Toc, toc, ¿se puede? (Celsit, Charles Xavier, Xun Augustine) [2 de Abril de 2018]

Me miré en el espejo antes de salir. Tenía una cara de sueño que no podía con ella. El jet lag me estaba matando. Dicen que los dos primeros días son los peores, y teniendo en cuenta que yo había aterrizado el 30 estaba claro que era así. Sash me iba a llevar a ver a Xavier en su mansión de mutantes, y así poder hablar con él y ofrecerle mi ayuda y conocimientos en materias científicas, así como mis poderes. Llevaba a la espalda "El Catalizador" para enseñárselo también. Una camiseta y unos vaqueros hacían el resto. Me toqué un poco el flequillo con la mano y salí del cuarto, cogiendo la cartera y el teléfono.

Sash estaba de vacaciones. Se había cogido esta semana para organizarse bien para la feria del chocolate en Suiza y la siguiente para estar allí, de manera que estaba totalmente disponible. Sonreí para mí. Esos dos días habíamos estado juntos bastante tiempo, viviendo el amor que acabábamos de descubrir. Su ofrecimiento para acompañarme a la mansión había sido recibido por mí con los brazos abiertos. Ella era antigua alumna y además me contó toda su historia. Sabía que para ella era tan importante como para mí aquella visita. Los buenos recuerdos y momentos volverían a su mente y seguramente le alegrase, y estaba feliz de poder acompañarla en ese momento.

Toqué el timbre para indicarle que ya estaba y esperé. Miré mi reloj. Las once en punto. Como un reloj suizo. Yo era una de las personas más puntuales que puede haber. Odiaba hacer esperar a la gente, y que me hiciesen esperar tampoco me apasionaba, aunque entendía que la gente no fuese tan quisquillosa como yo. Tranquilamente me puse a juguetear con el teléfono mientras bajaba. Estaba un poco nervioso. Xavier era una eminencia a nivel mundial en cuanto a los mutantes, y posiblemente el más poderoso. Sin embargo, usaba todo su poder para el bien e intentar crear una coexistencia pacífica entre humanos y mutantes. Era digno de admiración. Una persona tan poderosa y que no se dejase embaucar por su propio poder era lo que yo quería como mentor y guía. No sabía muy bien a qué distancia estaríamos de la mansión X, pero supuse que tendríamos algo de tiempo para charlar un poco Sash y yo antes de llegar.

Salió al cabo de unos minutos, tan radiante y preciosa como siempre. Llevaba unos vaqueros rotos, una camiseta blanca ajustada y una cazadora militar. Le quedaba genial. Me sonrió y nos dimos un tierno beso. Parecía estar tan emocionada como yo, y eso me alegró enormemente. Nos subimos al coche y arrancó, lanzándonos a las carreteras de la "Gran Manzana" al tiempo que ponía la radio y sonaba "Walk of life" de los Dire Straits.

Walk of life:

- Parece que no soy el único emocionado por ir a la mansión, ¿me equivoco?- Y reí. Me encantaba verla tan contenta y emocionada. Le di la mano y me dispuse a acribillarla a preguntas.- He estado pensando en cómo abordar el tema. Supongo que tendrá preguntas que hacerme, como por ejemplo de dónde soy, cuáles son mis poderes, qué quiero hacer y demás... Mi idea es ofrecerle toda mi ayuda y servicio allí en Europa, o aquí. Siempre puedo venir en avión. No son muchas horas de vuelo, así que de ser necesario me plantaría aquí en un momento. Lo importante es que por mi naturaleza de mutante quiero ayudarle en todo lo que pueda. Siento que nuestras misiones allí en Europa con los Abyss Knights se me antojan pequeñas. Quiero ayudar a más gente y demás, no sólo estar allí. Quiero ayudar a todos los que pueda, siento que tengo esa responsabilidad y deber por tener mis poderes... Estoy algo nervioso no te lo negaré. Pero estando contigo voy más tranquilo.

Le sonreí. Realmente lo iba. Sabía que ella estaría a mi lado y me ayudaría si me ponía nervioso o me sentía solo ella me ayudaría.

FDI: no te asustes Charles, cada vez que yo hablo por él o él por mí en uno de nuestros post lo hablamos antes por skype, por agilizar conversaciones xD
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Soltó un pequeño discurso nervioso. No me extrañó en absoluto, yo también lo estaría de ser él el afortunado de conocer a Xavier. Su primera charla con él. Era increíble. De hecho mentiría si yo dijese que no tenía nada de nervios. Desde la locura dimensional iba más que de a menudo a la mansión. Pero cada vez que iba se me ponía una sonrisa estúpida e inevitable a la par que ridícula. Una vez ya en el coche y todos listos, pillé camino a la mansión. Y sin apartar la vista de la carretera intenté tranquilizarle.

- Me alegro de saber que te sirvo de tranquilizante. No te preocupes, él es un hombre muy comprensivo y sabrá hablar contigo. Creo que te va a encantar, quizá no tanto como a mí, pero sabrás el carácter de ese hombre. Es... único. De verdad que no debes preocuparte Yo sé lo que es estar allí, los nervios me recorren cada vez que piso ese suelo. Todo irá bien, te lo garantizo. Es una sensación fantástica -

- Precisamente... Quería saber un poco más de tu vida allí. ¿Qué fue de la alumna talentosa de la mansión?-

Suspiré y cerré los ojos como si me escociera algo en el pecho. Una parte de mi corazón seguía allí, con ese hombre, con los profesores excepcionales. Tenían mi contacto pero...
Demonios, pertenecía a ese sitio.
- Es que de verdad no recuerdo nada antes de eso... tengo luces y rostros... Pero toda mi vida ha sido la mansión y Xavier. Los profesores, los alumnos... Tengo un vínculo muy fuerte con ese sitio y esa gente- mi vista empezó a perderse en un gesto triste en la infinidad de la carretera y mi voz se tornó muy suave. - Simplemente sentía que debía destacar. Mis notas eran envidiables y mi popularidad nunca fue mediocre. Me veía viva y jamás me sentí abandonada. Los tutores me cuidaban, los compañeros me querían... - una sonrisa de añoranza y distancia se estancó en mis labios hasta que llegamos a la mansión - Pero al terminar el curso y crecer me asusté por la sensación de creer depender de ellos... ¿Absurdo verdad? Je... - aparqué en una entrada del camino apenas visible, me gustaba llegar andando a la mansión, estaba a apenas dos minutos - Necesitaba sentir que podía vivir de mí, que tenía independencia y que era responsable. Pero... mentiría si dijera que no lo echo de menos - Y me bajé del coche cerrando la puerta de conductor. Esperé a que saliese y cerré desde la llave asegurándome que no quedaba nada de valor a la vista. No creí que pasase nadie, pero nunca estaba de más prevenir y casi lo tenía como manía.

Era la primera vez que reconocía echar de menos la mansión... y no sabría decir si me sentó mejor o peor de lo que me esperaba. Era una espina en mi corazón que sabía que tardaría mucho en quitar. Aunque... me planteé más de una vez unirme a los X desde el día del choque universal...
Hice un gesto inconsciente con la cabeza, agitándola levemente.
No era momento para pensar en ello.

