! dentro de su cabeza y se desprendió el sostén.

Llevó ambos brazos alrededor del tronco de Lilith y la sujetó: iba a tomar él las riendas. Giró ambos cuerpos poniendo a la doctora debajo y a Sloan encima. Separó las piernas de la chica, colándose en su espacio privado y quedando tendido sobre ésta, apoyándose con los codos. Pero faltaba algo... ¿El qué? Quedar a la par, y por eso se irguió, se llevó las manos a la espalda y tiró de su camiseta sin mangas.
¡RrrrrrrrrrrrrrrrrrrraaAAAS!
Tal vez con demasiada insistencia, pero era una camiseta. No era el fin del mundo. Así, ambos con el torso desnudo, la sensación sería aun mayor. Se recostó sobre Lilith ésta vez bajando des sus labios a su cuello, mordiéndolo y succionando, chupando y lamiendo. Pero sobretodo, mordiéndolo (él también sabía morder, o qué se pensaba). Las manazas del moreno estaban ocupadas con el torso de la doctora, bajando hasta agarrar sus caderas por debajo del pantalón. Notaba los pechos de la misma debajo de sus pectorales, moviéndose, y Lilith podría notar de pasar la mano por su espalda los surcos que escondían los tatuajes de Sloan; aquellas marcas lo perseguirían de por vida pero era lo único que mantenía al mundo a salvo de su verdadera naturaleza.
El cabello de Sloan se situó bajo la barbilla de la pelirosa cuando éste bajó por sus pechos y besó la pica. Volvió a levantar la mirada y se acercó a sus labios, susurrante.

- ¿Te llevo a un sitio más cómodo, o seguimos aquí? - De aceptar la propuesta Sloan se levantaría del sofá, cargando a cuestas a la doctora hasta llevarla al dormitorio entre besos y jadeos. De decir que no, bueno...

Siguiente parada: el dormitorio. Mucho mejor, porque un sofá era cómodo y estaba bien, pero hombre, pudiendo escoger una cama o un sofá... claramente, una cama. Así pues la aupó sujetándola bien fuerte de su trabajado trasero y esperó a que ésta lo rodeada con manos y piernas, para asegurarse que no se caería. ¿Y fue un viaje tranquilo? No; más bien fue un viaje bastante movidito, intentando Sloan de atinar bien por dónde pisaba sin chocarse con nada, pero se podría decir que la lujuria ganó el asalto y estaban las dos fieras comiéndose la boca el uno al otro, chocando contra las paredes, contra los marcos, los muebles y muchas, muchas risas de por medio, sobretodo de ella.

Sloan cruzó el portal y le dio a la puerta con el pie una, dos, tres cuatro veces hasta que consiguió cerrarla (en realidad los otros tres intentos fueron eso, intentos, pero sin conseguir rozar siquiera la madera). Al ver la cama supo que había llegado a la meta, y se dejó caer junto con la semidesnuda Lilith, haciendo saltar los cojines y algo más que chispas entre los dos cuando sendas entrepiernas chocaron y se rozaron la una contra la otra. Las manos de Sloan parecían tener vida propia, subiendo por los hombros de Lilith y bajando por su busto, jugando con sus pechos acompañadas de su boca. Toda la tensión acumulada durante la noche y el día anterior se evaporizó convirtiéndose en un derroche de pasión.
Notó las manos de Lilith, tan deseosas como las suyas, o incluso más a juzgar por lo rápido que buscó el bulto de sus pantalones. Ella se entretenía jugando con el botón y la bragueta mientras Sloan se dedicaba a juntar pecho con boca, pezón con lengua. Se endurecieron de golpe o ya venían así del sofá, pero qué mas daba pues lo importante era que por la mirada que le echaba Lilith le estaba gustando.

