Años de Omega |
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| Home, sweet home (Drago, Cédric) [10-04-2019] | |
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Cédric Valjean Marvel Universe
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Mensajes : 526 Fecha de inscripción : 19/02/2015 Localización : En Gotham, de momento. Empleo /Ocio : Agente de SHIELD, y del ocio ya se ocupa el otro. Humor : Depende de con cual te topes.
Ficha de Personaje Alias: Sparrow o Cerbero. Nombre real: Gabriel Leblanc o Cédric Valjean. Universo: Marvel
| Tema: Home, sweet home (Drago, Cédric) [10-04-2019] 17th Mayo 2018, 18:37 | |
| Siguió con la mirada los movimientos de su acompañante, apoyándose en el pilar del que pendía el cuerpo de Cassandra. Sería tan fácil cortar la cuerda, lanzar a Drago de vuelta al pozo de la desesperación… No le gustaba el dolor sordo que estaba sintiendo. Era demasiado civilizado, demasiado melancólico y determinado. Demasiado poco excitante, aunque Cédric sabía bien que era necesario. Asintió al ofrecimiento de Drago, exhalando una bocanada de humo, y arrojó el cigarro a medio consumir al suelo. Una pista deliberada, dejada adrede para los investigadores que siguieran el caso. No quería que nadie tuviera la más mínima duda de que en había sido él el responsable de lo que había pasado ese día en el Asylum. Al fin y al cabo, ¿qué sentido tendría esforzarse tanto, si luego nadie lo admiraba? Sería una pena que hicieran oídos sordos a la versión de Elissa, y acabaran apuntando esa victoria al criminal equivocado.
-Está bien… No hará falta dar ningún rodeo, entonces.-Esa era, por supuesto, la última de sus preocupaciones. Al llegar al hueco que el otro mutante había abierto en la pared, el francés se detuvo un momento, apreciando la distancia que lo separaba del suelo sin dejar de mirar de reojo al líder de los X-Men. Si lo perdía de vista, aunque fuera por un momento, podría darse cuenta de lo que estaba pasando. Y, aunque no se hiciera a la idea de hasta qué punto lo estaba manipulando, Cédric no tenía ni la paciencia ni las fuerzas necesarias para silenciar su inquietud. Tendría que pensar algo diferente.
”-Mírame”, deseó, asegurándose de que el inconsciente de Drago lo escuchara. Sólo tenía que intensificar la sensación que había implantado en él la primera vez que se habían visto, aumentar esa suerte de gravedad que lo retenía a su lado… Para que no se diera cuenta de que la escena que acababa de presenciar desaparecía a su espalda, sustituida por una habitación vacía. Le costaría mucho más percibir esas… Pequeñas nimiedades, si sólo tenía ojos para él.
Sólo descendió cuando estuvo seguro de que no perdería el control sobre él, y aún así lo hizo en segundos. Siempre le había gustado el riesgo, pero no era partidario de ponerse trabas innecesariamente. Cuando llegó al suelo, sus manos quemaban por la fricción, pero sus ojos ya habían encontrado la figura de su acompañante, volviendo a aferrar su mente. No parecía haber notado que, durante unos instantes, la presión que se iba acumulando poco a poco sobre él había desaparecido. Eso eran buenas noticias, al menos desde su punto de vista: Estaba cansado, y probablemente no aguantaría mucho más. Pero si Drago aún no había notado nada… Eso solo podía significar que, de momento, sus fuerzas todavía no habían empezado a flaquear.
Y eso le hacía sentirse orgulloso de sí mismo.
No tardaron mucho en llegar al coche de uno de los guardias, del cual había tomado prestadas las llaves. Estaba tan sumido en sus pensamientos que no escuchó a Drago la primera vez que habló. Un instrumento musical… La verdad es que no lo había pensado: No era algo que buscara en una vivienda normalmente, y menos aún en un piso franco. Intentó hacer memoria, llevándose una mano a los ojos mientras la otra descansaba sobre el volante. -No… No tengo nada que pueda servir para eso, lo siento.-O eso creía, al menos. Momentos después, comenzó a conducir el vehículo hacia el exterior de la isla, atravesando el maltrecho puente que la conectaba con el resto de Gotham. No tardaron por perderse en las calles de la ciudad del murciélago, dejando detrás de sí un Asilo hecho pedazos por segunda vez desde la Colisión.
Todo iba tal y como había planeado… Hasta que vio por el espejo retrovisor cómo su acompañante empezaba a escribir un mensaje. Aunque no hubiera estado leyéndole la mente, habría adivinado para quién era: Elissa Stravridis, AKA Psique, AKA la persona más inconveniente que había tenido el placer de conocer. Suspiró, conteniendo las ganas de decirle a Dragoslav que no hacía falta que avisara a su mamá. Ese problema tenía una solución muy fácil, por suerte. Bastaba con que… No se acordara de llamarla. Nunca más. Y eso era algo de lo que Cédric podía asegurarse.
Para cuando llegaron al edificio que estaban buscando, el sol ya estaba empezando a esconderse tras la azotea, resaltando con sus últimos rayos el color rojizo de los ladrillos que lo componían. Batwoman en ese momento respiraba débilmente, aunque con una regularidad ciertamente tranquilizadora: A todas luces… Habían reaccionado a tiempo. -Ya hemos llegado… Es aquí.-Nunca creía que fuera a pensar eso, pero Cédric agradeció la brisa helada que lo recibió nada más salir del coche. No le vendría mal para despejarse un poco. Aunque, hablando de despejarse… Se le acababa de ocurrir una idea. Mientras Dragoslav sacaba a su prometida del coche, el rubio entrecerró ligeramente los ojos, fijándolos en él. Y, en ese momento, el bosnio empezó a tener sed. Una sed que no hizo más que aumentar poco a poco con cada puerta que atravesaron, con cada uno de los seis pisos que subieron en el amplio ascensor. Y, finalmente, cuando llegaron al piso de Cédric… -Home, sweet home...-El francés no lo decía con un ápice de alegría, dadas las circunstancias, pero no le faltaba razón. Había mucho de “dulce” en el amplio salón que los recibió nada más llegar. La chimenea estaba apagada en ese momento, pero ese detalle no quitaba un ápice de calidez al lugar, que parecía estar diseñado expresamente para impresionar a los visitantes. Y lo estaba, de hecho. Cédric siempre había sido un amante del lujo, cosa que no era de extrañar si se tenía en cuenta que se había criado en uno de los suburbios más malogrados de París. Así que, cuando se le había presentado la oportunidad de elegir entre todas las posesiones de sus futuras víctimas… No había dudado en quedarse con lo mejor. No había sido una elección fácil, sin embargo. Trabajar en Arkham es una tarea peligrosa, como él acababa de demostrar ese mismo día, y los sueldos eran lo suficientemente altos como para que realmente hubiera personas que aceptaran el puesto. Era irónico que lo usaran para construir una casa de ensueño… A la que, en un momento dado, no podrían volver. Afortunadamente, alguien le daría un buen uso en los próximos días. -Llevémosla al dormitorio, allí estará más cómoda.-Dijo, guiándole hacia el comedor del fondo y después por unas cortas escaleras para llegar a un cuarto ligeramente elevado. La habitación compartía un esquema de colores similar al de la sala de estar, combinando el negro y el gris con las tablas de madera. No tardó en extraer un botiquín de uno de los armarios, listo para ocuparse de la mujer.
-Si quieres, puedes quedarte a dormir aquí. Se está haciendo de noche, y Nueva York está bastante lejos. Es lo menos que puedo hacer por agradecer tu ayuda.-Musitó, cerrando con puntos de aproximación los dos arañazos que tenía Cassandra en la cara. -Además, no sé tú… Pero yo estoy agotado. Creo que no nos vendría mal descansar a los tres.-Sus labios se curvaron en una sonrisa triste, que dejaba traslucir algo que bien podría haberse confundido con agradecimiento.
No dejaba de ser una oferta… Apetecible. Desde que había descubierto lo que pasaba, Drago se había decidido a llegar al fondo de ese asunto, a dejar las cosas claras. Además, se sentía casi tan cansado como sediento, y su propio coche se había quedado frente al puente de Arkham. Si quería irse, no lo tenía fácil. Sin embargo, si quería quedarse… Se encontraba sin muchas razones para poder desear otra cosa. Incluso el propio Cédric, que en un principio había forzado los límites de su autocontrol para no golpearle, aparecía bajo una luz… Extrañamente positiva. Quizás era la gracia con la que se movía, el color de sus ojos o la proporción de sus rasgos. O quizás fuera por el ronroneo del acento en su voz; o el conocimiento de que, como él, también había sufrido en el pasado. Drago era un artista, bajo toda esa coraza que él mismo había construido. Y Cédric se había dedicado a explotar esa debilidad por el arte, por la belleza, mientras construía un mundo de ilusiones que lo guiara a sus garras. No estaba siendo fácil, desde luego. El rubio no estaba siendo manipulado para sentir sed, como le pasaba a Eclipse, pero empezaba a necesitar una copa urgentemente si quería acallar lo que amenazaba con convertirse en la peor jaqueca de la historia.
Pero, aún así, no le importaba soportarlo. Nadie obtiene lo que quiere sin sufrir, o hacer sufrir un poco… ¿Verdad? _________________ - Even if you can't see me:
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| Tema: Re: Home, sweet home (Drago, Cédric) [10-04-2019] 18th Mayo 2018, 01:10 | |
| Torció ligeramente el ceño con desagrado ante el olor del tabaco cuando Cédric exhaló la última bocanada del cigarrillo que llevaba entre los labios. Drago no era hombre dado a los vicios, especialmente aquellos que resultaban perjudiciales para la salud, amante como era de la vida sana y el deporte. Lo único con lo que cedía era la comida basura, pero sólo porque ni sabía cocinar ni tenía tiempo para ponerse a ello, por lo que los precocinados y la comida rápida solían sacarle de más de un apuro que después quemaba en el gimnasio. Al empezar a salir con Cassandra se había propuesto cambiar ésto, pues era consciente de que si algún día llegaban a vivir juntos no podía cederle siempre a ella la responsabilidad de las tareas domésticas, ni tampoco obligarla a compartir aquellos aspectos de su rutina que no fueran precisamente recomendables, pero aquél era uno más de los muchos propósitos que se habían perdido antes de llegar siquiera a tomar forma después de su abandono.
