Una rata en la basura (Libre - 20 de junio 2019)

- Hey, Wade.

De no ser porque hasta el momento ninguna de las voces en su cabeza había sido femenina, el mutante habría podido pensar que se trataba de una de ellas. Pero era una voz de mujer, con un timbre definitivamente mucho más agradable que las que le solían acompañar, y, además, había venido de arriba. Al levantar la mirada pudo ver algo que no habría esperado ver, considerando el estado en el que había quedado el cuerpo de la mujer después de pasar por las manos de Cédric.

Porque era Elektra la que les observaba con una media sonrisa divertida sentada en el marco de una ventana abierta. Tenía las piernas cruzadas en actitud relajada, el codo apoyado sobre una de las rodillas y la barbilla descansando sobre su mano, y llevaba su uniforme de siempre, el cual dejaba bastante poco a la imaginación, permitiéndole al mercenario ver que no quedaba rastro alguno de las terribles heridas que tanto él como los demás miembros del equipo habían podido ver. Y parecía evidente que volvía a tener todos sus dedos, también.

- Me alegra volver a verte, vaquero, pero deberías tener cuidado. Recuerda que eres miembro del gobierno y es tu deber entregar a éste mutante al GECMA. Claro que también debería ser tu deber impedir que un grupo de civiles se tomen la justicia por su mano, pero no puedes matarlos si no han cometido ningún delito. Y no, no creo que lo que le han hecho a tus perritos cuente como tal.

Su sonrisa parecía genuina. Wade era un poco como el wasabi. Al principio era insoportable y un auténtico dolor de cabeza, pero con el tiempo llegabas a acostumbrarte y hasta le cogías el gusto. Elektra y él habían permanecido en el mismo equipo durante todo un año, así que realmente se alegraba de verle después de todas las cosas que habían pasado.

Lo que estaba claro era que estaba pasando olímpicamente de todos los demás participantes de aquella improvisada tragedia, cuyos actores miraban alternativamente hacia uno y otra sin entender lo más mínimo de lo que estaba sucediendo.

Aquellos tipos no sabían la suerte que habían tenido de haberse encontrado con ellos en aquél preciso momento temporal.

No hacía tanto, Elektra no habría vacilado ni medio segundo en degollar a aquellos idiotas. Sin embargo, por la razón que fuera, desde que había despertado en el Helicarrier de SHIELD ya no sentía el impulso. Y no se trataba simplemente de que el tiempo que había pasado encerrada le hubiera ayudado a pasar el mono... Es que no lo sentía para nada. Ya no estaba ahí. Se había ido. Y lo más importante de todo era que le había prometido a Matt que no volvería a matar, y no tenía la menor intención de defraudarle de nuevo. Después de tantos años de tragedia y desgracia, su vida estaba empezando a repuntar justo cuando creía que estaba acabada. Se había reconciliado con Matt, y, por contradictorio que pudiera parecer sentía que su relación estaba más fuerte que nunca, como si todas las pruebas que habían tenido que superar hubieran actuado como el fuego que templa la hoja de la espada para hacerla más resistente.

Sí, a pesar de la terrible ordalía por la que había pasado hacía tres meses, de todas sus miserias y desgracias... Elektra Natchios era feliz por primera vez en años, y no pensaba tirarlo todo por la borda. Si había sido capaz de tener al hombre al que más odiaba en el mundo arrodillado e indefenso ante ella y dejarlo vivir, era perfectamente capaz de perdonar a aquellos capullos.

- Yo también me alegro de verte -respondió, divertida-. Por lo que tengo entendido, liaste una buena en la batalla final contra los demonios. Me dijeron que hubo hasta un unicornio, pero no sé si quiero preguntar... Ross lleva desde entonces intentando localizarte.

Descendió de un salto del alféizar, aterrizando en el suelo con la agilidad de un gato, y se apoyó en un muro cercano a observar cómo el mercenario daba buena cuenta de los tipos. Sabía que no necesitaría ayuda para encargarse de ellos.

- Mmmmm... -giró levemente la cabeza ante la pregunta de Wade para observar cómo el chico de los dientes de roedor se arrastraba hacia la salida del callejón poniendo todos sus esfuerzos en pasar desapercibido. Volvió a girar la cabeza, fingiendo un interés que no sentía por el estado de sus uñas mientras el chico alcanzaba el final y arrancaba a correr hacia la calle, poniéndose a salvo-. Qué raro... habría jurado que hacía unos minutos había un mutante ahí, en ese contenedor de basura -se encogió de hombros-. Es toda una tragedia que haya escapado, ¿qué le diremos al GECMA? -inquirió, en un tono totalmente neutro que dejaba claro que en realidad no podía importarle menos.

