Una mente clara...en un mundo de voces. (Priv. Charles Xavier)

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Al final Eclipse le había dado cierto...repelús. No supo por qué, pero de repente un aura más oscura empezó a aparecer en él. Dirán lo que quieran, pero los místicos eran más propensos a sentir ese tipo de energía en las personas...y no decir de los que manejaban la empatía, como Raven. Pero cuando creía que iba a venir la tormenta, una repentina calma apareció. Supuso que Xavier le tuvo que decir algo telepáticamente, porque si no no se explicaba como de repente la había enviado al jardín delantero, alegando que la esperaba allí.  Y allí fue directamente.  Estaba algo nerviosa: en todo momento estaba en un lugar totalmente desconocido para ella, con gente con poderes que nunca antes había conocido o se había enfrentado...y por mucho que quisiese, solo llevaba dos años en su posición de "heroína", así que no podía sentirse del todo segura.  Iba a conocer a un hombre cuya importancia parecía monumental en un lugar que nunca estuvo allí...y del que esperaba que pudiese ayudarle con un problema que llevaba trayéndole de cabeza desde hacía tiempo ( y nunca mejor dicho). De hecho, aún estaba escuchando el murmuro de varias voces, haciéndole sentir cierta presión en las sienes. Odiaba esa sensación, pero siempre era inevitable.


Mientras meditaba aquello, consiguió llegar hasta el gran portón que llevaba al jardín, escuchando el crujir de la madera en el momento en el que tiró del pomo. Ah, madera, le encantaba...siempre que no intentaran matarla con nada que la necesitase. ¿ Cómo sería el profesor Xavier?  Había escuchado de él, pero no sabía como identificarlo...y él no podría identificarla a ella, ¿no? O posiblemente sí. Si conocía a todos los alumnos de esa escuela. Quizás también porque ella era la única que parecía bastante perdida en todo el lugar, desencajando muy visiblemente de él.  


Oteó con la mirada todo el lugar, saliendo un poco más. Habían varias personas fueras, pero la mayoría eran chicos jóvenes. Él tendría que ser más maduro. Siguió dando algunos pasos más. Su corazón palpitaba ligeramente más rápido de lo normal, aumentando en cada momento en el que expectaba encontrárselo.


¿Xavier?


Fue un pensamiento. Un pensamiento telepático. Algunos jóvenes se giraron en ese momento, como si algo les hubiese molestado o sorprendido. Si lo hubiese pensado gritando, más de uno hubiese dado un salto del susto...pero no fue así. Pronunció aquel nombre de forma suave y casi tímida. Odiaba invadir la mentalidad de otras personas a menos que fuese necesario, y lo acababa de hacer. Solo esperaba que pudiese responderle...o aparecer en el mismo lugar en que ella estaba.

No estaba muy seguro de que esto funcionaría. Había entrado con infinidad de telépatas, algunos de ellos realmente problemáticos (Jean Grey le venía a la cabeza), pero todos habían tenido en común que el origen de su poder era biológico, no sobrenatural. Mentes como el Doctor Extraño podían acceder a los entresijos del plano astral con un chasquido de dedos, y salir de él con la misma facilidad. Era una ventaja que la magia otorgaba sobre la naturaleza.

Pero ¿Qué sucedía cuando la magia se convertía en una desventaja?

El caso de Coral era particular. Cuando Eclipse le había comentado la situación, sospechaba que tratar a esta joven era mucho más que un mero tratamiento rutinario a un telépata necesitado. La irrupción de Lobo en la Escuela había sido repentina y había hecho sopesarle hasta qué punto conocía realmente Nueva York. Desde el choque de mundos y el contacto con la Liga de la Justicia, había decidido que no daría cualquier vieja impresión como válida. A fin de cuentas, nunca se sabía cuando podía surgir una nueva comunidad de metahumanos con la que tendría que mediar para los intereses de la suya. Pero nunca se había imaginado que tendría que tratar con una que se escondía a simple vista en su propia zona. Sólo esperaba que no se repitiera una situación como la de los Morlocks.

Por el momento, tendría que dejar la política de lado. Lo que importaba ahora era que una persona necesitaba su ayuda en asuntos de la mente, y no había nadie (bueno, excepto J'onn J'onzz) que tuviera más experiencia en ese asunto.

