Taxi driver [23-6-2019] (Matt Murdock)

A esta hora no era nada fácil encontrar Taxi en Nueva York y menos aún en un barrio tan “emblemático” como la cocina del infierno, pero esa tarde Matt Murdock había tenido mucha suerte, en cuanto se acercó a la acera levantando el brazo un taxi que giraba la esquina se detuvo junto a él para que subiera.


- ¿A donde le llevo caballero? preguntó sin mucho interés el conductor con un acento claramente hindú, incorporándose a la circulación en cuanto Matt hubo cerrado la puerta.

Pero algo no iba bien, la dirección que tomo el taxi no era la correcta, algo que un ciego normal no podría percibir con exactitud pero que Daredevil pudo sentir con absoluta claridad, era posible que simplemente fuera un taxista intentando ganarse unos pavos más a costa de un ciego o algo peor, más teniendo en cuenta que el taxi había llegado como caído del cielo, tal vez Luthor o Fisk le habían preparado una sorpresa, con suerte tan solo sería otra vez ese estúpido fiscal mandando unos matones de tres al cuarto... el coche se detuvo y la puerta se abrió, alguien se sentó a su lado, alguien que no podía “ver” con claridad, sin duda vestía algún tipo de armadura metálica pero había algo raro en ella.

- Raven, querida ¿podrías mantenernos en movimiento? estoy seguro de que el señor Murdock prefiere que no nos vean juntos, el coche volvió a ponerse en movimiento, espero que no le moleste que no haya concertado una cita formal pero los perros de Luthor siguen de caza a pesar de que no hay ningún cargo contra mi.


- Supongo que ya sabrá por que he venido señor Murdock pero si me lo permite voy a decirlo igualmente, puede que Eclipse y yo hayamos tenido nuestras diferencias anteriormente, pero ahora tiene problemas, problemas más graves de los que usted cree, y he venido a ayudarle, Luthor personalmente se está tomando muchas molestias en que “ese mutante despreciable” acabe en prisión aunque intenta aparentar neutralidad, si no se ha dado cuenta ya pronto lo hará señor Murdock, falsificar pruebas o pervertir el sistema en su beneficio son solo las cosas más leves que ha hecho por ahora.

Max había dicho lo que quería que el abogado supiera, según su reacción podrían seguir hablando o Matt podría tener que buscarse otro taxi, Magneto prefería la primera opción, quería saber quienes seguían siendo leales a Eclipse y que estudiantes o profesores podrían ayudarle a liberarlo cuando fuera condenado, porque eso si lo tenía muy claro, Drago iba a ser condenado a pasar el resto de su vida en prisión y posiblemente morir de manera trágica en un altercado si no lo sacaban antes.

Aunque la preparación del juicio de Drago había absorbido casi todo el tiempo de trabajo de Matt (diurno y nocturno), no podía desatender al resto de sus clientes. Había delegado en Foggy la mayor parte de pleitos que no admitieran demora, y todos los asuntos que no fueran de extrema urgencia habían sido aparcados. Sin embargo, por muy buena voluntad que tuviera su amigo no podía forzarlo por encima de lo humanamente posible. Tampoco quería que el resto de sus clientes pensasen que su abogado sólo prestaba su atención a los casos mediáticos. Por supuesto, en lo referente a Dragoslav Katich había muchísimo más en juego que su reputación. Mucho más de lo que cualquiera pudiese imaginar. Pero la relación de un abogado con sus clientes se basaba en la confianza. Debían saber que estaba allí para ellos.

Por tanto, como cada tarde, hizo un repaso rápido de las tareas pendientes más apremiantes. El Sr. Villar, residente en el Harlem Hispano, le había remitido la última carta de su banco. Tenía dos semanas para pagar los plazos pendientes de su hipoteca o la entidad promovería el desahucio. Matt se había comprometido a hablar con los representantes de la financiera y tratar, así, de conseguir un nuevo aplazamiento.

Dado que en el banco no respondían a sus llamadas, se decidió a personarse en las oficinas. Se colocó la americana con premura y salió disparado a la puerta exterior de sus oficinas en busca de un taxi libre.

Por suerte, un oportuno conductor se detuvo frente a él. Llevado por la urgencia,lo saludó con unas pocas palabras corteses y le indicó la dirección. Nada era, por el momento, sospechoso. Pero pocas personas conocían la ciudad de Nueva York como Matt Murdock. Ni siquiera aquellos que podían verla. Sus recovecos, sus sonidos, sus olores… su palpitar.

Mientras avanzaban, hizo un repaso mental de las calles transitadas y trazó el recorrido del vehículo. Extraño… muy, muy extraño. Su conductor, por afable que pareciera, podía haber resultado un completo capullo. No era el primero ni sería el último en intentar estafar a un hombre ciego. Pero Matt tenía demasiados enemigos como para pensar en un simple timo. Así que afiló sus sentidos lo máximo que pudo y, en aquel momento más que nunca, siguió (sin decir palabra) memorizando cada una de las calles por las que transitaban.

Su sorpresa se hizo mayúscula cuando descubrió que no se habían lanzado a un simple vagar errático. Se dirigían a un punto fijo y, cuando el vehículo se detuvo, sus sospechas quedaron más que confirmadas.

