¿Estamos todos locos o qué pasa? (Sloan Jenkins)

Por una vez en la vida me levanté pronto. Hoy no tenía nada que hacer así que me tomé el día libre. ¡Mi primer Domingo en meses!
Me había pasado la última semana haciendo un storyboard para un conocido y después reuniendo información para documentarme en mi siguiente webcomic. Quería que fuera algo especial, algo nuevo y fresco, pero la musa se había ido de paseo aquellos días.

Tenía que tratar de desconectar y la inspiración me vendría sola.

Desayuné como una persona normal y luego me vestí como siempre. Leggins negros, botas altas, pantalones cortos tejanos, camiseta verde y otra camiseta por encima negra, más ancha que la anterior. Me enrollé el fular al cuello y me acerqué al recibidor para coger la correa de Lycos.

Mi perro ya estaba montando la fiesta de cada mañana, justo antes de sacarle a pasear. Até al Malamute y salimos a la calle a pasear un poco.

Como tenía casi todo el día libre, pensé en dejarme caer por Central Park. A Lycos le encantaba jugar por allí con otros perros y perdernos un poco entre los árboles. La naturaleza me brindaba algo de paz comparada con la agobiante ciudad.

En cuanto llegamos, empecé a tirarle la pelota y a correr de un lado para otro, persiguiéndonos el uno al otro como si fuéramos idiotas. Al final siempre acababa agotada, ojalá tuviera la energía ilimitada de Lycos para correr todo el día sin cansarme...

Cuando llegó la hora de comer yo ya estaba para el arrastre. Lycos seguía trotando por todo el parque mientras se dedicaba a jugar con otros perros que encontraba. Apoyé las manos en mis rodillas sin dejar de jadear e intenté descansar un poco.

-Esto si que es una buena forma de adelgazar... - 

-¡Menudas energías tiene tu perro! - rió un señor al acercar a su perra para olisquear a Lycos. La Golden empezó a ladrar al Malamute de repente, mientras que éste no parecía ni inmutarse con el aviso. No se si fue por el dibujo, pero casi siempre tenía la misma cara de tonto.

-Si...no se de dónde las saca... - literalmente. ¿Quién iba a creerse que mi perro había salido de un papel?

-Vamos chico, por aquí... - le indiqué al Malamute para que me siguiera, esta vez a paso normal. 

Correr tanto me había abierto el apetito, y ya iba siendo hora de hacer caso a mi estómago.

-Un perrito caliente, por favor... - le indiqué al dependiente del puesto de Hot Dogs que había asentado en mitad del parque.

Dejé que el perro siguiera con lo suyo pero sin perderle de vista y saqué mi libreta. Me senté en un banco y empecé a esbozar el paisaje. Aquella suave y cálida brisa, las hojas moviéndose lentamente con el viento, el canto de los pájaros... eso si que era un buen sitio para relajarse.

Hice cuatro trazos e intenté esbozar ligeramente el paisaje que veía. No era muy buena haciendo fondos pero me defendía bastante bien, me gustaba la naturaleza. 

Después de analizar cinco veces el dibujo, pensé que quedaría más chulo si le añadía algo extra de imaginación. Pensé que el paisaje era idóneo para hacer una ilustración de fantasía épica, así que empecé a dibujar una especie de gnomo, con su sombrero de pico y sus orejas puntiagudas. Un pequeño duende perdido en el bosque...

De repente, no muy lejos de dónde me encontraba algo estalló y la gente de Central Park empezó a gritar histérica y a huir del escenario. Yo me levanté de golpe y vi como el fuego se extendía por parte de la arboleda.

Una carcajadas surgieron de su interior y de la humareda salió una criatura de piel verdosa y escamosa vestida de un traje violeta muy chillón y un sombrero de pico. Montaba en una especie de máquina voladora e iba junto a tres esbirros que andaban aterrorizando a los ciudadanos.

