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Rojo es el color de la sangre [Hiedra Venenosa] 25 de Marzo de 2018
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Hellboy Dark Horse Universe
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Mensajes : 1081 Fecha de inscripción : 26/04/2014 Localización : Donde haya algún cabronazo Empleo /Ocio : Pateador de culos sobrenaturales a jornada completa Humor : ¡No juegues conmigo, mujer! ¡He estado bebiendo con esqueletos!
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Tema: Rojo es el color de la sangre [Hiedra Venenosa] 25 de Marzo de 2018 4th Julio 2014, 01:26
Habían pasado cinco días escasos desde que toda la historia del jinete Hambre había terminado en Escocia. El B.P.R.D encabezados por Hellboy y Abe habían seguido la pista de un acontecimiento extraño en el famoso torneo de hípica inglés "Grand National". Allí, una muchacha rubia conocida como Rebecca Logan se les unió en la cacería del jinete hasta que consiguieron darle muerte. Quedaron como amigos y compañeros, y llevaron a la muchacha de vuelta a su hogar, un pequeño rancho situado a las afueras de la terrorífica ciudad conocida como Gotham. La muchacha había luchado con valentía, demostrando su casta y fuerza más allá de lo que la mayoría de los hombres habrían aguantado. Naturalmente, el cansancio, las magulladuras y las heridas necesitaban algo de tiempo para sanarse, cosa que le llevaría al menos unos cuatro o cinco días de descanso.
El enorme demonio se había encariñado con la vaquera, aunque no lo reconociese. Le había salvado la vida un par de veces, y tras ver su verdadero yo en la "Caverna del alma" se había quedado conmovido con su historia. Decidió ir a hacerle una visita de cortesía y a ofrecerle ir a la sede del B.P.R.D en Fairfield, Connecticut. Por regla general, los únicos humanos que entraban ahí debían pasar bajo la supervisión de Tom Manning, el director de la organización. Sin embargo, debido al valor demostrado y su increíble actuación Hellboy argumentó que, al menos, debía darle el derecho a visitar la sede. Los miembros de esta, encabezados por Abe y Johann Krauss, vigilaban el planeta las 24 horas del día esperando el ataque del siguiente jinete, tal y como había profetizado Hambre. Hasta entonces, disponía de algo de tiempo para visitarla e informarla en persona.
El helicóptero aterrizó a las afueras, lejos del rancho. Según fuentes de información, una fuga en una importante prisión de la ciudad había provocado un gigantesco aumento de la seguridad, de manera que Rojo tenía que andar todo el camino hasta el rancho de Rebecca. Llevaba un par de horas andando cuando se metió de lleno en un gigantesco y espeluznante bosque. Apenas se veía nada, y tuvo que encender la pequeña linterna que iba atada en su cinturón para no caer en algún agujero o tropezarse con las raíces que recorrían el suelo como garras infernales, dispuestas a apresar a cualquier incrédulo lo suficientemente estúpido como para adentrarse en aquel impenetrable lecho de árboles. Gotham era una ciudad plagada de criminales, pero los sensores y satélites del B.P.R.D no habían encontrado señal alguna de entes o criaturas sobrenaturales, de manera que Hellboy únicamente llevaba "El Samaritano" de arma, y no tenía intención de usarlo.
Poco a poco, la respiración fue haciéndose cada vez más pesada, y los árboles se volvían más anchos, dejando a penas espacio para cruzarlo. El demonio debía hacerse paso a base de fuerza, dejando algún que otro árbol con las raíces al aire.
- Malditos árboles de mierda… No podía vivir en un sitio más cómodo, ¡no! Tenía que ser en un puñetero rancho a las afueras, cerca de un jodido bosque… ¡Quita maldito árbol!- Y con la mano de piedra empujó un enorme roble como si fuese de papel.
De repente, entró en un claro muy distinto al resto del bosque. Allí, la hierba era verdosa y frondosa, llena de pequeñas flores de todos los tamaños y colores. Se respiraban miles de aromas venidos de todos los rincones del mundo. Cientos de pequeñas semillas flotaban por todo el claro, emitiendo algún que otro destello dorado. Los rayos de sol entraban de lleno, haciendo brillar hasta la última brizna de hierba del lugar. Casi parecía sacado de una película. Y en el otro extremo, un gigantesco árbol se alzaba majestuoso, vigilante. El resto de plantas parecían inclinarse ante él. Y en medio del árbol, enroscada con varias lianas, una hermosísima mujer desnuda con una enorme melena roja como la sangre y la piel de un blanco verdoso, acariciaba las ramas y hojas que la rodeaban. El demonio se acercó hasta estar a pocos metros de ella y la llamó.
- ¡Eh! ¡Señorita! ¿No le parece un sitio un poco extraño para ponerse a hacer top-less?
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Tema: Re: Rojo es el color de la sangre [Hiedra Venenosa] 25 de Marzo de 2018 4th Julio 2014, 03:42
Lo que parecía una mañana normal se tornó al peor de los infiernos. Mi día se tiñó de un rojo intenso y demoníaco. Nunca me gustó el rojo. Estaba en mi hogar, cómoda, natural... Y todas me avisaron. Algo venía. Era grande, raro.. Algo fuera de los conocimientos terrestres sobre lo estándar. Para cuando él vino yo ya estaba preparada. Sauco y Robles habían sido movidos y arrancados. Me senté en un trono que las raíces de Cerezo amablemente me cedieron. Él se acercó pisoteando la virginidad de mis tierras con sus enormes zapatones. No me conocía. Y no pensaba darle tregua por esa excusa. Me avisaron de que tenía un gran tamaño y aproveché la ventaja para ingerir cantidades de afrodisíacos que utilizaría a su favor... Nuez, cacao y mi favorito, incluido en la receta de la famosa pastilla azul del levantamiento masculino, ginseng. Potenciado con el acelerador natural de mis venas, un beso te haría no poder levantarte. Un poco de aliento haría que me concedieses un par de favores. Varias lianas Se me enredaron y me ayudaron a pasar parte de mi energía a los hermanos caídos.
¡Eh! ¡Señorita! ¿No le parece un sitio un poco extraño para ponerse a hacer top-less?
Con los ojos cerrados ignoré su presencia un par de segundos mientras en un sonido crujiente y retumbante mis queridos árboles se erguían con el orgullo que se merecían ante tal gesto de desprecio. Abrí los ojos. Creí estar adecuada a todo lo que se me presenciase. Conocía la existencia de extraterrestres, Batman, todo Arkham... Pero he de reconocer que aquello fue interesante... Realmente interesante. Había un gorila gigantesco de color rojo amapola, pero quién era yo para juzgar por el color de la piel... Estaba vestido como si no tuviese más remedio, mal colocado en mis dominios.
- ¿Vas a darme lecciones de lo extraño, tú que atraviesas un paraíso mientras lo destruyes? - me levanté. Todo a su tiempo. No había venganza más dulce que la inesperada y ligeramente tardía, para saborear el dulce sabor de arrebatarle a tu enemigo la sensación de control. Avancé hacia él los dos metros que nos separaban, con mi contoneo usual y una sonrisa agresiva en mis mortales labios. ¿Quién se creía? Le di un repaso visual de abajo a arriba justo antes de llegar allí. Antes de la cintura no tenía nada interesante salvo lo que parecía ser un rabo animal. En uno de sus brazos tenía un puño artificial de lo que estaba segura sería un peso bastante considerable. Algún tipo de arma, supongo. En el costado derecho la funda de un arma dentro del cinturón. Músculos. Su rostro. Más de cerca pude observar esos grandes círculos... No parecía algo natural. Observé que en su base más cercana a la frente tenían círculos de edad, similares a los utilizados en la dendrocronología para averiguar la edad de los troncos de los árboles más veteranos y que yo supiese sólo se compartía el mismo fenómeno con otro símbolo de la naturaleza. Cuernos.
La cosa se ponía más interesante aún, y mi curiosidad científica se revolucionó acompañando a mis ganas de venganza. Algunos troncos se apilaron para cerrar el camino de vuelta, provocando severos ruidos de arrastre. Quería sacar información antes de no dejarle marchar. No me tenía miedo, como los demás, y eso puede usarse a mi favor. Se atrevería a meterse más hacia dentro. Donde los demás huirían, él mismo se iría metiendo en sus arenas movedizas.
Algunas hiedras se me enredaron por las piernas hasta dejar hojas depositadas en mi pecho, abdomen y toda la zona inferior y la cadera. Hacerle ese regalo a su vista tampoco era necesario.
- ¿Y tú quién eres y qué estás buscando? - dije sin abandonar la sonrisa, extendiendo la mano derecha aprovechando las propiedades anestésicas del Curare que fluía por mi piel, condensándolo en la palma de mi mano. Mi anestésico favorito... Te adormecía el cuerpo dejándote consciente. Excitante hasta para mí.
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Tema: Re: Rojo es el color de la sangre [Hiedra Venenosa] 25 de Marzo de 2018 4th Julio 2014, 09:09
Una tía de color verde que parecía controlar las plantas. Aquello no era nada nuevo para el gigantesco demonio. Desgraciadamente, no tener a Abe a su lado iba a ser un inconveniente. Se suponía que en aquel lugar no había entes mágicos ni sobrenaturales. Y sin embargo, esta mujer tenía toda la pinta de ser algún tipo de ninfa o algo por el estilo del bosque. Sin embargo, había algo en ella que la acercaba más a alguien como Liz que a él o Abe. Era extrañamente humana.
La mujer de verde bajó al suelo y avanzó unos pasos hasta él. Tuvo que mirar hacia abajo para poder verla. De cerca, pudo observar que la mujer estaba dentro de los cánones de lo que se consideraba belleza: labios carnosos, pechos tersos y bien colocados, cintura esculturas, largas piernas... Sin embargo, Hellboy tenía cosas más importantes que hacer que parase a mirar cómo aquella extraña mujer se contoneaba ante él cual pavo real en celo, con una extraña y algo desconcertante sonrisa.
- ¿Y tú quién eres y qué estás buscando? - Unas lianas cubrieron sus partes íntimas, aunque al demonio no fuese algo que realmente le importase. Se había enfrentado a sirenas cuyos senos palpitantes aparecían cerca de tu cara, seduciéndote con sus cantos y besos mágicos. Ya estaba bastante curado de espanto. La extraña mujer le tendió la mano con una sonrisa. Hellboy dudó unos segundos, y luego le dio la mano de piedra, cogiendo la pequeña mano de la planta con el índice y el pulgar. Después, la rodeó y miró a su trono de plantas.
- ¿Qué eres, la reina de las flores o algo por el estilo? Ando buscando un rancho que hay por aquí cerca, así que te agradecería que no me interrumpieses mucho o me indicases cómo salir de este maldito infierno de árboles y flores antes de que tenga un ataque alérgico.- Al demonio le importaba bastante poco quién era aquella planta, y ya venía un poco caliente por haber pasado un par de horas con los pies sumergidos en los manglares y las lianas de aquel fatídico y tortuoso bosque. Lo único que quería era salir de allí cuanto antes y llegar a ver a Rebecca. La atmósfera que se respiraba allí no le gustaba en absoluto. Podría ser mágica y preciosa, llena de flores y plantas. Pero había algo que no le terminaba de convencer. Y otra cosa muy importante. Si alguna vez os encontráis con una criatura que podría ser un ente mágico o sobrenatural, no le deis vuestro nombre. No es una buena idea.
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Tema: Re: Rojo es el color de la sangre [Hiedra Venenosa] 25 de Marzo de 2018 4th Julio 2014, 15:15
Aquel viejo diablo venía pisando fuerte tanto literal como metafóricamente. ¿Infierno de árboles y flores eh...?
Las plantas terminaron de cerrar el círculo. No había salida para él. A pesar de que me había tocado con su... mano/arma no le afectó. Supuse que al ser artificial no afectaría la anestesia... Más planes. Me estaba empezando a enfadar. Y nadie quiere verme enfadada. Se acercó a mi trono.
- Nadie toca mi trono - le advertí. Y le perseguí desde atrás observando cómo su cola se retorcía y estiraba. Me agaché aprovechando la cantidad aún en mi palma de veneno y le acaricié la cola, esperando reacción. Había dicho que buscaba el rancho de Becky y no me gustaba un pelo. - Voy a repetirte la pregunta una vez más. ¿Quién eres y qué quieres de ella? - No le dejaría paso, ahora sí que no. Ella me cedió estas tierras y eran mías. Pensar en la idea de que ese tío la buscaba para dañarla me hizo reaccionar. Ir de visita armado y con esa actitud no quedaba bonito en ningún manual. Ese tío no era ni de cerca de por aquí. Sabría de sobra el camino que hay al rancho sin necesidad de ofenderme a mí ni a mi familia. Varias lianas y pequeñas ramificaciones flexibles empezaron a descolgarse de los árboles más altos.
Mi entorno se estremeció por completo. Uno de los árboles cercanos, al roce de mi piel se estremeció por completo haciendo un pequeño gesto en espiral en su corteza. Por donde pisaba crecía vida regenerando lo que él había aplastado. Di vueltas alrededor del espacio ahora cerrado, reparando lo que su brusca tosquedad había degradado. Una de las lianas, la más gruesa de todas le cayó de golpe en la cabeza enroscándose poco a poco en su cuello. Más letal que una pitón, más resistente que una soga. Aunque no pretendí matarle era más que evidente que necesitaría la fuerza necesaria para matar a un humano sólo para que él se inmovilizase.
- Te has topado con la Hiedra equivocada, rojito... - y la liana finalmente estrechó su abrazo alrededor del cuello grueso y tosco de aquella criatura. Aproveché el momento para echar un vistazo a su cola y ver que se movía más relajada pero.. se seguía moviendo. Todo lo que creía conocer escapó a mi conocimiento. Y... me sentí intrigada a la vez que desconcertada. Experimentar era lo mío. Vamos a jugar.
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Tema: Re: Rojo es el color de la sangre [Hiedra Venenosa] 25 de Marzo de 2018 4th Julio 2014, 19:12
- Voy a repetirte la pregunta una vez más. ¿Quién eres y qué quieres de ella? - "¡Qué coñazo de tía! ¿Acaso no tenía nada mejor que hacer que andar persiguiendole?" pensó el enorme demonio. Los árboles a su alrededor se movían de manera algo siniestra, como si estuviesen cerrando un cerco alrededor de ambos. La atmósfera empezó a cargarse con demasiado oxígeno, haciendo que la respiración fuese pesada y acelerada. Hellboy sintió calor y una especie de ligera asfixia.
De repente, una liana bajó de golpe e intentó enroscarle el cuello. La golpeó con su mano de piedra, alejándola como si fuese una especie de serpiente.
- Mira florecita, no tengo nada contra ti. Soy un viejo amigo de Rebecca, la chica que vive en el rancho. Estaba de paso para visitarla, y me he perdido en este endemoniado bosque… ¡Quita leñe!- dijo mientras volvía a golpear a la enorme liana que trataba de enroscar su cuello.- Me llamo Helli… Me liamo Helli… ¿Pero qué colonies me pasia en la boquia?
La sentía adormecida, como si le hubiesen anestesiado o algo. Un hormigueo comenzó a recorrerle el cuerpo y la mano de piedra, provocando que se la mirase y moviese los dedos. Miró a su espalda y vio su cola totalmente tumbada en el suelo, y fue incapaz de moverla. La mujer esa le había hecho algo, así que desenfundó su enorme revolver preparándose para apuntarla con él. Pero su mano izquierda comenzaba a estar tonta también, provocando que el enorme arma se le cayese de lleno en el pie, disparándose sola y rebotándole en uno de los cuernos limados. Con un chasquido, se tambaleó un poco hacia atrás. Agitó la cabeza intentando recobrar el sentido. Señaló a la mujer verde con la mano izquierda.
- ¡Tulú! ¡Ajqueroza enredaidera di meirda! ¿Quié lechies mi has hechio?- Intentó golpearla con el puño de piedra, pero falló estrepitosamente, provocando que callese al suelo. Se levantó tambaleándose y volvió a quitarse la liana que intentaba enroscarle.- ¿Qué tie pasa? Vas por ahí enseñiando tus enormies cogollos intentando seducir a alguiún tonto quie pase por aquí… ¡Pues conmiguio vas lista chata! Soy durio como una roquia y más pesadio que una vaca… Beefmaster, ¿me has oídio? ¡Soy una beefmastier!
- Te has topado con la Hiedra equivocada, rojito...
Finalmente la liana consiguió enroscarle, levantándole ligeramente del suelo, y otras tantas lianas le recogieron sus brazos, dejándole en cruz. Movía los pies ligeramente e intentaba zafarse de la planta. Su factor de curación trabajaba a toda velocidad, pero la toxina que le había implantado la mujer aquella debía ser extremadamente fuerte. Esperaba que en unos segundos estuviese mejor, lo suficiente como para pelear contra ella. Desde abajo, le miró y sonrió lascivamente.
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Tema: Re: Rojo es el color de la sangre [Hiedra Venenosa] 25 de Marzo de 2018 4th Julio 2014, 20:23
Liana insistió, no debería tardar mucho en empezar a hacerle efecto la anestesia local. Su lengua empezó a trabarse, el peso de su cuerpo a lo que su consciencia controlaba se incrementó considerablemente. Gracias a su adormecimiento mi pequeña consiguió enroscarse alrededor de su cuello tan fuerte como para poder elevarlo medio metro del suelo y acompañada de más compañeras, dejarle encajado como un Jesucristo crucificado y penitente.
No sabía hablar. ¿Que era una Beefmaster? La carcajada que solté en ese momento debió bastarle para comprender la humillación a la que se estaba sometiendo. Lo observé desde abajo permitiendo que la excitación científica recorriese mi completa anatomía. Levantando una mano indiqué que le bajasen y ellas obedecieron hasta dejarle con la punta de los pies rozando las hojas del suelo. De camino intentó asestarme una patada y dos puñetazos. Se movía mejor que antes. Al parecer el efecto se pasaba antes que de costumbre. Pude esquivar con facilidad ambos ataques gracias a la limitada capacidad de movimiento que la situación le permitía. Interesante era poco para referirme al espécimen que tenía delante. En los humanos no actuaba como delirante... Y no creo que un "macho" como él quería aparentar ser reconociese que era una vaca. El efecto se le pasaba rápido pero al parecer le provocaba alucinaciones.
Elevé las raíces que se encontraban bajo mis pies hasta estar a su misma altura y extendiendo mi brazo toqué uno de los estambres polinizados de una de las mayores flores que había cerca. Perfecto para usarlo como conductor de las feromonas de mi aliento. Con el la referencia del peso del anestésico, el potenciador ingerido, mi acelerador natural y el polen debería bastar para hacerle perder un poco ambas cabezas por mí. Mi mano izquierda se posó en su mejilla derecha aprovechando el contacto para suministrarle más anestésico y situando la otra mano entre ambos labios soplé dirigiéndole hacia su zona bucal el cóctel más afrodisíaco que él hubiese podido probar jamás. En menos de quince segundos empezaría a notar los efectos. En menos de treinta no me diría que no a nada. En un minuto tendría que luchar por camuflar la erección... Todo esto dando por echo que no era asexual ni impotente.
Un escalofrío de satisfacción me recorrió el cuerpo. Una mezcla entre trabajo bien hecho y descubrimientos por resolver. Esperé a que hiciese efecto.
- Venga cariño... Dime la verdad. ¿Qué quieres de ella? - Era cierto que el que hubiese hecho referencia a un bovino le daba puntos a la credibilidad de su historia. Pero su actitud, su aspecto, sus armas... Y había querido matarme. O su amago lo demostraba.
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Tema: Re: Rojo es el color de la sangre [Hiedra Venenosa] 25 de Marzo de 2018 4th Julio 2014, 23:13
Poco a poco, los efectos de la parálisis comenzaron a desaparecer gracias al factor de curación del demonio. La mujer planta pasó cerca de él e intentó golpearla, muy limitado por las lianas que lo mantenían atado. Apretó los dientes y miró hacia arriba. Cientos de ramas y lianas bajaban desde la copa de un gran árbol, apresándole con fuerza. Se sintió como en el patio de aquel castillo de Escocia, cuando el antiguo sauce los atrapó obligándoles a resolver tres acertijos. Aquellas plantas le apretaban con una fuerza descomunal, grande incluso para él. Por mucha fuerza que hiciese para intentar liberar su mano de piedra, era imposible. Recorrió el suelo con la mirada y vio su revolver, a unos metros de él.
Repentinamente, las ramas comenzaron a moverle y vio como la mujer verdosa se acercaba a él, elevada por unas raíces que salían del suelo a modo de escenario. Sus movimientos estaban totalmente limitados y apenas pudo mover su brazo unos milímetros. La chica posó su mano sobre su mejilla y con la otra sopló unos polvos a su boca. El enorme demonio tosió y sacó la lengua en señal de asqueo.
