Reencuentros desconocidos(10-03-2018)[Kitty, Drago]

No me podía creer el caos que corría por las calle, no veía algo parecido desde… bueno, desde que Magneto cambió la polaridad de la tierra. Lo único que faltaba era una inundación y ya sería exactamente lo mismo. Me había propuesto llegar a la mansión, que a pesar de estar más que vacía en mi mundo si era verdad que habían colisionado los mundos  a lo mejor encontrare ahí a alguien… a Kurt, al profesor… a Logan.

Decidí que lo mejor era no hacerme ilusiones y centrarme en llegar lo antes posible. Como no tenía forma de transporte, me tocaba correr hasta allí lo que significaba que llegaría casi por la noche. Pero, si lo pienso detenidamente ¿Que haré una vez llegue? ¿Me dejaran pasar? ¿Me reconocerán? Ni siquiera sé si debería dar clases, aunque sé que mi entrenamiento fue… detenido por la fuerza, creo que ya controlo lo suficientemente bien mis habilidades y soy lo suficientemente mayor como para saltarme algunas clases. Seguro que Jimmy me apoyaría en esto.

…Jimmy… él tampoco ha recibido mis llamadas, parece que de verdad me he quedado sola. Que bien, justo cuando la cosa parecía ir a mejor todo mi mundo parecía haber desaparecido. Tengo que buscar respuestas, porque esta situación me está empezando a sobrepasar y no tener ningún tipo de apoyo emocional es una completa y absoluta mierda.

Al menos espero que si no me reconocen al momento que con el traje que llevó puesto, que me inspire en el que llevaba cuando era miembro y aun existía la patrulla X, vean que al menos fui una X-Men.

Si es que, claro; aun existían los X-men y no habían sufrido el mismo destino que...

Como echo de menos los días de antes de todo aquello… Cuando conocí a Peter, cuando jugábamos a perseguirnos por los tejados y él me llevaba balanceándonos de edificio en edificio. Lo último que se de el después de que resucitara es que, como no, se quedó con MJ. Me alegré por ellos, aunque a veces…. no, me alegro por ellos y así se queda. Aunque ahora parece que nunca podré volver a verles.

Fuego. Una explosión. Otro edificio en llamas, parece que cuando un edificio aparecía de repente dentro de otro las tuberías de gas chocan entre ellas lo que producen chispas y provocan dicha explosión. Sé que no debería, sé que me estoy agotando físicamente pero… no puedo, tengo que ayudar, tengo que detenerme y no marcharme hasta que me asegure de que todos están a salvo. Al menos solo era un bloque de dos plantas, por lo que no me costaría tanto sacar a la gente de ahí.

Justo cuando iba a entrar se me puso delante, de espaldas, un hombre de cabello negro desconocido el cual tuve que atravesar para entrar en el edificio en llamas. Le habría pedido disculpas, pero lo primero de todo era poner a salvo a la gente de dentro del edificio. Busque por la planta baja y no vi a nadie, subí a la primera y encontré a una anciana con un gato naranja amarrado a su hombro

- Señora, tome mi mano, yo la sacare de aqui

Las ganas de vivir aceleran a las personas, así que la anciana no se demoró en cogerme de la mano

- No me suelte y cierre los ojos, la pondré a salvo

Creo que era mejor decirle lo de los ojos para no tener que explicarle que estaba a punto de andar por el aire, atravesar las paredes de su casa y descender hasta la calle donde estaría a salvo. Cuando llegamos ahí le solté la mano y la sujete por el hombro para asegurarme que no se cayera

- Ya está a salvo, señora, y su gato también

Intenté acariciar al felino, pero me bufo sacándome sus dientes afilados. No se lo tomó en cuenta, el pobre debe de estar muy estresado. La señora quiso agradecerme que la salvara, pero yo solo asentí y me giré para seguir sacando a cualquiera que pudiera seguir adentro. Fue entonces cuando el hombre de pelo negro se acerco a mi y me hablo… llamándome por mi nombre.

