Past Time With Good Company (Amigos de Drago) [05/02/2019]

El "Fat Cat" era una curiosa y ecléctica mezcla entre club de jazz, sala de juegos y bar, todo mezclado y envuelto en una deliciosa atmósfera "underground". No era su local favorito, pues ese lugar lo ocupaba sin ningún género de dudas el "Blue Note", pero éste resultaba quizás demasiado elegante y sofisticado para lo que él pretendía, y también más caro. El "Fat Cat", en cambio, disponía de ese ambiente de informalidad que caracterizaba a las reuniones de amigos, gozaba de buenas bebidas, buena música, un montón de juegos variados y, lo más importante, la entrada costaba sólo tres dólares, y las bebidas no eran excesivamente caras, en especial si lo que pedías eran cervezas.

Además, después de lo que había sucedido hacía unos días con Villa Fábula, había supuesto que Lobo preferiría un ambiente más discreto en el que tanto él como Blanca pudieran pasar desapercibidos, y el "Fat Cat" se encontraba, literalmente, bajo tierra, y la iluminación era tenue. Se entraba por Christopher Street y había que bajar unas escaleras para llegar al local. Nada más entrar, a la izquierda, estaba la barra de bar, y más adelante empezaba la larga hilera de mesas de billar, futbolines, ping-pongs, juegos de ajedrez y back gammons que estaban repartidas a lo largo del enorme espacio.

Él había reservado un agradable rinconcito al otro extremo de la sala, con una iluminación cálida y un conjunto de sofás de segunda mano que se encontraba cerca del escenario. Sabía que tanto a Planaria como a Sasha les encantaba el jazz, y podía imaginar que a Cassandra también le gustaría, gracias a su particular sensibilidad para la música.

Había ansiado mucho tener aquél momento para ella y sus amigos. El cumpleaños de Cassandra había sido hacía diez días, pero como Drago y ella no llevaban más que un mes saliendo, habían pensado que sería demasiado pronto como para hacer la presentación oficial en su familia, por lo que no había podido acudir. Si todo salía bien, podrían hacer la presentación formal como su novio durante el cumpleaños de Bruce, en el que ya llevarían casi dos meses juntos, pero lo importante era que Drago se había quedado con la sensación de no haberle podido ofrecer a Cassandra una celebración de cumpleaños decente. Sí, la había llevado a cenar a un lugar elegante, pero habían estado solos, y en América lo habitual era celebrar los cumpleaños en compañía de tus amigos. Cassandra no tenía muchos amigos más allá de la Bat-familia, de la misma manera que él no tenía muchos amigos fuera de los X-Men, pero tenía la intención de compartir ambos mundos, de manera que sus amigos se convirtieran también en los de ella, y viceversa.

Además, presentarla formalmente ante sus amigos como su novia lo volvía todo más... real, en una manera que resultaba sorprendentemente agradable.

Al principio había pensado celebrar aquella reunión en la escuela, pero en el comedor no había más alcohol que el que Logan se ocupaba de traer de vez en cuando, y además estaba el asunto de los alumnos. A ningún profesor le agrada la idea de que un alumno suyo lo pille bebiendo y pasando un buen rato, sería como perder toda la autoridad en cuestión de segundos. No, allí estarían mucho más tranquilos y relajados.

Había avisado a todos los que habían llegado a ganarse su amistad en el transcurso de sus años en la mansión, así como a la única persona a la que había llegado a apreciar fuera de la misma. Sasha y Logan habían confirmado rápidamente su asistencia, al igual que el Sheriff de Villa Fábula. Planaria le había dicho que estaba un poco ocupado con unos seminarios, pero que haría lo posible por acudir, aunque por desgracia, a Samuel, el primer amigo que había hecho dentro de los X-Men, le había resultado imposible. No había tenido ocasión de hablar con detalle con Lobo de lo ocurrido después de su aventura en Asia, pero quizás esa noche podría saber más de lo que pensaba hacer a partir de ahora su gente.

Había llegado el primero, así que fue hasta la barra para pedirse una cerveza sin alcohol y sentarse a esperar. Se sentía tan extraño... Era la primera vez desde sus primeros años en el ejército que se citaba con un grupo de amigos en un local para tomar algo, y la noche del 21 de enero había sido la primera vez que se había emborrachado desde más o menos la misma época. Era increíble lo mucho que había cambiado su vida desde la Colisión. Lo mucho que él había cambiado, y los principales responsables de dichos cambios eran las personas que se darían cita con él allí aquella noche.

Sasha le había enseñado a perder el miedo a abrirse para relacionarse con los demás; Lobo le había hecho ver cuán equivocado había estado al rechazar el amor, y le había hecho prometer que no volvería a huir la próxima vez que lo encontrara. Gracias a él había abierto su corazón a Cassandra, que había traído la luz a su vida. Planaria, aunque al principio no habían empezado con buen pie, había terminado convirtiéndose en un gran compañero que le había enseñado a controlar sus poderes, y con Blair había acabado desarrollando una relación mucho más estrecha de lo que habría podido pensar cuando la había conocido. En cuanto a Logan... Bueno, Logan había estado siempre ahí, a su lado, sin juzgarle ni criticarle, y ayudándole a su manera, una manera mucho más valiosa y sincera de lo que pudiera parecer a simple vista. Todos ellos eran sus amigos.

Amigos... ¿Quién habría pensado que los volvería a tener? ¿O que volvería a saber lo que era el amor...?

El chico sale corriendo calle abajo, con los ojos desencajados y respirando con dificultad. El corazón le va a mil y puedo oler un poco de orina en sus pantalones. Aún así, aún sintiéndome medio satisfecho, no aparto la mirada severa del chico. Por su parte, Blanca suspira.

- No hacía falta ponerse así, Lobo. Podía haberlo manejado yo misma.
- No he podido evitarlo... - Me callo, porque me rechinan los dientes. Blanca me mira, me coge del brazo, lo aprieta... me calmo. - ...Perdona...
- Nada de disculpas Lobo. Yo le habría dicho cosas peores... pero tú tienes mejor planta que yo para imponerse. - Media sonrisa se dibuja en su rostro. Bien, me gusta cuando sonríe.

Desde lo sucedido con los portales, la puesta en público de todo lo nuestro mundo así como el discurso de Blanca no tenemos un sólo día de tranquilidad. Tengo que reconocer que los primeros fueron los peores: Blanca en su despacho cogiendo llamadas de varios ministros, el alcalde, la prensa... todos reclamando ese trocito de tierra que nos cedieron hace ya tanto tiempo y que creen que es suya por derecho. Si recordaran un poco de historia, ésta tierra no es suya por derecho ni por asomo. Ésto es algo que no me gusta de los mundanos y de la mayoría de las personas: se creen que todo lo que tocan, es suyo.
Por mi parte no he tenido un sólo día ni noche de descanso. Al saberse dónde estaba Villa Fábula la gente llegó en tropel. Las brujas del piso 13 no pudieron aguantar su hechizo repelente y tuve que hacerme cargo yo junto con Bestia y algunos más. Fotógrafos, cotillas... incluso un par de ministros a los que Blanca les había dado largas por teléfono se presentaron en Villa Fábula. Al principio intenté ser cortés pero cuando empezaron a tirar piedras contra las ventanas porque no les dejábamos campar por sus anchas... bueno, les recordé por qué las gentes y los niños temen al lobo feroz.

La invitación de Drago no podía haber llegado en mejor momento, ahora que las cosas están algo más calmadas: el rey Cole se entrevistó con el Alcalde para hablarlo con más diplomacia, y parece haber funcionado. La policía de Nueva York nos echa una mano para que la gente no se pase de la ralla... en fin, una noche de descanso, gracias.

Entramos dentro del FatCat después de terminarme el cigarrillo. Dentro de ese bar deben haber muchos olores distintos y mejor tener el hocico embotado que marearme a mitad conversación. El estilo del local nos envuelve, y puedo decir sin equivocarme que tanto Blanca como yo nos mimetizamos a la perfección, con nuestras gabardinas puestas (la suya más elegante que la mía), su vestido con falda informal y mi camisa blanca con corbata.

- Allí está - le comento a Blanca.
- ¿Dónde? No lo veo.
- Pero yo lo huelo - así como otro aroma familiar... la chica de la noche en Nueva York y otro que no reconozco. Nos acercamos y al ver a Drago le doy la mejor de mis sonrisas... aunque corta y amarga, no puedo hacer nada con eso. - Hola Drago. - miro a chica que tiene a su lado... y no puedo evitar darme cuenta que comparten cierto aroma. Así que ellos... bueno... Miro a la camarera y la llamo. - Un whisky sólo, por favor.
- Eh, Lobo... - Blanca me mira algo severa.
- Ah si, es verdad... Que sea doble.
- No es lo que yo te... Que sean dos, por favor. - Si, ambos lo necesitamos.
- Así que... al final terminasteis juntos, ¿no? - les digo tanto a Drago como a la chica murciélago. - Al menos algo salió bien esa noche.
- Perdonad su... patente falta de tacto y brusquedad... más de lo habitual, pero hemos tenido unos días complicados. - Blanca se acerca a la mujer y al otro hombre. - Soy Blanca y éste es Lobo. Encantados de conoceros y si lo que dice mi marido es cierto, cosa que suele serlo, me alegro por vosotros.

