Plumas y Flechas [Oliver Queen y Dinah Lance]

"Bienvenidos a Star City"

Aquello decía el cartel que dejé a mi izquierda al sobrepasarlo con la moto. No le dirigí una segunda mirada. De cualquier forma, no pensaba quedarme mucho tiempo. Había venido con el único objetivo de parar los pies a Sportsmaster, y pensaba hacerlo aquella misma noche.

Lawrence Crock había sido enemigo de mi madre cuando ella llevaba aún el nombre de Canario Negro y luchaba en la JSA. Lejos de retirarse como lo había hecho ella, el villano continuó al pie del cañón durante más de una década. Una de sus hijas, Artemis Crock, había dado la espalda a su padre y se había convertido en un miembro de la Young Justice de mi mundo gracias a la ayuda de Batman y Green Arrow.

En este mundo no era distinto. Aquí se llamaban los Young Titans, y Artemis había reemplazado sus ropas verdes por un traje inspirado en el de su madre, pero Sportsmaster seguía siendo Sportsmaster. Y el hecho de que los villanos siguieran siendo ellos mismos era de gran ayuda para mí. En aquella realidad que no era la mía, y a la que había tenido que acostumbrarme casi a la fuerza, cualquier cosa extrapolable a mi mundo era más que bienvenida.

Al principio no había sido fácil, pero pronto descubrí que no era la única heroína desheredada que provenía de otra dimensión. Oliver Queen, a quien había seguido hasta aquí, era un buen ejemplo. No puedo decir que no me sintiera aliviada al encontrarlo, pero pronto descubrimos que, terminada la Colisión, ya no podíamos volver a nuestro lugar de origen. Al principio, a la Liga local le costó hacerse a la idea de contar con nosotros, pero, por alguna razón, retomar los roles de nuestros "otros yo" nos resultó casi tan natural como respirar. Diana, Hal, Bruce, Clark... todos eran prácticamente idénticos a los que yo había conocido. Lo más difícil fue acostumbrarme al apartamento de Dinah, fuera de Gotham; a que mi madre hubiera muerto hacía muchos años en este mundo, y a que los miembros de la Liga contuvieran la risa o intercambiaran miradas cada vez que Oliver y yo nos poníamos a discutir.

En el cuarto de baño de mi nuevo hogar había encontrado un par de botellas de tinte y, tras unos días de dudas, relegué la peluca rubia al fondo del armario y pasé a teñirme el pelo. A diferencia de Bruce y Clark, yo no tenía una verdadera identidad secreta que proteger, ni ningún allegado a quien el parecido entre Dinah Lance y Canario Negro pudiera traer problemas. No tener que llevar la peluca era infinitamente más cómodo. Dinah sabía lo que hacía cuando decidió dejar la suya.

Muchas veces me preguntaba por ella. ¿Qué estaría haciendo? ¿Habría encontrado al asesino de Green Arrow? ¿Habría regresado a mi mundo? ¿Habría encontrado el camino de vuelta a éste? Aquella era una de las razones por las que había aceptado la sugerencia de J'onn de quedarme en su apartamento; si su legítima dueña volvía, yo estaría allí para abrirle la puerta y devolverle sus llaves.

Y su cartera. Entre su carnet de identidad y la tarjeta de crédito había encontrado una foto en la que Dinah aparecía junto a Oliver. La mano de él la cogía del hombro, y ella tenía la cabeza ladeada en su dirección. Los dos sonreían, como si aquello fuera lo más natural del mundo. No había sabido muy bien qué hacer con aquello, así que decidí dejarlo donde lo había encontrado, sin hacer más preguntas.

En cuanto a Queen, había aceptado relativamente bien su nueva Star City. En cierto modo, era un animal de costumbres; si aquella ciudad necesitaba un Green Arrow, él se encargaría de que lo tuvieran. Lo cierto era que, por mi parte, sólo podía esperar que no estuviera de patrulla aquella noche. No tenía ganas de discutir acerca de si me estaba permitido perseguir a Crock en su coto de caza o no. No había discusión: Sportsmaster era mío. Ni siquiera esconderse en Gotham le iba a librar de mí.

Detuve la moto en un callejón de las afueras. Por lo que sabía, Lawrence Crock había acudido a reunirse con un antiguo socio en uno de aquellos bares de dudosa reputación que abundaban en el extrarradio. Me ajusté la cazadora y me dirigí hacia la zona, caminando despacio. La reunión no sería hasta pasada la medianoche, suponiendo que el contacto de Sportsmaster fuera puntual. Y, en cuanto Crock saliera de aquel bar creyendo haber hecho el trato de su vida, yo lo estaría esperando.

No era buena idea buscar pelea con Canario Negro.

"Como pille a Crock, voy a darle la paliza de su vida.", me prometí a mí misma, en algún punto indeterminado entre ser empujada, arrastrada (y al parecer salvada) mientras el callejón donde había estado hacía un instante estallaba justo detrás de mí.

¿Que cómo había acabado así?

Todo había sucedido demasiado rápido. Una flecha se había clavado en la pared, y cuando había alzado la mirada para localizar al arquero, cinco tíos habían salido del bar que vigilaba. Todos, sin excepción, necesitaban un buen baño y un peluquero, pero ninguno era mi hombre. Comprendí que Lawrence Crock acababa de jugármela en el momento en que oí el silbido de un proyectil lanzado en mi dirección. Casi al mismo tiempo, otro sonido: el de alguien deslizándose por un cable a toda velocidad... también en mi dirección.

Ni siquiera tuve tiempo de abrir la boca para gritar. De todos modos, hubiera sido una mala elección; esa cosa explosiva estaba demasiado cerca y lo único que hubiera conseguido sería adelantar unos segundos la explosión. Alguien chocó conmigo, aferrándome y arrastrándome con él, apartándome del proyectil amarillo. Sus brazos me rodearon, su cuerpo se interpuso entre la caída y yo: un profesional. Tuve tiempo de oler su colonia antes de que cayéramos en un montón de basura que lo echó totalmente a perder; él de espaldas, y yo sobre él. Emitió un quejido. Tuve un segundo para ver el color de su traje: verde esmeralda.

Traje verde, una flecha en el callejón, Star City. Aquella suma sólo tenía un resultado posible.

"Green Arrow"

Y entonces llegó la explosión.

