La arquitecta de un mundo mejor (Harley Quinn) (22 de junio 2019)

El ferry rompía con suavidad las cristalinas aguas del Upper Bay, destellos plateados de los elementos metálicos del vehículo refulgían y deslumbraban con fuerza mientras se abrían paso hacia Liberty Island, de pie, en la terraza de las dependencias del barco propiedad del gobierno Lex Luthor observaba el frente con un rostro sereno, iba vestido con una camisa de lino de color azul pálido, unos pantalones blancos y unos zapatos negros a juego con la corbata que llevaba aunada al cuello.

El viento soplaba con suavidad mientras se acercaban a la isla, el aire era agradable, con un ligero olor a sal, el sol brillaba con fuerza en el cielo y la temperatura era estable, se separó de la barandilla de la terraza e hizo un gesto a su invitada para que se acercara con una sonrisa: - Me alegro de que haya aceptado venir a ver el lugar doctora Quinzel…- Entonces le señaló lo que se extendía delante de ellos, dónde antes había estado un amasijo de hierro destrozado por culpa de la invasión demoníaca ahora se erigía una imponente nueva estatua de la libertad, esta, a diferencia de la anterior, no estaba formada de metal, si no que parecía estar hecha completamente de cristal: - Han estado trabajando día y noche para reformarla y tenerla lista, pero ha merecido la pena…-

Por supuesto que valía la pena, se trataba de una construcción de cien metros de alto, parecía una inmensa escultura de cristal, frágil y brillante que destellaba y deslumbraba contra el cielo, tenía un tono verdoso que le hacía contrastar con la base de mármol blanco: - Hemos reconstruido el monumento con un material único, resistente como el acero, fuerte como la roca, pero a la vez estético y eficiente, todas las placas que conforman la estructura se alimentan de energía solar y dan potencia a la instalación…- El barco empezaba a llegar al embarcadero, poco a poco disminuían la velocidad…

….

Un amplio recibidor de forma circular con suelos de mármol blanco les daba la bienvenida a Luthor, su acompañante y sus dos guardaespaldas al edificio, el techo parecía perderse en la inmensidad y se no se vislumbraba pero entre pared y pared de vez en cuando se entrelazaba alguna escalinata que unía las diferentes plantas que conformaban el monumento, en el centro, un escritorio circular de madera oscura con detalles dorados eran de la poca decoración que había en aquella inmensa estancia, a izquierda y derecha habían puertas y escaleras y, al fondo de la sala habían tres ascensores de tubo de cristal que se perdían en la inmensidad de la altura del edificio y justo enfrente de estos, esculpida en mármol gris y negro había una estatua de Raven de casi 3 metros de alto y 2 de ancho: - Bienvenida a la base del proyecto Prometheus. – Luthor extendió sus brazos, mostrando todo lo que les rodeaba: - Desde aquí dirigirá y supervisará, si acepta mi propuesta, todo el proyecto, la gente que esté ingresada aquí recibirá tratamiento del equipo que tendrá bajo su supervisión, serán libres en todo momento y tratados con todas las comodidades…-

Mientras caminaban sus pasos resonaban en la inmensidad del salón: - Mi idea es que la estatua de la libertad recupere su significado original, un faro que le de esperanza y una vida nueva los ciudadanos de este país…- Sonrió a su invitada mientras seguían avanzando: -…Gimnasio, Spa, aulas formativas, centros de terapia, enfermería…Todo está a su disposición aquí, viene todo en la documentación que le facilitamos…- Se detuvieron un momento en la estatua de la Titán, Luthor la observó con tristeza: - Rachel Roth es la piedra angular sobre la que hemos construido esta fundación, si alguien con la voluntad de ayudarla hubiera hecho algo a tiempo tal vez este país…- Lex no terminó su frase, tragó saliva y puso la mano sobre la estatua, guardó silencio unos segundos y luego dijo: -¿Le gustaría ver su despacho? Por favor señores, déjennos a solas. – Los guardaespaldas se miraron, pero luego simplemente se retiraron y Lex Luthor se dirigió con su invitada a los ascensores

….

