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Omega Universe - Foro de Rol de Marvel y DC
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Mensajes : 687 Fecha de inscripción : 10/01/2014 Localización : Entre dos mundos Empleo /Ocio : Repostera en pausa y aprendiz de medicina Humor : Últimamente me cuesta encontrarlo...
Ficha de Personaje Alias: Celsit Nombre real: Sasha Triger Universo: Marvel
Tema: Necesito respuestas... (Charles Xavier) [1-12-2018] 9th Septiembre 2015, 11:11
Hacía medio año ya desde que recibí la noticia que, por desgracia, resultó ser cierta. No tenía más remedio que creérmela al fin y al cabo, y había averiguado tanto de ese mundo desconocido que empecé a sentir una especie de conexión. Era una de las cosas que me hacía sentir más vulnerable en aquel entonces... Hablar de ello era como mentar a un adolescente sus complejos. No quería saber nada en ciertos momentos, en otros gritaba cuando me preguntaban, otras veces rompía a llorar....
Así que miré la puerta del despacho de Charles mientras mis manos se enredaban en un torbellino de nervios. Me vino a la garganta esa presión definitoria de llanto, pero respiré hondo con los ojos cerrados y decidí que lo mejor era calmarse, intentarlo y que saliera lo que tuviera que salir. No sabía si Charles sabía ya que yo lo sabía. Si sabía cómo había cambiado últimamente, lo deprimida que estaba, lo apagada que parecía. Y ante la conversación que íbamos a tener... tal vez decidiera echarme de los X-men por pedirle explicaciones.... Pero rezaba por no ser así... No soportaría la idea de perder otra familia.
Llamé firme, tres veces y esperé respuesta afirmativa para entrar. Abrí la puerta y pasé cerrándola detrás de mí. Miré a Charles de arriba a abajo, intentando sonreír... Hasta que me di cuenta de a quién tenía delante. El lenguaje corporal no le engañaría ni lo más mínimo. Junté mis manos y miré al suelo. Permanecí de pie a pesar de que me ofreció un asiento. Sin levantar la vista del suelo y con la presión en la garganta haciéndose más fuerte, empezó nuestra ráfaga.
- Charles yo...- casi susurré en un hilo de voz.
Cerré los ojos de nuevo, inspiré muy tranquila y profundamente. Levante un poco la vista, sólo un poco. Una mezcla de ira y tristeza se formaba en mis entrañas y no sabía si podría contenerlo. Había tenido seis meses para averiguar que yo lo sabía. Había tenido diez años para contármelo... Y no había hecho ninguna de esas cosas. Siempre consideré que Charles me protegía, que lo hizo por mi bien. Pero... desconocía que el culpable de que no tuviera recuerdos de niña era él. Y estaba verdaderamente furiosa.
- Sabe a lo que he venido, supongo que es estúpido disimular que tengo otro interés o que vuelvo a venir como cualquier otro día normal... - Era sábado, así que no había clases, Plana no estaría en la mansión y si las cosas salieran mal, tendría que ir a buscarle para refugiarme en alguien. Además la escuela estaba más vacía y siempre le daba un ambiente inquietante. - ¿Por qué ocultarme todo mi pasado? ¿Por qué no contármelo más tarde, cuando aprendí a controlar mis poderes? ¿Por qué no devolverme los recuerdos?- tenía cierto tono impaciente, y no me importó. Seis meses desde la noticia... Viendo a Charles con una frecuencia sorprendente y pensando "Las respuestas están ahí..." Y no poder acceder a ellas... Frustración era poco.
"Por favor, Charles... Lo necesito ahora más que nunca".
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Charles descansaba en el jardín de la mansión, mirando tranquilamente el bosque que había en las inmediaciones de esta. Estaba pensativo, silencioso. No se había sacado ningún libro ni nada por el estilo. Observaba a los chavales que jugaban en el jardín con las hojas, correteando. Sonrió para sí. Añoraba cuando podía andar y disfrutar como uno de esos niños de las carreras. Sentir la hierba bajo sus pies, el frío agua de la piscina o el suave tacto de las baldosas que formaban el camino que llevaba de la puerta principal al hall del edificio principal.