En un acto reflejo, me abracé más a mi "salvador", empujándolo con el peso de mi cuerpo para protegerlo de la onda expansiva. Hubiera sido mucho más romántico sin humo y basura de por medio, pero nadie me había preguntado por mis preferencias al organizarme aquella cita a ciegas con el Arquero Esmeralda.

Le debía una a Arrow.

Haciendo gala de su curiosa (y molesta) capacidad para distraerme, Oliver Queen me soltó justo cuando yo empezaba a darme cuenta de que el abrazo duraba demasiado. Había tenido tiempo de recuperar aquella encantadora sonrisa suya y, al parecer, Sportsmaster no había hecho ninguna mella en su sentido del humor.

Bienvenida a Star City, la ciudad mas radiante y cordial de este lado del pais... -dijo, mientras trataba de volver a poner presentable su traje.

No pude evitar reír ante el comentario, aunque era la situación más absurda y peligrosa que había vivido en la última semana. Entonces, se adelantó, y me sacudió varios restos de basura de la cazadora.

¿Acaso tu también estabas siguiendo a SportsMaster? Me dijeron en la Atalaya que estaria aqui, pero al parecer, el ya sabia que nosotros tambien estariamos...

La mención de mi "presa" me hizo volver a fruncir el ceño.

- Sí, iba tras él. Estoy siguiendo sus movimientos desde hace dos noches. - respondí. Lo cierto es que no habría querido que Queen se metiera en "mi" persecución pero, a la luz de los últimos acontecimientos, hubiera sido bastante descortés dejarlo fuera... en su propia ciudad.

Me deje mi arco en la acera, ya sabes, con todo lo del principe verde y rescatarte de pelotas de Tenis explosivas...¿Crees que puedas causar una distracción para que pueda tomar mi arco? Voy a necesitarlo si vamos a ganarle el partido a Crock...

Una pelota de tenis explosiva. Oh, Dios, Crock. ¿En serio? Sin la intervención de Queen, eso hubiera quedado muy, muy lamentable en mi necrológica.

- ¿Ahora eres "príncipe verde", Robin Hood?- le respondí, arqueando las cejas - Será un placer entretener a Sportsmaster para que puedas retarle a una competición de Tiro Olímpico. Y creo que apostaré por el equipo verde. - me despedí con un guiño y me arremangué la cazadora.

Lo cierto es que la metáfora de Queen era de lo más acertada. Con Crock ganando, Arrow necesitaba su arco para que tuviéramos alguna oportunidad. Claro que para poder crear la distracción que mi compañero pedía, primero tenía que saber dónde estaba nuestro villano.

Como era de esperar, Sportsmaster no se había quedado en el mismo sitio para ver cómo terminaba nuestro vuelo con caída libre. Era posible que ni siquiera supiera si habíamos sobrevivido a la explosión o no. Eso nos daba, al menos, unos segundos de margen para preparar la estrategia.

"Y ahora... ¿dónde se habrá metido mi segundo rubio favorito?"

Me deslicé, pegada a la pared. Crock tendría que acercarse en algún momento para comprobar si estábamos muertos, eso quería decir que, si esperaba agazapada cerca del callejón...

- Bingo. - me dije, al captar el reflejo de las llamas sobre la máscara de hockey de nuestro tenista estrella, lo bastante cerca como para alcanzarle si...

... le daba una patada a la tapa metálica del cubo de la basura en su dirección.

- ¿Cómo llevas el fútbol, Sportsmaster? - grité, para llamar su atención.

Esquivó mi frisbee, golpeándolo a tiempo con un palo de golf. Hubiera preferido darle en la cabeza, pero ya tendría tiempo para eso. "Distracción". Me aseguré de que me viera bien, y eché a correr en la dirección contraria. Esperaba que me siguiera; de ese modo, Green Arrow tendría vía libre al callejón.

¿Cómo se habría dado cuenta Crock de que yo estaba tras su pista? ¿Quién lo habría alertado para que me atacara? ¿Tenía algún cómplice en el bar...? Me moría de ganas de hacerle todas aquellas preguntas, pero iban a tener que esperar.

- ¿¡Qué diablos...!?- exclamé, cuando una pelota de golf describió una parábola por encima de mi cabeza.

No, ni hablar. No más pelotas explosivas.

Tomé aire y emití mi grito de canario. Esta vez, la pelota estaba a la suficiente distancia como para que estallara sin daños. Sin embargo, no contenía explosivos, sino algún tipo de gas. ¿Somnífero? ¿Venenoso? ¿Inflamable? Daba igual, no pensaba quedarme a averiguarlo.

Giré en plena carrera, evitando el radio de acción de la pelota de golf. Era probable que me lanzara más, pero se me daba bien esquivar. Y, de todos modos, Queen no podía tardar mucho más en recuperar su arma.

Quién sabe, si Sportsmaster estaba entre rejas antes de la hora de la cena, tal vez le propusiera tomar algo.

En algún momento indeterminado, Crock decidió que dejaría lo de las pelotas explosivas y emplearía directamente el palo de golf. Al parecer, la tapa del cubo de basura no había sido suficiente para que se rindiera. Suspiré, resignada; me iba a tocar parar y esquivar sus golpes, cosa que un chico listo no hubiera intentado hacer conmigo. ¿De veras luchas cuerpo a cuerpo contra Canario Negro? Tal vez esa ridícula máscara de hockey lo iba a proteger si decidía darle una patada en la cara, pero no mucho más.

Sin embargo, Queen estaba empezando a tardar demasiado en regresar, lo que resultaba inquietante. Me aventuré a mirar hacia detrás por encima del hombro; estaba a varios metros de mí, de espaldas, con el arco tenso, y... ¿qué diablos pasaba, por qué apuntaba en esa dirección?

Sportsmaster decidió rendir un sentido homenaje a Tigger Woods en aquel preciso momento, obligándome a devolverle mi atención. Paré el golpe demasiado cerca de mi cara, y entonces escuché la voz de Arrow dirigiéndose a mí.

¡Atras tuyo, Canary!

Me giré tan rápido como pude, no sin antes oír la risa burlona de Lawrence Crock. Unos cuantos tipos que me resultaban familiares (¿serían los que habían salido del bar mientras vigilaba el callejón?) estaban cerrando el cerco detrás de mí. Chasqueé la lengua: eran demasiados, y me obligaban a volverle la espalda a Sportsmaster, algo que no iba a hacer ni muerta. Busqué con la mirada la pared más cercana; mi única oportunidad sería ponerme de espaldas a ella para poder intentar enfrentarme a aquellos imbéciles de uno en uno... o, como mínimo, de dos en dos.