- Venga cariño... Dime la verdad. ¿Qué quieres de ella? - La mujer sonrió con malicia y sensualidad, aparentemente disfrutando con la escena que tenía ante sus ojos. Hellboy le devolvió una dura y seria mirada con esos ojos amarillos.
- ¡Ya te lo he dicho maldita enredadera! Soy un amigo suyo que viene a visitarla. ¡Hace unos días estuvimos en Escocia y la trajimos hasta su rancho! Fue el campeonato del Grand National de Inglaterra. ¿Pero eso a ti qué te importa? No eres más que una… una…- De repente, sintió una paz interior que hacía mucho que no sentía. No tenía ganas de golpearla, ni de estrangularla. Esnifó algo del polvo que le había soplado que había quedado en su labio superior. Las imágenes de Liz comenzaron a surcarle la mente. Ella, tan delicada, tan blanquita, tan… Atractiva. ¿Atractiva? Sintió como su cuerpo se rebelaba contra él, mostrándole imágenes de su compañera la piromántica en todos los escenarios posibles. En una cena romántica, en una playa, en la cama… Unos sudores fríos comenzaron a recorrerle la nuca y el pecho, y su respiración se volvió agitada.
Miró a la mujer de verde, y sintió en lo más profundo de su alma un extraño deseo. Un deseo que no recordaba haber sentido nunca. El deseo de poseerla. No era un deseo fuerte, al menos por el momento. Pero sintió esa necesidad. Agitó la cabeza y apretó los dientes. Una nueva imagen apareció en su mente: Rebecca. Las tres chicas comenzaron a dar vueltas en su subconsciente, cada una en una imagen más sensual que la anterior. Recordó una vez que sorprendió a Liz en su ropa de dormir: una camiseta oscura larga y unas bragas ocultas tras esta. Recordó la imagen de Rebecca desnuda en el espejo, cuando le pidió que no la abandonase y que cuidase de ella. Recordó… lo que era sentirse amado.
Sabía que Liz le quería, pero no sabía hasta qué punto ella compartía el mismo sentimiento que él. A él le gustaba, y la quería. Pero la quería como algo más que una compañera o una amiga. Su aspecto no era especialmente halagüeño. Después de todo, era un demonio rojo con una gigantesca mano de piedra que medía más de dos metros. Encontrar pareja nunca había sido una de sus prioridades. Él se dedicaba a patear monstruos, demonios, dragones, brujas… Cualquier criatura sobrenatural que se colase en el mundo para joder al personal. Pero con Liz la cosa era distinta. Se sentía bien, se sentía seguro y comprendido.
Ella siempre había sido su único apoyo femenino… Hasta hacía muy poco. Rebecca, la vaquera loca que había conocido en Inglaterra, había entrado en su vida como una locomotora descarriada. Loca, divertida, animada, valiente… Le había salvado dos veces la vida y en ningún momento se había asustado por su temible aspecto. Tras ver su verdadero yo en el otro lado del espejo vio a alguien muy parecido a él. Alguien que tenía un "monstruo" guardado en lo más profundo de su alma. Alguien que entendía que la verdadera belleza no era la que se mostraba fuera, sino la interior. O eso quería creer él.
Y de repente, tras aquellos polvos que la planta le había soplado en la cara se dio cuenta de una cosa: él quería a Liz, pero también quería a Rebecca. Su mundo había sido totalmente trastocado por ella. Y no sólo la quería como algo romántico o del corazón. En lo más profundo de su ser un sentimiento mucho más carnal apareció. Quería poseerla. Quería sentirla y sentir sus caricias y sus mordiscos. Quería perder la razón y volverse totalmente salvaje.
Miró a la mujer planta de nuevo, y sintió lo mismo. Una necesidad atroz de poseerla le recorrió el cuerpo entero. Luchaba contra ella, reprimiendo ese instinto tan poco natural en él. Pero era difícil, muy difícil. Tenía que pensar en Liz y en Rebecca. A ellas las quería como algo más. Pero su cuerpo le traicionaba. Las primeras reacciones somáticas comenzaron a ocurrir: dilatación de pupilas, aumento del ritmo cardíaco, aumento del tamaño del… iris. Esa ya la había dicho, ¿verdad? Deseaba arrancar aquellas lianas y hacerla suya, con la fuerza de una manada de toros. Ella debió darse cuenta de la situación por su sonrisa.
- Vengo a ver a Rebecca Logan, la sheriff. Soy su amigo, y me llamo Hellboy. No deseo hacerte ningún daño, y te recomiendo que ahora no me sueltes, o no sé si seré capaz de controlar mis instintos.
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Tema: Re: Rojo es el color de la sangre [Hiedra Venenosa] 25 de Marzo de 2018 5th Julio 2014, 00:40
¡Ya te lo he dicho maldita enredadera! Soy un amigo suyo que viene a visitarla. ¡Hace unos días estuvimos en Escocia y la trajimos hasta su rancho! Fue el campeonato del Grand National de Inglaterra. ¿Pero eso a ti qué te importa? No eres más que una… una…-
¿Un amigo? ¿De visita? ¿Con un arma? Seguía sin encajarme. Uy... pero si iba a insultarme... Me acerqué a él lo justo para que notase mi aliento pero no rozar ni un milímetro de su piel. Ya había comprobado que no era dañina y que era un buen conducto para transmitirle mis "medicinas". Sus pupilas parecían las de un felino a punto de saltar sobre su presa. Apenas pude ver una fina línea amarilla que parecía el trazo que definía la circunferencia oscura. Estaba alterado, de eso no había duda. ¿Me habría pasado con las feromonas...?
Vengo a ver a Rebecca Logan, la sheriff. Soy su amigo, y me llamo Hellboy. No deseo hacerte ningún daño, y te recomiendo que ahora no me sueltes, o no sé si seré capaz de controlar mis instintos.
¿Sheriff? La conocía, pero no podía fiarme. Hellboy... interesante nombre. - Dices que no deseas hacerme ningun daño pero no es el primer intento de pegarme el que acabas de hacer, y me has apuntado con eso - dije señalando el arma que ahora era engullida por las raíces de la tierra. Solté una risotada sonora acompañada de un eco que rebotó en cada tronco de ese bosque. Las raíces que bajo mí se revolvían me hicieron un apoyo en la parte delantera, entre "Hellboy" y yo. Apoyé mis manos sobre las raíces dejando poco a la imaginación sobre el contorno de mi busto semidesnudo. - Si aún puedes permitirte el lujo de darme recomendaciones es que soportas aún más. Créeme, he visto a hombres violar a su compañero de celda. - dudé mucho que esa bestia tuviese mucho más que ocultar. No era muy difícil seducirle, y estaba claro dónde había que tocar para romperle la fibra sensible. - En realidad tú y yo no somos tan diferentes... Míranos. ¿Cuántas veces te habrán tachado por tu aspecto? Yo hace años perdí la cuenta - un poquito de empatía que le ayudase a su comodidad y estaría a mis pies. Acerqué mis labios a lo que serían los suyos, quedándome a apenas un dedo de distancia soltándole otra ráfaga cálida de aliento cargada de más maravillosa perdición sensual. Las raíces que me daban elevación empezaron a descender de nuevo, hasta que apoyé mis pies descalzos de nuevo en la hierba. Una vez abajo me aseguré de tener una liana gruesa enrollada en mi brazo derecho y mientras elevaba la cabeza las lianas que le sostenían los brazos y el resto del cuerpo le soltaron, quedando sólo la que hacía de ahorcado. Al chocarse sus pies con el suelo, en un rápido movimiento elevado la liana que tenía en mi muñeca y la que aún le rodeaba el cuello se entrelazaron en una sola. Y corrí hacia atrás hasta estar casi pegada al árbol donde antes estaba mi trono, con la intención de empezar a enrollar la liana alrededor de mi brazo. La sonrisa no se borró de mi rostro.
Sólo faltaba esperar su reacción para valorar si la dosis suministrada era la correcta. Que había superado el cupo mínimo para hacer efecto estaba claro. Me preocupaba haber utilizado demasiadas feromonas, aunque creí que podría controlarle. Tenía a mi favor que él desconocía que yo no tenía fuerza humana. Sólo era cuestión de tiempo que no supiese controlarse y cediese a mi merced. Además... si no era capaz de controlarle sería curioso ver cómo intentaría abusar de mí mientras un bosque se le abalanza encima. ¿Qué necio lo intentaría? Sólo con un roce hago sarpullido, adormezco, mato... ¿Quién soportaría la idea de compartir una relación sexual conmigo?
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Tema: Re: Rojo es el color de la sangre [Hiedra Venenosa] 25 de Marzo de 2018 5th Julio 2014, 01:19
- Dices que no deseas hacerme ningun daño pero no es el primer intento de pegarme el que acabas de hacer, y me has apuntado con eso - Era la maldita planta. La maldita mujer planta le había hecho algo. Esos polvos que había soplado en su boca le estaban volviendo loco. Apretaba los dientes con una fuerza capaz de partir un diamante, aguantando como podía los deseos carnales que le recorrían los músculos y los tendones del cuerpo, tensándolos como cables de acero, ligeramente doblando las lianas que le apresaban. La única manera que tenía de reprimir esos impulsos era pensar… En ellas. En Rebecca y el Liz. Cuando sus imágenes aparecían en su mente, sus impulsos sexuales se frenaban algo.
Deseos sexuales… Jamás había sentido nada así. Él estaba en el mundo para traer el apocalipsis, para abrir la puerta del infierno y llenar la tierra de demonios, monstruos, y las cosas más horribles y sanguinarias, que no vivían ni en las más oscuras pesadillas imaginables. Pero cuando conoció a Liz, y más tarde a Rebecca, sintió algo que jamás supo que existía: el amor. Él quería a su padre y a Abe, pero era un amor distinto. No era un amor por el cual se habría abierto las venas para escribir sus sentimientos con su sangre; no era un amor por el cual merecía la pena morir; no era un amor por el cual él habría dejado todo de lado por ella… El amor que ahora sentía sí lo era. Pero no podía permitirse tener esos sentimientos. No podía dejar que le carcomiesen, sin ser capaz que ya era demasiado tarde para evitarlo.
La mujer verde se apoyó sobre un busto que había construido ante él a base de raíces, mirándole graciosa y sonriente.
- Si aún puedes permitirte el lujo de darme recomendaciones es que soportas aún más. Créeme, he visto a hombres violar a su compañero de celda. - La lucha que acontecía en el interior del demonio era épica. Sentimientos ocultos durante más de setenta años estaban brotando como un géiser, como un volcán en erupción. Su fuerza de voluntad de hierro comenzaba a desquebrajarse cada segundo que pasaba, agrietándose aquí y allá ante la mirada seductora y sensual de la mujer planta. Era espectacular, un monumento imposible de alcanzar. Sus más íntimos y oscuros sentimientos deseaban gozar de sus caderas como si no hubiese un mañana, pero su férrea voluntad intentaba alejar aquellos pensamientos como un rompeolas intenta parar la tempestad que se avecina.- En realidad tú y yo no somos tan diferentes... Míranos. ¿Cuántas veces te habrán tachado por tu aspecto? Yo hace años perdí la cuenta.
Una nueva bocanada de aquellos polvos le cubrió la cara. Intentó aguantar la respiración, evitar volver a inhalar esa sustancia que le estaba volviendo un animal en vez de lo que él era. Pero era imposible. La planta le estaba ganando la batalla. Si tan solo tuviese las manos libres y su revolver a mano…
La mujer se bajó de su busto y comenzó a alejarse poco a poco de él, meneando aquellas caderas que volverían loco hasta a la persona más santa y pura existente. Las lianas poco a poco fueron liberando al demonio, quien tocó el suelo con los pies. La liana que le sujetaba el cuello era la única que no se había soltado, y ahora se unía con la mujer de verde. El gigantesco demonio rojo calló sobre sus rodillas y apoyó las manos en el suelo. Aquella última bocanada estaba empezando a hacer efecto. Sus poderosos dedos se clavaron con fuerza en el suelo, y sentía como todo su cuerpo temblaba y palpitaba. No podría aguantarlo mucho más. Aquello era demasiado. Nunca había experimentado nada igual. Ni siquiera las sirenas con sus cantos habían mellado así su alma. Expulsó una bocanada de humo blanco de su boca, y levantó la cabeza. Sus ojos brillaban como dos faros, y el límite de sus cuernos comenzaba a brillar como si estuviesen ardiendo. Su respiración se hizo pesada y ese caliente vapor la abandonaba en grandes humaredas. Un hilillo de sangre salió de su nariz, por la tensión que estaba sintiendo. La lujuria se apoderaba de él. Los instintos más primarios y básicos que vivían en aquel cuerpo empezaban a salir a la luz. Tenía que frenarlo de alguna manera. Tenía que parar antes de que no pudiese dar vuelta atrás. Una fuerte presión en su cabeza provocó que los cuernos creciesen unos milímetros, humeantes, ardientes. El enorme demonio gritó de dolor y tensión.
Se puso de pie poco a poco. Su cabeza humeaba, y sus cuernos crecían milímetro a milímetro. Sus ojos eran dos faros. Su boca, la chimenea de una locomotora. Su brazo de piedra comenzó a iluminarse a través de los surcos que en él había dibujados. Sonrió de una manera distinta a como había sonreído nunca. Sonrió con lujuria. Más le valía a todo el bosque entero lanzarse a por él. Pues si conseguía recorrer la distancia que le separaba de la mujer planta, no habría nadie en el mundo que se apiadase de ella.
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Tema: Re: Rojo es el color de la sangre [Hiedra Venenosa] 25 de Marzo de 2018 5th Julio 2014, 02:03
Mis ojos se caracterizaron con un brillo especial. Lo que confirmó mis sospechas de sus cuernos hizo a la vez que su mano artificial empezase a brillar. Su libido... ¡tenía propiedades regenerativas! Era fascinante, y Pamela iba a averiguar de dónde salía eso. empecé a enrollar la liana en mi brazo y pegué mi espalda al tronco de raíz. Cuando quedaban dos metros para estar juntos las raíces que formaban el tronco cambia-formas se abrieron en dos, dándome el espacio justo para atravesarlo, dejando la liana tensa en medio. Cuando el demonio estaba cerca del tronco el hueco se cerró, dejándome a mí a un lado con la liana en la mano y a él asfixiado al otro lado, pegado al árbol. Varias ramas empezaron a abrazarle sumergiéndole en el interior del tronco hasta que sólo quedase su cabeza por fuera. Esos magníficos milagros de la naturaleza. Me aseguré de que la liana estaba bien enredada en el interior del árbol y lo rodeé hasta estar delante suya, contemplando cómo se regeneraban esos impotentes elementos. Un escalofrío recorrió mi curiosidad. Dejándome llevar por el interés acerqué mi mano a uno de sus cuernos a medio regenerar. Respirando súbitamente en un siseo dolorido retiré mi mano al comprobar que eso ardía. Le miré a los ojos y no pude sino ver la empatía que sentía entremezclada con la locura lujurial. En sus ojos vi comprensión. Vi un monstruo que reclamaba amor a gritos. Pude ver a Pamela dentro de ellos pidiendo socorro por poder sentir el abrazo comprensivo que nadie había podido darle desde que Woodroe... Sentí un pálpito. Y si esa criatura... ¿había sido humana? ¿Y si era capaz de comprenderme? Era cierto que los humanos me repudiaban pero... él no lo era. Era un espécimen macho de eso no había duda, fuese de lo que fuese. Pero nunca me había planteado tener ningún tipo de relación afectiva. Primero por mi intolerancia, segundo por la intolerancia ajena y tercero... por falta de haber tenido a nadie a mi alrededor. Hice un gesto rápido de negación con la cabeza mientras volvía a la realidad. Ya no era Lillian, era Hiedra venenosa. Y era capaz de superar cualquier sentimiento estúpido y dependiente que se me pusiese por el camino. Recuperé mi motivo consciente por el cual estaba haciendo todo eso. Mi razón de retenerle y recurrir a la seducción para sonsacarle la información. Estaba ahí, plantada frente a él con gesto serio mirándole recogido entre raíces. Se estaba calentando y no quería nada ardiente dentro de mi hogar.
- ¿Cómo sé que eres amigo de la Sheriff? ¿Cómo sé que no quieres hacerle daño? - cuestioné suponiendo y tratando de creer que le seguía interesando esa cuestión. El bosque empezaba a alterarse. Era por él... la cosa se ponía fea. Todos nos preparamos.
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Tema: Re: Rojo es el color de la sangre [Hiedra Venenosa] 25 de Marzo de 2018 5th Julio 2014, 02:54
Comenzó a avanzar hacia ella. Cada paso que daba retumbaba silenciosamente en el claro del bosque. Sus cuernos comenzaban a tomar forma poco a poco, y su humeante boca se iluminaba con cada expiración. En su interior, su voluntad estaba siendo destrozada. No podía luchar contra aquella magia, contra aquel embrujo que había eliminado por completo todo el control que tenía sobre sus emociones, sobre sus instintos y su verdadera forma: el control que tenía sobre Anung-Un-Rama, la llave del Apocalipsis.
La chica planta sonrió, y se introdujo a través del gigantesco árbol. Hellboy la siguió, y cuando estaba a punto de llegar al otro lado, el tronco se cerró sobre él, y miles de lianas le rodearon y le ataron, dejando únicamente su cabeza al aire. Apretó los dientes con fuerza, intentando moverse. Sus cuernos crecían por segundos, y las primeras llamas de la corona aparecieron. El tronco comenzó a ennegrecerse con el calor que desprendía, y sus ojos no dejaban de brillar. Deseaba romper aquel árbol en mil trozos, astillarlo como una vulgar cerilla. Entonces la chica planta se le acercó y le hizo una nueva pregunta.
- ¿Cómo sé que eres amigo de la Sheriff? ¿Cómo sé que no quieres hacerle daño? - Hellboy la miró a los ojos, iluminando sus mejillas con un tono amarillo. Abrió la boca y solo pudo salir un grave gemido, profundo, ancestral.
- ¡Suéltame maldita mujer! ¡Suéltame! ¡Soy la llave del Apocalipsis, el que abrirá las puertas del infierno y hará que vuestra tierra se marchite y desaparezca! ¡Yo…!- La imagen de Rebecca apareció de nuevo en su mente. La última vez que se había visto así fue en la "Caverna del alma". Allí, la chica rubia había mostrado su verdadero yo al demonio. No sólo era la vaquera que luchaba a gritos de "yeeehaaa" y disparaba sus revólveres a la velocidad del rayo. Una tierna niña, dolorida por una muerte que fue incapaz de evitar, por un dolor que siempre viajó con ella desde aquel día… Y cuando se convirtió en una sola, pidiéndole ayuda y que no le abandonase.
Su pupila se dilató repentinamente, y luego se contrajo a la misma velocidad. El amarillo de sus ojos se volvió más brillante, más puro de lo que nunca había estado, pues una lágrima brotó de los eternamente secos ojos del demonio. Tocó su mejilla y se evaporó, quedando reducida a una simple gota más entre todo aquel humo que salía de su boca. La única manera de frenar aquello, la única manera de volver a ser él, y no esa bestia imparable de destrucción y lujuria… Era reconocer, por primera vez en toda su vida, que sentía amor.
- Porque yo… La quiero.- Sus cuernos pararon de crecer, sus ojos se apagaron repentinamente y su boca dejó de exhalar vapor infernal. Su brazo se apagó, y todo el deseo sexual que vivía en su cuerpo desapareció repentinamente. Por fin había superado el miedo a reconocerlo, había superado la barrera que durante tantos años había reprimido sin siquiera ser consciente de ella. Por primera vez en toda su existencia, se sintió libre de semejante carga.