Le observó con curiosidad cuando afirmó haberla fallado, con un estado de decaimiento que era extraordinariamente raro en él y que parecía extrañamente sincero.

- Lo que ocurrió no fue culpa de nadie más que mía -afirmó con rotundidad-. Si hubiera que culpar a alguien en todo caso sería Furia, que decidió ocultarme información vital para la tarea que me había encomendado. Pero da igual -dijo, restándole importancia con un gesto de la mano-. No deseo hablar de eso. Pero Wade, tú no podrías haber hecho nada. Fue un trabajo que acepté sin involucrar a los Thunderbolts. Pensaba que sería algo sencillo y no informé a nadie.

Tenía la sospecha de que Wade se refería al hecho de que no había llegado a presentarse a la misión de venganza que Ross había llevado a cabo en el asilo Arkham cuando la habían encontrado en la iglesia. Si lo hubiera hecho, quizá Cédric no habría podido escapar, pero eso no habría cambiado lo que le sucedió.

No se inmutó en lo más mínimo cuando su compañero recibió la puñalada en el costado. Durante las numerosas aventuras que habían vivido juntos en el transcurso del último año le había visto recibir toda clase de heridas mortales sin prácticamente pestañear, así que a aquellas alturas ya se había acostumbrado y sabía que para el mercenario no significaban apenas nada, como demostró él mismo un segundo después. Elektra puso los ojos en blanco y dejó inconsciente al matón de un golpe seco en la cabeza con la empuñadura del sai.

- ¿No te enseñó tu mamá a no jugar con las presas? -bromeó.

La furgoneta del GECMA se detuvo a la entrada del callejón y varios hombres armados fueron hasta ellos. Elektra les puso rápidamente al tanto de lo sucedido, informándoles de que los matones habían tratado de tomarse la justicia por su mano con un mutante que, por desgracia, había huido. Se quedó mirando cómo los esposaban sabiendo que, como mucho, saldrían de la cárcel en unas horas con una pequeña multa y una reprimenda, pero aunque le hirviera la sangre sabía que debía mantenerse en el papel para ayudar a Matt y a la resistencia.

Había tenido suerte en el juicio. Obviamente habían desestimado su declaración, que era algo con lo que ya contaba, pero no había afectado su lugar en los Thunderbolts. Luthor era demasiado inteligente como para dar un paso en falso así considerando que ella era, a todas luces, la víctima allí. Ross de hecho se había alegrado mucho de tenerla de vuelta, pero aún así sentía que debía esforzarse especialmente en demostrar de qué lado estaban sus lealtades para que no desconfiaran de ella.

- Has estado desaparecido mucho tiempo, según me contó Ross -le dijo después, cuando la furgoneta se hubo ido-. No te voy a mentir, el viejo está bastante cabreado. Ya sabes lo importante que es para él el tema de la formalidad militar, y no le sentó bien que te largaras sin dejar rastro. Ha dado instrucciones a todos de llevarte ante él si te encontrábamos. ¿Qué te ocurrió? ¿Algo grave?

Realmente no tenía demasiadas esperanzas de obtener una respuesta coherente, y sospechaba que el viejo tampoco. Sabiendo cómo era Wade era perfectamente factible que se hubiera olvidado de que estaba en un equipo.  

Apartó la mirada cuando Wade le recordó lo que había vivido a manos de Cédric. Retazos de imágenes bombardearon inesperadamente su mente; la mesa donde había yacido, el martillo ensangrentado, el alambre de espino mordiéndole la piel y Cédric a horcajadas sobre ella cortando rebanadas de su carne... devorándola viva y obligándola a disfrutarlo. Pero ni todo el dolor del mundo había sido peor que el miedo y la angustia por lo que podría haberle pasado a Matt.

Inspiró aire profundamente, recurriendo a su control mental para expulsar aquellas imágenes de su pensamiento y desterrar las emociones nocivas, recuperando la calma. La Mano la había quebrado de maneras mucho más profundas de lo que Cédric podría haber aspirado jamás. El dolor físico... el dolor físico no era nada. Ella era Elektra Natchios y no se dejaría vencer una vez más por el trauma.

