[WWD] La derrota de las tinieblas (autoconclusivo - libre) [05-05-2019]

Torre Fisk. Hell´s Kitchen.




Los ciudadanos, asustados, corrían en grandes mareas hacia las puertas de la Torre Fisk. Los llantos desconsolados, estrangulando las gargantas, se mezclaban con las detonaciones de las armas y los babeantes aullidos de los demonios. La sangre, semejante al hierro fundido, se derramaba por el suelo resquebrajado, a medida que las bestias de quien procedía, se precipitaban al suelo. La marea humana, a punto de ser rebasada por una miríada de seres infernales, pisándoles los talones, se encontró en su camino con una casi interminable ráfaga de plomo, proveniente de las armas de los empleados de seguridad de Wilson Fisk. Oficiales y oficiosos. Junto a ellos, Wesley  se levantaba del suelo algo aturdió y, tras ajustarse las gafas, sin perder su habitual aplomo, convertía en un amasijo informe la cabeza de uno de los demonios con con su escopeta Benelli M2 Super 90

Y, al frente, como escudo humano de las decenas de refugiados, se dibujaba una imagen que daba buena prueba de que, aquello, podría ser perfectamente el apocalipsis.

Wilson Fisk y Daredevil, combatían juntos.



- Vigila bien a Bullseye… Está desaparecido en combate y…

- No te estoy ayudando. Esta es mi ciudad y cualquiera que piense lo contrario…

- Tranquilo- bufó rápidamente Matt Murdock- Sé que seguirás odiándome mañana. Yo sigo odiándote esta noche.

- Curioso…-sonrió Fisk.

- ¿El qué?

- Que estemos de acuerdo en algo, Murdock…- susurró el Señor del Crimen antes de, con sus inmensas manazas, agarrar a dos pequeños demonios de la cabeza. Acto seguido, su rostro quedó salpicado del líquido parduzco. Murdock, por su parte, dio un impresionante salto, rebasando la carga de un demonio cuadrúpedo de ligero parecido a un toro, para, después, lanzar su cable contra las patas y hacerlo trastabillar y caer. Fisk lo remató con un golpe descendente con los dos puños.

Estaban cansados… La noche sería larga. Y la Cocina del Infierno, hacía honor a su nombre.




Oficinas del Daily Bugle.




Aquellos eran hombres y mujeres cuyas vidas, hasta la fecha, habían girado entorno a los problemas habituales de la vida urbana. Metros detenidos; Nóminas extraviadas; Apagones…




Nada les preparó para lo que estaban viviendo en aquel instante. Para luchar por sus vidas hasta el último aliento por culpa de una invasión demoníaca. Nada había preparado, tampoco, a J. Jonah Jameson, para tener que pelear, codo con codo, con aquel hombre enmascarado al que se había dedicado a difamar durante años. No sabía si odiaba realmente a Spider-Man. Sí tenía claro, que odiaba compartir espacio con él. Porque hacerlo, implicaba, pese a todo el griterío, golpes y rugidos. Que tenía que escucharle…

- ¡¡Ya puedo leer los titulares de mañana!! ¡¡Héroe arácnido salva la redacción del Bugle del ataque de las fuerzas del averno!!- bromeaba Peter al tiempo que hacía chocar a dos demonios, empujándolos con sendos hilos de telaraña- ¡¡Editorial de J. Jonah Jameson!!

- Grrr…

- ¡¡Vamos Jonah, no es el momento de hacerse el tipo duro!!- siguió el arácnido mientras quitaba una suerte de escarabajo gigante de encima de uno de los redactores de la sección de deportes- ¡¡No finjas que no has soñado con un momento así desde que nos conocemos!!

El veterano editor mordió su puro con rabia (sorprendente que aún se mantuviese en su boca) hincando una pata de silla rota contra una especie de calamar con dos cabezas de caballo.

- ¡¡Oye!! ¡¡Esto no se te da nada mal!! ¿Te gustaría ser mi sidekick? Eres un poco mayor para ser Spider-Boy, pero seguro que se nos ocurre al…

- ¡¿Puedes callarte durante cinco segundos?! ¡¡Cinco!!