Pero al girarme y pensar todo aquello había perdido un tiempo demasiado valioso; Crock había decidido que no descansaría hasta meter mi cabeza en el primer hoyo. El palo de golf iba directo hacia mí, y sólo pude pensar en dejarme arrastrar por el golpe para reducir al máximo el impacto que iba a suponer para mi cráneo.

¡Agh!

Oliver Queen decidió por mí. Una de esas ridículas flechas rematadas con un puño de goma se estrelló en la cara de Crock. Máscara o no, aquello tenía que doler. La inercia arrastró a Sportsmaster, arrojándolo al suelo, pero yo sólo había podido prestar atención al grito de mi compañero al recibir una flecha muy distinta en el brazo.

- ¡Arrow! - exclamé, angustiada.

El rojo de la sangre era claramente visible pese a la poca luz y la distancia que nos separaba. Oliver se dobló de dolor, y entonces pude ver la figura que había frente a él, arco en mano.

"¡Merlyn!", pensé. De haberlo dicho en voz alta, hubiera escupido la palabra. ¿Qué diablos iba a hacer ahora? Ese loco de Queen había preferido desperdiciar una flecha en Sportsmaster en lugar de protegerse del maníaco que tenía delante. ¡Y le habían dado en el brazo! ¿Cómo demonios iba a defenderse sin poder usar el brazo?

Hubiera querido ir junto a ellos, pero tres tipos me cerraban el paso, cuatro si Crock conseguía ponerse en pie. Maldiciendo a todos los presentes, cogí impulso para una patada giratoria que impactó directamente en la cara del primero, paré con el antebrazo un puñetazo del segundo para después arrearle un codazo en las costillas, y me volví para encarar al tercero, con tanto ímpetu que mi melena rubia me azotó en la cara. Éste no se había acercado tanto como sus compañeros, y parecía ser algo más listo. Trataba de rodearme con lentitud, manteniéndose fuera del alcance de mis piernas y puños. Tenía un bate de baseball en las manos, la típica arma de los cobardes a los que les gustaba golpear a alguien inmovilizado o atado. Pues bien, yo me sentía especialmente móvil y desatada en aquel momento, y tenía prisa por ir a sacar las castañas del fuego al rubio de la perilla.

Pero el capullo del bate iba a ponérmelo difícil, lo comprendí en cuanto prefirió seguir interponiéndose entre Oliver y yo, en lugar de atacarme. Me estaba haciendo perder el tiempo, y eso podía llevar a tres cosas: Lawrence Crock levantándose del suelo, Oliver Queen convertido en un colador por las flechas de Merlyn, o yo enfureciéndome y pateando su estúpido trasero.


- ¿Qué cojo...? - empezó el hombre del bate, distrayéndose justamente lo necesario.

- ¡Iba a decir exactamente lo mismo! - exclamé, tomando impulso. Había bajado su arma un par de centímetros, que era todo lo que yo necesitaba para darle un golpe que se la arrancara de las manos... y que, a juzgar por el sonido, también rompió algún hueso. El tipo gritó de dolor y cayó de rodillas, pero yo no tenía tiempo que perder. Di una patada al bate para que terminara bien lejos de él, y corrí al rescate de mi damisela en apuros.

La cual, por cierto, estaba en pleno combate con Merlyn, mientras aquella cosa que pretendía ser una flecha no dejaba de maullar, como si estuviera poseída. Era lo más ridículo que yo había visto en la vida.

"Dios, Queen"

Merlyn, al parecer, no era un amante de los gatos, porque estaba tratando de huir. Demasiado lejos para que yo lo alcanzara; tendría que haber sido Barry para eso.

¡Me debes una, Pajarito! - gritó Oliver, y vi cómo se arrancaba la flecha del brazo. Tomé una bocanada de aire; eso había tenido que doler, pero aquel loco ya estaba corriendo tras su némesis como si nada hubiera pasado.  

Espera, ¿Pajarito? ¿Desde cuándo me llamaba "pajarito"?

Me volví para mirar a los demás; no tardarían en poder levantarse, pero siempre podía rastrearlos después. En cambio, Oliver Queen podía terminar con una flecha en el pecho o desmayándose por la pérdida de sangre. Lawrence Crock tendría que esperar; Robin Hood corría más peligro en aquel momento, y una heroína como yo no podía dejar morir a Robin Hood, ¿verdad?

Pese a estar herido, me costó alcanzarlo. Merlyn nos había conducido a uno de los parques de Star City antes de perderse de vista. Desde luego, era un terreno nada ventajoso para nosotros; los árboles y matorrales, por no hablar de las farolas y los bancos, le brindaban una gran variedad de escondites desde donde apuntarnos. Oliver miraba a un lado y a otro, buscándolo. Rápidamente, llegué junto a él y puse mi espalda contra la suya; era la única forma de que alguno de nosotros viera venir el proyectil a tiempo.

- ¿Que te debo una? - fue mi saludo, retomando su última frase, como si no fueran a atravesarnos en algún momento - ¿No debería ser el hombre el que pagara la cena? - añadí. De acuerdo, acababa de proponerle una cena, suponiendo que ninguno de los dos muriera. Pero, hey, cenar con Oliver Queen tampoco era el fin del mundo; era atractivo, me había librado de un golpe en la cabeza, y tenía estilo llevando mallas ajustadas.

- ¿Estás bien? - pregunté, esta vez más seria y tensa. La sangre en su brazo no tenía buena pinta, y empezaba a preocuparme de verdad.

Justo en aquel instante, pude oír el tañido de la cuerda de un arco al soltar una flecha; nuestro enemigo había movido ficha.

Si hay cosas que un hombre no puede hacer en una primera cita, está claro que no debería hacerlas en una cita-número-cero. Estoy hablando de cosas del estilo: "atrapar a una chica entre los brazos al tiempo que le guiñas un ojo", aunque sea para salvarla de una flecha dirigida directamente a su cabeza. O "cogerla de la mano". O "esconderla contigo detrás de un arbusto".

Oh, Dinah, ¿por qué te gustarán los caraduras?

Oliver y yo estábamos protegidos de Merlyn, por el momento, pero su brazo no tenía buen aspecto. Había sacado una venda del carcaj. Ahora sonreía, pero le había oído gemir de dolor. Me mordí el labio mientras le dejaba hacer.

