Instalándose (Warlock) (9 Marzo 2018)

Cuando regresó de su reunión familiar, salió de la ducha, odiaba aquella forma de comunicación, casi se queda arrugada como una pasa, afortunadamente el tiempo no transcurría de la misma manera, y una discusión de casi una hora había quedado reducida a unos minutos, si no quizás se hubiera ahogado en su propia bañera y eso hubiera sido muy humillante. Enseguida recordó que había dejado a aquel chico en el salón, y debería instalar a su invitado, era lo educado, y asegurarse que Uriel y Ariel no se lo habían comido.

- Lamento el retraso, he recibido... una llamada familiar. Bueno, ha sido una noche movidita. ¿Tienes hambre? ¿Quieres darte una ducha?

No sabía si tenía hambre, y seguramente quería ducharse. Sus dos queridos angelitos estaban hambrientos, así que fue hasta la cocina para echarles un bote a cada uno de ricas albóndigas para perros en sus respectivos comederos, y mientras ellos lamían los restos de comida, ella abrió la nevera, para ver que podía hacer de cena que fuera del gusto de su invitado, también estaría bien que le diera algún que otro detalle de su vida, no es que fuera especialmente curiosa, pero siempre era bueno contar con algo de información.

- ¿Tienes algún lugar donde ir? ¿Algún familiar? Si no tienes donde quedarte, tengo sitio, el tiempo que necesites.

Era un piso amplio y muy luminoso, con vistas a una ciudad en bastante mejor estado que la que habían dejado atrás y dónde habían tenido el encuentro con aquél extraño ente.

Al entrar, un par de perros de pelaje oscuro se acercaron con alegría a Alice, pero gruñeron desconfiados ante la presencia del desconocido que la acompañaba. Finalmente ella los apaciguó dándoles de comer, y se marchó al baño. En ese tiempo, aparte de acercarse a las ventanas para mirar el desastre y espiar curioso a los canes en la cocina, Doug sólo tuvo tiempo de relajarse sin pensar en nada. Sintió cómo su cuerpo se empezaba a estabilizar, no sabía muy bien cómo, pero percibía que algo mejoraba en su interior. Sin embargo, seguía muy confuso, sin saber quién era exactamente, o qué clase de poderes tenía. Se miró la mano recordando la lucha contra los dinosaurios, y concentrándose un poco, la transformó a su forma negra y circuital abriéndola y cerrándola para ver cómo esa curiosa piel, que parecía tan sólida, se adaptaba a los cambios. Sonrió sin ninguna razón y entonces vio a la mujer que le había traído saliendo del baño y preguntándole si necesitaba algo, o si tenía dónde volver. No sabía cómo responder a la mayoría de esas preguntas.

-Yo podría tratar de volver a la mansión X... Es el único lugar al que Yo ha llamado hogar jamás, aunque Yo no está seguro de que siga existiendo tras esta gran catástrofe- Se dirigió hacia el baño- Yo está algo sucio después de tantas emociones... Si a Alice-amiga no le importa, Doug usará el baño.

Una vez se metió dentro, el muchacho cerró la puerta tras de sí, y vio el gran espejo sobre el lavamanos. Miró su reflejo durante unos momentos, y llevado por la curiosidad, repitió la transformación, ésta vez en la totalidad de su cuerpo. Para su sorpresa, la ropa también cambió de aspecto, formando parte de él. Esto le llevó a la inquietante conclusión de que tal vez había estado desnudo todo el tiempo. Un rubor se apoderó de sus mejillas ante tal idea. Cuando el cambio llegó a la altura de su cuello, cerró los ojos por si resultaba doloroso en ellos. Al sentir que había terminado, los abrió lentamente para ver cuál era el aspecto del Doug mutante al completo.

