{PRE-OMEGA} [19-09-1945] From Berlin with love (Midnighter, Gray Fox)

La situación en la que ahora se encontraba Red era… ciertamente complicada; llevaba ya años evitando a gente del gobierno, generales y demás personas cercanas a la guerra que no deseaban otra cosa que no fuera alistarla para que se uniera a la guerra “Tu fuerza nos vendría bien” le decían “¿Cómo es que alguien con tu poder no se preocupa por su país?” le volvían a decir “Nos habían dicho que te preocupabas por los demás ¿Es que acaso no te importan los inocentes?”. Todo eso era un montón de mierda.

Si, puede que Red fuera, por no decirlo de otra manera, un tanque en forma humana, pero eso no significaba que se iba a unir al engranaje de la guerra para que se pudiera seguir matando y aniquilando. Ella no mataba y las guerras le parecían lo más horrible que podían hacer sus semejantes. Y lo de preocuparse por los demás… eso era una media mentira, porque si; cuando se encontraba con alguien que estuviese teniendo algún problema o penuria, no dudaba en ayudar si podía. Pero de eso a estar preocupándose por los demás… Red era una fugitiva, una outlaw como los del viejo oeste.

Ella te ayudaría, pero lo hacia por que le daba la gana y no buscaría activamente solucionar los problemas a nadie.

Aquel dia fue una de esas veces en el que Red se preocupaba de verdad por alguien, por un conocido que se encontraba en apuros y necesitaba de su ayuda. Richard Holt, un chico joven al que conoció cuando sus padres la invitaron a comer a su casa, se alistó a la guerra casi al principio de esta. Red pensó que el chico fue un estúpido por hacer esto, pero como ella apoyaba la libertad, no le dijo nada ni a él ni a su madre que fue la que le avisó del alistamiento.

Pasaron los años, la guerra continuó y Red siguió con su vida normal hasta que un día, en un bar de carretera, entró un hombre con una camisa verde y una chaqueta marrón de aviador. Sus recuerdos con otras personas de índole militar la prepararon para una pelea o para, mejor dicho, darle un puñetazo a ese hombre en toda la cara y dejarlo inconsciente. Pero no, aquel hombre le afirmó que la guerra ya había llegado prácticamente a su fin.

No, él la necesitaba para otra cosa; aquel chico, que ya era todo un hombre, era prisionero de un sector de las SS, o al menos eso pensaban ellos, que se escondía en un búnker escondido a las afueras de Berlín. Pidió ayuda a sus superiores y dijeron que, por un solo soldado, no iban a gastar recursos que ahora se tenían que utilizar para apoyar a la economía tras la guerra.

Otro montón de mierda. Menos mal que Red, ya de serie, no confiaba en ningún gobierno ni nada parecido. El resumen de todo fue que el hombre le pidió a Red que viniera con él en un pequeño avión en la otra punta de Berlín, que lo atravesaran a pie para salir por la otra punta y continuar hasta llegar a las afueras, donde encontrarán el susodicho bunker. Dicho así parecía fácil y así pareció, pues ya no tenían que preocuparse mucho por aviones enemigos que quisieran tiroteados.

No contaban con que el avión sufriera un fallo y que cayera en picado un poco antes de entrar en Berlín. Red consiguió salir del accidente con varios huesos rotos y heridas por todo el cuerpo que su poder regenerativo comenzó a curar todo lo veloz que podía, pero aquel hombre… si salió con vida de aquel accidente fue gracias a que Red lo sacó de entre los mecanismos del avión y lo llevo corriendo, gracias a las direcciones que les dio el, hasta el hospital más cercano. No se podía creer lo que veían sus ojos; una ciudad arrasada por los bombardeos, personas cuyas vidas habían sido esfumadas como la llama de una vela. Incluso el hospital estaba lleno de heridos.

Red no sabía exactamente quiénes eran los “malos” ni los “buenos”, había escuchado algo sobre unos nazis, pero nada más. Nadie se merecía nada como esto ni nada que se le pareciera, puede que Red disfrutara no tener techo sobre su cabeza pero esto… tenía que encontrar a Richard lo antes posible y salir de aquí. Tras dejar al hombre en el hospital, este le dio el plano donde se mostraba la ubicación del bunker y le deseo suerte en la misión.

Comenzó su marcha por la ciudad, recorriendo las calles destruidas por la guerra. En su camino vio como un niño pequeño, junto a su madre y su padre, quitaban escombros de un vehículo, un tanque, que les bloqueaba el paso hacia su casa. Enternecida por el chiquillo, Red se acercó y les indico a la familia que se apartara para, acto seguido, levantar el tanque y quitarlo del medio. La miraron boquiabiertos y seguramente le agradecieron lo que hizo, pero como no les entendía, Red continuó su camino.