Era curioso cómo funcionaba la mente, y cómo un pensamiento fugaz podía llevar a otro completamente absurdo y despertar, a la vez, un nuevo acceso de resentimiento. Basta ya, se recriminó mentalmente. No estaba bien guardar rencor a una persona que se encontraba malherida y en tan pésimo estado. Ya tendrían tiempo de aclarar las cosas cuando...
Cédric pasó por su lado para asomarse por el hueco y, de repente, fue como si su mente se quedara en blanco. Todo pensamiento, sobre Cassandra, sobre Elissa, o sobre la situación en la que se encontraban desapareció al momento, dejando únicamente a Cédric en su campo de visión. ¿Por qué no podía apartar la mirada de él? No entendía lo que le estaba pasando, le resultaba... fascinante. No es que fuera hermoso (que lo era, pero él nunca se había fijado en un hombre de esa manera), era que parecía... brillar. La seguridad de sus gestos, la elegancia de sus movimientos... Todo en él resultaba... atrayente y magnético. Drago sabía que era una cualidad que muchos líderes poseían y se preguntó vagamente si Cédric sería dueño de alguna empresa o si ostentaría algún cargo de poder. Desde luego no parecía que se dedicara a actividades más físicas o mundanas a juzgar por el modo en que se dejó las manos al bajar por la cuerda.
- No estás muy acostumbrado a ésto, ¿verdad? -inquirió mirándole las heridas al bajar-. ¿Vas a poder conducir?
No hubo problemas, al parecer, y en cuestión de poco tiempo estaban ya en el apartamento que los supuestos amantes compartían. Para entonces, ya estaba atardeciendo, y Drago no se acordaba de Elissa. De hecho, había dejado de pensar en ella mucho antes de que el sol comenzara a ponerse, en cuanto le había enviado el mensaje, pero entonces no fue consciente de ello, ni lo volvería a ser por el resto de la noche. Por el momento lo único que le preocupaba era el estado de la mujer semi inconsciente que estaba sacando del coche... y la sed acuciante que le estaba empezando a invadir. ¿Cuánto tiempo llevaba sin beber? Ahora que la tensión y la adrenalina estaban desapareciendo comenzaba a experimentar las secuelas de la batalla. Estaba deseando subir y tomar un vaso de agua refrescante. Casi era lo único en lo que podía pensar, pero eso no le impidió maravillarse ante lo que encontró al llegar al apartamento.
- Vaya, bonitas vistas -fue todo cuanto fue capaz de decir, admirado. El bosnio no estaba acostumbrado a tanto lujo. Su pequeña casa en Srebrenica había sido pobre, después había tenido que vivir en una habitación de orfanato y en un cuartel militar, y el apartamento que había comprado en París con el salario del ejército era modesto y humilde. La casa que habían elegido Cassandra y él era grande, pero mucho más sobria, y desde luego no podía ni empezar a comparar con el cuchitril en el que había estado viviendo los últimos ocho años en el Bronx.
Cédric propuso trasladarla al dormitorio y él se mostró de acuerdo. Mientras recostaba a la asiática en la enorme cama no pudo evitar reconocer que aquél estilo pegaba mucho con ella. Al parecer, se había molestado más en decorar y personalizar aquella vivienda que la que había estado destinada a ser el hogar que compartiría con el bosnio, pero, curiosamente, ésto no le hizo sentirse más triste. Puede que ya hubiese asumido la realidad de su abandono, o que el increíble magnetismo de Cédric le hubiese ayudado a entender que ella le hubiese reemplazado por él; fuera como fuese, había alcanzado un estado de tranquila aceptación, y ya no le importaba. Si Cassandra había puesto tanto esfuerzo en aquella relación significaba que era lo que realmente anhelaba, y él sólo podía desear que fuera feliz, como lo era Nadine con su marido. Ya debía estar acostumbrado a que las mujeres de su vida encontraran la felicidad junto a otros. Su destino parecía ser estar solo.
-Si quieres, puedes quedarte a dormir aquí. Se está haciendo de noche, y Nueva York está bastante lejos. Es lo menos que puedo hacer por agradecer tu ayuda -propuso el rubio mientras se dedicaba a atender las heridas de Cassandra-. Además, no sé tú… Pero yo estoy agotado. Creo que no nos vendría mal descansar a los tres.
- Sí... Yo también estoy cansado, y tengo bastante sed
Y sin coche no habría podido volver a Nueva York aunque hubiese querido, al menos no a aquellas horas.
Y por alguna misteriosa razón, el hombre por el que su prometida le había reemplazado le estaba empezando a caer bastante bien...
- ¿Te importa que vaya a la cocina a servirme un vaso de agua? Si quieres puedo vendarte las manos para curarte esas quemaduras cuando hayas terminado con ella. Sólo necesitaré algunas sábanas -dijo, ya a punto de salir de la habitación-. Tienes un sofá enorme, y apuesto a que será tan cómodo como parece... | |
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| Tema: Re: Home, sweet home (Drago, Cédric) [10-04-2019] 19th Mayo 2018, 13:40 | |
| “Lo sé”, podría haber respondido a cada uno de sus comentarios. Todo lo que estaba viendo y casi todo lo que estaba sintiendo, era obra suya de una manera u otra. Se había dedicado a llenar su cabeza de pájaros… Y era cuestión de tiempo que empezara a sentir también mariposas en el estómago.
Sabiendo eso, le costaba imaginar que el líder de los X-Men pudiera hacer algo para sorprenderle. Es decir, estaba vigilando hasta el último de sus pensamientos, cambiándolos o eliminándolos para forzarlo a hacer lo que él quería… Hacía tiempo que Drago tenía entre poca y muy poca libertad de acción. Pero, aún así, se las arregló para hacer algo inesperado. -¿Te importa que vaya a la cocina a servirme un vaso de agua? Si quieres puedo vendarte las manos para curarte esas quemaduras cuando hayas terminado con ella. Sólo necesitaré algunas sábanas.
Cédric parpadeó con incredulidad, y miró sus manos como si fuera la primera vez que las veía. -No es nada, de verdad. Tiene peor aspecto de lo que parece… No me duele apenas.-Y era verdad, aunque no porque el daño fuera menor. Realmente, no le dolía demasiado, si se comparaba con el martilleo que golpeaba su cabeza. Además, le habían hecho cosas mucho peores… No era para tanto. Cédric trató de cerrar las manos para apoyar lo que decía, tan sólo para encontrarse con que no podía hacerlo sin apretar los dientes. La piel enrojecida amenazaba con empezar a sangrar, así que no tuvo más remedio que darle la razón a su acompañante. -Está bien… Sí que duele un poco. Voy a lavármelo, y así traigo el agua también.-No le dio tiempo a elegir. Mientras hablaba, el telépata cogió el botiquín, se levantó y salió de la habitación, cerrando la puerta detrás de ambos. -Lleva esto al salón, iré allí en un minuto. Creo que hay vendas de sobra...-Dijo, tendiéndole el pequeño maletín. No pudo evitar reírse para sí cuando escuchó ese comentario sobre el sofá: No tenía ni idea. Al fin y al cabo, no sabía del lugar nada más que lo que había podido leer en la mente de su anterior propietario. -Ganarías esa apuesta, supongo. Ponte cómodo, como si estuvieras en tu propia casa.
Y, acto seguido, Drago desapareció por el pasillo, en busca de un poco de paz y tranquilidad bien merecidas. No se podía decir lo mismo de Cédric, quien detestaba ambas ideas a pesar de creer que también las merecía. No, aún tenía cosas que hacer… Aunque, en parte, agradecía el descanso. Una vez su público hubo desaparecido de su campo de vista, el francés suspiró, y se llevó una mano a la frente. Esta vez te has superado, se dijo. Ni siquiera Rhodes había intentado abrir su cráneo por la mitad… Y se lo estaba haciendo él solo. Bueno, no realmente. Pero dolía igual, y eso era lo que importaba.
Se dirigió a la cocina, siguiendo el recorrido de la pared con la mano.”-Veamos… Debería estar justo… Aquí.”-A pesar de que estaba un poco más desordenada de lo que la recordaba, había una cosa fundamental que no había cambiado de sitio: El alcohol. Esa era una de las cosas que se había asegurado de localizar, en previsión de necesitarlo después de alterar la mente de docenas de personas en un día. Y eso, sin tener planeado llevarse a una y forzar todavía más sus poderes para mantenerla a su lado. Pero… Era lo que tenía el espectáculo. A veces, las cosas se complicaban, y tocaba improvisar.
Apartó varias latas de cerveza, para finalmente sacar una botella de ginebra de la que bebió un trago directamente… Y con la que rellenó una jarra de agua. Podía notar cómo la bebida le quemaba la garganta, llenándole de ese calor familiar que siempre le proporcionaba el alcohol. Con un poco de suerte, el dolor no tardaría en desaparecer así.
No quería hacer esperar a su invitado, así que no se detuvo mucho más. Unos minutos después, el rubio se reunía con Drago en la sala de estar, llevando una lata de cerveza fría, un vaso y una jarra llena de lo que, a todas luces, parecía agua. Y así sabría, si Dragoslav decidía beber para aplacar su sed. -Aquí tienes...-Musitó, dejando todo sobre la mesa y sacando la lata del vaso, donde la había puesto para poder transportar todo. Tan pronto como hubo dejado a buen recaudo todo lo que podía romperse o derramarse, se desplomó en el sofá sin más ceremonias. No tardó ni un segundo en comprobar que sí, era indiscutiblemente cómodo. Echó la cabeza hacia atrás, apoyándose un momento en los cojines: No estaba en absoluto tan cansado como Drago, ya que no había tenido que pelear con nadie, pero… Ya ni recordaba cuándo había sido la última vez que se había sentado en un sofá a no hacer nada. -¿Cómo estás tú, por cierto? Parecías estar arreglándotelas bastante bien, pero no me he fijado en si te has hecho algo...-Aún era pronto para que su interlocutor supiera que, en realidad, no necesitaba preguntar. Y, además... Era una manera tan buena como cualquier otra de deslizar un halago, y dar a entender que le importaba cómo se encontrara. Lo cual no era del todo mentira... Pero tampoco del todo cierto. _________________ - Even if you can't see me:
Última edición por Cédric Valjean el 21st Mayo 2018, 00:11, editado 1 vez | |
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| Tema: Re: Home, sweet home (Drago, Cédric) [10-04-2019] 20th Mayo 2018, 23:43 | |
| Drago desconocía la mayor tolerancia de Cédric al dolor, así que interpretó como un intento de hacerse el fuerte su negativa inicial a hacerse las curas.