Y allí estaba ella. Lo supo en cuanto sintió el tacto cálido de su cuerpo y pudo aspirar el aroma de su perfume, que tan familiar se había vuelto ya para él. Cerró los ojos y se recostó contra ella, cubriendo con su mano diestra las que la mujer había entrelazado sobre su pecho, disfrutando de su presencia y su calor. ¡Dios! ¡Estaba perdidamente enamorado! Ahora podía entender la manera en la que se miraban las jóvenes parejas que paseaban juntos por el parque, o el modo en el que se sonreían, como si no existiera nada en el mundo aparte de la otra persona. Era una sensación de felicidad tan inmensa, una impresión de plenitud tal, que no podía ser descrita con palabras, sólo con la más hermosa y tierna de las sinfonías.

Podía decirse que Cassandra era en gran medida la principal responsable del increíble cambio que había dado Drago, un cambio que posiblemente habría sorprendido a los que le habían conocido de cerca en la mansión, y que indiscutiblemente había sido para mejor.

- Llegas a tiempo, como siempre -sonrió a Cassandra cuando se sentó en el banquillo y cogió su mano para apretarla suavemente, justo antes de inclinarse hacia ella para besarla largamente en los labios, acariciando su mejilla con la mano libre.

La camarera les interrumpió para preguntar por las bebidas y le alargó a Cassandra un complejo menú que la muchacha miró por encima antes de devolverlo abrumada y pedir lo mismo que él. Drago sonrió, enternecido como siempre ante la verguenza que mostraba cuando tenía que enfrentar aquella clase de retos, sin pararse nunca a pensar en lo mucho que había mejorado ni en las incontables barreras que ya había superado. Era increíble que pudiera ser tan dulce una mujer que podía llegar a ser tan terrible en el campo de batalla... Era aquella dualidad lo que le encantaba.

- Voy a contarte un secreto -le susurró con gesto cómplice cuando le preguntó que por qué había escogido aquella cerveza en particular-. No soy un gran entendido en bebidas alcohólicas, tú ya sabes por qué...

La religión musulmana prohibía específicamente el consumo de bebidas fermentadas y, en general, cualquier sustancia que provocase la obnubilación de los sentidos, ya que suponía obscurecer la claridad de pensamiento del individuo haciéndole así actuar sin un proceso de pensamiento lógico, perjudicando la relación con Dios e impidiendo al que lo consume distinguir entre el bien y el mal. Además, hacía poco más de dos semanas desde que había quebrantado sus principios y no tenía la menor intención de pecar otra vez.

- La razón por la que he pedido ésta marca es, simplemente, que se trata de la más barata de la carta; sólo tres dólares -chocó levemente su botellín con el de ella a modo de brindis y se lo llevó a los labios.

Escuchó su preocupación y apretó su mano entre las suyas cuando se lo pidió en su gesto sin palabras.

- No te preocupes, todo va a salir bien -le aseguró con un tierno beso en la mejilla y una sonrisa de ánimo-. Limítate a ser tú misma y todo fluirá por sí solo, ya lo verás.

En ése momento llegó Logan y Drago se levantó para saludarle.

- Cassandra, éste es Logan. Uno de mis más viejos amigos de la mansión, y de los más leales -añadió estrechando su mano con afecto-. Logan, ésta es Cassandra -dijo pasando un brazo afectuoso sobre los hombros de la mujer-. La conocí la noche de Halloween, poco antes de tu regreso, pero no empezamos a salir realmente hasta un par de meses después.

Aún recordaba la noche de la llegada de Logan, cuando éste le había pillado en el jardín de la mansión a pesar de las indicaciones del médico de guardar reposo después de la paliza recibida y habían compartido unas cervezas en el porche, como tantas otras veces en el pasado.

Y justo entonces... ¡qué casualidad! Tenía que aparecer justo después, el hombre que tanto le recordaba a su compañero, alguien a quien había llegado a apreciar y valorar muchísimo.

- ¡Hombre, Lobo! Y Blanca -dijo con una sonrisa a la mujer, estrechando sus manos-. Me alegra muchísimo que hayáis podido venir; después de los últimos acontecimientos tenía mis dudas. Ésta es Cassandra, y él es Logan, compañero y amigo de la mansión. Cass, Logan: ellos son el Lobo Feroz y Blancanieves, los famosos personajes de los cuentos.

Sabía que ella le recordaría de la noche de Halloween, y de seguro que Lobo la habría reconocido por su olor, así que no tenía mucho sentido andarse con rodeos, especialmente después de lo sucedido con Villa Fábula.

- Sí, bueno... -se ruborizó un poco cuando Lobo sacó sus conclusiones, aunque por fortuna, gracias a la ilusión no se notó-. Como ves, seguí tu consejo, y no podría estarte más agradecido por ello. Pero vayamos mejor a la mesa, estaremos más tranquilos y podremos conversar con más calma.


Les acompañó hasta la mesa que había reservado; un tranquilo y acogedor rinconcito con muebles de segunda mano en estilo Vintage, y se sentó con Cassandra en el sofá. Aunque todo el asunto de Villa Fábula se hubiera destapado ya en los medios, prefería hablar de aquellas cosas en un ambiente más recogido y discreto.

- Como os decía, son los personajes en los que se inspiraron a la hora de crear los cuentos clásicos. Han tenido que vivir ocultos durante la mayor parte de su existencia por motivos obvios. Algo así como la identidad secreta que la mayor parte de los héroes mantienen para protegerse a sí mismos y a sus seres queridos.

Ni siquiera le había contado a Logan nada acerca de la naturaleza de aquella alianza que él, como líder de los X-Men había firmado de acuerdo a los deseos de Xavier. Muy pocos en la mansión estaban al tanto de su existencia, pues mantener el anonimato había sido el principal requisito de las fábulas para sellar el acuerdo.

- Sin embargo, hace unos días se produjo algo así como un intento de invasión de un antiguo enemigo a nuestro mundo, y durante nuestro esfuerzo por evitarlo la verdadera naturaleza de Villa Fábula y sus gentes acabó por salir a la luz en los medios de comunicación. Ahora todo el mundo sabe de su existencia. ¿Cómo lo estáis llevando, por cierto? -inquirió dirigiéndose a Blanca-. Debe de ser muy complicado...

No quería ni imaginarse las reacciones de la gente al enterarse de que los personajes de los cuentos existían realmente. Tendrían que haber tenido de todo; fans histéricos de los cuentos de hadas, madres con niños deseando que les firmaran un autógrafo y por supuesto los típicos indeseables sin escrúpulos esperando sacar tajada de aquello reclamando sus tierras o vete tú a saber qué.

- ¡Hola! -saludó la alegre voz de Sasha- Espero no haber llegado tarde...

- No, no te preocupes, prácticamente acabamos de llegar. ¡Así que ya os conocéis! -exclamó al descubrir la siguiente información-. Podría resultar sorprendente, considerando lo grande que es ésta ciudad, pero no me extraña; los pasteles que hace Sasha seguro que tienen fama en toda Nueva York. ¿La recuerdas, Cass? -inquirió apretando levemente la mano que mantenía enlazada con la suya para darle seguridad-. Se la recomendé a Bruce para que se ocupara de los pasteles de tu fiesta de cumpleaños y tengo entendido que resultó todo un éxito.

Planaria se presentó a su vez por sí solo, aunque de un modo un tanto... peculiar. Quizás una chica más extrovertida o menos insegura habría reaccionado con una carcajada ante aquél comentario dicho sin ninguna maldad, pero a Drago le preocupó que a Cassandra pudiera sentarle mal, especialmente sin conocer de nada a Planaria, así que la miró de soslayo con algo de inquietud.

- Bueno, sin duda lo es, pero no fue éso lo que me atrajo de ella. De hecho, cuando la conocí ni siquiera pude verle la cara y aún así me enamoré de inmediato...

Volvió a recordar a la, por aquél entonces, "misteriosa" mujer que se había acercado a él para auxiliarle cuando había necesitado ayuda. Su roce gentil sobre la herida de su pecho y la preocupación que se dibujaba en la mirada del único ojo carmesí que quedaba visible por debajo del visor destrozado del casco...

- Cariño, Planaria y Logan fueron los que me ayudaron a redescubrir mis poderes después de la noche de Halloween, cuando comprendí que mi verdadera esencia era de luz y no de oscuridad. También me ayudaron a aprender a controlarlos, y gracias a ellos ahora soy capaz de aturdir y noquear a la gente sin matarlos usando mis rayos.

Había sido un gran favor, ya que había implicado dedicarle varios meses de entrenamiento hasta que al fin había aprendido a controlarlo, disipando así otro de los grandes miedos de Eclipse, su temor a perder el control y matar a sus enemigos rompiendo así la promesa que le había hecho a Xavier. Durante años se había visto limitado a usar únicamente las ilusiones a causa de esa promesa, pero ahora, gracias a aquellos dos compañeros era capaz también de utilizar su segunda habilidad sin riesgos, y eso facilitaba muchísimo las cosas, ya que ahora sería capaz de utilizar ataques de área no letales que dejarían fuera de combate a un número mayor de enemigos en muchísimo menos tiempo, y también con menos riesgo.

Planaria fue a saludar a Lobo y Blanca y la camarera llegó con la bandeja de chupitos que había encargado Sasha. Los observó con suspicacia a causa de su natural recelo ante las bebidas que contenían alcohol (y por el modo en el que ardían aquellos vasitos parecía claro que la gradación sería alta).

- No gracias, creo que paso -comentó señalando la etiqueta de su cerveza sin alcohol.