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Tema: Re: Rojo es el color de la sangre [Hiedra Venenosa] 25 de Marzo de 2018 5th Julio 2014, 15:05
Banda Sonora:
Interesante...Muy interesante. ¿Abrirá las puertas del infierno? Llave del apocalipsis... Tenía mil y un preguntas más para el recién llegado. Toda su transformación fue asombrosa y magnífica. Pareció que terminaba por formarse en una bestia perfecta. Nunca me había sentido tan atraída por un varón. El efecto empezó a invertirse y tanto sus ojos, como su voz y sus cuernos empezaron a recobrar la normalidad. La quería de verdad. Varias ramas le soltaron dejándole recostado lentamente sobre el suelo, como mecido por el aire. Varias flores le esquivaron al exponerle. Él... sentía amor. Me acerqué lentamente y de puntillas mirándole a los ojos. Mi expresión... No pude tener el control en mí del que tanto me gustaba alardear. Mi mente más pura, más humana me doblegó por una vez. Sólo por una vez. Estaba en el suelo. Había derramado una lágrima, estaba tirado. Con toda su fuerza, con su aspecto bestial, su arma... Y sin embargo era frágil. Pamela... Un latido me marcó el ritmo del momento. Era hermoso... Toda la ira hembrista que enzarzaba mi corazón se vio placada por aquella criatura. ¿Qué era? ¿Por qué sufría? Me estaba preocupando por algo que no me incumbía y a la vez no podía frenar. Basta ya. Lillian... Me tumbé a su lado boca arriba mirando las copas de los árboles,perpleja, y con mi mano izquierda le acaricié la palma de su mano de piedra. Parecía tener sensibilidad pero inmunidad a mi. Apoyé el peso de mi mano por completo en la suya y simplemente me quedé allí, intentando buscar el cielo con la mirada. La curiosidad, el asombro y la defensa de mi amiga se entremezclaron al ver los ojos doloridos del demonio, convirtiéndose en un sentimiento que no fui capaz de comprender hasta que volví a mirarle directamente a su pupila desde el suelo y pude sentirlo. Era comprensión. Yací junto a él compartiendo el sentimiento inmune. En pocos momentos de mi vida permití mostrarme con alguna debilidad. ¿Qué me ocurre..? Sabía de sobra lo que era capaz de hacer con esa mano. Apenas sin esfuerzo arrancó dos de mis mejores troncos... y si cerraba la mano con brusquedad podría partirme la mano sin que hubiera vuelta atrás. Cerré los ojos regando mis sienes con lágrima natural. No me resistí.
A ojos ajenos éramos dos monstruos viviendo nuestra locura. A mis ojos éramos dos criaturas que acababan de encontrar a alguien que compartía el dolor del mismo rechazo sobrenatural. Mi piel disfrutó del contacto sol y sombra de las copas de los árboles. El césped estaba fresco, mullido y era cómodo. El aroma asilvestrado me recorrió el alma. Sentí un movimiento en su mano. No me moví. Desconocía por completo lo que me ocurría. Por mi mente se reprodujeron réplicas de los momentos más dolorosos de mi vida. Las parejas anteriores, la familia, la mutación... Mis niños huérfanos. Los niños que yo no podría tener... El dolor de saber que nunca más volvería a ser amada.
No sollocé ni hice el menor ruido. Las lágrimas brotaron como si fuese parte de la normalidad de mi anatomía. Hasta ese momento no me había permitido el lujo de llorar por mí. Toda la vegetación que bloqueaba el camino al rancho se empezó a despejar haciendo un camino sinuoso pero directo.
- Puedes hacer lo que quieras... - mi voz no era intimidante. Se tornó dulce y quebradiza - Eres libre
Pero mi mano seguía allí.
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Tema: Re: Rojo es el color de la sangre [Hiedra Venenosa] 25 de Marzo de 2018 5th Julio 2014, 15:56
Banda sonora (perdón por la voz):
Su pesado cuerpo cayó contra el suelo, levantando una pequeña nube de polvo al hacerlo. Sus ojos permanecieron abiertos, pero no veía nada. No sentía dolor ni sufrimiento, ni su alma oprimida por las gigantescas corazas que la rodeaban siempre, evitando mostrar siquiera una mísera debilidad. Pero aquella mujer de verde había destrozado aquellas murallas con la fuerza de un bravo mar. Su alma había quedado expuesta, vulnerable, visible. Pudo ver que a pesar de su función en este mundo, a pesar de que fuese quien desencadenase el fin del mismo, a pesar de que sería quien provocase que los campos ardiesen hasta la última piedra, a pesar de que serían quien tiñese las calles de rojo y negro, a pesar de que su paso por este mundo lo había condenado para siempre… Había algo bueno en su corazón y en lo que le rodeaba. Había amor.
Una pequeña lágrima resbaló por sus mejillas, pero no se inmutó. No se movió. No secó aquella pequeña gota. Un húmedo surco quedó dibujado en el lateral de su cara, hasta perderse en sus grandes patillas. El profesor Broom siempre se lo había dicho. El amor es lo que nos hace ser quienes somos, lo que nos hace ser capaces de superar hasta la más profunda y gigantesca barrera… Y en aquel momento lo entendió todo.
Notó el suave tacto de la mano de la chica planta en su palma de piedra. Podría aplastarla, podría destrozarla en dos. Estaba tumbada a su lado, mirando al cielo, con la vista aparentemente tan perdida como la suya. Podría levantarse y destrozarla por haberle envenenado… Pero, ¿por qué iba a hacerlo, si acababa de mostrarle la belleza de su alma? Sintió como el corazón de la bella mujer palpitaba. Tenía un corazón, al igual que él. Hellboy había arrancado corazones de criaturas malignas, de criaturas ancestrales y mortales, y ninguno de esos latidos era como el que él sintió proveniente de aquella extraña criatura. Un corazón mucho más humano que el de muchos con los que se había codeado alguna vez, mucho más humano que el de la mayoría de la gente que le rodeaba.
Entendió que tras aquellos bellos y letales rasgos, y bajo todo aquel terrible poder que le había convertido en una bestia a punto de destrozar el bosque y poseerla con una furia desmedida, había dolor. Era el dolor lo que la había llevado a ser como era. Era el rechazo, el miedo y la injusticia de la humanidad la que la había obligado a vivir como vivía, ocultándose allí donde nadie pudiese jamás alcanzarla ni dañarla. Él había conseguido superar ese odio de los humanos a través de sus compañeros y de luchar contra las criaturas que él mismo provocaba que entrasen en el mundo debido a su presencia en este. Pero ella… ¿Qué había podido hacer ella para merecer semejante rechazo? ¿Ser diferente? Todos somos diferentes. ¿Su color? ¿El monstruo que vivía en ella? Todos tenemos un monstruo viviendo en nosotros. El secreto para sobrevivir es aprender a vivir con él, entendiendo que forma parte de nuestra alma, y siempre lo será.
Se levantó, observando a la chica. Ella había abierto el claro del bosque, dejándole un camino a seguir para alcanzar el rancho de Rebecca. Las lágrimas cubrían su rostro, el cual ahora era más humano que nunca. El dolor, el sufrimiento eran palpables en él. Todavía sujetaba su delicada mano.
- Puedes hacer lo que quieras... Eres libre.
El gigantesco demonio la miró con pena y, con una suavidad que ni siquiera sabía que pudiese tener, cogió la mano de la preciosa chica verde. Era más difícil agarrar con ella, pero lo hizo a propósito. Le ofreció esa mano para mostrarle que él también era un monstruo a los ojos del resto, pero que había aprendido a vivir con ello… Tenía que vivir con ello.
- Nunca he sido libre, pues sé que tarde o temprano, provocaré el fin de este mundo. Pero hasta entonces, aquellos que somos rechazados por los que nos ven distintos sin darse cuenta de que ellos son los verdaderos monstruos, deberíamos permanecer unidos.
Sabía que, pasase lo que pasase, él siempre sería rechazado de un modo mayor o menor, pero siempre rechazado. Pues, al fin y al cabo, ¿quién iba a ser capaz de amar... a una bestia?
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Tema: Re: Rojo es el color de la sangre [Hiedra Venenosa] 25 de Marzo de 2018 5th Julio 2014, 17:20
FDI: El color de Pam afectada es el mediumseagreen en cursiva, que no lo he dicho. ------------------------ - Nunca he sido libre, pues sé que tarde o temprano, provocaré el fin de este mundo. Pero hasta entonces, aquellos que somos rechazados por los que nos ven distintos sin darse cuenta de que ellos son los verdaderos monstruos, deberíamos permanecer unidos-
Mi mirada permaneció perdida, sin expresión. La única muesca de emoción apreciable fue la lágrima que terminaba de caer para perderse en mis cabellos. Entonces vi que mi mano seguía en la suya, ahora utilizada como apoyo para ponerme en pie y quedando frente a él. De nuevo, varias raíces bajo mis pies me elevaron, esta vez a menor altura para quedar ligeramente más baja que él. Le miré a los ojos. La cordura marchitó en cada reflejo de sus ojos y en ese mismo instante, en el momento en el que murió mi sonrisa, comprendí que éramos enemigos inevitables. Y amantes imposibles. Yo era la tierra, cada pétalo caído, cada hoja asesinada por el cruel invierno... Y él vendría a destruirme. No pude sino sentir una división de mi corazón en dos. Debía protegerlas aunque nadie me protegiese a mí. En el momento oportuno tendría que renunciar al único ser sobre la faz de la tierra que fuese capaz de entender mi dolor... por ellas.
- Yo... soy un monstruo tanto para humanos como para bestias -
Las lágrimas no paraban de brotar, palpaba su calor cuando las acariciaba el sol. Noté su aura cerca de mí. Mis manos se deslizaron por dentro de su gabardina tratando de abarcar con los brazos lo máximo posible. Un sencillo gesto que firmaría un pacto no preparado. Mis manos no llegaban a tocarse y como extensión de estas, dos lianas se entrelazaron permitiéndome al abrazo. Cuando oprimí con la suficiente fuerza, me despegué de mi más preciada tierra para rodear parte de su cintura con las piernas. Nunca me había planteado despegar los pies para algo así. Ansiedad es la palabra. La liana que hacía de nexo entre mis muñecas, creció enredándose en mis tobillos y gemelos. Le estaba abrazando por completo. Cerré los ojos y traté de inhibir mis venenos. Suplicando aún no sé bien a quién para que no le afectase la anestesia. Fue entonces cuando, al apreciar lo más parecido al contacto piel con piel que iba a tener jamás, comprendí. La letra pequeña de la bendición de Woodroe me convirtió en un monstruo incapaz de ser amada... y a la vez, incapaz de amar. Todo rastro de familia que podía haber tenido se convirtió en invisible, me arrebató la posibilidad de amar a mis hijos, me volvió mortal e intolerable al contacto. Hace ya tiempo que perdí la esperanza y las ganas de querer encontrar calor humano. Y por eso el demonio me sorprendió.
Apoyé la cabeza en uno de sus pectorales y acurrucada respiré su calor. Me vi a mi misma y no pude evitar pensar en Wendy... una de mis huérfanas favoritas. Ella solía pedirme que durmiese con ella y yo no podía inhibir mis poderes dormida... Nunca pude darle el calor que me pidió tan desesperadamente. Y yo no me lo merecía, pero no pude dejarlo.
No me dejes.
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Tema: Re: Rojo es el color de la sangre [Hiedra Venenosa] 25 de Marzo de 2018 5th Julio 2014, 17:43
- Yo... soy un monstruo tanto para humanos como para bestias.
Las lágrimas recorrían su rostro. Sus ojos ya no mostraban odio ni repulsión. Solo reflejaban dolor, sufrimiento y necesidad de amor. Su maldición era igual que la del demonio. Expulsada de su propio mundo, apaleada y pateada, sabiendo que jamás encontraría paz ni comprensión. Que jamás encontraría a nadie que pudiese entenderla como él. Y él estaba condenado a destruirla. A ella y a todos aquellos que les rodeaban. A todos aquellos que significaban o habían significado algo para él.
La chica le abrazó con brazos y piernas, y el sintió su calor y su dolor. Sabía perfectamente cómo se sentía. "Yo soy un monstruo tanto para humanos como para bestias". Él era rechazado por la humanidad por ser un demonio. Por ser grande, rojo, con una enorme mano de piedra… Le odiaban porque no le entendían, no entendían por qué existía… Y era odiado por todas las criaturas contra las que luchaba y a las que mataba… Porque eran sus hermanos. Los de su propia especie, las criaturas que compartían su lugar de origen o su naturaleza sobrenatural. Para ellos, era un traidor, un renegado el cual había elegido el bando de los humanos, el bando que les odiaba y repudiaba. Cada precioso ser que mataba, cada ninfa y cada hada, era una muesca en su corazón. Como el gigantesco elemental del bosque que tuvo que matar hacía ya tantos años bajo el puente de Brooklyn… Era el último de su especie, y por el capricho de un orgulloso príncipe del submundo, tuvo que destrozar su cabeza con su lanzagranadas, extinguiendo a una de las razas más maravillosas y mágicas que jamás existirían. Él era un verdugo. Un verdugo que asesinaba a su propia familia.
Sin embargo, no dijo nada. Eran tan distintos como iguales. Podría haberle explicado que sentía su dolor, que sabía cómo se sentía al ser rechazado por todos aquellos que le rodeaban. Por haber tenido que renunciar a lo que era solo para no convertirse en algo que tan solo provocase muerte y desolación a su paso. Se sintió asqueado de sí mismo, rastrero e injusto con ella… Pero sabía que, tarde o temprano, esos dos seres que ahora se abrazaban el uno al otro, serían enemigos sin remedio. Él terminaría por matarla al desplegar el caos en el mundo. Decidió no pensar en ello hasta que llegase el momento, hasta que la muerte se cerniese sobre ellos sin remedio.
- ¿Sabes? Me gustaría no perderme de nuevo en este maldito bosque que tanto te gusta… Podrías acompañarme hasta el rancho de la vaquera. Así no tendría que romper más árboles ni plantas.
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Tema: Re: Rojo es el color de la sangre [Hiedra Venenosa] 25 de Marzo de 2018 6th Julio 2014, 15:01
No me contestó. Tampoco se me hizo extraño. Si había establecido buena relación con una humana pero estaba para destruirnos a todos sentiría un dolor punzante casi tan agudo como el mío. No indagué más.
Dejé mi peso caer, resbalándome por su piel y dejando que mi pelo se enredase con naturalidad. Apoyé mis pies en la tierra de nuevo. Le miré a los ojos con ternura una última vez. Mi chispa volvió. La liana que me ayudaba a abrazarle fue enroscada lentamente alrededor de su cuello de nuevo. Lo hice con suficiente calma como para que no se alarmase. Sin oprimirle la respiración. Me sentí bella y viva de nuevo. Yo, Hiedra Venenosa, recuperé mi esencia.
- Si vuelves a insultar con cualquier palabra negativa a este oasis no dudaré en convertirte de nuevo en la bestia llorosa de hace unos instantes. - le sonreí. No con mi sonrisa de siempre. Para mí era un amigo. - Ah, y no ROMPES plantas... Las matas Me puse de puntillas para acercar mi rostro al suyo. Mi rostro seguía amigable manteniendo un tono sarcástico y afectivo al mismo tiempo. - Esto que acaba de pasar entre nosotros sólo ha ocurrido para nosotros. - dije acercándome a sus labios - ¿Suficientemente claro?
No dudé de que no le resultaría agradable perder su tamaño, peso y presencia ante Rebecca. Estaría de acuerdo. Rodeé el primer Sauce del camino, era de mis favoritos, tenía un tronco sano y fuerte. Apoyé mi brazo derecho en él y lo rodeé perdiéndome de vista un par de segundos. Al salir por el otro lado del tronco llevaba puesto un vestido acorde a la situación y el temporal.
Empecé a andar por el camino. A cada paso que daba describía tras de mi un nuevo nacimiento de flores. Cuando vi que él me seguía no dudé en mantener mi paraíso protegido y a medida que andábamos, dejando de margen un par de metros el camino se difuminaba y perdía hasta convertir en el incómodo bosque para los ajenos al que él se había enfrentado al principio.
Ya que le había perdonado la vida y que habíamos desvelado la parte más vergonzosa de nuestra naturaleza ahí dentro, esperé que por lo menos me resolviese parte de mis dudas antes de ver a la vaquera.
- ¿Y aparte de ser el anticristo a qué te dedicas? -
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Tema: Re: Rojo es el color de la sangre [Hiedra Venenosa] 25 de Marzo de 2018 6th Julio 2014, 16:17
Su liana oprimió ligeramente el cuello del demonio. No era una amenaza, sino más bien una advertencia. Parecía que no fue él el único que había descubierto su lado más humano hacía unos minutos. La chica verde parecía esconder un alma frágil y asustadiza bajo toda esa sensualidad tan ardiente que mostraba. Hellboy levantó ligeramente una ceja y sonrió.
- Cristalino... Y siento haber matado a tus queridas plantas. No estoy acostumbrado a caminar entre tanta pomposidad.- No era un ataque ni un insulto. Simplemente era él. Hellboy.
La chica de verde rodeó un sauce enorme y apareció con unos ropajes nuevos. Iba bastante más tapada pero seguía teniendo ese aura sensual y atractiva que habrían vuelto loco a cualquier hombre. Pero el demonio ya había tenido suficiente excitación por hoy. Se colocó bien el revolver y la gabardina, y se dirigió hacia el camino que se mostraba ante ellos, en medio de la espesura. Miró de nuevo a la chica de verde, la cual iba haciendo crecer plantas y flores a su paso. No parecía ser tan malvada como aparentaba, al menos no a sus ojos. Aunque a él poco le importaba. Siempre y cuando no intentase matarle o a alguno de sus amigos no juzgaría cómo se ganaba la vida. A él sólo le importaba matar y defender al mundo de los entes y criaturas sobrenaturales malignas. Y hablando de ellas...
- ¿Y aparte de ser el anticristo a qué te dedicas? - La pregunta le sorprendió repentinamente. No solían interesarse mucho por su vida, entre otras cosas por su dificultad de entablar nuevas relaciones con la gente. Rebecca había sido una especie de locomotora que casi se empeñó en acompañarles a luchar contra Hambre. La mujer de verde parecía estar entrando en él de una manera más sutil, más tranquila. Como suelen hacerlo las personas normales vaya.
- Bueno, mi historia es bastante simple. Entré en este mundo a través de un portal al infierno que abrió el famoso Rasputín. El profesor Broom y un grupo de aguerridos soldados consiguieron frenarle de invocar a los siete dioses del caos. El experimento no salió precisamente como querían, y ellos me encontraron. Desde entonces, fui educado y criado por el ejército estadounidense, y más adelante por el profesor. Él me enseñó que este mundo sirve de hogar para muchas criaturas terribles y sobrenaturales que tienden a aprovecharse de los más débiles para su beneficio, así que me enseñó a luchar contra ellos.- Mientras andaban, sentía como la mujer le escuchaba atenta. Dudaba de que hubiese escuchado una historia así antes. No todos los días se conoce a un demonio que ha conseguido escapar del infierno y lucha contra todos los bichos que entran en tu mundo para ponerlo patas arriba.- Así que, si aún te quedaban dudas, sí, soy un demonio como los de los cuentos. Rojo, con cuernos y rabo. Y la mano esta de piedra es la llave del infierno y del Apocalipsis.- Movió los dedos ante él para que pudiese ver bien su gigantesco brazo de piedra. Sonó ligeramente como dos piedras rozándose entre ellas y luego bajó el brazo.- Nunca me verás impidiendo que roben un banco o algo así. Para esas cosas ya hay otros héroes y la policía.
Estornudó sonoramente debido al polen que flotaban a su alrededor. Se sorbió la nariz y luego se la frotó con el dorso de la mano izquierda. Hacía tiempo que no viajaba a un bosque a enfrentarse con algo. Y además, aquel bosque parecía más encantado de lo normal, debido seguramente a la mujer de verde. Mujer de verde... Entonces se dio cuenta de que no sabía nada de ella. Preguntó más por educación que otra cosa. No es que no le importase, sino que ya la consideraba como una "amiga". No le importaba lo que había hecho o dejado de hacer, sino lo que hacía y quería hacer en el futuro.
- A todo esto, no me has dicho ni cómo te llamas, ni si eres una ninfa o un hada o un geranio mutado... Y por cierto, ¿cómo te llamas? Seguramente te acabe llamando "Enredadera" o "Lechuguina", pero me gusta saber el nombre de mis aliados.
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Tema: Re: Rojo es el color de la sangre [Hiedra Venenosa] 25 de Marzo de 2018 6th Julio 2014, 16:58
Su historia era digna de prensa. Todo el caos dimensional... ¿Se refería a que él llegó ese día? No, parecía tener su historia en la tierra. Era el anticristo de verdad. Estaba acostumbrada a escuchar historias macabras, por favor, vivía en Gotham City. Pero eso se escapaba de todo conocimiento. Quizá debería replantearme muchas cosas. El infierno...¿era real? A medida que me contaba su historia no podía evitar sentirme como su enemiga. Los "malos". Yo había sido perseguida y atacada por los héroes que él mencionó. Él me hubiera matado si otra situación se hubiese dado. No pude pensar en ningún motivo razonable por el que él quisiera mentirme. Y su rostro reflejaba sinceridad. ¿Había dicho que luchaba contra seres demoníacos? Pero él era un diablo... Definitivamente comprendía mi dolor. - Por lo que me cuentas no soy la única odiada por los dos bandos ... -dije sin dejar de escucharle. No paraba de mirar su mano, y le acompañé en la visita. Era atrayente, todo hay que decirlo. El tacto era pura piedra pero podía controlarla. No esperaba menos del mismísimo fin del mundo.
A todo esto, no me has dicho ni cómo te llamas, ni si eres una ninfa o un hada o un geranio mutado... Y por cierto, ¿cómo te llamas? Seguramente te acabe llamando "Enredadera" o "Lechuguina", pero me gusta saber el nombre de mis aliados. ¿Lechuguina? Ni en broma Mantuve la elegancia ante todo.