Le miré de arriba abajo con una ceja alzada de manera interrogante. No me sonaba de nada, ni siquiera recordaba conocer a alguien parecido a él ¿Quién era? ¿Por qué me conocía? Bueno, puede que fuera un civil de mi universo que me haya reconocido como la Kitty Pryde que ayudó a detener a Galactus. Que bien ¿Incluso aqui voy a tener que lidiar con eso?

- Lo siento, no se quien eres y no puedo hablar ahora mismo; tengo que salvar a la gente que está dentro

Y volví a meterme en el edificio, esperando que aquel desconocido no me siguiera. Ya tenía suficiente con no poder relajarme sin que viniera gente a pedirme autógrafos como para que ahora no me dejaran ni salvarles.

La excursión inicialmente preveía recorrer el interior del distrito financiero de la ciudad para ver edificios como la Bolsa de Nueva York, el Federal Hall, Trinity Church, el Ground Zero y el Memorial 9/11, el parque Bowling Green y el Battery Park entre otros lugares, como el Banco de la Reserva Federal de Nueva York. La excursión guiada había durado tres horas, y, al mediodía, les habían dejado a los chicos un par de horas libres para que almorzaran disfrutando del Bajo Manhattan. La idea era que se reunieran con él sobre las dos, dos y media, para ir hasta el embarcadero de Battery Park y allí coger el ferry a la Estatua de la Libertad. Como el adulto responsable del grupo, Eclipse se había encargado de acompañar a los chicos durante las visitas, pero ahora les esperaba comiéndose un bocadillo sentado en el asiento del conductor del autobús que les había llevado hasta allí. Había sido un día como otro cualquiera, rutinario, con una excursión programada que había repetido ya incontables veces...

Por supuesto, en una ciudad como Nueva York no eran infrecuentes los asaltos, ataques e intentos de robo, y eso era algo con lo que cualquier X-Men contaba cuando se levantaba por la mañana y se ponía el uniforme, pero lo que Drago no habría podido esperar jamás fue aquella luz violeta que apareció de repente en el firmamento y explotó, engulléndolo todo en su onda expansiva sin que a ninguno le diera oportunidad alguna de reaccionar. Y antes de que pudiera preguntarse por lo que acababa de pasar, un violento terremoto rasgó el pavimento, creando una brecha en el suelo que comenzó a extenderse rápidamente hacia él. Drago consiguió reponerse del shock lo suficientemente rápido como para saltar del autobús antes de que la inmensa brecha devorara el vehículo, y, al incorporarse, quedó abrumado ante la inmensidad de lo que estaba sucediendo a su alrededor; Las grietas se abrían en el suelo; en el cielo se arremolinaban tormentas eléctricas. El tiempo pareció volverse loco. Aquí y allí aparecían desgarros en el tejido de la realidad a través de los cuales podían entreverse otras realidades, otros mundos, otros seres y otras ciudades, todos tan aterrorizados y sacudidos por el caos como ellos mismos. Habitantes de otros mundos trataban de atravesar los portales, huyendo de su propio cataclismo mientras que las personas que le rodeaban caían en inesperados agujeros para desaparecer como si jamás hubieran estado allí.

Eclipse gritó, sacudido por un dolor inesperado y repentino. Era como si los desgarros que se sucedían a su alrededor estuviesen encontrando una réplica en su propia mente. Las voces que creía haber doblegado bajo su control contraatacaban ahora con toda su fuerza. Era como si se hubieran multiplicado por mil; la algarabía era tan ensordecedora que apenas era capaz de escuchar qué le decían. Pero, entre todas ellas, una se destacó como si estuviera resonando a través de un altavoz:

-¡Alumnos! No sabemos lo que acaba de ocurrir, pero todo parece indicar que estamos sufriendo algún tipo de ataque. Lo que está sucediendo es de extrema gravedad. Necesito que os reunáis conmigo enseguida y...