- Estoy de acuerdo con que hay heridas peores, pero yo me he hecho abrasiones muchas veces y sé que duele. La herida puede supurar y es bastante frecuente que se infecte si no se trata, especialmente en una zona de tanto uso como las manos, lo cual a su vez produce inflamación. Si fuese en cualquier otro sitio no te diría nada, pero siendo en las manos es preciso tratarlas.
Después de todo, se trataba de una de las partes más importantes del cuerpo, pues casi todo lo que hacemos depende de las manos, desde prepararse la comida a abrir una puerta o tocar un instrumento. Tenerlas inhabilitadas podía llegar a ser un problema.
- Está bien… Sí que duele un poco. Voy a lavármelo, y así traigo el agua también -asintió él haciéndole entrega del botiquín.
Drago asintió ante lo que le pedía y se dirigió al salón, aunque para estar realmente cómodo iba a necesitar una ducha para quitarse el sudor y el olor a sangre de la nariz. No tenía ropa de recambio, pero la higiene era algo muy importante para su religión, y sabía que no se sentiría por completo a gusto hasta haberse duchado.
El regreso del francés con la bebida le devolvió al momento presente.
- Gracias -dijo cuando depositó sobre la mesa la jarra, la lata y los vasos. De inmediato cogió uno de los recipientes de cristal y lo llenó con el líquido cristalino, saciando su sed sin sospechar nada mientras Cédric se desplomaba en el sofá-. Un día duro, ¿eh? -comentó con una sonrisa abriendo el pequeño botiquín para sacar las gasas-. Voy a tener que raspar un poco para sacar la suciedad que se te pueda haber metido dentro, así que posiblemente te duela. Puedes tomar un analgésico, si quieres.
Después de concederle un tiempo para que el rubio decidiera seguir o no su advertencia, se dedicó a limpiarle las heridas, primero con la gasa y después con agua oxigenada para evitar los gérmenes, vendándole las manos al terminar.
- Ya está. Tiene que formarse una costra, así que tienes que procurar usar las manos lo menos posible una vez se hayan secado las heridas para evitar que se vuelvan a abrir -explicó volviendo a servirse un nuevo vaso de agua reclinándose en el cómodo sofá-. Estoy bien -respondió a la pregunta de su anfitrión llevándose el vaso a los labios-. Cuando lucho invisible rara vez consiguen acertarme. Oye... recuerdo que te vi en la mansión X, y el color de tus ojos es muy peculiar. Eres mutante también, ¿no? ¿Qué es lo que eres capaz de hacer? Y ya que estamos... ¿como conociste a Cassandra? -miró el transparente contenido de su vaso, algo incómodo-. Habría jurado que había algo entre Alice y tú... | |
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| Tema: Re: Home, sweet home (Drago, Cédric) [10-04-2019] 26th Junio 2018, 17:32 | |
| -Un día duro, ¿eh?-El comentario le hizo sonreír de vuelta, y alzar la cabeza ligeramente para mirarle a la cara. -Un poco, sí… No esperaba ver de primera mano una de las famosas fugas de Arkham.-No, desde luego que no lo esperaba. Realmente, Cédric se preguntó en ese momento cómo podía estar diciendo eso sin reírse. Quizás tenía un poco más de autocontrol del del que creía… Quizás. O puede que, simplemente, tuviera demasiado como para arriesgarse a quedarse sin nada, y todo su cuerpo había tomado nota. Se inclinó ligeramente hacia delante, y le tendió las manos a Drago, con las palmas hacia arriba. -Los calmantes no me suelen hacer efecto… Pero no te preocupes, me las arreglaré. Normalmente, soy yo el que me curo a mí mismo.
Seguramente, Dragoslav no era consciente en ese momento de la mezcla de sensaciones que estaba experimentando su acompañante. No era la primera vez que Cédric usaba sus poderes sobre sí mismo para mitigar algo desagradable: Tal y como había dicho, solía cuidar de sí mismo, y toda su vida había sido dedicada a buscar el placer y huir del dolor. No veía problema alguno en ponerse como sujeto de sus propias manipulaciones si era necesario. Pero no había habido una razón de peso para ello, más allá de la conveniencia. Hasta ese momento, al menos. Tan pronto como el hombre de ojos azules empezó a limpiar sus heridas, Cédric notó cómo sus dedos se crispaban, a pesar de haber estado buscando ese contacto durante tanto tiempo.
No dolía, no en el sentido físico. Es decir, se estaba concentrando en insensibilizarse… Pero, aún así, había algo que le resultaba… Extraño. Una sensación vaga, como el dolor en los miembros cortados que había experimentado alguna vez a través de otras personas. No muy diferente al vacío que había sentido Gabriel al poner un pie en aquel laboratorio, poco después de despertar al mundo. Juntó las piezas, y sacudió ligeramente la cabeza, como si eso pudiera disipar los recuerdos. Se negaba a dejarse afectar por eso. A recordar lo que le habían hecho en ese laboratorio cada vez que notara ese olor a medicamentos, cada vez que notara el metal sobre su piel. No merecían que les diera la satisfacción de haberle hecho daño de verdad.
-Ya está.-La voz de Dragoslav le sacó de sus pensamientos, rompiendo un poco su concentración. Cédric flexionó un poco las manos, como si quisiera asegurarse de que la venda no se soltaría, y respiró hondo. -Gracias...-Iba a ser difícil que no usara sus manos, sin embargo. El francés siempre tenía mucho que hacer… Pero probablemente tendría que esperar unos días, como mínimo. Podía notar cómo la piel le ardía bajo las gasas, demasiado sensible y tirante como para servir para algo en los próximos días. Era una suerte que pudiera pedir prestadas las manos de otro, entretanto. Drago seguía bebiendo, abriéndole su mente, y conversando como si nada. O casi como si nada.
El rubio tuvo que contener una carcajada irónica cuando escuchó el nombre de Alice. Por haber, había habido algo… Aunque no lo que ninguno de los tres había querido. Cédric se había enterado por las malas de que la chica los tenía mejor puestos de lo que parecía, un detalle que a su casi-novio había pasado por alto. Ella le había regalado su culpabilidad, y él, a cambio, había permitido que la alcanzara lo mejor y lo peor que un ser humano podía experimentar. Lo único que estaba completamente fuera de su alcance.
Tendría que ir a buscarla más adelante. Todavía no había acabado con ella.
-Creo que será mejor que empiece por el principio. Soy un mutante, sí… Un telépata. -Se acomodó en el sofá y se estiró, apoyando un codo sobre el respaldo. ¿Iba a decir la verdad? Absolutamente. Al menos, en la medida en la que le era posible. Odiaba esconderse, y no le apetecía memorizar la historia que fuera a contarle, y mantenerla durante el tiempo que fueran a pasar en el mismo bando. O eso se dijo a sí mismo.
La realidad era ligeramente distinta. Hacía años que Cédric Valjean no tenía a nadie en quien pudiera confiar mínimamente a su lado. Alguien con quien beber, con quien hablar, a quien sentir al otro lado de esa conexión telepática siempre abierta. Alguien que le entretuviera día y noche, mientras el resto de las personas iban y venían, vivían y morían en sus manos. Las personas que se relacionaban con él no solían durar mucho tiempo, y aunque nunca tomaba responsabilidad por ello, solía ser por su culpa.
La realidad era que... Cédric se sentía terriblemente solo.
Hasta las dos mujeres que Dragoslav había mencionado, creyendo que eran sus parejas o algo parecido, no eran más que una víctima y una enemiga. -Espera… ¿Llevas todo el rato pensando que…?-La expresión del rubio cambió, reflejando por un momento nada más que confusión y extrañeza. No era algo fortuito: Podía aprovechar la situación para demostrar que no había leído su mente, para cubrirse de una inocencia que no le correspondía. Con un poco de suerte, incluso le haría sentir culpable. -... Joder, no. Cassandra y yo no tenemos nada, de verdad. ¿Qué clase de amigo sería si me aprovechara así de ella? Y, de hecho, tampoco con Alice… -Desde luego, uno no muy bueno. Pero casi resultaba preferible a lo que estaba pasando en realidad. -No me extraña que pusieras esa cara al principio, entonces… A mí también me habría sentado fatal...-Se llevó una mano a la cabeza y apartó la mirada, en un fingido gesto de incomodidad. Suponía que el alcohol y su propia influencia ya habrían aturdido lo suficiente el buen juicio de su interlocutor, pero… Ya que jugaba, ¿por qué no hacerlo bien? -Aunque dice mucho de tí que nos hayas ayudado de todas formas. Creo que no conozco a nadie que lo hubiera hecho sin gritarme o intentar romperme algo primero. -Sus labios se curvaron en una sonrisa, antes de beber un poco más de “agua” también. -La conocí en las calles de Gotham. Ella estaba en su identidad de Batwoman, la vi de lejos mientras patrullaba. Tiene una mente muy… Particular. Así que, cuando la vi de civil más tarde, supe que era ella. Empezamos a hablar, y aunque al principio no le dije nada… Me pilló igualmente. Y hasta aquí, supongo. -Se encogió de hombros, como quitándole importancia. Al fin y al cabo, era una historia bastante menos emocionante que la del asesino en serie que había atrapado a una murcielaguita, para después ser prácticamente masacrado por el Murciélago con mayúsculas. _________________ - Even if you can't see me:
Última edición por Cédric Valjean el 24th Julio 2018, 19:28, editado 2 veces | |
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| Tema: Re: Home, sweet home (Drago, Cédric) [10-04-2019] 28th Junio 2018, 15:00 | |
| - Según he escuchado, son bastante frecuentes, por estadística no es tan raro -respondió a su comentario sobre las fugas de Arkham-. Alguien debería cerrar ese sitio, o mejorar de una vez las medidas de seguridad.