-¡El Duende Verde!- exclamó la gente - ¿Dónde está Spiderman?

Era la primera vez en mi vida que veía a uno de esos villanos de la tele, y me quedé paralizada mirándole. No estaba asustada, simplemente me quedé fascinada, admirando la imagen del villano que muchas veces había leído en los cómics.

Sabía que existían, todos ellos, pero no había tenido el placer de conocerlos en persona. Quizás porqué no creía en ellos del todo, pensé que era algún tipo de estrategia o engaño del gobierno.

Tuve que apartarme si no quería quedar aplastada por uno de los árboles que empezaban a precipitarse a mi alrededor, sobre toda esa gente que huía manzana arriba. Al duende verde le daba igual si con ello obtenía algunas vidas de los habitantes de Nueva York, sus muertes aumentarían así la culpa de Spiderman..

Al girarme escuché los pasos metálicos de un tío que iba enfundado en una armadura negra con múltiples armas y corazas protectoras por todo el cuerpo. A primera vista parecía una especie de villano, pero por un momento tuve la esperanza de que fuera uno de los buenos y se enfrentara al Duende Verde.

Pero pasó de largo, y dentro de su opaco casco negro escuché su dura voz.

- ¿Elysia Stavridis?

-¿Qué? - pensé y el hombre de la armadura se giró para mirarme. Estábamos uno al lado del otro.

¿Había dicho mi nombre o me lo estaba imaginando?

Escuché los ladridos violentos de Lycos, pero cuando me asomé vi al enorme Malamute abalanzarse sobre uno de los esbirros del duende verde.

-¡NO! ¡LYCOS, VUELVE! - grité desesperada al ver que el matón le daba un fuerte empujón a mi perro y lo enviaba lejos, estampándolo contra uno de los árboles.

El cachorro aulló de dolor y fui corriendo a socorrerle. De fondo podía escuchar con claridad la malvada risa del Duende Verde. Entonces, una sombra cruzó los cielos y rápidamente se enzarzó con el villano en una lucha a muerte encima de su tabla motorizada.

-¡Es Spiderman!- gritó un ciudadano. Y todos los del parque se giraron para contemplar como el hombre araña distraía a su archienemigo para atraerlo fuera del parque y que dejara de causar problemas a sus vecinos.

El superhéroe lanzó de sus muñecas varias telarañas y dejó a los dos matones enganchados en el suelo. Lo que no sabía Spidey es que uno de ellos consiguió zafarse y empezó a desatar a su amigo también.

Podría escuchar a lo lejos el sonido de las sirenas. La poli llegaba tarde, Spiderman ya se había encargado de casi todo, pero si no se daban prisa, no podrían encerrar al cabrón que había maltratado a mi perro y a su amiguito.

De alguna manera, sentí que no podía permitir que se escaparan, si esos dos huían ¿qué repercusiones tendría aquello? ¿y si herían a alguien si les dejaba huir? ¿y si mataban a alguien?

En parte, me sentía algo culpable por la aparición repentina de los villanos. Quizás se trataba de nuevo de la mala suerte que siempre me acompañaba cuando dibujaba algo...

-No tendría que haber salido de casa...

Me escondí detrás de un banco y saqué la libreta y el lápiz. Hice un boceto rápido de una roca bastante grande y contundente. Intenté concertarme todo lo que pude, y aunque no tuviera un acabado limpio sabía que iba a resultar efectiva.

Coloqué mi mano izquierda en el boceto y cerré los ojos hasta que noté como mis dedos se hundían y extraían una enorme piedra blanca, con bordes grises y remarcados. Mis ojos se deslumbraron ante el fugaz resplandor de mi libreta y entonces señalé con la mano a un punto bien alto. La roca se había colocado a diez metros por encima de uno de los matones y cuando cerré el puño, ésta cayó y colisionó con uno de ellos, dejándole aplastado bajo ella, pero vivo. El otro intentó ayudarle a salir de debajo pero al ver que no podía sacar a su compañero prefirió salvar su vida e intentó huir adentrándose al parqué.