"Aquí estoy, Coral Hiddleston. Céntrate en mi voz. Todos los seres vivos dejamos una huella en el plano astral. Puedes hacerte una imagen de mí a través de ella, del mismo modo que yo he hecho. Síguela y reúnete conmigo." - Aunque la joven se mostraba bastante segura, dadas las circunstancias, Xavier notaba que, incluso ahora, las voces la perseguían como un murmullo de insectos. Puede que ahora no fueran más que una molestia, pero sabía que con el tiempo podría ir a peor. Al menos, ese era el caso con los telépatas que él conocía - "Puedo notar que dudas de usar tus poderes para sentir mi presencia. No debes. Los telépatas podemos comunicarnos de forma que otros no, y eso nos otorga una confianza que sólo los de nuestra clase tenemos. Así que adelante, ponte en contacto conmigo".

El entorno debía ser el adecuado. Al contrario que la casa, los jardines de la Escuela eran un remanso de tranquilidad. A él le servían para relajarse y entonarse con su mente. Esperaba que le pudieran servir también a Coral.

La repentina voz del hombre la sobresaltó, dando un paso hacia atrás. Dos chavales cercanos le miraron con una mezcla de extrañeza y curiosidad. No pasaron desapercibidos de su vista, así que simplemente intentó ponerles una de sus mejores sonrisas para indicar que todo estaba bien, que no pasaba nada. Por supuesto, eso solo fue un acto reflejo, ya que su cabeza se estaba inundando de las palabras del profesor. Su primer comentario ya captó su total atención; habló de que todos lo seres vivos dejaban una huella en el plano astral...por ende, ella podría hacerse una imagen de él. Y por raro o estúpido que sonase, era la primera vez que siquiera tenía conciencia de que las cosas podían ser así. Si él tenía razón (y no pensaba cuestionarle), entonces ella podría ser capaz de rastrear a las personas? Porque de ser así...bueno, no podía describir la gran utilidad que tendría. Por desgracia, Xavier la caló: sí, tenía duda de usar sus poderes para ello...porque nunca lo había hecho, y repentinamente tenía la sensación de que quizás podía haber una diferencia abismal entre la telepatía de una mística y la de un mutante.

Los telépatas podemos comunicarnos de forma que otros no, y eso nos otorga una confianza que sólo los de nuestra clase tenemos.

Coral abrió los ojos con suavidad, casi sorprendida. Sí, ellos tenían un poder innato que les permitía llegar a un plano más allá...pero nunca había sentido aquella confianza en él. Quizás porque había tenido muy malas experiencias con su psique en el pasado. La salvó, si, pero también le hizo ver cosas que jamás habría querido. Curiosamente, la voz de Charles le animó a que esta vez lo intentara. Sus ojos brillaban de un azul más claro que lo normal, siempre le pasaba cada vez que establecía un vínculo mental fuera de un simple pensamiento. Un buen ejemplo era cuando intentaba ver las imágenes en la mente de las personas. La primera vez que lo hizo fue con Bárbara en una de sus primeras misiones, contra la Banda de la escalera real. Aunque ella no lo podía notar. A su interior, simplemente veía las cosas más claras.

Bien, Coral, concéntrate.

Y eso intentó. Reunió todo el conocimiento que tenía, juntándolo con la inexperiencia. Tenía que localizar la mente de Xavier, su posición. Él. Vamos, no podía ser tan difícil. Charles Xavier, director de la escuela de Mutantes en la que se encontraba, donde se hallaba lo que parecía ser un famoso grupo llamado X-men...o patrulla X. X, el gen que todo mutante tenía. Las voces de toda la gente lugar susurraban, dificultándole toda concentración. Ese era otro de los motivos por el que ya no confiaba tanto en su don: temía equivocarse por culpa de estas y acabar confundiéndose. Batman le había dado otros métodos para hacer las cosas de manera diferente, y durante todo ese tiempo, se había basado en ellas.

Este es tu don. Lo sabes. No puedes huir siempre de él...

Se hablaba a si misma, dándose apoyo.

No les escuches. Sigue la voz de Xavier.