Fue entonces cuando entró el segundo pasajero (y tercer ocupante) de aquel curioso taxi. No pudo distinguir de quién se trataba al principio, aunque las distorsionadas líneas que su radar le proporcionaban daban muestra de una vestimenta, como poco, extravagante. Pero, cuando el extraño habló por primera vez, todas las piezas encajaron perfectamente.

Matt había tenido, si no recordaba mal, algún que otro encuentro tangencial con Magneto en el pasado. Pero el más reciente, el último de todos ellos, fue el que asaltó su memoria en cuando el amo del magnetismo comenzó a hablar con ese tono pausado y, a su juicio, algo condescendiente. El ataque a la misión de Clinton, la Iglesia de la hermana Maggie. Su madre.

El abogado agradeció que su involuntario compañero de viaje no poseyera sus mismas habilidades, pues su corazón se desbocó. Por la rabia, cierto, pero no le avergonzaba reconocer que el miedo también estaba presente. Recordaba con meridiana claridad la sensación de impotencia, al percibir los cubiertos y demás instrumentos metálicos amenazando a Maggie y a él mismo. La forma en que trató a Drago. El modo de pavonearse, en la casa de Dios, como si él mismo se creyera uno. La furtiva y, en definitiva, inútil llamada a Nat, en busca de ayuda. Y la sensación de haber fallado a aquellos pobres niños a quienes había hecho creer que eran aceptados y estaban seguros tras sus muros. En la Cocina del Infierno. Su casa.

Murdock tuvo, sin embargo, que contener todas esas emociones. Magneto era peligroso y, por si fuera poco, no estaba solo. Con disimulo, llevó el rostro en dirección al asiento del conductor. Y la ondulante imagen de su radar, que le insinuaba una forma masculina y algo fofa, mudó en una esbelta figura femenina. Matt no recordaba si, en alguna ocasión, su camino se había cruzado con ella. Pero nadie que se dedicase a cualquiera de sus dos oficios ignoraba la existencia de Mística.

No sólo debía fingir ser el “simple” abogado ciego de la Cocina del Infierno. Estaba en inferioridad y, además, a bordo de una lata rodante que Magneto podría manejar a su antojo. El más mínimo movimiento en falso y era posible que ninguno de sus sentidos aumentados le fueran de ayuda contra semejante rival.

Así que se limitó a escuchar. Con detenimiento. Meditando sobre las palabras de Magneto y, también, sobre su futura respuesta. Aunque, antes de contestar, torció el rostro hacia el asiento del conductor y habló.

- Sepa que no pienso pagarle la carrera- habló con voz de hielo.

Después, perdió su mirada en el infinito, como un “buen ciego” haría y, cuando Magneto se cansó de escuchar el sonido de su propia voz, habló.

- Me parece un poco cínico el asegurar que no existe “ningún cargo” contra usted. Conozco perfectamente su historial, Magneto- le concedería esa cortesía. Llamarle por el nombre que había elegido y no por su “nombre de esclavo”, como a los de su hermandad les gustaba decir- Pese a él, no soy quién para cuestionar las decisiones de la comunidad internacional. Bueno… en realidad sí, pero dado que no es ese el motivo de su visita me guardaré mis opiniones al respecto. Por otro lado, no hace tanto tiempo tuvo usted bajo amenaza de muerte una iglesia repleta de niños y se llevó a un joven que, por mucho que decidiera acompañarle voluntariamente, se fue del país sin que se cumpliera con el procedimiento establecido. Uno que se encontraba bajo tutela de una institución americana. Siendo diplomático, calificaría sus acciones como un delicado retorcimiento de la normativa por parte de un representante extranjero. Siendo sincero, lo llamaría allanamiento, coacciones y sustracción internacional de un menor. Pero no nos centremos en el pasado. Está usted, en este mismo instante, reteniendo a un ciudadano en suelo norteamericano contra su voluntad. Para dárselas de pacifista y hombre respetuoso de la Ley, me parece un buen historial.

Matt guardó silencio. Aquello, tal vez, había sido forzar demasiado la máquina. Pero las palabras habían salido solas de su boca. Así que se aclaró la garganta, para atender la segunda cuestión.

- Por otro lado, me reservo la información que haya podido a reunir hasta la fecha respecto al proceso contra Dragoslav Katich. Es mi derecho y, más aún, mi obligación para con mi cliente. Me asalta en plena calle, haciendo que desatienda mis asuntos, para darme una advertencia que… ¿Cuánto tiempo llevo investigando este caso? ¿Cuánto de amistad con Dragoslav Katich? ¿Cuánto cree que sé sobre el asunto y sobre las fuerzas que conspiran contra mi amigo?- Matt se quitó las gafas oscuras y, sin mirar a Magneto, se señaló los ojos- Yo no puedo verlas, pero estoy seguro de que mis desvelos han tenido que dejar marca. Aquí, bajo mis inútiles ojos- volvió a colocárselas- Así que, dado que no he elegido estar aquí, voy a hacerle un par de preguntas antes de atender a sus deseos ¿Tiene alguna información relevante que me ayude a exonerar a Dragoslav Katich de los injustos cargos que pesan contra él? Esa es la primera. La segunda es… ¿Por qué ha querido usted, realmente, reunirse conmigo? ¿Para darme información de una conspiración que ya conozco? No... Hay algo más... Lo que no sé es si está pidiendo permiso, o calculando si soy una amenaza. Por su reputación, me inclino a descartar la primera opción.