- Es por allí - Y más tarde señalé el camino que cogeríamos para llegar a la mansión.

No sabía quién iba a recibirnos, pero me alegraría de verle. Con total seguridad.

Era extraño. Si realmente lo era.

Que me mandaran a mi a ver si en la parte de la entrada de la mansión los alumnos de primer año habían dejado las pelotas de futbol en su sitio. Era raro sobre todo porque sabían que yo pocas veces salía de mi cuarto, y era raro porque no era yo la que solía hacer ese tipo de chapuzas, no fui elegida para eso porque no tenía ese instinto de proteger y servir a la institución que tenían algunos y que por ello esos algunos si habían sido elegidos y además con mucho gusto. Me supuse que aquellos estarían ocupados en otras tareas mas importantes que ver si estaba todo en orden fuera y yo, que normalmente no hacia nada por la labor...al menos lo admitía...pues me mandaron a mi para que por una vez si lo hiciera, y aquello no me gustaba nada, para nada. El sol pegaba fuerte y yo era demasiado pálida como para ir así como así sin protección alguna. Buff, ¿Se notaba que no estaba de humor? Al menos los chicos no habían dejado nada en la entrada principal y yo podía irme de inmediato sin embargo algo, por raro que pareciese llamó mi atención.

Dos voces, una femenina y otra masculina pero lo que llamó realmente captó mi atención fue de lo que estaban hablando o una pequeña frase que llegó a los oídos. La mujer había dicho la dirección a donde tenían que ir y era desde luego, la mansión x. En ese momento si que me salió una repentina vena de protección a la institución, no por nada lo sucedido en Omega me había puesto los pelos de punta mas de una vez, por experiencias pasadas la fusión entre ambos universos había producido un gran conflicto y para los mutantes también.

Me acerque hacía la reja que separaba la mansión de la calle común y pude observar que ambos inequívocamente se acercaban hacia allí ¿Qué hacer? ¿Debía avisar a algún profesor? tal vez los entorpeciese, cosa que casi siempre tenía la sensación de que lo hacía, por lo que opte por la opción de acercarme yo en un instante. El hombre no era muy alto, y parecía el ser mas común del mundo, pelo moreno y corto junto con una barba morena, no llamaría tanto la atención sino fuera por la enorme sonrisa que tenía de oreja a oreja y como no paraba de mirar a la mujer, parecía una persona realmente feliz...Por un momento sentí envidia por aquel hombre. Mi vista se dirigió esta vez hacia la mujer de pelo bicolor, hermosa, bella y con una estatura envidiable, bueno al menos para mi, es decir aun que hubiese llamado mentalmente bajito al hombre yo era aun mas bajita que él. La mujer igualmente llevaba luciendo una sonrisa dulce y calmada, parecían pareja, no me dí cuenta de que ellos ya estaban en frente hasta que dirigieron su mirada hacia mi.

Salí de mi escondite que no era mas que un arbusto y me puse tiesa como un palo en un intento de mostrar cierta autoridad, aun que no parecían para nada peligrosos.

-H-Ho...-mi voz salió terriblemente aguda y con un gallo horrible, tosí para aclararme la garganta y seguir con algo mas de dignidad- Hola! eh....-me quede un blanco un momento y mi mejillas se pusieron rojísimas ¿Qué iba a decir? !Ah si!...- Estáis buscando a alguien?...¿Quiénes sois?

Presentaciones lo primero de todo, debería hacerlo yo

-Yo me llamo Xun, Xun Augustine- no dije nada mas, por prudencia, primero quería saber cuanto sabían esos dos acerca de la escuela o siquiera si sabían si era una escuela, ahora cualquier protección era mas que necesaria.

¿Desde cuando me ocupaba yo de eso.....?

Escuché a Cels contarme su historia. La entendía y sentí lástima por ella. Sentirse querido era una sensación realmente buena, y aunque sabía que su decisión había sido extremadamente dura y madura, pensé que ahora tal vez le viniese bien volver allí. Le cogí de la mano con delicadeza y la miré.

- Sé cómo te sientes. Es muy duro lo que hiciste, pero le echaste mucho valor, y eso te ennoblece. Pero quería hacerte una pregunta, ¿nunca has pensado en volver a la mansión? Quiero decir, tal vez la dejaste muy pronto… A todo esto, ¿qué hiciste al salir de la mansión? ¿Empezaste directamente con la tienda?

- Nunca les dejé... tienen mi apoyo... Como alumna terminé y como profesora.. no tengo paciencia.

- Ya ya a ver, me refería físicamente… Sé que sigues muy unido a ellos… ¿Por qué no vuelves? No tienes por qué ser profesora… Y con esas manos podrías hacer las comidas más deliciosas que nadie pueda imaginar.- Lo decía con total sinceridad. Yo tenía a mi grupo en Europa, y aunque cada día congeniaba menos con ellos seguían siendo una especie de familia. Para Cels la mansión era su casa y su familia, o eso pensaba yo. La miraba con una sonrisa, aunque ligeramente preocupado. Tampoco quería poner triste a Cels, pero quería saber cosas de su vida.

- Si precisamente hago los dulces que hago es porque salí de la mansión y me la jugué con la repostería... Pensé que con mi poder sería cómodo, y no me equivoqué.

- Sí, tienes razón… Perdona, no quería molestarte ni nada.- No sabía si le había hecho sentirse mal. Suponía que no, pero sabía que hablar de la mansión no era fácil para ella. Le sonreí y apreté con delicadeza su mano. Ella me la apretó de vuelta y continuamos andando hacia la mansión.

Una enorme verja de metal apareció ante nosotros con la letra "X" en grande y de color dorado en ellas. Un enorme jardín con un camino adoquinado se veía tras de ella. Era muchísimo más grande que nuestra mansión en Europa, y parecía acoger a muchísima más gente. El corazón me dio un vuelco y me quedé con la boca totalmente abierta. Aquel sitio era espectacular. Entendí todo lo que Cels me había hablado de ella. Lo increíble que era vivir allí, lo mucho que llenaba aquel lugar, lo acogedor que era… Sentí envidia y esperanza. Tal vez allí encontrase gente con la que congeniase de verdad. Si eran la décima parte de Cels estaría como en casa.

De repente, una pequeña niña con rasgos aparentemente chinos se asomó al otro lado de la puerta, saludándonos discretamente. Parecía tímida, así que le ofrecí la mayor de mis sonrisas. Tenía pinta de ser una chica amable a pesar de su timidez. Me cayó bien. Dijo llamarse Xun Augustine, así que decidí presentarme yo también.

- ¡Hola! Encantado de conocerte Xun, mi nombre es Planaria Glámez.

Cels apoyó la mano en la verja y sonrió a la pequeña chica.

- Y yo soy Sasha, un placer Xun Augustine.