-Mierda... - susurré y entonces le grité al hombre del casco negro y brillante - ¡Se esta escapando! ¡Detenlo!

En cuanto viera al tío de negro salir corriendo en busca del matón, pensaba volver a casa lo más rápido posible y esconderme. No podía quedarme más tiempo allí a vista de todos, y menos todavía si alguien me había visto realizar "eso".

Por un momento pensé que el loco de las pistolas empezaría a dispararme después de indicarle que fuera a perseguir a aquel tío loco del Duende Verde. Pero por suerte me hizo caso, corrió tras él y empezó a darle puñetazos una y otra vez.

No me quedé mucho tiempo para verlo, pero aquello debía de doler, y mucho.

Aquel misterioso tio de negro me había puesto histérica antes cuando empezó a disparar sin ton ni son por todo el parque ¡podía haber matado a alguien! ¡menudo loco!

¿Quién sería? ¿Algún agente especial? ¿Algún héroe o villano? Tampoco quería quedarme para averiguarlo.

Empecé a correr en dirección a casa y no paraba de girarme cada dos por tres para mirar atrás. Primero para comprobar que Lycos me seguía, y segundo para comprobar que nadie a parte de Lycos me seguía.

Crucé el paso de peatones casi sin mirar, pero los coches no parecían prestarme atención, no dejaban de pitar por todo el numerito que acababa de montarse en el parque y algunos de los conductores se habían bajado para ver si podían ayudar.

Los policías empezaron a llegar y a rodear la zona. Con mucha suerte, nadie me pararía a preguntarme por lo ocurrido.

Me escabullí como pude y busqué las llaves a toda prisa para abrir la puerta. Mi corazón seguía latiendo a mil por hora de los nervios. No solían pasarme cosas así todos los días, es decir, me pasaban cosas raras pero no cosas TAN raras.

Evité coger el ascensor y subí las escaleras casi corriendo. Me costó abrir la puerta, todavía me temblaban las manos. Una vez dentro, cerré con llave y me dejé caer encima del sofá mientras Lycos volvía a corretear absurdamente por el apartamento. Nunca entenderé a este perro.

-Menuda mañanita...

Con mucha suerte esto caería en el olvido y nadie se preguntaría que hace una roca tan rara en medio del parque. ¡Todo se lo iba a agradecer a nuestro amigo y vecino Spiderman y a su colega Black el armado hasta los dientes!

De los nervios y el cansancio estuve a punto de hacer una siesta en el sofá en aquella postura incómoda. Pero entonces Lycos se puso a ladrar como loco tras escuchar un fuerte golpetazo.

Me levanté de repente, sorprendida y me quedé a cuatro patas en el sofá mientras miraba al perro. El sonido venía de abajo.

-¿Qué ha sido eso? -

Me incorporé y me quedé de pie cerca del sofá e intenté escuchar con más atención por si oía algo raro. Nada.

Volví a relajarme y empecé a ordenar las cosas que llevaba en el bolso. Dejé la correa en su sitio, saqué la libreta con el estuche y los dejé descansando en la mesita del comedor.

-Cada vez me das más problemas... - dije mirando de reojo a la libreta. El paisaje y el duende seguían dibujados en el folio.

Pero no podía evitarlo, me encantaba dibujar y todavía no entendía muy bien cómo funcionaba mi problema, cómo podía impedir que "aparecieran" las cosas raras. Cuando me quedaba en casa trabajando todo parecía ser normal, incluso si realizaba algún encargo no salían superhéroes de la nada ni se pegaban con los villanos en frente de casa.

¿Cuándo podía saber si un dibujo iba tener consecuencias? ¿Cómo podría controlarlo? Si seguía así, mi carrera como dibujante se iba a terminar demasiado pronto...