- Sepa que no pienso pagarle la carrera, dijo el abogado provocando una sonrisa en Mística, me hace gracia la lombriz, espero que no tengamos que matarla.

- Nadie va a morir hoy, al menos no por nuestra mano

Tras aquellas palabras Matt expuso sus puntos, a Max le pareció curioso como al parecer el ciego no solo no podía ver, sino que ademas no quería hacerlo ¿acaso él debía verse limitado por las leyes de los hombres? unas leyes diseñadas para explotar a su pueblo, no, los mutantes no podían ser esclavos de una nación que los despreciaba y por tanto no estaban obligados a cumplir unas leyes creadas por seres inferiores a ellos para mantenerlos oprimidos.

- Debo reconocer señor Murdock que aquel no fue mi mejor día, pero las circunstancias que lo rodearon no le atañen, además, nadie salió herido y si hubiera entrado de una manera más suave posiblemente Eclipse se habría enfrentado a mi, provocando daños y quizás heridos, hice lo que tenía que hacer para liberar a un mutante y en esta ocasión estoy aquí por el mismo motivo, tras una pequeña pausa continuó, párese un momento a pensar señor Murdock ¿está usted sujeto o impedido de algún modo? ¿le ha obligado a usted alguien a subir a este vehículo? la respuesta a ambas preguntas es negativa y puede marcharse cuando quiera, luego creo que como se suele decir en su trabajo “acabo de desmontar su caso”, cierto es que en otra época hubiera hecho una entrada más espectacular, tal vez levantando este taxi y surcando los cielos junto a él, pero un buen amigo me enseñó que esas medidas eran contraproducentes, finalizó recordando a Xavier, una lástima que su privilegiada mente siguiera perdida.

- Por supuesto entiendo su adherencia al código abogado cliente, no he venido aquí a que me de información de un caso que no se puede ganar en los tribunales por medios tradicionales, he venido aquí para ofrecerle una vía de escape a su cliente, una legal, antes de que usted me acuse de nada, no soy un experto en su campo pero creo que como líder de un gobierno independiente puedo ayudar en el proceso, para empezar quiero ofrecerle a su cliente algo que ya hice en el pasado y él rechazó pero vistas las nuevas circunstancias es posible que quiera replanteárselo, la ciudadanía genoshiana.

- No se desde cuando es usted amigo de Eclipse y la verdad es irrelevante, pero tanto usted como él serán bienvenidos en Genosha, desde la noche en que nos conocimos he averiguado algunas cosas sobre usted mi buen abogado, la verdad me ha impresionado, para ser un simple homo sapiens es usted capaz de una bondad y un sacrificio encomiable más aún teniendo en cuenta su discapacidad, pocos abogados en este país se preocupan de aquellos que no pueden pagar sus honorarios, vive en uno de los peores barrios de esta ciudad y se ha ganado el respeto de sus vecinos, quizás no logre convencerle de que podemos ser amigos señor Murdock, pero le aseguro que no soy su enemigo, tras estas palabras un sobre flotó desde el asiento delantero a la mano de abogado.

- Creo que en ese sobre encontrará una compensación más que suficiente por el tiempo que me ha dedicado señor Murdock, casi hemos llegado a su destino original, puede bajar si lo desea o podemos seguir hablando de los graves problemas en que se encuentra su cliente, usted decide.

Quizás Matt se había distraído un poco en la conversación, pero las últimas palabras del Amo del Magnetismo eran correctas, casi habían llegado a la sucursal a la que se dirigía en un principio y por el peso del sobre, salvo que contuviese billetes de un dólar, igual podía saldar completamente la deuda del señor Villar.

Matt  sopesó el sobre de Magneto, aunque no se atrevió a abrirlo en su presencia. A medida que el “Amo del Magnetismo” hablaba, Matt repasaba mentalmente cada una de las calles por las que fueron transcurriendo. Se sorprendió al darse cuenta de que se habían detenido justo frente al edificio que era, originalmente, su destino. Por otro lado, sus razonables cautelas no habían disminuido ni un ápice su atención hacia las palabras del mutante.

Su tono había sido, como cabría esperarse, altivo y condescendiente, pero pudo advertir en él la máxima cortesía que podía dispensar a un mero “Homo Sapiens” como él lo había calificado. Estuvo muy pendiente de su latido. Firme y regular. No mentía, salvo que sus poderes magnéticos tuviesen alguna forma de alterar sus sentidos que no conociera. Era mucha información en poco tiempo. No toda mala. Y miles de respuestas acariciaron los labios del abogado. Sin embargo, se limitó a escuchar. Con alguien como Magneto toda cautela era poca. Las únicas palabras que tenía claras, de hecho, no eran para el dirigente genoshiano, sino para su versátil compañera.

- Puede dar una segunda vuelta a la manzana, métase en la primera bocacalle a la izquierda, conduzca unos nueve kilómetros y luego emplee vías secundarias de regreso a este mismo punto. Puedo concederles cuarenta y cinco minutos. Si el retraso es mucho mayor, no creo que me reciban en las oficinas.

