{PRE-OMEGA} [19-06-1949] No es país para viejos [Magneto, Gray]

Le sorprendió aquella invitación, aunque más le sorprendió que hubiera dado con ella; siendo sincera no es que estuviera en el mismo sitio mucho tiempo, puede que un par de días como mucho. Aun así, cuando le dijeron quien la invitaba a aquella isla de cuyo nombre ni se acordaba, una sonrisa se apareció en su anciano rostro. Llevaba tanto tiempo sin verle que casi se sorprendió al enterarse de que seguía vivo y Gray nunca perdía la oportunidad de encontrarse con viejas amistades, incluso si la última vez que se vieron fue algo… peliaguda.

A la anciana no le importaba, solo quería verse de nuevo con él, compartir alguna que otra copa y hablar de la vida. Puede que algo más, dependiendo de si había alcohol allí a donde iba. Su primera parada fue una embarcación que la llevaría hasta Genosha.

Gray odiaba los barcos. Lo que resultaba curioso, pues el mar si que le gustaba con toda su inmensidad y libertad ¿Pero los barcos? No,  los repudiaba; estar encerrada durante horas, a veces incluso días, en un mismo sitio la repelía incluso si tenía el cielo estrellado sobre su cabeza. Con las islas le pasaba un poco lo mismo, pero mientras tuvieran unos buenos bares podía aguantar en ellas por lo menos… día y  medio, antes de echarse a nadar si no encontraba barco que la sacara de allí.

Y a punto estuvo de echarse a nadar al lado del barco antes de que uno de los marineros la detuviera y le atara una soga casi tan ancha como ella alrededor del cuerpo, atandola luego a un mástil del barco para que así pudiera lanzarse a nadar sin que se perdiera en el mar. Poco a poco esto se transformó en un juego en el que la mujer se lanzaba e intentaba pillar al pez más grande que se le ponía por delante; el juego llegó a su fin cuando pillo a un tiburón y este le intentó morder el costado, lo que provocó que Gray le pegara tal puñetazo que dejó al pobre inconsciente.

Tras unas horas de vieja que a Gray le parecieron meses, llegaron a la isla. A primera vista le pareció una ciudad normal como cualquier otra, aunque los edificios parecían… distintos a los que solía ver en el continente… ¿O eran iguales? Ahora ni se acordaba de cómo eran los edificios en tierra firme. Soltó una carcajada y bajo del barco de un salto, encontrándose con el hombre que le había llamado y su razón de estar en la isla

- ¡Erik! cuato tempo zin veno - con sus tipicos modales, la anciana se acercó y le apretujo contra ella en un fuerte abrazo - tenemo mucho de que habla, nos damo una vuelta po la isla? ¿Onde ta er bar ma sercano?

Sonrió al hombre que… extrañamente parecía demasiado joven para el tiempo que había pasado, por que le conocio hace… ya ni se acordaba, pero sí que lograba recordar lo que sucedio aquel día y los días que estuvieron juntos tras conocerse, fue algo asi como…



El sol acababa de llegar a su punto más álgido en aquel pequeño pueblo tejano llamado Fredericksburg cuando la mujer de cabello rojizo, sombrero y pantalones vaquero negro con una camisa blanca sucia llego a la ciudad.


Dicha mujer llegó desde… bueno, desde la nada pues los vecinos de la localidad que primero advirtieron de su presencia dijeron haberla visto aparecer de entre los árboles mientras silbaba una canción y se paseaba con los pies descalzos.

Puede que los tiempos hubieran cambiado y que cada vez hubiera menos personas que la reconocieran, sobre todo en otros estados ¿Pero en Texas? Era la cuna de aquella “infame” mujer, por lo que al verla pasar algunas miradas se giraron hacia ella e incluso algunos coches llegaron a pararse en seco. La mujer continuó su marcha, totalmente ajena a las miradas que atraía su persona ya que su objetivo le importaba más que todas esas tonterías que, siendo sincera, le importaban un cuerno: tenía que encontrar un bar ¡Y pronto!