Mejor me vendo este brazo, o la cena vamos a tener que tenerla en la funeraria...

- Muy gracioso, Queen - musité, demasiado preocupada como para poner los ojos en blanco.

Bueno, "bien" lo que se dice "bien" no, pero te salve, y con eso me alcanza... - continuó, respondiendo a mi pregunta de cómo se encontraba. - ¿Y tú, Pajarito? Permíteme...

- La mayoría del tiempo puedo salvarme sola, o lo haría si no tuviera que preocuparme de que te hieran a ti... - empecé - ¿Y qué es eso de "Pajarito"...?

Me interrumpí de golpe, porque Arrow acababa de saltarse de manera flagrante un número escandaloso de citas. Estaba tocándome el pelo.

Rosas... - murmuró, ausente, con el mismo tono con el que podría haber mencionado un narcótico (y, a juzgar por su cara, uno bastante potente).

¿Me lo estaba diciendo a mí? Por cómo me miraba, tenía que suponer que sí.

"Tengo una floristería, Queen, no sé qué tiene de raro el olor a rosas, ¿podrías decirme por qué estás tan cerca? Oh, y ¿te importa mirarme a los ojos...? Porque empiezo a sentirme un poco...".

No tienes nada, se ve que la flecha que le regalé a Crock sirvió de algo... - dijo, finalmente, regresando a su herida, lo cual me permitió recordar cómo se respira.

Hubo un breve silencio; había recuperado el uso de mis pulmones, pero aún no el de mi voz. Oliver no pareció darse cuenta del detalle, estaba analizando la situación de nuevo. Ah, sí, la situación.

"Dinah Laurel Lance, céntrate. Deberías ser tú la que está atenta a lo que sucede. Y ahora él se pone todo serio y profesional, y tú sigues con la cabeza en otra parte. Por SU culpa. Maldito seas, Queen."

Veamos: tenemos a un loco con un arco y a un loco con raquetas, palos de golf y otras locuras varias, pero lo bueno es que estan separad...

Los gritos que interrumpieron al arquero nos hicieron alzar la mirada a los dos, justo a tiempo para ver el emotivo reencuentro de Merlyn y Crock.

Olvida eso, están juntos, pero Crock tiene cerebro de pájaro...Sin ofender a los pájaros...

- Sigues debiéndome una explicación por lo de "Pajarito" - recalqué. Y noté, con cierto orgullo, que mi voz sonaba como siempre. El momento con fondo de flores y música de violines había terminado, y no me había dejado secuelas. Muy bien, Dinah, sigues siendo una chica dura.

Creo que si me lo tomo con calma, podría clavar una flecha de humo directamente a sus pies, y eso te daría el tiempo suficiente para alcanzarlos y enseñarles un poquito de lo que WildCat te enseñó... - siguió Arrow, y no pude reprimir una sonrisa.

- Será un placer - estiré y flexioné los dedos, haciendo crujir mis nudillos, mientras Oliver preparaba su flecha.

Pero el plan maestro tendría que esperar: Sportsmaster había decidido empezar por su cuenta los playoff de la NBA, y se le había olvidado avisarnos.

Oliver cayó hacia detrás, soltando el arco. No eran los playoff, eran las Olimpiadas, o un nuevo deporte que podría llamarse Tiro al Canario. Maldiciendo, rodé por la hierba para apartarme de la trayectoria de las flechas, lo que me acercó demasiado a Crock y a su... ¿qué era eso, un cazamariposas? ¿Caza al Canario, pues?

Ah no, Crock, eso no...

- ¡¡Arrow!! - exclamé, exasperada, al ver que se interponía otra vez entre un golpe y yo.

¡Agh!

Me levanté, segura de que acababa de arruinarme otro par de medias. Oliver había tenido la decencia de no emplear su cuerpo como escudo esta vez. En lugar de eso, había utilizado el arco, pero seguía estando herido. Vi como se enzarzaba en un cuerpo a cuerpo con Crock y deseé quitarme una bota y arrojársela a la cabeza, de pura frustración. Nadie lucha bien con un brazo en esas condiciones.

Entonces, se volvió hacia mí, dejándome una flecha en las manos. Lo miré un instante, sin comprender, ¿ahora era yo la que disparaba, y él el que daba patadas? Espera, aquél era el proyectil que había querido usar él. La flecha de humo.

Tú puedes, Pajarito, el muy zoquete suele disparar un poco a la derecha, cosa de que sus proyectiles sean difíciles de interceptar, así que si te arrojas hacia la izquierda, llegarás en lo que le toma lanzar otra flecha... Puedes activar la punta de esa flecha de un botón en el lado derecho si la necesitas... - dijo, con una sonrisa y un gesto que me hicieron sentir algo raro en la boca del estómago.

"Dios, no es el momento, Queen."

Confio en ti, pero ni se te ocurra fallar, ya habia ahorrado para pagarte esa cena...

Aferré la flecha en un gesto reflejo, y él me soltó, volviéndose hacia Sportsmaster y gritando para atraer su atención. Aquello me dejaba con Merlyn, que ya estaba tensando su arco. Hacia la izquierda, tenía que saltar hacia la izquierda, eso sería sencillo, más sencillo aún con la flecha de humo, pero Oliver...

No podía pararme a pensar. Activé la flecha y la lancé a los pies del arquero, dándome una frágil cobertura. El resto sucedió muy deprisa.

Disparo, silbido. Salta a la izquierda. Corre hacia él. Agacha la cabeza. Golpea su antebrazo. Patada al arco. Esquiva su puño. Rodillazo en el abdomen.

El grito de dolor de Merlyn me produjo cierta satisfacción, pero no podía distraerme. Necesitaba dejarlo inconsciente, ya. Si volvía a dejar que se nos escapara, tendríamos problemas. Era el más peligroso de los dos.

Necesitaba hacerle una llave que lo arrojara al suelo y me permitiera apretar hasta dejarlo sin sentido. Era más corpulento que yo, y tenía más fuerza bruta; tenía que hacer que las dos cosas jugaran a mi favor y no en mi contra. Pero yo tenía ventaja: hago esto todos los días.

Retrocedí un poco, ofreciéndole a Merlyn un hueco por el que atacar. Picó el anzuelo y se lanzó a fondo, dándome justo lo que quería. Me coloqué por debajo de él y aproveché su propio impulso para tumbarlo y arrojarme sobre él, con mi brazo alrededor de su cuello.

