Hacía ya un par de días desde que Drago había escapado de las garras de Luthor y el rastro en la ciudad era muy difuso. Por suerte la ruta de huida no había sido muy transitada, nadie en su sano juicio se metería allí por propia voluntad.
Aparte del conocido olor de su amigo había otros conocidos... e inconfundibles. Aparte de eso estaba claro que habían bajado algunos soldados a registrar todo, pero habían estado poco tiempo y apenas enturbiaban el rastro principal.
Al alejarse de aquel estercolero que era la ciudad de Nueva York todo se hizo más fácil. El hedor del hombre pronto desapareció y fue rápidamente sustituido por el del bosque.
Se habían movido rápido y casi sin dejar rastro, pero nada era capaz de moverse sin dejar algo que le permitiera rastrearlo. Un roce aquí, una brote roto allí o un leve resto de perfume eran suficientes para él... Un ruido le alertó de algo que se movía a su izquierda e inmediatamente sacó las garras.
A apenas diez metros de él se encontraba un oso enorme que le miró desafiante y lanzó un rugido. Logan no dudó en devolvérselo y prepararse para el combate, pero el úrsido se lo pensó mejor y decidió retroceder.
-
Si, eso pensaba, dijo el mutante con una sonrisa sarcástica.
Se tomó un momento para descansar. Llevaba una semana sin apenas parar, desde que había visto aquella imagen de su amigo en las noticias hasta que consiguió llegar a Nueva York. Otra vez había vuelto a ocurrirle. Sus amigos le habían necesitado y él no estaba allí.
El dolor físico era algo a lo que podías acostumbrarte, pero el emocional era algo muy diferente. Cada vez que pensaba en que había vuelto a abandonar a sus amigos y a aquellos chavales indefensos que habían sido sus alumnos se le partía algo en el interior. Algo que no se curaba con facilidad.
Volvió a concentrarse en su tarea y siguió el rastro hasta un punto en el que simplemente desaparecía. Eso era algo raro, pero hasta el mejor podía cometer errores. Desandó sus pasos y recuperó el rastro... solo para volver a perderlo. La cosa pasó de rara a casi imposible.
Volvió de nuevo atrás para recuperar el rastro. Siguió un poco adelante en la dirección que llevaba antes de perderlo. Lo intentó durante horas. Nada.
Casi se había dado por vencido, casi. Cuando captó algo que se acercaba... desde el aire. Venía directamente hacia él lo que era demasiada casualidad, así que decidió prepararse adecuadamente.
Sacó un puro y lo mordió, arrancándole la punta y encendiéndolo. Apenas había dado dos caladas cuando los escuchó aterrizar cerca de él. Soltó el humo lentamente antes de dirigirse a ellos sin siquiera mirarlos.
-
Y ahora viene cuando me decís donde esta Drago. Podemos hacerlo por las buenas, cosa que os recomiendo, o por las malas. Es vuestra decisión.
Volvió a ponerse el puro en la boca y se giró para mirarlos desafiante mientras sus garras surgían. Eran tipos grandes, uno vestido de cuero negro y el otro de blanco. Estaba claro por como se mezclaban sus olores que eran pareja, seguramente era eso lo que había hecho que no lo reconociera antes.
-
Cariño, creo que este va a ser el inicio de una gran amistad, dijo el rubio con una sonrisa confirmando lo que Logan había pensado en un principio.
-
¡Ey! Pero si es Mister Bombilla, cuanto tiempo. Supongo que este es el famoso maridito del que tanto hablabas. Dejemos las chorradas típicas de los reencuentros y llevadme con Drago anda.