Había vivido de primera mano el encerrar a alguno de aquellos locos junto a Cassandra y resultaba muy frustrante que todo el esfuerzo realizado pareciera haber sido en vano. Y Cassandra y Bruce llevaban años en aquella situación, no quería ni imaginar la impotencia que debían sentir viendo como todos los criminales que encerraban jugándose la vida acababan de vuelta en la calle por culpa de las pésimas condiciones de seguridad del asilo.
- Está claro que ese lugar no está preparado para contener criminales con superpoderes. Haría falta una prisión de máxima seguridad como la de Ryker's Island, la Bóveda o Alcatraz. He conocido muy pocas fugas en cualquiera de ellas.
Drago no era conocido precisamente por ser una persona tolerante o flexible con los criminales. Más bien al contrario, como antiguo miembro de la Legión Extranjera, ex cazarrecompensas y Ángel de Venganza no se andaba con chiquitas a la hora de tratar con delincuentes. Para él no eran más que escoria que amenazaba la vida de la gente inocente, y, mientras la condena fuera merecida, no tenía nada en contra de la cadena perpetua o la condena de muerte. Para él, que gente como el Joker consiguiera escapar cada dos por tres provocando decenas e incluso centenares de muertes era algo inconcebible. Le había prometido a Xavier que no volvería a matar, y sabía que el asesinato no era una opción para Cassandra ni para Bruce, pero algunos casos eran como para replanteárselo.
Cuando dijo que solía curarse a sí mismo le miró, intrigado.
- ¿Y eso? ¿Tienes alguna profesión de riesgo?
No lo habría adivinado al ver cómo bajaba por la cuerda, pero ahora que lo mencionaba, aquellas manos no eran las de un oficinista; tenía durezas que coincidían con las que tendría alguien habituado a usar armas de fuego. Como antiguo soldado conocía bien aquella clase de marcas, él mismo las había tenido hasta que el Extremis las había hecho desaparecer.
La reacción del mutante cuando empezó a curarle las heridas no le sorprendió, pues era consciente de que lo que estaba haciendo escocía y él ignoraba la escasa sensibilidad que tenía Cédric al dolor, por lo que lo atribuyó simplemente a eso.
El hecho de que le dijera que era un telépata, en cambio, sí suscitó una reacción en él, haciendo que se desvaneciera por un momento su estado de relajación para ponerse instintivamente en alerta. No podía evitarlo, le pasaba con todos sus compañeros que tenían ese poder, y le había pasado cuando había descubierto que también Elissa lo era. Drago era muy consciente de que no tenía apenas defensas contra intrusiones mentales, y tendía a ponerse tenso por reflejo ante aquella clase de mutantes. Era algo de lo que había tenido que hablar tanto con Xavier como con Jean para que no afectara a su relación dentro del equipo. Drago no podía relajarse ni confiar plenamente en sus compañeros si no tenía la certeza absoluta de que no iban a manipularle o violar su intimidad. Resultaba irónico que la única mentalista en la que había confiado desde el principio hubiese sido la primera en traicionarle de aquél modo...
Sin embargo, el hecho de que Cédric se hubiese sincerado de aquél modo ya era un indicio de confianza, y lo que dijo después dejó bastante claro que no había intentado leerle la mente en ningún momento. Aquello unido a la suerte de embrujo con el que el francés había conseguido cautivarle hizo que volviera a relajarse casi de inmediato, pero no le privó de la natural estupefacción que le causaron sus palabras.
- ¿No? Pero... entonces... ¿por qué vive contigo? -ellos no habían empezado a proyectar la convivencia conjunta hasta que habían estado oficialmente comprometidos-. ¿Y por qué llevas al cuello el anillo que usé para pedirle que se casara conmigo? -inquirió, absolutamente desconcertado-. Si ya no quería mantener el compromiso conmigo podría haberlo guardado, tirarlo o devolverlo, pero ¿por qué regalarlo a alguien a quien se acaba de conocer?
Además, el hecho de llevarlo colgado del cuello, cercano al corazón, implicitaba una relación mucho más íntima de la que el francés estaba dando a entender.
- Y bueno... te ayudé porque creo firmemente en que todos tenemos el derecho de escoger libremente con quien queremos estar -respondió mientras tomaba otro trago de aquella supuesta agua-. Ella no me pertenece, y si prefería estar contigo no tenía más remedio que respetarlo por mucho que me doliera. Aunque admito... que ganas no me faltaron -dijo con una media sonrisa.
Vaya... empezaban a notarse los efectos del alcohol. | |
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| Tema: Re: Home, sweet home (Drago, Cédric) [10-04-2019] 13th Agosto 2018, 19:29 | |
| -¿Y eso? ¿Tienes alguna profesión de riesgo?-El antiguo líder de los X-Men no lo sabía, pero no estaba hablando con un hombre paciente. Normalmente, no le gustaba explicar el porqué de las cosas que hacía, no lo veía necesario. Pero, si había un tema de conversación que le gustara, era sin duda él mismo. En ese aspecto, estaba más que dispuesto a contarle todas las cosas que el personal de Arkham se había perdido. -Solía tenerla. Hasta hace no mucho, trabajaba para SHIELD... No acabó del todo bien para mí. Supongo que es lo que tienen las organizaciones secretas... Es cuestión de tiempo, hasta que descubres que uno de sus secretos no te gusta. -Ni siquiera hizo un esfuerzo por disimular el desagrado en su voz al recordarlo. Cada vez que pensaba en ello, volvían a su cabeza los últimos momentos de su vida antes de Gabriel, y era algo que prefería ahorrarse de ser posible. Las heridas abiertas, la electricidad atravesando su cuerpo de un lado a otro. El olor insoportable a medicamentos y anestesia. Por un momento, las palabras de Dragoslav se perdieron en un murmullo ininteligible. Ahogadas por el torrente de pensamientos que las acompañaban, distinguir y prestar atención a ambas a la vez era una tarea cada vez más difícil. Cédric podía notar cómo una sierra inexistente se posaba encima de su cabeza y empezaba a abrirse paso, tan implacable como sólo podía ser un pensamiento. Estaba abusando, y lo sabía. No era la primera vez que se asomaba demasiado al interior de la mente de alguien, y perdía el ya de por sí inestable contacto que mantenía con la realidad a su alrededor. Gabriel, mientras había existido, había tenido siempre presente ese riesgo, y había procurado mantenerse dentro de su propio cráneo siempre que había podido.
Pero… ¿Cómo no mirar más allá, cuando todo un mundo se abría ante él?
Los recuerdos fluían, llevados por el alcohol que tan dulce sabía en los labios de Eclipse. Había una razón muy clara por la cual su religión prohibía su uso, y era exactamente la misma por la que Cédric lo había vertido en su vaso. Al beber, el bien y el mal podían llegar a confundirse, dejando el buen juicio de la persona en manos del azar... O de quienquiera que quisiera aprovechar la situación. El francés ignoraba por completo esa norma, pero eso no le impedía romperla por él. A esas alturas de su vida, quebrar cuantas leyes pudiera era casi un instinto natural, la manera de actuar que surgía de él cuando no pensaba demasiado las cosas.
Si las mentes de las personas corrientes eran palabras, y el nacimiento de la de Cassandra eran movimientos... Dragoslav era luz y sonido. No, no sonido solamente. Música. Susurros en la oscuridad, gritos de terror... Y un piano invadido por la melancolía, abandonado allí donde nadie pudiera oírlo. En él, los monstruos y los ángeles convivían con la oración que había escuchado en la memoria de Martha. Había dolor y hambre, pero también fragmentos de felicidad con una firma que Cédric reconoció al instante. Casi podía notar cómo el anillo que llevaba al cuello se hacía más pesado, como recordándole que, realmente, no estaba allí. Cassandra lo había dejado solo, después de prometerle que estarían juntos para siempre. ¿Por qué? Es cierto que él mismo había modelado su mente a su imagen y semejanza, pero no esperaba que saliera a la luz tan pronto. Y, además... Él no hubiera renunciado a Eclipse tan fácilmente. No tenía sentido. Lágrimas saladas, tierra húmeda, el corazón de París. Algo que había pasado hacía algo más de un mes. "-¿Eliss...?"-Se llevó una mano a la cabeza y apartó la vista, dolorido. Era... Demasiado que procesar. El terror más absoluto, el peso del mundo sobre su cuerpo, un dos de tréboles, el hedor de la muerte, las palabras de alguien que debía ser Xavier.
"-¿Cómo lo soportas, Dragoslav?"-Se preguntó, retirándose, pero dejando una puerta abierta detrás de sí. Tardaría un par de días en asimilar todo lo que había visto, en completar esas pinceladas de recuerdos para poder reconstruir la historia de Eclipse. No quería parar... Pero no le quedaba más remedio. El esfuerzo de dominar a los internos de Arkham y construir una realidad distinta para él le estaba pasando factura al fin... Y eso era algo que difícilmente podía evitar. Se acabó de un sorbo lo que quedaba en el vaso, conteniendo una sonrisa casi soñadora.