Pero no era ninguna de esas cosas las que habían llevado al mutante al jardín a pensar. No. Llevaba un tiempo pensando en una antigua alumna a la que tenía especial cariño. Sasha Triger, la chica con la capacidad de controlar la temperatura de su cuerpo y de su alrededor. Hacía algunos meses que había descubierto una gran verdad de su pasado: que era medio asgardiana. Charles sentía como ella estaba dolida, enfurecida y frustrada por la sensación de que él, a quien había considerado una figura casi paterna y a la que seguir, le había traicionado. En parte era verdad, puesto que durante toda su vida le había ocultado la verdad. Pero si lo había hecho fue por una razón de peso. Sin embargo, había alargado demasiado aquello, y ahora que sentía como ella iba a la mansión en busca de respuestas parecía que era inminente confesarle todo de una vez por todas. Se lo merecía. Después de todo, jamás había cometido ni una sola maldad, y su afán por cuidar de los que le rodeaban y protegerlos aún a riesgo de su vida era digno de admiración. Suspiró, y se dirigió a su despacho. Ella llegaría en cualquier momento, y era mejor esperarla en un sitio donde le pudiese encontrar sin problema.
Pasó un rato antes de que ella entrase por la puerta, con una sonrisa forzada, pero claramente decidida a irse de allí con alguna respuesta que le satisficiese. El mutante sonrió al verla allí plantada, como tantas otras veces. Pero su sonrisa se apagó casi al instante. Debía ser sincero. Ella lo merecía.
- Hola Sasha. Te estaba esperando. Ven, toma asiento. ¿Quieres algo de beber?- Pero ella permaneció en su sitio. El mutante suspiró, apoyando las manos en la silla sobre la que estaba siempre sentado. Se frotó las manos y miró a través de la ventana a unos críos que jugaban con algo de nieve que se había acumulado.- Qué poderosa puede llegar a ser la inocencia, más aún la de los niños. Si sabes qué decirles, creerán cualquier cosa que les digas, incluso que son capaces de volar si lo desean con toda la fuerza de su corazón, a pesar de que la única forma de que lo hiciesen sería que subiesen a un avión. Desgraciadamente, es muy fácil romperla. Es tan frágil como un palillo seco. Si lo doblas demasiado o ejerces una fuerte presión sobre él se partirá para siempre, sin poder volver a arreglarlo nunca más... Cuando te encontré, hace ya diez años, eras una adolescente que acababa de descubrir sus poderes. Tenías un inmenso poder corriendo por tus venas, un poder casi divino... Y cuando me adentré en tus pensamientos y recuerdos entendí por qué. Eras una mestiza, hija de un dios y una mutante. Tenías poder de ambos, pero gracias al gen X que vive en tu cuerpo pasaste desapercibida durante más tiempo del que al rey de Asgard le habría gustado. No recordabas nada o casi nada de tu infancia. Pero, ¿cómo ibas a recordar, si durante más de ciento cincuenta años permaneciste congelada, oculta para evitar que te encontrasen? Sin embargo, los soldados de Asgard no son como los soldados humanos. Su edad es mucho mayor que la nuestra, y para ellos ese tiempo apenas fue un suspiro en el viento. Intentaron volver a por ti para asesinarte a sangre fría. Tu padre no estaba para protegerte, pero sí estaba yo. Luché contra aquellos que querían ejecutarte, haciéndoles creer que ya estabas muerta. Te traje a la mansión y te protegí como pude, usando mis poderes para que no pudiesen encontrarte.