-¿Elysia Stavridis?-

De repente escuché a mis espaldas una voz desconocida y me giré del susto. Me encontré cara a cara con el hombre "armado hasta los dientes" que había visto en Central Park. 

¿Cómo me había encontrado? ¡Si le había dejado en el parque zurrándose con los matones!

-¿Quien eres? ¡No te acerques!- 

Me puse nerviosa y caminé hacia atrás hasta chocar contra la pared del fondo. Lycos estaba frente a mí, ladrando al desconocido. Si Lycos ladraba es que aquel tipo era peligroso, nunca había infravalorado el sexto sentido que tenía mi perro de mentira.

Miré hacia atrás y me encontré con la ventana. Desgraciadamente no podía huir por ahí, la caída era peligrosa y la escalera de incendios se encontraba al otro lado. Volví a girarme y cogí la libreta de la mesita y el boli. Quizás habría una sola posibilidad de intentar defenderme si el hombre de negro me hacía algo raro.

Lycos no dejaba de ladrar con violencia y yo me estaba poniendo cada vez más nerviosa. Aquel tío de negro tenía pintas de asesino ninja, iba con todo tipo de armas, no podía verle ni la cara y encima había entrado en mi casa sin permiso.

Era lo que yo llamaría un tío "altamente sospechoso" o "completamente pirado". ¿Y si era el ninja que había dibujado la semana pasada? ¿Y si había venido a matarme o algo? ¿Pero qué le había hecho yo al mundo?

No quería quedarme a comprobarlo. Usaría la libreta, le lanzaría algo, o incluso podría dibujar un colchón, y tirarme con el por la ventana. A lo mejor habría suerte y saldría viva de esta. O si me mataba, al menos no sería de manera tan horrible como la que me podía garantizar aquel extraño.

- Puedes llamarme Project y lo siento, pero me tengo que acercar. Son órdenes.

-¡Nonononono te acerqueeeees!- dije asustada, pegándome de nuevo a la pared. El lápiz me temblaba, no se si sería capaz de usar mis poderes en estas condiciones.

Lycos le saltó encima y le mordió varias veces, en el tobillo y en la mano, pero el extraño no pareció inmutarse. También agradecí en silencio que ignorara a mi perro, me sentiría doblemente impotente si le hiciera daño.

Antes de que pudiera reaccionar, el desconocido se acercó a mí a una velocidad sobre humana y me tocó el hombro. Entonces me puse a chillar como una loca. Estar tan cerca de un extraño y encima varón me ponía histérica.

-¡Suéltame! ¡No me toques! ¡Pervertido! -  le grité mientras trataba de empujarle y separarme de él a golpes.

Pero entonces sentí un vació en el estómago y el miedo recorrió mi cuerpo. Mis piernas parecían no notar el suelo y a mi alrededor aparecían imágenes que no lograba entender. Dejé de golpear al desconocido y en un intento de protegerme de lo que había a mi alrededor, abracé la armadura negra acolchada de el tal "Project". 

Había sido una reacción muy brusca, y cuando me volví a sentir segura y vi que estaba en un lugar completamente diferente a mi casa, con suelo bajo mis pies, paredes y personas a mi alrededor, me separé rápidamente del hombre extraño y le dediqué una mirada de profundo odio.

-¿Qué ha sido eso? ¿Dónde estamos?-  dije algo mareada por culpa del trayecto. 

Parecía haberme llevado a una especie de garaje, había vehículos por todas partes y muchas personas trajeadas paseando por allí. En frente, divisaba claramente a lo lejos un enorme símbolo que reinaba en una de las paredes, y me fijé también que casi todos los vehículos lo llevaban grabado con vinilo. Esa águila...me sonaba de algo. La había visto antes, ¿pero dónde? 

Una persona se nos acercó, su rostro también me era familiar pero no sabía bien dónde ubicarlo, estaba desorientada y más aún con la repentina aparición. ¿Realmente me había teletransportado a otro lugar? 