El pantalón cayó al suelo y el moreno levantó una pierna y luego la otra, haciéndolo volar a alguna parte lejana de la habitación. Luego le tocó al pantalón que llevaba Lilith, y con una mirada pícara y juguetona, empezó a bajarlos lentamente. Sloan los agarró antes de que siguiera, quedando su cara tan cerca de sus ojos que podía sentir las cosquillas de sus labios sin siquiera tocarse. Sin apartar la mirada comenzó a bajárselos, poco a poco como había estado haciendo ella. Llegaron hasta debajo del muslo, pudiendo Sloan ver su ropa interior al bajar la mirada. Una sonrisa y un asentimiento de aprobación fue todo cuanto comentó de su gusto por la ropa interior, pero hubo más: Lilith pudo notar como unos traviesos dedos subían por por sus caderas hasta agarrar la goma de sus braguitas, tras lo cual tiraron para abajo descubriendo completamente el monte de Venus de la pelirosa. Sloan volvió a bajar la mirada y ésta vez su sonrisa se amplió.

- Mucho mejor - Besó sus labios con avaricia mientras terminaba de bajarle los pantalones acompañados de su ropa interior y dejarla totalmente desnuda a su merced. Solo había un pequeño fallo en todo eso. - ¿Me echas una mano? - le preguntó, ya que la suya estaba ocupada una vez se libró de sus pantalones, atendiendo la entrepierna de la pelirosa preguntándose de dónde salía todo ese calor y palpando que no hubiera una fuga (por decirlo de algún modo), acariciando con soltura su superficie.

¿Fue vergüenza lo que vio en su mirada cuando terminó de desnudarla? Por un segundo le pareció leer en su cara que la tierra se la iba a tragar. Nah, lo sentimos señora tierra, no vas a ser tú quien se coma a ésta pelirosa. Ya se le ha dado al botón rojo de la máquina y es imposible pararla, así que váyase a tragarse a otra persona, que Lilith está demasiado ocupada como para que se la lleven. Además, tras ver ese sonrojo en su mirada y en sus labios al igual se la quitan de las manos. Vamos, ¡ni loco la suelta! (aunque técnicamente hablando, ya estaba loco... en fin).

Su proposición de que le ayudara vino con un "aparta de aquí esa mano" y "ponte sobre la cama, guapo". ¿Qué hizo Sloan? Seguirle el juego. Le gustaba ver como se iban cambiando el mando, las riendas y la vara de las órdenes. Eso era estar a pares con tu pareja, que tanto el uno como el otro quisieran tener el control de la situación y se fueran turnando. Lilith tenía muchos puntos en su ranking pero cada vez sumaban más y más... dioses, como le atraía esa mujer. Se estaba poniendo nervioso por momentos, respirando dificultosamente sin ver el momento de llegar a la última base con semejante mujer.
Siguió atentamente con la mirada el ir y venir de aquella felina, ronroneando con la mirada y clavando sus uñas y dientes sobre sus nervios. Cuando la tuvo lo suficientemente cerca pudo sentirle el corazón: era un motor que iba a mil por hora, pero si la pelirosa paraba el oído mientras le dejaba aquella ristra de besos y mordidas por el torso, podría darse cuenta que no estaba sola en aquella carrera por ver a quién le estallaba antes el pecho. Al final se detuvo en su entrepierna, le dio un sentido homenaje que no hizo más que estimular aun más al moreno, hasta lanzársele de nuevo a devorar su boca. Sloan se aferró a ella con la pasión del momento. No se sabía dónde terminaba su boca y dónde empezaba la de la pelirosa, entre remolinos de cabello claro y un torbellino de manos que querían abarcarlo todo en poco tiempo. Podía sentir como el momento estaba a punto de llegar, como Lilith calentaba a la bestia con una mano mientras no le dejaba un simple respiro a sus labios.

