Un "solete" de mutante (Kevin) [Marvel, Pre-Omega]

FDI: esto es un flashback de cómo me uní a la Patrulla, así que no descarto la intervención de Xavier u otros miembros en el futuro, pero de momento voy con Kevin solo.
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Bryndar empezaba a cansarse de cierta rutina. Entraba en los bancos embutido en una gabardina gruesa y marrón, con sombrero bien encajado y caminaba tranquilamente, manteniendo un perfil bajo. Después, como quien no quiere la cosa, lanzaba su enorme brazo a través de la ventanilla, agarraba al pringao que le tocase la desgracia de estar atendiendo a los clientes y lo lanzaba directo al guardia de seguridad, noqueándolo. El brazo atravesaba el crista blindado, haciéndolo estallar en añicos, así que saltaba a la zona más interior y pillaba de rehén al siguiente pringao cercano. Exigía que le llevasen a la cámara acorazada, le aseguraban que no se podía abrir, pero él les demostraba lo que una buena cantidad de radiación solar podía hacerle al metal. Mientras todos se alejaban del acero fundido, Bryndar soltó a su rehén y entró pisando con sus botas. Producía peligrosos salpicones que provocaba que los trabajadores se laejasen lo máximo posible, y cuando salió con sacos de dinero (demasiado pesados para una persona normal), todo el mundo se había ido y en su lugar le habían dejado un grupo de 10 swats apuntándole. Se estaba volviendo más y más descuidado con cada golpe, pero lo cierto es que era porque podía.

-Atrás-soltó, con pocas ganas.

Los Swat no se movieron, obviamente, y le gritaron que dejase las bolsas en el suelo. Y por supuesto, él lo hizo, y levantó las manos como le habían indicado. No sabiendo qué tramaba, uno de ellos se acercó dispuesto a esposarlo, y entonces empezó el rock&roll. Le agarró de un brazo y lo puso delante suya, lo que impidió a sus compañeros abrir fuego. Entonces lo usó como un arma y con él golpeó a toda una fila de ellos, para después lanzárselo al resto encima. Para terminar la jugada, puso su mano abierta con la palma hacia ellos, y expulsó radiación lumínica de tal intensidad y rapidez que fue un flash cegador. Recogió las bolsas con presteza y salió corriendo como alma que lleva el diablo. Al salir, más policías le estaban esperando, pero esta vez no se permitió el lujo de parar. Corrió ignorando las balas que rebotaban en su cuerpo y simplemente cargó contra el primer coche-patrulla que se le puso enmedio. Lo empujó con la fuerza de su hombro y salió medio volando, causando un caos total que aprovechó para internarse en un callejón. En cuanto corriese hasta el final, saltaría la valla apoyado por un contenedor de basura cercano y desde ella podría aferrarse a un alféizar. Se balancearía con él y acabaría aterrizando sobre un edificio de una altura de dos pisos, ya en la calle paralela al banco, y a partir de ahí se pondría creativo.

No lejos de allí, una figura furtiva se levantó de donde estaba, junto a las escaleras del banco. A primera vista podía pasar por un sin techo, uno bastante enclenque y bajo. No se podía asegurar su edad, pues sus rasgos quedaban cubiertos por una gran bufanda y una gorra. Un abrigo varias tallas mayor y lleno de parches ocultaba lo demás. Mantenía un perfil bajo, pues no quería que sus ojos (unos ojos grandes, brillantes, carentes de pupila o iris) llamaran la atención. Al doblar una esquina, echó a correr con un leve ruido de pisadas. Iba descalzo.

Nadie oyó como llamaba a sus aliados. Era algo imposible si se tenía en cuenta que ni siquiera había abierto la boca. En lugar de eso, fue su mente lo que se abrió, dejando salir una ligera corriente de pensamiento destinada a tocar el de alguien más. Cuando lo encontró, el mensaje reverberó en el interior de Hank McCoy, genio científico y mutante perteneciente a la Patrulla X.