- Jo… creí que te gustaba hablar- se quejó con afectación exagerada mientras envolvía con telaraña a cinco murciélagos con tres parea de alas, y estrellaba el bulto contra uno de los galardones de Jameson- Si hasta tienes un podcast ¿Me invitarías después de esta experiencia? Nos estoy notando mucho mas unid…

El Sentido Arácnido de Peter comenzó a zumbar como loco. Hasta el punto de tener que llevarse las manos a la cabeza del dolor. La fuente de peligro no tardo en materializarse. Una impresionante deflagración se llevó por delante una de las paredes que comunicaban con la fachada trasera. Y una criatura muy distinta a las demás se hizo presente. El demonio, de una forma humanoide pero grotesca, flotó delicadamente hasta posarse en el suelo, y el resto de criaturas parecieron humillarse entorno a él…




- Jonah… meta a todo el mundo en su despacho. Cierre con llave y usen lo que puedan como barricada.

-¡¿Y tú qué vas a hacer?!

- Voy a sacar a esa cosa de aquí…




Brooklyn.





La pelea con Tony… La desbandada de los Vengadores. Perder el contacto con Nat… Había muchas cosas de las que Steve Rogers se había arrepentido últimamente. Pero había una de la que se habría arrepentido toda la vida, de haber ocurrido. No estar en Nueva York aquella noche. Los informes más recientes daban indicios de que la invasión era global. Sin Los Vengadores… no había forma de dar una respuesta tan masiva a la amenaza. Estaba seguro de que Furia y el resto de su gente de SHIELD estarían haciendo todo lo posible por contener a los demonios. De que Nat estaría en algún lugar, haciendo lo más útil para repeler la invasión. Pero él, pese a la gravedad de la situación, se sentía feliz de estar allí. De que los vecinos de Brooklyn, de la ciudad que lo vio nacer… supieran que el Capitán América se encontraba a su lado.


El escudo rebotó contra las cabezas de tres demonios que se abalanzaban contra un agente de policía. En su vuelta, el Capitán volvió a golpear a su “compañero” de vibranium de una patada, cortando por la mitad a una bestia de aspecto felino pero cara insectoide. Varios demonios le agarraron de los brazos pero, con una rápida llave, aprovechó su empuje contra ellos y los alejó, al tiempo que el escudo regresaba a su brazo. Tras ello, buscó una posición elevada y observó una legión de demonios avanzar por la acera. Miró en todas direcciones y, con una voz capaz de comandar a un Dios (de hecho, lo había hecho en alguna ocasión… que útil les sería Thor esa noche…) habló a los desconcertados ciudadanos, centrando sus órdenes en los oficiales de policía.

- ¡¡Coloquen los coches patrulla en medio de la calle!! ¡¡Formaremos un muro!! ¡¡Todo el que no esté herido y disponga de un vehículo cerca, que ayude a los oficiales!! ¡¡Los demás, enciérrense en sus casas!! ¡¡Bloqueen puertas y ventanas con todo lo que tengan a mano!!

- Capitán… Podríamos necesitar los coches para escapar…

- Oficial- suspiró Steve Rogers- Me temo, que no hay ningún lugar al que huir.

- Entiendo… ¿Y qué hacemos?

- Ponerse detrás de mí- dijo tras volver a la acera tras varias acrobacias- Y ayudarme a que no pasen de aquí…



Times Square


El cielo neoyorquino era un espectáculo dantesco. Un cuadro abstracto de rojos. Un mar de llamas. Lo que hizo destacar poco la figura humanoide que, como un pequeño meteoro, se precipitaba al centro de Times Square. El concurrido centro neurálgico de Nueva York estaba, aquella noche, más concurrido si cabe. Pero no por lugareños y turistas. Sino por miríadas de demonios hambrientos de carne humana. Arañaban con ansia las cristaleras de los coches. Trepaban como simios a lo alto de los edificios, buscando sacar a las gentes de sus casas. Hacían arder la ciudad. Las explosiones se sucedían, aleatorias pero incesantes. Así que, una más, no llamó demasiado la atención, cuando nuestra estrella fugaz impactó contra el suelo. No, al menos, hasta que una figura humana se levantó de forma lastimosa, emergiendo del cráter. Y todo aquel que no pertenecía a las legiones del mal, pudo comprobar de quién se trataba…