>> Desgraciadamente para mí, el poder del padre de todos era mucho mayor que el mío, y de alguna forma fueron capaces de saber que todavía seguías viva. Durante varios años te mandaron cartas amenazándote, y tú querías luchar contra ellos, hacerles frente y defender tu naturaleza... Lo cual habría significado tu muerte. No habrías podido luchar contra ellos por mucho que hubieses desplegado todo tu poder. Pero no escuchabas mis advertencias. La sangre de un guerrero corría por tus venas... De manera que, para evitar que te lanzases a una muerte inminente, decidí bloquear tus recuerdos. No los borré, simplemente los aislé del resto de tus pensamientos. Dejé los buenos recuerdos, que supieses de tus poderes y que ahora eras una alumna de la mansión... Fue una decisión dura y de la que no me siento nada orgulloso, pero no podía dejarte morir. Había algo en ti, algo en tu alma, que me decía que estabas destinada a grandes cosas. Que estabas destinada a cambiar el mundo, para bien o para mal, y si podía evitar que murieses antes de que pudieses descubrir qué era aquello preferí protegerte. Es algo que durante estos diez años me ha carcomido por dentro, y más aún al ver el dolor y sufrimiento que sentías por no saber qué sucedió en realidad. Muchas noches me planteé devolverte aquellos conocimientos, dejarte que supieses lo que eras en realidad y el por qué había intentado protegerte... Pero con el tiempo las cartas fueron remitiendo poco a poco, y parecía que encontrabas la felicidad junto a tus compañeros y profesores... Y en un acto muy cobarde, decidí dejarlo así.
>> Abandonaste la mansión cuando ya eras una adulta, buscando una vida para ti, un hueco en este mundo... Debías comenzar tu viaje. Siempre tuve una parte de mí pendiente de ti, asegurándome que no te pasase nada, preparado para intervenir en cuanto fuese necesario. No podía ver todo lo que te pasaba, pero vigilaba que ningún asgardiano ni asesino a su servicio te encontrase...- Charles se dio la vuelta, mirando a los ojos a Sasha después de haber estado observando a los niños, tan inocentes, tan felices de poder jugar con un poco de nieve en el primer día de diciembre de aquel año que había vuelto al mundo entero del revés. Suspiró profundamente y prosiguió.- Rehiciste tu vida, abriendo la pastelería y encontrando un hueco con nosotros de nuevo, así como en tu lugar. Por fin parecías feliz, más al menos que lo que habías estado en mucho tiempo... Hasta que conociste a tu hermana hace ya varios meses. Tu vida volvió a dar un enorme vuelco, un vuelco que ni la amistad ni el amor ha podido enderezar del todo en este tiempo... Y aquí estás hoy, buscando respuestas... Lo siento Sasha... Lo siento de verdad... Fui un cobarde al hacerte esto, y no tengo excusa alguna para justificar mi acto...-
El profesor agachó la cabeza, apoyando la frente en una de sus manos, la cual pasó por su cabeza lentamente, hasta alcanzar la nuca. No quiso leer la mente de su antigua alumna, ahora miembro de la patrulla. No esta vez. Respetaba su intimidad, y quería que fuese ella la que le dijese lo que pensaba de todo aquello.
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Miré al profesor. No. No quería sentarme, no quería ser Sasha de la patrulla X ni Celsit. Era esa chica con un nombre desconocido que seguramente procediese de Asgard. Esa mujer que no sabía quién era.
-No, profesor, de verdad... Sólo quiero... las respuestas- permanecí de pie, mirando al suelo, con las manos juntas. Noté cómo las lágrimas llegaban a mis ojos antes de empezar y los dedos me temblaban. Tal vez no estuviese preparada para lo que iba a escuchar, de hecho, muy seguramente no lo estuviese. Cerré los ojos con intensidad, intentando contenerlas pero en contra de mi voluntad el ceño se me encogió y mis labios hicieron una mueca de dolor mientras escuchaba todo eso y las lágrimas rodaban por mis mejillas. Una imagen especialmente frágil y angelical para la mutante que en todo momento había demostrado carácter y felicidad.