Así que Cassandra. Ya le puedo poner nombre a esa máscara rota de la noche en Nueva York. Sonreí cuando Drago mencionó que había seguido mi consejo. Maldita sea, creo que era el primero que había seguido mi consejo y me lo agradecía. No puedo sino asentir ante su revelación. Y el otro que nos acompañaba se llamaba Logan. Un tipo de aspecto rudo, duro. Al menos no seré el único con cara de amargado ésta noche, y la llevo arrastrando desde hace varias noches. Al menos Blanca tiene sonrisas por los dos así que... prefiero su sonrisa a la mía.

- Encantada Cassandra, y encantada de conocerle señor Logan. Bueno, pero qué digo, mejor dejar los formalismos para otro momento, ¿no? A veces cuesta un poco desconectar.

Drago nos lleva a una mesa para separarnos de la barra. Mejor, un lugar donde sentarse es mucho mejor que un lugar donde apoyarse para beber y olvidar. Tengo que reconocer que el sitio es bastante... agradable. Cómodo mejor dicho. Tal vez sea por el cojín que tengo debajo del culo, tan distinto a mi dichosa silla de oficina, dura como una roca.
Drago nos presenta aportando todo lujo de detalles, y sonrío cuando veo en los ojos de Cassandra algo parecido a la incredulidad. La sorpresa. Sí, le había mentido. No podía decirle quién era en realidad y con la explicación de Drago espero que lo entienda. Entonces nos pregunta sobre Villa Fábula y cómo nos está yendo. Ambos nos miramos a los ojos durante unos instantes, y Blanca abre las compuertas con un fuerte suspiro, dejando que el peso sobre sus hombros descanse en la mesa.

- ¿Siendo claros? Una putada.
- Uuuh Blanca, y ese lenguaje - bromeo. - Pero si, está siendo una mierda: tenemos periodistas y políticos acosándonos todo el día, buscando una forma de entrar al Bosque para sacar información, hacer fotos, buscar un punto con el cual atacarnos... Al menos a esos buitres Blanca les ha dado una patada endulzada con buenas maneras, pero son insistentes. Ya me imaginé que los americanos reaccionarían con rabia al saber que una parte de Nueva York no les pertenece, pero no creí que... bueno, da igual, ésta noche mejor no hablemos de eso.
- Es verdad. Ésta noche es para vosotros dos, así que dejemos los problemas fuera y centrémonos en la celebración, ¿verdad?

Poco después llegaron el chico eléctrico y la pastelera. ¿Así que eran pareja? Vaya, menuda sorpresa. Cuando dicen que el mundo es un pañuelo. Sasha se llamaba...

- Te recuerdo. Deliciosos los pastelitos por cierto. Nuestros monstruitos se los comieron de dos en dos. - Blanca me mira sin entender. No me extraña: hace ya mucho de eso. - Blanca, ¿te acuerdas los pastelitos que traje el día en que se quedó tu hermana? Ya sabes, cuando lo del baño. - A Blanca se le iluminaron los ojos.
- ¡Oh! Esos pastelitos estaban tremendos. Tan sólo pude dar un mordisco a uno porque los niños nos los quitaban de las manos, pero estaba muy bueno. Encantada de conoceros, me llamo Blancanieves y ya veo que conocéis a mi marido Lobo Feroz.
- Bastante - comenté saludando a Planaria con la cabeza mientras se sentaba. Nos su apoyo con lo de Villa Fábula y se lo agradezco con una sonrisa. Entonces llegan unos chupitos llameantes con nombre de Sasha. Cojo el mío, me lo quedo mirando y no puedo evitar gruñir al ver la llama.
- ¡Lobo! Nada de gruñidos hoy.
- Perdona, no he podido evitarlo. - Apago la llama y doy un trago. No está nada mal, aunque he bebido cosas más fuertes. Y por la reacción de Blanca, veo que no puede decir lo mismo cuando empieza a toser, pero se recupera enseguida.
El tal Logan nos invita a una ronda de lo que queramos. Blanca sonríe y niega con la cabeza ante la invitación, señalando su whisky doble. Por mi parte pido otro, pero ésta vez uno con hielo, ya que me he terminado el primero. Y con las reservas repuestas, brindamos por Drago y Cassandra.

- Salud - y bebemos. - Entonces, ¿qué? ¿Vivís juntos o estáis en la fase de los tortolitos, uno en cada casa y yendo y viniendo? - Les sonrío para que vean que no voy a malas. Blanca siempre me pida que sonría de vez en cuando para que no se tomen a mal mis comentarios ya de por si secos y directos. Pero no puedo evitarlos, soy así.
- ¡Ahora caigo! Ya decía yo que me sonabas. Viniste a ayudarnos cuando lo de los portales - le comenta Blanca a Planaria. - Perdona no haberte reconocido. Con todo el jaleo de éstos días... ¿Y cómo os conocisteis vosotros? ¿Te lo ganaste con la comida, como se suele decir? - bromeó Blanca con el típico dicho de "a un hombre se le enamora con la comida", o algo así. No soy muy bueno con los dichos.

Drago sintió que se sonrojaba una vez más al escuchar la versión idealizada que Cassandra tenía de lo que había ocurrido aquella noche. La entendía, pues era semejante a la impresión que él mismo había tenido de ella al verla aparecer, como un ángel descendiendo del cielo para ayudarles, pero no estaba acostumbrado a ser el centro de atención y no podía evitar sentirse incómodo.

La miró y apretó suavemente la mano que ella apoyaba en su brazo, a modo de agradecimiento.

- Ésa fue la noche en la que descubrí cuáles eran realmente mis poderes -admitió, azorado-. El Profesor siempre me dijo que controlaba la luz, y hasta el Espejo Encantado supo ver la realidad -dijo mirando a Lobo-, pero por lo que viví de niño durante la guerra y los problemas que me generó después, los encubría mediante ilusiones de oscuridad a un nivel inconsciente, y es lo que he creído durante años.

Seguramente la gente no hablaba de sus problemas psicológicos cuando estaba con sus amigos en el bar, pero de los allí presentes estaban todos al tanto, así que tampoco era como si le fueran a juzgar si no lo habían hecho hasta ahora.

- Pensaba que absorbía la luz que me rodeaba para transformarla en oscuridad, incluyendo la... "luz" interior de las personas. Por eso me aislé siempre de los demás y procuraba ahuyentar a los que trataban de acercarse.

Llegado a éste punto, dirigió una mirada de disculpa hacia Planaria, ya que había sido uno de los que lo habían vivido de primera mano. Sasha también, mientras había sido su alumna, pero tras su regreso a la mansión, ya de adulta, había escogido sincerarse con ella y explicarle el por qué de su actitud de los últimos años. Tenía la impresión de que Logan lo había intuido siempre, y Lobo seguramente también.

- Por eso, cuando se produjo el apagón, entré en pánico, ya que estábamos rodeados y no podía utilizar mis poderes...

La realidad era que había entrado en pánico a causa de su fobia a la oscuridad, pero no había necesidad de entrar en ese tipo de detalles.

- Y entonces fue cuando empecé a... "brillar", como dice Cass -la miró y sonrió con ternura antes de continuar-. Descubrí que la luz se generaba en mi interior por sí sola, y comenzó a cobrar más y más intensidad a medida que lo necesitaba. Averiguamos que aquellos seres eran sabuesos del infierno, así que pensé que la religión podría servir contra ellos.

Vaciló un poco antes de continuar, inseguro. La fe había sido siempre algo muy privado para él. A diferencia de la religión católica, que necesita del sacerdote para actuar de intermediario con Dios, la religión musulmana era mucho más personal, una comunión íntima con Dios que no necesitaba intermediarios, y era la razón por la que la mayoría de los que le conocían no sabía siquiera que era practicante. De hecho, durante su juventud había decidido estudiar el idioma árabe para poder leer el Corán tal y como había sido transmitido por Alá al Profeta. En Estados Unidos los musulmanes no tenían muy buena prensa desde los atentados del 11 de Septiembre, lo cual le hizo preguntarse cómo le mirarían sus compañeros si lo confesaba. Sabía que Planaria era católico y practicante, y aunque él se había criado en Europa en un orfanato católico y no era por tanto nada fanático en sus creencias, nunca se sabía cómo podía reaccionar un miembro de otra religión. La guerra de Srebrenica se había originado por motivos religiosos, precisamente, y no hacía tanto de aquello.

- Empecé a entonar los versos del Corán y a dibujar con luz las Sagradas Escrituras -admitió por fin. Creía que Planaria era lo suficientemente cercano a éstas alturas como para no juzgarle por tener una religión diferente, y si lo hacía entonces es que no merecía ser amigo suyo-. Funcionó. La luz, o la fe, las mantuvo a raya, y cuando una de ellas me intentó morder se disolvió en el aire como si fuera humo.

>>Pero Cassandra también estuvo espectacular. Cuando Lobo y yo fuimos a enfrentarnos con Nox, ella sóla se ocupó de combatir a las bestias armada únicamente con su katana. Y la actuación de Lobo fue increíble también. Él fue el que le dio el mordisco final a la Diosa. En suma, fue un trabajo en equipo y creo que supimos aprovechar bien las destrezas de cada uno.

Al principio no había sabido si Cassandra preferiría ocultar su identidad heroica ante aquellos que la ignoraban, pero viendo que no había sido así, tampoco tenía mucho sentido que él se andase con tapujos. Allí todos eran héroes, al fin y al cabo.