Lo que sí la enterneció de manera inesperada, fue la preocupación y el sufrimiento real que creyó percibir en el tono del mercenario. Qué curioso... Habían trabajado juntos durante todo un año y la impresión que le había dado siempre era de absoluta frivolidad. No tenían una mala relación... Más allá del hecho de que había intentado ligar con ella en varias ocasiones y ella siempre le había rechazado, se había portado siempre como un buen compañero, pero no habría llegado nunca a sospechar que pudiera afectarle tanto lo que le hicieran. Y sí, le había salvado la vida en varias ocasiones incluso a costa de exponer la suya, pero siempre le daba la impresión de que Wade estaba ya tan acostumbrado a las heridas mortales que ni las notaba, y el hecho de exponerse y asumir el riesgo en beneficio de los demás era ya como una rutina para él.

- Bueno... Ya no tienes que preocuparte -acertó a decir mientras le acompañaba al puesto de perritos-. Estoy curada, Wade. No sabría explicar cómo ocurrió... Fue... -extendió las manos ante sí, observando sus dedos mágicamente recuperados antes de volver a observar al mercenario- un milagro.

Y jamás habría pensado que precisamente ella, de entre todas las personas, era merecedora de uno, pero la realidad era que había sucedido.

Observó cómo pagaba en el puesto con el dinero que había sustraído de los matones con absoluta indiferencia. Ella no robaba porque no necesitaba el dinero, pero desde luego aquellos capullos no se merecían consideración alguna. Lo que tiene también cuando has pasado una parte importante de tu vida como asesina a sueldo es que tiendes a pasar por alto delitos tan insignificantes como aquél. ¿A quién iba a engañar? Ella no era ni nunca sería Daredevil. Ni siquiera ahora que se había librado de su sed de sangre.

También le gustó el detalle que tuvo con el mutante y que sólo confirmaba que en efecto le había visto pero había decidido dejarle huir. Supuso que lo de entregarle la tarjeta era por si necesitaba protección, pero prefirió no preguntarle si lo haría gratis o cobrando. Era preferible no arruinar la magia.

Sí que enarcó una ceja cuando hizo levantarse a la anciana, pues en su cultura siempre se le había inculcado la necesidad de respetar a los mayores, pero en cuanto vio que le regalaba el resto del dinero simplemente sonrió y se acomodó en el banco, apoyando los codos en el respaldo.

La comida basura no le hacía demasiada gracia; prefería que sus almuerzos fueran más elaborados y sanos, así que cuando el mercenario le ofreció el perrito lo rechazó con una sonrisa amable y un gesto, indicándole que podía quedárselos todos para él.

- Por favor, no seré yo quien te separe de tus perritos, no estoy tan loca como esos de antes -bromeó-. Disfrútalos.

Entonces Wade procedió a contar la historia y su rostro se ensombreció una vez más ante el recuerdo de lo que el equipo había encontrado en la catedral en obras.

- Sí... El general me dijo que era la idea que tenían cuando asaltaron Arkham.

Lo peor era que no sabía si ella misma habría sido capaz de hacerlo, sabiendo como sabía que era dos personas en una y que había conocido personalmente a Gabriel Leblanc, su inocente álter ego. Se preguntó con cierta tristeza que habría sido de Gabriel ahora que el cuerpo que compartía con Cédric había muerto, pero una vez más descartó el pensamiento de su mente. Había vivido demasiadas muertes en su vida como para llorar la pérdida de alguien que ni siquiera había sido real.

Tan sólo un sueño...

La continuación de la historia, sin embargo, sí que la sorprendió, y se inclinó hacia adelante para mirarle a los ojos.

- ¿Un dispositivo temporal con teletransportador? ¿Hablas en serio? -no es que no hubiera visto tecnologías impresionantes en su vida, pero aquello parecía otro nivel-. ¿Lo sabe Ross?

Escuchó el resto de la historia y permaneció varios minutos en silencio, asimilándolo.

- Wow -dijo al final-. No sé qué decir. Vaya. Wade... No sabes cómo agradezco que lo intentaras.