La subida en el ascensor se hizo larga, casi estuvieron un minuto viendo como las formas de cristal y mármol de las diferentes plantas se iban perdiendo hacia abajo, ascendían sin freno rápidamente hacia el techo, casi parecía que fueran a estrellarse hasta que finalmente el ping del aparato les indicó que habían llegado, las puertas se abrieron y ante ellos se descubrió una lujosa estancia situada en lo más alto de la estructura, dentro de la antorcha de la estatua: - Contratamos a un diseñador especialmente para esta habitación…- El suelo, el techo y las paredes eran transparentes, la luz entraba con claridad sin embargo la temperatura era agradable, delante de ellos, a unos cuatro metros había un gran escritorio de roble con motivos plateados y una pequeña línea de rombos negros y rojos que lo surcaba y sobre este un ordenador portátil que parecía bastante caro, detrás del mismo había una silla de trabajo de piel blanca y delante del escritorio dos sillas algo más modestas

A la izquierda se alzaba una gran biblioteca con unas escaleras para acceder a las estanterías más altas y a la derecha había un diván y un cómodo sillón de piel negra con unas plantas decorativas, al fondo había una escalinata dorada de caracol que llevaba hasta una planta superior que estaba cerrada con una puerta metálica: - Arriba están sus dependencias, solo usted puede acceder a ellas con sus huellas dactilares…- Lex se adentró en la sala y se apoyó en el escritorio, miró a la mujer y sonrió: - ¿Qué me dice doctora? ¿Le gustaría ser la arquitecta que me ayude a construir un nuevo mundo? -

Nada más entrar en el lujoso ferry, Harley fue directa hacia a la proa, dando un par de entusiasmados saltitos antes de asomar medio cuerpo por la barandilla para disfrutar de la brisa marina. El comportamiento de la arlequina era casi como el de una niña pequeña que subía por primera vez a un barco y se deleitaba surcando sobre las olas con el poderoso monstruo de hierro.

La mujer dejó escapar un largo y agradable suspiro mientras disfrutaba del oleaje, y de pronto, un golpe de viento quiso llevarse su pamela blanca hasta que la mujer la detuvo en un grácil gesto y una juguetona carcajada. Además del sombrero, la psiquiatra llevaba puesto un precioso vestido rojo a juego con sus zapatos y un pequeño bolso de color blanco. Aquel lujoso conjunto se lo había comprado el día anterior, gracias a la generosidad del hombre que la acompañaba.

Lex Luthor le hizo un gesto desde el otro lado de la terraza, y la psiquiatra se acercó a él para después admirar la imponente estatua de la libertad, brillante y transparente debido al nuevo metal que la componía.

—Es… muy hermosa...— susurró la psiquiatra, completamente embelesada con la escultura de cristal. Sus ojos azul celeste resplandecían y destellaban con los reflejos del reconstruido monumento.

Lex Luthor era capaz de hacer ese tipo de cosas. Desenterrar una ciudad entera de las cenizas del mismísimo infierno y alzarla de nuevo en todo su esplendor. La estatua de la libertad era ahora un monumento mucho más potente y seguro que su antecesora. El presidente de los Estados Unidos estaba decidido a convertir en oro todo lo que tocaba, y ella se sentía muy afortunada de poder ser testigo del gran futuro que prometía.

Harley había vivido en sus propias carnes los horrores de la invasión demoníaca los días previos a su encuentro. Tras abandonar el idílico jardín de Hiedra, que la había protegido del fuego y la violencia exterior, la arlequina sufrió innumerables penurias y se enfrentó ella misma a los demonios junto a un equipo de suicidas, digno de las marionetas de Amanda Waller. Su rostro se compungió al recordar cómo, a pesar de todos sus esfuerzos, sus dos amores se habían corrompido bajo los influjos de seres infernales. Al igual que el Joker, Hiedra también había caído presa de su propio lado demoníaco. Y ahora… los dos la habían abandonado.

Pero su vida iba a cambiar ahora que tenía al hombre más brillante del mundo a su lado.


—Uaaaaaauuuuu...— exclamó la rubia ante la magnificencia del recibidor.

Tras quedarse varios segundos embobada analizando todos los rincones, se acercó a la estatua de Raven y la miró con detenimiento.

—¿Esta no fue la bruja que destruyó Nueva York? ¿Por qué tiene una estatua para ella sola?— protestó, frunciendo ligeramente el ceño con cierta indignación. La hija del demonio no había causado más que desgracias y no merecía ser recordada siquiera. Pero Lex se adelantó, explicándole sus razones de tenerla allí, y rápidamente se le pasaron las ganas de replicar.