Llegó. Al final llegó el momento. Lentamente, sin prisa pero sin pausa, notó el calor envolviéndole, los muslos de Lilith pegándose a su cadera y el temblor del primer contacto. Sloan se puso tenso, exhaló y quedaron sus labios a meros milímetros de los femeninos, esperando que su cuerpo no estallara al sentir semejante placer. Llevó sus manos acariciando sus hombros, sus piernas, dibujando un camino hasta su trasero, agarrándolo con firmeza apoyando el lento descenso de su cuerpo. Llegaron al límite, y ahí empezó lo bueno: con una mano acudió a la ayuda de su sexo, estimulándola con ligeras fricciones circulares, mientras la otra mano subió hasta su cintura. Se acomodó un poco más en el colchón para que Lilith tuviera espacio para moverse, ayudándola a encontrar el ritmo moviendo la pelvis a un ritmo tranquilo, augurando lo que vendría después.
Como estaba disfrutando aquella noche, y eso que en teoría tan solo había ido en pos de una terapia. Pero las cosas son como son, y no se arrepentía de que se cambiaran los planes. "No me arrepiento de nada" se decía una y otra vez mientras sus manos seguían el vaivén, el ritmo sensual de las caderas de la pelirosa que bailaban al son de una música inexistente de un ritmo que ambos bien conocían. La tensión en su cuerpo se disuadió para dejar pasar un torrente de pasión que lo impulsó a levantarse, a ponerse con la espalda recta, sentado sobre la cama y sobre él reposaba Lilith, cruzando sus piernas alrededor de su cintura. La agarró con fuerza, juntando sus bocas y lenguas de nuevo. Bajó una de sus manos hasta su trasero insistiéndole que continuara con aquel ritmo frenético, que él no cesaría. Juntaron sus cuerpos ahora perlados, sujetándose el uno al otro mientras discutían si besarse, devorarse, recorrer sus cuerpos con los labios, morderse o bien sostenerse el uno al otro mientras jadeaban de placer.
Sosteniéndola se imitó a si mismo tal cual en el sofá, girando sobre sí mismo y tumbando a la doctora sobre la cama. Sus piernas continuaron apresando su cintura: ni muerta iba a dejar que se le escapara. No en ese momento. Ya podía venir la policía, un meteorito o la vecina de enfrente que de allí no se movía nadie hasta que terminaran de "desfogarse". Sloan por su parte cada vez estaba más y más eufórico, y con los brazos apoyados en el colchón alrededor de Lilith, su pelvis aumentó el ritmo, la intensidad, la fuerza... La cama se resentía, obligada a seguirles el ritmo, golpeándose a si misma contra la pared. Bum, bum, bum, bum, bum... De haber alguien en el otro lado de la pared seguro estaría contento.
Un relámpago cruzó la espalda de Sloan. Una señal que le advertía de lo inminente. Pero al igual que podía controlar el flujo de su sangre, también podía controlar cuando dejarse llevar, y no lo haría hasta que la propia Lilith gritara de gozo, de placer y exhalara su último aliento de fuego, cosa que no tardaría en ocurrir; Lilith se aferraba a su espalda con fuerza, incluso arañándola. No dejaba de jadear cada vez más y más, dejando que unos cuantos "si, si, si..." escaparan de sus labios. Sus piernas se tensaban, apretaban el agarre del perfecto cuerpo que la estaba llevando al placer extremo. Sloan agilizó más el ritmo, y la cama dejó de golpear la pared para intentar traspasarla como si fuera un taladro. Más golpes, más golpes, más fuertes, más insistentes, más y más y más y más y más... Hasta que al final Lilith se tensó de gozo, dejó escapar un último gemido de placer y sintió en su interior como Sloan dejaba que el orgasmo fuera mutuo, golpeando una última vez su pelvis contra la suya y quedándose en una perfecta simbiosis de sus cuerpos, moviéndose lo justo para no perder la intensidad de aquel momento.

Fueron unos segundos, pero tan intensos y fantásticos que parecieron minutos, horas... la sensación de tener cosquillas en la punta de los dedos, y una sonrisa que se te escapa mientras besas a la pareja con la que has compartido semejante momento... Dan ganas de repetir.