Yo me acerqué y le ofrecí también mi mano con una enorme sonrisa. Era menor que nosotros, eso saltaba a la vista. Tal vez fuese una alumna de allí de la mansión. Me pregunté si Charles Xavier aceptaría a nuevos profesores. Cels dijo que no tenía paciencia suficiente como para dar clase… Y yo pensé por primera vez en ello. ¿La tenía yo? Era algo impaciente, eso estaba claro, y me enfadaba cuando alguien no entendía lo que les explica. Pero solía ser con cosas más específicas, como cosas de tecnología. Tal vez… Nah, era absurdo. Ni siquiera había hablado con Xavier. Las cosas ordenadas Plana, piensa con calma y frialdad. Había ido a hablar con él y a ofrecerle mi ayuda y servicios. Lo del profesor ya se hablaría si eso en el futuro.

Y tras apoyar la mano la dejé arrastrar haciendo un ruido suave y repetitivo mientras andaba, sin despegarla de la reja.

- Hemos venido a hablar con Xavier, no te preocupes Xun, soy una antigua alumna y le tendré el mismo cariño a este sitio que el que tienes tú. - contesté con una sonrisa natural que intenté que sirviera de pretexto para que la chiquilla se sintese más y más cómoda. Mientras hablaba me fijaba en ella. No parecía tener una constitución potente pero su rostro era muy peculiar. Tenía rasgos asiáticos, el pelo muy natural pero esos ojos... Brillaban por sí solos. Seguramente ella no fuese consciente de ello pero le aportaba una belleza exótica muy peculiar y única.

- ¿Qué tal se portan contigo los profesores? ¿Están todos bien?

Y seguí así hasta estar a la altura de las puertas.

- Oye Xun, si quieres puedes acompañarnos.
Y me percaté de que no eran mis asuntos los que íbamos a tratar, si no los de Plana. Me giré y le dirigí una mirada de alarma, por si la había pifiado por hablar antes de tiempo.

Xavier había reconocido la firma de Sasha tan pronto había entrado en la mansión. Aunque no había pretendido espiar, lo cierto era que, desde la conversación con Magnus, había rebajado considerablemente sus escrúpulos a la hora de saber quién entraba en la Escuela. Con todo, le alegró saber que Sasha seguía visitando la mansión, especialmente después de todo lo que había pasado en los últimos meses.

También percibió la huella de Xun, una de sus alumnas más jóvenes, saliendo a saludar a la recién llegada. Al igual que pasara con Dianne, Xun era tímida y tenía dificultades para relacionarse con los demás, así que verla saliendo a saludar, de un modo espontáneo, a Triger era un avance considerable. Una vez más, lamentó que Celsit hubiera preferido continuar su vida lejos de la mansión antes que quedarse como profesora o asistente, porque podía ver claramente que una persona como ella sería perfecta para conectar con los mutantes más jóvenes. Por mucho que hubiese intentado mantener la escuela a niveles óptimos, el número de mutantes había aumentado tanto que le resultaba difícil encontrar personal académico, y una persona como Sasha sería perfecta para orientar a algunos de los alumnos más jóvenes. Además, tenía que admitir, también le hubiese alegrado tener a más conocidos en la Escuela.

También percibió la huella de otra persona, alguien que no recordaba haber visto antes. Varón, joven, y por lo que podía notar, extranjero. También podía notar, por la intensidad de sus emociones, que tenía una importante relación con Sasha. Y, además, también percibía unas imágenes curiosas: le daba la impresión de que aquella persona tenía algún parecido con sus alumnos de la Patrulla. Eran imágenes de lucha y agitación, de intenso trauma y conflicto, y en ellas, podía notar la presencia de otras personas, otros individuos que parecían ocupar un lugar importante (quizá abrumador) en la memoria de aquel individuo.

Sin embargo, se abstuvo de indagar demasiado. A fin de cuentas, hablar con las personas era más estimulante que extraer su mente. Con todo, aquellas imágenes le habían dejado intranquilo e intrigado al mismo tiempo.

"Buenas tardes, Sasha. Me alegro de verte por aquí de nuevo. Si te parece bien, tu invitado y tu nos veremos en la entrada de la mansión"

Salió de su cuarto y empezó a caminar hacia la entrada. En cierto modo, tenía que admitir que, a pesar de las imágenes, aquella persona parecía haber conectado con Xun, y no le cabía duda que cualquier persona que Triger conociera sería, cuanto menos, interesante. Así que se situó en el vestíbulo y esperó con paciencia a la pequeña comitiva.

Miré ahora directamente a los ojos de ambos, que tenían toda la atención centrada en mi. Obviamente porque yo estaba adentro y ellos, por lo que podía imaginar con las pistas que habían dejado, querían entrar adentro. Por un momento miré al cielo como si estuviera pensando cuando realmente solo hacía tiempo para esperar que algo ocurriera...¿Que? es una buena estrategia cuando no sabes bien que hacer, hacer tiempo ver si algo interrumpe el incómodo silencio, pero nada ocurrió así que me acerque a la reja para saludar al varón que fue el mas espontáneo en presentarse.

-Hola señor Glámez- no tenía ni idea de que edad tendría el hombre, pero cabía decir que por lo menos 5 años mas que yo tendría...bueno tal vez menos, nunca fui muy buena adivinando las edades y menos por el rostro. Acerque mi mano y se le estreché, al parecer con muy poca fuerza ya que él me apretujo la mano lo suficientemente fuerte como para darme cuenta de que había esperando una respuesta mas enérgica de mi, pero no fue así.  Escondí mi mano en los bolsillo con la cabeza gacha pero los ojos aun mirandolos.

Lo que si llamó mas mi atención fue lo que dijo Sasha, la mujer-¿Antigua alumna?- Alcé mas el rostro esta vez de verdad para que no perdiera su atención, antigua alumna, por eso ambos estaban ahí a la espera de que les abrieran la puerta, al menos la mujer, el hombre sería su acompañante ¿Tal vez para hacer una visita a sus antiguos profesores?. El caso fue que si lo era, tal y como lo decía no había motivos para no abrirles las puertas, y el profesor Xavier sabría de quienes se trataban, con mas razón aún.

-S-si! quiero decir...la mayoría suelen ser muy amables y entienden tu situación, es muy agradable estar rodeada de gente que sabe... Que puedes hacer con lo que tienes- me refería a los poderes X o incluso para algunos, de la categoría epsilon, que podías hacer con una mutación así- Vale, apartaos un momento voy a abrir el portón- Me acerque y abrí la puerta que milagrosamente no estaba cerrada con llave, sino hubiese tenido que ir al celador y contarle toda la historia hasta que finalmente me hubiese dejado la dichosa llave- Y...¿Qué vais a hacer adentro? ¿Visita? ....bueno...-Mire a Planaria que aun no sabía bien su rol- Sobre todo usted

Me quedé por un momento mkrando al hombre como examinandolo, por sus rasgos diría que a primeras parece una buena persona y no habría motivo para desconfiar de él, pero siempre se tendría que tener cuidado. En cuanto a la mujer parecía que estaba en otro mudo, miraba al infinito por alguna razón extraña, una expresión que antes no tenía.