Harley desconocía esa parte de la historia. Raven tan sólo fue una víctima más de la invasión, un peón para que su padre, Trigon, se abriera paso hasta la tierra y arrasara con todo.

—Veo que ha pensado en todo, señor Luthor...— sonrió la arlequina, y una de sus cejas se alzó ante la palabra “spa”. ¿Cuánto hacía que no visitaba uno en condiciones? Ahora que iba a tener dinero de sobra podría gozar de todo tipo de lujos que ni siquiera el Joker se hubiera podido permitir.

Aún no había aceptado su oferta, pero ya tenía despacho. Después de todo lo que había visto hasta ahora, más todas las condiciones que le había ofrecido Lex, la rubia sintió la gran presión por aceptar su oferta de forma definitiva. ¿Qué tenía que perder? Nada. Pero es que todo era demasiado bonito como para ser cierto. Era como el cuento de la Cenicienta, pero sin que todo se fuera al traste a media noche.

Dejaría de ser la novia del payaso. La arlequina sin gracia. Sus años de persecución y delincuencia habrían terminado. Y por primera vez en mucho tiempo, podría volver a ayudar a personas en verdadera necesidad. ¿No era ese el motivo por el que había estudiado psiquiatría? ¿No había hecho una tesis sobre la empatía para tratar de curar a los asesinos y psicópatas de Arkham? ¿No había nacido para liberar a los miserables de su sufrimiento?

Harley iba a tener una oportunidad para dejar atrás la locura y volver a ser simplemente Harleen Quinzel.

A medida que subían piso por piso desde el ascensor acristalado, Harley notaba como poco a poco, su brillo interior iba cobrando más y más fuerza. Tenía ganas de crear, de hacer cosas maravillosas para los demás como hacía su compañero allí presente. Lentamente, empezó a recuperar el control de sí misma, y a aprender a tomar sus propias decisiones. Necesitaba volver a coger las riendas de su propia vida y dejar de ser el complemento de alguien. Y Lex estaba dispuesto a proporcionarle la libertad que ella necesitaba para pasar página.

—¡Me encanta! — exclamó la rubia con infinito entusiasmo— Esto… ¡Esto es perfecto!

Su despacho era amplio, brillante y lujoso. Encima estaba perfectamente acondicionado y adaptado a la zona de la antorcha, un elemento de la estatua que expresaba muchísima fuerza. Y además, habían diseñado un escritorio especialmente para ella, con los rombos y sus dos colores favoritos.

La mujer ya no podía contener más su emoción, y empezó a revisar cada recoveco del lugar, completamente entusiasmada por cada cosa que veía.

— Tú te llamarás Charlie, y tu… umh… ¡Norberto!— les dijo a las plantas que descansaban cerca del diván.

—¿Qué me dice, doctora? ¿Le gustaría ser la arquitecta que me ayude a construir un nuevo mundo?

La psiquiatra se giró para contestar a su interlocutor con una sonrisa sincera, y se llevó las manos al pecho en un gesto que denotaba profundo agradecimiento.

— Creo que ha hecho un trabajo excelente aquí, señor Luthor. Y me encantaría que me enseñara el resto de las instalaciones. Estoy segura de que nuestros pacientes se sentirán la mar de cómodos en esta nueva estatua de la libertad.

Luthor dedicó una sonrisa a la doctora y metió sus manos en los bolsillos, el sol entraba a través de los ventanales de forma agradable, iluminando la estancia. Dejó que la chica inspeccionara el lugar con calma mientras el permanecía en silencio y la seguía con la mirada, repasando cada objeto que ella tocaba o observaba:

-Por supuesto, usted debe conocer hasta el último detalle de este lugar…- Lex pulsó el botón y las puertas del ascensor se abrieron con un sonoro ping y con un gesto de su mano dejó a Harleen pasar: - Detrás de usted. – Por un instante sus ojos se cruzaron y el verdor de los ojos de Luthor se zambulló en la inmensidad azul de los de la doctora, como alguien que se dejaba caer en el mar y se adentraba en su profundidad…El hombre entró detrás de ella en el ascensor, y pulsó un botón para descender, su mirada seguía fija en la de ella, como si no pudiera despegarla debido a algún extraño magnetismo, el ascensor parecía descender lentamente, más de lo normal:

-Harleen…- Luthor estaba a punto de decir algo cuando el ping le cortó, las puertas se abrieron mostrando un amplio pasillo, el suelo era de un material similar al mármol, de negro y estaba decorado con una alfombra de color azul marino, a los lados había unas puertas de madera numeradas: - Este pasillo tiene las dependencias de los pacientes y tienen lo necesario para que puedan estar tranquilamente. Hay cámaras de vigilancia que controlan los accesos a las habitaciones, la seguridad es la prioridad número uno de este lugar. - ¿A qué se refería exactamente con esa frase? Se adentraron en el pasillo con calma mientras las puertas del ascensor se cerraban a sus espaldas.