Al igual que Blanca, declinó la oferta de Logan de una nueva invitación mientras escuchaba con gesto serio los problemas que estaban teniendo en Villa Fábula. La verdad era que, al lado de aquello, cualquier cosa que Cassandra o él pudieran contar sonaría de risa, pero su amigo no parecía querer hablar de eso, y decidió respetarlo. Tampoco era plan de amargarles la noche, no era ése el objetivo de la reunión.

- Pues... lo cierto es que aún llevamos muy poco juntos -contestó mirando a Cassandra-, y no sé cómo lo haremos, porque ella vive en Gotham y yo estoy vinculado a la mansión aquí en Nueva York, pero es un proyecto a futuro el irnos a vivir juntos. Supongo que tendremos que sentarnos un día a hablarlo, pero aún es demasiado pronto para eso.

Sabía que ella tenía demasiado de sí misma en Gotham que no querría abandonar, y él tenía sus obligaciones como líder de la Patrulla en Nueva York, por lo que sin duda estaban ante un tema que podría llegar a ser muy intenso, pero seguro que serían capaces de encontrar una solución que satisficiera a ambos. Siempre era posible cuando ambas partes ponían voluntad y ganas.

Blair llegó tarde, cosa que no le sorprendió, pues sabía la vorágine en que la política andaba metida aquellos últimos días. Bastante era que hubiera logrado encontrar un hueco para acudir.

- Siento el retraso, el avión despegó con retraso y han sido unos días de locura...

- No te preocupes -dijo, restándole importancia con un gesto.

Iba a iniciar las presentaciones cuando el teléfono de la política comenzó a sonar con insistencia. Aguardó hasta que lo hubo silenciado, y ya ella procedió a presentarse directamente, incluyendo incluso un discreto halago, como si aún se encontrase en campaña.

Se instaló, se puso cómoda, hizo su pedido al camarero, se interesó por la situación en Villa Fábula y consiguió dejarle descolocado con su último comentario. ¿Que había tardado en presentarla? ¡Si sólo llevaban un mes y medio juntos! ¿Qué esperaba? Era cierto que Blair solía ser bastante generosa a la hora de compartir información personal con aquellos a los que consideraba sus amigos, pero se trataba de una información que él rara vez pedía. Drago era mucho más reservado, y las costumbres de toda una vida de aislamiento no se cambian en unos pocos meses por bien que le fueran las cosas últimamente. Menos mal que Sasha y Plana intervinieron para decir justamente lo que él estaba pensando. Carraspeó, algo incómodo.

- Ya te lo dije la otra noche en el taxi cuando me hiciste el mismo reproche, Blair... Cassandra y yo llevamos juntos un mes y medio. Estaba esperando a que la relación se consolidase para hacerla oficial, y de hecho considero que lo hemos hecho bastante pronto, lo cual es un indicativo de lo claras que tenemos las cosas -afirmó apretando la mano de su novia con seguridad.

Logan propuso echar una partida al billar y Sasha se ofreció como contrincante mientras entre ella y Plana contaban a Blanca cómo se habían conocido, algo que la propia Sasha ya le había contado en su día, cuando salieron a cenar al Blue Note. Drago no era particularmente aficionado a los juegos, así que prefirió quedarse mirando cómo les iba mientras disfrutaban del sonido de la banda de jazz que acababa de subirse al escenario.

Blair aparece en el pub. La verdad es que de los que conocí con Drago era de las pocas que esperaba ver en un pub como ese. Supongo que así es la vida: cada día te dan una sorpresa nueva. Se disculpa y nos ofrece su ayuda con lo que Blanca asiente con una sonrisa. Siempre tan diplomática ella, incluso fuera del trabajo. Yo me contengo para no gruñir: no quería hablar ni escuchar nada sobre ese dichoso bloqueo de los... Hmmmm... casi gruño.

Mientras Blanca escucha embelesada la historia de Planaria y Sasha, yo me centro en escuchar la de Drago: conozco ya gran parte de la historia, pero escucharla por la boca de Drago me hace gracia, y la forma en que describe sus poderes y sus problemas. Eso me hace recordar aquella noche en la azotea del Bosque cuando hablamos sobre él y sus problemas, y los consejos que le di. Me alegra ver que los siguió al pie de la letra y que le salió bien la jugada. Los hombres como él y como yo, que hemos visto cosas que es mejor quedártelas para ti y jamás contarlas necesitamos apoyo, aunque venga de una mano amiga. Pero si tenemos la suerte de que nos acompañen estos tesoros de cuentos que tenemos cada uno a nuestro lado... la cosa cambia.

- ¿Sabéis? Vuestras historias podrían formar parte de un cuento de hadas, o así es como me han sonado. Sólo os falta una portada y un nombre pegadizo como título.
- ¿Más fábulas? No por favor, ya tengo suficiente trabajo con los que hay - sonrío y doy un trago. Vaya, parece que al final podré sonreír y todo ésta noche.
- Lobo, ¿tú no vas a....?
- ¿Yo no, qué? - Blanca señala con la cabeza la mesa de billar donde están Sasha y Logan. - No, mejor me quedo aquí.
- ¿Seguro? ¿Es que tienes miedo que los jóvenes te den una paliza, viejo? - Conocía ese tono de su voz: me picaba para que cayese y hacer así algo que me sentaría bien pero que me negaba a hacer por cabezonería. Sé como responder a eso.
- Éste viejo aun tiene algunos trucos bajo la manga - Me levanto y pongo un dolar sobre el borde de la mesa. - Me batiré contra el ganador, si no os importa.
- En cualquier caso, yo os recomendaría que no os precipitarais mucho. Puedo sonar cínica pero sé por experiencia que los cuentos de hadas no terminan donde se acaba la última página. No digo que pase algo entre vosotros y os separéis, pero si lo que me ha contado Lobo sobre vosotros es la mitad de cierto, no os faltarán ojos que quieran encontraros.

Me despegué de la conversación al separarme del grupo y dirigirme al billar. Cuando estaba balanceando el palo apareció Lobo reservando un dolar sobre la mesa, como en los recreativos. Le sonreí amable a modo de afirmación por mi parte. Mientras me quedaba con el mejor palo que quedaba y le echaba tiza, empecé a reflexionar sobre las posibilidades que tenía. Más bien sobre si conocía esas posibilidades. Yo estuve durante tres años en el circo, donde todas las tardes un mínimo de dos horas eran dedicadas a billar y dardos a modo de descanso. ¿Pero cuánto jugaba Logan? Tal vez fuese aficionado, tal vez todas las noches saliese a jugar. Me encogí de hombros para mí, resignada a encontrar la respuesta de quién tenía más probabilidad de victoria y soplé para quitar los grumos de tiza azul.

Logan me invitó a romper, con lo que sonreí en una sonora carcajada - ¿Seguro? ¡No me des ventaja! Que no necesito tu compasión- comenté sonriente. Saqué el triángulo de plástico que servía para preparar el inicio de la partida y empecé a meter las bolas en orden, viendo en la mesa la marca de salida de la bola blanca, dejada por el desgaste. Sabes  si alguien sabe jugar al billar  o no en cómo compone el triángulo para romper. La gente lo metía a boleo normalmente, pero eso tiene un orden. Las tres de las esquinas han de ser lisas, La negra debe estar en la tercera fila, en el centro.Así al romper  se dispersarían de manera más o menos equitativa por la mesa. Comprobé que estaban todas perfectas, quité el triángulo y agarrando la bola blanca bordeé la mesa para colocarla e inclinarme para romper. Estaba "tumbada", calculando ángulo y fuerza, efecto...

Pero entonces pasó Cassandra a mi lado,  agarró un palo y empezó a nivelarlo, a calcular peso... Pero había cogido el que peor estaba. ¿También sabía jugar? Me quedé mirándola, incorporada de nuevo, hasta que me di cuenta de que no sabía con un gesto que hizo. Dejó caer la parte trasera del palo varias veces sobre el suelo e hizo una calibración un poco extraña. Parecía más la manera de nivelar una vara de combate que de controlar el equilibrio en el juego. Entonces lo dejó un poco abrumada, intentando aparentar que no había pasado nada, y me salió solo el impulso.

-¡Cass! No pasa nada, ¡ven! Te enseño- entonces  miré a Logan - ¿Podemos concedernos que rompa una novatilla no?- dije esperando a que viniera.

Una vez sentí a la chica a mi lado le di una clase express de billar - Vale, te explico muy rápido. Es un juego en el que tienes que golpear con estos palos, las bolas. Pero tu palo sólo puede tocar la bola que es enteramente blanca- aproveché para colocar la blanca en  su sitio bueno. Hice una demostración de la postura que había que coger, y de cómo agarrar el palo. - Pones el palo así, entre los dedos. Con la otra mano es con la que lo controlas, depende claro si eres diestro o zurdo. Tienes que manejar efecto y fuerza. Tu golpeas la bola blanca, y tienes que intentar que la bola blanca golpee a otra bola para que esta se meta por uno de los agujeros. Básicamente es eso. ¿Ves que algunas bolas son lisas y otras tienen dos marcas blancas? Esas son rayadas. La primera bola que tu metas marca tu "equipo". Una vez hayas metido una lisa sólo puedes ir a por lisas. No sé si me explico...- tal vez fuese mucha información para alguien que tenía dificultad además...