- ¡Por dios Xun no me llames señor! Si sólo tengo veinticuatro años.- Y sonreí a la chica mientras le estrechaba la mano. Parecía ser una chica algo tímida, cortada, a juzgar por cómo agachó la cabeza después de saludarnos. Sash le ofreció acompañarnos mientras abría la puerta y se volvió hacia mí con una mirada como si hubiese metido la pata. Le sonreí y asentí enérgicamente.- ¡Claro, sin problema! Cualquier compañía de la mansión será más que bievenida.

Sash se quedó absorta momentáneamente, como si estuviese centrada en sus pensamientos. Me volví a Xun quien preguntó cuál era la razón por la que estábamos en la mansión. Decidí contárselo. Después de todo, era una alumna, asi que estaría al tanto de todo lo que sucedía allí, o al menos de casi todo. Por lo menos de las cosas que yo fuese a contar.

- Bueno, yo al igual que tú soy un mutante. Sin embargo, no vivo aquí. Yo soy de Europa. Pero en un viaje que hice en noviembre conocí a un par de chicos con poderes, así que decidí investigar. Encontré al profesor Charles Xavier y su colegio de para jóvenes mutantes y bueno, aquí estoy. Básicamente he venido para hablar con él y ofrecerle mi ayuda siempre y cuando la quiera o necesite.- La mansión era espectacular, mucho mayor que la nuestra en Europa. En parte me recordó al campus de la universidad de Munich, con un par de edificios y una enorme explanada de hierba. Algunos chicos descansaban en ella o recorrían los alrededores de la misma paseando tranquilamente. Un enorme edificio se asomaba por encima de algunos árboles. Allí debía ser donde debíamos ir.

Miré a Sasha esperando que fuese ella o Xun quienes nos llevasen hasta él. Yo realmente no tenía ni idea de a dónde había que ir, pero tenía ganas de visitar todos y cada uno de los rincones de aquel lugar. Era casi mágico. No pude evitar sonreír y deseaba quedarme allí para siempre... Pero no podía. Mi hogar estaba junto a los Abyss, allí en Europa. Pero si podía ayudar de alguna manera a Xavier y a sus compañeros no dudaría ni un momento en hacerlo. Si era cierto que todos los alumnos que había allí eran mutantes, era el sitio ideal para alguien como yo. Entendí perfectamente por qué Sash hablaba maravillas de aquel lugar. Era increíble.

- Bueno chicas, ¿nos ponemos en marcha? No quiero ser impaciente, pero este lugar me parece una maravilla.

FDI: Doy un pequeño saltito y empiezo con el motivo del post que si no nos enrollamos muy mucho. Últimamente posteo muy cortito pero de verdad que tampoco tengo mucho más que hacer XD.

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Era amable, nos abría la puerta y parecía querer proteger lo que había dentro. La chica asiática, esta... Xun. Parecía mucho más cómoda o por lo menos tranquila. Me recordaba a esa clase de chicos que aún temen los poderes que poseen en vez de aprovecharlos. No nos quedaba mucho para la entrada cuando Xavier contactó conmigo. De verdad que era encantador. Era un padre para mí como lo era para muchos, pero cada uno vivía el vínculo de una forma diferente. Se me quedó una sonrisa de enamorada ensimismada al reconocerle. En mi rostro la expresión viviente de un niño en navidad mirando dentro de su calcetín rojo. Aceleré el paso involuntariamente y cogí una mano a Xavier con dos mías, mirándole a aquellos ojos tan poderosos y potentes como el cielo...
Le sonreí con la naturalidad tan característica mía y me giré hacia Planaria. Estaba tan nerviosa, eufórica y llena de vida. Era increíble la sensación que me entraba cada vez que pisaba la mansión y cada vez que le veía.

Pero no estaba hoy de visita. Recordé el motivo y me giré mirando a Planaria. ¿Un penique por sus pensamientos? Seguramente en su interior estuviese como un flan. O una pequeña parte de él. Me puse a su lado y pasé mi brazo por encima de sus hombros sonriéndole a él y a Xavier.

- Él es Planaria Glámez, y tiene un poder eléctrico bastante interesante, aunque no tanto como la propuesta que quiere hacerle. - Miré a Plana y le guiñé un ojo mientras le soltaba y señalaba al profesor con la palma de la mano - Y él es evidentemente Charles Xavier. Cualquier cosa que diga se va a quedar corta para describirle. Conocerle es un regalo - Charles me conocía, no era peloteo, eran parte de los sentimientos más claros que he tenido nunca.

Miré a Xun y le dediqué una sonrisa. A partir de ahí me dediqué a dejar que esos dos hombres fantásticos se conociesen.

Sasha Triger era tan cálida y radiante como siempre. La pintura que ofrecía junto a Xun le pareció una alegoría interesante: por un lado, estaba la joven y retraída alumna, que aún tenía que aprender a manejar sus poderes y, en general, a conocerse a sí misma; y por otro, estaba la alumna que se habia convertido en toda una mujer, la persona que había conseguido pasar por todas las dificultades del crecimiento y que había conseguido superarlas. Era algo por lo que todas las personas tenían que pasar, claro, pero en el caso de los mutantes, se trataba de una transición particularmente difícil. Por eso, cuando algunas lo conseguían y se convertían en personas completas y a gusto consigo mismas, como Sasha, se convertían en la prueba viviente de que la Escuela servía para algo y marcaba una diferencia en la vida de las personas.

Era algo parecido a tener hijos, reflexionó cuando empezó a observar detenidamente a Planaria. Era casi como si tu hija se presentara en tu casa con su primer novio: había un ambiente de tensión y expectativa debajo de toda la relajación del ambiente, como si el humor del resto del día fuera a depender de su actitud con el recién llegado. Y la verdad es que aún tenía que decidirse por la actitud que debería mostrar ante este joven. No tenía nada que ver con la personalidad de Planaria (todo parecía indicar que era una persona amable y abierta, aunque podía notar que debajo de ello existían ciertas capas de inseguridad que habria que tratar en su debido momento), sino más bien con su trasfondo. No era la primera vez que Xavier acogía a un ex-miembro de otro grupo en su casa; ni siquiera era la primera vez que acogía a una persona que hubiese pertenecido a un grupo de moralidad dudosa. Pero sí era la primera vez que acogía a alguien en una crisis como ésta, y dadas las circunstancias, era necesario que dejara una impresión y ejemplo importante.

Así que, por el momento, mantuvo su semblante severo mientras se dirigió a Planaria:

- Es un placer conocerle, Planaria. Si le parece, Celsit y usted pueden acompañarme al despacho, donde podremos discutir las condiciones de su...estancia en la Escuela

Mantuvo el tono lo más neutro posible, la frase lo bastante ambigua. Esperaba que esa recepción hubiese sido lo bastante desarmante para poder preparar su siguiente frase, con la que podría empezar hablando claro:

- Mientras caminamos, agradecería que me hablase un poco de usted. Estaría especialmente interesado en conocer la naturaleza de su relación con Celsit, así como su anterior en los Abyss Knights. Se llamaban así ¿No es cierto?