Llevaba días sin probar gota de alcohol, subsistiendo solamente de, y esto le dolía decirlo, agua. Necesitaba beberse una botella de Whiskey entera ahora mismo o acabaría por derrumbar un edificio a puñetazos y eso que nunca solía enfadarse, pero llevar tanto tiempo sin priva… eso no podía ser. Al pasar junto a un policía, este le saludo con el sombrero antes de reconocerla, un gesto que ella imitó con una sonrisa burlona. Paso de largo sin percibir cómo el policía parecía reconocerla una vez pasó a su lado y como se fue en busca de sus compañeros.

Tenía que encontrar un bar y, prácticamente guiándose por el sonido del rugir de su tripa, en la calle principal del pueblo encontró su destino; un pequeño bar en el que poder saciar su sed. Entró con tanta gana que a punto estuvo de separar la puerta de la pared y mandarla volando varios metros dentro del local

- Zacame un botella whisky que toi jeca

El barman limpiaba un vaso mientras le contestaba

- Lo siento, va a tener que - el hombre alzó la vista y a punto estuvo de atragantarse con su propia saliva - ¡Ahora mismo!

El hombre moreno, lo cual explicaba que su bar estuviera tan vacío en esta parte del sur estadounidense, se acercó a la estantería y sacó una botella de Whisky “Two Horses”, sacó un vaso con dos cubitos dentro, puso ambos en la barra y le sirvió un vaso a la mujer

- Grachia muchiacho

Y le agarró la botella de la mano y empezó a beber como si su vida dependiera de ello. Tras unos segundos, la botella quedó vacía de vuelta en la barra.

- Eto zi que zi, cojone, azi da guto

El camarero carraspeo, pasándose el dedo por el cuello de la camisa adornada con una pajarita antes de preguntar

- Tu… usted es… ¿Red? ¿Red Fox?

Red la miró con una ceja levantada, alzando su sombrero con su dedo índice como si apuntara con una pistola

- Azi me llama, peo no me llame de ute que me cago en to

El hombre asintió vertiginosamente y… procedió a hacerle un saludo militar a Red

- ¡Las noticias de sus hazañas nos trajo sonrisas a mi y a mi escuadrón durante la guerra!

La guerra… No sabía muy bien de qué iba ni qué pasó, pero sí que sabía que unos tipejos del gobierno la buscaron para algo de alistarse a la guerra, de ser una super soldado o algo similar. Como era su costumbre, ella se limitó a darles sendos puñetazos en la cara y salir corriendo de ahí; el gobierno nunca tuvo control sobre ella y no iba a empezar ahora.

El hombre salió de la barra y le señaló a Red un cuadro en el que estaban enmarcadas distintas noticias sobre su persona, como por ejemplo el dia que se enfrentó a toda la policía del estado de Nueva York o cuando salvó a un pueblo entero de un incendio, siendo el titular de este mismo “”Pazaba po aqui” Dice Red Fox, carismática trotamundos que salva a pueblo del desastre””. La verdad es que no se acordaba de la mitad de los titulares, puede que por que algunos eran de hace ya 20 años cuando solo tenía treinta. Aunque bueno, a pesar de ser una cincuentona, gracias a su poder regenerativo tenía la apariencia de una joven de no más de 25 años.

El barman volvió detrás de la barra, ya más calmado, y se presentó

- John Brooks, un placer conocerla, Red

Y le tendió una mano, la cual ella aceptó con una gran sonrisa

- Ahin zi se zalua jozu, no con eje zaluo raro de ante

Justo iba a pedirle otra botella de Whisky o Ron a Brooks cuando escucho la puerta del bar abrirse de nuevo, ambos girando para ver quien acababa de entrar en aquel solitario bar.