- Bienvenida señorita Stavridis a SHIELD. Soy el agente Johansen. ¿Ya le ha informado el agente Project sobre por qué está usted aquí?


¿Cómo sabe mi nombre?

Espera. 

¿a dicho SHIELD? Estamos de broma...¿no? ¡¿NO?! 


Miré de nuevo el símbolo del águila y entonces caí en ello. Dios, aquellas cuatro páginas que hice de Ironman. El calvo. Furia, creo que se llamaba así. Ese era de SHIELD. Venga ya, ¿me estáis diciendo que existe de verdad?

- De agente nada: colaborador en tiempos libres y nada más. - dijo el tal "Project" mientras se quitaba el casco. Vaya, si era humano y todo, incluso me atrevería a decir que no estaba mal el chico, yo que pensaba que era una especie de robot o ninja sin corazón - Y no, no he podido. Digamos que andábamos cortos de tiempo.


-Disculpe señor...Jo..Johansen, pero... ¿se ha dado usted cuenta de que esto es un secuestro en toda regla? Yo no debería estar aquí...-

El tipo de la corbata parecía estar más cuerdo que Project, así que esperaba que aquella paranoia terminara pronto y me dejaran volver a casa. Estoy segura de que Lycos estará preocupado.

Pero algo me decía que esto sólo acababa de empezar...

Furia. Osea, había dicho Nick Furia. ¿En serio estaba sucediendo esto? ¿Existía toda esta gente de verdad? 
Pero si esta organización es tan secreta...¡¿porqué narices hacían cómics de ella?!

Suspiré frustrada y escuché con atención lo que me decía el hombre trajeado. 

-De acuerdo, espero que todo esto tenga algún sentido...- seguí al agente y no dije nada más. 

Después dirigí una pequeña mirada al ver que Project se desprendía de su armadura negra como si nada, y empezó a seguirnos con toda la tranquilidad del mundo.

-Anda, si debajo había una persona y todo... - bromeé.

El agente Johansen me guió por todas las instalaciones, y yo no dejaba de mirar a todos lados de forma curiosa. No me separé de ellos y seguí por el camino que me indicaban, a pesar de las ganas que tenía de salir corriendo de allí. 

Me preguntaba dónde se encontraba la base de S.H.I.E.L.D., con esas marcas de helipuerto, todas esas cajas y esos aparcamientos para vehículos. ¿Seguiríamos en Nueva York?

Nos adentramos en una enorme sala blanca, con un par de sillas y una mesa en el medio. A mi izquierda, había una gran cristalera que me recordaba a las típicas ventanas invisibles de las series policíacas. 

¿Esto iba a ser algún tipo de interrogatorio? ¡Yo no había cometido ningún crimen! El que destrozó el parque fue el dichoso Duende Verde...

Resoplé y me senté en la silla cuando Johansen cerró la puerta. El agente Project se apoyó cerca de la puerta mientras su superior se sentaba enfrente de mi. Junto sus manos y me miró fijamente a los ojos para después romper el misterioso silencio.

- Bien. Empecemos pues. Ante todo mis disculpas si la hemos molestado por obligarla a venir a las instalaciones de SHIELD sin su consentimiento, pero como ya he comentado, era de extrema necesidad. La hemos estado observando señorita Stavridis, a usted y a su familia. Descuide, no está metida en ningún problema. En todo caso, lo estaría si no la hubiéramos traído. Verá, estamos al corriente de que tiene ciertas dotes que no ha querido compartir con el mundo. Pero ésto es serio señorita Stavridis: ya nos hemos encontrado con otras personas que por no conseguir controlar sus poderes se han convertido en un peligro para todo el mundo. Así pues, querríamos hacer una pequeña comprobación: su capacidad por controlarlos. Si está dispuesta, tiene ésta habitación a su entera disposición.

-¿Qué si me han molestado? ¡Esto ha sido casi un secuestro! - espeté, algo enfadada. Estaba empezando a preocuparme también por Lycos, que estaría alterado al verme desaparecer de aquella forma. 