Empezó a moverse en dirección al despacho, pero manteniéndose pendiente de los movimentos del joven. Su reacción y respuesta a estas preguntas iban a ser determinantes para poder juzgar su carácter, y no quería perderse nada.

Mis ojos traspasaron la barrera de la vergüenza para encontrarse con los del señor que al parecer, no era tan señor como yo había imaginado, ¿Solo veinticuatro años? Dios mio, jamás lo hubiera podido imaginar, nunca fui muy dada a poner edad a la gente sobre todo porque me relacionaba con gente de mi edad (lo poco que lo hacía) y cuando lo hacía no era necesario preguntar la edad pues ronaria la misma que yo, pero de ahí a llamar señor a un hombre que solo me superaba por cuatro años... Existía cierto abismo que había sobrepasado en cuanto a cosas que no debía hacer ni mencionar bajo ningún concepto, mas aun, por que a cualquier persona se le caería la cara de vergüenza y mas siendo yo quien soy...por lo menos me conocía y supe que el salvaje sonrojo que me invadió todo el rostro no era de una alergia ni nada parecido sino de haberla cagado tantísimo con su edad, es decir, prácticamente le había llamado viejo a la cara.

-¡l-lo siento muchísimo! y-yo.....es que....es que yo, ¡Vera! digo, verás...-acabe tan escandalosamente roja que agaché de nuevo la cabeza y me disculpe como unas diez veces seguidas. Sin darme cuenta me subí la cremallera de la chaqueta azul que siempre llevaba como acto reflejo para ocultar mi cara, literalmente quería que la tierra me tragase para no sentir mas esa verguenza. Por súbito y seguramente para calmar mis nervios en ese momento, pensé que cualquiera se podría equivocar de edad con Planaria, tenía rasgos ya marcados y una barba que le cubría media cara tipo vagabundo.

Pero algo me despertó me mí ensoñación y remolino absurdo de timidez y vergüenza cuando mencionó Europa. Muy pocas personas eran europeas al menos de las que había allí y él lo era. Alce de nuevo mi rostro para mirarlo ya solo con un leve tono de rosa en mis mejilas  completamente concentrada en la palabra que había dicho.

-Eh....¿Eres de Europa? ¿De donde? yo...yo soy de Francia- una pequeña parte de mi recé para que él fuese de alguna parte francófona y así por primera vez años hablar con alguien en francés y no tener que recordar mi idioma y mi país por videos de youtube o...peliculas en francés.

Poco duraron mis fantasias  con él pues tenían prisa por ver a Xavier. Yo obediente les guié o eso creí que hacía porque la mujer, la cuál en algunos momentos no dejaba de echarme el ojo encima, sabía exactamente donde estaban las cosas y eso me alivió un poco más porque era una prueba irrefutable de que había estado con anterioridad en la escuela y por lo tanto que en un pasado realmente fuera alumna. Una nunca se podía fiar de nadie, menos en tiempos como esos.

Pero una vez más mis preocupaciones fueron disueltas esta vez a manos de Xavier que reconoció a Sasha de inmediato y la saludó casi como si fuera una hija que hacía años que se había emancipado. Pude notar igualmente como había cierto destello de admiración y orgullo en la mirada de ambos y como sabían casi con una mirada que pensaba el otro o que estaba sucediendo aun que Xavier lo sabía literalmente...Y ese asunto estaba sin duda relacionado con Planaria. Creo que entendí que estaba ocurriendo y me sentía bastante fuera de lugar por lo que me retiré un poco de aquella conversación

- No te preocupes mujer, la barba me hace aparentar ser mayor, para qué negarlo.- Y me pasé la palma de la mano por mis mejillas, acariciando suavemente la barba. Me gustaba llevarla. Me daba un aspecto algo más rockero, por así decirlo. Algunos decían que era barba de mendigo. No tenían ni idea. Mi barba estaba muy bien cuidada, y me preocupaba de que siempre estuviese limpia... Y, aunque jamás lo habría reconocido, algunas veces me echaba una crema que hacía que oliese bien mi cara. No era muy de cuidarme tanto, pero ahora que tenía a Cels danzando en mi vida me apetecía cuidar detalles que aparentemente podían ser algo tontos.

Comenzamos a andar hacia lo que parecía ser el edificio principal de la escuela, y la pequeña Xun preguntó de qué parte de Europa era. Ella dijo ser de Francia, y con una sonrisa, me volví a ella.

- Oh, de la France! Je ne suis pas français, je suis de Genève, mais je parle français. Ici, nous avons discuté très souvent, avec l'allemand, l'italien et l'anglais. Je parie que vous n'avez pas écouté pendant que quelqu'un parle dans votre jugement de la langue maternelle de votre commentaire jajajaja.- Y le guiñé un ojo cómplice. Parecía una chica un poco tímida y cortada, y que alguien te hablase en tu idioma natal ayudaba a cualquiera a soltarse un poco. Siempre y cuando su idioma no fuese el chino... Ella era china, ¿verdad? Joder, me hacía un lío brutal entre los chinos, los coreanos y los japoneses. No quería parecer racista ni nada por el estilo, pero era incapaz de diferenciarlos. Si alguna vez coincidía con ella en el futuro y tenía confianza le preguntaría de qué parte exacta era.

Apenas habíamos recorrido un trecho, un hombre calvo y bien vestido apareció ante nosotros. Cels pasó su brazo por encima de mis hombros e hizo las presentaciones pertinentes. Ese era el famoso Charles Xavier. En realidad le había reconocido gracias a las fotos que encontré en internet. Pero ahora qu elo tenía delante parecía mucho más cercano y amigable. Estiré mi mano hacia él y le mostré una amplia sonrisa.

- Es un placer conocerle, señor Xavier. Cels me ha hablado maravillas de usted. Además, es una eminencia dentro del mundo mutante.- A pesar de que tampoco estaba muy puesto en ese mundillo desde Europa, cualquier mutante sabía quién era Charles Xavier. Yo le conocía de alguna vez que me lo habían nombrado, pero no fue hasta mi primer viaje a Nueva York a principios de noviembre cuando comencé a investigar acerca de él. Descubrí que, no sólo era uno de los mutantes más poderosos del mundo, sino que su afán por que tanto mutantes como humanos conviviésemos en el mundo sin peleas ni discusiones había sido una de sus mayores prioridades a lo largo de su vida. Sus trabajos eran impresionantes, al menos los que había leído. No negaría que estaba nerviosísimo, ya no sólo por estar ante él, sino por la impresión que podía dejar en su persona. Después de todo, venía a través de Cels, y no quería dejarla en evidencia. Ni a ella ni a mí.

Entramos en la escuela y seguimos a Xavier. Me preguntó por Cels y por los Abyss, aunque por sus palabras creí que pensaba dejar a los Abyss. Yo sonreí y me limité a responderle lo más sinceramente y amablemente que pude.