- Mira, vamos  a probar-  Dije guiñándole un ojo a Logan. Le di mi palo a Cass y le acaricié el abdomen para atraerla a mí. Vas a ayudarme a romper. Romper es como se le llama a sacar. A separar las bolas por primera vez- Puse mi pecho contra su espalda, para corregirle la postura. Agarré su mano derecha, la que está en la parte trasera del stick. - La mano firme, el brazo relajado- Entonces la mano izquierda. Le corregí los dedos e hice la misma postura con mi mano, sujetándole la suya  desde atrás. Parecía la típica escena romántica del chico que le enseña a ella a jugar a golf. Aunque  a  mí me recordó más a cuando Rackham me enseñó a mí.

-Vale.  Logan, ¿puedes levantar el triángulo? No quiero perder la postura con ella.- dije esperando. Una vez podíamos romper, me incliné un poco más, ejerciendo presión sobre ella para que se inclinase también. -  Venga, ¿preparada?-  Y una vez calculé para esparcir todas las bolas, ya que con ella no podría meter a   la primera, eché la mano hacia atrás, moviendo las manos de Cassandra, y con un sonoro CLACK las bolas se deslizaron sobre el tapiz de toda la mesa. Observé el panorama resultante sin soltarle y después de comprobar que ninguna se había quedado "a huevo" para Logan, sonreí, la miré y le solté las manos, agarrando el stick.

- ¡¡Muy bien Cass!! Pues en esto consiste básicamente. Si quieres aprender te enseñaré mejor en otro momento.-  dije  dejándola libre de volver con su chico si quería.

El 90% de mí se alegraba de haberlo hecho así. Pero mi lado competitivo... aunque ahora fuese solo ese 10%... Plana sabía que yo era MUY competitiva.  Perder me reventaba, cuando jugaba me CONCENTRABA de verdad. Y bueno... dejémoslo como que le he dado ventaja, será mejor.

Las palabras de Blanca no podían resultar más certeras, y sin poder evitarlo le trajeron a la memoria la batalla que habían librado contra Ultrón hacía quince días. De alguna manera el robot había terminado descubriendo la relación que existía entre ellos y había tratado de aprovecharla a su favor. Les había capturado a ambos y había estado a punto de matarla ante sus ojos sólo para atormentarle... Aquello había despertado su lado más oscuro, se había convertido en un tornado de furia asesina, en un frenesí sangriento; Había estallado de nuevo en sombras y había reducido a los robots a un amasijo de cables retorcidos y calcinados. Durante un angustioso momento ni siquiera la había reconocido a ella... Había estado a punto de hacerle daño y, atormentado por la culpa, por lo que había estado a punto de pasar, por el hecho de que Ultrón la había utilizado contra él porque había descubierto lo que sentía por ella, había decidido abandonarla. Había sido el día más oscuro de su vida, pero ella, en lugar de desistir, había ido a buscarle y le había hecho ver lo equivocado que estaba... Y la luz había vuelto a su vida. Y había comprendido que ya nunca volvería a separarse de ella.

Perdido en sus recuerdos y en la reflexión de sus palabras no se dio cuenta de que Cassandra se había levantado de su lado para acudir junto a la mesa de billar que tanto había despertado repentinamente su interés. Al descubrirla allí, con Sasha y Logan, al principio experimentó una leve curiosidad preguntándose si sabría jugar, sólo para acabar comprendiendo, con un ligero sobresalto, que estaba reaccionando conforme al duro aprendizaje al que había sido sometida de niña, haciendo una analogía con lo único que conocía: el combate. ¿Podía ser que nunca en su vida hubiese visto a nadie jugar al billar, ni tan siquiera en una película? Pero de inmediato se reprendió a sí mismo por aquél pensamiento tan estúpido. ¡Pues claro que no!

Quiso levantarse para explicarle lo poco que sabía del billar (las reglas básicas y para qué servía el taco), pero ya Sasha, que estaba al lado, se le adelantó para darle una clase práctica mucho más eficaz y completa de lo que podría haberlo hecho él... Y casi se arrepintió de no haber prestado más atención a cuando jugaban sus compañeros del ejército en los bares, ya que había pocas cosas que podría haber deseado más en aquél momento que encontrarse en la situación en la que se encontraba la mutante.

Siempre le sorprendía el deseo que Cassandra despertaba en él, una pasión que se había mantenido profundamente dormida durante años antes de conocerla. Era increíble que una guerrera curtida en batalla como era ella fuera capaz de comportarse de una manera tan exquisitamente femenina y hacer gala de movimientos tan suaves y delicados en un contexto completamente diferente, y a menudo le asaltaba la impresión de que ella no era consciente de eso, de su increíble belleza y del indudable atractivo que poseía. Le volvía loco.

Se dio cuenta de que se había quedado mirándola como un pasmarote mientras rompía, feliz y agradecido con Sasha y Logan al ver lo contenta que le hacía su pequeño triunfo y aquella muestra de integración social. Era justo lo que había pretendido al presentarla a sus amigos. Drago sabía bien lo que era el aislamiento, y sabía que ella, al igual que él, se había estado aislando durante años. Le venía bien relacionarse, tener amigos, hacer las cosas que se suponía que hacía la gente normal: salir, beber o jugar una inocente partida de billar sin tener que estar preocupándote continuamente de la siguiente amenaza de turno o de dónde iba a venirte el siguiente golpe.

Estaba tan feliz que, pese a no ser una persona dada a los juegos de azar, no dudó en aceptar la propuesta de Planaria. Cassandra se lo estaba pasando bien a todas luces, así que no pasaría nada si la dejaba sola con Logan, Sasha y Lobo durante un tiempo. Sin lugar a dudas estaba en buenas manos.

- Los dardos me parecen bien -le dijo a Plana-. Aunque vas a tener que explicarme las reglas, porque nunca he jugado.

No puedo sino que fijarme en los movimientos que hace Cassandra con el palo de billar. Incluso Blanca lo ha captado: demasiado tiempo viendo como los caballeros bajo las órdenes de su familia se preparaban armas en mano como para olvidar una clase tan esencial como la de valorar qué arma es mejor para qué ocasión, y cómo sostenerla. No le doy mucha importancia, pero me entra la curiosidad. La vi pelear en Nueva York cuando pasó lo del gas del miedo y todo eso relacionado con el Espantapájaros de Gotham, o mejor dicho, sentí su respiración, escuché sus movimientos y saboreé el escaso sudor de su cuerpo. Una persona así de preparada o bien tiene más años de los que aparenta, o bien...

Se me pone la mente en blanco cuando Sasha le enseña a Cassandra a romper. No soy de piedra, y no creo que ninguno de los aquí presente lo sea, así que no me avergüenzo de decir que esa escena me puso algo más que nervioso. Soy bueno ocultando información, actuando como si no pasara nada, pero por dentro soy algo parecido a un flan. Incluso si Blanca me pidiera que no sintiera nada me sería imposible.
El "mal trago" termina, y las clases de Sasha también, pasando a tener el turno Logan para seguir. Cass se queda junto a la mesa, por lo que la tengo bastante cerca. Mientras se decide el ganador del juego, y paso junto a ellos y escojo el palo que usaré. Hago más o menos como Sasha y Logan, valorando el peso, el tamaño, la punta... pero yo estoy buscando otra cosa.
Cuando escojo uno lo levanto en dirección a Blanca y ésta asiente con una sonrisa, volviendo así al lado de Cass, apoyado en "mi" palo.

- Tengo curiosidad Cassandra, y espero no toque ningún punto sensible. No estás acostumbrada al trato con otra gente, ¿no? Lo digo por tus reacciones físicas cuando estabas junto a Sasha. Mejor dicho, desde que hemos empezado a hablar todos. No es algo de lo que avergonzarse si es así. Supongo que gastaste tu tiempo en aprender otras habilidades. - Me la quedo mirando, curioso y con la mirada fija. - Me gustaría saber más sobre tus habilidades de combate. ¿Dónde las aprendiste? ¿Y cuáles son exactamente? Me lo puedes decir mientras observas cómo se juega al billar.

Blanca por su lado se queda con Planaria y Drago, interesada en la partida de dardos que iban a disputar.

- ¿Os importa si os observo? Si queréis puedo llevar yo los puntos y... ¿Qué os parece hacer una apuesta con los dardos? Así podría ser más interesante el resultado. Quien sabe, quizás pongáis más esmero en el juego.

Cuando dejé sola a Cassandra  comprobé  que Drago  no  se  hubiese molestado. ¿Tal vez se había sido  muy brusca con ella? Pero ella  parecía  contenta,  nerviosa, pero contenta, y no le di  más vueltas. Así que cuando volví a girarme  la  mesa,  ahí sí...Sólo estaba la  Sash competitiva.  Miré con gesto serio y de  concentración cómo  estaban las  bolas repartidas...Bueno, no me había salido mal. No  todo lo bien  que  me  hubiera salido  si  hubiese  roto sola, pero había merecido la pena.  Escuché  el comentario de Logan  y levanté una  ceja con media  sonrisa.  

- Puedo enseñarte de todas maneras si quieres, seguro que me lo puedo permitir-  dije devolviéndole el guiño con media sonrisa. Y de  nuevo la expresión de concentración seria cuando se tumbó para  tirar.  Entorné los  ojos para concentrarme más en su  postura, en dónde miraban sus ojos. Sabes si un jugador  de  billar es  bueno o malo si gasta más  tiempo mirando la mesa  por encima o al ir a tirar. Un buen jugador  mira primero, dibuja  las  líneas  en su cabeza, calcula distancias y fuerza  y luego ejecuta. Era  bueno.