Desde que había abandonado La Mano, Elektra había estado siempre sola, y uno de los mayores errores que había cometido había sido no revelarle a Ross lo que iba a hacer cuando Furia le encomendó la misión. La realidad era que no había pensado que fuera a ser algo complicado ni que necesitara ayuda, ya que Furia había omitido el pequeño detalle de que su agente desaparecido era en realidad un psicópata homicida y sádico con doble personalidad. En teoría iba a haber sido una misión sencilla: encontrar a Gabriel Leblanc y devolverlo a S.H.I.E.L.D. Una simple misión de rescate. Incluso si la misión hubiera sido enfrentarse a Cédric desde el principio también habría sido pan comido si Furia hubiera tenido la decencia de decírselo. Cédric no habría tenido nada que hacer contra ella si hubiera ido preparada y con la mente blindada. Fue el hecho de pensar que Cédric era Gabriel lo que la había perdido, y lo más angustioso de las agónicas horas que había pasado en aquella mesa de torturas era saber que absolutamente nadie iba a acudir a rescatarla.

Porque Elektra Natchios no tenía amigos. Porque todos los que había tenido alguna vez habían sido asesinados por La Mano y Matt había dejado claro que no quería saber nada de ella horas antes de que Cédric la capturara.

Y ahora descubría que sí que había habido alguien que había tratado de rescatarla... De impedir lo que pasó.

Una lágrima solitaria se deslizó por su mejilla, pero se deshizo de ella con los dedos antes de volverse a mirar a Wade.

- Bueno... Aunque no lo consiguieras te lo agradezco -musitó-. Y te aseguro que no voy a olvidarlo.

Puede que sí que tuviera amigos después de todo.

- Sí, bueno... Mejor no arriesgarse, entonces -replicó ella enarcando una ceja-. No todos tenemos la capacidad de volver a recomponernos si nos materializamos dentro de una acacia.

No es que no se fiara de Deadpool, pero... Bah, a quién iba a engañar; no se fiaba de Deadpool. En todas las misiones era siempre el factor de caos, pero siempre lograba salir bien parado de casi todas las situaciones. No respondió a la pregunta sobre los reyes; estaba acostumbrada a ignorar las idas de olla de su compañero.

- Pues, acerca de si me acostaría contigo la respuesta sigue siendo la misma que todas las veces que me lo has preguntado antes: no. Respecto a lo otro...

Se quedó pensativa un rato, pensando qué podrían hacer. Hace unos meses su propuesta habría sido ir a matar criminales, pero le había prometido a Matt que no lo volvería a hacer, así que... De repente reparó en una joven asiática que se encontraba sentada en un banco cercano, comiendo unos bollos tradicionales chinos. Era la maravilla de Nueva York, que podías encontrarte los puestos de comida más diversa unos al lado de otros. Pero la que llamó su atención era ella... Le sonaba mucho haberla visto de su época en la que tenía el dojo junto con King Lau para ayudar a los huérfanos de las calles. Le sonaba también de haberla visto en los círculos de mercenarios, pero no recordaba su nombre.

- Hola -la saludó, amigable-. Tú hace unos años solías pasarte por el dojo de King Lau, ¿verdad?

Iba a continuar la conversación con la chica, pero se frenó de golpe al ver cómo su compañero se incorporaba de repente para asaltarla, invadiendo, no sólo su intimidad con aquél beso claramente forzado por la expresión de absoluta sorpresa de la mujer, sino cualquier clase de límite físico con su siguiente gesto.

Ésto incendió la sangre en las venas de la griega, que se levantó de golpe dispuesta a partirle el cuello si hacía falta para separarle de ella. Sin embargo, antes de que pudiera tomar medidas más drásticas, el mercenario dio un ridículo salto hacia atrás, haciéndose el profundamente ofendido y soltando la frase más absurda que Elektra había escuchado en meses:

- ¡Eh! Tú no eres mi novia, ¿quién te da derecho a besarme y a cogerme el culo?

Ok... aquello era demasiado, y la asesina no hizo el menor esfuerzo por contener el puñetazo que se estrelló directamente contra la nariz de Wade, haciéndole recular. Por lo general era más de recurrir a las artes marciales, pero tenía que concederle a Matt que sentaba particularmente bien partirle la cara a algún gilipollas de vez en cuando.

- ¿Qué diablos, Wade? -inquirió, todavía atónita.

Le había visto hacer muchas estupideces en su vida, pero nunca nada como aquello. El aludido no tardó en dar una explicación que no habría valido para justificar aquella conducta en nadie que fuera mínimamente normal. Pero claro, no era el caso, ¿verdad?

Por suerte para Wade, la luchadora se lo tomó bastante mejor que ella, ya que decidió dejarlo pasar. Por desgracia para Wade, ella no era tan indulgente. Sacando uno de sus sais de la funda, se lo puso al mercenario en la garganta.