- Cierto, soy Hiedra, Poison Ivy como tienen el placer de llamarme. Define quién soy, lo que soy y lo que me gusta.
Espera, había dicho... ¿aliados? Me consideraba parte de sus fuerzas. Fue la primera muestra oficial de que estábamos en el mismo bando. Al menos de momento.
Eché un vistazo a mi alrededor. Quedaban cinco minutos de camino aproximadamente para llegar directamente al rancho. No me desagradaba la conversación en absoluto, pero mi curiosidad afloró de nuevo al pensar en la posibilidad de poder preguntarle a Rebecca sobre su relación con la mole rola que caminaba junto a mi.
- Soy una humana mejorada. Metahumana suelen decirme. Y soy... al igual que tú un experimento. - La empatía no cesó hacia esa bestia hermosa - Fui traicionada y mutada a traición. No le salió demasiado bien el experimento. A él. Yo rejuvenecí, obtuve fuerza, poder... Básicamente le salió el tiro por la culata y me convirtió en una de las villanas más apreciadas de esta ciudad de poca monta. He tenido varios problemas, he estado en el manicomio de la ciudad varias veces, he sido torturada, derrotada, respetada, temida... - confesarme era arriesgado. Pero él no me había mentido y se merecía lo mismo. Aunque había que ser justos.- Aunque ahora me dedico a restablecer mi hogar tal y como lo conocía y a vivir tranquila con mis experimentos y quehaceres.
Confié en que lo vivido juntos le bastase como para no intentar destrozarme. Para mí empezaba a ser un verdadero punto de confianza. Algo que en Gotham no tenía seguro.
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Tema: Re: Rojo es el color de la sangre [Hiedra Venenosa] 25 de Marzo de 2018 7th Julio 2014, 03:39
Mover a los animales se hacía complicado, sobretodo cuando se hablaba de una población tan grande como Gotham. Lo lamentable de semejante ciudad no era sólo el nivel de delincuencia y de personajes pintorescos por habitante, si no el hecho de que inevitablemente estaba ligada a las montañas, bosques densos y escarpados picos que los rodeaban y que para quien no los conociera se hacían bastante impracticables. La zona en la que ella vivía se elevaba y aunque le permitía una relajada visión de la ciudad que vista desde sus calles parecía siempre a punto de engullirte, seguía estando sobre un terreno que se iba escarpando y que estaba plagado de bosques densos y tupidos. Es cierto que algunos eran grandes extensiones verdes, sobretodo valles, que se habían preparado para el pasto y la presencia de la ganadería. Pero a ella no le hacía gracia tener que compartir su territorio.
Así es como había llegado a un acuerdo con una de las amenazas ambientales, adoradora del mundo vegetal, sueño y pesadilla de los hombres, y sobretodo del polémico hombre murciélago. La mismísima Poison Ivy, a la que ella le gustaba llamar, cariñosamente, Hiedra.
Mientras una escena se había desarrollado en el interior de sus bosques, la vaquera había estado recobrando a sus animales de los actuales campos para ponerlos rumbo al rancho y hacer las comprobaciones de rigor. Una vez las cabezas hubieran sido contadas, los cuerpo revisados y todos estuvieran en perfectas condiciones, anillados y marcados, pondrían rumbo a una nueva sección de pasto que, después de unas plantaciones muy fructíferas, necesitaban de un buen tiempo en barbecho. Aún entonces ella se sorprendía de la increíble simbiosis que habían conseguido. Hiedra detestaba el maltrato a las plantas, tanto como ella detestaba el maltrato animal. Pero ambas comprendían perfectamente que la naturaleza tenía un curso que seguir...
Ensilló a Toffe, el animal capado que usualmente utilizaba en los trayectos y que era, a su vez, un excelente miembro de su equipo de pastoreo. Dentro de la manada, los cabestros ayudaban al resto a seguir el camino establecido, guiándolos con sus enormes cencerros. A los laterales, sus dos perros Smile y Teeth mantenían a los animales dentro del camino, y ladraban en caso de que alguno quedase rezagado o extraviado. Hoy no iba acompañada por nadie más, de manera que necesitaba controlar a la manada desde dentro. Al comenzar a bajar por el camino, los animales iban caminando, pero cuando por fin llegaron al claro en el que el camino se ensanchaba y se plagaba de piedras y tierra, los animales fueron apremiados por la vaquera, obligándolos a acelerar el paso. Así, ella pudo ponerse al trote. El camino al rancho estaba sellado en señal de advertencia con una valla provisional de madera, y la puerta metálica abierta de par en par guiaba a los animales directos al corral que normalmente ejercía como pista de entrenamiento para los caballos. Allí podía guardar a sus Longhorn desahogadamente. Al cruzar el último recodo había una bajada recta que sus animales gustaban de hacer a la carrera, haciéndoles recordar la fuerza de la manada. Allí aprovechaba para ponerse al galope, e ir atravesando el mar de hastados hasta ponerse a la cabeza. Mientras galopaba, haciendo roncar a su animal, elevándose sobre la silla de montar con los rebotes propios de la gran velocidad que hacía saltar piedras y una humareda de polvo a su paso, contempló por el rabillo del ojo dos figuras junto al camino.
- ¡Heeeeeeea! hat, hat, hat, hat...- dijo, haciendo una serie de sonidos en voz alta y los toros se desplazaron haciendo la columna de la manada más fina, juntándose unos contra otros, hasta rozar los cuernos con los torsos de sus compañeros. Entonces se acercó a ambas figuras. Lo que vio la dejó totalmente desconcertada.
No sabría decir si reconoció primero a la joven dama clorofílica en cuyos proyectos se había visto mezclada, a la que se atrevía a llamar amiga, o a la gigantesca figura demoníaca con quien había compartido una de las experiencias más dolorosas e increíbles de su vida. Sólo cuando estuvo a su altura, su excelente vista la permitió comprobar que, efectivamente eran ellos. Su rostro se giró, encontrándose con las miradas de ambos, y su rostro concentrado se suavizó para formar una sonrisa plagada de agradable sorpresa en un instante sublime y glorioso, que inmortalizó su expresión en pleno galope. Los adelantó velozmente, llegando al fondo del camino cuando las primeras cabezas estaban a unos diez metros de la puerta y los perros estaban apostados junto a la verja, esperando que comenzasen a pasar. Detuvo a su caballo, y mientras las figuras de ambos empezaban a aclararse de nuevo por el camino en dirección al rancho, ella sujetó con firmeza las riendas, espoleó a Toffe y éste se encabritó, relinchando el tiempo que ella les daba la bienvenida...
- ¡YEEEEEEEEEEEEEEEEHAAAAAAAAAAAAAW!- como sólo ella podía hacerlo.
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Tema: Re: Rojo es el color de la sangre [Hiedra Venenosa] 25 de Marzo de 2018 8th Julio 2014, 04:03
El demonio escuchó la historia de Hiedra con atención, aunque seguía mirando hacia el frente. Todo a su alrededor eran plantas y más plantas. Tenía sentido lo que dijo ella. Se había dedicado a restablecer su hogar y lo había hecho realmente bien. A pesar de que se hacía llamar villana, a Hellboy no le importaba. Después de todo, su tarea era la de proteger a la humanidad de los entes malignos sobrenaturales que la invadían y atentaban contra ella. Una mujer con control sobre las plantas podía ser una aliada muy poderosa. Tal vez le ofreciese visitar la sede del B.P.R.D, siempre y cuando, tras conocerla algo mejor, demostrase que no era peligrosa.
- Metahumana... Supongo que tiene que ser algún tipo de mutación o algo así. Por experimentos, ¿no? Lamento oír eso. No debió ser algo agradable.- No mostró mucho entusiasmo en sus palabras, pero realmente lo pensaba. Su forma tosca y algo borde estaba modelada por un pasado lleno de dolor y soledad. Sin embargo, admiraba el poder de la mujer. Controlaba algo de la naturaleza. Eso siempre podía ser bello a la vez que aterrador.- Yo tengo una amiga que también es algo así como una mutante, aunque dudo que os llevaseis bien. Ella... Bueno, ella es una piromántica.
Continuaron charlando tranquilamente hasta abandonar el bosque encontrando un ancho camino. Miraron a ambos lados y Hiedra le indicó por dónde seguir. Los rayos del sol comenzaban a pegar fuerte en las espaldas de ambos, aunque a ninguno pareció molestarle. De hecho, el demonio creyó apreciar que Hiedra se deleitaba de estos potentes rayos. El camino era seco, y pudo apreciar huellas de lo que parecían animales de granja, como vacas o algo por el estilo.
No había terminado de pensar en ello cuando escucharon lo que parecían mugidos y gruñidos a sus espaldas. Ambos se giraron y observaron como un enorme rebaño de vacas con unos gigantescos cuernos que salían desde los laterales del cráneo, curvándose en las puntas. A medida que se acercaron a ellos, el sonido era cada vez mayor y más molesto. Sintieron la tierra retumbar bajo ellos, y un perro ladraba desde el lateral de la manada que avanzaba con paso lento y pesado. De repente, dejaron de ocupar el camino entero y pasaron a ocupar la mitad de este, dejando un largo pasillo entre ellos y los árboles donde la pareja observaba con curiosidad la escena. No podían ir solos aquellos animales, y de hecho no lo iban. Miraron al final del enorme grupo y un caballo montado por una mujer recortaba su silueta contra el sol. Cuando se les acercó escucharon aquel característico saludo imposible de confundir.
- ¡YEEEEEEEEEEEEEEEEHAAAAAAAAAAAAAW!
Hellboy sonrió y miró a Rebecca con un poco de malicia.
- No sé si estos bichos que tienes aquí son los "beefmaster" esos que me dijiste, pero como lo sean que sepas que yo no tengo los cuernos tan grandes ni tan feos... ¡Y desde luego no huelo tan mal!
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Tema: Re: Rojo es el color de la sangre [Hiedra Venenosa] 25 de Marzo de 2018 8th Julio 2014, 19:13
Al pronunciar la palabra "piromántica" un escalofrío me recorrió el cuerpo y aproveché una brisa de aire fresco para reconfortarme, acompañado de los rayos de sol que recibía a mis espaldas. No debía quedar apenas camino y se veían las huellas en el suelo. Herraduras de distintas formas y pasos. Se escuchaba el sonido de algunos cencerros, la tierra vibró minutos antes de poder escuchar el primer susurro de vida animal. Miré al demonio, pareció no percibirlo. Bajé la vista hasta sus enormes zapatones. No le culpo.
Era cuestión de tiempo que apareciese la vaquera por aquí. Los animales se aproximaron hasta nosotros. Los cuernos de esas vacas imponían más de cerca, todo había que decirlo aunque conocía demasiado bien a Rebbeca como para saber que las tenía bien domadas. Palabra que nunca emplearía delante de ella. Si algo me gustaba de la rubia era saber que tenía su pasión como su talón, al igual que yo, y del mismo modo que conmigo se tenía que vigilar el vocabulario, con ella no podías decir "Bicho, bestia, doblegar"... ciertos conceptos que no le gustaban demasiado. Siempre entendí su relación como una familia, una madre y sus cachorros mucho más que una relación con ganado o mascotas. Las criaturas empezaron a pasar a nuestro lado y me paré en el sitio mirando hacia los lados buscando entre la luz chillona su pelo de oro. Noté un leve toque intermitente y un ladrido a un lado de mi gemelo derecho. Si no me hubiesen advertido los golpecitos me hubiera sobresaltado. Miré y era uno de los perros de la sheriff, Smile. Al parecer cogió confianza de las otras visitas al rancho. Me agaché y sobre mi mano izquierda generé apretando el puño una zanahoria del tamaño de medio palmo con una cantidad considerable de mi antídoto. Según tenía entendido la verdura no era su plato favorito pero les favorecía en beta-caroteno y estaba segura de que se la tragaría. Aproveché para acariciarle detrás de las orejas mientras se la ofrecía. Quizá llevase demasiado, pero mejor prevenir y los caninos no tenían un estómago tan delicado como la gente se creía. Terminó la zanahoria y me chupó toda la mano. No, no sobraba antibiótico. Smile terminó de comer y echó a correr a la parte frontal de la manada. Era increíble la capacidad educacional de esta mujer para con sus animales.
-¡YEEEEEEEEEEEEEEEEHAAAAAAAAAAAAAW!- y ahí estaba. Siempre tan rebosante de energía.
-No sé si estos bichos que tienes aquí son los "beefmaster" esos que me dijiste, pero como lo sean que sepas que yo no tengo los cuernos tan grandes ni tan feos... ¡Y desde luego no huelo tan mal!-
En ese momento, casi interrumpiendo su saludo una carcajada se me rebeló y salió estridente y resonante por toda la montaña. Lo intenté contener, de verdad, pero no pude evitar que rondase en mi cabeza minutos anteriores la escena del gigante rojo con la lengua adormecida.
- ¿Estias segurio de que nio eroes una beefmiasteir?- me permití el lujo de la sorna. Al fin y al cabo eso fue mucho antes de abrir nuestras almas y podía permitirme que picase un poco. Le miré a los ojos sonriendo sin mucha maldad.
Acto seguido giré la cabeza y vi a la sheriff más cerca
- ¡Rebbeca!, la sheriff más hermosa a ambos lados del charco...- y me acerqué alzando los brazos para luego colocarlos en mis caderas. - Me encantaría darte dos besos, ya sabes... ¿Cómo te encuentras esta mañana? Te traigo visita ¿conoces a esta taladora con patas?
Es mi naturaleza. ¿Qué sería de la vida sin ese toque agridulce?
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Tema: Re: Rojo es el color de la sangre [Hiedra Venenosa] 25 de Marzo de 2018 8th Julio 2014, 20:33
Estaban allí. Los dos. Todavía no podía entender cómo el mundo había permitido que pasara una cosa así. Porque no había motivo para que Rojo estuviese por allí, pero menos, para que apareciera de la mano (Metafóricamente, claro. Si se la hubiera dado, no podría ni arrastrarse) con Hiedra. Su imaginación le jugó una mala pasada, en la que el demonio había ido allí a librarse de alguna de esas otras cosas. No le hacía nada feliz que al siguiente jinete del apocalipsis le diera por aparecer al lado de su casa. Luego fue peor, porque una imagen de ambos retorcidos en una pelea sangrienta se desarrolló a gran velocidad. Al fin y al cabo, no podía decirse de Hiedra que era humana, y él tenía especial tirria a todo lo que no lo fuera y apareciera de la nada causando estragos. Semos sinceros. No todos eran tan comprensivos como la Sheriff respecto a tener plantas carnívoras de quince metros en la parte de atrás del prado junto a su casa.
Pero ninguno de los escenarios posibles (Ni los más inverosímiles en los que Rojo aparecía con una guitarra y una panda de Mariachis para cantarle a Ivy sobre sus muchos, muchos, muchos encantos que habrían vuelto loco a cualquier persona, animal o cosa con un mínimo de sensibilidad sexual) se le antojaba plausible. Sencillamente no sabía que tipo de evento natural y místico les había llevado allí, pero que me aspen, si no pensaba recibirlos con los brazos abiertos y una buena muestra de hospitalidad Tejana.
Las vacas terminaron de entrar con un sonido de correteo, los perros las dejaron paso retirándose, y ella pudo acercarse al paso, para cerrar, aún sobre el caballo, la puerta del recinto. La amarró con la cuerda y luego, desensilló. Toffe la contempló con sus grandes ojos y ella sacó un par de azucarillos de un bolsillo del pantalón y se los dió, antes de que el caballo empezase a moverse por libre por el recinto, mientras ella salía a recibirlos.
Cuando llegaron caminando a la puerta del rancho, ambos se detuvieron y la saludaron a su manera, pero algo en la voz de Ivy, y sobretodo, en la cara de Rojo, le hizo pensar que se estaba perdiendo algo cuando dijo una frase como si estuviese totalmente borracha. Una expresión de incomprensión divertida se dibujó en el rostro de la Sheriff, al tiempo que miraba un rostro y luego otro, pero prefirió dejar el resto para cuando hiciese falta preguntarlo. De momento, prefería disfrutar de la emoción de que estuvieran allí.
- ¡Howdy, Howdy Ho, Vaquero! ¿Estás seguro de eso? - preguntó, al tiempo que sonreía hacia Rojo con una ceja alzada, saludando con una mano puesta en el sombrero, y tendiéndole la otra para que la estrechara. Su sonrisa, habitual en ella, estaba plagada de agradable sorpresa. - Y los recibiría con gusto. Estás increíble, Hiedra, como si acabaras de florecer. ¡Pensaba subir a verte luego, tengo un buen cargamento de mantillo que será las delicias de tu paraíso!- dijo ella, tras saludarla con un gesto cortés con el sombrero.
Entonces Hiedra se refirió a Hellboy de cierta manera y no pudo evitar que la sonrisa que había mostrado hasta entonces se disolviera con la urgencia de la preocupación. Se retiró el sombrero para poder mirar a ambos a la cara sin el impedimento de la sombra que este proyectaba sobre su rostro normalmente y miró a uno y luego al otro, con sus ojos claros. No se le había ocurrido, ya que el saludo de él había sido muy... como decirlo. Muy él. Pero quizá la visita no fuese lo que parecía. Hellboy podía estar tan drogado por los "dones" de Ivy que ni sabría donde estaba. Miró entonces a Hiedra, con el rostro marcado de inquietud.
- No se le habrá ocurrido...- miró rápidamente a Hellboy, con los ojos brillando de indignación. - ¿Qué ha hecho? - preguntó para luego resoplar, pasándose una mano por la cara, segura de que no había podido ser nada bueno - Hiedra, sea lo que sea, discúlpalo. Le han criado en un mundo en el que debe destrozar todo lo que mida más que él.- dijo negando con la cabeza encogiéndose de hombros, demostrando con ese gesto que tenía las manos atadas.
La verdad es que si Hiedra quería tomar represalias contra él, iba a resultar un momento muy tenso. No podía quitarle potestad a su decisión, la apreciaba y respetaba demasiado como para hacerlo, aunque por otro lado no podía permitir que le ocurriera nada malo a Rojo. Cuando pasó todo aquello en escocia... bueno. Se habían hermanado.
Y no era un vínculo que se pudiera romper así como así.
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Tema: Re: Rojo es el color de la sangre [Hiedra Venenosa] 25 de Marzo de 2018 9th Julio 2014, 10:29
El demonio comprobó que ambas tenían una buena relación. La situación era realmente curiosa, especialmente después de las palabras de la vaquera. "¡Pensaba subir a verte luego, tengo un buen cargamento de mantillo que será las delicias de tu paraíso!". Rojo supuso que para Hiedra un cargamento de mantillo sería como llevarle bombones o algo por el estilo. Sabiendo que ella era capaz de controlar las plantas y que las cuidaba como si fuesen sus hijos el regalo de Rebecca era un auténtico detallazo.
Las chicas continuaron hablando de sus cosas, y Hiedra se permitió las confianzas de imitarle cuando los efectos de su sustancia hicieron efecto en él y no podía pronunciar bien. Acto seguido, la rubia insinuó que Hellboy no era más que un bruto que debía luchar contra todo lo que se le pusiese en medio del camino y, frunciendo el ceño miró a ambas.
- Os recuerdo que todavía estoy aquí delante, ¿eh? Al menos se me podría haber pasado una circular o algo por el estilo de que hoy era el día de vacilar al nuevo.- No estaba molesto en absoluto, pero su carácter tosco y poco paciente le solía hacer soltar cosillas de estas. Luego sonrió y miró a la vaquera.- Digamos que venía a verte para proponerte una invitación, y me he cruzado aquí con la mujer ensalada. Pero bueno, ya hemos arreglado nuestras diferencias, y en su amabilidad se ha ofrecido a guiarme para evitar que le siguiese poniendo el jardín como un patio de recreo.
La invitación que quería hacerle era visitar la sede de la B.P.R.D. Tras conocer a Hiedra pensó que también podría llevarla a ella, aunque debía conocerla mejor. Bien era cierto que había descubierto cómo era por dentro, tras toda esa maraña de hojas y lianas venenosas, pero apenas la conocía de un par de horas. No iba a llevar a cualquiera a la sede de una organización secreta del gobierno. Su poder cabía perfectamente en la organización, aunque si era cierto lo que decía de ser una criminal y una de las más buscadas delincuentes de aquella ciudad habría que andarse con pies de plomo.
La vaquera les invitó a pasar a su gigantesco rancho. Era realmente enorme, con un gran jardín en la parte delantera. Hellboy tuvo que agacharse con cuidado a la hora de entrar por la puerta, descubriéndose un pasillo con un gigantesco salón delante. Una chimenea, una gran mesa de madera, unos sofás... Se sintió como en alguna de esas películas de John Wayne o de Clint Eastwood. Lo único que faltaba era echarse una partida de poker en la mesa. Seguramente tendría un minibar o algo por el estilo con toda clase de alcoholes como whisky o tequila. El demonio recorrió la casa con la vista serio y pensativo.