El demonio humanoide descendió, de nuevo, con inesperada gracilidad, para colocarse frente al vapuleado “amigo y vecino” de Nueva York. Spider-Man miró a su alrededor. Los demonios habían adoptado la misma actitud servil que en el Bugle. Sin duda, aquél ser era uno de sus capitanes. Y no era para menos. Nada de lo que había hecho contra él había servido de nada. Le había golpeado con todo. Había utilizado cada truco a su alcance… y seguía intacto. La gente lo miraba… con ojos aterrados. Él también lo estaba. Las piernas le flojeaban. Le dolía todo el cuerpo. Apenas podía mantenerse en pie. Pero… toda esa gente…

- Hoy me…-dijo tras escupir contra el suelo un escupitajo sanguinolento- Hoy me he… encontrado con todo tipo de demonios… Y quiero que sepas que tú… eres el que más me ha decepcionado… ¿De verdad? Un tipo con cabeza de cabra… ¿No había algo más cliché? Hace unos segundo he… ¡Cof! ¡Cof! Tumbado a un bicho con dos trompas y… cuerpo de ciempiés…

- Heneshir we yêrr dilternik dê ji hêsssha hosteyuekh dojellê ve werring echbrandujh. Tu êhr bibmî gêjkêll mench... (Tus patéticos chistes serán del agrado de las huestes infernales. Serás nuestro bufón...)

- Lo siento tío… no hablo mefítico. Pillé italiano en segundo… Puoi andare a prendere i tuoi amici infernali, per favore? (¿Puedes irte y llevarte a tus amigos infernales, por favor?)

La criatura alzó las manos y las llamas comenzaron a emerger del suelo como géiseres. Los coches comenzarona explotar uno tras otro... Con gente dentro... Peter gritó de rabia y se tiró contra el monstruo, mientras el resto de demonios babeaban y chillaban, en un ruido grimoso que se asemejaba a una risa. Descargó una lluvia incesante de golpes contra él. Saltó a su alrededor, esquivando cada envite, dando más duro cada vez, sin contener un ápice su fuerza arácnida. Deseando, con cada doloroso ataque, acercarse un poco a tumbar a ese ser infernal. Tenía la sensación de que cada puñetazo le hacía más daño a él que al demonio. Hasta que, en un instante, pese a la advertencia de su sentido arácnido, el demonio lo agarró de la cabeza y lo estrelló contra el suelo.

Primero un lanzamiento.

Luego otro.

El monstruo jugaba con el cuerpo castigado de Spider-Man como si se tratara de un muñeco de trapo. Tras un impresionante salto, clavó sus rodillas en el abdomen de Peter. Quien gritó sin cesar. Los puñetazos fueron sucediéndose después. Con las garras ardiendo en llamas. Hasta que algo distrajo la atención del demonio.

Una piedrecita, contra su cráneo astado.

La criatura giró la cabeza extrañada. Los ciudadanos se habían levantado. Habían salido de sus coches. Empuñaban cualquier cosa que pudiera servir como arma. Empezaron a lanzársela al monstruo, que las recibió como una lluvia tenue.

No...

Eso pensó Peter cuando el demonio, tras un bufido semejante a una carcajada, azó la mano. Una orden a sus huestes infernales... Un ataque sin cuartel.

Todo estaba perdido...


Fue entonces cuando las piedras, los escombros, las tuberías y bates, perdieron su forma. Un brillo cegador… una luz multicolor, como una aurora boreal hendiendo el cielo rojo. Cada ataque impactó contra los demonios haciéndolos retroceder en una agonía desesperada. Ninguno parecía saber qué estaba ocurriendo. Fue entonces cuando su líder giró de nuevo la vista a Spider-Man. Si esa luz divina lo alcanzaba a él también, estaría en serios problemas. Sus manos ardieron en llamas, pero una serie de glifos brillantes rodearon a Peter, evitando que el monstruo siquiera pudiera tocar al héroe.