-Ya lo he encontrado, doctor McCoy. Está... subiendo, ahora. Debería verle enseguida.

La respuesta de Bestia no se hizo esperar. "Me ha surgido un imprevisto, puede que tarde un poco más en llegar. Sé que es tu primera tarea oficial y que estarás nervioso... pero ¿crees que podrás entretenerle hasta que llegue? No me tomará más de unos minutos. Si la situación se complica, retírate, mantente a distancia y controla su ubicación."

No contaba con ello. Creía que sería una especie de apoyo, que no intervendría directamente más allá de para localizar al atracador y mantener la comunicación del equipo. ¿Qué podía hacer él? No hacía tanto que su adiestramiento básico con el profesor X había terminado, y apenas empezaba con las cosas complicadas. Por no mencionar su... problema de control emocional. No obstante, tampoco quería decepcionar a nadie, ni a Bestia ni a su tutor.

-Y-yo... haré lo que pueda.

De modo que la figura furtiva dejó su abrigo y su gorra en el callejón. Debajo llevaba una ropa que aún le incomodaba, pero que también, desde que tomara la decisión de aceptarla, era una parte de él. El joven estiró los brazos dando un salto y trepó un tramo corto de pared hasta llegar a la escalera de incendios. Eso sería más rápido que subir hasta la azotea sólo usando asideros entre los ladrillos. Sus pies descalzos apenas hacían ruido sobre el metal de la escalera, que únicamente se removía allí donde los remaches estaban algo sueltos dejando escuchar un tintineo. Cuando alcanzó la terraza, la mente del atracador no estaba lejos. Cuando éste llegó arriba, se encontró con que el joven mutante estaba frente a él. El uniforme delataba su afiliación, y el color de la piel en su cara, manos, brazos y pies delataba su origen mutante. Sus ojos eran de un azul pálido, y sus orejas, grandes, le daban un aspecto diabólico. Nada en él parecía amenazador, se limitaba a estar de pie ante él. Su voz resonó en la mente del atracador.

-Así que... tú eres el ladrón...

Bryndar llegó al edificio como había estipulado cayendo con gracia y experiencia sobre la terraza, donde no frenó su avance. Hasta que, por supuesto, vio que tenía delante a un chico azul, lo que le hizo frenar con un derrape. El peso de las bolsas no era nada para sus poderosos músculos alimentados por el poder del Sol, pero la inercia dejó un ligero surco en la terraza, de más o menos unos cinco o seis centímetros, antes de que pudiese parar. Se irguió toda su estatura y mostró una clara cara de enfado, mientras notaba que la molestia se iba transformando en ira. Lo que el chico azul le dijo le hizo mostrar una mueca de resignación. Pues claro que era el ladrón. ¿Cuántos ladrones que fundían cajas fuertes conocía? Ese tío había sido un grano en el culo desde hacía demasiado tiempo y si no fuese porque Bryndar aún conservaba algo de orgullo y humanidad, probablemente se hubiese vuelto una mancha azul y roja en la acera.

-Sí. Apártate y haz como que no me has visto.

Entonces empezó a andar lentamente hacia él, con pasos muy medidos. Bryndar no podía resistir un ataque mental mejor que un humano cualquiera, pero tenía una tendencia a dejarse llevar cuando no podía pensar con claridad que lo hacía sumamente peligroso. No robaba por placer o por emoción, sino porque estaba obligado. Y si no volvía para hacerse los mantenimientos diarios, el científico que lo tenía preso sin jaula se lo haría pagar caro a todo lo que le rodeaba, por no decir a él mismo. No quería andar escuchando a aquel diablillo azul que siempre le molestaba. Era peor que Spiderman, porque al menos al hombre-araña se le podía pegar, pero Poltergeist parecía demasiado frágil para encajar siquiera un puñetazo.

-No me hagas apartarte.