- ¡Oh, no no, no quiero dejar a los Abyss Knights, señor Xavier! Ellos son como mi familia, y aunque tenemos algunas diferencias, les quiero. La razón por la que estoy aquí es por mi naturaleza mutante. Quiero decir, soy el único mutante de nuestra pequeña organización, y después de un viaje que realicé a esta ciudad a principios de noviembre me percaté de que se necesitaba ayuda allí donde hubiese alguien. Nosotros nos dedicamos a proteger Europa, pero no sólo esta peligra. Mi idea es seguir con ellos, al menos de momento.- Miré de reojo a Cels. Aún era muy pronto para decir nada, pero si nuestra relación continuaba bien, quién sabe. Lo mismo en un futuro lejano decidíamos formar una familia y demás. Y entonces supuse que querría tener algo de independencia o algo así. Pero retiré esos pensamientos de mi cabeza casi al instante. ¡Por dios!, ¿apenas llevamos tres dias saliendo y ya piensas en formar una familia? Cómo se notaba que llevaba toda la vida sin pareja.- De todas formas, usted es una eminencia mutante a nivel mundial, y me gustaría ofrecerle mi ayuda, conocimientos y servicios desde el día de hoy. No le pido que me acoja en su escuela en este momento, sólo que si alguna vez necesitan ayuda al otro lado del charco, o si alguna vez le gustaría contar con mi apoyo, no dude en hacerlo. Estaré encantado de ayudar en la medida de lo posible. Después de todo, aún no conozco del todo el alcance de mis poderes ni la potencia de estos, y tal vez usted pudiese ayudarme o aconsejarme para poder mejorarlos o ser mejor en todos esos aspectos de mi vida...

No mentía. Aunque la escuela era una pasada, los Abyss eran mi familia. Ellos habían cuidado de mí todos estos años, y les debía eso y más. Pero sí que quería ayudar más allá de Europa. Tanith era un poco reticente a que saliésemos del viejo continente de misiones. Para ella, Zenn era un peligro lo suficientemente grande como para que andásemos zascandileando por otros lugares. Yo tenía una ligera sensación de ahogo, como si necesitase hacer algo más. Quería hacer algo más. Sabía que podía hacer algo más. Tanith era lo más parecido a una madre que había tenido, pero a veces era demasiado estricta o sobreprotectora. Era cierto que muchas veces me dejaba llevar por mi temeridad, justificándola con mi factor de curación y la dificultad que tenían mis enemigos de matarme. Pero quería volar. Quería sentir que no sólo podía ayudar en mi país o en mi continente... Quería saber que podía ayudar allí donde me necesitasen. Que no era una especie de policía con poderes que no va más allá de su legislación. Además, ahora que tenía a Cels conmigo, sería más fácil ayudar a aquellos que me necesitasen. ¡Celsit! Caí en la cuenta que no le había respondido a su pregunta, así que antes de continuar, sonrojándome un poco, la miré y sonreí a Xavier.

- Bueno, con Sasha... Digamos que hace tiempo que nos conocemos. Fue en mi viaje aquí a Nueva York. Una divertida historia, la verdad. Durante todos estos meses hemos hablado casi a diario, contándonos nuestros problemas y temores, nuestras alegrías y tristezas... Y bueno, al final surgió el amor, por así decirlo. Suena a cursilada y un poco historia de cuento... Pero me gusta esa historia de cuento.- Y guiñé un ojo a Sasha. Sabía que ella me respaldaría, o eso quería pensar. Ya suficiente palo me había dado contar un poco la historia. Era bastante tímido en el aspecto amoroso. Pero si había una cosa que sabía a ciencia cierta, es que ella era una persona muy importante en mi vida, y daría lo que fuese por ella.

FDI: Post cortito! Es una idea, si no os gusta me lo decís. En principio quiero separar a Xun y Cels por un lado y a Xavier y Plana por otro para aclarar las conversaciones y que así Xun no se quede fuera en una conversación que no le incumbe. Ante cualquier cosa me decís.

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La conversación fluía sola, y miraba a esos ojos profundos que durante tanto tiempo me dieron lecciones. Y luego mi mirada se desviaba a los ojos barnizados del suizo. Sonreí aliviada, y aunque sé que Xavier confiaba en mí, como yo también confiaba en él, supuse que preferiría reunirse con él a solas. Me paré justo antes de entrar al despacho. Sabía que Charles lo prefería y entendía que yo me parase y les dejase su espacio. Miré a Xun con una sonrisa.

- No te preocupes... ¿te apetece sentarte un rato conmigo? ¿Te gustan los dulces? - Le sonreí con total naturalidad y viendo cómo las espaldas de los dos hombres a los que más quería se alejaban, esperé a que Plana me mirase pidiendo socorro, con un guiño en la recámara que decía " a por ello, tigre".

Me senté en uno de los bancos cercanos en medio del pasillo y esperé a que la chica (por sorpresa) francesa se sentase a mi lado. Sin duda tenía una historia bastante interesante que contar detrás, y esas minas de oro acababan resultando las mejores personas. Me saqué una tarjeta del bolsillo trasero del pantalón irguiéndome para poder meter la mano, y se la cedí antes de que llegase.

- Estoy para lo que necesites, aunque sea el móvil del trabajo - esta escuela es maravillosa.

FDI: Por mí perfecto, así todos podremos rolear sin que nos pisemos las conversaciones y sin tener que apartar a nadie del post ^^.

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Mmmm...quizá no debería haberse mostrado tan duro desde el principio. El joven Planaria mostraba despreocupación por los cuatro costados. Incluso cuando mostraba timidez, tenía una cierta facilidad para expresarse que resultaba relejante. No todos los días se encontraba gente que podía expresarse con tanta franqueza, y cuando se es un telépata, ese tipo de personalidad resultaba mucho más cercano y ameno.

Mientras oía al chico, pudo notar por el rabillo del ojo cómo Sasha se alejaba para hablar con Xun. No pudo evitar sonreír un poco: por muchos años que pasasen, Celsit siempre se acercaría a las personas más necesitadas, fuesen compañeras de clase como Lilith o recién conocidas como Xun. No pudo evitar notar que Planaria había exhibido la misma disposición cuando entraron en la Escuela, y se preguntó si compartirían más cualidades.

El transcurso de sus pensamientos le había acabado relajando las facciones. Xavier empezó a disminuir el paso y se puso al costado del joven. Su tono abandonó la dureza inicial y trató de mostrarse más abierto:

-Entiendo, entonces usted y la señorita Sasha se conocen desde hace poco. En ese caso, no seré yo quien invada su privacidad. Le ruego que disculpe mi indiscreción. - se permitió una última sonrisa mientras añadía - Por el momento, creo que haremos bien en dejarlas un rato a solas. Sígame, por favor.