Desde fuera, se escuchó el grito del joven, que hizo que los perros elevasen la vista de sus platos y enervasen las orejas por un momento, perdiendo enseguida el interés. Ante él un humanoide metalizado y negro con una cara difícil de definir y una melena erizada le devolvía la mirada. Dio un respingo poniendo los brazos por delante, contemplando con espanto que otra vez éstos se alargaban y serpenteaban como si no tuviesen tendones o huesos, ¿Qué demonios era? ¿Un robot? ¿Un experimento del gobierno? Daría lo que fuese por recordar quién era en realidad, más allá de su nombre... Pensó con tristeza que quizás no era buena idea presentarse con ese aspecto ante Alice, y decidió recuperar su aspecto humano para ducharse. Mucho mejor, algo flaco, y despeinado, pero al menos humano. Cuando fue a dar el agua, reparó en que le faltaba algo. Así que ni corto ni perezoso, se asomó parcialmente por la puerta y llamó a la mujer:

-Pregunta: ¿Dónde están las toallas?

Escuché ruidos a través de la puerta del baño, no es que estuviera demasiado pendiente de él, pero lo mínimo era asegurarme de que tenía todo lo necesario y ningún problema, aunque empezaba a pensar que quizás si los estaba teniendo. Iba a llamar a la puerta del baño para ver si pasaba algo dentro, cuando le vi asomar la cabeza y preguntar por las toallas. ¿Ese era todo su problema? algo le decía que había algo más, pero tampoco creía que fuera el momento más apropiado para preguntar, así que se limitó a decirle donde guardaba las toallas limpias.

- En el armario bajo el lavabo hay toallas limpias, coge lo que necesites, en la balda sobre la ducha tienes jabón, elige el que quieras.

Una vez que le di la información que creí que iba a necesitar fui hasta el dormitorio para cambiar el albornoz mojado por un kimono antiguo que usaba como bata, el periodo Edo había sido bastante fructífero en lo que se refería a manufactura textil y todavía guardaba un par de recuerdos de mi última visita. Fui hasta el salón y me serví un gin-tonic, necesitaba una copa para asimilar tantas cosas en tan breve espacio de tiempo. El universo se iba al carajo y mi padre decidía perdonarme mis crímenes para que solucionara lo que el resto de mis hermanos no podían hacer, sin duda un buen quid pro quo, y me conocía lo suficiente como para saber que no ayudaría sin recibir nada a cambio. Y también sabía que el exilio era un castigo suficientemente duro para cualquier ser celestial como para aceptar cualquier tarea con tal de volver a casa. Aunque había pasado tiempo aquí que a veces no tenía demasiado claro cual era mi hogar, a fin de cuentas allí no era mucho mejor bienvenida que aquí. Y aqui tenían la suerte de no saber cual era mi historial, no creía que recibieran demasiado bien a la aliada de Lucifer en la guerra.

Una vez localizadas las toallas y los jabones, el muchacho se dios una agradable ducha. Resultaba todo un alivio notar el agua tibia recorrer su espalda y humedeciendo su cabello. Casi podía olvidar que el mundo ahí fuera estaba derrumbándose. De hecho, tal vez era mejor así, tal vez era mejor haber perdido la memoria, no recordar todo lo que dejaba atrás y si moría, que fuese dándose un baño, como si nada malo ocurriese.

Pero no podía hacerlo. No podía ignorar los gritos de la gente en peligro en la calle, no podía olvidar a las víctimas del autobús extrañamente accidentado en el que despertó. La culpabilidad empezaba a roerle las entrañas mientras se enjabonaba el pelo, y finalmente, acabó saliendo de allí en busca de Alice, enrollándose una toalla a la cintura.

Al salir la encontró ataviada con una curiosa bata y tomando una bebida que no supo definir. Se acercó a ella y la miró muy serio.

-Gracias. Bonita prenda-Pero aunque trataba de dar un inicio trivial a su conversación, la moral seguía golpeando su cabeza exigiendo que fuese directo al grano- Ehrm... Esto... ¿Qué va a ocurrir ahora? Ahí fuera las personas están en peligro, el mundo cambia, ¿No deberían Alice y Yo hacer algo al respecto? A Yo no le parece ético quedarse en esta bonita casa y simplemente esperar... Lo que sea. Yo siente su sistema procesar culpabilidad, y es incómodo...

¿Su sistema? ¿Por qué demonios hablaba así? A estas alturas ya empezaba a resignarse a no conocer la respuesta...