El profesor empezó con una de sus reflexiones, pero no interrumpí a pesar de lo molesto que me resultó en ese momento. Intenté levantar la vista para mirarle a los ojos, pero se quedó en un amago y volví a centrar mi vista en las patas de la butaca frente al escritorio. Miré por la ventana a los chicos y recordé mis tiempos como alumna, lo que sólo me ayudó para llorar con más intensidad y contenerme una hipada por el llanto. Notaba un nudo en la garganta y otro en el corazón y en el estómago. Volví a bajar la vista y escuché.
Inspiré. Sabía que decía la verdad, aunque mi naturaleza desconfiada hacía que me plantease "pero y si no...?". Pero era Charles... Hay cosas en la vida que uno no puede hacer. Sé que no puedo atravesar un muro, no puedo volar, no puedo guardar mis sueños del mismo modo que no puedo desconfiar en Charles... Y era extraño en mí, ya que los mentales siempre me habían dado un especial respeto, como Lilith o él. Así que cuando terminó la historia, yo estaba con la cara y las muñecas empapadas de secarme. Suspiré con los ojos cerrados y sin abrirlos, contesté - Sí... supongo que la ignorancia de la inocencia es con lo que yo le creí...- Apoyé la espalda en la puerta cerrada que había detrás de mí y me dejé resbalar hasta el suelo, abrazando mis rodillas. - Profesor... - susurré sollozando en lo que intentaba respirar.
Pensé en lo que me había dicho, y todo tenía sentido... Era tan... lógico y me cerró tanto el círculo que no tenía opción. Tenía que asumir mi origen asgardiano y... que tenía más de cien años. Cuando le iba a preguntar para profundizar, cuando iba a dudar... Me derrumbé
- Bor vavor... no podía ni vocalizar, la voz me temblaba y casi me asfixiaban mis sollozos - Debe bis recuerdos bor vavor...- al respirar me entrecortaba y tenía espasmos, no podía controlarme.
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Las lágrimas de la que fue su alumna en el pasado le dolían como puñales. A pesar de que muchos abandonaban la mansión, nunca dejaban de ser sus jóvenes mutantes a los que visitaba de vez en cuando y echaba un vistazo para saber qué tal les iba. Se enternecía y alegraba cada vez que veía a los que iban bien, y lloraba cuando alguno de ellos moría por cualquier razón. No podía controlar a todos y tampoco vigilarlos constantemente. De vez en cuando tenía que hacer su propia vida. A gente como Sasha cuya vida peligraba de una manera mucho mayor sí les tenía un ojo puesto encima de manera más constante, pero ni siquiera Charles Xavier era lo suficientemente poderoso para controlar y vigilar a todos. Entendía el enfado y la frustración de Sasha, y sabía que si lo había hecho era única y exclusivamente para protegerla... Aunque a veces se preguntaba si habría hecho lo correcto o no.
Ella se dejó caer resbalando por la puerta, desconsolada, hecha polvo. El profesor se giró hacia ella y suspiró. Le dolía tener que hacerle eso a alguien como ella, y podía sentir además su dolor en aquellos momentos. Apenas podía hablar bien debido al llanto y el hipo que tenía por él. Sabía que en ese momento debía dejarle su espacio. Cuando necesitase un abrazo o consuelo se dirigiría a él. Lo que sí hizo fue acercarle unos pañuelos para que pudiese secarse sin llenar sus muñecas y brazos de mocos y lágrimas. Y entonces, lo que él llevaba temiendo desde que la conversación comenzó.