Peter se recompuso, alzó la vista al cielo… y sonrió al ver la resplandeciente figura del Dr. Stephen Strange descender junto a él.

- Esto…- balbuceó Peter señalando a la gente, que estaba comenzando a plantar cara a los demonios- ¿Es cosa tuya… doc?

- No- torció el gesto Stephen- Pero sé quién es el causante…- y una sonrisa se dibujó también en la faz del Hechicero Supremo.

El demonio que parecía el líder siseó rabioso, dispuesto a lanzarse contra ambos, pero un objeto circular y brillante lo atravesó de mitad a mitad como una sierra eléctrica hasta el brazo de su portador. El Capitán América, seguido de un irregular ejército de policías, bomberos, y civiles de toda clase, género y condición se presentó en la plaza y saludó con un gesto a los dos héroes. Peter y Strange hicieron el juego aéreo mientras Roger comandaba las fuerzas de tierra. Al poco tiempo, también con fuerzas renovadas y la mitad de la Cocina del Infierno a sus espaldas, Matt Murdock, medio ataviado como Daredevil se unió a la batalla.

El envite de los civiles y los héroes no pudo ser resistido por los demonios, que asustados y completamente aturdidos por aquel extraño giro de los acontecimientos, retrocedían buscando una salvación cada vez más fuera de su alcance.

Strange, entonces, observó el cielo. Uno de los portales demoniacos que había traído a los demonios a la tierra cambiaba de forma. Su entorno flamígero mutaba, en un espectáculo multicolor. Strange se elevó, repasando todos los inconcebibles acontecimientos de los que había sido testigo en Naraka y, colocándose en el centro del portal, uno que cada vez refulgía con una luz más cálida y brillante, semejante a la del sol. El único en aquel lugar que conocía la verdad secreta tras todo aquello. La identidad de su inesperado salvador. La de aquel que había puesto fin a la guerra. Así que, haciendo uso de toda su concentración, cruzó los brazos y cerró los ojos.

Estaba cansado de los demonios, cansado de verdad, literalmente de hecho, llevaba dias enfrentandose a aquellos bichos casi sin dormir, sin poderse comer unas chimichangas, ni siquiera una triste pizza, pero allí estaba él, peleandose con unos bichos que por muchos que mataras siempre salian más, eran como cucarachas aunque crujian menos, estaba tan cansado que a ratos paraba de matarlos y dejaba que le golpearan un poco, hasta que cruzaban algún limite como acaba de ocurrir en aquel momento, varios demonios le tenían agarrado y uno había empezado a devorarle.

- ¡Joder!, ¡uno ya ni puede echarse una siesta en el trabajo!, ¡cuando os dije que me comierais los huevos no me refería a esto!

Con la velocidad que solo podía darte saber que ibas a perder algo muy importante si no actuabas rápido, Deadpool tomó la ultima granada que le quedaba de su cinturón y la introdujo profundamente en la boca abierta del demonio, era hora de apartarse de la piñata o volvería a estar cubierto de vísceras muy pronto, eso siempre dejaba el traje todo pegajoso.


Sin munición, sin granadas y lo que era peor, sin comida, una nueva oleada de demonios se acercaba atraidos por la explosión, al menos mientras estaban entretenidos con el dejaban a los civiles en paz, estaba muy feo eso de ir por la ciudad matando civiles así que alguien tenía que pararlos y no quedaba nadie más por allí para hacerlo, un demonio especialmente grande se acercaba, bien, por si no fuera bastante con todos aquellos bichos ahora le tocaba el turno al primo de zumosol.

- Si vienes de parte de mi exmujer dile que acordamos que no se quedaría su parte de mi alma hasta que me muriera sin que ella tuviera nada que ver.