La voz del Profesor se interrumpió de repente, y Drago temió que el resto de voces la hubiesen absorbido. Se incorporó vacilante, apoyándose en una pared, y, entonces, para su profundo alivio, la voz continuó:

-¡Salid de allí ahora mismo y volved a la mansión! No podéis luchar contra ellos ahora mismo ¡Regresad!

¿Qué? ¿Luchando contra quién? ¿Qué estaba pasando? ¿Los chicos estaban en peligro? Tenía que encontrarlos, tenía que...

De repente, alguien le atravesó por el pecho. Un millón de pensamientos alarmantes se abrieron paso en su mente, pero se disiparon en cuanto reconoció la silueta de la mujer que ahora desaparecía en el interior de un edificio en llamas que tenía delante. ¡Ah! Kitty... Había encontrado a una de las alumnas, ahora sólo tenía que...

De nuevo la voz del Profesor retumbó en su mente:

-¡Alumnos! No sabemos qué son estas criaturas, ni si son las mismas personas que conocéis, pero eso no importa ahora. Pase lo que pase, debéis centraros y dirigiros a un lugar seguro. Debéis centraros en contactar con otros grupos de héroes de la zona y agruparos para volver cuanto antes. Estoy llamando a todos los alumnos de Nueva York, repito: estoy llamando a todos los alumnos de Nueva York.

Kitty acababa de salir flotando del edificio en llamas llevando consigo a una anciana y su gato. Eclipse corrió hacia ellas.

- ¡Kitty! -la llamó-. ¡Kitty, debemos reagruparnos! ¡Al parecer algo o alguien nos está atacando!

Llegó junto a ella, pero la chica le miró como si fuera la primera vez que le veía en la vida.

- Lo siento, no se quien eres y no puedo hablar ahora mismo; tengo que salvar a la gente que está dentro -le espetó antes de volver a desaparecer dentro del edificio.

Y, entonces, Drago se dio cuenta de una cosa: la chica llevaba el uniforme de los X-Men, pero para la excursión de aquella mañana se había especificado a los alumnos que debían vestir de civil para llamar lo menos posible la atención. Ni siquiera Drago llevaba su uniforme. La mansión se encontraba a 93 kilómetros de Nueva York; era imposible que la chica hubiera tenido tiempo de ir hasta allí, cambiarse y volver.

La cabeza le empezó a dar vueltas; ¿qué estaba pasando? Sintiéndose enfermo, y no precisamente por el humo que inundaba la vivienda, siguió a la muchacha hacia el interior del edificio en llamas sin dejar de llamarla por su nombre.

No lo pensó demasiado, actuó movido por la necesidad y la desesperación. Si lo hubiera pensado medio segundo posiblemente se habría dado cuenta de que no era una buena idea internarse así en un edificio en llamas sin tener ningún poder que pudiera servirle de nada en aquella situación. No pudo encontrar a Kitty, pero escuchó un grito agudo desde la segunda planta, así que subió como pudo a través del humo y el fuego. Había una adolescente arriba, acurrucada contra un rincón, sollozando y temblando como una hoja.

- Tranquila, no pasa nada, te sacaré de aquí -dijo, yendo hacia ella para cogerla en sus brazos. Pero para cuando se quiso dar la vuelta el fuego había cerrado por completo la única vía de escape, devorando la escalera y haciendo que se derrumbara.

Eclipse abrazó a la chiquilla contra su pecho para que no pudiera ver la funesta situación, al tiempo que miraba a su alrededor buscando otra salida.

- Tranquila, tranquila... Cierra los ojos. No pasa nada...

Sabía en qué lado de la pared se encontraba la escalera de incendios porque lo había visto desde fuera. Allí no había ninguna ventana, así que tendrían que saltar, pero mejor eso que morir carbonizados. Aprovechando que la muchacha tenía los ojos cerrados a causa del miedo, dejó salir dos aparentes demonios de oscuridad que emergieron de sus manos embistiendo contra el muro y abriendo un orificio lo suficientemente grande para los dos. La escalera de incendios no estaba demasiado lejos; él podría saltar sin problemas, pero la chiquilla no.