Red observo al recién llegado; un hombre, demasiado bien vestido como para ser de por aquí y su acento… le sonaba de algo, pero no sabía decir muy bien de donde ¿Nueva Jersey? No, ese no era. Daba igual, lo que sí importaba era que estaba como un tren, la pelirroja disfrutando mientras lo miraba de arriba abajo. Respondió a su saludo con un rápido gesto de la cabeza y un saludo

- Azi me llaman, bonico ¿Pa que me bucah?

Sus músculos se tensaron levemente, preparándose para lo que podría ser una pelea de bar; no sería la primera vez que alguien viene a buscarla con malas intenciones. De nuevo, daba igual ya que, al igual que todos los otros, despacharia a este guaperas en un pis pas mientras se bebe otra botella de whisky.

Y entonces sucedió el “truco” con la botella, dicho así pues Red no tenia ni idea de que había pasado y tuvo que pensar que se trataba de un truco de magia o algo

- Conio, John ¿Tiene botehas que velan?

El hombre, estupefacto, negó con la mirada y señaló al recién llegado con cierto temor en sus ojos. Red, sin embargo, miró al hombre con una sonrisa de integración. Ahora que aquel desconocido había captado su atención, giró su cuerpo por completo hacia él y apoyo el codo en la barra, sujetandose la cabeza con el puño mientras miraba al hombre y preguntaba

- ¿Como ha esho lo de la botella? Po que como pueda move botella, mira eh

Le proporcionó una sonrisa burlona. Nunca se había planteado casarse, leches, ni siquiera se planteó tener una pareja formal ¿Pero un hombre que podía mover el alcohol con “la mente”? Ese si que era digno de matrimonio. Escucho a aquel hombre despotricar contra alguien que aún ni siquiera tenía el placer de conocer, pero si de hacerse una idea de como era; un completo hijo de mala madre, un cabrón en toda regla

- Weno, yo zoi epeta en econtra a eje tipo de gente y de dale palijas tamben

Puede que Red no fuera la herramienta más afilada de la mesa, pero incluso ella podía notar el tono lleno de venganza y la mirada furiosa que el hombre intentó controlar. Cuando el hombre le lanzó la carpeta vio la cara del sujeto el cual buscaba aquel hombre, fijándose en su nombre prácticamente impronunciable para ella.

No le sonaba de nada, pero sí que tenía una cara bastante puñeteable. Y la forma en la que el hombre le describe no ayudaban a darle una mejor imagen al sujeto en cuestión. Así que estaba escondiéndose por estos lares, de ahí que el hombre necesitara de su ayuda para encontrarlo

- Tonshe ta buscando a ete - miró de nuevo el nombre he intento pronunciarlo lo mejor que pudo - Gerardo Palisho”  po que e un ioputa ¿No? Po que no, te ashudae a bucalo

Se levantó de la mesa y estiró los brazos, se crujió los dedos y se colocó el sombrero

- Amo a ello, pretty face

No se sabía su nombre y tampoco es que deseara saberlo, mas Red veía ese mote muy acertado para aquel hombre. Era, simple y llanamente, guapo. Se despidió de John, el cual ni siquiera le pidió que pagara la botella que se bebió antes de entrar él, aunque sí le pidio a el que pagara la suya. Al salir del bar, se encontraron con una sorpresa; tres coches de policía colocados en la carretera con por lo menos seis polis detrás de ellos, apuntando con sus revólveres a la pareja

- Red Fox - gritó uno de ellos, seguramente el Sheriff bigotudo apostado tras el coche del centro - queda detenida en nombre del estado de Texas y el pueblo de Fredericksburg ¡Arriba las manos!

Red sonrió, se rió un poco y se encogió de hombros. Levantó las manos lentamente, no sin antes guiñar el ojo a su acompañante

- Mejo metete pa entro, enseguida solusiono eto

Dio dos pasos hacia delante con las manos aun por encima de la cabeza

- Enga, alguien me tendra que pone la epojah ¿No?