Siguió andando unas horas más hasta que recordó una cosa muy crucial… No sabía leer mapas, así que no sabía ni dónde estaba ni siquiera si estaba andando en la dirección correcta. Ahora ella necesitaba encontrar a alguien que le indicara por donde ir, alguien que pudiera entenderla sobre todo, así que se dio media vuelta, si es de verdad estaba en el camino correcto, y comenzó a buscar a quien pudiera ayudarla ya que ni siquiera recordaba donde estaba el hospital en el que se encontraba aquel hombre.

Todo sea dicho, Red destacaba mucho en Berlín; sus ropas, su forma de andar y como miraba todo, se notaba que no era de allí a la legua, aunque su tez morena y su cabello rojo dificulta discernir si era una americana, una escocesa o algo en mitad. Pero lo que era seguro para las personas que la veían por la calle y con las que ella intentaba hablar era que, en efecto, no era de aquí. Pero no desistió y no se detendría hasta encontrar a alguien que pudiera ayudarla a encontrar a Richard.

Midnighter estaba jodido, hablando mal y pronto. Un millonario con mucho dinero, recursos y tiempo libre había hackeado el Transporte y había modificado las coordenadas de la puerta de teletransporte, secuestrándolo cuando había tratado de volver a casa después de una jornada de trabajo en Afganistán. Resultó que el muy pirado había conseguido construirse una máquina del tiempo, y, mientras estaba inconsciente, le había sustituido el corazón de repuesto por una bomba que le reventaría de cintura para arriba para obligarle a trabajar para él bajo amenaza de muerte. Su factor de curación era bastante bueno, pero tenía un pequeño inconveniente: necesitaba que estuviera vivo para funcionar, y una explosión interna de tal magnitud le mataría en el acto, así que no había tenido más remedio que transigir.

El objetivo habría sido suficiente para alimentar los sueños húmedos de medio jodido planeta. El viejo chiflado quería que asesinara nada más y nada menos que al mismísimo Hitler. Al parecer, su familia y él habían sido encerrados en el campo de concentración de Belsen, y con tan sólo seis años había tenido que presenciar cómo se cargaban a sus padres de una forma bastante horrible. A su madre la violaron con una bayoneta.

Al parecer, alimentaba la infantil esperanza de que, si alguien se cepillaba a Hitler antes de que llegara a ser el Führer, su familia sobreviviría. Midnighter sabía que no se podía alterar de aquella manera la historia, que las consecuencias podrían ser devastadoras, pero el viejo no le había dejado demasiado margen de elección. Bueno, sólo uno:

- ¿Dónde vas a enviarme? Porque si piensas que voy a aparecer de la nada en 1889 y estrangular al bastardo en la cuna, piensa otra vez. No mato niños, bajo ninguna circunstancia.

- ¿Ah, no?

- Si no me crees, ya puedes decirle al arándano ese que tienes ahí que apriete el botón ahora mismo, porque no pienso hacerlo. -había dicho, señalando al guardia con la armadura de diseño futurista que ostentaba la llave de su destino.

El viejo había suspirado con hastío.

- Puedes contarte todas las mentiras que quieras para tranquilizar tu conciencia, aunque los dos sabemos que eres un monstruo. Pero tranquilo... el infanticidio no es mi propósito. No, hemos pensado una época y un lugar concretos donde podrás trabajar con casi absoluta libertad. Allí a donde vas, una muerte más pasará desapercibida, eso te lo garantizo.

- ¿Qué cojones quieres decir con eso?

El Frente Occidental. El cabronazo le había enviado a la guerra de trincheras, y la cosa es que había tenido que admitir que la idea era buena. Realmente entre tantas explosiones y tanta muerte le habría resultado muy sencillo cargarse al futuro Führer cuando aún era un don nadie. Y lo habría hecho, de no ser por una especie de "policía temporal" que se hacían llamar TVA que habían congelado el tiempo y habían terminado apresándole. Lo habían subido a su nave con la intención de transportarlo al siglo 96 y decidir qué hacían con él, pero Midnighter no podía perder el tiempo con burocracia absurda; Cierto bastardo iba a partirle por la mitad si no regresaba a su época habiendo asesinado a Adolf Hitler. Los polis del tiempo desconocían el auténtico alcance de sus capacidades; ése había sido su principal error.  Midnighter se había librado de las esposas con relativa facilidad, los había dejado inconscientes a todos y había saltado de la nave atravesando el flujo temporal, aterrizando en una Berlín absolutamente devastada por la guerra y los bombardeos.

El ejército ruso se abría camino a través de la puerta de Brandenburgo. Eso significaba que la familia del viejo ya estaría criando Malvas y que él les seguiría más pronto que tarde. Y eso no era bueno, no señor.

Les había prometido a Apollo y Jenny que llegaría a tiempo para la cena y no pensaba romper sus promesas de nuevo.

Midnighter se apostó tras unas ruinas para pasar inadvertido, pero de repente se escuchó el familiar sonido de un bazuca seguido por la conflagración. Uno de los tanques salió volando por los aires, reventando a los pobres desgraciados que estaban junto a la torreta.

- ¡La ciudad aún no es vuestra, basura! -gritaron voces inconfundiblemente infantiles en Alemán.

- ¡Por la madre patria! ¡Fuego!