- Bonita casa... Un poco grande tal vez para una sola persona, ¿no crees? ¿O vives con más gente?- Aquella casa era gigantesca, y cuidarla tan cuidada como estaba por una única persona le parecía una tarea realmente pesada a la par que cansada. Aunque acababa de verla llevar a un rebaño gigantesco de vacas sin apenas inmutarse. Desde luego aquella chica estaba hecha de otra pasta. Luego miró a la vaquera y sonrió.- Si vas a ofrecernos algo de comer o beber agradecería que no me dieses mantillo, lo estoy dejando.
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Tema: Re: Rojo es el color de la sangre [Hiedra Venenosa] 25 de Marzo de 2018 10th Julio 2014, 16:16
Me preguntó con gesto preocupado y simplemente hice un movimiento de cabeza rápido, señalándole con media sonrisa mientras él añadía que habíamos arreglado nuestras diferencias. Sus apodos estaban empezando a no hacerme gracia, pero intenté normalizar la situación. Había que quitarle peso.
Entramos en su caserón tal y como lo recordaba hace unos días. No había cambiado, si lo hubiera hecho me habría chocado bastante. Miré alrededor de nosotros por si hubiese algún trabajador cerca. Recordé a la chica nueva. Aquella del color bellísimo de pelo, la que sorprendentemente Rebecca decidió contratar. La chica parecía una esmirriada de cuidado y sé de primera mano que el trabajo de campo es duro. Pero la sheriff la contrató igual, así que por algo sería.
- ¿Qué ha sido de la chica nueva, se ha rendido ya? - dije atrasando la respuesta a la pregunta que había hecho la taladora roja.
- Si vas a ofrecernos algo de comer o beber agradecería que no me dieses mantillo, lo estoy dejando.- tenía el sentido del humor junto con el de la delicadeza. Y decirlo de alguien con mano de piedra es bastante.
Me senté en una de las sillas que rodeaba la mesa de la cocina, supuse que nos llevaría hasta allí ya que las otras veces era el primer sitio que pisábamos de su hogar. Estuve reflexionando hasta qué punto conocía a la vaquera que tenía delante. Sabía que era humana, o eso me había dicho. Era buena negociante, buena en su trabajo, lo disfrutaba. Pero de ahí a saber que sus amistades iban a ser los protagonistas del día del juicio final...
- Perdonad que interrumpa el ambiente de reencuentro tan emotivo pero creo que es hora de darnos unas cuantas explicaciones - dije apoyando un codo sobre la mesa dibujando un círculo invisible con la punta del dedo índice - Mi historia con la suya es fácil - dije señalando la mole roja con un pulgar mientras me cruzaba de piernas, haciendo uso del respaldo. Apoyé ambos brazos sobre la silla, sujetándome una muñeca con la mano contraria. - Quería venir a verte y su decisión más lógica ha sido ir arrancando árboles por el camino. Eso ya está resuelto como te ha dicho él. Se ha dado cuenta de que se ha metido con la mujer equivocada y está todo aclarado. Ahora bien... ¿De qué demonios os conocéis vosotros? - no me di cuenta de lo irónico de la frase hasta estar ya pronunciada.
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Tema: Re: Rojo es el color de la sangre [Hiedra Venenosa] 25 de Marzo de 2018 11th Julio 2014, 23:57
La vaquera les guió, a través del camino de entrada, llegó al porche y abrió la puerta, entrando primero. El ritual que otras veces había llevado a cabo y que para Hiedra sería ya conocido, volvió a sucederse. Se quitó el sombrero con un gesto y lo colgó en una percha que estaba fabricada con astas de toro. La larga trenza rubia reposó sobre su hombro derecho cuando sacudió la cabeza y luego entró con paso cadencioso. Su compañera simbiótica ya sabía cómo era su hogar, había sido invitada formalmente a y sobretodo, había tenido su tiempo para cotillear. No así el demonio, que con las prisas de dejarla tras lo sucedido en el Grand National, no había llegado a entrar en el interior de la casa. Ahora tenía oportunidad de comprobar hasta qué punto aquello era un pedacito de Texas, y que remontaba a ciento cincuenta años atrás.
Nada mas entrar, había un pequeño recibidor. Había u estante para zapatos, una alfombra, una mesa y percheros en las paredes. Luego, como un espacio inmenso, se abría la estancia, diáfana, de manera que a la izquierda podía verse una pequeña escalera de tres escalones y que hacía un desnivel con el salón. Tres puertas de madera daban a ese pequeño saliente. De frente quedaba el sillón, la chimenea y todo el espacio que conformaba parte del salón. Más al fondo, la mesa de comedor. A la izquierda la despensa estaba empotrada en la pared y sólo se veía la moderna cocina y las enormes cristaleras que dejaban entrar la luz del sol. En medio de la cocina, tenía la isla auxiliar. Hacia el lado de los fogones, era una barbacoa. Hacia el que daba al salón, era una mesa alta con banquetas, donde a ella le gustaba sentarse cuando hablaba con Ivy. Al fondo del todo se veía una puerta entreabierta que daba al baño. A la derecha, otra habitación más y a la izquierda una escalera con pasamanos de madera se elevaba hasta el piso superior. Su casa había sido construida por europeos, de manera que sus cimientos eran fuertes, de hormigón. Los suelos y las paredes eran de madera y piedra en su mayoría. Aquella propiedad costaba un verdadero dineral, pero había optado por no reparar en gastos que luego tuviera que lamentar. El estilo de su decoración definía perfectamente a la Sheriff. Calaveras de toros, herraduras de caballo, viejas armas, picos, palas, albaranes de minería antigua y fotografías dominaban las paredes. Las pieles y el cuero se extendían por doquier, pero no de una manera cargante, si no pintoresca. También tenía unos cuantos enseres de naturaleza aborigen americana, todo ello entremezclado de tal manera que la casa tenía un toque hogareño pero agreste, que casi hacía olvidar que estaban muy lejos del origen de todas aquellas cosas.
- Te está bien empleado, por meterte como una podadora en jardines ajenos.- dijo devolviéndole una sonrisa al demonio, para luego girarse hacia Hiedra- Parece increíble, pero sigue decidida a quedarse, así que voy a hacerla trabajar hasta que me salga barata. - comentó, al tiempo que iba hacia la nevera. - Tengo gente pululando por aquí, pero esta es toda mía.- explicó, dejando claro que así es como ella lo quería.
Su rancho era su hogar, pero si tuviera que encontrar el centro neurálgico si duda sería el interior de la casa. Ese era el epicentro. La base. La comisaría. Por eso Fiona tenía prohibida la entrada hasta nueva orden, de la misma manera que el resto de sus trabajadores. Sus límites eran estrictos pero razonables, y mientras no tuvieran problema en respetarlos, la convivencia solía ir al galope. Cuando Hellboy hizo ese chiste, ella le miró con una ceja alzada, aunque no pudo reprimir una sonrisa natural y que, bien mirada, resultó incluso dulce. Generalmente no había tanta actividad en la casa, y de vez en cuando era agradable, sobretodo si, como era el caso, era buena compañía. Se dirigió a la nevera y la abrió.
- ¿Y que va a ser? ¿Zarzaparrilla, cerveza, Whisky, Tekila? - preguntó, mientras echaba un vistazo al interior, y mezclaba con lo que recordaba tener seguro en el mueble bar - ¡Ajá!, Tengo Chili con carne casero ¿Te apetece? - dijo sacando el plato puramente tejano, y enseñándoselo. Sólo tenía que poner la cazuela de barro en el fuego durante un momentito. No tuvo ninguna necesidad de preguntarle a Hiedra. Sacó una botella de agua, su marca favorita, y se la tendió para luego guiñarle el ojo de forma cómplice. Siempre que había ido a su casa, había rechazado la comida, y había empezando a percatarse de que correspondía a un patrón. Sacó unas tortillas de maíz fritas y también un trozo de pan, y lo que quisieran beber. En esas estaban cuando Hiedra decidió entrar a matar. La pregunta le hizo dibujar una sonrisa mas amplia, al darse cuenta de cómo había sido formulada. Aquello parecía un saloon en decadencia, justo cuando se juntan todos los borrachos a contar batallitas. Se oyen algunas cosas...
- Tuvimos un encontronazo en las cuadras. - dijo, sin darse cuenta de que lo había hecho sonar a "encuentro fortuito en el granero". Después de un silencio intenso, continuó - Fui al Grand National, a Inglaterra, para vender a uno de mis animales y él estaba allí. No le habría dado más importancia de no ser por que uno de los caballos literalmente estalló. De pronto me las vi con un caballo gigantesco salido de ultatumba y un despojo que se hacía llamar a si mismo "jinete del apocalipsis", y claro...- echó una mirada a Hellboy por el rabillo del ojo y le tendió una cucharilla para que empezase a comer.- Nos dimos cuenta de que teníamos intereses comunes. Él tiene que encargarse de todas esas cosas raras que suenan a cuento de viejas. Yo me conformaba con hacerle entender a ese malnacido hijo de mil putas muertas lo que significaba de verdad la palabra "Jinete"- dijo llenándose la boca de desprecio absoluto al recordar a Hambre, haciendo a continuación que la palabra "Jinete" sonase a un título tan elevado que era humanamente imposible de alcanzar. Sus ojos se encontraron entonces con los de Hellboy. Le atravesaron con intensidad, convirtiendo ese silencio en los susurros mudos de lo que habían llegado a compartir, realmente, en aquel castillo de Escocia abandonado de la mano de Dios. Luego la Sheriff contempló a Hiedra esperando encontrarla satisfecha con su explicación y clavó la cuchara en el chili, llenándose la boca hasta que un fino hilo de salsa le resbaló por la comisura. Masticó, tragó y se limpió con la manga de la camisa. Ese chili tenía la fuerza de un toro bravo. Vaya si picaba.
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Tema: Re: Rojo es el color de la sangre [Hiedra Venenosa] 25 de Marzo de 2018 12th Julio 2014, 11:20
Hellboy levantó una ceja mirando a Hiedra. Entendió su pregunta. Después de todo, tenían más en común ella y él que la vaquera y él. ¿Una chica joven, rubia y sin ningún poder aparente codeándose con un demonio rojo de más de dos metros? Aquello hacía aguas por todos lados, a menos que tuviese la historia que tenían. Volvió la cabeza a Rebecca con su ofrecimiento.
- Una cerveza estaría bien, y tal vez pruebe el chili con carne ese que tienes.- Pensó en sacar un puro, pero prefirió guardarlo para luego por si salían a la calle. No quería llenarle la casa a la vaquera de un pesado humo. A él no le importaba ese olor, pero tal vez a Hiedra no fuese algo que le entusiasmase de lo lindo. Le daba igual la opinión de la mujer planta, pero debía guardar un mínimo de educación. Ya había visto de lo que era capaz, y no le apetecía volver a ser atado o encerrado en un árbol.
Escuchó la historia de la vaquera asintiendo y sonriendo de vez en cuando, a la par que se tomaba una enorme jarra de cerveza. Tenía que cogerla con la mano izquierda. Si intentaba sujetar algo frágil como un vaso o algo por el estilo con la de piedra se convertía en pedacitos. Sería como intentar conger ocn unos alicates gigantescos una tacita de té. Sus suposiciones se aclararon con las explicaciones de Rebecca: ella y Hiedra se conocían bien, lo suficiente como para haber charlado y compartido cosas durante un tiempo. Ella preguntó acerca de una chica nueva y Rebecca le contestó diciendo que todavía seguía allí, y que lo más seguro es que la mantuviese hasta que se cansase.
Cuando por fin terminó de hablar la chica rubia, Hellboy dio un largo sorbo de cerveza tras tomar una cucharada del chile.
- Para empezar, si entre los árboles de este maldito bosque hubiese una distancia mínima no tendría que haber roto nada. En cualquier caso siento haberlo hecho.- No lo sentía, para él no eran más que árboles en su camino que no había manera de sortearlos. No iba rompiendo plantas por gusto, pero tampoco le apasionaba la idea de tener que dar rodeos buscando un camino por el que pasar. Era más fácil abrirse a puñetazos. Pero había visto lo importantes que eran las plantas para Hiedra, así que disculparse era un bonito gesto, al menos para con ella.- Y acerca de nuestro querido jinete, traigo noticias para ti. Una de las razones por las cuales aquí me tienes.
Apuró lo que le quedaba de cerveza mientras sintió las miradas de ambas chicas observándole, espectantes, esperando que comenzase con su historia. No estaba seguro de hasta qué punto debía hablar de ella con Hiedra presente, pero sus poderes encajaban con el perfil necesario para participar en alguna de las tareas y misiones de la organización, así que decidió contárselo a ella también. Después de todo, el mundo corría peligro, y ella parecía formar parte de él de una manera muy activa.
- Los intereses comunes a los que nuestra querida vaquera ser refiere son básicamente a que estaba en el lugar exacto en el momento preciso. Ella se encontró con nada más y nada menos que el jinete del Apocalipsis "Hambre" y decidió acompañarme a enfrentarnos a él. El caso es Rebecca, que parece ser que él decía la verdad: nuestros investigadores han encontrado rastros sobrenaturales en el pentagrama que había en las cuadras que les han llevado a la deducción de que forma parte de un antiguo ritual para invocar a estas criaturas y sembrar el caos en el mundo.- Supuso que escuchar de la mano de un gigantesco demonio rojo que el fin del mundo está cerca no es algo que alegre a uno la mañana. Una cosa es que lo griten los típicos locos en una plaza, desnudos excepto por un cartel que les cubre la parte delantera y la trasera, con una barba de varios meses y un olor tan fuerte que hace saltar las lágrimas. Pero si una criatura que está destinada a traer ella misma el Apocalipsis te lo dice, mal asunto.- Abe se reunió con otro miembro de nuestra organización, Johann Krauss, un experto medium, y han llegado a la conclusión de que el próximo en atacar podría ser "Victoria". Lo hemos estado debatiendo Azul y yo, y hemos llegado a la conclusión de que después de tu actuación en Escocia tal vez te interesaría que te mantuviésemos al corriente de lo que pasa. En cuanto a ti Hiedra- Se volvió a la mujer de verde que escuchaba tranquilamente la conversación.- aún no nos conocemos lo suficiente, pero tienes potencial para ayudar, si te interesa. A mí me da igual si eres una criminal o una ladrona. El fin del mundo afecta a todos por igual, de manera que si estás interesada en saber más pregunta. Aunque agradecería que esta vez no me drogues ni nada por el estilo.
Hellboy miró a ambas tranquilamente mientras permanecía de pie al lado de la mesa. La jarra permanecía vacía, con los últimos rastros de espuma resbalando por su interior hasta el fondo. Su casa era realmente preciosa y acogedora, aunque un poco grande para ella sola. Pero bueno, cada uno tenía sus gustos. Él disponía de su cuarto en la sede del B.P.R.D donde vivía tranquilamente y sin ser molestado. Después de todo, no solía salir a la calle durante el día. La mayoría de sus misiones eran nocturnas, momento donde las criaturas y demonios suelen atacar con mayor fiereza.
- Resumiendo, la razón por la cual estoy aquí, además de para ver qué tal estabas después de toda nuestra aventura, es ofrecerte acompañarme a la sede de la organización y que puedas enterarte de todo de primera mano, además de ayudar con cualquier dato o cosa de esas que os gustan a los jinetes que sepáis, como lugares emblemáticos o cosas por el estilo. La presencia de "Hambre" en el Grand National no fue mera casualidad, y a mí sinceramente los caballos me dan igual, pero tus conocimientos de hípica y demás podrían sernos útiles.
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Tema: Re: Rojo es el color de la sangre [Hiedra Venenosa] 25 de Marzo de 2018 17th Julio 2014, 21:31
Escuché la disculpa falsa del demonio y me saltó como un resorte el momento de su debilidad, atado en un árbol, débil. Digamos que lo pasé por alto y acepté. Bebí un trago de mi agua favorita. Recuerdo la primera vez que estuve en el rancho y le pedí este agua. Desde entonces y a excepción de ese mismo día, me ha dado este agua. Era una chica dulce y detallista a pesar de todo el trabajo que llevaba a cabo ella sola. Apoyé el vaso contra la mesa y cuando empezaron a hablar de sus historias yo me levanté dándoles la espalda.
- Agradezco que hayas pensado en mí nada más conocerme pero despegarme del suelo no es una idea que me resulte agradable, y menos aún para "salvar el mundo". - dije realizando el gesto de las comillas en ambas manos. Si había algo que me tocaba la moral era que interrumpiesen mi vida para nada. Lo que había vivido con él era único, pero no sé para qué me había ofrecido ir al rancho si iban a hablar de sus planes. - Mira, adoro vuestra compañía pero no soporto estar presente donde no pinto nada. Me levanté dejándoles a solas y abriendo la puerta de la casa de Rebbeca. - Voy a cuidarlas. Si me necesitáis para algo más que no sea ser vuestra espectadora sabes donde estoy dije mirando a la rubia. Ella sabría de sobra que me iría al cultivo más cercano que tuviese a cuidarlas un rato. Ellas nunca me trataban mal, nunca me hacían ajena a una conversación, ni me abandonaban. Y la gente dice que yo estoy loca... La locura es aferrarse a una relación tóxica y querer mantenerla hasta retar a tu consciencia a ver hasta cuándo eres capaz de aguantar. Y eso lo hacen todos... ¿Si no de qué me aprovecho yo?
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FDI: Dejo esto así porque en realidad yo ni pincho ni corto mucho... Y quizá le de ocasión de entrar a Fauna.
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Tema: Re: Rojo es el color de la sangre [Hiedra Venenosa] 25 de Marzo de 2018 3rd Agosto 2014, 22:12
[FDP: Ahora entra Fauna]
Sus ojos se entrecerraron. La paciencia del cazador a veces daba sus frutos. ¿Con que le había drogado? Vaya, esa chica tenía los ovarios de acero. La verdad es que ella tampoco se había dejado amedrentar por el demonio la primera vez que le vio, pero siendo Hiedra, lo admirable era que no se hubiese decidido a aniquilarlo en cuanto vio que iba por ahí horadando su preciosa tierra. Quizá se lo dijera cuando ella no estuviera presente, pero había tenido suerte de no haber acabado convertido en un montón de mantillo rico en calcio y minerales.
Siguió comiendo como si nada, mientras Hellboy la ponía al día. ¿Así que Victoria?... Interesante. Ella ya había llegado a sus propias conclusiones al respecto. Cuando vio a Peste por primera vez le confundió con el caballo de Victoria, no sólo por el color, si no por el carcaj que parecía colgar de un lado. Quizá hubiera sido una especie de confusión, una burla, o a saber. Pero a lo mejor estaba intentando decirles algo. No pensaba compartir esa información por el momento, porque no era mas que una impresión. Como buena Sheriff sabía que no hay que dejarse guiar por pistas falsas, así que lo mejor sería obviarlo. En cuanto hizo la oferta, ella intercambió una mirada intensa, un momento con Ivy, otro con Rojo, en el que se detuvo mientras su lengua repasaba el interior de su boca, librándose hasta del último esquicio de chili. Masticó despacio, tiró la cuchara al fregadero con un ruido metálico y palmeó las manos, frotándolas un momento. Luego volvió a intercambiar una intensa mirada con él, fija y penetrante hasta tal punto que parecía poder atravesar cada capa de su piel hasta verle los mismos huesos. Perdió la mirada un instante y luego su rostro se volvió más afable, aunque con un matiz de reto.
- Estoy dentro. - afirmó con un asentimiento de cabeza.
Luego siguió con la vista a Ivy. Era una mujer extremadamente inteligente, interesante y poderosa, pero tenía muy mal pronto y sobretodo, muy poca paciencia. Había comprobado que cuando se sentía desplazada o incómoda, nada la calmaba más que un poquito de amor vegetal y ¿Quién era la vaquera para negárselo? Así que cuando ella abrió la puerta, intercambió una mirada con Rojo, le hizo un gesto con la cabeza para que la siguiera y se dirigió a la puerta.
- Sigamos fuera. - dijo.
Antes de salir, cogió el sombrero de la percha y volvió a calzárselo. Dejó que le demonio saliera y a continuación lo hizo ella. Ivy estaba dirigiéndose hacia algunas de las pequeñas plantas que nacían junto a los barriles. Generalmente los caballos daban cuenta de ellas, pero ahora crecían un poco más deprisa que de costumbre y el hecho de que tiempo atrás el equivalente a un pequeño ejército hubiera empapado la tierra con nutrientes las favorecía bastante. En ese mismo momento escuchó un tremendo aullido que rebotó contra los caminos, las montañas y el ambiente, llenándolo todo. La Sheriff le hizo un gesto a Hellboy y echó una mirada a Hiedra, para que se mantuvieran en su sitio. Tras un instante, el silencio se hizo dueño, y caminando calmadamente, haciendo sonar las espuelas, se dirigió a un lateral de la casa.