El sheriff miró a sus agentes e indicó con la cabeza al que estaba a su lado que se acercara a Red con las esposas. Un poco reticentemente se acercó el hombre poco a poco, sacando las esposas de su bolsillo trasero. Cuando estuvo suficientemente cerca, Red le susurro

- Ziento eto, colega

Y con una rapidez que le hizo al pobre policia imposible la reacción, Red convirtió sus palmas en puños y le dio a aquel agente un puñetazo que le mandó al suelo en el acto, su nariz sangrando tras el golpetazo. Red sonrio y se pasó el antebrazo por la nariz

- Amo a ello


Los policías comenzaron a disparar a la mujer, las balas tocando su cuerpo mas su capacidad de regeneración, aun joven y en plena forma, la mantenia de una pieza. Llego al coche tras el que se encontraba el sheriff y lo lanzo unos metros tras el cayendo con un estruendo en el asfalto. Acto seguido, le dio un puñetazo a la mano del sheriff que sujetaba el revolver y con el dolor este solto el arma, Red aprovechando entonces para destrozar el cañon del arma con un pisoton.

Acto seguido pateo el coche a su lado haciendo que diera un vuelco en el aire. Los policias que se encontraban tras el continuaron disparando a Red asta que se quedaron sisn balas, momento que ella utilizo para aplastar el cañon con sus manos y, como si se tratara de un simple juego, bajarles las gorras para que no pudieran ver. Y es que eso podria parecer a cualquier espectador; una hermana mayor jugando con sus hermanos pequeños, pues a pesar de la clara violencia y fuerza de la que aquella mujer era capaz, sus golpes y ataques directos hacia aquellos agentes del orden eran mas que suaves. Habia lanzado un coche al aire con una sola mano y sin embargo no le rompio la mano al sheriff cuando le golpeo.

El tercer coche ni siquiera tuvo que moverlo, al ver que se acercaba y que se quedaban sin balas, simplemente tiraron su arma al suelo y, cosa que produjo una carcajada en Red, levantaron sus manos en el aire

- Tranquio mushasho, zi no o voy a ashe nah - dijo ella mientras, de nuevo, destruia el cañon de sus armas - peo zi querei un cacho de la menda, mejo trae ma hente

Le movió el sombrero al sheriff con la mano imitando un saludo el cual ella, con una sonrisa, correspondió. Como si no acabara de enfrentarse a parte de la policía del pueblo ni mandado un coche a volar, Red volvió con tranquilidad hacia su acompañante. Su camisa y pantalones ahora estaban llenas de agujeros de balas y sangre, aunque tras la imagen inicial su cuerpo estaba ileso, gracias a su poder regenerativo

- Weno, zi vamoh po er suh hay un bah en er que poemo encontra ifomasion de onde ta eze malaje - le tendio entonces la mano, en parte como slaudo y en parte como invitacion para macharse - ¿Nos amos, pretty face?

Asintió al hombre y, con la gracia de un pato, se agarró de la puerta del coche y saltó adentro junto a él, sonriéndole y dandole con la mano a la puerta como si fuera un caballo y quisiera que se echara a trotar. Por el camino, le explico un poco más sobre aquel hombre y Red noto cada vez más que esto era… personal para el

- Pila de la sosieda… si luego no asen na pa loh que lo necesitan… ¡Que le follen a lo pilare de la soseda!

Grito ella, pero siguió atendió al hombre, cuyo nombre seguía sin conocer así que hasta una nueva señal, le seguiría llamando pretty face

- Tonse vamo po buen camino; Lorelei tiene la infomashion de toa parte po que to er mundo ze para en su bah - se quito el sombrero mientras hablaba, echó la cabeza con suavidad en reposacabezas y cerro los ojos, disfrutando de la brisa y el calor del sol en su cara - ella jabra deshino a onde za io

Esto era vida; la brisa, el sol, sus cabellos volando en el aire como un fuego que brillaba con un fulgor vespertino. Solo le faltaba un vaso de algo fresquito, Ron, cerveza o whisky, y tendría el día completo. Debería haberle cojido una botella en el bar, fallo suyo. Pero bueno, en el bar de Lorelei tendría con que refrescarse el gaznate.