¡Clack!  de  nuevo, y ví el tiro decidido y firme, con  la  trayectoria bien calculada. Contuve la respiración cuando la rallada se acercó a la tronera a ese ritmo tan decelerado. Me  quedé  contemplando esos  segundos de tensión en  los  que  parecía que yo iba a ir a por ralladas  en  el siguiente  tiro, pero no. Entró.  Bueno... No estaba mal. El cabrón había gastado días jugando.
Pero no dije nada, de hecho  no reaccioné de ningún modo.  Le miré y corroboré que  no había sido un  golpe de suerte. Sabía jugar de verdad  y hacía  muchísimo tiempo que  no tenía competencia  decente, así que  no me  confié.  

Su siguiente tiro fue  igual de estudiado, el cabrón  hizo  una bola llena con  un  doble rebote de la tronera  opuesta. Estaba claro que entraría, y mi vista antes  de  que  su  objetivo entrase se  centró en la  blanca que rodaba  lenta a la tronera. De nuevo contuve la respiración  y GRACIAS AL CIELO  cedió  metiéndose por  el  agujero.  Llega  a  no  caerse esa después  de su  primer  tiro y me  hubiese  pillado  un  cabreo importante. Me  deslicé al costado de la mesa por el que salió la bola y la recoloqué en  la  posición de saque. Bueno, cualquiera sabe que lo mejor que te puede pasar después  de  romper es volver a dejar  la  blanca en  la  posición  de salida, así que  sin  miramientos me coloqué rápido con  mi gesto serio e hice un tiro  rápido  sin calcular,  era una  lisa directa colocada cerquita de la tronera de  la esquina, así que  lo  hice  rápido, la blanca fue directa a hacer bola llena y rebotar hacia atrás para quedarse centrada más o menos.  Después de meter  la primera demasiado  fácil sí me quedé contemplando  la mesa  un poco más. Tenía dos opciones, tiro bonito u otro tiro normal, y  por mis antecedentes circenses...había  que dar un poco de  espectáculo. La blanca había quedado muy cercana a  una  rayada que detrás a un  palmo  y medio  guardaba  una  lisa, en diagonal  a una tronera central.  Lo vi claro, Rackham me obligó a  repetir los saltos durante una semana todas las tardes, no era nada que no pudiera hacer.  Apoyé un muslo sobre el borde de la mesa para llegar  con  más  facilidad y puse  el stick  casi  en vertical.  Miré  la mesa un par de veces más, inexpresiva  y golpeé fuerte  hacia  abajo.  La  blanca  salió disparada  en  un  salto, pasando por  encima de la  rayada y rodando directa a la  lisa, con la que hizo bola  fina,  dando simplemente un roce en  el lateral. La blanca frenó y la lisa  fue rodando  muy lentamente sobre  sí  misma hacia  la tronera. Frenó antes de llegar, pero no tan  exagerado como  los  tiros  de mi compañero. Lo mejor  de  dar algo de espectáculo no es hacerlo,  es  hacerlo  y seguir  con cara inmutable  como  si fuese  algo  común.

Así que me bajé, y conmigo  el stick  que tocó el suelo con la base. Me apoyé en él mientras analizaba la mesa.  Sabía  que no  podía mirar a Logan o le daría pistas de que me  importaba lo  que  pensase en  juego. Así que  me concentré  sólo  en el tapiz.  Había un tiro, no era  muy directo y tenía que hacer rebotar dos bolas después de la blanca. Me incliné de  nuevo en posición para tirar.  Apoyé la mano en el  suave verde y cargué el stick hacia atrás. Creo que lo  hice bien,  y  me habría salido  bien de no ser  porque  un imbécil pasó por detrás  de  mi cargando cervezas  y me dio  un empujón de  los  buenos. JUSTO cuando estaba sacando. Desastre total. La blanca salió disparada al lado  opuesto, golpeando una  de  camino que  se quedó en nada.  Mi cara  de  cabreo fue monumental. Repasé  los dientes con mi lengua levantando  las cejas un instante. Carraspeé dando  la vuelta.

- Un “perdona” no  hubiera estado mal- dije dándome la vuelta.  

-No me  he dado  cuenta,  de todos modos es sólo un juego, y no te he hecho daño, ¿verdad princesita?-comentó con sarcasmo.

- No te preocupes, que me juego cien pavos en esta partida, como  los  pierda me los vas a pagar- Siempre he dicho  que soy tremendamente competitiva, la gente no me cree.

-Vas – dije mirando a los ojos a Logan aún con el gesto  de mala ostia mientras movía  la  pierna agitada. Por el tono casi  era mejor hacer  caso.

Dejó de prestar atención a la partida de billar, donde estaba claro que Cassandra se estaba desenvolviendo a las mil maravillas, para escuchar las explicaciones de Planaria sobre los dardos. Parecía bastante sencillo, en realidad, y también intuitivo. A diferencia de lo que uno podría pensar, no todas las zonas cercanas al centro eran igual de valoradas, lo cual tenía sentido, porque si uno apuntaba a la diana central y fallaba por poco, la gradación disminuía de manera ostensible. Cuanto mayor es la recompensa a la que se aspira, mayores son las posibilidades de fracasar y llevarte menos que si hubieras optado por un objetivo más humilde. Interesante. Parecía divertido. Caramba... ¿cuál era la última vez que había hecho algo simplemente por divertirse? No conseguía recordarlo.

Blanca habló entonces de una apuesta, y aunque su primer impulso fue el de negarse, ya que jamás había compartido la pasión de otros hombres por los juegos de azar y la emoción de las apuestas, Planaria se le adelantó proponiendo algo que parecía bastante inocente: chuparse el turno del otro de la hora de castigos. Esbozó una media sonrisa; bueno, suponía que no pasaría nada por un poco de competición sana, y además, siempre se le había dado bien asustar a los alumnos. Se había labrado a conciencia la reputación durante ocho años, y aunque sus amigos más cercanos habían llegado a descubrir que no era tan atemorizante como le gustaba aparentar, de eso los alumnos no sabían nada, así que las horas de castigo se le solían dar bastante bien. Los alumnos estaban tan asustados de él que se quedaban quietecitos sin dar por saco, y era tiempo que él podía utilizar en hacer otras cosas, como escuchar música o corregir exámenes.

- De acuerdo -asintió a Planaria. Cogió los tres dardos que le ofrecía, apuntó y disparó.

Vale, se acabó, eso me había cabreado más de lo que creía, y verle hacer la carambola no servía de ayuda. Encima con la frasecita...
Cuando miré atentamente, incluso más concentrada por el cabreo pude ver el roce entre la blanca y una de las mías, imperceptible para un aficionado. De hecho no pensé decir nada, no creía que se hubiese dado cuenta hasta que me cedió turno. ¿Lo había visto? Le miré extrañada y ligeramente atónita. Wow..sí que se había dado cuenta. En el circo sin lugar a dudas me hubiesen cedido el turno sin siquiera una explicación, pero fuera de eso no había conocido a nadie que jugase tan atentamente como para percatarse de algo así. Y mucho menos ceder el turno y no dejarlo en un "meh".

- Gracias - dije con el ceño fruncido y asintiendo con la cabeza. Reconocía su habilidad y se lo agradecía en serio. Definitivamente hace tiempo que no echaba una partida tan interesante.

Ya me había hartado de todo , íbamos tres a dos. Me quedaban cinco y a él cuatro, luego todo empezaría en la lucha por la negra. Cerré los ojos y suspiré para concentrarme como hacía en el circo. Todo lo de mi alrededor desapareció por un segundo, incluso en mi expresión parecía que la parte humana de mí desapareciese. Inexpresiva total, contemplando la mesa, analizando los movimientos poco a poco. Contemplé la mesa como por un largo minuto y luego me incliné de nuevo sobre la mesa. Bola 6,4,1,7 y 2. La blanca quedó cercana a la tronera y para poder tirar tuve que meter la mano de apoyo en ella. Sin problema levanté el pulgar para poder deslizar el taco con calma y en un tiro casi directo entra la bola número 6. Me quedan cuatro. Como si no tuviese pausa ni fuese capaz de escuchar nada más ni me enderecé, me deslicé sobre la mesa sin levantar un músculo de ella para recuperar la blanca, esperando a que terminase de rebotar entre una pared y la otra hasta que se quedó más o menos centrada. La bola cuatro necesitaba tres rebotes para la tronera central, la blanca dos sin rozar ninguna otra. Cuando la bola blanca se detuvo, en ese preciso instante volví a golpear de nuevo, haciendo que se ejecutase ese movimiento rápido y perfecto. Mi rostro seguía inexpresivo y seguí deslizándome por la mesa. Para la bola uno necesitaba un movimiento suave, de hecho era muy probable que le blanca fuese detrás, necesitaba tirar muy en linea y demasia- PLAS.

El cuerpo me rebotó ligeramente, moviéndome hacia delante y notando un azote en mi culo. Una mirada fugaz, como un flash a los ojos de Logan que lo decían todo. "Lo mato". Me enderecé rápido tirando el taco al suelo con violencia, rompiendo con la calma del local en ese ruido vibrante de madera contra el suelo. Me giré agarrándole de la pechera. El gilipollas que me había golpeado antes. Le llevo empujándole con los puños contra su pecho hasta que su espalda toca una pared, dejándole con un golpe sonoro.
Definitivamente por mi cara parecía que le asesinaba ahí y ahora.