- Contaría hasta diez, pero ya has perdido - le dije. Se retorció en el suelo, pero no cedí. No lo solté hasta que noté relajarse los músculos de su cuerpo debajo de mí. Entonces, solté su carcaj lleno de flechas y me lo colgué del hombro.

Sólo entonces pude prestar atención a la batalla que se desarrollaba entre Green Arrow y Sportsmaster. Mi compañero estaba en obvia desventaja por el hecho de estar herido, pero se defendía bien. ¿Pero, por cuánto tiempo?

Corrí al encuentro de los combatientes. Crock había vuelto a recurrir al bate de baseball, una de sus armas favoritas. Apuntaba todo el rato al brazo vendado de Oliver, como el animal rastrero que era. Menuda clase de deportista; ni siquiera era capaz de jugar limpio. En aquel momento, alzó el arma sobre la cabeza, dispuesto a atestar un fuerte golpe vertical, que Arrow trataría de parar con el arco. Cada vez que hacía eso, sometía la herida a demasiada presión. No iba a permitirlo.

Llegando a la carrera, interpuse el carcaj de Merlyn entre el bate y Oliver, notando todo el impacto del golpe dirigido al arquero. Varias flechas cayeron al suelo, a nuestro alrededor.

- ¡Tarjeta roja, Sportsmaster! - espeté, con rabia, al tiempo que lo empujaba hacia detrás con el carcaj.

Crock chasqueó la lengua, pero recuperó la estabilidad. Me coloqué entre él y Oliver, arrojando el carcaj de Merlyn a un lado y adoptando mi postura de judo favorita.

- Va a ser un dos contra uno. Un poco contra las reglas, pero ya te las has saltado todas, así que no creo que te importe. - añadí, lanzando un breve vistazo por encima del hombro, sólo para asegurarme de que mi arquero estuviera bien.

¿Qué va a ser, Crock? ¿Te rindes, o hacemos un poco de Artes Marciales Mixtas?

Sonreí, casi a regañadientes, porque la situación no dejaba de ser demasiado seria como para concederle a Arrow un respiro cómico. En fin, supongo que no sería él si no bromeara mientras se desangra por una herida en el brazo. Lo cierto es que, en aquel momento, tuve la sensación de que podíamos formar un buen equipo, él y yo. Y, para ser franca, me hubiera encantado patear el trasero a Crock a dúo.

Artemis decía que en su familia se les daba bien echar a correr en cuanto había un problema. No podía ser más cierto: Sportsmaster acababa de ejemplificarlo a la perfección.

No puedo creerlo...¿Carreritas al criminal, Pajarito? - dijo Oliver, antes de echar a correr.

El cómo logró mantener el ritmo estando tan herido siempre será un misterio para mí. A lo mejor el tipo es tan tozudo como parece en todos y cada uno de los aspectos de su vida. Lo cual, supongo, debería preocuparme.

Pero volvamos a Crock y a su intento de fuga.

- Maldita sea - dije, chasqueando la lengua, al ver que los dos rubios se alejaban a la carrera. Mi turno de unirme a la demostración de atletismo.

Apreté los dientes al ver el rastro de sangre que iba dejando mi compañero. Cuando todo terminara, iba a oírme de verdad. ¿Por qué tenía que ser tan temerario? ¿Es que no veía que podía dejar aquello en mis manos? ¿O es que estaba intentando impresionarme?

- Hombres. - me dije, frunciendo el ceño mientras trataba de darles alcance.

Y... ¿lo peor? No sé si lo he dicho antes, pero siempre he tenido cierta debilidad por los gallitos como él.

"Muy bien, ten tu combate uno a uno, Queen. Si es lo que quieres..."

Y bueno, eso fue lo que sucedió. Gracias a su flecha, Green Arrow logró que Crock practicara un poco de patinaje sobre hielo (de veras, por muy cliché que sea, ¿cuántos deportes llevamos ya?). Al fin, nuestra persecución había terminado, y Lawrence estaba listo para acabar entre rejas.

¿Atalaya? Habla Green Arrow...

Aqui la Atalaya, al habla J'onn, ¿Que necesitas?

Antes que nada, acabamos de frustar un intento de asesinato por parte de Sportsmaster y Merlyn, que al parecer se dieron cuenta de que trabajando solos nunca iban a dedicarles figuras de acción, asique formaron una especie de equipo...

De acuerdo, aquí sí me reí. Figuras de acción. Qué absurdo. Mantuve la sonrisa hasta que Oliver Queen se tomó la molestia de reconocer su herida, momento en que volví a ponerme seria de inmediato. Arrow bromeó con el Detective Marciano hasta que J'onn cortó la comunicación, momento en que se giró hacia mí, encogiéndose de hombros.

Bueno, creo que después de tanto trabajar nos hemos ganado esa cena....Agh...

Oliver alzó el brazo para examinarlo, y la visión de su propia sangre no le hizo ninguna gracia. Creí que iba a marearse y a caer al suelo.

Discúlpame, Pajarito, pero...creo...creo que la cena...Dios que mareo... - dijo, confirmando mis sospechas.

Antes de pensarlo siquiera, ya lo sostenía entre mis brazos. Respiraba con dificultad, con una película de sudor frío sobre la frente y una palidez poco propia de él. Había sacado una llave del carcaj para tratar de dármela, pero en aquel momento sólo pude prestarle atención a él.

- ¡Ollie! ¿Estás bien? - musité, angustiada, sin darme cuenta de que había usado el apodo por el que siempre lo llamaba Hal.

Perdóname por pedirte esto, pero...necesito que me ayudes a llegar a mi apartamento...No necesito ir a un hospital, pero si no me limpio y suturo esta herida, sí que voy a necesitar ir a uno...

Para ser sincera, no me parecía en absoluto que no necesitara una ambulancia en aquel mismo momento, pero me obligué a mantener la cabeza fría, como siempre que me había encontrado con una situación similar. Lo primero, en cualquier caso, sería evaluar la herida, y no iba a ponerme a hacerlo allí, en medio de un parque en plena Star City.

Bakery 466, Apartamento cinco, no necesitas quedarte, pero si necesito que me ayudes a llegar...Agh...Palabra de honor que no es...agh...una treta para que vengas a mi apartamento...

- Ni siquiera hemos tenido una primera cita, Queen - murmuré, arqueando las cejas. Empezaba a pensar que, si Arrow tenía fuerzas para seguir bromeando, tampoco debía de estar muriéndose del todo - No te hagas demasiadas ilusiones. No soy una chica fácil.