- Algo de mí... - La miró con esos ojos que la devoraron de arriba a abajo cuando la acarició, cuando besó sus labios y le sonreía cuando le miraba. - Bueno, podría decirte que no hace falta que te preocupes de que te salga un bombo - bromeó llevando una mano a su vientre, pero lo decía en serio: controlar todo su cuerpo implicaba que podía controlar cada célula, cada fibra, cada hueso, cada minúsculo ser de su cuerpo, y si él no quería, sus soldaditos se quedarían en casa tranquilamente mirando las noticias del día.

El agua asomó por la ducha, empapándoles levemente hasta que Lilith se giró y lo atrajo con ella bajo la cascada. Ducharse siempre había sido una de sus pequeños placeres secretos; sentir las gotas besando su piel; sentir surcar sobre sus músculos, sobre su piel las olas en miniatura; la sensación de tranquilidad; el vapor que te envuelve poco a poco. Simplemente, la gloria, ¿pero compartirla? Aun era mucho mejor. Con el rostro levantado, cerró los ojos y pasó sus manos por su cara y su pelo, arrastrando consigo la firmeza de su peinado y la marea que recorrió su pelo hasta que quedó completamente hacia atrás. Volvió sus ojos y su sonrisa hacia Lilith y ahí la tenía, de nuevo tan cerca que podía sentir su respiración, la pulsación de su corazón, el tacto de su piel ahora mojada...
La tentación siempre entra a hurtadillas y jamás llama, y para ellos les dejó un regalo que aprovecharon al máximo: la pasión. Lilith se le lanzó encima, besándolo de nuevo. La abrazó, la acarició. Jugó con ella y la besó. Sintió su cuerpo dibujarse en la yema de sus dedos y sus labios. La agarró por la cintura y la levantó, apoyando su espalda contra la pared de la ducha, donde volvió a poseerla como si fuera la primera vez. Como si acabara de llegar de un lejano viaje o acabara de despertar de un largo sueño.
La poseyó como un animal; Apasionado.

La pasión voló y se convirtió en delicadeza: Sloan la enjabonó a ella y ella a él. Repasaron sus cuerpos entre risas y juegos hasta que ambos estuvieron completamente limpios, saliendo de la ducha y tapándose con toallas (Sloan no tenía mucho que esconder, o mejor dicho nada que esconder, pero bueno, nunca estaba de mas una toalla bien puesta). Algunos dicen que para el verano lo mejor es una ducha fría, pero una ducha caliente te da el regalo de ser abrazado por una fría brisa al salir del vapor.
Sloan asintió ante su proposición de comer algo. Estaba HAMBRIENTO con letras mayúsculas, pero vaciar su nevera no era plan, así que se controlaría. La siguiente propuesta... siendo sinceros, agradó mucho más al moreno que la idea de llenarse la tripa. Quedarse a vivir con ella... compartir un techo... un hogar... Hasta el momento le habían dicho varias veces de quedarse en algún sitio, pero jamás podría considerarlos como un hogar. No tenían esa calidez que recordaba de su época antes de la Unión.
No tuvo ni que pensarlo: apartó el cabello mojado de la cara de Lilith con suavidad, dándole una sonrisa tan cálida como el vapor de la ducha o el sonrojo que tenía en sus mejillas, ya fuera por la vergüenza que tuvo al pedirle aquella proposición o por la ducha. Fuera como fuese, le daba un toque encantador.

- Me gusta la idea. Vivir aquí, contigo... creo que me gustará - afirmó con la cabeza. - Así podré decirte todo cuanto quieras saber de mí, y yo de ti. Porque, doctora Belmont - mencionó su título y su apellido con un deje pícaro y bromista, mirándola con sus oscuros ojos verdes - ésto se ha convertido en un quid pro quo: quiero saber cosas de ti, lo que te importa, lo que te gusta, lo que no, pero sobretodo... ¿qué quieres para comer?

Se prepararían algo para comer, se pondrían algo para ir a dormir (o no. Total, es verano y ya no tienen nada para esconderse) y descansarán durante toda la noche: ella entre sus brazos y él cerrando los ojos, sonriendo por saber que a la mañana siguiente empezará un nuevo día en un hogar.
Uno auténtico.