- No puedo hacer eso Sasha... Lo siento, de verdad, pero no puedo. Si te devolviese tus recuerdos ellos te encontrarían. Son capaces de rastrear a los de su propia raza, y si te devuelvo tus recuerdos recordarás a tu madre, sí, pero también tu vida peligrará de una manera tan grande que ni siquiera yo podré protegerte... Sé que tu petición es más que justificada, pero no podría ponerte en mayor peligro del que ya estás... Sé que es frustrante, y que crees que es lo que más necesitas, pero créeme. No te volvería a mentir con algo así. Si recuperas tus recuerdos lo más probable es que te encuentren, y entonces quién sabe qué pasará. Te matarán, te llevarán ante Odin para que él mismo te ejecute... Yo no podría permitir eso.- Sabía que eso la mataría metafóricamente, pero devolverle sus recuerdos la mataría literalmente. Era una de las decisiones más duras de sus últimos años, y sabía que seguramente ella se enfadase con él o sintiese que estaba siendo injusto. Y tal vez tuviese razón... Pero él no podía permitirse el lujo de poner en peligro de muerte a una de sus alumnas predilectas, a la cual había cuidado y protegido desde hacía diez años. Se acercó un poco más a ella, mirándola como un padre que sabe que lo que está haciendo es lo mejor para su hija, pero que también es una de las cosas más duras que podía hacerle.- Tal vez llegue el día donde no peligres, y entonces pueda devolvértelos... Pero hasta entonces siento tener que decirte que no.-
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Todo mi cuerpo temblaba y no era capaz de controlarlo. En ese momento, aunque hubiese querido levantarme no habría podido. Notaba todos los espasmos en las distintas partes de mi cuerpo. Los gemelos se me sobrecargaban y por el pulso de mis muñecas no podría ni escribir. Me quité la mochila y saqué un pañuelo para la nariz y las lágrimas, que no paraban de salir. Lo tiré a una papelera que tenía cerca y escuché al profesor.
Lo primero fue un no. Y era la respuesta que más temía sobre cualquier otra... Incluso si devolverme los recuerdos hubiese supuesto perder la mansión... Lo habría hecho. Pero no. Era la respuesta. Un no rotundo y definitivo.
-Por favor...- dije en un hilo de voz agudo. Me costaba respirar y levanté la cabeza para intentar facilitarlo. Tenía la vista perdida en el techo y movía la cabeza de lado a lado.- Métase en mi cabeza... Mire cuánto me hace sufrir, por favor... No hay nada peor que esto... - volví a hundir entre temblores la cabeza en mis brazos que abrazaban a su vez mis rodillas tiritantes.
Noté cómo los pulmones se me encogían, como cuando iba a sufrir un ataque de ansiedad como los que me daban en la calle. Apreté los puños, cerré los ojos y respiré hondo, aunque se escuchaba la ansiedad y el temblar de mi abdomen cuando hice eso tres veces. Echaba y cogía el aire de manera entrecortada.
-Está bien...- dije recomponiéndome, para evitar el ataque. Apoyé una mano en la puerta para recomponerme, las piernas aún me temblaban. Las lágrimas seguían saliendo, pero mi rostro seguía inexpresivo con un deje de molestia - Pues si el riesgo de mis recuerdos y mi vida dependen de que Odín me vea... Que así sea.- y me di la vuelta abriendo el pomo de la puerta, dispuesta a marchar y encontrar el camino a Asgard por mi propia cuenta, cosa de la que el profesor seguro se había dado cuenta.
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El director sabía lo que le dolía aquello a su antigua alumna. No necesitaba meterse en su cabeza para saberlo. No podía consolarla. Sabía que era algo que solo el tiempo podría brindarle. Era el único que podría acabar con aquel sufrimiento, cuando lo hubiese olvidado o superado, lo que viniese primero. Entonces ella se levantó, se secó las lágrimas y se giró, dispuesta a salir. Xavier frunció el ceño y supo al instante qué sucedía. Sasha pretendía ir a Asgard para encontrar las respuestas por ella misma. El profesor se levantó y le dirigió una mirada seria.