No conocía muy bien Star City, pero Bakery no sería difícil de encontrar, con Oliver a cuestas haciéndome de GPS. Antes de seguir, sin embargo, sería mejor que me dejara eso de los primeros auxilios a mí. Improvisé un torniquete con las vendas que ya llevaba puestas, asegurándome de que no sangraría mucho más hasta llegar a nuestro destino.

- La próxima vez, vas a aceptar la ayuda médica de la JLA - le amenacé, mientras nos poníamos en camino.

Por suerte, su apartamento no estaba muy lejos, y la hora de la noche nos facilitó el no ser vistos. Con la ayuda de Queen, evité las calles más transitadas hasta llegar al bloque en que vivía, busqué el número cinco y dejé que apoyara todo su peso en mí mientras metía la llave en la cerradura.

- ¿El cuarto de baño? - pregunté, tan pronto como estuvimos en su recibidor, cerrando la puerta detrás de nosotros.

Lo llevé hasta allí siguiendo sus indicaciones, sentándolo al borde de la bañera y diciéndole que se estuviera quieto mientras iba a buscarle algo de beber. Me costó encontrar en su cocina algo que no fueran cervezas, pero finalmente di con una botella de cola a medio terminar. Supuse que tendría que servir, por el momento.

Cuando regresé, Arrow seguía en el mismo lugar, con los ojos cerrados. Le tendí la botella y me senté a su lado, empezando a retirar las vendas de su brazo para poder ver su herida.

- Bebe - le dije, mientras me concentraba en el antebrazo. En aquella zona, las vendas estaban empapadas de sangre, y no se me escapó su expresión de dolor cuando las fui despegando de la herida.

El botiquín del cuarto de baño estaba bien provisto. Con la ayuda del agua de la ducha, lavé la herida, comprobé que ningún músculo había recibido daños irreparables con el filo de la flecha, y pasé a desinfectar con cloruro yodado. Mientras tanto, Oliver hizo lo posible para no quejarse, pero ni yo era la enfermera más dulce del mundo, ni él es tan duro como le gustaría aparentar.

Finalmente, tomé en mis manos la aguja y el hilo de sutura. No teníamos anestesia, así que no iba a ser fácil para él.

- ¿Seguro que no prefieres ir al hospital? - le pregunté, como ofreciéndole una última oportunidad.

...a un hombre como yo no puedes asustarlo con es...¡Agh! ¡Avisame antes!

Sonreí. Reconozco que podría haberle avisado, pero me pareció un método más directo para mantenerlo callado. Además, si lo atrasaba más tiempo, no sólo iría mal para su cicatrización; también se pondría más nervioso. Cuanto antes empezáramos, antes se terminaría.

Se mantuvo en silencio, y yo suavicé las puntadas cuanto pude. Supuse que ya habría aprendido la lección ("no vuelvas a ponerte en peligro innecesariamente")... o que, en su defecto, nunca iba a aprenderla, de todos modos, así que no serviría de nada insistir. Cuando terminamos, examinó la sutura con ojo crítico.

Vaya, hiciste un gran trabajo, Pajarito...

- No hubiera sido necesario si no te hubieras expuesto. - fue mi respuesta, pero le ayudé a incorporarse y a salir del cuarto de baño.

Tenía el apartamento hecho un desastre, cosa que no me sorprendió, visto el estado de su nevera. Volví a la cocina, le llené otro vaso de cola y cogí una cerveza para mí.

Gracias, Dinah... - me dijo.

- ... no es nada. - respondí, sentándome en la silla que había frente a la suya.

Cerró los ojos y se recostó en el respaldo, tomando otro trago de su vaso. Pude ver su expresión de dolor, aunque tenía mejor color y estaba más tranquilo que antes.

No me malentiendas, confio en la Liga, pero en el fondo me gusta mantener las cosas simples, sin tener que ser transportado al espacio para todo, ya sabes, unos cuantos puntos de sutura y todo arreglado...

Podría haberle respondido algo a eso, pero yo también estaba cansada. No más broncas por hoy.

No es que vaya a perdonarte asi nada mas que te hayas metido a mi ciudad, asi que por haberte metido sin permiso, yo, Oliver Queen, heroe oficial de Star City, tengo derecho a llamarte "Pajarito" desde ahora...

Lo miré, arqueando las cejas.

- Es la peor excusa que he oído en mi vida - señalé.

Y él lo sabía, supongo. Me vengaría de algún modo, decidí, probablemente a base de apodos en la línea de Robin de los Bosques, o a base de suturas como la de hoy, dependiendo de la ocasión.

Oliver volvió a hablar, esta vez de algo totalmente distinto.

¿Como te has estado adaptando a todo esto? No tienes que contestarme si no quieres, pero creo que necesito hablar de ello con alguien...Ya sabes, de todo lo que esta sucediendo... - empezó. Lo miré; sabía perfectamente a qué se refería - ...Al principio, traté de hacer de cuenta que todo era como siempre, quise negar que algo haya cambiado, pero luego me encontre varias diferencias y no pude evitarlo mas, aunque cada dia es dificil...Piensas en todo lo que podria estar sucdindo en este momento en otros universos, y quisieras ayudar, y no puedes y...Perdona, ya estoy con el monologo...Cuentame lo tuyo si quieres...

¿Quería? Tenía que admitir que se me hacía muy raro estar así con él. Me costaba hablar de mi vida, siempre me había costado, pero él era de los pocos que podían entenderme. Nunca le había contado exactamente lo que vi en la Colisión; no le había hablado de la foto de Dinah y Oliver (los otros Dinah y Oliver) que había encontrado en mi (su) apartamento. A estas alturas, ya imaginaba de qué iba la historia de aquellos dos. No iba a engañarme, lo más probable era que él también hubiera encontrado... referencias. Supliqué mentalmente que no fuera nada de ropa interior.

¿Cómo me sentía yo en aquel mundo? Era difícil de decir. Por un lado, seguir la estela de otra Canario Negro no era algo nuevo para mí. Lo había hecho en mi mundo, cuando había decidido ponerme el traje y las medias de mi madre. Sin embargo, había dejado atrás a mi familia, a mi Liga de la Justicia, a mi Gotham, a mi floristería. Algunas de esas cosas existían también en este mundo, pero no eran exactamente las que había dejado atrás. Y ahora, lo único que me quedaba era... mi Oliver Queen.