No había duda, era el mismo. Hasta el momento nunca se había tomado la molestia de disfrazarse. Siempre iba con el mismo tipo de traje, del que Kevin no sabía gran cosa excepto que no parecía ropa común y corriente. Iba cargado de dinero, como era de esperar, y al verle paró casi en seco. Como otras veces, notaba su incomodidad. Aquel atracador no estaba cómodo con lo que estaba haciendo, y no creía que fuera por los múltiples intentos de detenerle. A fin de cuentas, eso es lo mínimo que cabría esperar en su situación. Y como en otras ocasiones, no parecía predispuesto a usar la violencia. Quería que se apartase y que fingiera no haberlo visto. Él no sabía que eso ya no era posible.

-No puedo. No sin antes saber por qué haces esto.

El mutante no se movió de donde estaba. Los pies descalzos notaban el frío del suelo, aunque se hacía patente en las puntas de sus dedos el calor que emanaba de Sunbreath. Tenía que retenerlo hasta que llegaran los demás, pero también había algo que quería comprobar. Al momento, y con toda la sutileza de la que era capaz, Kevin empezó a sondear su mente. En anteriores ocasiones, el estado turbulento de su interior dificultó enormemente captar algo que no fueran sus sentimientos más predominantes. Con un poco de suerte, en aquel encuentro que ya no era el primero y en el que se seguía más o menos la misma tónica, podría ver algo más.

-Está claro que no te gusta hacer esto... No te gusta robar, ni tener que huir o enfrentarnos. Pero lo haces, una y otra vez... y es evidente que te molesta. ¿Por qué? ¿Qué te impide dejarlo? Además, ya has conseguido escapar con dinero antes...

Bryndar apretó los dientes y frunció el ceño, mirando con recelo al mutante azul. Si hubiese sido alguno de sus amigos de aspecto más humano, probablemente le hubiese espetado sin más que no lo entendería, pero Poltergeist era diferente. Era azul, sus ojos parecían los de un ciego extraño y su boca era simplemente horrible. Además, siempre hablaba directamente a su cerebro, algo tremendamente molesto y que Bryndar consideraba un golpe a su intimidad brutal y cais imperdonable. ¿Qué otras cosas podía implantar en su cerebro, y quién se lo impedía? Aún así, era horrible, un mutante muy obvio como él, y despreciado por la humanidad.

-Tengo que hacerlo. Sería muy... peligroso, si no lo hago.

Tampoco sabía muy bien porqué se lo contaba, pero también era cierto que estaba muy harto. Al principio, en sus primeros robos, la emoción, la adrenalina y comprobar que el traje funcionaba a las mil maravillas había sido suficiente. Pero ahora veía que el científico nunca le iba a dejar en paz, que iba a querer que hiciese su trabajo sucio y que le trajese más dinero para sus carísimas investigaciones sobre los mutantes. Incluso instaló un dispositivo que anularía el traje si se atrevía a desobedecer, y que además se activaría si su corazón dejaba de funcionar. Estaba tan loco que prefería llevarse a la tumba a toda Nueva York que perder su gallina de los huevos de oro, incluso si eso le llevaba a él por banda también.

-Si no lo hago, Nueva York perecerá-continuó todo serio-. Puedes creerme o no, pero es la verdad. Ahora, atrás.

Apuntó con su puño dejando uno de los sacos en el suelo y disparó, pero no hacia Kevin, sino hacia el suelo, cerca suyo. El rayo era pequeño y sólo quemó un poco el suelo, pero esperaba que con eso el mutante azul se moviese y le dejase paso para saltar al siguiente edificio. Técnicamente podía usar su súperfuerza para saltar sin más, pero probablemente aterrizaría demasiado fuerte en la azotea y la rompería, haciendo que se cayese un piso abajo. Si estuviese en un combate no se lo hubiese pensado, pero no deseaba pelearse otra vez con los malditos X-Men, y mucho menos con Poltergeist, que siempre parecía intentar razonar con él. Le dolía en el alma tener que hacerlo, pero el científico probablemente estuviese vigilando los movimientos de Sunbreath y por tanto se preocuparía por el hecho de quedarse parado mucho tiempo en un lugar, cuando debería estar volviendo a la base con los sacos de dinero.