Finalmente, habían llegado a su despacho personal. Cada vez que recibía a alumnos y visitantes, trataba por todos los medios de llevarlos a su santuario personal. Se trataba de algo más que un despacho de trabajo (aunque comodidades no le sobraban): también era un pequeño monumento a los logros de su sueño, el sueño que había compartido con sus alumnos desde hacía años. Las paredes estaban cubiertas de todo tipo de fotos: allí estaba la que se hizo cuando se reunió con el senador Kelly, aquella en la que Cíclope saludaba al general de Ciudad del Cabo tras su primera misión, aquella en la que Emma y Banshee daban clase a unos jóvenes...pero las más importantes para él eran las fotos de las distintas Patrullas, todas y cada una de las encarnaciones, ordenadas de un modo casi obsesivo a lo largo de la mesa. Le hacían sentirse orgulloso y, al mismo tiempo, melancólico. Le recordaban malos tiempos, pero también le recordaban sus éxitos más importantes.

Con un gesto, invitó a Planaria a sentarse en la principal silla de invitados:

-Si desea algo de beber, no dude en pedírmelo. Yo me serviré un té, si no le importa. - siempre guardaba una reserva de cápsulas y un hervidor lleno. Uno de los mejores inventos de la humanidad, no le cabía duda - Si le he entendido bien, la razón por la que ha venido aquí es por que quiere conocer su condición. Deduzco, por lo tanto, que no sabía que era mutante hasta hace poco ¿Me equivoco? - Tras servirse el té, se apoyó en la mesa y continúo hablando mientras daba pequeños sorbos a la taza - Sin embargo, hay una cosa que no acabo de entender. Según me acaba de explicar, su relación con los Abyss Knights se mantiene amistosa y cordial, pero ha decidido marcharse de Europa ¿Significa eso que ha dejado de ser un miembro activo? ¿Quizá para poder pasar una temporada aquí y conocer sus habilidades? - Se recostó en su propia silla mientras paraba a mirar directamente a Planaria - Déjeme hacerle una pregunta, señor Gámez ¿Qué cree que esta Escuela representa exactamente? ¿Qué cree que hacemos aquí para la comunidad mutante?

Cels se marchó con la pequeña Xun, lanzándome una mirada de apoyo y sonriéndome. No pude evitar sentirme un poco como el novio que va a conocer al padre de la novia por primera vez, y que este le hace las típicas preguntas comprometidas o embarazosas para comprobar si su hija es merecedora del muchacho o no. Sin embargo, Xavier era todo lo contrario al típico padre de película. Era educado, atento, respetuoso... Eso me ayudó a relajarme un poco, ya que, para qué negarlo, estaba un pelín nervioso. Me sentía un poco mal por no saber mucho más de un miembro tan importante de la comunidad mutante, y, como cuando estudias el día antes para un examen importantísimo, me había pasado las noches anteriores a mi viaje a Nueva York estudiando todo lo que pude acerca de él y la patrulla de los X-men.

Asentí tras sus palabras acerca de que dejásemos a las chicas hablar de sus cosas y entramos en lo que debía ser su despacho o algo así. Vi que tenía un montón de fotos de lo que debían ser compañeros y amigos suyos. Miembros de la patrulla seguramente. Recorrí estas con la mirada, maravillándome de la cantidad de mutantes que había además de nosotros. Al ser de los pocos mutantes de los que era consciente en Europa, siempre había creído que éramos un número mucho menor. Cada día parecía conocer a uno nuevo, más impresionante que el anterior. Vi cómo se servía un te, y tras su ofrecimiento le pedí otro. Nunca rechazaba una invitación a una bebida caliente, aunque en mi condición de suizo habría preferido que fuese chocolate.

- Bueno, no tan poco tiempo. En realidad, no recuerdo bien el origen de mis poderes. Mi compañera Tanith, la actual líder de los Abyss Knights, me dijo que estos aparecieron en un accidente que tuve de niño en el cual murieron mis padres. Con el paso de los años aprendí a controlarlos, y a la edad de trece años era capaz de usarlos perfectamente. Durante mi adolescencia me convertí en una especie de guardián allí en mi ciudad natal, luchando contra criminales que intentaban robar los secretos mejor guardados del planeta o simplemente una pequeña joyería. Digamos que siempre he tendido al lado de los buenos, por así llamarlo.- Y le sonreí. Tener un poder sobrenatural tenía muchísimas responsabilidades. Ya no sólo para con uno mismo, sino para con el resto de la gente, muchos de los cuales nos veían como aberraciones o monstruosidades. La caza de mutantes y entidades era bien conocida, y durante toda mi vida tuve que mantener el anonimato lo mejor que pude.- La razón de mi viaje a Nueva York son varias razones. La última vez que estuve fue a principios de noviembre, donde conocí a Sasha y a un grupo de mutantes además de ella y yo. Fui consciente de que no era el único mutante que había, que de hecho aquí parecía haber más, y empecé a investigar. Encontré su nombre y todas las cosas que había hecho por nuestra comunidad durante toda la vida y me quedé totalmente impresionado. Vine aquí para hablar con usted y conocerle. Me parecía algo necesario como mutante, aunque mi estancia aquí sea breve. También quería aprovechar para visitar a Sasha, pues ella siempre me ha tratado bien, incluso cuando descubrió mis poderes. Nunca tuvo miedo ni se alejó de mí. Y hasta hace un par de días no sabía que ella también tenía jajaja. Eso ayudaba un poco la verdad. Eso es un poco la razón de mi viaje. Ofrecerle mi ayuda, conocerle y hablar con usted, por si puede ayudarme o enseñarme algún que otro truquillo acerca de mis poderes o acerca de nuestra naturaleza. Y en cuanto al qué representa esta Escuela, según lo que he investigado y me ha contado Sasha, creo que es un lugar de acogida y educación para todos los mutantes que la pidan, para enseñarles a controlar sus poderes y ayudarles a poder llevar una vida perfectamente normal, manteniéndose un poco en el anonimato pero conviviendo con los humanos sin problemas, y de vez en cuando enfrentarse a posibles amenazas que asolen el planeta, sean del tipo que sean.

Eso había deducido yo. Después de todo, eran muy parecidos a nosotros, los Abyss, con la diferencia que nosotros éramos más bien educados para luchar contra los villanos y punto. Las relaciones con la gente normal no estaban tan en el orden del día. Meramente Tanith intentaba evitar los contactos a ser posible pues de vez en cuando había roces con ellos. Eramos una organización clandestina, sin respaldo del gobierno ni el ejercito ni seguridad. Lo hacíamos todo por nuestra cuenta, siempre dentro de la ley. O al menos eso intentaba yo.

Xavier escuchó atentamente la historia de Planaria. Por lo que parecía, se trataba de un caso claro de manifestación prematura del gen-X, un fenómeno bastante poco común: la mayoría de los mutantes experimentaban su transformación como consecuencia directa de las turbulencias hormonales propias de la adolescencia, y sólo los casos donde la persona poseía una cantidad inusual de genes alterados manifestaban su condición en la niñez. Afortunadamente, eso no parecía haber afectado de una manera particularmente negativa a la infancia del chico. Su historia de cómo se convirtió en protector de la ciudad en la adolescencia era similar a la de otros alumnos que había tenido, como Tormenta o Ángel. Sin duda, esa disposición de usar sus poderes para algo constructivo explicaba su actitud tan abierta y honesta. Resultaba reconfortante poder tratar con una persona que parecía mostrar tanta seguridad en sus capacidades y en su uso.