- Si, Satana te envia recuerdos, pero hemos venido a aniquilar este mundo no puedes considerar que tu muerte sea por su causa, no debiste oponerte, ella incluso habló en tu favor, hubieras podido sobrevivir, sin su ayuda esta vez no podrás derrotarme

- ¡La ostia! No te había reconocido ¿a ti te corté en cachitos ¿no?.

- Me derrotaste una vez si, pero pronto te mataré, te machacaré y te devoraré, luego te cagaré y si decides volver a levantarte repetiré el proceso, una y otra vez, hasta que te vuelvas completamente loco.

- Creo que llegas tarde para eso.

Le estaban dando una paliza, una de las buenas, no saldria de aquella, bueno, saldria una y otra vez del colon de aquel pedazo de cabron, lo que no era la perspectiva más alagueña del mundo la verdad, iba a lamentar profundamente no poder quedarse muerto, más aún de lo habitual, todo estaba perdido...

Entonces sucedió algo, el demonio le acababa de arrancar la cabeza, lo que curiosamente lo situó en buena posición para verlo todo desde más altura, rayos de luz surcaban el cielo, una infinidad de ellos y uno de esos rayos se dirigía directamente hacia él, quizás fuera el efecto de haber perdido la cabeza pero le pareció que el rayo dudaba un instante de si impactar contra el cuerpo o contra la cabeza de Wade, sintió de repente una oleada de poder y con ese poder el conocimiento para utilizarlo, sentía que podía lograr cualquier cosa, cualquier cosa.

Se concentró y tejió los hilos de la magia a su alrrededor uniendo de nuevo su cabeza a su cuerpo, luego invocó lo más importante para poder hacer magia, algo que tenía guardado desde hacia tiempo soñando con este momento, un gorro puntiagudo gris apareció sobre su cabeza mientras una larga y tupida barba blanca crecía bajo su máscara, instantes despues una de las katanas se transformó en un baculo y una tunica gris se materiolizó sobre su cuerpo, ahora estaba vestido apropiadamente

- ¡NO PUEDES PASAR!

Un golpe de su baculo hizo que los demonios a su alrededor se calcinaran, el grande tardó un poco más y sus gemidos sonaron a musica en los oidos de Wade, pero no era el momento de divertirse, era el momento de patear culos demoníacos, para eso había recibido el poder y para eso pensaba utilizarlo, en su mayor parte al menos, era hora de volver al trabajo, levantó y lo envainó en su funda convertido de nuevo en una espada, recogió del suelo sus otras armas y con un poco de magia conjuró unos cargadores infinitos, rock and roll demonios, solo quedaba una cosa más por hacer, poner música


- Ahora a enviar a esos bastardos de vuelta al infierno de una patada en sus demoniacos culos ¡vamos perdigón, corre como el viento!  

La lucha estaba a punto de terminar.

Los demonios se alzaron una última vez contra los civiles, ahora convertidos en héroes gracias a la infinita magia del dios Atlante. Lucharon codo con codo para proteger sus hogares, sus ciudades, su mundo… amigos y enemigos unidos por primera vez contra un enemigo en común.

Tras largos meses sumidos en una desesperante oscuridad… la luz de la esperanza volvía a brillar en sus corazones.

Elysia Stavridis se alzó sobre los más débiles en un aura casi divina, portando con orgullo una armadura dorada que reflejaba la luz de un nuevo amanecer. Su capa blanca ondeaba al viento con elegancia, y sus ojos resplandecieron con un brillo antiguo y poderoso que devoraba cualquier angustia y desesperación.


La sangre de Patroklos Sarantos corría por sus venas, y como buena primogénita suya, sus manos liberaron el poder de moldear la realidad a su antojo. De crear, de imaginar, de inventar…

Y Elysia colocó en la tierra un pequeño ejército de hombres y mujeres de armadura dorada, que batallaron con fiereza contra los demonios. Si alguien se hubiera fijado en los rostros y las siluetas de aquellos misteriosos guerreros, se hubiese dado cuenta de que ya los había visto antes, en el famoso webcomic de la dibujante. Los personajes de sus historias habían cobrado vida propia, tanto los buenos como los malos, y ahora tenían la sagrada misión de proteger a los civiles y destruir a sus enemigos, hasta que no quedara ni un solo demonio en pie en toda la faz de la tierra.