- ¿¡Quién coño te has creído que eres!?- le miré a los ojos y él me esquivaba la mirada, riéndose. Le despegué de la pared un instante para volver a chocar su espalda violentamente, hundiendo mi rodilla en su entrepierna hasta que se le borra la sonrisa. - ¡EH! ¿ERES SORDO O SÓLO IMBÉCIL? - Grité sin darme cuenta, pero en ese momento no me importó. Consideré la opción de que no me dejasen volver a entrar, y no me importaba irme a casa sola.
Era esa clase de gente de la que estaba harta. Las que se creen que el mundo es suyo y tienes que sucumbir. Gente que poco a poco evoluciona hasta ser los asesinos, violadores y villanos que conocemos hoy en día, por cruel y exagerado que pueda sonar.

La partida iba bastante igualada, aunque Planaria no había conseguido empatar, pero se había acercado bastante. La cosa iba a estar reñida, pensó con una sonrisa.

Se disponía a tirar de nuevo cuando un súbito alboroto llamó su atención:

- ¿¡Quién coño te has creído que eres!? -era la voz de Sasha-. ¡EH! ¿ERES SORDO O SÓLO IMBÉCIL?

Su antigua alumna, y ahora amiga, tenía arrinconado a un tipo contra la pared y le tenía apoyada la rodilla en la entrepierna con gesto amenazante. No había que ser muy listo para imaginar lo que acababa de ocurrir, y una parte de él se encendió de rabia.

Si había algo que Drago no podía soportar, eran las escenas de abuso contra niños o contra mujeres. Había visto demasiada mierda en la guerra, incluyendo la violación de su propia madre, y estaba demasiado sensibilizado con el tema. Aquella clase de episodios siempre le cabreaban, de modo que la oscuridad se asomó a sus ojos sin que lo pudiera evitar. Como siempre que una ira intensa le consumía, las sombras que se acumulaban en la cálida semipenumbra del pub, comenzaron a arremolinarse y tremolar a su alrededor de manera tan sutil que sólo quienes le estuvieran mirando directamente podrían percibirlo, y por fortuna, toda la atención estaba puesta en la escena que se desarrollaba frente a ellos...

Y, entonces, apareció Cassandra. Surgida de la nada como un ángel enviado por Dios, apoyó sus suaves y blancas manos en el brazo de la airada mujer y comenzó a susurrar palabras tranquilizadoras en su oído, iniciando un lenguaje entre sus cuerpos que llegaba más profundamente de lo que podría haber llegado cualquier palabra.

Aquella visión le sorprendió, le dejó atónito, y las sombras, calmada ya su ira, retornaron a sus lugares originales como si nada hubiera ocurrido, pues, a pesar de la dificultad que Cassandra tenía para expresarse, cuando lo hacía solía demostrar por lo general una gran madurez y una empatía y sensibilidad por encima de lo común.

Poco a poco, fue logrando su propósito y Sasha soltó a aquél hombre, el cual, no obstante, sintió la necesidad de restablecer su ego herido mediante una última provocación. La respuesta de su novia, una vez más, sorprendió por su inmediatez; antes de que cualquiera pudiera acertar a reaccionar, el tipo se encontraba inconsciente en el suelo, apoyado contra la pared.

El dueño del local no tardó en aparecer para exigir explicaciones, e internamente Drago agradeció el que ni él ni Sasha hubieran llegado a hacer uso de sus poderes en la sala. Una muchacha defendiéndose de un abuso evidente podía llegar a aceptarse, pero la gente tendía a ser mucho menos tolerante con los mutantes. Si Sasha o él hubieran llegado a hacer algo, ahora estarían posiblemente de patitas en la calle, pero, de alguna manera, Cassandra se las ingenió para que todo quedara en un mal trago al que podía hacérsele la vista gorda. En cuestión de minutos, todo se había solucionado.

...............

Cassandra era increíble.

Ella fue entonces hacia él, le tomó por la muñeca y, por alguna razón incomprensible, le pidió perdón.

Con un hábil giro de la mano se las ingenió para tomarla por los dedos y acercarla hasta él, pasándole la otra mano por la cintura. Cuando ella, sorprendida, alzó la mirada, él sonrió.

- Dicen que el amor consiste en admirar a la otra persona más que a ninguna otra en el mundo -dijo mirándola a los ojos-. Y yo te admiro, Cassandra.

Su palma se unió con la suya, y sus dedos se entrelazaron cálidamente con los de la mujer que sostenía frente a sí.

- Has resuelto ésta situación muchísimo mejor de lo que lo podría haber hecho yo. A pesar de lo que siempre dices, de la manera en la que siempre te infravaloras, lo cierto es que eres mucho más empática, y más humana, que la mayoría de personas a las que he conocido. Y te quiero por eso -se llevó la mano de ella a los labios y la besó en el dorso antes de volver a mirarla a los ojos-: Te amo, Cassandra Caín.

Me quedo mirando a la novia de Drago mientras me relata sus conocimientos de artes marciales, por así decirlo. Según la escucho me voy creando una imagen completa de ésta mujer, y casi me echo a reír al imaginármela rapada al cero, vestida con telas amarillas, rojas y naranjas, recitando mantras en lo alto de una montaña nevada. Cualquiera en mi situación habría tenido esa imagen mental, pero consigo reprimirme y que no se me mueva un sólo músculo de mi cara mientras tengo esa estampa en mi cabeza.
Por una parte me impresiona y, por otra, no puedo evitar simpatizar con ella. De algún modo tengo la sensación que dentro de su relato se esconde la soledad de quien no tiene otro objetivo en la vida que llegar a un nivel superior de la existencia. Tal como se relata parece definirse como una arma viviente, y las armas vivientes no tienen por qué tener sentimientos.

O eso suelen decir. Basta con ver cómo ha acabado ésta arma humana: en brazos de una víctima ciega de la guerra. El destino a veces tiene una buena mano que jugar.

El relato se corta cuando todos escuchamos los gritos de Sasha. Tiene arrinconado a un tipo muerto de miedo. Ella es toda furia, rabia. Hacía tiempo que no notaba una ira como esa en alguien, casi como si fuera fuego de dragón. Como no la parase alguien acabaría por quemar a ese tipo, y no sería el único: a mi alrededor noto como la mayoría de los que estábamos en esa reunión con Drago destilan copiosos una rabia y odio que hace que me pique la nariz.
Y es la calma Cassandra quien congela el ambiente y los calma a todos, primero yendo a por Sasha y luego a por el resto, tumbando al tipo con un movimiento que ni conseguí seguir. Con eso y lo visto en la noche que atacaron Nueva York me basta y me sobra para aceptar su relato como verdadero. Nadie que no haya vivido por las artes marciales desde su tierna infancia sería capaz de ejecutar un movimiento tan limpio como ese. Los he visto de muchos tipos en toda mi vida desde que llegamos al mundo mundano, y puedo decir que como ese, ninguno.

Aprovecho que el ambiente se ha calmado un poco para acercarme a Blanca. Me agacho para hablarle. Tenía el corazón en un puño hacía unos segundos atrás, pero ahora está mejor.

- Blanca, ¿crees que podrías...?
- Estoy en ello - finiquita, levantándose de su asiento y con una sonrisa se acerca al dueño del local. Estoy más que seguro que será capaz de convencer al dueño para que no les cobre esa ronda a Cassandra y Drago por lo ocurrido y que quede como un "momento para olvidar". Y si hay que pagar la ronda, se paga con nuestros fondos. Esa es la mujer con la que me casé, y recuerdo nuestros buenos momentos al observar a esos dos pares, mirándose y dedicándose bonitas palabras.
- Siento ser un aguafiestas - les comento, acercándome a la mesa de billar - pero ésta partida no se va a terminar sola, ¿verdad? ¿A quién le tocaba?

De entre todo mi trance de rabia surgió una pequeña luz que me hizo mirar a otro lado y agitar la cabeza, aun sujetándole. ¿Qué..? Parpadeé varias veces, miré mi brazo y estaba una mano conocida. Giré el rostro para encontrarme con esos ojos carmesíes repletos de piedad y comprensión. - Cass...- dije inaudible, casi como un suspiro. Luego mi rostro abandonó toda ira y se sumió en el terror. ¿Desde cuándo era yo así...? Le solté y miré a mi alrededor, las caras de los consumidores, las caras de mis amigos... Desde lo del simbionte y Serrune estaba pagando cosas injustas con gente que no lo merecía. Normalmente le hubiese hecho pagar de otra manera, no así... No dando ese espectáculo. Me llevé una mano a la cabeza, cerrando los ojos con fuerza, haciéndome pequeña poco a poco.

Empecé a enfriarme sin darme cuenta, como cada vez que pensaba en ello. La calidez del cuerpo de Cassandra detrás de mi me sorprendió. Intenté volver a ponerme cálida pero no lo conseguí. Sus brazos me rodearon y sentí como si todo se paralizase un segundo. Las palabras de Cassandra resonaron en mi cabeza una y otra vez, como si unos guantes de terciopelo recogiesen la parte más frágil de mí... y me alejé de todo eso, dando la espalda al problema. Los ojos se me humedecieron automáticamente. El sentimiento de culpabilidad fue increíble cuando dijo que era su noche, la de Drago... Dios... ¿Por qué tenía siempre que joderlo todo? Si algo salía mal a mi alrededor casi seguro era por culpa mía, al menos en estos últimos meses, y estaba harta de vivir así. - Mi amiga..- susurro de la misma manera en la que lo hice con su nombre. Y mi nido interior de fragilidad se rompe cuando escucho al otro escupir el insulto. Me giré brusca, con el brazo tenso de nuevo, pero Cassandra se me adelantó. Creo que hacía tanto tiempo que no veía a nadie defenderme así que me quedé atónita contemplando ese gesto desinteresado y tan perfectamente ejecutado. Se estaba jugando el pellejo, la reputación y conocimiento de su pasado... por mí.