- Vale, escúchame... Voy a saltar yo primero. Después, salta tú con toda la fuerza que puedas. Yo te recogeré.

Tras recibir el nervioso asentimiento retrocedió unos pasos, tomó impulso y saltó, dejándose caer hacia la escalera de incendios. Después se encaramó por encima de la baranda y, con medio cuerpo fuera, extendió los brazos hacia ella, tratando de acortar la distancia en la medida de lo posible.

- ¡Vamos, salta! -gritó.

El desconocido seguía gritando mi nombre mientras yo me metía en el edificio, buscando a más gente a la que salvar. Sin girar la mirada hacia atrás mientras comenzaba a flotar hacia una de las plantas superiores, le grite

- ¡Salga del edificio! ¿¡Es que acaso no ve el peligro!?

Pero no tenía tiempo de detenerme a salvar a un suicida que se metia por cuenta propia en un incendio cuando aún podía haber gente dentro del edificio. Subí hasta una planta y me metí en un piso; estaba completamente envuelto en llamas, lo que aseguraba que fue aqui donde se produjo la explosion. Vi que las llamas estaban comenzando a llegar al techo de esta, así que subí a él y me encontré con un piso aparentemente vacío.

Al menos eso creí, hasta que encontré una de las habitaciones la cual parecía tener unas toallas húmedas tapando sus diversos orificios. Eso era señal no solo de que había alguien en su interior, sino que la persona en cuestión sabía lo que hacía; las toallas húmedas evitan que el humo inunde la habitación… pero no que el fuego consumiera el techo del piso de abajo y acabe cayendo en un infierno.

Atravesé la puerta y encontré a un hombre calvo, su mujer castaña y sus dos hijos pequeños, apostados en la ventana. Cuando apareció mi cabeza atravesando la madera de la puerta, el hombre se colocó delante de su familia, su camiseta blanca, sus tirantes y sus pantalones color caqui me dejaron claro de que, por lo menos, se trataba de un bombero o de alguien que hacía voluntariado

- ¿Qué hace aquí una mutante? ¿¡Has sido tú la que ha hecho esto!?

El niño más grande le tiro del pantalón

- No, papi ¡Es Kitty Pryde! Ella es una heroína

El hombre miró a su mujer y ella asintió, haciendo que el hombre se relajara y se acercara a mi

- Tenéis que salir de aquí, rápido

El hombre negó con la cabeza

- Tenemos las salidas bloqueadas por el fuego, pero mientras no entre el humo estaremos bien - el hombre saco su móvil y me lo enseño - ya he llamado a mis compañeros, estarán aquí en un segundo

Negué con la cabeza, angustiada por la gravedad de la situación

- No, no, no - repeti sin querer, ya que esto era más urgente de lo que el hombre se creía - el fuego está quemando el techo del piso de abajo, vuestro suelo se puede derrumbar en cualquier segundo

La expresión del hombre se transformó en una mueca de horror y comenzó a hacer cosas que solo un bombero sabría lo que eran; dar pisadas leves en el suelo, tocarlo con la mano e incluso poner su oído en él. Tras aquello, se levantó y fue hacia su familia corriendo, cogiendo a sus dos hijos en brazos y pidiéndole a su mujer que se sujetará a él cuando saltaran. Tenía que detenerlos, ya que se que lo que pretendía era lanzar un colchón e intentar caer sobre él.

Corrí hacia ellos y agarre al padre del cuello de la camiseta y a la madre del brazo

- No sueltes a tus hijos - le dije al hombre - y yo os sacaré de aquí.