Billy Batson también quería ayudar a pesar de sus debilidades. Su conexión con el hechicero Shazam estaba incompleta, y por eso había sido encerrado a traición en la Atalaya por los miembros de la Liga de la Justicia, para impedir que el muchacho muriera en vano en una lucha que se le quedaba muy grande. Pero el corazón del niño era más valiente que el de muchos adultos, y cuando recibió el don de Arión, no dudó en liberarse de su prisión y volar hacia la tierra con el deseo de proteger a los más necesitados.


Pero no todo el mundo libraba grandes y heroicas batallas. Algunos ya tenían bastante librando la suyas propias.

Harley Quinn había decidido huir de la Milla Verde sin mirar atrás, buscando un refugio donde sentirse segura de todos los que la habían engañado. El pequeño Edén que había construido junto al amor de su vida había quedado roto en mil pedazos, junto con su enamorado corazón. En aquellos momentos de pura desesperación, su mente ya sólo pensaba en cómo sobrevivir a ese infierno personal…  


—Ya no puedo más… Estoy… cansado de luchar…

Le dijo Wally a Artemis, dejándose finalmente caer en los brazos cálidos y reconfortantes de su esposa. A su alrededor, Happy Harbor era una ciudad en ruinas, silenciosa y desoladora. Ambos Titanes habían conseguido expulsar a los últimos demonios que quedaban campando a sus anchas por su antiguo hogar. Pero los daños habían sido irreparables para todos...

Agotado por las constantes torturas en el Rojo, la mente del velocista había sido quebrada por la hija de Trigon, y una gran pregunta le atormentaba y le carcomía por dentro...

— ¿Dónde están mis hijos?


En la mansión Wayne, el hijo pródigo de Batman también se retorcía en sus propias pesadillas. Recordaba el olor de la sangre mezclado con el azufre, mientras las manos metálicas del caballero oscuro se cernían sobre el frágil cuello de Raven, hasta partirlo en un doloroso y sonoro crujido. Dick se despertaba entre lágrimas, volviendo a una realidad de la que no podía escapar. Sentía el agudo dolor de sus huesos rotos y seguía sin recordar nada de lo que Poison Ivy le hizo cuando estaba bajo su merced. Lo que sí recordaba, es que había matado a Raven… y con su muerte, la invasión demoníaca había terminado por fin.

¿Pero... a qué precio?



Y ahí estaba él, en un segundo plano. El dios que había trazado incontables planes estaba a la espera de terminar justo en el momento que había predicho. 

Loki lo había arriesgado todo para llegar hasta ese final. Había luchado, mentido y manipulado, incluso había estado a punto de agotar todas sus energías solo para llegar a ese momento en el tiempo. Sólo para poder salvar a Ari'ahn. Y por una vez… el destino no se había interpuesto en su camino. 

¿Por qué cuándo se trataba de ensalzar la historia de los demás todo salía a pedir de boca? ¿Por qué cuando se trataba de satisfacer sus propios deseos siempre fracasaba? Hiciera lo que hiciera… Loki nunca podría llegar a ser el héroe de su propia historia...

—Desciende, Arión… tenemos que hablar…

Susurró el dios embaucador a sus espaldas. La luz que emanaba del cuerpo del atlante, también proyectaba una oscura sombra que caía directa sobre la figura del dios de las mentiras. 

Luz y oscuridad. Sol y sombra. Arión y Loki. Dos caras de la misma moneda...

Loki alzó las cejas en un gesto curioso cuando su interlocutor afirmó recordar todo cuanto había ocurrido en la realidad temporal que había creado Mr. Mxyzptlk. Quizás no le sorprendió tanto como podría esperar, teniendo en cuenta que Arión era uno de los grandes magos de su universo. Pero también se sintió aliviado de que alguien más a parte de él recordara toda esa locura enrevesada…

Al menos le hacía sentir… menos solo.

—Interesante…—dijo, cruzándose de brazos mientras ponía toda su atención en el castaño.