Lo miré. Estaba agotado por la persecución y la pérdida de sangre. No íbamos a poder salir aquella noche, y su nevera estaba tan vacía como mi estómago. Pero le había prometido una cena.

Sabía que esperaba mi respuesta, pero me levanté de la silla y busqué con la mirada el teléfono. Me costó, pero lo encontré; un inalámbrico parcialmente enterrado entre los cojines del sofá. Ollie me siguió con la mirada mientras lo recuperaba y regresaba a la cocina, en busca de la propaganda del tailandés de comida rápida que había visto colgada en su nevera. Marqué el número que había impreso en el papel, y esperé a que me atendieran.

- Tallarines y nám tok para dos - pedí - Bakery 466, apartamento cinco. Sí... gracias. - colgué y regresé junto a él.

Me senté y mi mirada se quedó fija en algún punto de la habitación, mientras pensaba en su pregunta de hacía un rato. ¿Cómo responderla?

- Ha sido... difícil - empecé. Él me miró, tal vez pensara que ya no le contestaría - A veces, me siento como si viviera la vida de otra persona. Como si hubiera una equivocación, o la actriz principal hubiera sufrido un contratiempo, y la hubiera sustituido yo. - hice una pausa - Echo de menos a mi madre. Y en la Liga... me sorprende lo bien que hemos encajado, teniendo en cuenta que no soy la Dinah que conocían. - me detuve. Había sido fácil sincerarme con él, más fácil de lo que pensaba. Probablemente, porque sabía que él estaba pasando por lo mismo. - A veces creo que ella encontrará la forma de volver y recuperar su vida. Pero creo que la conozco, me conozco, y no lo hará. Ella... perdió mucho en la Colisión, supongo. No creo que tenga motivos para volver. No lo sé. Tal vez se quede en algún otro sitio, a ayudar.

No sabía cómo explicárselo. Aún recordaba la expresión de Dinah al ver el cuerpo sin vida de Oliver Queen.

Mientras buscaba las palabras, el timbre nos sobresaltó a ambos. Al parecer, había llegado nuestra cena.

Miré sus ropas y miré mis ropas; ambos teníamos el aspecto de nuestra identidad heroica; no parecía la mejor idea abrir la puerta con aquella pinta. Por suerte, había visto un albornoz colgado detrás de la puerta del baño. Reparé en dos detalles mientras lo cogía: era de algodón blanco, y olía a él.

Me lo puse sobre la ropa; al fin y al cabo, yo era la única que no llevaba antifaz. Abrí la puerta. El chico del reparto me miró un poco azorado (despeinada, con albornoz, ¿qué debió de pensar? Recé porque no se fijara en las medias de rejilla) y me tendió la comida.

- S-su cena - tartamudeó.

- Gracias - cogí la bolsa que me tendía y le pagué con un billete de 50 dólares - Quédate con el cambio.

El chico dejó de mirar al suelo, tragó saliva y asintió.  

- G-gracias. Buen provecho, señorita - dijo, antes de darse la vuelta y marcharse a toda prisa.

Cerré la puerta y dejé la bolsa en la cocina.

- La cena está lista - anuncié, ligeramente divertida - Y... me debes cincuenta dólares.

Cuando encuentre donde escondía este torbellino humano el dinero, te pagaré...

Reí de nuevo. Torbellino humano. Era una buena definición, aplicable a cualquier Oliver Queen, a mi entender. Resultaba gracioso ver a Ollie criticando a Ollie.

Fue él quien preparó la mesa, y arqueé las cejas cuando me situó junto a él... pero no objeté. ¿Para qué? Por alguna razón, la idea no me disgustaba. Me senté.

Entiendo por lo que has pasado, para que te des una idea, todo este caos ni siquiera es mío, yo tenía mi apartamento más o menos en orden allá de donde vine...

- A lo mejor empeora con la edad. - sugerí, aprovechando una pausa antes de que él continuara hablando.

...Pero también me siento asi, como una especie de sustituto, perdido en una neblina...¿Que tanto de lo que yo conocía queda en pie? ¿Que tanto ha cambiado? Una parte de mi quiere saberlo, quiere saber que es lo diferente, pero otra no, otra simplemente quiere regresarse por donde vino y volver a todo lo que conocía...

La comida no valía cincuenta dólares, claro. Pero no estaba mal. La hubiera disfrutado más de no tener que estar pendiente de que Oliver no engullera las tarrinas en su desesperado intento de llenarse el estómago. Estaba segura de que el cartón plastificado no le iba a sentar tan bien como los tallarines.

Y luego tienes al otro Oliver... Parecía un buen tipo, no lo se, nunca lo sabré...

Yo tampoco, hubiera podido decirle. Para cuando nosotras llegamos, ya estaba muerto. Pero estaba segura de que no necesitaba recalcarle aquel punto.

Hubo un instante de silencio, durante el cual yo bebí un trago de cerveza fría, y Oliver encontró las palabras que buscaba.

Disculpa, Pajarito, ya me empantané con eso... Es solo que me gustaria saber como hacer para no tener que seguir huyendo de esto, para enfrentarlo, quizás hasta arreglarlo...No quiero volver a ver a nadie llegado de un mundo de donde tuvo que huir porque a un volcán del tropico se le ocurrio brotar en medio de una estación de trenes de Asia o alguna locura por el estilo...Todos...nos merecemos vivir en paz, y no tener que llegar quebrados a esta dimensión...

- Al menos, la Colisión ha terminado... supuestamente. - murmuré. Aquello había dicho Bruce en la última reunión de la JLA, mientras mostraba serie tras serie de complicados diagramas. El riesgo de que volviera a reanudarse la fusión de Universos no era de cero, y probablemente nunca lo sería. Y, sin embargo, el proceso que nos había conducido aquí había dejado de estar activo, lo cual sí eran buenas noticias.

...Han sido muy comprensivos de nosotros en la Liga, y hace un tiempo, hasta conoci a uno de esos que vienen de las dimensiones nuevas, un "mutante"...Algo extraño, pero amable, buen corazón, tomaba sombras y luz y las convertia en monstruos y cosas por el estilo para aterrar a los criminales, lo tipico...

- Suena adorable. Pero prefiero las patadas.

Ollie se levantó a por agua, y regresó al cabo de unos segundos.

Creo que lo único que nos queda por hacer de momento es adaptarnos...

Sentí su mano sobre la mía, y la sorpresa hizo que soltara los palillos. Uno de ellos rodó hacia el extremo de la mesa y cayó al suelo, pero ninguno de nosotros le prestó atención.