Aunque Drago fuera todavía un misterio para él en muchos sentidos... Podía reconocer algo precioso y terrible en él. Elissa, Cassandra y Martha no le habían hecho justicia... Cédric lo encontraba aún más excitante de lo que habían percibido esas tres mujeres. -...Por mucho que me doliera. Aunque admito... Que ganas no me faltaron. -.... Mierda. ¿Cuánto rato llevaba hablando? Parpadeó, obligándose a sí mismo a echar un vistazo a sus pensamientos superficiales para poder responderle. Cuántas preguntas... Dragoslav aún se preocupaba demasiado, eso era algo que tendría que corregir en el futuro. -Vive aquí porque el resto de sus amigos y conocidos están... Conectados a la Batfamily, y es algo de lo que quería escapar. Y, tal y como está, no podía quedarse sola sin más. Por lo que me contó, siempre ha sido una persona con tendencia a resolver las cosas golpeando algo... O a alguien. Pero, desde hace un mes, empezó a volverse más violenta. Errática. Buscaba... O más bien, busca criminales en los que desquitarse. ¿La escayola del brazo? Eso se lo hizo hace dos semanas.-Cédric se dio cuenta demasiado tarde de que eso recordaba demasiado a él mismo. La única diferencia era que él ni siquiera había tenido la decencia de buscar culpables a los que castigar. No, había empezado con animales pequeños, ratones y palomas que encontraba cerca de su casa. Luego, perros y gatos. Y, cuando el dolor comenzó a hacerse demasiado difícil de soportar... Lo proyectó en otros niños. Y había conservado ambos brazos durante todo el proceso... Más o menos. Suspiró. Le gustaba la historia que estaba tejiendo. -También estábamos en Arkham por eso. Le había conseguido cita con uno de los psicólogos que trabajan ahí... Me parecía lo más razonable. -Ojalá también se lo pareciera a Drago. Ahora que había abandonado su mente, Cédric tenía que confiar en el trabajo que ya había hecho, el alcohol y su propia (según su punto de vista, infalible) carisma para arrastrar al antiguo Ángel de la Venganza a su lado. -En cuanto al anillo... Cassandra no me lo ha regalado. Sólo quería usarlo de señal, ya que ella es algo difícil de leer últimamente y un manicomio no es el lugar ideal para concentrarse. La dejé en la habitación en la que la encontramos para mantenerla a salvo, y la idea era pasar el anillo por debajo de la puerta. Elegí esa sala en particular porque el mecanismo sólo permitía abrir desde dentro fácilmente... Lo cual me hace pensar que fue ella la que permitió que los presos entraran antes que nosotros. -Dirigió una mirada furtiva en dirección a "su" habitación. -Debieron de ser ellos los que la dejaron así.
Esa sonrisa... Contrastaba tanto con lo que había visto entre sus recuerdos. Era la sonrisa de alguien relajado, que confesaba algo que en otro momento le habría resultado incómodo. Bendito alcohol, y benditas desinhibiciones. -Por otra parte, no tienes de qué preocuparte. Cass no es mi tipo... Y me conformo con que sólo lo hayas pensado. Seguramente, yo habría hecho lo mismo en tu lugar.-Sonrió, incorporándose. El mareo no tardó en hacer acto de presencia, pero Cédric estaba preparado y se apoyó en el respaldo para que no se le notara demasiado. -En otro orden de cosas... Si quieres, puedes ducharte mientras miro si hay algo de cenar. Tendremos que dormir los dos en el sofá si no te importa, por cierto. -Le vendría bien tener a Drago entretenido un rato. Así, podría quitarse la ropa que había "tomado prestada" de la taquilla de uno de los guardias... Y revisar la casa, para asegurarse de que no hubiera ningún instrumento musical a la vista. No sólo porque sólo supiera tocar un poco la guitarra eléctrica y quedaría raro si tuviera otro instrumento en su casa... Sino porque estaba seguro de que, si Dragoslav tenía la ocasión, trataría de llegar a Cassandra a través de la música. Y el telépata quería que, simplemente, la olvidara de una vez por todas.
Si Eclipse aceptaba, Cédric lo conduciría hasta un baño con el mismo estilo minimalista y moderno que el resto de la casa. Una de las cosas que había buscado entre las viviendas de los celadores era que tuvieran al menos una bañera, entre otras cosas. Era una suerte haber encontrado un piso con el que todos sus caprichos quedaran satisfechos. Por desgracia, no podrían quedarse ahí mucho tiempo: Alguien podría descubrirlos, y aunque a Cédric le encantaba la atención, prefería evitar la de la policía cuando todavía no estaba preparado. O peor aún, la del Murciélago. No creía poder disfrutar de Batman bajo ninguna circunstancia. _________________ - Even if you can't see me:
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| Tema: Re: Home, sweet home (Drago, Cédric) [10-04-2019] 17th Agosto 2018, 16:24 | |
| S.H.I.E.L.D... No eran precisamente santo de su devoción. Aquella clase de organizaciones solían ser tendentes a la filosofía del fin justifica los medios, y había ciertos límites que Drago consideraba infranqueables, como dañar a un inocente de manera directa o indirecta. - Sí, te entiendo. Yo no podría trabajar para gente que me oculta cosas y sin saber realmente cuáles van a ser las repercusiones de mis actos. Al menos con la Patrulla todo es transparente.Tenías una misión y ésta solía ser simple, no necesariamente en cuanto a ejecución pero sí en cuanto a la descripción del trabajo. Había gente inocente y criminales, y él tenía que detener a éstos últimos y proteger a los primeros. Punto. En ese sentido era más parecido al ejército. Hasta tenían una cadena de mando. Drago se sentía cómodo con eso. Notó el malestar en la voz de su interlocutor al hablar de su experiencia con la agencia de seguridad y sintió la tentación de preguntarle. Drago, por lo general, era una persona muy discreta. Como no le gustaba que nadie ahondara en sus secretos procuraba respetar los de los demás, pero sentía una inexplicable simpatía hacia Cédric, y eso le hacía experimentar la necesidad de involucrarse, a pesar de que, por lo general, se sentía mal cuando sus seres queridos le confesaban sus problemas, a causa de la dificultad que tenía para abrirse y relacionarse con los demás. - ¿Puedo preguntar qué te ocurrió? No tienes que responder si no quieres... -comentó volviendo a llevarse el vaso a los labios. Las explicaciones sobre el comportamiento de Cassandra tenían mucho sentido, la conocía lo suficiente como para reconocer la verdad en las palabras del francés. Finalmente todo encajaba. Y el hecho de que el anillo fuera su conexión con el mundo real resultaba... halagador, en cierto modo, aunque ya todo hubiera acabado entre los dos. Al menos no suponía echar más sal en la herida. - Comprendo... y agradezco tu sinceridad. Sólo me gustaría pedirte una última cosa... ¿Podrías... quitártelo? Cassandra me abandonó pocos días después de habérselo regalado, y verlo en el cuello de otro hombre me trae recuerdos bastante desagradables.No sólo de la ruptura en sí, sino de la manera en la que su ex-prometida había flirteado con Decibelio delante de él el día de la invasión Badoon y cómo le había dejado plantado en aquella habitación de hotel. Definitivamente no deseaba tener delante un recordatorio de lo que había perdido, pues la manera en la que había terminado todo había sido demasiado amarga, y, en realidad, nunca habían llegado a hablar para, al menos, aclarar las cosas entre los dos, y las heridas continuaban abiertas. - No te preocupes, en peores sitios he dormido, he estado en el ejército -respondió ante la propuesta de Cédric. La idea del baño sonó a música en sus oídos. Cuando se levantó experimentó durante un instante un cierto grado de mareo que le obligó a apoyarse momentáneamente en el respaldo del asiento. Era similar a la sensación que te invadía después de tomar alcohol cuando llevabas algún tiempo sin probarlo, pero no podía ser, ¿verdad? Lo que Drago había bebido olía y sabía como agua, y no creía que Cédric hubiera echado alguna droga en su bebida porque, de haber sido así, el malestar sería más intenso. Nah... debía de ser el cansancio junto con las intensas emociones del día. Reencontrarse con dos ex-novias el mismo día que Arkham experimentaba una fuga en masa afectaría a cualquiera. Seguro que se encontraría mejor después de la ducha. Con éste pensamiento en la mente siguió al francés hasta el cuarto de baño más espectacular que había visto jamás. Comparado con el pequeño aseo que tenía en el hueco de la escalera en su semisótano aquello parecía sacado de un palacio. Era enorme y diáfano, con enredaderas artificiales adornando una de las paredes y una cristalera con vistas a la ciudad iluminada que quitaban el aliento. Sí que debía de ser alto el salario de un agente de S.H.I.E.L.D. Ni siquiera recordaba cuándo había sido la última vez que había tomado un baño en lugar de una ducha... - Gracias -le dijo a Cédric antes de cerrar la puerta y correr el pestillo. Una vez en la intimidad del cuarto de baño sacó de un bolsillo su tasbih de ónix amarillo y lo contempló durante unos instantes, absorto. El tasbih era una especie de rosario musulmán formado por 99 cuentas, cada una de las cuales representaba uno de los múltiples nombres de Dios. Por lo general los musulmanes lo usaban como señal pública de islamicidad, para que todo el mundo estuviera al tanto de sus creencias, de la misma manera en la que los cristianos se enorgullecen de portar la cruz de Cristo, pero Drago había llevado siempre su fe de una manera personal y privada, por lo que sólo lo sacaba cuando se encontraba a solas. Había además otro factor que añadía una mayor intimidad a su momento de comunión con Dios, y era que aquél tasbih había pertenecido a su madre. Lo llevaba encima el día en que la mataron, y los cascos azules lo recuperaron de su cadáver cuando la sacaron de la fosa comunal. Siempre que lo sostenía entre sus dedos Drago tenía la impresión de que no sólo Dios estaba con él, sino también su madre, Ajla. El bosnio cogió una de las toallas, la extendió por el suelo, se puso en posición de oración y comenzó a pasar una por una las cuentas, recitando los 99 nombres de Allah. Según el Corán era importante mencionar el nombre de Dios antes de desnudarse o ducharse para impedir que los demonios pudieran acercarse aprovechando el momento de vulnerabilidad, y aunque Drago no era particularmente estricto con las diferentes rutinas del Islam, considerando los eventos que se estaban desarrollando por todo el mundo le pareció