Tras ello, tenía que poner sus pensamientos en orden. Y eran demasiados. La privación de sueño no estaba ayudando, precisamente, a su concentración. Decidió, por tanto, centrarse primero en los asuntos legales, los más sencillos de determinar. Repasó en su mente su estudio de la jurisprudencia y la normativa, del antiguo mundo y del nuevo. También su intervención en un puñado de casos que podrían tener relación.

- No conozco el contenido de este sobre- dijo alzándolo- pero ambos sabemos que es papel mojado. La ONU no reconoció de buen grado la soberanía de Genosha, y lo sabe bien. Lo hicieron por miedo. Y aún así hay un gran número de los países que la conforman que persisten en su negativa a reconocerla. No sea cínico. No tiene embajadas. No ha suscrito tratados de doble nacionalidad ni se ha adherido a los convenios más fundamentales sobre Derechos Humanos. Para usted, será una cuestión sin relevancia. Simples leyes humanas que no aplican al “Homo Superior”, como a los de su cuerda les gusta denominarse. Finge venir con la rama de olivo, pero sigue en guerra. Porque no puede apartar de su mente la cuestión ideológica. Soy abogado, señor, y católico. No seré yo quien se niegue a aceptar la redención de un hombre. Pero, aunque sus formas se moderasen, su credo sigue siendo el mismo. Usa la opresión a la que se ven sometidos los suyos como excusa para seguir justificando sus desvaríos supremacistas. Y, en eso, no se diferencia absolutamente en nada de Luthor- Matt notaba que la emoción le estaba nublando el juicio. Así que se acarició la frente y tomó aire- Como abogado, es mi obligación consultar su oferta con mi cliente. Pero sabe que no tiene visos de prosperar, al menos no de una forma lícita. Deje de engañarse. Genosha no es Wakanda, o Themyscira. Genosha está un peldaño muy, pero que muy pequeño, por encima de Latveria. Hay un puñado, y repito, sólo un puñado. Puedo contarlos con los dedos de ambas manos y me sobrarán, de precedentes en que se haya podido tramitar un reconocimiento de nacionalidad genoshiana. Porque su criterio de ciudadanía, Magneto, no es el nacimiento, o el parentesco… es la genética. La pertenencia a una raza superior. Lo que le asimila bastante a hombre que, si el relato de su historia que me ha llegado no es erróneo, desprecia bastante… y que le hicieron bastante daño.

En condiciones normales sería casi imposible obtener para Drago la nacionalidad genoshiana. Sería un procedimiento arduo, basado en la buena voluntad de la Administración y los jueces, sin visos de prosperar, porque la regulación en la materia apenas existe. Y eso, en condiciones normales. Pero habla usted de un hombre en prisión provisional que se encuentra a la espera de juicio POR ASESINATO. Van a tirar el expediente directamente a la basura. Eso, si empezáramos a tramitarlo ya. Y, si lo hiciéramos en el supuesto… ¡Y escúcheme bien!- no quiso gritar, pero lo hizo- ¡En el supuesto de que pierda este caso! No pienso tomarlo como una certeza absoluta hasta que el juez pronuncie el veredicto… No lo harían. Usted mismo lo ha mencionado hace un rato. Quieren mostrarlo al mundo como un “terrorista mutante” ¿Tiene usted pactos de extradición suscritos con los Estados Unidos? No conteste… Sé que no. Y aunque los tuviera… No van a mandar a Drago, sí Drago, DRAGOSLAV KATICH- paladeó cada sílaba- ... no Eclipse… Decía que… no van a mandarlo a “cumplir condena” a la isla regida por otro “terrorista mutante”. Porque así es como lo ve el mundo Magneto. Y me alegro, sinceramente lo hago, de su cambio de actitud. Pero tenemos que hacernos responsables de la carga de nuestro pasado. Y me parece que Drago ya ha pagado suficiente por el suyo.

Matt echó la cabeza hacia atrás. Respiró profundamente. Ahora venía la parte difícil. Para cualquier otro, aquello sería imposible de comprender. No para él. No para alguien que había llegado a comprender tanto a Dragoslav Katich. Así que, sin darse cuenta, una carcajada huyó de sus pulmones.



- Decía no saber cuánto tiempo llevo siendo amigo de Drago. Probablemente, bastante menos de lo que usted lleva siendo su enemigo. Y después de tanto tiempo… Demuestra que no le importa nada más que su maldita causa. Acude a mí ofreciéndole una supuesta salida. Su "salvación"… Pero a usted no le importa una mierda Dragoslav Katich. A usted sólo le importa demostrar que tiene razón. No quiere ayudarle… quiere probar un punto. Pero si de verdad le importase. Si hubiese dedicado medio segundo a intentar comprender al hombre al que supuestamente quiere salvar… Sabría que nunca aceptará su oferta. Porque Drago, Magneto, lleva toda su maldita vida sintiéndose un monstruo. Ha aceptado los calvarios más horrendos por ello. Ha sido abnegado al extremo por ello. Y gracias a su amigo Xavier, a la Patrulla, a personas como Elissa Stavridis o Sasha Triger… y puede que, también, a lo poco que el tiempo me ha permitido penetrar en su corazón… estaba empezando a creer que no lo era. Que el mundo había dejado de verlo como tal. Si pudiera dejar su guerra a un lado un segundo. Sabría que lo último que Drago querría es su ayuda. Que el mundo le viera huir de la mano de aquél que representa todo contra lo que ha luchado.