Me quedé blanca al escuchar el resto de la conversación. Eso de que habían estado observándome a mi y a mi familia no me gustaba nada. ¿Cómo me habían encontrado? ¿Cómo se habían dado cuenta? Lo había mantenido todo en secreto, no lo sabía nadie, ¡ni siquiera se lo había dicho a mi madre! Había intentado ser discreta cuando utilizaba mis poderes... pero al parecer todo eso había sido en vano.

Genial. ¿y ahora qué?

Me giré a ver a Project, y este pareció vocalizar algo, pero no entendí lo que intentaba decirme. Volví a mirar a Johansen y dejé escapar un leve suspiro.

-Así que... ¿Hay otras personas como yo...?- pregunté casi con un susurro, esbozando una sonrisa irónica. Estaba segura de que todo esto no normal, que había algo en mí que no funcionaba...

-Cuando dibujo... pasan "cosas" que no logro comprender...- mis ojos azules observaron la mesa y encontraron una tiza de color rojo en el escritorio. Mi mano se movió suavemente para recogerla y empecé a pinturrujear la mesa. 

-No se cómo lo hago, pero siempre ha sido así. Y aunque no quiera, a veces no puedo evitarlo...- le expliqué mientras trazaba varias líneas rojas en la mesa. Intenté concentrarme todo lo que pude. Estaba nerviosa, pero quizás aquella gente podría ayudarme. Quizás podrían explicarme porqué hago esas cosas, porqué todo sale mal cuando uso mis poderes...

Dejé la tiza a un lado y cerré los ojos, relajándome un momento para poder acariciar con tranquilidad los dibujos de la mesa. Los trazos empezaron a brillar y de la mesa salieron seis brillantes mariposas rojas que revolotearon por toda la sala blanca.

Una de ellas, se apoyó en el hombro de Project y otra se acercó a Johansen, volando a su alrededor.

Mis ojos volvieron a conectar con éste último, esperando impaciente una respuesta.

La mesa volvía a ser completamente blanca.

Impresionante. Si, lo era, pero a mí a veces no me lo parecía. Más bien tener aquel poder era una carga, sobretodo si era dibujante profesional. ¿Qué pasaría si cada viñeta se convertía en realidad? Por suerte no había llegado hasta ese extremo...todavía.

- Fascinante, sin duda - Dijo el agente Johansen volviendo a su voz calmada y a su seriedad habitual- Está claro que controla su poder... en parte. No he podido evitar observar que tiene usted cierta falta de temple.

- Tampoco te metas con ella, Johansen.

Sentí la voz de Project detrás de mi nuca y me dio un vuelco el corazón. Me giré para ver que, efectivamente, estaba agachado detrás de mi silla haciendo a saber qué. Le dediqué una mirada molesta y luego volví a mirar al hombre de negro.

- No malinterprete mis palabras, Project. Lo que estoy diciendo es que ese puede ser el eslabón que haga cojear su poder y se convierta en un peligro andante. Ya lo hemos visto anteriormente. No nos sorprendería si eso pasara.

- No tiene porqué preocuparse por eso, no suelo usar mi poder casi nunca y menos delante de la gente.-  tragué saliva, nerviosa.

Dicho esto, el agente Johansen se marchó de la sala sin decir nada más y me quedé a solas con el tío raro. Mis ojos se clavaron pensativos en la mesa blanca, me sentía frustrada y engañada. Desconfiaba de toda esa gente a pesar de que en los cómics eran "de los buenos". ¿Pero y si no era verdad? ¿y si esto iba a causarme problemas? No estaba muy segura de que esta gente pudiera ayudarme con mi problema. Entonces, Project rompió el silencio.

-¿Y qué querías que hiciera? - resoplé. Estaba asustada, todo esto era tan raro...