Empezó a caminar hacia el este del jardín. No había podido jurar muy bien por qué hacia esa dirección, pero algo en su interior la empujaba a ello. Algo de lo que aún no era muy consciente. Recordaba las palabras del hombre una y otra vez, recitándolas como ayuda y guía. Poco a poco, le pareció ver...un rastro. No sabía decir de que era, ni como, pero se podía definir así. Caminó lentamente, curiosa. ¿Era eso? Podía ser, así que empezó a seguirlo. Poco a poco empezó a perder el sentido de lo que había alrededor. Estaba tan concentrada...hasta que tuvo que parar repentinamente, ya que algo obstaculizó su paso. Bueno, no algo, sino alguien; un hombre de edad madura, en una silla de ruedas. Parpadeó un par de momentos perpleja.

-¿Profesor? -se atrevió a preguntar, temiendo que se había equivocado.

No esperaba que su actual alumna fuera a concentrarse tanto. Se quedó quieto, esperando que su huella mental le sirviera de referencia. Pero en vez de reconocer la distancia, siguió avanzando absorta. La pobre estaba tan concentrada que no se había dado cuenta de cuándo recurrir a sus ojos.

No pudo evitar reírse un poco. Esa manera tan intensa de concentrarse le recordaba un poco a Kitty Pryde o a Jean Grey en sus primeros años, tan dispuestas a demostrar su mérito y valor. Sin embargo, no se permitió que durara mucho. Una impresión de autoridad era lo más importante para él en lo referente a dar leciones, y no iba a dejar que su actitud se relajara del todo.

-Si, Coral, soy yo. Veo que has podido oírme a la perfección, aunque como puedes ver, te has centrado demasiado en seguir la voz y en no ver por dónde andabas. Eso es algo que tendremos que repasar, pero por el momento, conformémomos con un paseo por la zona.

Hubo una pequeña pausa, y acto seguido añadió:

- Ah, y en lo que se refiere a tus dudas con respecto a tus poderes, créeme: es posible que no adquieras ciertas habilidades ahora, mañana o en años, pero todo telépata tiene ciertas capacidades innatas que le permiten ser más perceptiva, en general. Muchas veces, esta percepción se manifiesta en notar la presencia de los demás: otras veces, puede ser desarrollar una empatía extrema a la emoción de los otros. La manera en que se manifieste tu poder dependerá de tí, pero eso es algo que debemos dejar para más tarde. Comencemos a andar.

Xavier se había memorizado hacía años un método de terapia que se centraba en extraer las respuestas de un paciente a través de la conversación casual. En realidad, era un método que cualquier sociólogo conocía de sobra: era importante dejar a la persona expresarse, pues si se la forzaba desde el principio a seguir unas líneas, luego le costaría mucho salir de ellas. Cuando se aplicaba esa lógica a los telépatas, se convertía en una guía perfecta y con resultados tangibles. Cada mente era única, y cada una seguía caminos diferentes.

Así pues, era vital conocer esos caminos para descubrir el poder personal de cada individuo, y era hora de conocer los de Coral Bonnibel Hiddleston. Sin embargo, no iba a dejar que el contexto de la entrevista quedara sin control. Por el momento, se aseguraría de permanecer en zonas donde el número de personas fuera menor, en las partes menos pobladas del parque. Poco a poco, se aseguraría de aproximarse a grupos mayores de población, y conforme lo hacían, trataría de dirigirla en su ejercicio de control de la mente.

Era un método que le había servido a él hacía décadas, y a muchos telépatas posteriores. Esperaba que funcionara también con Hiddleston.

-Me gustaría que, por el momento, dejemos un momento los ejercicios y te concentres en mis preguntas. Sé que las voces te siguen acosando, incluso ahora, pero acabas de demostrarme que puedes concentrarte lo suficiente como para centrarte en una. Digamos que ese es tu músculo mental, que debes tensar para poder tener un principio de control. Ahora, lo que vamos a aprender es a saber cómo usarlo, de tal manera que se convierta en segunda naturaleza para tí. Así que dime ¿Cuándo empezaste a escuchar las voces y descubriste que tenías este poder? ¿Cuáles fueron las circunstancias?