Acto seguido nos hice intangibles a los cinco y bajamos poco a poco por el edificio en llamas hasta llegar a la primera planta. Una vez allí, los saque por el lado de este y los solté, tanto la madre y el padre agradeciendo que hubiera salvado a sus hijos y los pequeños hablando de lo superchulo que fue ver mis poderes en acción.

Fui interrumpida cuando escuche como se rompía la pared de una de las plantas superiores y se asomaba aquel hombre que me había seguido. Tenía poderes, puede que fuera un mutante… Lo único importante es que parecía estar ayudando a alguien a escapar del fuego, una chica. El salto hasta la escalera de incendios, pero la chica… quiso saltar, pero el miedo y el poco aire que podía respirar debido al humo hizo que fallara el salto y se precipitara al suelo.

Todo lo rápido que pude me lancé hacia ella, mis dedos haciendo contacto suficiente con ella como para que al caer al suelo, lo atravesara. Tras aquello, la saque en brazos del subsuelo, sana y salva, dejándola en el suelo de pie. Luego, fije la mirada en el hombro

- ¡Bien hecho salvándola! - fui sincera en mi elogio al hombre que ya no me parecía un loco suicida sino un héroe y cuando llegó abajo me acerque a él - ¿Quién has dicho que eras?

Pero antes de que me respondiera, miré a la familia y les pregunté si quedaba alguien más en el edificio, la abuela se asomó por la esquina lo que provocó una negación de la familia. Estando todos salvados, me gire de nuevo hacia el desconocido.

El corazón se le detuvo en el pecho cuando la chica falló el salto, y un grito brotó de su garganta mientras las sombras provocadas por el fuego que danzaban sobre las paredes le recordaban que había vuelto a fallarle a Xavier.

Pero no hubo impacto contra el suelo. Eclipse saltó de la escalera de incendios y, a través del humo, vio a la chica sana y salva junto a Kitty. El alivio que experimentó fue intenso, así como su profundo orgullo hacia su alumna.

Pero entonces la chiquilla le recordó que no era su alumna.

- Kitty, no sé qué está pasando; Si has perdido la memoria o si eres una de las personas que han aparecido por las grietas esas que se han abierto. Soy Eclipse, tu profesor de música. No sé cómo estás en la ciudad cuando no formabas parte de la excursión, pero el Profesor nos está llamando. Al parecer estamos bajo alguna clase de ataque y debemos regresar a la mansión para reagruparnos y analizar la situación -se llevó la mano a la sien ante la nueva llamada del telépata-. ¿No... no estás escuchando su voz? Nos está llamando a todos.  

Sacó el comunicador de los X-Men del bolsillo de su gabardina, miró la pantalla y volvió a mirar a la mutante. La expresión de ella era de confusión, así que comprendió que, si quería hacerse entender, iba a tener que tranquilizarse y reunir toda la calma que pudiera en medio del caos reinante para explicar la situación.

- Mira, ésta mañana vine a la ciudad con tres alumnos: Moonshard, Sunbreath y Poltergeist -dio los nombres en clave porque iba a ser más fácil que los identificara así que si les llamaba por sus nombres de pila-. Les había dejado dos horas libres para el almuerzo cuando el mundo se fue a la mierda. El Profesor dice que estamos bajo ataque y esos niños estaban bajo mi cuidado. Son mi responsabilidad y tengo que ir a por ellos y llevarlos de vuelta sanos y salvos a la mansión. No sabía que estabas en la ciudad también, pero esa responsabilidad, como profesor tuyo, se extiende también a ti. El autobús en el que los traje está destrozado, pero el origen de la señal de alarma está muy cerca de aquí -la miró a los ojos con seriedad-. Necesito que vengas conmigo, Kitty, por favor. Estar aquí no es seguro, al menos hasta que sepamos lo que está pasando. No puedo dejarte sola pero tampoco puedo abandonar a los demás a su suerte.

Su expresión era de absoluta y genuina preocupación mientras el mundo parecía derrumbarse y reconstruirse a su alrededor.