-No soy ningún peligro- afirmé, aunque no estaba muy segura de ello. Si esos tipos estaban escuchando, quizás sirviera de algo lo que iba a decir - Ya les he dicho que intento no usar mis poderes, y si lo hago son en situaciones como las de esta mañana - dije refiriéndome al ataque del Duende Verde en Central Park.

Estaba claro que por lo que decía Project, las cosas no parecían ir muy bien. No podía decirle a esta gente lo que era capaz de hacer, los problemas que me traían los poderes, y sobretodo las cosas que pasaban cuando dibujaba a otras personas...No podía confiar en ellos. No podía confiar en nadie.

Project no dejaba de mirar a mis mariposas como si no hubiera visto nunca una en toda su vida. 

-No son de verdad, solo son de tiza - dije cogiendo un de ellas. Ésta se deshizo en mis manos, manchándome los dedos de polvo rojizo.

No le contesté a la última pregunta, simplemente me quedé en silencio analizando al sujeto de arriba a bajo. No sabía que pensar de Project, pero seguramente tampoco sería un hombre de confianza. Ningún hombre lo es.

-¿Y tu que haces? ¿Qué poder tienes? - dije, intentando desviar la conversación. Odiaba hablar de mi misma, y ya había tenido suficiente por hoy.

Escuché con atención lo que Project me dijo. Era evidente que lo del teletransporte había sido cosa suya, lo cierto es que era uno de los mejores poderes que podía tener una persona "como nosotros". Si yo pudiera teletransportarme a cualquier parte del mundo no tendría que pagar metro y no llegaría tarde a ningún sitio. ¡E incluso podría tomarme un helado en Italia! O si me apetecía cenar en París podría hacerlo, y estar a las doce en casa. 

¿Qué tenía de especial dibujar cosas que se hacían realidad? Mi don por llamarlo de alguna manera es defectuoso. Yo era defectuosa.

-No creo que me queden secuelas...pero no vuelvas a hacerlo - le dije, recordando el angustioso momento.

Desvié la mirada a la última mariposa que quedaba. Project parecía haber quedado fascinado con las criaturas, pero al final decidió acabar con su existencia, tal y cómo lo había hecho yo minutos antes. ¿En qué estaría pensando al aplastarla? 

Mis pensamientos fueron interrumpidos cuando la puerta volvió a abrirse, revelando la figura del agente Johansen. Detrás de él surgían varios soldados de SHIELD armados y de aspecto severo. Tragué saliva, y por un momento pensé que me iban a llevar al matadero.

- Oh, mierda... - pensé, agarrando la tiza roja con fuerza. Quizás podría dibujar una salida de la base o algo para salir corriendo de allí. Había sido una mala idea esperar, tenía que haber escapado en cuanto tuve la oportunidad. ¡Pero ellos sabían dónde vivía! ¡Y también habían vigilado a mi familia! ¿Y si le hacían daño a mamá? ¿o a Genny? 

Respiré más tranquila cuando el agente Johansen me dijo que me dejaría volver a casa. ¿Pero tener un escolta? ¡Eso ya era demasiado!

-¡Yo no meto en mi casa a este tío ni borracha! - dije señalando a Project mientras replicaba la orden del agente. No había convivido con ningún hombre en toda mi vida, ni siquiera con mi padre. Me gustaba estar sola, no quería compartir mi piso con ningún desconocido, y menos con un supuesto agente de una organización de pirados. 

Ya estaba viendo el panorama en casa, con Lycos ladrando todo el santo día y Project siguiéndome a todas partes. Me llevé las manos a la cabeza, la debía de tener tan roja que sentí por un momento que sería capaz de explotar. Dejé escapar un pequeño resoplido de resignación y luego le dirigí una mirada de desaprobación al agente Johansen.

-Espero que solo sea una semana... - comenté a regañadientes y después seguí a Project hasta el helipuerto sin decir nada más al respecto.