Kevin le miró con sus ojos brillantes. Había esperado algo así. Quizá no tan pronto, pero antes o después estaba claro que el mutante ladrón estaba realmente harto. Desde luego, la explicación iba en su línea: escueta, sin dar realmente un dato preciso. Sin embargo, a Kevin le bastaba. No hacía tanto que se había empezado a figurar que si Sunbreath estaba haciendo algo como robar bancos a disgusto, sin duda tenía que haber una poderosa razón. Que desapareciese toda la ciudad encajaba muy bien en eso. Pero necesitaba saber más. Tenía que saber más si pretendía ayudarle.

-Te creo.

Así de simple. Lo había dicho como si fuera lo más normal del mundo. Pero tenía más que añadir.

-Alguien perecerá, seguro. Tal vez sea Nueva York. Pero también podrías ser tú. O yo. Cualquiera de nosotros...

Aún recordaba a la perfección su primer encuentro. Él le había explicado todo. No es que Kevin fuera el mutante más peligroso, o el más problemático. Pero ya había tenido un mal encuentro con humanos antes. Xavier decía que los mutantes no eran ni más ni menos que los humanos, y que los mismos miedos y sentimientos pasaban por ambos. Sin embargo, los humanos eran una inmensa mayoría, y si ya entre ellos el racismo podía llevar a actos violentos, cuánto más podrían serlo si el objetivo de sus temores era algo que no entendían, algo que parecía uno de ellos pero no lo era. Algo capaz de cosas increíbles. Xavier le había contado que los linchamientos no habían sido infrecuentes. Había grupos radicales por todas partes. Y algunos mutantes no se quedaban atrás.

El profesor le explicó todo eso al poco de acogerle. Ese temor, y sus consecuencias, eran la razón por las que intentaba enseñar a todos los mutantes que pudiera a convivir con los humanos, evitando la violencia y todo aquello que pudiera darle lugar. No había que confundirlo con no defenderse uno mismo de un ataque; siempre era necesario ser mesurado y tener la cabeza fría. Algo que Sunbreath no tenía mientras atracaba sucursales.

-Es algo que me enseñó el profesor. Si sigues así, un día intentarán detenerte en serio. Con toda su fuerza. Entonces puede que caigas. O quizá lo hagamos nosotros, intentando detenerte o ayudarte. Tienes que parar con esto, Sunbreath. Y si el hecho de dejar de robar puede dañar la ciudad, entonces es problema de todos, no sólo tuyo. ¿Qué pasará si te detienen, si no consigues el dinero? Todos estaremos en peligro...

No era la primera vez que intentaba razonar con él. Kevin normalmente era tímido, pero tras sucesivos encontronazos con el mutante solar y varios intentos de convencerle, había pasado mucho tiempo enfrascado intentando pensar en algo que decir, algo que sirviera. Había preguntado incluso a los profesores, pero cada uno tenía su propia respuesta. No tardó en comprobar que podía tanto servir una de ellas como ninguna. Cada persona era un mundo.

Lo cierto es que de no ser porque estaba usando su empatía consigo mismo, seguramente habría tartamudeado. Puede que no hubiera dicho todo lo que dijo. Pero pensar en un sitio tranquilo y apartado le dio calma. Además, no estaba muy seguro de cómo, pero empezaba a entender la motivación de Sunbreath. No robaba porque quisiera; le estaban coaccionando. No creía que le gustara la idea de desaparecer con la ciudad y tampoco le agradaba lo que estaba haciendo, estaba claro.

-¿No crees que lo mejor sería evitar el daño mayor en vez de seguir así? En este caso, evitar que Nueva York vuele por los aires... con nosotros en ella. Sé que no te fías de nosotros, que debes pensar que no tenemos motivos para ayudarte... pero tú mismo acabas de decírmelo. Esto nos afecta a todos los que estamos aquí. Lo que significa que tenemos razones para ayudarte. Puede... puede que hasta sean las mismas que te hacen sentir mal cuando robas.