No había hecho si no asomarse, cuando un inmenso lobo negro de proporciones inmensas, que medía casi 1,60 de alto se arrojó sobre ella arrollándola como una locomotora, tirándola directa sobre el suelo...
Hubo una pequeña lucha, y en los instante siguientes no supo con certeza qué pasó, salvo que después de jugar un poco, rodó sobre la loba haciendo que el animal quedara tirado en el suelo. Sus otros dos perros se acercaron corriendo, ladrando y jugando, excitados. La vaquera soltó una carcajada, mientras luchaba para hundir el torso de la loba de espaldas en el suelo. Cuando lo hizo, sus manos empezaron a rascar insistentemente el pelaje de la loba.
- ¿Qué hace mi chica? ¿¡Mi chica traviesa?! ¿Quien es una buena chica? ¿¡QUIEN ES UNA BUENA CHICA?! - exclamaba mientras la rascaba la tripa, y luego el cuello, y luego la cogía de la cara, hundiendo sus finos dedos en su pelaje, acariciándola. Normalmente al hacer eso, ella se dejaba hacer encantada, jadeaba e incluso movía la pata.
La verdad es que tenerla en el rancho, a pesar de suponer un trabajo añadido de enseñanza, había sido también una alegría añadida. Se había dado cuenta de que su manera de entender los juegos era la misma, y desde entonces, ese tipo de tonterías siempre le sacaban una sonrisa.
[FDP: Podéis reaccionar de diferentes maneras. Ustedes verán señores.]
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Tema: Re: Rojo es el color de la sangre [Hiedra Venenosa] 25 de Marzo de 2018 3rd Agosto 2014, 23:59
Estaba preocupada, ¿para qué iba a negarlo? Había notado que algo iba mal cuando Rebecca volvió de inglaterra, ya incluso antes de ver cómo se encontraba físicamente. Luego el verla le asustó, pero la Sheriff prácticamente se encerró en la casa y, mal que la pesase, no iba a entrar sin permiso. Cuando la rubia por fin salió, Fiona no tuvo tiempo de preguntarle cómo estaba, pues prácticamente salió corriendo a esa feria gastronómica.
Luego pasaron los días y las cosas volvieron a la normalidad. Su mente humana seguía preocupada, por supuesto, pero su mente animal prefería vivir el momento, y llegado a un punto, su miedo y preocupación desaparecieron en una oleada de felicidad y rutina. Rebecca era algo parecido a una especie de hermana mayor, de ejemplo al que seguir y también de mujer a la que admirar, y Fiona aprovechaba todo momento que la tejana le dedicaba a manos llenas.
Acababa de llamar a ese par de haraganes en el preciso instante en el que sus aguzados oídos de loba le indicaron que la puerta se había abierto. Se quedó en el sitio, escuchando atentamente, y cuando percibió las espuelas de la sheriff, sonrió lobunamente, acechando a la vuelta de la esquina de la casa.
Fue un visto y no visto: en cuanto la señorita Logan asomó la cabeza, la enorme loba prehistórica (Canis Dirus para los entendidos de esas cosas) se abalanzó sobre ella con un fuerte y agresivo gañido, mostrando los dientes. Tras tirarla al suelo, se echó encima de ella rugiendo y babeando sobre la mujer, que parecía patalear intentando zafarse de ella...
Al menos, hasta que rodó quedándose encima de la loba, que soltó un gañido alegre y divertido mientras se dejaba mimar, rascar y acariciar, moviendo la cola alegremente de un lado a otro, movía la pata trasera con alegría y le lanzaba algún que otro lametón a la cara de la sheriff, casi como si fuera un simple y enorme cachorro...
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Tema: Re: Rojo es el color de la sangre [Hiedra Venenosa] 25 de Marzo de 2018 4th Agosto 2014, 06:28
Hellboy miró a Hiedra abandonar la casa y se volvió a la vaquera arqueando una ceja.
- ¿Siempre es así de amable o sólo cuando hay invitados?- Las palabras de Rebecca de que continuasen la conversación fuera le parecieron bien al demonio. Puede que la mujer planta no fuese la persona más amable ni risueña del mundo, pero también era cierto que podía sentirse fuera de lugar. Además, en parte le recordaba a él mismo. Se levantó y metió la silla dentro de la mesa con cuidado de no romperla. Se agachó levemente para salir de la enorme casa de la vaquera y volvió a sentir el sol en la cara. Con su enorme mano de piedra se cubrió los ojos del astro rey, y en un par de segundos se acostumbró a la luz. Hiedra estaba cerca de unas pequeñas plantas junto a unos barriles. Se acercó a ella con el rostro serio y vio como Rebecca daba la vuelta a la casa tras un gesto indicándoles que se mantuviesen en su sitio.
Una enorme criatura negra se avalanzó sobre la vaquera, provocando que el demonio desenfundase a la velocidad del rayo su enorme revolver apuntando al monstruo. Pero no escuchó a la vaquera gritar de dolor ni pedir ayuda. Miró al enorme animal y vio que se trataba de un lobo de dimensiones gigantescas, como no había visto en su vida (al menos no como un animal corriente). La vaquera comenzó a jugar con él, hablándole como si se tratase de un cachorro recién nacido. La imagen era desde luego curiosa, e inquietante al mismo tiempo. El propio demonio había visto criaturas provenientes de lo más profundo del averno, pero aquel lobo impresionaba cuanto menos. Volvió a enfundar su pistola y soltó un resoplido.
- No es más que un chucho.- Esperó a que Rebecca hubiese acabado de tratar con el animal antes de decir nada más. Miró a Hiedra buscando aprobación o confidencia. Él era capaz de hablar con algunos animales, como perros y gatos. Tal vez hablase con el gigantesco animal, pero por el momento se limitó a mirar la escena.
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Tema: Re: Rojo es el color de la sangre [Hiedra Venenosa] 25 de Marzo de 2018 5th Agosto 2014, 11:29
No me incumbía la conversación ni podía aportar nada nuevo. Simplemente no me agradaba la idea de quedarme inerte en la mesa, sin comprender de qué iba la conversación igual que un niño que escucha hablar de política a sus padres. Y decidí salir a tomar aire, sol y hacer una pequeña visita a Lauretina, pequeña especie rebelde que empatizó con la madera de los barriles y anidó alrededor. Formaba unas pequeñas agrupaciones circulares de flor de arbusto en un tono marfil precioso, y desde que yo llegué salvándola de la aridez se mostraba radiante. Escuché detrás mía cómo la puerta se abría y cerraba de nuevo y miré de reojo lo que sospechaba. La sheriff estaba fuera de nuevo, bajo el cobijo de su sombrero, y Hellboy la acompañaba, juraría que pensando no muy bien de mi. Ya se lo había dicho en mi bosque. Malvada y extraña tanto para humanos como para monstruos.
Justo me incorporé para seguir prestando atención a mis preciosas cuando un golpetazo sordo me obligó a levantar la vista. Rebbeca yacía en el suelo y tenía encima un lobazo increíble. Mi instinto fue avanzar un par de pasos acelerados y fuertes con la palma de mi diestra abierta hacia ella. Vi que el demonio reaccionó desenfundando. No me esperaba que formase parte del grupo de gatillos precoces. Fue cuando escuché los arrullos de mi amiga cuando me pare en seco. Escuché el comentario de Hellboy y fue cuando la reconocí. Me dio pie para susurrarle en un tono serio...
- Vuelve a usar una palabra o un tono tan insignificante para mentar a algo tan magnífico y volverás a ser una vaca beefmaster-
Y me paré a visualizar la escena. Que Rebbeca estuviese dominando a un animal de tales dimensiones no era ninguna sorpresa. Lo que me torció el rostro fue reconocerla a ella. Esas curvas en la anatomía... aquel color brillante de antracita, la sensación de seda de su pelaje y obviamente su porte y gran tamaño. Era ella.
¡TRAX! ERES TÚ - y me ensimisme en la paradoja que me rondó la mente cuando la presencié en mi bosque por primera vez. Recuerdo que la primera persona que me vino a la cabeza fue Logan, y pensé en que nadie mejor que ella sabría apreciar la belleza de aquella pieza canina.
Me deje caer sobre una rodilla extendiendo los brazos en dirección a la perra cuando terminó de juguetear con ella. Había dicho mi chica. ¿Acaso Trax era suya? Rebbeca era su ama... Una parte de mi se tranquilizó. No se me ocurrió mejor persona con la que pudiese estar. Otra parte de mí se incomodo. No sabia si esa loba necesitaba a alguien con quien estar o estaría mejor libre... Aunque no se puede decir que lo estuviese pasando mal.
Deseaba notar sus cabellos de nuevo y perderme en esos ojazos. Me pregunté si reaccionaría de algún modo a mis ropas, ya que siempre que había tenido el beneficio de pasar un rato con la loba, lo había hecho desnuda. Preparé en la boca un poco de antídoto para soplárselo si se acercaba. No hacia falta ser un genio para darse cuenta de que el tono de mi voz cambió drásticamente cuando dirigí mi saludo a la bestia. La sensualidad, la amenaza y el peligro huyeron de mi voz para dar paso a pura maternidad, comprensión y ternura.
-Hola preciosa... ¿Qué has estado haciendo por aquí eh...? No sabía que conocías a mi amiga - y con una sonrisa encantada en los labios volví a dejarme fascinar por el can.
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Tema: Re: Rojo es el color de la sangre [Hiedra Venenosa] 25 de Marzo de 2018 20th Agosto 2014, 17:28
[FDP: disculpad la tardanza. Fauna movida con el consentimiento del User]
A pesar de los gañidos del animal, pudo oír perfectamente la retahíla de palabras que había salido de la boca de rojo. Boca bastante sucia, por lo que había llegado a sus oídos. Habría que lavarla con jabón. Hiedra se acercó a ambas y se sorprendió al escuchar que usaba un nombre para la loba que no había oído. Más aún cuando se acercó hasta ella y le dedicó unos cuantos mimos. La Sheriff entornó los ojos y los paseó entre el dulce rostro venenoso de Ivy, así como sobre el de facciones animales de la inmensa loba prehistórica. Estaba claro que se conocían, pero no hasta qué punto ambas sabían bien lo que tenían delante, y eso iba tanto por Hiedra como por Fauna.
- Así que ya os conocíais. ¿Has hablado con ella? - preguntó como si fuera lo más natural del mundo, aunque para ella lo había sido desde la infancia.
Incluso cuando descubrió que Fauna hablaba, no se asustó lo más mínimo. Le parecía algo así como una fase más en su ritmo de vida habitual. Sólo que normalmente era ella quien tenía que interpretar el idioma de cada animal. Con Fauna había sido al revés.
La Sheriff echó una mirada hacia atrás y se encontró con Rojo observando en su dirección. Sus ojos pasearon distraídamente por la figura de la mole y luego una sonrisa satisfecha se atisbó en sus labios antes de desvanecerse. Se inclinó sobre la oreja de la loba y murmuró algunas palabras y luego acarició el nacimiento de sus orejas con una mano, antes de dejar ir a la criatura. Una de sus comisuras se torció en una sonrisa, e intercambió una mirada cómplice con Hiedra, al tiempo que la enorme bestia azabache empezaba a pasear al paso, distraídamente, meneando la cola en el proceso.
Empezó a caminar en dirección a ambos, calmadamente, mientras sus caderas se movían aderezadas por el sonido de sus espuelas. La loba había llegado junto a Hellboy, y parecía olfatearlo distraídamente, al menos hasta que de una dentellada perfectamente precisa hizo presa del pantalón del demonio introduciendo los colmillos por la cinturilla. No has recibido un mordisco hasta que lo has hecho de un lobo prehistórico. Muy mágica debía ser esa prenda para aguantar los tirones de la inmensa criatura, que parecía encontrar algo de sabroso, o de divertido, en convertir eso en un montón de jirones de tela. Tiraba de ella, moviendo el cuello, como un cachorro que se pelea con su amo por su juguete favorito. Una risa hizo vibrar el diafragma de la Sheriff, al tiempo que le daba un golpe al sombrero, elevando el ala, dejando así ver una expresión satisfecha y claramente divertida.
- Parece interesada. No guardarás una salchicha en el bolsillo, ¿verdad?- preguntó sarcástica, al tiempo que se detenía y contemplaba la escena. - Sé que no estás acostumbrado a tratar con mujeres. No hace falta que preguntes cómo lo sé. Te daré un consejo si es que puedes meterlo en esa enorme testa de Beefmaster. - cruzó los brazos, apoyó el peso en la pierna derecha sonsacando la cadera, y su mirada, a pesar de la sonrisa que surcaba sus ojos, adoptó un tinte peligroso. - Nunca, escucha bien, NUNCA ofendas a una mujer, sea cual sea su credo, raza o edad...- la tela dió un crujido bastante feo. La loba gruñó. - por que te lo hará pagar, y te arrepentirás toda tu vida. - era una advertencia, pero sonó tan amenazante como el tambor de un revólver al girar. Ahora sólo quedaba una pregunta por resolver. ¿Llevaría el demonio ropa interior, o iría en plan comando? Quizá pronto lo sabrían...
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Tema: Re: Rojo es el color de la sangre [Hiedra Venenosa] 25 de Marzo de 2018 1st Septiembre 2014, 22:41
Fiona dedicó una mirada de odio a Hellboy unos segundos antes de que la metahumana la llamase por el nombre que le había impuesto. No tardó mucho más en ignorar al demonio para echarse prácticamente sobre la pelirroja, jadeando alegremente cuando la mujer planta la acogió entre sus brazos. Fiona se sentía desbordada de felicidad dándole lametones alegres y moviendo su cola vigorosamente. Era un gesto más adecuado a un perro que a un lobo, pero tenía que reconocer que se alegraba mucho de verla, y después de que Rebecca la tratase como a un enorme cachorro, no podía evitar sentirse un poco más domesticada de lo que sería normal en ella.
Fueron unos largos segundos en los que en enorme cánido y la metahumana se miraron fijamente, contentas de estar juntas de nuevo. Fiona sentía un profundo aprecio, una gran amistad y también atracción por la pelirroja. Era una mujer increíble, y sentía que esa unión a la naturaleza que ambas compartían hacía que se sintiese atraída de un modo más que meramente carnal por ella.
Así que ya os conocíais. ¿Has hablado con ella? la realidad volvió de nuevo a los sentidos de la loba, que se giró con un leve gañido y lanzó una mirada culpable a su alfa, indicando que no, precisamente no había hablado con ella. Cuando Rebecca se acercó a ella, sus orejas se erizaron, y escuchó atentamente lo que la sheriff tenía que decirle.
Era extraño, parecía más una niña pequeña escuchando una travesura que le hacía gracia, sonriendo de esa forma tan propia de un can. Así pues, siguiendo las instrucciones de la tejana, Fiona se acercó con indolencia a Hellboy... hasta que le mordió el culo.
Los músculos de la loba eran fuertes, y no le costó en absoluto atravesar la tela de la prenda, aunque tuvo que reconocer con cierta molestia que sus colmillos apenas llegaron a pellizcar la carne del ser. De haber sido un hombre normal, habría perdido el glúteo izquierdo al completo. ¡Pero no se iba a rendir así como así! La loba afianzó las patas y empezó a gruñir y gañir de forma alegre, como un cachorrillo que tira de su juguete favorito, moviendo el cuello con vigor y tirando con fuerza, mientras el sonido característico de la tela al quejarse llenaba el ambiente
Tenía que reconocer que la idea le hacía mucha gracia, y estaba deseando saber si el demonio tendría algo debajo de los pantalones... y si sería tan corto como su mollera.
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Tema: Re: Rojo es el color de la sangre [Hiedra Venenosa] 25 de Marzo de 2018 1st Septiembre 2014, 23:49
Un simple comentario como "no es más que un chucho", y todas se volvieron hacia él como si acabara de mentar al maligno o cagarse en la madre de ellas… O en el caso de Hiedra, como si acabase de pisar otra de sus plantas. ¿A qué venía todo aquello? Era un chucho, uno grande, pero un chucho al fin y al cabo. Las palabras de Hiedra fueron un mero susurro, y cuando se volvió a saludar a la loba el demonio puso los ojos en blanco. No contento con aguantar a demonios y criaturas que tenían que masticarle, ahora esto. Rebecca se le acercó con la loba al lado y esta comenzó a morderle el pantalón. Hellboy movió la pierna para intentar separarla de ahí.
- ¡Eh! Perdona por llamarte chucho, pero suéltame el pantalón o tendremos problemas.- Rebecca le dio una charla acerca de las mujeres y el jamás cabrear a una. A él eso se la traía al pairo. La única mujer que le importaba era Liz, y ya sabía de sobra que ella a veces no le soportaba. Sin embargo, tener a las dos chicas con la mirada clavada en él fue más incómodo que un mordisco de Bakasura. En ese momento, habría preferido ser empalado o caer en un lago helado antes que aguantar las miradas de las chicas. Las tres se conocían entre ellas, y parecían llevarse bien a juzgar por la piña que hicieron cuando el demonio llamó despectivamente al cánido. Frunció el ceño y luego volvió a achuchar a la loba para que dejase de tirar.- ¿Qué te pasa? ¡No llevo comida encima!
Además de sus conocimientos de lo sobrenatural, Hellboy era capaz de hablar algunos idiomas y dialectos de casi cualquier criatura infernal debido a su naturaleza, pero también conocía el idioma de algunos animales, entre los que se encontraba el perruno. La loba estaba encabezonada con su pantalón, y como siguiese así iban a tener una situación bastante desagradable, con el demonio sin sus pantalones. Eso no le agradaba ni lo más mínimo. Si ya suficiente cachondeíto se iban a traer las dos con la historia del bosque más valía no darles otra razón más para que se riesen mientras le miraban. El sonido de un nuevo desgarrón le obligó a darse prisa antes de perder su ropa. Resopló y miró al animal. Levantó su dedo índice de piedra, colocándolo frente al húmedo hocico.
- Escúchame "Comillo Blanco", yo no he venido a causar problemas. Sólo soy un amigo de tu dueña que he venido a visitarla y ver cómo está después de que me ayudase en Escocia, así que tenemos dos opciones: o dejas de morderme el pantalón o tendré que hacer que dejes de morderlo a la fuerza, porque desde luego no voy a quedarme en cueros aquí delante de todo el mundo. ¿De verdad crees que si fuésemos enemigos ella me habría dejado entrar en su casa? Anda, no muerdas más que no quiero problemas.
Última edición por Hellboy el 2nd Septiembre 2014, 00:31, editado 1 vez
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Tema: Re: Rojo es el color de la sangre [Hiedra Venenosa] 25 de Marzo de 2018 2nd Septiembre 2014, 00:01
Había dicho... hablar..¿con ella? Hablar... Bueno, Logan siempre había hablado con los animales, y les mimaba mucho, quizá para ella fuese lo normal. De hecho en más de una ocasión me había parecido que compartía sangre con más de una yegua. Pero no fue... un comentario muy acertado aún así. Ella tenía sentido social, no era alguien a quien tienes que saber como es para poder tratarle. Además siempre me había inquietado que la loba comprendiese tan bien a las personas, eso no lo hacía solo el lenguaje corporal. Y la reacción del can a esa pregunta me avivó aún más la chispa de la curiosidad torciéndome el gesto ante el reproche de la loba.
Creo que los segundos de después fueron de los pocos que me hacían arrepentirme de no cargar una cámara al hombro. En menos de un parpadeo me levanté y estaba viendo cómo la loba se encaprichó con los cuartos traseros del lobo. Veía la cola roja de Hellboy moverse de lado a lado, nerviosa pero firme. A la loba dar bandazos mientras los crujidos de la tela aumentaban y convertían un 7 en un 14. Mis ojos se abrieron aún más que el agujero en las fauces de Trax, y mi boca le acompañó en una carcajada de las que hacía tiempo no soltaba.
- ¡JAJAJAJAJAJAJAJA! Oh dios... ¡machácalo pequeña! - y mi risa se interrumpió cuando vi que le daba un golpe en la nariz. Y mi rostro mudó a una perplejidad curiosa cuando él se arrodilló ante ella y ella se calmó.
Luego todo se volvió tenso. Me quedé prácticamente petrificada y pude respirar un ambiente raro y cargado de preguntas. Me mantuve seria y estirada, observando la escena rara y tierna casi a partes iguales.