- ¡Sasha! No puedo permitir que vayas a una muerte segura. Si intentas encontrar Asgard ellos te encontrarán primero y te matarán. ¿Acaso no lo has entendido? Sasha, tu padre murió hace mucho, así como tu madre. Es una desgracia, pero ir a buscar a Odín es una manera muy pobre de honrar el sacrificio que ambos tuvieron que hacer por protegerte. Ellos murieron por que tú pudieses llevar una vida libre y normal sin la amenaza constante del padre de todos. Solo te pido que tengas paciencia. Tarde o temprano te devolveré tus recuerdos, pero si lo hago ahora tu vida peligrará nuevamente, y recuerda que ya no estás sola en esto. Tu hermana también está en la tierra y también la están buscando. Os encontrarán a las dos y os matarán sin dudarlo ni un solo segundo... No es una decisión que me resulte sencillo tomar. Tan solo intento protegerte de él. Pero si decides ir a Asgard yo no podré protegerte.- Todas estas palabras inundaron la habitación no como una bronca o una regañina, sino como un padre que se preocupa de su hija porque sabe que puede estar a punto de tomar una terrible decisión.
Se acercó a ella hasta quedar a unos pocos pasos. Su rostro era serio, pero la mutante seguramente podría darse cuenta de la preocupación que cubría los ojos del que fue su profesor durante muchos años. No podría luchar todas las batallas de su antigua alumna, mucho menos si esta viajaba hasta el planeta nórdico. Él tenía límites, y allí la magia era mucho más poderosa que sus capacidades. Nada podría hacer para protegerla...
- No tomes una decisión tan delicada a la ligera Sasha. Hay más pesonas que se verían afetadas por ella, no lo olvides.- Lo que ella hiciese ya no dependía de él. Si decidía viajar a pesar de ello a Asgard la respetaría, e intentaría protegerla a pesar de ello, aunque no fuese de gran ayuda. Si decidía esperar a que pudiese volver a recibir sus recuerdos el profesor estaría encantado de devolvérselos cuando lo considerase seguro.
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Intenté aferrarme firme al pomo,pero el pulso me temblaba. Podía ver en su reflejo toda la habitación del revés, los movimientos del profesor, y la inestabilidad de mis emociones. Estaba furiosa, triste, rabiosa, deprimida, iracunda... Pero decidida sobre todo ello.
Eché la vista atrás, aun disfrutando el tacto frío del pomo y sonreí al profesor.
- Entiendo que solo quiere protegerme, pero prefiero morir a vivir con la protección de la ignorancia y de no saber quién o qué soy. Estaré aquí siempre para usted y siempre que siga viva. No tengo ningún rencor, ni he dejado de verenarle como hago.- y estiré de la puerta girando el picaporte, para cerrar detrás de mí.
No abandonaría la mansión, ni la patrulla, para nada. Simplemente era algo que necesitaba hacer y que quizá hiciese que se quedasen con un miembro menos. Pero era algo... No sabría como explicarlo. El mejor simil tal vez sea un peregrino que ha visto un mensaje divino. Era algo a ciegas, algo sordo, pero me salía de dentro y me decía que tenía que ir y cumplir algo allí.
Cerré la puerta detrás de mí y vi a Planaria sentado, moviendo una pierna nervioso y mirándome con los codos sobre sus rodillas y la barbilla descansando en sus pulgares. Al verle, no sé qué me dio por dentro pero... Me desplomé. Me eché a llorar con ansiedad. Respirando con dificultad y tratando por todos los medios de sostenerme en pie. Podía notar su calor a mi alrededor. No había sido consciente ni de cuándo se había levantado.
El pelo cubría mi rostro y las lágrimas no paraban de brotar. Hice un "no" con la cabeza.