-¿Estamos en mitad del cielo? - pregunté asombrada al sentir el viento azotar mi rostro. El edificio estaba rodeado de nubes y hélices. Quedé boquiabierta al ver que durante todo este tiempo habíamos estado en una especie de avión gigante. 

Subí al helicóptero y me acerqué a la ventanilla, admirando el paisaje mientras me sumergía de nuevo en mis pensamientos. No tenia otra cosa que hacer que ordenar en mi cabeza todo lo que había sucedido y empezar a pensar en lo que haría a partir de ahora.

SHIELD no había solucionado nada. Habían descubierto lo que podía hacer pero no me habían ayudado, solo me habían tachado como un problema más, como alguien defectuoso. Y me iban a seguir vigilando, así que no podía bajar la guardia.

Todavía seguía sin saber porqué tenía ese poder, de dónde provenía. ¿Iba a estar siempre ahí? ¿Podría controlarlo o hacerlo desaparecer...? Tenía que haber alguien que pudiera ayudarme, que pudiera guiarme...

En mitad del vuelvo me coloqué bien en el asiento y miré lo que hacía Project. Iba a tener a ese hombre en mi casa una semana y tenía que organizarlo de alguna manera para que se instalara. También tenía que ordenar la habitación, dibujar el encargo antes del viernes, hacer la compra...¡ah!

-¿Qué te gusta comer?- le pregunté sin vacilación.

-Vale - dije casi sin importarme lo que me había dicho y me sumergí de nuevo en mis pensamientos hasta que Project volvió a romper el silencio. Entrecerré los ojos ligeramente con una pizca de frustración cuando escuché su molesta voz y me giré para mirarle con ojos desafiantes. Este chico tenía pinta de ser muy hablador y a mí no me gustaba malgastar saliva...

-Haz eso y te vuelves a S.H.I.E.L.D. sin pelotas... - le contesté casi sin inmutarme, alzando las cejas ligeramente. Era evidente que estaba de broma, pero ese tipo de bromas no me gustaban. En general, no se me daba bien encajar según que chistes, y menos cuando atacaban a mi persona o a mi vida privada.

-Se cuidarme yo solita. Lo he echo siempre y lo seguiré haciendo toda mi vida, así que no necesito a ningún protector, pero gracias- contesté al agente con ironía y una sonrisa en los labios.  

Creo el peligro me encontraría más deprisa estando con Project que estando yo sola. ¿Nadie se había planteado quién iba a protegerme de él? 

Cogí los cascos que Project me indicó y escuché su voz a través de ellos. Ajusté el micro y entonces me preparé para contestarle.

-Vaya, si tienes un nombre normal y todo - intenté bromear, aunque igual no le hacía mucha gracia. Seguramente le haría la misma gracia que tener que acompañarme durante una semana entera. Estaba segura de que en cuanto me conociera un poco acabaría deseando largarse corriendo. Siempre he tenido un carácter difícil y contradictorio.

-Elysia Stavridis, aunque eso ya lo sabes - le dije con una sonrisa tímida en la boca mientras estrechaba su mano - Soy dibujante de cómics profesional y a mi perro no le gusta nadie más que no sea yo. Pero no te preocupes, le diré que no te haga mucho daño. Lycos es cómo las mariposas, un perro de mentira.

Aunque era la mentira más realista que había conseguido hasta la fecha. Sus mordiscos dolían de verdad.

Aterrizamos en un edificio repleto de agentes trajeados de negro. Así que era cierto de que SHIELD estaba en todas partes, esperaba no encontrármelos también comprando en los supermercados. 

Cuando salimos del vestíbulo el sol ya se estaba poniendo en el horizonte. Había pasado casi toda la tarde en el helitransporte así que no había mucho más que hacer a aquellas horas.

-Iremos a comprar algo para la cena, pero no tengo mucho dinero así que espero que no comas por tres... - sonreí divertida y rápidamente le indiqué el camino de dirección a casa. Había una tienda de alimentación delante de mi piso.

La historia continua en: Primer día: primera muerte