Usted quiere otro soldado para su guerra, Magneto. Y yo estoy harto de que mi amigo se vea envuelto en ellas. Yo no quiero simplemente salvar su vida, sino lo que para él la hace merecedora de ser vivida.

La…-Matt se moderó- … la última palabra es suya, desde luego. Y se la haré saber. Y, puede, que incluso actúe contra mi voluntad y contra la de Drago igualmente. Pero yo… yo voy a sacarlo. Yo… voy a ganar ese puñetero juicio. Yo voy a enseñar al ángel al mundo y no al demonio que quieren construir. Y me da igual luchar contra Luthor, contra Fisk, contra el país entero o contra usted… Porque eso es en lo que Drago cree. Y es en lo que creo yo. Voy a luchar por esa creencia. Y por lo poco que le conozco, eso es algo que usted puede respetar. Porque es lo que también hace el único hombre de esta tierra al que alguna vez ha podido llamar "amigo"

Use su labia. Use la fuerza. Use cualquier medio a su alcance. Pero Dragoslav Katich es, y será siempre, un Hombre X.

- Oído cocina jefe, dijo al más puro estilo de los taxistas de NY, pero no necesito indicaciones, yo vivía en esta ciudad antes de que tú usaras pañales chaval.

Si, su aspecto engañaba bastante pero Mística era más vieja de lo que parecía, aún así no parecía haberse tomado a mal el comentario del abogado o sus instrucciones, le debía haber caído bien para no tenerle en cuenta a un simple humano que le hubiera dicho que hacer.

- No letrado, no solo lo hicieron por miedo, lo hicieron por necesidad, necesitaban un sitio donde arrojar su basura, necesitaban estabilidad y me necesitaban a mi para evitar que jóvenes mutantes descontentos arrasaran sus países de origen al sentirse atacados, pero entiendo perfectamente lo que pretende decirme, aunque Eclipse, dijo Magneto sin hacer énfasis en la palabra, utilizando el verdadero nombre del mutante a pesar de la puya del humano, tenga la nacionalidad Genoshiana, Estados unidos no se la reconocería igual que se ha negado a aceptar embajadores, cuento con ello señor Murdock, cuento con ello.

No tenía muy claro si las palabras de Matt pretendían enfurecerle, si eran insultos o si realmente no se daba cuenta de que estaba forzando su suerte más de lo necesario, pero estaba allí por una razón y reaccionar a ellas con violencia o ira iría en contra de lo que necesitaba, es más, hacerlo solo confirmaría la opinión del humano sobre él, algo que necesitaba evitar, así que armándose de paciencia continuó hablando tranquilamente, como un padre que ha decidido sentarse con su hijo rebelde a pesar de las locuras que está cometiendo, si este hombre era amigo de Eclipse debía ser al menos un poco razonable.

- Como dice mi credo sigue siendo el mismo, es cierto, haré lo que esté en mi mano para salvar a mi pueblo de los abusos, los mutantes me ven como su salvador y así debo actuar, evitaré la violencia en la medida de lo posible, pero por si no se da cuenta Luthor se prepara para la guerra y no dejaré que extermine a mi pueblo, no volveré a permitir que eso pase, ahora si tuvo que hacer un esfuerzo para contener la ira, compararle con los nazis era algo casi imperdonable, dese cuenta señor Murdock que realmente fuera un “supremacista” usted bien podría estar muerto, no, que el homo superior es la evolución del sapiens es un hecho demostrado, yo busco una coexistencia pacífica pero si mi pueblo es atacado tenga por seguro que responderé, se de primera mano lo que es el nazismo y el fascismo señor Murdock y quizás en el pasado pudiera haberme acusado de conductas similares, pero ya no, y espero que no vuelva siquiera a insinuarlo o me veré obligado a hacerle chistes de ciegos.

Intentó desviar la ira y la tensión con aquella pequeña broma, no era demasiado propio de él ni tampoco se le daba especialmente bien, posiblemente no había tenido gracia y él ni siquiera había sonreído al decirlo, pero al menos no lo había amenazado de muerte por sus osadas palabras y además había cumplido su función, ya algo más calmado se atrevió a continuar.

- En Genosha señor Murdock no solo viven mutantes, hay ciudadanos sin el gen-X como les gusta llamarlo a sus políticos, ser mutante o no es mucho más complejo que un simple gen perdido creame, su especialidad son las leyes y la mía la genética, y son pocos no por que los rechacemos sino porque pocos humanos están dispuestos de corazón a aceptar a un mutante como un igual, que el ser humano ha evolucionado es una realidad científica señor Murdock, el efecto Omega ha alterado muchas cosas pero esa realidad es inamovible, en unos cuantos miles de años si sus gobiernos no han destruido la Tierra antes todas las personas serán homo superior.