-Quiero ir a casa...-
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El profesor bajó los brazos abatido. La entendía. El en fondo sabía que por mucho que le dijese que era peligroso, Sasha Triger era una luchadora, una valiente que abandonó la protección de la mansión cuando acababa de cumplir los dieciocho en busca de su propia vida y de sí misma. Encontró aquel circo que le dio tantas alegrías pero que tan mal acabó cuando descubrieron lo que ella era. Y poco después, abrió su tienda de dulces, la cual parecía ir perfectamente. Esa era una de las cosas que más miedo le daban al líder de los X-Men. Los mutantes eran posiblemente la raza más perseguida y odiada del mundo, y ella era una que lo había sufrido demasiado tiempo como para no tenerlo en cuenta. En ella vio lo que había visto atntas veces. Esa decisión y valentía con la que se dirigió a su vida fuera de la protección de los demás mutantes. Nada podría frenarla ya, y aunque por dentro estuviese muriéndose de dolor, era algo que debía vivir. El profesor asintió y suspiró.
- Sabía que dirías eso... En el fondo, sigues siendo esa luchadora que jamás se rindió por aquello en lo que creía. Yo estaré aquí siempre que me necesites. Y recuerda que no estás sola. Muchos nos preocupamos por ti. Yo no podré acompañarte a tu destino, pero puede que otros sí lo hagan. No olvides lo que has aprendido aquí, ni en el circo. Y pase lo que pase, cuídate, Sasha Triger.- Y se giró en cuanto ella salió por la puerta. Una parte de él sintió que traicionaba a su antigua alumna al permitirle ir a una muerte segura en vez de contarle el secreto de su pasado... Pero eso también le habría causado problemas. Tal vez ese viaje fuese lo que necesitaba para terminar de encontrarse por fin. Él creía en ella. Y si había alguien capaz de superar las dificultades más adversas era ella. Volvió a dirigir la mirada por la ventana. Los niños y jóvenes habían desaparecido, dejando únicamente las hojas mecidas por el viento. La inocencia había desparecido, dando paso a la cruda realidad.
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Estaba nervioso. Bastante. Mucho. Muy nervioso. Desde que descubrimos que Dalae y Sasha eran hermanas ella había intentado asimilarlo y comunicarse con ella en busca de respuestas. Pero si hubo algo que realmente le dolió fue el hecho de que Xavier le hubiese ocultado eso durante tantos años. Yo no sabía muy bien cómo sentirme. Era cierto que Xavier había actuado mal en cierto modo al haber ocultado todo eso a Sasha a pesar de que ella le pidió varias veces que que se lo contase, pero supuse que algunas razones tendría. Al final, después de meditarlo y sopesar las posibles situaciones durante bastante tiempo, decidió ir a hablar con él en persona para que le contase qué había sucedido en realidad. Yo la acompañé. La habría acompañado a donde hubiese necesitado y la habría esperado horas, días o meses si hiciese falta, y pasase lo que pasase estaría ahí para ella. Y así, cuando salio y se derrumbó frente a mí, me levanté a toda velocidad y la abracé, besando su cabeza y frotando su espalda.
- Shhh, tranquila mi amor. Desahógate. Estoy aquí...- Me mató verla así. Pocas veces la había visto tan mal y tan derrumbada. Supuse que habría sido porque el director se había negado a contarle su historia o algo así, ya que no le veía causandole ese dolor a su antigua alumna sin una razón de peso. Suspiré intentando ordenar mi cabeza. Algo tenía que hacer para animarla. Antes de que pudiese pesar demasiado me susurró que quería que nos fuésemos a casa. Asentí y besé su frente larga y tiernamente.- Por supesto cielo. Conduzco yo, ¿te parece? Y así me cuentas con calma que ha pasado mi vida...-
Seguí abrazándola hasta que ella sintió que estaba mejor y pasé mi brazo por su espalda, en dirección al parking para volver a casa tranquilamente y que me contase qué era lo que había pasado al final dentro del despacho. Saludé con un asentimiento a un par de alumnos que paseaban por el hall principal y salimos a la calle, donde el viento nos golpeó la cara con más frío del habitual, o esa fue la sensación que me dio.
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