- La próxima vez que te vea asaltar así a una mujer por la calle te rebano la cabeza -le aseguró, con fuego en la mirada-. Así que más te vale revisarte la vista para no volver a equivocarte.

Cualquiera podría asumir que, si te acuestas con alguien con relativa frecuencia, no la confundirías tan fácilmente con otra, ¿no? Pero, una vez más... Wade.

Con un suspiro devolvió el arma nuevamente a su funda y se volvió hacia la asiática.

- Te pido disculpas por la actitud inexcusable de mi compañero. Encantada, May. Yo soy Elektra -se presentó, realizando ante ella el saludo tradicional chino-. Solía colaborar por aquella época con King Lau ofreciendo trabajo en el dojo a niños huérfanos para sacarlos de la calle. Es un placer conocerte después de tanto tiempo. ¿Sabes qué fue de él? Hace muchos años que no le veo.

Era imperdonable, pero después de que Bullseye destrozara el dojo buscándola a ella y que Mac, el compañero de King Lau y su pareja de por entonces falleciera a causa de una paliza de la Mano por la misma razón, se había sentido demasiado avergonzada por todo el mal que había atraído sobre él y no había sido capaz de volver a buscarle, así que le interesaba saber si habría podido rehacer su vida o no.

Cuando inicialmente conocías a Wade, parecía difícil, pero cuando ya tenías experiencia resultaba sorprendentemente sencillo filtrar las tonterías que decía, procesándolas en un segundo plano por si de forma totalmente inesperada aparecía algún dato útil, mientras centraba la mayor parte de su atención en la conversación con May. Cuando te acostumbrabas ni siquiera resultaba molesto, y a Elektra a éstas alturas le generaba incluso simpatía. Suponía que las veces que le había salvado la vida utilizando su cuerpo como escudo humano tenían algo que ver. Podría decirse que el mercenario era algo así como un gusto adquirido.

De hecho, de vez en cuando tenía arrebatos sorprendentemente intuitivos, como cuando había sido el único de todo el grupo que se había dado cuenta de la traición del Líder. La gente solía pensar de Wade que era tonto cuando hablaban con él, porque siempre iba de gracioso y tendía a hacer demasiadas estupideces, pero si te molestabas en dedicarle el suficiente tiempo terminabas por darte cuenta de que no era tonto en absoluto, como demostró una vez más al ponerle la mano en el hombro a la asesina. El gesto la sorprendió, ya que no había dicho en voz alta nada de lo que estaba pensando, pero luego pensó que tendría que haberla traicionado la expresión de su cara, o el tono de su voz. No podía saberlo con seguridad, ya que eran cosas automáticas e inconscientes, pero dado que no había dicho nada había sólo dos opciones; o había adquirido de repente la capacidad de leer los pensamientos, o una vez más estaba demostrando ser más perceptivo de lo que sus ademanes de patán insensible sugerían a simple vista. O eso, o había leído los periódicos de la época y, lo que sería aún más increíble, había sido capaz de recordarlo hasta ahora.

- ¿Cómo sabes lo que le pasó a King Lau? -inquirió aún así-. ¿Y de qué película de los Vengadores estás hablando? ¿Alguna de éstas parodias porno que tanto te gusta ver?

Alguna que otra vez le había pillado viendo alguna en la sala común de la base. Nunca era agradable, pero especialmente menos cuando Ross le descubría.

Hizo un gesto con la mano para restar importancia a la disculpa de May.

- Por favor, no te disculpes. Bullseye merece eso y más. Dudo mucho que exista un ser más miserable sobre la tierra -respondió, sintiendo la bilis subirle por la garganta al recordar la pelea que había tenido con él en el helicarrier hacía menos de dos meses.

Una vez más se permitió preguntarse por qué no le había matado. Resultaba especialmente difícil ahora, al recordar los cuerpos magullados y ensangrentados de sus amigos colgados boca abajo como las reses en un matadero por culpa de aquel psicópata. Estaba segura de que había sido alguna clase de prueba enfermiza. El universo la había escuchado decir que quería intentarlo, seguir el camino de Matthew, así que le había hecho salir arrastrándose de su agujero para amenazarla a ella y a Elissa en el helicarrier. Dioses, cuánto le habría gustado fallar aquella prueba... Si había alguien que merecía la muerte, ése era él.