Abrió una de las puertas y mostró el interior, se trataba de una habitación de unos 15 metros cuadrados, con una cama de un metro noventa de largo por ochenta centímetros de ancho que quedaba de lado frente a la puerta, pegada a una de las paredes, que estaban pintadas de color crema.

Frente a la cama había un pequeño escritorio de color blanco con dos cajones y una lámpara de mesa, al lado del mueble una puerta daba al baño de la habitación que constaba de un wáter, una pica y una ducha individual.

Finalmente, a los pies de la cama había un armario de grandes dimensiones del mismo color que el escritorio: - Admito que no son suites en el Ritz, pero se tratan de alojamientos temporales…La idea es que estas personas sean capaces de reinsertarse lo antes posible. - Lex se adentró al interior del cuarto dando la espalda a la doctora, la luz del sol entraba por una ventana que tenía sobre la cama y transmitía calidez a la estancia: - Este sitio está pensado para ser un retiro para las personas que lo necesitan, un refugio en el que prepararse para volver a la sociedad. – El presidente se giró y sonrió: - ¿Qué le parece? -

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Habían visitado todas las dependencias posibles del lugar; Una basta biblioteca que discurría entre las plantas ocho y siete en la que la existían un gran número de volúmenes, tanto en formato digital cómo en formato físico. Un gimnasio con todo tipo de maquinarias que permitirían a los preparadores entrenar a la gente en el correcto uso de sus habilidades en la segunda planta. El amplio comedor con las cocinas de la tercera planta y una planta dedicada única y enteramente a los tratamientos colectivos, con un gran auditorio, una sala de proyecciones, aulas en las que hacer talleres y cuartos individuales de terapia.

Llevaban ya un par de horas subiendo y bajando escaleras, cruzando miradas y atravesando puertas para descubrir las maravillas que la mente de Luthor había ideado.

Ahora se encontraban en la planta inferior, la del vestíbulo, caminaron por un pasillo que parecía adentrarse bajo tierra hasta que llegaron a unas puertas dobles de madera con unas ventanas opacas en forma de medialuna: - Creo que esto que voy a enseñarle es mi parte favorita…- Lex empujó las puertas y abrió, dejando al descubierto el interior.


Se trataba de una sala con el suelo y el techo hecho de unos pequeños azulejos de color blanco y las paredes eran cristaleras, de forma similar al despacho de Harley, frente a ellos había una gran piscina con agua que emitía vapor, la temperatura de la sala era reconfortante y, junto con la luz que entraba, transmitían la sensación de estar en unas fuentes termales: - Está pensado para ser un lugar de desconexión, un sitio para que la gente olvide el exterior y los problemas. –

Del centro de la piscina surgía una isla en la que había una serie de griferías de color negro que expulsaban chorros de agua fría y caliente de manera alternativa y, al fondo de la sala se intuía una sauna de vapor: - Siempre he creído en la cura del bienestar. – Se quitó los zapatos y los calcetines y los dejó a la entrada de la sala para poder caminar descalzo por ella: - Este país no ha dado a esta gente el trato que merecen, y quiero compensarlo. – Y pensaba compensarlo, claro que sí, pero no como podía pensarse...Luthor miró a Harleen desde la distancia y le dedicó una cálida sonrisa: - ¿Qué le parece? - Parecía verdaderamente nervioso por conocer la opinión de ella, casi como si todo eso hubiera sido construido para satisfacer los deseos de la mujer.

Harley se dejó llevar por la forma tan caballerosa en que la trataba. Normalmente correspondía a los gestos de Alexander con delicadas sonrisas y suaves movimientos de cabeza. La doctora tenía una actitud mucho más calmada que cuando la conoció en aquel almacén abandonado de mala muerte, y es que hacía muy poco que Hareen había optado por volver a medicarse.