Escuchó acusación tras acusación sin apenas inmutarse. La sonrisa del embaucador, en cambio, se fue afilando a medida que aumentaba el rencor de Arión hacia el dios que lo había condenado y salvado a partes iguales.

— ¿Qué esperabas que hiciera? —espetó con una media sonrisa burlona mientras se encogía de hombros— Como bien has dicho… Soy Loki, hijo de Laufey. Dios de las mentiras y la oscuridad. El caos está en mi naturaleza...

Arión no era consciente todavía de hasta qué punto era capaz de hacer Loki para ver el mundo arder. Aún así, el dios embaucador tampoco deseaba gobernar un planeta destruido y arrasado por los demonios, por mucho que el Viejo Loki le insistiera.

—Ah… Recuerdo el día en que nos conocimos. Claro que tú ni siquiera eras consciente todavía...— dijo el príncipe, acercándose lentamente hacia su interlocutor mientras exhalaba un largo suspiro.— Fue en la reunión de magos y hechiceros que organizó Stephen Strange. Yo era aquel anciano, Lygiherr. No sé siquiera si te acordarás, pero cruzamos algunas palabras. —explicó con una sonrisa traviesa en los labios mientras adoptaba durante unos segundos la forma del viejo mago para después hacerla desaparecer— Fue hilarante veros discutir a todos sobre las leyes de la magia. Tratando de controlar un poder nacido del mismo caos y descontrol… pero también fue muy provechoso. Conocí a todo tipo de magos y brujas de distintos universos… y de entre todos ellos, tú eras el más interesante…

Por un instante, los ojos del embaucador se clavaron intensamente sobre los de Arión, y rápidamente retomó el discurso.

—En aquel momento, eras el único de esa sala que suponía una amenaza para mis planes. Fue entonces… cuando decidí que tenía que librarme de ti a cualquier precio…

A pesar del tono severo de su voz, Loki seguía con el cuerpo relajado y las manos recogidas a la espalda, explicando tranquilamente una historia que ocurrió hace mucho, mucho tiempo.

—Dalae se ofreció voluntaria para contentarme. Ella y yo teníamos un trato. Yo le había salvado la vida y ella debía demostrarme que era capaz de cualquier cosa para convertirse en mi aprendiz… así que le pedí que te matara.—dijo como si nada, arqueando sus finas y oscuras cejas— Pero antes, debía conseguir acercarse a ti… ganarse tu confianza para que le desvelases todos tus secretos y puntos débiles...

—Era una prueba… y Dalae la resolvió a su manera. Lo cierto es que a mi no me importaba cómo lo hiciera mientras te dejara fuera del juego… —explicó, exhalando un largo suspiro.— Y aunque las cosas iban bien en un principio, algo cambió en ella durante el tiempo en el que estuvisteis juntos.

Esta vez, el dios de las mentiras detuvo su palabrería para admirar el diáfano y brillante horizonte, adornado de luces de colores intensos y vibrantes. Por un instante, sus ojos también despertaron un brillo dorado que a veces era difícil de distinguir del gélido verde habitual.

—El amor que siente mi pupila por ti… es genuino, por mucho que se lo niegue a sí misma. Y cuando se dio cuenta de su error… ya no hubo vuelta atrás. —confesó, finalmente, con cierto pesar.—Ninguno de los dos pudimos predecir lo que te haría ese demonio del mundo Oscuro. Y cuando revertiste el tiempo del mundo entero… me di cuenta de que no tenía que haber enviado a Dalae a hacer el trabajo sucio. Tenía que haberme librado de ti con mis propias manos…—Loki esbozó una sonrisa traviesa y después se encogió de hombros.— Y así fue. Sinceramente, no me arrepiento de haberte enviado a los brazos de Kali. Pero el destino es cruel y curioso. Mi aprendiz te ama y al mundo le gusta demasiado tu presencia. Parece que haga lo que haga, no voy a poder librarme de ti, Ahri’ahn de Atlantis… Eres un elegido, y por suerte o por desgracia… todavía te quedan cosas que hacer en este mundo…

Loki volvió a cruzarse de brazos mirando a su interlocutor con una afilada sonrisa. Los gritos habían cesado y los demonios empezaban a huir despavoridos por los portales que les habían traído al mundo la primera vez. Los buenos estaban ganando por fin.