prudente hacerlo. Cuando hubo terminado procedió a quitarse la ropa mientras se llenaba la bañera. Le resultó extraño que las botas no estuvieran manchadas de sangre, pues recordaba perfectamente el hórrido chapoteo y el nauseabundo olor metálico de la habitación de la que habían rescatado a Cassandra. El marrón claro de la piel que forraba las botas debería haberse oscurecido al absorber la sangre, pero no había rastro de ella, era extraño... Iba a terminar pensando que estaba perdiendo la cabeza. La contrariedad que sentía se disipó en cuanto se introdujo en el agua caliente. Disfrutó de las vistas de la ciudad mientras se enjabonaba y se lavaba la cabeza, pero, al finalizar, se sumergió casi por completo en el agua caliente y cerró los ojos. Durante años había vivido asediado por el temor de saber que, si se relajaba demasiado podía revertir a su forma humana y quedar desnudo y ciego ante los horrores que aguardaban en las sombras, sin poder permitirse momentos como aquél, ni en el baño, ni al escuchar una melodía particularmente hermosa, ni al pasar un rato con los amigos, ni tan siquiera al compartir un momento de secreta y dulce intimidad con un ser amado, y eso le había hecho vivir en un estado de continua tensión. Pero su largo infierno había acabado; había recuperado sus ojos y ahora podía permitirse momentos como aquél sabiendo que, en cuanto los volviera a abrir, la luz seguiría allí. Pero sólo había pasado un mes y medio desde el milagro y todavía sentía cómo su cuerpo entero suspiraba de alivio al saber que ya no tendría que preocuparse nunca más porque la oscuridad le devorara. La oscuridad y los demonios que albergaba en su interior... Sintió un escalofrío al volver a recordar fugazmente el pasado que había sido desenterrado en París y se sumergió por completo en el agua. La visión de la luz titilante del baño que se observaba a través le recordó, por un momento, a la última visión que había tenido antes de que los soldados serbios comenzaran a arrojar tierra sobre la fosa, enterrándole en el horror inenarrable de la muerte. * * * * Cuando, algún tiempo después, salió del baño, llevaba una toalla en torno a la cintura y se secaba el cabello con otra. - Cédric -llamó desde el pasillo- . El baño me ha sentado de maravilla, y espero no abusar, pero, ¿no tendrás por casualidad algo de ropa limpia para prestarme? No soy exigente, cualquier trapo viejo me vale. | |
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| Tema: Re: Home, sweet home (Drago, Cédric) [10-04-2019] 5th Septiembre 2018, 01:06 | |
| -¿Puedo preguntar qué te ocurrió?-Podía, desde luego. Cédric llevaba haciéndose esa pregunta una y otra vez, tratando de averiguar cómo había acabado en ese laboratorio en primer lugar. Qué había fallado ese día, tras años de que todo fuera como la seda. Más o menos. Se negaba a reconocer que se había confiado, que había sido su propio orgullo el que lo había metido en uno de los pocos líos de los que no había podido salir. Era por eso por lo que, seguramente, nunca aprendería. Se llevó una mano a la parte posterior del cuello, allí donde habían entrado y salido más cables de los que podía contar. Había habido un momento en el que había sido poco más que un muñeco de carne y hueso con un alma dentro, y era ese lugar por el que el doctor Rhodes y sus colegas habían decidido pasar algunos hilos. A veces, aún podía notarlos. -Prefiero no hablar de eso… No ahora, al menos. Lo tengo bastante reciente, y además… Ya hemos visto suficientes cosas desagradables para un día, ¿no crees? No quiero contarte otra.-No le importaba. No tenía problema alguno en mostrar sus cicatrices, en contar su historia. Pero… No estaba tan ciego como para saber que eso no era normal. Había conocido a suficientes personas dañadas, rotas por dentro y por fuera, como para saber cómo aparentar eso mismo. Porque él estaba bien. Sus heridas no significaban nada, el dolor no podía alcanzarlo si no lo quería así. No les iba a conceder ni siquiera el mérito de haberle conseguido hacer daño. Estaba bien. Estaba bien. No puso ningún problema a quitarse el anillo, dejándolo sobre la mesa. Se lo daría a Cassandra cuando se despertase, dijo antes de levantarse y guiarlo hasta el baño. -Es por aquí… Estás en tu casa, ponte cómodo.-Tan pronto como escuchó el chasquido del pestillo al cerrarse, Cédric suspiró y se apoyó en la pared del pasillo. Su cabeza empezaba a dar vueltas, la sierra estaba llegando a la altura de sus ojos. Se frotó los ojos, cansado… Y, de camino al salón, se encendió un cigarro. Llevaba un rato necesitándolo. Tras un par de intentos, logró encender la chimenea, y empezó a revisar todos los cajones a la vista, en busca de instrumentos musicales de los que deshacerse. Si Dragoslav encontraba alguno, e intentaba recuperar a Cassandra por ese medio… La cosa se complicaría, y no tenía ni el tiempo, ni la energía, ni la paciencia como para lidiar con eso. Afortunadamente, el guardia cuya casa había tomado prestada era aún menos aficionado a la música que él mismo, ya que sólo encontró unas partituras sueltas. Si el instrumento había estado alguna vez en el piso, lo habían llevado a otro lado, pero eso no impidió que el francés quemara los papeles en la chimenea para ahorrarse explicaciones. ... Cuando Dragoslav lo llamó, Cédric estaba cambiándose en el ya vacío dormitorio. Comprobó, no sin desagrado, que la mayor parte de las prendas le venían grandes… Y que el dueño de esa casa no tenía tan buen gusto para la ropa como para la decoración del piso. No todo podía ser perfecto, suponía. Se puso una camiseta de tirantes algo más pequeña que el resto, y sin darse por satisfecho del todo, cogió una muda para Drago. -Claro, ahora te la llevo.-No pudo evitar dar un repaso disimulado a su acompañante, casi lamentando que no quedara sobre su piel ninguna de las cicatrices que había recibido a lo largo de su vida. Y que tuviera que vestirse, además. -Puedes vestirte aquí, si quieres. Yo estaré en la cocina, acabando la cena.-No estaba seguro de poder manejarlo si se daba cuenta de que Cassandra ya no estaba entre ellos, ya que no podía contar con sus poderes. Sería mejor… Dejar que se hundiera por su propio peso, distraerlo para que no se diera cuenta de que estaba dejando el mundo real atrás. Después de entregarle la ropa, Cédric se giró y se dirigió al salón. Su camiseta, elegida con ese mismo propósito, no hacía más que subrayar la gruesa línea de tejido cicatrizado que partía de su nuca y se perdía entre los pliegues de tela. El resto de su espalda, cubierta con una telaraña de heridas cerradas, no tenía un aspecto mucho mejor. ¿Serviría para atraer la empatía de Drago? Esperaba que así fuera. Quería demostrarle lo parecidos que eran en el fondo, hasta qué punto eran el reflejo del otro. Ambos sabían lo que era hacer daño y sufrirlo… Aunque Eclipse hubiera elegido intentar borrar todo lo posible de su pasado. No sólo no había funcionado sino que, desde el punto de vista del rubio, no había hecho nada más que empeorar las cosas. -Por cierto… ¿Qué hacías tú en Arkham? Creo que, con las prisas, no te he llegado a preguntar. Y por favor, no me digas que eras uno de los reclusos. -No pudo contener una breve risa, divertido ante la idea. Aunque no por las razones que el serbio conocía, por supuesto. -No creo que pudiera perdonarme semejante cagada en la vida.-No creía que Drago pudiera, tampoco. Si es que algún día llegaba a enterarse de lo que había pasado realmente ese día. -Las hamburguesas no tardarán en llegar, espero que te guste lo que he elegido. No creo poder cocinar demasiado ahora, así que...-Poco a poco, la conversación se iba normalizando. Quizás eso fuera lo más raro de la situación, lo extrañamente corriente que resultaba si se la comparaba con la carnicería que habían vivido pocas horas antes. Estaban en el ojo del huracán, la calma antes de la tormenta. Quedaban exactamente cinco días para que empezara. _________________ - Even if you can't see me:
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| Tema: Re: Home, sweet home (Drago, Cédric) [10-04-2019] 5th Septiembre 2018, 17:14 | |
| Como era de esperar, la espalda lacerada de Cédric llamó de inmediato la atención del mutante cuando se dio la vuelta. Drago no dijo nada, pero aquella visión le impactó y no consiguió quitársela de la cabeza mientras terminaba de secarse y vestirse. Nunca le había gustado que se metieran en su vida privada, especialmente cuando se trataba de lo que le había ocurrido en Colombia, así que tenía muy claro que no pensaba hacerle preguntas incómodas a Cédric, sobretodo después de haberle dicho éste que no quería hablar de lo que fuera que le había sucedido mientras estuvo en S.H.I.E.L.D.
Tampoco era difícil de imaginar, de todos modos. Como miembro de la organización secreta había mil maneras en las que podría haberse ganado las cicatrices. Él mismo había conseguido unas cuantas durante su período en el ejército, o cuando estuvo trabajando como cazarrecompensas, aunque nada comparable a lo que le había hecho el líder de los Escorpiones mientras estuvo poseído por el Ente que después había terminado invadiendo a Martha.
Las únicas dos personas a las que les había mostrado las cicatrices habían sido Elissa y Cassandra. Xavier, Bobby y Ororo las habían visto también cuando le dejaron inconsciente el día de su primer encuentro, disipando así la ilusión que las recubría, pero a ellos no les había explicado cómo se las había hecho, aunque no había que ser un genio para saber que no habían sido cicatrices de guerra. Los cortes de su cuerpo eran demasiado poco profundos, las puñaladas estaban estratégicamente situadas en lugares no letales, las quemaduras eran demasiado pequeñas y localizadas... Y, por supuesto, las profundas heridas de sus ojos.
Gracias a la terapia de Lissa había sido capaz de volver a intimar físicamente con una mujer, pero todavía retrocedía por instinto si intentaban tocarle la cara. Puede que las cicatrices ya no pudieran verse por fuera, pero por dentro aún seguían ardiente y dolorosamente frescas.
La razón por la que no le gustaba hablar del tema era que no podía soportar que la gente le tuviera lástima o se apiadaran de él, así que, cuando se reunió con Cédric en la cocina decidió hacer como si no hubiera notado las cicatrices del francés y no darles la menor importancia. Pensó que aquello sería lo que él preferiría.