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Tema: Re: Rojo es el color de la sangre [Hiedra Venenosa] 25 de Marzo de 2018 14th Septiembre 2014, 20:12
El forcejeo llegó a hacer gracia a la vaquera, y cuando la loba empezó a desgarrar el pantalón, una suave carcajada se escapó entre los labios de quienes todos creían, era dueña de semejante animal. Aunque evidentemente no lo era. Fauna, por mucho animal en que pudiera transmutarse, por más conciencia compartida en el que se sumergiera cuando obraba esa especie de magia o como quisiera llamarlo que le permitía cambiar su forma, no era de su propiedad. Trabajaba para ella, y poco a poco se había creado entre ellas una relación que estaba basada en el respeto, pero que también respondía a la obediencia propia del patrón y el trabajador.
Estaba a punto de interrumpir a Fauna, tratando de relajar el ambiente, y de nuevo rió ante los ánimos que su compañera clorofílica lanzaba al viento alentando al inmenso animal, al menos hasta que Rojo, tras darle un toque en el hocico, hizo algo que no sabría cómo describir.
Generalmente no aceptaba que se levantara la mano a un animal, como tampoco toleraba que se la alzaran a ella, pero si un animal se hubiera lanzado así por su ropa, se habría llevado un par de toques de advertencia. La vaquera respetaba a los animales, pero no era estúpida. Si un perro, un oso, o un lobo te atacaba, incluso jugando, tu tenías pleno derecho a defenderte. Así funcionaba todo. Pero lo que la dejó sin habla fue el hecho de que, juraría, el demonio había empezado a gruñir a la inmensa loba de manera gutural. Analizó ese sonido con su oreja experta, y levantó el sombrero con el pulgar para prestar mas atención a lo que veía, y casi no podía creer...
- Que me aspen...- murmuró, para sí misma, entreabriendo los labios a continuación - Están... ¿conversando?...- dijo entonces, entrecerrando los ojos y observando la escena. Desde luego, merecía la pena verla.
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Tema: Re: Rojo es el color de la sangre [Hiedra Venenosa] 25 de Marzo de 2018 20th Septiembre 2014, 21:44
FDI:
Para que se me diferencie de Hellboy, cambio el color de mi letra a #BB1100
Fiona gruñó por lo bajo y tiró con sus fuerzas cuando Hellboy intentó resistirse, hasta que finalmente este le dio un suave golpe en el hocico. El animal se soltó agitando la cabeza, más molesto por el olor que acababa de impregnar su hocico que por el daño en sí, momento en el que la criatura le habló. ¿Le habló?
La loba parpadeó sorprendida, antes de recular un poco, más curiosa que asustada. Lanzó una mirada inteligente de soslayo al demonio y después centró su mirada en Rebecca y finalmente volvió a centrar la mirada en el demonio.
La alfa ordena, yo obedezco gruñó en el peculiar idioma cánido, antes de volver trotando hacia Rebecca. A mitad de camino, se convirtió en una pantera negra, y se restregó contra ella, soltando un leve ronroneo. Después pasó por detrás de la rubia y cuando volvió a emerger al otro lado, era otra chica rubia, algo esmirriada y con un pelo salvaje y encrespado, vestida con unos vaqueros, botas militares y una camisa que le quedaba enorme. Fiona metió las manos en los bolsillos y silbó alegremente
Entre tú y yo, tío, la próxima vez que me llames un chucho, te las verás con un elefante. finalizó, con una sonrisa socarrona. Entonces centró su mirada en Ivy y mostró una sonrisa aún mayor y mucho más amable
Hey, Hierbabuena... Perdona que no te lo contase antes, pero no sabía cómo ibas a reaccionar ante una humana, por mucho que se llame Fauna...
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Tema: Re: Rojo es el color de la sangre [Hiedra Venenosa] 25 de Marzo de 2018 24th Septiembre 2014, 09:40
La loba le entendió a juzgar por la cara que puso. Parecía realmente sorprendida de que alguien le hablase en su idioma, al menos alguien que no fuese otro animal. Reculó un poco y luego se acercó a Rebecca lentamente. A juzgar por sus palabras, funcionaban como una manada. Rebecca era la hembra dominante y ella la seguía y obedecía. Las manadas de lobos solían estar dominadas por un macho alfa y una hembra alfa, y el resto de animales les debían respeto y obediencia, los machos al macho y las hembras a la hembra. En parte le hizo gracia que la vaquera tuviese un lobo con ella. Era lo último que habría imaginado. Se esperaba algo más del oeste. Tal vez un puma o un caballo. Pero, ¿un lobo? Aquello le rompía un poco los esquemas. Los lobos eran más típicos de los indios. En fin, tampoco era un fan acérrimo de las películas del oeste.
De repente, sin previo aviso, la loba se transformó ante todos en una preciosa pantera negra, con un pelaje que desprendía brillos azulados. Aquello descolocó al demonio y abrió ligeramente la boca. ¿Una cambiante? ¿Sería una especie de mutante como otros que había visto ya o era un ser sobrenatural? Había algunos tipos de demonios capaces de cambiar de formas animales para poder adentrarse en las casas o acercarse a los niños en formas de pequeños mamíferos sobre todo, como cachorros de perro o gato. Los llamaban metamorfos. Él ya se había enfrentado a alguno de ellos, y conocía su naturaleza. La de ella era distinta. No tenía esa especie de aura sobrenatural que desprendían las entidades o criaturas mitológicas. Tal vez sólo fuese una simple mutación. Y cuando las sorpresas no podían ser mayores, apareció desde detrás de la vaquera como una delgada muchacha con el pelo encrespado y verde, vistiendo unos vaqueros y una enorme camisa.
- ¿Pero qué...?- La chica le habló, ahora con voz humana, diciéndole que se convertiría en elefante si volvía a llamarla chucho. No se sintió realmente amenazado. Se había enfrentado a cosas mucho peores que un simple elefante, aunque entendió que se sintiese molesta por lo de chucho. Recordaba las cosas que habían sucedido estando en un animal. Sin duda debía ser una especie de mutante. Descartó una posible posesión, pues en las posesiones no puedes elegir el animal en que te transformas, y lo más importante, no recuerdas nunca qué ha sucedido durante el cambio, al menos no tan claramente. La gente poseída solía recordar alguna imagen borrosa, un olor o un sonido, pero no palabras exactas ni conversaciones.
La chica se volvió a Hiedra, o eso dedujo el demonio por el mote hierbabuena, ofreciéndole una enorme sonrisa y diciéndole que no sabía cómo se lo iba a tomar. Fauna. Ese debía ser el nombre de la chica, y a juzgar por lo que le dijo a su compañera, ella tampoco sabía que la tal Fauna era una humana. Rojo agitó la cabeza algo confuso todavía y luego sonrió.
- Parece que te guardas más truquitos bajo la manga de los que yo creía vaquera... Y creo que no soy el único sorprendido con que la compañera de la rubia sea una humana, ¿me equivoco Hierbabuena?- Hellboy rió levemente, picando un poco a la mujer de verde. Tampoco quería cabrearla, pues sabía de lo que era capaz, pero un pequeño chiste para relajar un poco la situación siempre iba bien. Luego se volvió a la chica delgada y le ofreció su mano izquierda. Siempre ofrecía la izquierda cuando quería presentarse. Era más humana que la de piedra. Además, ahora que estaba en su forma humana, parecía bastante frágil, y no quería partirla como a una ramita con su mano.- Bueno, ya que te has presentado, o eso deduzco de tu nombre Fauna, permíteme que me presente yo también. Puedes llamarme Hellboy.
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Tema: Re: Rojo es el color de la sangre [Hiedra Venenosa] 25 de Marzo de 2018 24th Septiembre 2014, 14:52
Me quedé petrificada cuando vi el comportamiento del cánido. No sólo parecía tener consciencia humana, sino que se comportaba como tal. Volvió a los pies de Rebbeca y vi cómo su pelaje se acortaba, los músculos se le remarcaban, la cabeza se le estrechaba y sus orejas se volvían más pequeñas. Trax, delante de mis narices, se había convertido en una pantera hermosa. Un gran felino con actitud de el gato doméstico más manso de barrio viejo. ¿Cómo podía ser?
Al salir del lado de la sheriff era la niña flaca que mi amiga había contratado como ayudante. Si no hubiera vivido en Gotham seguramente me hubiese alucinado, sorprendido, cuestionado cómo era capaz... Pero estando donde estaba, y con los poderes que yo tenía, no tuve tiempo de preguntarme cómo sería posible, ni la explicación científica. Mi reacción tornó como siempre, a lo personal. Creo que no pude aplacar la ofensa reflejada en mi rostro. ¿Mentiras a mí? El comentario de la mole tampoco fue de ayuda para conservar mi paciencia. Con Trax había compartido más vínculo que con cualquier humano. NADIE entendía la naturaleza como yo o como ella. Y me había traicionado. Noté la mirada del demonio clavada en mi nuca. Y vi, apretando los puños, cómo el demonio se acercaba para presentarse. Yo no merecía eso.
Señalé a la vaquera, se notaba la rabia en mi voz - De ti lo entiendo - y junto con mi vista, mi dedo apuntó a los ojos de la niña - ¿¡PERO TÚ!? - bajé el gesto acusador y mientras con la diestra no paraba de gesticular, recolocándome el pelo y lanzando las manos al aire - Sabes de sobra lo que sentí, y sé que fue recíproco. Apuesto a que nadie más te trató como lo hice yo, nadie es capaz de apreciarte como te mereces - dije con la imagen de la loba en la cabeza - Maté dos hombres por ti nada más conocerte y mi trato contigo fue especial. No puedo creer que seas capaz de hacerme esto... Por supuesto que eres humana... Una loba real no me hubiera traicionado. - cerré los ojos y tensé los músculos de mi cuerpo mientras respiraba. Necesitaba relajarme o perdería la compostura delante de dos personas bastante importantes para ella. Y fue cuando caí en la cuenta de que las tres entidades que me rodeaban habían tenido un comienzo más que peculiar conmigo. Pero nada me había dolido como eso. Ella no era del todo humana, y esa no era mi molestia. Logan era totalmente humana y la adoraba. Mi verdadero dolor residía en la mentira. ¿Por qué no contármelo? ¿Por inseguridad? Claro... Porque es mucho mejor herir tu entorno con una mentira que herir el orgullo propio por superar una inseguridad. Ella me había hecho desconfiar aún más de lo que lo hacía. Pero no era lo mismo. Las traiciones humanas eran comunes. Las animales no las había vivido nunca... por su culpa a partir de entonces desconfiaría durante una buena temporada de todo animal. Y ellos formaban la mitad de mi mundo. No sólo me había hecho desconfiar en ella, me había hecho desconfiar en una parte de mí y casi todo cuanto me rodeaba. Eso no se recupera con una disculpa.
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Tema: Re: Rojo es el color de la sangre [Hiedra Venenosa] 25 de Marzo de 2018 2nd Octubre 2014, 20:56
Cuando la pantera se rebozó contra sus pantalones, llenándoselos de pelo en el proceso, la patrona se permitió inclinarse levemente para acariciar el pelaje cambiante de la criatura, que acabaría por ser lo que parecía poco más que una niñata flacucha de expresión pícara, pero que escondía en el fondo el corazón salvaje de la naturaleza indomable. Se echó las manos a los bolsillos, y contemplando la expresión de asombro de ambos, echó una mano en torno a su cuello y la estrechó en un gesto rápido y cariñoso contra su pecho, en una explosión de cariño poco propia de la naturaleza de la Sheriff.
- Me gusta la buena compañía. Ya sabes. - dijo mirando al demonio de arriba a abajo, obviando lo presente.
Estaba en medio del rancho, rodeada por una mutante, Hiedra venenosa y un Demonio de dos metros. Por no decir que Sloan aún andaría por ahí con la placa y el consiguiente puesto que esta suponía. Desde luego, era evidente que de un tiempo a esta parte había empezado a atraerlos como la miel a las moscas. No es que le molestara, la verdad es que la vida se había vuelto mucho mas emocionante desde que estaban en su vida. Aunque agradecía de corazón tener otra gente, gente normal, con la que poder hablar tranquilamente, como había hecho hacía poco con cierta repostera en la feria gastronómica. Al acordarse de Celsit, se le dibujó una media sonrisa en la cara y se preguntó si en ese mismo momento la pillaría con las manos en la masa.
Se reía interiormente de aquello cuando se percató de que estaba a punto de asfixiar a la loba y la soltó, esperando que estrechara la mano que ofrecía Hellboy. Pero no estuvo segura de si llegó a hacerlo, porque un dedo acusador la señaló. Ivy la sorprendió con un arrebato en el que culpaba a Fionna de algo, y a medida que se explicaba, lo único que podía sacar en claro la vaquera es que estaba ofuscada por haberle ocultado el hecho de que era humana.
La vaquera miró a su moza de cuadras, luego fugazmente a Hellboy, y tras eso posó una mirada tranquila, pero endurecida en Hiedra Venenosa. Estuvo contemplándola durante unos segundos que quedaron suspendidos en el aire. Una brisa seca acarició un instante las pieles de los presentes, afianzando el calor que había transcurrido durante el día.
- Ivy,...- dijo entonces la vaquera en un tono bajo, aunque en aquel silencio era posible oír su voz claramente, sus ojos se posaron un momento en Fauna, y luego volvieron a Hiedra. No sólo porque no quería entrar en un conflicto que no le pertenecía, si no porque a diferencia del resto de Gothamitas, se preocupaba por Pamela, y no por el daño que pudiera causar o lo que fuera a hacer. Su mirada se volvió penetrante, como si pudiera atravesar a la mujer verde con esos ojos azules de agua. - Aún es una cría.- añadió, negando levemente con la cabeza.
Conocía a Pamela, y quizá mas de lo que pensaba, entendía cómo se sentía. Pero también comprendía la visión de Fauna. Si Ivy era honesta consigo misma, y Fauna lo suficientemente inteligente para defender su postura sola, a la clorofílica no le costaría ni lo más mínimo ponerse por un momento en su pellejo de loba.
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Tema: Re: Rojo es el color de la sangre [Hiedra Venenosa] 25 de Marzo de 2018 4th Octubre 2014, 22:52
Fiona soltó una leve carcajada y estrechó contra sí a la vaquera cuando esta la acogió entre sus brazos, claramente alegre por el gesto. Hacía mucho tiempo que no sentía lo que era una familia de verdad, y Rebecca se había ganado a pulso el puesto de hermana mayor y ejemplo a seguir. Era hermosa, era inteligente y qué cojones, sabía hacerse respetar. ¿Qué más podía querer de un buen ejemplo?
Cuando se separaron, Fiona se acarició bajo la nariz con un leve enrojecimiento y una enorme sonrisa, halagada por las palabras de la mujer que ahora mismo era uno de los dos pilares de su vida. Se giró hacia el demonio, sonriendo con la intención de estrecharle la mano y hacer algún comentario jocoso sobre el nombre, cuando...
De ti lo entiendo ¿¡PERO TÚ!? Fiona parpadeó, dando un paso hacia atrás mientras su expresión alegre se convertía en una de confusión. Sus orejas cambiaron a las de un can, sus rasgos se volvieron más salvajes y su cuerpo se cubrió de un vello negro mientras una cola aparecía de pronto en su rabadilla, una cola de can que rápidamente se alojó entre sus piernas mientras las orejas se echaban hacia atrás.
No cabía duda de que estaba sorprendida e incluso asustada ante el exabrupto de Ivy, y no hizo más que recular según esta siguió increpándola, con sus ojos amenazando con anegarse en lágrimas. ¿Cómo podía si quiera pensar que la había traicionado? ¡Amaba a esa mujer! Era una diosa entre los hombres, era una reina de las hadas... ¡Era el jodido bosque que tanto amaba!
Y-yo...
Ivy,... Aún es una cría
Fiona dejó de retroceder, plantando ambos pies en el suelo. Inspiró, obteniendo valor y después negó con la cabeza
No, Sheriff, no me defiendas... No sería justo comentó, clavando esa mirada seria en los ojos de la pelirroja. Sus orejas aún andaban echadas hacia atrás, pero su cola poco a poco empezó a elevarse. No iba a permitirse perder más terreno No te he mentido en ningún momento, Pamela. dio un paso hacia la mujer verde, recobrando poco a poco su coraje Yo soy Fauna. Soy Trax, la loba, y ella forma parte de mí. Soy la yegua negra que corre libre por las praderas, el puma que caza entre las montañas. Soy la liebre de montaña, y también soy el toro de lidia. Soy todas esas cosas, y ninguna de ellas es una mentira, del mismo modo que tú eres las plantas y ellas son parte de tí avanzó de nuevo, esta vez algo más segura. Hinchó pecho y sus ojos verdes destellearon
Respeto lo que hiciste por mí, pelirroja, y me siento honrada porque me ofrecieras tu amistad, del mismo modo que yo te ofrecí la mía. Sin tapujos. He cazado para tí, y he ahuyentado a aquellos que pudieran intentar atacar tu territorio. Y lo he hecho desde el corazón. ¿Cómo puedes si quiera pensar que te he traicionado, que te he mentido? la mujer-lobo puso los brazos en jarras, sus ojos destellando y su expresión mortalmente seria
Mis sentimientos son tan verdaderos como tú declaras los tuyos. ¿Acaso van a cambiar ahora porque pueda convertirme en un humano? Si es así, ¿no es hipócrita rechazarme por ello? ¿No debería enfurecerme yo porque no me aceptes, sin tapujos? Ante tu reacción, ya tienes mi respuesta. Ya sabes por qué no te dije que puedo ser cualquier mamífero. Por qué no te dije todo lo que siento. apartó la mirada, antes de meter las manos en los bolsillos He dicho demasiado... Da igual. Ódiame si quieres, conviérteme en abono de tus flores si así lo deseas. Quizás si formo parte de ellas serás capaz de aceptarme como soy
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Tema: Re: Rojo es el color de la sangre [Hiedra Venenosa] 25 de Marzo de 2018 7th Octubre 2014, 00:26
FDI: Salto el turno a Hellboy con permiso del user.
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Los reflejos de la sheriff saltaron a la luz. La jefa de la manada protege a sus cachorras... supongo. Es una cría... Mis ojos verdes se clavaron en los de aquella chica que estaba, exactamente, asustada como un can. Como podría haberlo estado la loba que conocí. Aquel comentario... Era cierto que sólo era una niña ¡al menos por ahora! Pero... La joven empezó su discurso. Cerré los ojos intentando placar la visión de mi mente.La cara de Danny, de Sarah... Mis pequeños huérfanos. Rebbeca le había dado un hogar igual que yo se lo di a ellos y... Y si yo la hubiera encontrado en el bosque perdida la hubiese acogido igual. Era una niña, seguía sin malicia. Mientras lidiaba mi batalla interior, ella se alzaba cada vez más segura, como una pequeña y tierna mujercita.
Esperé a que terminase de hablar. Mi rostro mutó a preocupación y el orgullo desapareció. Extendiendo el brazo derecho, con el cuerpo ya relajado, una liana nacía desde mi codo, enroscándose hasta mi muñeca y yendo hacia ella, lo suficientemente lento como para que ni el demonio ni la sheriff reaccionasen a malas. No era agresividad. En mi tono sólo había ternura.
- Créeme, sé mejor que nadie lo que es ser rechazada por lo que eres - y recordando la escena, le mandé una mirada calmada y duradera a los ojos amarillos del demonio. Una sonrisa maternal decoró mis labios. En un zumbido suave, avanzó hasta rodear la mitad de su cadera y empujarla hacia mí desde la espalda, obligándola a caminar de puntillas y trastabillar un poco hasta estar frente a mí. La volví a mirar de arriba a abajo hasta detenerme en sus ojos de nuevo. ¿Cómo no amar a una criatura...? Cuando la tuve delante la liana se recogió poco a poco. Pero ella lo había hecho mal, y a las niñas que se portan mal hay que castigarlas para criarlas como se merece. Desde ese momento todo parecía ir a cámara rápida hasta que hablé. La liana justo antes de recogerse le dio un azote en el culo.
Mi mano avanzó veloz hacia el pelo de la nuca y la piel, agarrándola fuertemente clavando las uñas sin hundir demasiado. Como una loba madre agarraría a su cría. Y miré directa a su pupila. - No me he enfadado por mí - no entendería la mentira, era una niña - Has traicionado a tu naturaleza. Eres una de los seres más hermosos que he conocido junto con los que hoy nos acompañan. Nunca te avergüences de lo que eres, no deberías permitírtelo y no tienes motivos - Le solté el cuello y avancé mis labios inclinándome sobre ella para besarle la frente rápidamente, tratando de evitar el sarpullido.