Eso también explicaría que sus motivaciones por acercarse a la Escuela fueran tan...despreocupadas. Si acaso, notaba en él una curiosidad por saber qué era lo que representaba la Escuela, lo que implicaba ser un mutante en unas condiciones como las que se presentaban en Nueva York. Quizá, también, deseaba saber más sobre el mundo del que venía Sasha, y si acaso, saber qué papel podría tener él en ese mundo.

Pero ya valía de especulaciones. Era hora de responder:

-Mmmm...entiendo. De modo que, si le he entendido bien, usted lleva toda su vida sin apenas haber conocido a otros mutantes, o para ser exactos, sabiéndose metahumano, pero no específicamente mutante, y ahora desea conocer un poco más lo que significa ser uno. Bueno - suspiró un momento y, dejando el té en la mesa, empezó a mirar por la ventana al jardín - Eso es una cuestión que resulta un tanto difícil de responder, la verdad. En el mejor de los casos, se trata de una experiencia tan personal que cada individuo le dará una respuesta diferente. Lo mejor que puedo decirle es que, al menos para mí, ser mutante implica dos cosas: primero, conocerse a sí mismo y aceptarse, sin que otros te digan lo que deberías ser; y segundo, reconocer las responsibilidades que implica ser distinto, especialmente cuando se tienen poderes como los nuestros - Volvió a girarse, tratando de sonar un poco más relajado. Cada vez que le preguntaban por la comunidad mutante, no podía evitar deambular en su significado - Supongo que, en la práctica, lo que quiero decirle es que realmente depende de usted. Ya tiene una vida con los Abyss Knights como héroe, y no tiene por qué verse afectada ahora. Sin embargo, si elige formar parte de la Escuela, sea para hospedarse aquí unos pocos días o para quedarse durante un tiempo largo, deberá tener en cuenta ciertas responsabilidades.

Ahora que estaba volviendo a ponerse serio, decidió sentarse de nuevo y beber un pequeño sorbo de té antes de continuar:

-Lo primero de todo es que deberá aprender a convivir con otros mutantes. Eso puede sonar redundante, pero no resulta tan fácil cuando muchos de los que viven en la Escuela han tenido unas vidas y sufrido unos percances que les ha dificultado enormemente aceptarse a sí mismos. En algunos casos, esto puede limitarse a tener unos compañeros de clase difíciles, pero en otros, implica aprender a confiarle la vida a personas con las que jamás se imaginaría uno congeniar. Quiero aclararle esto desde el primer momento, señor Glámez: la Escuela es una familia, y aunque muchos de nosotros acabará dejándola, esos lazos no se van nunca. Y si usted decide relacionarse con ella, acabará desarrollandolos, de una manera o de otra. Y, como es natural, con los lazos viene una responsabilidad ¿Entiende lo que quiero decir? No se trata únicamente de un centro de aprendizaje, es una comunidad, y si decide quedarse por aquí, acabará formando parte de ella. - Ya estaba bien. Era mejor rebajar el tono un poco, antes de que su discurso empezara a incomodar a su invitado de verdad - Por supuesto, todo esto suena muy...teórico ahora mismo, y puede sonar que estoy hablando de cosas a largo plazo. Pero créame, por experiencia propia, es mejor prevenirle ahora antes de que le pase sin que se dé cuenta.

OCC:

Las palabras del profesor sonaban, cuanto menos, razonables. Entendía su postura y que quisiese advertirme antes de dejarme entrar en la mansión. En realidad, yo no quería ser miembro de los X-men, al menos de momento. Tenía a los Abyss que eran mi familia, y entendí lo de la familia. Era la misma unión que manteníamos nosotros. Cuidábamos los unos de los otros, protegiéndonos de los peligros, y arriesgándonos por que todos estuviésemos a salvo. También había dejado mi vida en manos de mis compañeros, incluso de Tom, el menos experimentado. Conocía bien lo que era tener una familia que no era tu familia carnal, y sabía que con eso no habría tenido problema. Poca gente podía haber más maniática que Tanith. La quería, pero era maniática hasta rabiar. Así que cuando me explicó cual era la situación, que debía entender que aquello no era como un campamento de verano, sino que existían unas responsabilidades y demás lo entendí a la perfección.

- Entiendo profesor. Es algo parecido entonces a lo que tengo yo con los Abyss. A una escala algo menor, pero en el fondo viene a ser lo mismo prácticamente. Me alegra saber que puedo ayudar siempre que lo necesiten, y que también ustedes pueden ayudarme. La verdad, desde el choque de universos todo ha sido muy distinto. Hay más seres con poderes y la gente está más asustada. Yo lo he notado al menos. Es más común que nos miren mal o nos traten a patadas casi sólo por tener poderes.- Si ya había sido duro vivir antes de la colisión, ahora la cosa era mucho peor. La gente seguía con la convicción de que había sido culpa nuestra, que los seres con poderes habíamos creado algo para que hubiese más como nosotros, y así esclavizar a la raza humana. Hombre, algunos había con esos sentimientos, claro está. No todos éramos seres bondadosos que buscábamos proteger a los débiles e inocentes. También los había que querían reducir el mundo a cenizas y convertir todo en un páramo de muerte y soledad. Y por eso era tan importante que los que compartíamos unas ideas parecidas nos mantuviésemos unidos.- Pero bueno, creo que eso era todo lo que tenía que contarle en realidad. Tienen mi apoyo y ayuda por si alguna vez lo necesitan. Solemos movernos dentro de Europa, aunque alguna vez damos un salto al otro lado del charco, así que si alguna vez necesitan lo que sea, estaré encantado de ayudar.

Nos levantamos y el profesor me dio la mano, ofreciéndome su apoyo y ayuda siempre que la necesitase. Salimos de su despacho y allí estaba Sasha, con una sonrisa de oreja a oreja por la charla que habíamos tenido. Estaba seguro de que se imaginaba lo que me había dicho, y a juzgar por mi cara todo había ido sobre ruedas. Entonces el profesor se adelantó y le sonrió.

- Lo que no me esperaba cuando me dijiste que tenías algo que contarme es que, además de presentarme a este buen muchacho, era que la joven Sasha volvería a ser una miembro de los X-Men. Bienvenida de nuevo a la familia.- Eso tampoco me lo esperaba yo ni de lejos. ¿Sasha era ahora una X-Men? ¡Qué fuerte! ¡Qué calladito se lo tenía! Sonreí al ver el abrazo entre el profesor y su alumna, cálido, sincero, como el de un padre cuando su hija le anuncia que va a vivir cerca de la familia. No es que hubiese dejado de ser miembro de aquella familia en algún momento, pero ahora volvía a estar cerca, volvía a formar parte de algo que hacía tiempo que no formaba, o esa fue la sensación que me dio. Quién sabe si que el otro día saliésemos de aventura nocturna había tenido algo que ver. Pero si era así, me alegraba de corazón de haber ayudado a Sasha a volver a creer en sí misma como defensora de los inocentes. Además, el traje le quedaba de muerte.