- Te agradezco que ayudaras a King Lau -le dijo a May, haciéndole una respetuosa inclinación con la cabeza-. Lo que le pasó con Bullseye... fue culpa mía. Era a mí a quien buscaba, pero lamentablemente las circunstancias me impidieron ayudarle, así que tienes mi gratitud por siempre.

Aunque el peor golpe se lo había dado La Mano... Y eso, también, había sido culpa suya.

- Lamento oír lo de tu madre. 在这悲伤的日子里，我向你致以最深切的哀悼。-le dijo en chino, siguiendo la fórmula tradicional para expresar las condolencias-. Me alegro de que el negocio prospere. Conozco un restaurante mediterráneo cerca de aquí, en la décima avenida. Tienen una carta variada que incluye platos de oriente medio, pero también griegos. La comida es abundante y de calidad, y el servicio es atento. Creo que puede ser una buena opción del gusto de todos.

Y una vez más, no estaba entendiendo nada de nada, pero éso era lo normal con él.

- ¿Padre? Yo pensaba que habrías nacido de una probeta o algo -bromeó para cambiar de tema-. ¿En serio no sabes quién es King Lau? Era una súperestrella del cine de artes marciales en Hong Kong, hasta que la Tríada trató de extorsionarle para sacarle dinero y él los mató. A causa de eso, tuvo que huir de su país y vino a refugiarse aquí, donde abrió un dojo para acoger y enseñar a niños de la calle, para darles un futuro mejor y mantenerlos apartados de los problemas. Yo solía ayudarles, hace años, hasta que La Mano me encontró y destruyó el dojo. ¡Hey! -protestó cuando Deadpool se puso entre las dos para sacar la foto-. Vuelve a hacer algo así y te reviento el móvil -amenazó, muy seria.

Después, siguió andando con May.

- Te comprendo. Mi padre era embajador y tenía muchos enemigos, por lo que insistió en que aprendiera a defenderme por mí misma desde que era muy pequeña.

En realidad había sido su hermano Orestez quien había insistido, después de rescatarla de los tipos que pretendían chantajear a Hugo Natchios, y ella había abundado en la idea, cansada de sentirse indefensa. Entonces tenía nueve años.

- Los negocios... has dicho que trabajabas en una casa de subastas, ¿verdad? ¿Qué clase de artículos subastáis?

Pronto llegaron a Hell's Kitchen, y Elektra se tomó unos segundos para inhalar la esencia de aquél barrio donde había pasado tantos momentos, tanto buenos como malos. El lugar donde vivía su amor, que posiblemente estaría ahora mismo en algún lugar por allí arriba...

- Son... momentos convulsos, desde luego -respondió la mujer, pensando en el juicio que la esperaba en unos pocos días-. Respecto a cuál es nuestra postura... Bueno, formamos parte de los Thunderbolts, sólo que el presidente aún no hizo la presentación oficial, pero creo que eso lo dice todo, ¿no?

La respuesta era lo suficientemente ambigua como para que la asiática se formara su propia opinión sin haberla oído de labios de Elektra. La griega no estaba segura tampoco de cuál era la posición de su compañero, así que no pensaba decir nada que desvelara su doble juego.

- Propongo quedarnos en la terraza -sugirió cuando llegaron al lugar en cuestión-. Ya vamos llamando suficiente la atención tal como vamos como para causar mayores disturbios dentro del local, ¿no os parece?

- Ehm... -un camarero obviamente nervioso se acercó a tomarles nota, bastante dubitativo mientras les miraba de arriba abajo-. ¿Qué les traigo de beber...?

- Vino, por favor -pidió Elektra mirando la carta.

Elektra miró al mutante con irritación y desagrado.

- Wade, un sólo sinónimo más y juro que no tendrás que preocuparte por volver ir al baño en tu vida. A mí póngame una ensalada Mémé y un branzino al limón -pidió al camarero tras dirigirle una mirada de disculpa.

A éstas alturas no debía ser una sorpresa para nadie, pero realmente agradeció cuando Deadpool finalmente se marchó... en dirección opuesta a donde se encontraban los servicios. Vamos, que en lugar de entrar en el restaurante se fue corriendo calle abajo en dirección a la parada de metro.

- ¡Wade, el baño está por...! -pero ya estaba demasiado lejos como para oírla.

No iría a...

Un estremecimiento la recorrió de arriba abajo y decidió no pensar en el tema. Al menos tendrían unos minutos de paz y tranquilidad hasta que regresara. Asintió ante las palabras de May.