Ahora que tenía la oportunidad de hacer borrón y cuenta nueva, no necesitaba más a la alocada arlequina. Los papeles se habían intercambiado y quién estaba ahora encerrada en la jaula de su cabeza era Harley Quinn. Sus habilidades como acróbata y asesina ya no eran necesarias para lo que se proponía, y pasarían a estar en un segundo plano. Ahora su máxima ambición era el proyecto Prometheus; ayudar a los problemáticos metahumanos a integrarse en la sociedad y hacerse un nombre en el mundo de la psiquiatría.

— Umh… encuentro las estancias de los pacientes bastante más pequeñas de lo que me esperaba…  — comentó, comparándolas inevitablemente con las del asilo Arkham— Espero que pasen el menor tiempo posible encerrados. Y hablando de salas comunes… ¿no hay ninguna que dé al exterior? Para una buena convivencia es esencial que los pacientes tengan la opción de pasear al aire libre…

Por un instante, Pamela Isley volvió a colarse en uno de sus pensamientos e inevitablemente, Harley esbozó una sonrisa dulce al acordarse de ella. Durante su tratamiento, la Doctora Quinzel era de las pocas psiquiatras que trataba a los presos de Arkham como a seres humanos, y una de sus primeras peticiones fue la de cambiar a Hiedra Venosa a una celda más luminosa, donde pudiera disfrutar un poco del sol.

Cuando se trataba de cosas nuevas, Harley las disfrutaba desde el punto de vista de una niña pequeña, por lo que el resto de las instalaciones le parecieron una maravilla. En especial la gigantesca biblioteca, donde ya tenía pensado pasar más tiempo allí que en su propio despacho.

— ¿Se reserva lo mejor para el final, señor Luthor? — preguntó con una sonrisa felina, mientras guardaba en el bolso la libreta con la que había tomado varios apuntes.

En cuanto pasaron por la puerta, la humedad y el olor a cloro impregnaron sus fosas nasales y se dio cuenta al instante de la funcionalidad de aquella última sala. Lo que no esperaba es que el presidente decidiera hacer una formalidad como la de quitarse los zapatos para poder pasear tranquilamente por el spa.

Harley imitó al señor Luthor, siguiendo los consejos del famoso dicho “allá donde fueres, haz lo que vieres”, y se quitó los zapatos de tacón y los dejó junto a los del presidente. La rubia siguió sus pasos hasta detenerse unos metros por detrás del hombre.

— ¿Qué le parece? — le preguntó Lex, dedicándole una amable sonrisa.

— Me parece que ha invertido muchos recursos y mucho tiempo en hacer realidad un hermoso sueño. Creo que son las mejores instalaciones de rehabilitación que he visto jamás, y estoy deseando que empecemos a trabajar juntos en el proyecto Prometheus. — la doctora dio un paso más en dirección a Luthor y entonces le ofreció su mano — Acepto su propuesta, señor Presidente. Espero poder cumplir con sus expectativas.

Lex estrechó la mano de la doctora con firmeza y clavó sus verdes ojos en sus cristalinos, sonrió con seguridad y contestó: - Estoy seguro de que haremos grandes cosas juntos Dra. Harleen. .. - Rodeó la mano de la chica con la otra mano, el sonido de las cascadas artificiales y la luz del atardecer propiciaban una escena que parecía digna de una película de Hollywood: - Como Prometeo le traerás el fuego a la humanidad.- 


El hombre separó sus manos de la de ella y las colocó debajo de los hombros de la chica, se acercó rompiendo la distancia de la cordialidad y le sonrió: - Harleen, me alegro mucho de que estés aquí. - Su mirada ardía en deseo, destellaba con la fuerza del fuego, poderoso y decidido, se sentía fuerte y listo para empezar con aquello... Estaba seguro de que si Dios existía debió sentirse así antes de empezar la creación de su obra... 


Sus ojos se desviaron unos instantes, mirando a los labios de la mujer para volver después a sostenerle la mirada: - Yo... - Su frase quedó interrumpida con la puerta, que se abrió repentinamente. 