—Así que aquí estamos otra vez. Tu y yo…—susurró, habiendo recuperado el tono verde esmeralda de sus ojos.—No te pediré que confíes en mí… pero ya no voy a intentar matarte, ni a pelear contigo… — dijo al ver los rabiosos puños del Atlante encendidos por el fuego.— De hecho… si no fuera por mi magia no podrías ni moverte…— dijo señalando a la gema que ahora brillaba en el pecho de pelirrojo.— Te he devuelto lo que te robé, aunque los dos hemos pagado un alto precio por ello. ¿Por qué no pruebas a usar la gema a ver qué pasa? 

Arión hablaba de locura… ¿pero quién le había vuelto loco en primer lugar?

Sin la intervención del padre de todos, quizás la historia de Loki se habría desarrollado de otra manera. Quizás ahora tan sólo fuera un gigante de hielo tratando de recuperar su lugar en el mundo, o quizás se habría convertido en el hermano bueno y cariñoso que Thor siempre había querido ver en él. Pero ninguna de esas dos es nuestra historia.

— Loco... —susurró Arión con rabia contenida—. A lo largo de mi vida he hecho muchos enemigos, algunos de ellos muy peligrosos... Al atentar contra mí, les ayudaste inadvertidamente. Posibilitaste que los demonios se hicieran con el control del mundo…

Los ojos de Loki se tiñeron de un azul frío y cruel como el mismo hielo. ¿Acaso estaba insinuando lo que creía entender?

Después de lo que hizo Mephisto con el niño, el dios embaucador tenía muy claro que no iba a permitir que ningún otro demonio tratara de gobernar el mundo. Aborrecía a las criaturas de su misma calaña, y no le repugnaba más que volver a caer en la trama de un dios demonio. Fue por ese motivo, que el príncipe de Asgard regresó a su hogar y protegió a su pueblo del ejército demoníaco de Karnilla. El mismo motivo por el que había viajado hasta las entrañas de lo más profundo del inframundo para sacar de allí al hombre que ahora tenía frente a él.

Por una vez… aunque nadie le creyera... Loki había jugado en el bando de los buenos.

—¿Lo entiendes ahora…? — susurró con una traviesa mueca en los labios, al ver como el rostro de Arión se iba desencajando lentamente tras ser consciente de lo que realmente estaba ocurriendo.

Había algo en la clara expresión de desesperación del atlante que le fortalecía. Un leve cosquilleo de excitación hormigueaba en la palma de sus manos y le hacía sentir por fin... poderoso. Por fin estaba por encima del hombre al que había considerado por mucho tiempo su rival. Saber que ahora podía manejar a su antojo al mago del orden al que siempre había envidiado... le producía un placer especial. Se permitió deleitarse unos segundos ante su victoria, mientras su mirada esmeralda resbalaba juguetona por el torso del castaño, donde el atlante trataba de arrancarse en vano la gema del tiempo de su estómago.

—Yo de ti no querría quitármela… a menos que prefieras seguir muerto, claro.

El dios de las mentiras se acercó con cautela hacia el hombre que una vez había sido su enemigo, y que ahora se había convertido sin duda alguna en su marioneta favorita. Su oscura gabardina ondeo elegante al golpearse contra el viento, mientras las luces de la victoria se alzaban poderosas en el cielo. Los ojos de Loki destellearon en aquel instante con un vibrante tono de verdes y dorados, mientras su sonrisa se afilaba lentamente con amabilidad fingida. 

— Moriste en el infierno, Arión.— sentenció con duras palabras.— La magia que he dejado impregnada en la gema es la única que permite que tu cuerpo se mantenga con vida... —explicó, deteniendo sus pasos al fin. La figura del embaucador se alzaba con porte y orgullo en un cara a cara con su interlocutor.— Es la única opción que tenemos para que sigas con vida… por el momento.