O no, por que al llegar al susodicho lugar se lo encontró… vacío. Normalmente y sobre todo a esta hora, ya habría empezado a llegar la gente; era el sitio preferido para todas las personas que, bueno, que no estaban de buenas con la ley. Ni siquiera alguna que otra moto, nada y no es que fuera solo eso; las luces parecían apagadas.

Red se bajó del coche de la misma forma de la que había entrado, se rasgó la manga camisa un poco y se hizo una coleta con la tela. Se acercó a la puerta, que no estaba cerrada, y entro

- ¿Lorelei? ¿Ta po ain?

Una mano detrás del mostrador la saludo y acercándose a este vio a lo que antes fue Lorelei. Aquella mujer era fuerte, tanto como que había montado este negocio ella sola pues su padre no deseaba que ninguna de sus hijas trabajara, pero ella se enfrentó a él y consiguió montar un negocio respetable. Aquella mujer… no era la que se encontraba sentada en el suelo, de rodillas, sollozando.

Lorelei siempre tuvo aspecto alegre, sus rizos dorados siempre bien peinados y sus carnes ligeramente rechonchas mostrando la buena vida que se podía permitir. Ahora su cabello le caía por la cabeza como una triste cascada de oro mientras que su antes deslumbrante piel ahora caía flácida, seca y delgada bajo ella

- ¡Pero ziquilla! - exclamó Red, saltando el mostrador y ayudando a que se levantara. A su lado, Lorelei parecía una chiquilla con un corazón roto - con lo alegre que tu ere, cago en die quin ta echo eto que le vi a mete con to la mano abieta

Lorelei carraspeo

- Me lo… me lo van a cerrar, el local, mi sueño, todo el trabajo de mi vida… a la basura

La mujer rompió a llorar, abrazados con fuerza a Red la cual le acaricio la espalda y la llevó hasta una mesa donde se pudieron sentar los tres y en la cual les contó la historia de cómo había pasado todo. Casualmente, fue el hombre al que estaban buscando el responsable del cierre; por lo visto encontró un vacío legal en la venta de la tierra sobre la que estaba construida el bar y se pudo adueñar de todo, lo que obligaba a Lorelei a abandonar el local cuanto antes

- Coño, Lorelei, eze e er tipo ar que tamo bucando

Los ojos de la mujer rubia se iluminaron

- ¿En serio? ¿Por que lo buscais?

- El lo buca, po lo vito e un ioputa de la peo calaña, de ezo que ni aqui entran, un cabronasho ¿sabeh?

La mirada de la mujer se lleno de determinación

- Yo se donde esta - se levantó, fue a la parte de atras y volvio con un mapa que abrió sobre la mesa - escuche cosas antes de tener que cerrar, sobre que Johan Waber compro las antiguas minas del sur, las que llevan abandonadas desde la guerra civil, asi que si está huyendo… tiene que estar ahí

Red estuvo a punto de levantarse de la silla, pero Lorelei la detuvo

- Si vais a ir a por el, debeis de ir por el desierto; tiene ojos por toda la carretera y sabrá que vais a por él - con un rotulador, les dibujó el camino hasta la mina - serán unos.. dos días o tres de viaje andando, pero si no quereis perderlo es vuestra mejor opción

Ante la afirmación de ambos al plan, Lorelei les ayuda a prepararse para el viaje dándoles comida, agua, sombreros para el sol, al menos al hombre que no tenía, e incluso sacos de dormir, aunque el rechazo el ofrecimiento pues en su coche tenia esos mismos recursos. Mientras Red prepraba todo y metia alguna que otra botella de whisky en su mochila, Lorelei se acerco al hombre

- Yo conozco esa mirada… tu no quieres encontrarle, tu quieres matarle - miro hacia Red, esperando que no mirara, y de su bolsillo saco un Colt del 45 con unas iniciales grabadas en ella - era de mi abuelo… cuando lo vayas hacer, hazlo con esto

La mujer le miró a los ojos con una furia, un fuego y una determinación en su mirada que no parecía la misma de hace unos segundos tras, cuando se encontraba llorando en el mostrador. Red no vio si él tomó el revólver o no, pero si escuchó la conversación.