- De nuevo señor Murdock le pido que analice sus palabras, no ya por mi, sino por usted mismo, no se crea todo lo que cuentan sobre mi y pregúntele a su amigo, él y yo podemos ser rivales si, pero no enemigos, conozco a Eclipse mejor de lo que usted cree, se que el miedo, la ira y la culpabilidad atenazan su alma desde que era niño y quizás perdí la oportunidad de aliviar antes su carga, pero ahora no voy a abandonarlo, me necesita aunque solo sea como apoyo moral, déjele decidir a él si desea o no mi ayuda señor Murdock, supere sus prejuicios contra mi, tengo soldados de sobra y eso es algo que Luthor descubrirá pronto si se decide a atacar Genosha, esta vez estaré preparado.

Esta vez no pudo ocultar el timbre agónico de su voz, el dolor que transmitía era real, el dolor de perderlo todo, el dolor de ver a sus hijos morir a manos de los centinelas, de ver su sueño destruido, de ver arder toda esperanza, de desear la muerte que no llegó, pero ahora tenía otra oportunidad, esta vez Genosha estaba preparada, ningún ejercito podría invadirla, los mutantes estaban seguros, esta vez no iba fracasar, no podía fracasar, le habían robado a Polaris, seguía sin saber nada de Wanda ni de Pietro, pero Genosha perduraría, recuperó la compostura un instante después para seguir hablando.

- Usted no pude sacarlo, no cuando el presidente esta creando pruebas para incriminarlo, no cuando esta manipulando el sistema para que no pueda salir, no cuando esta inundando los medios de odio hacia los mutantes y especialmente hacia Eclipse ¿realmente cree que va a encontrar un jurado que no quiera quemarlo antes de empezar el juicio? y tenga por seguro letrado que les tiene preparadas sorpresas, sorpresas desagradables de verdad, esta buscando todo tipo de cosas sobre Eclipse y estoy seguro de que si no encuentra un esqueleto en el armario tiene los medios para colocarlo él mismo.

- Use su labia. Use la fuerza. Use cualquier medio a su alcance. Pero Dragoslav Katich es, y será siempre, un Hombre X, ahí estaba, el pie que necesitaba, por fin lo había dicho.

- Es curioso que lo menciones señor Murdock pero precisamente esa era otra de mis ofertas, no quiero robarle su alma a Eclipse ni a ningún otro miembro de la patrulla, quiero ofrecerles un nuevo comienzo, quiero que le diga a su cliente que si lo desea la mansión X puede trasladarse a Genosha, que si así lo decide sus chicos estarán a salvo y que serán totalmente independientes, no interferiré con sus lecciones ni con su charla moralista, serán libres, que es más de lo que se les ofrece aquí, dígale que le doy mi palabra, él sabe que no la doy a la ligera.

Matt se restregó la mano por la cara. Todo, en aquel caso, se complicaba a medida que avanzaba, en vez de aclararse. Al principio, creyó que sería bastante con exponer la verdad. Después pensó que sería suficiente intentar poner a la opinión pública del lado de Drago. Y ahora... se veía inmerso en los juegos de poder entre Lex Luthor y Magneto. Magneto... el mismo hombre que había aterrorizado una iglesia llena de niños. Que había arrastrado a su amigo como una rata, delante de sus alumnos.

Y, escuchando sus palabras... parecía sincero. Y tenía razón... El juego era difícil, y las apuestas muy altas.

No sabía si se arrepentiría de sus siguientes palabras. Lo que sí sabía, es que estaría muy atento al latido de Magneto...

- La última palabra la tiene Drago... Le haré llegar su mensaje. No sé cómo, ni en qué circunstancias. Tomo muchas precauciones cada vez que me entrevisto con él. Supuestamente, la Ley garantiza el secreto de las comunicaciones entre un abogado y su cliente. Pero ya no tengo confianza en nadie. Les basta con inventarse cualquier indicio de complicidad criminal para vulnerar ese derecho. Cualquier excusa. Hablar con usted, por ejemplo, sería un buen pretexto. "Hay sospechas de que el abogado Murdock está implicado en las actividades criminales de Dragoslav Katich". Y ya tenemos el lío montado. Por eso me gustaría poner fin, cuanto antes, a nuestra conversación. Y, por eso-le devolvió el sobre- Voy a rechazar su dinero. No lo tome como un insulto, o como que desprecio su ofrecimiento de ayuda. Pero creo que todo el mundo con el que he hablado hasta el momento presente tiene una idea equivocada del enfoque de este caso. Esto ya no va de la verdad. Esto va de lo que el mundo cree como verdad.

Quiero creerle, Magneto. Quiero creer que, realmente, ha cambiado. Pese a que todos mis instintos me inducen a lo contrario. Así que... voy a hacer como que le creo. Pero ¿Ve? Lo que yo creo es irrelevante. El mundo va a seguir viéndole como el monstruo que dice ya no ser. Va a seguir viéndole como el que aparecía en las pantallas de sus televisores, invadiendo la seguridad de sus hogares, amenazándoles con hacer caer la destrucción sobre ellos en nombre de la protección del "Homo Superior". Voy a llevar su propuesta a Drago. Pero... voy a recomendarle encarecidamente que no la acepte. No lo tome como una muestra de arrogancia. Sé que tengo todo en contra. Pero aún no he dado por perdido este caso. No soy un ingenuo. Sé que me enfrento a hombres con poder suficiente para retorcer el sistema a su favor. Para decir qué es y qué no es la verdad. Mi fe no es en el sistema. Es en las personas. Y solo necesito una que quiera ver a través de las mentiras.