- Eh... No -había estado a punto de atragantarse con el agua que acababa de servirse del grifo (tenía la garganta reseca, como si no hubiera bebido varios vasos antes de ir al baño). Seguramente el rubio no podría imaginar lo cerca que había estado de tocar un tema profundamente delicado para el bosnio-. No era uno de los reclusos, no.
Consciente de que el francés había hecho una broma, se forzó a sí mismo a sonreír, porque, si en lugar de ser Xavier y sus chicos los que le habían vencido hacía ocho años hubiera caído en las manos de cualquier otro, con casi toda probabilidad habría terminado en Arkham... o en el equivalente de su universo. ¿Y quién podría culparles? Después de todo, se había pasado años creyéndose la jodida encarnación del Ángel de la Venganza, y aún a día de hoy, había ocasiones en las que todavía escuchaba hablar a las sombras. Cualquier psiquiatra le habría diagnosticado psicosis, pero gracias a sus dones Xavier fue capaz de percibir la realidad que se ocultaba tras sus delirios; que no era más que un niño traumatizado que había creado una personalidad alternativa por no ser capaz de asimilar lo que le había ocurrido en Colombia. La mutación que había experimentado en aquél preciso instante había ayudado a consolidar la fantasía.
Tampoco es que Drago fuera una persona muy estable. Los terribles acontecimientos experimentados durante su niñez ya le habían dejado marcado, y aunque en aquél momento su psique había escogido olvidarlo todo, el terrible estigma aún estaba allí, grabado a fuego en su mente. Era de esperar que no pudiera soportar otro trauma equivalente. En cualquier caso, todo cuanto era, lo que había sido en aquellos últimos años, se lo debía a Xavier, y era algo que nunca podría olvidar.
- Estaba... recogiendo mis cosas del apartamento que Cassandra y yo habíamos comprado para cuando nos mudáramos después de la boda y escuché el incidente por las noticias. Ya que estaba en Gotham decidí acercarme a ayudar.
No le habló de Lissa. Sabía que si alguien se enterara de lo que había ocurrido entre los dos, la carrera de la psicóloga peligraría, y aunque él no le contara que habían tenido una relación, Cédric podría enterarse. Si después averiguaba que había sido paciente suyo... No, Elissa había hecho un gran esfuerzo para mantener enterrado lo sucedido. No había necesidad alguna de compartirlo con alguien a quien acababa de conocer.
- No te preocupes, a mí tampoco se me da bien cocinar y no suelo tener mucho tiempo, así que estoy acostumbrado a la comida basura. Los fideos chinos, pizzas y hamburguesas me han salvado la vida más de una vez que he tenido que quedarme hasta las tantas corrigiendo exámenes. Lo bueno es que me gusta bastante el deporte, y suelo entrenar mucho, ya sea en la mansión o en el pequeño gimnasio de mi casa, y también soy aficionado a las actividades al aire libre, como la escalada, así que no suelo tener problema quemando esas grasas extra. O quizás sea mi condición de mutante, quién sabe -aventuró con una sonrisa-. ¿Conoces el Shake Shack? La carne es completamente natural, sin aditivos, conservantes, hormonas ni ninguna de esas mierdas que le echan hoy en día a la comida. Puestos a comer hamburguesas, prefiero que sean lo más sanas posibles, pero tengo tanta hambre ahora mismo que me comeré lo que sea, siempre que no sea carne de cerdo. Soy musulmán -añadió a modo de explicación. | |
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Ficha de Personaje Alias: Sparrow o Cerbero. Nombre real: Gabriel Leblanc o Cédric Valjean. Universo: Marvel
| Tema: Re: Home, sweet home (Drago, Cédric) [10-04-2019] 31st Diciembre 2018, 18:56 | |
| Siempre resultaba interesante escuchar todas las ideas que nunca llegaban a decirse. Sentir los ojos de otra persona en su espalda, notar la herida debajo de una broma. Definitivamente, a Drago no le… “Pegaba” disimular. ¿Sería tan dolorosamente obvio para todas las personas que lo conocían? Seguramente sí. Era difícil no darse cuenta de lo forzado de esa sonrisa. En otra situación, algo así le hubiera enfadado, y mucho: Cédric detestaba que la gente no se riera con sus bromas, pero por esa vez, podía dejarlo pasar. Al fin y al cabo, sólo le estaba probando, y además… Drago no era el tipo de persona que muestra emociones, o disfruta de la vida en general. Ya se ocuparía de ajustar esos detalles más adelante: Aunque literalmente quería cambiarlo de la noche a la mañana, eso sólo sería posible si se concentraba en lo más importante primero. Por mucho que quisiera creer que sí, no podía hacer gran cosa con sus poderes después de pasar buena parte de la tarde saltando de una mente desquiciada a otra, evitando que sus antiguos compañeros de prisión le atacaran… O que los guardias le dispararan, o que Elissa lo viera, o que esos mercenarios y su Hulk particular le echaran el guante encima. Tan sólo había pasado unos pocos días en Arkham, y ya había conseguido que literalmente todos sus ocupantes más algunos invitados le odiaran. Aunque aún no tenía claro si Cloe entraba también en esa lista o no, ahora que lo pensaba; y Cassandra debería estar de su lado, estuviera donde estuviera. Pero, en el peor de los casos… La única persona que no lo detestaba por completo estaba ahí, sentada en ese sofá, y se iría al día siguiente a menos que hiciera algo para impedirlo. Casi se sentía solo. Casi. -Estaba... recogiendo mis cosas del apartamento que Cassandra y yo habíamos comprado para cuando nos mudáramos después de la boda y escuché el incidente por las noticias. Ya que estaba en Gotham decidí acercarme a ayudar.”-Menos mal que aún quedan héroes en el mundo.”-Definitivamente, tendría que acordarse de restregarle eso en la cara a Elissa si la volvía a ver. Obviamente, no había sido ella la que había puesto a Drago a su alcance, no adrede al menos, pero… ¿Qué importaba? Esa clase de cosas tendían a olvidarse cuando uno se siente lo suficientemente culpable. Y eso era algo que Cédric podía hacer sin demasiado esfuerzo. . ¿Conoces el Shake Shack? La carne es completamente natural, sin aditivos, conservantes, hormonas ni ninguna de esas mierdas que le echan hoy en día a la comida. Puestos a comer hamburguesas, prefiero que sean lo más sanas posibles, pero tengo tanta hambre ahora mismo que me comeré lo que sea, siempre que no sea carne de cerdo. Soy musulmán.-“Comeré lo que sea”... El rubio tuvo que obligarse a beber un sorbo de agua, para asegurarse de que no se le escapaba alguna broma al respecto. Lo último que necesitaba era que la única persona que todavía no le deseaba ningún mal empezara a mosquearse en serio, porque si decidía irse, no podría retenerlo. No ahora, al menos. Mientras hablaba, empezó a contar el dinero que había encontrado en un cajón mientras investigaba la casa. -Pues no, no lo conocía. Tendré que probarlo algún día… Pero siendo así, me alegro de haberlas pedido de ternera. Lo prefiero así, aunque no tenga ninguna restricción.-Notando cómo alguien se acercaba a la puerta, se incorporó, y la abrió antes de que al repartidor le diera tiempo a llamar al timbre. Cogió la bolsa, le dio la cantidad exacta y cerró la puerta, todo en el mismo movimiento. -Creo que nunca había conocido a un musulmán practicante… Mi familia era demasiado cristiana para eso, supongo.-Comentó, sin darle mucha importancia. Al fin y al cabo, para él no la tenía… Si había un dios en alguna parte, no le importaban las personas lo suficiente como para molestarse en creer en él. Sin embargo, ese detalle añadía un poco más de infamia al hecho de haberle hecho beber, lo cual siempre era bienvenido. La conversación siguió durante un rato más mientras ambos cenaban, manteniéndose en cosas más bien triviales. El francés tenía la sensación de que no había hablado así, de nada en particular, en mucho tiempo. Y no estaba mal, para variar un poco: Descansar en un sofá, charlar con alguien sin más… No estaba mal, no. Pero tampoco era para él. Sabía de sobras que demasiada paz lo aburriría antes o después; y para colmo, no podía ignorar ese dolor de cabeza, esa sensación de estar casi ciego a lo que sucedía a su alrededor. Necesitaba descansar, si quería volver a recuperar ese control al que tan acostumbrado estaba. El sofá era lo bastante grande para los dos, así que no tuvieron problemas en ese sentido. Drago de espaldas al cielo estrellado que se veía al otro lado del ventanal, Cédric aún mirando las brasas que languidecían en la chimenea; y el fantasma de Kasumi ocupando un dormitorio desierto. Había noches en las que había acabado muchísimo peor, a decir verdad. -Bonne nuit, Drago…-Musitó, acomodándose en su sitio después de poner una alarma en su reloj. Ahuecó el cojín que tenía por almohada, se estiró cuanto quiso, y echó un último vistazo disimulado a su compañero antes de quedarse profundamente dormido. El cansancio psíquico ayudaba, desde luego, aunque Cédric nunca había tenido demasiados problemas para dormir. Lo cual era una ventaja en ese momento, ya que no tenía mucho tiempo. Lo mejor sería aprovechar cuanto pudiera esas horas de sueño. ... Eran las cinco de la madrugada cuando la alarma sonó, despertando tras varios intentos a quien la había puesto en primer lugar. Cédric se había quedado dormido con la mano sobre los ojos, como si eso fuera a cubrirle de un sol que todavía no había salido. Eso le sirvió, al menos, para apagar el pitido antes de que pudiera molestar a su “invitado”. Si estaba consciente ya, era precisamente porque lo necesitaba dormido. Eso, y porque había tenido que recuperarse del sobreesfuerzo de la tarde anterior, aunque no quisiera reconocerlo. El rubio encendió un cigarro, y empezó a moverse. Entró en el dormitorio y abrió la ventana de par en par, dejando que el aire frío de la calle inundara la habitación. Cuando Drago despertara, Cassandra habría huido por allí, perdiéndose de nuevo en la noche de Gotham. Seguramente, para siempre. Y no