Abrí los ojos mucho, dejando que interviniera por mí, cosa que para los que me conocían sería un hecho tremendamente aislado, un momento histórico. No puedo parar de sentir las miradas de juicio sobre mí, la clara culpa... Simplemente desvío la mirada y le dejo hacer... limpiándome una lágrima invisible a los demás.  Se acercó a mi con el taco de billar. No quería cogerlo, pero me lo cedió igual. Lo agarré con inseguridad, mirándolo detenidamente entre mis manos. Odiaba dejarme cargar... No era justo para mí. No lo necesitaba. No... No era “lo mío”. Hice presión con mis puños sobre el palo, intentando contenerme para no partirlo. Agradecía a Cassandra de corazón el gesto, pero me odiaba a mí por haberme mostrado así.

Le dediqué una sonrisa falsa antes de que se alejase de mí y volví a mirar a la mesa, escuchando la voz de los lobos que volvían a la partida. Mi rostro poco a poco perdió expresión hasta que se quedo totalmente nulo. Como si la vida hubiese desaparecido de mis facciones y sólo quedase un rostro serio para una fotografía antigua. Fue entonces cuando me pilló por sorpresa el abrazo de Plana, que no contesté por tener el taco entre manos. -Todo bien- contesté sin más, también carente de expresividad. Entonces se alejó para continuar con los dardos, y yo me acerqué a  la mesa para terminar la partida. -A mí- dije a Lobo, clavando los ojos en mis bolas.

Automáticamente desapareció el espectáculo. La sonrisa de la chica que se recreaba con el juego. Apareció la Sasha metódica que si cometía un fallo en el circo se quedaba en vela hasta que le salía el truco. Fui metiendo las bolas una a una, casi mecánica, como quien firma documentos detrás de un mostrador. Rápido, firme y decidido. Clack, tronera, clack, tronera, clack... Finalmente la negra era la única que brillaba. Tres rebotes complejos. Moví el taco hacia atrás y rebotó en la pared lateral, la del fondo, la lateral y directa a la esquina derecha inferior. Había ganado la partida, pero ya no me importaban los cien pavos ni la apuesta ni la partida con Lobo. -Toma, juega tú. Es el mejor palo que hay, no busques más- dije mirando a Logan, entregándole mi taco a Lobo. Luego me dirigí a todo el mundo - Voy a salir a tomar el aire un rato. Me hace falta, me agobian los espacios cerrados demasiado tiempo.- dije lanzándole una mirada a Plana para que se quedase con ellos, mirada que solo él entendería. Necesitaba estar sola.

Cogí mi mochila y salí del local, comprobando rápido de camino a la puerta los whatsapps y guardando de nuevo el teléfono antes de salir cerrando detrás de mí.

Parecía que finalmente iban a poder dejar lo sucedido como una simple anécdota y que las cosas iban a terminar bien, o eso pensaba mientras se unía a la mujer a la que amaba en un tierno beso, pero algo iba mal...

Sasha se había quedado con una expresión extraña, como si lo sucedido le hubiera afectado a un nivel personal. Parecía evidente que se encontraba frustrada por algo que iba más allá del incidente con aquél capullo.

Por fortuna, Lobo ayudó a disipar la tensión del ambiente haciendo como si no hubiera ocurrido nada y proponiendo continuar con las respectivas partidas, y todos los demás le siguieron el juego, todos excepto la propia Sasha, que por alguna razón no parecía dispuesta a dejarlo pasar. Drago conocía bien el sentimiento, esa tendencia autodestructiva a culpabilizarte de todo, incluso de las cosas de las que en realidad no tienes la culpa, como el miedo infundado a arrebatar la luz de las personas que durante años le había hecho recluirse y apartarse de los demás.

Hubiera querido abrazarla y confortarla, decirle que no había sido culpa suya, hacer ALGO, pero su maldita torpeza e incapacidad a la hora de relacionarse con los demás y mostrar sus sentimientos en público le dejó literalmente clavado en el sitio cuando la muchacha abandonó el establecimiento. Se le daba fantásticamente aterrorizar y combatir a los villanos, y sin embargo era una completa nulidad a la hora de consolar a un compañero. Daba gracias a la música que le había permitido establecer el vínculo inicial para llegar al corazón de Cassandra, dado que los dos habían resultado no ser precisamente hábiles con las palabras.

- Parece que... no lo logré... -dijo Cassandra-. Pagaré la cuenta, quizás ya hemos estado...bastante...aqui...tú decides...

Ella se alejó y el mutante dirigió una mirada preocupada a Planaria, preguntándole con un gesto mudo si deberían salir tras Sasha, pero el ginebrino negó con la cabeza y respondió a su gesto con otro que quería decir que dejaran pasar algo más de tiempo. Bueno, de seguro él la conocía mejor que nadie, y si pensaba que era mejor dejarla un rato a solas...

Cassandra regresó junto a él y la rodeó con el brazo por la cintura cuando ella se alzó para besar su mejilla:

- Cuando todos se hayan ido...quiero decirte algo...

- Vamos a quedarnos un poco más -le dijo en voz baja apoyando las manos en sus caderas para mirarla a los ojos-. Creo que Sasha necesita estar un tiempo a solas.

Luego, Cassandra se fue a conversar con Blair, Lobo y Logan iniciaron una nueva partida de billar, y Planaria y él retomaron el lanzamiento de los dardos. Cuando la partida terminó, su compañero salió del local para buscar a su novia, y los demás no tardaron mucho más en marcharse. Al final, Cassandra y Drago se quedaron solos.

- Bueno... -dijo el mutante ciego sentándose en uno de los taburetes mientras la tomaba a ella de las manos con una sonrisa-. ¿Qué era eso que querías decirme?

Todos se habían marchado ya, el local estaba prácticamente vacío salvo por unos cuantos rezagados, y los camareros aprovechaban para ir limpiando las mesas vacías mientras las que aún estaban ocupadas terminaban de desocuparse.

Drago siguió las evoluciones de Cassandra, intrigado por lo que querría transmitirle y sin poder dejar de sorprenderse ante la facilidad con la que la muchacha aprendía todo cuanto se le enseñaba. La noche había empezado para ella sin saber siquiera cómo debía sujetar un taco de billar, y ahora lo empuñaba como una verdadera profesional, golpeando las bolas con la habilidad de una experta. Incluso él, que apenas había prestado atención al juego, podía notar cómo replicaba en su juego las posturas y movimientos de aquellos a los que había utilizado como punto de referencia.

La observó relajadamente apoyado en un taburete alto mientras la muchacha completaba su juego introduciendo las bolas una por una en las troneras de la mesa. Cuando hubo terminado, se volvió hacia él para tomar sus manos entre las suyas.

- Cada uno de ellos...tiene algo...que lo hace especial, y con el tiempo, puedes compartir cosas...acercarte, y aprender...estas rodeado de gente muy especial, y ellos...ellos te hacen mas especial...cuando lo mejor de ellos comienza...a vivir en ti...

Agachó la mirada, asimilando unas palabras que sabía que eran ciertas. Durante mucho tiempo había creído que el mejor camino para luchar contra el crimen era el solitario, pues de éste modo tenías menos ataduras que pudieran volverte vulnerable. No podía evitar recordar a sus seres queridos, muertos en Srebrenica, y pensaba una y otra vez que no soportaría pasar otra vez por una situación semejante, volver a perder a aquellos que le importaban... Por eso, durante la mayor parte de su vida había luchado solo, incluso después de haber entrado en los X-Men, hasta que la ausencia de Cíclope le había obligado a tomar el liderazgo de la Patrulla impelido por el Profesor y se había visto forzado a cambiar su manera de hacer y de ver las cosas. El tiempo y la experiencia le habían enseñado que el cambio había sido para mejor, y, si algo lamentaba, era no haberse dado cuenta antes, pero había vivido demasiado tiempo bajo el temor a causar daño a aquellos que le rodeaban, ya fuese de forma directa bajo el fuego enemigo, como había ocurrido en Srebrenica, o indirectamente, por su temor irracional a que sus poderes pudieran absorber la luz de quienes se acercaban a él. Incluso había intentado romper con Cassandra, aterrorizado ante la idea de perderla cuando Ultrón había estado a punto de matarla ante sus ojos... Pero ahora se daba cuenta de que, lo que en un principio había confundido con debilidad y vulnerabilidad era al mismo tiempo su mayor fortaleza, pues sus amigos, las personas cercanas a él, y sobretodo Cassandra, eran las que le daban la fuerza, el apoyo y la motivación para sobrevivir a las situaciones más duras, tal y como Cassandra demostró tras hacer la analogía con la diana y los dardos. Ahora era más fuerte que nunca y se lo debía a todos ellos...

Cerró los dedos en torno al pequeño proyectil que ella le ofrecía, devolviéndole la mirada. No dijo nada; no era necesario, pues ya ella estaba diciendo todo cuanto había que decir, y él sólo podía expresarle su gratitud a través de la expresión que mostraba su rostro.

Depositó un suave beso en el dedo que ella había colocado sobre sus labios y la acercó gentilmente hacia él tomándola por la cintura.

- Y yo seré siempre el tuyo, Cassandra. Te amo -correspondió mirándola a los ojos justo antes de sumarse a ése beso que quedaría congelado por toda la eternidad...