El presidente se separó de la mujer y miró a la persona que acababa de entrar,  era un hombre delgado, con el cabello negro peinado hacia atrás y que llevaba bigote y perilla bien recortados, su mirada, fría, se movía de un punto a otro detrás de unas gafas de montura metálica Redondas: - Señor Luthor, siento molestar...Pero había un par de temas que necesitaba hablar con usted. - 


Lex estaba molesto, y pudo notarse en el tono de su respuesta: - Señorita Harleen... Este es el Doctor Calvin Zabo...Encargado del equipo de investigación Biomédica y Hormonal de la instalación...Y espero que aprenda a llamar a la puerta en un futuro. - 

El extraño se detuvo y miró a Harley de arriba a abajo, com una mezcla entre curiosidad e indiferencia, sonrió y dijo: - Así que usted es la doctora Quinzeel, es un placer. - Hizo una reverencia exagerada, que casi parecía irónica y se dirigió hacia Luthor : - Si tiene un momento señor... - 


Lex miró a Harley y después a Calvin: - Si le parece, Harleen, nos vemos después en su despacho para acabar de hablar los detalles de su contrato, ya tiene una copia encima de la mesa, no tardaremos demasiado, detalles de compras de equipo y material, nada importante. - Luthor le dedicó una sonrisa y salió detrás del hombre con cierta prisa, dejando allí a la doctora, a solas con el agua y el atardecer.

El Presidente parecía tener puestas sus expectativas en la doctora, y Harley no quería defraudarle. A pesar de que se desvió de su camino al tratar de entender una mente tan retorcida como la del Joker, ella consideraba que había sido una buena psiquiatra después de todo. Había trabajado duro toda su vida y había renunciado a muchos otros sueños por culpa de su familia desestructurada. Ahora que necesitaba más ayuda que nunca, ninguna otra persona iba a darle una oportunidad como aquella.

Y la iba a aprovechar al máximo.

—Como Prometeo, le traerás el fuego a la humanidad.— el presidente sonrió con amabilidad, y sus cálidas manos rodearon las de la doctora. Su mirada era la de un hombre ambicioso, preparado para enfrentarse a cualquier desafío para salir después victorioso.  

La cercanía de Luthor le resultó ciertamente extraña. Si hace unos meses alguien le hubiera dicho que trabajaría codo con codo con el archienemigo de Superman, le hubiera parecido un chiste la mar de bueno y se hubiera reído a carcajadas.

Harley y Lex. Era como juntar el agua con aceite. El caos y el orden. Pero ahora que la cabeza de Harleen estaba compensada gracias a la medicación y su propia fuerza de voluntad, no era tan descabellada la idea de una unión tan particular como aquella.

Cuando creyó que el hombre había terminado su emotivo discurso, Luthor se acercó a ella invadiendo su espacio personal para dedicarle una sonrisa que le pareció realmente sincera. Pero antes de que pudiera empezar su frase, fue interrumpido por uno de sus trabajadores.

— En efecto, soy la doctora Harleen Quinzel. Es un placer conocerle señor Zabo. — ella quiso ofrecerle su mano de una forma cordial, pero el doctor Calvin realizó una reverencia que quedó un poco fuera de lugar, por lo que la rubia no pudo evitar alzar una de sus cejas, sintiéndose bastante extrañada.

— Claro, sin problema… Le veo luego, señor presidente.

Cuando ambos varones abandonaron la estancia, Harleen pudo sentirse relajada por fin y dejó escapar un largo y alborotador suspiro. Se quitó la goma de pelo que anidaba su cabello en una coleta y después estiró sus brazos mientras una brillante sonrisa llena de felicidad marcaba su rostro. Estaba tan entusiasmada con el proyecto que tenía ganas de corretear y saltar por todo el spa y lanzarse de cabeza a la piscina. Pero contuvo su entusiasmo temiendo que alguien la descubriera. Debía seguir aparentando que mantenía a raya a la alocada e hiperactiva Harley Quinn o nadie volvería a tomarla en serio como psiquiatra.

Se colocó de nuevo sus zapatos rojos de tacón y regresó a su despacho sin más dilación, para terminar de leer los términos del contrato antes de que Luthor regresara con buenas nuevas.

Llevaba un buen rato girando el mismo bolígrafo sobre la mesa cuando sus pensamientos volaron en dirección a aquel extraño hombre de gafas redondas.

¿De qué trataría la urgencia del doctor Zabo?