- Yo nunca llegué a conocer a mi madre, murió estando embarazada de mí -era preferible no profundizar en más detalles-. Lamento lo de tu padre.

El odio era una emoción familiar para la griega, lo suficiente como para ser capaz de identificarlo en la mirada de la otra mujer. Por desgracia no podíamos escoger quiénes eran nuestros padres.

- Suena interesante -dijo, a propósito de la explicación sobre la casa de subastas-. Si me dejas una tarjeta de visita es más que probable que me pase en los próximos días.

Sabía lo mucho que Matt apreciaba el arte; quizás podría regalarle una escultura nueva para su colección.

- Más que una paz armada, diría que es una olla a presión -contestó, reclinándose en el asiento mientras esperaban la comida-. Hay mucha agitación y mucha tensión en las calles por la ley de registro mutante que el presidente quiere implantar y al final ésto tendrá que saltar, por un lado o por otro. ¿Qué opinas del acta de registro?

Ahora que no estaba Deadpool podrían hablar de ello con más tranquilidad, y Elektra podría ir tanteando cómo era la opinión popular.

- Particular es decir poco -asintió, cogiendo una aceituna del pequeño cuenco que les habían puesto para ir picando hasta que llegara la comida-. Pero hay más en él de lo que aparenta a simple vista.

Los versos del poema de Niemöller resonaron en su mente como un eco de lo que iba diciendo su compañera de almuerzo. ¿Que les impedirá hacer lo mismo con los que usan poderes místicos y luego con los alienígenas...? Y luego... y luego... La lista podría continuar indefinidamente.

Elektra era lo suficientemente inteligente como para entender que aquella clase de políticas nunca conducían a nada bueno... Pero también había vivido casi toda su vida en una suerte de aislacionismo pragmático, perseguida y odiada por todos, sin aliados ni amigos y con la única preocupación de garantizar su propia supervivencia. Aquella rutina, junto con su cuestionable pasado, la había acostumbrado a simplemente cuidar de sus propios asuntos y aceptar el dinero de quien la contrataba, siempre y cuando los valores básicos de ésta persona coincidieran con los suyos. Porque Elektra tenía valores, y era capaz de discernir lo que estaba bien de lo que estaba mal, y si presenciaba una tropelía o una injusticia en plena calle no dudaría en intervenir para solucionar el entuerto. Simplemente tenía la tendencia a evitar los acontecimientos que le quedaban demasiado grandes. Para eso ya había otros héroes. Y lo más probable era que, de no haber hablado con Matthew... de no haber escuchado su perspectiva en todo aquél asunto... Posiblemente se habría limitado a aceptar el dinero de Ross y obedecer. Al menos hasta que las cosas se hubieran puesto demasiado turbias para ella.

Pero Matthew era un tonto idealista, y ella le quería precisamente por ser así, y deseaba ayudarle a seguir realizando su labor, por mucho que supusiera poner en peligro todo por lo que durante tanto tiempo había luchado por conseguir. Le necesitaba, y necesitaba que creyera en ella, y sabía que iba a tener que luchar muy duro para recuperar su confianza después de todas las veces que le había engañado. También sabía que merecería totalmente la pena.

Por lo que decia May le daba la impresión de que podría ser una aliada para su causa... Era dueña de una casa de subastas, lo cual implicaba que podía llegar a manejar grandes sumas de dinero, y, según decía, financiaban expediciones y excavaciones arqueológicas... Quizá podría llegar a financiar otras cosas... Elektra lo pondría de su propio bolsillo, pero si quería poder seguir ayudando a Matthew desde el otro bando no debía de haber absolutamente nada que la vinculara con el bando rebelde, ni que pudiera llegar a rastrearse hasta ella...

- Es un punto de vista totalmente comprensible, prudente y muy sensato. Supongo que aún es pronto para sacar conclusiones... No nos queda más que aguardar y ver cómo se desarrolla todo -una vez finalizada la comida, alargó la mano para estrechar la de la mujer-. Ha sido un placer conocerte, May Sheen Woo Winkle. Tengo tu número de contacto en la tarjeta; no dudes que pronto te llamaré para concertar una visita a esa casa de subastas tuya... Y quién sabe... quizá tengamos negocios de los que discutir... -musitó dirigiéndole una profunda y significativa mirada que la otra mujer, quizás, sabría interpretar...