es porque Cédric no encontrara entretenida la idea de usar a Kasumi más tiempo. Se le ocurrían tantas formas de joderle a través de ella… Pero eso no haría más que darle una importancia que podría llevarse él. ¿Para qué actuar a través de alguien, si lo que más le gustaba era ver su propia imagen reflejada en las mentes de otros? Batwoman ya había tenido su oportunidad de ser feliz con Eclipse, y había fallado estrepitosamente. Era hora de acabar lo que había empezado, y borrarla completamente del mapa. Lo cual le dejaba con una única competidora real en ese pequeño juego. No se molestó en contar a Martha, por supuesto… Es decir, aún ignorando el hecho de que contenía la entidad que lo había torturado en el pasado, y Drago nunca había sentido nada por ella. ¿Quién podría querer a alguien así? Era… Grotesca. Lo cual tenía cierto encanto, siempre y cuando no hablara, pero no era el tipo de Drago para nada. Y Javis… Bueno, todavía no le había demostrado ser una amenaza real, a pesar de la ocasional punzada de celos. Si se encontraba de nuevo con Eclipse, él estaría allí para defender su territorio si hiciera falta. No, su único problema era Elissa en ese sentido, junto con la Mansión y sus ocupantes. Que él supiera, esas eran las dos cosas que quizás intentaran quitárselo de las manos, descartando a amigos sueltos que pudiera tener. Era una suerte que pudiera hacer algo al respecto. Dejó el cigarro a medio consumir en el cenicero, y se acercó lentamente al extremo del sofá en el que Eclipse dormía. Sin prisa, empezando a aplicar algo de presión sobre él para que no se despertara. Acercó una silla, se sentó a su lado. Se crujió los nudillos, suspiró, y dejó que los finos hilos de su consciencia buscaran las grietas que había dejado el día anterior. Siempre pasaba igual: Cuanto más hablaba con una persona, cuanto más tiempo estaba cerca de ella, más fácil le resultaba entrar y salir de su mente. ”-Vamos a ver… ¿Qué es lo último que tenemos de la Mansión?”-Los ojos de Cédric se entrecerraron, buscando entre los recuerdos más recientes. La conversación de la noche anterior, la cena, el caos de Arkham… ”-Yo... he cometido algunos pecados.”-Casi pasó de largo de esa conversación. La culpa… Se podía notar desde allí, aún era muy reciente. Perfecto. ”-La habilidad de poseer y tomar cuerpos y mentes de otras criaturas es una fortaleza de la cual los Yinn se han servido formidablemente con el correr de los siglos, a pesar de que Allah les prohibió hacerlo. La concesión de sus poderes fue una prueba impuesta por Dios. Si los utilizan para destruir, matar y subyugar a los hijos de Allah tendrá que rendir cuentas por ello.”-Eso directamente… Le hizo sonreír. Casi parecía que estuvieran hablando de él, aunque sabía que eso era imposible. Tomar cuerpos y mentes, destruirlos, subyugarlos… Sí, quizás él también pudiera jugar a ser un Yinn sin demasiados problemas, salvo por la cuestión de enfrentarse a algún castigo por sus acciones. Esa parte se la podía saltar. Profundizó un poco más, buscando a quién se referían en realidad. Martha y su amigo… Y, de rebote prácticamente, la Mansión X. Los recuerdos estaban ligeramente difuminados, Drago había bebido. Pero no lo suficiente como para hacer su propia memoria incomprensible, gracias al cielo. ”-Y tú, joven… el sufrimiento que sientes, todo lo que has vivido…sin embargo ¿Quién eres tú si no eres el chico nacido de la guerra? ¿El hombre sin amores? Si te quitamos ese dolor… ¿Qué te…””-Ya, ya, esto me lo sé... ”-La escena se desarrollaba prácticamente como sería predecible, pero no era eso lo que le interesaba. Centró su atención en la única persona a la que no conocía, el profesor Xavier según Drago. Aunque aún le costaba acceder a las memorias de Gabriel estaba bastante seguro de que él también le conocía… Debía de ser bastante famoso, aunque él no había oído su nombre en la vida. ”-Ah… Aquí estás.””-No me hable ahora. Necesito estar solo.”-Bueno, eso le dejaba las cosas fáciles. Qué… Conveniente, que él solo se hubiera apartado de los X-Men. -No deberías volver. Lo sabes, ¿no?-Susurró, engranando ideas nuevas en el entramado de su memoria. Hacía mucho tiempo que no hacía algo así, esperaba no equivocarse y acabar rompiendo algo. -Después de irte así, después de meter un enemigo dentro de la Mansión… ¿Qué habría pasado si le hubiera hecho daño a alguien? Y eso, suponiendo que no ha hecho nada después de que se te escapara, cosa que dudo… Pero eso no es lo peor. No, lo peor es que te has vuelto débil. Y por eso, has perdido tu lugar en la Mansión. Tanto esfuerzo por mantener tu imagen, por ocultar tus problemas al resto… Para nada. Tu función era ser el líder, la persona de la que todos podían depender. Pero has fallado. Les has fallado, después de que te dieran una oportunidad de ser mejor. Y ahora, estás solo.No podía decirse que estuviera creando nada nuevo, a decir verdad. Todas esas ideas, toda esa culpa, estaba ya ahí. Cédric estaba seguro de ello: Lo único que estaba haciendo era aumentar los aspectos que más le convenían y silenciar el resto. -Porque no estarás pensando en volver con Elissa, ¿verdad? Sería un poco ruin lanzarte a sustituir a Cassandra así, tan rápido. Es decir, no ha pasado ni un mes… No me digas que ya estás enganchado a la sensación de tener a una persona pendiente de tí todo el tiempo. ¿O es que quieres recuperar tu orgullo? No creo que merezca la pena, si eso significa compartir vida con una ex-villana dispuesta a lavarte el cerebro. Además, tú eres mejor que eso… No la necesitas. -Se mordió el labio, dividido entre la ironía y la incomodidad. Ya era hipócrita que él, quien estaba alterando su mente en ese momento lo dijera, pero… Había estado ahí. Había estado en la mesa de operaciones, muriendo para que otra cosa naciera en su cerebro. Había estado en la celda, sintiendo el arrepentimiento de toda una vida en un momento, aplastado por el peso de las palabras de Alice. ”-Mujeres… Van a ser nuestra perdición, ¿eh?”-Sonrió, sin transmitirle eso último. -Supongo que, ya que no te queda nadie, no te importará mucho quedarte aquí. Con los héroes ocupados con la invasión demoníaca y los villanos sueltos, es cuestión de tiempo que pase algo. ¿No querrás estar aquí para intervenir? Por lo que he visto hasta ahora, no puedes evitar hacer estas cosas, y así además podrás ayudarme con mis propios asuntos. No te lo he dicho hasta ahora, pero… Pienso hacer unos cuantos cambios a esta ciudad. Si nos damos prisa, quizás ya no haya un lugar para Batman en ella cuando la invasión demoníaca termine. ¿No te gustaría eso? Podrías volver a ser el Ángel de la Venganza, si quieres.-Era una jugada arriesgada, y lo sabía. No era su intención convertirlo ya mismo en una máquina de cazar criminales, porque eso suponía arriesgarse a convertirse también en un objetivo. Pero recordarle una época en la que había sido fuerte, en la que no había sentido miedo o remordimientos… Eso sí que podría serle útil cuando empezara a utilizarlo en sus juegos. Mezclar el instinto de héroe con la determinación de sus propias creencias le parecía, en ese momento, una de las ideas más brillantes que se le habían pasado por la cabeza. Sólo tenía que convencerle de que estaban en el mismo bando, de que ambos estaban haciendo lo correcto. -Eso es lo que te ofrezco, Dragoslav. Conmigo, podrás ser libre de la culpa que te atormenta. Podrás volver a tener un propósito. Podrás estar por encima de tus problemas, hasta el punto de que este tiempo de debilidad no sea más que un mal sueño. Nadie volverá a hacerte daño sin que tú lo consientas, no tendrías por qué volver a tener miedo nunca. -Para cuando pronunció esas palabras, Cédric ya sonreía ampliamente. A diferencia de lo que había hecho con Cassandra, no estaba transmitiendo su propia personalidad, con la esperanza de crear alguien parecido a él. No, lo único que estaba haciendo era desequilibrar la balanza, ahogar una parte de su vida y reavivar otra. Todo eso… Ya estaba dentro de Dragoslav, silenciado gracias a la intervención de Xavier. Pero todo lo que estaba hecho se podía deshacer. -Quédate conmigo… Y el mundo volverá a ser blanco y negro, y nosotros estaremos siempre en el lado de la luz.Su voz se apagó un poco al pronunciar esas últimas palabras, reparando en que acababa de hablar un poco como Eclipse. Según su experiencia, eso solía ser señal de que la conexión había sido muy profunda, exactamente lo que quería. ”-Eso debería bastar...”-Pensó, retirándose un poco. Se había ido acercando mientras hablaba, sin darse cuenta… Menos mal que Drago no se había despertado. Hubiera sido una situación algo difícil de explicar, y probablemente eso hubiera dejado los cambios a medias. No era una opción apetecible, a decir verdad. Dándole vueltas a eso, el francés buscó entre las cosas de su invitado, y tomó su móvil. No fue difícil hacerse con la contraseña para desbloquearlo, y así apagar la geolocalización. En principio, sólo iba a hacer eso. Pero entonces vio el contacto de la doctora, y cambió de idea. Eso podía ser… Entretenido. ”-¿Conseguiste volver bien a casa, Elissa?”-Escribió, antes de ocultar el pequeño aparato en un cajón. No sería difícil convencer a su propietario de que lo había perdido en el caos de Arkham. Quizás no le tuviera tantas ganas a la griega como a Drago, pero eso no significaba que la psicóloga fuera a salir indemne. Siempre podía dedicar sus ratos libres a amargarle la vida un poco, en lugar de centrar todas sus atenciones en el serbio. Sería lo mejor para él, a largo plazo. Una vez estuvo seguro de haber acabado, Cédric volvió a su lugar en el sofá, y no tardó en volver a conciliar el sueño. Como si nada hubiera pasado. Pero sabía que, al día siguiente, todo estaría un poco más a su favor. Como siempre había sido. ”-Dulces sueños, Drago…”_________________ - Even if you can't see me:
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