No tengo ninguna animadversión especial hacia usted. Y voy a hacer un esfuerzo para no caer en las mismas trampas que critico. Dejaré a un lado mis prejuicios. Pero... le recomendaré a Drago que no acepte su ayuda. Porque lo último que necesita es que un mundo que ya lo cree culpable lo vea escapar de su mano. Y lo último que quiero, es darle a Luthor un pretexto aún más sólido para ir a la caza de los suyos: "Dragoslav Katich, el terrorista mutante, se ha refugiado bajo las faldas de un criminal internacional". Ese va a ser nuestro "Pearl Harbor" particular, Magneto. Ese es el tipo de cosas que inician guerras. Y yo no quiero que Drago tenga esta bajo su conciencia.

Matt bajó la cabeza. Percibió por sus sentidos que el recorrido de Mística estaba bastante próximo a terminar:

- Pero... si ocurriera lo peor... En el supuesto de que... perdiera este caso... Sea completamente sincero ¿Qué sería capaz de hacer para liberar a Drago? ¿Qué estaría dispuesto... a...?- su voz tembló- Es duro decirlo pero... parece que las circunstancias nos han puesto en el mismo bando. Soy abogado... respeto la Ley... Pero Drago es mi amigo y eso... eso está por encima. Me duele reconocerlo. Pero está por encima de mis principios... Y dig lo que me diga... Fingiré no haberlo escuchado... Si pierdo... Me gustaría saber que va a sacarlo del Infierno... y llevarlo a ese paraíso del que me habla...

Magneto casi llegó a esbozar una sonrisa cuando Matt reconoció que ya no confiaba en que se estuviera cumpliendo su preciada Ley, parecía que el abogado comenzaba a “ver” la realidad, él por su parte no es que desconfiara, es que conocía la calaña de los hombres como Luthor, no tendría poderes pero iba a ser un rival formidable y no se engañaba como hacía el abogado, no quedaba ninguna posibilidad de que Eclipse no fuese declarado culpable, ni la más remota.

- Crea lo que quiera señor Murdock pero manténgase atento, las fuerzas contra las que se está oponiendo no dudarán en aplastarle si se convierte en una verdadera molestia, no importa si toma o no el dinero, si a ellos les interesa pueden crear las pruebas que quieran sin necesidad de que lo coja, si cumple usted su parte estaré por tanto en deuda con usted si así lo prefiere, quizás cuando todo esto haya pasado si sigue usted vivo podamos reunirnos en mejores circunstancias.

Magneto se dio cuenta tarde de lo mal que podían haber sonado sus palabras, pero siempre esperaba que ocurriera lo peor, no porque fuera pesimista sino porque era la única forma de estar preparado cuando todo se torcía, pero al parecer Matt también se planteaba esas posibilidades, simplemente necesitaba creer que nadie podía corromper tan profundamente el sistema, una mente inocente e idealista, en realidad parecía un buen tipo a pesar de sus limitaciones, un tipo decente, algo difícil de encontrar en los tiempos que corrían, entendía por que Eclipse lo llamaba su amigo.

- No hace falta que siga hablando señor Murdock, puedo asegurarle que llegado el momento a Eclipse no le faltará la ayuda que necesita, no llegará al infierno si puedo evitarlo, el coche se detuvo por fin y a Max solo le quedaba una cosa que añadir, el abogado se lo había ganado, no se daba cuenta hasta que punto estaba arriesgando su vida por Eclipse, y señor Murdock, recuerde que usted también esta invitado al paraíso, cuando esto acabe no correrá menos peligro que ahora, cualquier amigo de... de Drago, le concedió aquello también, a pesar de que no solía usar el nombre humano de un mutante, será bienvenido, sea mutante o no.

Mística esperó a que Matt descendiera del vehículo e incluso le dio un momento por si tenía que añadir algo más, al parecer a ella también le había caído bien aquel humano, algo poco común, normalmente solo toleraba a unos pocos humanos, el rechazo que solían mostrar la primera vez que la veían era suficiente para evitar cualquier posible aproximación futura, pero entre el valor que había demostrado y su aparente amistad con los mutantes podía contarse entre los escasos humanos que Mística preferiría no tener que matar.

- ¿Ahora que Erik? ¿volvemos a casa?

- Tu puedes volver si quieres hija mía, yo no volveré hasta haber liberado a Eclipse.

- ¿Por que te arriesgas tanto por él? no le debes nada, siempre se esforzó por detenernos.

- Querida, le debemos lo mismo que a cualquier mutante, en el pasado nuestros caminos se cruzaron y a pesar de tener los mismos objetivos nuestros medios nos colocaban en bandos opuestos, ahora puedo ver el error de esos métodos hija mía, combatimos con ellos cuando deberíamos haber trabajado juntos, yo he suavizado mis métodos pero Luthor les va a obligar a endurecer los suyos ¿no te has dado cuenta? Xavier siempre defendía la ley por encima de lo justo, Eclipse también era un fiel defensor de ella pero ahora hasta su abogado nos ha pedido que la rompamos, que liberemos a nuestro hermano.