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Tema: Re: Rojo es el color de la sangre [Hiedra Venenosa] 25 de Marzo de 2018 9th Octubre 2014, 08:38
Al principio, la situación se tornó un poco tensa. Al parecer, a Hiedra no le hizo ni pizca de gracia que la chica-loba le hubiese ocultado que ella en realidad era una humana. Para ella fue una especie de traición que no hubiese dicho nada. El demonio meramente se limitó a observar la situación. A él ni le iba ni le venía lo que sucediese a decir verdad. Le importaba Rebecca, pero en seguida sintió que aquella conversación era algo a lo que era totalmente ajeno. La ropa sucia en casa se lava como dicen. Aquellas tres chicas habían formado una especie de simbiosis a las afueras de Gotham de confianza y protección mutua. No pudo evitar sentir cierta ternura ante esto. La vaquera y la otra chica no parecían tener miedo de tratar con Hiedra. Una pequeña luz de esperanza brillaba en su interior. Aún había gente capaz de amar a aquellos que eran algo distintos. En el B.P.R.D lo más parecido a una humana que tenían era Liz, sin contar con todos los agentes que iban y venían naturalmente, o la piloto Kate. Ellas dos nunca habían tenido reparos en acercarse a él o a Abe, ni les habían rechazado jamás, cosa que no podía decir del resto de humanos con los que solían tratar. Desgraciadamente, en ese mundo, tan lleno de criaturas bellas y extrañas, en el buen sentido de la palabra, la gente estaba mucho menos concienciada de todo esto que si no hubiese absolutamente ni una criatura.
La vaquera defendió a su pequeña retoña, pues casi parecía eso, aunque la diferencia de edad entre ellas fuese extremadamente pequeña, argumentando que no se trataba más que de una niña. En el fondo razón no le faltaba. Uno nunca deja de aprender cosas, ni de crecer y evolucionar, pensó el demonio. A pesar de sus casi setenta años, él todavía actuaba algunas veces como un adolescente. Lo sabía, pero si uno no vive con algo de ganas de aventura en su interior en un mundo que constantemente te rechaza, terminarás por morir. No quería convertirse en un Johann Krauss, un tipo serio y cuadriculado hasta la médula. Abe era el paso intermedio entre ambos, dejándose llevar de vez en cuando por la aventura y la locura, pero siempre manteniendo las formas. "Un día me lo tengo que llevar a beber, a ver lo que le dura el protocolo", pensó el demonio. A juzgar por su transformación en la pantera, Hellboy dedujo que la muchacha llamada Fauna era capaz de cambiar de forma a una animal, por lo menos dentro de los mamíferos. También le había amenazado con convertirse en un elefante. Pobre. No quería enfrentarse a él. Había machacado a demonios del tamaño de un edificio. Un elefante era de lo mejor que le podía tocar en el menú del día. Pero no tenía pensado enfrentarse a ella en ningún momento. A él le iban los monstruos de otras dimensiones que deseaban devorar el mundo a su paso. Si la muchacha esta volaba un banco por los aires o iba por el parque pegando a ancianitas no era de su incumbencia, de la misma manera que le daba igual que Hiedra fuese malvada o una villana. Después de todo, ¿quién puede decir con la mano en el corazón que jamás haya hecho nada malo?
Las palabras de Hiedra se volvieron tiernas de nuevo, mandándole a la mole roja un detalle de su anterior conversación. La boca de este le mostró una sincera sonrisa sin dientes. Menudo día llevaba. Cuando se lo contase a Abe no le creería. No todos los días eres capaz de ver tu alma expuesta tan directamente. Tras unas palabras, y un abrazo de la mujer planta, todo pareció volver a la normalidad. El demonio se estiró levemente, haciendo crujir con fuerza su espalda antes de soltar un pequeño resoplido causado por este último movimiento.
- Menudo día... No me habías contado que tenías una pequeña "hermana", o lo que sea la relación que tenéis chicas.- Las palabras iban lógicamente dirigidas a la vaquera. Desde luego, se conocían de hace tiempo, a juzgar por la manera de proteger a la chica y de abrazarla y tratarla, como lo haría una madre o una hermana mayor. Después se volvió a Hiedra con una sonrisa.- Quién lo diría, tantos "bichos raros", y nos hemos ido a juntar todos aquí... Deberías conocer a Abe, estaría subiéndose por las paredes de la emoción y tocándolo todo. Un buen tipo, ya os lo presentaré.- Y sacó un enorme puro que se encendió. Arqueó ligeramente las cejas mirando a la mujer planta y sonrió.- Tranquila, son hojas secas. ¿No te molestará no?- A decir verdad, Hellboy nunca apagaba un puro que se había encendido. Pero Hiedra era algo distinto. No la conocía de hacía mucho, pero sabía lo que significaban para ella las plantas. No era la primera vez que conocía a seres así, pero si la primera en que le importaban un mínimo. Ella se había portado bien con él, en cierto modo. Si le pedía que apagase el puro lo haría, no sin rechistar un poco. Era un buen habano, después de todo.- Bueno, ¿cuál es el plan ahora? Vaquera, ¿quieres un puro?
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Tema: Re: Rojo es el color de la sangre [Hiedra Venenosa] 25 de Marzo de 2018 15th Octubre 2014, 21:35
Al final, Ivy se delató como lo que era. No le pasaba desapercibido el hecho de que trataba a las plantas prácticamente como si fuera hijas suyas. Las llamaba "queridas" o "mis pequeñas", y se había enterado de unas cuantas cosas que había hecho por la comunidad, como cuidar huerfanitos. Parecía mentira que una mujer como ella se dedicara a esas cosas, pero era así como que el sol se pone por el oeste. Supo que había resultado una gran decepción que Fauna no se lo hubiese contado, por otro lado y después de investigar un poco sobre el "curioso" invitado magnético que había atraído hasta las inmediaciones de su rancho , no le extrañaba nada que la actitud de su moza de cuadras fuese precavida y desconfiada. Al parecer, de donde ella venía, a los mutantes se les perseguía de maneras que casi lindaban con las nazis.
Pero Ivy, a pesar de todo lo que pudieran decir y su historial apoyara, era una mujer razonable. Si le explicaban las cosas en condiciones y la tratabas con educación, casi siempre podías conseguir de ella una sonrisa. Lo cual, por cierto, acababa siendo casi un vicio.
Finalmente y tras la charla de Fauna, que por cierto resulto tan conmovedora como pasional, Ivy fue capaz de entender sus motivaciones. Ambas eran dos criaturas que obedecían a sus instintos, profundamente unidos a la naturaleza de la que eran parte. Si no podían comprenderse entre ellas, nadie podría. Después de esos instantes de tensión, y esa manifestación de ternura por parte Hiedra, que a veces no tenía nada de venenosa, pudieron relajarse. Rojo metió baza entonces, y ella pudo soltar una carcajada.
- Es mi moza de cuadras. Sería una pena desaprovechar su talento. - dijo, encogiéndose de hombros. Era algo obvio. A parte de ella, ¿quién mejor para cuidarlos que alguien que podía meterse en su pellejo? - Teniendo en cuenta lo presente, creo que aquí el bicho raro soy yo. - dijo, severa, para luego soltar una abierta carcajada que llenó el ambiente. Cuando Hellboy le ofreció el puro, ella aguardó. La verdad es que quería saber qué tenía que decir Ivy al respecto. El consumo de frutas y verduras le era familiar, y no lo castigaba como cuando se maltrataban vegetales, pero el tabaco no era seguro, quizá fuera otro cantar. Intercambió una mirada con Rojo, y luego con ella, esperando su veredicto. - Mientras nos decidimos, ¿Damos una vuelta? - preguntó a los presentes. Rojo no había visto el rancho aún.
Contempló a Ivy, antes de ponerse en marcha. A menos que le molestara, no le importaría fumarse un buen purazo. La verdad es que era un día de júbilo, si señor.
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Tema: Re: Rojo es el color de la sangre [Hiedra Venenosa] 25 de Marzo de 2018 13th Noviembre 2014, 18:45
La moza de cuadras se removió inquieta cuando vio acercarse la planta, aunque se dejó coger sin oponer resistencia. Trastabilló pero siguió andando hacia Pamela, aunque los tropiezos mostraban tanto la zozobra interna de la muchacha como la dificultad de mantener el paso que la estaban imponiendo. Cuando finalmente se quedó cerca de ella, la irlandesa agachó las orejas y apartó la mirada, incómoda ante la intensa mirada
Al menos, hasta recibir el azote, lo que hizo que se tensase con lágrimas de dolor en los ojos. Afortunadamente, Pamela la cogió rápidamente por el pelo, inmobílizándola de forma efectiva antes de que la rubia hiciese algo de lo que se arrepintiese en un arrebato visceral. su boca, cuajada de dientes afilados, soltó un leve jadeo.
El discurso de la botánica fluyó a través de los oídos lupinos como si de una cascada de miel se tratase, lo que provocó un leve gañido y una mirada lastimera por parte de Fiona. Apartó la mirada, intentando buscar un apoyo, pero no lo encontró en Rebecca o en Hellboy, especialmente si teníamos en cuenta que no tenía ángulo para mirarlos. Lo único que pudo ver fue a los dos perros de la sheriff mirándola con intensidad. Eran su manada, y estaban espectantes por ver qué hacía la hembra Beta.
Cuando finalmente Poison la soltó, Fiona se encogió hacia adelante, posando las manos sobre el pecho de la ninfa, echando la cabeza hacia adelante. Las lágrimas empezaron a amenazar con anegar sus ojos, y se estremeció cuando esta depositó un beso en la frente. El contacto era picante, como si le hubieran frotado una guindilla en las zonas afectadas, pero la molestia desapareció tan pronto como apareció en cuanto se rompió el contacto de los labios.
No era así con las manos, pero en ese momento Fiona necesitaba agarrarse a algo, lo que fuera, y lo más firme que tenía a su lado era precisamente la que acababa de provocar todas sus inseguridades. Sollozó, sin decir nada, y enterró su cara en el pecho de la otra mujer, abrazándola e ignorando el contacto urticante. No le importaba lo más mínimo, y pronto la pelirroja pudo notar humedad allí donde se habían posado los ojos de la irlandesa
Por favor... ¿Quieres dejar de romperme los esquemas por un día, Pamela? murmuró más para sí que para su interlocutora, estemeciéndose. Sorbió en un intento de recuperar la compostura, sin éxito, y finalmente se separó. La piel estaba enrojecida, pero poco a poco recuperaba el color pálido natural, como si nunca hubiera tocado a la otra mujer. Se secó las lágrimas Coño, joder... Necesito... luego hablamos, ¿vale? la moza de cuadras se separó de golpe, dando un salto hacia atrás, y justo antes de tocar el suelo, la enorme loba prehistórica hizo su acto de aparición. Se notaba la congoja en el animal, pero este rápidamente agitó la cabeza y volvió trotando hacia Rebecca.
Había tenido un momento de debilidad, pero no podía permitírselo, no delante de la alfa y delante de un extraño. Por mucho que Hellboy fuese un conocido de su líder, eso no quitaba que le incomodase haber desnudado sus sentimientos delante de él
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Tema: Re: Rojo es el color de la sangre [Hiedra Venenosa] 25 de Marzo de 2018 29th Noviembre 2014, 16:34
Ya me daba igual. Se marchó como una niña enrabietada a la que castigan sin televisor, y se lo tenía merecido. A los niños hay que cuidarles y el castigo forma parte de ese cuidado. Me giré y esperé a que se pusiesen en marcha mientras escuchaba el ofrecimiento del puro.
- Fuma querida, no me importa. Hace tiempo que asumí que el ser humano degradará el planeta hasta que no pueda más. Os empeñáis en quitarle el trabajo a la mole roja - dije señalándole con el pulgar. No sabía si Beck sabía la función que él cumplía en la Tierra, pero lo di por hecho- Para calmar vuestros inútiles intentos de controlar la ansiedad incluso lo arrancáis, secáis y comprimís para luego prenderles fuego y mataros a vosotros mismos. Esas plantas ya están muertas. Si estuvieses haciendo tú el tabaco sí te estrangularía, pero ya no puedo hacer nada por ellas. La que sí sigue viva eres tú. Pero es tu decisión. - Y me resigné, calmada, a asumir poco a poco lo ocurrido.
No tenía nada por lo que pedir perdón. Y ninguna explicación que dar. Me recogí el pelo con un par de lianas, dejando tirabuzones libres que decidieron soltarse en el último momento. Miré a los ojos a mis dos compañeros y reflejando aun mi hastío en el tono de voz casi grité - ¿Qué pasa con ese paseo? -
Yo soy yo. Y si ambos eran suficientemente críos como para rechazarme el trato por una riña de instituto quizá debería andar mejor sola.
Sólo deseé empezar a caminar, que todo siguiera como siempre y preguntarles cómo demonios se conocieron. Y por qué la quiere.
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Tema: Re: Rojo es el color de la sangre [Hiedra Venenosa] 25 de Marzo de 2018 8th Diciembre 2014, 13:27
El demonio sonrió para sí con las declaraciones de Hiedra. La verdad es que era un pelín borde, para qué engañarse. Y cuando el demonio pensaba en pelín se refería claramente a borde como nadie. Algunos comentarios que había soltado eran como pisar un clavo... Aunque el demonio tampoco podía culparla. Tal vez fumar en su presencia no había sido la decisión más acertada. No era como si le importase lo que Hiedra pensase de él. De hecho, le importaba bastante poco lo que pensaban de él, exceptuando sus más allegados. La situación había sido un poco tensa entre la mujer de verde y la chiquilla que estaba con la vaquera. Le recordó en parte a algunas broncas que le había echado de pequeño su padre, cuando estaban en la base de nuevo México y no podía ser visto por nadie. La muchacha se fue cabizbaja y un poco enfadada, o esa fue la impresión que le dio al demonio. Desde luego Hiedra era alguien a quien querías tener en tu bando sin duda alguna. Menudo carácter. Y después de lo que le había hecho a él no quería tener que pasar de nuevo por eso.
- Las damas primero. Por cierto vaquera, ¿qué tal si nos enseñas tu pequeño rancho? Supongo que estas chicas lo conocerán, pero una vuelta por sus alrededores no me desagradaría lo más mínimo.- Y Hellboy sonrió mientras estiraba el brazo de piedra mostrando su palma a las chicas, indicándoles que les seguiría a donde ellas fueran. Comenzaron a bordear el enorme recinto. La vaquera se lo había montado bien. Una enorme casa al más puro estilo americano en las afueras de una enorme ciudad como Gotham y con una guardiana por así decirlo como Hiedra tranquilizaban a cualquiera. El demonio no sabía mucho de Gotham todavía. Únicamente lo que su compañero Azul le había contado desde la colisión de mundos. Habían aparecido miles de nuevas ciudades de la nada, y las grandes capitales habían doblado en muchos casos sus habitantes. Además, una gigantesca masa de nuevos super héroes y no tan héroes llenaban las pantallas de la base de su organización. Varias señales habían aparecido indicando que había nuevos personajes dedicados a luchar contra las fuerzas del mal y sobrenatural. Tenía deberes. Muchos deberes. Pero eso podía esperar.
La jovencita volvía a tener su forma de lobo y les acompañaba. No entendía bien por qué había retomado su forma animal si estaban todos andando, pero tampoco era quien para cuestionarlo. Afortunadamente para ellos, el día era estupendo. Soleado con algunos cúmulos a lo lejos, bailando en el cielo azul. El demonio supuso que para la mujer planta algo de lluvia era placentero, a la par que sano. Quién sabe, lo mismo podía curarse o rejuvenecer gracias a las gotas que caían sobre su cuerpo. Desde luego no sería él quien se lo preguntase. Al menos no por el momento. No tenía tanta confianza como para preguntarle algo tan personal.
- Bueno contadme, ¿cómo os conocisteis todas? Ya que, no sé por qué, tengo la extraña sensación de que fue algo bastante poco habitual. Como nos conocimos nosotros vamos.- Dijo refiriéndose a la vaquera. No habían pasado ni siete días desde su aventura en Escocia, y extrañamente sentía como si aquello hubiese sido hace una eternidad. Tanto ajetreo siempre termina por descolocar a uno temporalmente hablando. El demonio se encendió el enorme puro y dio una larga calada, dejando que el humo invadiese sus pulmones. ¿Que por qué fumaba? Porque gracias a su naturaleza era inmune a los daños que el tabaco generaba en los seres vivos corrientes, y porque era el único vicio que tenía. Ni siquiera le daba a la bebida. Muy de vez en cuando. Ese y patear monstruos de otros mundos. No eran los vicios más sanos del mundo, era cierto, pero ¿qué podía hacer? Al fin y al cabo, era quien traería el fin del mundo. Cosas peores podría estar haciendo.
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Tema: Re: Rojo es el color de la sangre [Hiedra Venenosa] 25 de Marzo de 2018 27th Diciembre 2014, 12:59
No había tiempo que perder. Las instalaciones del rancho eran bastante amplias, todo ello sin contar con los pastos y todo el terreno que había destinado para Ivy, y que, ahora que lo pensaba, seguramente había sido el origen de que su amistad se hiciera tan fuerte. Al fin y al cabo el roce hace el cariño, suele decirse, y en el caso de ambas aquello era muy cierto. Habían aprendido a convivir la una con la otra, y eso incluía permisiones y manías que seguramente no le tolerarían a nadie más. Eso incluía los desplantes (que ironía) y fijaciones de Hiedra. A pesar de lo cual no podía negar la evidencia. Tenerla como aliada era un aliciente. Ambas habían salido ganando y mucho con su relación comercial, y aquello por suerte había trascendido. - Bueno, he de admitir que lo de Fauna fue algo curioso… Estaba pasando revista a las yeguas en celo. Normalmente las dejo dormir fuera de las caballerizas cuando es el día previo a la monta y si hace buen tiempo. Me la encontré merodeando en forma de yegua, evidentemente yo no sabía que podía transformarse, pero eso no importa. Me di cuenta de que no era de las mías, así que intenté acercarme a ella, le di una manzana, la acaricie la crin, y luego intenté comprobar si estaba en celo. Cuando le metí los dedos dio un respingo y grito: ¡¡COÑO!! Ahí fue cuando pensé que me había dado un golpe de calor. - explicó la vaquera, a medida que iban caminando, dejando a la derecha el cercado que tenía. La loba ladró y le mordió la mano suavemente, como si estuviese avergonzada, pero luego siguió la marcha con un trotar vivaracho. Las vayas estaban compuestas por maderos que dejaban ver el interior, salpicado de tierra. Ahí era donde practicaba la doma y el salto. Al fondo estaba la caballeriza secundaria. Las puertas estaban abiertas y algunos caballos se asomaban hacia afuera, observándolos con la misma tranquilidad con que la vaquera contaba las cosas.
- En cuanto a cómo nos conocimos Ivy y yo, te equivocas de medio a medio, “Beefmaster”. Fue un encuentro de lo más normal. Fue en Arhkam, el manicomio de Gotham, seguro que habrás oído hablar de él, tiene un historial tremendo de casos difíciles. Tenía que pasarme por allí para fichar por la condicional, y me la encontré a punto de asfixiar con raíces a un tipo que… ¿Qué había hecho, romper un…- hizo una pausa. Sabía que era importante para Hiedra y no quería frivolizarlo, así que se esforzó en recordarlo. - Lirio, puede ser? - dijo, dedicándole una sonrisa a su amiga - Yo había oído hablar de ella. ¿Quién en toda esta ciudad no conoce a Hiedra Venenosa? Supuse que aquello le habría sentado mal, pero conozco Arhkam, y no quería que la metieran un mes en el agujero por culpa de un pirado. Así que hice lo que debía. Le cedí mi sombrero para que salvara la planta. Luego empezamos a conocernos y entonces su Ex…¿No conocerás a Harvey Dent? Es un auténtico chalado. Antes era fiscal o algo así, ahora no sabe muy bien en qué lado está. - a aquello le siguió una carcajada cómplice. Quizá Hellboy no lo entendiera, pero Ivy seguro que sí. Su tono se volvió frío de repente - Vino con muy malas intenciones, y salió muy mal parado. Creo que tuvo un ataque de algo y se arrancó su propio labio. - su tono se normalizó antes de continuar - Trataban de colgarle a Ivy un caso de ecoterrorismo que no era tal, así que moví unos hilos, compré los terrenos y luego se los cedí para que hiciera con ellos lo que creyera conveniente, dentro de unas condiciones que las dos acordamos. El resto es historia…¿Verdad, Ivy?- añadió, guiñándole un ojo a la mujer planta.
A partir de ahí, casi todo fueron indicaciones, charlas, y alguna que otra señalización. Les enseñó las caballerizas principales, los establos, el gallinero, el granero y el resto de las instalaciones. Pronto sería hora de comer, y ella no iba a dejarles con las ganas.
Lo único que no les enseñó de las instalaciones, fue el sótano del granero… Aunque era más correcto llamarlo la sala de la Taxidermia.
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Tema: Re: Rojo es el color de la sangre [Hiedra Venenosa] 25 de Marzo de 2018
Rojo es el color de la sangre [Hiedra Venenosa] 25 de Marzo de 2018