- Las pruebas están en la tercera fase, estamos teniendo resultados prometedores... - Luthor y Zabo descendían por el ascensor hasta la recepción, el presidente escuchaba en silencio el discurso del médico: - La dieta alimenticia suministrada en la fase 1 aportó los nutrientes suficientes para mantener vivos a los sujetos, pero no los bastantes para que tuvieran fuerzas para huir... - El ascensor se detuvo y la estatua de Raven volvió a quedar al descubierto:
- Durante la segunda fase utilizamos una serie de opiáceos y químicos para anular la parte del cerebro que genera la rebeldía... - Zabo se acercó a la estatua y puso su mano en el vientre, que brilló con un tono verdoso y sin apenas hacer ruido la estatua entera se desplazó, dejando a la vista una plataforma en la que ambos subieron: - Por último hemos sometido a los sujetos al visionado de la película, poco a poco el mensaje les ha ido calando, usted mismo lo comprobará... - 


La plataforma empezó a descender mientras la estatua volvía a deslizarse para cubrir el hueco. Bajaban por un túnel vertical a gran velocidad, iluminado con luces de color ámbar en silencio, Luthor sonreía con satisfacción, admirando su propia obra: - ¿Que nivel de sumisión tenemos? - Zabo miró de reojo al Presidente y infló el pecho, lleno de orgullo: - El 100% - 

La plataforma se detuvo con suavidad, debían estar a unos 30 metros bajo el edificio y el mar, ante ellos se extendía un largo pasadizo de paredes, techos y suelos de paneles metálicos con luces LED de color verde en las uniones, que le daban un tono futurista al lugar. 

Era un largo pasadizo con compuertas metálicas a los lados, cada puerta estaba numerada, izquierda pares, derecha impares. En las puertas había unas pequeñas ventanas rectangulares y estrechas, unas finas comisuras de apenas unos centímetros que permitían que los prisioneros pudieran ver algo del exterior, cuando pasaron por la puerta numerada con el 001 unos ojos azules miraron a través de la rendija y una voz que sonaba metálica, opacada por una máscara que el sujeto llevaba en la cara, le suplicó al médico y al Presidente sin saber de quienes se trataba: - Por fav... - 

La voz se perdió en la lejanía, el sujeto 001 hoy no era importante... Hoy debían comprobar el éxito de su misión... Se detuvieron delante de una puerta que no tenía números que se abrió, en su interior había una sala de paredes acolchadas, sillas metálicas clavadas al suelo y en dichas sillas hombres y mujeres, tres de cada en total, de diferentes tamaños y formas, presos de Belle Reeve que habían sido trasladados para comprobar el éxito de la terapia: - Cuando la orden sonora se activa... - Aquellas personas conversaban entre ellas de forma distendida, como si no les alarmara el lugar en el que se encontraban: - ...Activaran el protocolo de obediencia. - Zabo le entregó un dosier a Luthor, una carpeta con todos los datos de su trabajo: - Comprendo. - Lex abrió el documento y lo ojeó: - ¿Es esta la única copia? - El doctor Calvin Zabo afirmó con la cabeza mientras Lex examinaba el Protocolo descrito: - Es un trabajo brillante, doctor... - Cerró el dosier y le estrechó la mano: -... Ha hecho un gran trabajo por este país, considere los crímenes de su otra parte borrados. - Observó a los metahumanos y sonrió: - Distopía. - Los ojos de los pacientes se abrieron como platos, sus músculos se tensaron y sus miradas se dirigieron hacia Luthor: - Matad al doctor Calvin Zabo. -

La acción fue rápida y precisa, uno de los prisioneros encendió sus puños en llamas, el otro iluminó sus ojos... Ni aunque hubiera tenido la fórmula para convertirse en Mr. Hyde a mano, Zabo no habría tenido ni una oportunidad, el tipo gritó mientras era destrozado por las armas de matar que el mismo había programado... No podían quedar cabos sueltos....Ahora que tenía toda la información por escrito no le necesitaba. 


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- ¿Harleen? Disculpa el retraso. - Luthor entró por la puerta del despacho, había pasado cerca de una hora y media desde que se despidieran en el centro de spa: - El doctor Zabo puede ser muy insistente a veces... - Había entregado el dosier a uno de sus guardaespaldas y le había indicado que lo guardara en un lugar seguro: - Disculpa, no quisiera andarme con rodeos ¿Que te ha parecido todo? ¿Te interesa trabajar con nosotros? -