La mutante no contestó, estaba meditando lo que decía su padre adoptivo, era verdad, Mística esbozo media sonrisa, aquel mojigato le había pedido a Magneto que liberara a Eclipse si era condenado, curioso, un humano capaz de romper sus principios por un mutante.

- De todas formas hay un detalle en el que el abogado no ha caído, para él la partida de ajedrez es el juicio, pero en realidad es solo el primer movimiento, Luthor espera que Eclipse sea rescatado, intentará que el “mutante asesino” se fugue y deje un reguero de muerte tras él, es más estoy casi seguro de que si no lo rescatamos el propio Luthor organizará su fuga y posterior muerte mientras huye para lograr el máximo efecto mediático.

- Entonces padre ¿por qué rescatarlo?

- Porque como ha dicho el abogado esas cosas inician las guerras, Luthor la busca porque cree que no estamos preparados, estoy deseando demostrarle lo equivocado que está ¿y tu querida?

- ¿Personalmente? me gustaría colarme en la casa blanca y degollar a ese cerdo fascista ¿me dejarás hacerlo?

- Sabes que ya no apruebo esos métodos hija mía, pero llegado el momento no seré yo quien te lo impida.

Matt no dijo una sola palabra mientras bajaba del vehículo. Estaba, simplemente, atento a los latidos de Magneto. Escuchaba sus palabras con atención. Y en un segundo plano. La melodía de su corazón. De unas condiciones formidables, dada su edad, si la información que tenía de él era cierta. Regulares, fuertes... Y...

Y... desde luego, no mentía.

Eso le hizo esbozar una sonrisa. Una sonrisa sincera. Así que, simplemente, se despidió con un gesto. No dijo ni una sola palabra más. Pero aquél gesto lo decía todo. No podría llegar a calificarse como "cómplice". Pero sí como de reconocimiento.

Una extraña conversación, con un hombre interesante. Formidable, dirían algunos.

Se quedó plantado en la puerta de las oficinas y no pudo evitar torcer el cuello cuando el vehículo arrancó. Enfocar su oído en el interior. Era... algo más que curiosidad.

- ¿Ahora qué, Erik? ¿volvemos a casa?

- Tu puedes volver si quieres hija mía, yo no volveré hasta haber liberado a Eclipse.

- ¿Por qué... arriesgas tanto por él? ... le debes nada... se esforzó por detener....

- Querida... lo mismo que a ...quier mutante, ...uestros caminos se cruzaron... los mismos objetivos ...tros medios ...andos opuestos, ahora puedo ver... ja mía, combatimos con ellos ...beríamos haber trabajado juntos, yo he ...vizado ...étodos pero Luthor ...ligar a endurecer ... ¿no te ...uenta? Xavier siempre ...la ley ....de lo justo, Eclipse ...bién era un ...efensor de ella, pero ...ta su abogado  ...pedido que la rompamos, ...liberemos ...estro hermano....

La conversación, posteriormente, se hizo ininteligible. El ruido de fondo era demasiado. El resto de conversaciones mundanas, las bocinas de los coches... Matt reprimió el impulso de seguirlos. Esa tal Mística era buena. Muy buena... No había forma de que no se percatara. Y, además... ¿Para qué? Magneto le había dicho ya, a la cara, todo lo que tenía que saber...

Y tenía toda la razón...

Puede que la Ley no fuese a ayudarle en aquella ocasión...




Esa misma noche, en un callejón cerca de la Universidad Empire State...


El Diablo de la "Cocina del Infierno" se encontraba bastante lejos de su coto de caza habitual. Por otro lado, estaba en uno muy cercano a otro patrullero de las calles. Uno cuya ronda siempre solía pasar, más tarde o más temprano, por aquella zona. Bajó grácil de una de las azoteas, posándose en la escalera de incendios, de cara al callejón. Para otros, podría pasar inadvertido pero... ¿Él? Él le vería...

Su figura bamboleante, un controno semidistorsionado, como el de todos, descendió de un pequeño hilillo, como un "yoyó", hasta colocarse a la altura de su rostro. Se había encontrado demasiadas veces con ese contorno como para no reconocerlo.

- Hello there...- saludó Spider-Man

- General Parker...

- ¡¡Eh ¡¡Me has seguido la referencia!!

- No te emociones demasiado...-sonrió Matt- Además, venía a cuento. Al fin y al cabo, en esta lucha eres uno de mis generales

- Vaya honor... Eso casi ha parecido un halago...-siguió Peter, burlón, descolgándose de su tela- ¿Qué te ha ocurrido, letrado?

- Muchas cosas... entre ellas, una conversación... que me ha hecho replantearme las líneas que estoy dispuesto a cruzar para ayudar a Drago...

- Muy profundo... Eso ya es más que propio de tí... Bueno, ¿tan bello encuentro ha sido una feliz casualidad o quieres algo?

- Quiero un favor.

- Van varios últimamente... Pero ¿Quién lleva la cuenta? Dime qué necesitas.

- Que dejes cualquier cosa que estés haciendo y nos pongamos a trabajar inmediatamente- se agachó un momento y, de una bolsita de viaje, extrajo un termo de café que le extendió al momento- Probablemente nos lleve toda la noche...