Cuando habían preparado todo, se pusieron en marcha siguiendo el plano que les prestó Lorelei. Red caminaba con tranquilidad, pues no sería su primera marcha por el desierto, aunque sí que se preocupaba un poco por el, pues no sabía cómo soportaría la caminata que se les venía

- Tonses - le hablo mientras caminaba, con la mirada puesta al cielo - ¿Le quere mata? Ta tenio que jode de ben pa quere ezo, yo - se cruzo de brazos, sin parar de andar - no mataria a nadie, po mucho daño que me hubiera esho y creeme, me lan hecho y zi no he me curaran tan rapio la herida, tendria las marca pa demotralo

Se paro unos metros delante del hombre, dejando que el sol le diera vida a su rostro y continuo

- To er mundo er libre de se un ioputa, peo nojotro zomo libreh tamben de zer mejore que elloh y pemitile la liberta de cambia ¿No?

Y se giró hacia él, mostrándole una sonrisa cálida y genuina. Detuvo su ritmo asta hacerlo igual que el de el y le mostró otra sonrisa, preguntando ahora con un tono agradable

- Cuentame, pretty face ¿Cua er tu historia?

Ciertamente la mirada que mostraron los ojos de Magneto podría haber asustado a cualquier hombre, valiente o no. Pero ella no era un hombre, por lo que le sostuvo la mirada mientras le escuchaba, bajando la vista solo cuando le enseñó su tatuaje en el brazo e inmediatamente frunció el ceño. No, no sabia que significado tenía aquel tatuaje, pero había visto varios como ese; en vacas y en caballos.

El mero pensamiento de que alguien le hubiese marcado como si fuera algo menos que humano le revolvió las tripas. En su rostro se vio tal emoción mientras le escuchaba hablar sobre cómo le trataron a él, a su familia y a cientos de familias más en aquel sitio. Apretó los puños con tal fuerza que se pudo escuchar el sonido de sus músculos tensarse y apretarse

- Zi yo hubieje habio que un sitio ahin exitia… l’abria derribao a peazos

Y no lo pudo decir con una voz más sincera. Red podía soportar ver prisiones al tener conocimiento de la existencia de personas tan horribles que merecían que su libertad fuera reducida, no eliminada, pero sí reducida ¿Pero lo que le estaba contando? No, eso no, un lugar así debía de ser arrasado hasta que no quedara rastro de él. No le interrumpió, dejando que terminara su discurso sobre lo merecida que sería la muerte de aquel hombre.

Cuando se cubrió el brazo ella le volvió a mirar de arriba abajo, con una mirada que intuía cierta compasión, más la palabra justicia le volvió a provocar un fruncimiento del ceño

- Jutisia… cada ve veo ma gente en la calle murendose de hambre y habria arguno que llamen a ezo “jutisia” ¡Eha palabra no tiene zentio!

Se cruzó de brazos mientras andaba, la mochila que cargaba a su espalda siendo sacudida por el movimiento de los hombros tan brusco de la mujer

- Tu quere matalo, asele lo mimo que te iso el ¿No? ¿Y eho que hara? - le pregunto lo mas seriamente que podia estar - yo le he dao musha paliza a muuusha gente y normalmente ze la merecían y creeme; ezo hi que no lo olvidan

Miro al cielo, un águila sobrevoló sobre ellos y se lanzó a por un ratón en la lejanía, llevandoselo poco después en volandas

- Yo te ayudae a dale er escarmiento de zu vida a ehe cabron de merda, peo matalo… ¿No cree que e mejo que viva habiendo que tu sigue aqui y que ere mejo que er? Y bueno, zi le rompemo uno cuanto huejo tampoco etaria mal