...Todo va a estar bien, y si conozco la mitad a esa Dinah, se que sea lo que sea que decida, va a patear traseros y poner las cosas en orden...Como lo haces tú... - dijo, y sentí su pulgar recorrer mi piel.

Por alguna razón, mi pulso decidió acelerarse, y yo me quedé totalmente en blanco. Sentía un cosquilleo en la boca del estómago, el calor que transmitían sus dedos a mi piel. Y, entonces, me soltó, y me di cuenta de que había estado conteniendo el aliento.

...Desde el dia en que te vi... - empezó, y tuvo que detenerse y carraspear.

El día en que me vio. Encerrada, junto con otros miembros de la Liga, en aquella trampa en forma de pecera. Fue su flecha con punta de diamante la que nos sacó de allí, y la que le ganó la entrada a la JLA.

Dinah...Eres increible, ¿Para que voy a mentirte? Siempre he admirado mucho como trabajas, como pareces llevar en orden las cosas, y aunque te enfades conmigo... Volveria a correr cualquier riesgo con tal de que estes a salvo, porque hasta chicas rudas como tú que no se dejan vencer por nada en esta vida necesitan una mano de cuando en cuando, ¿Verdad?

Si esperaba una respuesta, no iba a ser capaz de dársela. No en aquel momento.

Por suerte (o por desgracia) no pudo resistirse a hacer un comentario más.

Ademas, parece que ya te has puesto cómoda por aqui...Bonito albornoz, Pajarito...

Casi se lo agradecí; había vuelto a relajar el ambiente, y no tenía que pensar en lo nerviosa que me había puesto su discurso, demasiado parecido a una declaración. ¿De veras íbamos a seguir la estela de los otros Flecha y Canario?

No... de hecho, no exactamente. Yo ya había pensado en una ocasión que le sentaban bien las mallas... mucho antes de venir aquí. Me pareció atractivo desde el principio. Y también había pasado por mi mente algo en la línea de... "sería mi tipo, si fuera un poco menos mujeriego y se tomara las cosas en serio, de vez en cuando". Oh, dios, no. No era el mejor momento para recordar eso.

El albornoz. ¿Por qué no me había quitado el albornoz? No hacía tanto frío como para necesitarlo, y el chico ya se había marchado... Pero era cómodo, me gustaba su tacto, y la forma en que olía; a algodón, a after shave, y a Oliver Queen en general, fuera cual fuera la colonia que usaba.

- Pensé que dejarías de mirarme las piernas si me ponía algo. - buenos reflejos, Dinah.

Le tendí mi lata, pese a haberlo mantenido apartado de la bebida en lo que llevábamos de noche.

- Y... si la conversación va a tomar este rumbo, creo que los dos vamos a necesitar más cerveza.

- Perdona, quizás debería estar recostado o alguna de esas cosas que hace la gente que no tiene la cabeza tan dura como tu servidor...

- Sí, probablemente - coincidí con él, mientras lo veía devorar la cena como si le fuera la vida en ello.

- Y no lo sé, en verdad que son unas piernas muy bonitas...Para patear gente, tú me entiendes...

Arqueé las cejas y reprimí una carcajada.

- Bien jugado, Queen - reconocí.

Se levantó para recoger la mesa, y lo seguí con la mirada hasta que entró en la cocina. La herida debía de estar doliéndole aún, porque se movía con cierta rigidez, pero hacía lo que podía para disimularlo.

- No sé a que te refieres...para que la conversación tomé algún rumbo, primero deberias decir algo tú, estas demasiado callada...- dijo, mientras regresaba a la mesa - - Pajarito...

Bueno, tenía que reconocer que su estrategia era buena; ahora se había sentado mucho más cerca de mí, y no sólo eso, sino que también me había cogido las manos. Definitivamente, aquel hombre no sabía lo que era el peligro, y eso que tenía un buen corte para demostrarlo...

En fin, sé sincera, Dinah. ¿Queréis la verdad? No me molestaba la proximidad, no me incomodaba el contacto. De hecho, sentía mi pulso un poco más acelerado de lo normal mientras él estudiaba mis manos... y luego me miró a los ojos, y tuve la sensación de que mi corazón se saltaba un latido.

-...Yo...

¿Tú... qué?

- Gracias...por todo... - musitó, y me acarició la mejilla. Oh, no. Nonononono, Dinah, esto no va bien. Dijiste que nunca perderías la cabeza por el fanboy de Robin Hood y mírate... - No importa a que universo llegue ni quien quiera hacerme daño, siempre acabas apareciendo y salvandome el trasero...- esbozó una media sonrisa, distinta a aquella pose de ligón que le gustaba usar. Una media sonrisa sincera, y algo tímida - -...Yo...Dinah...

Esperé, conteniendo el aliento, lo que fuera que tuviera que decirme, pero nunca llegó. Ollie se detuvo de improviso, se levantó y salió de la habitación, dejándome sentada en la silla como una estúpida.

Oliver Queen, eres un maldito cobarde.

Tras unos segundos de confusión, me levanté y fui tras él.

- Queen, si crees que...

- Creo que ya es tarde...digo, debes tener algo importante que hacer, no necesito que te quedes toda la noche... Estoy cicatrizando bien...- se volvió hacia mí, colocándome las manos sobre los hombros, e intentando algo parecido a hacerse el fuerte. No se le daba bien. - Muchas...muchas gracias Dinah, de verdad, puedes quedarte el albornoz si quieres... ¿Si?

Parpadeé, incrédula. ¿De veras?

- ¿Cómo? - dije, sin poder evitarlo - ¿A qué se supone que viene esto?

Este hombre me exaspera, ¿podría dejar de enviar señales contradictorias, y decidirse de una vez?

- No esperarás que me vaya a estas horas, sola y vestida con un albornoz, ¿verdad? - me crucé de brazos y le lancé una de esas miradas que reservaba para los villanos y para mis ex-novios - Al menos podrías inventarte una excusa mejor, porque no tengo absolutamente nada que hacer, nada salvo asegurarme de que no haces ninguna otra estupidez esta noche. Y si para ello tengo que quedarme a dormir en tu sofá, lo haré. ¿Ha quedado claro?

Venga ya, Ollie, hace un momento ibas a... no sé exactamente a qué, pero no te vas a librar de mí tan fácilmente. Créeme, puedo ser incluso más tozuda que tú.